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La Guerra Civil Española (1936-1939).

La patria es en España un sentimiento sencillamente


popular, del cual suelen jactarse los señoritos. En los
trances más duros, los señoritos la invocan y la venden,
el pueblo la compra con su sangre y no la mienta
siquiera. A. Machado.
Prof. Félix González Chicote.
0. INTRODUCCIÓN.
1. LA SUBLEVACIÓN: UN GOLPE DE ESTADO FRACASADO QUE TERMINÓ EN GUERRA CIVIL.
2. RELACIÓN DE FUERZAS.
3. CONTEXTO INTERNACIONAL: LA SOLEDAD DE LA REPÚBLICA.
3.1. Un contexto internacional complicado: Ascenso del nazismo, política de apaciguamiento y No intervención.
3.2. Apoyos fascistas y nazis a los rebeldes.
3.3. La soledad de la República.
4. EL DESARROLLO DE LA GUERRA.
4.1. La marcha hacia Madrid: guerra de columnas (julio-noviembre de 1936).
4.2. La batalla por Madrid.
4.2.1. Envolver Madrid: El Jarama y Guadalajara.
4.2.2. El duce hace la guerra: Málaga
4.3. La guerra en el Norte y las ofensivas republicanas (marzo-octubre de 1937).
Es fundamental utilizar la cartografía
4.3.1. La guerra en el País Vasco.
para comprender mejor el desarrollo
4.3.2. Contraofensivas republicanas: La Granja, Huesca y Brunete. de la guerra.
4.3.3. Santander, objetivo inmediato.
4.3.4. Segunda contraofensiva republicana: Belchite.
4.3.5. Ataque y defensa de Asturias.
4.4. Contraataque republicano: la batalla de Teruel.
4.5. La guerra en 1938. Campañas de Aragón y Levante.
4.5.1. La lucha en Aragón y Levante. La carrera hacia el mar.
4.4.2.1. Valencia.
4.5.2. La batalla del Ebro (julio-noviembre de 1938).
4.5.3. La ofensiva sobre Cataluña.
4.6. La República se resquebraja. Golpe de Estado de Casado y la caída de Madrid.
4.7. No es la paz, es la Victoria.
5. LA EVOLUCIÓN POLÍTICA EN AMBAS ZONAS.
5.1. La zona republicana.
5.1.1. Las discrepancias internas:
5.1.2. El Gobierno de Largo Caballero (septiembre de 1936-mayo de 1937).
5.1.3. El gobierno de Negrín (mayo 1937-marzo de 1939). Resistir es vencer.
5.1.4. Evolución económica.
5.1.5. La represión en la zona republicana. Derrumbe del Estado republicano y aparición de la justicia
revolucionaria. ¡No los imitéis! ¡No los imitéis!
5.2. La zona sublevada: la creación de un estado totalitario.
5.2.1. Organización política:
5.2.2. La unificación política e ideológica.
5.2.3. Evolución económica.
5.2.4. “Limpiar España de elementos indeseables”. La represión en la zona franquista: La tragedia oculta.
6. BALANCE DE LA GUERRA.
TEMA 9. LA GUERRA CIVIL (1936-1939) Prof. Félix González Chicote

INTRODUCCIÓN.
La Guerra Civil (1936-1939) ha sido el acontecimiento de la historia contemporánea española que más atención
ha suscitado tanto en nuestro país como en el exterior. Ello se debe a que supuso el término trágico de las esperanzas
depositadas en la modernización política y social que pretendía la II República. El fin de esta ha motivado muchas
reflexiones sobre la capacidad que una democracia tiene de cambiar las estructuras sociales de un país atrasado como
España y de suprimir determinados privilegios sociales sin provocar violencia e inestabilidad. El conflicto también ha
sido percibido como un precedente de la Segunda Guerra Mundial, en la que se enfrentaron el liberalismo y el
socialismo con las derechas autoritarias y fascistas que se estaban adueñando de Europa; constituyó, así mismo, un
episodio más de la ofensiva antidemocrática de las derechas autoritarias que se dio en todo el mundo tras la Primera
Guerra Mundial. No fue, por tanto, el desenlace de un enfrentamiento secular entre «dos Españas», que nunca
existieron. Su consecuencia inmediata fue el establecimiento de una dictadura que pervivió durante casi cuarenta años.

1. LA SUBLEVACIÓN: UN GOLPE DE ESTADO FRACASADO QUE TERMINÓ EN GUERRA CIVIL.

En la tarde del 17 de junio se iniciaba la sublevación en la guarnición de Melilla. Los oficiales rebeldes se
hicieron con la ciudad sin excesivas dificultades, situación que se repitió esa misma tarde en Ceuta y Tetuán. Todos los
que intentaron oponerse al golpe fueron reducidos, y la mayoría fusilados en los días inmediatos. Esa noche, Franco
emprendía vuelo desde Canarias a bordo del Dragon Rapid contratado expresamente para ello en Londres días atrás.
Tras hacer escala en Casablanca, el día 19 llegaba a Tetuán para ponerse al frente del Ejército de África. Al día siguiente
se incautaba un avión de Lufthansa y se preparaban emisarios para solicitar apoyo a Hitler, Mola ya lo había intentando
con menor éxito, la noche del 25 al 26 de julio se producía la famosa jornada de Bayreuth, Hitler decidía apoyar a
Franco.
El jefe del gobierno, Casares Quiroga, no comprendió la importancia de la rebelión, y perdió unas horas
decisivas en las que no tomó ninguna medida concreta ni dio instrucciones a las autoridades provinciales; tampoco hizo
caso de las peticiones de los sindicatos y partidos obreros de que les entregaran armas. En la mañana del día 18, Queipo
de Llano se incorporó al golpe en Sevilla, y con la ayuda de sólo un centenar de oficiales y soldados y un puñado de
falangistas, consiguió dominar todos los centros neurálgicos de la ciudad. Cuando los sindicatos quisieron reaccionar,
era ya tarde; iniciaron la resistencia en los barrios populares, pero acabaron siendo vencidos por las tropas rebeldes.
→ El golpe triunfó en casi todas las capitales de Castilla, incluidas Valladolid y Burgos, en algunas gallegas, y en
Andalucía occidental y Extremadura, donde Huelva, Jerez, Cádiz y Cáceres quedaron bajo la autoridad de los insurrectos.
También Baleares y Canarias estaban en sus manos.
En la tarde del día 18, abrumado por la situación, Casares
Quiroga dimitió. Azaña hizo un último intento de conciliación:
encargo a Martínez Barrio formar gobierno y abordar una
negociación directa con el general Mola para pactar un gobierno
de concentración, con el compromiso de que no se tomarían
represalias contra los sublevados. Pero Mola rehusó, convencido
como de que el golpe era necesario y de que iba a triunfar.
Desde ese momento, el enfrentamiento era imparable. Esa
misma noche, el PSOE y el PCE convocaban a la movilización de
toda su militancia.
En Pamplona, Mola esperó a la mañana del 19 para pronunciarse. Durante ese día, otras ciudades fueron
quedando bajo dominio de los rebeldes: en el Norte, La Coruña se añadió al resto de Galicia, y en Oviedo el coronel
Aranda se hizo con el control de la ciudad tras engañar a las milicias mineras, que partieron confiadas hacia el Sur para
ayudar a la defensa de Madrid; durante varios meses la capital asturiana permanecería sitiada desde las cuencas
mineras. En Andalucía los sublevados consiguieron desembarcar algunas unidades del ejército de África, que iniciaron
una marcha hacia el Norte con el objetivo de enlazar las dos zonas en que había triunfado el golpe. Este triunfa también
en Granada y Zaragoza, donde el general Cabanellas se hizo rápidamente con la ciudad, pese a la importancia que allí
tenía el movimiento obrero. Lo mismo ocurrió en las otras dos capitales de la región.
→ El pronunciamiento fracasó, sin embargo en otros puntos importantes: la mayor parte de Aragón, Asturias,
toda Canarias, Cataluña, Levante y buena parte de Andalucía oriental permanecieron leales a la República. O bien los
golpistas eran pocos y carecían de fuerzas suficientes para hacerse con el control de los centros neurálgicos, o bien la
rápida reacción de los partidos y sindicatos de izquierdas les impidió triunfar. Esto fue lo que ocurrió, además en la
mayor parte de los buques de la Armada, en los que los marineros se rebelaron contra los oficiales golpistas y pusieron
el mando en manos de otros leales al Gobierno. En Vizcaya y Guipúzcoa, la actitud del PNV, que declaró su lealtad al
gobierno de la República inclinó la balanza contra los sublevados.
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TEMA 9. LA GUERRA CIVIL (1936-1939) IES FRAY LUIS DE LEÓN

