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ESCUELAS EFECTIVAS

EN SECTORES DE POBREZA
¿Quién dijo que no se puede?1

Cristián Bellei
Gonzalo Muñoz
Luz María Pérez
Dagmar Raczynski
UNICEF y Asesorías para el Desarrollo

Introducción
La investigación cuyos resultados se presenta y discute en este texto se ci-
mienta en la preocupación por las posibilidades del sistema escolar de romper
con desigualdades sociales, que tienen origen en la familia o lugar donde nace
la población. Partiendo de la premisa que las escuelas que han sido capaces
de vencer las adversidades del medio y hacer que sus alumnos, a pesar de sus
desventajas sociales, accedan a una educación de calidad, pueden arrojar im-
portantes lecciones sobre cómo obtener esos buenos resultados, se realizó un
estudio cualitativo en profundidad en 14 escuelas básicas con concentración de
alumnos de bajo nivel socioeconómico y que muestran excepcionales resulta-
dos educativos, comparables a los de los mejores colegios privados pagados
que acogen a los sectores altos de la población. Se trata de 14 escuelas del
tipo que la literatura especializada denomina “escuelas efectivas” o “escuelas
eficaces”.

Una escuela eficaz “promueve de forma duradera el desarrollo integral de to-


dos y cada uno de sus alumnos más allá de lo que sería previsible teniendo en
cuenta su rendimiento inicial y su situación social, cultural y económica” (Muri-
llo, 2003, p. 54). Para ser eficaz la escuela debe favorecer el desarrollo de to-
dos y cada uno de sus alumnos y estos deben progresar más de lo que es da-
ble esperar conforme a las características socioeconómicas y culturales de su
familia. A veces se agrega como criterio que la escuela eficaz se preocupa por
el desarrollo integral del alumno, esto es, además de buenos resultados de
aprendizaje, se preocupa de su formación en valores, bienestar y satisfacción,
desarrolla toda la personalidad de los alumnos 2.

Esta investigación se detuvo en identificar las claves que en estas escuelas


hacen posible estos buenos resultados. En cada una de las escuelas se obser-
vó y analizó qué hacen sus directivos y profesores, cómo y en función de qué
metas se organiza la escuela, si y cómo comprometen a los profesores, a los

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Este capítulo sintetiza los resultados de un estudio realizado por UNICEF y Asesorías para el
Desarrollo que saldrá publicado próximamente con el título Escuelas efectivas en sectores
de pobreza: ¿Quién dice que no se puede?. El estudio fue coordinado por los autores, con-
tando con la colaboración de más de 15 investigadores y expertos en el tema educacional en
Chile.
2
El libro que entrega todos los resultados del estudio hace una revisión bibliográfica de los
estudios y escritos sobre escuelas efectivas. Entre otros, véase Murillo (2003), Brunner y Elac-
qua (2003), Scheerens (2000), Scheerens y Bosker (1997), Slavin (1996)m Sammons. Hillman
y Mortimore (1995).

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alumnos y a los padres y apoderados, cómo planifica y evalúan, cómo toman
decisiones, cómo los profesores organizan sus clases y las materias del curri-
culum, cómo usan los textos y demás materiales didácticos, cómo interaccio-
nan con los alumnos, cómo mantienen la disciplina, etc. Cada escuela se con-
sideró como un caso que fue documentado a través de la aplicación de distin-
tos instrumentos, estructurados y no estructurados, y analizado en profundi-
dad con el objetivo de describir cómo y comprender por qué lo hace bien. Se
escribieron 14 monografías una por escuela y posteriormente se hizo una
análisis transversal centrado en sus semejanzas y diferencias en cuanto a las
claves de los buenos resultados.
Este capítulo resume los principales resultados obtenidos en el conjunto de las
escuelas estudiadas, diferenciando dos niveles, la unidad escolar como organi-
zación y el aula como arena prioritaria en que ocurre la interacción profesor-
alumno. La primera sección describe la muestra de escuelas con que se traba-
jó. Las secciones 2 y 3 presentan los resultados principales en el nivel de la
unidad educativa y el aula. La sección 4 plantea las principales conclusiones
generales y entrega evidencia sobre las huellas que la reforma educacional ha
dejado en estas escuelas.

I. Identificación y características de las escuelas efectivas estu-


diadas

Dos criterios mayores delimitaron la selección de la muestra: la pobreza o vul-


nerabilidad de los alumnos y los buenos logros educacionales de la escuela.
Para delimitar el universo de escuelas que trabajan con estudiantes de condi-
ciones sociales y económicas adversas se utilizó la clasificación elaborada por
el Ministerio de Educación para entregar los resultados del SIMCE 2000, que
agrupó las escuelas en cinco categorías de acuerdo a las características so-
cioeconómicas predominantes de los alumnos, considerando los años de estu-
dio promedio del padre y de la madre, el ingreso familiar y el índice de vulnera-
bilidad escolar. Las escuelas incluidas en la muestra de este estudio debían
pertenecer a los grupos A (Bajo) y B (Medio-Bajo) de dicha clasificación. Según
la información proporcionada por el SIMCE 2000, un 39% de la matrícula na-
cional estudiaba entonces en estas escuelas concentrando al alumnado más
pobre del país.
Al interior del conjunto de escuelas que en el 2000 pertenecían a los grupos
mencionados, la investigación identificó aquellas que obtuvieron buenos resul-
tados de aprendizaje en los SIMCE de 4° y 8° básico en 1996, 1997, 1999 y
2000. No existe un estándar nacionalmente definido para determinar cuándo
una escuela obtiene “buenos” resultados. Para seleccionar las escuelas se es-
tableció como criterio que hubiesen obtenido resultados que las ubicasen de-
ntro del 25% de los mejores puntajes del país, tanto en Lenguaje como en Ma-
temática, en 4° básico de 1999 y 8° básico de 2000. El puntaje de corte para el

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Si los resultados SIMCE de la escuela no muestran una mínima estabilidad a través del tiem-
po no tiene sentido hablar de escuela efectiva ya que éstas no serían capaces de mantener sus
resultados. La consideración de permanencia en el tiempo es particularmente importante en las
escuelas de escasa matricula cuyo promedio SIMCE esta muy influido por errores de medición
y la presencia de factores azarosos. En éstas, un alumno muy bueno o muy malo pueden hacer
la diferencia.

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25% superior fue de 265 puntos en cuarto básico (1999) y 263 puntos en octa-
vo básico (2000). Adicionalmente, se eliminaron todas aquellas escuelas que,
con respecto a las mediciones SIMCE inmediatamente anteriores (4° básico
1996 y 8° básico 1997, en Lenguaje y Matemáticas) h ubiesen bajado significa-
tivamente sus puntajes. Con este procedimiento se quiso privilegiar i) una cierta
permanencia de la escuela con buenos logros a través del tiempo, más que el
éxito esporádico en una medición 4; y ii) una visión completa del proceso edu-
cativo de la escuela, que incluyese al conjunto de alumnos, más que un buen
trabajo limitado a sólo un sub-ciclo (por ejemplo, evaluar sólo 4° básico). El uni-
verso de estas escuelas no representa más que el 1 % del total de escuelas de
los grupos socioeconómicos bajo y medio-bajo del país. Coherente con la co-
nocida relación entre nivel socioeconómico de los alumnos y resultados de
aprendizaje, el universo de escuelas efectivas en áreas de pobreza en Chile es
restringido.
En definitiva, la muestra quedó conformada por 14 escuelas, cuyas caracterís-
ticas básicas se presenta en la tabla 1 al final de este capítulo. Se trata de 10
escuelas municipales y 4 particulares subvencionadas; 8 urbanas y 6 rurales;
distribuidas en 8 regiones del país; cuya matrícula en 2001, según registros del
Ministerio de Educación, fluctuaba entre 60 y 1231 alumnos. En la selección de
las 14
Escuelas se privilegió las escuelas de mayor matrícula. Mientras el 46% de es-
cuelas chilenas tienen menos de 100 alumnos, en el estudio sólo un 7% de es-
cuelas tiene este tamaño. En el otro extremo, mientras un 33% de las escuelas
tiene 300 o más alumnos, en esta investigación un 50% de la muestra tienen
ese tamaño. El número de alumnos por aula es una variable que con frecuen-
cia se asocia a malos resultados de aprendizaje. Los profesores de las escue-
las efectivas estudiadas no tienen menos alumnos en frente suyo que los de-
más docentes del país. El número de alumnos por sala, para el total de cursos
de las escuelas, es mayor en el caso de las Escuelas Efectivas que para el to-
tal de escuelas del país (30 y 25 alumnos, respectivamente).
Los docentes de estas escuelas no muestran características muy diferentes a
las de los demás maestros del país. Ambos grupos tienen prácticamente la
misma edad promedio (48 y 47 años) y una cantidad semejante de años de
servicio (18 y 17, respectivamente). Como es sabido, en Chile el nivel de for-
mación especializada en la docencia es muy elevado (93% profesores tiene
título profesional en educación) y en estas escuelas es un poco mayor (96%),
pero se trata de niveles generales tan altos y diferencias tan pequeñas que no
permiten encontrar ahí una clave que las diferencie. Al igual que a nivel nacio-
nal, en estas escuelas 3 de cada 4 docentes son mujeres. Por último, en las
escuelas efectivas los docentes tienen en promedio 32 horas semanales de
contrato de aula, muy semejante al promedio nacional de 31 horas.
Podría sostenerse que las escuelas efectivas lo son porque han logrado excluir
a los alumnos que muestran desventajas académicas. Si éste fuera el caso, las
escuelas estudiadas en su interior debieran tener una muy baja dispersión de
resultados y no contar con estudiantes de bajos logros. Los alumnos de las es-
cuelas estudiadas se distribuyen de una forma que se aproxima a la curva
normal, al igual que los alumnos del total del país y del conjunto de escuelas de
vulnerabilidad equivalente a ellas, sólo que –a diferencia de ambas- la distribu-

