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PUBLICACIÓN MENSUAL

NOVIEMBRE DEL 2007


El Ocaso del Quinto Sol.

Por Daniel Marmolejo


Miembro fundador del Movimiento Ciudadano Metropolitano A.P.N.

Comité Ejecutivo Nacional

Inic macuilli tonatiuh 4 ollin in itonal mitoa ollintonatiuh ipampa molini in


otlatoca auh in yuh conitotihui in huehuetque, ipan inin mochihuaz tlalloliniz
mayanaloz inic tipolihuizque.

El Quinto Sol: 4 Movimiento su signo. Se llama Sol de Movimiento, porque se


mueve, sigue su camino. Y como andan diciendo los viejos, en él habrá
movimientos de tierra, habrá hambre y así pereceremos.1

1
Códice Chimalpopoca, Anales de Cuauhtitlan, folio 2
Trad. de Miguel LEÓN-PORTILLA, obtenido de Los antiguos mexicanos
Estamos aquí, entre la “doctrina del shock“ como forma de inducir a
determinadas acciones para someter a los más pobres a un modelo neoliberal
que también ha sido definido como la economía del desastre, y una persistente
teología sin Dios que envenena la proyección humanista resultante del
pensamiento filosófico acumulado durante miles de años en el pasado.

En el tiempo de la virtualización donde la abstracción y la telepresencia invaden


prácticamente cualquier espacio vemos un profundo desprecio, nihilismo e
irracionalidad.

La sociedad compleja se muestra domesticable en términos de conglomerados


humanos moldeados por el marketing , las víctimas se presentan en televisión
como calumniadores de los verdugos y el hedonismo es el último reducto para
el individuo.

La primera teoría que tengo es que los medios son promotores del temor y que
el individuo se paraliza por las imágenes, de tal suerte que al homo videns, -en
esta superpuesta evolución a la teoría de la evolución darwiniana impulsada por
Giovanni Sartori- al homo videns… le sigue la vaca.

La idea sobre la destrucción de la República Mexicana con base en sus actuales


cimentaciones, estructuras y andamiajes representa un escenario romántico.
Se cuenta con las evidencias históricas de las diversas fundaciones y
refundaciones de las ciudades habitadas por las civilizaciones que revitalizaron
el altiplano a lo largo de los siglos.

Llegaba una momento en el que las ciudades se incendiaban y de las cenizas


posibilidades nuevas renacían.

La magia, que pudiera definirse como el resultado de la combinación onírica,


poética, astrónomica y el inframundo, permitieron a los Mayas, Teotihuacanos,
Xochicalcas, y muy probablemente a los Olmecas, llenar de mística el medio
ambiente en que habitaron.
No existió antes, durante o después de los Mayas un calendario más exacto
como tampoco una descripción del génesis tan rica, que ni el judaísmo lo
planteó tan hermosamente.

Llegado un tiempo, las ciudades sufrían el paroxismo y la consecuente


desaparición, dejaron de servir al proyecto original. La naturaleza recobró los
espacios arquitectónicos con jaguares y serpientes, hasta que grupos nómadas,
quizá también producto de otras extinciones catastróficas, decidían mutar y
apoderarse de observatorios astronómicos y templos.

En este sentido es necesario hacer una pausa, los vestigios Arqueológicos de


México Tenochtitlan, Chichen Itzá, Palenque, Tulúm, Tula, Xochicalco, entre
otros, no fueron en ningún momento proyectos arquitectónicos. La estética
siempre estuvo en función de la fe, las ciudades prehispánicas se establecieron
como proyectos de fe.

Si partimos de esa premisa observamos un altiplano mexicano rico en


posibilidades y profundo en dimensiones. Desde luego éste era un enorme reto
para los conquistadores que nunca lograron entender, no lograron decodificar
(con ellos no venía Napoleón ni tampoco Champolion); fueron sobrepasados
por una verdad no occidental, aunque tampoco recorrieron el Atlántico en una
misión científica y filosófica, convengamos. Por eso el objetivo era el destruirlo
todo, el pragmatismo era más inmediato que la admiración, y la ambición más
poderosa que el propio cristianismo, el utilitarismo de la religiosidad fue el más
despreciativo de la condición humana y los sacrificios aztecas no tenían la
brutal carga que sí la pólvora española.

Algunas cosas persistieron, pasó con Quetzalcóatl (la serpiente emplumada) en


la etapa previa a la conquista y después, durante el virreinato hasta la
posmodernidad con la Virgen de Guadalupe. Las figuras monolíticas son
referentes del colectivo, otra realidad que no se puede desdeñar en el análisis
de nuestro tiempo.
El arribo de Quetzalcóatl era en tiempos prehispánicos un elemento de fe que
se plasmó en las diferentes civilizaciones.

“In yuhqui matia huehuetque inipan in ce tochtli, ipan moman in tlalli in


ilhuicatl, ihuan yuhquimatia inicuac omoman tlalli in ilhuicatl oyuh nauhtlamantli
onoca in tlaca nauhtlamantlinemiliztli, omochiuh iniuhquimatia ce centetl in
tonatiuh catca, auh quitohuaya canextli in quinchichiuh inquinyocox inteuh
quitohuaya itech quitlamiaya in Quetzalcoatl chicome eecatl itonal in quinchiuh
in quinyocox”.

Como lo sabían los viejos, en el año 1 Conejo se cimentó la tierra y el cielo. Y


así lo sabían, que cuando se cimentó la tierra y el cielo, habían existido ya
cuatro clases de hombres, cuatro clases de vidas. Sabían igualmente que cada
una de ellas había existido en un Sol [una edad]. Y decían que a los primeros
hombres su dios los hizo, los forjó de ceniza. Esto lo atribuían a Quetzalcóatl,
cuyo signo es 7 Viento, él los hizo, él los inventó.”2

2
Ver cita 1

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