Pero el fracaso más grave se produjo, sin duda en Madrid y Barcelona. En la capital catalana, la CNT lanzó a los
obreros a las calles y se hizo con armas para enfrentarse a las tropas golpistas. Cuando en la mañana del día 19 éstas
abandonaron sus cuarteles se encaminaron hacia la Plaza de Cataluña, los militantes anarquistas, en colaboración con
los Guardias de Asalto y la Guardia Civil, que permaneció leal al gobierno de la Generalitat, rechazaron el avance y
sitiaron a los insurrectos en el edificio de Telefónica. Cuando llegó el general Goded, que debía tomar el mando de los
sublevados, era tarde, y sólo pudo rendirse ante el gobierno de Companys.
En Madrid, en la mañana del 19 los golpistas, dirigidos por el general Fanjul, se atrincheraron en el Cuartel de la
Montaña. Esa misma noche formó gobierno el doctor José Giral, que había desempeñado un papel clave como ministro
de Marina para detener la sublevación en la Armada. Lo primero que hizo fue entregar armas a las milicias obreras,
formadas apresuradamente por socialistas y comunistas con la ayuda de algunos oficiales, y cuya primeras unidades
asediaron el cuartel durante todo el día 19, hasta que a mediodía del 20 se inició el asalto. Los oficiales republicanos y la
Guardia de Asalto consiguieron a duras penas evitar el linchamiento de Fanjul. Los demás cuarteles sublevados, en
Getafe y Campamento, fueron reducidos rápidamente.
En general, el golpe triunfó en función de dos condiciones fundamentales: la rapidez y coordinación de sus
protagonistas, y la capacidad de reacción de las fuerzas populares. En las primeras horas, sin reacción gubernamental,
sólo la indecisión de muchos golpistas les llevó al fracaso, pese a que la sublevación no tuvo apenas respaldo
mayoritario, si exceptuamos Pamplona o Burgos. Desde el día 19, sin embargo, la clave estuvo en las dudas de muchos
gobernadores y alcaldes, que rehusaron la orden de entregar armas a la población, temerosos de su uso posterior. La
entrega fue decisiva para sofocar la intentona en Madrid y Barcelona, mientras que la negativa fue fatal en otras
ciudades. También fue fundamental la actitud, leal o rebelde, que tuvieron las unidades de la Guardia Civil, que en
varias ciudades inclinaron la decisión de tomar partido por una de las opciones posible: legalidad o rebeldía.
Por tanto, la rebelión fracasó en la España más desarrollada e industrializada del este (Cataluña y Valencia) y
norte (Asturias, Cantabria, Guipúzcoa y Vizcaya), con un mayor número de obreros, junto con Castilla-La Mancha,
Madrid, Murcia y gran parte de Andalucía, donde los golpistas eran escasos o estuvieron indecisos o los partidos y
sindicatos de izquierdas reaccionaron rápidamente resistiendo.
No era, por supuesto, la primera vez que los militares intentaban salvar a la patria. Pero la sublevación no era un
mero pronunciamiento como había sucedido tantas veces en la historia contemporánea de España. El general Emilio
Mola, cabecilla del golpe ya lo había anunciado “Se tendrá en cuenta que la acción ha de ser en extremo violenta para
reducir lo antes posible al enemigo”. Estaba claro que si había resistencia, y las iba haber, aquello acabaría en
exterminio, en una guerra de conquista para salvar a España de la anarquía.
Si de salvadores se trataba, ahí estaba el general Francisco Franco, que creía, efectivamente, que ésa era su
misión, salvar un patria de la que no deberían formar parte los liberales, los republicanos, los militantes de
organizaciones obreras o los votantes del Frente Popular. Todo ellos eran izquierdistas, rojos, enemigos despreciables a
los que Mola, otro salvador, ya el día 19 de julio recomendaba “eliminar sin escrúpulos ni vacilación a todos lo que no
piensen como nosotros”. Y ahí residía una de las claves de lo que se avecinaba: aniquilar a quien no pensara igual,
“echar al carajo toda esa monserga de derechos del hombre, humanitarismo y filantropía” o si se prefiere en boca
Queipo de Llano, otro salvador, borrar del diccionario de la lengua las palabras piedad y amnistía. Frases para la historia,
incitadoras de la violencia, y que Franco le repitió al periodista norteamericano Jay Allen el 28 de julio de 1936, quien,
sorprendido por la estatura del general, “asombrosamente pequeña” sentenció: “Otro enano que quiere ser dictador”.
Más no se quedaron en frases y, en este caso, de los dichos a los hechos no hubo un trecho.
Dijimos que José Giral dio el paso decisivo de armas a los militantes obreros y republicanos que salieron a la calle
a combatir a los sublevados allí donde la fidelidad de los mandos militares lo permitió. Madrid o Barcelona constituyen
buenos ejemplos, aunque también Valencia, Jaén, San Sebastián, o Huelva durante unos días. Es importante comprender
que el Estado republicano al perder el monopolio de las armas, no pudo impedir que allí donde los insurgentes fueron
derrotados se abriera un proceso revolucionario, súbito y violento, dirigido a destruir las posiciones de los privilegiados.
Las calles se llenaron de hombres y mujeres armados, nuevos protagonistas, muchos de los cuales no estaban allí para
defender la República, a quien ya se le había pasado su oportunidad, sino para hacer la revolución. A donde no había
llegado la República con sus reformas, llegarían ellos con la revolución. Los medios políticos dejaban paso a los procesos
armados. La vieja teoría, ahora desempolvada y bien vendida mediáticamente a las nuevas generaciones de que el golpe
de estado fue preventivo ante una posible revolución comunista en España es tan tediosa de discutir como difícil de
demostrar, todos los estudios serios y científicamente elaborados están de acuerdo en lo siguiente: el golpe de Estado
contrarrevolucionario, que intenta frenar la revolución, acabó finalmente desencadenándola.

2. RELACIÓN DE FUERZAS.
En la mañana del 21 el golpe triunfaba en 29 capitales de provincia, mientras el 21 permanecían leales al
Gobierno. La zona bajo control de los militares sublevados ocupaba amplias regiones, al Sur y Norte de la Península,
además del control total del Norte de África, Canarias y Baleares. También la zona republicana estaba partida en dos, si
bien el núcleo principal permanecía mucho más aglutinado que el territorio rebelde. El mal llamado bando nacional,

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como pronto fue conocido, controlaba buena parte de la frontera portuguesa, mientras que la zona del Pirineo mejor
comunicada con Francia permanecía leal a la República. Ésta dominaba, además, la costa mediterránea y buena parte de
la Atlántica.
La relación de fuerzas era bastante equilibrada, en términos generales. La República superaba a la zona rebelde
en el dominio de las regiones industriales: toda la siderurgia, la industria mecánica, la textil, buena parte del hierro y del
carbón, estaban en sus manos. Además contaba con reservas suficientes de trigo en La Mancha y de cultivos de arroz o
los cítricos levantinos. Los rebeldes, por su parte, tenían reservas de cereal y ganado de la meseta norte y Galicia,
además del carbón leonés y las minas de Riotinto. La República aventajaba en otro aspecto importante a los sublevados:
contaba con las reservas de oro del Banco de España.
Pero esa superioridad se resquebrajaba si atendemos a los efectivos militares. Teóricamente, la mitad de las
unidades del ejército de tierra permanecía bajo el control del Gobierno republicano. Pero la gran mayoría de los
oficiales se habían sublevado, y las unidades estaban prácticamente desarticuladas, lo que obligó al gobierno
republicano a empezar casi desde cero para recomponer un ejército sobre la base de las entusiastas milicias obreras.
Giral tuvo que improvisar prácticamente un Estado Mayor a base de jefes y oficiales leales, en vez de generales, habida
cuenta de que varios de ellos se habían sublevado, y otros muchos habían caído prisioneros o fueron ejecutados por su
resistencia a la rebelión. Además, los rebeldes contaba con varias divisiones íntegras en Castilla, Galicia y Andalucía, y
sobre todo con el ejército de África, el mejor equipado y entrenado.
No ocurrió lo mismo con la flota y la aviación. Ya vimos cómo los marineros detuvieron a sus mandos siguiendo
órdenes del Ministerio; sólo en algún caso aislado hubo resistencia y violencias a bordo, y apenas media docena de
buques quedó en manos de los rebeldes. El día 20, la escuadra republicana ancló en Tánger, con órdenes de bloquear el
Estrecho e impedir el traslado del ejército de África. Sí hubo lucha sangrienta en las bases, y el Ferrol y San Fernando
quedaron bajo dominio de los rebeldes, que en pocas semanas pudieron utilizar los buques en reparación situados en
ellas, incluidos un acorazado y dos cruceros. Respecto a la aviación, la República tenía en sus manos la mayor parte de
los aviones, si bien muchos de ellos habían sido inutilizados por los oficiales sublevados antes de ser reducidos, como
ocurrió en el aeródromo de Getafe.

3. CONTEXTO INTERNACIONAL: LA SOLEDAD DE LA REPÚBLICA.

3.1. Un contexto internacional complicado: Ascenso del nazismo, política de apaciguamiento y No intervención.
Aunque la opinión democrática mundial estuvo a favor de la República, la guerra de España suscitó de forma
inmediata el temor a su extensión por Europa en medio de una delicada situación internacional. Para evitar su
generalización, se consideró necesario aislar el conflicto. Francia y Gran Bretaña, ya habían puesto en marcha la política
de apaciguamiento con la Alemania nazi.
La defensa de la República se identificó con la lucha por la democracia y la libertad, y muy especialmente la lucha
contra el fascismo que se expandía por Europa y que apoyó decididamente la causa franquista desde sus dos grandes
bastiones: el nazismo alemán y la Italia de Mussolini.
Los partidos obreros de todo el mundo y la URSS, se manifestaron decididamente a favor de la República. Stalin apoya la
política de Frente Populares contra el nazismo.
→ El Papado tardó en pronunciarse y lo hizo a favor de Franco.
→ Gran Bretaña defendía una política de apaciguamiento ante la Alemania nazi y quería evitar un conflicto, además el
gobierno conservador veía en el alzamiento de Franco un buen freno a la expansión del comunismo. Gran Bretaña
pagaría muy cara durante la Segunda Guerra Mundial su actitud conciliadora con Hitler.
→ Francia era la potencia más afectada por sus simpatías hacia la causa republicana, dado que también tenía un
gobierno de Frente Popular, pero los gobernantes fueron demasiado prudentes y no ayudaron al gobierno republicano
después de que Gran Bretaña le advirtiese de que si intervenía en España no apoyaría su política internacional ante la
amenaza de Hitler. Francia se plegó a esas exigencias, aceptando (le hace un verdadero chantaje Inglaterra) la creación
de un Comité de No Intervención.
Este Comité se creó en 1936 en Londres, y a él acabaron asociándose veintisiete países, entre los que se
encontraban los que más asistencia prestaron a los combatientes, Alemania, Italia y la URSS, con la sola intención de
vigilarse los unos a los otros. No se puede entender la guerra civil española sin el condicionante de la política de No
Intervención que fue muy perjudicial para la República y una de las causas de su derrota, ya que Francia y Gran Bretaña
no impidieron que Alemania e Italia colaborasen con Franco.
Los intentos de Juan Negrín, presidente del gobierno de la República por intentar involucrar a Gran Bretaña y
Francia se truncaron tras los vergonzosos pactos de Munich, el 29 de septiembre de 1938 Hitler, Mussolini, Chamberlain
y Daladier aceptan las exigencias de Hitler tras la ocupación de los Sudetes. Múnich fue el punto de partida de nuevas
exigencias e incorporaciones; en marzo de 1939 caía Praga, pero también la capital de la II República: Madrid. Hitler
hacia caso omiso de sus compromisos internacionales mientras que Gran Bretaña había sacrificado la República

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española por templar las ansias expansionistas de Hitler, gran error, ahora la legión Cóndor bombardearía también
Londres y París caería en manos alemanas en unos meses.