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ción completa de alumnos de escuelas efectivas se encuentra desplazada
hacia los mayores puntajes. Pese a lo anterior, las escuelas efectivas conser-
van una importante heterogeneidad interna, de forma que no se puede afirmar
que sistemáticamente excluyen los alumnos con problemas de aprendizaje o
de bajo desempeño académico.
Estas características de las escuelas efectivas permiten concluir que sus bue-
nos resultados de aprendizaje, relativo a sus pares, no se explican por rasgos
estructurales fáciles de identificar desde el exterior, como por ejemplo, ser es-
cuelas o cursos muy pequeños, contar con docentes de condiciones estructura-
les diferentes o tener la posibilidad de excluir los alumnos con mayores dificul-
tades de aprendizaje. ¿Cuáles son, entonces, las claves detrás de sus buenos
resultados de aprendizaje? Las dos secciones siguientes responden a esta
pregunta. La sección 2 se detiene en la gestión escolar, y la 3 en las prácticas
pedagógicas en el aula.

II. Características de la gestión institucional y pedagógica en las


escuelas efectivas
Esta sección discute los elementos de la gestión de estas escuelas que resal-
tan a la hora de explicar sus buenos resultados de aprendizaje. Dichos elemen-
tos se han resumido en diez puntos o afirmaciones centrales. La presencia de
estos elementos en las escuelas no significa que sean similares en sus conte-
nidos, en las prácticas y conductas en que se manifiestan. De hecho, se obser-
van similitudes importantes entre las escuelas en un nivel más bien general, y
muchas diferencias en las prácticas y aspectos específicos. El hecho es, sin
embargo, que ninguna de las escuelas estudiadas deja de preocuparse del
área que plantea cada afirmación.
Los 10 puntos se encuentran estrechamente relacionados entre sí por lo que
resulta difícil separarlos o aislarlos. Pareciera que la presencia de una gran
mayoría de ellos es lo que hace a la escuela efectiva. De otro lado, en nuestro
medio muchas veces se hace una distinción entre gestión institucional y admi-
nistrativa y gestión pedagógica. En estas escuelas, esta separación es imposi-
ble. Ambas dimensiones están fuertemente imbricados y coherentemente arti-
culados por lo que es muy difícil tener una buena gestión pedagógica sin pro-
cesos institucionales y organizacionales también eficaces que la sustenten (y
viceversa).

1. Escuelas que poseen una “Cultura Escolar Positiva”


En todas las escuelas estudiadas existe una cultura escolar que contribuye al
logro de buenos resultados. Esta cultura tiene estos ejes principales: un fuerte
"capital simbólico", "sentido identitario", y "ética del trabajo".
Son escuelas que “creen” casi ciegamente en lo que pueden lograr haciendo
un buen trabajo con sus alumnos. La motivación que domina es hacer las co-
sas bien. Esta motivación tiene directa relación con un fuerte sentido identitario
que caracteriza a las escuelas estudiadas. Prácticamente todas tienen algo que
las distingue y los equipos reconocen que eso es un factor relevante para ex-
plicar el compromiso que todos sienten con la escuela. En algunos casos es el

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ser una escuela artística, en otros el pertenecer a una religión determinada y en
otros el haber tenido un pasado problemático o una historia común ligada a la
comunidad donde se encuentran inmersas. La identidad que caracteriza a es-
tas escuelas se ha construido en la mayoría de los casos sobre la base de “ex-
periencias” comunes más que de “contenidos” o ideas compartidas que guíen
su accionar. Hay un tercer elemento que las distingue: en ellas hay por cierto
aspiraciones compartidas. En todas las escuelas estudiadas existe un alto nivel
de expectativas – aunque no desmedidas ni poco realistas – con respecto al
trabajo que la misma escuela puede realizar y sobre todo en cuanto a los resul-
tados que los niños pueden obtener en el futuro. “Mis niños van a llegar lejos”
es una frase recurrente en el discurso de la mayoría de los profesores y este
discurso permea hasta los alumnos y sus familias.
El trabajo en estas escuelas está teñido por un fuerte sentido de la responsabi-
lidad y de excelencia docente. Son escuelas en donde el rigor, la responsabili-
dad y el profesionalismo de los docentes y directivos son pilares fundamenta-
les. Esta es una convicción que está presente en las misiones de cada una de
estas escuelas. Pero también trasciende el puro discurso y se traduce en ac-
ciones concretas. Indicadores claros de este profesionalismo son los bajos ín-
dices de ausentismo laboral y la participación de los docentes en actividades
fuera de su jornada contratada. Como se dijo, los profesores de estas escuelas
“se toman en serio su trabajo” y si es necesario sacrifican parte de su tiempo
para que todo resulte bien. El concepto de “camiseta puesta” adquiere una re-
levancia indiscutible en las catorce escuelas estudiadas. Los profesores entre-
vistados en su mayoría declararon estar a gusto con su trabajo y que no cam-
biarían su escuela por otra.
Hay elementos que claramente posibilitan este alto grado de identificación con
los objetivos de las escuelas: a) el ambiente al interior de estas escuelas es
distendido, de confianza, de aceptación de ideas divergentes, de la evaluación
y de la crítica; b) existen espacios de participación para los profesores y ellos
reconocen que “tienen la capacidad de influir en lo que ocurre en su escuela”;
c) prevalece un ambiente con signos explícitos de reconocimiento a los equi-
pos de trabajo, a docentes y alumnos por parte del equipo directivo y también
entre los mismos docentes; las relaciones e interacciones, cuando correspon-
de, están mediadas por felicitaciones y señales de premio: y d) existe una eva-
luación constante y seria del trabajo docente en cada una de estas escuelas;
varios directores visitan las salas de clases y en prácticamente todas las escue-
las los profesores ponen en común sus estrategias pedagógicas con el fin de
conocer las buenas prácticas y también las limitaciones del trabajo en aula;
esta evaluación es aceptada sin problemas por la gran mayoría de los docen-
tes, pues se valora como una instancia que de verdad aporta al desempeño
personal y de la escuela en general.

2. Escuelas con objetivos superiores, claros y concretos


Las escuelas tienen un horizonte claro que se centra en el aprendizaje de los
alumnos y tiene dos rasgos muy destacables: apunta a una formación integral
de los alumnos y presenta objetivos muy concretos y realistas.
El objetivo de formar “integralmente” es común a prácticamente todas las es-
cuelas, y dice relación con una preocupación por el desarrollo psicosocial de

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los alumnos, por la formación de personas autónomas, con autoestima, capa-
ces de superarse y de hacerse cargo de sus vidas a través de las herramientas
que la escuela puede entregarles. Lo que distingue y diferencia a estas catorce
escuelas es su capacidad para concretizar y transformar en práctica ese objeti-
vo. La formación integral en estas escuelas deja de ser puro discurso y se tra-
duce en prácticas institucionales y pedagógicas muy concretas. Estas difieren
de una escuela a otra. Sin embargo, siempre el foco de atención está puesto
en los alumnos, en su aprendizaje y desarrollo personal. Es por esto mismo
que en las escuelas adquiere tanta centralidad el objetivo de formar personas
autónomas, con autoestima, capaces de superarse y con las herramientas ne-
cesarias para salir adelante.
Un segundo aspecto a destacar dentro de este mismo ámbito es el hecho de
que estas escuelas se esfuerzan por establecer metas y objetivos muy concre-
tos y basados en habilidades básicas que todos los niños pueden aprender. En
otras palabras, el objetivo clásico de “mejorar la calidad de la enseñanza” se
reemplaza en estas escuelas por un “lograr que en el primer semestre todos los
niños de segundo año hayan aprendido a leer”, por ejemplo. Esto, al igual que
lo ocurrido con la idea de formación integral, trasciende el puro objetivo o con-
cepto, y logra traducirse en algo concreto y medible, tanto en el nivel institucio-
nal como pedagógico, y es evaluado.

