22 :ev 9 al 15 de mayo de 2010
Carlos Javier, no olvides nunca que el sacerdote es
Lc.5.5
¡Alabado sea Jesucristo, mi amigo Resucitado,
porque en su casa, se renueva la esperanza!
La palabra de Dios que hemos escuchado amados
hermanos y hermanas nos ayuda a reflexionar sobre el
ministerio que el Diácono Carlos Javier va a recibir. Lue-
go de un periodo de formación y de trabajo pastoral
ha pedido humildemente a la Iglesia Diocesana de Ca-
guas, que le admita a recibir el Sacramento del Orden
en el grado de los presbíteros. Hemos escuchado los
testimonios que algunos han presentado, por eso, lo
hemos considerado idóneo para acceder a este minis-
terio.
El sacramento que en breve recibirá, lo configura
para siempre, con Jesucristo Sumo y eterno sacerdote,
en su nombre y a partir de hoy podrá: “ofrecer dones
y sacrificios por sus propios pecados y por los pecados
del pueblo”. Gran servicio es este y “nadie puede ac-
ceder a tal dignidad, si no es llamado por Dios.” Un
exégeta contemporáneo comentando este pasaje de la
carta a los hebreos que hemos escuchado nos recuer-
da: Que hay que tener presente “que Jesús de Nazaret
no era de la familia sacerdotal, pues no pertenecía a
la tribu de Aarón, sino a la de Judá, la misma tribu del
Rey David. Los miembros de la tribu de Judá podrían
aspirar a la realeza no al sacerdocio. El autor de la carta
a los hebreos, sin embargo, ve en la muerte de Jesús
algunos rasgos que permiten compararlo con el sumo
sacerdocio levítico y mostrar como esté ha sido supe-
rado por Cristo.
El sumo sacerdote entraba una vez al año hasta lo
más interior del tabernáculo para ofrecer allí varios sa-
crificios de expiación: (Lv.16,2- 34) un sacrificio primero
por sus pecados, y luego otro para expiar los pecados
del pueblo y purificar el Santuario. El autor añade que
sólo podría hacer esto si lo hacía movido por compa-
sión hacia el pueblo. Esto no lo requiere el Levítico, y
es más bien una proyección de la figura de Cristo sobre
el sumo sacerdote hebreo. Cristo fue sumo sacerdote,
ante todo, porque como hombre y como Dios, la mise-
ricordia y la compasión por la humanidad estaban en
lo más hondo de su personalidad. Como expresó en las
palabras de la Última Cena, su entrega en la cruz fue vi-
vida como muerte que reconciliaba a los hombres con
Dios- Nueva Alianza y le abría el camino de la salvación
– por todos –Al igual que el sacrificio ofrecido por el
sumo sacerdote, si estaba bien realizado, Dios acepta el
sacrificio y realiza la expiación del pecado. En Jesucristo
esta aceptación se muestra en la resurrección.” Es por
eso, que el libro de los hechos de los apóstoles afirma
“que todo el que cree en él alcanza, por su nombre,
el perdón de los pecados.”Hechos 10. 43 Es por eso,
que nosotros afirmamos que el sacerdote es el hombre
de la misericordia y de la compasión. Que a través del
sacramento de la reconciliación y en nombre de Cristo
perdona los pecados.
Hoy que el ministerio sacerdotal está siendo blanco
de duras críticas, somos testigos de un milagro, al con-
templar la opción de este joven valiente, - que cono-
ciendo sus limitaciones- debilidades e incluso pecados
no tiene miedo de entregar su vida por el Evangelio.
¿Dónde radica la fuerza de este joven? En sus cualida-
des, en sus dones… ciertamente que las tienes. Ahora
bien, la clave de su opción, está en el amor apasionado
que siente por Jesucristo, y que le motiva a entregarle
su vida, su amor, asumiendo “el estilo propio de Cristo
que lo hace, en medio del mundo, signo de su caridad
pastoral en la entrega a Dios y a la humanidad con un
corazón pleno e indiviso” para la construcción del Rei-
no.
