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CONSIDERANDO:
I. En virtud de la presentación realizada por la víctima bajo el
nombre de Francisco Madariaga Quintela (inscripto como Alejandro Ramiro
Gallo), se ha requerido al Tribunal la declaración de falsedad de la información
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obrante en los documentos públicos con los cuales fue inscripto el nombrado
como hijo biológico de Víctor Alejandro Gallo e Inés Susana Colombo,
apoyándose tal pedido en las conclusiones del informe genético agregado a los
principales, sumado a los elementos probatorios valorados al momento de
dictarse la medida cautelar contra éstos, y señalando la analogía entre su actual
reclamo con aquel que fuera resuelto por la suscripta en el expediente 2932/09
(“Ricchiuti”) -ver fs. 1/3 y vta.-.
El interesado se refirió además al excesivo lapso temporal que
llevaría esperar una eventual sentencia definitiva para corregir sus datos de
conformidad a las disposiciones del art. 526 C.P.P., al tiempo que se manifestó
acerca del nombre de pila, apellidos y fecha que desea incorporar, para el caso
de hacerse lugar a su pedido.
A su turno, los querellantes Estela Barnes de Carlotto (en su
condición de Presidente de la Asociación Civil Abuelas de Plaza de Mayo) y
Abel Pedro Madariaga, fueron contestes en opinar que corresponde hacer lugar
al pedido de forma inmediata, a fin de garantizar los derechos en crisis y cumplir
con la obligación internacional del Estado de reparar las graves violaciones a los
derechos humanos (ver fs. 7).
Por su parte, el representante del Ministerio Público Fiscal entendió
aplicable al caso las disposiciones de la ley 18.248 y, como consecuencia de las
acciones meramente declarativas que la misma prevé, este Tribunal se
encontraría en condiciones de proveer de conformidad a la petición incoada a fs.
1/3, la que encuentra un sólido aval en la categórica conclusión del peritaje
genético habido en el principal (ver fs. 9 y vta.).
Por último, mientras la defensa de Gallo ha guardado
silencio en punto al pedido, de lo que se infiere su falta de oposición, la defensa
oficial que asiste a Colombo ha emitido opinión a fs. 13 y vta., exponiendo que
si bien “… mi asistida no se opone abiertamente a la autodeterminación de
Ramiro Alejandro Gallo en lo que a su identidad se refiere, esta defensa sí ve un
obstáculo que lo solicitado se efectúe en esta etapa del proceso…, razón por la
cual la petición formalizada deberá ser resuelta con la sentencia definitiva a
dictarse en este proceso penal.”
Así las cosas, habiéndose pronunciado los interesados, las
actuaciones están en condiciones de resolverse.
II. Previo al análisis del planteo, corresponde aclarar que las
palabras del defensor mencionadas a título propio (ver fs. 13 y vta.), ninguna
virtualidad tendrán en este incidente, de modo que, naturalmente, prevalecerá la
opinión de la persona que reúne la condición de imputada, Inés Susana
Colombo, cuya voluntad se encuentra por encima de las apreciaciones volcadas
por su asistente técnico.
III. Aclarado esto, y tal como lo ha sugerido el peticionante,
este Tribunal tuvo oportunidad de pronunciarse en un caso de similares
características al presente (caso Bárbara María de Guadalupe García Recchia,
resuelto el 6 de octubre de 2009, en el incidente de rectificación formado en la
causa 2932/09, Sec. 7), en el marco del cual se expusieron una serie de
precisiones que trataré de acotar en este resolutorio, ya que las mismas se
refieren a la dogmática aplicable a uno y otro caso.
En primer lugar se desarrolló una extensa valoración de
normativa, doctrina y jurisprudencia, a partir de la cual arribé a la conclusión de
que corresponde admitir el tratamiento de cuestiones civiles dentro del proceso
criminal, destacando que la naturaleza del reclamo se trata de una pretensión de
carácter no patrimonial (ver apartado II de la citada resolución).
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libertad ambulatoria (Hospital de Campo de Mayo), sino que, tal como surge del
citado auto de procesamiento, Víctor Alejandro Gallo integraba las filas de ese
engranaje estatal que ejecutaba las órdenes emanadas del aparato de poder
comandado desde las más altas autoridades de la República, que gobernaban de
facto el país por aquel entonces.
En ese orden de ideas, es que al ser contestado el planteo
formulado, esta instancia judicial no puede perder de vista que, como parte del
mismo Estado, se encuentra en condiciones de reparar, dentro de las actuales
posibilidades, la afectación derivada del irregular emplazamiento del estado
civil del peticionante.
IV. Para ello, corresponde el mismo estudio de procedencia
efectuado en el caso García Recchia, circunscripto a tres situaciones centrales de
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la decisión:
El primero de ellos deriva de las disposiciones del denominado
“derecho convencional”, cuya jerarquía prevalece sobre cualquier normativa
interna que se encuentre por debajo de la carta magna.
