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Die SchminkTheorie

A Simitrio Quezada, Marco Vinicio Dávila y Francisco Carpena,


compañeros de desvaríos y sueños imposibles.

Aquilaeus von Greg-Ruffus es mi nombre, y acepto, no sin oprobio y vergüenza, que fui alumno
del nefasto Doktor von Sidow. Apuntaré en mi defensa que he conseguido liberarme del influjo
casi diabólico de sus enseñanzas y que en conciencia era necesario dar testimonio de lo sucedido
hace ya una treintena de años, para que algún día el nombre de Germania brille y resplandezca
por todo lo alto.

Muy a mi pesar, deberé enunciar las teorías y las circunstancias que rodearon su publicación, así
como sus principales enunciados y afirmaciones. Procedo.

Herr Doktor Philipp von Sidow proclamó, apenas entrado el siglo XX, su curiosa SchminkTheorie,
que la comunidad científica internacional se encargó de escarnecer teniendo en Herr Doktor
Wilhelm von Brühlich su máximo representante, y siendo éste quien se refirió una y otra vez a
ella como una teoría imbécil perfectamente maquillada.

A nadie escapa el tono de enfado en estas palabras, lo que se comprende mucho mejor al
advertir que Von Brühlich propuso, un par de meses antes que von Sidow, su Theorie das
Anschluss.

No se puede entender a la una sin antes comprender a la otra.

Von Brühlich fue muy específico: adoctrinado por figuras prominentes de la escuela darwinista,
proponía que la evolución no se daba sólo en lineales progresiones o si se quiere, en los saltos
imprevistos ya observados, que siempre terminan convergiendo en la misma línea temporal.
Para él, la evolución debía entenderse como un gran todo donde las líneas temporales no sólo
continúan su propia dirección, si no que al cruzarse con otras forman una especie de ‘red
evolutiva’ en la que es posible advertir patrones casi tridimensionales, donde las diferentes
características evolutivas aparentemente exclusivas de cada especie podían entenderse como
existentes para hacer frente a las demás características ostentadas por depredadores,
congéneres y finalmente, fuentes de alimento.

Entre la trabazón de las distintas líneas evolutivas la especie humana en cuanto tal se veía
privilegiada en varios aspectos, pero precisamente por su desplazamiento en el plano evolutivo
hasta esa postura ‘privilegiada’, eran esos mismos privilegios los que la tornaban débil y
enfermiza, con el resultado que puede advertirse en la mezcla de naciones canallas que
pretenden camuflarse entre las nobles filas de nuestra raza germana.

Por ejemplo: según von Brühlich, la razón –el acto de razonar, la capacidad intelectiva-
representa el culmen de la línea evolutiva actual de la raza humana. Pero la razón no puede
progresar si no se acompaña de otras características tan importantes como ella. La belleza, la
fortaleza, la adaptabilidad, todas esas características deben convergir en un ser humano que, al
cabo de algunos años, será posible llamar ‘perfecto’.

Y, para terminar con esta involuntaria pero necesaria exposición de la teoría de von Brühlich,
esas mismas características, apenas apartándose un poco en la malla o red evolucionista, nos
dejan en evidente desventaja si consideramos las familias de los grandes primates, quienes
ostentan una fortaleza monstruosa, aunque brutal y carente de raciocinio alguno. A su lado, no
somos más que unos títeres pendiendo de hilos atados por manos inexpertas a un burdo
bastidor de madera.

Es por esto que, aunque irrefutable y sólida, la Theorie das Anschluss de Brühlich sufrió un
durísimo revés cuando Von Sidow propuso y sometió al escrutinio internacional su teoría,
trayendo sobre nuestra nación el escarnio y la vergüenza.

La SchminkTheorie no cabe en un párrafo, ni siquiera en un par de párrafos, aunque,


paradójicamente, puede enunciarse en una sola frase sin perder un ápice su esencia:

La evolución en cuanto tal es sólo una máscara, el rostro maquillado, que adoptan los
supervivientes débiles y menos idóneos, para hacer frente al más fuerte, reemplazándole en el
curso del devenir histórico.