3.2. Apoyos fascistas y nazis a los rebeldes.


Desde el comienzo de la guerra, Franco recibió el apoyo de Alemania. Pese a la claras coincidencias ideológicas, hay
que interpretar la ayuda de Hitler también como una maniobra interesada en la que hubo razones estratégicas y
militares de peso.
* Deseaba el triunfo de los militares sublevados porque los Pirineos representaban un espacio estratégico fundamental
en un hipotético conflicto con Francia. Los franceses habían diseñado un sistema defensivo, la Línea Maginot, en la
frontera con Alemania, por lo que Hitler valoraba la posibilidad de una invasión por el sur. Además, los campos de
batalla españoles era un excelente laboratorio de pruebas para el armamento nazi.
* España era un país rico en wolframio (tungsteno), mineral de gran importancia militar. LA ayuda nazi a Franco
garantizó el acceso a estos recursos durante la Segunda Guerra Mundial.
La intervención alemana en la guerra se concentró en dos aspectos; de un lado puso a disposición de los nacionales
su aviación, con el envió de la legión Cóndor (20.000 hombres); de otro les proporcionó tecnología industrial, sobre todo
en el campo de las comunicaciones.
→ Ver el documento que colgaré en el blog y facilitaré en clase extraído de la obra del mejor experto en la materia. Viñas, A. Franco, Hitler y el
estallido de la Guerra Civil. Alianza, Madrid, 2001.
En el caso de Italia, las coincidencias ideológicas eran complementadas con razones estratégicas relacionadas con el
control del Mediterráneo, especialmente de las islas Baleares, factor esencial en los sueños imperialistas de Mussolini
en el norte de África.
La ayuda italiana tuvo menor consistencia que la alemana desde un punto de vista tecnológico, pero se concreto en
la aportación de tropas, 80.000 hombres del Corpo di Truppe Volontarie. La aviación italiana también participó en
acciones concretas, como en la conquista de Málaga o en la batalla de Guadalajara, si bien fue su infantería la que jugó
un papel más trascendental en la contienda, de modo especial una vez que quedaron encuadrados en el seno del
ejército franquista.
Portugal puso desde un primer momento su frontera al servicio de los rebeldes, envió fuerzas de voluntarios
(viriatos) y sus puertos sirvieron para que TEXACO (petrolera estadounidense) mandara combustible por mar. Otras
grandes empresas americanas vendieron productos a los sublevados fueron Ford o General Motors. Por último, fue
fundamental la participación de los más de 100.000 soldados marroquíes.

3.3. La soledad de la República.


El creciente aislamiento internacional al que se vio relegada la República redujo notablemente las opciones de
recibir ayudas exteriores. Fue la Unión Soviética el único Estado dispuesto a enviar suministros.
→ Francia: su ayuda no fue todo lo leal que cabía esperar de quien debería temer el triunfo del fascismo en su flanco
sur. De ocurrir así, el país vecino se encontraría atrapado en una tenaza estratégica contra la Alemania nazi. En todo
caso, la falta de ayuda francesa dependió más de la presión inglesa, principal aliada frente a un posible ataque alemán.
Como se sabe, Gran Bretaña no se movía de su postura de “neutralidad” mediante el Comité de No Intervención.
→ Las Brigadas Internacionales fueron una gran ayuda en tropas hasta su retirada en 1938. Fruto de un verdadero
movimiento de solidaridad antifascista de las organizaciones comunistas internacionales, más de 60.000 combatientes
llegaron desde todos los puntos del mundo teniendo una importante función en la defensa de Madrid y en las batallas
más importantes. Aunque fue la Internacional Comunista la encargada de su reclutamiento, no ha de ser interpretada
como un cuerpo de comisarios comunistas, sino que entre sus integrantes se concitaban las más diversas tendencias
políticas. Tuvieron su centro de instrucción en Albacete.
→ La Unión Soviética intervino a favor de la República sobre todo a partir de octubre de 1936. En agosto del mismo año
se había producido el intercambio de embajadores. Para Stalin la intervención en España no tenía como objetivo la
implantación del comunismo. A escala internacional, Stalin deseaba el reconocimiento de la Unión Soviética, para
romper el aislamiento que había sufrido desde la revolución de 1917. A Stalin le interesaba un partido comunista fuerte
en España, pero siempre recomendó al Gobierno republicano que su programa se limitara a la defensa de la
democracia.
Al margen de las partidas de armamento introducidas de forma clandestina desde Francia, la Unión Soviética fue
el único país dispuesto a ayudar militarmente al Gobierno. Este apoyo se concreto en material bélico y personal
especializado (pilotos, artilleros, tanquistas, etc..) que actuaron como consejeros militares. Esa ayuda no fue
desinteresada, sino que en septiembre de 1936 el ministro de Hacienda y posterior presidente de la República, Juan
Negrín, firmó el decreto de exportación de las reservas de oro del Banco de España como aval para la compra de
armamento.
El famoso asunto del tesoro del Banco de España y el “oro de Moscú” del que luego la dictadura haría todo una
leyenda sobre el expolio rojo en España se limita a una cuestión menos grandilocuente, aunque todo aquel que quiere
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aceptar simplismos ya se sabe. Con Madrid amenazado, la Administración medio hundida, la No intervención haciendo
de las suyas y las adquisiciones encubiertas llegando a cuentagotas, la República jugo a fondo sus cartas. Intento
trasladarlo a Francia, donde tras un primer envió le fue devuelto. No debemos olvidar que en el contexto internacional
las posibilidades de adquirir grandes cantidades de armamento no existían fuera de la Unión Soviética para la República,
más si tenemos en cuenta el sabotaje bancario al que fue sometida. El oro era un arma de guerra, se necesitaba
financiación y armamento, Negrín intentó negociar créditos a largo plazo con la Unión Soviética. Pudo hacerlo cuando el
oro ya estaba en Moscú. No podía hacerlo con él en Cartagena. El depósito de oro constituía el único modo de financiar
la guerra, por tanto el famoso oro perdido, robado, expoliado, etc.. simplemente fue el único aval del gobierno legítimo
de una República abandona por las Democracias . El material enviado por la Unión Soviética fue pagado a cuenta con el
oro español, la supuesta dependencia de Negrín con el comunismo soviético es una falacia, la URSS era el suministrador
principal, no el guía ideológico.
No se puede olvidar la solidaridad de México, bajo la presidencia de Lázaro Cárdenas, o la acogida de refugiados
en países como Bélgica, Gran Bretaña o la Unión Soviética.
Pese a estas ayudas, la República estaba en clara desventaja con respecto a los rebeldes, de modo que el
Gobierno trato de contrarrestar infructuosamente la situación con constantes apelaciones a la Sociedad de Naciones
para que decretase la retirada de todos los extranjeros.

4. EL DESARROLLO DE LA GUERRA (Es fundamental utilizar los mapas, tanto generales como de los diferentes teatros
de operaciones).

La sublevación militar del 18 de julio provocó, en un primer momento, la división de España en dos partes: una
controlada por los rebeldes y otra por el gobierno de la República.
→ Rebeldes. Controlaban Canarias, protectorado marroquí, Cáceres, Castilla y León, La Rioja, Navarra, Galicia, la isla de
Mallorca y la costa desde Cádiz al estrecho de Gibraltar. Además, entre los sublevados reencontraban casi todas las
fuerzas armadas, incluido el ejército de África, que llevó a cabo operaciones clave en la guerra, y los altos mandos.
→ Republicanos. Dominaron el resto del país, es decir, las principales zonas industriales (Cataluña y la franja cantábrica)
y grandes ciudades como Madrid, Barcelona y Valencia. Además poseía todo el oro del Banco de España y el control de
las fuerzas aéreas y navales que, posteriormente, resultaron poco eficaces.

4.1. La marcha hacia Madrid: la guerra de columnas (julio-noviembre de 1936).

En un primer momento la lucha adoptó la forma de enfrentamientos sucesivos entre agrupaciones de fuerzas de
ambos contendientes sin un frente muy preciso. Fue habitual que la disparidad de efectivos y de calidad resultara
grande, por lo que casi siempre uno de los dos bandos estaba en situación manifiesta de defensiva. La composición de
esos núcleos armados -las columnas- solía ser muy heterogénea pues formaban parte de ellos a la vez unidades
militares, fuerzas del orden público y voluntarios. Las decisiones en cada uno de los contendientes fueron no sólo muy
descentralizadas, sino que a veces dan la sensación de inexistencia de un plan de conjunto.
Si estos rasgos son comunes en los dos contendientes hay, sin embargo, una diferencia fundamental entre ellos.
Mientras que es posible que entre los sublevados las unidades de voluntarios favorecieran el incremento de moral en
las columnas, el entusiasmo revolucionario en el Frente Popular contribuyó a la disolución de las unidades y a poner en
peligro la jerarquía y disciplina militar.

