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Materialismo y Emancipación:

Una lectura de Historia de las Filosofías


Materialistas
de Pascal Charbonnat

por Nicolás González Varela

“Le Matérialisme est une exigence absolue d’emancipation,


un impératif qui lie chaque partie de l’Être,
tout en libérant la totalité d’une quelconque transcendance.”
(El Materialismo es una exigencia absoluta de emancipación,
un imperativo que une cada parte del Ser,
al mismo tiempo que libera a la Totalidad de cualquier
trascendencia.)
(Pascal Charbonnat)

El Materialismo es tan antiguo como la Filosofía, pero no más antiguo que ella.
Filosofía/Materialismo son por un momento en el desarrollo de la Humanidad
una identidad inescindible, las dos cara de un Jano que combate la
fantasmagoria del poder establecido. Ambos son el grito de guerra humanista
contra la teología aristocrática en la Antigüedad. Resulta paradójico que la
Filosofía de la Universidad lo ignore y desprecie con tanta constancia. Las
concepciones del mundo materialistas están arrinconadas en el depósito de las
teorías baratas. Pocas tradiciones filosóficas han sido tan vilipendiadas y
maltratadas como las filosofías materialistas. Mientras, por el otro lado, reinan
acríticamente en las instituciones y en la propia currícula académica filosofías
reaccionarias, racistas, idealistas, utilitarias, que han coqueteado con los peores
sueños totalitarios de la Razón. El Materialismo sans phrase es tenido siempre
por la ideología dominante, ya laica, ya teológica, por poco serio y tosco.
Filósofos profesionales, por no hablar de teólogos, ven en él en especial una
degradación del hombre, una reducción de la espiritualidad humana eterna a
mera inmanencia, materia, naturaleza y corporalidad. Incluso la expresión en el
pensamiento de pulsiones de baja estofa, con una evidente valencia política. Un
filósofo de prestigio como Max Scheler, no sin lógica, definió que el
Materialismo era una “forma de pensar de la clase baja”, mientras que en igual
forma esquemática atribuyó a las clases altas una “conciencia idealista
pesimista”. La consigna radical primum vivere deinde philosophare es tomada
como trivial y atea, una forma de pensar determinista y utilitaria, cuya meta
exclusiva es la ventaja crematística y la sensibilidad más primitiva. No es de
extrañar que el Materialismo, incluso sin el diabólico adjetivo “dialéctico”, sea
considerado el subsuelo reprimido de la Ilustración, y que las grandes
tradiciones occidentales que se consideren, hasta el presente, hijas dilectas del
Idealismo. Si la idea del Materialismo subsiste, casi siempre fuera de la
Academia, lo hace como algo despreciable. Pareciera que eleva a lo filosófico
una constatación que repela a la Filosofía como tal. Pero súbitamente, a
contracorriente del malsano sentido común de la ideología, ciento cuarenta y
cuatro años después de la obra de Lange, los lectores pueden disponer en
español de una completa historia de las filosofías materialistas, escrita por
Pascal Charbonnat, doctorant en filosofía por la Universidad de París. Se trata
de un fascinante viatique précieux a través de las genealogías político-filosóficas
de los distintos sistemas. Sólo por esto habría que felicitar al esfuerzo editorial
de editar el magnífico fresco (nunca tan bienvenida la metáfora pictórica), ya
que es una obra bien fundamentada, con soporte científico y bibliográfico serio,
que no oculta ningún de los colores de la paleta de pensadores materialistas y
que tiene una ambiciosa pretensión exhaustiva. En lengua española solo
disponíamos de una obra de historia de la Filosofía clásica pero totalmente
desfasada en sus criterios hermenéuticos: se trata de la Historia del
materialismo del socialista Friedrich A. Lange, cuya primera edición es de 1866,
trabajo que tiene sus méritos y que el autor fue ampliando en sucesivas
ediciones. El trabajo de Lange, además, fue una de las influencias ocultas más
duraderas en Friedrich Nietzsche.1 El lector en español no disponía en la
literatura de nada más, lo que es muy sintomático.
Charbonnat cree que el primer combate ideológico es en torno a la misma
definición de “Materialismo”. En la abstracta lucha semántica se encuentra la
forma más común de desacreditarlo y reducirlo a una tesis insignificante o a una
pseudofilosofía. En este caso el tópico sobre el Materialismo es funcional al
poder. Charbonnat desmonta toda la dialéctica erística y precisa que “el
materialismo posee una especificidad filosófica, irreductible al trabajo de
ninguna ciencia.” (p. 32) Además, con precisión quirúrgica, señala que “lo
contrario del Materialismo no es, pues, exclusivamente el Idealismo, sino el
partido de la Trascendencia en general” (p. 36). Charbonnat define la filosofía
materialista con la sugerente tesis que es la teoría en la cual “el Ser y la
Inteligibilidad del Mundo tienen por origen el libre y necesario desarrollo de sí
mismos. Ellos son los únicos que pueden justificar su existencia” (p. 37) Así
presentado, el Materialismo es una exigencia absoluta de emancipación, “un
imperativo que une cada parte del Ser, al mismo tiempo que libera a la
Totalidad de cualquier trascendencia.” La historia de esta idea e ideal de la
Materia (donde esta es concebida como plenamente capaz de engendrar y de
elaborar los diferentes modos del Ser) es determinada con precisión