3. Escuelas que tienen muy buenos líderes institucionales y pedagógicos


Estas escuelas tienen líderes y autoridades que son percibidos como tales por
la comunidad escolar. Todas tienen alguna autoridad clara que sabe imponerse
y es respetada por docentes, alumnos y padres. Son en este sentido escuelas
dirigidas y gobernadas, pero por personas que tienen la experiencia necesaria
para hacerlo, esto tanto en el plano propiamente pedagógico como en el insti-
tucional. En las catorce escuelas hay alguna persona que se hace responsable
y define el marco de acción en materia técnico-pedagógica. En algunos casos
es el director el que cumple esta función, en otros, es el jefe de la UTP o algún
profesor designado para esta responsabilidad. Sin importar quien cumpla esta
función, en las escuelas existe siempre la figura del “maestro de maestros”. En
todos los casos estos líderes pedagógicos se encuentran validados y legitima-
dos para cumplir esta función en la escuela. Se les reconoce y respeta, no por
su cargo de autoridad o el poder que tienen, sino por lo que saben, por el apo-
yo efectivo que brindan a los docentes y por los proyectos en beneficio de la
escuela que han comandado.
Este es un punto a favor de las escuelas estudiadas y claramente marca una
diferencia con el común de los establecimientos en nuestro país. La conse-
cuencia principal de la existencia de este liderazgo pedagógico es que los pro-
fesores tienen una muy buena guía de cómo hacer las cosas, justamente por-
que hay alguien que se encarga de otorgarle un sentido común a las estrate-
gias de los distintos docentes y de favorecer el intercambio de experiencias
entre los mismos. Quienes ejercen esta función se encargan de establecer –
fruto de un trabajo muy cercano con cada uno de los profesores y de lo recogi-
do en las reuniones colectivas – un marco sobre el cual los demás profesores
trabajan y preparan finalmente sus clases. Son docentes que llevan la batuta
en materia de planificación curricular y priorizan y ordenan los distintos objeti-

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vos pedagógicos a cumplir y operativizan el camino necesario para lograrlo.
Velan también porque los distintos profesores de un mismo nivel trabajen coor-
dinadamente y de acuerdo a los objetivos globales de la escuela.
Existe también en estas escuelas un fuerte liderazgo institucional emanado
desde la figura de los directores, que en estos casos comparten ciertas carac-
terísticas que bien vale la pena destacar, por su contribución a los buenos re-
sultados. Son líderes participativos, que abren espacios para la opinión del
cuerpo docente. Son también por lo general directores altamente motivadores,
que constantemente instan a los profesores a trabajar duro en pos de los obje-
tivos de la escuela; son directores que delegan funciones y dan el espacio para
que los profesores colaboren en otras tareas de la escuela y con cierta fre-
cuencia cuidan para aliviarles la carga administrativa que acompaña el trabajo
docente. Tienen altas expectativas puestas en el futuro de sus alumnos y en
las capacidades de sus profesores. Son directores bastante accesibles y siem-
pre están dispuestos a recibir sugerencias, lo que aplica tanto para los apode-
rados como para los docentes y alumnos. Son directores muy activos y “de te-
rreno”, con mucha movilidad dentro y fuera de la escuela y con muy poco tiem-
po dedicado a las labores de escritorio. Conocen a cada uno de los profesores
y saben de sus fortalezas y debilidades.

4. Escuelas en donde “nada queda al azar” y que al mismo tiempo entre-


gan autonomía a los profesores
Éste es probablemente una de las características más decisivas si se trata de
explicar los buenos resultados académicos de estas escuelas. Ellas “racionali-
zan” el proceso educativo, y para esto han debido mantener una gestión cohe-
rente con sus objetivos, planificar eficazmente, evaluar responsablemente su
trabajo y trabajar coordinadamente. En términos concretos, estas escuelas han
sabido organizar los recursos con los que cuentan para cumplir con los objeti-
vos y sobre todo priorizar dichos objetivos para ir obteniendo logros paso a pa-
so. El o los encargados de la gestión de estas escuelas han logrado “llevar el
pulso” de lo que ocurre en su interior, pues saben cómo organizarse y qué prio-
ridades deben enfrentar para entregar una educación de calidad. Los objetivos
prioritarios se han traducido en una “carta de navegación” que opera en la vida
cotidiana de estas escuelas. Es una carta que orienta, con flexibilidad, lo que
sucede en el aula como a nivel de la escuela en general. Está marcada por
orientaciones generales y metas concretas, que se evalúa responsablemente.
Se entiende y asume que los docentes deben tener un espacio de autonomía
en el plano didáctico que es ineludible. Y los profesores responden a esta res-
ponsabilidad a través de un trabajo efectivo de preparación de clases y evalua-
ción rigurosa de los resultados que van obteniendo con su trabajo. Hay una alta
valoración de lo que significa aprender de los propios errores y de aprovechar
las buenas prácticas internas. Por lo mismo, hay un puente constante entre los
ejercicios de evaluación y planificación. Planifican organizadamente, pero tam-
bién se auto-observan y re-adecuan sus estrategias de acuerdo a esas evalua-
ciones. En estas escuelas el trabajo conjunto entre docentes es fundamental,
no como una forma de cumplir con las normas o reglamentos que lo justifican,
sino como una posibilidad para “producir algo” en conjunto. La importancia que
asume el trabajo en equipo no radica en el valor intrínseco que a este tipo de
instancias se le atribuye comúnmente (“es bueno trabajar en equipo”), sino por

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el contrario, en la posibilidad real que éstas ofrecen para generar productos
que sean útiles para mejorar la calidad de la enseñanza que se entrega. Es por
esto mismo que en las reuniones de equipo los temas más recurrentes son las
prácticas más exitosas o los errores cometidos por los docentes.

5. Escuelas que han aprendido a manejar la heterogeneidad de sus alum-


nos.
La atención de estas escuelas está puesta en lograr el aprendizaje de todos, y
es por esto mismo que manejan la diversidad de alumnos y de los diferentes
ritmos en que éstos aprenden con estrategias – institucionales y pedagógicas –
especialmente diseñadas para ello. La “cultura de evaluación” que existe en
estas escuelas se proyecta hacia la realización de diagnósticos sobre la situa-
ción personal y educativa de los alumnos. Estos diagnósticos facilitan que la
escuela y sus profesores elaboren una planificación que se adapta a las po-
tencialidades y limitaciones de los alumnos. Los alumnos con problemas o
atrasos en su aprendizaje son tratados diferenciadamente, pero al mismo tiem-
po integrados en las actividades de la escuela. Esto es una constante, aunque
se aborda de maneras distintas: proyectos de integración, apoyo especializado,
trabajo de reforzamiento, guías de aprendizaje con distintos grados de dificul-
tad, tutoría de pares. Lo central es que la escuela y sus profesores consideran
las diferencias entre los alumnos al planificar y desarrollar sus actividades y
tareas y van evaluando constantemente los resultados que obtienen, informa-
ción que retro-alimenta la planificación y programación de actividades y el pro-
ceso de toma de decisiones.

6. Escuelas con reglas claras y manejo explícito de la disciplina


Una impresión generalizada de la visita a las escuelas fue el descubrimiento de
un ambiente tranquilo, de orden y limpieza, en un contexto que muchas veces
es de fuerte escasez de recursos y condiciones complejas de funcionamiento-
Se cumplen los horarios, el uso del uniforme, las filas para entrar a clase y
otros reglamentos comunes.
Todas las escuelas destinan importantes esfuerzos a la gestión de la disciplina
y la plantean como na condición indispensable para que los niños puedan
aprender. Las escuelas sin excepción cuentan con políticas y normas respecto
a las conductas admitidas y no admitidas, a las responsabilidades y los dere-
chos de los alumnos, de los docentes e incluso a veces de los padres y apode-
rados. Sin embargo, las maneras de manejar la disciplina difiere entre las es-
cuelas. Algunas logran una disciplina favorable a través de muchos reglamen-
tos y normas muy rígidas. En otras se logra por medio de una relación muy
cercana y afectuosa con los niños y sus familias; se conversa mucho con los
niños y los padres sobre las ventajas de una buena disciplina, y se incentiva y
premia la buena conducta; y se responsabiliza a los niños sobre sus conductas.
La buena disciplina también se da al nivel de los docentes. En varias escuelas
al integrarse un nuevo profesor se le explica las reglas y la forma de operar de
la escuela. Además, continuamente se le evalúa y corrige. Los docentes de
estas escuelas son un ejemplo de disciplina para los alumnos: nunca llegan
tarde, faltan muy poco y cumplen con todo lo que prometen.

