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prohistoria 9 - 2005

Número Monográfico
La trayectoria de la cultura política peronista, 1943-2003

Índice

editorial .................................................................................................................. p. 7

historia... ................................................................................................................ p. 9

“Presentación” ............................................................................................. p. 11
OMAR ACHA Y NICOLÁS QUIROGA – coordinadores

“La planificación económica en el peronismo (1945-1955)” ............... p. 15


ANÍBAL JÁUREGUI

“Las políticas migratorias del primer peronismo:


la tensión entre los enunciados, los conflictos institucionales
y las prácticas administrativas” .................................................................. p. 41
CAROLINA BIERNAT

“Partidos, tradiciones y estrategias de movilización social:


de la Junta de la Victoria a la Unión de Mujeres de la Argentina” ...... p. 67
ADRIANA VALOBRA

“Los rostros del General: Perón, del retrato protocolar


a la caricatura” ............................................................................................. p. 83
MARCELA GENÉ

“La propaganda oficial sobre la inmigración


en la filmografía Argentina durante el peronismo
(1946-1955)” ................................................................................................. p. 109
IRENE MARRONE Y MERCEDES MOYANO WALKER

3
“Lo que se dice de lo que es. Reflexiones públicas
sobre el peronismo después de 1955” ..................................................... p. 131
JULIO CÉSAR MELÓN PIRRO

“La recurrencia del recuerdo. Prácticas de historización


entre trabajadores desocupados del conurbano bonaerense” .............. p. 153
VERÓNICA MACEIRA

…políticas de la historia ............................................................................... p. 179


“1955. Imágenes históricas, interpretaciones políticas,
alternativas tenaces” .................................................................................... p. 181
ALEJANDRO CATTARUZZA

“La Revolución Libertadora. Una ilusión antiperonista” .................... p. 185


MARÍA ESTELA SPINELLI

reseñas ...................................................................................................................... p. 191


ABOY, Rosa Viviendas para el pueblo. Espacio urbano y sociabilidad en el
barrio Los Perales. 1946-1955, por Diego Roldán

CAMPIONE, Daniel Prolegómenos Del Peronismo. Los cambios en el Estado


Nacional 1943-1946, por Agustín Nieto

GIRBAL-BLACHA, Noemí Mitos, paradojas y realidades en la Argentina


peronista (1946-1955). Una interpretación histórica de sus decisiones político
económicas, Andrea Torricella

SPINELLI, María Estela Los vencedores vencidos. El antiperonismo y la


“revolución libertadora”, por Pablo Martín Pérez Branda

JAMES, Daniel Doña María: historia de vida, memoria e identidad política,


por Juan Iván Ladeuix

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prohistoria 9 - 2005

MACOR, Darío y TCACH, César (eds.) La invención del peronismo en el


Interior del país, por Alejandra Ardanaz

SALAS, Ernesto Uturuncos. El origen de la guerrilla peronista, por Eduardo


Weisz

PANELLA, Claudio (comp.) El gobierno de Domingo Mercante en Buenos


Aires (1946-1952). Un caso de peronismo provincial. La Plata, por Karina
Ramacciotti

5
www.latindex.unam.mx
prohistoria es una publicación científica
independiente, de carácter anual, editada por el
grupo del mismo nombre. Promueve debates
disciplinares e interdisciplinares y difunde
resultados de investigación básica o estudios
historiográficos. Se distribuye por venta, canje o
donación en países de América y Europa. Publica
investigaciones originales, elaboradas sobre fuentes
de primera mano; la orientación temática se publicita
en su propio sitio web. Recibe, para su evaluación
por réferis, trabajos de historiadores y otros
investigadores provenientes de las ciencias sociales
comprometidos con la producción de un
conocimiento científico crítico y reflexivo.
prohistoria 9 - 2005

EDITORIAL
Desde 2003, miembros de nuestro comité editorial y de nuestro consejo asesor trabajaron
en la elaboración de la convocatoria –primero– y en la evaluación de las propuestas de
artículos –después– sobre un tema de contornos difíciles pero de interés patente. Este
número monográfico sobre La trayectoria de la cultura política peronista (1943-2003) es
el resultado de esas tareas. Agradecemos a los coordinadores, a los autores y las autoras
que nos propusieron el resultado de sus investigaciones y a las lectoras y los lectores
especialistas que remitieron sus evaluaciones. Celebramos que, gracias a la generosidad
de aquellos (y otros) aportes intelectuales, hoy publicamos un número que propone mira-
das heterogéneas y enriquecedoras sobre un tema que es todo, menos sencillo.
Hemos acompañado el bloque monográfico con dos textos que versan sobre los sig-
nificados de 1955: evocar el cincuentenario de la “revolución” libertadora o fusiladora,
episodio que fraguó el tercer golpe de estado perpetrado por las Fuerzas Armadas en
nuestro país durante el siglo XX, nos pareció insoslayable.
En tercer lugar, hemos integrado reseñas sobre libros que tratan temas vinculados
directa o tangencialmente con el motivo principal del tomo. Por último, las ilustraciones
de nuestro colega y amigo Marcelo Mottola, constituyen otro discurso que seguramente
será apreciado por nuestros lectores y nuestras lectoras.
El volumen que presentamos no tuvo en el momento de su gestión ni tiene en este, el
día de su presentación al público, pretensión de exhaustividad: de los treinta y dos trabajos
recibidos, fueron seleccionados los que a juicio de este comité y del consejo asesor cum-
plían más adecuadamente con las exigencias de una investigación original, bien realizada
y cuidadosamente presentada. Desde luego que muchos ángulos que el tema permite que-
daron sin cobertura. Tantos otros, ni siquiera eran abordados en aquellos trabajos que no
fueron seleccionados. La vastedad de la temática –así como su complejidad y su riqueza–
conspira contra toda intención abarcadora.
Dirigiéndose a los intelectuales, el 27 de noviembre de 1947, Juan Perón expresó:
No creo que hayamos realizado ni aprovechado todo lo que la providencia y la naturaleza
han puesto a nuestra disposición. Creo que tenemos que trabajar más. Creo, Señores, que
el genio es también trabajo. Aunque citadas aquí fuera de contexto, esas frases no parecen
contener una sugerencia despistada.

Rosario, noviembre de 2005

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historia…
La trayectoria de la
cultura política peronista
1943-2003

Nicolás Quiroga y Omar Acha


(coordinadores)
Aníbal Jáuregui
Carolina Biernat
Adriana Valobra
Marcela Gené
Irene Marrone
M. Mercedes Moyano Walker
Julio César Melón Pirro
Verónica Maceira
Ilustración: Marcelo Móttola
prohistoria 9 - 2005

Monográfico
La trayectoria de la cultura política peronista, 1943-2003
PRESENTACIÓN

Peronismo e inconsciente historiador

E
n la Crítica de la razón práctica, Kant estipulaba que las pasiones debían ser con-
tenidas para que el imperativo categórico de obrar según un deber universal (y no
de acuerdo a las inclinaciones meramente subjetivas) pudiera imponerse sobera-
no. De otro modo el sujeto se condenaba a lo patológico.
El tema del peronismo ha querido ser domesticado a través del ideal académico de la
distancia y de la imparcialidad. Se trata de un mandato necesario. Sin embargo, una pista
regia para observar el inconsciente político de la historiografía, su irreprimible aspiración
de influencia –aun si el término refiere vagamente a la figura del consegliere– es su pasión
por el peronismo. No se trata, claro, del número de historiadores e historiadoras que revisitan
el tema; no se trata de la precedencia del tópico en la historia contemporánea, pero sí,
efectivamente, de los procedimientos aplicados en el debate sobre sus orígenes, su forma-
ción y sus consecuencias. Más de medio siglo después de los primeros intentos de explica-
ción (en absoluto por ello desdeñables), la baquía para indagar sobre los senderos del
peronismo parece haber desplazado su eje: de la persecución de irracionalidades a pesqui-
sas profesionales, sin una seña de apelación ostensible al presente. Ese desplazamiento
que indiscutiblemente afecta a los estudios sobre el peronismo, lejos está de diluir las
fricciones con las que las culturas políticas del peronismo mellan las herramientas
historiográficas: por momentos activa los debates que pretendían hormar al peronismo con
el molde de la irracionalidad, por momentos pretende ser parte de las pruebas del labora-
torio de una historiografía que supone límites bien precisos entre la acción política y la
investigación científica.
Las culturas políticas del peronismo informan así el cuestionario historiográfico
sobre el siglo XX argentino, en una nebulosa de narrativas realistas (puesto que en efecto
el peronismo posee protagonismo decisivo en la segunda mitad del XX) y devenires de
posiciones políticas que a duras penas la escritura académica pretende y no logra ocultar.
Y la figura de un cazador que pretende no ser cazado, borrando sus huellas, remite
nuevamente al consejero. ¿Le habla la historiografía a lo político toda vez que aborda su
materia? Suponemos que sí. Pero sólo pocas veces ambos gestos, el profesional y el
militante, son ejercidos en la producción historiográfica con un mismo y lúcido ritmo. La
literatura sobre peronismo abunda, en una cadencia acelerada en estos últimos años, en
nuevos temas, y en menor medida, variaciones sobre viejas incógnitas. No se desprende
de ello la imagen de un camino evolutivo en el que, como punto de fuga, se halle un texto
que no roce las posiciones políticas de quien lo enuncie, un escrito que hable sobre

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OMAR ACHA Y NICOLÁS QUIROGA “La trayectoria de la cultura...”

peronismo sin evocar nuestras convicciones sobre los conceptos liberales que,
principalmente hoy, inciden en la labor historiográfica. Sino que, contrariamente, sobre
esa cámara de vacío, sobre esa experiencia de la asepsia, ha trabajado durante 50 años
una larga relación entre las mayorías argentinas y un movimiento carismático, un partido
hegemónico y una estructura de sentimientos. Las preguntas que reverberan en el
laboratorio de lo académico insisten siempre sobre esa prefiguración política, sobre los
mitos primigenios del plesbicito y la razón.

Peronismo terminable e interminable


A cincuenta años de la caída del gobierno peronista en setiembre de 1955, la historia del
peronismo no ha concluido. A pesar de variados y a veces discordantes diagnósticos
sobre sus crisis y agonías, ese mundo complejo que es el peronismo parece sobrevivir a sí
mismo. La Argentina ha cambiado drásticamente a lo largo de las décadas, y el ciclo del
peronismo se renueva, muta, constituyéndose incluso en el partido del orden de un país
que viene de atravesar una grave crisis.
La persistencia del peronismo en la realidad argentina explica en cierta medida su
permanencia en la agenda historiográfica. Pero así como el peronismo es múltiple, su
eficacia en el campo historiador es desigual y cambiante.
Después de 1955, el decenio que venía de clausurarse con la razón de las armas, se
había impuesto como el nudo problemático de las ciencias sociales y humanas. Hoy, cuando
las condiciones son muy otras, cuando incluso otros momentos de la historia contienen
temas de arduo debate, el peronismo no ha cedido su vigencia. En efecto, si es cierto que
el eje del interés de la historiografía tiende gradualmente a ser el de la sociedad que
transcurrió entre el Cordobazo y la transición democrática de 1984, en ese desplazamiento
el peronismo sigue siendo un actor fundamental.
El primer peronismo no es ya estudiado como un evento distorsivo en la historia
argentina. Leído en distintas claves, en el entendimiento historiográfico es inoperante una
representación del mismo como una Segunda Tiranía o meramente como una Fiesta. Una
mirada inteligente parece inclinarse a situar matices, a proponer ambigüedades. Esta
prudencia es sin embargo más inusual cuando nos acercamos al momento en que el
Onganiato comenzó a delatar sus fisuras. Entonces las narraciones develan las posiciones
del sujeto historiador; en otras palabras, esa época se torna más propensa a mostrar los
anclajes subjetivos. Y si ello sucede es porque “los setenta” interpelan nuestras estructuras
de sentimiento como ningún otro período de la historia argentina. Obviamente, el peronismo
de esos años constituye un riel principal del devenir social que siguió al Cordobazo.
Después del aparente eclipse peronista que insinuó el triunfo electoral de la Unión
Cívica Radical en octubre de 1983, los años noventa reinstituyeron al peronismo en el
centro del proceso neoliberalizador, y cuando ese proceso se incineró entre las aporías de
la convertibilidad fue también el plástico movimiento peronista el que proveyó las más
recientes fórmulas de un orden político.

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prohistoria 9 - 2005

Es imposible, en suma, ensayar una comprensión de la historia contemporánea sin


calar el surgimiento, desarrollo y transformaciones de lo que alguna vez se denominó el
“fenómeno peronista”. Descartada la escuadra culturalista que explicaría el peronismo
por un carácter nacional, una tarea esencial consiste en revisitar su historia. En ese intento
los baches que aún se observan son numerosos. Una historia cultural de la construcción
de las fidelidades peronistas está aún por ser ensayada. Apenas estamos comenzando a
conocer con rigor sobre las oposiciones al régimen. Los procesos a nivel provincial han
sido parcialmente estudiados, pero en los niveles municipales o barriales la indagación es
aún tentativa. El relevamiento de los cambios en el consumo y las sexualidades está en
sus inicios.
Para los años de la proscripción post-55 y hasta el retorno de 1973 disponemos de
obras centradas sobre todo en la historia sindical, en las élites peronistas o en algunas
organizaciones armadas. Las representaciones sobre el peronismo surgidas fueron
analizadas especialmente en el terreno de la literatura.
Como hemos dicho, para el peronismo de los años setenta (como para el período
postCordobazo en general), las ideas que permean las cuadrículas culturales actuales son
más evidentes, y quizás constituyan un obstáculo mayor cuando éstas se remiten a un
catálogo normativo de qué es una buena sociedad y qué situaciones son racionales. Pues
en efecto, cuando se imponen modelos anacrónicos o extraños a la época, esto es, cuando
se renuncia a comprender la dinámica específica de antaño, los resultados están
excesivamente inclinados a la simplificadora teratología.

El monográfico
Este número monográfico encaja entre el aumento de la literatura sobre los años 1960s. y
1970s. (incluso de la llamada literatura gris: ponencias, confererencias, etc.), y la ya
avanzada “normalización” de los estudios enfocados al peronismo clásico: luego de las
pertinentes instancias de evaluación, la mayoría de los textos seleccionados tratan,
finalmente, sobre el peronismo clásico. ¿Se debe a las consecuencias de una
profesionalización de los estudios sobre el primer peronismo? ¿Se debe la aplicación de
cuestionarios sofisticados a un período sobre el que la cuña ideológica había formulado
preguntas sometidas a presupuestos –advertimos el trabajo sobre el cuestionario del
historiador y no sobre las respuestas? ¿Obedece a los problemas de investigar períodos
cercanos al presente del historiador? ¿Se trata de la construcción de una distancia analítica
sobre una lejanía política? No nos hemos puesto de acuerdo. Pero podemos advertir con
seguridad un movimiento allí que merece ser discutido; un procedimiento en el que la
sensibilidad política y la formación académica difícilmente puedan excluirse entre sí.
Los textos que integran este monográfico arrojan luz sobre el “fenómeno peronista”
ya sea ampliando el cuestionario historiográfico, ya sea arriesgando nuevas respuestas a
interrogantes “clásicos”. Así, Aníbal Jáuregui [“Ideas en torno a la planificación económica
en el peronismo clásico (1945-55)”] y Carolina Biernat [“Las políticas migratorias del
primer peronismo: la tensión entre los enunciados, los conflictos institucionales y las

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OMAR ACHA Y NICOLÁS QUIROGA “La trayectoria de la cultura...”

prácticas administrativas”] indagan sobre las políticas estatales durante el peronismo


clásico. Jáuregui lo hace a partir de la planificación económica, mientras que Biernat
estudia las políticas migratorias. Ambos estudios se inscriben en la preocupación por el
estado que se ha impuesto en la agenda historiográfica de los últimos lustros, que aún
debe definir el lugar de la estatalidad peronista en el largo período que va desde sus
orígenes a la actualidad.
En “Partidos, tradiciones y estrategias de movilización social durante el primer
peronismo. El caso de la Unión de Mujeres de la Argentina”, Adriana Valobra indaga
sobre prácticas políticas surgidas desde organizaciones no peronistas. Su revisión de las
estrategias de la Unión de Mujeres de la Argentina no sólo propone otro prisma de
observación para tratar el problema de la movilización de masas, sino también un nuevo
acercamiento a cuestiones de género en la historia política contemporánea.
El artículo de Marcela Gené [“Los rostros del General. Perón, del retrato protocolar
a la caricatura”] y el de Irene Marrone y Mercedes Moyano Walker [“La propaganda
oficial sobre la inmigración en la filmografía Argentina durante el peronismo (1946-1955)”]
se detienen en algunas cuestiones vinculadas a la propaganda peronista. Gené lo hace
analizando retratos del líder y su papel en la representación política; Marrone y Moyano
Walker trabajan sobre la relación entre filmografía y políticas migratorias peronistas.
Allende 1955, Julio Melón Pirro indaga en su artículo [“Lo que se dice de lo que es.
Reflexiones públicas sobre el peronismo después de 1955”] sobre las distintas
significaciones que en el espacio público adquirió el peronismo, luego del golpe de estado
de 1955. La compulsa de esas representaciones con los distintos y complejos procesos
políticos contemporáneos nos permite profundizar más en los combates del período.
Last but not least, Verónica Maceira presenta un artículo [“Prácticas de historización
entre los trabajadores desocupados del conurbano bonaerense”] sobre las formas de
tratamiento del pasado en ámbitos específicos. El examen a través de entrevistas orales
de las arduas relaciones entre prácticas políticas e historización arroja luz sobre la
participación social y la construcción de identidades en la actualidad.

OMAR ACHA (UBA) y


NICOLÁS QUIROGA (UNMDP)
–coordinadores–

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L a planificación económica
en el peronismo (1945-55)
ANÍBAL JÁUREGUI

Resumen Abstract
Si bien la planificación económica bajo el ré- Even if the economic planification under the
gimen peronista parece inscripta dentro de lo peronist regime seems another case of those so-
que comunmente se denomina “intervención called “state intervention in the economic
estatal en la esfera económica”, ella refleja world”, it reflects more than the control of the
algo más que el control de variables econó- economic variables to ensure full employment,
micas para asegurar el pleno empleo, objeti- wich is declared target of that intervention.
vo declarado de esa intervención. Hay en la There is in the peronist planification the wish
planificación peronista el deseo de asegurar to safeguard the long-term continuity of the
una continuidad a largo plazo de las políticas economic policies and to achieve the
económicas y de lograr una neutralización neutralizatión of the negative effects of the
creciente de los efectos negativos del ciclo outside cycle.
externo.

Palabras Clave Key Words


peronismo – planificación económica – rela- Peronism – Economic Planning – State-Society
ción estado-sociedad – opinión pública Relationship – Public Opinion

Recibido con pedido de publicación el 31 de marzo de 2004


Aceptado para su publicación el 20 de mayo de 2004
Vesión definitiva recibida el 17 de mayo de 2005
Aníbal Jáuregui es Profesor e Investigador en las Universidades Nacionales
de Luján y de Buenos Aires, República Argentina
jaureg@sinectis.com.ar

JÁUREGUI, Aníbal “La planificación económica en el peronismo (1945-55)”, prohistoria, año IX,
número 9, Rosario, Argentina, primavera 2005, pp. 15-40.
ANÍBAL JÁUREGUI “La planificación económica...”

E
n general, en la literatura sobre la política económica peronista no se observa una
reflexión específica sobre el significado otorgado por dicho régimen a la planifica-
ción, que es considerada como un mero emergente de la intervención estatal, que se
proyecta en el tiempo lo que constituiría una especie de sinónimo.1
Desde nuestro punto de vista, la planificación peronista fue una propuesta que conte-
nía un modelo específico de economía caracterizado por los altos niveles de empleo y
salarios que alteraba las reglas de juego del mercado vigentes hasta entonces a través de la
redistribución de los roles económicos de los sectores productivos, de la desvinculación
de la actividad productiva nacional del mercado mundial y del avance del estado sobre la
sociedad. Este último aspecto, que se inscribe dentro de los rasgos definitorios de lo que
genéricamente Touraine denominara movimiento nacional popular, también explica una
característica que le es peculiar: la inclusión de objetivos de naturaleza diversa, en los que
lo económico se funde con la cultura, la educación, la investigación científica, el deporte.
Tal cual suele suceder con otros desarrollos nacionalistas, la creación de un modelo
tendiente a la autodeterminación no surgió del designio unilateral del régimen sino que se
asentaba en una reciente pero sólida tradición mundial en la que abrevarían los funciona-
rios planificadores del peronismo para construir su propio método de orientar la acción
política de largo plazo.
En este artículo analizaremos primero las diversas expresiones del plan y de la plani-
ficación en los capitalismos centrales en las décadas previas a la formación del peronismo;
después estudiaremos la formulación del ideario de la planificación argentina, que seguiría
constante más allá de las tribulaciones políticas; en los apartados sucesivos analizaremos
la puesta en marcha de los Planes Quinquenales y convocatoria a la participación de las
organizaciones sociales. Por último haremos un balance de los resultados obtenidos.

1. La planificación en los capitalismos centrales


La Gran Depresión puso de manifiesto la incapacidad de los instrumentos teóricos y prác-
ticos de la economía neoclásica para dar cuenta de las nuevas condiciones del capitalismo
hegemónico –cuya configuración, por lo demás, no acabaría por definirse sino después de
1945. Poco a poco, fue surgiendo un consenso sobre la necesidad de adoptar un ordena-
miento económico por medio de políticas activas, con consenso del sector privado. El
debate implicó tanto a los estudiosos de la economía como a policy makers, intelectuales y
periodistas que se planteaban preguntas por entonces obligadas: ¿cómo evitar la virulencia
de las oscilaciones cuando estas respondían a los desequilibrios naturales entre oferta y
demanda? ¿Era posible ordenar las economías de mercado, ponerlas a resguardo de sus
propias contingencias sin afectar los principios básicos de la propiedad privada?
El plan y la planificación fueron surgiendo como respuestas prácticas a estas cuestio-
nes. Sin embargo, ellas estuvieron teñidas de vaguedad: se sabía que indicaba que ya no

1 IANNI, Otávio Estado e planejamento econômico no Brasil, 1971.

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prohistoria 9 - 2005

reinaban las leyes del mercado pero se aplicaban al New Deal,2 como a las experiencias
totalitarias. En verdad los casos más exitosos y emblemáticos de ambos se encontraban en
el mundo nazifascista, y en el caso soviético, del que se hablaba aunque con escaso cono-
cimiento de su verdadero funcionamiento.
En pleno apogeo del nazismo, el sociólogo húngaro Karl Mannheim escribió un
trabajo en el que se consideraba que la planificación sería el método apropiado para la
época de reconstrucción social tras la caída del régimen hitlerista. Teniendo en cuenta que
la sociedad occidental se encontraba en una crisis de desintegración, sería necesario adop-
tar medidas capaces de orientar el curso futuro de la sociedad y la economía. La cuestión
no era entonces optar entre planificar o no, sino escoger entre la buena y la mala planifica-
ción. Si planificar podría conducir a la dictadura, no planificar también. Se trataba enton-
ces de encontrar una planificación que garantizara la libertad en sociedades inevitable-
mente condenadas a la reglamentación. El peligro residía en que ésta se llevara a cabo sin
plan. “Queda el camino de la planificación unificada que se produzca mediante una inteli-
gencia, un acuerdo y una transacción.”3
El pensamiento planificado encarnaba una racionalidad programada, instrumental,
en oposición el pensamiento inventivo, libre y desinteresado de los resultados para la so-
ciedad de los actos libres de individuos libres. Aunque el plan haya sido instrumento de
gobiernos antidemocráticos, su uso no significaba abdicar de las convicciones democráti-
cas sino aprender de esas experiencias sacando lo mejor de ellas al servicio de otros obje-
tivos.
Es obvio, especialmente si se está pensando en los préstamos ideológicos del
peronismo, que dentro de esta línea de políticas públicas se encontraba el Plan Beveridge
cuyo objetivo principal estribaba en una ocupación plena de los factores productivos en un
Estado de Bienestar que no sólo recuperaba el nivel de demanda sino que además restable-
cía el equilibrio social, dejados tras la crisis y la guerra.4 Beveridge estuvo entre quienes
postulaban enfáticamente sobre la necesidad, y la posibilidad de hacerlo eficazmente, de
políticas distribucionistas que a largo plazo servirían para superar los problemas del ciclo.
Pero por entonces la misma economía de guerra era planificada. ¿Sería factible trans-
ferir los métodos del planeamiento al proceso de reconstrucción para evitar la repetición
de la experiencia de la entreguerras?
Esto fue teóricamente intentado por algunos de los más significativos autores de la
nueva economía para la cual la intervención estatal y la planificación eran instrumentos

2 El Estado norteamericano propició formas planificadoras. Ver por ejemplo NATIONAL RESOURCES
COMITTEE The Future of State Planning, Washington D.C. 1938.
3 MANNHEIM, Karl Libertad y planificación social, Fondo de Cultura Económica, México, 1942, [1ª ed.
en alemán 1935; 1ª ed. en inglés 1940], p. 179.
4 “La ocupación depende del gasto; en cualquier comunidad la ocupación plena y constante requiere que el
gasto total tanto el público como el privado sea siempre de magnitud suficiente para absorber todos los
recursos de la comunidad.” BEVERIDGE, William La ocupación plena, sus requisitos y consecuencias,
Fondo de Cultura, México, 1947, pp. 8-9.

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ANÍBAL JÁUREGUI “La planificación económica...”

obligados de recuperación post-bélica. Así W. Arthur Lewis impulsó una planificación


dentro del capitalismo, como una forma de superar las imperfecciones de la competencia
de mercado. En vista de su evolución reciente, la economía de mercado constituía un
sistema inadecuado por su enorme propensión a la distribución desigual del ingreso, por su
inestabilidad, por los desequilibrios en las paridades monetarias, por su ineficacia para
hacer frente a los cambios necesarios y por su tendencia al derroche.5 “Ya no hay ningún
creyente en el laissez faire –decía– excepto entre las personas que están al borde de la
locura.”6 Diferenciaba dos formas de planificación: compulsiva o inductiva. La primera,
típica de los tiempos de guerra, operaba a través de mecanismos coercitivos como precios
máximos o racionamiento del consumo. Como en ciertas condiciones, o mal ejecutada la
compulsión podía contrariar los objetivos propuestos, consideraba más propicio el méto-
do inductivo, a través del cual el Estado, especialmente a través del gasto público, creaba
las condiciones para que la sociedad por medio de sus propios mecanismos suprimiera la
carencia que se proponía erradicar. Sin embargo, ambos métodos podían ser complemen-
tarios,7 a favor de objetivos de crecimiento económico como de distribución del ingreso.
En síntesis, la propuesta de Lewis residía en una regulación económica, por medio del
presupuesto, que no sólo moderara la brusquedad del ciclo sino que permitiera una distri-
bución progresiva del ingreso.
Una propuesta más radical partió de la escuela sueca de pensamiento económico
cuya heterodoxia era anterior a la Teoría General. Gunnar Myrdal defendía la posibilidad
de una planificación específicamente capitalista, fundada en la generalización de las tran-
sacciones realizadas por sujetos colectivos que habían reemplazado a los consumidores
individuales y a las empresas familiares aisladas. Estos nuevos contratantes estaban cons-
tituidos por vastas organizaciones nacionales y funcionarios públicos, electos y nombra-
dos que celebran acuerdos en los que se refiere a precios, beneficios e ingresos en el marco
de la denominada economía mixta. El Estado no podía dejar que los grupos directamente
interesados regulasen el mercado entre ellos ya que las posibles combinaciones tenían
consecuencias demasiado grandes y demasiado extensas, como para que el Estado se omi-
tiera.
Los factores que inducían a la planificación eran de naturaleza diversa: necesidad de
articular conflictos entre patrones y obreros, resguardar intereses privados con probada
capacidad de presión sobre el sector público,8 solucionar la “cuestión social” que con la

5 LEWIS, W. A. La planeación económica, FCE, México, 1952 [1ª edición en inglés 1949], pp. 14-15.
6 LEWIS, W. A. La planeación…, cit., p. 16.
7 “El principal instrumento de planeación es el presupuesto, pero éste puede necesitar que se le complemente
con la planeación por compulsión, en todo caso en que hay marcado desequilibrio entre la demanda y la
oferta.” LEWIS, W. A. La planeación…, cit., p. 33.
8 “Después de cierto punto, […], la masa de intervenciones estatales diversificadas debe ser coordinada en
estructuras unificadas de las regulaciones estatales dentro de una economía planificada. Se hace cada vez
menos posible sostener que la nuestra es una sociedad de “libertad de empresa” con excepciones para un
número de regulaciones estatales. Las excepciones se han convertido en la regla. Gradualmente ha debido

18
prohistoria 9 - 2005

difusión de la democracia política presionaba a favor de políticas redistributivas,9 enfren-


tar los desórdenes originados por las guerras y la entreguerras que afectaron particular-
mente al mercado internacional de capitales10 y responder a un nuevo tipo de psicología
social resultado de la causación acumulativa de estos fenómenos.11
La planificación económica generaría la integración de las regulaciones del merca-
do, establecidas después de una negociación colectiva compleja, en donde las organiza-
ciones de trabajadores, agricultores, patronos industriales y quizá banqueros y consumido-
res participarán bajo la dirección gubernamental. Esta reformulación de las reglas de juego
–según Myrdal– implicaba que todos los precios de la economía pasaban a ser de hecho
políticos, al ser establecidos por las autoridades en consideración de costos que también lo
eran.12 El gobierno y la administración, encargados de la planificación económica central
y respaldado por un Parlamento con poderes soberanos para legislar, comenzaban a descu-
brir que dirigir las negociaciones y controlar los acuerdos entre las organizaciones de
interés nacional en los sectores corporativos de la sociedad, era tanto o más importante que
legislar o administrar.
Estas consideraciones de Myrdal respecto a la planificación estaban acompañadas
con advertencias bastante razonables sobre las distorsiones consecuentes con su aplica-
ción. Myrdal señalaba tres de estas consecuencias, ciertamente no deseables y que se con-
firmarían en la experiencia argentina: la inflación, la desaparición gradual de incentivos a

comprenderse que la nuestra es una sociedad regulada centralmente, dejando una cierta cantidad de liber-
tad de empresa para moverse dentro de la estructura establecida por los contralores del Estado.” LEWIS, W.
A. La planeación…, cit., pp. 508-509.
9 “…los grupos en desventaja en una sociedad democrática tienen un interés palpable en tener sus decisiones
individuales subordinadas lo más posible a las normas generales establecidas. Ahora bien, cuando la pre-
sión a favor de políticas de distribución generadas por las políticas fiscales y sociales llegan a un límite la
intervención estatal se vuelca hacia la producción […] la presión aumenta respecto a qué puede hacer el
Estado para racionalizar la industria y la agricultura y por consiguiente elevar el volumen total de la pro-
ducción nacional.” LEWIS, W. A La planeación…, cit., p. 513.
10 La crisis de 1931 obligó a la creación de un control de cambios sobre el movimiento del capital. Esta
desestructuración del sistema de pagos del patrón oro obliga a la adopción de políticas nacionales. El tipo
de interés pasó a ser un precio político sumamente importante que los Estados tienden a mantener en un
nivel bajo para asegurar alivianar el peso de la deuda pública y para mantener activa la economía.
11 “…no hay duda de que la planificación económica nacional necesitaba o daba un acicate mediante los
disturbios internacionales, obrando continuamente a su vez como un obstáculo importante para restaurar el
equilibrio internacional en el comercio y en los pagos mediante ajustes automáticos dentro del mecanismo
de precios. La esencia de la planificación económica nacional es en mucho grado la resistencia por parte de
los Estados individuales a aceptar tales regulaciones.”, LEWIS, W. A La planeación…, cit., p. 523.
12 “Todos los precios y salarios y, en realidad, todas las curvas de oferta y demanda, son por consiguiente en
un sentido “políticos” Estamos tan lejos como es posible del mercado perfecto de la teoría liberal económi-
ca. Como el problema de equilibrar el monto de la oferta y de la demanda en toda la comunidad, se va
transformando cada vez más en una cuestión central de la política económica nacional, este tipo de nego-
ciaciones y acuerdos nacionales regulando los ingresos de todos, se convertirá en una base necesaria para
toda la planificación económica restante.” MYRDAL, Gunnar “La tendencia hacia la planificación econó-
mica”, en Hechos e Ideas, núm. 95, febrero 1952, pp. 507-508.

19
ANÍBAL JÁUREGUI “La planificación económica...”

la inversión y a la innovación técnica, y la tendencia de la planificación a transformarse en


autárquica.
Tras esta enumeración de las ideas sobre el plan en el mundo, puede concluirse sin
dificultad que en el contexto de la postguerra mundial había un estado de ánimo fuerte-
mente favorable a la corrección de las fuerzas de mercado por acción estatal, racionalizan-
do en el tiempo medios y objetivos. Aunque estas ideas se pergeñaron y se aplicaron a un
contexto claramente diferente al argentino, operó legitimando procesos endógenos que
tendían a la intervención programada del Estado en pro de la autarquía económica. Fueron
paradójicamente marcos de referencia en un universo dominado por la interdependencia
creciente.

2. La planificación en la Década Infame


Durante la Gran Depresión, el plan apareció en la Argentina como la solución agorera de
males importados, incluso para quienes comulgaban con fe profunda en las leyes del mer-
cado. En este clima, no fue difícil para los gobiernos conservadores utilizar distintos pro-
cedimientos de intervención estatal macro-económica destinados a contener las presiones
depresivas provenientes del exterior. Especialmente este se hizo visible en el su Plan de
Acción Económica de 1933, implementado por el ministro de Hacienda, F. Pinedo quien
buscó autonomizar la política monetaria del influjo exterior al mismo tiempo que financia-
ba y regulaba la producción nacional. Entre las herramientas que se crearon por entonces
se encontraban las famosas Juntas Reguladoras, cuya acción buscaba garantizar cierto
equilibrio aunque no implicaba específicamente una determinación de objetivos cuantifi-
cados.
El frustrado Plan de Reactivación Económica de 1940 –presentado por el mismo
Pinedo con la asistencia de Raúl Prebisch y un grupo de nóveles economistas– presuponía
in nuce metas más ambiciosas de ordenamiento económico de largo plazo para resistir una
guerra que se suponía larga y de efectos recesivos por el cierre de los mercados exteriores
para la producción argentina. Aunque el plan no llegara a aplicarse, algunos de los meca-
nismos previstos, como el crédito industrial, fueron llevados a la práctica poco después.
Si bien la conexión entre la política económica conservadora, específicamente el
Plan Pinedo, y la del peronismo es problemática13 –la antecedencia no implica continui-
dad– la primera sirvió para crear parte del herramental teórico y burocrático puesto en
marcha por la segunda. Con una diferencia fundamental: el eje de la intervención estatal en
la denominada Década Infame apuntaba a la preservación de la estructura productiva, en el
caso del Plan de 1933 y al combate a la recesión en el Plan de 1940, sin modificaciones
centrales de la distribución de ingresos.
Las orientaciones favorables al planeamiento no sólo eran visibles en el oficialismo
político. También en las filas opositoras se advertían esta inclinación favorable al ordena-

13 Véase el conocido artículo LLACH, Juan José “El Pan Pinedo de 1940, su significado histórico y los
orígenes de la economía política del peronismo”, en Desarrollo Económico, núm. 92, enero-marzo, 1984.

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prohistoria 9 - 2005

miento estatal. Desde el radicalismo, la revista Hechos e Ideas también postulaba la nece-
sidad de hilvanar la economía a través de la gestión gubernamental.14 Por su parte, las
fuerzas armadas, cuya influencia política resulta obvio destacar, estuvieron directamente
interesadas en la planificación destinada a quebrar la dependencia armamentista y
siderometalúrgica, una preocupación que derivó en la creación de la Dirección Nacional
de Fabricaciones Militares primero y en el Plan Siderúrgico del general Manuel Savio,
más tarde.

3. La concepción “argentina” de la planificación


La prolongación de la guerra mundial en los años 1940s. y la extensión de los escenarios
mundiales comprometidos en ella creaba la sensación de que el tránsito a un nuevo orden
podría estar pleno de acechanzas para una economía que se presumía aún débil como para
enfrentar a una renacida industria europea. Fueron estas preocupaciones las que originaron
al Consejo Nacional de Postguerra, usina de la primera generación de política económica
del gobierno peronista, en el que se gestó la convicción compartida de que la intervención
y planeamiento estatal no debían ser pasajeros de la pesadilla bélica sino mecanismos
rutinarios de la acción gubernamental.
La planificación fue pensada en 1946 para continuar el ciclo de crecimiento iniciado
en la última etapa de la guerra, aislando al país de las presiones depresivas y quebrando las
consecuencias negativas del ciclo capitalista. La planificación peronista se diferenciaba de
las experiencias previas ya que dejaba de ser una respuesta a condiciones externas excep-
cionales para encarnar una nueva modalidad, en donde lo público avanzaba sobre lo priva-
do.15 Se ambicionaba también garantizar la armonía social al posibilitar la coincidencia
entre los intereses colectivos y los individuales. La planificación llevaba a un terreno prác-
tico de la política ejecutiva, la moral no individualista que permeaba al justicialismo. El
plan era una manifestación de la acción colectiva para superar los límites de la capacidad
individual, que en este caso se arropaba con la figura del político, y alcanzar así los fines
de la comunidad cualquiera fuera su ejecutor.
Los beneficios económicos de la planificación se harían sentir de dos maneras: de un
lado, el gasto público fortalecería materialmente al Estado que pasaba a ser el articulador
y orientador de la vida nacional; por otra, este gasto público y la coordinación de las

14 La revista Hechos e Ideas, perteneciente por entonces al ala renovadora del radicalismo, publicó un artículo
del belga Henry de Man en el que le otorga la planificación un carácter particular definido, a diferencia de
un programa por la voluntad de ejecución que su concepción entraña. “El programa bosqueja deseos. El
plan precisa una voluntad […] El plan dice: nosotros queremos hacer tal cosa en un plazo determinado. Es
un compromiso preciso [...] El plan es una línea divisoria establecida en nuestro programa, con miras a una
realización inmediata.” DE MAN, Henry “¿Qué es un Plan?”, en Hechos e Ideas, núm. 39, noviembre
1940, p. 486.
15 BERROTARÁN, Patricia “La planificación en la época peronista (1946-1949)”, en AGUSTINHO, María
A. (coord.) IX Encuentro de Cátedras de Ciencias Sociales y Humanísticas para las Ciencias Económicas
(Mar de Plata junio 2002), E. Suárez, Mar del Plata, 2002, p. 436.

21
ANÍBAL JÁUREGUI “La planificación económica...”

actividades privadas previstas por este Estado consolidado permitiría el pleno empleo de
los factores productivos. El círculo virtuoso se completaba con el minucioso equilibrio
entre oferta y demanda, que amén de satisfacer necesidades de consumo y empleo evitaba
las oscilaciones cíclicas. Esto facilitaría el acceso de la población a todo aquello que cons-
tituía sus consumos necesarios. La justicia y la racionalidad se daban de la mano en un
sistema perfecto de equivalencias:
“No habrá exceso ni escasez porque la producción no será mayor ni
menor que lo que exijan las necesidades del consumo [...] El Pueblo
no carecerá de nada porque no se producirá al azar –como antes– sino
que la producción servirá razonablemente a las necesidades reales del
consumo.”16
En contrapartida, y en beneficio del orden colectivo, los ciudadanos debían adecuarse
a los objetivos propuestos por el gobernante: el industrial, el agricultor, el obrero, el con-
sumidor, el funcionario público y el propio Estado.17
El planeamiento era un signo indiscutible de aquellos tiempos. Aún en los países
capitalistas –dice un funcionario oficial refiriéndose a los países centrales– existen planes
pero no son iguales a los argentinos ya que allí los planes son hechos por capitalistas para
favorecerse.18 La planificación argentina no significaba la absorción de todas las activida-
des por parte del Estado ni la libre competencia del capitalismo liberal, que generaba la
explotación del trabajador.19 El Estado debía hacerse cargo de orientar de una manera
taxativa a la actividad privada:
“Hay que racionalizar y decir: ‘Aquí se debe sembrar tal cosa, que dá
el ciento por ciento y no otra cosa que dá el tres por ciento y hace que

16 PRESIDENCIA DE LA NACIÓN Manual práctico del Segundo Plan Quinquenal, Subsecretaría de Infor-
maciones, Buenos Aires, 1953, pp. 25-26.
17 Ver PRESIDENCIA DE LA NACION Puntos de vista del Gobierno y Estado Nacional para iniciar, de
inmediato, la ejecución del “Plan de Acción sobre el equilibrio de la economía nacional”, Secretaría de
Prensa y Difusión, Buenos Aires, 1954.
18 “…aún en los países que se jactan de ser ultraindividualistas y partidarios del laissez faire, de la inacción
vigilante o del estado gendarme existen asimismo regulaciones, limitaciones e intervenciones de todo tipo.
Claro está que no cuentan con planes como los nuestros […] porque los planes los hacen los capitalistas,
para determinarla orientación y el alcance de sus actividades, prescindiendo de las necesidades de los
trabajadores.” Conferencia del Administrador General de Obras Sanitarias, Ing. Hamlet D’AGNILLO, 12/
03/1953 en Ministerio de Obras Públicas, Difusión del 2° Plan Quinquenal, Buenos Aires, 1953, pp. 26-27.
19 “Desaparece con el sistema de planificación argentina el grave peligro de absorción progresiva de todas las
actividades por parte del Estado y el no menos grave de la coerción estatal […] Tampoco se cae en los
extremos de la economía liberal capitalista que tras el escudo de la libre competencia, oculta la despiadada
explotación de la comunidad en provecho exclusivo del capital manejado por minorías.” Carpeta del Mi-
nisterio de Asuntos Técnicos. Presidencia de la Nación, AGN, Caja 639.

22
prohistoria 9 - 2005

se esté perdiendo el noventa y siete por ciento del trabajo del agricul-
tor’.”20
El aprovechamiento de los recursos y de la capacidad productiva estaba en sintonía
con la necesidad de sostener el equilibrio del sector externo que debía ser garantizado
además por una adecuada política internacional. Se aspiraba a modificar las relaciones
económicas internacionales a través de la igualación de las relaciones entre los países, sin
considerar las diferencias de los productos exportados (materias primas y manufacturas)
ni diferencias de poderío económico relativo.21 Una nueva forma de negociación interna-
cional permitiría alcanzar dichos objetivos, a través de convenios que tuvieran “...cláusu-
las adecuadas al mantenimiento de los términos del intercambio, a fin de que los planes de
producción de los países signatarios puedan ser adaptados según el interés mutuo.”22
En cuanto a las unidades de producción, la planificación en el largo plazo permitiría
modificar en el mediano plazo el concepto imperante en el capitalismo de empresa y de
beneficio empresario. Dentro de la nueva utopía que se presentaba a los argentinos, la
existencia legal de una empresa debía depender no sólo de la observancia de las leyes que
regían el funcionamiento de la sociedad sino del cumplimiento de una función social,
fijada y definida por la autoridad. Lo problemático de esta concepción estriba en que las
condiciones que debía cumplir la empresa para ser reconocida al servicio del bienestar
colectivo podían muchas veces quedar fuera de la objetividad de la ley: producción a
precios inaccesibles, ofrecimiento a los obreros de malas condiciones de trabajo, no brin-
darles una adecuada participación en las ganancias, no significar un progreso técnico y
económico para la colectividad. El apoyo estatal a las empresas privadas estaba condicio-
nado a que estuvieran afinadas con los intereses superiores de la comunidad.23
La nueva empresa adquirió status constitucional al entrar en la reforma de 1949
donde se afirmaba en forma concluyente que la propiedad privada era relativa y estaba

20 PERÓN, Juan Palabras pronunciadas por el exmo. Sr. Presidente de la Nación en la reunión del Consejo
Federal Coordinador de Planes de Gobierno, Subsecretaría de Informaciones, mímeo, Buenos Aires,
1953, p. 5.
21 “…el comercio internacional debe realizarse mediante la aceptación mundial del concepto de paridad entre
los precios de los artículos manufacturados y de materias primas. Este concepto se sustenta en la premisa
peronista de que el nivel de vida del productor de artículos primarios debe ser equiparado con el nivel de
vida del productor de artículos manufacturados, otorgando a ambos igualdad en el acceso a los beneficios
del progreso.” PRESIDENCIA DE LA NACIÓN Segundo Plan Quinquenal, XVIII. G. 6.
22 PRESIDENCIA DE LA NACIÓN Segundo Plan Quinquenal, XVIII. E. 6.
23 Si el Estado pasaba a convertirse en muchos casos en un auxiliar de la empresa privada, “…la protección
que preste el Estado a la actividad productiva no sea indiscriminada, sino, por el contrario, orientada
preferentemente hacia aquellas empresas que mejor se avengan con los superiores intereses económicos,
sociales y políticos de la comunidad”, Borrador del Ministerio de Asuntos Técnicos, AGN, Secretaría
Técnica, Caja 639.

23
ANÍBAL JÁUREGUI “La planificación económica...”

sometida a obligaciones legales y morales.24 La propiedad impersonal y secreta cuyo único


fin es la obtención de lucro dejaba su lugar a la propiedad personal y pública dedicada a la
satisfacción de necesidades.25 El empresario debía aceptar pues la liquidación de su poder
arbitrario dentro de la empresa y someterse al plan proyectado por el Estado e inspirado en
la solidaridad social.26 De aquí que, ya en 1946, el diario oficialista Democracia propicia-
ba una planificación que incluyera una reforma jurídica de la propiedad, en oposición a la
tesis sostenida por la Corte Suprema de Justicia.27 Inscripta en esta lógica, aunque con un
inocultable sentido práctico, se juzgaba que la fijación del precio no podía ser un arbitrio
empresarial. La utilidad estaba limitada por el justo precio, inspirado en consideraciones
religiosas, fruto a su vez de la influencia eclesiástica en la conformación del régimen.28 Por
esta razón no era raro encontrar economistas que, remembrando las opiniones de Myrdal
sobre los precios políticos de que hablábamos más arriba, sostenían que el sistema de
precios debía tener en cuenta tanto a consumidores como a productores en vistas del bien
común.29
Ciertamente estas definiciones entraban en una contradicción no carente de conse-
cuencias prácticas con las manifestaciones explícitas a favor de la propiedad y del recono-
cimiento de las diferencias sociales provenientes del derecho natural. Se reconocía en
otras partes la irrevocable necesidad de existencia de las empresas privadas y las limitacio-
nes a la estatización de la economía (según la palabra oficial sólo se admitiría la creación
de empresas públicas cuando no hubiese capital privado para la explotación de un produc-
to necesario a la comunidad o cuando estuvieran relacionadas con la seguridad nacional).
En cierta medida la planificación peronista parece deudora del keynesianismo. El
modelo de economía planificada y de intervencionismo anticíclico del Estado siempre ha
estado asociado con el autor de la Teoría General… Los argumentos de tipo keynesianos
usados en los considerandos del plan de 1947 pueden ser resumidos en: intervención esta-
tal creciente, redistribución del ingreso (aumentando los componentes sociales del sala-
rio), política bancaria y crediticia más flexible, con baja de la tasa de interés para generar

24 MARTÍNEZ CASAS, Mario “Exigencias jurídicas de la nueva economía”, en Hechos e Ideas, núms. 66-
67, sep.-oct., 1949, p. 41.
25 MARTÍNEZ CASAS, Mario “Exigencias…”, cit., p. 48.
26 “Glosas políticas”, en Hechos e Ideas, núm. 111, junio 1953, p. 101.
27 “Para esto hay que modificar el principio romano del derecho de propiedad sustentado por el Código Civil,
ya que con él no habrá reforma agraria ni solución al problema de la vivienda ni nuevo régimen impositivo,
ni aún al menor intento de planificación. Por eso hemos aplaudido el enjuiciamiento de la Corte Suprema
de Justicia, expresión de un orden jurídico que debe superar, humanizándolo. Pero no basta cambiar los
hombres. Habrá que cambiar la ley.” Democracia 28/09/46, p. 3
28 ZANATTA, Loris Del Estado liberal a la Nación católica, Universidad de Quilmes, Bernal, 1996.
29 “Si se desea restaurar la economía sobre bases sociales no hay duda de que debe establecerse un sistema de
precios que tenga en cuenta los legítimos intereses de productores y consumidores, contribuyendo al bien
común.” LENNA, Carlos “Función del mercado en la economía”, en Horizontes Económicos, núm. 25,
septiembre 1947, p.158.

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prohistoria 9 - 2005

inversión, intensos programas de inversión pública, y énfasis en el pleno empleo.30 Los


ministros, como Ramón Cereijo, solían usar ese tipo de razonamiento para defenderlo.31
Sin embargo, como veremos en el apartado sexto la política peronista no podría encuadrar-
se dentro de los clásicos instrumentos anticíclicos que caracterizan a Keynes.
Tal vez esto se explique porque dentro de una síntesis ecléctica de ideas y prácticas
que Perón supo anudar, los tópicos reformistas se conectaban con otros anticapitalistas, en
los que no faltaba la influencia estalinista. Esto se hizo visible cuando el senador oficialista
Armando Antille en vísperas del lanzamiento del Plan 1947-1951 declaraba en Montevi-
deo que Perón preparaba un plan quinquenal similar al sistema de Stalin, “pero sin comu-
nismo”.32 Aunque Antille fue desmentido, la influencia soviética o de lo que se conocía de
ella, era innegable: el mismo Cereijo –quien representaba una línea menos heterodoxa
dentro del gobierno– exaltó ante el Senado nacional los beneficios que la planificación
soviética había producido a la sociedad.33 Una revista simpatizante moderada del oficialismo,
con una miscelánea de la planificación moscovita, mostraba las ventajas del camino.34
Todavía en 1951, cuando la guerra fría se había exacerbado y el anticomunismo era más
fuerte, un autor oficialista hacía referencia elogiosa a la forma en que Stalin impuso a los
bolcheviques la reconstrucción técnica de la economía nacional, a la que se oponían por
considerarla burguesa. El mismo autor terminaba diciendo que las instituciones republica-
nas y democráticas del Estado argentino habían encorsetado la voluntad del gobierno de
Perón para dar soluciones prácticas y revolucionarias a los problemas argentinos.35 Un
militante sindical peronista también demostraba admiración por la experiencia rusa y la
relacionaba con las condiciones a las que había llevado la herencia deficitaria del zarismo.
Buscaba justificar de esta forma la necesidad de promulgar una ley de participación obrera
en las ganancias empresarias.36

30 VERSACI, A. J. “Influencia del pensamiento keynesiano en la política económica peronista. 1946-1955”,


en Anales de la Asociación Argentina de Economía Política, año 95, t. 4, pp. 977-996.
31 CEREIJO, Ramón “El ordenamiento Económico Financiero en el Plan de Gobierno 1947-1951”, en Hori-
zontes Económicos, núm. 25, septiembre 1947, pp. 21-22.
32 “Un plan y veintisiete proyectos”, en Qué sucedió en siete días 10/10/1946, p. 4.
33 CEREIJO, Ramón “El ordenamiento…”, cit., p. 166.
34 “El Gosplan se reconstruye así. Primero: averigua el potencial humano disponible. Jóvenes o viejos, todos
tienen un lugar en las filas del trabajo. Segundo: averigua la capacidad productora actual de cada unidad de
trabajo y lo que ésta requiere de materias primas y de facilidades de créditos y de transporte para sostener
esa plena capacidad de producción. Tercero: averigua las necesidades de las multitudes de individuos que
fabrican los objetos o prestan los servicios, en cuanto a alimentación…” “Un plan y veintisiete proyectos”,
en Qué sucedió en siete días 10/10/1946, p. 6.
35 BERTOTTO, José Guillermo “La educación en el Plan Perón”, en Hechos e Ideas, núm. 90, septiembre
1951, p. 141. Bertotto pertenecía al grupo de colaboradores de esta revista oficialista.
36 “El comunismo en sí es una gran idea. Pero nosotros, desde el día en que surgimos ante el mundo como
nación, hemos sido campeones de la libertad, de la democracia y de la justicia social […] El comunismo de
los Soviets es revolucionario y violento. El comunismo de los Soviets es el hijo del odio justo de una clase
sumida en la esclavitud más vergonzosa y cruel que tuvo ese pueblo bajo la tiranía de los zares. La ley de

25
ANÍBAL JÁUREGUI “La planificación económica...”

4. El Primer Plan. Propuesta y debate


El Plan 1947-1951 fue instrumentado, siguiendo la preceptiva vista más arriba, por un
sector de la burocracia gubernamental destinado específicamente a elaborar este tipo de
instrumentos. La Secretaría Técnica de la Presidencia a cargo del catalán José Figuerola
será el principal órgano, pero también lo integraban el Consejo Económico y Social y la
Secretaría Política de la Presidencia a cargo de A. Subiría. Las leyes básicas que permitie-
ron su puesta en marcha incluían una amplia variedad de temas: Reforma del Estado,
legislación social, obrera y sindical y medidas de protección económica.37 Comprendía
también un conjunto de obras públicas (cuadros I, II y III) que se aplicaba como un meca-
nismo activador de la demanda interna. Las obras previstas serían financiadas con aquellos
recursos crediticios estatizados mediante la nacionalización del Banco Central y el sistema
bancario.38 La construcción de represas y canales para riego y colonización, obras de ener-
gía eléctrica, puentes y caminos, petróleo y gas serían la “gran [espina] dorsal” del país
desde la cual se establecerían colonias agrícolas, industrias, poblando el dilatado espacio
nacional. En palabras de Perón:
“Desconcentración de industrias, energía barata y transporte econó-
mico mediante la electrificación progresiva de los FFCC […] La regu-
lación de todo el programa se hará desde el plan industrial: será ‘la
boca del embudo’. Será el robinete regulador. Se dará más industriali-
zación cuando llegue la deflación y tendrá tres aspectos: protección de
las industrias existentes, fomento de las nuevas y reemplazo de las que
aconseje el movimiento de importación y exportación.”39

participación en las ganancias ocupará el lugar del decreto del salario vital y móvil cuyas dificultades de
aplicación práctica son muchas.” Para apaciguar las desigualdades sociales es que se impulsaba en el Pri-
mer Plan el proyecto de distribución ganancias presente en la Ley del Accionariado Obrero, el que evitaría
las tensiones revolucionarias vividas en Rusia. GUEVARA JOTAITE, A. El peronismo y la participación
en las ganancias, Buenos Aires, 1946, pp. 25-6.
37 Las leyes presentadas fueron: 1- Creación de cuerpo de abogados del Estado, 2- Organización de los minis-
terios, 3- Régimen municipal para la Capital Federal, 4- Derechos electorales de la mujer, 5- Derechos
electorales para los suboficiales de las fuerzas armadas, 6- Organización de la sanidad pública, 7- Servicios
de salud pública, 8- Bases sobre educación primaria, secundaria y técnica, 9- Reforma universitaria, 10-
Reorganización de la justicia federal, 11- Extensión del fuero de trabajo, 12- Regulación de las funciones
notariales, 13- Creación de la jurisdicción contencioso-administrativa, 14- Organización del servicio exte-
rior de la nación, 15- Bases para la inmigración, colonización y población, 16- Arrendamientos rurales y
aparcería, 17- Accionariado obrero, 18- Seguro social, 19- Fomento de la vivienda, 20- Reorganización de
la dirección nacional de energía, 21- Ley nacional de energía, 22- Pesca y caza marítima, 23- Defensa de la
riqueza forestal, 24- Creación del centro nacional de investigaciones agropecuarias, 25- Fomento de la
industria nacional, 26- Modificación de la ley de aduanas, 27- Bases de creación del cuerpo de aduanas.
38 GIRBAL BLACHA, Noemí “Diagnóstico, legislación financiera y planificación económica (1946-1955)”,
en Revista de Historia del Derecho, núm. 23, 1995, p. 165.
39 Palabras de Perón en “Un Plan y veintisiete proyectos”, en Qué sucedió en siete días 10/10/1946, p. 6.

26
prohistoria 9 - 2005

Se esperaba que las obras de infraestructura generaran las economías externas y pre-
pararan la desconcentración geográfica de la actividad productiva. Los estímulos a la ofer-
ta de bienes industriales locales consistente en la adopción de derechos adicionales de
fomento para las industrias iniciales y las industrias amenazadas por el dumping, cuotas de
importación (para evitar subas de precios y garantizar una parte a la industria nacional),
permisos de importación (para evitar maniobras de monopolio), subsidios para los casos
en que la producción nacional sea pequeña con relación al consumo interno, alentarían el
nivel de actividad en las ramas más amenazadas por la desocupación, aquellas que más
habían crecido durante la guerra.
Semejante batería de enunciados no podían pasar desapercibidos para una opinión
pública y una oposición todavía expectante ¿Cómo fue recibido por ellas el Plan? Algunas
reacciones eran de preverse; conservadores y radicales unionistas adoptaron una rígida
posición crítica frente a lo que consideraban una inaceptable intromisión del Estado en la
órbita privada. Sin embargo otros sectores del campo político opositor acompañaban la
idea de que la economía debía estar organizada para servir a los intereses colectivos. Los
radicales intransigentes eran favorables a la planificación pero centraban sus críticas en la
ausencia de participación parlamentaria en su diseño y ejecución. Los socialistas, por su
parte, defendían una planificación no centrada exclusivamente en el Estado. Al rechazar la
propiedad estatal de los servicios públicos propiciaban el cooperativismo como la fórmula
que permitiría conciliar la necesidad inevitable de reglamentación y de planeamiento con
las libertades individuales.40
Para los comunistas existía una verdadera intencionalidad de aprovecharse del pres-
tigio de la planificación soviética, para generar una copia absolutamente diversa del origi-
nal ya que –como diría Victorio Codovilla:
“Dentro de los marcos del régimen capitalista, es imposible la realiza-
ción de los planes ordenadores de la economía […] [ya que ésta está]
en manos de los grandes terratenientes, de los grandes capitalistas y de
los monopolios nacionales y extranjeros.”41
Fuera de esta objeción básica, se encontrarían elementos positivos en el plan presen-
tado, aunque no dejaban de advertir contra la metodología autoritaria con que fuera lanza-
do.
Alguna prensa no partidaria se mostraba inquieta por la contradicción entre una con-
vocatoria a la discusión y la desautorización de quienes no concordaran con el programa
“...al punto de considerar traidor a la patria a quien no secunde su acción.”42 La prensa

40 CONSTANZA, Walter El Estado y las nacionalizaciones. Socialismo y planificación, La Vanguardia,


Buenos Aires, 1948.
41 La Hora 16/12/1946, p. 1.
42 “Para que se pide colaboración y se ofrece discusión si ya se tiene un juicio inamovible a su respecto al
punto de considerar traidor a la patria a quien no secunde su acción”, en Hoy 2/10/1946, p. 4.

27
ANÍBAL JÁUREGUI “La planificación económica...”

económica, reflejando una opinión difundida en los medios empresarios se manifestaba


escéptica sobre posibilidad de alcanzar objetivos de la magnitud propuesta por la fragili-
dad de los medios que se disponía para alcanzarlos,43 aunque algunos como Carlos A.
Tornquist –que se encolumnaba entre los patrones oficialistas– aprobaban los planes a
condición de que se mantuvieran equilibradas las cuentas públicas.44 El Instituto Alejan-
dro Bunge, por su parte que había contado en sus filas hombres del gobierno como Figuerola,
aunque se manifestara favorablemente a la planificación en general y a este plan en parti-
cular, consideraba puntos débiles del mismo la escasez de mano de obra, maquinaria y
transporte. Por último, la prensa católica recelaba del fortalecimiento de los recursos esta-
tales ya que ellos obrarían en detrimento del poder temporal de la Iglesia.45
A pesar de que existía la idea bastante generalizada de que se imponía ordenar la
economía, parecían no faltar razones que alimentaban la desconfianza hacia los planes por
parte de los opositores. La planificación estaba concebida dentro de un modelo político
que colocaba a los partidos no oficialistas en una posición marginal; además el plan limi-
taba las posibilidades del parlamento de controlar al Poder Ejecutivo Nacional. Ello se
podría observar en los años siguientes y en el silencio al que fueron sometidas las voces
disidentes en 1952, en ocasión de conocerse una nueva y más acabada muestra de la plani-
ficación peronista.

5. El Segundo Plan Quinquenal: evaluación y ajustes de los mecanismos propuestos


Para 1952 el ajuste y la lucha anti-inflacionaria habían pasado a ser los principales propó-
sitos de la agenda económica, dentro del modelo de pleno empleo. El sector externo pre-
sentaba un panorama complejo a partir de la merma vertical del volumen exportado. La
vuelta al campo se impuso como una fórmula inevitable de recuperación de las exporta-
ciones agrarias. El ajuste pasaba también, obviamente, por la reducción del gasto público,
que había animado la actividad económica durante todo la etapa del primer plan.46

43 “¿Será posible –se preguntaba Acción Industrial– realizar tanto, tan bien, en tan poco tiempo? ¿Dispondrá
el país de los elementos humanos, técnicos, financieros, materiales, para llevar a cabo, no ya el total del
plan sino su parte basamental, sin caer en la falta de conexión de las obras públicas realizadas hasta la
fecha.” “El Plan Quinquenal y las industrias”, en Acción Industrial 8/10/1946, p. 7.
44 Si la amplitud del plan quinquenal y una adecuada ejecución del mismo permite esa realización, habremos
llevado a cabo un factor importante de nuestra reconstrucción. La obra social realizada que involucra el
retiro de elevadas sumas de dinero de la circulación no ha tenido su contraparte. Es necesario reajustar la
política financiera de la previsión social para devolver a la actividad económica las enormes sumas que
obligan al Estado a crear cada vez nuevos títulos de deuda pública.[es necesario realizar obra pública,
resolver los problemas de combustibles, aprovechar los ríos, etc.] El BCRA tendrá una misión de responsa-
bilidad extraordinaria para ajustar su conducta a las verdaderas necesidades. Encargando de las funciones
a gente de experiencia. TORNQUIST, Carlos A. “El país frente al plan quinquenal”, en El cronista comer-
cial 1/11/1946, p. 49.
45 El Pueblo 17/11/1946, pp. 1-2.
46 FERRER, Aldo Crisis y alternativa de la política económica argentina, FCE, Buenos Aires, 1977.