historiográfica, donde no existe escisión entre mundo y texto. Mientras el viejo
Lange partía de Demócrito, Charbonnat va incluso más atrás: rastrea los inicios
predemocritaneos para encontrar la gestación del Materialismo en el siglo VII
ac con Tales y Heráclito. Luego sigue la noble genealogía ya estudiada por el
joven Marx: Demócrito y Epicuro. Interesante y peculiar es el rescate
materialista que realiza Charbonnat en el capítulo IV, “Fósiles materialistas
exhumados por la heterodoxia (siglos I al XIV)”, en el cual el Materialismo se
refugia en las poco conocidas formas de heterodoxia religiosa (tanto en Europa
como en Oriente) que condenaban la Iglesia y el Estado. Merece leerse sus
comentarios sobre la bella figura disidente de Nicolás de Autrecourt. Finalmente
presenciamos el resurgimiento del Materialismo gracias a la crisis terminal del
mundo antiguo, la maduración de un Naturalismo inmanentista entre los siglos
XV y XVI, cuyas figuras descollantes son Giordano Bruno y Francis Bacon,
aunque Charbonnat no se olvida de nuestro Juan Luis Vives. El siglo XVII
representa el apogeo del Naturalismo, que es considerado como decisivo para su
posterior desarrollo, analizando la diseminación materialista en diversas
corrientes: Robert Boyle, Pierre Gassendi, Thomas Hobbes, Pierre Bayle, John
Locke, René Descartes y el final de ciclo con el antidualismo de Baruch de
1
Lange, Friedrich Albert; Historia del Materialismo, Juan Pablos Editor, México, 1974. Es una
edición en dos vólumenes muy difícil de conseguir y ha tomado como fuente la re-edición de
1873, en traducción de Vicente Colorado. Véase sobre la relación intelectual entre Lange y
Nietzsche nuestro libro recientemente publicado Nietzsche contra la Democracia, Editorial
Montesinos, 2010, pp. 117-127.
Spinoza. El renacimiento y desarrollo maduro del materialismo sucede según
Charbonnat a partir del siglo XVIII, quizás los capítulos más enriquecedores y
novedosos. Allí están, junto a la Gran Revolución Francesa, Los escritos de Jean
Meslier (1664-1729), la obra de La Mettrie (1709-1751), el ateísmo sistemático
de Holbach (1723-1789), entre otros contribuyen a la desestabilización del
edificio social jerárquico basado en la trascendencia divina y al mismo tiempo al
avance prodigioso de las ciencias. También entran en escena los grandes
enciclopedistas materialistas, desde el ateísmo apacible de Diderot hasta poco
conocidos como Pierre-Sylvain Márechal. Charbonnat no se olvida de las
continuas reacciones antimaterialistas, que intentan sofocar y reducir a la nada
la determinación de la Materia. El capítulo más sorprendente es el dedicado al
siglo XIX, donde demuestra magistralmente como los principios que sostienen
las filosofías materialistas chocan duramente con la revolución de la producción
burguesa y el autoritarismo político de nuevo tipo. El siglo XIX vio el
surgimiento de dos clases de materialismo: uno, basado en el método dialéctico
de Engels y Marx, mal llamado “Materialismo Dialéctico”, y el llamado
“Materialismo Evolucionista”, nacido como reacción al anterior, representado
por Karl Vogt, Jakob Moleschott, Ludwig Büchner, Basile Conta. El inventario
casi exhaustivo de Charbonnat nos trae a la palestra a una figura ahora
desconocida pero muy popular a fines del siglo XIX, la del obrero autodidacta
Joseph Dietzgen (1828-1888), que sostenía una evolución de la definición del
materialismo, al insistir en la legitimidad del recurso al Monismo. El curtidor
filósofo Dietzgen será el creador oficialmente del término “Materialismo
Dialéctico”, por primera vez en la historia. Por supuesto Charbonnat se detiene,
como en un rizo, en el divulgador socialista Friedrich A. Lange, o en marxistas
atípicos como Antonio Labriola, el spinoziano y padre del marxismo ruso Gyorgï
Plekhanov, Antonio Gramsci o la intervención militante-científica de Lenin
contra el Empiriocriticismo de Avenarius y Mach. Finalmente el libro se cierra
sobre los materialismo del siglo XX, con la decadencias tanto del DiaMat
stalinista como de los materialismos evolucionistas y las sucesivas reacciones
antimaterialistas, encabezadas por Henri Bergson, Georges Sorel (uno de los
padres ideológicos del fascismo europeo), Merleau-Ponty, Jean-Paul Sartre.
Finalmente una rápido traveling al materialismo evolucionista contemporáneo,
donde desfilan las teorías de Mario Bunge, Richard Dawkins, filosofías
naturalistas como la de Daniel C. Dennett o los aportes desde la Sociobiología de
Edward O. Wilson y de la Antropología con Marvin Harris.
La exposición de la historia de las filosofías materialistas no es un mero
recuento monumental, Charbonnat pretender resolver cuestiones de fondo y
actuales. ¿El Materialismo es el principio más verdadero de interpretación del
Mundo? Sí es así, pregunta Charbonnat ¿Cuáles son entonces las perspectivas
para un Materialismo contemporáneo? El Materialismo no es un absoluto, es
una teoría abierta, enfrentada a toda trascendencia, ya que se define como esa
serie evolutiva de respuestas inmanentistas a la cuestión del origen, de la razón
universal de las cosas. Que tarde o temprano, como lo demuestra su propia
historia, cuando el comienzo devenga un conocimiento, el Método materialista
de las ciencias empíricas se reconciliará con la Tesis del Materialismo Filosófico,
llegando a “la conquista clara de una Materia consciente y segura de su libre
necesidad.”

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