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7. Escuelas que buscan y aprovechan muy bien sus recursos humanos.
Como en cualquier organización, la manera como se administra los recursos
humanos y el personal es una variable sumamente relevante a la hora de ana-
lizar sus resultados y el cumplimiento de los objetivos. Las escuelas no se es-
capan a esta regla, y particularmente estas escuelas se caracterizan por apro-
vechar al máximo las potencialidades de los equipos humanos con los que se
cuenta.
Las escuelas enfrentan este tema a través de estrategias de selección y asig-
nación de los docentes, y también gracias a una buena gestión de desarrollo
profesional basado en un proceso continuo y colectivo de capacitación interna y
un manejo racional de la asignación de los docentes a distintas funciones y ta-
reas. Todas se preocupan de que cada docente se desempeñe en el cargo, en
el nivel o en la asignatura que más le acomode y más se adecue a sus propias
fortalezas y debilidades. En algunas escuelas, se opta por destinar a los mejo-
res profesores al primer ciclo, bajo el supuesto de que es en ese proceso don-
de más necesario es entregar una educación de excelencia. En otras, se privi-
legia el hecho de que cada docente, de acuerdo a su experiencia y autoevalua-
ción, elija la asignatura o el nivel que más le acomode. En la mayoría de los
casos, la distribución por curso y asignatura de los profesores se hace com-
plementando los intereses de los profesores con sus capacidades y experiencia
demostrada. Finalmente, no puede desconocerse que en la línea de potenciar
sus recursos humanos mucho aporta la fuerza que en estas escuelas tiene la
evaluación docente. Es esta evaluación la que fuerza a los profesores a estar
continuamente mejorando (ver en más detalle sección 4). Estas escuelas han
entendido que una vía expedita hacia la calidad docente es justamente la com-
binación entre un exigente sistema de evaluación del trabajo de los profesores
y un alto nivel de perfeccionamiento interno y externo.

8. Escuelas que aprovechan y “gestionan” el apoyo externo y los recur-


sos materiales con los que se cuenta.
El apoyo externo y la disponibilidad de materiales en algunos casos se tradu-
cen en una muy buena oportunidad para la escuela. En otros, la escasez de
recursos es una complicación y una necesidad prioritaria, no obstante no es un
impedimento para la obtención de buenos resultados. Los recursos y materia-
les "se crean" con poco. Lo definitorio es que en estas escuelas casi no existen
recursos de aprendizaje que los niños no utilicen, como sí ocurre en otras es-
cuelas.
La experiencia de las 14 escuelas efectivas estudiadas demuestra que la con-
tribución que puede hacer tanto el apoyo de agentes externos (como fundacio-
nes, empresas y otros actores) como los recursos materiales con los que se
cuenta a los resultados que éstas obtienen depende no sólo de la cantidad o
calidad de ambos aspectos, sino también de cómo las escuelas los enfrentan y
gestionan.
El primer aspecto relevante en esta línea es el esfuerzo que hacen estas es-
cuelas por conseguir apoyo desde el exterior. Varias de estas escuelas buscan
oportunidades que les permitan cumplir con sus objetivos. Otras sin buscarlas

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tan deliberadamente, se mantienen siempre “atentas” a la posibilidad de con-
seguir apoyo desde fuera. Otras reciben el apoyo que les llega y manejan dicho
apoyo de forma transparente y efectiva. El esfuerzo de gestión que las escue-
las realizan para esto es enorme. Este esfuerzo tiene que ver con una dedica-
ción importante a la tarea de conseguir estos recursos o proyectos y de res-
ponder responsablemente a quienes apoyan desde el exterior. Es por esta
misma razón que es muy común ver cómo estas escuelas “rinden cuentas” a
quienes las apoyan de cómo se han utilizado los recursos y de la utilidad que
éstos han tenido para la misma y sus niños. Las escuelas “hacen suyo” el apo-
yo que reciben, se apropian de lo recibido e intentan que los aprendizajes deri-
vados del apoyo queden “instalados” en el quehacer de la escuela. La ayuda
que reciben las escuelas es aprovechada mucho más allá de los límites tempo-
rales de dicha ayuda, pues se intenta hacer que los aprendizajes logrados pue-
dan perpetuarse y permanecer en el tiempo.

9. Escuelas en donde el sostenedor posibilita un trabajo efectivo.


La relación escuela–sostenedor es un tema altamente debatido y problemati-
zado en nuestro país. En todas las escuelas privadas estudiadas se da una
fuerte sintonía entre el director y el sostenedor. Comparten la misión y objeti-
vos, el trabajo es colaborativo y de sinergia, y muchas veces tiene el soporte de
una experiencia compartida por varios años. En algunas escuelas es clara la
presencia de los sostenedores en la vida cotidiana y en particular en las deci-
siones pedagógicas que se toman.
Las escuelas municipales muestran realidades bastante disímiles. Sin embar-
go, en ninguna se plantea un conflicto o problema mayor con el DAEM o la
Corporación Municipal. De las diez escuelas municipales estudiadas, en seis
los directivos reconocen que la relación con el sostenedor es de apoyo y cola-
boración permanente. En estos casos, los municipios le dan una alta prioridad
al ámbito educativo, junto con reconocer y premiar el trabajo de las escuelas.
En las demás la opinión de los directivos es más bien neutra. El municipio
cumple sus funciones, tiene una relación fluida con la escuela y no se presen-
tan muchas diferencias o problemas. De todas formas, en varias escuelas mu-
nicipales se reconoce que un aspecto que contribuye sustantivamente en los
resultados obtenidos es que los sostenedores permitan a la escuela incidir en
la selección de los docentes.

10 Escuelas que desarrollan acciones hacia padres y apoderados.

Ninguna de las escuelas estudiadas esquiva el tema de los padres y apodera-


dos. Cada una lo asume y desarrolla acciones concretas para construir un vín-
culo con los padres. Estas acciones son disímiles entre las escuelas y expre-
san visiones distintas acerca de las familias y sus posibilidades para apoyar el
proceso de aprendizaje de los hijos. La mayoría de directivos y profesores en-
trevistados señala que el apoyo familiar es fundamental, agregando que no es
fácil lograrlo, que ellos lentamente han avanzado. La relación que la escuela
logra con los apoderados está mediada por las particularidades que asumen
las localidades en las cuales se insertan los establecimientos. En el entorno
rural la relación escuela-familia es más fluida y cercana. En el otro extremo, en

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los entornos locales urbanos de pobreza dura, asociada a delincuencia, alcoho-
lismo y drogadicción, la relación es más difícil. La escuela procura conocer a
las familias y en base a ello definen cursos de acción para asegurar el apoyo
que necesitan para lograr buenos resultados de aprendizaje de los niños.
La mayoría de las escuelas ha aprendido que para lograr que padres y madres
se acerquen es necesario demostrarles con hechos concretos la importancia de
que esto ocurra, para lo cual han implantado una política de "puertas abiertas"
y de fácil acceso de los padres, sin burocracia, sin pedir hora, con mucho diá-
logo. Este paso aunado con un trato respetuoso a los apoderados, de acogida
y disponibilidad para responder a inquietudes, escuchar sugerencias, buscar
soluciones a problemas del niño y a veces de la familia, son conductas comu-
nes y no excepcionales en las escuelas estudiadas. Otro elemento común es la
información permanente, por diferentes vías, a los padres sobre lo que hace la
escuela y por qué lo hace. Un eje de lo que las escuelas hacen público y pro-
yectan hacia los padres se vincula al hecho que la escuela y sus profesores
tienen altas expectativas de aprendizaje para los alumnos, que eso es posible,
más si se cuenta con la colaboración de los padres. Algunas escuelas definen
exigencias a los padres referidas a la asistencia regular de los alumnos a cla-
ses, a la disciplina y respeto a las normas del establecimiento, las que se con-
cretan en actas o cartas de compromiso. Otras, además o en vez de estas car-
tas, invitan a los padres, estimulan su presencia y los llaman a colaborar en
materias pedagógicas e incluso los capacitan para que puedan cumplir con
este papel. En varias escuelas las madres participan como monitores de aula
en los primeros cursos. En otras participan creando material didáctico. Otras
han implementado cursos de nivelación de estudios para los padres y otras
alternativas de formación como talleres para el desarrollo de nuevas compe-
tencias y habilidades. Esta manera de participar no es extensiva a todas las
familias, pera ha tenido buenos resultados, logrando que los padres se sientan
más seguros y no tengan miedo de colaborar en la escuela. Unas pocas escue-
las prefieren que los apoderados permanezcan fuera ya que califican sus valo-
res y hábitos como distintos y hasta contrarios con los que se promueven des-
de ella. Estas se limitan a la firma de una carta de compromisos mínimos que
esperan de los padres.

Es relevante registrar que en casi todas las escuelas funciona un centro de pa-
dres, pero no se visualiza una participación activa de este centro en la gestión
de la escuela. Su rol principal consiste en comunicar cierta información desde
el director a los sub centros o a la asamblea de apoderados y en recaudar fon-
dos en beneficio de la escuela. Los padres, como se vio, tienen un alto com-
promiso con la escuela y confían en ella, pero le exigen poco. Las demandas
fluyen mas bien desde la escuela a los padres. Los padres y madres de estas
escuelas reconocen la apertura y apoyo que la escuela les ha entregado. Des-
taca que en cerca de la mitad de las escuelas los apoderados entrevistados
señalaron que ellos son co-responsables de los resultados de aprendizaje de
los niños.