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Los primeros días de la guerra sirvieron para consolidar los frentes. En la sierra madrileña, las columnas
rebeldes, cuyo objetivo inmediato era tomar la capital, fueron contenidas por las milicias obreras en Somosierra,
Navacerrada y Guadarrama. Los milicianos conseguían también recuperar Guadalajara y Alcalá de Henares. En
Andalucía Queipo de Llano se adueñaba de las regiones vecinas y conseguía enlazar con Córdoba y Granada, abriendo
una cuña en la Andalucía republicana. En Aragón, las columnas dirigidas por los líderes anarquistas, comunistas y
socialistas consiguieron recuperar terreno, pero no pudieron conquistar ninguna de las tres capitales. Todos estos
frentes permanecerían bastante estables durante el resto de la guerra.
* Paso del Estrecho y avance de la columna de la muerte de Yagüe.
El 5 de agosto, gracias a la ayuda alemana, se inició el traslado masivo del ejército de África a la Península. Con
el objetivo inicial de marchar sin dilación hacia Madrid, las tropas de legionarios y regulares dirigidas por Yagüe se
desviaron para atacar Badajoz. Tras una breve y dura resistencia, los rebeldes tomaron la ciudad al asalto el 14 de
agosto, iniciando a continuación una durísima represión que provocó un escándalo internacional. El periodista John T.
Whitaker, alarmado por lo que le contaba su colega y amigo Jay Allen, se presentó ante Yagüe y le preguntó si era
verdad que habían sido asesinados varios miles de personas. Y el teniente coronel Yagüe respondió sonriendo:
“Naturalmente que los hemos matado. ¿Qué suponía usted? ¿Iba a llevar 4.000 prisioneros rojos con mi columna,
teniendo que avanzar contra reloj? ¿0 iba a dejarlos en mi retaguardia para que Badajoz fuera rojo otra vez?” Se calcula
que entre 2000 y 4000 personas fueron ejecutadas. La toma de Badajoz permitió enlazar las dos zonas del bando
sublevado, y el suministro de ayudas al ejército de Mola, que el día 16 tuvo su primera entrevista con Franco.
Durante septiembre y octubre, el avance de las tropas nacionales fue continuo. En el Norte, el objetivo
primordial de Mola fue la conquista de Irún, para aislar a las provincias vascas de la frontera francesa. Tras una larga
resistencia, el 4 de septiembre caía la ciudad, completamente arrasada, y nueve días después se rendía San Sebastián.
Las fuerzas republicanas consiguieron detener el avance en el río Deva a finales del mes, estabilizando el frente.
En el sur la situación era similar. Ronda caía en manos de los rebeldes, que terminaban también con la
resistencia de los mineros de Riotinto. El 3 de septiembre Yagüe entró en Talavera, y tras reorganizar sus fuerzas el día
21 tomaba Maqueda. El camino de Madrid parecía ahora abierto, pero, entonces, Franco tomó una decisión que
posiblemente fue decisiva para el resto de la guerra: opto por desviar el esfuerzo para liberar Toledo, en cuyo Alcázar
venían resistiendo un grupo de sublevados, mandados por el coronel Moscardó. El día 27 las fuerzas mandadas por
Varela entraban en la ciudad, y la “liberación” de Toledo se convirtió en una baza propagandística para los rebeldes.
Toledo fue una más de las muchas veces que Franco tomó una decisión no profesional, si por un lado se puede hablar
de cierta incompetencia militar, no es menos cierto que lo que verdaderamente le interesaba, después del fracaso del
golpe y de los apoyos extranjeros que inesperadamente había logrado, era ir haciéndose con el control político de la
sublevación.
4.2. La batalla por Madrid.
La toma de Toledo retrasó el asalto a Madrid, que fue preparándose durante todo el mes de Octubre. El día 18
las fuerzas de Varela llegaban a Illescas y se iniciaba una operación de tenaza sobre la capital, desde el Sur y el Oeste. El
Gobierno comenzó a preparar la defensa: se decidió que el presidente Azaña se trasladara a Barcelona, se militarizaron
las milicias y se organizaron las primeras Brigadas Mixtas, compuestas por tropas del ejército y milicianos. Ya desde
septiembre se había trasladado a Cartagena todo el oro y la plata del Banco de España. La capital recibía decenas de
miles de refugiados y los problemas de abastecimiento comenzaban a acuciar, mientras se producían los primeros
bombardeos. Llegaron los primeros tanques rusos y varias columnas de los frentes del Norte, entre ellas la columna
Durruti, convertido ya su jefe en un personaje legendario. Pese al riesgo, la vida en la ciudad continuaba, con las calles
en plena efervescencia y un espíritu de resistencia popular continuamente alimentado por la propaganda de los
partidos.
El 2 de noviembre las tropas franquistas avanzaron hasta Móstoles y Pinto, y dos días después dominaban el sur
de Madrid, incluidos Getafe, Leganés y Alcorcón. El Gobierno abandonó la capital rumbo a Valencia, lo que produjo la
indignación del pueblo madrileño, y se constituyó la Junta de Defensa de Madrid, presidida por el general Miaja, con el
teniente coronel Vicente Rojo como Jefe del Estado Mayor. Se estableció un dispositivo de defensa, que formaba un
arco desde Vallecas, por todo el Sur y Oeste, hasta el Puente de los Franceses.
Ese mismo día entraban en Madrid los soldados de las primeras Brigadas Internacionales, voluntarios de todo el
mundo reclutados por la Komintern y preparados durante las semanas anteriores por técnicos soviéticos. Su bautismo
de fuego se produjo al día siguiente, y aunque su acción no fue decisiva, el refuerzo moral que supuso para la defensa
de la ciudad sí fue fundamental. También en esos días comenzaron las primeras incursiones de los aviones soviéticos, al
tiempo que en los bombardeos de los asaltantes intervenían los junkers de la Legión Cóndor alemana.
La dura resistencia de Madrid se prolongó aún varios días. El 16 los asaltantes consiguieron atravesar el
Manzanares a la altura de la Ciudad Universitaria, pero no pudieron ampliar la cuña antes la resistencia de los
defensores atrincherados en el Puente de los Franceses. En los días siguientes, se combatió palmo a palmo en los
edificios de la Universidad, que quedaron arrasados, al tiempo que arreciaban los bombardeos sobre el centro de la
ciudad. Finalmente, tras estrangularse la cuña, Franco decidió desistir del asalto frontal a Madrid. Era evidente la

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TEMA 9. LA GUERRA CIVIL (1936-1939) Prof. Félix González Chicote

incompetencia de Franco, militar africanista acostumbrado a la guerra poco sofisticada de Marruecos al encontrarse con
una gran ciudad la cosa le quedo bastante grande, su ejército de columnas, útil para arrasar pueblos, entraba ahora en
una guerra de desgaste, se necesitaba planificación y estrategia cosa de la que no parece estuvieran muy sobrados.
Costo tres años tomar Madrid, eso no dice mucho de ese supuesto gran militar.
4.2.1. Envolver Madrid: El Jarama y Guadalajara.
Tras el fracaso se inician una serie de operaciones sucesivas con el objetivo de completar el cerco de la ciudad.
El primer intento tuvo lugar por el Noroeste, entre el 30 de diciembre y el 15 de enero, y permitió a las tropas de Varela
avanzar hasta la carretera de La Coruña, pero sin romper las comunicaciones republicanas con la sierra. Un segundo
intento tuvo lugar en febrero, cuando las tropas franquistas atacaron en el valle del Jarama fue una de las más
encarnizadas de la guerra, y en ella ambos contendientes pusieron todas sus fuerzas disponibles. Es también la batalla
en la que entró en juego todo el armamento de élite acumulado: aviones, tanques, artillería, y también en la que
tuvieron un papel primordial las fuerzas extranjeras de ambos bandos. El choque evolucionó hacía una batalla de
desgaste. Los republicanos estaban tan desgastados que Miaja no ordeno una nueva ofensiva. Desconocía que sus
enemigos estaban más exhaustos que ellos y no habrían podido rechazarla. La batalla del Jarama había terminado en un
empate.
En Guadalajara el cuerpo expedicionario italiano, animado por su éxito en Málaga, y tras el relativo fracaso del
Jarama, propuso a Franco una operación dirigida por ellos con el apoyo español. Sin mucha convicción, Franco acepto, y
el 8 de marzo los italianos atacaron con sus 40.000 hombres y una potentísima artillería, avanzando hasta Brihuega y
rompiendo el frente. Pero el mal tiempo y la descoordinación permitieron a los republicanos rehacerse, enviar refuerzos
desde Madrid y contraatacar a partir del día 10, con apoyo artillero, tanques y aviación. Tras repeler el ataque, pasaron
a la ofensiva a partir del 18. La derrota italiana fue total: abandonaron el material de guerra en abundancia y huyeron
desorganizadamente. Pero las tropas republicanas, exhaustas, no pudieron continuar abriendo la brecha, aunque la
victoria reforzó su moral de combate: era la primera en campo abierto desde el inicio de la guerra. Los italianos
acusaron a Franco de no haber realizado el ataque distracción por el norte de Madrid que se había previsto.
En cualquier caso, la derrota de Guadalajara tuvo dos consecuencias importantes: obligó a los italianos a aceptar
la dirección franquista (se ha dicho, con razón, que la derrota no disgustó del todo a Franco) y convenció al Caudillo en
potencia, así ya se le llamaba, de abandonar la idea de tomar la capital. La batalla de Madrid fue importante también
para la República, porque reforzó la voluntad de resistencia y contribuyó a formar el Ejército Popular: las unidades que
vencieron en Guadalajara distaban bastantes de las milicias descoordinadas y desiguales que habían iniciado la guerra
4.2.2. El duce hace la guerra: Málaga
Aunque el ataque a Málaga es anterior a la batalla de Guadalajara por motivos expositivos lo hemos organizado de esta manera.
Mientras se atacaba Madrid, Málaga había sido conquistada por los rebeldes. La operación, culminada el 7 de
febrero, fue llevada a cabo por el cuerpo expedicionario italiano enviado por Mussolini, ya que actuó con bastante
autonomía, pese a los recelos de Queipo y del propio Franco. La ciudad, sin defensas organizadas ni apoyo naval, no
pudo oponer resistencia, y sufrió después una durísima represión por parte de los rebeldes, en represalia por su
tradición roja y por haber sido uno de los lugares en los que la quema de conventos había sido más virulenta. El ejército
franquista se cubrió de gloria bombardeando a los huidos por la carretera Málaga-Almería provocando más de 3000
muertos, la mayoría civiles. Igualmente, la represión sobre aquellos que habían permanecido en la ciudad fue la más
brutal desde la masacre de Badajoz, se calculan unos 20.000 los fusilados, enterrados en fosas comunes como las del
cementerio de San Rafael, de los que ya se ha obtenido el nombre de 4.100.
4.3. La guerra en el Norte y las ofensivas republicanas (marzo-octubre de 1937).
4.3.1. La guerra en el País Vasco.
A partir de finales de marzo, los rebeldes van a volcar todo el esfuerzo bélico en acabar con la zona republicana
que había quedado aislada, en el norte de la Península, entre Vizcaya y la parte oriental de Asturias. El objetivo era,
sobre todo, hacerse con el control de las importantes industrias y materias primas de la región cantábrica, pero también
eliminar el frente de retaguardia que impedía volcar todo el esfuerzo en el frente principal, en torno a la capital.
El 31 de marzo se inicio la campaña de Vizcaya. Mola distribuyó las fuerzas en un amplio arco, y dentro de ellas
asigno un papel importante las brigadas navarras. Durante varias semanas, los continuos bombardeos de la legión
Cóndor machacaron las ciudades próximas a Bilbao. Un duro ataque sobre Durango precedió a la destrucción de
Guernica, cuyo bombardeo, el 26 de abril, mediante bombas incendiarias y sin ningún tipo de discriminación respecto a
la población civil, sirvió a la Luftwafe alemana para probar sus tácticas de guerra. Guernica quedó totalmente destruida,
y el escándalo mundial fue mayúsculo. No era un objetivo de valor militar, y sí un símbolo de la nacionalidad vasca.
Aunque durante muchos años los mandos franquistas negaron su responsabilidad, hoy es claro que la decisión alemana
de hacer bombardeos incendiarios contra la población civil contó con el respaldo de Mola y el conocimiento, la menos
de Franco.
Aunque las unidades republicanas se batieron aún varias semanas su inferioridad organizativa, y sobre todo en
carros y aviación, hacía imposible la resistencia. Repetidos llamamientos del Lehendakari Aguirre al Gobierno, en
demanda de apoyo aéreo, no pudieron ser respondidos: los aviones no podían alcanzar directamente la región vasca