28
prohistoria 9 - 2005

El gobierno abrió públicamente en febrero de 1952 una etapa de discusión interna


para el lanzamiento del Segundo Plan Quinquenal, a cuya formulación se invitaba a las
organizaciones sociales, convocatoria de la que se excluyó a los opositores políticos.47
Este anuncio coincidía con las discusiones de precios y salarios entre la Confederación
General del Trabajo y la recientemente formada Confederación General Económica. En
agosto, el Ministerio de Asuntos Técnicos remitió los planes de sus respectivas áreas a
ministerios nacionales y provincias. La redacción del plan desató un debate entre los fun-
cionarios acerca de los resultados del Plan 1947-51 y por ende acerca de las características
del nuevo proyecto. El propio balance oficial reconocía deficiencias en el Primer Plan,
pero las atribuía a la falta de estadísticas y de control de la infraestructura de transportes y
de finanzas, a la acción divisoria de los partidos políticos y a la insuficiente penetración de
la Doctrina Nacional.
Años más tarde Gómez Morales reconocería que el Primer Plan había contenido
errores de estimación que obligaban a que debían incluirse a priori mecanismos de reajus-
tes.48 No se le escapaba que muchas de las medidas propuestas en el plan 1947-51 no
pasaban de ser meros enunciados sin instrumentos adecuados de realización en los plazos
previstos. En ese sentido, en la discusión de 1952, el Ministerio de Transportes hizo obser-
vaciones a los objetivos previstos para el agro, considerando que la distribución de tierras
no podía quedar limitada a un quinquenio. El dato evidente de la disminución del área
sembrada hacía necesario revisar instrumentos y previsiones para el Plan Agrario de ese
año.49
El Segundo Plan50 se lanzó finalmente como un instrumento de largo plazo por lo
que podía exceptuarse del cumplimiento de las economías que proponía el Plan de Ajuste,

47 Las reacciones contrarias al Segundo Plan fueron mucho más contenidas que en 1946. Las posibilidades de
resistencia a las decisiones del Poder Ejecutivo Nacional estaban mucho más limitadas por el éxito alcanza-
do por el gobierno en términos de consenso social, por la fragilidad de la oposición pero también por el
rígido control que se ejercía sobre la prensa. Sólo las voces aisladas de algunos diputados opositores, como
la del radical Oscar Alende, trascendieron en la prensa sin mayor repercusión.
48 GÓMEZ MORALES, Alfredo La política económica del Segundo Plan Quinquenal, citado por
GERCHUNOFF, Pablo y ANTÚNEZ, Damián “De la bonanza peronista a la crisis de desarrollo”, en TO-
RRE, Juan C. (ed.) Los años peronistas. 1943-1955, Sudamericana, Buenos Aires, 2002, p. 182.
49 En Plan Agrario no se “…indican los medios que se pondrán en práctica para pasar de una tendencia
declinante de las áreas sembradas, a un crecimiento considerable de las mismas. Es evidente que para poder
opinar sobre la posibilidad de cumplimiento del plan, es necesario conocer como se han calculado las cifras
que en él se incluyen y saber si se han tenido en cuenta todos los factores que juegan favorable y desfavo-
rablemente, para la obtención de la finalidad mencionada.” Rodolfo Vago, Director Nacional a Víctor
Velasco Director Nacional de Planificación, AGN, Secretaría técnica, Caja 631. Carpeta. consideraciones y
observaciones de los ministerios provincias territorios nacionales y municipalidad de Buenos Aires a los
planes nacionales, X-Acción Agraria.
50 En diciembre de 1952 el gobierno envía el Congreso las leyes que darían vigencia al nuevo plan que debía
regir a partir de principios del año que terminaba. El debate sobre las leyes que darían sanción al plan llevó
varias sesiones luego de los largos discursos de Perón y de Raúl Mendé, ministro de Asuntos Técnicos. El
19 de diciembre se aprobó en Diputados y el 21 en el Senado.

29
ANÍBAL JÁUREGUI “La planificación económica...”

iniciado a comienzos de ese año. Aun así se insistía a lo largo de sus documentos en las
exigencias de austeridad y de autocontrol.
El plan establecía metas de producción para distintas ramas (tabla V) de difícil al-
cance, que podían ser revistas a la baja con el correr del tiempo, como había sugerido
Gómez Morales. La producción de las empresas privadas quedaba implícitamente incluida
en esas metas, controladas y estimuladas a través del gasto público, de la política fiscal y
del crédito. La fijación de metas parece estar determinada por un optimismo voluntarista
que poco se acomodaba con la proclamada aceptación de los principios tecnocráticos de
gestión gubernamental.
Más aun esto se evidencia si consideramos que el plan de 1952, también llamado
Plan Perón, trascendía a la economía. La vida cultural, educativa, deportiva, de salud pú-
blica, emergía destacada en los cinco gruesos volúmenes en los que quedó impreso. Aque-
lla aspiración a planear la mayoría de los aspectos de la vida social se encontraban disemi-
nados en ellos como fruto de la limitación de los espacios autónomos. Aunque los medios
a través de los que se buscaba obtener lo propuesto fueran por demás vagos, el control
estatal se expandía notablemente.

6. La participación empresaria y sindical


La amplitud cuantitativa y cualitativa de las metas se encuadraba dentro de la convocatoria
a las organizaciones sociales. Tal cual se ha presentado en otros países, como en el Bra-
sil,51 la planificación dotaba de sentido práctico a la estructura corporativa que el Estado
aspiraba a consolidar. En cierto sentido, al menos desde la propaganda oficial, la planifica-
ción podría ayudar a poner en marcha la integración de la sociedad en el Estado, constru-
yendo un canal de lo que Halperin denominara la “unanimidad militante”.52 La asociación
entre organizaciones sociales y Estado creaba el punto intermedio entre el estatismo colec-
tivista y el atomismo liberal permitiendo una más armónica integración entre persona,
organizaciones y sociedad. Cuando se lanzó en 1946, el primer plan oficial de gobierno, la
convocatoria a las organizaciones no desempeñó un papel relevante. De todas formas los
planes fueron acompañados –al menos discursivamente– de la creación de órganos de
consulta integrados por funcionarios y representantes del sector privado, como fueron el
Consejo Nacional de Postguerra, el Consejo Económico y Social y la Comisión Económi-
ca Nacional, que debían asesorar al gobierno en cuestiones económicas y presupuestarias:
concretamente en la disminución del gasto público, la eliminación de la inflación y el
cumplimiento general de los objetivos del Plan.

51 Una diversa gama de consejos se constituyeron en el primer período del gobierno varguista (1930-1945).
Sin embargo, en la presidencia de Dutra (1946-1951) como en el segundo gobierno de Vargas (1951-1954),
los consejos estatales seguían incluyendo delegados empresariales que participaron de la redacción de
planes y programas. Si por una parte, la integración colegiada permitía integrar a las organizaciones de la
sociedad civil, esta también se convertía en un mecanismo de fortalecimiento de las corporaciones.
52 HALPERIN DONGHI, Tulio La larga agonía de la Argentina peronista, Ariel, Buenos Aires, p. 27.

30
prohistoria 9 - 2005

En 1952 la convocatoria a las organizaciones sociales adquirió un tono de epopeya.


Se hacía un llamado a todas las instituciones para que remitieran sus inquietudes a la
Presidencia de la Nación para ser estudiados: el resultado, afín con el discurso de la armo-
nía social, sería un “plan de todos y para todos.”53 Siguiendo teóricamente al modelo
corporativista, el Estado planificador auspiciaba oficialmente a las asociaciones patrona-
les pero el derecho de formular institucionalmente sus reclamos presuponía la obligación
de hacer públicas sus operaciones y de quedar sujeto al contralor estatal. En el caso espe-
cífico de los empresarios, las organizaciones deberían velar por “el correcto desenvolvi-
miento de las actividades de sus propios miembros.”54 Supuestamente, este sistema tenía la
ventaja de la transparencia frente a la opacidad que suponía la canalización clandestina de
las negociaciones no institucionales. Pero esta transparencia era asegurada por un sistema
de contralores que empezaba por el Estado y bajaba escalonadamente por intermedio de
las asociaciones de grado decreciente. Además las organizaciones patronales estaban lla-
madas a disciplinar a sus miembros para mejorar los servicios que estos últimos prestaban
a la sociedad buscando, entre otros, la eliminación de los costos superfluos, la racionalización
de los métodos, la sistematización contable y la seguridad laboral. “Ya no se trata –conclu-
ye Gómez Morales en una de las más explícitas manifestaciones a favor de la participación
de las corporaciones en la cosa pública– de cooperar en la ejecución del derecho económi-
co sino de asumir una función activa en el proceso de su creación.”55 Entre lo privado y lo
público no cabía sino una discriminación de grado ya que “…los intereses privados lícitos,
tomados en conjunto, representan el interés general público en su expresión concreta e
histórica.”56
Estas ideas se tradujeron en la creación de cuerpos colegiados ad hoc, en los que
fortalecer los lazos del régimen con el empresariado. En 1952 se creaba la Comisión Na-
cional de Precios y Salarios, con tres representantes de la CGT, tres de la CGE y otros
tanto de los consumidores. En enero de 1953, comenzaban las reuniones de la Comisión

53 “Hago por fin un llamado a todos los argentinos de bien para que apoyen con sus ideas y su esfuerzo
nuestros trabajos actuales de planeamiento a fin de que el Segundo Plan Quinquenal sea el plan de todos y
para todos.” PERÓN, Juan “Segundo Plan Quinquenal” [mensaje radiofónico emitido el 3 de diciembre de
1952], en Hechos e Ideas, núm. 94, enero 1952, pp. 469-472.
54 GÓMEZ MORALES, Alfredo La organización de las fuerzas económicas y la función de gobierno, Mi-
nisterio de Asuntos Económicos, Buenos Aires, 1954, p. 15.
55 “El contralor inmediato por el Estado del conjunto de empresas que deben ejecutar obligaciones de derecho
económico es poco menos que imposible. El único modo de llevarla a cabo en una medida de razonable
eficacia, es crear dimensiones intermedias de contralor que se vayan escalonando desde la empresa hasta el
Estado en progresión creciente de generalidad. Las empresas pueden controlarse por medio de sus Cáma-
ras, Federaciones y Confederaciones. De este modo, la tarea de vigilancia que cumple la autoridad política
se aliviará en parte y al mismo tiempo ganará en eficiencia.” GÓMEZ MORALES, Alfredo La organiza-
ción…, cit., p. 16.
56 GÓMEZ MORALES, Alfredo La organización…, cit., p. 17.

31
ANÍBAL JÁUREGUI “La planificación económica...”

Económica Consultiva en cumplimiento de los objetivos del Segundo Plan Quinquenal, en


la que se sentaban representantes de la CGE.57
La participación de las entidades empresarias en los consejos destinados a diseñar y
monitorear los planes no contenía la disposición de una capacidad de veto efectivo sobre
la línea adoptada al no disponer de una asociación representativa, dotada de capacidad
para la acción autónoma. En verdad, estos ámbitos propiciaban la distribución de créditos
y subsidios para las empresas privadas. Las entidades corporativas empresarias, la CGE
por caso, estaban específicamente contempladas en la asignación de créditos. Puntualmen-
te, el Banco de la Nación debía considerar la opinión de los distintos estamentos de la CGE
para abordar los problemas específicos sectoriales, incluso al nivel local a través de la
articulación y colaboración mutua entre las Gerencias Zonales del Banco y las entidades
de base de la confederación empresaria.58 El Banco de Crédito Industrial, por su parte, a
través de la coordinación con la confederación y las federaciones industriales permitía la
preparación de planes de trabajo, particularmente en la minería. La CGE debía encausar
los requerimientos financieros de sus asociados, particularmente en el interior del país de
acuerdo a los principios descentralizadores propuestos por el plan de gobierno.59
Para los trabajadores, la planificación se constituiría en parte del ritual de adhesión
al Perón y al estado peronista. El 24 de enero de 1947 la Confederación General del Traba-
jo realizó una concentración popular en apoyo al Plan iniciado en ese año. En sus actos
cotidianos, sindicatos y CGT auspiciaban y propagandizaban los planes oficiales.60 Las
declaraciones cegetistas aplaudían dichos instrumentos al evaluarlos como una modifica-
ción esencial del carácter de la sociedad capitalista en la que la acción de trabajar no sería
ahora un acto de sometimiento. Pero siguiendo el tono que imprimió el gobierno a la
convocatoria del Segundo Plan Quinquenal, los dirigentes sindicales debieron dejar senta-
do que este beneficio contenía una contrapartida para los trabajadores. La Confederación
General del Trabajo, cuya secretaría general ejercía José Espejo, formalizó la Proclama de
los Deberes del Trabajador en las que se consignaban como obligaciones del trabajador a
la productividad, la austeridad, la puntualidad, la asistencia, las premisas dominantes de la

57 A pesar de estas ideas desarrolladas por Gómez Morales y que concretan las ya expresadas por Perón en la
década de 1940, la ley 14.295/ 53 es mucho más liberal de lo que la filosofía peronista expresa, seguramen-
te influida por la necesidad de contar con un mayor apoyo empresarial.
58 REVESTIDO, Miguel Las finanzas y la organización económica, s/e, Buenos Aires, 1954, p.13.
59 BRENNAN, James “Industriales y bolicheros: la actividad económica y la alianza populista peronista.
1943-1976”, en Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”, núm.
15, 1° semestre de 1997.
60 En los documentos oficiales de la CGT se utilizaba el sello que decía Los Trabajadores con el II° Plan
Quinquenal. Por otra parte en sindicatos como ATE se utilizaba el lema Cumpla el Plan Económico 1952.
El diario oficialista Democracia editaba una serie de notas bajo el título de El Plan Quinquenal y Nosotros.
En cada número un sindicato era elegido como modelo de compromiso de los trabajadores con los objetivos
nacionales desarrollados desde el gobierno. El caso de los ceramistas, 06/04/1953. Después aparecen los
changadores, 23/04/1953, los encargados de casas de renta, la UOM. Los obreros textiles que se presentan
a la redacción del diario encabezados por Framini, aparecen el 27/02/1953.

32
prohistoria 9 - 2005

economía de la década de 1950. Según esa Proclama, el trabajo cotidiano del obrero ar-
gentino era resignificado al formar parte del programa de gobierno
“Trabajar para el Plan Quinquenal no es trabajar sólo para mejoras
individuales ni para el enriquecimiento de un hombre, ni para servir a
la […] oligarquía es trabajar para todos […] Sin la realización del
Plan Perón todos nuestros derechos quedarían en simples declaracio-
nes teóricas […] Los obreros por su parte han de responder frente a
este nuevo estado de cosas, comprendiendo que un esfuerzo más para
trabajar y producir no será en beneficio del patrón sino en beneficio de
un plan, que en última instancia persigue el bien de todos y falta tam-
bién que los patronos contribuyan a esta obra, fijando límites justos a
sus ganancias.” 61
La última parte de la declaración citada se inscribía en la puja con las organizaciones
patronales, cuya relación con el régimen había estado condicionada por la orientación del
Estado a favor de los trabajadores y sus demandas en la etapa de constitución del movi-
miento.62 Aunque las organizaciones obreras manifestaban públicamente su disposición a
colaborar, circulaba bajo cuerda cierto malestar por la presión oficial para ceder en sus
pretensiones salariales y por la demanda de aumentos de productividad.

7. Un balance de los resultados


El análisis de los resultados materiales de los planes peronistas no permite llegar rápida-
mente a conclusiones definitivas, en primer lugar por la complejidad y variedad de objeti-
vos que se aspiraba a alcanzar, especialmente para los objetivos no mensurados o muy
genéricos. Para el caso del Plan 1947-1951 se advierte –y esto fue reconocido oficialmen-
te– una sobre-estimación de los datos. Si analizamos el cuadro V, se verá que los gastos
presupuestos en el plan, para los que no había ingresos fijados, fueron sub-ejecutados en
un porcentaje variable. La determinación de ese porcentaje se hace más dificultosa porque
no siempre las denominaciones de la ley que derivó en el Plan de 1947 fueron mantenidas
en el agregado de datos de las Memorias de la Contaduría, por ejemplo en Agua y Energía
Eléctrica.
En cuanto a los resultados dentro de actividades productivas, se evidencia una signi-
ficativa desviación respecto a los objetivos propuestos según se observa en el cuadro VII.
Pero la desviación es errática. Mientras que en algunas industrias como las generadoras de
insumos los resultados fueron muy menores a los calculados, en otras como las actividades
con un amplio mercado local fueron mayores. En lo que respecta al Segundo Plan, la

61 Nota de la CGT al Presidente Perón, nov. 1947, AGN, Asuntos técnicos, Caja 499. Carpeta “Declaración de
los deberes del trabajador”.
62 Hemos analizado esto en JÁUREGUI, Aníbal P. “Los industriales ante el surgimiento del peronismo”,
Cuadernos de Historia Regional, UNLU, núms. 20-21, 1999.

33
ANÍBAL JÁUREGUI “La planificación económica...”

comparación entre proyectado y concretado resulta más problemática por la obvia razón
de que el régimen peronista había caído en 1955, por lo que las conclusiones sólo pueden
ser muy poco concluyentes. No obstante aquí también se observan profundas divergencias
entre las metas planteadas y los resultados efectivamente alcanzados.
Para el período comprendido entre 1952 y 1955 se tiene la impresión de que el ajuste
incluido en el Segundo Plan tuvo un resultado razonable. La inflación se redujo a niveles
tolerables, a través de la utilización de controles de precios y salarios. El salario real que
caía en picada desde 1949 tuvo una firme recuperación entre 1952 y 1955. El gasto públi-
co fue asignado en mayor proporción a inversiones reproductivas que a gasto social. La
balanza comercial externa fue positiva en 1953 y 1954, aunque negativa en 1955, fruto de
una caída de importaciones y una importante suba de exportaciones.
El aspecto específico de crecimiento económico tuvo una resultante menos satisfac-
toria. Los objetivos eran tan ambiciosos que más bien parecían ensayos de optimismo. La
economía en su conjunto creció aunque con valores más bajos de los que se preveían,
algunos de los cuáles hemos consignado en la cuadro V. La industria en su conjunto creció
por encima del 20% entre 1952 y 1955. Las diferencias entre los valores efectivamente
alcanzados por el desarrollo productivo y aquellos previstos por los planes oficiales no
sólo encuentran su justificación en el forzado optimismo de los planificadores guberna-
mentales. El cuadro VIII muestra algunas desviaciones sorprendentes en la producción de
arrabio -96.3 % y acero -79.2%, al tiempo que la producción de automóviles y tractores
muestra también diferencias categóricas, aunque partiendo de valores bajos.
Creemos que estas divergencias pueden explicarse por una variedad de causas. En
primer lugar las insuficiencias propias de la estructura económica, e incluso de la dotación
natural de recursos hacían muy difícil lograr alcanzar las cifras esperadas. En segundo
lugar podríamos incluir un inconveniente de tipo conceptual. A pesar de las
fundamentaciones de tipo keynesianas analizadas en el apartado 3, la política económica
predominante en el período cubierto por el plan, funcionó en la práctica como un factor
procíclico cuyo objetivo explícito era apuntalar la política de ingresos del gobierno. Un
tipo particular de heterodoxia monetaria y crediticia que dominaba en el gobierno, conce-
bía una relación muy estrecha entre economía monetaria y economía real en las que se
invertía el papel otorgado al dinero en la teoría neoclásica como reflejo pasivo del nivel de
la actividad económica. Según ésta, la expansión monetaria inducía un aumento de la acti-
vidad productiva que era superior a la suba de precios.63 Pero esta aplicación desaprensiva
de la heterodoxia económica afectó la capacidad de actuar en el mediano y largo plazo,
impidiendo una respuesta más adecuada cuando la fase bajista del ciclo se hiciera presen-
te. Esto fatalmente sucedió a partir de 1949 y obligó a un giro de la política económica que
fue desarrollándose en el trienio 1949-1952 y que privilegiaba la eficiencia sobre la distri-

63 GERCHUNOFF, Pablo y LLACH, Lucas Los desafíos económicos argentinos, Mercado, Buenos Aires,
1998, p. 27.

34
prohistoria 9 - 2005

bución. Hecho que influyó claramente en la desviación los objetivos previstos en 1946,
dando resultados diferentes a los esperados.
Por último también es necesario considerar las capacidades estatales existentes. Ya
para entonces se veía con mayor claridad la falta de capacitación técnica entre los funcio-
narios públicos y de las empresas estatales, responsables en buena medida de los resulta-
dos macroeconómicos64 y encargados de la planificación y de la ejecución. En los inicios,
estas tareas estaban concentradas en Secretaría Técnica y en menor medida en la Secreta-
ría Política y en el Consejo Económico y Social y presuponían una concentración de la
toma de decisiones. En 1952 este modelo fue modificado en beneficio de un método labe-
ríntico de toma de decisiones que dificultaba la ejecución en gran parte las iniciativas
propuestas. Esto puede concluirse después de la lectura del cuadro VI en el que se refleja
justamente la superposición de tareas y la proliferación de ministerios que debían abocarse
a la resolución de los problemas económicos. Aunque es difícil precisar las modalidades
que operaban para la ejecución de cada objetivo, es fácil presumir que la ausencia de una
autoridad definida incidía negativamente sobre la eficacia. El gabinete ministerial se en-
contraba en su totalidad responsabilizado de su marcha. Cada objetivo planificado no sería
ejecutado aisladamente por una institución (Ministerio o Secretaría) sino que concurrían a
su realización varias oficinas públicas interesadas. Más aún, como en los planes reprodu-
cía el formato federal del país se creaba el Consejo Federal Coordinador de Planes de
Gobierno, integrado con un delegado de la Presidencia de la Nación, uno por cada provin-
cia, uno por el Ministerio del Interior en representación de los territorios nacionales y otro
por la Municipalidad de Buenos Aires, que debía estudiar la evolución de los planes en las
74 zonas económicas en que había sido dividido el país. Es fácil advertir que esta compleja
asignación de funciones hacía más difícil la ejecución de las políticas planificadas y obsta-
culizaban el aislamiento burocrático inevitable en una expansión eficaz de las fronteras
del quehacer estatal.

Palabras finales
Los planes fueron alguna vez definidos como la eliminación del azar en la vida económica
y social. Esta expresión traduce cabalmente la noción de ordenamiento económico que
subyace y que buscaba dotar a la intervención estatal de racionalidad y consistencia en el
mediano y largo plazo. El estado, y no el mercado, pasaba a ser el integrador social por
antonomasia, incumbido entonces de la tarea de colocar a la economía al servicio del
bienestar colectivo. Semejante propuesta contenía un sinfín de problemas de ejecución y
de eficiencia.

64 Se puede poner en consideración el relevante papel desempeñado por los técnicos e ingenieros en el famoso
Plano de Metas del presidente brasileño J. Kubistchek, lanzado después que Perón fuera desalojado de la
presidencia. Véase entre otros LOPES, Lucas Memorias do desenvolvimento: Lucas Lopes, depoimento,
CPDOC/FGV, Río de Janeiro, 1991.

35
ANÍBAL JÁUREGUI “La planificación económica...”

Hemos intentado mostrar que la dirección impresa por el gobierno de Perón a la


política económica estuvo inspirada por este ideal planificador, nacido precisamente en las
áreas del mundo que eran epicentros de la crisis, aunque aquí se la dotó de una impronta
específica a tono con la épica tercerista. El contexto ideológico internacional parecía jus-
tificar en principio la propuesta planificadora peronista reforzada por el efecto de demos-
tración. Los inconvenientes de la planificación fueron sin embargo previstos por aquellos
mismos que le habían dado sustento teórico como G. Myrdal y W. A. Lewis. En efecto,
¿podían la inflación, la pérdida de incentivos a la inversión y a la innovación técnica y la
tendencia a la autarquía gubernamental ser eludidos o al menos reducidos? Esta posibili-
dad dependía de su instrumentación. Justamente, la debilidad que se advierte en el modelo
de planificación del peronismo consistía en la adopción de objetivos vagamente enuncia-
dos con una fuerte tendencia a la magnificación de las posibilidades. Por otra parte la
ejecución de los proyectos estuvo perjudicada por la ausencia de órganos técnicos idóneos
y la escasa definición de las responsabilidades políticas sobre cada uno de los renglones
considerados. Por último ellos también sufrieron las consecuencias de una excesiva varie-
dad, en lo que podríamos denominar la planificación global.
La enorme cantidad de discursos de Perón en referencia a la planificación dan fe de
su interés en el tema y de su convicción acerca de la relevancia que podía tener en la
gestión de gobierno. Colocando al gobierno en el centro de la escena política y retomando
este caudal de inspiración foránea, la planificación del régimen peronista fue más ambicio-
sa que una mera corrección keynesiana; quería ser un “…gran programa de desarrollo
económico de aliento histórico”,65 que apuntalara el proyecto de Perón de construir una
nueva sociedad bajo la guía previsora del Estado.

Buenos Aires, 10 de mayo de 2005

65 VERSACI, A. J. “Influencia del pensamiento…”, cit., p. 984.

36
prohistoria 9 - 2005

CUADROS

Cuadro I: Gastos presupuestados para el período 1947-1951


Concepto Monto asignado

Obras Públicas y Transporte .................... $ 3.710.000.000


Plan Nacional de Energía ......................... $ 2.235.000.000
Salud Pública ........................................... $ 625.000.000
Inmigración y colonización ...................... $ 200.000.000
Producción ............................................... $ 20.000.000
Total ......................................................... $ 6.790.000.000
Fuente: PRESIDENCIA DE LA NACIÓN Ley 12.966. Plan 1947-1951

Cuadro II – Obras Públicas y Transporte


Navegación ............................................... $ 600.000.000
Vialidad .................................................... $ 555.000.000
Ferrocarriles ............................................. $ 800.000.000
Obras Sanitarias ....................................... $ 600.000.000
Edificios Públicos .................................... $ 670.000.000
Elevadores de Granos .............................. $ 50.000.000
Turismo .................................................... $ 65.000.000
Aeropuerto Ezeiza .................................... $ 120.000.000
Total ......................................................... $ 3.460.000.000
Fuente: Ley 12.966. Plan 1947-1951

Cuadro III – Plan Nacional de energía


Petróleo .................................................... $ 620.000.000
Gas ........................................................... $ 271.000.000
Combustibles minerales ........................... $ 163.000.000
Combustibles vegetales ............................ $ 56.000.000
Agua ......................................................... $ 640.000.000
Electricidad .............................................. $ 485.000.000
Total ......................................................... $ 2.235.000.000
Fuente: PRESIDENCIA DE LA NACIÓN Ley 12.966. Plan 1947-1951

37
ANÍBAL JÁUREGUI “La planificación económica...”

Cuadro IV – Casos de ejecución de obras públicas para el período 1947-51


Sector Valor a $ constantes 1947

Ferrocarriles ............................................... 464.127.319


Agua y energíaEléctrica ............................. 564.890.534
Petróleo ...................................................... 412.659.954
Obras sanitarias .......................................... 296.868.364
Vialidad ...................................................... 325.708.071
Fuente: Elaboración propia sobre REPÚBLICA ARGENTINA, Memoria de la Contaduría General
de la Nación, Organismos Descentralizados, Plan de Obras, 1947-1951 y Indice de Precios Mayoristas
(Nivel General) Boletín Estadístico del BCRA

Cuadro V – Crecimiento porcentual esperado de algunas ramas de producción


para el período 1952-1957
Plomo ........................................ 116 Zinc ............................................ 154
Estaño ....................................... 900 Cobre ........................................ 1066
Plata .......................................... 117 Antimonio .................................. 66
Fundición .................................. 100 Acero ......................................... 485
Alcalis ....................................... 154 Prod. Electroquímca ................. 716
Prod. Sintéticos ........................ 1282 Lámparas incandescentes ........... 74
Motores eléctricos ...................... 62 Cales ........................................... 41
Cemento ..................................... 66 Arena y canto rodado ................. 45
Artefactos sanitarios ................... 21 Madera aserrada ......................... 43
Pasta para papel ........................ 657 Papel para diario ....................... 108
Rayón ........................................ 140 Calzado y marroquinería ............ 33
Fuente: PRESIDENCIA DE LA NACIÓN, Segundo Plan Quinquenal. Legislación prevista para
el quinquenio 1953-1957, Buenos Aires, Ministerio de Asuntos Técnicos, 1953.

38
prohistoria 9 - 2005

Cuadro VI - Responsabilidades ministeriales sobre objetivos consignados


en el Segundo Plan Quinquenal de acuerdo a las disposiciones gubernamentales
Tema Ministerios con Ministerios con
responsabilidad principal responsabilidad “concurrente”

Función social de la tierra Agricultura y ganadería Finanzas-Asuntos económicos-


Justicia-Asuntos políticos
Mecanización agraria Agricultura y ganadería Industria y comercio-Trabajo
y previsión-Finanzas
Asistencia técnica en minería Industria y comercio Finanzas-Defensa
Regadío y equilibrio demográfico Industria y comercio Agricultura-Asuntos técnicos-
Industria y comercio
Racionalización de las empresas Asuntos económicos Educación-Agricultura
y Ganadería-Transportes
Fuente: PRESIDENCIA DE LA NACIÓN, 2° Plan Quinquenal. Legislación prevista
para el quinquenio 1953-1957, Buenos Aires, Ministerio de Asuntos Técnicos, 1953.

Cuadro VII - Diferencias entre resultados y metas fijadas en el Plan 1947-1951


En toneladas
Producción prevista Producción real Diferencia porcentual

Hilados de algodón 80.000 91.900 +15


Hilados de lana 30.000 24.000 -20
Hilados de rayón 8.000 8.296 +3.7
Lavado de lana 100.000 41.000 -59
Papel de obra y otros 190.000 140.000 -26
Soda cáustica 40.000 31.200 -22
Acero 315.000 131.500 -58.3
Aluminio manufacturado 1.400 13.000 -830
Fuente: Elaboración en base a PRESIDENCIA DE LA NACIÓN, Plan de Gobierno, 1947-1951,
Bs. As 1946; MINISTERIO DE INDUSTRIA Y COMERCIO, Memoria correspondiente al año 1951,
Bs. As., 1952. y Censos Industriales de 1946 y 1950. Tomado de Belini66

66 BELINI, C. F. “Estado y política industrial durante el primer peronismo, 1946-1955”, en BERROTARÁN,


Patricia; JÁUREGUI, Aníbal y ROUGIER, María Sueños de bienestar en la “Nueva Argentina”, Imago
Mundi, Buenos Aires, 2005.

39
ANÍBAL JÁUREGUI “La planificación económica...”

Cuadro VIII - Diferencias entre resultados y metas en el Plan 1953-1957


En toneladas
Producción Producción Diferencia
planeada para 1957 en 1957 porcentual
Arrabio 640.000 23.700 -96.3
Acero 1.040.000 221.400 -79.2
Automóviles 5.000 u. 15.635 u. +210
Motocicletas 10.000 u. 12.352 u. +23
Tractores 4.000 u. 10.578 u. +164
Cemento 2.500.000 2.300.000 -8
Papel para diarios 50.000 20.000 -60
Cartón y cartulina 125.000 104.000 -16
Lana lavada 65.000 41.000 -37
Hilados y tejidos de algodón 110.000 176.120 +60
Hilados de rayón 18.000 13.549 -25
u.: unidades

Fuente: Elaboración en base a PRESIDENCIA DE LA NACIÓN,


2do. Plan Quinquenal, 1953, tomado de Belini.67

67 BELINI, C. F. “Estado y política industrial…”, cit.

40
L as políticas migratorias del primer peronismo:
la tensión entre los enunciados, los conflictos institucionales
y las prácticas administrativas*

CAROLINA BIERNAT

Resumen Abstract
El artículo analiza la puesta en práctica de las The article analyzes the implementation of the
políticas migratorias del primer peronismo en migratory policies of the first Peron administration,
una excepcional coyuntura de alta oferta y de- in an exceptional historical juncture of high offer
manda de ingreso de extranjeros. Para ello, exa- and demand for foreigners to enter the country.
mina los conflictos institucionales que se desa- In doing so, it examines the institutional conflicts
rrollan en el seno de la administración pública that evolved in the public administration’s inner
por la organización y el control de los aparatos circles for the organization and the control of the
que tendrán el poder de aplicar la legislación governmental bodies that will have the power to
sancionada y, por otro, evalúa la capacidad de execute the passed legislation and, at the same
los órganos de la burocracia estatal para cum- time, it assesses the ability of the public
plir con los lineamientos sugeridos por las di- administration bureaucracy to fulfill the
rectivas legales. Como resultado, prácticas de requirements included in the legislation. As a
admisión complejas, arbitrarias, contradictorias result, very complex admission policies –arbitrary,
y permeadas por la corrupción, darán cuenta del contradictory, and infiltrated by corrupt practices-
distanciamiento operado entre los criterios nor- bring into evidence the distance between the
mativos y los procedimientos institucionales del regulated policies and the institutional procedures
proceso de ejecución de la particular política to the execution process of the unique Argentinean
migratoria argentina durante la segunda posgue- Immigration Policy during the second post-world
rra. war.

Palabras clave Key Words


políticas públicas – peronismo – inmigración – Public Policies – Peronism – Immigration –
demografía Demography

Recibido con pedido de publicación el 26 de noviembre de 2004


Aceptado para su publicación el 20 de febrero de 2005
Carolina Biernat es profesora de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires
(UNCPBA) e Investigadora del CONICET (República Argentina)
cbiernat@yahoo.com

BIERNAT, Carolina “Las políticas migratorias del primer peronismo: la tensión entre los enuncia-
dos, los conflictos institucionales y las prácticas administrativas”, prohistoria, año IX, número 9,
Rosario, Argentina, primavera 2005, pp. 41-66.
* El presente artículo forma parte de un trabajo mayor, mi tesis de Maestría en Historia, defendida en la
Universidad Nacional de Mar del Plata en agosto del corriente año y que lleva por título “La inmigración
durante el primer peronismo: ideas, políticas y prácticas administrativas (1945-1955)”.
CAROLINA BIERNAT “La políticas migratorias...”

L
a Argentina se inscribe dentro del grupo de países que se propusieron abrir las
puertas a la inmigración una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial. La consi-
derable oferta de hombres –desplazados por razones ideológicas, políticas o eco-
nómicas– dispuestos a dejar el escenario donde se desarrolló el conflicto bélico, encuen-
tra eco en las tierras del Plata donde el factor humano es concebido por el gobierno
peronista como un eslabón indispensable para sus planes de crecimiento económico. La
atracción de extranjeros, preferentemente europeos, además de cumplir con su histórico
papel modernizador, es considerada para cubrir el déficit de mano de obra en los ámbitos
de la construcción de obras públicas, los proyectos industriales militares y las actividades
rurales y manufactureras. Por su parte, la elevación del salario real, el incremento del
consumo interno y las restricciones impuestas por Estados Unidos a los aspirantes a in-
gresar a su país, hacen de la Argentina un destino tentador y, a su vez, posible.
A pesar de estas intenciones aperturistas del Estado argentino, la política migratoria
resultante no se parecerá a aquella de “puertas abiertas” vigente desde la segunda mitad
del siglo XIX hasta los años 1920s. de la siguiente centuria. Los prejuicios y temores, los
marcos legales y los instrumentos administrativos restrictivos del período anterior estarán
presentes, de forma inercial o como parte del universo de convicciones, en la elaboración
de las políticas de admisión, en su reglamentación y en su puesta en práctica. Por otro lado,
un Estado en pleno proceso de cambio será el encargado del diseño y la implementación de
estas nuevas políticas. Lejos del modelo liberal del siglo XIX, su horizonte será ahora la
intervención en los fenómenos sociales y económicos a través de ambiciosos planes de
desarrollo. Ambición que entrará rápidamente en conflicto con la falta de consenso para su
elaboración y con la carencia de una máquina administrativa lo suficientemente consolida-
da como para llevar a la práctica estos planes con alguna coherencia.
El presente trabajo, complementario de otros que han analizado los procesos de con-
formación de los enunciados discursivos del gobierno peronista respecto del tema inmi-
gratorio y de elaboración del corpus normativo que sistematizó sus principios, tiene por
objeto el estudio de los conflictos institucionales que se desarrollan en el seno de la admi-
nistración pública por la organización y el control de los aparatos que tendrán el poder de
aplicar la legislación sancionada y, por otro lado, la evaluación de la capacidad de los
órganos de la burocracia estatal de llevar a la práctica las directivas legales. Con ello se
intenta profundizar en el distanciamiento operado entre los criterios normativos y las prác-
ticas institucionales durante el proceso de ejecución de la política migratoria del primer
peronismo y, probablemente, de la mayor parte de las políticas estatales.1

1 Este trabajo podría ser leído en contrapunto con otro en el que he analizado el proceso de formulación y
reglamentación de los enunciados legales de la política inmigratoria del primer peronismo: BIERNAT,
Carolina “Planificación, legislación y convenios internacionales: el Estado argentino frente a la oferta
inmigratoria de la segunda posguerra”, en BERROTARÁN, Patricia; JÁUREGUI, Aníbal y ROUGIER,
Marcelo (eds.) Sueños de bienestar en la nueva Argentina: estado y políticas públicas durante el peronismo,
1946-1955, Imago Mundi, Buenos Aires, 2004.

42
prohistoria 9 - 2005

1. Conflictos institucionales y la búsqueda del consenso


a) Gestión de política inmigratoria entre 1945 y 1947
A fines del año 1945 es nombrado en el cargo de Director de Inmigración Santiago Peralta.
Este antiguo militante radical personalista, simpatizante de las ideas nacionalistas de dere-
cha, nativistas y antiliberales, Doctor en Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos
Aires, especializado como Técnico Antropólogo en la Universidad de Berlín en los prime-
ros años de 1930 y en contacto con el Instituto Ibero-Americano del Tercer Reich desde
1934, se consideraba a sí mismo como un “especialista” en temas etnográficos y sugería
dejar en manos de “verdaderos profesionales” la planificación y control migratorios. Si-
guiendo esta idea, criticó las orientaciones propuestas al Ministerio de Agricultura por el
Primer Congreso de Población, en 1940, dado que a pesar de haber opinado y aconsejado,
no pudo tomar una sola resolución pues no había un sólo “profesional” que pudiera hacer-
lo. Además, según Peralta, al confundirse en las conclusiones del Congreso el concepto de
nacionalidad (político), con el de raza y pueblo (social y antropológico) y al establecer la
igualdad del género humano en lugar de la igualdad de los hombres ante la ley, el Congreso
no pudo proponer una ajustada diferenciación entre “mala” y “buena” inmigración.2
Sus consejos parecen haber sido escuchados ya que en marzo de 1946, un mes des-
pués del triunfo electoral de Perón, se le encarga la organización del Instituto Étnico Na-
cional, dependiente de la Dirección de Inmigración. En el decreto de su creación se esta-
blece “la necesidad de contar con estudios y elementos técnicos que permitan seleccionar
y orientar racionalmente las corrientes inmigratorias, en forma de facilitar la adaptación de
los inmigrantes al medio en que habrán de radicarse y desenvolver sus actividades.”3 Peralta
avanza sobre estas orientaciones generales aclarando sus conceptos sobre inmigración en
las Instrucciones de difusión al Personal. En las mismas define los cambios operados en

2 Algunos datos biográficos de Santiago Peralta pueden hallarse en KLICH, Ignacio “Perón, Braden y el
antisemitismo: opinión pública e imagen internacional”, en Ciclos, año II, vol. 2, núm. 2, Buenos Aires,
1er. semestre de 1992, p. 12. La opinión de Peralta sobre las conclusiones del Congreso Nacional de Pobla-
ción (1940) en PERALTA, Santiago Influencia del pueblo árabe en la Argentina. Apuntes sobre inmigra-
ción, Buenos Aires, 1946, pp. 379-409. Resulta interesante seguir, a su vez, la crítica de José Imbelloni,
titular desde 1939 de las cátedras de Antropología y de Etnografía de la Facultad de Filosofía y Letras de la
Universidad de Buenos Aires y director, desde 1947, del Instituto de Antropología de dicha universidad, a
la falta de preparación disciplinaria de Peralta para desempeñarse como director de Inmigración. Según
este reconocido antropólogo, Peralta había diseñado un plan de inmigración “basado en nubes de humo
teórico, pseudoantropológico, y perentorias afirmaciones sobre razas fuertes y razas flojas [...] y una clasi-
ficación racial binaria.” IMBELLONI, José “La formación racial argentina. Se reanuda la inmigración”, en
Argentina en Marcha, Comisión Nacional de Cooperación Intelectual, Buenos Aires, 1947, t. I, p. 293.
Cabe aclarar que estas críticas se dan en el marco del proceso de construcción de la antropología, al mismo
tiempo como saber de Estado y como disciplina académica. Un análisis de dicho proceso en LAZZARI,
Axel “Antropología en el Estado: el Instituto Étnico Nacional (1946-1955)”, en NEIBURG, Federico y
PLOTKIN, Mariano (comps.) Intelectuales y expertos. La constitución del conocimiento social en la Ar-
gentina, Paidós, Buenos Aires, 2004, pp. 203-229.
3 Decreto nº 9435 del 30/03/1946. Archivo General de la Nación (AGN), Fondo Asuntos Técnicos (AT),
legajo 547.

43
CAROLINA BIERNAT “La políticas migratorias...”

este campo, a partir de la –aplicación de la antropología que considera al hombre “en su


faz pueblo, es decir puramente humana y no nacional y política”–. De allí que los criterios
selectivos deban basarse en las leyes de sangre, más que en la nacionalidad. La “raza
blanca” es preferida a las otras –provenga ésta de Europa o, en los casos que se desee
poblar regiones desérticas o selváticas, de Asia– y, dentro de ella, los grupos “celtas” y
“semitas de origen mediterráneo” (árabes) son considerados como superiores. A su vez,
divide a la inmigración en “buena”, cuando explota la tierra, “mala”, cuando viene a explo-
tar al hombre, e “indeseable”, cuando está constituida por mendigos, ladrones y gente
asociada a la “mala vida”. Por ello aconseja el ingreso de agricultores –en especial si están
acompañados de su familia– y obreros especializados, descartando a comerciantes, indus-
triales, técnicos, abogados, médicos e ingenieros, salvo en casos de “utilidad pública”. En
este último punto, a pesar de sus preferencias, Peralta no puede ignorar los planes de
desarrollo industrial y científico impulsados por el gobierno peronista y la consecuente
necesidad de éste de propiciar el ingreso de “sabios y pequeños sabios”.4
La consecuencia de la aplicación de estos conceptos –confusos y hasta a veces con-
tradictorios entre sí, que no sólo revelan la debilidad intelectual del personaje sino también
la necesidad de conservar sus alianzas políticas en el seno del Consejo de Defensa Nacio-
nal, único organismo del gobierno que lo respalda, al menos en los primeros tiempos de su
gestión– es una práctica discriminatoria con respecto a ciertos grupos étnicos y religiosos,
a aquellas personas que presentan defectos físicos (incluidas las que poseen pie plano) y a
los extranjeros procedentes de ámbitos urbanos, escenarios de todas las “deformaciones
morales y físicas” (ladrones, mal vivientes, explotadores, mujeres estériles). Conviene
destacar, sin embargo, que las directivas de Peralta no son uniformemente acatadas por el
cuerpo consular, encargado de visar la documentación de los aspirantes a emigrar y gestio-
nar ante las autoridades migratorias los permisos de ingreso, dando lugar a numerosos
casos de excepción. Dichas contradicciones son expresadas por el Director de Inmigración
en reiteradas notas al Director de lo Contencioso Administrativo del Ministerio de Rela-
ciones Exteriores, en las que denuncia el otorgamiento de visas a elementos “inasimilables”
e “indeseables”, a lisiados de guerra y a enfermos.5

4 PERALTA, Santiago Conceptos sobre Inmigración. Instrucciones de difusión al Personal, Dirección de


Migraciones, Buenos Aires, 1946, pp. 3, 5, 7 y 9. Ignacio Klich nos sugiere que, si bien la predilección de
Peralta hacia el pueblo árabe podría estar reforzada por sus contactos con dicha comunidad en la Argentina
–su libro sobre este grupo fue financiado por inmigrantes sirios de la ciudad de Jabrut– esta preferencia se
construye sólo como alternativa a la inmigración celta y en el único caso de profesar la religión católica y
dedicarse a tareas rurales. Por otro lado, la extendida imagen del primer peronismo como pro-árabe puede
matizarse si se piensa en el elevado índice de árabes ortodoxos y musulmanes rechazados en ese período.
KLICH, Ignacio “The Chimera of Palestinian Resettlement in Argentina in the Early Aftermath of the first
Arab-Israeli War and Other Similary Fantastic Notions”, en The Americas, núm. 1, 1996, pp. 15-44.
5 Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto (AMRECIyC), Fondo
Dirección Contencioso Administrativo (CA), Migraciones, Colonización y Turismo (MCT), Legajos 1299/
46, 4522/46, 4588/46, 67025/46.

44
prohistoria 9 - 2005

Si hasta los primeros meses del año 1946 la oposición de otras líneas internas dentro
del Poder Ejecutivo a la política seguida por Peralta no tienen carácter público, circunscri-
biéndose al ámbito de las prácticas administrativas o a comentarios informales, el Proyec-
to de Ley de Bases para solucionar los problemas de inmigración y colonización en el
marco del Plan de Gobierno 1947-1951 –surgido, a su vez, de la negociación entre funcio-
narios de los ministerios del Interior y de Relaciones Exteriores, más reticentes a la aper-
tura de las puertas a la inmigración por temor a la competencia que ésta pudiera ejercer a
la oferta de mano de obra local, y funcionarios del Ministerio de Trabajo y Previsión y del
Instituto Argentino de Promoción e Intercambio (IAPI) en estrecha colaboración con el
Banco Central, de una clara posición “aperturista”– las pone en evidencia.6 En dicho Pro-
yecto se subordina el tema inmigratorio al Plan de Industrialización definiendo, sin embar-
go, en su artículo primero un criterio amplio de selección profesional que incluye activida-
des agrícolas, ganaderas y artesanales como así también a obreros y técnicos. Si bien estos
criterios han sido calificados de “económico-urbanos” y opuestos a los “étnicos-rurales”
sustentados por la Dirección de Inmigración, no parecen alejarse demasiado de los pro-
puestos por Peralta, ni prescinden totalmente, aunque de forma velada, de criterios de
selección étnica sujetos a la condición de asimilación del inmigrante. En este sentido, el
artículo tercero del Proyecto de Ley de Bases establece que “en ningún caso la inmigración
será restringida ni prohibida por razones de origen ni de credos de ninguna especie, pero
será preferida aquella que por su procedencia, usos y costumbres e idioma sea la más
fácilmente asimilable a las características étnicas, culturales y espirituales de la Argenti-
na.”7
De todos modos, las implicancias más importantes y polémicas del Proyecto son
aquellas institucionales, en la medida que desplaza a la Dirección de Inmigración del con-
trol casi exclusivo del ingreso de extranjeros. Por un lado, propone delegar a los cónsules
el trámite y la concesión de los permisos de inmigración, facultad que desde el año 1923
era privativa de la Dirección. Por otro, sugiere la creación de nuevos instrumentos –la
Delegación Argentina de Inmigración en Europa (DAIE) y la Comisión de Recepción y
Encauzamiento de Inmigrantes (CREI)– bajo la jurisdicción administrativa del IAPI. Los

6 Fernando Devoto ha sugerido, tomando como base los testimonios de los diplomáticos italianos, la proba-
ble oposición a las ideas raciales de Peralta en el seno del Ministerio de Trabajo y con él de las estructuras
sindicales y del Partido Laborista. En un plano más general, los representantes del gobierno italiano pare-
cen insistir en que, hasta la primera mitad del año 1946, el gobierno de Perón no tenía una decisión tomada
acerca de la política migratoria, sobretodo porque la misma debía enmarcarse en los proyectos más genera-
les de reforma social y en especial de reforma agraria. DEVOTO, Fernando “Inmigrantes, refugiados y
criminales en la ‘vía italiana’ hacia la Argentina en la segunda posguerra”, en Ciclos, Buenos Aires, año 10,
vol. 10, núm. 19, Buenos Aires, 1° semestre de 2000, pp. 161-162.
7 La visión dicotómica de los criterios de selección “étnica” sostenidos por Peralta, contrarios a los criterios
de selección “económica” propuestos por el IAPI, han sido sugeridos por: SENKMAN, Leonardo “Perón y
la entrada de técnicos alemanes y colaboracionistas con los nazis, 1947-1949: un caso de cadena migratoria”,
en Estudios Migratorios Latinoamericanos, año 10, núm. 31, 1995, pp. 675-677. Proyecto de Ley de
Bases para solucionar los problemas de inmigración y colonización, 1946, AGN, AT, legajo 547.

45
CAROLINA BIERNAT “La políticas migratorias...”

proyectos de decreto de constitución de estas instituciones, proponen para la DAIE las


funciones de “convenir, organizar, prever y dar ejecución en Europa a todo lo relacionado
con la inmigración en la Argentina dentro de lo previsto en el proyecto de ley de bases
sobre inmigración y colonización del Plan de Gobierno, conforme a las directivas e ins-
trucciones que le sean impartidas por intermedio del Instituto Argentino de Promoción del
Intercambio” y la facultan “por delegación de las funciones específicas del Ministerio de
Relaciones y Culto y la Dirección General de Migraciones para otorgar la documentación
que estime necesaria para el ingreso al país”; y establecen que la CREI, presidida por la
autoridad principal del IAPI e integrada ex officio por el gerente general del Banco Central
y en carácter consultivo por el director de Migraciones y por representantes de los Minis-
terios de Relaciones Exteriores y Culto y de Agricultura, de las Secretarías de Industria y
Comercio, Trabajo y Previsión y Salud Pública, del Consejo de Defensa Nacional y por
dos delegados (obrero e industrial) nombrados por el Poder Ejecutivo, tendrá a su cargo
todo lo relacionado con la “recepción, encauzamiento, radicación y establecimiento de los
inmigrantes en la República”.8
La respuesta al proyecto no se hace esperar. A mediados de agosto de 1946 se reúne
la comisión de Potencial Humano, órgano de planificación creado dentro del Consejo de
Defensa Nacional, a los efectos de considerar la política inmigratoria a seguir, evaluar su
situación actual y sus repercusiones futuras en la natalidad y en el poblamiento regional.
Dicha comisión está integrada por el Director de Inmigración, por representantes militares
del Consejo de Defensa Nacional, por el director de Culto del Ministerio de Relaciones
Exteriores y por funcionarios de las Direcciones Nacionales de Transporte, Energía, Vialidad
Nacional, del Banco Central y del Consejo Agrario Nacional. En febrero de 1947 la Comi-
sión presenta un memorándum ante el presidente del Consejo de Defensa Nacional –pro-
ducto de un largo debate en el seno de la subcomisión técnica, que opone a quienes apoyan
a Peralta, por un lado, y a los representantes del Banco Central y el Consejo Agrario
Nacional, por otro–, en el que se propone rectificar los decretos del Poder Ejecutivo que
crean la DAIE y la CREI. El memorándum está acompañado por un proyecto de reforma
de dichos decretos, fundamentado en objeciones legales-administrativas y de seguridad
interna. Entre las primeras, se cuestionan las facultades de selección y fiscalización confe-
ridas al IAPI, por ser supuestamente exclusivas de la Dirección de Inmigración; entre las
segundas se sostiene que con la nueva estructura descentralizada para la práctica inmigratoria
–que excluye a la Dirección de Inmigración de las funciones técnicas y administrativas que
le son propias– se corre el riesgo de facilitar el ingreso de inmigración no apta, al diluirse
la fiscalización y las responsabilidades.9

8 Proyecto de los decretos nº 20.707/46 y nº 23.112/46, AGN, AT, legajo 547.


9 “Memorándum del presidente de la comisión de estudio nº6 (Potencial Humano), Pablo Dávila, al presi-
dente del Consejo de Defensa Nacional para proponer rectificación de los decretos 20707/46 y 23112/46”,
Buenos Aires, febrero de 1947, AGN, AT, legajo 547.

46
prohistoria 9 - 2005

Con todo, esta alianza de algunos miembros del Consejo de Defensa Nacional con
Santiago Peralta, a pesar de ser pensada por este último como una estrategia para defender
la autonomía de la Dirección de Inmigración, parece poner de manifiesto la insatisfacción
con la política de Perón de los sectores más tradicionalistas de las Fuerzas Armadas, que
ya se había registrado en 1945.10 En el Plan elaborado por la Subcomisión Técnica de la
Comisión de Potencial Humano se establece que los fundamentales problemas a cargo del
Instituto Étnico Nacional “no deben quedar en manos profanas ni expuestas a los proble-
mas de la política”. Al poseer un criterio inmutable que orientará a la Nación a través de
los siglos, su funcionamiento debe estar vinculado con el de las fuerzas armadas, ya sea
bajo la dependencia del Ministerio de Guerra o de la Secretaría de Defensa Nacional, hasta
tanto se cree el Ministerio de las Fuerzas Armadas o de la Defensa Nacional. Además, esta
repartición debe defender al país de la penetración de “elementos humanos indeseables
tanto en su forma clandestina como en la seudo-legal”, por lo cual se aconseja refundir en
un sólo organismo a las actuales Dirección de Inmigración, Consejo Agrario Nacional e
Instituto Étnico Nacional. Por otro lado, en sus puntos de vista acerca de la política
inmigratoria, el Ministerio de Guerra presenta su propia posición: prohibir la entrada al
país de extranjeros de color, “en particular negros de África y asiáticos de raza amarilla”;
restringir la entrada de los súbditos de aquellas nacionalidades o colectividades que han
demostrado ser “poco asimilables o adaptables” o que acusen “marcada tendencia a esta-
blecerse en las ciudades y vivir del fruto del trabajo ajeno o explotando las necesidades del
prójimo” (hebreos e ingleses); dar preferencia a los inmigrantes de “raza blanca”, que
hablen el castellano, profesen el culto católico, sepan leer y escribir y que han demostrado
históricamente su capacidad de asimilación rápida (italianos y españoles en particular);
fijar cuotas tanto en lo que respecta a la cantidad como a la calidad; orientar la inmigración
a fin de evitar la agrupación en colonias, arraigando en una misma zona pequeños grupos
de inmigrantes de distintos países y que, una vez radicados en ella, les llegue la “acción
rectora y educadora de la escuela y la iglesia” y tomar las medidas necesarias para evitar la
infiltración de elementos comunistas.11
Aunque no es posible probarlo a partir de la documentación de la Secretaría Técnica
de la Presidencia, sería interesante preguntarse hasta qué punto este proyecto relativamen-
te autónomo de las fuerzas armadas conspiró en contra de la posibilidad de una alianza
política fuerte entre Peralta y el Consejo de Defensa Nacional. Tampoco sabemos –dada la

10 Según lo advierte Axel Lazzari la conexión de Peralta con los círculos militares data de los años de
entreguerras. Su tesis doctoral sobre antropometría militar le permitió circular por recintos militares en
calidad de “técnico”, promocionando su saber racista e identificándose con los valores nacionalistas defen-
didos por el ejército. En 1943 apoya la revolución militar y accede, de la mano del general Urdapilleta,
Ministro del Interior de Farrel, a la jefatura del Servicio Étnico del Ministerio de Guerra y, más tarde, a la
Dirección de Migraciones: LAZZARI, Axel “Antropología en el Estado...”, cit., p. 208.
11 “Plan inmigratorio y sugestiones afines preparado por la subcomisión técnica de la Comisión de Estudio nº
6” y “Puntos de vista sustentados por el Ministerio de Guerra con respecto a la política inmigratoria”,
agosto de 1946, AGN, AT, legajo 547.

47
CAROLINA BIERNAT “La políticas migratorias...”

limitada información contenida en los Legajos Personales del Archivo del Ejército Argen-
tino– cuáles eran las líneas internas dentro del Consejo de Defensa y su relación con las
distintas fuerzas del ejército. Lo cierto es que, a pesar de los esfuerzos de estos grupos
disconformes con la intervención del IAPI y del Banco Central en la selección y encauza-
miento del flujo inmigratorio, los decretos de creación de la DAIE y la CREI, sancionados
el 2 y el 17 de diciembre respectivamente, no fueron modificados.
Ante el efectivo recorte de su poder jurisdiccional, Peralta intenta reforzar su posi-
ción frente al cuerpo consular. En mayo de 1947 envía al director de lo Contencioso Admi-
nistrativo del Ministerio de Relaciones Exteriores una nueva ficha de inmigración que
permite seleccionar automáticamente a los extranjeros en su lugar de origen y reemplaza al
formulario de permiso de libre desembarco, otorgado exclusivamente por la Dirección de
Inmigración desde 1938. La misma, debe ser llenada por los cónsules, salvo su tercer
apartado sobre “tipo humano” que será completado por la Dirección de Inmigración, y su
simple acuse de recibo significa el otorgamiento de la visación que habilita al interesado a
ingresar al país. Para llevar a cabo este procedimiento “que se ajusta más exactamente a las
nuevas orientaciones que en materia de inmigración ha planificado el Gobierno de la Na-
ción”, Peralta solicita la “eficaz colaboración del Cuerpo Consular Argentino”.12
No obstante este pedido, la Cancillería –institución que desde el año 1923 competía
jurisdiccionalmente con la Dirección de Inmigración, con un alto grado de conflictividad,
en el proceso de admisión de extranjeros, en tanto visaba la documentación presentada por
los aspirantes a inmigrar– parece no acceder al mismo, dejando a Santiago Peralta casi sin
aliados.13 Así el hombre que logró dividir a la opinión pública, sobretodo después de las
denuncias que la prensa periódica local e internacional realizaron desde principios de 1946,
hasta ser identificado por el imaginario de la oposición como el símbolo de la nueva polí-
tica inmigratoria peronista, concluye sus funciones en julio de 1947. Cabe aclarar, sin
embargo, que el relevamiento de Peralta de su cargo se produce, además, en el marco de un

12 Expediente nº 1761, 1947, AMRECIyC, CA, MCT. En cuanto a la nueva documentación propuesta por
Peralta, se trata en verdad de una ficha antropométrica concebida por él desde hacía tiempo. La misma
incluye preguntas acerca de la religión, región de procedencia y la zona dentro de ella (montaña, llanura,
fluvial, marítima), razones de la emigración, grupo étnico de pertenencia (germano, celta, semítico, eslavo),
defectos físicos y mentales y fecundidad. Ficha incluida al informe de Romero Fiori a Giovanni Fornari,
Incaricato d’ Affari d’ Italia en Buenos Aires, Telespresso n. 2776/721 a la Direzione Generale Affari
Politici, Ministero degli Affari Esteri, 19/7/1946, ASMAE, b. 3, f. 9, p. 89/1.
13 Según lo recuerda Fernando Devoto, en 1923 el gobierno de Alvear reglamenta la Ley de Inmigración de
1876 desdoblando el control inmigratorio en dos lugares: el de origen a través del visado de la documenta-
ción del postulante extranjero en los consulados argentinos y el de arribo a cargo de las autoridades de la
Dirección de Inmigración, dándoles a éstas la facultad definitiva para resolver la admisión. En 1938 un
decreto del Poder Ejecutivo agrega el requisito de un permiso de libre desembarco que debe ser solicitado
por los consulados a la Dirección de Inmigración. La aplicación de ambos procedimientos dará lugar a un
sinnúmero de conflictos entre las dos reparticiones y entre los ministerios a los que estaban subordinadas,
por ocupar espacios de poder. Un estudio del problema en DEVOTO, Fernando “El revés de la trama:
políticas migratorias y prácticas administrativas en la Argentina (1919-1949)”, en Desarrollo Económico,
núm. 162, Buenos Aires, julio-septiembre 2001, pp. 282-292.

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prohistoria 9 - 2005

replanteo de las relaciones de la Argentina con Estados Unidos que parece haber dejado
como condición implícita el blanqueo de la imagen pública internacional del gobierno
argentino, después de la actitud neutral asumida durante la guerra y de las veladas simpa-
tías de Perón por los regímenes totalitarios del Eje. Así la suerte, también, del general
Orlando Peluffo, ministro de Relaciones Exteriores y Culto, del general Juan Filomeno
Velazco, jefe de la Policía Federal y del general Oscar Silva, secretario militar del presi-
dente, todos ellos declarados ultranacionalistas y antijudíos.14
b) Gestión de la política inmigratoria entre 1947 y 1955
La gestión de Peralta parece haber dejado, al menos, dos reflexiones al gobierno peronista.
Por un lado, la acentuada exposición pública de las autoridades encargadas del control
inmigratorio en una coyuntura de fuerte demanda de ingreso de extranjeros, de criterios
apenas delineados para su selección y de escasos medios materiales para llevar a cabo el
trabajo administrativo de admisión. Por otro lado, la dificultad de funcionamiento de la
descentralizada, compleja y hasta a veces poco racional estructura institucional, interviniente
en la organización y toma de decisiones respecto del problema inmigratorio. Heredada del
período de entreguerras y complicada aún más por la creación de nuevas instituciones tales
como la DAIE o la CREI, dicha estructura no sólo enfrenta a los responsables de cada
repartición en el plano de la superposición de tareas y de la competencia de intereses en
juego sino también, como hemos visto, en el plano de criterios más generales defendidos
por los organismos a los que se encuentran subordinadas.
Si para evitar las consecuencias de la alta exposición es nombrado como Director de
Inmigración, sin demasiado éxito, Pablo Diana, figura de bajo perfil procedente del
peronismo de la provincia de Buenos Aires; para desafiar la segunda limitación se recorre,
no con mejor suerte, un largo camino con la intención de organizar un sistema burocrático
más eficiente que pueda responder a los nuevos lineamientos de la política inmigratoria.
La Dirección de Inmigración se convierte en la protagonista principal de la mayor
parte de los cambios. En noviembre de 1947 pasa a depender de la Secretaría de Trabajo y
Previsión –organismo encargado junto con el IAPI y el Banco Central de supervisar la
puesta en marcha del plan industrial del gobierno– con la categoría de Dirección General.
Aunque la explicación de este ascenso de categoría podría encontrarse en la necesidad de
dotarla de una estructura administrativa capaz de dar respuesta a los proyectos oficiales de
incorporar cuatro millones de extranjeros en el quinquenio 1947-1951, en las memorias
del año 1947 de dicha repartición parece justificarse, en términos bastante confusos, por la
exigencia de una mayor autonomía de decisión de la Dirección. En palabras del propio
director de Inmigración:

14 Las acusaciones a Peralta en la prensa local en Mundo Israelita, 29/06/1946; La Hora, 21/06/1946 y 2 y
11/02/1947; El Pueblo, 2/02/1947 y Clarín 18/08/1947. Un análisis de los esfuerzos de Perón por mejorar
su propia imagen internacional y la de la Argentina en KLICH, Ignacio “Perón, Braden y el antisemitis-
mo...”, cit., pp. 10-13.