III. La enseñanza y las prácticas en aula en las escuelas efectivas.

11
A continuación se analizan elementos situados en las prácticas de aula que se
expresan en enseñanza efectiva. Salvo en las excepciones que se indica, es
posible afirmar que prácticamente todas las escuelas comparten estas caracte-
rísticas, aunque ciertamente en medidas variables y no necesariamente pre-
sentes en cada profesor y en cada sesión de clases. La eficacia educativa de
los elementos que se señala es muy baja o inexistente si están aislados. Una
enseñanza efectiva requiere de la relación entre los elementos. De hecho va-
rios de ellos se encuentran en escuelas poco efectivas, pero desprovistos de
ciertos énfasis, estilos, orientaciones, detalles, sentidos o complementarieda-
des que les privan de la efectividad formativa que despliegan en las escuelas
estudiadas. No está demás reiterar que, según se vio en la sección anterior,
estos elementos están presentes en unidades escolares en las cuales la dispo-
sición de los profesores es de compromiso y responsabilidad y una fuerte "ética
de trabajo"; en que lo que los profesores realizan en el aula cuenta con un
respaldo y dirección técnico-pedagógica activa y permanente; donde el trabajo
técnico entre pares es regular, está referido a las prácticas de enseñanza con-
cretas que se aplican y es concebido como instancia de aprendizaje entre do-
centes; y en que los profesores están convencidos de que las dificultades en el
aprendizaje de los alumnos tienen origen, en importante medida, en la ense-
ñanza que ellos entregan.

1. Orientación hacia aprendizajes relevantes: de la dispersión a las priori-


dades.
En el espacio concreto del aula y el uso del tiempo de clases, los profesores
demuestran una clara prioridad y concentración en los aprendizajes prescritos
en el curriculum. Para ellos no existe una dicotomía entre “formación integral” y
“adquisición de aprendizajes instruccionales”, por el contrario, ellos no conciben
la formación integral sin la adquisición de sólidos conocimientos y capacidades.
Esta orientación hacia los aprendizajes se complementa en casi todos los ca-
sos con un claro sentido de las jerarquías curriculares: no todos los objetivos
del curriculum poseen la misma centralidad. Las capacidades de lenguaje y
comunicación y la matemática son prioritarias. Esta prioridad es institucional y
en este sentido antecede al trabajo de cada profesor en el aula. Los profesores
cubren el curriculum oficial, pero priorizan las materias que consideran mas
fundamentales, dedicándoles más tiempo y a veces adelantando contenidos.
Además, las capacidades de expresión oral y escrita y de razonamiento lógico
se refuerzan en todas las clases, no sólo en las asignaturas de lenguaje y ma-
temática. Vale decir, la enseñanza se entrega de forma articulada y convergen-
te, entre disciplinas y al interior de una misma disciplina, los conocimientos se
tratan contextualizados y no en forma aislada. Los profesores en su mayoría
indican que el aprendizaje es un proceso que comienza por la adquisición de
las capacidades fundamentales, le sigue la incorporación de ciertos aprendiza-
jes básicos, para de ahí abrirse a la exploración y la creatividad más autónoma
de los alumnos, que es hacia donde deben apuntar lo antes posible.

2. Adquisición de aprendizajes significativos: del conocimiento como co-


sa al conocimiento como saber.

12
La fuerte orientación hacia aprendizajes relevantes no debe ser confundida con
un academicismo rígido y formalista: los profesores estudiados saben que, para
que los alumnos alcancen los objetivos del curriculum nacional, ellos deben
hacer un esfuerzo de conexión con la realidad particular, y las motivaciones
personales de sus alumnos. Si quieren llegar a lo lejano, deben partir de lo cer-
cano. Esta regla de la pedagogía impregna un conjunto de prácticas encamina-
das en definitiva hacia la adquisición por los alumnos de aprendizajes significa-
tivos.
a) Los profesores procuran que los alumnos tengan una relación activa con el
conocimiento que deben adquirir. Más allá de la simple “exposición” al conoci-
miento, los profesores hacen a los alumnos “trabajar” con el conocimiento. Los
docentes privilegian metodologías que permitan a los estudiantes manipular el
saber que deben aprender, procesarlo personalmente y casi siempre producir
acciones adecuadas que demuestren el control práctico de ese nuevo saber.
En estas escuelas el énfasis en la lectura es una constante, pero dicha lectura
es puesta en juego en actividades de exposición oral, resumen escrito y discu-
sión por parte de los alumnos, supervisadas y corregidas por los profesores. En
estas escuelas, aprender a leer es ingresar a un nuevo tipo de relaciones con
otros (presentes y lejanos) y con el saber (propio y ajeno).
b) Estos profesores privilegian metodologías que les permitan a sus alumnos
poner en juego sus conocimientos y motivaciones personales previos, a fin de
conectar lo nuevo con lo ya adquirido. Los proyectos de investigación, trabajos
en equipo, sesiones de discusión, guías de trabajo, son técnicas particularmen-
te útiles a este respecto. Otro criterio importante es –en la medida de lo posi-
ble- dar a los alumnos la libertad de elegir, a fin de aumentar la motivación y la
probabilidad de hacer sentido: frecuentemente los alumnos se enfrentan a al-
ternativas curriculares de libre elección, o al interior de una materia eligen los
temas de trabajo, o dentro de una unidad o clase los alumnos deciden el orden
en que prefieren trabajar ciertas actividades. La clave en toda esta variabilidad
pedagógica está en la maestría del docente para no perder la orientación hacia
los aprendizajes relevantes que busca generar.
c) Los docentes aplican una amplia gama de metodologías de enseñanza (ex-
posiciones, trabajo en grupo, lectura, proyectos, etc.) y procuran utilizar varie-
dad de recursos didácticos (textos de estudio, guías, computadores, materiales
reciclados), entre otras razones porque dicha heterogeneidad permite multipli-
car las probabilidades de que cada alumno encuentre su punto de conexión y/o
motivación personal con el nuevo conocimiento. Los maestros hacen explícitos
los objetivos de aprendizaje y reflexionan junto a los estudiantes acerca de lo
que sabían, cómo saber más, qué aprendieron, cómo usar lo aprendido. Para
ellos este hacer consciente a sus alumnos sobre su proceso de aprendizaje les
ayuda a mantenerles involucrados y a que no pierdan el sentido de las activi-
dades.
d) La relación activa con el conocimiento antes mencionada y puesta en juego
en las dinámicas descritas, no se limita por supuesto a un activismo físico, sino
se refiere a la manipulación simbólica del saber. Este es un asunto complejo y
variable dependiendo del conocimiento de que se trate, pero en términos gene-
rales es posible afirmar dos características fundamentales. En primer término,
los docentes tienen una concepción del conocimiento como un saber compe-
tente en diferentes dominios de acción: intelectual, social o tecnológica. Los

13
profesores no buscan sólo que los alumnos recuerden cosas, sino que sean
capaces de analizar e interpretar, relacionar y abstraer, producir y actuar ade-
cuadamente. Adicionalmente, los profesores en general saben que todas estas
destrezas son susceptibles de desarrollarse en grados diferentes de compleji-
dad, esto quiere decir que la ejercitación no está orientada sólo a la memoriza-
ción, sino a la profundización y el aumento de la calidad del desempeño del
estudiante en dicha capacidad o conocimiento (de ahí la importancia de la reso-
lución de problemas, guías, proyectos y discusiones grupales de diferente difi-
cultad). En segundo lugar, casi todas las esferas del saber que los docentes
enseñan tienen una relación circular entre la práctica práctica y la práctica sim-
bólica, es decir, pueden comenzar enseñando a los alumnos desde los concep-
tos, pero estos sólo se darán por aprendidos si los alumnos logran usarlos en
situaciones concretas; o pueden comenzar trabajando elementos concretos,
pero estos no son aprendizajes relevantes y significativos hasta que no se co-
necten con capacidades más generales utilizables en otros dominios. Para es-
tos maestros, la distinción entre pensar y hacer es sólo de momentos o domi-
nios, no de opciones.

3. Alta estructuración y anticipación de la situación de aprendizaje: de la


confusión a la estructura.

Las clases de estos profesores son procesos de enseñanza/aprendizaje fuer-


temente estructurados. Casi con independencia del tipo de metodologías que
empleen en uno u otro caso particular, los maestros procuran la presencia de
un conjunto básico de elementos que son en definitiva los parámetros de esa
estructura:
• La clase es enlazada con las anteriores para que el alumno recupere el pro-
ceso más largo en que está involucrado;
• sus objetivos son claramente explicados a fin de que el alumno cuente con
las reglas de realización de lo que se espera de él y no se pierda el sentido
de las actividades;
• las actividades son anticipadas y los tiempos controlados a fin de que todos
trabajen lo más eficientemente posible;
• el tiempo se aprovecha intensivamente manteniendo un ritmo fuerte;
• el profesor supervisa, controla y retroalimenta permanentemente a los
alumnos a fin de orientarles cuando es pertinente, evitando dejar activida-
des inconexas, sin cierre, evaluación o corrección;
• se sacan conclusiones, se refuerza lo importante, se explicita y comparte lo
aprendido, a fin de que sea integrado a los demás aprendizajes.
La enseñanza es fuertemente estructurada, pero no es rígida. Los docentes
resuelven imprevistos de la clase y están abiertos al clima del momento, apro-
vechando el trabajo o los problemas de los alumnos para retomar, con otros
medios, los objetivos de aprendizaje que se han propuesto. Conducirse con
una alta planificación, ser flexibles para adecuarse a la situación y no perder
nunca el sentido formativo de la clase, es la delicada combinación que logran
estos docentes. Tras ello hay preparación de las clases, acumulación de expe-
riencia y mucho conocimiento de sus alumnos. Ellos conocen los materiales
que usan, han preparado o estudiado muy bien las guías, han anticipado posi-
bles situaciones de la clase, definen actividades para todos o para subgrupos

14
de alumnos y distribuyen los tiempos en base a estimaciones realistas, y al
mismo tiempo manejan recursos pedagógicos alternativos, que ponen en juego
si es necesario.

