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¿Vivimos en una Democracia o en una dictadura internacional?

La globalización, la aldea global o como quieran llamarla, es un hecho que


padecemos diariamente, no tanto por la trascendencia misma de su
expansión como por lo limitado de su alcance, habida cuenta de que solo
se ha hecho patente en el sector económico y financiero. Hoy sabemos
que no hay islas económicas ni fronteras para las compañías
multinacionales. Que las islas se reducen al sector social, al hombre que
está cada vez más desprotegido, al vaivén de espurios intereses
económicos. Los ejemplos, los tenemos por doquier y son incapaces de
sacudir las conciencias, basta un ejemplo: Las multinacionales de la salud
se hacen multimillonarias vendiendo vacunas contra la gripe A. Y hoy
sabemos que han engañado a todo el mundo y, sin lugar a dudas,
comprado a muchos funcionarios de la OMS. Perdónenme pero las cosas
hay que llamarlas por su nombre y, aquí, como en muchos otros asuntos
públicos, ha habido funcionarios venales.

Hoy, más que nunca sabemos, gracias a las nuevas tecnologías de la


información que, cualquier hecho, por anodino que parezca, que suceda
en cualquier lugar del mundo, tiene repercusiones en todo el globo
terrestre. No existe hoy un solo dolor aislado en el mundo, guerra,
expolio, sometimiento, esclavitud o tortura de la que no tengamos
conocimiento y que no repercuta en nuestras vidas, por ello, no entiendo
el silencio cómplice de las multitudes, solo me llegan las volutas de su
miedo y su terror… ¿A qué? ¿A seguir marginados? ¿A negarle a sus hijos y
a sus nietos el futuro? ¿O, simplemente a negarse a vivir para que otros
vivan de su sudor y dolor, mientras viven ellos permanentemente
esclavizados?

Hoy, son muchos los países que quisieran seguir viviendo encerrados en su
propia realidad, arraigados en sus costumbres vernáculas, porque las
encuentran buenas o porque están habituados a ellas. Ya no pueden
hacerlo ni lo podrán a volver a hacer jamás. Hoy ningún país podrá
resolver sus problemas fuera del concierto de las naciones tanto más si
ellos son de índole económica: los mas fútiles alimentos de la vida diaria
hay que buscarlos en diversas latitudes, la carne en Argentina, el café en
Colombia, el cacao en África, cereales en Estados Unidos, Flores en
Holanda etc. Etc. Es decir que cualquier error de apreciación política nos
puede conducir, y nos ha conducido muchas veces, a una tragedia
colectiva. El cambio climático puede servirnos de ejemplo irrecusable.

Entonces, ¿hacia dónde avanzamos? Debemos convencernos de que


avanzamos hacia un nuevo orden internacional que no puede ser de
bloques, como pretenden algunos, con el ánimo de mantener algunas
canónigas o convertirse, por mor de la fuerza, en grupos de presión, o
interponiendo razones ideológicas, sociales, raciales e inclusive diferencias
culturales y tribales atribuidas a su cultura y civilización, ni oriente ni
occidente, sino de rigurosa integración. Nada es válido ante la realidad
que nos avasalla. El mundo de hoy ha dejado de ser internacional y nos
encontramos ante una realidad universal. Las soluciones parciales ya no
son posibles y las concesiones entre terceros imposibles. El hambre para
hoy y el pan para mañana han dejado de existir. Hoy tenemos hambre y
mañana también y los crímenes están a la orden del día, todo ello seguirá
ocurriendo mientras no accedamos a decisiones globales justas y
equilibradas. Es lamentable, por decir lo menos, que cuando se reúnen los
líderes mundiales, el de los ocho, el de los veintiuno o el de los cuarenta
más preocupados por los resultados de las guerras y los beneficios que de
ellas se derivan, como simples criminales de guerra, para hablar de PAZ, e
intercambiar diálogos intonsos, sin sentido y alejados de la realidad, el
mundo que dicen proteger se desborona a sus pies sobre millones de
cadáveres humanos, mientras crecen de manera exponencial las cuentas
bancarias de unos cuantos desaprensivos que medran a su alrededor.

¿De qué medios nos podemos valer para lograr esa revolución
internacional en la que los recursos humanos, las materias primas, el
comercio y la industria y, en general, la riqueza de las naciones estén al
servicio del hombre? No hay, a mi modo de ver, sino una sola salida: La
Sociedad de Naciones. Este mundo mezquino e interesado solo puede ser
unificado dentro de un organismo donde quepan todos los Estados en
igualdad de condiciones y sin limitaciones de ninguna índole, sin dobleces,
donde no exista el voto de exclusión que permita asaltar la buena fe de los
demás como está ocurriendo hoy en la ONU. Si no somos capaces de
aceptar la democracia en su sentido más prístino jamás conseguiremos un
mundo en paz y globalizado. La democracia internacional para que exista y
pueda ser aplicada ampliamente debe tener como premisa previa la Ley,
que tiene que a su vez, estar por encima de los gobernantes, de los
gobiernos y de los gobernados, sujetando su mandato al estricto
cumplimiento de sus principios como voluntad inexcusable del
constituyente primario e impidiendo que el miedo y el terrorismo de
estado se imponga sobre la conciencia universal. Hoy ,querámoslo o no,
vivimos un mudo donde se impone la dictatocracia, es decir, la dictadura
elevada al altar de la democracia gracias a la desinformación de la
población, haciendo uso de los medios de comunicación, que orientan el
voto hacia los intereses de aviesos grupos de presión. Por todo ello es
necesario, fundamental diría yo, ampliar la participación ciudadana en las
decisiones que afecten los intereses comunales, mediante la creación de
asociaciones especificas o cabildos locales, cuyas decisiones tengan fuerza
de obligatorio cumplimiento para el ejecutivo, despejando con ello
cualquier interés foráneo y poniéndole, de contera, freno a la corrupción.
Si este paso previo se consolida, si la conciencia política ciudadana se
hace cargo de sus responsabilidades para con su futuro y el de las nuevas
generaciones, el paso al mundo globalizado se dará sin traumatismos en
el convencimiento de que la Ley estará, como debe ser, por encima de los
gobiernos, los grupos de presión y los intereses financieros.