49
CAROLINA BIERNAT “La políticas migratorias...”

“…la Repartición en todas las épocas, sin ser una dependencia


autárquica, mantuvo una autonomía casi propia, si bien con una co-
nexión directa con el departamento del cual dependía. En virtud de las
circunstancias del momento esa conexión es más directa con la Presi-
dencia de la Nación, Secretaría de Trabajo y Previsión y Ministerio de
Relaciones Exteriores, por así exigirlo la solución de problemas dife-
rentes. Esta situación colocó a la Repartición en un plano, sino de
absoluta independencia sí obligada a desligarse de la subordinación
directa de la Dirección de Previsión Social, como revistaba”.15
Esta autonomía es legitimada por la autopercepción de la importancia e
imprescindibilidad de las tareas a realizar por quien se considera a sí misma la “rama de
Estado custodia de la población del país”. Entre las funciones que le son propias reconoce
la selección de extranjeros dentro de los parámetros del plan de Gobierno, el rechazo de
elementos “indeseables” que puedan resultar peligrosos para el orden interno o de enfer-
mos que puedan constituir una carga para el Estado o instituciones de beneficencia y la
búsqueda de la mejor inmigración (jóvenes y “de trabajo”, técnicos, obreros especializa-
dos, hombres de ciencia, industriales). En su esfuerzo por recalcar el rol que le cabe en la
admisión de extranjeros, parece querer diferenciarse de los otros organismos que también
participan en el proceso de selección y encauzamiento de la inmigración y cuyas atribucio-
nes habían sido legalizadas por un decreto de mayo de 1947. El mismo facultaba a la
Dirección General de Migraciones a autorizar el ingreso de extranjeros –cualesquiera fue-
ra el grado de parentesco con personas residentes en la República, el tiempo de permanen-
cia de las mismas y el lugar en el que se inicien los trámites–, a la CREI a acreditar a
entidades o empresas a actuar en la tramitación de inmigrantes de llamada y al cuerpo
consular a hacer exención del derecho consular a todos los inmigrantes beneficiados, di-
rectos o regulares y de llamada y de técnicos especialistas, artesanos, obreros con oficio y
colonos, cualquiera fuera su nacionalidad, que hayan llenado los trámites ante la Delega-
ción Argentina o autoridades consulares, “con prescindencia de la intervención o no que
hubiere tenido la Dirección de Migraciones.”16
La superposición de atribuciones será especialmente conflictiva con el cuerpo con-
sular, sobretodo después de octubre de 1948 cuando el Poder Ejecutivo prohibe, en el
marco de su alineación con los fundamentos de la Guerra Fría norteamericanos, el otorga-
miento de visas a candidatos “nacidos en países eslavos y satélites inmediatos de la URSS
o que hayan residido en ellos hasta una época relativamente cercana”, así como a “aquellos
que seguían residiendo en los mismos.” La razón fundamental esgrimida por el gobierno
es que estos grupos constituyen un peligro para sus connacionales ya radicados en el país,

15 Memoria de la Dirección General de Inmigración, Secretaría de Trabajo y Previsión, año 1947, p. 10. El
mencionado decreto del Poder Ejecutivo es el número 34.728 del 6/11/1947, AGN, AT, legajo 547.
16 Memoria de la Dirección General de Migraciones, año 1947, cit., p. 6 y decreto nº 14.882 del 29/05/1947,
AGN, AT, legajo 547.

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prohistoria 9 - 2005

desde el punto de vista ideológico, político y social. De este modo, queda prohibida la
extensión de visas a los naturales de Albania, Bulgaria, Checoslovaquia, Yugoslavia, Hun-
gría, Rumania o URSS, siendo exceptuados los eslavos oriundos de Austria, Trieste y
Finlandia, por encontrarse entre ellos, probablemente, técnicos y especialistas en fabrica-
ciones militares de interés para los planes de desarrollo industrial de la gestión peronista.17
La Cancillería encuentra en esta medida una fuente de legitimación a su diferenciación con
la Dirección de Migraciones aplicándola con extremado celo. Su cruzada anticomunista
no se detiene, sin embargo, en la “cortina de hierro”. Los cónsules italianos, por ejemplo,
exigirán a las personas munidas de un permiso de libre desembarco, nativos de esa tierra o
refugiados en ella, un certificado del Partido Demócrata Cristiano o la aprobación de un
“experto que conoce especialmente la región balcánica”, para sellar sus pasaportes.18
En este conflicto por el ejercicio de la última decisión acerca de la desiribilidad y
conveniencia de los postulantes a inmigrar, la Dirección General de Migraciones sostendrá
una postura mucho más laxa, quizás también por el desborde administrativo que implicaba
recibir a tantos extranjeros con una estructura dotada de escasos medios y personal. Nume-
rosas pruebas sobre dicha actitud servirán de argumento a un grupo de cónsules aliados
con miembros del Senado, para iniciar un conjunto de denuncias sobre irregularidades
cometidas por el director de Migraciones. Las acusaciones surgen de la pluma de Alejan-
dro Mathus Hoyos, senador nacional peronista por la provincia de Mendoza, quien en un
largo viaje por Europa recoge las quejas de un conjunto de funcionarios consulares hacia
la gestión de Pablo Diana. A ella se le agregan, también en forma escrita, la del cónsul
general en Viena José R. Virasoro y la del ex-cónsul en Estambul Carlos T. Brunel,
cesanteado a su vez en noviembre de 1948 como resultado de denuncias realizadas en
Beirut por el mal desempeño de sus funciones, su oposición al gobierno peronista y su
trato discriminativo hacia los árabes.19
Las “graves irregularidades” cometidas por la Dirección General de Migraciones,
según el criterio de estos funcionarios, se basan en facilitar el ingreso al país de “delin-
cuentes, vagos, enfermos y amorales”, denegando sistemáticamente permisos a personas
“honestas y sanas”. Dichos permisos son concedidos, en muchos casos, a grupos numero-
sos en base a listas presentadas por personas “ajenas a nuestros legítimos intereses”. Por
otro lado, se constatan contradicciones entre algunos informes negativos producidos por
los cónsules respecto de postulantes “indeseables” y la extensión de los permisos respecti-
vos por parte de la Dirección General de Migraciones, al tiempo que se deniegan los favo-

17 Circular Reservada n° 84 A y Circular Ampliatoria n° 6-A, AMRECIyC, División Política, Expediente 21/
1948.
18 Cartas del embajador argentino en Italia, Rafael Ocampo Jiménez, al Ministro de Relaciones Exteriores del
15/05 y 24/08/1948, AMRECIyC, División Política, Italia, Caja 23, Expediente 3, 1948, pp. 15-16 y 28-
29. Sobre las interdicciones a la inmigración eslava en el marco de la Guerra Fría: SENKMAN, Leonardo
“Política internacional e inmigración europea en la Argentina de post-guerra (1945-1948). El caso de los
refugiados”, en Estudios Migratorios Latinoamericanos, año 1, núm. 1, Buenos Aires, 1985, pp. 118-121.
19 AMRECIyC, Fondo Legajos Personales, caja 51.

51
CAROLINA BIERNAT “La políticas migratorias...”

rablemente informados. En el fondo, tal cual las declaraciones del embajador en París
Victorica Roca, el origen del problema se encuentra en que el cuerpo consular no posee el
contralor directo siendo que está “…en mejores condiciones que nadie para comprobar la
idoneidad de las personas y no un señor que no tiene ni una vaga noción de lo que es
Europa ni de la República Argentina”.20
Como consecuencia de estas denuncias Pablo Diana es cesanteado y las autoridades
de la Dirección General de Migraciones sometidas a un sumario administrativo. La Canci-
llería no sacará, sin embargo, demasiado provecho institucional del escándalo. Un decreto
de febrero de 1949 vuelve a concentrar las competencias del control migratorio en la Di-
rección Nacional de Migraciones que pasa a depender de la Secretaría Técnica de la Pre-
sidencia. El nuevo organismo es dotado de autonomía administrativa y financiera y tiene a
su cargo al resto de las instituciones intervinientes en el proceso de selección y encauza-
miento de extranjeros tales como la DAIE, la CREI y el Instituto Étnico Nacional. Entre
las justificaciones de este reordenamiento se encuentra la necesidad de centralizar en una
sola repartición los diversos aspectos que comprenden el procedimiento de admisión, sim-
plificando los trámites y agilizando su desarrollo.21
Un amplio inventario de las funciones de la Dirección Nacional de Migraciones, a
cargo ahora del prestigioso militar Enrique González, incluye el estudio y propiciamiento
de la solución de los problemas relacionados con los movimientos migratorios, la promo-
ción de la correlación entre la población urbana y rural de todo el país, la selección y
encauzamiento de los extranjeros –en especial hacia áreas que se destinen a la coloniza-
ción–, la concertación de tratados bilaterales y plurilaterales de inmigración, la propuesta
de modificaciones a las normas vigentes en materia de inmigración, la prevención y repre-
sión de los ingresados de forma clandestina, el registro de las personas que entren o salgan
del país.22
A pesar de este esfuerzo de reordenamiento y centralización administrativa, los con-
flictos entre la Dirección Nacional de Migraciones y la Cancillería acerca de a quién le
corresponde la última palabra respecto de la calificación de un postulante a inmigrar con-
tinuarán al menos hasta 1951. A través de la circular secreta número 14 del año 1949, el
Ministerio de Relaciones Exteriores prohibe a los cónsules visar pasaportes para el ingreso
permanente, temporario o de turismo a la Argentina, a todo ciudadano perteneciente a la
Unión Soviética o a sus países satélites, de no mediar una expresa orden de dicho Ministe-
rio, aún cuando los recurrentes estén en posesión de documentos en regla. El procedimien-
to seguido es el llenado, por parte de cada cónsul, de una ficha –con datos acerca del
aspecto físico, ideología, religión, profesión comprobada, antecedentes morales y policiales,

20 Resolución nº 560 de la Dirección Nacional de Inmigración y Memorándum del senador Mathus Hoyos al
Director de Migraciones Enrique González, AGN, AT, legajo 547, Sumario Administrativo, Expediente
295.342/49 (en adelante, “Sumario”).
21 Decreto nº 2896 del 4/02/1949, AGN, AT, legajo 547.
22 Decreto nº 10283 del 29/04/1949, AGN, AT, legajo 547.

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prohistoria 9 - 2005

asimilación y conveniencia al país, documentación en posesión y autoridad otorgante, fe-


cha de salida del lugar de origen, países de residencia y actividades desarrolladas– que es
minuciosamente estudiada por personal del Departamento de lo Contencioso Administra-
tivo antes de otorgar la autorización de ingreso. La prohibición será levantada recién a
fines del año 1951 por medio de la circular secreta número 50 que reconoce la competen-
cia directa en el otorgamiento de ingresos permanentes o temporarios de la Dirección
Nacional de Migraciones. A partir de esa fecha, aunque algunos cónsules se nieguen a
visar documentación de libre ingreso, la Cancillería los obligará a hacerlo.23
Un nuevo conflicto institucional involucrará a la Dirección Nacional de Migraciones
a partir de los años 1950s. pero, esta vez, con un organismo dependiente de otro poder del
gobierno federal. Se trata del enfrentamiento con el Poder Judicial iniciado por los recur-
sos de hábeas corpus solicitados por extranjeros que, habiendo ingresado de forma clan-
destina al país y alojados preventivamente en el Hotel de Inmigrantes, intentan ampararse
en los derechos que a los habitantes le otorga la Constitución Nacional para conseguir un
permiso de residencia. La Dirección Nacional de Migraciones defenderá sus atribuciones
de contralor de la inmigración denegando las autorizaciones, aún en los casos en los que
medien resoluciones judiciales favorables. Para ello contará con el apoyo de la Dirección
General de Asuntos Legales del Ministerio de Asuntos Técnicos y del Director del Cuerpo
de Abogados del Estado quienes confirmarán que es a la Dirección de Migraciones a quien
corresponde otorgar permisos de libre desembarco, controlar el ingreso de extranjeros al
país y declarar como de permanencia legal a un infractor, en virtud de que son atribuciones
privativas del Poder Administrador.24
Tal vez una respuesta a este tipo de conflicto, sin descartar la influencia de miembros
de la Cancillería en la toma de esta decisión, sea el nuevo traspaso de la Dirección Nacio-
nal de Migraciones a la esfera del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto en el año
1954. Dicha determinación se toma en el marco de una reestructuración de los ministerios,
con la intención de racionalizar la estructura orgánica del gobierno para poder cumplir con
los objetivos del Segundo Plan Quinquenal. El principio que legitima estos cambios es la
división de las tareas de ejecución, a cargo de los Ministerios, de aquellas de planificación
y concepción de objetivos. En virtud de ello desaparecen Ministerios, como el de Asuntos

23 Cuestionarios de antecedentes enviados por los cónsules en Frankfurt, Bucarest y Budapest entre marzo y
diciembre de 1951, AMRECIyC, CA, MCT, expedientes 178.282-50, 178.236-50 y 178.967-50. Carta del
Cónsul en Berna al Ministro de Relaciones Exteriores y Culto, Jerónimo Remorino, del 17/04/1952.
AMRECIyC, CA, MCT, expediente 178.295-50.
24 Informe del Director General de Asuntos Legales del Ministerio de Asuntos Técnicos al Director General
del Cuerpo de Abogados del Estado, del 28/05/1951; Informe del sub-procurador del Tesoro de la Nación al
Director General de Asuntos Legales del Ministerio de Asuntos Técnicos del 7/07/1952 y Memorándum
del Director General de Asuntos Legales del 4/09/1952, AGN, AT, legajo 548.

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CAROLINA BIERNAT “La políticas migratorias...”

Técnicos del que dependía la Dirección Nacional de Migraciones, responsables de labores


de programación.25

2. Prácticas administrativas: entre la arbitrariedad,


la contradicción y la corrupción
a) Estructura y organización de la Dirección de Migraciones
Las consecuencias de la reactivación del flujo inmigratorio a la Argentina durante la se-
gunda posguerra, producto de la revitalización de la oferta de extranjeros –entre los que se
encuentran junto con trabajadores pertenecientes a grupos étnicos de tradición migratoria
a las tierras del Plata, soldados movilizados originarios de Europa del Este, refugiados por
motivos políticos o religiosos y prófugos– y de la particular política “aperturista” del pri-
mer peronismo, se proyectan dramáticamente sobre las estructuras de las instituciones de
admisión.
El problema más grave parece ser la falta de personal y de dependencias suficientes
como para atender las crecientes demandas de ingreso al país. Un ejemplo de estas limita-
ciones puede verse en que de los 47.000 expedientes ingresados en 1946 en la Dirección
de Inmigración, sólo se despachan 2.000 y si en 1947 logran resolverse 10.000 más, a los
35.000 restantes se le suman 120.000 nuevos. Al desborde de las tareas burocráticas se le
agrega el control efectivo de la entrada al país de extranjeros. Mientras que en los puestos
fronterizos estratégicos la Dirección General de Migraciones cuenta con destacamentos
para realizar la tarea fiscalizadora, en los puertos del sur la misión está a cargo de la
Prefectura General Marítima y en el resto del país de la Gendarmería Nacional. El resulta-
do de esta delegación de funciones hace más vulnerables aún determinados puntos de la
frontera, habilitando a personas cuyos expedientes han sido rechazados o se encuentran
demorados, a ingresar clandestinamente al país.26
El panorama en los consulados no es mucho más alentador. Por un lado, las oficinas
con mayor demanda de pedidos de visado, como la de Roma, no incrementan su personal,
obligando a los potenciales inmigrantes a largas esperas. Por otro, los cambios del mapa
político europeo requieren de la apertura de nuevas representaciones diplomáticas. La
demora del Ministerio de Relaciones Exteriores en tomar la decisión –sea por causas pre-
supuestarias como alega, sea por asumir una actitud expectante ante el confuso escenario
político de la posguerra– impiden la tramitación de la documentación a los extranjeros
residentes en esos puntos sumando, en muchos casos, trabajo a los consulados ya existen-
tes. Ilustrativa de la situación es una carta del Comité Católico Argentino de Asistencia al

25 Decreto 12.204 del 22/07/1954, AGN, AT, legajo 547. Sobre la justificación de la reestructuración de los
ministerios: JUÁREZ, Carlos “La nueva reestructuración de los Ministerios”, en Hechos e Ideas, año XV,
núms. 122-123, Buenos Aires, junio-julio 1954, pp. 27-70.
26 Memoria de la Dirección General de Migraciones, año 1947, cit., pp. 7-9 y declaraciones de Pablo Diana
en “Sumario”, f. 105, pregunta 225, AGN, AT, legajo 547.

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prohistoria 9 - 2005

Inmigrante, dirigida al Ministro de Relaciones Exteriores y Culto y fechada el 20 de agosto


de 1947, que describe el lento otorgamiento de visaciones (diez por día) en el consulado en
Roma, como consecuencia de la falta de personal y la dificultad de los individuos despla-
zados en los territorios de Austria y Alemania de inmigrar a la Argentina, por no contar
dicho país con representaciones diplomáticas en esas tierras. Por su parte, una carta de la
Sociedad Eslovena de Buenos Aires del 6 de mayo de 1948 presenta la imposibilidad de
los refugiados de esa nacionalidad de viajar al consulado argentino en Viena, recientemen-
te instalado, por tener que atravesar por la zona soviética. Por lo tanto piden al Ministerio
que envíe al cónsul a los campos de refugiados como ya lo ha hecho en Italia.27
La falta de personal parece potenciarse con la dudosa idoneidad de los empleados
existentes. En 1947 de los once funcionarios con cargos que implican alguna responsabili-
dad en la Dirección General de Migraciones, salvo el Director y el Sub-director que son
trasladados desde otras secciones de la administración pública, el resto ingresa como per-
sonal de ordenanza y tras avanzar paulatinamente en jerarquía, recibe un último ascenso
importante después de 1945. Como se ha sugerido en otros trabajos, los mecanismos de
reclutamiento parecen haber respondido a lógicas clientelares y parentales y el último
ascenso de la mayor parte de los empleados podría estar vinculado a favores presentados
en el terreno sindical o político, a los que el gobierno peronista solía responder con gene-
rosidad. En todo caso, el perfil de empleado resultante es de poca calificación formal pero
mucha experiencia en la repartición.28
Contrasta con la carencia de medios y de personal de la Dirección General de Migra-
ciones su compleja y heterodoxa organización en la que conviven, al menos hasta 1949,
tres estructuras paralelas pero interdependientes de admisión de extranjeros y otorgamien-
to de radicaciones. En primer lugar la estructura oficial compuesta por un director general,
un sub-director y un secretario general a los que están subordinados por un lado las ofici-
nas encargadas de conceder los permisos de entrada (consulares, de llamada y “especia-
les”) y tramitar la concesión de radicaciones en todo el país y, por otro, los organismos de
control tales como identificaciones (dactilografía, ficheros y registros), contralor de entra-
das (marítima aérea y destacamentos) y división sanidad (inspección médica).29
En segundo lugar la Secretaría Privada del Director, nexo entre la Dirección General
de Migraciones y la División de Informaciones de la Presidencia, encargada ésta última de
llevar adelante los pedidos especiales para el ingreso de personas de interés para el gobier-
no para cumplir con sus proyectos de desarrollo industrial y autarquía bélica. Se trata en

27 Expedientes n° 3.169/47 y 173.062/48, AMRECIyC, CA, MCT.


28 DEVOTO, Fernando “El revés de la trama…”, cit., pp. 297-298. Esta hipótesis es defendida al extremo,
pero con un uso político, por la Comisión Nacional de Investigaciones creada por el gobierno de Aramburu
quien, al presentar los resultados de su indagación confirma que Carlos Mende Brun, nombrado director de
la DNM en 1950, era padre del ministro de Asuntos Técnicos. Ver Documentación, autores y cómplices de
las irregularidades cometidas durante la segunda tiranía, Vicepresidencia de la Nación, Comisión Nacio-
nal de Investigaciones, Buenos Aires, 1956, t. III, p. 660.
29 Memoria de la Dirección General de Migraciones, año 1947, cit., p. 11.

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CAROLINA BIERNAT “La políticas migratorias...”

general de técnicos y científicos, “sabios y pequeños sabios” como se los dio en llamar,
habitantes o nacionales del Tercer Reich y otras naciones sometidas a su influencia, cuya
nacionalidad y documentación y, por lo tanto, eventualmente su identidad, era difícil de
precisar por los vencedores. Entre ellos se encontraban individuos que simplemente vivie-
ron bajo el régimen nazi alemán y sus estados satélites o asociados; partidarios del nazis-
mo y del fascismo en sus diversas expresiones –desde ignotos adherentes o militantes de
esa ideología, pasando por funcionarios de esos regímenes, integrantes de sus fuerzas ar-
madas o científicos y técnicos de la importante industria alemana– y partidarios del Eje
Roma-Berlín acusados y/o condenados por tribunales nacionales europeos y cortes inter-
nacionales, a partir de su condición de colaboracionistas, como criminales con diferente
grado de responsabilidad entre los que se encontraba un número significativo de
colaboracionistas y eventualmente de criminales de guerra. El reclutamiento de estos “ale-
manes útiles” estuvo a cargo de funcionarios o de representantes militares que enviaba
Perón a las tierras europeas con este fin. Las embajadas argentinas en Bélgica, Dinamarca,
Suiza y Holanda y la Delegación Argentina de Inmigración en Europa actuaron también
como agentes de reclutamiento y estaban instruidas para reducir al mínimo las formalida-
des administrativas, a fin de facilitar el ingreso de estos grupos al país. Un sinnúmero de
asociaciones privadas, entre ellas la Cruz Roja Internacional o la Obra San Rafael, depen-
diente de la Iglesia Católica, oficiaban de intermediarias y procuraban a los aspirantes a
dejar el continente europeo documentación y asistencia. Por último, el ingreso a la Argen-
tina de estos “sabios y pequeños sabios” y, junto con ellos, de gran cantidad de inmigrantes
más convencionales de las tierras del depuesto Tercer Reich, se produjo a través de tres
rutas “ilegales” principales, dada la imposibilidad de hacerlo por caminos legales por no
contar con la documentación requerida y, en los primeros años de la posguerra, por la
inexistencia de representaciones diplomáticas argentinas en estos puntos. La primer ruta
pasaba por los Pirineos rumbo a España, para terminar en Sudamérica; la segunda se ini-
ciaba en la frontera germano-danesa y, desde Dinamarca, continuaba en viajes directos
desde puertos escandinavos hacia Sudamérica en barcos oceánicos destinados a esos efec-
tos; la tercera llamada “ruta vaticana”, probablemente la más notoria y efectiva (utilizada
por Adolf Eichmann y Klaus Barbie) se desarrollaba a través de una cadena de claustros
con jalones en varias ciudades europeas hasta llegar a los puertos italianos de embarque
con destino ultramarino.30

30 El ingreso a la Argentina de estos “sabios y pequeños sabios” ha dado lugar, en los últimos años, a numero-
sas investigaciones. Algunos de los trabajos que analizan el contexto, las razones y, en algunos casos, las
formas o vías de ingreso al país de estos distintos tipos de inmigrantes: KLICH, Ignacio “La pericia cientí-
fica alemana en el amanecer del proyecto nuclear argentino y el papel de los inmigrantes judíos”, en Boletín
del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani, núm. 10, Buenos Aires, 2° semestre
de 1994, pp. 61-89 y “Los nazis en la Argentina: revisando algunos mitos” (ensayo bibliográfico), en
Ciclos, año 5, vol. 5, núm. 9, Buenos Aires, 2° semestre de 1995, pp.193-220; SENKMAN, Leonardo
“Perón y la entrada de técnicos alemanes y colaboracionistas con los nazis, 1947-1949. Un caso de cadena
migratoria”, cit.; NEWTON, Ronald El cuarto lado del triángulo. La “amenaza nazi” en la Argentina,
1931-1947, Sudamericana, Buenos Aires, 1995; MEDING, Holger La ruta de los nazis en tiempos de

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prohistoria 9 - 2005

Al frente de la División de Informaciones de la Presidencia se halla Rodolfo Freude


–hijo del hombre de negocios alemán Ludwig Freude, amigo personal de Perón, acusado
por los aliados de colaborar con el Tercer Reich desde Buenos Aires– mientras que el jefe
de la Secretaría Privada del Director es José María Bruhn. Entre ambos, existe una conste-
lación de mediadores enviados por la Presidencia –Luis María Orliac, Dalmiro Ignacio
Amaya, Bernardo Amaya, Eduardo Hartkopp y Luis Roover– y, entre ellos, la figura de
Carlos Fuldner que si bien presta servicios en la División de Informaciones, revista del
presupuesto de Migraciones. La confusa figura de pertenencia administrativa de este últi-
mo le valió ser sometido a las investigaciones del sumario administrativo a la Dirección
General de Migraciones y eximido por su instructor, Ángel Saturnino Taboada, de las
sospechas de haber sido autor de violaciones reglamentarias por probarse el “carácter
estrictamente reservado de sus tareas”.31 Ilustrativo al respecto es el testimonio del Secre-
tario General de la repartición quien asegura que
“Carlos Fulner revistaba como empleado de la Dirección y prestaba
servicios a las órdenes del señor Jefe de División Informaciones de la
Presidencia de la Nación, señor Rodolfo Freude en misiones reserva-
das y confidenciales en materia de entrada al país que consideraban
indispensables para las funciones de gobierno. El señor Fuldner fue
comisionado a Europa, por cuenta oficial del gobierno para buscar
confidencialmente, esa clase de personas, que en la generalidad de los
casos eran sacadas subrepticiamente de Alemania y llegaban al país
con documentación ajena, con conocimiento de la Presidencia de la
Nación y a quienes el señor Jefe de Contralor de Entradas, señor Pe-
dro A. Suárez, personalmente les facilitaba su entrada, impartiendo
instrucciones precisas a los inspectores actuantes, sea en los buques o
en los aviones. Esas personas a veces iban destinadas al Banco Central
y otras según lo manifestara el Director, al los ministerios de Defensa
del país. En síntesis surgía que la misión del señor Fuldner era estric-
tamente confidencial, de la que nunca teníamos noticias concretas y
por orden de la Presidencia de la Nación”32
Por la Secretaría Privada del Director no sólo pasan los pedidos “de Presidencia”,
que cuentan con libros de registro especiales, sino también los trámites preferenciales, que
tienen su origen en solicitudes de legisladores, militares, eclesiásticos, miembros del cuer-

Perón, EMECE, Buenos Aires, 1999; DEVOTO, Fernando “Inmigrantes, refugiados y criminales...”, cit.;
KLICH, Ignacio “La contratación de nazis y colaboracionistas por la Fuerza Aérea Argentina”, en Ciclos,
año 10, vol. 10, núm. 19, Buenos Aires, 1° semestre de 2000, pp. 177-216.
31 “Sumario”, Interrogatorio a Pablo Diana, f. 60, preguntas 81 y 82, Informe de Angel Saturnino Taboada
sobre los resultados del sumario administrativo, f. 423, AGN, AT, legajo 547.
32 “Sumario”, Declaraciones de Héctor Magistrali, f. 135, pregunta 54. AGN, AT legajo 547.

57
CAROLINA BIERNAT “La políticas migratorias...”

po diplomático, funcionarios de jerarquía y amigos personales de Pablo Diana. Estos ex-


pedientes son sometidos únicamente a consideración del Director y entregados a los inte-
resados por la Secretaría Privada.33
Una tercer estructura de admisión está compuesta por un conjunto de asesores confi-
denciales para los casos en los que se presentan dudas acerca de la conveniencia del can-
didato a ingresar al país. Se trata en general de grupos de inmigrantes minoritarios pero
potencialmente peligrosos por su presumible filiación comunista o por la posibilidad de
haber fraguado su identidad religiosa. De allí que los asesores elegidos sean figuras repre-
sentativas de las comunidades extranjeras ya instaladas en el país y reconocidas por la
Presidencia de la Nación o por el Ministerio de Relaciones Exteriores. Tratándose de po-
lacos se consulta a Miroslaw Arciszewski –legado polaco en Buenos Aires entre 1942 y
1946 que pasa a ser, después de que la Argentina establece relaciones diplomáticas con la
República Popular de Polonia, representante del Gobierno Polaco en el Exilio en Londres
y presidente del Comité de Coordinación de Asuntos Inmigratorios Polacos, manteniendo
contactos con el Ministerio de Relaciones Exteriores local–, de rusos a Monseñor
Constantino Isratzoff –jefe de la Iglesia Ortodoxa Rusa en la Argentina durante casi 50
años–, de franceses al Conde Menou –conocido nacionalista y anti-comunista–, de
yugoslavos a Branco Benson –Ministro del Estado Libre de Croacia, embajador del go-
bierno croata ante el Tercer Reich y, una vez en la Argentina, dirigente de la corriente
anticomunista de la colectividad croata–, de ucranianos a Sergio Simonoff –empleado del
Instituto Étnico Nacional–, de belgas a Pierre Daye –acusado de colaborar con las tropas
de ocupación alemanas, enjuiciado y condenado a muerte por el Consejo de Guerra de
Bruselas el 18 de diciembre de 1946 y solicitada su extradición por el gobierno belga–, de
húngaros a un sacerdote que presidía la Comisión de Refugiados de la misma nacionalidad
y de rumanos al señor Guenea –ex embajador rumano en España.34
Si bien esta constelación de asesores parece haber conocido el apogeo de su inter-
vención durante la gestión de Pablo Diana, algunos de ellos, como Branco Benson y
Miroslaw Arciszewski, formaban parte del círculo del anterior director de Migraciones.
Según el representante diplomático del Gobierno Polaco en el Exilio, Peralta lo convoca
en 1945 convencido de que la población argentina, saturada por el aporte italiano y espa-
ñol necesita imperiosamente, como lo ha hecho el pueblo norteamericano, mezclar su san-

33 “Sumario”, Informe de Ángel Saturnino Taboada sobre los resultados del sumario administrativo, pp. 419-
420, Interrogatorio a Pablo Diana, reverso f. 92, pregunta 174, f. 98, pregunta 203, f. 99, pregunta 208 e
Interrogatorio a José María Bruhm, reverso del f. 238, pregunta 11 y pregunta 15, AGN, AT, legajo 547.
34 “Sumario”, Interrogatorio a Pablo Diana, reverso del f. 43 y f. 44 y su reverso, preguntas 6 y 7, interrogato-
rio a Alfredo Tortello, f. 64, pregunta 25, interrogatorio a José María Bruhm, reverso del f. 237 y f. 238
pregunta 7, interrogatorio a Héctor Magistrali, reverso f. 125, pregunta 25 y Nota de Alfredo Tortello
dirigida a Juan Lucero Smidt informando sobre los asesores confidenciales de Pablo Diana, f. 29, AGN, AT,
legajo 547. Datos sobre la vinculación de Branco Benson y Pierre Daye con el nazismo en GUREWICH,
Beatriz y WARZASKI, Paul (comps.) Proyecto Testimonio. Revelaciones de los archivos argentinos sobre
la política oficial en la era nazi-fascista, CES-DAIA, Planeta, Buenos Aires, 1988, pp. 487-488 y 492.

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prohistoria 9 - 2005

gre para formar una gran nación. En esta empresa los eslavos (especialmente los polacos)
y los árabes son considerados como los pueblos óptimos dado su vigor físico y su expe-
riencia en las tareas agrícolas. Ambos se ponen de acuerdo para organizar el ingreso de
importantes grupos de polacos que se encuentran disponibles para emigrar al cono sur del
continente americano. Mientras que los requisitos propuestos por Peralta son la selección
física y moral de los aspirantes, el asentamiento en regiones rurales de los llegados y la
discreción del acuerdo dada la oposición de la opinión pública al ingreso de otros grupos
que no sean de origen latino, Arciszewski propone que a la par de trabajadores rurales, la
Argentina acepte obreros, técnicos y profesionales liberales. De todos modos, hasta me-
diados de 1947 no arribarán a Buenos Aires transportes masivos de polacos, concentrán-
dose la gestión de Arciszewski en la Dirección de Inmigración a la resolución de casos
individuales.35
Estas tres instancias están permeadas, a su vez, por la intervención de asociaciones y
organizaciones de protección al inmigrante, algunas de ellas autorizadas desde los prime-
ros días de la posguerra. Tal el caso de Cáritas Internationalis, Obras San Rafael, la Iglesia
Ortodoxa Rusa, la Organización Israelita Argentina o el Comité Coordinador de la Inmi-
gración Polaca en la Argentina. Cada organismo gestiona ante la Dirección de Migracio-
nes permisos de desembarco, colectivos o individuales, para víctimas de la guerra o perso-
nas desplazadas, contando para ello, en algunos casos, con secretarios que trabajan en las
dependencias de la Dirección misma.36
El complejo panorama descrito, que combina contradictoriamente estructuras oficia-
les carentes de dependencias y empleados con organismos informales abarrotados de per-
sonal y recursos, parece encontrar al menos dos explicaciones. Por un lado, el estado en el
que las instituciones de admisión, vaciadas de facultades y de medios materiales después
de casi quince años de políticas restrictivas, deben hacer frente a la nueva primavera
inmigratoria. Por otro, actores administrativos y organizaciones representantes de intere-

35 Informe de Arciszewski al Ministerio de Relaciones Exteriores del gobierno polaco en Londres de 04/05/
1953, Archiwum Polish Institut and Sikorski Museum, A.11.E-1151, pp. 1-2. Agradezco a Klementyna
Czerniczka el haberme facilitado este documento. La mención de Branco Benson como asesor de Peralta
junto con otras personas de la amistad de dicho director que intervienen en la resolución de tramitación en
“Sumario”, interrogatorio a Pablo Diana, f. 44 y reverso, pregunta 7 e interrogatorio a Héctor Magistrali,
reverso del f. 126, pregunta 20, AGN, AT, legajo 547.
36 Entre los representantes de organizaciones trabajando en la Dirección se encuentra el secretario del Comité
Coordinador de la Inmigración Polaca en la Argentina, Henryk Mauer, quien desde el año 1947 se encarga
de estudiar los listados de aspirantes a inmigrar enviados por las oficinas del Gobierno Polaco en el Exilio,
por representantes militares o por distintas organizaciones internacionales encargadas de los desplazados
por la guerra en Europa, a fin de eliminar a los candidatos dudosos por su filiación política, condición
moral o estado físico. Una vez cumplida su tarea, el Director de Inmigración firma los pedidos para ser
enviados a los consulados argentinos en Europa. Informe de Arciszewski, cit., pp. 5-6 y 9. Algunas mencio-
nes a la gestión de las asociaciones de protección al inmigrante en “Sumario”, Interrogatorio a José María
Brhun, reverso f. 236, pregunta 6; Interrogatorio a Pablo Diana, reverso f. 60 pregunta 84; Interrogatorio a
Alfredo Tortello, f. 77, preguntas 104 y 105; Interrogatorio a Félix Daguerre, reverso f. 152, pregunta 23 e
Interrogatorio a Héctor Magistrali, reverso f. 132, pregunta 45, AGN, AT, legajo 547.

59
CAROLINA BIERNAT “La políticas migratorias...”

ses sectoriales que encuentran en ese vacío un espacio para desarrollar su poder y negociar
beneficios. Del cruce entre ambas realidades resulta una creciente privatización de la ges-
tión del ingreso de extranjeros que lleva, además de a un alejamiento cada vez más eviden-
te entre normas y prácticas administrativas, a la exacerbación de los conflictos institucionales
para dirimir los réditos del control inmigratorio.
b) Mecanismos de admisión
Si el análisis de la estructura de admisión de extranjeros nos permite adelantar algunas
hipótesis acerca de las causas que le dieron origen, el estudio de su funcionamiento nos
aproxima a una visión más dinámica que abre la posibilidad de adentrarnos en la compren-
sión de su lógica. Aunque a simple vista los mecanismos de selección de inmigrantes
pueden parecer contradictorios con las disposiciones legales establecidas y hasta anárqui-
cos respecto del propio entramado institucional en el que se desarrollan, creemos que es en
estos puntos disruptivos en los que adquieren capacidad explicativa en tanto dejan ver las
acciones concretas de los distintos actores intervinientes, movidos por una pluralidad de
intereses. De allí que el desafío del siguiente apartado sea describir el funcionamiento del
sistema de admisión de extranjeros en su intersección entre estructura y actores
institucionales.
En principio se trata de un sistema de procedimientos sencillos, reglados por los
sucesivos decretos de los años 1920s. y 1930s. y heredados por la gestión peronista –un
permiso de libre desembarco otorgado por la Dirección de Migraciones, tres certificados
(de no mendicidad, de salud y de falta de antecedentes policiales), un contrato de trabajo,
comprobantes de los datos de nacimiento y del estado civil, todos ellos legalizados por los
respectivos consulados argentinos en el exterior– que dan lugar, como ya se ha menciona-
do, al desarrollo casi ilimitado de la arbitrariedad de las instituciones actuantes. La posibi-
lidad de acceder al ejercicio de dicha arbitrariedad, fuente de poder y recursos, genera la
multiplicación de carriles burocráticos de concesión de autorizaciones de ingreso al país,
muchos de ellos permeados por prácticas corruptas, y enfrenta a los distintos organismos
encargados de la selección de inmigrantes.
Conforme va ascendiendo la oferta inmigratoria, el sistema de otorgamiento de per-
misos de libre desembarco se complejiza en estructuras y actores. Hacia 1947, año en el
que los ingresos superan en diez veces a aquellos del período bélico, se produce un desdo-
blamiento de circuitos administrativos de admisión dependiendo del origen nacional de
los aspirantes a inmigrar. Tratándose de españoles, italianos y portugueses, de elevado
número pero probada desiribilidad para el país, las solicitudes no pasan por el escritorio
del director y son firmadas directamente por el subdirector o por el secretario, siempre que
reúnan las condiciones generales exigidas.37
Los permisos solicitados por súbditos de otras naciones, por su parte, son destinados
a la Secretaría Privada donde el Director decide personalmente acerca de la conveniencia

37 “Sumario”, Interrogatorio a Pablo Diana, f. 45, pregunta 11, AGN, AT, legajo 547.

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prohistoria 9 - 2005

del ingreso. En la mayoría de los casos ya han pasado por el “visado” del asesor correspon-
diente, quien coloca su inicial sobre la carátula del expediente o da su autorización verbal.
Si, además, se trata de pasajeros con “documentación deficiente”, provenientes en general
del centro de Europa, Alemania o Japón, les es otorgado el permiso si interviene la Divi-
sión Informaciones o alguna persona residente en el país que goce de buen concepto asu-
me la responsabilidad.38
La Secretaría Privada se convierte así en una instancia de coordinación de la volun-
tad del Director, quien decide según sus propios criterios salvo órdenes de la Presidencia,
de los juicios vertidos por los asesores, de las necesidades de la División de Informaciones
y de las solicitudes presentadas por las organizaciones de protección al inmigrante. De la
capacidad de negociación de cada uno de ellos, en constante cambio según la jerarquía de
los pedidos y las utilidades acumuladas tras sucesivas gestiones, depende el carácter de la
resolución de los permisos de libre desembarco, sin tener un peso definitivo las condicio-
nes del postulante a ingresar al país.
En el extremo de estos mecanismos que podríamos llamar mixtos, llevados a cabo
por organismos reconocidos oficialmente pero que no dependen administrativamente de la
Dirección de Migraciones, se encuentran aquellos que remiten a negociaciones particula-
res entre el Director y personas públicas –tales como legisladores, militares, eclesiásticos,
miembros del cuerpo diplomático o funcionarios de jerarquía–, particulares influyentes o
amigos personales.39
Numerosos ejemplos recogidos por las indagaciones de los sumariantes a Pablo Dia-
na dan cuenta de esta desnaturalización pública de la tarea administrativa. Tal el caso de
Federico Amsterdam quien poseía una fábrica de tejidos y en muchas ocasiones concurrió
a la Dirección con el propósito de gestionar la venida al país de técnicos y obreros especia-
lizados para su propia industria y para otras de la misma rama, cobrando por ese servicio
honorarios; o la firma social CIDEC que inició los trámites del permiso de libre ingreso al
país de Ernesto Reiman y señora aún cuando en dicha solicitud no se expresaba la profe-
sión del beneficiario –y tal vez tampoco el origen religioso, fuente de preocupaciones de
los denunciantes del Director de Migraciones–; o las recomendaciones otorgadas por el
Rector del Seminario Mayor de La Plata; o las gestiones del doctor Dubrosky –amigo
personal del Presidente, médico, dueño de un Sanatorio, dirigente de la Delegación de
Asociaciones Israelitas en la Argentina– para conseguir permisos de desembarco,

38 “Sumario”, Interrogatorio a Héctor Magistrali, reverso del f. 125, pregunta 15 y f. 126, pregunta 18; Inte-
rrogatorio a Pablo Diana reverso del f. 44, pregunta 8, f. 45, pregunta 11, f. 53 y su reverso, pregunta 65 y
f. 91, pregunta 167; Interrogatorio a Alfredo Tortello, f. 82, pregunta 137 e interrogatorio a Blamarse
Ramiro Castro, reverso del f. 174, pregunta 5. Según el Director de Immigraciones por “Documentación
deficiente importa suponer que el candidato a ingresar al país no está provisto, o le falta alguno de los
documentos exigidos para que los Cónsules le puedan dar su visación.” Interrogatorio a Pablo Diana,
reverso f. 96, pregunta 191, AGN, AT, legajo 547.
39 “Sumario”, Interrogatorio a José María Bruhm, reverso del f. 238, pregunta 15, AGN, AT, legajo 547.

61
CAROLINA BIERNAT “La políticas migratorias...”

radicaciones definitivas y libertad de pasajeros clandestinos de origen judío; o la firma de


solicitudes por parte del señor Kairuz, político y familiar del Presidente.40
La administración Peralta, por su parte, parece no haber sido ajena a este tipo de
intervenciones. Según las declaraciones de Héctor Magistrali, Secretario General de la
Dirección de Migraciones, a pesar de las reiteradas negativas del Director de resignar a su
autonomía de decisión respecto del otorgamiento de radicaciones, finalmente es obligado
por el Sub-secretario de Trabajo y Previsión a conceder una al señor Dazar Kunhberg
quien había ingresado de forma “clandestina” al país junto con su familia.41
El caso Kunhberg además de ilustrar las interferencias de hombres públicos, ajenos
a la repartición oficialmente facultada en los procedimientos de admisión y otorgamiento
de radicaciones a extranjeros, nos ilustra acerca de la naturalidad con la que son vistos los
ingresos clandestinos y la facilidad con la que se producen. En efecto, muchos postulantes
a inmigrar rechazados por la Dirección de Migraciones y con intenciones de establecerse
en el país, cruzan la frontera terrestre logrando eludir el control de Gendarmería Nacional.
Aquellos que son detenidos tienen la posibilidad de presentar un recurso de hábeas corpus
para que les sea reconocido su derecho de permanencia en territorio argentino en su cali-
dad de habitantes por el sólo hecho de haber ingresado al país, o son liberados por órdenes
de la Presidencia. Finalmente, a pesar de la opinión contraria de algunos funcionarios de la
Dirección de Migraciones, su situación tiende a ser regularizada otorgándoles la radica-
ción definitiva.42
El enmarañado mecanismo de concesión de permisos de libre desembarco se ve
complicado aún más con la intervención del cuerpo consular quien está facultado por el
reglamento de la ley de inmigración del año 1923 a visar la documentación presentada por
los candidatos a emigrar y por el decreto 8.972 del año 1938, a dar una primer opinión
acerca de la desiribilidad del postulante y a otorgar el permiso de entrada, sin la interven-
ción de la Dirección de Migraciones, a turistas, personalidades, nacionales de países limí-
trofes en tránsito o pasajeros en tránsito que presenten un certificado aprobado por el
cónsul del país al que se dirigen. Este doble control, en el lugar de origen y de destino,
alimentará la tensión entre dos organismos tradicionalmente enfrentados. En numerosas
ocasiones los directores de la oficina de Migraciones elevan sus quejas a la Dirección en lo
Contencioso Administrativo del Ministerio de Relaciones Exteriores por considerar que
los cónsules se han extralimitado en sus funciones o han decidido con criterios contrarios

40 “Sumario”, Interrogatorio a Pablo Diana, f. 72 y reverso, preguntas 108 y 110, reverso del f. 88 y f. 89,
pregunta 153, reverso del f. 103, pregunta 214 e Interrogatorio a Héctor Magistrali, f. 128, pregunta 29 y f.
133, pregunta 47, AGN, AT, legajo 547.
41 “Sumario”, Interrogatorio a Héctor Magistrali, fs. reverso del 121, 122 y su reverso, pregunta 10, AGN, AT,
legajo 547.
42 “Sumario”, Carta de Héctor Emilio Magistrali dirigida a Ángel Taboada y Román Sosa Liprandi, junio de
1949, fs. 146-147, AGN, AT, legajo 547 e Informe del cónsul en Santa Cruz de la Sierra al Ministerio de
Relaciones Exteriores acerca del ingreso clandestino de inmigrantes, con permiso de libre ingreso denega-
do, a través del punto fronterizo de Yacuiba, 22/04/1949, AMRECIyC, Dirección Contencioso Administra-
tivo (CA), legajo 176.369, año 1949.

62
prohistoria 9 - 2005

a las normas vigentes. El origen de las acusaciones radica fundamentalmente en la discre-


cional y abusiva aplicación, por parte del cuerpo consular, de las facultades que les son
otorgadas por el decreto del año 1938. Así, la concesión de permisos para turistas o pasa-
jeros en tránsito se convierte en un recurso para respaldar el ingreso de extranjeros que han
sido rechazados por la Dirección de Migraciones por su estado físico, condición moral o
por su origen nacional o religioso.43
Por su parte, los cónsules se quejan de que sus informes acerca de las condiciones de
los candidatos a inmigrar no son tenidos en cuenta por la Dirección de Migraciones al
momento de otorgar los permisos de libre desembarco. Según el testimonio del cónsul
general en Beyrouth, en el año 1948 remitió muchas solicitudes de ingreso con opinión
negativa y en todos los casos recibió de la Dirección de Migraciones un despacho favora-
ble. En cambio para aquellos que informaba debía concedérseles libre entrada la respuesta
era invariablemente negativa, hasta darse el caso de recibir una nota denegando el pedido,
comunicar la resolución al interesado y aparecer éste con otra comunicación, de fecha
posterior, en la que se autorizaba su libre ingreso al país.44
El origen de estas resoluciones contradictorias –generadas por la posibilidad de rei-
terar la presentación de solicitudes denegadas hasta lograr su aprobación definitiva– pare-
ce encontrarse, además de en la tensión entre los organismos intervinientes en la concesión
de permisos de entrada, en el desborde administrativo de la Oficina de Migraciones. Su
mismo Director llega a reconocer que un pedido cursado por un consulado que haya sido
resuelto negativamente, sea porque el interesado no proporciona mayores informes o por-
que el funcionario consular omite su opinión en el pedido o porque ella no es lo suficien-
temente completa, puede ser reconsiderado en virtud de gestiones de los familiares de los
aspirantes que se realicen directamente ante la Dirección General de Migraciones.45
Así todo, de entre estos dos organismos, quien tiene la última palabra respecto del
ingreso de extranjeros es la Dirección de Migraciones y ejerce esa prerrogativa a través del
contralor de entradas y la inspección médica. En esta instancia tampoco se ven reconcilia-
dos el plano de las normas con aquel de las prácticas. En el momento del desembarco no
sólo son burladas las disposiciones referentes a la documentación, que como se ha visto es
aceptada con grandes deficiencias, sino también aquellas que remiten a cuestiones más
evidentes para los funcionarios de la Dirección de Migraciones como los defectos físicos,
el padecimiento de tracoma o la condición de “clandestino”.46

43 Cartas de Santiago Peralta al Director de lo Contencioso Administrativo del Ministerio de Relaciones


Exteriores del 8 y 23/04/1946 y del 19 y 21/11/1946, AMRECIyC, CA, Inmigración Colonización y Turis-
mo (ICT), Legajos 1299, 1496, 4522 y 4588, año 1946; Informe n° 84 de la Dirección de Migraciones al
Director General de Previsión Social de 03/09/1946, AMRECIyC, CA, ICT, Legajo 67025, año 1946, pp.
55-61.
44 “Sumario”, Carta del cónsul Carlos Brunel de 05/05/1949, AGN, AT, Caja 547, f. 27.
45 “Sumario”, Carta de Pablo Diana al Cónsul en Estambul, Carlos Piñeyro, de 1°/10/1948, fs. 393-394,
AGN, AT, legajo 547.
46 “Sumario”, Interrogatorio a Héctor Magistrali, f. 126, pregunta 18 y Consideraciones de la Resolución 560
de la Dirección Nacional de Migraciones, 30/12/1949, AGN, AT, legajo 547.

63
CAROLINA BIERNAT “La políticas migratorias...”

La confusión administrativa y la inobservancia de las disposiciones migratorias ali-


menta la sospecha acerca de la existencia de organizaciones privadas encargadas de facili-
tar la tramitación de permisos de libre desembarco. Según las denuncias del cónsul Carlos
Brunel, dichas organizaciones actúan no solamente en el país sino en toda Europa puesto
que se trata de un negocio que rinde ingentes cantidades de dinero dado el elevado número
de personas que desean dejar el viejo continente. Entre las anomalías que presenta como
pruebas se encuentran la aceptación de solicitudes de libre desembarco sin presencia del
interesado, fichas consulares cuyas impresiones se realizan fuera de la oficina diplomática,
cobro excesivo de derecho de libre desembarco y retenciones de expedientes favorables a
fin de obtener por medios ilícitos sumas de dinero. Del otro lado del Río de la Plata, las
denuncias de Carlos Brunel son ratificadas por testimonios de representantes diplomáticos
y particulares quienes aseguran la existencia de organizaciones que otorgan cédulas de
identidad paraguayas o uruguayas a extranjeros que aspiran ingresar a la Argentina pero le
ha sido denegado el permiso de libre desembarco.47
El año 1949 se convierte en un límite para este sistema de admisión basado en la
superposición de carriles de concesión de autorizaciones de ingreso que dan lugar a la
ilegalidad y a la corrupción en gran escala. Las denuncias surgidas del seno la Cancillería
traerán como consecuencia la separación de su cargo del Director de Migraciones y la
suspensión, a través de resoluciones ministeriales, de muchos de los mecanismos paralelos
de otorgamiento de permisos de libre desembarco. Una de las primeras medidas del nuevo
Director Enrique González es no acceder al pedido de numerosas entidades, comisiones y
compañías para gestionar permisos colectivos o individuales de ingreso de inmigrantes al
país. Las razones que justifican tal decisión son, por un lado, el hecho de que la Dirección
cuenta con oficinas especializadas que perfectamente pueden atender dichos trámites, tan-
to en la capital como en el interior del país, y, por otro que “…cualquier inconveniente que
se planteara entre los Consulados Argentinos y los solicitantes, los primeros están acredi-
tados para tomar resoluciones que el caso requiera.” La única excepción la constituye la
Organización Israelita Argentina, para ese entonces reconocida por el gobierno como
interlocutora de los intereses de la comunidad judía en detrimento de la DAIA, que es
autorizada a presentar hasta 250 solicitudes personales por año. La determinación y sus
restricciones son legitimadas por la búsqueda de un equilibrio entre el principio no
discriminatorio de la política migratoria y la necesidad de procurar la “plenitud del acervo
racial” del país.48
Poco es lo que sabemos de la gestión que siguió a aquella de Pablo Diana. De todos
modos cuesta creer en la desaparición total de prácticas tan arraigadas originadas en un

47 “Sumario”, Memorandum del ex-cónsul Carlos Brunel a Enrique P. González, 5/05/1949, fs. 27-28, AGN,
AT, legajo 547, Informe del embajador argentino en Asunción al Ministerio de Relaciones Exteriores de 30/
11/1948, AMRECIyC, CA, Legajo, 179.779, año 1948 y Carta de Manuel Escalada al Ministro de Relacio-
nes Exteriores de 19/11/1949, AMRECIyC, División Política, Legajo 182.580, año 1949.
48 Resoluciones 60 a 82 de 16/05/1949 y Resolución 304 de 20/09/1949, AGN, AT, legajo 549.

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prohistoria 9 - 2005

sistema heredado de los años de la primera posguerra. El único testimonio del que dispo-
nemos al respecto, es una nota del subsecretario de Relaciones Exteriores al Cónsul Gene-
ral de la República en Génova que advierte de la existencia de un matrimonio italiano
quien, en connivencia con el Cónsul italiano en la ciudad de Rojas (provincia de Buenos
Aires), se dedica a gestionar permisos de ingreso al país recibiendo a cambio de esa ges-
tión 25.000 liras. De todos modos, no parece haber indicios de que las autoridades argen-
tinas estén comprometidas en el ilícito. Lo que sí tiene alguna credibilidad es que, a medi-
da que el flujo de extranjeros comienza a descender hacia los años cincuenta, la lucha por
espacios de poder tiende a desplazarse hacia otras áreas institucionales y la maraña de
organismos intervinientes en el sistema de admisión de inmigrantes comienza a simplificarse.
Por otro lado, la cada vez más evidente inmigración de oriundos de países limítrofes,
desplazará la brecha entre normas y prácticas administrativas del campo de la selección
respecto al de control de las fronteras. Nuevamente, la intención planificadora del Estado
se verá saboteada por el universo de intereses y acciones de las instituciones que lo compo-
nen.49

A modo de conclusión
Desde cualquier perspectiva que se analice la política inmigratoria del primer peronismo,
resulta inevitable ver cuánto tiene de continuidad con aquella del período que la precedió.
El origen de su proceso de construcción debe rastrearse en las primeras décadas del siglo
XX, cuándo un modelo restrictivo de admisión de extranjeros comienza a convivir en
tensión con el de libertad inmigratoria vigente desde los años de la organización nacional.
La contradicción resultante de la convivencia de estos dos paradigmas inmigratorios se
hace evidente no sólo en el plano discursivo sino, también, en la incapacidad de generar un
nuevo orden normativo capaz de responder de forma integral a las pretensiones restrictivas
del Estado dando lugar, con ello, a una exacerbada arbitrariedad de las reparticiones admi-
nistrativas para llevar a la práctica disposiciones tan confusas como discordantes entre sí.
La primavera inmigratoria de la segunda posguerra, profundizará aún más las contra-
dicciones del sistema de admisión de inmigrantes y de los discursos que lo sustentan. En el
campo de las ideas, debates que parecían haber sido resueltos en los últimos años de la
década de 1930 encuentran una nueva justificación. Tal el caso de la conveniencia de abrir
libremente las puertas a la inmigración o de los criterios de selección a adoptar por las
políticas públicas, ambos integrados en una discusión mayor del pensamiento poblacionista
argentino, focalizada en la pregunta acerca de si la dependencia de la oferta de extranjeros
garantiza por sí sola el crecimiento sostenido de la población y, con él, la expansión econó-
mica. Aunque la mayor parte de estas discusiones están vinculadas con temáticas que co-
mienzan a formar parte del campo disciplinar de la demografía, en pleno proceso de
profesionalización y diferenciación de otras ciencias, no excluyen planteos más generales
como por ejemplo aquél de la facultad del Estado de intervenir legítimamente para torcer

49 AMRECIyC, expediente 176.399, año 1949.

65
CAROLINA BIERNAT “La políticas migratorias...”

el rumbo de determinados aspectos de la sociedad y la economía, como puede ser la previ-


sión del crecimiento y la distribución de la población o la asimilación de los extranjeros a
la sociedad nativa. De allí que el debate se extienda tanto a sectores más amplios de la
opinión como a las instituciones y actores que componen al Estado mismo.
El diseño de la política inmigratoria de la segunda posguerra se ve cruzado, también,
por estos interrogantes y contradicciones. Frente a la intención del gobierno de abrir las
puertas a la inmigración, siempre que ésta sea debidamente seleccionada y encauzada, se
oponen tanto la imposibilidad de construir un consenso capaz de formular una nueva ley
de admisión de extranjeros, como el peso de un confuso corpus normativo heredado del
período de entreguerras. Estas dos fuertes limitaciones serán salvadas de forma provisoria
a través de la solución más económica políticamente pero más confusa jurídicamente, la
rectificación de las leyes vigentes y la organización de los aparatos encargados de llevarlas
a la práctica a través de disposiciones administrativas. El efecto resultante, bastante aleja-
do del programado por un Estado que se asume con capacidades para intervenir y contro-
lar un fenómeno social y más cercano a la modalidad vigente desde los años de la entreguerra,
es una estructura legislativa tan heterogénea como confusa y poco pertinente que requiere
de una actualización constante no sólo para cumplir limitadamente con sus objetivos sino,
también, para sostener su legitimidad.
Con todo, el aspecto en el que la política inmigratoria pone más en evidencia la
contradicción entre la ambición planificadora del gobierno y su incapacidad material para
llevarla a cabo, es en el administrativo. Frente al preciso cálculo de la necesidad de incor-
porar en el primer quinquenio de la gestión peronista a 4.000.000 de extranjeros,
presumiblemente indispensables tanto para desempeñarse como mano de obra en los nue-
vos emprendimientos industriales y agrícolas como para estimular el crecimiento de la
población local, se opone una estructura institucional descentralizada, compleja, carente
de recursos y de personal, ineficiente y de difícil control. Su organización, que combina
lineamientos y organismos heredados del período de entreguerras con otros incorporados
con el advenimiento del nuevo gobierno, se revela como la principal contrincante de un
Estado que, habiéndose puesto como meta intervenir en los fenómenos sociales y econó-
micos para corregirlos, se descubre incompetente para establecer límites a sus propias
reparticiones.
Es probablemente en la definición de este nuevo perfil del Estado argentino que este
trabajo intenta contribuir a una reflexión mayor, desde una problemática tan acotada como
es la de la construcción de las políticas migratorias. En este sentido, el primer peronismo
puede ser concebido como el último escalón de la transición entre un modelo de Estado
liberal a otro intervencionista. De ahí que las continuidades y rupturas convivan en tensión
permanente, las contradicciones se potencien y los tiempos se aceleren.

Buenos Aires, septiembre de 2004

66
P artidos, tradiciones y estrategias de movilización social:
de la Junta de la Victoria a la Unión de Mujeres de la Argentina*

ADRIANA MARÍA VALOBRA

Resumen Abstract
Este trabajo analiza el surgimiento de la Unión de This work analyzes the beginning of the Unión de
Mujeres de la Argentina (UMA). El disparador es Mujeres de la Argentina. The insight is to understand
comprender cómo un proyecto del Partido Comunis- how a project of the Argentine Communist Party
ta Argentino desbordó los límites partidarios inten- overflowed the in favor limits trying to constitute itself
tando constituirse como un movimiento de masas like a feminine movement shift. The light will be put
femenino. La atención se colocará sobre el hecho de on the fact that this set of women rescued a
que este conjunto de mujeres rescató una experien- mobilization experience that preceded them: the Junta
cia de movilización que las precedió: la Junta de la de la Victoria (JV). The UMA capitalized, in the
Victoria (JV). La UMA capitalizó en el contexto de context of the first years of the Peronist government
los primeros años del gobierno peronista (1947-1949) (1947-1949), several proposals used by the JV during
varias propuestas de la JV durante la entreguerras. the interwar. Thus UMA managed to mobilize
Así logró movilizar redes de sociabilidad y adhesión networks of sociability and adhesion. This were
que se conjugaron con un proyecto de mujer ciuda- conjugated with a project of justified active and
dana activa y partícipe justificada en la arena políti- contributor citizen woman in the political, social and
ca, social y económica desde su lugar de madre. El economic sand, from his place of mother. Corpus is
corpus se compone de entrevistas a dirigentes de made up of interviews to leaders of both groupings
ambas agrupaciones y del Partido Comunista así and the Communist Party as well as of resources
como de recursos escritos tales como diarios y revis- written such as newspaper and magazines. Both types
tas que se pondrán en juego para comprender las com- of material will be put into play to understand the
plejidad de la temática propuesta. complexity of the thematic proposal.

Palabras clave Key Words


partido comunista – movimientos sociales – gé- Communist Party – Social Movements – Gender –
nero – peronismo – identidad Peronism – Identity

Recibido con pedido de publicación el 29 de marzo de 2004


Aceptado para su publicación el 20 de mayo de 2004
Vesión definitiva recibida el 21 de noviembre de 2004
Adriana Valobra es profesora de la Universidad Nacional de La Plata
indivalobra@hotmail.com

VALOBRA, Adriana María “Partidos, tradiciones y estrategias de movilización social: de la Junta


de la Victoria a la Unión de Mujeres de la Argentina”, prohistoria, año IX, número 9, Rosario,
Argentina, primavera 2005, pp. 67-82.
* Trabajo realizado sobre la base del Informe de Avance (noviembre-diciembre 2003) de la Beca de Perfecciona-
miento en la Investigación de la UNLP bajo la dirección de Dora Barrancos. Agradezco a O. Acha, I. Cosse, C.
del Franco, C. Barry, K. Ramacciotti y A. Bisso la generosidad con las fuentes, ideas y producciones que
aportaron para la realización de este trabajo; a D. Barrancos, J. Balsa y A. Viguera por sus observaciones y
paciente conducción; a S. Peláez, E. Scirica y M. Salgado por su comprometida colaboración; a Tati, por su
cordial atención; a Gonzalo por dar con la UMA y a las entrevistadas por concederme su tiempo y el precioso
registro de su palabra.
ADRIANA MARÍA VALOBRA “Partidos, tradiciones y estrategias...”

Introducción

L
os estudios sobre la condición de la mujer han tenido un desarrollo importante y de
gran riqueza analítica desde mediados del siglo XX. Estos abordajes no sin dificultad
ganan terreno en el campo académico por lo que aún se aprecian importantes vacíos.
El caso de este estudio no es la excepción a esta caracterización. Las acciones colectivas
de mujeres fueron analizadas con particular interés en el período anterior a 1945,
centrándose especialmente en las militantes socialistas y anarquistas y privilegiando el
retrato de trayectorias destacadas (“las grandes mujeres”) que nuclearon en torno a sí una
organización mayor, aunque no es ésta referente de estudio especialmente. En torno a
1945, las prácticas femeninas aparecen en los análisis unidas alrededor del sufragio
femenino. Luego, la organización de la acción femenina entre 1946 y 1952 ha sido eclipsada
por el Partido Peronista Femenino y su líder, Eva Perón.
Al calor de estas observaciones, se señala que no se ha continuado la reconstrucción
de los recorridos que siguieron los grupos de mujeres. Hay un silencio significativo en
torno a la continuidad de una serie de agrupaciones dinámicas en el período entreguerras.
En este estudio se intenta rastrear la relación entre un movimiento del período de
entreguerras, la Junta de la Victoria (JV), y uno surgido en el contexto del primer gobierno
peronista, la Unión de Mujeres de la Argentina (UMA). Ambos, impulsados por el Partido
Comunista Argentino, permitirán recuperar las tensiones entre el hecho de ser diseñados
para convertirse en organizaciones intermedias del partido y la pretensión de universali-
dad que se esperaba imprimirles como grupos rectores de un movimiento de masas.
Metodológicamente, este trabajo combinará fuentes orales (entrevistas a dirigentes y
participantes de la agrupación) así como fuentes escritas (autobiografías, la revista Nues-
tras Mujeres –órgano de la UMA– así como otras revistas y diarios de la época). El juego
de relaciones, contradicciones y coincidencias entre ambos tipos de fuentes permite sino
superar las dificultades propias de cada una de estos materiales de abordaje histórico al
menos contraponerlos.
Conceptualmente, interesa retomar algunos planteos de Sydney Tarrow en la medida
que permiten dar cuenta de cuándo y cómo surgen los movimientos sociales. Según Tarrow,
el “contexto de oportunidades políticas” remite a las condiciones del sistema social en las
que un grupo organizador conduce un proceso de enmarcado de las demandas sociales de
conjuntos dispersos preexistentes canalizándolas en una acción común y sostenida. Para la
aparición de movimientos sociales “…las principales oportunidades son los cambios en la
estructura de las oportunidades políticas…”1 Los cambios más destacados para Tarrow
son la apertura del acceso a la participación, los cambios en los alineamientos de los go-
biernos, la disponibilidad de aliados influyentes y las divisiones entre las élites y en el seno
de las mismas. Tanto el período entreguerras como el del surgimiento del peronismo tuvie-
ron varios de estos factores en juego.2
1 TARROW, Sidney El poder en movimiento. Los movimientos sociales, la acción colectiva y la política,
Alianza Universidad, Madrid, 1997, p. 49.
2 TARROW, Sidney El poder en movimiento..., cit., pp. 48 y 156.