4. Atención a la diversidad, diversas metodologías y recursos: del alumno


promedio al alumno real.
Uno de los hallazgos más fuertes del estudio es la existencia de una heteroge-
neidad de tipos de prácticas pedagógicas, expresadas en gran diversidad de
metodologías de trabajo en aula. Aunque unas pocas escuelas definían institu-
cionalmente un sello pedagógico y algunos profesores mostraron poca varie-
dad metodológica, lo claramente dominante fue la diversidad entre escuelas,
entre docentes, entre grados y aun al interior de una misma clase.
Estas escuelas y sus maestros parecen concordar en que las metodologías de
enseñanza son sólo medios, puestos al servicio del objetivo de aprendizaje de
los alumnos, y que por tanto su bondad no es nunca intrínseca, sino relativa a
la situación de que trate.
Existen dos fuentes de diversidad permanentes para la enseñanza: el objeti-
vo/contenido de aprendizaje que se está enseñando y los alumnos a los que se
enseña. Los docentes investigados reconocen que ciertos métodos tienden a
ser más adecuados para ciertos objetivos de aprendizaje, sobre todo si trata de
adquirir conocimientos o generar destrezas en los alumnos. Sin embargo, la
investigación no profundizó en esta dimensión de la adecuación pedago-
gía/curriculum (que hubiese requerido profundizar mucho más al interior de ca-
da disciplina y comparar entre ellas). Fue la diversidad de alumnos la que más
ocupó la atención del estudio.
Los docentes de estas escuelas saben que sus alumnos tienen diferentes habi-
lidades, intereses, ritmos y estilos para aprender. La principal consecuencia
práctica de esta constatación es que, a fin de aumentar las probabilidades de
“conectar” a cada alumno con el proceso de aprendizaje, los docentes utilizan
gran variedad de metodologías de trabajo y materiales de enseñanza. En pri-
mer término por razones motivacionales: hay estudiantes que se interesan más
con métodos expositivos, pero otros con la manipulación de materiales didácti-
cos atractivos y otros al compartir con sus compañeros procesos colectivos de
trabajo. En segundo lugar, porque los estilos de aprendizaje son diferentes,
mientras algunos estudiantes aprenden más conceptualmente, otros lo hacen
más vivencialmente; mientras algunos necesitan la guía del profesor, para otros
es más fácil aprender explorando por sí mismos. Finalmente, porque no todos
los niños comparten el punto de partida en cada materia, de forma que prescri-
bir una ruta única y rígida desincentiva a muchos que podrían hacer atajos, o
dejaría al margen a otros que requieren explicaciones y trabajos adicionales.
Por lo anterior, son particularmente preferidos por los profesores las estrategias
metodológicas y los recursos de aprendizaje que contienen en su lógica la
adaptación a dichas particularidades de los alumnos o grupos de alumnos: por
ejemplo, los proyectos de investigación, el uso de software educativos o las
guías de aprendizaje de diferente nivel de complejidad. Con todo, los docentes
no esquivan comenzar por metodologías más tradicionales –como la exposi-

15
ción del profesor o la lectura del texto- si estiman que es necesario sentar pri-
mero en todos los alumnos ciertos conocimientos o principios fundamentales.

5. Constante supervisión y retroalimentación a los alumnos: de la distan-


cia a la comunicación.
En las clases de las escuelas estudiadas no existe un abismo entre el mundo
del profesor y el mundo de los estudiantes. Los docentes intentan mantener
una relación constante de comunicación con sus alumnos, de forma que éstos
perciban que están siendo efectivamente acompañados por el docente. Por
ello, los maestros demuestran mucha capacidad y gastan muchas energías en
“conducir” la clase. Los alumnos son evaluados y retroalimentados constante-
mente, por sus preguntas, exposiciones, intervenciones, trabajos, etc. La clave
está en que, ya sea interrogando o retroalimentando a sus alumnos, el docente
los mantiene involucrados en la actividad conjunta. Esta actitud de comunica-
ción e involucramiento del maestro en “el mundo de los alumnos” se da tanto
en clases más participativas como con metodologías expositivas y frontales.

6. Uso intensivo del tiempo, ritmo sostenido: de “matar el tiempo” a “el


tiempo es oro".
Como se vio en la sección 3 una de las características más constantes de las
escuelas estudiadas es su gran valoración del tiempo. En estas escuelas exis-
te poco ausentismo laboral, se suspenden pocas clases y cuando un profesor
se ausenta, deja guías y actividades planificadas las que son ejecutadas por un
profesor reemplazante. La política institucional es que haya la menor disconti-
nuidad posible en los procesos de enseñanza. Pero es el uso intensivo de las
horas de clases lo más significativo en esta dimensión. Esto involucra diferen-
tes aspectos y niveles:
i. La cuestión básica de comenzar de inmediato y extender la clase hasta el
final del período previsto;
ii. los profesores y los alumnos sostienen un ritmo intenso de trabajo, evitando
las discontinuidades, pausas o tiempos muertos;
iii. generalmente los profesores planifican un amplio y variado conjunto de acti-
vidades, de forma que en las clases se alternan diferentes momentos y –si
alguna actividad no resulta o se agota tempranamente- siempre tienen he-
rramientas adicionales a las que recurrir para mantener a los alumnos en ac-
tividades relevantes;
iv. los docentes procuran mantener involucrados a todos sus estudiantes, de
forma que el tiempo individual de estudio sea lo más equivalente posible al
tiempo formal de instrucción. Todo el tiempo para todos los niños.
Ciertamente, son algunas condiciones de la pedagogía de estos docentes vis-
tas anteriormente las que permiten un uso tan intensivo del tiempo, en particu-
lar, la buena planificación y alta estructuración de las clases; la capacidad de
comunicación y motivación hacia los alumnos; la alternancia de actividades en
una misma clase y su adecuación a la diversidad de alumnos.

16
7. Alto sentido del rigor y prácticas consistentes: del ritual al trabajo.
Los docentes estudiados hacen que sus alumnos obtengan buenos logros pro-
bablemente porque ellos mismos tienen para sí un alto sentido del logro; pro-
mueven la excelencia entre sus estudiantes, porque ellos se orientan hacia la
excelencia; son exigentes con sus alumnos y también consigo mismos. Esto se
expresa en aspectos que son previos a la clase, como el constante perfeccio-
namiento y estudio de los maestros, y la buena planificación y permanente eva-
luación del trabajo pedagógico. Pero también se materializa en aspectos sutiles
y poco visibles de las clases, que, sin embargo, hacen una gran diferencia en
cuanto a la efectividad de las prácticas de enseñanza.
La mayoría de los profesores no se define necesariamente orientado hacia la
innovación, sino más bien hacia la excelencia y el pragmatismo. Están dispues-
tos a usar cualquier metodología, si ésta demuestra ser efectiva para esos ob-
jetivos, para esos alumnos. Los maestros no se distinguen especialmente por
una u otra metodología, sino por la calidad con la que desempeñan cualquiera
de ellas. Así por ejemplo, realizan lectura silenciosa como en muchas escuelas,
pero luego los estudiantes deben exponer lo leído, realizar síntesis escritas y
debatir sobre los textos. En diferentes circunstancias, los docentes hacen pre-
guntas a los alumnos, como en casi todas las escuelas, pero luego se les da
tiempo para elaborar su respuesta, se está abierto a discutir en serio sus ideas
y se corrige asertivamente los errores cometidos. Si se dan tareas, éstas son
más que pura ejercitación mecánica, luego son revisadas y trabajadas en cla-
ses, y los errores cometidos dan pie para reforzar los aspectos débiles de los
alumnos. Prácticamente sobre cualquier metodología de clases se podría iden-
tificar esos pequeños elementos clave que distinguen al trabajo bien hecho.
Los maestros saben que ciertas técnicas son mejores para aprender determi-
nadas destrezas y conocimientos, y procuran por tanto ser consistentes con la
lógica didáctica de una u otra metodología, a fin de extraer de todas su máximo
potencial. A modo de ejemplo, si el profesor que expone, lo hace en forma cla-
ra y con fundamentos, demuestra el dominio conceptual que los alumnos de-
ben conocer. Si, en cambio, está realizando una dinámica participativa, toma
en serio las preguntas y preocupaciones de los estudiantes, y los desafía con
preguntas relevantes a través de las cuales intenta efectivamente conducir la
clase hacia el objetivo de aprendizaje buscado.