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TEMA 9. LA GUERRA CIVIL (1936-1939) IES FRAY LUIS DE LEÓN

desde el Sur, y el Gobierno francés impedía utilizar sus suelos para hacer escalas. A partir del 11 de junio, el avance de
los rebeldes hacia Bilbao resultó ya imparable, derrumbándose el frente. El Gobierno vasco decidió abandonar la capital,
y se negó a cumplir la orden del Gobierno central de destruir las industrias para que no cayeran en manos del enemigo.
El día 19 las tropas navarras e italianas entraban en Bilbao, y cuatro días más tarde Franco derogaba el Estatuto Vasco y
los conciertos económicos.
Las milicias vascas, los gudaris nacionalistas, todavía resistían, pero entre ellos cundía el desaliento, primero
porque la situación era desesperada, segundo porque muchos de ellos eran católicos y no terminaban de simpatizar con
el laicismo republicano. Todo esto se resolvió con su rendición en manos del ejército italiano en la localidad cántabra de
Santoña. Esta decisión dejó desguarnecida la defensa de la zona occidental, de modo que a finales de agosto caería
Santander y en octubre Gijón.
Durante la campaña vasca, el día 3 de junio, Mola moría al estrellarse su avión cerca de Burgos. Si la jefatura de
Franco era sólida, ahora desaparecía el único general que podía disputarle la primacía en el Ejército.
4.3.2. Contraofensivas republicanas: La Granja, Huesca y Brunete.
A falta de apoyos directos a los vascos, el ejército republicano había intentado dos ofensivas para distraer
fuerzas del enemigo, en La Granja y en Huesca, pero la rápida respuesta rebelde impidió avanzar de forma apreciable.
Una vez caído Bilbao, el coronel Rojo, ahora Jefe del Estado Mayor, planeó una ofensiva en Brunete, con el objetivo de
romper el cerco de Madrid y aliviar la presión sobre las maltrechas fuerzas del norte, 50.000 hombres, 150 tanques y
unas 200 piezas de artillería, con fuerte apoyo aéreo, se lanzaron el día 5 de julio; consiguieron avanzar unos 15
kilómetros, gracias al efecto sorpresa, y tomar varios pueblos, entre ellos Brunete. Pero fallos de coordinación
impidieron profundizar la brecha, y a partir del día 18 las tropas del general Varela contraatacaron con éxito. A finales
de mes, Franco ordeno detener la ofensiva y estabilizar el frente: era más importante continuar las operaciones en el
Norte. La batalla había supuesto, de nuevo, numerosas bajas por ambas partes.
4.3.3. Santander, objetivo inmediato.
La ofensiva sobre Santander se inició el 14 de agosto. Ahora, pese a que los efectivos republicanos eran
mayores, su inferioridad en aviación, artillería y carros era ya notoria. El día 15 cayó Reinosa, y el avance franquita a
toda costa, desde el día 23, ante el avance franquista fue rápido. Pese a la consigna de Prieto, desde Valencia, de resistir
a toda costa, se decidió una evacuación que se llevo a cabo apresuradamente. El día 26 caía Santander, en medio del
júbilo de una población mayoritariamente derechista.
4.3.4. Segunda contraofensiva republicana: Belchite.
De nuevo el Estado Mayor republicano intentó una maniobra de distracción desesperada. El día 24 de agosto se
lanzaron 80.000 hombres en el frente próximo a Zaragoza, con el objetivo de romperlo y sitiar la ciudad, y aunque el
avance llegó a ser notable, hasta unos 30 kilómetros, la pronta reacción defensiva, en torno al pueblo de Belchite, evitó
que la brecha pudiese ampliarse. El pueblo cayó, arrasado, el 3 de septiembre, pero el mando republicano ordenó
detener la operación, ante la imposibilidad de alcanzar los objetivos.
4.3.5. Ataque y defensa de Asturias.
El día 1 de septiembre comenzó la ofensiva sobre Asturias. Curiosamente, aunque la inferioridad republicana
era ya clara, la resistencia fue aquí mayor; tanto la compleja topografía como el espíritu de resistencia de los mineros
asturianos hicieron que durante más de un mes las fuerzas nacionalistas no consiguieran apenas avances, pese al
insistente fuego y a los bombardeos. Pero el día 10 de octubre, las unidades de Solchaga rompieron el frente, y de ahí
las líneas se fueron derrumbando. La evacuación, en este caso, resultó imposible, al estar los puertos bloqueados por la
escuadra franquista. El día 21 caía Gijón, y se iniciaba una violenta operación de limpieza contra las cuencas mineras,
cuya vieja tradición revolucionaria fue castigada con especial dureza.
Con la caída de Gijón, la zona republicana del Norte dejaba de existir. No sólo se trataba de un durísimo golpe
moral a la República: las cuencas mineras de carbón y hierro, y una buena parte de la industria pesada pasaban a manos
de los franquistas, y en buena parte intactas. La escuadra se limitaría, a partir de entonces, a bloquear el Mediterráneo.
Los insurrectos podían desguarnecer la retaguardia, y concentrar todo el esfuerzo militar en el largo frente que iba
desde Andalucía al Pirineo. Y, además, la caída del Norte reafirmaba la tendencia de la guerra hacia la victoria del
Gobierno de Burgos, lo que relanzó su imagen hacia el exterior y permitió iniciar contactos más serios con las potencias.

4.4. Contraataque republicano: la batalla de Teruel.


Tras la pérdida de la zona cantábrica, el Estado Mayor republicano necesitaba con urgencia recuperar la
iniciativa. Tras un mes de preparativos y de estructuración del nuevo Ejército de Maniobra, el 15 de diciembre 40.000
soldados atacaron desde tres puntos hacia Teruel; la contundencia del ataque rindió sus frutos, y el día 22, bajo un frío
glacial, los republicanos tomaban la ciudad aragonesa. Aún resistieron los últimos defensores, atrincherados en el
Gobierno Civil y edificios próximos, hasta que el 8 de enero se rindieron.
El éxito republicano era pequeño, pero Franco optó por responder, por razones de prestigio, pero también
porque era consciente de la superioridad de fuerzas que tenía en la reserva, y de que se presentaba una buena
oportunidad de desgastar las mejores unidades republicanas. Lanzó cerca de 125.000 soldados, y durante más de un
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TEMA 9. LA GUERRA CIVIL (1936-1939) Prof. Félix González Chicote

mes ambos ejércitos lucharon denodadamente en condiciones climáticas tremendas (se alcanzaron los 18 grados bajo
cero), hasta que los últimos defensores republicanos, cercados, optaron por abandonar la ciudad. Una noche abrieron
por sorpresa una brecha en las líneas enemigas y consiguieron huir. El 25 de febrero de 1938 las fuerzas franquistas
ocupaban de nuevo de nuevo Teruel, pero sus adversarios consiguieron recomponer el frente, unos pocos kilómetros
más atrás de sus posiciones iniciales. Puede considerarse que el resultado era de empate, pero el mayor desgaste había
corrido a cargo del bando republicano.
4.5. La guerra en 1938. Campañas de Aragón y Levante.

4.5.1. La lucha en Aragón y Levante. La carrera hacia el mar.


Inmediatamente, el ejército nacionalista retomó la iniciativa y lanzó, el 9 de marzo, una ofensiva general en el
frente de Aragón. La superioridad en apoyo artillero, en reservas y en aviación hizo que las líneas republicanas cedieran
por todos lados: los franquistas tomaron Belchite, Alcañiz y Montalbán, al tiempo que avanzaban también por el
Pirineo. Tras unos días de reacción republicana, que permitió sujetar el avance, el día 21 éste se reanudo. En los días
siguientes, Barbastro y Fraga cayeron en poder de los franquistas, que el día 3 de abril tomaron Lérida. Finalmente, el
día 15 las tropas dirigidas por Camilo Alonso Vega alcanzaban el Mediterráneo, a la altura de Vinaroz, partiendo en dos
la zona republicana. Franco podía haber atacado Cataluña desde Lérida, las consultas oficiosas al gobierno francés
aseguraban que no existiría una reacción por su parte, sin embargo, Franco quería una guerra larga que consolidara su
poder y le permitiera realizar meticulosamente su labor de limpieza de la anti-España, provocando con ello un dolor
innecesario.
4.4.2.1. Valencia.
A partir de ahí, el plan de operaciones franquista se dirigió hacia el Sur, con el objetivo de tomar Valencia. Pero
de nuevo la resistencia republicana se hizo ahora determinante, a la hora de defender una gran ciudad. Los sucesivos
ataques hacia el Sur chocaron con la tenacidad de un ejército popular que, si bien había demostrado poco capacidad
ofensiva, sí era capaz de defender las posiciones. Tras varias semanas de intento, a mediados de julio la ofensiva se
estancó, en buena parte por el agotamiento de los contendientes. Otra gran ciudad, otro fracaso: Valencia no sería
ocupada hasta marzo de 1939.
4.5.2. La batalla del Ebro (julio-noviembre de 1938).
La llegada franquista al Mediterráneo produjo una grave crisis interna en el gobierno republicano, que se saldó
con la salida de Prieto del Ministerio de Defensa. LA sensación de derrota comenzaba a cuajar en la retaguardia, y se
hacía imprescindible reaccionar con prontitud. Se preparo entonces un ataque de gran envergadura para contrarrestar
los avances del enemigo. En la noche del 24 de julio las fuerzas republicanas atacaron en masa y consiguieron atravesar
el río Ebro a través de tres puntos, estableciendo cabezas de puente y procediendo a trasladar carros, artillería, equipo y
munición. La operación, considerada pocos menos que imposible por los técnicos, pilló por sorpresa al mando
franquista. En tres días las avanzadillas republicanas atacaban Mequinenza, Amposta y habían conquistado una serie de
posiciones elevadas en torno a Gandesa, profundizando unos treinta kilómetros.
Ahí se detuvo la ofensiva, la falta de apoyo aéreo se unió, a partir de finales del mes, a la acumulación de
unidades con que Franco respondió al ataque, alarmado por la brecha que se estaba produciendo. Desde entonces, los
republicanos pasaron a la defensiva, iniciando una larguísima batalla de desgaste y soportando varias contraofensivas,
con enormes pérdidas de hombres y material por ambos lados. El 28 de octubre se inicia la última contraofensiva, y esta
vez la aplastante superioridad de artillería y aviación permitió a las tropas franquistas avanzar e ir ocupando posiciones,
mientras los mandos republicanos iban retirando lo más ordenadamente posible sus unidades al otro lado del río,
proceso que terminó el 15 de noviembre. La batalla del Ebro había terminado. Había costado 100.000 vidas y un enorme
desgaste de material, pero mientras que para los sublevados hombres y pertrechos eran rápidamente repuestos, el
ejército republicanos había agotado allí sus últimas reservas.
La batalla del Ebro tuvo otro frente abierto: el diplomático. Tras la ocupación de los Sudetes por Hitler, Juan
Negrín, presidente del gobierno de la República intento convencer a las democracias de crear un frente común contra
el fascismo. Los acuerdos de Múnich frustraron la esperanzas de Negrín de internacionalizar (formalmente) el conflicto.
4.5.3. La ofensiva sobre Cataluña
El 23 de diciembre el ejército franquista desencadeno su última gran ofensiva sobre Cataluña. El ejército popular
apenas pudo sostener los frentes unos pocos días, y a partir del 1 de enero el avance franquista se hizo imparable. Las
unidades republicanas retrocedían, dando la posibilidad de que pudieran evacuar Barcelona las autoridades civiles y
militares, e iniciándose un tremendo éxodo de la población civil hacia la frontera. La capital catalana caía el día 26,
Gerona el día 5 de febrero, y las últimas unidades republicanas pasaban la frontera el día 13.