68
prohistoria 9 - 2005

Esta perspectiva se pondrá en juego con la de Alberto Melucci, pues este autor seña-
la aspectos relevantes que Tarrow analiza menos profundamente; en especial, en torno a la
cuestión de la constitución del sujeto y el tipo de acción colectiva que construye. Es decir,
la perspectiva de Melucci permitirá comprender –sin dejar de lado la cuestión de los con-
textos tarrownianos– el quién y el qué de los movimientos sociales.

1. El contexto de oportunidades políticas de la Junta de la Victoria


La Argentina de la entreguerras se encontraba en la llamada “restauración conservadora”
teñida no sólo por el fraude –que fue uno de los elementos distintivos de una democracia
formal3– sino también por la violencia política contra toda forma de oposición.4
La Guerra Civil Española, primero, y la Segunda Guerra Mundial, después,
complejizaron el panorama internacional demandando posicionamientos de los gobiernos
y sectores políticos que no fueron fáciles ni claros. Como señala Bisso, “…los paralelos
que se cruzaban entre la política local y la realidad internacional fomentaban el propósito
de los diferentes grupos políticos, de utilizar los ideales de la Segunda Guerra Mundial
como mito de movilización interna.”5 Un rasgo distintivo fue el aglutinamiento en torno a
agrupaciones multipartidarias en las que las élites partidarias volcaron sus esfuerzos de
organización.
Esta estrategia no estuvo ausente en el PCA. Efectivamente, los aprendizajes euro-
peos y la historia nacional lo habían ubicado a la cabeza de estos emprendimientos a escala
nacional. Si bien este desdoblamiento se registraba en todos los partidos en el contexto
nacional, el PCA encontró motivaciones propias. “La persecución estatal y la intransigen-
cia política del PC, férreamente alineado con las directivas emanadas de su organización
internacional, habían contribuido a este aislamiento.”6 Los 1930s. y 1940s. habían dejado
el juego político acotado merced a las prácticas coercitivas y fraudulentas que se
implementaban desde el gobierno para con los partidos políticos y las organizaciones sin-
dicales. Este contexto, fue un aliciente extra para la inserción del PCA en estructuras
extrapartidarias. El viraje internacional impulsó al PCA a la política de frentes y se convertió
en promotor de “…frentes electorales. En ese contexto se inscriben los intentos frustrados

3 DE PRIVITIELLO, Luciano “La política bajo el signo de la crisis”, en CATTARUZZA, Alejandro (dir.)
Nueva historia Argentina, Crisis económica, avance del estado e incertidumbre política (1930-1943), t.
VII, Sudamericana, Madrid, 2001, p. 120.
4 CANTÓN, Darío; MORENO, José y CIRIA, Alberto La democracia constitucional y su crisis, Paidós,
Buenos Aires, 1980, p. 166.
5 BISSO, Andrés “De Acción Argentina a la Unión Democrática: el civismo antifascista como prédica polí-
tica y estrategia partidaria del Socialismo Argentino (1940-1946)”, en Prismas. Revista de historia intelec-
tual, núm. 6, Universidad de Quilmes, 2002, pp. 257-264. En este sentido también DE PRIVITIELLO,
Luciano “La política...”, cit., p. 134.
6 MACOR, Darío “Partidos, coaliciones y sistema de poder”, en CATTARUZZA, Alejandro (dir.) Nueva
historia…, cit., p. 82.

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ADRIANA MARÍA VALOBRA “Partidos, tradiciones y estrategias...”

del Frente Popular de 1936, su apoyo a la candidatura presidencial de Alvear en 1937,7 y


los primeros ensayos de Unión Democrática”.8
Los conflictos bélicos mundiales conmovieron los cimientos identitarios de la pobla-
ción argentina que hundía sus raíces en Europa. La asistencia a los aliados en el Viejo
Mundo se convirtió en un símbolo de la lucha contra el fascismo y movimientos de ayuda
se organizaron en todo el mundo. En Argentina, una de las agrupaciones destacadas fue la
Junta de la Victoria (1941) privilegió los derechos humanos, la labor social y la política.
La ayuda material realizada por la JV era sustentada por ciento veinticinco filiales en las
que las mujeres eran mayoría absoluta. Éstas organizaron “...cientos de talleres donde se
confeccionaron centenares de miles de prendas [...] además de colectas populares, reco-
lectó de todo tipo de alimentos no perecederos, conformando cada envío una verdadera
movilización de masas.”9 El grado de organización fue importante y se amplió a otras
actividades.10
Una característica de la Junta era la heterogeneidad de su composición. Las comu-
nistas trabajaban junto a mujeres socialistas, radicales, conservadoras, apartidarias, católi-
cas. Ana Rosa Schliepper de Martínez Guerrero, presidenta de la JV y representante de la
élite local, compartía sus tareas con una militante del PCA, Cora Ratto, secretaria de la
Junta. Esta camaradería se comprende a la luz de la particular situación en que se encontra-
ba el país frente al conflicto bélico mundial –y tenía antecedentes como la Unión Argenti-
na de Mujeres (1936)–.11 En el caso de las comunistas, se dio también una estrategia del
partido por permanecer activo en un contexto por demás difícil para ello. Los objetivos de
la organización remitían a la articulación político-ideológica de la Junta. El Estatuto de la
JV los condensaba en el Artículo 1° donde informaba que:
“…propenderá a unir a las mujeres democráticas para prestar ayuda
moral y material a los que luchan contra el fascismo. Su acción no será
ajeno (sic) a ningún esfuerzo por aniquilar definitivamente al fascis-
mo, para estabilizar la paz, para defender los derechos de la mujer y
solucionar los problemas de la salud y la educación de los niños.”12

7 Cattaruzza agrega que entre 1939 y 1941 se encuentra en la de “antiimperialismo vehemente”.


CATTARUZZA, Alejandro “Descifrando pasados: debates representaciones de la historia nacional”, en
CATTARUZZA, Alejandro (dir.) Nueva historia..., cit., p. 435.
8 MACOR, Darío “Partidos, coaliciones...”, cit., p. 82.
9 EDELMAN, Fanny J. De Pasiones, Banderas y Camaradas, Ediciones Dirple, Buenos Aires, 1996, p. 86.
10 Por ejemplo, contaba en sus filiales con comedor, Jardín de infantes, cursos varios, taller de costura y
enseñanza de primeras letras. JUNTA DE LA VICTORIA Boletín informativo, núm. 3, s/e, Buenos Aires,
07/06/1946, p. 2.
11 Ésta no debe confundirse con la UMA analizada aquí. UMA, UAM y JV tuvieron en común el multipartidismo
y varias dirigentes. OLIVER, María Rosa La vida cotidiana, Sudamericana, Buenos Aires, 1969, pp. 348-
354.
12 JUNTA DE LA VICTORIA Estatutos, s/e, Buenos Aires, s/f.

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prohistoria 9 - 2005

Así, el compromiso asumido para el sustento material de la República española


involucró a quienes veían en el fascismo una amenaza para la paz mundial. La JV movilizó
las sensibilidades democráticas allende las diferencias partidarias.
Sin embargo, 1943 evidenció para la “oposición democrática” la presencia del
“nazifascismo” en la Argentina. La JV tensó relaciones con el gobierno convirtiéndose en
un polo opositor: “[e]n agosto de 1944, para celebrar la liberación de París, había convo-
cado a un acto en Plaza Francia de la Capital, que fue la primera demostración opositora en
gran escala.”13 El gobierno de facto no dudaba acerca del destino de esta organización ni
de los “peligros” que implicaban las militantes de izquierda ocultas en ellas. Asimismo no
debería desestimarse un alto componente misógino estatal pues la acción de las mujeres
fue específicamente silenciada en un tema de gran visibilidad pública como los derechos
políticos femeninos. El 28 de junio de 1943, la JV fue clausurada. El 17 de enero de 1944
un decreto de Ramírez (1050) suspendió definitavemente la actividad de la Junta así como
la de otras agrupaciones proaliadas.14 La JV pasó a actuar en la clandestinidad.
A principios de 1945, la promesa de un llamado a elecciones movilizó políticamente
a la sociedad y se vio acompañada por una incipiente apertura que logró reinstalar la
actividad de las entidades suspendidas al mismo tiempo que la reaparición del PCA que el
1º de septiembre de ese año realizó su primer mitin y comenzó a reabrir sus locales.
La política autoritaria del gobierno había unificado a los partidos y reflotó el proyec-
to de “unidad democrática” que antes se había intentado construir con fines electoralistas.
La Unión Democrática (UD) cristalizó ese proyecto con una base heterogénea que incluía
polos ideológicos que iban desde el Partido Comunista Argentino hasta el Partido Conser-
vador pasando por el radicalismo y socialismo.
Los comunistas, con su pertenencia a la UD, lograban incluirse en el frente antifascista-
democrático. Sin embargo, el cálculo de oportunidades políticas que realizaron pareció
estar distorsionado por un exceso de optimismo. El apoyo a la fórmula presidencial de la
UD naufragó tras la derrota del 24 de febrero de 1946, en la que el “naziperonismo” había
logrado empinar a Perón. Como sostiene James, Perón había logrado correrse de la duali-
dad que la UD le imponía entre libertad o nazifascismo a través de una nueva que ponía
como centro de la discusión la oposición a Braden, el embajador estadounidense en la
Argentina.15 En este corrimiento, Perón retomaba uno de los principios fundamentales del
comunismo, el antiimperialismo, y cristalizaba en su beneficio electoral una prédica pro-
pia del PC. Además, se beneficiaba de las contradicciones comunistas que al alinearse en

13 DELEIS, Mónica; DE TITTO, Ricardo y ARGUINDEGUY, Diego Mujeres de la política argentina, Aguilar,
Buenos Aires, 2001, p. 393.
14 BISSO, Andrés “¡Estar alerta! Mítines, asambleas, conferencias y otras estrategias de movilización social
para la construcción de una identidad cívica desde la práctica política de la agrupación Acción Argentina
(1940-1946)”, en II Jornadas Nacionales de Espacio, Memoria, Identidad, Universidad Nacional de Ro-
sario, 9, 10 y 11 de octubre de 2002.
15 JAMES, Daniel Resistencia e integración. El peronismo y la clase trabajadora argentina 1946-1976,
Sudamericana, Buenos Aires, 1990.

71
ADRIANA MARÍA VALOBRA “Partidos, tradiciones y estrategias...”

la UD legitimaba las libertades democráticas pero se unía a los adalides del fraude, los
conservadores.16

2. El contexto de oportunidades políticas de la Unión de Mujeres de la Argentina


A la luz de la situación resultante tras las elecciones de 1946, el contexto político de la
Argentina se modificó notablemente. El peronismo se instaló en la escena haciendo gala
de su mayoría y no fue un escenario mucho más propicio para las acciones de oposición.
Las movilizaciones realizadas desde el Estado ilustran las nuevas prácticas políticas
del peronismo que complementaban la acción de acercamiento a los sindicatos.17 El
peronismo se instalaba en la escena exhibiendo de su capacidad de movilización y domi-
nio de la mayoría que lo había legitimado en las urnas. Esto implicó el establecimiento de
una conflictiva relación con la oposición. Sin embargo, la oposición no mantuvo el proyec-
to de unidad. Cada partido desplegó sus tácticas para superar la derrota electoral y encarar
un nuevo proyecto de acción política.
Los opositores, y el comunismo especialmente, fueron blanco de la represión poli-
cial o de grupos ultranacionalistas ligados al gobierno, como la Alianza Libertadora Na-
cionalista. El escenario se presentó poco propicio para las acciones críticas lo cual no
significó que no existieran. Si este contexto de hostigamiento –conocido por el comunis-
mo– podía ser una constricción para la acción, el PCA buscó explotar otros elementos que
visualizó como habilitantes18 para posicionarse como legítimo interlocutor de las masas a
las que intentaba enmarcar19 en la acción colectiva contraponiéndose a los peronistas.20
El Comité Central del PCA retomó la lucha contra el imperialismo como eje de su
acción política.21 La consigna fue no dejar a las “masas” a merced del peronismo. El XI
Congreso del Partido Comunista, en 1946, compendia este giro. Sin embargo, el PCA no
propició una confrontación total con el gobierno pues hubiera sido una impugnación a los
seguidores del peronismo que era a quienes quería captar. Así, abandonó el esquema del

16 Ciria señala que “Perón supo hacer un empleo efectivo de esta contradicción”, en CIRIA, Alberto Partidos
y poder…, cit., p. 190.
17 PLOTKIN, Mariano Mañana es San Perón. Propaganda, rituales políticos y educación en el régimen
peronista (1946-1955), Ariel, Buenos Aires, 1994, p. 49.
18 Melucci precisa que los factores de tipo coyuntural “contribuyen a la emergencia de fenómenos colectivos.
Pero estos factores no podrían operar sin la capacidad del actor de percibirlos e integrarlos en un sistema de
interacción y negociación de las orientaciones, respecto a los fines, medios y ambiente de su acción».
MELUCCI, Alberto Acción colectiva vida cotidiana y democracia, El Colegio de México, México, 1999,
p. 44.
19 TARROW, Sidney El poder en movimiento..., cit., p. 214.
20 Éstos se configuraban a través del Partido Peronista y una multitud de organizaciones locales permitiendo
al peronismo presencia barrial, capacidad de movilización popular y maquinaria electoral para los tiem-
pos comiciales. ACHA, Omar “Sociedad civil y sociedad política durante el primer peronismo”, en Desa-
rrollo económico, vol. 44, núm. 174, julio-septiembre 2004.
21 Declaración del Comité Central del PCA, 8/05/1946. Tomado de ARÉVALO, Oscar El Partido Comunista,
CEAL, Buenos Aires, 1983, p. 72.

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prohistoria 9 - 2005

naziperonismo22 con el que desde el “frente democrático” había fustigado el ascenso de


Perón. Además, adoptó una retórica que criticaba las prácticas gubernamentales utilizando
la lógica y el discurso de la propuesta peronista apoyando al mismo tiempo las iniciativas
consideradas atinadas y creía reflejaban sus proposiciones.23 Con esta actitud, el comunis-
mo usaba una estrategia similar a la de Perón al apropiarse de conceptos caros al PCA
(como “la tierra para el que la trabaja” o “antiimperialismo”).
Teniendo en cuenta estos aspectos debe señalarse que entre los grupos movilizados,
las mujeres fueron uno de los sectores que mayor interés despertaron en todos los partidos
políticos. Éstas eran una apetecible “clientela política” por su probada presencia en la
coyuntura previa y por ser inminentes futuras electoras. Captarlas fue perentorio para to-
dos los partidos.
Al comunismo le preocupaba que la expansión del peronismo se realizaba en secto-
res en los que había intentado crear sus núcleos duros (obreros, campesinado y mujeres).24
En cierta medida, el peronismo montaba sus estructuras sobre la movilización propiciada
en el período entreguerras en la que el comunismo había tenido un rol sumamente impor-
tante.25 Ciertamente, un Partido Peronista Femenino (PPF) in nuce entre 1946 y 1949 a
través de los centros cívicos26 y la Acción de Ayuda Social María Eva Duarte de Perón,
había salido a disputar con eficacia a las mujeres.27 El PCA no veía en Evita un rival
desestimable pues reconocía su habilidad para erigirse como adalid de los derechos políti-
cos de la mujer y organizadora del consumo.28
En el XI Congreso, Alcira de la Peña, una de las dirigentes comunistas más impor-
tantes del período, reclamó para las mujeres una incorporación numéricamente mayor en
los cargos directivos del partido al tiempo que manifestaba la necesidad de impulsar una

22 ALTAMIRANO, Carlos. “Ideologías políticas y debate cívico”, en TORRE, Juan Carlos (dir.) Los años
peronistas (1943-1955), Sudamericana, Madrid, 2002, p. 230.
23 Según Codovilla, “Apoyar al gobierno no estaría mal, siempre que se trate de apoyar a los elementos
democráticos y no a los sectores reaccionarios y profascistas.” CODOVILLA, Victorio Unir a las mujeres
en la lucha por sus derechos, Folleto, Editorial Anteo, Buenos Aires, marzo de 1947, pp. 13 y 14. Altamirano
señala que este período táctico del PCA de apoyar lo positivo y criticar lo negativo llega hasta 1949 en que
tras la reforma de la Constitución se retoma la idea del peronismo como una forma de nazismo. ALTMIRANO,
Carlos “Ideologías...”, cit., p. 246.
24 HOROWITZ, Joel “El movimiento obrero”, en CATTARUZZA, Alejandro (dir.) Nueva historia..., cit., p.
263.
25 CAMARERO, Hernán “Los comunistas argentinos en el mundo del trabajo, 1925-1943. Balance
historiográfico e hipótesis interpretativas”, en Ciclos, núm. 22, 2001, pp. 137-155.
26 BARRY, Carolina. “Las Unidades Básicas del Partido Peronista Femenino. (1949-1955)”, en
RAMACCIOTTI, Karina y VALOBRA, Adriana Generando el peronismo. Estudios de género, cultura y
política, 1946-1955, Proyecto Editorial, Buenos Aires, 2004.
27 La magnitud que alcanzaba la movilización y organización de las mujeres aún antes del comienzo de la
instalación formal del Partido Peronista Femenino en 1949 puede observarse a partir de la manifestación
organizada el 3/09/1947 ante la posibilidad del tratamiento de la ley sobre derechos políticos de la mujer.
28 CODOVILLA, Victorio Unir..., cit., p. 13.

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ADRIANA MARÍA VALOBRA “Partidos, tradiciones y estrategias...”

organización extrapartidaria de mujeres.29 Además, había otros factores que conminaban a


la acción entre las mujeres. Los modelos internacionales y las disposiciones del PCUS
fueron sumamente influyentes.30
El nuevo emprendimiento presentaba interrogantes que no encontraban una respues-
ta directa ni única. ¿Qué animadoras podrían ponerse a la cabeza de la nueva organiza-
ción? ¿Podían ser los mismos cuadros del partido o era necesaria una nueva estrategia
política en el contexto de difícil convivencia con el peronismo? ¿Cómo lograr amplitud de
participación sin perder el rol hegemónico en el movimiento de masas? ¿Cómo lograr
reeditar una organización de la envergadura y la presencia de la Junta de la Victoria sin los
problemas de convivencia que acarreaba una organización masiva que pretendía incluir
personas de distinto signo político? ¿Cómo recuperar las demandas socioeconómicas es-
pecíficas del partido? ¿A qué subjetividades apelar para lograr la captación política de las
mujeres?
La creación de la Unión de Mujeres de la Argentina constituye un intento de respues-
ta del PCA a estos planteos. En febrero de 1947 Victorio Codovilla delineó lo que sería el
programa de esa futura agrupación de masas. La UMA debía acelerarse frente a los pasos
agigantados del peronismo. Por ello era necesario promover un movimiento que lograra
respuestas válidas a estos planteos, recuperara a las mujeres menos subyugadas por el
fenómeno del peronismo y encauzara las energías que en las agrupaciones mencionadas
habían volcado tanto las militantes del partido como muchas mujeres no insertas en él.
El comunismo debió diseñar una estrategia acorde a las circunstancias. Contando
con un buen número de mujeres avezadas en las lides político-organizativas, filiales con-
cretas de distintas organizaciones y grupos empapados en ciertas consignas, debía sortear
las circunstancias que lo dejaban en un marco de acción clandestino aún cuando no siem-
pre estuviera prohibida legalmente su acción. Pero a la vez, el PCA debía solucionar los
obstáculos propios del modo de acción que hasta el momento había desarrollado el parti-
do. Por un lado, los mismos varones e incluso algunas mujeres, desestimaban la tarea entre
las masas femeninas por considerarlas secundarias dentro del partido.31 Por otro lado,
había una práctica que los compelía a impulsar al partido entre los sectores que contaban
con cierta simpatía previa por él.32 En el contexto del peronismo, no podían darse ese
“lujo” y se conminó a las militantes a desdoblar aún más su actividad.
Codovilla exhortaba a que la nueva agrupación recuperara lo positivo de las expe-
riencias pretéritas pero evitando repetir los errores por los que habían naufragado. La
29 DE LA PEÑA, Alcira La Mujer Argentina en la lucha por su emancipación, núm. 19, Editorial Anteo,
Buenos Aires, 1946.
30 SINEAU, Mariette “Las mujeres en la ciudad, derechos de las mujeres y democracia”, en DUBY, Geroge y
PERROT, Michelle Historia de las Mujeres. Siglo XX, Taurus, Madrid, 2000, pp. 577 y 578.
31 De la Peña insinuaba la necesidad de que el partido apoyara la expansión del movimiento de mujeres. En
1948, sin embargo, la propuesta no había encontrado la respuesta esperada y de la Peña cargaba las tintas
sobre el prejuicio tradicional burgués que el partido sostenía “…al subestimar la capacidad política de la
mujer.” DE LA PEÑA, Alcira Los comunistas..., cit., pp. 22 y 23.
32 CODOVILLA, V. Unir..., cit., p. 16.

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prohistoria 9 - 2005

Junta de la Victoria fue una experiencia capital pues había logrado ser –como se señaló–
una presencia políticamente inquietante. En ella las comunistas habían tenido un destaca-
do papel compartido con representantes de otros grupos políticos. Pero esa fortaleza había
sido también su limitación. Las desavenencias se debían no sólo a que habían desapareci-
do las condiciones de existencia de la JV al firmarse la paz mundial, si no también a la
hegemonía compartida en la dirección de la entidad.33
El desafío de la UMA fue cómo reeditar una organización semejante a la de la Junta
de la Victoria en cuanto a su envergadura y capacidad de absorción de identidades
multipartidarias y religiosas, articulando demandas políticas y socioeconómicas puntuales
pero manteniendo la dirección del comunismo entre las masas movilizadas. Con este obje-
tivo, preparada por una Comisión de Auspicio, la Reunión Nacional de Mujeres efectuada
en Paraná 555 de la ciudad de Buenos Aires entre el 11 y 13 de abril de 1947 constituyó la
Unión de Mujeres de la Argentina.34

3. La UMA: tradiciones aggiornadas


El intento del PCA de reeditar con la UMA una organización semejante a la de la Junta de
la Victoria en cuanto a su envergadura y capacidad de absorción de identidades
multipartidarias y religiosas permite una reflexión acerca de las complejas relaciones que
se generaron entre la UMA, el partido y las experiencias de movilización precedentes. Las
bases de la Unión de Mujeres de la Argentina así como algunos medios señalaban que la
convocatoria a la primera reunión hacía abstracción de ideas políticas.35 La UMA habría
convocado a representantes de diversas ideologías en el intento de ampliar las bases de
apoyo.
¿En qué medida esta convocatoria fue algo más que un formalismo si se tiene en
cuenta que la UMA fue un evidente emprendimiento del PCA? A la luz de lo expuesto,
podría afirmarse que dado que las comunistas impulsaron la UMA, ésta fue un satélite del
PCA que se utilizó para “camuflar” las tareas partidarias en un contexto político difícil. El
movimiento de masas fue más una expresión de deseo que una realidad, pues la UMA
actuó como organización intermedia.

33 La JV ya había evidenciado las diferencias de origen y concepciones de las integrantes así como las limita-
ciones de la unidad. Fanny Edelman señala “Las comunistas que tanta pasión pusimos en la labor de la
Junta de la Victoria estábamos convencidas que su ciclo se había cumplido y en la práctica, todo ese
enjambre de mujeres [...], comenzó a tomar otros rumbos encauzando su acción hacia la lucha por la
solución de sus problemas concretos.” EDELMAN, Fanny Pasiones, banderas…, cit., p. 99. Nari confirma
la visión desde la perspectiva de las integrantes de la élite que participaron en la JV: “…esta vinculación
con mujeres comunistas profundizó en sectores nacionalistas y católicos la percepción del feminismo como
ideología extranjera, extraña a la esencia nacional, y disolvente del orden natural-divino...” NARI, María
Marcela Alejandra “Maternidad, política y feminismo”, en GIL LOZANO, Fernanda; PITA, Valeria e INI,
Gabriela Historia de las mujeres en Argentina. Siglo XX, Taurus, Buenos Aires, 2000, p. 214.
34 Debe diferenciarse de Unión Argentina de Mujeres dirigida por Schliepper de Matínez Guerrero en los años
1930s.
35 ¿Qué sucedió en siete días?, 22/07/1947, Actividad femenina, p. 40. y La Nación, 11/07/1947, p. 7

75
ADRIANA MARÍA VALOBRA “Partidos, tradiciones y estrategias...”

Superando la visión tarrowniana y retomando a Melucci es posible rescatar un sujeto


que no precede a la acción colectiva sino que se constituye en ella. En los años formativos
de la UMA aparece una tensión entre las directivas del PCA y la propia dinámica de la
acción que puede sindicarse como un movimiento social. Más allá de la estrategia del PCA
y la actividad comunista en la UMA, debe entenderse que la pretendida dinámica de ma-
sas, por definición, obligó a desbordar los límites partidarios. El tipo de convocatoria
impulsado por estas actrices permite indagar la manera en que construyeron ciertos valo-
res para promover su propia subjetivación. Teniendo esta idea presente, a continuación se
intentarán analizar las tensiones al interior de la UMA y la pugna por la construcción de
ciertos “valores de identificación colectivos” que permitieran construir un “nosotras, las
umistas”.
La persistencia de animadoras y estructuras de la Junta de la Victoria fue un rasgo
que caracterizó los primeros años de la UMA.36 Es esta continuidad la que ayuda a com-
prender que en la UMA se realinearon una multitud de mujeres que, aglutinadas por diver-
sos móviles durante la entreguerras (la democracia, la paz, la nación) encontraron un nue-
vo cauce para orientar sus energías.
Por ello, es posible encontrar afiliadas pertenecientes a grupos políticos y religio-
sos37 heterogéneos.38 En cuanto a mujeres provenientes de partidos políticos, además de
las militantes del PCA, puede señalarse la presencia de alguna socialista –aunque no fue la
norma–.39 Las peronistas sumaron un número mayor.40 Las fuentes orales señalan la pre-

36 En primer lugar, la permanencia material de filiales de la JV ¿Qué sucedió en siete días?, 22/07/1947,
Actividad femenina, p. 40. El recuento de las filiales adherentes a esta primer reunión así como a las
siguientes permite destacar el lugar que tuvo la movilización de recursos preexistentes (En base a revista
Mujeres en la Ayuda, Nuestras Mujeres y entrevistas a dirigentes de la JV y el PCA). No comunistas en la
JV y la UMA: Margarita de Ponce y Mané Bernardo, entre otras. También hubo continuidad en las dirigen-
tes del PC que ocuparon puestos en la UMA pues la mayoría habían tenido un rol destacado en la JV lo que
señala la evidente intención de sostener los lazos de sociabilidad creados. Son militantes del PCA partíci-
pes en la UMA y la JV: Fanny Edelman, Delia Boschi, María C. Bidon Chanal, Vicenta Simón, María R.
Oliver, Matilde Alemán. En Santa Fe, Lina de Mónaco y Zulema de Borzone.
37 El mismo PCA sostenía un discurso que buscaba un acercamiento entre las posturas religiosas intentando
hacer abstracción de los componentes antagónicos. En este sentido, lo que podían tener en común las
trabajadoras (la explotación) era más importante que lo que podía separarlas (la religión). DE LA PEÑA,
Alcira Los comunistas..., cit., p. 37. Ya Codovilla había planteado la misma posición en el folleto Los
comunistas, los católicos y la unidad nacional, s/d.
38 Los grupos religiosos se expresaron a través del diario El Pueblo. Desde el judaísmo, Ceffi Pitterberg, del
Centro Israelita de Ramos Mejía, militaba en la UMA.
39 Una de ellas fue Marta Vera, quien había actuado como corresponsal en España para la JV y había sido
miembro del Comité de Ayuda al Gobierno Español del Frente Popular durante la Guerra Civil Española
[Información tomada de “Comité Argentino Pro Ambulancia de España” aparecido en “Mujeres”. Orga-
nización Argentina Antiguerra, año I, núm. 2, mayo de 1937, pág. 7.] Ésta habría integrado el Partido
Socialista.
40 Ya señalado por ¿Qué sucedió en 7 días? Las entrevistadas rescatan nombres concretos. Una peronista en
la UMA fue María Vázquez, presidenta del Centro Femenino del Norte, una Asociación Barrial surgida en

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prohistoria 9 - 2005

sencia de muchas afiliadas de base, las menos integradas en la dirigencia del PPF.41 Una
entrevistada precisa: “¡Después, el peronismo, Dios mío! Teníamos ahí mucha gente que
era del peronismo.” Otra entrevistada especifica que, al estar la UMA centrada en las
necesidades barriales y hacer del barrio su unidad regional, era generalizada la presencia
de simpatizantes peronistas: “…era un lugar de lucha para defender las cosas del barrio
[...] [y] en los barrios, el que no era peronista no era nada…” Además, hubo dirigentes que
no eran afiliadas a partido alguno.42
El modo de organización de las filiales permitió a la UMA abrir múltiples frentes
diseminando su presencia. La UMA se organizaba con un Consejo Directivo y un Consejo
Ejecutivo a escala nacional. Las secciones eran agrupaciones intermedias con carácter
provincial o territorial que reunían a las entidades adheridas a la UMA, de una provincia o
territorio.43 Las filiales se organizaban siguiendo los estatutos establecidos en la primera
Asamblea y elegían por voto a sus representantes. La revista Nuestras Mujeres se encarga-
ba de difundir el modo de organización a través de distintos artículos intentando que las
lectoras trajeran nuevas afiliadas.44 Del número de afiliadas dependía la continuidad de la
agrupación así como también el peso de la UMA. Aunque se unificaba la dirección a nivel
nacional, existía una gran cantidad de filiales dispersas en el territorio que conservaban
autonomía de acción y formación. Así, el poder de desencadenar secuencias de acción
colectiva no fue lo mismo que el poder de controlarlas.45 Efectivamente, el funcionamiento
de la UMA excedió no sólo las intenciones del PCA sino que imprimió una variedad de
estrategias y prácticas que excedieron las directivas de la UMA central. En este sentido es
que se rescata a Melucci respecto a la subjetivación en la acción. Las prácticas espontá-
neas eran capitalizadas como modos de organización sistemático de las filiales. Las sec-
ciones de la revista “UMA en marcha” y la historieta “Doña Juana” tenían una relación de
complementariedad entre las acciones autárquicas y los consejos para realizar una acción

el período anterior al calor de la problemática de los desalojos en el barrio de Palermo. Hacia 1949, se
registra a Dalinda J. de Ocaranza. (NM, 01/08/1949. Cómo viven las mujeres en nuestro país. Un reportaje
a D. J. de Ocaranza, presidenta del Comité Peronista Femenino de Bella Vista, Tucumán).
41 Esta hipótesis sugerida por Carolina Barry fue confirmada por las entrevistadas.
42 Según una entrevistada, una de ellas era “…doña Trinidad, que era una joya y que no era una mujer política
[...] pero [tenía] un sentimiento de defensa de lo suyo y de la gente que la rodeaba, impresionante.” Otras
entrevistadas rememoran a sus compañeras: “Todas esas mujeres que te nombré, no siendo las Méndez,
ninguna era comunista. Las obreras de Danubio especialmente venían y las de alrededor [...] Ni la Beggega
[...] Patting [...] Después estaba Amalia Caffarena, que era una mujer del interior; no era militante de
ningún partido...” Otras militantes de la UMA como Aura Fleitas no era partidaria en el período estudiado
aunque en la década de los 1970s., antes de morir, se afilió al PCA.
43 NM 01/02/1948, p. 3.
44 La campaña de adhesión de 20.000 nuevas socias lanzada en el primer congreso para efectivizarse en
marzo de 1949 fue intensa. La afiliación personal era la forma más común de adhesión aunque también
existió un carnet para grupos de adherentes de bajos recursos. NM 01/02/1948, “Cómo trabajar en UMA”,
p. 3.
45 TARROW, Sidney El poder en movimiento..., cit., p. 58.

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ADRIANA MARÍA VALOBRA “Partidos, tradiciones y estrategias...”

efectiva. La dinámica cotidiana de las filiales también dejó una impronta propia que con-
tribuye a quebrar la idea de la UMA como unidad homogénea y le devuelven la pluralidad
de elementos que convergen en la acción colectiva de un movimiento social.46
Las impulsoras de la UMA explotaron redes de reclutamiento que permitieron orga-
nizar rápida y efectivamente la acción colectiva.47 En este sentido, la UMA contó con un
importante potencial de movilización en tanto era construida por un sector de la población
que presentaba actitudes favorables hacia ciertos temas (como la paz mundial y la situa-
ción en España) y proclives a reclamar por ellos.48 Al utilizar las ex filiales de la JV como
“entornos huésped” se garantizaba a la UMA la reducción de los costes sociales
transaccionales de la convocatoria de manifestaciones al tiempo que mantenía unidas a las
participantes de las otrora agrupaciones –incluso una vez que algunos de los móviles de su
acción habían prácticamente desaparecido–. Además, se revitalizaba la confianza y co-
operación que se habían generado entre las participantes merced a presupuestos comparti-
dos avanzándose en la construcción de una identidad colectiva de umista. Finalmente,
alimentaba las expectativas de los implicados en tanto percibían su consistencia y conti-
nuidad.49
Las expectativas para la participación no necesariamente eran las mismas para todos
los movilizados. Se han delineado específicamente las del PCA, pero, como se señaló, la
dinámica de la movilización involucró otros grupos no comprometidos con el partido que
presentes desde la Primera Asamblea intentaron hacer de la UMA un espacio articulador
de sus demandas. Si bien la propuesta era de las comunistas, existieron otros grupos que
también construyeron la UMA imprimiéndole sus expectativas.50 La visualización de un
movimiento social como un espacio en constante modelación donde se juegan roles y
relaciones de poder ayuda a visualizar las tensiones en su interior.
El diario El Pueblo hizo una referencia a la participación de varias mujeres identifi-
cadas con sus ideales en la UMA. En primer lugar es necesario señalar que este medio
“…era la publicación católica más antigua del país. Fundado en 1900 por el padre Grote,
El Pueblo se había mantenido siempre muy próximo a la jerarquía, que lo había apoyado,
incluso económicamente, durante años. De calidad intelectual y periodística bastante me-

46 MELUCCI, Alberto Acción colectiva..., cit., p. 43.


47 Como señala Melucci “Las redes de reclutamiento juegan un papel fundamental en el proceso de implica-
ción individual. Ningún proceso de movilización comienza en el vacío [...] quienes se movilizan nunca son
individuos aislados y desarraigados.” Melucci, Alberto Acción colectiva... cit., p. 62.
48 La implicación en un movimiento social nunca es individual. Si bien los movimientos se componen de
individuos, éstos se integran a través de sus relaciones interactivas y la influencia recíproca. MELUCCI,
Alberto Acción colectiva..., cit., pp. 62 y 63.
49 MELUCCI, Alberto Acción colectiva..., cit., p. 64.
50 Es necesario aclarar que el sesgo hacia el PCA se debe a que las entrevistas se realizaron a tres militantes
del PCA que actuaron en la UMA. Si bien se detectaron en las fuentes escritas y orales referencias a otras
dirigentes de la UMA no pertenecientes al PCA, todas ellas han fallecido por lo que no se cuenta con su
perspectiva.

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prohistoria 9 - 2005

diocre, su valor como fuente proviene justamente de los lazos con la Curia”.51 El periódi-
co, con cierta simpatía estratégica por el peronismo, denunció en 1948 los manejos de las
comunistas en el Primer Congreso de la UMA. El artículo refería “…la maniobra comunis-
ta en el Congreso de la Unión de Mujeres Argentinas” mediante la cual “…se negó la
palabra a las delegadas que exponían el verdadero sentir de la mujer argentina.”52 El Pue-
blo cargaba las tintas sobre los manejos en la posesión de la palabra (“Hubo un grupo de
‘mujeres argentinas por nacimiento y sentimiento’ que no pudo hablar”) y la toma de deci-
siones. Estos fragmentos resultan interesantes pues destacan que la UMA fue visualizada
por estos representantes católicos como un espacio de poder donde las comunistas eran
una fuerza más. Aún reconociendo la acusación y la maniobra comunista, efectivamente la
UMA incluyó en su nómina sectores de arcos ideológicos opuestos que participaron acti-
vamente en su fundación y que, además, entendieron que podían cuestionar el intento de
hegemonizar la UMA por parte de las comunistas. El Pueblo presentó a sus delegadas
como exponentes de una subjetividad nacional femenina contrapuesta a una subjetividad
exótica a ese perfil impulsada por las comunistas.
Este caso permite, además, observar las transacciones entre comunistas y no comu-
nistas con el fin de armonizar los intereses de las integrantes de la UMA. El mismo medio
periodístico, El Pueblo, señalaba días después que en el Congreso se había decidido “…pedir
la igualdad jurídica de los hijos ilegítimos y legítimos”,53 entre otros. La confrontación se
había generado porque las comunistas sostenían que esa equiparación debía realizarse sin
diferencias acerca de estado civil de los padres, lo cual era inadmisible para estas mujeres
de extracción católica. La forma final que adoptó la decisión fue la de “Igualdad de los
hijos ante la ley.”54 Así se presentó la demanda rescatando una fórmula más general donde
primaba la problemática de los hijos sin verter referencias sobre el estado civil de los
padres.
En la UMA, su alineamiento comunista fue tensado por la intención de que fuera un
movimiento de masas al estilo de la Junta de la Victoria. En este intento, efectivamente,
incluyó presencias ajenas al partido. En este sentido, la UMA parece haber tenido mayores
dificultades que la JV para enmarcar su acción multi y extrapartidariamente. La UMA
intentó resolver esta dispersión merced al intento de delinear un modelo de “umista” que
diera cuenta si no de la diversidad al menos de lo que consideró común a todas ellas. Este
aspecto que se indagará a continuación.

4. Acción colectiva y subjetivación femenina: la construcción de una identidad


Las instituciones de la sociedad civil y política conservaban hasta avanzados los 1940s.
espacios de uso exclusivo para cada sexo y, además, orientaciones específicas para cada

51 CAIMARI, Lila Perón y la Iglesia Católica, Ariel, Buenos Aires, 1995, p. 93.
52 El Pueblo, 15/08/1948, p. 11.
53 El Pueblo, 18/08/1948.
54 Boletín del Congreso de la UMA, en NM, agosto de 1948, Derechos de la infancia.

79
ADRIANA MARÍA VALOBRA “Partidos, tradiciones y estrategias...”

uno. Si existían excepciones eran precisamente eso. Así, las agrupaciones con fines bené-
ficos, por ejemplo, eran cotos femeninos. Las direcciones de los partidos políticos y sus
consejos directivos eran exclusivamente masculinas –con salvedades que no hacían más
que confirmar la norma–. Esto estaba elaborado en base a la separación dicotómica de la
esfera civil y política. En la primera podía actuar la mujer y en la segunda el varón. Sin
embargo, tanto la UMA como la JV fueron movimientos de mujeres reflejando las
indexaciones genéricas del contexto cultural las cuales no se propuso modificar. La UMA
surgió como una agrupación de mujeres que actuaba por reivindicaciones sociales, políti-
cas y económicas. Su esfera de acción no fue sólo civil o sólo política porque –como se
afirmó– su surgimiento se dio a partir de la imbricación de estas dos lógicas. Las mujeres
eran, en principio, activadoras de demandas, las cuales no necesariamente tenían que ver
con cuestiones específicas para las mujeres aunque abordaban la problemática generales
desde la implicación femenina. Así, por ejemplo, la carestía o el aumento de precios era un
problema para las amas de casa que debían realizar largas colas, recorrer enormes exten-
siones, elaborar una dieta equilibrada en condiciones penosas, entre otras.
Por otro lado, la acción de la UMA se constituyó en una acción eminentemente polí-
tica. Ello en tanto puntualizaba sobre las problemáticas que el gobierno peronista daba por
resueltas con la “justicia social”. Su demanda generalmente utilizó vías legales sin disputar
el poder al gobierno sino más bien reclamando al Estado su intervención. Sin embargo,
esta táctica erosionaba lentamente la legitimidad del peronismo y ello hacía que el gobier-
no visualizara a la UMA como un movimiento conflictivo.
En el apartado anterior se puntualizaron las tensiones y resoluciones de conflictos
que las integrantes de la UMA plantearon en relación a sus objetivos, temas convocantes,
valores y tratamiento. Los ejemplos señalados tuvieron una resolución que intentó conci-
liar posiciones recuperando lo que de común tenían las demandas. En esta sección se
señalará el intento de construir, en el plano simbólico, una mujer ideal que lograra cristali-
zar los elementos compartidos de esas identidades fragmentarias que pugnaban en la UMA.
En este sentido, la UMA buscó generar una identidad que cobijara las identidades
disgregadas que pretendía aunar. A diferencia de la Junta de la Victoria y más cercana a las
AB, las umistas excluyeron el componente aristocrático del perfil de las afiliadas. Si bien
el pilar de la UMA serían las trabajadoras y las amas de casa, también interpeladas como
trabajadoras, fue el lugar de la madre el que permitió a la UMA un llamado más amplio
que buscó destacar lo que tenían en común antes que sus diferencias.
La UMA convirtió la maternidad en el eje de la subjetivación socio-política tal como
lo habían hecho otros movimientos. En efecto, la característica de la movilización de mu-
jeres adoptó los roles tradicionales para demandar públicamente, “…lo privado y lo perso-
nal se transforman en el eje de situaciones y enfrentamientos públicos, no por una elabora-
ción ideológica abstracta sino a partir de los afectos y de las necesidades de las personan
particulares con quienes las mujeres se relacionan.”55 En este juego la retórica de la “ma-
55 JELIN, Elizabeth (comp.) Los nuevos movimientos sociales. Derechos humanos. Obreros. Barrios, t. 2,
CEAL, Buenos Aires, 1985, pp. 33 y 34.

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prohistoria 9 - 2005

dre” alcanzará el status de modelo femenino.56 Éste se encarnó en distintas mujeres pero
sin duda la que le dio el nuevo contenido a la expresión de “madre” mixturada con la de la
trabajadora y ciudadana fue la figura de Dolores Ibarruri, Pasionaria, destacada militante
comunista que luchó en la Guerra Civil Española, perdió a muchos de sus hijos por los
conflictos políticos que ensangrentaron España y se enfrentó al franquismo hasta su muer-
te.57 Su figura logró gran capacidad de identificación. Las tapas de la revista ejemplifican
también la importancia de la maternidad como estrategia de convocatoria que ampliara el
espectro de participantes.58 La madre como figura universal permitió reforzar los vínculos
solidarios contribuyendo a crear un nosotras colectivo.
La figura de Pasionaria, además, contribuyó a mantener los vínculos con España y se
integró en un conjunto de dispositivos claves para disparar la sensibilidad femenina hacia
una solidaridad internacional especialmente unida a la vencida República española identi-
ficada con la hermandad hispana. Movilizaciones, petitorios, ayudas e, incluso, una nueva
estrategia dentro del repertorio de acción: la comunicación directa con las presas políticas
a través de cartas.59 De este modo, la UMA buscaba sostener el compromiso que la JV
había logrado como defensora de las fuerzas aliadas y progresistas.
Asimismo, España invocó para la UMA otra potencialidad: las madres debían unirse
en defensa de la paz que era la defensa de sus hijos. Vencida la República española, la
dictadura franquista se erigía como el símbolo de la continuidad fascista que era la princi-
pal amenaza de la paz. Desde allí se intentaba movilizar emocionalmente a las mujeres
como madres que era lo que las convertía en inigualables depositarias del mantenimiento
de la paz.60
La madre como figura universal permitió reforzar los vínculos solidarios contribu-
yendo a crear un nosotras colectivo. De este modo se alcanzaba una implicación individual
en la UMA propiciada por las redes de reclutamiento y los elementos simbólicos ya activa-
dos que jugaban en el reconocimiento del valor de los incentivos para la participación.61

Reflexiones finales
La UMA se constituyó como un movimiento que retomó planteos previos de diversa temá-
tica. La UMA, bajo la maternidad como figura emblemática, anudó sus lazos con las de-
mandas que en el pasado habían aglutinado a importantes sectores de la opinión pública.
La cuestión española fue uno de los tópicos centrales en la UMA que le permitió retomar

56 JELIN, Elizabeth (comp.) Los nuevos movimientos sociales, cit., pp. 33 - 34.
57 NM publicó en varios números referencias a la vida de Pasionaria y una historieta con su biografía.
58 Sólo una portada utilizó la imagen del padre (NM 01/08/1948). Su singularidad confirma lo expresado.
59 NM 01/03/1948, “Responden las mujeres españolas”. También, NM 05/10/1948, “Dos mensajes: uno de
aliento y otro de esperanza. De la Unión de Mujeres Antifascistas Españolas.” En 1949, un boletín especial
de la UMA titulado “La mujer española, mártir de la Libertad”, reproducía varias misivas.
60 NM 20/12/1947, p. 2. “Defendamos la paz”; NM 01/02/1948, p. 2. “Las mujeres salvarán la paz”; NM 01/
02/1948, p. 3. “No queremos la guerra, por la vida de nuestros hijos defendamos la paz.”
61 MELUCCI, Alberto Acción colectiva..., cit., p. 63.

81
ADRIANA MARÍA VALOBRA “Partidos, tradiciones y estrategias...”

las problemáticas de la democracia y el autoritarismo propias del período anterior,


aggiornadas al nuevo contexto de posguerra en el que esa puja reflejó los resabios
amenazantes del pasado sobre la nueva bandera que se enarbolaba: la búsqueda de la paz.
La indagación de una agrupación como la UMA permite cuestionar la idea de que el
peronismo clausuró la existencia de una vigorosa sociedad civil y política que se había
gestado en el período entreguerras. La UMA permite observar qué tipo de estrategias
desplegaron las actrices de agrupaciones preexistentes para proseguir una tarea singular.
Si bien concebida como una estrategia del PCA por reorganizar sus fuerzas y frentes de
acción en un movimiento de masas femenino en el que sus cuadros formaran la vanguar-
dia. La información fragmentaria hasta el momento sólo permite matizar esta injerencia
como un campo de lucha más complejo que el que ubica a la UMA como mero satélite del
PCA. El año 1949 fue un punto de inflexión que aquí se toma como finalización de los
años formativos. Luego de dos años, la UMA se fortaleció y el gobierno pudo medir su
capacidad de acción. Ese año marca el inicio de una escalada ascendente del endureci-
miento de las relaciones con el Estado peronista que, a su vez, reprime manifestaciones de
la UMA, clausura sus locales y persigue a sus dirigentes. Su continuidad y su expansión,
aún con las dificultades con el gobierno, son indicadores de la vitalidad que sostuvieron en
un contexto distinto de acción. La indagación de la UMA es un punto de partida para la
intelección de una genealogía de acción femenina que aún busca su camino.

La Plata, noviembre-diciembre 2003

82
L os rostros del General Perón
del retrato protocolar a la caricatura

MARCELA GENÉ

Resumen Abstract
Los retratos de Juan y Eva Perón circularon en Los retratos de Juan y Eva Perón circularon en
diversos soportes desde los retratos al óleo, los diversos soportes desde los retratos al óleo, los
afiches y las piezas de propaganda oficial has- afiches y las piezas de propaganda oficial has-
ta las caricaturas difundidas en panfletos ta las caricaturas difundidas en panfletos
antiperonistas. Elaborados en diferentes regis- antiperonistas. Elaborados en diferentes regis-
tros –erudito, popular, satírico– esos retratos tros –erudito, popular, satírico– esos retratos
permiten distinguir una iconografía dominan- permiten distinguir una iconografía dominan-
te: la expresión “sonriente” del General y su te: la expresión “sonriente” del General y su
esposa, un rasgo que se transforma –o es trans- esposa, un rasgo que se transforma –o es trans-
formado por la propaganda– en una marca dis- formado por la propaganda– en una marca dis-
tintiva de la pareja. La metodología empleada tintiva de la pareja. La metodología empleada
es tributaria de la propuesta por Ernst Gom- es tributaria de la propuesta por Ernst Gom-
brich cuando explora el problema del pareci- brich cuando explora el problema del parecido
do en el retrato en términos de psicología de la en el retrato en términos de psicología de la
percepción, así como la capacidad de estas percepción, así como la capacidad de estas
expresiones de “empatizar” con el espectador. expresiones de “empatizar” con el espectador.
En el caso del peronismo, a la hora de la selec- En el caso del peronismo, a la hora de la selec-
ción de imágenes personales en la comunica- ción de imágenes personales en la comunica-
ción política, la del “General sonriente” ase- ción política, la del “General sonriente” ase-
guraba un alto grado de eficacia por su capaci- guraba un alto grado de eficacia por su capaci-
dad de estimular respuestas positivas a nivel dad de estimular respuestas positivas a nivel
de recepción colectiva. de recepción colectiva.

Palabras clave Key words


imágenes – política – propaganda – peronismo Images – Politics – Propaganda – Peronism –
– Argentina – siglo XX Argentina – XX Century

Recibido con pedido de publicación el 26 de noviembre de 2004


Aceptado para su publicación el 20 de febrero de 2005
Marcela Gené es profesora e investigadora de la Facultad
de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires
mgene@ciudad.com.ar

GENÉ, Marcela “Los rostros del General Perón, del retrato protocolar a la caricatura”, prohistoria,
año IX, número 9, Rosario, Argentina, primavera 2005, pp. 83-108.
MARCELA GENÉ “Los rostros del General...”

N
i bien se traspasa el umbral del Museo de la Casa de Gobierno, el imponente ó-
leo de Juan y Eva Perón irrumpe en medio de las severas efigies de los presi-
dentes argentinos. En las antípodas del canon retratístico oficial, la pieza
desarticula el relato curatorial de un museo consagrado a la memorabilia de los hombres
de estado. Al lado de los austeros retratos de Alvear o Victorino de la Plaza, compuestos
de acuerdo a una tipología que casi anula las semblanzas individuales, la pareja gobernante
con la apariencia de actores cinematográficos derrocha glamour frente a los flashes de
los fotógrafos. (Fig. 1) Que el retrato exhiba al radiante General acompañado por su
esposa en el momento previo a la gala, no es el único dato que singulariza al período
peronista y lo recorta del resto de la historia presidencial. Luego de atravesar la sala
atestada de bastones, bandas y condecoraciones sin hallar ningún objeto privado de Perón
–tal vez atribuible a la avidez del coleccionismo o a la alta cotización en el mercado– se
llega a un sector del museo reservado a la exhibición de un magro conjunto de afiches,
estampillas y folletos, entre otros objetos de la parafernalia propagandística que acompañó
su vida política. En todos ellos se reproduce su imagen, tan sonriente y relajada como en
el cuadro que iniciara el recorrido: dos tipos de producciones –una en la tradición de las
bellas artes, destinada a la permanencia; otra, efímera y multiejemplar– trazadas sobre un
mismo patrón iconográfico. Naturalmente no fue el único, pero muchos de los asistentes
al museo, en especial los extranjeros para quienes el mito de Eva y Juan es una atracción
turística más, saldrán del recinto conservando la impresión de la distintiva sonrisa
peronista. Tal impresión no es del todo errónea.
Puestos a examinar los rostros del General sobre series elaboradas según el soporte
y los ámbitos de circulación, se observa la apelación a un rango no demasiado amplio de
modelos. Si el retrato protocolar se ceñía a convenciones de representación, en las imáge-
nes impresas para distribuirse en circuitos amplios y populares se privilegió el uso de
imágenes más espontáneas. En principio, esta distinción entre conjuntos de un mismo tipo,
podría conducir a una calle sin salida en el sentido de que encuentra su explicación a partir
del criterio básico con el que se organizaron los corpus. En otras palabras, que el cuadro al
óleo pondere los atributos de la investidura, y que las reproducciones a gran escala el gesto
amigable que acorta distancias con el público, parece una afirmación tan obvia que el tema
de las iconografías de Perón podría liquidarse en este mismo párrafo.
Sin embargo, si avanzamos en la observación es posible detectar intersecciones entre
conjuntos que reorganizan nuestra primera clasificación: no todos los retratos al óleo se
componen sobre la expresión austera ni todos los afiches difunden la imagen distendida y
sonriente.
En qué casos los pintores e ilustradores recurren a cada tipología, cuáles fueron las
pautas establecidas para la elaboración de imágenes oficiales y cuáles los efectos desea-
bles en su recepción, son algunos de los objetivos de este análisis. Partiendo de estas
iconografías, examinaremos en segundo término sus derivaciones en revistas y otros pro-
ductos de la industria cultural peronista, camino que conduce casi naturalmente a interro-
garse acerca de las caricaturas de Perón pergeñadas por la prensa opositora. En este senti-

84
prohistoria 9 - 2005

do, el examen de los rostros del General en diferentes registros –el erudito, el popular y el
satírico– pone de manifiesto tanto las características propias a cada uno de ellos como
aquéllas que son compartidas, en la medida en que los límites entre registros son porosos.
Si bien analizaremos imágenes fijas, las fotografías no serán específicamente considera-
das sino como matriz de los retratos y el medio que articula los demás registros.

Perón fue el político más mediático de la era pre-televisiva. Su extroversión y su


cómoda relación con la cámara, no parecía ofrecer dificultades a los fabricantes de caris-
ma. Baste con compararse a los esfuerzos de los propagandistas de Stalin, como señala
Bronislaw Baczko,1 o a los desvelos de Marcel Bleustein-Blanchet, el publicista de De
Gaulle, para convencerlo de que cuando se trata de presentaciones públicas, la elocuencia
no es todo.2 Sin negar la importancia de los dispositivos que operan en la construcción de
liderazgo carismático,3 es necesario también considerar que muchas de las estrategias po-
dían desarrollarse de manera más fluida a partir de las características personales de Perón.
Una personalidad carismática que había comenzado a imponerse públicamente en 1943,
bastante antes de ser objeto de una construcción propagandística consciente, y que en
1946 llega a elecciones en una campaña improvisada en la urgencia, contando con su
propia imagen como único estandarte.4 Como muestran fotografías y noticieros, la sonrisa
o acaso la risa abierta fue su gesto más frecuente, un rasgo que se transforma –o es trans-
formado– en una marca distintiva al punto de ingresar en la memoria colectiva como un
signo por sí mismo evocador de una época y aún independientemente de su dueño. O
quizás deberíamos decir una máscara, si atendemos a las distinciones que hace Ernst
Gombrich entre máscara y cara al explorar el problema del parecido en el retrato en
términos de psicología de la percepción, así como la capacidad de estas expresiones de
empatizar con el espectador.5
Tal distinción es para el historiador del arte, “una paradoja central en el campo de la
percepción fisonómica” en la medida en que un determinado rasgo –la máscara– se impo-

1 BACZKO, Bronislaw “Stalin: fabricación de un carisma”, en Los imaginarios sociales. Memorias y espe-
ranzas colectivas, Nueva Visión, Buenos Aires, 1991.
2 DELPORTE, Christian “Image, politique et communication sous la Cinquième Republique”, en Vingtième
Siècle. Revue d’Hstoire, núm. 72, octobre-décembre 2001, pp. 109-123.
3 PLOTKIN, Mariano “La apropiación del espacio simbólico: rituales políticos y el carisma de Perón” en
Mañana es San Perón. Propaganda, rituales políticos y educación en el régimen peronista (1946-1955),
Ariel, Buenos Aires, 1994.
4 Entrevista concedida por Leopoldo Marechal, uno de los organizadores de la campaña electoral del 1946.
ANDRÉS, Alfredo Palabras con Leopoldo Marechal, Carlos Pérez Editor, Buenos Aires, 1968.
5 GOMBRICH, Ernst H. “La máscara y la cara: la percepción del parecido fisonómico en la vida y en el arte”,
en GOMBRICH, Ernst; HOCHBERG, J. y BLACK, M. Arte, percepción y realidad, Paidós Comunica-
ción, Barcelona, 1983 [1° ed. Londres y Baltimore, The John Hopkins University Press, 1972] En este
artículo Gombrich profundiza algunas de las reflexiones vertidas diez años antes en Arte e ilusión. Estudio
sobre la psicología de la representación pictórica, Gustavo Gili, Barcelona, 1979. [1° ed. The Trustees of
the National Gallery of Arts, Washington D.C., 1959.]

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MARCELA GENÉ “Los rostros del General...”

ne fuertemente en la experiencia al punto de prevalecer sobre la percepción de las constan-


tes fisonómicas –la cara– que se mantienen a pesar de las transformaciones operadas por el
tiempo.6 La máscara no sólo facilita el reconocimiento veloz, sino que constituye a menu-
do el pilar sobre el que los actores de la escena pública –ídolos populares o personalidades
de la política– modelan su imagen. Para el caso, basta pensar en el gesto de Napoleón con
la mano en el chaleco, que devino en fórmula para representar altas aspiraciones de man-
do, o en la sonrisa gardeliana, recuperada por algunos cantantes en sus intentos por consa-
grarse. No importa cuán banal sea este rasgo distintivo –prosigue Gombrich– siempre que
sea coherentemente identificable. Es aquí donde el límite entre retrato y la caricatura se
esfuma.7
El análisis del inspirado teórico es funcional a la naturaleza de nuestro objeto ya que
permite articular los diferentes registros de imágenes de Perón, sobre una línea que los
atraviesa horizontalmente. Veamos entonces las obras.

Cuadros
Destinado a la sala de un coqueto departamento y no al sitio que la historia quiso que hoy
ocupara, el óleo de Juan y Eva Perón en ropa de soirée fue encargado en 1948 por Juan
Duarte a Numa Ayrinhac, el prestigioso retratista de señoras de alta sociedad, quien se
convirtió desde entonces y hasta su muerte en 1951 en el pintor oficial de la familia.8 En
esos cuatro años, los más gloriosos para el pintor, los retratados y el comitente, Ayrinhac
produjo una veintena de retratos, una serie no solamente integrada por brillantes versiones
de la dama, sino también del General y del mismo Juancito, cuyo destino se ignora y que
conocemos gracias a las fotos que conserva su heredero.9 Andrea Giunta describió la mo-
dalidad de trabajo del artista. Ayrinhac componía sus obras sobre fotografías y bocetos y
no sobre el modelo natural, en un procedimiento tradicional para la época que ahorraba no
sólo fatigosas sesiones de pose sino que le permitía trabajar con rapidez para satisfacer una
demanda sostenida de retratos.10 Que el cuadro de Perón y Eva fue pintado sobre una
fotografía parece confirmarse por la mirada que los protagonistas dirigen a las cámaras,
sobre los que se vuelven fugazmente, y no al punto de vista del artista. [Fig. 1] La concen-
tración minuciosa en los detalles de las figuras contrasta con los fondos ciertamente

6 GOMBRICH, Ernst “La máscara...”, cit.


7 GOMBRICH, Ernst “La máscara...”, cit.
8 Para una biografía de Numa Ayrinhac, véase GIUNTA, Andrea “Eva Perón: imágenes y publico”, en AA.VV.,
Arte y recepción, VII Jornadas de Teoría e Historia de las Artes, CAIA, Buenos Aires, setiembre de 1997,
pp.177-184. En este artículo, la autora analiza el retrato Eva realizado por Ayrinhac, que cobró fama mun-
dial a través de su reproducción en la tapa de “La Razón de mi vida”.
9 Agradezco a Laura Malosetti Costa que me haya facilitado las fotografías tomadas en el archivo de la casa
de Ayrinhac en Pigüé (Provincia de Buenos Aires), para su reproducción en este artículo.
10 Giunta señala que en los retratos de Eva, Ayrinhac seleccionaba diversas fotografías de manos y rostros,
componiendo sobre esos fragmentos un “modelo” básico, con la misma pose, al cual cambiaba de vestidos.
GIUNTA, Andrea “Eva Perón: imágenes…”, cit., p. 180.

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prohistoria 9 - 2005

fantasiosos, que en éste como en otros ejemplos, se completaban a posteriori con urgencia,
a grandes y delgadas pinceladas. El efecto de collage resultante, así como el ambiente
artificioso en que sitúa a los personajes no es el único dato que revela la excentricidad de
Ayrinhac y de su cliente: la desproporción de las figuras, tan estilizadas que rayan en lo
etéreo, conforme al estilo déco que Ayrinhac profesaba casi con fanatismo, satisfaciendo
en este punto a un Duarte ávido por atesorar imágenes de su hermana y conquistar, a través
de obras de arte, símbolos de status. Tratándose de un encargo privado, las libertades del
artista quedan justificadas, pero las condiciones diferían a la hora de responder a la
comitencia estatal de retratos protocolares, para su emplazamiento en los transatlánticos,
como indica Giunta, y en los despachos de funcionarios de jerarquía.11 Sin embargo, si
Ayrinhac desafió las convenciones, o al menos tanto como lo permitía la larga tradición de
un género que aceptaba pocas variantes,12 se debió quizás a un encuentro de voluntades,
deseos y aspiraciones. Por un lado de los retratados, de modelar su imagen conforme a sus
propios intereses de afirmación política, –pero sobre todo social y estética–, y por otro, del
artista, por entonces bien instalado como retratista de sociedad, que probablemente haya
visto allanado el camino de integración a las más altas esferas de la política.13
Si visitáramos los museos históricos de la Argentina y de otros países americanos,
veríamos cuánto se repite la fórmula de representar a los presidentes según un estereotipo
trazado sobre la investidura que se impone a las particularidades expresivas del sujeto.14
En términos de Gombrich, la máscara del rol social que desempeñan prevalece sobre sus
caras, homologadas en gran medida bajo la expresión concentrada, a veces severa, que
refiere a los valores morales del individuo.15 Cualidades tales como honor, reputación,
trabajo, integridad, condensadas en la noción de carácter weberiano, constituyó desde el
siglo XIX un modelo de presentación social que comenzó a modificarse en las primeras
décadas del XX, a partir de la era de masas. La cultura de la personalidad reemplaza a la

11 En los de menor rango, en cambio, se colocaban fotografías de los originales al óleo, en versión reducida, o
la fotografía “oficial” de Perón en traje de militar. Los noticieros cinematográficos –Sucesos Argentinos,
Noticiario Bonaerense– han sido una fuente inestimable para determinar la ubicación de los retratos.
12 El cuadro de Napoleón I en su estudio, pintado por Jacques-Louis David en 1812, es cabeza de serie en los
retratos ceremoniales del siglo XIX. Véase BOIME, Albert “Iconografía napoleónica”, en Historia social
del arte moderno. El arte en la época del Bonapartismo. 1800-1815, vol. 2, Alianza Editorial, Madrid,
2002. Por lo general se presenta a la figura de tres cuartos, –con menor frecuencia de cuerpo entero–; en
uniforme militar o de frac con la banda presidencial; en el despacho, de pie junto al escrito, con la mano
apoyada sobre la Constitución.
13 MICELI, Sergio Imagens negociadas. Retratos da élite brasileira (1920-1940), Companhia das Letras,
San Pablo, 1996.
14 Ello no significa que los retratados carezcan de características expresivas particulares. Para un análisis de la
complejidad que históricamente atravesó el problema de la expresión en el retrato, véase entre otros,
GOMBRICH, Ernst H. “El experimento de la caricatura” en Arte e ilusión, cit; “Sobre la percepción
fisonómica” y “El arsenal del caricaturista”, en Meditaciones de un caballo de madera, Seix Barral, Barce-
lona, 1967. [1° ed. Londres, Phaidon Press, 1963].
15 Véanse a este respecto los retratos de Victorino de la Plaza, Roque Sáenz Peña e Hipólito Irigoyen.