Esto fue más que suficiente para iniciar los ataques que hoy incineran las páginas editoriales de
los principales diarios y cuyos ecos se dejan oír en Leipzig y en Hamburgo, en Cracovia y en Berlín.
Los menos, acusaron a Von Sidow de tener comercio carnal con alguna fémina de alguna raza
canalla. Otros incluso fueron más allá, sugiriendo que no se trataba de una raza si no, incluso,
de alguna especie inferior. Una cabra, un cerdo, un asno.

Pero no fue este el único revés que sufrió Von Sidow. La SchminkTheorie proponía no sólo una
continuidad, o algún tipo de desarrollo. Los más se quedaron con esta idea. Fatal idea.

Haciendo honor a su nombre, la teoría proclamada por Von Sidow encerraba en lo más profundo
de sus entrañas algo tanto o más monstruoso que la mera sugerencia de los pueblos superiores
siendo abatidos por la canallada.

Von Sidow hablaba de suplantación. Facere tabulam rasam, et ad nihilum reuertere omnia, como
dijo algún crítico contemporáneo en las Scientiarum Analecta 1, en el tono más académico que
le fue posible.

Retomando el símil científico de la maravillosa máquina de vapor cuya aparición propició la


exaltación de las razas superiores, el crítico 2 argumentó que el efecto del vapor buscando una
vía de escape y propiciando el movimiento armónico y constante del pistón y la liberación
simultánea de la presión acumulada, era el mismo efecto que podía advertirse una y otra vez en
los grandes movimientos históricos, y que el culmen de dichas corrientes históricas no es otro
que la revolución y el consecuente periodo de paz y tranquilidad y progreso, y esta evidencia
era más que suficiente para echar por tierra y pulverizar hasta los cimientos, la teoría de Von
Brühlich.

Lo que proponía Von Sidow era precisamente lo contrario. Así, las revoluciones no serían la
revocación del poder ejercido por las clases dominantes, ni siquiera la hegemonía capaz de
someter una raza al arbitrio de otra cualquiera, sino que las revoluciones aparecían de tanto en
tanto sólo como formas ‘concertadas de antemano’ para cambiar un orden por otro, sin alterar
la composición misma de la urdidumbre social.

El ejemplo clásico lo tenemos en la historia de la Revolución Francesa.

Eliminar a los aristócratas aguillotinándolos después de sufrir el escarnio público, no llevó a la


turba de modo alguno a ocupar el lugar que tenía la aristocracia en las diferentes cadenas de
producción, de bienestar económico y pureza moral.

1
Scientiarum Analecta, Nova Serie, tomus XLVIIII, volume II, pp. 256-324. Anno Domini 1904.
2
Hoy sabemos que el crítico ‘anónimo’ no era otro que Herr Doktor Markus Gould, amigo y tutor de Von
Sidow. De allí que una anomalía de tal calibre, como la inserción de un artículo anónimo en un journal de
tanto prestigio, haya sido posible.
La turba necesitaba un guía, y ese guía aunque originalmente no fuese producto directo de la
aristocracia, terminaría instaurando un nuevo orden aparente que culminaría en una república
abortada con la coronación de Bonaparte. Todo esto, en menos de veinticinco años, es decir, ni
siquiera fue necesario esperar a que transcurriese una generación, para restaurar el orden
preexistente 3.

Von Sidow se remontaba a los episodios más oscuros de la historia, para tratar de apuntalar su
teoría descabellada.

Afirmaba, entre otros sinsentidos, que las extinciones acaecidas en las grandes culturas
mesoamericanas eran la prueba fehaciente del predominio de las razas débiles en detrimento
de las razas gobernantes.

