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Lección 3
ALEGRANDO LA VIDA
(Lectura: Evangelio de San Juan capítulo 2)
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LA VIDA DE JESUCRISTO Lección 3
3. Cristo, Señor del Templo (vv. 13 al 25). Entenderemos mejor esta vergonzosa
profanación del Templo de Dios si recordamos que los adoradores necesitaban
animales para sus sacrificios y les era imprescindible poder comprarlos cerca; y que el
cambio de distintas clases de moneda era también preciso, toda vez que las autoridades de
los judíos, los sacerdotes, no aceptaban las ofrendas en dinero romano o extranjero. Jesús
amaba a su Padre y, por ende, honraba al Templo con celo santo. De ahí que Aquel que era
«mayor que el templo», por ser Dios (Mateo 12:6), se indignara al ver los precios abusivos
que, por lucro personal, se cobraban a expensas de los adoradores verdaderamente
piadosos. Así que fue su pasión por la justicia lo que le hizo confeccionar un sencillo látigo
de cuerdas para expulsar fuera del atrio a los bueyes y ovejas en ruidoso tropel, y trastornar
las mesas de los cambiadores de moneda.
En los versículos 19 al 22 hay una referencia a otro templo: el del cuerpo de Jesús. Los
judíos destruirían su cuerpo, pero Él lo resucitaría al tercer día. La resurrección física del
Señor es la gran «señal» del cristianismo. Y en los versículos 23 al 25 tenemos otra clara
evidencia de la deidad de Cristo, pues solamente Dios puede ser omnisciente: «...porque
sólo tú (Dios) conoces el corazón de todos los hijos de los hombres» (1 Reyes 8:39). A lo
largo de nuestro estudio notaremos que Cristo siempre se aplicaba atributos divinos, y quien
tiene atributos de deidad es Dios.
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LA VIDA DE JESUCRISTO Lección 4
Lección 4
ENTRANDO A LA VIDA
1. Necesidad del nuevo nacimiento (vv. 1 al 8). El Señor Jesús nos ofrece aquí
enseñanzas maravillosas sobre dos nacimientos y dos reinos. Sabemos que, por el
nacimiento natural, los seres humanos entramos en el reino de lo físico o material; pero para
entrar en el Reino espiritual de Dios nos es necesario nacer otra vez. Esta declaración de
Cristo es, en realidad, una ampliación de la verdad proclamada en 1:12-13: todos los que
creen en Jesucristo y le reciben como Salvador son engendrados de Dios. El propósito de la
venida del Hijo de Dios era precisamente el de dar ese nuevo nacimiento a los hombres e
inaugurar así una nueva creación espiritual. He aquí las principales características del nuevo
nacimiento:
a) Es indispensable: para entrar en el Reino de Dios se exige algo más que un mero
convencimiento intelectual: hay que volver a nacer; y sin esta experiencia el hombre no
puede ver (o sea, entender) las cosas del Reino de Dios.
b) Es «de lo alto»: la palabra traducida «de nuevo» significa también en el original
«desde arriba», lo que indica el origen divino de la regeneración; este hecho no viene de
ninguna base humana, sino a través de la obra de Cristo consumada en el Calvario.
c) Es del Espíritu Santo: como en la primera creación, cuando «el Espíritu de Dios se
movía sobre la faz de las aguas», e igual que cuando Dios alentó en el primer hombre el
soplo de vida, haciéndole un ser viviente.
d) Es inescrutable: como el viento que «sopla de donde quiere», manifestándose así la
soberanía de Dios en esta nueva creación.
El nuevo nacimiento no es, pues, una reforma moral, sino una poderosa regeneración
sobrenatural obrada por el Espíritu Santo.
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