4.6. La República se resquebraja. Golpe de Estado de Casado y la caída de Madrid.

Durante varias semanas más, el Gobierno Negrín continuó sosteniendo sus tesis de resistencia a ultranza, con la
esperanza de que la guerra mundial en ciernes estallara y cambiara la situación española. Pero las diferencias internas
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TEMA 9. LA GUERRA CIVIL (1936-1939) IES FRAY LUIS DE LEÓN

dentro del Frente Popular eran ya patentes, y algunos mandos, como el coronel Casado, jefe del Ejército del Centro,
habían establecido ya contactos con los franquistas para negociar una rendición. Cualquier intento de negociación había
sido sistemáticamente rechazado por el gobierno de Burgos desde hacía meses, y mucho menos se aceptaba, en febrero
de 1939, la única condición que pedía Negrín: el compromiso de no emprender represalias contra los vencidos era una
quimera, de hecho fue esa sistemática represión la esencia del régimen franquista.
La quiebra en el bando republicano no tardó en producirse. En la noche del 5 de marzo, un golpe de Estado
encabezado por el coronel Casado y por el dirigente socialista Besteiro depuso de hecho al Gobierno Negrín. El golpe
quería terminar con la política de resistencia y con la influencia en el ejército popular de mandos comunistas, fieles
partidarios del gobierno. Durante varios días, incluso después de la dimisión de Negrín, hubo combates entre
comunistas y golpistas, hasta que el día 12 Casado pudo controlar Madrid. Inició entonces un desesperado intento de
negociación con el gobierno de Burgos, pero éste acabó imponiendo la rendición sin condiciones.
El 26 de marzo los mal llamados nacionales iniciaron su ofensiva definitiva, a la que llamaron de la Victoria. El 28
entraron en Madrid agotado después de tres años de resistencia. En los días siguientes ocuparon el resto de la España
republicana. El 31 de marzo tropas italianas tomaron Alicante, en cuyo puerto se hacinaban miles de republicanos
esperando ser evacuados, aunque los buques franquistas lo impidieron.
4.7. No es la paz, es la Victoria.
El 1 de abril de 1939, treinta y tres meses después de la sublevación militar, el generalísimo Franco, que se
encontraba levemente enfermo de faringitis, escribió de su propia mano el último parte de guerra: “En el día de hoy,
cautivo y derrotado el ejército rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha
terminado”. Pero la paz no llegó, solamente la victoria. La represión hacia los vencidos fue duradera y extremadamente
violenta, el estado de guerra se mantuvo hasta 1949, llevándose a cabo una sistemática represión. Dentro de esa
violencia, aunque no fue la peor, estaba la violencia simbólica, los pueblos se llenaron de monumentos a los mártires de
la cruzada por Dios y por España, había que hacer saber a la anti-España quienes eran los vencedores. La victoria en la
Guerra Civil fue el fundamento de la dictadura de Franco, una dictadura jamás legitimada por el pueblo que tuvo
siempre en el “glorioso alzamiento” su razón de ser.
Dos semanas después, el 15 de abril de 1939, Hitler invadía Checoslovaquia, burlando los acuerdos que había
firmado en Múnich con Francia y Gran Bretaña. Las dos potencias se apresuraron a establecer pactos de alianza con
Polonia, garantizándole su ayuda militar en caso de agresión.
Hitler invadía Polonia el 1 de septiembre, a los cinco meses de terminar la Guerra Civil española. Negrín había
calculado que la República había podido defenderse todavía durante seis meses más y la Segunda Guerra Mundial
estalló a cabo de cinco.

5. LA EVOLUCIÓN POLÍTICA EN AMBAS ZONAS.

5.1. La zona republicana.

5.1.1. Las discrepancias internas.


El gobierno de Santiago Casares dimitió, y José Giral fue nombrado primer ministro, aprestándose a defender la
República entregando armas a las milicias de los partidos y disolviendo el ejército, para posteriormente crear de
batallones de voluntarios con el deseo de regularizar las milicias de partido y organizar un nuevo ejército.
Dijimos que José Giral dio el paso decisivo de armas a los militantes obreros y republicanos que salieron a la
calle a combatir a los sublevados allí donde la fidelidad de los mandos militares lo permitió. Es importante repetir que el
Estado republicano al perder el monopolio de las armas, no pudo impedir que allí donde los insurgentes fueron
derrotados se abriera un proceso revolucionario, súbito y violento, dirigido a destruir las posiciones de los privilegiados.
Las calles se llenaron de hombres y mujeres armados, nuevos protagonistas, muchos de los cuales no estaban allí para
defender la República, a quien ya se le había pasado su oportunidad, sino para hacer la revolución. A donde no había
llegado la República con sus reformas, llegarían ellos con la revolución: el golpe de Estado contrarrevolucionario, que
intenta frenar la revolución, acabó finalmente desencadenándola.
A diferencia de lo ocurrido en la zona rebelde, la España republicana se caracterizó por su diversidad política e
ideológica y por la incapacidad de un Estado desmantelado por el curso de los acontecimientos para aunar las
diferencias opciones y evitar la confrontación entre ellas en torno a dos posturas enfrentadas:
* Quienes vinculaban la guerra a la revolución, postura defendida por los anarcosindicalistas de la CNT y por el
POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista), de tendencia troskista. Hacer la revolución social para ganar la
guerra.
* Aquellos que priorizaban vencer la guerra y postergar la revolución, opción sostenida por socialistas y
comunistas.

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TEMA 9. LA GUERRA CIVIL (1936-1939) Prof. Félix González Chicote

La ocupación de tierras estuvo a la orden del día. En los centros urbanos las empresas fueron colectivizadas. En
suma, una revolución social espontánea con escaso orden que condicionó el futuro de la República. Los aparatos del
Estado quedaron dislocados y el poder real pasó a manos de un conjunto de juntas de carácter local o regional.
En gran medida, la historia política de la España republicana a lo largo de la Guerra Civil se tradujo en un
esfuerzo de reconstrucción del Estado, que encontró su primera expresión en el gobierno de Largo Caballero,
constituido en septiembre de 1936.

5.1.2. El Gobierno de Largo Caballero (septiembre de 1936-mayo de 1937)


Largo Caballero formó un Gobierno de concentración (compuesto por republicanos, socialistas y comunistas y
desde noviembre por anarquistas que por primera vez participaban en un gobierno con cuatro ministros, entre ellos
Federica Montseny, la primera mujer que fue ministra en la historia de España) que intentó aunar los esfuerzos en la
distintas facciones. Para ello, puso en marcha una serie de iniciativas:
→ Crear una gran alianza antifascista.
→ Recuperar el control del orden público. Los desmanes de grupos incontrolados del verano de 1936 perjudicaban la
imagen exterior de la República, y legitimaban la acción de los sublevados. Para restaurar el Estado de derecho, creó el
cuerpo de Carabineros.
→ Constituir un ejército republicano. Las milicias populares fueron sustituidas paulatinamente por el Ejército Popular
de la República (militarización de las milicias). Hasta mediados de 1937 la abolición de las milicias se convirtió en un foco
permanente de tensión, sobre todo entre anarquistas y comunistas.
→ Afianzar el apoyo del nacionalismo vasco. El 1 de septiembre de 1936, las Cortes aprobaron el Estatuto de
Autonomía del País Vasco. José Antonio Aguirre fue el primer Lehendakari de un Gobierno que no tenía el control de
todo el territorio. Pese a ello, los gobiernos autónomos de Cataluña y País Vasco rechazaron las exigencias del gobierno
de centralizar las decisiones clave de la producción y de las industrias de guerra.
→ Establecer una economía de guerra. Tras el caos inicial, Largo Caballero intentó aglutinar todos los esfuerzos
económicos del país en pos de la victoria.
Las dramáticas circunstancias del asedio de Madrid obligaron al Gobierno a trasladarse a Valencia y a crear una
Junta de Defensa que asumió todo el protagonismo de la resistencia de la capital, erosionando la imagen del Gobierno.
El principal problema del gobierno de Largo Caballero fue el enfrentamiento que
latía entre los dos modelos revolucionarios que coexistían en el lado republicano. El
primero estaba encabezado por los anarquistas y el POUM, partido comunista
internacionalista, antisoviético y enfrentado al PCE. Ambas organizaciones defendían la
inmediata colectivización de tierras y fábricas y la constitución de las comunas como células
de producción. Este modelo estaba, en los primeros meses de 1937, muy extendido en
Valencia, Aragón y Cataluña, y tenía en la industria catalana y en los servicios públicos de
Barcelona su expresión más significativa, a través del control que ejercía la CNT en el
entorno de la Generalitat gracias al Comité de Milicias Antifascistas.