Es decir, la interminable lista de pueblos seminómadas que rodeaban las grandes ciudades de
los imperios Ynca, Maya y Mexicah, no desaparecieron con la extinción de aquellas grandes
civilizaciones. Lo que provocó aquellas aparentes extinciones fue el acuerdo concertado de los
pueblos inferiores de suplantar la identidad y nutrirse, como si de carroña se tratase, de los
despojos de los pueblos dominantes. Así, el español Cortéz pudo acabar con el vasto imperio
mexicah con un puñado de hombres, no porque su armamento fuese superior, no porque la
religión salvaje y primitiva de los mexicah fuese menos civilizada que la forma de la
KatholischeKultur del siglo XVI. Quienes ajusticiaron a los últimos reyes mexicah fueron esos
pueblos de la comarca, anónimos, resentidos, y orquestados por alguien que bien puede ser un
ejemplo antecesor de lo que hizo Bonaparte trescientos años más tarde. Y ese esfuerzo
concertado dio paso al Virreynato español, que hizo estragos en los últimos representantes de
los grandes imperios, sometiéndolos hasta disolverse finalmente en el conglomerado que se
conoce con los nombres de Messico, Perú, o Guatymala.

Esos pueblos anónimos comprendieron que no basta con destruir. Todo lo que ha sido destruido
puede reconstituirse, y con los escombros de una edificación es posible reconstruir el edificio
original, con el único requisito de poseer todas las piezas que conformaban la construcción antes
de ser destruida.

3
No es gratuito que Herr Doktor Von Sidow y Herr Doktor Gould publicasen sus artículos en las
Scientiarum Analecta precisamente en el segundo volumen, correspondiente al periodo julio-diciembre
del año 1904. Ese año se celebrarían, en círculos íntimos y denunciados posteriormente por los
simpatizantes de Von Brühlich, banquetes exquisitos con la intención de celebrar el centenario de la
coronación de Bonaparte, a quien se considera no como un intento fallido de un nuevo proyecto de
estado, sino como la vindicación del pueblo que se provee a sí mismo los gobernantes que amerita y que
continuarán la pervivencia del orden ya establecido.
La destrucción, por tanto, no se dio en esos movimientos que anteriormente llamamos
‘extinciones’. La suplantación tiene un efecto irreversible, y sus efectos son terribles y a menudo,
mortíferos.

Cuando Cortéz, al mando de su ejército raquítico puso el pie sobre las costas del imperio
Mexicah, ya estaban dados todos los requisitos para echar abajo el andamiaje de ese sistema
político, religioso, social y moral. Pero, avezados en el arte de la suplantación, los pueblos
nativos y los ministros religiosos que llevó Cortéz consigo, se ensañaron en el juego desgastante
y nocivo que perduró en el Virreynato y en la República Independiente que ha dado lugar a
crímenes atroces, como el asesinato a sangre fría de nuestro querido Maximilian von Habsburg-
Lothringen 4.

Cuando las órdenes católicas vieron los templos y las figuras monstruosas de las deidades
mexicah, supieron que hacer la guerra de frente contra esas costumbres, con sus tradiciones y
sus ritos, era caso perdido. De allí que para poner un ejemplo se dedicasen a quemar escrituras
profanas, derribar algunos ídolos, pero al final, justas de tiempo, se contentaron con enterrar y
construir sus templos sobre los templos enterrados.

Y esto acaeció en todos los lugares donde el Sacro Imperio Cathólico puso el pie.

Tomaron fechas, festividades, nombres, símbolos, figuras, lugares, y las suplantaron con su
parafernalia propia. Creyeron, por un tiempo, que tenían así el éxito asegurado.

Pero los nativos, esos pueblos que fueron capaces de poner un fin a los grandes imperios
Mezzoamericanos, no iban a ceder fácilmente ante la cruz ni a tomar por propias las enseñanzas
de un judío crucificado. Y suplantaron a su vez los ritos, las ceremonias, los lugares y las fechas
de aquellos ministros católicos, para seguir dando culto y rendir pleitesía a sus deidades, más
vivas que nunca y presentes en la intimidad hogareña de cada familia.