8. Buena relación profesor-alumno: del autoritarismo a la autoridad peda-


gógica.
La autoridad pedagógica es intrínseca a la relación profesor-alumno, sin em-
bargo, en la visión tradicional de la escuela los profesores gozan de esta auto-
ridad a todo evento, por el solo acto institucional de certificación. Sin embargo,
estos maestros parecen hacer reposar su autoridad pedagógica en la calidad
de su trabajo y en su condición de efectivos mediadores entre sus alumnos y el
saber. Es esta autoridad investida, pero reforzada por la práctica, la que sus
estudiantes parecen reconocer: estos docentes son muy respetados por sus
alumnos y, al mismo tiempo, tienen generalmente relaciones afectuosas y de
mucha confianza con ellos. No obstante, las clases efectivas no son necesa-
riamente afectivas. Las clases son exigentes y se desenvuelven en un clima de
respeto y tolerancia con los alumnos y entre ellos. Los alumnos tienen confian-

17
za en su profesor. Los maestros procuran que los alumnos abandonen el temor
a equivocarse y reemplazarlo por el temor a no intentarlo, para lo cual estimu-
lan el desempeño de excelencia, el progreso y el esfuerzo de cada alumno y la
confianza para disentir y criticar.
Un aspecto destacable es que estos profesores desarrollan sus clases con
muy pocos problemas de disciplina. En general los niños se mantienen involu-
crados en clases, siguen atentamente las instrucciones de los maestros, cola-
boran mucho entre pares y rara vez se producen conductas disruptivas. La
combinación de clases motivantes, presencia activa del docente en el aula y
uso intensivo de todo el tiempo de clases, parece ser la fórmula para diluir la
tendencia de algunos niños a entrar en dinámicas de indisciplina, generalmente
gatilladas por su aislamiento de la actividad pedagógica. Cuando se producen
problemas disciplinarios, estos generalmente son resueltos de un modo dialó-
gico, apelando a reglas comunes y a la valoración de la convivencia armónica
del curso.

9. Materiales didácticos con sentido formativo: de la motivación al apren-


dizaje.
En la mayoría de las clases analizadas estos docentes utilizan una amplia ga-
ma de recursos didácticos, presentes en casi todas las escuelas: textos de es-
tudio, libros, computadores, materiales didácticos, juegos, videos, etc. Un lugar
especial lo ocupan las guías de aprendizaje, también muy generalizadas en
estas escuelas. Muchos docentes ocupan materiales de la vida cotidiana, que
reciclan e insertan en actividades formativas.
Sin embargo, estos profesores no descansan en la creencia de que los mate-
riales operen por sí solos sobre los alumnos, con efectividad garantizada por
características intrínsecas. Muy por el contrario, los docentes ocupan una gran
cantidad de tiempo planificando el uso de los materiales. Generalmente selec-
cionan de diferentes fuentes los materiales a usar (por ejemplo, ocupan selecti-
vamente los textos de estudio) y muchas veces elaboran o adaptan ellos mis-
mos los materiales (por ejemplo, las guías de trabajo). Poner a los alumnos en
contacto con otros recursos no es visto como una forma de ahorrar trabajo para
el profesor, sino que es parte de la característica más general ya analizada de
alta estructuración de las situaciones de aprendizaje.

IV.- Síntesis y conclusiones


El estudio realizado indica que las escuelas en sectores de pobreza pueden
funcionar de modo efectivo. Lograrlo no es fácil como lo indica el tamaño redu-
cido del universo de escuelas efectivas en sectores de pobreza, no más de un
1 % de los establecimientos que concentran alumnos de entornos socioeconó-
micos y culturales adversos. Las escuelas que lo logran no son distintas en
cuanto a recursos materiales y didácticos, edad, estudios y años de experiencia
de sus maestros al resto de los profesores de enseñanza básica. Las escuelas
tampoco seleccionan alumnos, dejando a un lado, hasta que deserten, a los de
bajo rendimiento o con capacidades limitadas. Lo que estas escuelas logran es
una buena gestión institucional centrada en lo pedagógico, donde el alumno y

18
sus necesidades concretas están en la base del proceso de aprendizaje en el
aula, lo que es incentivado y apoyado por la unidad educativa.
Ninguna de las escuelas ni de los profesores observados en el aula realizan
cosas extraordinarias; hacen bien, con responsabilidad y rigor, lo que se espera
de ellos. No obstante, obtienen resultados extraordinarios con sus alumnos,
logrando neutralizar las múltiples "interferencias externas" de las cuales se sos-
tiene que dificultan los resultados de aprendizaje: algunas propias del profesor
(creer que sus alumnos no son capaces de aprender), otras prejuicios sociales
(pensar que en contextos de pobreza no es posible concentrar la labor educati-
va en el aprendizaje), otras contextuales (multiplicidad de demandas hacia la
labor docente, debilidades de formación, bajo prestigio y reconocimiento social
de la profesión), otras atadas a los alumnos y su familia (falta de concentración
y disciplina, problemas del hogar, débil apoyo a la tarea educativa), por nom-
brar algunas.

1. ¿Cuáles son las claves más básicas o fundamentales que explican es-
tos resultados?
• Nunca un factor aislado logra buenos resultados de modo permanente. Se
trata siempre de una concatenación de factores que operan con eficacia
cuando están presentes conjuntamente y se encuentran alineados en la
unidad educativa, desde el nivel directivo hasta el aula y el alumno, y desde
el aula hasta el nivel directivo. No es que resolver problemas de gestión sea
prioritario y que sólo una vez resueltas las dificultades a este nivel se entra
al aula. Tampoco es que se mejora el aula y que ello automáticamente se
traduce en una mejor gestión institucional. Mas bien, se trata del apoyo y re-
fuerzo recíproco entre ambos niveles, y en cada nivel entre los distintos
elementos señalados.
Como señala Slavin (1996), la interacción profesor-niño es la dinámica más
importante en la educación. “Todo otro elemento del sistema educativo solo
proporciona el contexto dentro del cual se realiza dicha interacción ….. Un
análisis sobre reforma escolar debe empezar con una discusión acerca de
los comportamientos de la enseñanza y de las características de la escuela
que se asocian con un logro académico óptimo del estudiante, y, luego, a
partir de allí, construir un sistema que apoye esos comportamientos y carac-
terísticas" (Slavin, 1996, p.3).
• Las expectativas de directivos y profesores sobre el aprendizaje de los
alumnos es una clave fundamental. Ellos no creen en el determinismo social
ni económico. Para ellos las capacidades de los alumnos no están limita-
das, pero sí sus oportunidades de aprender. Ellos conocen las restricciones
materiales de las vidas de sus alumnos y el pobre capital cultural de sus
familias y tienen confianza y asumen el compromiso que ellos, como profe-
sionales de la educación, serán capaces de hacer una diferencia significati-
va en las oportunidades de aprendizaje de sus alumnos. En esta sentido no
dan por supuesta la motivación por aprender de sus alumnos sino que esta
motivación es posiblemente el primer objetivo pedagógico que hacen públi-
co y trasmiten a los alumnos y también a sus padres.

19
• Lograr lo anterior requiere de competencias técnicas y, de similar importancia, co-
nocer a sus alumnos en sus diferencias, sus talentos y potencialidades y sus limites.
Sólo así es posible atender a la diversidad, esto es, motivar a cada uno y lograr que
aprenda. Las escuelas efectivas estudiadas priorizan i) el desarrollo profesional
docente en la misma escuela, que se asimila, pero no es igual, a las instancias de
perfeccionamiento externas; ii) un trabajo permanente y riguroso de planificación,
evaluación y retroalimentación, que se aplica en el aula, a los docentes y en la uni-
dad educativa como todo; iii) la realización regular de un diagnóstico de los alum-
nos y su atención en necesidades particulares; iv) la definición de metas realistas,
acciones acordes, evaluación de resultados, readecuación de acciones y metas, etc.;
v) uso de una amplia gama de metodologías de enseñanza, los que se utilizan no por
una postura teórica a priori, sino que porque en la practica han demostrado ser efica-
ces; las metodologías se entienden como medios puestos al servicio del aprendizaje
de los alumnos y su bondad no es nunca intrínseca, sino relativa a la situación de
que se trate; vi) altas exigencias académicas y situaciones desafiantes para los alum-
nos; vii) reglas claras, explícitas, que se exigen y cumplen, pero son dialogadas y se
apoyan en refuerzos positivos (reconocimiento) más que en sanciones, tanto en el
caso de docentes como alumnos; la disciplina y responsabilidad personal son ejes
centrales.
• Las claves anteriores van aparejadas en todas las escuelas con buenos
líderes técnico-pedagógicos e institucionales; y con una clima y una cultura
escolar positiva. Identidad, compromiso, ética de trabajo y legitimidad de
sus líderes, no por su cargo de autoridad sino por lo que saben, por el apo-
yo efectivo que brindan a la escuela, a los docentes, a los alumnos y tam-
bién a los padres.