El segundo modelo, establecido el principio de expropiación de tierras y empresas, defendía


la necesidad de controlar su producción y encaminarla directamente hacia la organización
de una economía de guerra, lo que excluía los comités de autogestión y el control
descentralizado que venía funcionando en muchas fábricas. Era también la línea defendida
por la mayor parte de los socialistas y republicanos, aunque contaba con la oposición de los
nacionalistas. Pero sobre todo era la postura en la que insistía una y otra el PCE, que
comenzaba a influir decisivamente por su posición sólida en los cuadros militares de origen
miliciano, y por el apoyo exterior de la URSS, que le daba una autoridad muy superior a sus
efectivos reales.
La tensión entre ambos modelos se fue polarizando entre los comités obreros, y estalló en forma de
insurrección y combates callejeros en mayo de 1937 en Barcelona. El gobierno de la Generalitat había decidido eliminar
los comités de vigilancia, controlados por anarquistas, sobre todo, y centralizar la dirección del orden público. A raíz del
intento el consejero Ayguade de tomar Telefónica, se produjo una insurrección el día 3 de mayo, y la ciudad se llenó de
barricadas y tiroteos entre grupos de anarquistas y miembros del POUM, por un lado, y comunistas y cuerpos de
seguridad, por otro. Tras varios días de tensión, el 7 se recupero la normalidad.
La insurrección había ocasionado más de 200 muertos, y fue esgrimida por PCE para exigir la disolución del
POUM, acusándole de trabajar para el fascismo. El día 13, tras la oposición del Jefe del Gobierno a aprobar la disolución,
los comunistas abandonaron el gabinete y provocaron la dimisión de Largo Caballero, con quien tenían profundas
diferencias sobre la dirección de la guerra.

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TEMA 9. LA GUERRA CIVIL (1936-1939) IES FRAY LUIS DE LEÓN

Tras su dimisión el PCE conseguía su propósito: el POUM fue declarado ilegal, clausurados sus locales y prensa y
detenidos sus dirigentes. Días después, el dirigente del POUM Andreu Nin fue sacado de la cárcel y eliminado por
agentes de la policía rusa que actuaban en España.
Los sucesos de Barcelona son un ejemplo de que la República no tuvo únicamente que hacer una guerra contra
los rebeldes sino que afrontar los problemas internos derivados de la dialéctica guerra o revolución. Largo Caballero
quedó muy debilitado tras estos sucesos y dimitió.

5.1.3. El gobierno de Negrín (mayo de 1937 a marzo de 1939). Resistir es vencer.


En mayo de 1937 Juan Negrín, socialista y catedrático de Medicina de la Universidad Central, sustituyó a Largo
Caballero. Su prioridad fue clausurar el caos revolucionario. El Gobierno guardaba un equilibrio entre el PSOE, los
pequeños partidos republicanos y el PCE, con dos figuras importantes, Negrin y el ministro de la guerra, Indalecio
Prieto. La misión del Gobierno sería consolidar la reconstrucción del Estado republicano y diseñar una imagen de
república democrática que recuperara el apoyo de Gran Bretaña y Francia.
El reforzamiento gubernamental permitió lanzar las primeras contraofensivas, pero el fracaso de estas acciones
significó la ruptura de los equilibrios internos y la extensión de un creciente derrotismo. Al tiempo, la expansión del PCE
provocó el rechazo de los demás partidos. Se produjo entonces la crisis gubernamental por la algunos socialistas
encabezados por Prieto se retiraron del gobierno, que quedo formado por personas afines a Negrín. El mundo político
republicano se redujo a dos tendencias:
* Los defensores del planteamiento de Negrín: “resistir es vencer”, formado por comunistas, que ahora aumentaban su
hegemonía política, socialistas y anarcosindicalistas que eran partidarios de proseguir la resistencia a la espera de una
internacionalización del conflicto.
* Los contrarios a Negrín, compuestos por los socialistas de Prieto, la mayoría de los partidos republicanos (el mismo
Manuel Azaña era contrario) y el grueso del anarcosindicalismo. Más que ideológica, la diferencia entre ambos se
centró en el desenlace de la guerra.
El gobierno basó su política en una resistencia a ultranza contra los sublevados y en buscar una salida negociada a la
guerra a partir del programa de los Trece Puntos en mayo de 1938 basado en la permanencia de la República tras unas
elecciones democráticas. Franco rechazó la propuesta, haciendo saber que solo aceptaría una rendición sin condiciones.
La derrota republicana en la batalla del Ebro redujo su capacidad de acción. A comienzos de marzo de 1939 se
produjo en Madrid una sublevación contra el gobierno republicano dirigida por el coronel Casado, jefe de la defensa de
la capital. Tras días de lucha contra los comunistas, Casado controló Madrid e intento negociar infructuosamente con
Franco. Éste entro en Madrid el 28 de marzo de 1939. Tres días después, la guerra acababa y, con ella, la II República. En
Septiembre de 1939 se iniciaba la II Guerra Mundial, apenas unos meses acabada la Guerra Civil Española. Francia y
Gran Bretaña, que habían desoído tantas veces las peticiones del presidente Negrín iban a sufrir el ataque del nazismo,
los bombardeos de la Legión Cóndor ahora llegarían a Londres, el apaciguamiento a Hitler fue pagado a costa de una
guerra: La Guerra Civil Española. Juan Negrín se mantuvo como presidente del gobierno en el exilio.

5.1.4. Evolución económica.


Al iniciarse la guerra, los republicanos contaban con una clara superioridad demográfica, así como el control de
las principales zonas industriales del país y de las regiones agrícolas orientadas a la exportación. El que las áreas
cerealísticas estuvieran en manos de los sublevados dificultó el abastecimiento, por lo que en algunas ciudades se
extendió la precariedad y el hambre. El descontrol político y los planteamientos revolucionarios permitieron la aparición
de las colectivizaciones, realizadas tanto en las zonas rurales (reparto de tierras), sobre todo en Aragón, como en la
industria catalana. No es fácil evaluar el fenómeno de las colectivizaciones, si la distribución de la tierra constituyó la
gran esperanza republicana (aunque sabemos que el método de reparto era otro) la ocupación de tierras debe
entenderse también como una reacción lógica por parte de una clases sociales secularmente marginadas y humilladas
(poema de Miguel Hernández).
Las colectivizaciones, que en muchos casos funcionaron de forma eficiente, extendieron la idea de que en
España se estaba llevando a cabo una revolución, lo que desacreditó más a la República. Igualmente, dicha política hizo
que muchas empresas extranjeras parasen la producción y retirasen los capitales del país.
El resultado fue que la producción descendió de forma ostensible, de modo que el Gobierno, incapaz de
conseguir la confianza internacional para acceder a empréstitos, tuvo que recurrir a las reservas de oro del Banco de
España para hacer frente al pago de suministros, fundamentalmente ofrecidos por la Unión Soviética.

5.1.5. La represión en la zona republicana. Derrumbe del Estado republicano y aparición de la justicia revolucionaria.
¡No los imitéis! ¡No los imitéis! (Completarlo con el dossier adjunto al tema).

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TEMA 9. LA GUERRA CIVIL (1936-1939) Prof. Félix González Chicote

5.2. La zona sublevada: la creación de un estado totalitario.

5.2.1. Organización política.


Un accidente fortuito costó la vida, el día 20, al general Sanjurjo, cuando despegaba desde Lisboa para hacerse con
la dirección de la sublevación. El territorio sublevado quedó en manos de un puñado de generales, sin clara jefatura
entre ellos.
Ante la heterogeneidad y división de los grupos políticos y sociales de que habían dado su apoyo a los sublevados, el
ejército se convirtió en la columna vertebral del nuevo régimen con iniciativa política y encargado de organizar el
nuevo Estado en base a un férreo control dictatorial.
El 24 de julio de 1936 los militares crearon en Burgos un organismo de dirección llamado Junta de Defensa
Nacional, encargado de la administración de los territorios bajo control de los sublevados. La Junta prohibió la actividad
de los partidos políticos y sindicatos, suspendió la Constitución de 1931 y decretó la paralización de la reforma agraria.
Su presidente fue el general Miguel Cabanellas, elegido por ser el más antiguo del escalafón.
En la práctica, las decisiones eran competencia de los generales al mando de las diferentes zonas ocupadas: podían
distinguirse tres esferas de poder:
- Al norte con Mola, cuyo prestigio inicial como instigador del pronunciamiento decayó tras su fracaso en la
conquista de Madrid.
- En Andalucía con Gonzalo Queipo de Llano, denominado virrey de Andalucía.
- En Marruecos con Franco, cuyo prestigio iba en ascenso como consecuencia de las buenas relaciones con la
Alemania de Hitler y de sus éxitos militares en Extremadura al frente del ejército colonial.
La necesidad de un mando único se planteó muy pronto. Franco, jefe del Ejército de Marruecos, fue adquiriendo
adeptos, sobre todo desde que liberó Toledo y su Alcázar. El 1 de Octubre de 1936 fue nombrado jefe de Estado y
Generalísimo; es decir, concentró todo el poder político y militar en una sola persona. El que fuese asignado jefe del
Estado mientras durase la guerra significaba que, si la guerra hubiera sido corta, no hubiera tenido tiempo de consolidar
su pode absoluto.
Franco, aconsejado por su cuñado Serrano Suñer que es quien monta el Estado-Cuartel franquista. Entre sus
primeras medidas destacó la militarización de las milicias de carlistas (requetés) y de Falange.
En Burgos quedó constituida una Junta Técnica de Gobierno, pero el centro neurálgico de poder se ubicó en el
cuartel del general Franco en Salamanca, desde donde fue gestando su clientela militar y política al tiempo que
diseñaba una propaganda personalista plagada de connotaciones religiosa que lo presentaban como caudillo,
denominación de inspiración fascista extraída de la retórica medieval de la Reconquista por parte de una Iglesia que
justificó la guerra como un cruzada contra el infiel. Franco fue la espada de la civilización cristiana, el jefe de la cruzada
contra el infiel, el ateo y la anti-España por eso, la Iglesia le rindió pleitesía y no dejo de sacarle bajo palio de sus iglesias.
En enero de 1938 se formó el primer gobierno de Franco. Desde la Ley de Administración Central del Estado,
Franco concentró todo el poder.
→ Se promulgó el Fuero del Trabajo (marzo de 1938). Base de la organización corporativa del estado y del sindicalismo
vertical.
→ Se prohibieron las huelgas y reivindicaciones colectivas.
→ Se suprimió la libertad de imprenta. Fuerte censura.
→ Se promulgaron leyes favorables a la Iglesia: se derogó el matrimonio civil y el divorcio, se estableció la enseñanza
religiosa obligatoria y una financiación pública de la iglesia.
El conjunto del nuevo Estado totalitario se culminó con el restablecimiento legal de la pena de muerte y la Ley
de responsabilidades políticas de febrero de 1939, que declaraba “rebeldes” a todos cuantos se hubieran opuesto al
Movimiento y apoyado, por acción u omisión, a las “subversión roja”. La Ley ordenaba la constitución de Tribunales
integrados por militares, falangistas y juristas, que serían los encargados, en los años siguientes, de la durísima
represión que marcó la postguerra.