El segundo surge del análisis detenido de los antecedentes
jurisprudenciales, puesto que se ha corroborado que existe uno emanado de la
cámara de este circuito judicial, cuyas circunstancias fácticas se corresponden
con el presente y fue resuelto en forma favorable al peticionante.
Y en tercer lugar, sin perjuicio del valor relativo que se le puede
atribuir a las pruebas reunidas en la etapa de instrucción, el resultado del estudio
genético incorporado en autos.
Así las cosas, pasaré a puntualizar los argumentos ya anticipados
que acompañan la unánime voluntad de las partes involucradas en el incidente,
no obstante lo dicho respecto de la opinión técnica de la defensa pública.
En orden a lo expuesto, no puede perderse de vista la obligación
estatal que deriva del art. 8, numeral 2, de la Convención por los Derechos del
Niño, la cual resulta aplicable como norma de jerarquía superior a la disposición
procesal del art. 526 del Código Procesal Penal, aunque vale decir que ésta
última solamente interfiere el pedido aquí analizado desde el punto de vista
temporal, puesto que en todo caso se cuestionaría si el estado procesal del
trámite principal podría desembocar en la denegatoria de la pretensión, por
prematura.
Sobre este punto se volverá más adelante, en lo atinente a la falta de
regulación que se evidencia, sobre la temática, en nuestro derecho interno.
Sin embargo, estimo que se encuentra seriamente relativizada su
operatividad en este expediente, ya que la particular casuística que se plantea en
autos difícilmente haya sido considerada por el legislador al momento de
redactar el citado art. 526 C.P.P., en tanto las sentencias declarativas de
falsedades instrumentales resultan abarcativas de un sin numero de opciones
ajenas al restablecimiento del estado de familia. En otras palabras, no se
desprende del espíritu de la norma que haya sido prevista la “devolución”
de la identidad de una persona, cuando se arriba al momento de dictarse
sentencia definitiva en un expediente penal.
Como se anticipó, el Tribunal también valora un antecedente de
similares características al presente, en el marco del cual la Excma. Cámara
Federal de Apelaciones de la Ciudad de San Martín revocó la decisión del
entonces titular del Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional 2 de San
Martín (el mismo entendió que recién correspondía expedirse en la oportunidad
prevista en el art. 526 C.P.P.) y declaró la falsedad de los instrumentos públicos
impugnados por la querellante (causa 2993 “Leiva, Adriana s/ denuncia”, Sala
II, Sec. Penal 1, rta. 22/10/02).
En aquella oportunidad, el Tribunal de alzada consideró que la
víctima del caso “no tiene el derecho ni el deber de seguir usando la
identificación de …, porque no es el nombre y apellido que le corresponde de
acuerdo con las disposiciones de la ley.” (art. 1 de la ley 18.248).
También hizo referencia a que las cosas pueden ser entregadas
provisoriamente antes de la sentencia sin perjuicio de la posterior devolución
definitiva al interesado, pero el nombre por su función de individualización no
puede mantenerse transitoriamente o restituirse precariamente, ya que el signo
social de la identidad es indisponible como elemento integrante de la
personalidad jurídica o de los derechos y obligaciones inherentes a la persona
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(conf. Fallo citado y art. 523 C.P.P., art. 16, Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos y art. 75 inc. 22 C.N.).
Volviendo al derecho convencional (contemplado también en el
fallo señalado), merece observarse el dictamen elaborado de conformidad al art.
5, párrafo 4 del Protocolo Facultativo del Comité de Derechos Humanos, creado
en virtud del art. 28 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, en
el marco del cual se sostuvo: “en relación con las violaciones al Pacto que
tuvieron lugar antes del 8 de noviembre de 1986, el Comité insta al estado Parte
a que persevere en sus esfuerzos encaminados a investigar la desaparición de los
niños, establecer su verdadera identidad, proveerlos de documentación de
identidad y pasaportes a su verdadero nombre, y conceder prontamente la debida
reparación a ellos y a sus familiares” (ver punto 12).
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RESUELVO:
I. DECLARAR la falsedad del Acta N° 331 de la Delegación
Bella Vista, Partido de General Sarmiento, de la Dirección del Registro
Provincial de las Personas, del 3 de agosto de 1977, donde se asentó el
nacimiento del inscripto como Alejandro Ramiro Gallo, DNI nro. 26.132.698,
hijo de Víctor Alejandro Gallo y de Inés Susana Colombo, y la totalidad de los
documentos que se labraron en su consecuencia.
II. DECLARAR que la identidad de la persona inscripta como
Alejandro Ramiro Gallo en realidad se trata de FRANCISCO MADARIAGA
QUINTELA, nacido el día 5 de julio de 1977 en Campo de Mayo, entonces
Partido de General Sarmiento, Provincia de Buenos Aires, hijo de Abel Pedro
Madariaga y de Mónica Silvia Quintela Dallasta.
forma personal, y una vez firme, líbrense los oficios de rigor a fin asentar en los
registros respectivos lo aquí resuelto.