4
No comprendí, sino cuando ya era demasiado tarde, la razón del interés enfermizo de von Sidow en la
historia de la Corona Española y en especial, su obsesión con pueblos tan silvestremente retrasados como
el de Messico, por más que algún día un puñado de hombres soñó con verle convertido en un Imperio a
la usanza de los prominentes imperios europeos.
Acepto y confieso, ya que esta es la hora de la verdad, que aunque en aquel momento me pareció una
excursión de estudios más que otra cosa, mis andanzas por tierras españolas y la asistencia que me
franqueó Von Sidow a conferencias dictadas por Unamuno, Ortega y Gasset, y la presencia sugerida en
algunas escenificaciones tempranas de Valle-Inclán sólo podían entenderse y justificarse como la etapa
más temprana en el desarrollo de un plan mucho más extenso: la adoctrinación de seguidores y
simpatizantes académicos que apuntalasen los desvaríos históricos de que está henchida la
SchminkTheorie.
Cuando los ministros católicos descubrieron la artimaña establecieron la Inquisición, y fue
necesario ejecutar a algunos de entre aquellos nativos para tratar de rescatar lo que ya
adivinaban como perdido.

En otros lugares, o específicamente, en cuanto lugar puso el pie el gran imperio español, se obró
de manera semejante. Y otro tanto hicieron portugueses, ingleses, franceses. Antaño, los
vándalos, los persas, los hititas, los griegos, los romanos, los vikingos, los celtas.

Como puede verse, la teoría de Von Sidow nada a contracorriente y tergiversa de una forma
lastimera y no exenta de pedantería cuanto ha escrito el hombre desde que ha hecho uso de la
palabra escrita, en el intento de hacer perdurar su historia y su visión de esa historia.

No es de extrañar por tanto, que Von Sidow encontrase la muerte a manos de Herr Sigmund
Sigifried, general supremo del ejército germano, quien acusándole de traición a la patria le hizo
fusilar el 19 de junio de 1917.

Es del conocimiento público que ni Von Brühlich ni Gould asistieron a la lectura pública de la
sentencia, por más que fueron citados como declarantes en el transcurso del juicio que algunos
llamaron ‘entrampado’ y otros elogiaron por su rapidez, concisión y sobre todo, su inobjetable
transparencia.

Por supuesto que no podía ser de otra manera.

¿Quién puede imaginarse una Germania donde, suplantado el buen juicio y la armónica
perfección de los rasgos germánicos, imperen los pueblos de la canalla judía, siria, rumana,
polaca o croata?

¿Acaso podemos pensar que los pueblos de ultramar terminen rigiendo el destino del mundo
civilizado, y los norte-americanos hagan su voluntad en las tierras de Londonburg, o la plebe
inculta del Messico virreynal siente sus reales en los palacios españoles, desacralizando recintos
como el lúgubre y magnífico Escurial?

Esperamos con ansia la llegada del hombre que sea capaz de tomar las decisiones que lleven al
hombre moderno hasta las cimas coronadas por la belleza, la fortaleza, la inteligencia, y en una
sola palabra, la perfección que es algo inherente a nuestra raza germánica.

Von Brühlich es más actual hoy que nunca, más necesario de lo que él mismo imagina. Y su
nombramiento como Oficial en Jefe de la Oficina de Estudios Eugenésicos del Pueblo Germano
a nadie ha tomado por sorpresa. Echando mano de su teoría, y calculando cuidadosamente las
directrices que siguen las distintas líneas evolutivas que percibimos en el tiempo actual, será
posible evitar los eslabones débiles en esa magnífica cadena que hoy por hoy es el pueblo de la
Germania.

Y si para ello es preciso erradicar de una vez para siempre esas minorías canallas que surgen
aquí, allá y acullá, que así sea, todo por el bien, la prosperidad y el seguro progreso de nuestro
pueblo.

Von Sidow ha sido el teórico más nefasto que ha brotado entre los hombres de nuestro pueblo,
y agradecidos estamos a Herr Sigmund Sigfried y a Herr Doktor Wilhelm von Brühlich.

Ambos, y con ellos, todos, esperamos la llegada del hombre que lleve a Germania hasta las
alturas empíreas que antaño sólo estaban reservadas a los dioses.

Francisco Arriaga.
México, Frontera Norte.
07 de abril de 2016.

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