5.2.2. La unificación política e ideológica.


En la mal llamada zona nacional quedaron abolidas las medidas de la Segunda República. Desaparecieron las
autonomías y el Estado reforzó el carácter centralista. La reforma agraria y la escuela laica derogadas. Igualmente se
suprimieron las libertades individuales sancionadas por la Constitución de 1931. La mujer de nuevo era esposa antes
que ciudadana, su papel quedo limitado dentro de la Sección Femenina de la Falange, dirigida por Pilar Primo de Rivera.
Después de la unidad militar (milicias falangistas y requetés carlistas militarizados) faltaba lograr la unidad política
de los partidos que compartían un sentimiento católico, antirrevolucionario y antiliberal. Para unificar las distintas
opciones políticas los sublevados (Ramón Serrano Suñer) se inspiraron en el fascismo italiano y alemán. Así, en abril de
1937, Franco promulgó en Decreto de Unificación, por el que se creaba un partido único, Falange Española
Tradicionalista y de las JONS, unificando a falangistas (Primo de Rivera, fusilado en noviembre de 1936) y carlistas. Los

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TEMA 9. LA GUERRA CIVIL (1936-1939) Prof. Félix González Chicote
partidos más importantes de la derecha durante la República: Renovación Española y CEDA se disolvieron, y sus
miembros se integraron en el Movimiento Nacional.
FET de las JONS adopto unas señas de identidad características: militarización de sus miembros, uniforme propio,
saludo fascista y jerarquización. Se establecía una Junta Política y un Consejo Nacional como órganos del partido, pero a
título meramente consultivo e integrados, en su mayor parte, por miembros elegidos por el propio caudillo. Los grupos
de falangistas se caracterizaron por reprimir violentamente a los políticos republicanos y de izquierdas a nivel local.
No obstante, el decreto de unificación provoco diferencias dentro del carlismo (Manuel Fal Conde) y del falangismo
(Manuel Hedilla), esas diferencias fueron rápidamente eliminadas y la estructura de partido único se impuso.
Pero si hay algo que dio cohesión ideológica al bando rebelde fue el apoyo de la Iglesia. Tradicional opositora de la
República, la persecución en la zona republicana la vinculó aún más a los sublevados, lo que llevo a adoptar una postura
radical y de unívoca adhesión. En septiembre de 1936, el obispo Plá y Deniel publicó su pastoral Las dos ciudades,
legitimando una sublevación definida como cruzada. En julio de 1937, el cardenal Gomá encabezó la Carta colectiva del
Episcopado Español explicitando la identificación de la Iglesia con los sublevados y justificando la acción a causa del mal
gobierno y de la amenaza de una revolución bolchevique. Solo los sacerdotes vascos y los obispos de Tarragona y Vitoria
permanecieron fieles a la República.
La identificación entre el nuevo Estado y la Iglesia pronto dio lugar a un nuevo término, el nacional-catolicismo,
en imitación del nacional-socialismo alemán.
5.2.3. Evolución económica.
Los rebeldes carecían del control de las zonas industriales y su potencial económico se basaba en el dominio de
los principales centros agrarios. Esta circunstancia dificultaba, a priori, su viabilidad económica, pero en la práctica no
fue tan problemática:
→ El control de la agricultura y el control de las zonas con menor presión demográfica eliminaron los problemas de
abastecimiento tan acuciantes en la zona republicana.
→ El en curso de la guerra incorporaron las zonas mineras e industriales (1937) compensando el desequilibrio inicial.
→ Pese a las restricciones por la diplomacia internacional en tal sentido Franco contó con el apoyo incondicional de
Alemania e Italia, dispuestas a conceder créditos a los sublevados. De igual forma, algunas empresas petroleras, como la
estadounidense TEXACO, se convirtieron en benefactoras del bando franquista.
→ El apoyo mayoritario de las élite económicas del país también proporcionaron a los rebeldes aportaciones efectuadas
por los principales empresarios y financieros. Especialmente intensa fue la contribución de algunos miembros de la
burguesía, caso de Francesc Cambó o Juan March, sin falta viejo aristócratas como el duque de Alba, embajador
franquista en Londres.

5.2.4. “Limpiar España de elementos indeseables”. La represión en la zona franquista: La tragedia oculta.
(Completarlo con el dossier adjunto al tema).

6. EL BALANCE DE LA GUERRA.

Uno de los aspectos más controvertidos entre los historiadores es el de las pérdidas humanas ocasionadas por el
conflicto, pudiendo precisarse en 500.000 entre ambos bandos y 400.000 heridos en operaciones militares (160.000
muertos en combate, 150.00 de represión: 100.000 en la zona sublevada, 60.000 en la zona republicana). Con todo, las
constantes investigaciones sobre la represión a no entender estas cifras como definitivas. Los presos superaron los
300.000, de los cuales fueron ejecutados entre 35.000 y 50.000. La España de Franco se convirtió en una “inmensa
prisión” con un sistema de campos de concentración, trabajos forzados y cárceles desbordadas, en estos campos se
llevaron a cabo experimentos con los presos republicanos, en especial con los niños, el psiquiatra Antonio Vallejo-Nájera
se distinguió por su laboriosa labor en busca del gen marxista o gen rojo que tanto esfuerzo estaba costando erradicar.
«En contestación a su escrito del 10 del actual proponiendo la creación de un Gabinete de Investigaciones Psicológicas cuya finalidad
primordial será investigar las raíces psicofísicas del marxismo, manifiesto que de conformidad con su mencionada propuesta, autorizo la
creación del mismo».
Francisco Franco Bahamonde.
Otro capítulo lo constituyeron los depurados o expulsados de la Administración y de determinadas profesiones
(profesores). El devastador efecto psicológico por el trauma del sufrimiento durante el conflicto y la represión posterior
dio lugar a un clima de revancha, de persecución y de imposición de los valores de los vencedores.
Esta sangría demográfica influyó más tarde en la caída de la natalidad, ya que las víctimas fueron, principalmente,
población joven y activa. A ello se sumaron los exiliados que se encaminaron a Francia y México y, en menor grado, a la
URSS (niños de Asturias y del País Vasco) y a otros países iberoamericanos. Para los que emigraron a Europa, el estallido
de la Segunda Guerra Mundial y el avance nazi complicó aún más su situación, puesto que muchos españoles acabaron
en campos de concentración alemanes. El exilio afectó a la capacidad productiva y fue demoledor para la vida cultural
española (artistas, catedráticos, escritores, científicos).

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TEMA 9. LA GUERRA CIVIL (1936-1939) IES FRAY LUIS DE LEÓN

En el terreno económico, la guerra significó la vuelta a una estructura activa predominantemente agraria, tras la
destrucción masiva del tejido industrial. Una buena parte de las ciudades del país, sobre todo en el Norte, estaban
arrasadas; se calcula que unas 250.000 viviendas habían sido destruidas. Lo mismo ocurría con buena parte de la red de
comunicaciones terrestres y con el parque automovilístico. Al enorme endeudamiento causado por la guerra (se ha
cifrado en unos 300.000 millones de pesetas) hay que añadir la pérdida del oro del Banco de España. Además se produjo
un descenso de la producción agraria (20%) e industrial (30%), el nivel de renta per cápita cayó, recuperándose en 1952,
lo que provocó hambre y miseria.
Los grupos beneficiados fueron, como ya era una constante, el viejo bloque de poder: terratenientes, ejército e
Iglesia que se convirtieron en grupos hegemónicos de la sociedad franquista. Junto a ellos surgió la figura del
excombatiente y del falangista del pueblo, recompensados con puestos en la Administración y concesiones a sus
negocios. Como ejemplo, observar el expediente de indulto que os voy a pasar en clase y veréis quien eran los hombres
de orden en cada localidad: cura, alcalde falangista y el terrateniente.
Queda por último, el efecto moral. La guerra dejó marcadas a varias generaciones por el trauma del sufrimiento
durante los tres años de conflicto, pero también por la represión posterior y la atmósfera de la España postbélica, un
clima de revancha, de persecución y de imposición de una escala de valores unilateral, la de los vencedores, que
prolongó durante muchos años la división y enfrentamiento entre los españoles. Fue un tiempo de silencio.
Un último dato: el 26 de agosto de 1944 se liberaba París del poder nazi y por los Campos Elíseos desfiló la 2ª
División Blindada del general Leclerc compuesta por antiguos miembros del Ejército Popular Republicano. Un total de
120 hombres a bordo de tres carros ligeros denominados Guadalajara, Teruel y Guernica.

Un epílogo abierto
I
Todo hombre necesita ser lo que es para hacer lo que hace. Y viceversa. Es una sentencia de mi maestro –habla
Juan de Mairena a sus alumnos- la cual, aceptada, podría llevarnos a un exceso de tolerancia. Yo no os aconsejo que la
adoptéis como norma ética. Pero conviene que no la olvidéis nunca, si no queréis cometer graves injusticias.
II
La unión constituye la fuerza. Es una noción elementalísima de dinámica contra la cual nada tendríamos que oponer, si
no hubiera tontos y pillos (los tontos y los pillos distan muchos menos entre sí de lo que vulgarmente se piensa) que
pretenden acomodarla a sus propósitos, y que propugnan el acercamiento y la unión de elementos heterogéneos,
dispares y contrapuestos, que sólo pueden unirse para estrangularse.
A. Machado.

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