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UN ESPACIO QUE PERMITE LA FORMA por G.

Antuan

El misterio de la vida consiste en definir propiamente el espacio, el


tiempo, la materia y la forma. Por supuesto, esto es la escala
mayor, pero es precisamente desde este marco de referencia, una
vez comprendido, que creemos poder encontrar el significado
trascendental de toda naturaleza viva, sus formas o estructuras y la
dirección de su existencia. Es una ambición que no tiene fin…

Nuestra contemplación actual plantea lo siguiente: La condición


previa a todo cambio material, es un espacio que permite la
nueva forma.

Veamos, tal vez no es la materia lo que cambia, sino el espacio que


la contiene. Así, toda condición o arreglo (estructura) material
fuese producto de una transformación del espacio. Por otra parte,
es posible (y más fácil visualizar) que el espacio no cambie, sino
que siempre haya existido como condición previa a la forma o
apta para una forma particular o para una transformación hacia una
forma determinada. Pero es evidente, que sin un espacio hacia
donde pueda la materia cambiar, ésta no tendría forma de ser
modificada; primero debe existir el espacio apto y disponible para
ella.

A nuestro entender, el espacio es y siempre será uno solo, o al


menos, de una sola naturaleza, pues todas las cosas se afectan
semejantemente por las mismas propiedades inherentes a existir
dentro de un espacio. Si cambiaran las propiedades del espacio en
un punto determinado versus otro punto determinado, estos
necesitarían tener leyes de física diferentes para cada posición. Por
lo tanto, consideramos posible la existencia de un solo ultra-
espacio con diversas estructuras que delimitan nuevos espacios,
unos dentro de otros o lado a lado, aptos todos para intercambiar o
compartir contenido material o forma estructural.
En este sentido, resulta adecuado hablar de la geometría de un
espacio particular versus la geometría de otro espacio, aunque
estos espacios ‘independientes’ siempre son definidos por límites
materiales. Vemos aquí, como se hace necesario reconocer dos
clases de espacio: ‘espacio vacío’ y ‘espacio poblado’. Ambas
condiciones conviven en intercambio permitiendo la
transformación de las formas materiales. Así, cada espacio será
caracterizado por las formas (o materias) que contiene y al mismo
tiempo, por las formas o materias que delimitan y fijan una
geometría particular a cada espacio.

Las formas internas son afectadas por las formas externas, al igual
que las formas externas son afectadas por las formas internas. Aún
así, no conocemos la última forma externa, aquella que lo abarca
todo. ¿Es infinita? De ser infinita, nos preguntamos: ¿será
amorfa? Pensamos que el infinito puede poseer propiedades que le
confieren una forma determinada, aunque preferimos considerarlo
como lo consideramos en las matemáticas…el infinito no es un
número, no se le puede sumar ni restar, es como tal una condición.

Quedamos así, cortados abruptamente de nuestro análisis. Sin


haberlo planificado, hemos partido desde una forma o estructura
menor, desde nuestra conciencia, hacia lo inalcanzable e intocable,
el espacio ulterior, el ultra-espacio…el infinito. ¿Una contestación
a la naturaleza del espacio y forma? La forma externa da forma a
la forma interna; eso somos...forma interna. Es cuestión de admirar
la primera...la forma infinita…

…y seguir contemplando.

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