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Artculo publicado en el semanario Hildebrandt en sus Trece el viernes 2 de octubre del 2015.
Reproducido con autorizacin del autor.
Francisco Durand
Una vez ms volvemos a ser testigos de una tragedia provinciana. El proyecto Las Bambas
de Apurmac (provincia de Cotabambas), considerado hasta hace unos das como uno de los
grandes yacimientos mineros por iniciar operaciones bajo la direccin de MMG, empresa china,
est envuelto en otro conflicto sangriento.
La prensa concentrada, como siempre, solo informa cuando surge una protesta, corriendo
a hacer el reportaje cuando comienzan los estallidos. Por ello recin informa de los reclamos entre
el Frente de Defensa de Intereses de Cotabambas, entidad que ha organizado un paro por
desacuerdos surgidos por los cambios inconsultos del Estudio de Impacto Ambiental al intentarse
construir varias plantas de procesamiento en la propia provincia en lugar de Espinar, donde
estuvieron originalmente planeadas.
En Lima, nadie saba de este agravio. El gobernador regional del Cusco se lo haba
advertido al gobierno, que prefiri ignorarlo.
Al cuarto da del paro indefinido ocurrieron enfrentamientos entre un destacamento
policial y alrededor de 40,000 pobladores de Cotabambas y Grau, de Apurmac, a los que se
sumaron sus vecinos de Chumbilcas, del Cusco. Esta vez la cuenta es, hasta el momento, 4
muertos y 10 heridos por balas disparadas por la polica. Hace unas semanas los funerales
ocurrieron luego del conflicto en La Oroya, meses antes tuvimos el caso de Pichinaki contra Plus
Petrol en Chanchamayo, y el de los tambinos contra el proyecto Ta Mara de la Southern en
Arequipa, o las huelgas contra la Minera Shougan en Marcona. Debemos asimismo recordar el
paro del Frente de Defensa del Pueblo de Espinar contra la mina Tintaya, el asunto Conga y la
oposicin regional y local de variadas organizaciones contra Minera Yanacocha. En todos ellos
muertos, heridos, detenidos, procesados.
El nmero de vctimas del extractivismo econmico sigue creciendo. Sube a tal ritmo que
el gobierno de Humala se est convirtiendo en el ms represivo de los ltimos tiempos, superando
incluso al de Garca, a quien Humala crtic por su violencia. No es de extraar que el gobierno de