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MARCELA GENÉ “Los rostros del General...”

del carácter, postulando nuevos valores como la seducción, el charme, el atractivo, en


relevo de los morales.16 En plena expansión del cine, las grandes personalidades de la
pantalla fueron el espejo en el que algunos de los líderes de entreguerras forjaron su ima-
gen magnética y fascinante.17 Sofisticados y encantadores también Juan y Eva, en la estelar
apariencia que les concede el pintor, más próximo a un director de escena que al retratista
cortesano.
Pero fuera de este molde hollywoodense aunque no demasiado lejos, Ayrinhac com-
puso tres retratos individuales de Perón. En dos de ellos, trazados sobre la misma fotogra-
fía, se reitera el gesto y la pose, cambiando, como si de una imagen de vestir se tratara, la
indumentaria: en un caso, de etiqueta, en otro, uniforme militar de gala y en ambos con la
banda presidencial.18 De pie, con las manos cruzadas en el frente, es el General quien nos
contempla, sobrio e imperturbable, con la mirada reposada que encuentra a la del especta-
dor en un mudo e imaginario intercambio. [Fig. 2]
Hasta aquí, la descripción podría corresponder a cualquier modelo clásico de retrato
frontal19 de no ser por el romántico ambiente creado por Ayrinhac para situar al personaje:
un sugestivo nocturno como escenografía de fondo. Sabiendo de la afección del artista por
pintar extravagantes paisajes crepusculares, el óleo es uno más en el conjunto, pero desde
el punto de vista de las convenciones representativas del género, constituye a todas luces
una curiosa excepción. Tanto como el que exhibe al mandatario, esta vez de cuerpo entero
en su oficina, próximo a un busto clásico, sonriendo abiertamente, una vez más, ante las
cámaras. [Fig. 3] ¿Se habrá tratado, también en este caso, de un encargo de su secretario y
cuñado, de una dependencia estatal, o del mismo Perón? La falta de documentación en el
archivo familiar deja éste y muchos otros interrogantes sin respuesta. Quizás por la amis-
tad que unía al pintor con Juan Duarte hayan contratado informalmente, en el caso que esta
obra haya sido efectivamente una pieza más para su colección privada.
La vida de Ayrinhac terminó cuando el régimen estaba todavía lejos del ocaso. La
gloria que logró a través de su labor en esos años, no alcanzó para inscribir su nombre en
ninguna historia del arte argentino, pero sí en la del peronismo, para quien fue “el retratista
del pueblo.”20 Fuera de estas obras, no hubo casi producción de retratos de Perón en clave
erudita. Inversamente, anónimos autores modelaron su rostro para multiplicado en las im-
prentas.

16 Para un análisis de estas nociones aplicadas al “mito Mussolini”. Cfr. FALASCA-ZAMPONI, Simonetta
Fascist Spectacle. The aesthetics of power in Mussolini´s Italy, University of California Press, Berkeley &
Los Angeles, 1997.
17 METZ, Christian The imaginary signifier: Psychoanalysis and the cinema, Indiana University Press,
Bloomington, 1982.
18 El retrato en el que luce uniforme militar presidía el despacho del Cnel. Mercante en La Plata. Posiblemente
haya sido encargado por la Gobernación de la Provincia de Buenos Aires.
19 Compárese con el óleo de Alvear, cuya pose y actitud son casi idénticas, a excepción del fondo que en éste
es neutro. Museo de la Casa de Gobierno.
20 GIUNTA, Andrea “Eva Perón: imágenes…”, cit.

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prohistoria 9 - 2005

Impresos
Si Ayrinhac fue el pintor oficial, fueron varios los ilustradores que elaboraron retratos de
Perón para su reproducción en escala y en amplios circuitos. De todos ellos, probablemen-
te sea Roberto Mezzadra quien merezca el título de ilustrador oficial. Periodista y jefe de
dibujantes de Noticias Gráficas desde su fundación, Mezzadra estaba a cargo de la página
de caricaturas deportivas del diario, en tiempos en que el box se contaba entre los deportes
más populares. La pasión que unía al periodista y al General, asiduo concurrente al Luna
Park, fue el comienzo de una amistad que permitió al periodista tratarlo en forma privada.
Cuando Noticias Gráficas pasó a integrar la órbita de la prensa estatal, Mezzadra combinó
su tarea en el diario con la producción de afiches para la Dirección General de Propaganda
de la Subsecretaría de Informaciones, dependencia que coordinaba la realización y distri-
bución de la propaganda gráfica. Muchos otros dibujantes trabajaban para este organismo,
pero no todos se especializaban en la fisonomía del Líder, de modo que circulaban dos o
tres modelos básicos, –como el de Alfredo Pachelo o el de Saúl Borobia– cambiándose las
leyendas en virtud de las circunstancias en que eran empleados.21 Sin embargo, la imagen
acuñada por Mezzadra, un Perón de amplia sonrisa y en camisa, [Fig. 4] fue una de las más
reproducidas tanto en afiches como en algunas portadas de folletos y en una serie de es-
tampillas,22 si bien no fue la única de este tipo. [Fig. 5 y 6] Siguiendo la misma modalidad
que el pintor de retratos, Mezzadra trabajaba a partir de fotografías, cuya espontaneidad
parece indicar que se trataba de tomas en el ámbito privado. Pero si miráramos un conjunto
de fotos de Perón, elegidas al azar entre las correspondientes a las presidencias, así como
las previas o las posteriores a esos años, y tanto las personales como las públicas, saltaría
a la vista la habitualidad de tal expresión, que la teoría de la percepción fisonómica llama
expresión general dominante, en la medida en que su recurrencia inscribe una marca per-
manente en el semblante. En este sentido, puede inferirse el tono emocional de un indivi-
duo, su humor global y ciertas características de su personalidad.23 Es fácilmente recordable
el permanente ceño adusto de Hitler, siempre gélido e inabordable o, en el vértice opuesto,
el gesto encantador de Franklin Roosevelt y de algunos de los que lo sucedieron en el
cargo.
Aunque estos indicios no bastan para trazar un perfil psicológico completo de Perón,
cuestión lejana a nuestros propósitos, son sin embargo instrumentos válidos para inferir
algunos criterios entre los diversos que operan a la hora de la selección de imágenes perso-
nales. De acuerdo a principios básicos de la comunicación política, la del presidente afa-
ble aseguraba un alto grado de eficacia por su capacidad de estimular respuestas positivas
a nivel de recepción colectiva. Estas explicaciones pueden no agregar nada a los dictados

21 Alfredo Pachelo fue varias veces premiado en concursos entre 1940 y 1944, –cuando obtuvo el primer
puesto en la Exposición de Minería– y colaborador de El Hogar, La Nación y La Prensa hasta fines de la
década.
22 La misma imagen se reitera en la portada del folleto “Las fuerzas espirituales de la Nación”, s/f y a escala
monumental como ornamentación en actos públicos. AGN (SDG-SDF).
23 GOMBRICH, Ernst H. “La máscara...”, cit.

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MARCELA GENÉ “Los rostros del General...”

del sentido común. No obstante, a pesar de que las consideraciones acerca de las influen-
cias de la psicología en el campo de la propaganda política parezcan anacrónicas,24 han
ocupado un sitio privilegiado dentro del arsenal de los analistas y técnicos de la propagan-
da en tiempos modernos.25 Gombrich ha contribuido a la explicación de estos fenómenos,
al revitalizar la teoría finisecular de la empatía a la luz de la psicología de la percepción,
que en lo sustancial refiere a cuando determinadas expresiones estimulan respuestas emo-
cionales afines.26 Llevado al terreno de las representaciones gráficas, la expresión domi-
nante del General –su sonrisa– dialoga con la de los trabajadores, en consonancia con
estrategias rentables de la propaganda peronista de conformar un mundo imaginario de
deseos satisfechos:27 líder y trabajadores asumen en la gráfica una fisonomía que los iden-
tifica, modelados bajo la común máscara de la armonía y el bienestar. [Fig. 7]
En el itinerario que hemos desarrollado desde el inicio, hemos postulado a la risa o la
sonrisa como un rasgo dominante, que al tiempo que define aspectos personales es poten-
ciado por el aparato publicitario. Conviene aquí hacer un rodeo para referirnos a otra serie
iconográfica que cobra particular relevancia en 1950 y que reaparece en forma aislada
hasta 1955. En el Año del Libertador, un Perón imperial ensombrece provisoriamente al
carismático líder popular.
Trazada sobre estilemas del más puro clasicismo, su imagen es por entonces un so-
brio perfil que actualiza y evoca la figura del imperator cincelada en las caras de las mone-
das.28 Austero, con la neutralidad expresiva de un altorrelieve de piedra o bronce, que se
destina a la eternidad, el General escatima el rostro, exhibiendo en líneas precisas, su
contorno. [Fig. 8] En algunas, el halo de autoridad que rodea a la efigie expresa una distan-
cia infranqueable; [Fig. 9] en otras, la sola silueta basta para evocar el inconfundible perfil.
Luego, el retrato se vuelve doble y en la superposición, se amalgaman casi en un cuerpo
único Eva y Juan: en la cúspide de la jerarquía social, son la pareja gobernante. [Fig. 10]
Como en las medallas conmemorativas de las asunciones presidenciales, que exhibían los
perfiles dobles del primer magistrado y su vicepresidente,29 la consagración simbólica del
matrimonio en el poder se celebró a través de la reproducción de ese modelo tradicional,

24 Gustave Le Bon escribe Psychologie de foules en 1895, en el clima de las investigaciones freudianas.
25 Actualmente, la mayoría de las agencias publicitarias y especialmente las encargadas de campañas políti-
cas, estiman imprescindible la presencia de psicólogos sociales en sus staffs
26 Gombrich refiere a Teodoro Lipps y Worringer. Partiendo de la Einfühlung, propone trasladar el análisis de
la proyección emotiva del campo de las formas al de la expresión humana, GOMBRICH, Ernst H. “La
máscara...”, cit., pp, 54-55.
27 Para un reciente análisis de las iconografías del trabajador, ver GENÉ, Marcela Un mundo feliz. Imágenes
de los trabajadores en el primer peronismo (1946-1955), Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires,
2005.
28 Véase “Les monnaies comme instrument de propagande” en Numismatique dans l´Antiquité. Dossier
d´archéologie, núm. 248, novembre 1999, pp.78-87.
29 Véase la de Manuel Quintana y Victorino de la Plaza en el Museo Casa de Gobierno.

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que además de las medallas, se desplegaba en los materiales impresos, así como en llaveros
y ceniceros metálicos, sin olvidar las etiquetas de la sidra navideña. [Fig. 11]
Magnético y risueño o severo y distante, el General asumía los múltiples rostros que
los dibujantes debían concederle, tantos como los roles que él mismo quería jugar. Fuera
del marco de la producción oficial, la risa y el perfil siguieron otros caminos en los lápices
de la oposición.

Caricaturas
“Desde hoy ya tiene el periodismo tan gustoso de uniformarse en el cuello y en la camisa,
un órgano que por su índole misma carece de gemelos y trabas: DESCAMISADA. Hacía
falta una revista pecho al aire, franca y amplia como la risa del pueblo. Hacía falta, ¡qué
embromar! Ya es hora de que empecemos a tomar en soda ese aparato grandilocuente,
fastuoso, tirado para atrás y voluminoso, que empieza con los cargamentos de avisos y
termina en los 140 kilos del doctor ‘Chanchorini’...”30 Así se presentaba en sociedad en
enero de 1946, la revista Descamisada, promotora de la risa peronista, en el marco de una
campaña que sin demasiados recursos hizo pie en el humor. La contienda electoral se
escenificó a través de una pelea de box, donde Perón, un musculoso boxeador de sonrisa
encandilante y apretada gomina a lo Gardel, evocaba la hazaña de Firpo tirando fuera del
ring a un gordo y torpe Tamborini.31 Mientras el caricaturista Rechaín modelaba al Coro-
nel con las características que la imaginación popular atribuía al macho argentino, su
competidora Cascabel, que siguió de cerca su meteórico ascenso desde la gestión en la
Secretaría de Trabajo y Previsión, prefirió el atajo metafórico de una colosal pera para
satirizar el triunfo, en la portada del 28 de febrero de 1946. Por entonces, el apellido del
candidato proveía material suficiente para aludirlo en tono jocoso, sin recurrir a aspectos
de su fisonomía.32
“Cualquier cosa podía decirse de Perón, –opina Félix Luna– menos que fuese un tipo
ridículo.”33 Ciertamente, su aspecto físico no era fácilmente ridiculizable, excepto por sus
brazos en alto y la sonrisa estereotipada. Y contra ella cargó el lápiz opositor. El rasgo
distintivo que definía al afable conductor pronto habría de transformarse en una rígida

30 El staff reunía, entre otros, a Manuel Alcobre (Erbocla), José Gobello y Arturo Jauretche, que firmaba con
el seudónimo de El Fabriquero. Entre los dibujantes, Arístides y Délfor Rechaín, Lubrano, y González
Fossat.
31 Firmada por Arístides Rechaín, dibujante de Crítica y La novela semanal en los años veinte y treinta;
ilustrador de La Época desde 1948 y La Prensa desde 1953. Fue el autor de uno de los afiches-retrato de
Eva Perón.
32 Cascabel fue una empresa de humoristas amateurs, surgida de un grupo de socios del Jockey Club. Entre
sus redactores se contaban Conrado Nalé Roxlo (Chamico), Rodolfo Taboada, Florencio Escardó (Piolín de
Macramé), Sixto Pondal Ríos, Enrique Santos Discépolo, Carlos Warnes (César Bruto) y el español Ramón
Gómez de la Serna. Los dibujantes Alcides Gubellini, Lino Palacio, Lorenzo Molas y León Poch, son
algunos entre los muchos que desfilaron por la editorial en sus seis años de existencia.
33 LUNA, Félix El 45, Sudamericana, Buenos Aires, 1995, p. 443. [1° ed. 1971]

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mueca disociada del rostro, capaz por sí misma de connotar la corrupción moral del nuevo
gobierno, desde la óptica de amplios sectores de la sociedad. Para ellos, la risa del General
fue la máscara de la hipocresía y la demagogia que terminó por fagocitar a la cara.34 [Fig.
12]
Desde las páginas de La Vanguardia, Tristán fustigó al General desde todos los flan-
cos posibles.35 Las aspiraciones dictatoriales fueron pronto el blanco predilecto para el
ataque en caricaturas que describen escenas complejas, abarrotadas de objetos y persona-
jes. Soberbio y autoritario, Perón es presentado en ropa militar, armado con un sable mitad
garrote y con el napoleónico gesto de la mano en la chaqueta –un código estabilizado en el
humorismo gráfico–, solazándose con el canto de diabólicas tentaciones voceadas por un
coro de oscuros y sumisos maniquíes a cuerda. [Fig. 13] Como un prefiguración de las
augustas imágenes que en el Año del Libertador inundarían la prensa, Tristán carga las
tintas en los atributos del César, al rodear la cabeza con laureles y un halo de santidad
hecho de alambre, como los usados en los disfraces de angelito: ridícula figura con aires de
prócer que contempla, emocionado, una alpargata colgando de la pica. [Fig. 14]
Si en algo se regodeaba el dibujante, era en exaltar los vicios morales del Coronel,
personificados en coristas y mujeres ligeras, condensando el sentir del antiperonismo, dan-
do forma a los rumores en veladas alusiones a la decencia de su esposa, puesta en duda por
quienes eran los lectores habituales del diario.
Pueden imaginarse, en consecuencia, los efectos de estas caricaturas. En 1947, los
ánimos se caldearon más aún cuando Tristán desoculta los coqueteos del líder con la CGT
en una escena donde hasta el más mínimo objeto se carga de significados: ella, una robusta
bailaora, danzando al son de las castañuelas para entretenimiento de él, mórbido gigantón
echado en un diván, envuelto en los vapores del narguile, mientras cierta atmósfera de
serrallo se percibía en la sala. [Fig. 15] Ni rastros quedaban de aquella santidad, irónica-
mente sugerida por el alambre, pero las hojas de laurel perduraban sobre una cabeza plan-
teada en la estructura básica de la pera, similar a la del retrato enmarcado de una reina
coronada y labios de corazón, en la mesa del primer plano. Poco después La Vanguardia
fue clausurada y por entonces también desapareció Cascabel, mientras las publicaciones
de humor pro-peronista se expandían considerablemente.
Si estas caricaturas apuntaban a cuestionar jocosamente los valores morales de Perón,
el ejemplo de una broma gráfica aparecida en un panfleto confeccionado por militantes
católicos en 1954 persigue la misma finalidad pero por un camino diferente.36

34 GOMBRICH, Ernst H. “La máscara…”, cit., p. 29.


35 Seudónimo de José María Guinzo dibujante de La Vanguardia desde 1934.
36 Sectores de la militancia católica iniciaron una sostenida campaña de contrapropaganda luego del discurso
del 11/11/1954 que pone al descubierto el enfrentamiento del peronismo y la Iglesia. Félix Lafiandra (h),
uno de los promotores de la campaña, reunió la colección de panfletos en Los panfletos. Su aporte a la
Revolución Libertadora, Itinerarium, Buenos Aires, 1955. En la introducción el autor relata el espíritu de
esta empresa, que estima fundamental en la caída del régimen.

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Que un panfleto se ilustrara era bastante excepcional cuando debían imprimirse con
toda rapidez y en forma clandestina.37 En este caso, un dibujante ciertamente amateur
apela a los códigos de la antropometría, pseudociencia positivista que establece relaciones
entre las características fisonómicas de un individuo y las morales o conductuales. Este
instrumental técnico de la policía del siglo XIX para la identificación criminal, había caído
en desuso, pero se mantuvo latente en los años 1920s. y 1930s. como recurso de los
ilustradores de la prensa popular, –en particular del diario Crítica–, algunas veces como
argumento a favor de la inocencia y en otros para fundamentar la culpabilidad del sujeto,
siempre inferidos a partir de marcas corporales.
Sometida a mediciones, la estructura craneana de Perón es interpretada a la luz de la
parodia antropométrica, con la exclusiva finalidad de la descalificación moral. Más que
como delincuente o pervertido, se exaltan las condiciones físicas que designan a un sub-
normal, subrayada por el abrupto contorno que convierte en vulgar un perfil que tiempo
antes lucía imperial. [Fig. 16]
Finalmente, un montaje fotográfico interviene la zona de la boca, estampando donde
había una amplia sonrisa, unas fauces desproporcionadas, al borde de devorar el micrófo-
no. [Fig. 17] Es obvio señalar el sentido que subyace en esta operación, sabiendo del uso
frecuente que Perón hacía de la radio. Con todo, se apuntó directamente a vulnerar la
expresión que durante más de una década había identificado al carismático líder de los
trabajadores: la risa que el ‘55 propuso aniquilar.

Quienes visiten el Museo de la Casa de Gobierno, se encontrarán solamente con el


rostro sonriente del General. Quizás se trate de una estrategia del mismo museo, cuya
tienda está atestada de souvenirs de la pareja, al ofrecer la imagen más seductora y expor-
table de uno de los mitos del siglo XX, en sintonía con la que la cinematografía norteame-
ricana difundió a nivel mundial. Quizás también, otros visitantes reconozcamos en ella una
marca indeleble de la cultura política argentina contemporánea.

Buenos Aires, octubre de 2004

37 En principio se copiaban a mano, luego se trasladaron imprentas de colegios católicos a los domicilios de
los militantes. Algunas imprentas comerciales también prestaron colaboración. LAFIANDRA, Félix Los
panfletos…, cit.

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a propaganda oficial sobre la inmigración
L en la filmografía argentina durante el peronismo (1946-1955)

IRENE MARRONE
M. MERCEDES MOYANO WALKER

Resumen Abstract
En la segunda posguerra Europa se convierte en During the second post-war Europe became an
expulsora masiva de población y Argentina será expeller of population and Argentine would be
un destino codiciado. El gobierno peronista in- a wishfull destination. The peronist government
terviene y planifica su política inmigratoria im- had an active participation and planned its
pulsando criterios que dan lugar a un intenso inmigratory policies, which lineaments incite
debate expresado en las campañas de propagan- an intense debate publicized by the Subsecre-
da realizadas desde la Subsecretaría de Informa- taría de Informaciones y Prensa. About this, the
ciones y Prensa, la cual incluye películas docu- government tried to influence the society by
mentales con el fin de generar consenso en el including documentary films. In this article we
gran público y legitimar sus continuas transfor- make an interpretation of the migratory policies
maciones. En este artículo realizamos un análi- during the peronism period trough the analysis
sis e interpretamos las políticas migratorias del of the following films: Inmigración (1947),
peronismo a través de cuatro películas documen- Rumbo a la Argentina (1947), Para todos los
tales de cortometraje que han quedado en los hombres del mundo (1949), and Ha llegado un
repositorios del Poder Ejecutivo Nacional (Ar- barco (1953).
chivo General de La Nación): Inmigración
(1947), Rumbo a la Argentina (1947), Para to-
dos los hombres del mundo (1949) y Ha llegado
un barco (1953).

Palabras clave Key Words


inmigración – filmes documentales – peronismo Inmigration – Oficial Institucional Filmes –
– segunda posguerra – propaganda Peronismo – Second Postwar – Propagation

Recibido con pedido de publicación el 15 de diciembre de 2003


Aceptado para su publicación el 20 de mayo de 2004
Vesión definitiva recibida el 14 de noviembre de 2004
Irene Marrone y M. Mercedes Moyano Walker son profesoras e investigadoras
de la Universidad de Buenos Aires
pierimar@interlap.com.ar
mmoyanow@interlap.com.ar

MARRONE, Irene y MOYANO WALKER, M. Mercedes “La propaganda oficial sobre la inmigra-
ción en la filmografía argentina durante el peronismo (1946-1955)”, prohistoria, año IX, número 9,
Rosario, Argentina, primavera 2005, pp. 109-130.
IRENE MARRONE Y M. MERCEDES MOYANO WALKER “La propaganda oficial...”

“El Gobierno Federal fomentará la inmigración


europea; y no podrá restringir, limitar ni gravar
con impuesto alguno la entrada en el territorio
argentino de los extranjeros que traigan por
objeto labrar la tierra, mejorar las industrias, e
introducir y enseñar las ciencias y las artes.”
Constitución Justicialista de 1949. Art. 17

I - Introducción

E
n la segunda posguerra Europa se convierte en expulsora masiva de población
hacia diversos países, entre los que Argentina será un destino codiciado. En ese
sentido el gobierno peronista interviene y planifica su política inmigratoria con el
Primer Plan Quinquenal, procurando que la inmigración sea seleccionada, asimilable,
económicamente útil y distribuida racionalmente de acuerdo a intereses regionales. Estos
criterios dan lugar a un intenso debate interno e internacional alrededor del cual se juega
mucho más que la política migratoria, ya que la variable población es percibida como
clave para el desarrollo y para la concreción del proyecto peronista. La polémica se expresa
en una intensa campaña de propaganda y difusión permanente realizada desde distintas
dependencias burocráticas estatales y vehiculizada a través de la Subsecretaría de
Informaciones y Prensa.1 La propaganda oficial incluyó folletos, afiches, panfletos, y
especialmente la exhibición obligatoria de filmes documentales y noticieros cinematográ-
ficos.
Para la época distintas productoras privadas, como Sucesos Argentinos, Emelco,
Noticiero Panamericano, Sucesos de América y algunos noticieros o direcciones estatales
como Noticiero Bonaerense, Secretaría de prensa y Difusión de la Provincia de Buenos
Aires trabajaron supervisadas y coordinadas por la mencionada Subsecretaría de Informa-
ciones de la Nación o de la Provincia de Buenos Aires, según fuera el radio abarcado,
cubriendo la noticia del momento y difundiendo la política del gobierno.2 Por esta razón es
posible rastrear las disputas ideológicas sobre la inmigración a través de los discursos e

1 La Subsecretaría de Informaciones y Prensa, creada durante el gobierno del Presidente Pedro Ramírez el 21
de octubre de 1943, se convierte, junto a Perón, en una herramienta clave para la construcción del consen-
so. Al frente del organismo, Raúl Alejandro Apold maneja un presupuesto anual de 40 millones de pesos,
con un personal de más de mil agentes, distribuidos en varias direcciones generales: de prensa, difusión,
publicidad, espectáculos públicos, archivo gráfico, registro nacional y administración. La propaganda se
distribuye a través de la Dirección General de Difusión por todo el país y en el extranjero por medio de la
Cancillería. En Revista Primera Plana, núm. 241, Buenos Aires, 08/08/1967.
2 Emelco nace en 1937, fundada por Kurt Lowe, Sucesos Argentinos en 1938 por Antonio Díaz, Argentina
Sono film en 1940 crea el Noticiero Panamericano, bajo la dirección de Adolfo Rossi, y durante los años
1940s. Antonio Díaz funda Sucesos de América. La mayoría de las productoras realizan documentales de
propaganda institucional como forma de financiar el noticiero. Solían exhibir sus noticieros semanalmente
en los cines como complemento de funciones habituales, en otras ocasiones presentaban películas docu-

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iconografías que construyen3 la propaganda fílmica oficial peronista diacrónica y sincróni-


camente. Sobre esta cuestión, consideramos que los discursos sobre la política inmigratoria
del estado peronista no fueron homogéneos,4 y que variaron según las tradiciones adminis-
trativas de las dependencias que intervinieron en la gestión inmigratoria y según las nece-
sidades políticas y económicas de la alianza peronista.
Comparamos entonces los filmes documentales de propaganda oficial sobre el tema
–Inmigración (1947), Rumbo a la Argentina (1947), Para todos los hombres del mundo
(1949) y Ha llegado un barco (1953)– que se hicieron en esos años y que son los únicos
que han quedado en los repositorios del poder Ejecutivo Nacional (Archivo General de la
Nación). En función de interpretar esas transformaciones y el universo ideológico y políti-
co desde el cual se instituyeron sus discursos, tomamos en cuenta en el análisis fílmico las
características temáticas y retóricas teniendo en cuenta las siguientes dimensiones analíti-
cas: a) punto de vista historiográfico que adopta el relato fílmico; b) los criterios demográ-
ficos (etnia, sexo, edad), de hábitat (rural y urbano) y ocupacionales (colono, obrero-pro-
fesional) propuestos en el filme para la selección del inmigrante; c) el papel del estado con
relación al inmigrante (prescindencia, encauzamiento, políticas de integración). En suma,
nos interesa interpretar el sentido de la diversidad de los imaginarios sobre la inmigración
que el gobierno peronista promocionó entre miles de espectadores a través de un discurso
que por estar hecho con imágenes de la realidad parecía más verdadero. Nos anima tam-
bién el interés de aportar novedosos significados a una historia social de las mentalidades
que incorpore lo audiovisual como materia de su relato.

II - Inmigración y política
En la segunda posguerra el mito de América volvió a modelar la utopía europea.5 Como en
los años de inmigración masiva de fines del diecinueve y principios del siglo pasado,
Argentina recuperó su lugar como destino privilegiado.

mentales producidas por varias productoras conjuntamente con la Subsecretaría de informaciones y prensa
–SIP– debido a la gran centralización de la propaganda oficial.
3 Según el Mayor Carlos Vicente Aloé, director de la Editorial Alea (monopolio estatal de la prensa oficialista)
y gobernador de la Provincia de Buenos Aires a partir de 1952, “…la información suministrada a los
medios de difusión era construida por la Subsecretaría.” En entrevista realizada por Primera Plana, núm.
217, Buenos Aires, 1967.
4 Devoto considera que no hubo homogeneidad política sobre la cuestión migratoria, primó el conflicto y la
diversidad entre distintas líneas internas del estado administrativo peronista y del movimiento peronista.
En DEVOTO, Fernando “Inmigrantes, refugiados y criminales en la “vía italiana” hacia la Argentina en la
segunda posguerra”, en Ciclos, núm. 19, 2000, pp. 156-161.
5 Durante la era del librecambio, siglo XIX, la migración transoceánica fue de 60 millones de personas que
dejaron Europa. EE.UU. acogió 35 millones, Hispanoamérica entre 12 y 15 millones, las áreas del imperio
británico recién ocupadas 10 millones. CAMERON, Rondo Historia económica mundial, Alianza,
Salamanca, 1985.

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IRENE MARRONE Y M. MERCEDES MOYANO WALKER “La propaganda oficial...”

En la etapa aluvial el mito se alimentó de la creciente prosperidad del país como


granero del mundo.6 Los hombres que proyectaron el nuevo Estado-Nación argentino como
Sarmiento, Alberdi y Mitre preferían una inmigración blanca, noreuropea y anglosajona.
Pero en un contexto de bonanza económica, primó la necesidad de poblar y la aceptación
de una concepción liberal de puertas abiertas. No obstante los que llegaban se incorpora-
ron como habitantes y no como ciudadanos. En el mismo sentido la Ley Avellaneda de
Inmigración y Colonización de 1876 no impuso criterios de selección ni reguló su poste-
rior integración.7 Se consideró inmigrante8 a todo extranjero que viniera con pasaje de
segunda o tercera clase y se lo libró a su suerte al llegar.9 Al país llegaron italianos y
españoles, franceses, rusos, alemanes, polacos, árabes y judíos, entre otros, pero sobre
todo italianos y españoles. Esta mayoría tangible contrastaba con la propuesta de crisol de
razas que buscaba evitar el predominio de algún grupo étnico sobre los demás o sobre la
identidad nacional. Frente a este aluvión inmigratorio hubo reacciones defensivas, durante
el Centenario de la Patria con la irrupción de una mentalidad antipositivista con elemen-
tos de raíces hispánicas coloniales de tradición católica, y hacia los años 1920s. cuando el
nacionalismo integrista configuró un discurso con elementos xenófobos y jerarquizando la
raíz criolla de la identidad nacional argentina.
En los años de entreguerras emergieron ideas políticas migratorias restrictivas en
todo el mundo, aunque en Argentina paralelamente los hijos de inmigrantes accedieron a
la participación política impulsada con el sistema educativo, el servicio militar obligatorio
y una gran movilidad social ascendente. Este proceso de integración no estuvo desprovisto
de tensiones y prejuicios raciales y sociales, como lo expresa la literatura con tintes de
antisemitismo, contra los no europeos como los sirio-libaneses, latinoamericanos, chinos,
e incluso antiitaliana.10 Hacia 1930, luego de la crisis mundial, el flujo migratorio cayó

6 El promedio anual de inmigrantes arribados entre 1890 y 1914 fue de 138.271 y entre 1920 y 1929 de
136.044. Hacia 1930 se redujo el flujo a 42.780 ingresos y ascendió a 61.693 entre 1945 y 1960. BARBE-
RO, María Inés y CACOPARDO, María Cristina “La inmigración europea a la Argentina en la segunda
posguerra. Viejos mitos y nuevas condiciones”, en Estudios Migratorios Latinoamericanos, año 6, núm.19,
1991.
7 La Ley de Inmigración y Colonización de 1876 crea un Departamento General de Inmigración para prote-
ger la inmigración. Como única aspiración pretendía una inmigración “honorable y laboriosa” y frenaba
sólo aquella que fuese “viciosa o inútil”.
8 La Ley Avellaneda establecía como inmigrante “...a todo extranjero jornalero, artesano, industrial, agricul-
tor o profesor que siendo menor de 60 años y acreditando moralidad y aptitudes, llegase a la República
para establecerse en ella [...] pagando pasaje de segunda o tercera clase, o teniendo el viaje pagado por
cuenta de la nación, de las Provincias o de empresas particulares...” La cursinva pertenece a las autoras.
9 Como único respaldo la Ley Avellaneda establecía entre “…las ventajas especiales estaba el ser alojado y
mantenido a expensa de la Nación durante el tiempo fijado […] ser colocado en el trabajo o industria […]
a que prefiriese dedicarse, y ser trasladado a costa de la Nación al punto donde quisiere fijar su domicilio.”
No obstante, Sarmiento aconsejaba encauzar la inmigración en función del proyecto de modernización
agrícola.
10 HALPERIN DONGHI, Tulio “Para qué la inmigración”, en El espejo de la Historia, Sudamericana, Bue-
nos Aires, 1983.

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drásticamente y las políticas migratorias quedaron dominadas por prejuicios hacia los lla-
mados indeseables, en especial los judíos y refugiados que crecieron en la segunda mitad
de la década. Este criterio se aplicaba en los pasaportes donde debían constar las condicio-
nes requeridas para entrar a un país, no tener enfermedades contagiosas, no venir a ejercer
la mendicidad y no adherir a ideologías anarquista o comunista. En esos años, se difundie-
ron ideas sobre compatibilidades raciales entre los grupos latinos católicos y un supuesto
ethos cultural y/o racial argentino. En las Ciencias Sociales, desde el Instituto de Investiga-
ciones Económicas y Sociales fundado por Alejandro Bunge y desde el Museo Social
Argentino se promovían ideas de selección migratoria y exclusión racial y religiosa, para-
dójicamente insertas entre ideas poblacionistas y natalistas.11
Con el golpe del GOU de 1943 y el ascenso de Perón las políticas migratorias que-
dan atravesadas por importantes cambios políticos mundiales, a la vez que por renovados
factores de expulsión y atracción. En primer lugar debe reconocerse la precaria situación
diplomática de Argentina en la posguerra dada su negativa a abandonar la neutralidad
largamente solicitada por Estados Unidos durante la guerra.12 A pesar del aislamiento de
los primeros años de gobierno peronista, en los que se priva al país de importaciones
esenciales para su desarrollo, su economía se expande merced a la estrategia de industria-
lización por sustitución de importaciones derivada de una política proteccionista y merca-
do internista. Estados Unidos denuncia al gobierno peronista, lo acusa entre otras cosas de
llevar adelante políticas migratorias racistas, discriminatorias, pro-nazis.13 Entre los
migrantes disponibles se constituyen varios grupos a partir de diferentes factores de expul-
sión, y la responsabilidad de tal misión en el llamado mundo libre le cabe en contexto de
guerra fría al país del Norte. El arco de los desarraigados se muestra multicolor, hay

11 Las corrientes poblacionistas o natalistas consideraban que un país estaba en decadencia si descendía o
envejecía su población, por tanto aconsejaban la inmigración como forma de promover su crecimiento
potencial.
12 Escudé señala que la apertura de los archivos británicos y norteamericanos de la década de 1940 demuestra
que Argentina fue sometida a un severo y constante boicot económico y desestabilización política por parte
de EE.UU. debido a su neutralismo pro-británico durante la guerra. Cfr. ESCUDÉ, Carlos 1942-49 Gran
Bretaña, Estados Unidos y la declinación Argentina, Ed. Belgrano, Buenos Aires, 1983. Por su parte,
Rappoport relativiza esta idea y circunscribe las causas de esta enemistad a la disputa por el liderazgo
regional en América Latina. En RAPPOPORT, Mario et al. Historia Económica política y social Argentina
(1880-2000), Macchi, Buenos Aires, 2000.
13 La propaganda antinazi de EE.UU. y contraria a la neutralidad de los gobiernos argentinos (Ortiz-Castillo-
Farrell-Perón) difunde la apariencia “engañosa” de que la contratación de nazis por parte de la Fuerza
Aérea Argentina obedecía a razones ideológicas. Al igual que EE.UU. y la URSS, la campaña de recluta-
miento argentina, si bien no exceptuó criminales de guerra, buscó satisfacer las necesidades de su industria
militar. Cfr. KLICH, Ignacio “La contratación de nazis y colaboracionistas por la Fuerza Aérea Argentina”,
en Ciclos, núm. 19, 2000. La imagen de un Eje Madrid-Buenos Aires, pantalla que ocultaba el traslado de
bienes del Tercer Reich sumada a la propuesta española hacia los países hispano parlantes de formación de
un bloque de neutrales (con el Vaticano, Suiza y Suecia) abonaron el mito sobre la complicidad del gobier-
no peronista. Cfr. QUIJADA, Mónica y PERALTA RUIZ, Víctor “El triángulo Madrid-Berlín-Buenos Ai-
res y el tránsito de bienes vinculados al Tercer Reich desde España a la Argentina”, en Ciclos, núm. 19,
2000.

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judíos sobrevivientes del genocidio nazi, personas vinculadas a los regímenes nazi-fascis-
tas derrotados, migrantes por hambre, pobreza, desocupación, masas desplazadas por la
división de áreas de influencia entre el bloque soviético y el pro-occidental.14 Diferentes
organismos nacionales e internacionales promueven en Europa la reubicación de estos
grupos. Entre los nacionales, en 1946 se crean la Delegación Argentina de Inmigración en
Europa (DAIE), encargada de seleccionar los candidatos a emigrar en Italia y España, y la
Comisión de Recepción y Encauzamiento de Inmigrantes (CREI), presidida por el presi-
dente del Instituto Argentino de Promoción del Intercambio (IAPI), cuyo fin era ubicar a
los inmigrantes en el mercado de trabajo argentino. Estos organismos entre sus muchas
atribuciones autorizaban a los inmigrantes a viajar con las cartas de llamada de sus parien-
tes en Argentina o de empresas que los necesitaban. Entre los internacionales la Cruz Roja
Internacional y el Comité Internacional para las Migraciones Europeas (CIME) asistían a
los refugiados y desplazados como consecuencia de la guerra.15
En este contexto el gobierno argentino juega un delicado equilibrio para evitar el
aislamiento internacional. Por un lado busca distanciarse de la acusación de filofascista
difundida entre la opinión pública internacional,16 presentando una política migratoria menos
selectiva y más abierta que otros países, por el otro mantiene cierta ambigüedad respecto
del tema de la inmigración, ya que debe aunar un frente interno soslayado por complicados
roces administrativos, institucionales y sociales originado entre otras cosas en la heteroge-
neidad de sus apoyos. En 1946 Perón gana las elecciones con el flamante partido Laborista
–en alianza con la vieja dirigencia sindicalista y ex-socialista–,17 una fracción minoritaria
de la UCR, algunos grupos conservadores provinciales, personalidades y grupos naciona-
listas18 y el apoyo institucional de las Fuerzas Armadas y la Iglesia Católica. Con el triunfo

14 Los pormenores sobre la ubicación de los grupos potencialmente migrantes, en particular de los judíos
puede estudiarse en GALANTE, Miguel y JMELNIZKY, Adrián “El primer peronismo y los migrantes de
posguerra vinculados a la Shoá (Holocausto) 1946-50”, en Revista de Ciencias Sociales, año 34, núm. 20,
Buenos Aires, 2000.
15 El CIME, Comité Intergubernamental para las Migraciones Europeas asistía a los emigrantes sin recursos
pagándoles transporte e instalación en los países de destino, básicamente ayudaba a víctimas de la guerra.
CREI, Comisión de Recepción y Encauzamiento de Inmigrantes fue reactivada en esta etapa para facilitar
la inmigración de contratados directamente por empresas radicadas en el país.
16 Frente a la acusación de que Argentina reclutaba técnicos y científicos nazis o ústachas croatas para la
industrialización, Perón firma el Acta de Chapultepec (Art. 6º) por la que se compromete a no otorgar
refugio a los culpables y responsables de crímenes de guerra y sus cómplices. Asimismo, en 1948 otorga
una Amnistía Inmigratoria que legaliza a centenares de judíos que habían entrado ilegalmente al país antes
de esa fecha.
17 Hugo del Campo estudia la tradición sindicalista y descubre algunas semejanzas con el peronismo que
hacen a las prácticas que venía desarrollando esta corriente desde los años 1920s. Entre ellas el pragmatismo,
el burocratismo, el reformismo y la búsqueda de vinculación con el poder político. DEL CAMPO, Hugo
Sindicalismo y peronismo. Los comienzos de un vínculo perdurable, CLACSO, Buenos Aires, 1983.
18 Altamirano señala que casi todos los grupos nacionalistas pusieron “…sus ojos en el Coronel Perón”.
Compartían el reclamo por el fin del estado liberal, la instauración de un nuevo orden, defendían la neutra-
lidad en la guerra y simpatizaban con los regímenes fascistas. Perón encarnó en esta primera etapa el

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de febrero de 1946, Perón resuelve ampliar su alianza policlasista hacia sectores económi-
cos que antes se mostraban en la oposición con el objeto de impulsar su proyecto
industrialista mercadointernista.
Así se retoma con el Primer Plan Quinquenal de 1947-51 una inmigración seleccio-
nada, asimilable, económicamente útil y distribuida racionalmente conforme a principios
ambivalentes como la espontaneidad y la selección y encauzamiento. La mayor novedad
está en el interés por regular –seleccionar y encauzar– desde el estado el flujo migratorio.
Con ese fin se crean organismos, como el Instituto Étnico Nacional en julio de 1946, y se
replantea el papel y la ubicación en el engranaje institucional de otros, como la Dirección
General de Migraciones19 que reportaba desde noviembre de 1943 a la Secretaría de Tra-
bajo y Previsión. En ambas reparticiones se desempeña una figura cuestionada por su
adhesión al nacionalismo conservador,20 Santiago Peralta. En sus primeros años el gobier-
no peronista adopta la preocupación, heredada y compartida con el régimen de 1943, de
contar con una población homogénea e integrada cultural y étnicamente. Este criterio se
impuso a la hora de dar preferencia a un tipo de inmigrante seleccionado a partir de carac-
teres étnicos, religiosos e ideológicos compatibles con la tradición argentina, favoreciendo
en los hechos a inmigrantes latinos de fe católica.21 No obstante esta triple selectividad irá
sufriendo transformaciones, sujetas a lo largo de todo el período a permanentes conflictos
entre diferentes proyectos políticos dentro del gobierno como así también de tradiciones
administrativas disímiles. Por un lado se desplegó desde la Dirección de Migraciones una
visión antropológica de la inmigración, y por otro una visión económica impulsada desde

“Cesar” libertador de la masa del pueblo que muchos esperaban desde los tiempos uriburistas.
ALTAMIRANO, Carlos Bajo el signo de las masas (1943-73), Ariel, Buenos Aires, 2001.
19 La Dirección General de Inmigración reportaba en el Ministerio de Agricultura en sus orígenes durante el
período aluvial. Pedro Orieta, consultor de la OIM refiere que pasó a integrar la Secretaría de Trabajo y
Previsión mediante el decreto Nº 1504 de 27/11/1943 y que el 04/02/1949 mediante el decreto acuerdo Nº
2896/49 la DNM pasó a la Secretaría Técnica de la Nación. Ver ORIETA, Pedro W. “Apuntes para una
historia de la Dirección Nacional de Migraciones”, en Revista de la Dirección Nacional de Población y
Migración de la República Argentina, Buenos Aires, 1991. Por su parte, Novick refiere que entre 1932 y
1943 esta dirección dependió del Ministerio del Interior, aplicando una reglamentación de tipo restrictiva.
1932 y 1943. NOVICK, Susana Política y población. Argentina 1870-1989, CEAL, Buenos Aires, 1993.
20 Santiago Peralta, antropólogo, autor de libros discriminatorios como La Acción del Pueblo Judío en la
Argentina (1943). Se propuso durante su gestión en la DGM aplicar criterios supuestamente científicos y
antropológicos para la práctica inmigratoria. Para Senkman la mayor interdicción étnica y religiosa pesó
sobre los judíos desplazados mientras que la mayor interdicción ideológica discriminaba a los comunistas
fueran o no latinos. Ver SENKMAN, Leonardo “Etnicidad e inmigración durante el primer peronismo”, en
Estudios interdisciplinarios de América Latina y El Caribe, vol. 3, núm. 2, julio-diciembre, 1992.
21 La preocupación por dar cohesión étnica a la población Argentina puede rastrearse la Revista de Economía
Argentina dirigida por Alejandro Bunge, en la Encuesta sobre Inmigración y en el Congreso de Población
organizado en 1939 y 1941 por el Museo Social Argentino, en debates parlamentarios, etc. Para Senkman,
la Ley de Bases acerca de Inmigración y Colonización de octubre de 1946 discrimina a la enorme masa de
refugiados y desplazados no latinos de la guerra en beneficio casi exclusivo de italianos y españoles. En
SENKMAN, Leonardo “Etnicidad e inmigración…”, cit.

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IRENE MARRONE Y M. MERCEDES MOYANO WALKER “La propaganda oficial...”

el IAPI. Asimismo existían tensiones entre la Dirección de Migraciones y el Consulado,


dependiente del Ministerio de Relaciones exteriores encabezado por el ex-socialista
Bramuglia22 con relación a los criterios de entrada de inmigrantes latinos, lo que se tradujo
en la firma de convenios bilaterales con Italia (1947-1948) y España (1948). Pero mientras
el gobierno italiano, acosado en la posguerra por la desocupación, los campos de refugia-
dos y la conflictividad, promovía la inmigración sin controlar demasiado su operatoria y
sus beneficiarios, el gobierno de España quería retener mano de obra, por lo que instituyó
formas burocráticas para limitar el flujo hacia nuestro país.23
Desde 1950 Argentina ya no es la Meca inmigratoria y el estado tampoco la promue-
ve. A partir de 1949 el gobierno peronista enfrenta la crisis del modelo industrialista re-
orientando la economía después con el Plan de Emergencia Nacional. Ya con el Segundo
Plan Quinquenal (1953-1957) el aporte poblacional queda sujeto a un crecimiento vegetativo
y progresivamente liberado de encauzamientos. El agotamiento del modelo de industriali-
zación por sustitución de importaciones y la necesidad de obtener capitales extranjeros
auguran la salida del aislamiento. Perón comienza lentamente la apertura económica con
una nueva Ley de inversiones extranjeras y créditos externos con el fin de desarrollar
nuevas estrategias de crecimiento. La propaganda oficial sobre la política migratoria que-
dará impregnada de este propósito.

III - Cine y política


Muchas preguntas aparecen a la hora de utilizar imágenes documentales como fuentes
históricas ¿Qué aportan estas cintas en las que el peronismo y otros gobiernos hacían su
propaganda a las que denominamos “documentales”? ¿Qué herramientas metodológicas
utiliza el historiador al analizar documentales?.
Desde nuestro enfoque creemos que los documentalistas y sus patrocinadores cons-
truían el mundo real desde el momento en que seleccionaban temas, personajes, escena-
rios, estructuraban un guión narrativo o elaboraban un montaje. Entre las imágenes de la
realidad y su representación hay un conjunto de estrategias de mediación que conllevan un
estilo particular, una retórica y estructura propia de este género. Por eso, para el historia-
dor que trabaja con documentales habrá un nivel del relato en que tendrá que considerar a
estos filmes como una ficción más y por tanto buscará confrontar sus discursos e iconografías
con otras fuentes históricas.
El documental institucional de propaganda política fue de una gran riqueza ideológi-
ca, tuvo gran capacidad para configurar iconografías y generar identificación entre los
ciudadanos, fue una herramienta clave para la construcción del consenso.
Con el gobierno del Gral. Pedro Ramírez, el 21 de octubre de 1943 se creó la Subse-
cretaría de Informaciones y Prensa y se reglamentó la obligatoriedad de presentar las polí-
ticas nacionales en los cines, a la vez que se procedía a subsidiar la producción de noticie-

22 DEVOTO, Fernando “Inmigrantes, refugiados…”, cit.


23 BARBERO, María Inés y CACOPARDO, María Cristina “La inmigración europea…”, cit.

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prohistoria 9 - 2005

ros y documentales. Bajo el gobierno de Perón se consolidó un modelo comunicacional en


el que periodismo y medios se involucraron en la promoción y difusión de obras y “causas
patrióticas”. Fue decisivo el rol que jugó Raúl Alejandro Apold, quien asumió en 1947 la
Dirección General de Difusión y en 1949 la dirección de la Subsecretaría de Informacio-
nes y Prensa, al revolucionar la práctica comunicacional del estado y convertir estas de-
pendencias de hecho en un ministerio de propaganda.
Volviendo a la relación entre el historiador que utiliza filmes como fuentes históri-
cas, en nuestro caso consideramos necesario adoptar un enfoque pluridisciplinario de tipo
cualitativo. La teoría del documental y del montaje narrativo proveen herramientas funda-
mentales para la comprensión del género tratado, la teoría de la enunciación ayuda a en-
marcar el texto fílmico en un contexto determinado24 y el relevamiento de la “mirada” de la
cámara se realiza a través de la descripción y comprensión del contenido visual de las
imágenes e inscripciones gráficas en sus aspectos cinematográficos, composición fotográ-
fica y montaje y en sus aspectos extra cinematográficos, que se abordan con herramientas
que aportan la sociología y la psicología social sobre la teoría de los imaginarios y de los
discursos sociales.25
Finalmente cabe acotar que este trabajo sigue la perspectiva de los estudios de histo-
ria y cine que viene realizando desde hace treinta años el historiador Marc Ferro26 y que
apuntan a recalar en la importancia y el valor de los filmes como fuentes y agentes históri-
cos.

IV – Encauzamiento y homogeneización de la inmigración


en los filmes del Primer Plan Quinquenal
“En ningún caso la inmigración será restringi-
da ni prohibida por razones de origen ni de cre-
do de ninguna especie, pero será preferida aque-
lla que por su procedencia, usos y costumbres
e idiomas sea la más fácilmente asimilable a
las características étnicas, culturales y espiri-
tuales de la Argentina y se dedique a la activi-
dad agrícola.”
Plan quinquenal, 1947-51 Inmigración y
Colonización. Proyecto Ley de Bases, art. III.

24 VAN DIJK, Teun A. La noticia como discurso, Comprensión, estructura y producción de la información,
Paidós, Buenos Aires, 1996.
25 VERON, Eliseo “La palabra adversativa; Observaciones sobre la enunciación política”, en VERÓN, Eliseo;
ARFUCH, Leonor, et al. El discurso político. Lenguajes y acontecimientos, Buenos Aires, Hachette, 1997.
26 FERRO, Marc Cine e historia, Gustavo Gilli, Madrid, 1980.

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IRENE MARRONE Y M. MERCEDES MOYANO WALKER “La propaganda oficial...”
27
a - Inmigración (1947)
El Heraldo del Cinematografista anuncia, con críticas elogiosas el 26 de noviembre de
1947, el estreno del corto Inmigración. La fecha no es fortuita como veremos a lo largo del
análisis fílmico. El corto abre mostrando un barco repleto de hombres, mujeres y niños que
llegan desde ultramar al puerto de Buenos Aires. Son inmigrantes blancos europeos. Inme-
diatamente comienza el relato histórico a través de un montaje de imágenes ficcionales
que representan los hechos ocurridos en los orígenes del Estado-Nación en tono coinci-
dente al del imaginario liberal mitrista y sarmientino. Una voz en off señala los problemas
del pasado: “…un problema enorme quedaba por resolver, el desierto, el indio, el abrojo,
la distancia…” Y su representación incorpora tomas rápidas, superpuestas y caóticas de
las matanzas a los caudillos federales y del genocidio aborigen, a la vez que destaca la obra
realizada por un ejército nacional que se presenta como pacificador.
La inmigración fue en el pasado y es para el peronismo en este filme la herramienta
modernizadora. Así el leit-motiv “Gobernar es poblar” es coreado a viva voz en reiteradas
oportunidades con el fin de generar una idea de continuidad con las políticas implantadas
desde el origen del estado argentino, en la que la inmigración recobra el sentido y las
características que tuvo en el pasado.28 Se insiste que en las esferas oficiales, en la prensa,
en la calle, todos repiten esa máxima “poblar, poblar, poblar”. El alambrado y la locomo-
tora avanzan hacia el espectador, superponiéndose a primeros planos de las piernas de los
gringos “arando el desierto”. De esta forma se articula la adscripción a una modernidad,
centrada en el modelo agro exportador, en la que el espacio pampeano se convierte, como
en el pasado, en alegoría del progreso de todo el territorio nacional. En el mismo sentido,
la perspectiva historiográfica del filme asume los hitos y héroes del ideario liberal mitrista.
Aún no es tiempo de revisionismo histórico para el peronismo. Tras las imágenes de Sar-
miento, Urquiza, Alberdi y Echeverría el filme retoma el panteón liberal de la patria. Sin
embargo no todas son continuidades. Hay una critica importante a la política liberal o de
laissez-faire que promovieron los gobiernos anteriores. Se dice que en aquellos tiempos
“...el enorme torrente inmigratorio había caído en un río sin lecho, nadie encauzó aquel
caudal humano...” y se representan los efectos negativos de la política migratoria del pe-
ríodo aluvial con la mendicidad, la vagancia, la prostitución, las villas miserias y la radica-
ción de los inmigrantes en la ciudad. Se denuncia la falta de una política con sentido social
en el campo, retomando viejos reclamos de los chacareros arrendatarios nucleados desde
varias décadas atrás en Federación Agraria Argentina.29
27 Film La inmigración. Ficha Técnica: Fecha estreno: 26/11/194. [Heraldo del Cinematografista, año 17,
vol. XVII, núm. 847, p. 226.] Duración 11 minutos, Editora: EMELCO. Jefe de producción: S. Rives -
Fotografía A. Casasnovas - Sonido G Szulem - Relator: C. D´agostino - Montaje sonoro: C. Fahey/L.A.Ducieri
- Realización Fernando Bolin.
28 Ver CHAINA, Verónica; NOTAFRANCESO, Natalia y ONGANÍA, Andrés Inmigración en Argentina du-
rante el gobierno peronista. 1946/55, Archivo de la Cátedra del Dr. Mallimaci, Historia Social Argentina,
Carrera de Sociología. UBACYT, s/f.
29 Una bandera histórica de Federación Agraria Argentina era la reivindicación por las mejoras en las condi-
ciones de arrendamiento. GIRBAL BLACHA, Noemí “Ayer y hoy en la Argentina rural”, en Papeles de

118
prohistoria 9 - 2005

“…el labrador enterraba el arado en surcos que no eran suyos [...] no


plantaba un árbol junto a su rancho porque sabía que un día se le ena-
jenaría hasta su sombra, era la víctima de un régimen de arrendamien-
to sin sentido social.”
Sin embargo, la denuncia tiene en este filme de 1947 límites precisos, se circunscribe
a la falta de una política estatal y de una legislación a los más desprotegidos, sin apuntar a
responsabilidades sociales más amplias como las que había hecho Perón a la oligarquía
durante la etapa de ascenso al poder entre 1944 y 1946. La injusticia social se presenta
como herencia del pasado. En ella los afectados y sus organizaciones carecen de
protagonismo. El estado en el filme los redime a través del crédito. Dice el relator que “...el
Plan Quinquenal prevé la ayuda en créditos que permitan al labrador el alivio de una
pequeña huerta, de una granja modesta.”
Este afán regulador e intervencionista se manifiesta en grotescas proposiciones so-
bre la importancia de respetar el medio geográfico de origen de los inmigrantes al reorga-
nizar su relocalización con tintes casi deterministas:
“...el Plan Quinquenal ha corregido los viejos errores, cada inmigran-
te será ubicado en el medio […] ambiente adecuado, quien viene del
bosque irá al bosque, quien de la montaña a la montaña, quien de la
llanura a la llanura.”
De pronto, la cámara enfoca una placa de bronce del Instituto Étnico Nacional y
elogia la obra de la Dirección General de Migraciones señalando al enunciatario del dis-
curso fílmico. La referencia institucional invita a recordar algunos cambios importantes.
En 1943 el régimen militar reabre selectivamente la inmigración relocalizando la Direc-
ción General de Migraciones en la Secretaría de Trabajo y Previsión bajo los auspicios de
Perón. El gobierno de Farrell crea en marzo de 1946 una oficina Etnográfica, que funciona
provisoriamente bajo la Dirección General de Migraciones, y en julio del mismo año Perón
crea el Instituto Étnico Nacional.30 El Director de Migraciones, Santiago Peralta, fue una
figura muy cuestionada dentro y fuera del gobierno por su perfil ultranacionalista, racista
y antisemita.31 Peralta se desempeñó en el cargo hasta julio de 1947, al ser acusado por la
prensa32 y por organismos internacionales y desplazado por Perón. Pero conservó la direc-

Investigación, Ed. La Página, UNLP/UNL/UNQUI, Buenos Aires, 1998; MASCALI, Humberto Desocu-
pación y conflictos laborales en el campo argentino 1940-1965, CEAL, Buenos Aires, 1986;
TECUANHUEY SANDOVAL, Alicia La revolución de 1943. Políticas y conflictos rurales, CEAL, Bue-
nos Aires, 1988.
30 Anales del Instituto Étnico Nacional vol. 1, Ministerio del Interior, 1948. Citado en SENKMAN, Leonardo,
“Etnicidad …” cit.
31 BUCHRUCKER, Cristian Nacionalismo y peronismo. La Argentina en la crisis ideológica mundial (1927-
1955), Sudamericana, Buenos Aires, 1987.
32 Los diarios La Prensa y La Nación se opusieron a la política selectiva de la Dirección General de Migracio-
nes a cargo de Peralta. Se pronunciaban a favor de una inmigración aluvial no restrictiva y liberal. Ver

119
IRENE MARRONE Y M. MERCEDES MOYANO WALKER “La propaganda oficial...”

ción del Instituto Étnico Nacional seis meses más hasta enero de 1948. Entre los meses de
julio y enero de 1948 se desata un conflicto por la sobrevivencia de este sector dentro del
gobierno hasta que finalmente naufraga. Sin embargo las prácticas discriminatorias y res-
trictivas continúan, a juzgar por los sumarios que acredita su sucesor Pablo Diana. En
pleno conflicto entre distintos sectores del estado que bregaban por el alejamiento defini-
tivo de este grupo, el 26 de noviembre de 1947 se estrena en los cines de la capital el filme
Inmigración bajo los auspicios de la Dirección General de Migraciones y del Instituto
Étnico Nacional. Así cobra sentido político y polémico esta obra que busca legitimar las
concepciones y la gestión de Peralta, filtrando en las imágenes los límites precisos de la
apertura migratoria con una concepción presentada como geo-antropológica y cientificista,
y que en realidad encubre prácticas prejuiciosas y discriminatorias a partir de razones
étnicas, religiosas y políticas.
En el filme la voz en off destaca la labor de la Dirección General de Migraciones
como encargada de auspiciar la inmigración “…racional y humanamente a través de cuer-
pos técnicos y científicos, y al amparo de leyes sociales…” La idea de sistematizar cientí-
ficamente la obra inmigratoria se documenta a través del constante ir y venir de funciona-
rios de esta dirección vestidos con impecables guardapolvos blancos, consultando archi-
vos, carpetas, catalogando ingresos, anotando cuidadosamente cada dato, midiendo cada
detalle, asesorando a los recién llegados. Era la ciencia puesta al servicio de la política de
estado.
El relator habla de crisol de razas, pero se construye una iconografía de familias
inmigrantes blancas y con el fenotipo latino o eslavo.33 En él se intercala una secuencia de
ficción en la que una familia de inmigrantes con rasgos físicos de Europa del Este se
integra al país en un medio rural. El Primer Plan Quinquenal, retomando las ideas de
homogeneización de la población gestadas durante el período de entreguerras, proponía
que vinieran aquellos que “…por su procedencia, usos y costumbres fueran las más fácil-
mente asimilables a las características étnicas, culturales y espirituales de la Argentina.”
La oposición radical acusó por momentos al gobierno de estar discriminando en favor de
una inmigración de europeos latinos y no latinos católicos y anticomunistas, rechazando a
los indeseables, sector de desplazados y refugiados no latinos, no católicos, comunistas,
judíos, etc. Entre 1947 y 1949 la DAIE a pedido de las Naciones Unidas, International
Refugee Organization (IRO), hizo ingresar a varios miles de refugiados croatas, ucranianos,
polacos, húngaros, bálticos colaboracionistas, también a nazis alemanes y austríacos.

BIERNAT, Carolina “Prensa diaria y políticas migratorias del primer peronismo; dificultades y aciertos en
la construcción de una opinión pública 1945-55”, en Estudios Migratorios Latinoamericanos, año 14,
núm. 43, Buenos Aires, 1999; ALBÓNICO, Aldo “Italia y Argentina 1943-55: Política, emigración e infor-
mación periodística”, en Estudios Interdisciplinarios América Latina y Caribe, núm. 1, 1992.
33 Según las estadísticas de la Oficina Sectorial de Desarrollo de Recursos Humanos del Ministerio del Inte-
rior, para el año 1946, en relación a la entrada de inmigrantes europeos el primer grupo correspondía a los
españoles (18542) el segundo a italianos (11167) y el tercero a polacos (9835) y para 1947 el primer grupo
son los italianos (38510), el segundo los españoles (27948) y el tercero los polacos con (12700).

120
prohistoria 9 - 2005

Muchos arribaron custodiados por la Cruz Roja Internacional y la IRO con nombres ficti-
cios.34
a - 1- Inmigrantes-colonos para una utopía agraria
“Un día plantarán árboles que darán sombra a sus hijos.” Así introduce la voz en off una
secuencia que representa la necesidad de arraigar al inmigrante al agro.35 Santiago Peralta
basándose en el Artículo 25 de la Constitución Nacional, auspiciaba una inmigración de
raza blanca, para trabajar la tierra, integrada por grupos familiares. Se proponía impedir la
inmigración urbana, incluso de comerciantes e industriales o técnicos e ingenieros, debía
excluirse ladrones, ancianos, mujeres estériles, gente con defectos físicos o formas desvia-
das por factores hereditarios. De allí que considerara la existencia de una inmigración
buena, mala o indeseable; la buena tenía como principal criterio el estar destinada a traba-
jar la tierra garantizando un auténtico mestizaje de agricultores con la población local.
El relato fílmico se detiene en la historia particular de una pareja mítica formada por
un chacarero joven con su mujer y sus hijos nacidos en el país, remitiendo a las necesida-
des demográficas y económicas de colonización agraria planteadas en el Primer Plan
Quinquenal. Esta pareja reviste los atributos externos preferidos por el nacionalismo racis-
ta y vitalista de Peralta, son agricultores blancos, de aspecto eslavo y por ende católicos.
Dice el filme, son “…hombres y mujeres [...] jóvenes y sanos [...] con manos laboriosas.”36
En el filme la familia chacarera parece vivir en una utopía agraria, trabaja su tierra,
el estado la protege, no teme a enemigos ni peligros, todos sus reclamos parecen cumpli-
dos.
La insistencia del Plan Quinquenal y del filme en canonizar la imagen de una inmi-
gración necesariamente relacionada con la colonización agrícola parece extraña frente a la
necesidad primordial de abastecimiento de mano de obra obrera que el desarrollo indus-
trial requería. Sin embargo, algunos datos del contexto sobre el enfrentamiento institucional
que sufren las políticas migratorias aportan pistas para interpretar esta aparente contradic-
ción iconográfica. Esta concepción migratoria antropológica y ruralista de Peralta recibe
apoyo del Consejo de Defensa Nacional y de militares ultranacionalistas, pero se enfrenta
a la del Ministerio de Trabajo, del Instituto Argentino de Promoción del Intercambio (IAPI)
y de las nuevas dependencias creadas para promover la inmigración como la Delegación
Argentina de Inmigración en Europa (DAIE) y la Comisión de Recepción y Encauzamien-
to de Inmigrantes (CEI), en las que los funcionarios sostienen una visión más económica y
urbana sobre la inmigración y el Plan Quinquenal como veremos en el Filme Rumbo a la
Argentina.