Hoy Carlos Javier acepta la invitación del Maestro
que le dice. “Rema mar adentro y echa tus redes”. Su
respuesta, como la de Pedro, breve, sencilla y sincera:
“Por tu Palabra, echare las redes” Lc.5,4-5 Quien de ver-
dad se encuentra con Jesucristo, no puede dar un paso
atrás, ya que “Conocer a Jesucristo por la fe es nuestro
gozo, seguirlo es una gracia, y transmitir este tesoro a
los demás es un encargo que el Señor, al llamarnos y
elegirnos, nos ha confiado.” DA 18. Los textos seleccio-
nados por Carlos Javier para esta liturgia de ordena-
ción, son programáticos, ellos le han acompañado du-
rante sus años de formación, los ha meditado muchas
veces, lo han iluminado en su itinerario vocacional, y
hoy como brújula, le señalan la ruta a seguir en la nue-
va vida que en breves iniciara.
por las diócesis CAGUAS
ante todo un “hombre de Dios” 1 Tim. 6.11-puesto al
servicio de su pueblo. Jesucristo, te ha llamado, elegi-
do y hoy te consagra para su servicio. Mantén siempre
con el Señor una profunda y personal amistad, no para
quedarse allí, sino para comunicarlos a los otros.
Tu tarea principal como presbítero, discípulo misio-
nero, consistirá en unificar tu existencia personal a par-
tir del encuentro diario que tengas con el Señor, ese
será el paso importante que te llevará a dar sentido a la
misión que la Iglesia te encomienda. Recuerda que eres
un don de Dios para iglesia.- no su mero representante
o delegado, sino un don para ella. Por la unción del Es-
píritu, que en breves recibirás por las imposición de las
manos del Obispo, quedarás configurado para siem-
pre con Cristo Sacerdote, y podrás ofrecer el sacrificio,
centro mismo del ministerio sacerdotal, y perdonar los
pecados en su nombre.
Dios mismo hoy te unge con el mismo “Espíritu
Santo” con el que ungió a Jesús de Nazaret, “que pasó
haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por
el diablo”. Hec10.38. De hoy en adelante a través de
tu ministerio, Dios actuará por medio tuyo a favor de
su pueblo. Como presbítero estás llamado a vivir de
aquello que sólo tú podrás realizar. De hoy en adelante
serás el “hombre” que habla de Dios al pueblo y el
hombre que a Dios, le habla de su pueblo. A través de
tu entrega cotidiana distribuirás su Misericordia. Acom-
pañarás al pueblo en su caminar, como lo hizo Jesús,
atento a las necesidades de los más pobres, comprome-
tido en la defensa de los derechos de los más débiles
y siendo promotor de la solidaridad, sin esperar otro
premio, que la alegría de saber que estas cumpliendo
la voluntad de Dios.
Carlos Javier, finalmente te recuerdo algunas de
las palabras que el Papa Benedicto XVI al inicio del año
sacerdotal nos dirigió, y que considero oportunas repe-
tírtelas en este momento: “Déjate conquistar por Jesu-
cristo y serás, en el mundo de hoy, mensajero de espe-
ranza, reconciliación y paz. Pide al Señor que inflame
tu corazón con la “caridad pastoral” capaz de configu-
rar tu “yo” personal al de Jesús sacerdote, para poder-
lo imitar en la entrega más completa”. Que tu primera
preocupación sea siempre ayudar a que las personas
vuelvan a Dios, para que experimenten su misericordia
y renovadas interiormente, redescubran la belleza y la
alegría de ser cristianas, de vivir en comunión con Je-
sús, de pertenecer a su Iglesia y practicar el Evangelio”.
Sirviendo de una manera particular a los más pobres y
necesitados. De hoy en adelante debes ser: “Sacerdote,
sólo sacerdote, siempre sacerdote y sacerdote en todo”.
La aventura que hoy inicias te llevara por senderos in-
sospechados “Mantente fiel hasta la muerte y el Señor
te dará la corona de la Vida”. Apoc. 3.11
¡Alabado sea Jesucristo, mi amigo Resucitado, por-
que en su casa, se renueva la esperanza!