2. ¿ Qué tiene que ver la Reforma Educativa de los noventa con las escue-
las efectivas?
Variados elementos de la Reforma han dejado huellas o están presentes en
estas escuelas. En primer lugar, el discurso de ellas coincide con el de la Re-
forma, como se aprecia en los siguientes enunciados: "Todos pueden aprender,
aunque con diferentes ritmo y modo"; "alumno protagonista del aprendizaje";
"formación integral"; "aprendizaje activo"; "énfasis en lecto-escritura y matemá-
tica". En segundo lugar, algunas de las estrategias de trabajo propuestas por la
reforma están presente en las escuelas efectivas: "Trabajo colectivo docente
como autoperfeccionamiento", "liderazgo técnico-pedagógico", "gestión institu-
cional", "planificación y evaluación". En tercer lugar, las escuelas efectivas se
han visto beneficiadas y estimuladas por proyectos y recursos de la Reforma,
en particular resaltan como gravitante el programa de Mejoramiento de la cali-
dad de Escuelas Básicas de sectores de pobreza, P-900; los incentivos, como
Proyectos de Mejoramiento Educativo (PME), el Sistema Nacional de Evalua-
ción de Desempeño (SNED), premio de excelencia docente; las oportunidades
y recursos asociados a la Red Enlaces, perfeccionamiento docente, los pro-
gramas de integración, las pasantías, la Jornada Escolar Completa (JEC), por
nombrar las más frecuentes.
De la muestra de 14 escuelas, 8 de ellas pasaron en los años ‘90 de una situa-
ción critica de bajo rendimiento a comienzos de la década (pertenecían al quin-
til de más bajos rendimientos del país), a ubicarse en el cuartil de mayores

20
resultados. Los ejes del cambio en todos los casos están centrados en la ges-
tión pedagógica y en el trabajo de aula, a lo que en varios casos se suman es-
fuerzos para construir un vínculo más cercano con los padres y apoderados.
El “despegue” de una escuela nunca responde a un solo factor o situación. En
todos los casos se trata de un proceso en el cual se encadenan distintos ele-
mentos; donde los propios avances y logros constituyen un aliciente para conti-
nuar con el camino iniciado. El proceso es lento y nunca fácil, requiriendo es-
fuerzo y constancia del equipo directivo y del cuerpo docente en la escuela. El
cambio siempre tuvo impulsos desde el exterior (recursos y proyectos asocia-
dos a la Reforma, cambio de la dirección o el jefe de la UTP, o la llegada de
nuevos profesores; apoyo de una fundación educacional y/o mejora en el invo-
lucramiento del sostenedor educacional. Sin embargo, estas “fuerzas externas”
siempre se entrelazan con agentes internos que asumen el desafío, dan vida y
lideran las transformaciones y le dan sostenibilidad. El camino nunca estuvo
claro al inicio, pero existía la convicción sobre la necesidad del cambio; se intu-
ye su dirección, pero hay mucha apertura sobre los medios. En cada caso se
fueron buscando oportunidades, ensayando caminos, evaluando, corrigiendo y
rediseñando. En los procesos de cambio analizados se puede identificar algu-
nos hitos definitorios.
• Diagnóstico detallado sobre la realidad de la escuela, sus profesores y
alumnos. Se trata de una radiografía de las debilidades y búsqueda de solucio-
nes realizadas profesionalmente con la participación e involucramiento de los
profesores. El diagnósticos incluye el análisis detallado de los niños, apoyado a
veces en pruebas y tests, en el plano de los aprendizajes y su realidad afectiva
y familiar, ¿por qué aprenden o no aprenden? Seguido por la pregunta, ¿qué
puede hacer la escuela y el profesor para enmendar la situación? Tras el dia-
gnóstico está la convicción que los factores externos (problemas de la familia y
entorno) son un hecho que la escuela debe reconocer y acoger en su trabajo.
• Definición de prioridades y jerarquización de necesidades. El diagnóstico es
poco útil si no culmina en necesidades concretas priorizadas y organizadas en
el tiempo. Una definición de “pequeños buenos pasos”, como los definió una de
las escuelas investigadas.
• Perfeccionamiento in situ. Talleres internos de reflexión concreta y aplicada
sobre prácticas pedagógicas en el aula, sumado a una supervisión estrecha y
apoyo directo al trabajo de los profesores en el aula. En todos los casos se ob-
serva que la gestión institucional, que previamente tendía a ser sólo administra-
tiva, se acerca e incorpora a la gestión pedagógica en un plano referido al aula,
impulsando coherencia y convergencia entre lo que ocurre en la sala de clases
y el proyecto institucional de la escuela.
• Nueva concepción en el manejo de la disciplina. Todas las escuelas reco-
nocen un cambio en la forma en que estaban gestionando la disciplina de los
estudiantes. Desde una concepción marcada por una autoritaria y estricta re-
glamentación y sanciones; a otra en que también se utiliza una reglamentación
estricta, pero ésta ha sido internalizada por los profesores, alumnos, y padres y
apoderados, por medio de la conversación y razonamiento, el uso de refuerzos
positivos, la socialización de valores de responsabilidad, respeto, solidaridad y
autocontrol.

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• Identidad de escuela. Consolidación intencionada y explícita de una imagen
de escuela que destaca en su medio, de la cual los agentes involucrados se
sienten orgullosos y con la que se encuentran comprometidos. Como se dijo,
muchas veces el sentimiento de logro se convierte en un factor importante para
nuevos desafíos y futuros logros.
• Gestión que aprovecha las oportunidades. Síntoma de cambio es que la
escuela no recibe pasivamente recursos, materiales y proyectos, sino que los
busca, los negocia, los vincula con sus necesidades y se los apropia.
• Reconocimiento público de los buenos resultados. La mayoría de las escue-
las ha recibido señales externas –de su comunidad y/o del Ministerio de Edu-
cación- de su “éxito”, mediante reconocimientos públicos, premios e incentivos.
En comunidades que “vienen de muy abajo” estos reconocimientos son vitales
para saber que se está en la dirección correcta, fortalecer los agentes internos
que han liderado y se han comprometido con los cambios, y renovar el com-
promiso por continuarlos. Estos reconocimientos operan también como una
importante (a veces sentida como excesiva) presión por sostener los buenos
logros.
Los resultados de la investigación indican que las buenas escuelas en áreas de
pobreza en Chile hacen bien lo que debe hacer una escuela y las claves de ello
no son diferentes a lo que indican los estudios sobre escuelas efectivas en
otros países: liderazgo con propósito centrado en la enseñanza y el aprendizaje
de los alumnos, unidades escolares con visión, objetivos y metas compartidas,
en las cuales los maestros se encuentran activamente involucrados, sienten
que sobre ellos recaen expectativas elevadas las que a su vez proyectan so-
bre los alumnos; claridad de reglas, derechos y responsabilidades; enseñanza
estructuradas y centrada en los alumnos que haga sentido, interese y sea fácil
de recordar para los alumnos; que despierte su curiosidad y los mantenga aten-
tos; que se adecua a las diversas necesidades y ritmos de aprendizaje de los
niños; que cubra el curriculum, priorizando lo fundamental para avanzar desde
ahí a otros niveles.
En cuanto a implicancias de políticas e programas para escuelas en sectores
pobres los resultados del estudio son nítidos en resaltar que la unidad de inter-
vención por excelencia en educación es la escuela o unidad educativa, la que
debe abordarse sistémicamente, logrando la coherencia y el alineamiento en
los distintos niveles y elementos. Al mismo tiempo señala la importancia del
liderazgo pedagógico institucional, de la identidad escuela (capital simbólico) y
de un favorable clima organizacional.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

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22
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cido por PREAL, Santiago.

Tabla 1 Muestra de escuelas estudiadas


Nombre Comuna Dependencia Ruralidad Matrícula PROM 8º PROM 4º Dif 8º ’00 – Dif 4º ’99 –
01 (00) (99) 8° ‘97 4° ‘96
Escuela Lucila Coquimbo DAEM Urbana 223 285 266 21 -44
Godoy Alcayaga

23
Escuela F376 Salamanca DAEM Rural 150 278 286 40 15
(Cuncumén)
Escuela Rep. De Las Cabras DAEM Urbano 229 264 270 14 16
Grecia F114
Melecia Tocor- Chimbarongo Part. Subv. Rural 336 265 265 -10 -3
nal 103
Amelia Vial de Hualañe DAEM Rural 180 267 309 4 4
Concha G122
Escuela Básica Los Angeles DAEM Rural 108 275 270 45 -28
Aguada de Cuel
F9
Escuela Particu- Cabrero Part. Subv. Rural 244 272 286 28 53
lar Monte Aguila
7 (Abel Inostro-
za)
Escuela Rep. De Chiguayante DAEM Urbano 989 264 261 37 -2
Grecia E577
Escuela Arturo Cañete DAEM Urbano 834 263 267 -3 4
Prat Chacón
E831
Escuela E-138 Traiguén DAEM Urbano 571 306 254 39 5
Emilia Romagna
Escuela de La Unión DAEM Urbano 497 286 290 -- --
Cultura y Difu-
sión Artística
Escuela Diego Laguna DAEM Rural 60 311 288 19 6
Potales G35 Blanca
Colegio Francis- San Ramón Part. Subv. Urbano 1231 318 296 39 13
co Ramírez 74

Colegio Poliva- La Pintana Part. Subv. Urbano 189 274 286 -- --


lente de la
Pintana

Fuente: Bases SIMCE del MINEDUC.

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