34 SENKMAN, Leonardo “Etnicidad …”, cit.


35 SENKMAN, Leonardo “Etnicidad…”, cit.
36 “La selección […] se verificará teniendo en cuenta las prohibiciones establecidas por la Ley en orden a
enfermedades, antecedentes y actividades del inmigrante.” Art. IV del Proyecto Ley de Bases, Primer Plan
Quinquenal.

121
IRENE MARRONE Y M. MERCEDES MOYANO WALKER “La propaganda oficial...”

Las imágenes de una utopía agraria en el corto Inmigración se interponen a las nece-
sidades materiales de la industria y, si bien la mayoría de los inmigrantes que se radicaron
en el país provenían predominantemente de la agricultura, fueron a parar a la industria, ya
que la demanda externa de productos agrícolas mermó ostensiblemente después de 1948.
Sin embargo la visión de Peralta circuló con fluidez dentro del imaginario del progreso
argentino porque venía abonado desde el período aluvial con las imágenes del desarrollo
agrícola y las ventajas económicas y espirituales que la tierra aportaba.
Finalmente se intercala una secuencia que comienza diciendo “Ha pasado el tiem-
po...” En ella se representa el futuro de esta pareja de inmigrantes que dramatiza el mo-
mento de integración a la nación en una escena familiar en la chacra de la que parten a la
escuela dos niños con sus guardapolvos blancos. La escuela, sumado a imágenes del de-
porte, de hogares armoniosos, de un barrio con casas tipo chalet con tejas todas iguales,
van fundiéndose con un desfile de cadetes portando la bandera Argentina. El filme cierra
como si mostrara el cumplimiento de propósitos de larga data. Parece decirnos que tierra,
familia, escuela pública, vivienda, deporte y ejército integran y disciplinan al inmigrante a
la nación.
37
b - Rumbo a la Argentina (1947)
Este filme tiene especial interés, ya que abre con las imágenes de Perón anunciando en el
Congreso de la Nación la política inmigratoria puesta en marcha desde el Primer Plan
Quinquenal. La cámara recorre cuidadosamente el recinto republicano mientras se interca-
lan imágenes pujantes de una Argentina mecanizada, moderna, con tractores, cosechadoras,
torres industriales humeantes, despliegue de trenes, obreros trabajando, fábricas textiles y
metalúrgicas. Es Perón quien desde instituciones republicanas planifica una Argentina de
trabajo y de progreso. La presencia de Perón en el filme no es un dato menor ya que a
diferencia del anterior, en el que no aparece, legitima personalmente una línea institucional
de gobierno.
La cámara se instala fuera del país. Las imágenes del Coliseo nos sitúan en Roma.
Otro es el mundo institucional estatal que encauza al inmigrante en esta ocasión, el que se
vincula con el Ministerio de Relaciones Exteriores. El relator señala la importancia del
Convenio Inmigratorio entre Argentina e Italia (1947). Dice que es La Comisión de Re-
cepción y Encauzamiento de Inmigrantes (CREI) el lugar al que llegan los “... anhelos de
miles de hombres y mujeres útiles […] trabajadores y no desocupados […] que serán
seleccionados para evitar los efectos perniciosos del aluvión humano.” Las imágenes mues-
tran una oficina con ficheros entre los que se mueven diligentes empleadas que abren y
cierran carpetas en las que puede leerse un criterio de catalogación del inmigrante según
un principio ocupacional. Un hombre joven, soltero de un medio rural lee una carta fecha-
da el 18 de mayo de 1947 enviada por el Ministerio del Lavoro e della Providenza Sociale.
Dice el relator que Argentina envía por esos “…bronceados campesinos meridionales,

37 Filme Rumbo a la Argentina, Emelco, 1947/8.

122
prohistoria 9 - 2005

montañeses del centro, artesanos del norte cuando se tiene la certeza de que son imprescin-
dibles para nuestras industrias.” La partida y despedida será un paréntesis de esperanza, se
dice que pronto la novia habrá de seguirlo definitivamente al lugar que anhelan, indicando
de esta forma que no será una inmigración transitoria. Un tren lo lleva a una ciudad italiana
–¿Génova?– en la que se encuentra la Delegación Argentina de Inmigración en Europa
(DAIE). Allí se dice que “…son individualizados y sometidos a estricto examen médico y
psicológico […] se observan sus condiciones morales y capacidad para adaptarse.” Las
imágenes se suceden en un consultorio médico, en el que le practican rayos x, análisis
odontológico y luego marcan sus huellas dactilares, le sacan una foto y numeran su pron-
tuario hasta darle un pasaporte. Dice el relator que es para asegurarse de “…contar con
habitantes fuertes, dignos de mezclar su sangre en el magnífico crisol de nuestra raza.” La
secuencia sugiere una minuciosa selección en la que se imponen algunos criterios a través
de la imagen: juventud, salud física, utilidad ocupacional y fortaleza moral. Respecto de
esto último, recordemos que uno de los dos directores de la DAIE era el padre salesiano
José Silva. Desde 1943 y durante los primeros años del gobierno peronista, fue usual que
miembros de la iglesia e intelectuales católicos nacionalistas ocuparan lugares de impor-
tancia en el estado argentino ejerciendo un papel de reguladores morales. Silva cumplía un
papel en la selección de los potenciales migrantes asegurando la ausencia del peligro co-
munista y de la vagancia que podía infiltrarse en el flujo migratorio dada su masividad.
Asimismo, era de hecho el canal de recomendación por donde se filtraban prófugos, refu-
giados, criminales de guerra, y colaboracionistas del nazismo.38 Por el canal de la DAIE y
de las congregaciones religiosas se canalizaron los pedidos de contratación de las empre-
sas argentinas, ya que el otro director de la mencionada delegación era miembro del IAPI
y otorgaba también garantías de moralidad y buena disposición para el trabajo de los
candidatos a migrar. El Ministerio Degli Affari Esteri italiano por su parte incentivó la
migración hacia la Argentina, insistiendo en que no debía haber discriminaciones raciales,
étnicas o religiosas. Con esta amplitud ideológica buscaba encubrir la necesidad de resol-
ver el problema de los prófugos extranjeros en Italia de los que se quería deshacer.
Como Peralta, los miembros de la DAIE demostraron preocupación por poner la
ciencia al servicio de la política de estado. Resulta significativa la incorporación en esta
entidad de una figura del mundo de las ciencias sociales como José Antonio Güemes,
cuyas ideas de selección y exclusión racial y religiosa se entroncaban con las del Instituto
de Investigaciones Económicas y Sociales de Alejandro Bunge, cuyos proyectos se diri-
gían a formar una Argentina industrialista poderosa en la que la potencialidad tenía un
fundamento también en el número de los habitantes y en su homogeneidad cultural. Pero el
mundo vinculado al Ministerio de Relaciones exteriores no se agotaba en una sola línea de
prejuicios ideológicos, étnicos y religiosos. Su Canciller Bramuglia, ex-dirigente socialis-

38 Devoto analiza la llamada “Vía de las ratas” camino seguido por los criminales nazis y muestra las vincu-
laciones que tuvieron con la iglesia y la Santa Sede para salir de Europa. DEVOTO, Fernando “Inmigrantes,
refugiados…”, cit.

123
IRENE MARRONE Y M. MERCEDES MOYANO WALKER “La propaganda oficial...”

ta, se oponía a los criterios de indeseabilidad que tenía el padre Silva quién contaba con el
apoyo de hombres como Miranda y del Banco Central de la República Argentina.39 En ese
sentido, el punto de cohesión política fue el anticomunismo militante al que adscribían
todos dentro del gobierno en general.
La complejidad del aparato administrativo y de las tendencias internas del gobierno
peronista y del peronismo se evidencian también en el filme, en el momento de arribo del
joven trabajador quien llega desde ultramar a la Argentina. Dice el relator que los funcio-
narios de la Comisión de Recepción (CREI) se encargarán de incorporarlo a la vida nacio-
nal. Al bajar del barco un funcionario controla sus papeles y lo deriva al hotel de los
Inmigrantes. Allí se los atiende mientras se les consigue “...ocupaciones dignas y se los
transporta al lugar donde podrán ser felices […] ya que […] industriales de todo el país
solicitan sus manos hábiles, sus brazos fuertes […] donde trabajarán con obreros criollos.”
El sentido del discurso cierra con las imágenes de trabajadores industriales y rurales en
una Argentina de gran modernización industrial.
40
c - Para todos los hombres del mundo (1949)
La Dirección General de Migraciones cambia en febrero 1949 su denominación por la de
Dirección Nacional de Migraciones, y deja la Secretaría de Trabajo y Previsión para que-
dar definitivamente bajo la órbita de la Secretaría Técnica dependiente directamente de
Presidencia de la Nación.41 Algunos meses antes de este traspaso institucional y en tono de
balance se realiza el filme Para todos los hombres del mundo. En él las marcas de enuncia-
ción dan indicios de que aún se reporta a Trabajo y Previsión. El relator refiere:
“Para todos los hombres del mundo que llegan a nuestra tierra, la ins-
titución que asegura el bienestar de todos los trabajadores del país que
vengan de donde vinieran es la Secretaría de Trabajo y Previsión.”
Perón cambia la historia de esta oscura dependencia nacida como Departamento de
Trabajo en 1907 y dedicada simplemente a estudios estadísticos e involucrada en la repre-
sión sindical. La nueva Secretaría de Trabajo y Previsión se convierte desde 1943 en resor-
te clave para la construcción de la nueva hegemonía peronista. Por eso no sorprende la
dinámica que irá adoptando la política inmigratoria bajo su auspicio, cercana a los ámbitos
sindicales manejados por dirigentes del ex-laborismo. Progresivamente se van dejando los
criterios discriminatorios anteriores repudiados internacionalmente y se ensaya una nueva

39 RAPOPORT, Mario y MUSACCHIO, Andrés “El Banco Central de la República Argentina y el oro nazi”,
en Ciclos, núm. 19, 2000, p. 77.
40 Filme Para todos los hombres del mundo. Ficha Técnica: Tres empresas distintas (Noticiero Bonaerense,
Emelco y Sucesos Argentinos) realizado en 1949 por orden del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires,
Coronel Mercante y Edición de Sucesos Argentinos (Archivo General de La Nación). Según nos informa
(entrevista el 15 de mayo 2002) Tadeo Bortnowske, operador y director en ambos, Noticiero Bonaerense
funcionaba como una oficina del gobierno, tenía sus instalaciones en la calle 52 de La Plata y dependía del
Ministerio del Interior de la Provincia.
41 Decretos 2896/49 y 10283/49. NOVICK, Susana Política y Población…, cit.

124
prohistoria 9 - 2005

interpretación más universalista de los postulados quinquenales. El estado se compromete


entonces con una inmigración más abierta compuesta por hombres de todas las razas,
recuperando desde el título del filme los fines del preámbulo dirigido a todos los hombres
del mundo. Este principio, caro a los constituyentes de 1953, se recupera en el filme como
continuidad de un “... plan histórico que lleva casi 100 años.”
La pantalla penetra en las páginas de un libro de historia que abre con la estampa del
General San Martín y evoca tanto el valioso aporte de los hombres de mayo, criollos como
Mariano Moreno y Manuel Belgrano, como el de “hombres nacidos bajo cielos extraños”
entre los que cita a Liniers, Matheu, Bonpland, Burmeister, europeos y blancos, pero tam-
bién cita el aporte de “los humildes turcos […] que fundaron hogares felices y próspe-
ros…” Sin embargo, criterios selectivos aún imprimen algunos límites a esa apertura. Dice
el filme que la Secretaría de Trabajo y Previsión encauza y protege el proceso inmigratorio
prefiriendo aquella que sea “…más fácilmente asimilable a los caracteres étnicos, cultura-
les y espirituales de la Argentina”, coincidiendo con los postulados del Primer Plan
Quinquenal. Apenas algunos días después del traspaso de la dirección a la Secretaría Téc-
nica, el 17 de marzo de 1949 se juraba la nueva Constitución Justicialista. En ella Argen-
tina se comprometía en su Artículo 17 a “[f]omentar la inmigración europea prohibiéndose
limitar el ingreso de extranjeros laboriosos mediante impuestos…”, sin aludir siquiera a la
inmigración de países limítrofes42 que venía aumentando atraída por la estrategia
industrializadora del Plan Quinquenal. La preferencia por italianos y españoles, mayoría
del substrato aluvial anterior, se impondría finalmente por política del estado y por in-
fluencia de las cadenas migratorias. El filme no descarta a nadie “…por su raza y credo”,43
defendiéndose posiblemente de las acusaciones de antisemitismo que circulaban debido a
la gran cantidad de judíos ingresados ilegalmente al país recientemente admitidos por las
amnistías de 1948 y 1949.44 En ese período Estados Unidos restringía totalmente la entra-
da de judíos.
El Artículo 31 de la Constitución Justicialista fijaba igualdad civil con los argenti-
nos a quienes entrasen al país sin violar las leyes, e incluso otorgaba derechos políticos
luego de 5 años de obtención de la ciudadanía. El filme corporiza la idea de una república
puesta al servicio de todos, a través de la imagen encuadrada simétricamente del Congreso

42 La inmigración de países limítrofes no se tuvo en cuenta en la nueva constitución. Para regular su entrada,
ya que finalmente fueron absorbidos debido al alto índice de empleo, se sancionaron: la ley 14345/382 y el
decreto 15971 y el 13721/51 y se realiza una amnistía que permite legalizarlos en alguna medida.
43 Entre 1946-66 los dos grupos mayoritarios que ingresaron al país fueron 356.000 italianos y 231.360
españoles; SENKMAN; “Etnicidad…”, cit. p. 16.
44 El año 1949 fue el año de mayor rechazo, sin embargo las amnistías de 1948/1949 fueron elogiadas por la
OIA (Organización Israelita Argentina creada por iniciativa de Perón en 1947) porque permitieron la excar-
celación y legalización de refugiados judíos detenidos. La OIA calcula que esta medida benefició a 30.000
judíos de entre 200.000 europeos y sudamericanos. En SENKMAN, Leonardo “El peronismo visto desde la
legación Israelí en Buenos Aires; Sus relaciones con la OIA 1949-54”, en Unión Mundial de Estudios
Judaicos, Judaica Latinoamericana, Estudios Históricos Sociales, Edit. Univ. Magnes, Universidad He-
brea, AMILAL, Jerusalem, 1993.

125
IRENE MARRONE Y M. MERCEDES MOYANO WALKER “La propaganda oficial...”

de la Nación desde la Avenida de Mayo con un primer plano de un grabado de la Justicia


sobre las paredes del edificio de Tribunales. Las palabras apoyan la imagen al corroborar
que se “…los equipara a sus propios hijos en derechos y libertades […] y […] que la
justicia los contempla y protege como a los argentinos.” Por su parte la estrategia de Perón
para desacreditar a la oposición, que lo atacaba por antidemocrático, será cambiar el sen-
tido común que daban las clases dirigentes a las palabras libertad e igualdad para apropiar-
se de ellas dotándolas de un nuevo sentido herético asociándolas a la idea de justicia so-
cial.45
La educación pública aparece como otro valor de equiparación, que consolidando el
proyecto disciplina y homogeneiza a la sociedad en función del trabajo. Dice una voz
“...no hay una celda de la enseñanza nacional desde la primaria hasta la universidad que no
esté abierta a sus inquietudes...” Simultáneamente las imágenes recuperan aulas ordenadas
con niñas de pulcros guardapolvos blancos, tarimas de aulas magnas universitarias con
jóvenes trajeados en clases de medicina o ingeniería. La fachada de una escuela Granja
Nacional Dr. R. Santamarina provee la imagen de la educación técnica orientada hacia las
labores de campo, y la de jóvenes con overol aprendiendo en escuelas técnicas. El filme
parece apoyar el sentido herético de la frase “alpargatas sí, libros no” al contrastarse con la
promoción de una educación que parece dirigirse a “Todos los hombres...”
c - 1 - Inmigrantes trabajadores rurales e industriales
para el desarrollo de todo el país
“Así como están abiertos los puestos de fábri-
cas y talleres para ellos, para los que vienen,
los dispuestos a sumar sus energías al magnífi-
co impulso que industrializa el país...”
(Cartel del filme)
La iconografía de impronta fordista en el filme refuerza este mensaje mostrando en
contrapicado las clásicas torres humeantes con planos generales de impecables obreras
controlando la línea de montaje en la que se transportan productos alimenticios, centena-
res de obreras alineadas sobre sus máquinas de coser, obreros metalúrgicos, obreros de
prensa, obreros transportando rollos de papel y también imágenes de obreros en la vendi-
mia, pescadores jalando redes desde los barcos, técnicos apicultores extrayendo la miel,
obreros del tambo ordeñando y acarreando sus cubas de leche.
Según el Primer Plan Quinquenal entre las pautas que el estado debía asumir estaba
la descentralización de la industria y el fortalecimiento de nuevas zonas diversificando la

45 James señala como de connotaciones heréticas en algunos casos al discurso de Perón por el cambio de
sentido que le otorga a las palabras respecto de las jerarquías de la vieja Argentina. JAMES, Daniel Resis-
tencia e integración. El peronismo y la clase trabajadora argentina 1946-76, Sudamericana, Buenos
Aires, Sudamericana, 1988.

126
prohistoria 9 - 2005

producción en función de los mercados consumidores.46 Una industria liviana, con poco
capital, poca tecnología y abundante mano de obra distribuida adecuadamente integraban
la inmigración a un espacio de alcance nacional. Por su parte, entre los sindicalistas allega-
dos a la Secretaría de Trabajo, ex-laboristas en su mayoría, se difundía la idea de que la
inmigración traería beneficios económicos al aumentar la fuerza de trabajo y el consumo,
y así contribuiría al desarrollo de la producción.47
Trabajo, educación, familia y estado son las instituciones inclusivas de la inmigra-
ción desde la propuesta de la Secretaría de Trabajo y Previsión. Las imágenes dan cuenta
de una sociedad armónica y ordenada en la que los únicos sujetos son los trabajadores y el
estado, sin representar a los empresarios capitalistas nacionales o extranjeros. Las omisio-
nes a veces dicen más que las identificaciones porque van construyendo una memoria que
se esfuerza por recordar pero sobre todo por olvidar. Sin enemigos, sin burguesía, sin
fuerzas armadas, el filme articula sin representar tensiones el ideario peronista del estado
benefactor, en un contexto en el que el estado peronista se ha apropiado íntegramente del
espacio simbólico.48
Reforzando este imaginario, el filme cierra con el flamear de la bandera argentina.
En la versión producida por Noticiero Bonaerense, la insignia patria se superpone al inten-
so desfilar de estudiantes de overol y muchachas normalistas caminando hacia el futuro.
Llamativamente, en otra edición realizada por la empresa Sucesos Argentinos a la imagen
de la bandera se le agrega la de una cortina en la que los que desfilan son cadetes y milita-
res. Detrás de estas diferencias iconográficas se insinúa la competencia institucional que
anida la alianza peronista, la de los futuros trabajadores y la de las fuerzas armadas.

V – Fin del encauzamiento en filmes del Segundo Plan Quinquenal


49
a - Ha llegado un barco (1953)
En 1949 se desató la crisis económica y Argentina perdió el atractivo para la inmigración
masiva. Los desequilibrios en el modelo de industrialización por sustitución de importa-
ciones marcados por escasez de capitales, el descenso de las exportaciones agropecuarias,
las intensas sequías y la inflación entre otras causas traen aparejados el descenso en la
demanda de mano de obra y la caída de los salarios comparados con los de otros países.
Aunque en 1954 hay un repunte en la situación, la tendencia migratoria transatlántica opta
por otros países, como Venezuela, para el quinquenio 1952-1957. En este contexto el Se-
gundo Plan Quinquenal asigna al crecimiento vegetativo de la población el lugar antes
otorgado a la inmigración europea. La inmigración deja de ser un tema central en esta

46 RAPOPORT, Mario et. al Historia Económica…, cit., p. 384.


47 En periódico El Líder de enero de 1949; junio de 1950 y febrero de 1952. Este periódico del Sindicato de
empleados de Comercio fundado por Angel Borlenghi, presenta la política inmigratoria como un triunfo
del estado en el plano demográfico y justifica su promoción fundada en razones económicas.
48 PLOTKIN, Mariano Mañana es San Perón, Ariel, Buenos Aires, 1993.
49 Ficha técnica del film Ha llegado un barco, Producido por Panamericano, Argentina Sono Film, 1953.

127
IRENE MARRONE Y M. MERCEDES MOYANO WALKER “La propaganda oficial...”

segunda etapa, aunque la Constitución Justicialista de 1949 (Art. 17) fomenta especial-
mente la llegada de europeos con el “…objeto de labrar la tierra, mejorar las industrias, e
introducir y enseñar las ciencias y las artes.” De esto último se trata el filme Ha llegado un
barco. En él es perceptible el cambio del concepto de inmigrante, al considerar que lo era
quien manifestara el deseo de establecerse en el país, independientemente de si viajaba en
segunda, tercera o primera clase como antes. En el filme los inmigrantes llegan en un barco
en primera clase. Asimismo parece interesar un nuevo tipo de inmigrante, con otra inser-
ción en el mercado, ya no en las actividades manuales, agrícolas o industriales como en el
Primer Plan Quinquenal, sino en las de tipo intelectual como profesionales, empresariales
y las que promuevan las ciencias y las artes. Se dice en el filme que:
”Todos los días, desde todos los pueblos del mundo, llegan barcos al
puerto de Buenos Aires. Vienen de Suecia y de Hamburgo, de Japón,
de Inglaterra y de todas las naciones de la tierra [...] Este es el Yapeyú,
un barco más, en él llega Chang Dai Chen. En ese mismo barco vienen
también numerosos inmigrantes. Algunos llamados por parientes o
amigos ya establecidos en la Argentina, otros simplemente atraídos
por la gran esperanza de un país donde paz, libertad y justicia no son
palabras vacías.”
Estas últimas palabras resumen el sentido del acuerdo que en 1953 firma Argentina
con el CIME para la asistencia a las víctimas de la guerra, a quienes facilitarán su
reunificación familiar a través del sistema de llamada. El CREI por su parte facilitó el
ingreso a quienes acreditaran contratación laboral directa.50
El filme insiste en la generosidad de la convocatoria, extendiéndola hasta el último
confín de la tierra con un alcance que en su afán cosmopolita raya en lo exótico. La cámara
hace un primer plano de un periódico de setiembre de 1953 en el que se anuncia la llegada
del mencionado pintor chino, artista renombrado quien al arribar declara a los periodistas
“…me siento muy feliz de encontrarme en esta nación generosa en la que no existen discri-
minaciones raciales.” La imagen refuerza la idea de igualdad civil en la secuencia en la que
una elegante pasajera comparte naturalmente su asiento en el colectivo con un hombre
trajeado de piel negra, registrando esta situación como algo corriente en clara alusión a los
conflictos interraciales no resueltos en Estados Unidos. Para ejemplificar los tipos de in-
migración esperada el filme construye tres personajes ficcionales que bajan del barco cu-
yas historias resumen su destino al llegar. Hay un holandés, técnico en radio que viene
contratado por una gran empresa, un japonés cuyo hermano es propietario de una florería,
y una joven nacida en Galicia casada por poder con un coterráneo que llegó poco antes a la
Argentina. Cada uno arriba con una posición y trae su propio proyecto.

50 Ver BARBERO, María Inés y CACOPARDO, María Cristina “La inmigración europea…”, cit.

128
prohistoria 9 - 2005

Esta inmigración de élite luce impecable.51 La pareja de futuros esposos termina


individualmente sus trámites en la Aduana y se sumerge en la metrópolis soñada sin me-
diar estructuras estatales de encauzamiento. Luciendo él como un galán y ella como una
estrella de Hollywood miran deslumbrados hacia delante. Un contraplano nos devuelve su
mirada: la vertiginosa ciudad, con sus espacios simbólicos, el moderno rascacielos
Kavanagh, algunos autos cruzando velozmente, luces y brillantes marquesinas encandilan
a gente bien vestida cruzando las calles. Van todos apurados.

b - Capitales para el Segundo Plan Quinquenal


El paseo de la cámara por el centro porteño permite valorar los aportes del aluvión inmi-
gratorio en el pasado y qué se proyecta conquistar. Ya no se rescata el aporte de trabajado-
res inmigrantes, sino las empresas que levantaron. En 1953 la necesidad manifiesta es la de
obtener capitales extranjeros. Una voz refiere que los extranjeros poseen en Buenos Aires
importantes instituciones bancarias y comerciales, la cámara enfoca la fachada del Banco
Español del Río de la Plata, de la Banca Di Napoli, The National City of New York, del
Banco de Italia y del Río de la Plata, del Banco Francés, The Royal Bank of Canada,
Societé Generalle y de importantes comercios como la Juguetería Kitsa, The London Taylor,
Heinonen, la Fábrica de muebles Toscano, A.M.SCHEIN & BIANCHI, Relojes Flextion,
Luis Salmun, O´NEIL. La voz señala que diferentes colectividades han fundado diversos e
importantes centros culturales y sociedades cooperativas muchas de las cuales cuentan con
sus propios hospitales. Entre ellos se muestra la fachada del Centro Gallego, del Hospital
alemán, del Británico, y del Hospital Francés. Asimismo se hace hincapié en la libertad de
culto y el permiso a todos los credos, católicos, judíos, metodistas, ortodoxos, a la par que
se muestran las imágenes de sus templos levantados “…en cualquier lugar de la repúbli-
ca”. El aporte realizado por extranjeros en el plano educativo se circunscribe a las escuelas
privadas, por haber contribuido a acrecentar el acervo cultural de la Nación. El mensaje es
elocuente: bancos, comercios, empresas, hospitales y escuelas privadas, en fin, entidades
levantadas con capitales privados ocupan el lugar simbólico que en los otros tres filmes
ocupaba el trabajo.
Vaciada de contenido político e histórico, sin apelaciones a la patria o al estado, la
pertenencia a la nación se construye iconográficamente en esta obra a partir de una imagen
aérea sobre la cancha de Racing, lugar otorgado desde la retórica fílmica al proceso de
argentinización. Dice la voz en off:

51 Del mismo tenor son las notas sobre inmigración aparecidas en los noticieros del momento. Al respecto,
Noticiero Panamericano refiere que ha llegado el barco “Anna C” repleto de inmigrantes. Este moderno
transatlántico de la línea Costa genovesa es descripto como “…palacio encantado en el que llegan contin-
gentes después de 18 días de feliz navegación.”

129
IRENE MARRONE Y M. MERCEDES MOYANO WALKER “La propaganda oficial...”

“…el holandés ya se siente argentino y ha comenzado por elegir su


equipo de fútbol, el asiático también ha tomado partido y es un hom-
bre feliz porque su negocio prospera diariamente [...] y Milagros […]
ya ha comenzado a producir frutos argentinos.”
El deporte, la empresa y la familia son los factores de inclusión propuestos en el
filme. En el caso del pintor chino se agrega el paisaje y lo nativo a este deslucido soporte
identitario. Al pasar los años, ya instalado en Mendoza, Chang va trocando el arte oriental
que lo hizo famoso por otros motivos de inspiración, como los rasgos nativos de un chango
cuyano o el paisaje majestuoso de los cielos y montañas andinas.

VI - En síntesis
El análisis de los discursos e iconografías en los filmes sobre la política inmigratoria
peronista aportó evidencias acerca de su heterogénea implementación, expresadas sincró-
nica y diacrónicamente. Esta diversidad del discurso respondió tanto a las necesidades
económicas, políticas e ideológicas del estado peronista como a las contradicciones
institucionales internas propias del aparato estatal intervencionista. Al respecto, la super-
posición de jurisdicciones, la diversidad ideológica y política de los componentes de la
alianza peronista y la ambigüedad de las premisas sobre inmigración masiva y selectividad
fueron los pivotes desde los cuales se hicieron perceptibles las contradicciones sobre los
criterios de encauzamiento y homogeneización durante el Primer Plan Quinquenal.
En contraste, la elección de otros destinos por parte de la migración masiva europea,
puso fin a la política de encauzamiento durante el Segundo Plan Quinquenal, a la par que
se diluían las posturas institucionales encontradas en pos de una línea de prescindencia
estatal para el tema.

Buenos Aires, noviembre de 2004

130
L o que se dice de lo que es.
Reflexiones públicas sobre el peronismo
después de 1955*

JULIO CÉSAR MELÓN PIRRO

Resumen Abstract
Lo que se dice públicamente sobre el peronis- What is publicly said about Peronism easily
mo trasciende con facilidad los márgenes de transcends the semantic field of the word. This
su enunciado. A través del análisis de algunos paper examines through the analysis of some
debates y reflexiones públicas posteriores a su debates and public reflectios after Peronism
derrocamiento, el presente trabajo examina el was overthrown, how the issue appears to the
modo en que el tema aparece a los contempo- contemporaries of the movement, who
ráneos que se asignaron la tarea de explicar la undertook the job of explaining it. Peronism
realidad. El peronismo puede ser reconocido can be thus acknowledged as an object that
así como un objeto que remite a una experien- looks back on a recent historic experience but
cia histórica reciente pero que constituye un that turns into the top pretext to discuss the
pretexto de primer orden para discutir el país. Argentine historic identity.

Palabras clave Key Words


peronismo – postperonismo – interpretaciones Peronism – Postperonism – Interpretations –
– reflexiones públicas Publics Reflections

Recibido con pedido de publicación el 22 de marzo de 2004


Aceptado para su publicación el 20 de mayo de 2004
Vesión definitiva recibida el 22 de diciembre de 2004
Julio César Melón Pirro es profesor de la Universidad Nacional de Mar del Plata
e investigador del Instituto de Estudios Históricos Sociales
e jcmelon@mdp.edu.ar

MELÓN PIRRO, Julio César “Lo que se dice de lo que es. Reflexiones públicas sobre el peronismo
después de 1955”, prohistoria, año IX, número 9, Rosario, Argentina, primavera 2005, pp. 131-152.
* Este texto constituye una versión resumida de la primera parte de la ponencia “Tema, problema, cuestión:
el peronismo entre 1955 y 1960”, presentada en las VII Jornadas de Historia Política. Estado y poder
durante el peronismo: los espacios provinciales y regionales. UNMdP, 29 y 30 de agosto de 2003. Agra-
dezco los comentarios de Ricardo Falcón, Nicolás Quiroga y Oscar Aelo.
JULIO CÉSAR MELÓN PIRRO “Lo que se dice...”

Introducción

M
ediado por condicionamientos legales en ocasiones, incentivado por urgencias
electorales en otras, generalmente originado en especulaciones prospectivas y
confundido a menudo en un modo de examinar la identidad nacional, lo que se
dice públicamente sobre el peronismo después de su derrocamiento trasciende con facilidad
los márgenes de su enunciado. Tienta, en particular, a aquellos que se asignan la tarea de
explicar la realidad al punto de que, pese a la existencia de cortapisas legales que limitan
la libertad de expresión, es posible reconocer un tema alrededor del cual se articula un
diálogo racional, bien que de pluralidad restringida.1
Aquí consideraremos que el peronismo no constituyó entonces sólo un problema a
resolver o un sentimiento vastamente arraigado en la sociedad y de considerable importan-
cia en las luchas políticas, sino, precisamente, un tema y, en cierto sentido, una “simplifica-
ción globalizante”.2
No en vano Beatriz Sarlo ha señalado que durante los treinta años que van de 1943 a
1973, fechas marcadas por el surgimiento, la caída, la proscripción y el regreso del
peronismo, este movimiento –o este objeto de estudio, reflexión y debate– retuvo su
centralidad como el verdadero enigma a resolver de la política argentina,3 y Federico Neiburg
ha reparado en que en orden a sus interpretaciones, el peronismo es, en verdad, una inven-
ción posterior a 1955.4
Debe tenerse presente que en dicha invención no intervinieron sólo los peronistas
cuya voz, dificultosamente escuchada por los contemporáneos, suele perderse para el his-
toriador. El predominio de lo heteroreferencial deviene en buena medida de que, más allá
de sus matices, es el antiperonismo el que posee la palabra pública,5 de donde analizar

1 Se trataría, entonces, de una “seudo opinión pública.” HABERMAS, Jürgen Historia y Crítica de la Opi-
nión Pública, Gustavo Gili, Serie Mass Media, Barcelona, 1981. Habermas habla de una opinión pública
real o crítica como un diálogo que se realiza y que forma parte de una auténtica democracia, aunque
también se ha referido a la carencia de mediaciones críticas en la comunicación política como un fenómeno
que alcanza a la mayoría de las democracias formales.
2 Esto es, en palabras de Luhmann, una especie de haz de luz una de cuyas funciones sería la de “focalizar y
concentrar la atención en un escenario”, en definitiva algo a partir de lo cual se establece una tematización
común. LUHMANN, Niklas citado en DADER, José Luis El Periodista en el Espacio Público, Bosh Casa
Editorial, Barcelona, 1992, p. 107 y ss.
3 SARLO, Beatriz La batalla de las ideas (1943-1973), Biblioteca del Pensamiento Argentino, vol. VII,
Ariel, Buenos Aires, 2001, p. 14.
4 NEIBURG, Federico “La constitución de la sociología en la Argentina y la invención del peronismo”, en
Desarrollo Económico, núm. 136, enero-marzo 1995, pp. 533-553, y Los intelectuales y la invención del
peronismo, Alianza, Buenos Aires, 1998. Para una síntesis de las interpretaciones historiográficas sobre el
peronismo con posterioridad a 1955 ver PLOTKIN, Mariano “Perón y el peronismo: un ensayo bibliográfi-
co”, en Estudios Interdisciplinarios de América Latina y el Caribe (EIAL), vol. 2, núm. 1, Tel Aviv, enero-
junio 1991.
5 Sobre las diferentes variedades políticas y el discurso público del antiperonismo ver SPINELLI, Estela Los
Vencedores vencidos. Las alternativas políticas en el contexto de la autodenominada Revolución
Libertadora. 1955-1958, Universidad Nacional de Córdoba, Tesis Doctoral, 1999, p. 44 y passim.

132
prohistoria 9 - 2005

pues lo que se dice en dichos ámbitos no debe asimilarse, sin más, a lo que es, en principio
porque se opacan las manifestaciones del otro real, presentes, por ejemplo, en la vida
interna de los sindicatos o, para citar un caso estudiado, de modo menos directo en la
prensa de oposición a los gobiernos posteriores a setiembre de 1955.6
Tanto las interpelaciones oblicuas por parte de representantes de partidos políticos
conscientes de lo que implicaba la proscripción del peronismo en términos de ampliación
del territorio de caza, como la liturgia de los actos de los trabajadores son, en este sentido,
sintomáticas. Las primeras permiten entender que, para los supuestos de los políticos pro-
fesionales, el receptor del discurso es, entre los peronistas, aquel que más se corresponde
con el tipo del obrero industrial y, en menor medida, el peón rural.7 Las segundas confir-
man francamente que los símbolos identificatorios de la condición peronista constituyen
una moneda fuerte en la lucha por el consenso a la vez que una marca de identidad
inasimilable a la conducta del otro.8

De Sur a Contorno, de culpas y conciencias


Con todo, la discusión en torno al peronismo es portadora de una autonomía que excede
los límites de la interpelación pragmática, y es en el plano intelectual donde suele expre-
sarse con clara independencia de la política electoral, de la lógica de las diferenciaciones
partidarias o de las luchas por el consenso en las organizaciones de los trabajadores. El
modo en que esta cuestión aparece en el célebre número 237 de Sur, y sobre todo la inco-
modidad de quienes escribían en Contorno, señalan menos la distancia entre aquella di-
mensión política9 y estas aproximaciones desde la cultura liberal y de izquierda respectiva-

6 Muchos trabajos aluden a las ventajas que reportaba la enunciación peronista en las luchas sindicales
posteriores a 1955. Sobre la prensa de oposición ver MELÓN PIRRO, Julio César “La prensa de oposición
en la argentina post-peronista”, en EIAL, Tel Aviv, 2002, pp. 115-137.
7 Fundamentalmente, en la prédica de la Unión Cívica Radical Intransigente pero también, en menor medi-
da, en la de otras fuerzas políticas. A título de ejemplo digamos que durante 1957 y 1958 el sector del
conservadorismo bonaerense que seguía a Vicente Solano Lima competía con otras fuerzas condenando
por peligroso el revanchismo antiperonista, a la vez que apostaba decididamente a ganar el corazón de los
proscriptos. “Sin gorilas ni peludos que país más macanudo” era uno de los lemas que se utilizaron en la
provincia de Buenos Aires por los dirigentes de esta fuerza política que, además, introdujo el uso del
bombo en sus actos públicos.
8 Ejemplo de ello podrían encontrarse tanto en la prohibición de utilizar símbolos peronistas como en la
deliberada afirmación de los mismos en un sentido excluyente por parte de los peronistas, particularmente
en determinadas coyunturas relacionadas con la historia del movimiento obrero.
9 Debería entenderse por político, aquí, no sólo la participación directa en la pugna por el control institucional,
sino la forma y el alcance, es decir la dimensión, a través de la cual todo discurso participa en la lucha por
la imposición de sentidos en el espacio social. Más allá de este reconocimiento no considero necesario aquí
asumir la complejidad teórica de los estudios lingüísticos que se refieren a la enunciación en su doble (y
necesariamente ambigua) condición de instancia textual y acto.

133
JULIO CÉSAR MELÓN PIRRO “Lo que se dice...”

mente, que el ensanchamiento súbito de las posibilidades de lectura sobre un tema ahora
insoslayable.10
En plena Revolución Libertadora, Sur, cuya línea editorial se había caracterizado
por la renuencia al tratamiento directo de los asuntos políticos, convocó a varios intelec-
tuales y literatos a pronunciarse “Por la reconstrucción nacional” pues, como advirtiera
Victoria Ocampo en el prólogo de aquel primer número publicado con posterioridad al
derrocamiento de Perón, había llegado “La hora de la verdad”.11 Ninguno de los textos que
entonces aparecieron en la revista analizaba en realidad el peronismo, y mucho menos los
autores parecían directamente preocupados por la búsqueda de una interpretación de cosas
sobre las que en realidad sentían –y expresaban– un indisimulable disgusto, pero el tema
era omnipresente. El peronismo era presentado como lo que había sido: un orden policial
(de allí que sólo en la cárcel podía vivirse en la verdad, según Ocampo)12 o un régimen de
naturaleza estrafalaria, patético, vulgar y nutrido del engaño, en suma, una burda ficción
(como aparece en el recordado artículo de Jorge Luis Borges).13 Había, sí, una idea de
buscar en el pasado las raíces del mal, pero en general los términos utilizados remitían a la
caracterización, ya vieja de una década, del peronismo en tanto fenómeno asociado al
fascismo y al rosismo.14 En la medida de que el peronismo se presentaba como un drama
insensato de la historia nacional, predominaba un tono parecido al de la teoría del parén-

10 Sobre este tema ver particularmente TERÁN, Oscar “Rasgos de la cultura argentina en la década de 1950”,
en TERÁN, Oscar En busca de la ideología argentina, Catálogos, Buenos Aires, 1986, pp. 195-253. Este
análisis sobre los rasgos de la cultura argentina –un título defensivo para un proyecto originalmente conce-
bido para concentrarse aún más en la franja denuncialista, como reconoce el autor– pondera al Centro de
Estudiantes de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, el cual aparece como un verdadero
grupo constituyente. Los más notables participantes de las actividades intelectuales de dicho Centro –cuyas
posiciones sigue para el período 1951-1959 a través de la publicación de distintas notas en las revistas
Centro y Contorno– se contarán entre “…los afluentes fundamentales de la cultura de los sixties.” TERÁN,
Oscar En busca de la ideología…, cit., p. 196.
11 OCAMPO, Victoria “La Hora de la Verdad”, en Sur, núm. 237, noviembre-diciembre 1955, pp. 3-8. “Por la
reconstrucción nacional” era el título que inspiraba la presentación de este número, que comenzaba con
una pequeña nota de Paul Valéry, sobre la despreciativa invasión del peronismo en el mundo de la cultura,
la ciencia y la creación en general.
12 “En la cárcel, uno tenía por lo menos la satisfacción de sentir que al fin tocaba fondo, vivía en la realidad.
La cosa se había materializado. Esa fue mi primera reacción: ‘Ya estoy fuera de la zona de falsa libertad; ya
estoy al menos en una verdad...’” Evocaba allí la escritora los días que pasó en la residencia del Buen
Pastor a la vez que invitaba a una toma de conciencia sobre la necesidad de que los intelectuales se compro-
metan con la enunciación de una “verdad” que había sido acallada por el régimen peronista. OCAMPO,
Victoria “La Hora…”, cit., pp. 3-8.
13 Perón había renunciado ante funcionarios sindicales “para que todo fuera satisfactoriamente vulgar”, mientras
que la naturaleza ficcional del régimen había aparecido en toda su entidad con los ejemplos de su caída.
BORGES, Jorge Luis “L’illusion comique”, en Sur, cit., pp. 9-10.
14 Esta extendida identificación era compartida, entre otros, por los socialistas. Américo Ghioldi había sido
un pionero en este sentido al considerar la “restauración rosi-totalitaria” como lo propio del régimen peronista
en un ciclo de conferencias que publicó en 1946. GHIOLDI, Américo Alpargatas y libros en la historia
argentina, s/e, Buenos Aires, 1946. Dicha tesis que conjugaba el fascismo con el renacimiento de la montonera
y del rosismo “resumía un punto de vista extendido en el campo de la oposición liberal y de izquierda” y

134
prohistoria 9 - 2005

tesis enunciada por aquellos que habían querido integrar –en realidad expurgar– la expe-
riencia del fascismo en la historia de una Italia liberal,15 renunciando tácitamente, por lo
general, a la identificación del régimen caído con el radicalismo yrigoyenista, cuyos tonos
personalistas, plebiscitarios y plebeyos fueran vilipendiados en el pasado por el liberalis-
mo argentino.16 Por lo demás, aunque la mayor parte de estos artículos apuntara al señala-
miento de la singularidad de la experiencia que parecía sobrevenida desde una especie de
accidente, lo que resaltaba el halo de inautenticidad que acompañaba al peronismo, éste
venía a ser algo peor que el rosismo y que el fascismo (y, por extensión, que casi cualquier
forma de totalitarismo) entre otros factores porque había sido menos necesario que el
primero y porque –dado que ni siquiera podía invocar los antecedentes del último– resul-
taba menos interesante que todos ellos como objeto de estudio o comentario.17 Hay signi-
ficativas coincidencias entre éstas apreciaciones y aquellas otras que, con similar carácter
y mayores pretensiones, habían sido y eran formuladas por los socialistas argentinos que
en última instancia compartían estos cánones de análisis. Lo que había afirmado en su
momento Américo Ghioldi en el sentido de que el peronismo no había sido sino una “mala
copia del fascismo”18 se prolongaba en un examen que, todavía consistente con aquél,
tenía ahora la virtud de explicar el extrañamiento de una década. Para estos cultores del
antiperonismo más radical, no se trataba solamente de descalificar a Perón comparándolo
con los dictadores europeos,19 sino de explicar/se de alguna manera la particular situación
que los había hecho las principales víctimas históricas de su advenimiento. Después de
1955 las notas más incisivas de parte de esta corriente política apuntaron a la forma en que
se había llevado a cabo la incorporación a la política de los sectores populares bajo el

constituía una de las interpretaciones más corrientes del peronismo. ALTAMIRANO, Carlos Bajo el signo
de las masas (1943-1973), Biblioteca del Pensamiento Argentino, vol. VI, Ariel, Buenos Aires, 2001, p.
31.
15 Cfr. DE FELICE, Renzo El fascismo, Paidós, Buenos Aires, 1972.
16 Esto era casi tanto como aceptar que el peronismo había sido una ruptura cuyos rasgos plebeyos borraron el
recuerdo amargo del yrigoyenismo, otrora condenado por su “connubio con las multitudes inferiores.”
DEVOTO, Fernando; FERRARI, Marcela y MELÓN, Julio “The Peaceful Transformation? Changes and
Continuities in Argentinian Political Practices, 1910-22”, en DEVOTO, Fernando y DI TELLA, Toruato
(eds.): Political Culture, Social Movements and Democratic Transitions in South America in the XXTh
Century, Annali della Fondazione Feltrinelli, Milán, 1997, pp. 167-191.
17 A diferencia de aquellos regímenes que habían negado la libertad, el peronismo sólo había fomentado la
estupidez, y mientras “a fin de cuentas detrás de Stalin... estaba Marx bajo la sombra de Hegel, y a espaldas
de Mussolini se cernía el espectro de Sorel... El retardado discípulo de tales maestros careció de esos
elementos” y encarnó una “voluntad prepotente al servicio de una inteligencia menos que mediocre.”
GONZÁLEZ LANUZA, Eduardo “Rescate de la cordura”, en Sur, cit., pp. 49-54.
18 GHIOLDI, Américo De la tiranía a la democracia social, Ed. Gure, Buenos Aires, 1956, p. 79.
19 Ghioldi había publicado durante su exilio montevideano, en 1954, un artículo que se inspiraba en la carac-
terización que un diputado socialista italiano había hecho del fascismo y encontró rápidamente coinciden-
cias entre la ritualidad fascista y peronista, resultando ambos regímenes también comparables en tanto
tenían por finalidad la supresión de la libertad y la corrupción de la inteligencia. Lo reeditó en De la
tiranía..., cit.

135
JULIO CÉSAR MELÓN PIRRO “Lo que se dice...”

peronismo, algo que no sólo habría implicado un choque innecesario con los derechos y
valores culturales de otros sectores sociales sino que era considerado como un ingrediente
sustantivo de la explicación de su propio fracaso.20
La historiografía aún no acostumbraba a pronunciarse públicamente sobre estas cues-
tiones, aunque eran conocidas las posiciones de José Luis Romero y el joven Tulio Halperin
Donghi sobre el particular. Mientras el primero hablaba de la línea del fascismo para plan-
tear la continuidad entre un importante sector del nacionalismo argentino durante los años
1930s. y el peronismo, el segundo pronto acuñaría la fórmula del fascismo posible para
resumir la experiencia peronista. En el citado número de Sur, no obstante, el artículo de
Halperin se circunscribía a realizar un análisis del fracaso del peronismo en “…la tentativa
de crear una cultura y una historiografía consagradas a la mayor gloria del régimen” y a
afirmar que ni siquiera en el orden de la erudición se habían logrado avances sino que
“…toca a los historiadores de hoy enmendar, completar y a menudo comenzar de nuevo su
trabajo”.21 La identificación, no obstante, estaba presente en ambos y si Romero encontra-
ba continuidades fascistas respecto de los antecedentes de muchos nacionalistas durante
los años treinta (la consumación de esta perspectiva había sido el advenimiento final del
fascismo con el gobierno de Perón)22 Halperin Donghi –en un artículo sobre el que volve-
remos y que publicó en Contorno– se centraba en una comparación más compleja que sin
embargo terminaba en el señalamiento de la culpa original del peronismo: “su nacimiento
de una tentativa fascista.”23
Problemas que serían nudo de debates posteriores –el tema de la manipulación polí-
tica asociado a la idiosincrasia de los migrantes internos, de tanta repercusión en la
historiografía, por ejemplo– estaban pues en ciernes y por ahora subsumidos en una matriz
de apreciación más amplia que no lograba eludir la seducción comparativa con las expe-
riencias europeas.
Las excepciones eran, tanto desde la valoración como desde la presentación
prospectiva del problema, escasas. En el mismo número de Sur, un artículo de Jorge Paita
advertía sobre la ceguera de las clases medias ante la persistencia de ciertos problemas que

20 Junta Consultiva Nacional, Tomo II, 30 reunión ordinaria, 8 de noviembre de 1956. Intervención de Alicia
Moreau de Justo, p. 1105, citado por SPINELLI, Estela Los vencedores vencidos..., cit., p. 131. Los socia-
listas entendían el advenimiento del peronismo en relación a las limitaciones que había sufrido su acción
educativa y a la interrupción de la progresiva conquista de sectores sociales que, habiendo sido apartados
del camino de una transformación pacífica, desviaron el curso de la historia.
21 Ver HALPERIN DONGHI, Tulio “La historiografía argentina en la hora de la libertad”, en Sur, cit., pp.
114-121.
22 En Las ideas políticas en Argentina José Luis Romero dedicó un capítulo a explicitar lo que a su entender
era “la línea del fascismo.” En ella habrían participado, desde diferentes vertientes, Julio Irazusta como
integrante del “núcleo inicial” en el que ejercieron gran influencia Maurras y Mussolini hasta integrantes
de FORJA, donde “predominaron grupos filofascistas que seguían a Raúl Scalabrini Ortíz.” ROMERO,
José Luis Las ideas políticas en Argentina, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 1956, p. 238.
23 HALPERIN DONGHI, Tulio “Del fascismo al peronismo”, en Contorno, núms. 7-8, julio de 1956, pp. 15-
21.

136
prohistoria 9 - 2005

eran los que habían engendrado el peronismo y se apelaba a cierto deber aristocrático en
el sentido de carga y responsabilidad para la construcción de una democracia que estaba
al final del preludio revolucionario. Paita hablaba incluso del respeto a los vencidos, en-
tendía la necesidad de reformas sociales preventivas y sugería, al mismo tiempo, la califi-
cación del voto.24
En Contorno encontramos un conjunto de posiciones que, aunque diferentes, se dis-
tinguen con claridad de las anteriores. Se ha dicho que en lo que respecta a la historia de la
literatura –o de las definiciones político-literarias–, esta revista expresa, junto con Centro,
la ruptura con sus padres liberales posicionados en Sur, y que ésta ruptura sólo se consuma
después de la caída del peronismo.25 Una atenta lectura de lo publicado en los primeros
números consagrados ahora casi enteramente a temas políticos quizá permita recuperar la
originalidad de las posiciones allí expresadas y, sobre todo, contribuya a recuperar el clima
de ideas tal y como éste se expresaba en los círculos asociados a las posiciones de la
izquierda intelectual que se sentían aún más compelidos a decir sobre el peronismo.
Era todavía en buena medida, como en Sur, más el lenguaje de la introspección, el de
un examen de conciencia no libre de deslizamientos hacia lo patético (a la manera en que
luego lo expresaría Ernesto Sabato), que el de una interpelación que se propusiera alcanzar
un horizonte de recepción más amplio, como no fuera el que desde este punto de vista se
expresaba como un alerta a sus lectores formulado en un momento de aceleración política
y de cambio en el que no se sabe bien qué es lo racional y qué es –era, o seguía siendo– lo
real.26

24 El problema no era Perón –a quien es el único en nombrar en la revista– sino las masas, lo que quedaba
claro al alertar en lenguaje orteguiano sobre los peligros del antiperonismo “El que se declara anti-Pedro no
hace, traduciendo su actitud a lenguaje positivo, más que declararse partidario de un mundo donde Pedro
no existía. Pero esto es precisamente lo que acontecía al mundo cuando aún no había nacido Pedro. El
antipedrista, en vez de colocarse después de Pedro, se coloca antes y retrotrae toda la película a la situación
pasada, al cabo de la cual está inexorablemente la reaparición de Pedro”. PAITA, Jorge “Aproximación a
ciertos problemas”, en Sur, núm. 237, cit., p. 89. Ortega en realidad había dicho lo citado en 1930, para
referirse a la imposibilidad de superar el liberalismo del siglo XIX con su negación contemporánea, el
fascismo (o, también, el bolchevismo): “la innovación que el anti representa se desvanece en vacío ademán
negador.” ORTEGA Y GASSET, José La rebelión de las masas, citado por PAITA, Jorge “Aproxima-
ción…”, cit. p. 90.
25 Entre el “partido de la justicia social” y la oposición de “la libertad” los universitarios quedaban dentro del
liberalismo, por lo que para que se produjera el “distanciamiento radical con los ‘padres’ la franja contes-
tataria necesitó la desaparición del peronismo del Estado”, explica quien más se ha dedicado ha examinar
dicho divorcio. TERÁN, Oscar En busca de la ideología, cit., pp. 195-253 y 214. El autor, que considera la
existencia de un campo cultural unificado en clave antiperonista hasta 1955, ha interpretado este momento
como el de la escisión de la generación contestataria que se perfila en revistas como Centro y Contorno
frente al liberalismo de sus padres, cuyo paradigma es, precisamente, Sur.
26 Desde la presentación la revista procuraba diferenciarse netamente de Ocampo en lo que a introspección se
refiere: “Era, por cierto, riesgoso escribir sobre política o actuar en política, pero jamás faltó la suficiente
libertad de autoengañarnos y declarar paladinamente que se nos impedía tocar la realidad más urgente y
atractiva. Los intelectuales argentinos en su casi totalidad preferimos disfrazar nuestra inepcia con resigna-
das y lamentosas imputaciones a un sistema que no nos respetaba ni nos admitía...” y, más adelante: “…no

137
JULIO CÉSAR MELÓN PIRRO “Lo que se dice...”

Es sin embargo ya la asumida voluntad de preguntarse por lo otro y, también, la


tentación de aventurarse, de especular con aquello que había sido y era lo suficientemente
real –al menos como “experiencia proletaria”– como para merecer ser reconocido en una
clave racional.
Los contendores no son, obviamente, los trabajadores peronistas, en lo que suele
encontrarse un punto de diferenciación esencial con la profusa literatura antiperonista de
la época: “…mientras la burguesía se da a sí misma sus propios fines, la apariencia de
valor, y no los realiza [...] el proletariado, en cambio, está pronto a surgir para plegarse
anhelosamente a los fines que le proponen y que hace suyos. Perón, digámoslo, fue el
primero que le propuso concretamente los fines inmediatos que se acomodaban con sus
intereses”, aunque ese punto de satisfacción inmediata haya coincidido con la demagogia,
observa León Rozitchner.27
También la clase obrera aparece exculpada en Osiris Troiani, cuyo examen de con-
ciencia lo lleva a reconocer, junto a la soledad de los intelectuales de izquierda colocados
ayer entre “la barbarie y la decadencia”, una nota positiva en la ideología peronista por
haber ésta implantado, por debajo de sus mistificaciones, “la política sobre nuevas bases:
defensa de los intereses populares y de la comunidad nacional”, junto a una manifestación
de repudio al “nuevo lote de mentiras que seduce a la clase media”, esto es, aquellas que se
reducen a “la concepción de la libertad como epifenómeno de la libre empresa.”28 Disgusto
también con las izquierdas, que ante las masas “…han ido cobrando el aire de esas soltero-
nas que se preguntan por qué los hombres miran y preñan a otras mujeres”, en la delibera-
da aspereza de Ismael Viñas29 que clama por un “toque de pasión” en cuya ausencia parece
encontrar un factor más entre los que allanaron el camino a un movimiento que tuvo y

tenemos derecho a recogernos en la sospechosa penumbra de una libertad que por ahora es solamente el
argumento de los satisfechos y el contra argumento de los hambrientos.” De la presentación de Contorno,
núms. 7-8, julio de 1956, pp. 1-2. Véanse, además del tenor de varios artículos allí publicados, los siguien-
tes títulos y/o subtítulos: “Examen de conciencia”, de Osiris Troiani, pp. 9-11; “Miedos, complejos y
malosentendidos. Complejo de culpa...”, de Ismael Viñas, pp. 11-15, etc. También, de David Viñas, “Sola-
mente los huesos”, fragmento publicado en el primer número de Centro –revista del centro de estudiantes
de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires–, Noviembre de 1955, pp. 51-71.
27 “No le habló de libertad, porque la libertad la necesita la burguesía para seguir ejerciendo su tiranía; le
habló, simplemente, de lo que inmediatamente entendían”, y esa satisfacción concreta es “el punto de
partida de todo movimiento revolucionario.” ROZITCHNER, León “Experiencia proletaria y experiencia
burguesa”, en Contorno, cit. pp. 3 y 7. El texto es igualmente una impugnación a las pretensiones de
“nuestra culta ‘elite’” que habla desde “la espiritualidad del gabinete o desde las revistas que les costea la
benevolencia de los rapaces”, es decir, de los que son considerados beneficiarios de la “aparente pureza que
el liberalismo les prepara como una extensión de la propia buena conciencia.”
28 “... nos falta Perón […] la libertad que hemos reivindicado contra Perón no la queríamos para disfrutarla,
sencillamente. Una triste caterva de intelectuales se presta hoy a los más viles menesteres, al servicio de los
nuevos amos […] Nosotros […] queremos la libertad para usarla contra quienes la conceden...” TROIANI,
Osiris “Examen…”, cit., p. 11.
29 “Ni aún el Partido Comunista se salva”, en tanto el Partido Socialista ha encontrado la tranquilidad: “se han
convertido simplemente en derechistas.” VIÑAS, Ismael “Miedos, complejos…”, cit., 12.

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prohistoria 9 - 2005

cultivó, a su manera, las virtudes opuestas. Mientras “…la seriedad estaba siendo expulsa-
da de Europa” junto al ascenso de las masas el peronismo expresó este hecho en la Argen-
tina desde que el 17 de octubre de 1945 “Buenos Aires fue invadida por multitudes de
hombres sin saco y de mujeres”. El sinsaquismo peronista –como el sansculottismo en la
Revolución Francesa– expresó, pues, decididamente una virtud ya que “…supo captar el
sentido revolucionario activo que tenía lo que de por sí era síntoma de una revolución:
llevarlo a símbolo.”30
En “Sur o el antiperonismo colonialista” Oscar Massotta formula una requisitoria
contra aquella revista y su directora, a quienes atribuye directamente una razón de compli-
cidad manifiesta con un gobierno que –so pretexto de depurar al país del totalitarismo–
encarna cabalmente una política reaccionaria y fundamentalmente antiproletaria ante la
cual los intelectuales no deben permanecer callados.31 Pero el texto más provocativo es el
“Testimonio” de Juan José Sebreli que justifica la experiencia histórica del peronismo en
términos que resultan decididamente revulsivos al sentido extendido en lo que por enton-
ces se publica.32 Por un lado intenta inscribir el peronismo en una perspectiva histórica en
la que Perón no sólo no es el mal sino poco más que un accidente de un movimiento que
finalmente lideró y que estuvo originado en un conjunto de condiciones políticas, econó-
micas y sociales. Así, en la explicación que ensaya, el desarrollo de una industria nacional
“…chocó con el carácter de dependencia de los monopolios imperialistas (causa económi-
ca) y, por ende, debió oponerse a la oligarquía agropecuaria, principal sostén del imperia-
lismo (causa política)” lo que determinó el surgimiento de “…un proletariado nacional,
con más interés que la propia burguesía en llevar la revolución nacional democrático-
burguesa antioligárguica y antiimperialista, hasta sus últimas consecuencias (causa so-
cial).”33 Perón representó, pues, los intereses de la incipiente industria nacional al mismo
tiempo que los ideales del proletariado, y el peronismo fue, a la vez, “…la dictadura de la
burguesía y el embrión de un poder popular.”34 Perón no debía ser identificado con Hitler
o Mussolini porque desde varios puntos de vista constituía una grosería comparar al
peronismo con el fascismo. De modo fundamental e independiente de las formas democrá-
ticas o totalitarias a que se oriente la acción de gobierno, el contraste no puede ser más
acusado. Mientras su real carácter antiobrero y una vaga prédica antiplutocrática dieron al
fascismo el apoyo de la pequeña burguesía,35 en la Argentina la clase media era la clase
antiperonista por excelencia, siendo su punto de sensibilidad la movilidad social propicia-

30 VIÑAS, Ismael “Miedos, complejos…”, cit., p. 15.


31 MASOTTA, Oscar “‘Sur’ o el antiperonismo colonialista”, en Contorno, núms. 7-8, julio de 1956, pp. 39-
45.
32 SEBRELI, Juan José “Aventura y revolución peronista. Testimonio”, en Contorno, cit., pp. 45-49.
33 SEBRELI, Juan José “Aventura y revolución …”, cit., p. 47.
34 SEBRELI, Juan José “Aventura…”, cit.
35 Sebreli habla de “los empleados, los funcionarios, los pequeños comerciantes, los artesanos, los pseudo
intelectuales, de toda clase de difícil ubicación y de ambigua posición, de esa clase sofocada...” SEBRELI,
Juan José “Aventura…”, cit.

139
JULIO CÉSAR MELÓN PIRRO “Lo que se dice...”

da por el régimen y su expresión más característica la actitud racista hacia el cabecita


negra. El peronismo había implicado, también, un desafío cierto a las costumbres y a la
moral de la Vieja Argentina: se había dirigido a los jóvenes en un sentido que llevaba a
desconocer la autoridad paterna36 y había alentado en las masas un sentido de indiferencia
o desafío a la “…hipócrita ideología de la virtud y la explotación.”37
Importa destacar que el autor observa que aunque el peronismo no estaba destinado
a crear ni construir, sino “…a disolver, quebrantar y perturbar al viejo orden, instándonos
a crear uno nuevo”, había hecho mucho más por la conciencia del proletariado que los
puristas del socialismo.38 Es decir, pese a que en buena medida fue “una revolución que no
se hizo” y en la que la justicia social, la independencia económica y la soberanía política
“no encontraron en el peronismo más que un portador infiel”, fue precisamente gracias a la
propaganda peronista que estos principios “prendieron en nuestro país” ya que “toda una
generación de argentinos fue educada en ese lenguaje revolucionario totalmente descono-
cido antes de Perón.” Estas circunstancias, y las transformaciones llevadas a cabo durante
la pasada década, eran a juicio del joven escritor la prueba de que el peronismo “…no ha
sido el sucedáneo de la revolución social, sino su propedéutica.”39

36 El autor apuntaba que Perón, en sus discursos a la juventud no hablaba de obediencia ni de respeto a los
padres o a los superiores y citaba La razón de mi vida, un libro que se había leído en las escuelas, para
recordar cómo Eva Perón había celebrado el desorden, la revolución y la liberación de la casa paterna: “Ni
siquiera he podido tolerar esa especie de esclavitud que es la vida en la casa paterna o en el pueblo nata [...]
He querido vivir por mi cuenta, y he vivido por mi cuenta.” SEBRELI, Juan José “Aventura…”, cit., p. 48.
37 “Los diez años de peronismo significaron, en suma, un desafío al imperio de las costumbres, a la majestad
de los valores establecidos.” A esto no había sido ajena la experiencia de la inflación que había afectado los
intereses y la sensibilidad de la pequeña burguesía: “Cuando hasta los valores estampados en billetes y en
títulos de propiedad caían, ¿en qué valor creer?” la inflación acarreó “…la inevitable destrucción de la
moral burguesa sustentada en el ahorro, en el orden, en la conservación de la propiedad. A medida que nos
íbamos desprendiendo de nuestros ahorros nos íbamos desnudando [...] nos íbamos liberando de la moral.
Ya no era posible hacer cálculos, proyectar [...] Entonces, había que divertirse, vivir plenamente en la
borrachera de la fiesta, del juego, del erotismo [...] La alegría, como el papel moneda, valía poco, pero eso
sí, abundaba.” SEBRELI, Juan José “Aventura…”, cit. El libro de CORREAS, Carlos La operación Masotta
[Catálogos, Buenos Aires], escrito para desmitificar al aludido en el título, se refiere a las afanosas búsque-
das intelectuales del joven Sebreli, pero, más allá del estilo deliberadamente provocador del “Testimonio”,
tanto el carácter festivo del peronismo como el abandono de la deferencia de parte de los sectores populares
tiene un lugar reconocido en la historiografía que está más allá de los alcances del ensayo testimonial.
Tengamos presente el significativo título de LUNA, Félix La Argentina era una fiesta, Sudamericana,
Buenos Aires, 1985. Sobre el abandono de la deferencia en un contexto alejado de los ámbitos urbanos a
los que se refiere Sebreli, MACKINNON, Moira “La primavera de los pueblos. La movilización popular en
las provincias más tradicionales en los orígenes del peronismo” en Estudios Sociales, Año VI, Santa Fe,
primer semestre, 1996.
38 “es absolutamente imposible convencer mediante un lenguaje puramente racional a conciencias alienadas,
es decir, seducidas, embrujadas por sus opresores [...] Sólo es posible sacar al proletariado de la alienación
en que vive mediante una nueva alienación, mediante una seducción de otro tipo, con un sentido más
progresista, en nuestro caso la seducción peronista...” LUNA, Félix La Argentina…, cit., p. 49.
39 El “testimonio” de Sebreli es un fragmento de su libro Aventura y Revolución Peronista.