Está demostrado el fracaso de las políticas neo-liberales: la aberrante


situación de los trabajadores de las maquilas, la explotación inmisericorde
de los trabajadores agrarios, el expolio de los recursos naturales, los
desplazamientos de millones de seres humanos, el cambio de la tenencia
de tierras para ser explotadas por las multinacionales del agro , el negocio
de las semillas transgénicas , la desaparición de las semillas naturales, los
movimientos de capitales financieros sin estar sujetos a ningún control, la
deslocalización de las empresas con el consiguiente crecimiento del paro
en los lugares donde se produce, la burbuja inmobiliaria, los asesinatos
selectivos, las desapariciones forzadas, las persecuciones sindicales, la
división del mundo entre buenos y malos dependiendo de las necesidades
de quien lo decreta, la creciente pauperización de las clases medias y, a
todo este maremágnum, sumar las excelentes cuentas de resultados de
los bancos y las grandes empresas, en tanto que, millones de hombres
,mujeres y niños mueren de hambre, sed y desatención general. Algo anda
mal, muy mal y requiere una pronta intervención antes de que el malestar
social se desborde: La dictatocracia en la que vivimos, ajena a sus
obligaciones, sirve de policía, de vigilante privado, de guarda espaldas, de
perro faldero y de hazmerreir de circo a los intereses del poder
económico. Esta en las manos de los ciudadanos cambiar estos
desaguisados, basta con el firme compromiso de hacer valer nuestro voto
otorgándoselo a aquellos que nos ofrezcan soluciones a los problemas de
las colectividades mediante programas bien estructurados y no mediante
paraísos y nirvanas. Los partidos políticos tienen que comenzar a ser
creíbles, a diferenciarse ideológicamente y a practicar dentro de su seno la
democracia que dicen defender, la llamada disciplina de partido, nefasta
para el libre disenso, no es otra cosa que la exaltación de la dictadura, el
mesianismo y el autoritarismo frente a la dialéctica y al dialogo
constructivo que permite crecer y corregir a tiempo la evolución
ideológica de los partidos.

Como hemos visto son muchas las cosas que tenemos que cambiar para
conseguir ensamblar un mundo verdaderamente globalizado. Todo está
desestructurado. Tenemos que comenzar a corregir las cargas desde la
base, es decir, desde los municipios para crear conciencia ciudadana,
hasta llegar a los más altos estamentos del estado. La pirámide debemos
invertirla porque no podemos continuar cambiando para seguir en lo
mismo. Esta ampliamente demostrado que el pensamiento de nuestros
políticos es superado por los acontecimientos cotidianos o, en su defecto,
que obedecen a intereses particulares desoyendo el interés general. El
cambio comenzara cuando seamos capaces de reestructurar los partidos
políticos, teniendo como fundamento una democracia que pueda ser
aplicada al concierto general de los ciudadanos, en condiciones de
igualdad para todos y dentro de la más estricta justicia social.

Para terminar esta nota permítaseme incluir aquí, a modo de buen


ejemplo, parafraseando algunas anotaciones que hiciera Alexander von
Humboldt, en su viaje por América, y que aun son hoy de rabiosa
actualidad, lo siguiente:

Sobre los esclavos: “En ningún lugar uno se avergüenza tanto de ser
Ciudadano del primer mundo como en los países pobres. Discutir sobre
cual nación trata mejor a los países del mal llamado tercer mundo, a los
indios, a los mestizos, a los negros y a los pobres es como elegir entre ser
acuchillado o desollado.

Sobre los indios y los pobres: “Entre todas las religiones, ninguna
enmascara tanto la infelicidad humana como la religión cristiana. Quien
visite a los desafortunados, sujetos al látigo de los frailes, no querrá volver
a saber nada mas de la Cultura Europeos y su Teocracia.

Sobre la expansión de los Estados Unidos: Las conquistas de los Norte


Americanos me disgustan mucho. Les deseo lo peor vayan donde vayan.

Lo mejor sería que se quedaran en su casa, en lugar de difundir su loca


esclavitud parapetada en la democracia.

Sobre las desigualdades sociales: En todo el mundo las desigualdades


sociales saltan a la vista. Salta a la vista la desigualdad de los derechos y de
las fortunas. Pero no es menos denigrante esa desigualdad que separa a
los hombres por el color de su piel, su lengua, su creencia religiosa, su
bandera o su ideología política.

Carlos Herrera Rozo.

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