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prohistoria 9 - 2005

En un recordado y ya aludido ensayo, Halperin Donghi llegó a la conclusión de que


la clave del asunto radicaba en la conciencia que adquirió la clase obrera durante el
peronismo, socialmente conservadora aunque revolucionaria en lo político,40 algo que a su
juicio de por sí definía al peronismo. El historiador cuenta cómo la salida electoral del
gobierno militar se vinculó con el plan del secretario de Trabajo Perón, un “…intento
reaccionario de despojar bruscamente a los partidos liberales de su clientela popular” sin-
gularizado no obstante por “…un éxito que superaba acaso las previsiones y los deseos de
quien lo desencadenó.” En la explicación de este éxito descansaba la que luego sería cono-
cida, más tarde revisada pero nunca abandonada interpretación ortodoxa del origen del
peronismo: “El sector más antiguo y mejor organizado (de la clase trabajadora) resistió
sólo débilmente a las tentaciones de la nueva aventura política”, algo de lo que se ha
responsabilizado al reformismo en el movimiento sindical que precede al peronismo. Ese
sector organizado “…se vio arrastrado por la impetuosa irrupción de otras capas de forma-
ción más reciente”, migrantes internos tan sensibles a la satisfacción material como ajenos
a la cultura política urbana y leales, en fin, a quien parecía asegurarles una especie de
felicidad perpetua y gracias a esto disfrutaba de un margen de maniobra no restringido ni
por las instituciones tradicionales a las que las masas eran insensibles –la Constitución, la
ley, los partidos– ni condicionado por la exigencia inmediata de nuevos cambios sociales
en beneficio de esa clase obrera que empezó y terminó siendo su principal base de
sustentación.41 La fórmula del fascismo posible surgía de la afirmación de que mientras en
1943 “Argentina parecía madura para el fascismo […] el mundo se revelaba demasiado
maduro para él.”42 y es lo que perduró de un ensayo en el que la ironía y las observaciones
punzantes respecto de los vencidos se solapan con las intuiciones del historiador.43

Dos ensayos, una revelación


Fue alguien no dedicado específicamente a los menesteres académicos, por otra parte ré-
probo de aquella Argentina liberal y a quien no cabe imaginar habitué de los salones de Sur

40 HALPERIN DONGHI, Tulio “Del fascismo...”, cit., p. 18-19.


41 “Esos grupos se consideraban ya beneficiados por el tránsito de una durísima vida campesina al arrabal
fabril, donde en medio de la suciedad y promiscuidad que no eran para ellos nuevas conocían por lo menos
[...] una despreocupación por el futuro, una holgura [...] que eran del todo nuevas.” El mérito del secretario
de trabajo Perón habría sido, así percatarse de que esa clase era tan sensible a lo adquirido y prometido
como “…ajena a las preocupaciones de decoro gubernativo y corrección constitucional que animaban a la
resistencia…” El sentimiento de clase que estaba detrás del peronismo no era, según afirmaba Halperin, el
de un grupo que se sentía víctima de la sociedad, sino el de un grupo que había visto colmadas sus aspira-
ciones. HALPERIN DONGHI, Tulio “Del fascismo...”, cit., p. 19.
42 HALPERIN DONGHI, Tulio “Del fascismo...”, cit., p. 17.
43 Luego de asociar el “talante de romería” del peronismo a esa forma de conciencia y a la falta de ferocidad
que, pese a las incitaciones de la jerarquía peronista, caracterizó al pueblo peronista, el autor modera el tono
de su discurso sin conseguir sino acusarlo en una medida que lleva a ver el despreciado mal en la sociedad
además de en su liderazgo: “La anterior caracterización no quiere ser una crítica de quienes así veían su
presente y su futuro, y creían candorosamente que las jubilaciones y las licencias por enfermedad eran ya la
revolución social.” HALPERIN DONGHI, Tulio “Del fascismo...”, cit., p. 19.

141
JULIO CÉSAR MELÓN PIRRO “Lo que se dice...”

ni de los cafés de Contorno, el autor de un libro de más importante repercusión. Mario


Amadeo había sido Ministro de Relaciones Exteriores durante la presidencia de Lonardi,
era un reconocido nacionalista y como tantos de ellos parecía ver en la hora una nueva
oportunidad para quienes sostenían sus ideas. En abril de 1956 publicó Ayer, Hoy, Maña-
na, texto que conoció inmediatas reediciones y suscitó debates y comentarios públicos,
por lo que constituye un punto obligado a la hora de referirse a la cuestión.44 Como quienes
escribían en Contorno aunque desde una óptica ideológicamente opuesta, el autor partía
de la necesidad de interpretar el hecho peronista y asumir desde donde se lo hacía. El libro
constaba de tres grandes capítulos constituidos por un Ayer que es un resumen de la actitud
política del autor durante el peronismo –desde las expectativas positivas generadas en
1943 hasta su participación en el golpe que derrocó a Perón en 1955, incluyendo un relato
de su gestión en el gobierno provisional que le sucedió– y un Hoy signado por el hecho
peronista, esto es, por el desafío que comportaba en términos de lograr una efectiva unidad
nacional el comprender que dicho objetivo –una de las opciones del Mañana– aparecía
condicionado por la manera en que se lo interpretase. Allí el autor distingue algunos tipos
de antiperonismos, desde el conservador, que lo entendía como el resultado de la activa-
ción de los instintos de la plebe (y que podía disentir en cuanto a la vigencia de dichas
lealtades) hasta el propio de la izquierda liberal, donde el peronismo aparecía como nazi-
fascismo y para la cual no cabía sino proceder a una desperonización sin miramientos45
pasando por la detección de una izquierda antiliberal, que por momentos identifica como
trotskista, la cual, favorecida por la ceguera de los antiperonistas, se interesa en penetrar
en el proletariado. Todo pasaba por entender, según Amadeo, que del peronismo había
resultado el establecimiento de una nueva conciencia que podía verificarse en el trato
cotidiano que se dispensaban personas de distinta condición social y que esto, junto a una
mejora importante en las condiciones de vida era algo que no podría ser borrado por los
maestros de la Revolución libertadora.46 Amadeo era dirigente de un partido, el novel
partido Unión Federal, de raigambre nacionalista, pero su diagnóstico de lo que el peronismo
era no difería tajantemente del de algunos de los autores ya citados. Desde las antípodas
ideológicas de aquellos, consideraba también que Perón había tenido méritos indiscutibles
como los de interpretar y satisfacer las necesidades de las masas a las que por primera vez
les habló desde el poder en un lenguaje claro que había “succionado” buena parte del
lenguaje político y que como ocurría particularmente con los que habían sido sus grandes
lemas –soberanía política, independencia económica y justicia social– “…aún fuera del
peronismo y sin reconocer su embarazosa paternidad, nadie se atreve ya en el país a negar
explícitamente...”47 La obra constituía además una referencia permanente para los nacio-

44 AMADEO, Mario Ayer, hoy, mañana, Ed. Gure, Buenos Aires, 1956.
45 Para Amadeo formaban parte de esta izquierda liberal el Partido Socialista, el Partido Demócrata Progresis-
ta y el “unionismo” radical.
46 AMADEO, Mario Ayer, hoy…, cit., pp. 99-100.
47 Amadeo consideraba que el peronismo era un gran “succionador de temas”, y que los aludidos habían sido
tomados, precisamente, “de una agrupación nacionalista” AMADEO, Mario Ayer, hoy…, cit., p. 114.

142
prohistoria 9 - 2005

nalistas del semanario Azul y Blanco, interesados en generar una plataforma política para
un emprendimiento electoral capaz de contar con el apoyo de parte del peronismo48 y fue
muy leída a juzgar por sus reediciones y el lugar que ocupó en los comentarios de la
prensa,49 tanto que Ernesto Sabato se consideró en la obligación de contestarle pública-
mente.
La respuesta de Sabato, que desde su título anunciaba la pretensión de señalar “el
otro rostro” del peronismo,50 en otro sentido también era, sino una verdadera requisitoria
contra la tradición liberal, una explícita advertencia a quienes aún comulgaban en su coro-
lario: la idea del peronismo como un fenómeno manipulativo que había distorsionado la
historia nacional pero sobre cuya rústica autenticidad cabía colocar un discreto paréntesis.
Perón, surgido como resultado del descreimiento y de la situación de abandono de las
masas trabajadoras que llevó al rencor y a la desilusión del pueblo argentino, se reveló
como alguien particularmente dotado para explotar dicho resentimiento:
“…tanto su aprendizaje en Italia, su natural tendencia al fascismo, su
infalible olfato para la demagogia, su idoneidad para intuir y despertar
las peores pasiones de la multitud, su propia experiencia de resentido
social –hijo natural como era– y […] su absoluta falta de escrúpulos
[...] todo lo capacitaba para convertirse no solamente en el jefe de las
multitudes argentinas sino también en su explotador.”51
El autor, que recrimina a Amadeo pasar demasiado rápidamente por las actitudes
filofascistas que en el marco de la defensa de la neutralidad tuvieron los nacionalistas,
considera que el propio Perón –un entusiasta epígono de la doctrina nazi– encontró su
oportunidad cuando se hizo evidente la derrota de las armas alemanas: “…había un cargo
vacante de líder, masas dispuestas a seguirlo... ¿qué faltaba? Nada... Fue un típico fenóme-
no de nuestro tiempo, uno de esos fenómenos ante los cuales los racionalistas se han deva-
nado y seguirán devanándose los sesos...”52 A la responsabilidad del nacionalismo en el

48 MELON, Julio César “La prensa nacionalista y el peronismo, 1955-58”, en BIANCHI, Susana y SPINELLI,
Estela (comps.) Ideas, actores y proyectos políticos en la Argentina del siglo XX, Instituto de Estudios
Históricos y Sociales “Juan Carlos Grosso”, Tandil, 1997, pp. 215-232.
49 Contorno le dedicó, por ejemplo, una extensa crítica con un título suficientemente ilustrativo: “Catecismo
político para un nuevo Uriburu. Ayer, hoy y mañana de Mario Amadeo”, en Contorno, núms. 7-8, pp. 55-
57.
50 “En un importante libro, acaba usted de exponer sus ideas sobre el pasado, el presente y el futuro de nuestro
país. No son pocas las ideas en que coincidimos, pero tengo discrepancias capitales...” El escritor conside-
raba “si todos sus ciudadanos significativos tienen la obligación de meditar en este cruce de caminos, sus
hombres de pensamiento [...] tienen una ineludible y tremenda responsabilidad.” SABATO, Ernesto El otro
rostro del peronismo. Carta abierta a Mario Amadeo, Buenos Aires, julio de1956, s/e, p. 1.
51 Para Sabato “las masas son femeninas, se enamoran de un líder, y en ese amor no hay cálculo ni sensatez,
como es propio de cualquier amor. De modo que frente al excelente candidato, honrado y puro, buen
muchacho y trabajador, estudioso y abstemio –que significaba el Partido Socialista– [...] se fueron con el
primer aventurero que supo llegar a su corazón.” SABATO, Ernesto El otro rostro…, cit., pp. 19-20.
52 SABATO, Ernesto El otro rostro…, cit., pp. 23-25.

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JULIO CÉSAR MELÓN PIRRO “Lo que se dice...”

advenimiento del peronismo se sumó “la trágica miopía de la oposición”, al punto que
relata su propio fracaso y el de un grupo de intelectuales en incorporar al programa de la
Unión Democrática algo más sustantivo en términos sociales que la abstracta defensa de la
libertad... “Y entonces, durante diez años, asistimos todos al desencadenamiento de la
pesadilla peronista...”53
El otro rostro aparece en verdad en las últimas veinte páginas que comienzan con el
“histórico divorcio” de setiembre de 1955 registrado a partir del contraste entre el estado
de ánimo de “doctores, hacendados y escritores” respecto del de “multitudes de compa-
triotas humildes” que el autor simboliza en la tan citada desde entonces tristeza de las
empleadas domésticas de una residencia tucumana.54 Es el prólogo para señalar el “resen-
timiento casi cómico” de los líderes de izquierda hacia las masas a las que han insultado,
sólo sensibles a diferenciar entre un “proletariado platónico, que se encuentra en los libros
de Marx, y un proletariado grosero, impuro y mal educado que desfilaba en alpargatas
tocando el bombo” al que emparenta, pero considera más responsable, con la actitud de las
damas que en base a la pintura de Delacroix encuentran romántica a la multitud que canta-
ba la Marsellesa sin comprender que “se parecía extrañamente a la que en nuestras calles
vivaba a Perón.”55 El amor que aquellas masas femeninas brindaron a su líder tiene, en los
trámites finales del escrito, un fundamento menos arbitrario que al principio:
“…en el movimiento peronista no sólo hubo bajas pasiones y apetitos
puramente materiales: hubo un genuino fervor espiritual, una fe
pararreligiosa en un conductor que les hablaba como a seres humanos
y no como a parias […] Había [...] –y lo sigue habiendo– algo mucho
más potente y profundo... una justificada ansia de justicia y de recono-
cimiento, frente a una sociedad egoísta y fría.”56
Eso es según Sabato (“lo demás es detalle”) lo que movilizó Perón y la mayoría
seguía no queriendo ver. Y eso es lo que el peronismo había traído a la vida nacional y por
lo tanto ya no podía desconocerse so pena de asegurar el fracaso:57 “…no únicamente
demagogia y tiranía, sino también el advenimiento del pueblo desposeído a la vida política
de la nación.”58

53 “Aquella patria de nuestra infancia”, SABATO, Ernesto El otro rostro…, cit., pp. 32 y ss.
54 SABATO, Ernesto El otro rostro…, cit., p. 40. Es, efectivamente, el fragmento más citado y por lo tanto
más conocido de este libro.
55 SABATO, Ernesto El otro rostro…, cit., pp. 41-43.
56 SABATO, Ernesto El otro rostro…, cit., p. 43.
57 Se impone, según Sabato, una política social comprensiva de los derechos de los trabajadores, rehuir las
venganzas y las persecuciones y reconocer “que todos hemos sido culpables” SABATO, Ernesto El otro
rostro…, cit., pp. 50-54. De lo contrario, “no se desmontará así la máquina peronista: sólo se logrará
reforzarla hasta convertirla en una tremenda, incontenible y trágica aplanadora”, SABATO, Ernesto El otro
rostro…, cit., p. 61.
58 SABATO, Ernesto El otro rostro…, cit., p. 48.

144
prohistoria 9 - 2005

Los unos y los otros


Hasta aquí hemos trazado un breve panorama sobre este tema de un modo que, aunque
centrado en lo heteroreferencial y circunscripto al análisis de unos pocos textos escritos a
poco del golpe de Estado, nos parece sin embargo suficiente para presentar los nodos de
una reflexión que por cierto se revelaría perdurable.
Por supuesto que algunos de los planteos aquí referidos, tempranamente revisionistas
en relación al peronismo, poco tenían que ver con la prolífica literatura política del perío-
do. Ésta, que por lo general no trasciende el carácter de denuncia del régimen caído, fue
entonces preponderante aunque no prevaleciera en el tiempo. A ello contribuyó decisiva-
mente una posteridad que potenció, digámoslo así, las dudas de Sabato, la búsqueda de
Contorno, los giros nacionalistas y los cambios en la izquierda respecto de opiniones que,
generalmente vertidas en forma de libros, solían permanecer en los márgenes del análisis y
la condena moral.59 Importa destacar también que estas discusiones precedieron o acom-
pañaron –como una especie de heteroreferencialidad crítica– las mucho más escasas asig-
naciones de valor provenientes del peronismo mismo –los otros–, refiriéndonos en primer
lugar a los textos producidos por el propio Perón60 y sobre todo a las formulaciones
identitarias de corte intelectual que, provenientes de autores afines al movimiento proscripto,
suscitaron debates y comentarios cuya importancia estuvo lejos de decrecer, sino más bien
lo contrario, en los años subsiguientes.61 Esta última literatura, aparecida en el primer

59 Entre muchos trabajos ni siquiera citados en el texto, DAMONTE TABORDA, Raúl Ayer fue San Perón.
Doce años de humillación argentina, Ed. Gure, Buenos Aires, 1955 y ¿Adonde va Perón? De Berlín a
Wall Street, Ediciones de la Resistencia Revolucionaria Argentina, Montevideo, l955; DEL CARRIL,
Bonifacio Problemas de la revolución y de la democracia, Emecé, Buenos Aires, l956; Bajo el imperio de
la fuerza, Emecé, Buenos Aires, l958 y Crónica interna de la Revolución Libertadora, Emecé, Buenos
Aires, 1959; GHIOLDI, Américo De la tiranía a la democracia social; cayó la dictadura, ¿y ahora qué?,
Gure, Buenos Aires, l956; NUDELMAN, Santiago Proceso contra la dictadura, 2 vols., Ed. del autor,
Buenos Aires, l955, En defensa de la democracia y de la moral administrativa, s/e, Buenos Aires, 1956, y
El régimen totalitario, Ed. del autor, Buenos Aires, 1960. SÁNCHEZ ZINNY, E. F. El culto a la infamia;
historia documentada de la segunda tiranía argentina, Ed del autor, Buenos Aires, l958. [también editada
por Stylograf, Buenos Aires, l959.] SANTANDER, Silvano Técnica de una traición. Juan Domingo Perón
y Eva Duarte, agentes del nazismo en la Argentina, Antygua, Buenos Aires, 1955.
60 PERÓN, Juan Domingo La fuerza es el derecho de las bestias, Montevideo, l958. [reeditada por Síntesis,
Buenos Aires, l976], La realidad de un año de tiranía, s/e, 1958; Del poder al exilio. Cómo y quienes me
derrocaron, s/e, 1958 [Reeditado por Ediciones Argentinas, Buenos Aires, l973], Los vendepatria, 1958.
[reeditado por Freeland, Buenos Aires, l972.] La edición de estos libros testimoniales y de propaganda por
parte de Perón ha sido minuciosamente reconstruida por Samuel Amaral en la introducción a AMARAL,
Samuel y RATLIFF, William E. (eds.) Cartas del Exilio, Legasa, Buenos Aires, 1991.
61 JAURETCHE, Arturo El Plan Prebish, retorno al coloniaje, Ed. Peña Lillo, Buenos Aires, l957, y Los
profetas del odio, Peña Lillo, Buenos Aires, l957. HERNÁNDEZ ARREGUI, Juan José Imperialismo y
cultura, Buenos Aires, l957 [Plus Ultra, l973] y, fundamentalmente, La formación de la conciencia nacio-
nal, Buenos Aires, l960 [Plus Ultra, l973]. Tanto desde el nacionalismo como desde la izquierda se produ-
jeron textos interesantes: PUIGBÓ, Raúl La revancha oligárquica y el porvenir obrero, Sigla, Buenos
Aires, l957; RAMOS, Jorge Abelardo Revolución y contrarrevolución en la Argentina, Amerindia, Bue-
nos Aires, l957.

145
JULIO CÉSAR MELÓN PIRRO “Lo que se dice...”

lustro de la proscripción, fue la que prevaleció posteriormente, aunque no haya sido un


renglón relevante en las interpelaciones de los propios peronistas, a juzgar por el conteni-
do de una prensa partidaria que, por lo general, se expresaba menos en términos de una
reflexión sobre el lugar del peronismo en la historia y en el presente argentino y operaba
más bien sobre las urgencias políticas de la hora. No será precisamente en este último
lugar, cuyas expresiones que en buena medida siguieron apegadas en el funcionamiento de
la semiclandestinidad aunque en ocasiones aspiraron a suplir la carencia de una organiza-
ción partidaria62 donde deberá buscarse la posibilidad de un diálogo deliberado sobre lo
que es, una pregunta que –al modo de Contorno o de Sabato– sí estaba presente entre los
comunistas heterodoxos que con posterioridad a 1955 redoblaron sus interrogantes sobre
la nación y el peronismo.63 ¿Dónde encontrar pues una tematización racional y a la vez
plural en la que aparezcan los términos de los unos y los otros sino en eventos que se
organizaron precisamente para resolver la ausencia de un verdadero espacio de opinión
pública?
Para recuperar una solución de continuidad con el horizonte de discusión que venía-
mos proponiendo consideraremos dos debates portadores de una lectura del peronismo
que se realiza en el contexto de las discusiones sobre su inclusión en el panorama de la
cultura y de la historia nacional. Uno se realizó en la Universidad de Buenos Aires; el otro
en un importante sindicato, pero ambos expresan las posibilidades y límites, las líneas de
reconocimiento y conflicto, entre varios de quienes a la sazón eran considerados especia-
listas en el decir público, así como, secundariamente a nuestros propósitos, las necesida-
des y los puntos de interés de quienes organizaban o concurrían a dichos eventos.
El 22 de agosto de 1958 se realizó la primera de tres mesas redondas sobre temas
políticos organizadas por el Centro de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de
Buenos Aires. Hicieron uso de la palabra sobre el tema “1930” Sergio Bagú, José P. Barreiro,
Olegario Becerra, Carlos Sánchez Viamonte, Rodolfo Irazusta e Isidro Odena; no partici-

62 Las particulares condiciones en que los peronistas enfrentaron la situación con posterioridad a su derroca-
miento permite distinguir un primer momento que denominamos de prensa testimonial y en el que los
medios intervienen autónomamente en las luchas por la hegemonía de la resistencia o en el perfilamiento
de las primeras actitudes neoperonistas de una segunda instancia en el que son reemplazados por otras
empresas cuyo formato y estilo no difiere esencialmente de las anteriores pero que se caracteriza por aspirar
a convertirse en voceros oficiosos del peronismo conducido por Perón. Palabra Argentina y Rebeldía en el
primer caso; Línea Dura y Norte en la última perspectiva son, entre muchos otros medios de menor impor-
tancia y de vida más efímera, los más notorios representantes de una serie de empresas periodísticas que a
la luz del nuevo contexto se convirtieron en actores políticos relevantes y esenciales para conocer la historia
del movimiento proscrito. Algunos intelectuales peronistas como Fermín Chávez –que publicaba a la vez
en Dinámica Social y en Columnas del Nacionalismo Marxista– escribieron, no obstante, comentarios y
notas críticas relacionadas con las reflexiones públicas que se han citado. Abordé la primera cuestión en un
trabajo titulado “Informe sobre la prensa clandestina. Los peronistas entre 1955 y 1960”, presentado en las
II Jornadas Culturas Políticas y Políticas Culturales. La prensa como objeto y como problema, , IEHS-
UNICEN, 28-29 de abril de 2005.
63 Uno de los productos más acabados, o al menos más interesantes, de esta búsqueda son las notas contenidas
en Columnas del Nacionalismo Marxista, un original quincenario dirigido por Eduardo Astesano en 1957.

146
prohistoria 9 - 2005

paron de la reunión, aunque fueron invitados, los conservadores Federico Pinedo, Matías
Sánchez Sorondo y José Aguirre Cámara. La principal polémica de la mesa se entabló
entre Irazusta y el diputado intransigente Becerra, en torno a la participación de un sector
del radicalismo en la revolución de 1930 y de la persona de Hipólito Yrigoyen, quien a
juicio del primero había inaugurado “la época de los santones...”. El tono general del
debate fue amable y pródigo en referencias retrospectivas y justificatorias de la actitud del
movimiento estudiantil y de la opinión pública de entonces, que Irazusta –otra vez para la
polémica– volvió a encontrar tan comprometida con el derrocamiento de Yrigoyen en
1930 como con el de Perón en 1955.
El 29 de agosto tuvo lugar la segunda reunión, y sobre el tema “1943” hablaron
Enrique Grande, Rodolfo Ghioldi, Oscar Albrieu, Agustín Rodríguez Araya, Horacio
Domingorena y Juan José Hernández Arregui. A mitad de la conferencia irrumpió Ernesto
Sabato, quien se había excusado de participar (también lo había hecho Silvio Frondizi) por
razones de salud pero cuya intervención ocupó el centro de la escena. Pidió disculpas por
no encontrarse en condiciones de hablar pero pidió también la palabra. Fiel a su estilo y
también de acuerdo con su fina sintonía de la época, encaró decididamente el intríngulis
del peronismo que había empezado a revelar tempranamente en El otro rostro... Sabato
comenzó con la afirmación de un presupuesto y un hallazgo expresivo. El primero era
poco original aunque sí lo fue su extensión al conjunto de la conferencia: el peronismo –
Perón, según el disertante en expresión que no dejaba de arrancar los silbidos del público–
había revolucionado la vida del país y había politizado la sociedad en una medida que no
reconocía precedentes históricos. El hallazgo consistía en observar que en la Argentina las
expresiones empezaban con mayúsculas, pasaban luego a minúsculas y terminaban siendo
utilizadas finalmente entre comillas, ya que si otrora habíase verificado tal proceso con
expresiones como patria, nación, ejército (lo que, de paso, servía para explicar la hostili-
dad de los jóvenes universitarios para con el naciente peronismo) algo parecido acababa
de ocurrir con el término Revolución libertadora. La cuestión no se circunscribía, para el
dicente, en una mera cuestión de claridad de lenguaje, una claridad que de todos modos se
declaraba imprescindible para no reiterar el desencuentro entre los intelectuales y el pue-
blo, esto es, la necesidad de evitar que la utilización de la palabra libertad apareciera ante
los obreros con un sentido “apócrifo y farisaico”. Más allá del significado de las palabras
el escritor entendía que lo que se imponía era la revisión de toda la historia argentina, una
tarea que debía comenzar aceptando la necesidad de encararse con el tema peronismo,
crucial en el presente y revelador de las dimensiones más problemáticas de la historia
nacional. El escritor blanqueó en su intervención, finalmente, que se discutía cuál era el
tema de toda conferencia sobre temas políticos: “…estamos aquí reunidos en virtud, preci-
samente, de ese complejo proceso que significó la revolución peronista, que todo lo trastocó,
que todo lo ha revuelto, que ha puesto sobre el tapete los problemas más importantes de la
nacionalidad.” Dado que tenía enfrente a Hernández Arregui no pudo menos que intentar
zanjar las inconsecuencias que se le señalaban en las obras de éste de un modo muy afín a

147
JULIO CÉSAR MELÓN PIRRO “Lo que se dice...”

su estilo: “Me considero un especialista en errores, pero al menos quiero reivindicar para
mí el mérito de reconocerlos, y de reconocerlos públicamente.”64
Sabato apuntó, seguidamente, a la médula de las críticas que había recibido cuando
comparó a los descamisados de la Revolución Francesa con los autóctonos, y provocó al
público –a los dos públicos– cuando comparó al gran ausente con Churchill.
El Director de Relaciones Culturales del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto
de la República Argentina interpretaba que “el alfabetismo era un factor subordinado a la
intuición” lo que, bien mirado, no dejaba de guardar sintonía con aquella directa requisito-
ria contra la intelectualidad argentina que Arturo Jauretche, en plena Revolución libertadora,
había enunciado en Los profetas del odio...65
Aunque hubiera habido corrupción, agregaba Sabato, “…también es cierto que el
país se desarrolló industrialmente, que se echaron las bases para la liberación nacional y
que además se levantó [...] la bandera de la soberanía...”. Quien así hablaba era una com-
binación del autor de El otro rostro... con el funcionario de gobierno, mediado por la
experiencia de haber sido un hombre de la Revolución libertadora. Aunque sus palabras
denunciaran un importante cambio de percepción sobre el peronismo, es evidente que
Sabato no se dirigía fundamentalmente al público presente como quizá a peronistas y
antiperonistas, y seguramente a uno de sus contertulios públicos, el ya nombrado Hernández
Arregui que había cargado contra su conciencia intelectual en Imperialismo y cultura, una
de sus obras más recientes.
La disonancia entre las palabras de Sabato y la percepción del público presente no se
hicieron notar sino a raíz de las intervenciones de quienes le sucedieron en el uso de la
palabra. Las gradas violaron la norma de no-intervención prescripta por los organizadores
del evento al interrumpir con frecuencia las apreciaciones del comunista Rodolfo Ghioldi,
del peronista Oscar Albrieu y del intransigente Rodríguez Araya. La defensa de la Unión
Democrática que hizo el primero fue coronada por gritos, aplausos y silbidos de parte de la
barra, pero pudo terminar su alocución consistente en una defensa histórica de la perspec-

64 Sabato era ahora funcionario del gobierno de Frondizi y había sido cuestionado en un libro que acababa de
publicar Hernández Arregui. En 1956, luego de haber sido designado director del semanario Mundo Argen-
tino por el gobierno de la Revolución libertadora renunció a su cargo tras denunciar la práctica de torturas
contra los presos peronistas.
65 No eran esas las únicas coincidencias entre el descubrimiento de Sabato y las afirmaciones de Jauretche. Si
el primero se desplazaba desde la impronta de las domésticas llorando la caída del dictador hasta revivir
ahora y de esta manera su experiencia bergsoniana en clave populista, el segundo partía de un populismo
antiintelectualista para descansar en el mismo valle de opciones políticas. Sin dejar de presentarse nunca
como un crítico del intelectualismo liberal Jauretche ni como la patética culpa de la razón expresada en
clave existencialista Sabato, estuvieron lejos de conformar a los peronistas. Si el uno fue tan criticado como
reconocido por Hernández Arregui el otro había sido decididamente cuestionado por otros intelectuales
peronistas. Juan Cruz Romero –seudónimo de Fermín Chávez– le dedicó “al compañero autor de El Plan
Prebish” una ácida crítica ante una nota de Jauretche aparecida en Qué. “¿Frondizi, síntesis en el dilema:
civilización y barbarie?”, en Qué 06/05, y la Crítica escrita por CHÁVEZ, Fermín “Bestiario: El lobo
estepario, el gorila, el lomo negro”, en Norte, núm. 715, 15/05/1958.

148
prohistoria 9 - 2005

tiva antifascista que entonces asumieron las principales fuerzas democráticas argentinas.
Quien estuvo a punto de no poder comenzar su discurso fue Oscar Albrieu, uno de los
últimos ministros de Perón y a la sazón miembro principal de los organismos de conduc-
ción de los proscritos. Los silbidos y gritos de desaprobación inundaron el recinto, al
punto que sólo la intervención del director de la mesa redonda y del diputado Rodríguez
Araya lograron acallar las protestas. “Aquí, en la Facultad de Derecho, hablan todos los
argentinos”, sentenció el segundo, rara avis del panorama político argentino que en plena
Revolución libertadora había propiciado en numerosas ocasiones la amnistía y el cese de
las persecusiones a los peronistas. Luego de dos nuevas interrupciones del público, el
moderado dicente peronista pudo contestar a Ghioldi equiparando la Revolución de Mayo
con la Revolución social del 17 de octubre, porque su clave de identificación no radica
exclusivamente en el reemplazo de una clase por otra en el poder, sino “…cuando se
cambia la aceptación común de determinados valores sociales”. El tumulto se repitió tres
veces más cuando el orador incursionó en la fundamentación filosófica del justicialismo e
identificó a la gesta de Perón con la de Nasser, “…de idéntica jerarquía y finalidades”. El
clima de la reunión hizo que Rodríguez Araya eligiese diferenciarse nítidamente del ora-
dor precedente, con lo que entró en liza con un sector del público que acusó una referencia
contundente a los fusilamientos de la Revolución libertadora, a partir de lo cual el debate
se dio entre el diputado y las numerosas y ruidosas manifestaciones del público que torcie-
ron definitivamente el tono de una reunión que se escapó del temario confeccionado por
los convocantes. La tercera reunión prevista, sobre 1955, no pudo materializarse, por lo
que los organizadores recurrieron a solicitar la versión escrita de sus respectivas ponen-
cias, que fue finalmente publicada.66 La poco común experiencia había demostrado los
límites del pluralismo en un contexto político que condicionaba la comunicación racional
entre las partes.
Poco más de un año después, en el Teatro de Cámara del Sindicato de Trabajadores
de la Alimentación tuvo lugar un autodenominado Congreso de Liberación Nacional con-
vocado según sus propulsores para “…servir al esclarecimiento público de los problemas
que hacen al ser nacional y a la subsistencia de la Nación”. El encuentro fue cubierto por la
revista Mayoría, en una nota bastante extensa.67
En esta oportunidad y ámbito, Juan José Hernández Arregui ocupaba el centro y no
los márgenes de la escena. Reiteró entonces algunos de los tópicos presentes en su ensayística
pero se sintió animado a anunciar toda una prospectiva política cuando habló de un frente
de Liberación Nacional compuesto esencialmente por el peronismo, “…fuerza mayorita-
ria de indudable trascendencia nacional y con la clase trabajadora a su vanguardia”. Tam-
bién fue congruente con sus trabajos y prospectivo a la vez cuando reconoció a las corrien-
tes nacionalistas un papel clave en la historia argentina que podría volver a validarse posi-

66 AA.VV. Tres Revoluciones (los últimos veintiocho años), Ed. Emilio Perrot, Buenos Aires, 1959. [Versión
taquigráfica del ciclo de mesas redondas celebrado en la UBA en agosto y setiembre de 1958.]
67 Mayoría, 11/01/1960, pp. 8 y ss.

149
JULIO CÉSAR MELÓN PIRRO “Lo que se dice...”

tivamente en el futuro inmediato. Las fuerzas de este origen, observó, parecen destinadas
a ser protagonistas de la transición hacia nuevas formas políticas, aunque su “indeclinable
vocación patriótica” no haya sido siempre “canalizada positivamente”. En la Revolución
de 1930 el nacionalismo fue la transición que desembocó en la Década Infame, en 1943
sirvió de puente para el acceso del pueblo al poder y en 1955, fue el “…caballo de Troya
del que se sirvió para el asalto al poder la oligarquía liberal”. Actualmente, apuntó el
conferencista, se ha renovado la esperanza de que muy pronto pueda ser la feliz transición
hacia la “instalación definitiva del pueblo en el poder”. Finalizó su exposición apuntando
una tenue evolución que vislumbraba menos que profetizaba, en factores de poder como el
Ejército y la Iglesia que enfrentan “el empuje de las masas populares”, reconociendo los
aportes de la izquierda a la Revolución Nacional y saludando “ese fermento que aflora en
los movimientos juveniles y todos los partidos políticos –socialismo, UCRI, UCRP,
democristianos y hasta en el comunismo–” y que amenaza “derrumbar estructuras fenecidas
y jerarquías caducas”.
Rodolfo Puiggrós encontró un contexto propicio para avanzar en las tesis que lo
habían acercado a lo nacional. Como de costumbre, la línea expositiva estuvo fundada en
argumentos históricos. Según lo reprodujo la revista, con Bernardino Rivadavia se había
iniciado la “introducción del liberalismo inglés en la Universidad de Buenos Aires” por lo
que podía decirse que “desde ahí comienza la claudicación nacional y se genera la con-
ciencia entreguista de los intelectuales cipayos.” Sostuvo que las masas hicieron su apari-
ción con Yrigoyen, quien tuvo que romper con su partido para acercarse al pueblo, y que
esas masas, ya con la conciencia social puesta de manifiesto el 17 de octubre de 1945,
llevaron al poder a Perón, cuya caída se debió a la descomposición de las fuerzas que lo
sustentaban. Terminó exhortando al pueblo a “…despojarse de los prejuicios liberales,
para luchar en todos los frentes por la soberanía política, la libertad económica (sic) y la
justicia social.” Puiggrós había comenzado comunicándose con su auditorio mediante una
interpelación sencilla: “Si se reconoce que la democracia es el gobierno del pueblo, ¿por
qué está Arturo Frondizi en la Casa de gobierno y no Juan Domingo Perón?”
Carlos Alberto Voss, quien fue presentado como “…la voz de las Agrupaciones
Justicialistas de Lomas de Zamora” procedió a criticar algunos aspectos de la gestión de
gobierno de Frondizi pero, fundamentalmente, señaló como agentes del comunismo a los
fundadores y dirigentes del Fondo Monetario Internacional. Esto último era fruto de un
razonamiento y tenía una consecuencia lógica que sintetizó como sigue: “La oligarquía
liberal nos está empujando al comunismo, pero los peronistas nos aferramos a nuestras
banderas.” De historia, pues, habló Hernández Arregui como autoridad; sobre política se
expresó Cooke, y todos estuvieron de acuerdo, de modo tácito o no, en que el peronismo
tenía que ocupar un lugar importante en la libración nacional.68

68 Hubo otros oradores como Reinaldo Frigerio (quien explicó su timidez por el handicap desfavorable que le
proporcionaba su apellido), Rodolfo Arce (joven médico peronista interesado en la legislación agraria) y
Adolfo Silenzi de Stagni (que en 1955 había sido una de las voces más escuchadas en la oposición a los

150
prohistoria 9 - 2005

El acto fue cerrado por John William Cooke, quien fue el único que habló de un
programa concreto para el Frente de Liberación y el que expuso las alternativas políticas
de un modo más claro que, no obstante, no perdía de vista la fundamentación teórica ni la
argumentación histórica. No podía haber liberación sin el peronismo, pero tampoco podía
haberla exclusivamente con el peronismo; no podía partirse de los partidos políticos como
tales, pero el frente podría nutrirse y enriquecerse con el aporte de sus desertores; no podía
eludirse la intrínseca vinculación entre cuestión nacional y cuestión social, ni el carácter
revolucionario de la lucha, derivado este último –vale la pena reparar en ello– de la pros-
cripción de la fuerza mayoritaria. La composición del Frente debía hacerse, pues, sobre
una triple base: 1) el peronismo, “parte insustituible y fundamental del movimiento”; 2) la
clase trabajadora, “a la que se le han tendido todas las trampas ideológicas y prácticas para
eliminarla como fuerza, reduciéndola al ‘apoliticismo’ y encerrándola en el círculo de
hierro de la lucha por salarios...”; 3) los estudiantes, “a quienes toda una retórica aparente-
mente revolucionaria e izquierdizante los mantuvo alejados del pueblo, determinando ac-
titudes profundamente reaccionarias, de las que ahora se aperciben ante el hecho concreto
de nuestra sumisión y coloniaje” y 4) el ejército, “desde 1955 guardia pretoriana de la
oligarquía”, punto sobre el cual Cooke se ve obligado a aclarar que está pensando en una
evolución sanmartiniana de los oficiales que torne capaces a las Fuerzas Armadas de inte-
grarse en un Frente de Liberación, y no en propiciar un golpe militar.
El autor de la nota, que escribía con el seudónimo de Javier López Seis, aparecía
como un observador entusiasmado en apuntarse una definición correcta y a la vez funcio-
nal del peronismo. Se congratulaba en presentar las exposiciones de destacados intelectua-
les y políticos ubicados en una línea nacional que a su juicio comprendía “…matices que
van desde la derecha nacional hasta la izquierda nacional” incluyendo a “…esa síntesis de
ambas que aspira a ser el justicialismo, que ubicándose en un plano humanista en lo funda-
mental, rompe los moldes estrechos de las presuntas ortodoxias de ambos extremos”, todo
lo cual imponía la “…preocupación por dar un contenido concreto a las postulaciones
doctrinarias del peronismo.”69
Si el primero de los encuentros referidos ilustra la confirmación del peronismo como
tema vertebrador de opinión en los ámbitos intelectuales, ésta última conferencia conden-
sa el sentido y hasta la estructura de la autorreferencialidad peronista allí y hasta donde es
posible distinguirla. Por un lado, las grandes obras de lo que posteriormente sería recono-
cido como izquierda nacional como sostenedoras de un discurso revisionista sobre el pasa-
do que anuncia –o anticipa– una determinada lectura del peronismo que llegará a estar
muy extendida a comienzos de los años 1960s. Por otro, el tono sostenido por “la voz de de
Lomas de Zamora” guardaba una significativa sintonía con lo que los peronistas podían

contratos petroleros que firmó el gobierno de Perón y ahora atacó la política económica de Frondizi), pero
por encima de algunas disidencias sobre la prioridad de una reforma agraria todos hablaron de “conquista
de una definitiva independencia integral.”
69 Mayoría, 11/01/1960.

151
JULIO CÉSAR MELÓN PIRRO “Lo que se dice...”

leer en una prensa propia en la que las expresiones de tono populista de distanciaban,
deliberada o inevitablemente, de la reflexión intelectual.

En conclusión
El lugar que ocupa el peronismo en el discurso que aspira a adquirir relevancia en la
Argentina de este tiempo se extiende mucho más allá del que le conceden los directamente
involucrados en las competencias electorales, ya que deja una huella perdurable en la
ensayística de la época y hasta puede ser reconocido en el revés de los planteos académi-
cos. Si impregna por necesidad las fórmulas interpelativas de partidos y dirigentes políti-
cos y sociales a quienes les resulta ineludible recurrir o contar con la identidad peronista,
tienta particularmente, como hemos visto, a aquellos que se asignan la tarea de explicar la
realidad. Lo menos que puede afirmarse al respecto es que casi siempre que se discutió
públicamente en la Argentina de este tiempo, el peronismo constituyó, efectivamente, par-
te esencial de la cuestión.
El peronismo podría ser reconocido así, desde varias perspectivas, como una simpli-
ficación globalizante que remite a una experiencia histórica reciente a la que no sólo se le
atribuyen defectos y virtudes. Dado que dicha simplificación, dichas reducciones, o, si se
prefiere, dichas interpretaciones, aparecieron articuladas en torno a símbolos y formas
interpelativas que se concibieron como eficaces en la lucha por el consenso pero que por
otra parte interesaron per se a quienes aspiraban a dar racionalidad a lo real, no puede
menos que afirmarse que constituyeron un pretexto de primer orden para discutir el país.70

Mar del Plata, diciembre de 2004

70 Digo esto menos en el sentido de excusa que en el de “pre-texto” o condición necesaria. Dicha condición se
revela tanto en la información pública como en la producción y el debate intelectual del momento, aunque
de modo mucho más claro respecto de lo segundo. El peronismo es pre-texto o condición necesaria de
realización para los proyectos en pugna, aunque las “simplificaciones globalizantes” tal y como pueden
aparecer en la prensa no suelen incluirlo con nombre propio (siendo sustituido por ejemplo, por la formula-
ción de antinomias como es el caso de “democracia” frente a “totalitarismo”) y por mucho tiempo prevale-
ce un nominalismo eufemístico (“régimen depuesto”, “dictadura”, etc.).

152
a recurrencia del recuerdo.
L Prácticas de historización entre trabajadores desocupados
del conurbano bonaerense
VERÓNICA V. MACEIRA

Resumen Abstract
El artículo presenta una exploración sobre las
This paper presents the results of an exploratory
prácticas de historización que se hacen presen-
study analyzing the forms of historical
tes entre las distintas generaciones de trabaja-
representation between different generations of
dores desocupados del conurbano bonaerense.
the desemployed workers. The research is
En base a 28 entrevistas en profundidad, se
based on 28 interviews. It describes the ways
analizan las formas que asumen las referencias
of organizing the temporal field and the
al pasado reciente en términos de la organiza-
articulations between social past and personal
ción del campo temporal y las articulaciones
biographie. The study finds the historical
que se establecen entre un pasado común y la
contexts that are more relevant by the workers
biografía personal, así como la intensidad de
and analyzes the meanings given to them.
la incorporación de la esfera pública como área
de relevancia. Se localizan los contextos his-
tóricos concretos considerados como sustanti-
vos y la significación otorgada a los mismos.
En este marco se analizan especialmente las
formas que asume la elaboración de la historia
peronista.

Palabras clave Key Words


memoria – identidades – clase obrera – Memory – Identities – Working Class –
peronismo – dictadura Peronism – Authoritarianism

Recibido con pedido de publicación el 29 de marzo de 2004


Aceptado para su publicación el 20 de mayo de 2004
Vesión definitiva recibida el 10 de diciembre de 2004
Verónica Maceira es Becaria Postdoctoral Conicet/Flacso
spalten@mail.retina.ar

MACEIRA, Verónica V. “La recurrencia del recuerdo. Prácticas de historización entre trabajadores
desocupados del conurbano bonaerense”, prohistoria, año IX, número 9, Rosario, Argentina, pri-
mavera 2005, pp. 153-178.
* Agradezco los valiosos comentarios y sugerencias de Emilio Crenzel, Elizabeth Jelin, Ricardo Spaltenberg
y de dos réferis anónimos que se han expedido sobre este artículo. Agradezco también su decisiva partici-
pación en esta experiencia tanto a las personas entrevistadas como a los militantes sociales que colaboraron
en la realización de los contactos.
VERÓNICA V. MACEIRA “La recurrencia del recuerdo...”

S
eñala Huyssen1 que uno de los fenómenos culturales y políticos más sorprendentes
de los últimos años es el surgimiento de la memoria como preocupación central de
la cultura y de la política de las sociedades occidentales. En nuestros países
latinoamericanos, el surgimiento de dicha preocupación tiene un contenido político bastante
más específico, vinculado con las luchas por la verdad y la justicia con relación a las
dictaduras de los 1970s. y los 1980s. y sus políticas genocidas. Particularmente en
Argentina, distintos actores sociales han asumido este mandato de “recordar”, que es, en
rigor, asumir un lugar en la lucha por la interpretación y significación de ese pasado.2 El
trabajo que presentamos aquí busca, sin embargo, acercarnos a las prácticas de elaboración
del pasado en otros territorios sociales y culturales no autoidentificados a priori como
uno de estos actores de las luchas por la memoria de lo ocurrido en el pasado reciente de
la Argentina y no interpelados usualmente al respecto. En esa dirección, hemos realizado
una exploración sobre algunas de las formas de representación, elaboración y significación
del pasado reciente que se hacen presentes entre un grupo de trabajadores desocupados
del conurbano bonaerense.
El estudio constituye un primer avance dentro de una investigación más amplia que
busca desentrañar y comparar las orientaciones sobre lo social de heterogéneos grupos de
trabajadores. Se basa en 28 entrevistas realizadas en profundidad durante marzo y abril del
2001, a varones de entre 18 y 59 años de edad residentes en el partido de la Matanza, en el
conurbano bonaerense.3
Antes de avanzar en los contenidos del artículo, resulta pertinente introducir algunos
señalamientos que serán de utilidad para enmarcar y significar los resultados del estudio y
que remiten a la especificidad de los sectores que son objeto del mismo.
El partido de la Matanza es una otrora zona fabril afectada especialmente por el
proceso de desindustrialización y reestructuración que caracterizó la economía argentina
en las últimas décadas. La magnitud y características generales de dicho proceso determi-
nan que parte de quienes se encuentran hoy desocupados, y aparecen incluso como super-
numerarios, sean trabajadores desplazados de antiguas inserciones estables. Esto se expre-
sa justamente en el tipo de trayectoria socio-ocupacional de la mayor parte de nuestros
entrevistados mayores de 30 años. Junto con ellos encontramos a los más jóvenes, que
ingresaron al mercado de trabajo ya en este contexto y muestran trayectorias extremada-
mente precarias, cuya nota característica es la falta de inserciones fabriles.

1 HUYSSEN, Andreas En busca del tiempo futuro, Fondo de Cultura Económica, México, 2002.
2 JELIN, Elizabeth y KAUFMAN, Susana “Los niveles de la memoria: reconstrucciones del pasado dictato-
rial argentino”, en Entrepasados. Revista de Historia, año X, núms. 20-21, Buenos Aires, 2001, pp. 9-34.
3 En este sentido, las prácticas, representaciones y orientaciones observadas, han sido producidas en el mar-
co de este dispositivo específico con el que contamos los cientistas sociales. Los resultados obtenidos no
son ajenos a este encuadre y deben ser valorados como evidencia histórica interpretable en el marco de tales
limitaciones.

154
prohistoria 9 - 2005

Por otro lado, desde mediados de la década del noventa y en el marco de los niveles
inéditos alcanzados por el desempleo abierto y la subocupación, los desocupados se incor-
poraron como protagonistas de la protesta social a través de múltiples organizaciones que
los nuclean.4 Esta protesta estuvo en el origen de la extensión de asistencia gubernamental
a través de planes de empleo que contribuyeron, a su vez, al fortalecimiento numérico y
sostén de estas mismas organizaciones. En el caso del partido de la Matanza, bastión
peronista dentro del tradicionalmente peronista conurbano bonaerense, los masivos
agrupamientos de desocupados que surgieron se enraízan en una historia organizativa te-
rritorial de más largo plazo. Se construyeron con relativa autonomía y en competencia
organizativa con respecto al partido justicialista,5 cuyas ya consolidadas redes clientelares
habían experimentado a su vez una fuerte expansión en la región desde mediados de los
años 1980s.6 Distintas investigaciones han advertido sobre el cuestionamiento al peronismo
que supondría el surgimiento de estas organizaciones sociales y políticas, no sólo en térmi-
nos político-organizacionales, sino también en cuanto a su capacidad de articulación y
expresión de las transformaciones socioculturales que se operan en los sectores popula-
res.7
Los entrevistados que participaron de este ejercicio exploratorio constituyen un uni-
verso de interés en tanto presentan la particularidad de anudar algunos de los importantes
procesos a los que hicimos referencia: se trata de desocupados, beneficiarios de planes de
empleo, residentes en localidades tradicionalmente peronistas del conurbano pero organi-
zados actualmente a través de una de las agrupaciones de amplia inserción territorial en
este partido.
Nuestro estudio permitirá, entonces, aproximarnos acotadamente al estudio de las
identidades presentes entre los sectores populares en el postmenemismo a partir de la
observación y análisis de las prácticas de historización de estos hombres.
Desde la perspectiva que guió este trabajo no asumíamos a nuestros entrevistados
como inscriptos en un territorio social que se limita a incorporar pasivamente representa-
ciones y significaciones del pasado producidas por otros. Tampoco los presuponíamos

4 MACEIRA, Verónica y SPALTENBERG, Ricardo “Una aproximación al movimiento de desocupados en el


marco de las transformaciones de la clase obrera en Argentina”, en Observatorio Social de América Latina,
CLACSO, núm. 5, Buenos Aires, 2001, pp. 23-26.
5 DELAMATA, Gabriela Los barrios desbordados. Las organizaciones de desocupados del Gran Buenos
Aires, Eudeba/Libros del Rojas, Serie Extramuros, núm. 8, Buenos Aires, Abril 2004; SVAMPA, Maristella
y PEREYRA, Sebastián Entre la ruta y el barrio. La experiencia de las organizaciones piqueteras, Edito-
rial Biblos, Buenos Aires, 2003; OVIEDO, Luis Una historia del movimiento piquetero. De las primeras
Coordinadoras a las Asambleas Nacionales, Ediciones Rumbos, Buenos Aires, 2001.
6 AUYERO, Javier La política de los pobres. Las prácticas clientelares del peronismo, Manantial, Buenos
Aires, 2001; FOURNIER, Marisa y SOLDANO, Daniela Los espacios en insularización en el conurbano
bonaerense: una mirada al lugar de las manzaneras, UNGS, Buenos Aires, 2001; LEVITSKY, Steven
“Del sindicalismo al clientelismo: la transformación de los vínculos partido-sindicatos en el peronismo,
1983-1999”, en Desarrollo Económico, vol. 44, núm. 173, abril-junio 2004, pp. 3-32.
7 SVAMPA, Maristella y PEREYRA, Sebastián Entre la ruta…, cit. y OVIEDO, Luis Una historia…, cit.

155
VERÓNICA V. MACEIRA “La recurrencia del recuerdo...”

como necesariamente portadores de una memoria subalterna espontánea, verdadera o re-


sistente. Antes bien, nos preguntábamos justamente cuáles son las relaciones que se esta-
blecen entre culturas dominantes y subalternas en este campo. Entendemos que las memo-
rias no se construyen por fuera o por arriba de las diferencias de clase, de género8 y étnicas.
Por el contrario, aquellos eventos que pudieron tornarse significativos para determinado
grupo social pueden no serlo para otro o bien involucrar una significación distinta, por lo
que las representaciones con respecto al pasado, como todas las representaciones relacio-
nadas con lo social, están siempre condicionadas por aquellas coordenadas que definen la
propia identidad. En esa dirección, estuvimos atentos a localización de contenidos al me-
nos parcialmente alternativos, esto es, a las maneras en que las narrativas de nuestros
entrevistados pudieran ser una expresión de una experiencia “desde abajo” y cuál era el
carácter de la misma.
Asimismo, en tanto la memoria es un determinante básico en la formación de las
orientaciones sociales y políticas,9 nuestra propuesta de investigación involucró no sólo el
interés de estudiar las formas de representación del pasado por parte de los trabajadores
sino también las formas de incorporación (o no incorporación) de la experiencia pasada al
presente.
Con esta serie de inquietudes abordamos este acercamiento a las prácticas de
historización dominantes en este universo. Retomamos el término “prácticas de
historización”, presentado por Roxana Guber10 para enfatizar con ella los “…aspectos
creativos y procesuales de los usos del pasado, contrastando con la memoria considerada
como contenido y archivo donde se almacenan hechos pretéritos.” Por “prácticas de
historización”, Guber hace referencia a “…la selección, clasificación, registro y

8 Dado que, por los objetivos generales de la investigación en la que se inscribe este ejercicio, los desocupa-
dos entrevistados son exclusivamente varones, es necesario enfatizar que las observaciones realizadas en el
mismo no pueden ni deben extenderse a trabajadoras mujeres, lo que asumimos como una limitación del
trabajo que aquí presentamos. Estudios particulares sobre esta materia nos advierten sobre las diferencias
sustantivas entre las prácticas de historización de varones y mujeres, no sólo en cuanto a los contenidos
específicos que tendencialmente serían materia del recuerdo y la significación otorgada a los mismos, sino
fundamentalmente en cuanto a las formas de organización de las narrativas y a los referentes sociales y
espaciales que se incorporan en el relato. [PORTELLI, Alessandro The Battle of Valle Giulia. Oral History
and the Art of Dialogue, University of Wisconsin Press, Wisconsin, 1997 y JAMES, Daniel Doña María’s
Story: Lyfe History, Memory, and Political Identity, Duke University Press, 2000.] Algunos trabajos reali-
zados en la última década [AUYERO, Javier La política…, cit.; JELIN, Elizabeth, et al. Vida cotidiana y
control institucional en la Argentina de los 90, Grupo Editor Latinoamericano, Buenos Aires, 1996; JELIN,
Elizabeth y KAUFMAN, Susana “Los niveles…”, cit.; JAMES, Daniel Doña María…, cit.] han avanzado
en distintos tópicos referidos a las representaciones y significaciones del pasado reciente entre las mujeres
de los sectores populares de nuestro país.
9 Moscoso por ejemplo, señala que la memoria es el modo en que es procesado el resultado de confrontacio-
nes sociales anteriores, pudiendo actuar durante generaciones. MOSCOSO, Leopoldo “Lucha de clases:
acción colectiva, orden y cambio social”, en Zona Abierta, núms. 61-62, Madrid, 1992.
10 GUBER, Rosana “Las manos de la memoria”, en Desarrollo Económico, vol. 36, núm. 141, abril-junio
1996, pp. 424-441.

156
prohistoria 9 - 2005

reconceptualización de la experiencia, donde el pasado se integra y recrea significativamente


desde el presente a través de prácticas y nociones socioculturalmente específicas de tem-
poralidad, agencia y causalidad.”
Entendemos que estas prácticas involucran necesariamente una gramática temporal,
esto es, una disposición de los hechos en un eje temporal que es lo específico de una
práctica histórica (académica y no académica). Esta construcción no siempre supone lo
que para el investigador pudiera aparecer como la “asignación correcta” de un antes y un
después. Pueden, por el contrario, hacerse presentes criterios de temporalidad no siempre
idénticos y aún diversos de aquellos que operan en la representación lineal.
Asimismo, la práctica de historizar no es sólo la selección de hechos relevantes y su
ordenamiento temporal, sino también la puesta en relación que puede establecerse entre
los mismos, a la manera, podríamos decir, de un códice cuyos pictogramas se tornan
comprensibles en el marco del discurso que los incorpora y los relata. Por otro lado, pue-
den hacerse presentes formas distintas de organizar las propias narrativas, de acuerdo,
entre otros elementos, a los referentes sociales y espaciales que se incorporen al relato.11
Del resultado de la observación de estos aspectos involucrados en las prácticas de
historización de nuestros entrevistados damos cuenta en este ejercicio. En el mismo se
analizan las formas que asumen las referencias al pasado, en términos de la organización
del campo temporal y de los niveles de relaciones sociales involucrados en estas prácticas.
Se observan, en particular, las articulaciones que se establecen entre un pasado común y la
biografía personal, así como la intensidad con la que se incorpora subjetivamente la esfera
pública como área de relevancia.
Asimismo, se localizan los contextos históricos concretos considerados recurren-
temente como sustantivos y la significación otorgada a los mismos desde la perspectiva de
los entrevistados. En este tópico nos detuvimos especialmente en las formas que asume la
elaboración de la historia peronista, dada la relevancia de esta temática en la rememora-
ción de los mismos entrevistados y su importancia concurrente en el estudio de las orienta-
ciones de los trabajadores en la Argentina.

II
Las prácticas de historización observadas presentan regularidades y variaciones asocia-
das, en parte, a las diferencias etarias. Esta constatación no es ciertamente sorprendente en
tanto sabemos que el momento del curso de la vida en que ocurrieron determinados acon-
tecimientos es un factor crucial que marca la manera en que éstos son vividos,12 por lo que
algunos contextos históricos cruciales tienden a tornarse significativos para las distintas
cohortes y, en forma más general, pueden compartirse formas y claves interpretativas a
través de las cuales se elabora el pasado.

11 PORTELLI, Alessandro The Battle…, cit.


12 JELIN, Elizabeth y KAUFMAN, Susana “Los niveles…”, cit.

157
VERÓNICA V. MACEIRA “La recurrencia del recuerdo...”

Por este motivo, es que organizaremos nuestro trabajo atendiendo justamente a las
distintas edades de nuestros entrevistados. Al respecto, es necesario señalar que los cortes
etarios a los que nos referiremos aquí no son un a priori de la investigación, sino una
resultante de la observación de las continuidades y quiebres en las formas dominantes que
asumen las representaciones de los entrevistados y su correspondencia con las edades de
los mismos. En ese sentido, en el análisis realizado ha sido posible discriminar a los entre-
vistados por su localización en lo que aparecen como cuatro cohortes distintas, a saber: a)
quienes tenían 55 años y más al momento de la entrevista; b) los hombres de entre 40 y 54
años; c) una cohorte conformada por quienes tenían entre 27 y 37 años y c) los entrevista-
dos de hasta 25 años al momento de la entrevista.13
Las cohortes más antiguas
Los hombres de 55 años y más al momento de la entrevista son aquellos que vivieron los
primeros gobiernos de Juan D. Perón siendo niños. Para ellos, el primer peronismo tiende
a ser un contexto histórico significativo de sus propias biografías, cuya rememoración se
produce en distintos momentos de las entrevistas:
“…en el tiempo de Perón, antes del ‘55, que yo me recuerdo que man-
dé una carta a Evita, me mandó dos bolsas llenas de ropa, zapatillas,
una pelota de fútbol también me mandó. Cuando estaba Perón, estos
no son peronistas, son, como se dice […] conservadores. El peronismo
de Perón, ¿qué diría que fue lo más importante? La mujer que tenía, él
estaba bien por la mujer, lo ayudó mucho, diga que se murió, sino […]
Ojalá que hubiera otra mujer como esa, pero no… pienso yo… por lo
que vi.”
“Cuando iba al colegio, estaba Perón y Evita. Si faltaba calzado, vos
ibas al colegio, te miraban el que tenía roto el calzado y ya te entrega-
ban otro. Te faltaba una hoja para terminar el cuaderno y ahí te daba
otro cuaderno nuevo, así, que por lo menos morfi no te faltaba. Así
que vos en esa temporada por el calzado, por los guardapolvos, por el
calzado, no tenías problemas, y eso no sé qué año era, pero era la
época de Perón y Evita.
“– Usted era muy chico.
“– Sí, te daban galleta, te daban leche, si vos te ibas, si salías del cole-
gio sin comer, ahí te hacían. Eso fue lo mejor y después empezó, cuan-
do yo ya era más grande, empezó, si querías zapatillas, tenías que com-
prarte vos, si no tenías morfi, tenías que poner vos de tu bolsillo. Eso

13 En el curso de este trabajo se conservan las edades que los entrevistados tenían al momento de las entrevis-
tas, realizadas –como ya señalamos– en marzo y abril del 2001.

158
prohistoria 9 - 2005

era antes, así que nosotros íbamos al colegio, comía o no comía, tenía-
mos que comer.
“– Y recuerda algún otro hecho.
“– No.
“– Así que ese es el único hecho importante para usted.
“– Sí. Porque no pensábamos si nuestros viejos nos iban a comprar
unas zapatillas, siempre íbamos al colegio y te miraban las zapatillas y
ya a la tarde tenías zapatillas. Ahora no tenés cuaderno, no tenés li-
bros, tenés que ponerte vos y con lo poco que ganás, por lo menos, un
suponer, que yo tenga cinco o seis hijos, cómo le voy a comprar un
cuaderno, un libro, si tengo que mandar tres, cuatro, en el colegio. No
le mando y ya está. Ese es el problema de ahora. Antes no. Vos tenías
hijos, y eso es lo que tiene que hacer el gobierno, cuando ve que vos
tenés cuatro o cinco hijos, que mande casa por casa, si tiene cinco
hijos, cuánto ganás, tanto, bueno, ahí tenemos que darle la ayuda.
“– Así que la época de Perón y de Evita, otro hecho no…
“– No, porque ahí se viene en pendiente. Se viene cayendo desde ahí.”
En estos casos, y con relación a los ámbitos de relaciones que se hacen presentes en
la elaboración del recuerdo de los primeros gobiernos peronistas, los eventos de la esfera
pública se entraman con la biografía personal, estableciendo una vinculación cuya intimi-
dad y afectividad difícilmente se repita, en este universo, con otros eventos de la historia
social y política del país.
Asimismo, el primer peronismo es un hito a partir del cual organizar la historia social
del país o bien la historia de los trabajadores, es un punto de inflexión significativo que
permite una periodización sintética. Porque, como dice nuestro segundo entrevistado, el
primer peronismo es para muchos, un estado a partir del cual “se viene cayendo.”
Queremos hacer hincapié sobre esta capacidad “organizativa” del peronismo con
relación al campo temporal, dada la importancia que cabe a una periodización en toda
interpretación del pasado. Si bien la periodización es uno de los procedimientos más co-
munes en la construcción de un discurso histórico,14 es también uno de las más comprome-
tidos. Toda periodización involucra la puesta en relación de un evento con todo el campo
temporal, y dentro de este campo, la localización de puntos de inflexión significativos, de
continuidades y rupturas y, por lo tanto también, de posibles causas y consecuencias.15

14 PORTELLI, Alessandro The Battle…, cit., p. 99.


15 PASSERINI, Luisa Fascism in Popular Memory. The Cultural Experience of the Turin Working Class,
Cambridge University Press, Cambridge, 1987.

159
VERÓNICA V. MACEIRA “La recurrencia del recuerdo...”

Por último, el peronismo como contexto histórico significativo (con las característi-
cas reseñadas) se circunscribe aquí a los años de los primeros gobiernos de Perón. Este
elemento pone de relieve el trabajo de “selección” que tiene lugar en toda práctica de
historización: en estas narrativas, ni el período de la llamada resistencia peronista, ni el
camporismo, ni el tercer gobierno de Perón son mencionados ni incorporados a la versión
de la historia peronista que se entrelaza significativamente con las historias de vida de
estos trabajadores. Este señalamiento cobra relevancia al considerar que estos últimos
eventos sucedieron durante el período que sería considerado tradicionalmente como polí-
ticamente formativo en la vida de estos entrevistados, mientras que, por el contrario, los
años del primer gobierno peronista son anteriores al mismo. Asimismo, esta observación
ejemplifica sobre el juego entre aquello vivido y aquello transmitido que opera en el traba-
jo de la memoria: si bien es innegable que la recepción de los útiles escolares y las zapati-
llas son hechos vividos por estos entrevistados como niños, la significación otorgada a los
mismos supone, desde el inicio, un elemento de transmisión intergeneracional.
En las entrevistas de los trabajadores desocupados de la cohorte posterior, esto es,
aquellos que siendo mayores de cuarenta años al momento de la entrevista no llegaron a
vivir los primeros gobiernos peronistas en su infancia, el peronismo tiende a perder este
carácter de contexto histórico significativo de la propia biografía. Este desplazamiento es
absolutamente previsible en lo que concierne a los primeros gobiernos peronistas, en tanto
responde naturalmente a la no contemporaneidad de éstos y las biografías personales de
esta cohorte. Sin embargo, con algunas excepciones a las que nos referiremos más adelan-
te, los entrevistados de esta cohorte (tal como sus compañeros más viejos) tampoco tien-
den a incorporar otros eventos posteriores de la “historia peronista” como contextos signi-
ficativos.
Para la mayoría de los entrevistados peronistas de esta cohorte, este desplazamiento
involucra además, un doble movimiento. Por un lado, en tanto período no vivido personal-
mente, los años del primer gobierno peronista se retoman como referencia recibida a tra-
vés de la transmisión (fundamentalmente la transmisión familiar) para preservar intensa-
mente su carácter de legitimante de la propia identidad peronista.
Por otro lado, sin embargo, gran parte de estos entrevistados presentan una tendencia
a la rememoración de la propia biografía en una clave eminentemente privada, no articu-
lando ningún evento de carácter público como encuadre significativo de sus propias vidas.
El eje a partir del cual estructurar su propia biografía está dado reiteradamente por su
relación con el mundo del trabajo, que actúa como principio organizativo de una cronolo-
gía construida con relación a logros o fracasos en este espacio de relaciones. La propia
biografía se periodiza construyendo períodos positivos o negativos, determinados por si
había “mucho” o “poco” trabajo y por el momento que, debido a los logros en ese campo,
se accede al terreno y a la vivienda propia. Este ámbito de relaciones es representado, en
algunos casos explícitamente, como ajeno a todo contexto político. Las referencias en ese
sentido son abundantes. Por ejemplo:

160
prohistoria 9 - 2005

“…yo, como siempre trabajé, yo nunca me puse a ver si tal gobierno o


tal gobierno.”
“…lo importante para mí era querer trabajar y tener una casa. Cuando
llegué acá y pude trabajar. Nunca pensé en la parte política. [...] vivía
siempre pensando en lo mío.”
Será pertinente agregar que, independientemente de que pueda ser conceptualizada
por nosotros como una relación de carácter político, la adhesión al peronismo es presenta-
da, desde la perspectiva de la mayoría de estos entrevistados, como un hecho de la esfera
privada. La misma es entendida como un sentimiento, ya sea negando la propia pertenen-
cia a toda organización política al tiempo que se afirma la identidad peronista, o bien
remitiendo al famoso “…yo, en política no me meto, soy peronista”. Por lo que esta adhe-
sión parece apoyarse en lo que Nun ha referido como una “memoria privada” del
peronismo.16
Esta última forma de representación del pasado en clave privada parece contrastar
con la de aquellos mayores, anteriormente mencionados, que han vivido una “época de
oro” del peronismo y lo entraman en su biografía personal. Unos y otros, sin embargo,
forman parte de distintas cohortes de un mismo territorio social y cultural, fuertemente
involucrado en los primeros años de la experiencia peronista y que probablemente no haya
experimentado una interpelación posterior de igual intensidad por otro proyecto o aconte-
cimiento político. En esa dirección, para quienes la vivieron en su infancia, la experiencia
de los primeros años del gobierno peronista es un contexto histórico significativo que
puede ser entramado cronológicamente en su biografía personal. No es audaz afirmar que
los primeros años del peronismo involucran para estos sectores sociales, un canal abierto
entre el mundo doméstico y comunitario y la esfera política nacional, una imbricación
entre lo privado y lo público, entre la biografía y la historia. Por tanto, estos años aparecen
subjetivamente, en las prácticas historizantes de estos trabajadores, como aquello que efec-
tivamente fueron: una instancia decisiva en la ciudadanización e integración social de los
trabajadores argentinos.17 El peronismo de esos años es vivido, a diferencia de otros even-
tos de la historia posterior, no como algo que simplemente pasó, sino como aquello que
“les” pasó a estos trabajadores,18 ya sea en términos biográficos o en términos de una

16 NUN, José Averiguaciones sobre algunos significados del peronismo, Espacio Editorial, Cuaderno del
GECUSO, núm. 3, Buenos Aires, 1994.
17 Sobre el carácter social de este proceso ver MARÍN, Juan Carlos Los hechos armados. Argentina 1973-
1976. La acumulación primitiva del genocidio, Ediciones P.I.CA.SO./Rosa Blindada, Buenos Aires, 1996.
Sobre los rasgos particulares asumidos por este proceso en el marco de la experiencia peronista ver JAMES,
Daniel Resistencia e integración. El peronismo y la clase trabajadora argentina. 1946-76, Sudamericana,
Buenos Aires, 1990.
18 De los señalamientos aquí presentados dan cuenta tanto lo que dicen como lo que no dicen nuestros entre-
vistados al hablar de su vida y de la historia del país, así como una serie de situaciones que observamos y
registramos a lo largo de las entrevistas. Por ejemplo, la protagonizada por un entrevistado de 48 años,

161
VERÓNICA V. MACEIRA “La recurrencia del recuerdo...”

identidad transmitida intergeneracionalmente. Por su parte, para quienes no lo vivieron


pero participan de una misma identidad política, el primer peronismo mantiene su papel
legitimante de la propia identidad peronista, pero pierde naturalmente su carácter de con-
texto histórico de la propia vida, mientras que eventos públicos posteriores aparecen (por
razones en las que nos detendremos más adelante) como experimentados con cierta rela-
ción de exterioridad, por lo que las narrativas tienden a construirse en clave eminentemen-
te privada.
Por otro lado, encontramos excepcionalmente a dos entrevistados peronistas de esta
segunda cohorte para quienes el contexto histórico significativo de su propia biografía se
traslada al tercer gobierno de Perón. Entre estos últimos entrevistados aparece una forma
de incorporación de la “época de Perón” a la propia biografía que, con variaciones, encon-
traremos en algunos entrevistados más jóvenes: la “época de Perón” no tiene una tempora-
lidad muy clara y puede asimismo, condensar los distintos gobiernos de Perón. Ciertamen-
te esto no es un error de quienes así elaboran sus recuerdos sino más bien una forma
característica del trabajo de la memoria sobre el pasado. Como señala Portelli, distintos
hechos discriminados por los historiadores pueden condensarse y existir simultáneamente
en la Gestalt de la memoria y una vez que un determinado evento ha sido seleccionado
como significativo, detalles de otros eventos o situaciones se incorporan a éstos.19 Asimis-
mo, esta temporalidad indefinida que a su vez puede condensar la época dorada peronista
con el último gobierno del líder, es incorporada a la propia biografía personal, sin precisar
ciertamente su pertinencia cronológica pero como claro indicador de cómo aquel período
ha operado en la construcción de la propia identidad del entrevistado.
El contenido que asume el peronismo en la representación de los entrevistados de las
dos cohortes más antiguas es mayormente el del peronismo de los humildes, ligado a la
figura de Perón pero también fundamentalmente, a la presencia de Evita, y a su tarea de
asistencia social, enfatizándose el carácter protector del estado para los sectores más des-
poseídos y su papel de garante del acceso a condiciones dignas de vida. Es también un
peronismo que, en contraposición con otros significados posibles,20 nos presenta una ima-
gen pasiva del papel de las clases subalternas en esa relación con sus líderes, una imagen

quien no había mencionado en ningún momento la última dictadura militar, por lo que hacia el final de la
entrevista le preguntamos:
–“¿Recuerda Ud. el último golpe militar?”
-“Sí, el de 1955.”, contestó.
En el mencionado contexto, entendemos que la traslación de fechas es un síntoma de aquello que había
quedado claro a lo largo de la entrevista: lo sustantivo desde la perspectiva de este entrevistado sucedió
hasta el golpe de 1955, lo que vino después carecía de toda textura subjetiva.
19 PORTELLI, Alessandro The Battle…, cit., p. 101.
20 Para una exploración de la diversidad de significaciones atribuidas a la adhesión al peronismo ver NUN,
José Averiguaciones…, cit. Sobre las representaciones actuales del peronismo y el carácter que asume
dicha adhesión en distintos grupos de los sectores populares ver MARTUCCELLI, Danilo y SVAMPA,
Maristela La Plaza Vacía. Las transformaciones del peronismo, Editorial Losada, Buenos Aires, 1997;
SVAMPA, Maristella “Identidades astilladas. De la patria metalúrgica al heavy metal”, en SVAMPA,

162
prohistoria 9 - 2005

de perceptores más que de actores del proceso histórico. Al respecto, es pertinente advertir
que, en la rememoración del período fundante del movimiento peronista, no aparece
enfatizado entre estos entrevistados el papel de los trabajadores ni el de sus organizaciones
corporativas.21
Ahora bien, en tanto estimamos que uno de los aspectos más relevantes de los estu-
dios de la memoria reside en entender la dinámica política que se establece entre pasado,
presente y futuro, será pertinente avanzar algunas observaciones más en relación a cómo
opera esta memoria extendida de aquel período añorado, especialmente entre los entrevis-
tados que se reconocen como peronistas. Ciertamente, como ya comentamos, es una me-
moria que legitima la propia adhesión al peronismo. En rigor, la forma en que se relacio-
nan con el peronismo la casi la totalidad de estos entrevistados dista de poder ser
conceptualizada como una “adhesión”: no es una opción entre otras sino un alineamiento
que aparece con el peso de lo estructural. Todos nuestros entrevistados peronistas de estas
dos cohortes han “nacido” peronistas, son peronistas por “descendencia”, sus padres fue-
ron peronistas, y hasta hay quienes asumen que sus abuelos (a quienes no conocieron)
fueron peronistas porque: “¿…qué otra cosa podrían ser?” Si se es pobre, si se es trabaja-
dor, si se es de la Matanza, si se es de acá, entonces se es peronista: “…acá no vas a
encontrar ningún radical.”
La memoria de los primeros años peronistas es la del momento fundante de esa iden-
tidad. Desde la perspectiva de estos trabajadores, se presenta como un momento de reali-
zación de valores que han sido desplazados y condiciones que no han vuelto a repetirse en
la historia posterior. Se trata de un pasado que contrasta con el presente de la entrevista y
que, en las mismas representaciones de estos hombres, aparece como difícilmente integrable
a la cultura política actualmente dominante.
Sin embargo, no por ello se presenta como activamente alternativo a esta cultura22 y
raramente se actualiza como matriz de interpretación del presente. Quizás el elemento
clave al respecto sea que, en la representación de estos entrevistados, no hay ninguna
expectativa de un horizonte futuro23 en el que se realice este “…peronismo de Perón, por
lo que, esta memoria de aquellos años dorados del peronismo no aparece en diálogo con el
presente.”

Maristella (ed.) Desde abajo. La transformación de las identidades sociales, UNGS-Editorial Biblos, Bue-
nos Aires, 2000; AUYERO, Javier, La política…, cit.
21 Al respecto, ver por ejemplo TORRE, Juan Carlos “El 17 de octubre en perspectiva”, en TORRE, Juan
Carlos (comp.) El 17 de octubre de 1945, Ariel, Buenos Aires, 1995; TORRE, Juan Carlos La vieja guar-
dia sindical y Perón. Sobre los orígenes del peronismo, Sudamericana/Instituto Torcuato di Tella, Buenos
Aires, 1990.
22 Para las distinciones que aquí realizamos ha sido sugerente WILLIAMS, Raymond Marxismo y literatura,
Península, Barcelona, 1980.
23 Sobre la dinámica entre pasado, presente y futuro, y en particular la relación entre el “espacio de experien-
cia” y el “horizonte de expectativa”, ver KOSELLECK, Reinhart Futuro Pasado. Para una semántica de
los tiempos históricos, Paidós Básica, Buenos Aires, 1993, pp. 333-358.

163
VERÓNICA V. MACEIRA “La recurrencia del recuerdo...”

No es superfluo enfatizar que, en tanto estos rasgos peculiares de la manera en que se


rememora el pasado peronista no involucran una dilución de la identidad peronista de
estas cohortes, dicha identidad no deja de tener efectos políticos concretos en la actuali-
dad. Así por ejemplo, aún en el entendimiento de importantes diferencias entre este
peronismo de Perón que se rememora y el representado por distintos dirigentes actuales
del Partido Justicialista, sigue siendo la común identificación como peronistas la que deli-
mita un espacio político exclusivo, dentro del cual estos entrevistados han realizado y
realizan sus opciones electorales.
Si bien no hay otro evento que se entrame tan compleja e íntimamente con la identi-
dad de los sectores que estamos estudiando como los gobiernos de Perón, algunos trabaja-
dores peronistas y no peronistas de estas cohortes, traen al momento de la entrevista otros
contextos también considerados significativos.
Es el caso de la última dictadura. El posicionamiento de nuestros entrevistados con
respecto a la última dictadura y sus interpretaciones con respecto al genocidio llevado
adelante durante ese período deberá ser, por su especificidad y complejidad, objeto de otro
trabajo. Sin embargo, nos interesa presentar algunos comentarios referidos a la intensidad
con que este período es considerado espontáneamente como un encuadre relevante desde
las representaciones de estas cohortes, y a la forma en que el mismo es conjugado en una
gramática temporal, esto es, de qué manera se articula, en la representación de estos traba-
jadores, con otros eventos anteriores y posteriores, articulación que puede involucrar una
significación e interpretación.
Entre las dos cohortes más antiguas, que son quienes vivieron la dictadura como
adultos, ésta es actualizada como un evento contemporáneo relevante por sólo cuatro de
los trece entrevistados. En dos de los mismos, esto se vincula con la desaparición forzada
de sus familiares no directos.
En estas menciones espontáneas la significación otorgada a este evento no es unívoca.
Por un lado, la dictadura militar es evocada a partir de su contenido de muerte y terror,
pero al mismo tiempo, se enfatiza con relativa independencia lo que son consideradas
como condiciones relativamente favorables imperantes en el mercado de trabajo durante
ese período. Por ejemplo:
“Pienso que yo empecé a trabajar en tiempo de la dictadura, en ese
tiempo se podía trabajar bien, yo por lo menos tuve trabajo y el tiempo
de la dictadura era jodido, sin embargo trabajé muchos años. Lo único
que me acuerdo bueno de la época de ellos es que había trabajo, otra
cosa, no, porque mataron a gente, gente que no tenía nada que ver, eso
me acuerdo malo de ellos.”
“Yo trabaje tranquilo, tuve trabajo todo el tiempo del gobierno militar.
Yo, durante el gobierno militar, siempre tuve trabajo. También se po-
día estar bien porque teníamos trabajo y teníamos un poco más de
seguridad, pero no para todos. La seguridad era para algunos [...] Por-

164
prohistoria 9 - 2005

que no había tanta gente desocupada, el que quería trabajaba, real-


mente trabajaba, y aparte el que no quería trabajar, que era vago, lo
obligaban a trabajar. Yo tengo personas conocidas que vivían en la
villa, y entraban los militares muchas veces y al que no quería trabajar,
lo llevaban preso, así que tenía trabajar obligado, obligado tenía que ir
a trabajar.”
Debemos señalar que la vinculación que aquí se establece entre la dictadura y condi-
ciones relativamente mejores en el mercado de trabajo forma parte de un discurso espe-
cialmente difundido entre las cohortes que estamos estudiando. En esta dirección, y a
contramano de las consideraciones que han llevado a reflexionar sobre el carácter de re-
vancha clasista24 que tuvo la última dictadura militar, un entrevistado asegura:
“Para un obrero, los militares estuvieron bien y encima el patrón tam-
poco, no verdugueó a los obreros, les pagaba como correspondía, les
pagaba en término, el obrero no se podía quejar. El sindicato también,
el sindicato venía, te defendía como correspondía. Así que yo los mi-
litares no tengo nada que quejarme, yo, personalmente.”
Por un lado, entendemos que la recuperación del pasado centrada en estas dimensio-
nes se ve en parte propiciada por la situación de desempleo prolongado y extrema necesi-
dad que experimentan estos trabajadores. Asimismo, frente al actual deterioro de sus
inserciones en el mercado de trabajo, los contextos en los que las propias trayectorias
laborales aparecían como promisorias o relativamente estables son, por contraste, valo-
rados positivamente.
Por otro lado, sin embargo, este tipo de recuperación se vincula con un rasgo ya
comentado, presente en algunos de nuestros entrevistados. Nos referimos a la primacía
otorgada a la propia situación laboral inmediata como parámetro para la significación de
los distintos momentos de la historia social que les ha tocado vivir. Será pertinente adelan-
tar aquí que este rasgo, especialmente difundido entre los entrevistados mayores de cua-
renta años será desplazado en la cohorte siguiente. Nuestra interpretación es que tal prima-
cía no es ajena a la clausura unilateral de la escena pública y la compulsiva privatización
de la vida25 operada, en su momento, por el mismo poder dictatorial, y que puede ser
interpretada dentro de sus efectos de larga duración sobre la subjetividad de quienes fue-
ron sus contemporáneos.

24 O′DONNELL, Guillermo Contrapuntos. Ensayos escogidos sobre autoritarismo y democratización, Paidós,


Buenos Aires, 1997; BASUALDO, Eduardo Concentración y Centralización del Capital en la Argentina
durante la década del noventa, Universidad Nacional de Quilmes Ediciones-FLACSO-IDEP, Buenos Ai-
res, 2000.
25 OSZLAK, Oscar “Privatización autoritaria y recreación de la escena pública”, en OSZLAK, Oscar (comp.)
“Proceso”, crisis y transición democrática / 1, CEAL, Buenos Aires, 1984.

165
VERÓNICA V. MACEIRA “La recurrencia del recuerdo...”

En un estudio exploratorio sobre los efectos “microsociales” del poder dictatorial


llevado a cabo en aquel período, O′Donnell observaba que las acciones que el régimen
desplegaba para lograr la despolitización de la sociedad realizaban sus objetivos en la
extrema privatización de las preocupaciones: desde la perspectiva de los entrevistados
para este estudio “…la vida se trataba del trabajo y la familia y de manera eventual, con
suerte, de comprar los objetos electrónicos que el gobierno permitía importar como pan
para sus súbditos.”26 A nuestro entender, esta suerte de “aprisionamiento de la visión” que
refiere el autor es la que se expresaría, también aquí, permeando todavía las prácticas de
historización de los trabajadores. Digamos, además, que el éxito de tales políticas puede
rastrearse en los únicos apoyos abiertos a la dictadura que aún encontramos entre nuestros
entrevistados, y que se hacen presentes, exclusivamente, en estas cohortes.
Por otro lado, si bien el gobierno militar trató de legitimar su propia intervención, y
aún su práctica genocida, como salida única frente a lo que presentaba como el “caos” de
la movilización popular combativa anterior, son pocos los entrevistados que espontánea-
mente conjugan la dictadura con imágenes del carácter armado que asumió la confronta-
ción política en los tempranos 1970s. Y las mismas no operan aquí legitimando tal inter-
vención.27
En el otro extremo cronológico, en dos de los entrevistados contemporáneos a los
hechos, este período es conjugado con la reinstauración posterior del estado de derecho,
valorada positivamente.
Por último, el conjunto de los trabajadores de estas cohortes no parece establecer
espontáneamente, en términos generales, ninguna relación de causalidad entre el gobierno
militar y sucesos posteriores en la historia contemporánea. Consistentemente, ninguna
periodización se inicia en el relato de nuestros entrevistados a partir de la dictadura militar.
Esta ausencia de una consideración espontánea de las consecuencias a largo plazo de la
dictadura militar se observa independientemente de las heterogéneas posiciones que al
respecto sustentan los trabajadores.
Al respecto, y tomando el conjunto de las observaciones realizadas en torno a las
representaciones sobre la dictadura militar entre estas cohortes, nos interesa agregar algu-
nos últimos señalamientos.28

26 O′DONNELL, Guillermo Contrapuntos…, cit., p. 154.


27 Un trabajador no peronista de 45 años al momento de la entrevista, es el único de todos nuestros entrevis-
tados (de todas las cohortes) que espontáneamente hace presente la actuación de las organizaciones políti-
co-militares como hecho relevante. Esta referencia marginal contrasta fuertemente con lo reseñado en una
investigación realizada en la provincia de Tucumán por ISLA, Alejandro y TAYLOR, Jully Parando la
olla. Transformaciones familiares, representaciones y valores en los tiempos de Menem, Norma, Buenos
Aires, 1999.
28 Nos basamos para ello no sólo en las observaciones realizadas entre los entrevistados que han mencionado
espontáneamente a la dictadura militar sino en lo explorado con respecto al conjunto de los trabajadores de
estas cohortes. En tanto la exploración sobre el posicionamiento con respecto a la última dictadura militar
y la desaparición forzada de personas, así como la significación otorgada a los mismos, era uno de los
objetivos específicos de nuestro programa de investigación de mas largo plazo, se incorporó una guía de

166
prohistoria 9 - 2005

Sabemos que si bien la historia de la República Argentina del siglo XX se ha carac-


terizado por sistemáticas interrupciones del estado de derecho, la dictadura militar de 1976
se diferenció de los anteriores golpes de estado. Las políticas llevadas adelante durante la
misma se orientaron a producir un quiebre histórico en el modelo económico-social vigen-
te hasta ese momento, como vía para el disciplinamiento social. Aunque no llegó a deli-
near una estrategia alternativa a la de la sustitución de importaciones, impuso sí una altera-
ción en las relaciones de fuerza entre el capital concentrado (que vio fortalecido su poder
económico social) y las otras fracciones del capital, así como entre el capital y la clase
obrera, más vulnerable a los nuevos requerimientos de la acumulación capitalista.
En contraste con esta caracterización (sobre la que existe amplio consenso en las
ciencias sociales)29 observamos en la representación de nuestros entrevistados, una débil
vinculación de la dictadura con otros procesos posteriores. En todo caso, la dictadura
puede ser considerada un evento desgraciado, pero del que no se derivan, como tendencia
dominante en la significación dada por estos hombres, consecuencias actuales de gran
relevancia.
En segundo lugar, y más específicamente, no observamos una tendencia dominante a
la atribución de un carácter social específico a las políticas dictatoriales.
En tercer lugar, hemos visto que, si bien la gran mayoría de los entrevistados contem-
poráneos a los hechos son peronistas, fueron especialmente pocos quienes significaron la
dictadura militar como particularmente enfrentada a esta identidad política de la que par-
ticipan. En particular, si bien un porcentaje sustantivo de los desaparecidos reivindicaba su
carácter peronista, este rasgo es mencionado sólo marginalmente por nuestros entrevista-
dos al ser consultados al respecto, aún por aquellos contemporáneos a los hechos.
Las representaciones sobre la cuestión no son homogéneas, pero los elementos re-
cién destacados pretenden enfatizar lo que debemos reconocer como cierta relativa ajenidad
(social y política) con la que gran parte de los hombres entrevistados se relacionan con los
hechos de referencia, aún entre quienes adoptan una posición condenatoria basada en una
sentida defensa de los derechos humanos. Esta ajenidad última se nos aparece, en su pesa-
dez, no tanto como resultante de una reelaboración posterior, sino como expresión de una
perspectiva desde la cual los hechos fueron vividos, a la que las sucesivas coyunturas de
reprocesamiento de los mismos no lograron desarticular.30

preguntas hacia el final de la entrevista para conversar con los entrevistados sobre el período. De tal manera
que, cuando los entrevistados no hubiesen considerado estos eventos de forma espontánea durante la entre-
vista, se los inquirió directamente al respecto.
29 Por ejemplo, ver especialmente: AZPIAZU, Daniel; BASUALDO, Eduardo y KHAVISSE, Miguel El nue-
vo poder económico, Legasa, Buenos Aires, 1987; BASUALDO, Eduardo “Economía y Genocidio”, en
GELMAN, Juan y LA MADRID, Mara (comps.) Ni el flaco perdón de dios, Planeta, Buenos Aires, 1996.
30 Estas observaciones son coincidentes con lo señalado por O′Donnell, cuando afirma que el repliegue polí-
tico de una parte importante de sus entrevistados se localiza temporalmente con anterioridad a la emergen-
cia del régimen dictatorial de 1976. Sin embargo, no interpretamos este repliegue como la resultante de lo
que el autor describe como una “…tendencia psicológica y políticamente regresiva de aspirar a la emergen-
cia de un poder supremo que garantice cierto orden”, después “…de un período vivido como la suma del

167
VERÓNICA V. MACEIRA “La recurrencia del recuerdo...”

Para finalizar el análisis de las prácticas de historización de esta cohorte, digamos


que los últimos contextos relevantes considerados son la hiperinflación de fines del go-
bierno alfonsinista y su articulación con el programa de estabilización macroeconómica
menemista. Estas menciones son menos frecuentes que la de los contextos ya comentados.
La rememoración del gobierno alfonsinista cobra mayor intensidad dramática en los pocos
casos en que los entrevistados sufrieron la pérdida económica de aquello que habían logra-
do durante largos años de trabajo y ahorro. Por su parte, el primer período del menemato
es valorado positivamente, en contraste con el contexto anterior, pero se significa también
como causante del posterior contexto de hiperdesocupación.31
La cohorte intermedia
Entre los entrevistados que tenían entre 25 y 37 años al momento de la entrevista, encon-
tramos formas distintas de elaboración del pasado. Sin embargo, en esta diversidad, las
prácticas de historización de los hombres de esta cohorte presentan algunas características
comunes que contrastan tanto con lo observado entre los entrevistados más viejos como
con las formas de representación de los entrevistados más jóvenes de este universo.
En primer lugar, no se hacen presentes aquí los relatos del pasado en clave exclusiva-
mente privada en los que nos detuvimos anteriormente y, en términos generales, es despla-
zada la evaluación de la propia situación laboral como prisma excluyente a través del cual
se significan los distintos períodos vividos. En el mismo sentido, y contrastando especial-
mente con lo que veremos entre los entrevistados algo más jóvenes, observamos aquí un

caos, la violencia y la incertidumbre.” [O′DONNELL, Guillermo Contrapuntos…, cit., p. 141] Antes bien,
consideramos que esta ajenidad sería expresión del éxito de una política más específica que buscó la neu-
tralización de las fracciones ideológicamente más débiles de los sectores populares y el aislamiento de los
cuadros sociales y políticos del movimiento popular, construyendo las condiciones en las cuales el genoci-
dio iba a desenvolverse. Seguimos aquí a Marín, quien en una investigación sustantiva sobre la temática
describe cómo, en ese período y con los objetivos mencionados de neutralización y aislamiento, la repre-
sión policial convencional actuaba directamente sobre las movilizaciones populares mientras la política
clandestina del régimen elegía como blanco primordial los cuadros políticos que mediaban entre las orga-
nizaciones revolucionarias y el movimiento de masas. [MARÍN, Juan Carlos Los hechos…, cit.]
31 En relación a las representaciones sobre el menemato, la mayoría de nuestros entrevistados, preguntados
puntualmente al respecto, consideraron que la situación de su familia fue relativamente mejor durante el
primer gobierno de Menem en comparación con el resto de los gobiernos de las últimas tres décadas. Los
criterios que operan en esta evaluación son una valoración positiva del plan de estabilización macroeconómica
y lo que consideran mejores condiciones relativas del mercado de trabajo durante el período. Es pertinente
agregar que, a pesar de la filiación peronista de dicho gobierno, esta evaluación no parece involucrar, como
en el caso de los primeros gobiernos peronistas, un compromiso importante con el mismo por parte de
nuestros entrevistados. Es interesante anotar que, en el trabajo de campo que estamos realizando actual-
mente, en el cual hemos realizado cuarenta amplias entrevistas con trabajadores ocupados y desocupados
de la misma zona, la evaluación relativamente positiva del primer gobierno de Menem se mantiene, pero se
acompaña con mucha mayor intensidad que en las entrevistas realizadas hace tres años, de consideraciones
acerca de las consecuencias negativas a más largo plazo que tuvieron las políticas implementadas en aquel
período. Esto sugiere la presencia de un acelerado proceso de reinformación y reelaboración del pasado
más reciente.

168
prohistoria 9 - 2005

mayor nivel de incorporación de la esfera pública como área de relevancia en su elabora-


ción del pasado reciente.
Dos son los contextos políticos y sociales significativos que estos hombres recono-
cen recurrentemente a través de sus rememoraciones: la muerte de Perón, vivida por una
parte de esta cohorte durante su infancia, y el período que se inicia en estas rememoraciones
con la dictadura militar e incorpora como hito sustantivo su finalización y la restitución del
estado de derecho.
La muerte de Perón es rememorada por esta cohorte desde la mirada de aquellos
niños que eran entonces, pero es significada también desde las posiciones políticas que
posteriormente asumieron en su vida como adultos.
El impacto público del acontecimiento supuso para esta cohorte un “asomarse” a un
espacio más amplio que el de la esfera doméstica. A veces, los relatos conservan la aten-
ción en aquellos tópicos propios del mundo infantil, por lo que la muerte de Perón aparece
en ellos como fuera de foco, y lo que era una tragedia para los mayores aparece como un
momento de excepción, como un salirse de la rutina, y por lo tanto paradójicamente, como
una suerte de fiesta, desde la perspectiva de los niños.
“…la muerte de Perón… era muy chico yo, no sabía nada de nada y, de
repente, me sacan de la escuela porque había… mi papá era muy
peronista [...] me pareció importante, porque ese día me dejó marca-
do, mi vieja me saca de la escuela..., que es un día peronista, no sé,
estaba en tercer grado, en el 74 –¿puede ser?– estaba en tercer grado,
creo que estaba, fue la muerte de Perón, me sacó de la escuela, y des-
pués me llevaron al velatorio, ¡una amansadora! pero nosotros éramos
chicos y nos compraban helado, nos compraban de todo, estábamos de
fiesta.”
La muerte de Perón fue también el momento en que comenzaron a ser incorporados
a una tradición política que muchos asumirán posteriormente como propia.
“…y, te sentís peronista… yo te digo, porque yo veía las imágenes
por televisión, veía a mis tíos, cuando llevaban el cuerpo de Perón, los
veía llorar, y me queda esa imagen de pibe, los vi a ellos, y digo: ¿tan
grande fue?”
Para algunos de estos entrevistados que participan de esta tradición, la muerte de
Perón involucra también (como para sus mayores) un hito sustantivo a partir del cual orga-
nizar la historia social del país. Muy radicalmente incluso, dos de estos entrevistados en-
tienden que todo lo sucedido posteriormente forma parte de una historia adversa o ajena.
“– Lo poquito que yo tengo acá, desde el ‘73, tengo que marcar cuan-
do falleció el general Perón y creo que ahí terminó la vida de los obre-
ros, con él murió todo eso, ahí poquito, después ahí los obreros ya
chau… y fijate después de eso, lo que fue trabajo, quedó toda la gente

169
VERÓNICA V. MACEIRA “La recurrencia del recuerdo...”

sin laburo, yo sé lo que es la historia. Después que se murió Perón, se


volvió todo para atrás, lo que él había hecho avanzar. Estamos como
estaba cuando asumió él ahora, estamos un poquito atrás del ‘73, aho-
ra, estamos, o sea los poquitos pasos que él dio, retrocedimos para
atrás de nuevo… me parece que fue el único que pensó en la gente.”

“…lo único que me acuerdo: cuando vivía Perón, que después murió,
en el ‘73, ‘74. Después más adelante… no me acuerdo ninguno.”
El relato de un entrevistado de 35 años, nos permite observar tanto el sentido y la
importancia de la transmisión intergeneracional del peronismo como otros significados
otorgados al mismo en este universo, que no habían aparecido como dominantes en las
cohortes anteriores.
Al respecto, nos dice que, ya en el contexto posterior de la dictadura:
“…se respiraba miedo, la gente mayor… no podías tener fotos, nada.
Mi viejo que era más tetero, le decían que no pegue y pegaba (las
fotos). Mi viejo decía que había que cuidarse mucho… para que no
perdamos el orgullo de seguir siendo nosotros mismos. El seguía te-
niendo su foto.”
La foto en cuestión es la de Perón. El miedo es, aquí, el miedo a la desaparición física
pero, sobre todo, el miedo a la desaparición de la propia identidad, frente al cual la men-
cionada terquedad paterna funciona como resistencia, a partir de la autoafirmación de esa
identidad, que es tanto política como social y está simbolizada, en este caso, en la imagen
del líder muerto.
No es casual la mención a la foto. Fue una foto (en rigor otra), la de Evita, la que,
utilizada como “contraseña”, ha pasado a formar parte de la leyenda de la resistencia
peronista.32 La mención dislocada a la foto es la referencia a un peronismo de la resisten-
cia, no tanto como localización de un período determinado de la historia sino como signi-
ficado otorgado al peronismo. Es un significado y una conjugación del peronismo que no
son dominantes en este universo y se diferencian claramente de lo observado, en este
ejercicio, en las cohortes anteriores. La identidad peronista, en la visión de este entrevista-
do que parafrasea a su padre, involucra un carácter contracultural y no armoniza (reple-
gándose en razones privadas) con la dictadura militar, sino que, por el contrario, aparece
en solapada confrontación con ésta.
Por otro lado, la mayoría de los hombres de esta cohorte son aquellos cuya experien-
cia personal de “entrada” al mundo político coincide con la salida de la dictadura y la

32 La fuerza de este ícono y su recorrido vinculado al peronismo resistente [JAMES, Daniel Resistencia…,
cit., p. 138] reaparece en otro entrevistado muy joven, poco informado con respecto a la historia reciente
del país en términos generales, pero que sin embargo estima que los desaparecidos eran gente humilde que
tenían “la foto de Perón y Evita” y “por eso se los llevaron”.

170
prohistoria 9 - 2005

restitución del estado de derecho, momento en que lo sucedido durante el período anterior
estaba siendo intensamente procesado en forma pública. No es una sorpresa entonces que,
por un lado, este contexto sea mencionado como significativo tanto en términos sociales
como personales y, por otro, que el “clima” político de aquél período haya dejado sus
huellas en la manera en que estos entrevistados se representan y significan ese pasado.
Si bien las posiciones no son homogéneas y en algunos entrevistados encontraremos
apoyos parciales y vedados a la política dictatorial, las menciones espontáneas con respec-
to a la dictadura militar tienden a perder el carácter que tenían en las cohortes anteriores.
Ciertamente, en tanto no vivieron aquel período como adultos, esta cohorte no se encuen-
tra en la posición de tener que legitimar su propia actuación durante el período. En particu-
lar, observamos que tiende a ser desplazada aquí aquella valoración positiva a partir de la
propia situación laboral que mencionábamos párrafos arriba. Es que, en definitiva, estos
entrevistados parecen participar en mayor medida de una significación de la dictadura
militar, que se torna dominante con posterioridad a la misma, con relación a la cual las
valoraciones positivas con respecto a tal o cual aspecto de la política dictatorial, han per-
dido legitimidad. Si bien lo dicho no involucra a todos los entrevistados de esta cohorte, es
una tendencia claramente presente y expresa, en términos de las representaciones indivi-
duales, un cambio de la cultura política que justamente tiene su génesis en el período
formativo de esta cohorte.33
Con respecto a este período, en algunos de estos entrevistados opera un “darse cuen-
ta” que no localizamos en los mayores y un distanciamiento con respecto a una posición
simultánea a los hechos que es, a la vez, un distanciamiento con respecto a las posiciones
de las cohortes mayores que valoraban el período tomando como eje una situación perso-
nal puntual. Así, un entrevistado, autocriticándose, señala: “…yo con los milicos estaba
bien”, decía, “…llegué a pensar que yo con los milicos estaba bien!!!, porque yo estaba
bien, personalmente.”
Asimismo, las consecuencias de la dictadura militar tienden a ser consideradas con
mayor severidad. En este marco, un entrevistado hace referencia a la guerra de Malvinas,
evento en el cual estuvieron compulsiva y directamente afectados otros individuos de la
misma cohorte que estos entrevistados:

33 Una anécdota sintomática puede ilustrar los señalamientos realizados. Preguntado por los acontecimientos
relevantes que le tocaran vivir, un entrevistado de 37 años había señalado la dictadura militar, localizándola
gráficamente en un eje cronológico y enfatizando su posición fuertemente crítica al respecto. Por otro lado,
remarcó la importancia del Mundial de 1978, como “…una de las glorias más grandes que tuvo la Argen-
tina” pero lo localizó gráficamente por fuera y a distancia del período de la dictadura militar. Nuevamente,
esta traslación temporal no puede ser interpretada como un simple “error” de este entrevistado, que se
mostró como un hombre “informado” sobre los eventos que comentaba. Creemos que puede ser leído más
bien como una manera en que el trabajo de la memoria buscaba sortear una posible contradicción dada por
la contemporaneidad de dos hechos relevantes pero de valoración totalmente opuesta desde la perspectiva
de este entrevistado, preservando su recuerdo feliz como hincha de fútbol sin hacer mella en su enfática
condena a la dictadura militar.

171
VERÓNICA V. MACEIRA “La recurrencia del recuerdo...”

“Robaron más de lo que pudieron hacer y encima mandaron a todos


esos pibes jovencitos a que los maten. Ahí destruyeron todo. Manda-
ron a pibes a pelear con machetes cuando le tendrían que haber dado
un fusil, con palos.”
Entre estas consecuencias, un entrevistado incorpora justamente con impactante cla-
ridad la ruptura de la transmisión intergeneracional:
“…eso es el proyecto de reorganización que hicieron, el lavaje de ca-
beza, y te sacaban a los chicos, más que nada, de la mentalidad de los
grandes. O sea, te querían separar, eso con el tiempo lo asimilo. En ese
tiempo te querían separar las décadas, yo lo veo así, hacer una menta-
lidad nueva sumida y separar como caudillismo de los viejos, separar.
Por eso yo creo que la generación de los ochenta no tuvo, y yo me
incluyo, no tuvo responsabilidad, no tuvo una idea fija, una base polí-
tica, porque no tuvimos ideales. No tuvimos… no pudimos comprar
algo nosotros, nos vendieron, nos vendieron, la música, el arte, nos
vendieron, yo siempre me he manejado por ese lado […] y la gente
que abría su mente a los ochenta y la tenía vacía, la tenía vacía, y yo
me incluyo, yo la tenía vacía…”
La “vuelta a la democracia”, (como es referenciado este momento entre nuestros
entrevistados), se torna en muchos casos o bien el único momento considerado trascenden-
te o bien un hito a partir del cual organizar toda la historia contemporánea. Para quienes,
como parte de esta cohorte, este hecho coincide con el inicio de una nueva etapa en su
ciclo de vida, la “vuelta a la democracia” es rememorada como un despertar, un doble
pasaje que refuerza la valoración del momento. La vuelta de la democracia fue vivida
como una fiesta, una murga, dicen nuestros entrevistados.
En resumen creemos que los elementos mencionados, sumados a lo que se presenta
como una fuerte coincidencia relativa entre estos hombres con respecto a los contextos
considerados como relevantes, parecen estar hablando de una socialización política en
acción . La misma opera ciertamente no sólo en la manera en que estos entrevistados
elaboran el pasado que les ha tocado vivir y su relación con el mismo, sino también, más
ampliamente, en sus orientaciones con respecto a lo social. Al respecto, esta cohorte mues-
tra homogéneamente un perfil que nos gustaría caracterizar como “ciudadano”, atribuyen-
do a este término un contenido que fue también característico de una construcción de
ciudadanía fechada en su período formativo. Período en el que primó una concepción
procedimentalista de la democracia, desembarazada, a la vez, de las condiciones económi-
cas y sociales que suponían su implementación,34 y en el que se internalizó la defensa de

34 NUN, José Democracia. ¿Gobierno del pueblo o gobierno de los políticos?, Fondo de Cultura Económica,
Buenos Aires, 2000.

172
prohistoria 9 - 2005

los derechos humanos, pero se tornó dominante una lectura de los mismos que los acotaba
fundamentalmente a algunos derechos civiles y políticos.35
Según hemos observado en el análisis de nuestras entrevistas,36 este tipo de orienta-
ción se diferencia además, en otros aspectos, de los perfiles observados en las cohortes
anteriores, más vinculados de una u otra manera, a su identidad como “trabajadores”, más
conscientes del papel de estos últimos en la sociedad capitalista y de la necesidad de una
defensa colectiva de sus intereses comunes. Entre los entrevistados de esta cohorte inter-
media, la mayor relevancia otorgada al ámbito de lo público que observamos al analizar
las prácticas de historización, se verifica también en otros campos de las prácticas de
razonamiento y se acompaña con una mayor oposición a las experiencias políticas autori-
tarias y con una condena mayor y más informada a las violaciones de los derechos huma-
nos. Pero esto se conjuga, de manera peculiar, con una total desestimación del papel de los
sindicatos, de la acción gremial y de las medidas de acción directa, y una visión de las
relaciones entre clases como tendencialmente no contradictorias. En este perfil generacional
se desplaza toda reivindicación corporativa de los derechos sociales (que fuera a su vez
característica de los entrevistados de las cohortes más antiguas) y la relevancia de un ám-
bito político parece incorporarse de forma relativamente independiente, sin que suponga
entonces, una clave de lectura para la dominación social.
Los más jóvenes
En los registros de nuestros entrevistados más jóvenes, de entre 18 y 25 años en el momen-
to de la entrevista, la rememoración y la inclusión del pasado aparecen mucho más
acotadamente que en las cohortes anteriores.
Esto se corresponde en primer lugar, con la corta edad de algunos de nuestros entre-
vistados, para quienes los eventos a rememorar forman parte en realidad de la misma
coyuntura que se está desarrollando al momento de la entrevista. En ese sentido, los he-
chos pueden ser la reciente adquisición del beneficio del plan asistencial o a la incorpora-
ción de un nuevo ministro al gabinete ocurrida en la misma semana de la entrevista. En
estos casos, el investigador tiene la impresión de que el cambio etario supuso también un
cambio en el “dominio” de la elaboración histórica, en el sentido de un pasaje a otra escala
en la rememoración del pasado. Y ciertamente, como señalara Levi-Strauss, los distintos
dominios de la historia se corresponden con historias de potencias desiguales.37 De resul-
tas, los entrevistados más jóvenes parecen otorgar significación a eventos puntuales que
probablemente fueran desplazados en una elaboración de larga duración.

35 MARCHESI, Alberto Las lecciones del pasado, memoria y ciudadanía en los informes “Nunca más” del
Cono sur, CEIL-FHCE-UdelaR - Instituto Universitario-CLAEH, Montevideo, 2001.
36 En MACEIRA, Verónica “Identidad y conflicto social: representaciones y orientaciones entre los desocu-
pados del partido de la Matanza”, en Revista de Investigaciones de la Facultad de Ciencias Sociales, núm.
1, Buenos Aires, diciembre 2004, delineamos las distintas orientaciones observadas entre estos trabajado-
res desocupados.
37 “La historia biográfica y anecdótica, que ocupa un lugar muy bajo de la escala, es una historia débil, que no
contiene en sí misma su propia inteligibilidad, pues la alcanza solamente cuando se la transpola, en bloque,

173
VERÓNICA V. MACEIRA “La recurrencia del recuerdo...”

Por otro lado, encontramos que, en algunos jóvenes, los relatos se centran en la
inmediatez de su situación familiar y barrial, expresando una absoluta y total extrañeza
con relación a la esfera pública que no sólo involucra sus prácticas de historización sino
que se observa ampliamente en sus representaciones y orientaciones con respecto a distin-
tas dimensiones de lo social, contrastando con lo reseñado para la cohorte anterior.
Entendemos que este rasgo puede vincularse con las trayectorias de vida de estos
jóvenes, y en particular con su incorporación tempranamente frustrada al mercado laboral.
Si bien estos entrevistados comparten con los de otras cohortes su situación de desocupa-
dos, creemos que su extremadamente débil incorporación económica actual produce efec-
tos más sustantivos en la constitución identitaria de los más jóvenes, en tanto tiene lugar en
el período formativo de esta cohorte. Advirtamos sucintamente que la incorporación sub-
jetiva de un pasado “común” supone, por parte del individuo, la posibilidad de incorporar
simbólicamente un conjunto de relaciones sociales como ámbito de referencia para su
historización, de manera tal que la misma remita a hechos compartidos, de alguna u otra
manera, con otros. En este sentido, estos jóvenes difícilmente han experimentado aquella
ampliación de las relaciones sociales más allá de las relaciones primarias del ámbito do-
méstico restringido o extenso, que, desde distintas perspectivas se reconoce como una de
las “funciones”38 de la incorporación al mundo del trabajo.39
Tomando el conjunto de los jóvenes menores de 25 años entrevistados, llama tam-
bién la atención, la relativa dispersión de los contextos señalados, en contraste con la
coincidencia en la relevancia otorgada a pocos contextos significativos por parte de la
cohorte anterior. Cada uno de aquellos jóvenes que incorpora en su relato biográfico con-
textos públicos como relevantes, hace presente un evento distinto y sin mayor conjugación
temporal. También en esa dirección, las formas de rememorar de la cohorte anterior, aún
en su diversidad, daban más la impresión de ser el resultante de una socialización política
común en acción, frente a la cual, las representaciones del pasado de los más jóvenes
aparecen como más fragmentadas.
De estos señalamientos generales se escapa el recuerdo del primer peronismo, en una
doble excepción. Por un lado, el primer peronismo es el único hecho no contemporáneo
rememorado por miembros de esta cohorte. Por otro lado, es mencionado espontáneamen-

al seno de una historia mas fuerte que ella, y esta última mantiene la misma relación con una clase de rango
mas elevado.” LEVI-STRAUSS, Claude El pensamiento salvaje, Fondo de Cultura Económica, México,
1962, p. 270.
38 JAHODA, Marie Empleo y desempleo Un análisis socio-psicológico, Morata, Madrid, 1987.
39 Ciertamente el mundo del trabajo mercantil no es el único espacio de “socialización secundaria” posible.
En los casos en que estamos comentando es pertinente señalar sin embargo, otros elementos que van en la
misma dirección. Dadas las características del universo de estudio, la permanencia de estos jóvenes en el
sistema educativo formal es especialmente acotada en términos temporales. Asimismo, si bien forman
parte de una organización social que los nuclea en tanto desocupados, en los casos a los que nos estamos
refiriendo en este párrafo, la participación en las mismas se circunscribe a aquella requerida como
contraprestación necesaria para la recepción del plan asistencial.

174
prohistoria 9 - 2005

te por varios jóvenes entrevistados. Una coincidencia que, como vimos, no se repite en la
mención espontánea de ningún otro hecho. Esta doble excepcionalidad destaca la impor-
tancia que tuvo en estas fracciones la experiencia del primer peronismo y la fuerza con que
su recuerdo se ha transmitido intergeneracionalmente. Pero pone de relieve también el
medio de esta transmisión y el carácter que asumen estas memorias: se trata de una trans-
misión familiar de un “recuerdo de familia”, del que participan aún algunos de aquellos
jóvenes cuya socialización política más amplia aparece como frustrada o postergada.

III
Si bien las formas que asumen las rememoraciones varían de un individuo a otro y el acto
de recordar es, en definitiva, un acto que se realiza individualmente, a lo largo de nuestro
estudio fue posible observar que las prácticas de historización presentan algunas regulari-
dades al interior de cohortes determinadas. No sólo ciertos eventos se tornan contextos
significativos en la rememoración de las distintas cohortes, sino también las formas mis-
mas de incorporación del pasado, y las representaciones y orientaciones sobre lo social en
general, aparecen condicionadas por estos contextos que sirvieron de marco a socializa-
ciones particulares.40 Las cohortes funcionan aquí, en realidad, a la manera de indicador
sintético de un conjunto de procesos económicos, políticos y culturales compartidos, an-
clados temporalmente, y difíciles de escindir en su gran complejidad, que intervienen en la
constitución identitaria produciendo configuraciones subjetivas específicas.
Hemos comentado que, en las variadas formas observadas de elaboración del pasado
de los desocupados mayores, se destaca una referencia casi exclusiva y excluyente a los
años dorados del primer peronismo, mientras que entre los entrevistados de entre 40 y 54
años aquellos años pierden naturalmente su carácter de encuadre biográfico significativo,
aunque mantienen su papel legitimante, y se torna dominante una representación eminen-
temente privada de la propia historia.
En la generación intermedia observamos una alta incorporación de la esfera pública
como área de relevancia en las formas de representación del pasado, junto con la valora-
ción de pocos y recurrentes contextos sociales significativos, entre los que se destaca el
período de apertura democrática, momento que aparece como sustantivo en la formación
política de esta cohorte.
En las prácticas de los más jóvenes enfatizamos, entre otros rasgos, un menor nivel
de incorporación subjetiva del pasado y una mayor fragmentación en los sentidos y valora-
ciones de los contextos que han vivido.

40 En un sentido similar, recordamos que Zeitlin, en su clásico estudio sobre la clase obrera cubana y la
revolución, observó diferencias generacionales en las orientaciones de los trabajadores y postuló que las
mismas se derivaban de una socialización diferencial. Advirtiendo con esto la centralidad de la observación
de los contextos sociales y políticos que pueden considerarse como experiencias formativas para cada
generación. ZEITLIN, Maurice La clase obrera y la revolución cubana, Amorrortu, Buenos Aires, 1967.

175
VERÓNICA V. MACEIRA “La recurrencia del recuerdo...”

La recurrencia del recuerdo de los primeros gobiernos peronistas entre los entrevis-
tados que lo vivieron, y su persistencia a través de la transmisión intergeneracional, se ha
tornado a lo largo de este ejercicio objeto de particular consideración.
El análisis de las formas de historización de este pasado ha puesto de relieve, una vez
más, la particular imbricación entre lo público y lo privado que la experiencia peronista
supuso entre los sectores populares.
Asimismo, encontramos que el peronismo que se hace presente dominantemente entre
estos entrevistados es el peronismo de los humildes. En relación con ello, los eventos que
se seleccionan de la historia del movimiento remiten fundamentalmente a los primeros
gobiernos de Perón, y en ese marco, particularmente a las mejoras en las condiciones de
vida que estos gobiernos involucraron y a la tarea asistencial de Evita. En contraposición,
la incorporación de otros fragmentos de la historia peronista como contextos significativos
de la propia biografía y la atribución de otras significaciones a la propia adhesión al
peronismo son aquí más bien excepcionales.
No consideramos que esta acepción del peronismo deba ser leída en sí misma como
una suerte de degradación de un significado unívoco que el peronismo clásico habría teni-
do para los sectores populares, dado que, aún entre los trabajadores, los significados atri-
buidos al peronismo fueron históricamente diversos.41 Sin embargo, es justamente esta
magra diversidad en la conjugación del peronismo en este territorio social la que interpela
al investigador.
Desde nuestra perspectiva, el tipo de significado del peronismo dominante en el
universo que estudiamos (fundamentalmente entre los entrevistados de las cohortes más
antiguas) sería actualizado aquí, no solamente por la interpelación de la versión oficial del
peronismo bonaerense y por el soporte relacional específico vinculado a la red clientelar
del partido justicialista42 (del que, por otro lado, participan sólo de modo tangencial),43
sino también por su experiencia presente como desplazados de la fuerza de trabajo activa
y, por tanto, transformados en población asistida directa o indirectamente por el estado.

41 NUN, José Averiguaciones…, cit.


42 Auyero observó la persistencia de la adhesión al peronismo en poblaciones residentes en asentamientos
precarios del conurbano bonaerense y vinculó dicha persistencia a la presencia y expansión de las redes
clientelares del justicialismo. El autor encuentra en estas tramas relacionales no sólo los soportes que man-
tienen vivos los remanentes de la identidad peronista sino los estímulos que actualizan selectivamente
determinados significados del peronsimo ligados fundamentalmente a la distribución de bienes esenciales.
AUYERO, Javier La política…, cit.
43 Como bien señala Delamata el resultado del proceso de organización de los desocupados de la última
década no supone ciertamente el final de la red clientelar del peronismo o de las prácticas clientelares en
general, sino el quiebre de su monopolio y el aumento de la competencia entre redes asistenciales alterna-
tivas. [DELAMATA, Gabriela Los barrios…, cit., p. 28] De resultas de lo cual, los trabajadores que hemos
entrevistado, en tanto organizados territorialmente por el movimiento de desocupados, participan de estas
redes alternativas, a la vez que su vinculación en las redes clientelares del partido justicialista es relativa-
mente periférica.

176
prohistoria 9 - 2005

Nuestra exploración sobre las formas de rememoración del pasado peronista, y la


dinámica que al respecto se establece entre pasado, presente y futuro, nos sugiere algunos
señalamientos ulteriores en torno a la adhesión al peronismo y su articulación en las iden-
tidades en formación que son objeto de nuestro estudio.
En tanto La Matanza es una zona tradicionalmente peronista del conurbano bonae-
rense, no resultó sorprendente corroborar que casi la totalidad de los desocupados de las
cohortes más viejas se reconocen enfáticamente como peronistas. Por su parte, la presen-
cia de entrevistados no peronistas entre los menores de cuarenta años no debe hacernos
soslayar lo que entendemos es en sí un dato relevante: nos referimos tanto a la persistencia
de una fuerte intensidad en la adhesión al peronismo, incluso entre los menores de 40 años,
como al hecho de que los pocos desocupados no peronistas de las cohortes más jóvenes no
reconocen otra orientación política ni otras lealtades electorales. Este señalamiento pone
de manifiesto, como ya enfatizamos, la fuerza de la tradición peronista en este territorio
social, así como la importancia de su transmisión familiar, en tanto participan de esta
tradición aún algunos de aquellos jóvenes cuya socialización más amplia aparece como
tempranamente frustrada o postergada.
Lo dicho abona en parte los señalamientos realizados por Oviedo44 cuando afirma
que los cortes de ruta fueron protagonizados por aquellos que mantuvieron su opción elec-
toral por el peronismo aún después del primer período del menemato. Asimismo, nuestras
observaciones permiten inferir que, aún cuando estos apoyos se mantienen, el menemato
está siendo objeto de un acelerado proceso de reinformación y reelaboración. Pero si bien
el surgimiento de estas organizaciones se entrama con la crisis del peronismo en los secto-
res populares, lo que nuestro trabajo también nos advierte es que no es pertinente vincular
unívocamente la expansión de estas organizaciones con un futuro derrumbe de la hegemo-
nía política del justicialismo en el conurbano bonaerense.
Ciertamente, dadas las coordenadas políticas y sociales que definen la situación de
nuestros entrevistados, ellos mismos aparecen frente al investigador como el territorio de
la “lucha cuerpo a cuerpo” que, siguiendo a Svampa y Pereyra,45 se entabló entre las inci-
pientes organizaciones de desocupados y la estructura del partido justicialista bonaerense.
Sin embargo, es relevante considerar que, desde la perspectiva subjetiva de estos trabaja-
dores, su participación en dichas organizaciones no involucra, por el momento, una con-
tradicción abierta con su autoidentificación como peronistas ni con sus opciones electora-
les previas.
Por otro lado, junto con esta persistencia en la adhesión al peronismo, nuestro traba-
jo aporta otras observaciones que pueden ser leídas, en la dirección ya planteada por otros
autores,46 como indicadores de un debilitamiento del mismo en términos socio-culturales.

44 OVIEDO, Luis De las primeras Coordinadoras…, cit., p. 7.


45 SVAMPA, Maristella y PEREYRA, Sebastián Entre la ruta…, cit.
46 MARTUCCELLI, Danilo y SVAMPA, Maristella La Plaza Vacía…, cit.

177
VERÓNICA V. MACEIRA “La recurrencia del recuerdo...”

Al respecto, señalamos que si bien sigue siendo la común identificación como


peronistas la que delimita un espacio político exclusivo dentro del cual estos entrevistados
han realizado y realizan sus opciones electorales, la adhesión al peronismo no los involucra
en ninguna otra práctica política.
Asimismo, y sin desmedro de la importancia que tuvo la experiencia de los años
fundantes del peronismo entre los sectores que analizamos, observamos ya que esta me-
moria peronista va tornándose crecientemente una “memoria privada”, y difícilmente se
actualiza como una matriz activa de interpretación del presente. En ese sentido, la memo-
ria de los buenos viejos tiempos del peronismo parece funcionar, en la mayoría de los
casos, como nostalgia.
Hasta aquí, nuestras preguntas y el análisis realizado a partir del ejercicio propuesto.
Sin desmedro de las regularidades observadas y comentadas, queremos enfatizar que nuestras
conclusiones al respecto no pueden extenderse sin más a otros grupos no entrevistados.
Las mismas también están acotadas y ancladas al momento de las entrevistas: las memo-
rias son ellas mismas históricas y, por lo tanto, abiertas. Otros contenidos y significaciones
sobre los eventos del pasado pueden producirse y/ o activarse a futuro, entre estos mismos
hombres, a partir de nuevas experiencias.

Buenos Aires, noviembre de 2004

178
… políticas de la historia

1955

Alejandro Cattaruzza
María Estela Spinelli
Ilustración: Marcelo Móttola
1955
Imágenes históricas, interpretaciones políticas,
alternativas tenaces
ALEJANDRO CATTARUZZA
(UBA, UNR, CONICET)

a invitación de Prohistoria a proponer algunas consideraciones acerca del golpe

L de Estado de 1955 encierra para mí un desafío cuyo origen deviene de varias


circunstancias, que podrían plantearse de manera sumaria con esta fórmula: para
un historiador que, por muchos años, militó en el peronismo y luego, apenas asumió
Menem, se alejó de él, como es mi caso, la reflexión sobre 1955 no puede liberarse de la
reflexión sobre la propia trayectoria política y sobre las siempre complicadas relaciones
entre la investigación científica y la intervención pública. Ello ocurre no sólo porque el
propio golpe tenía en sí mismo un alto valor simbólico a la hora de asumir una identidad
peronista, sino porque el período de dictaduras que se sucedieron luego de 1955 marcó el
inicio de procesos también decisivos para el movimiento derrocado. Los comienzos que
hoy se reconocen casi inmediatos de la resistencia, las ejecuciones de junio de 1956, el
ejercicio del voto en blanco, eran también piezas centrales en la historia que el peronismo
contaba de sí.
Puesto en otros términos, me resulta difícil discernir cuáles de los argumentos que
siguen son tributarios de mi actividad historiográfica y cuáles de una vocación de interven-
ción en debates más amplios que, aún fundada en la anterior, suele permitir por su propia
naturaleza menos matices. De todas maneras, esta tensión entre el compromiso y la distan-
cia, concebida al estilo de Elias, parece ser una de las que torna productiva la investigación
en ciencias sociales.
Para quienes nos incorporamos muy jóvenes a la actividad política a través del
peronismo, por alguna de las anchas y múltiples puertas que hacia 1973 parecían abrirse,
el golpe de Estado de 1955 constituía un episodio cuyo sentido era evidente, indiscutible,
transparente. Se trataba de una acción que juzgábamos oligárquica, patronal, en la que se
habían complicado partidos despojados de apoyo popular, impulsada por lo más reaccio-
nario de la Iglesia y de las Fuerzas Armadas, decidida a alinear a la Argentina con la
política imperial y a aplicar, luego de haber bombardeado a la población civil en el durísi-
mo intento de junio, medidas de represión que llegaban al extremo de la prohibición de los
nombres y símbolos de los derrocados y de los fusilamientos, clandestinos y públicos. Un
golpe que lograba combinar en un solo capítulo, revelar de una sola vez, todos los atribu-
tos “gorilas”, de derecha o de izquierda. En el esquema, la primera era plenamente conciente

CATTARUZZA, Alejandro “1955 Imágenes históricas, interpretaciones políticas, alternativas tena-


ces”, prohistoria, año IX, número 9, Rosario, Argentina, primavera 2005, pp. 181-183.
ALEJANDRO CATTARUZZA “1955 Imágenes históricas, interpretaciones...”

de sus intereses, mientras que la segunda era víctima de su propia miopía al analizar el
problema argentino.
En ese sentido, 1955 nos ofrecía un criterio firme para ordenar el mundo político –
nuestro mundo político, cuando menos– hacia 1973. Había, desde ya, excepciones que no
terminaban de acomodarse al cuadro, pero quedaban subsumidas en aquella interpretación
del golpe que era funcional tanto al diagnóstico que se realizaba acerca de los primeros
gobiernos peronistas como sobre los años posteriores al período 1955-1958. Sucesos que
ya por entonces eran visibles, sobre los cuales insistió la investigación histórica, no mere-
cían mayor atención: la fragmentación de los actores políticos en los primeros años; las
dificultades que el sistema de partidos tendría para encontrar una pauta de funcionamiento
alejada de la tutela militar.
La fuerza y la debilidad de aquella versión, que compartí, provenían del mismo nú-
cleo de convicciones: el verdadero enfrentamiento se había librado entre dos bloques, el
peronista y el antiperonista –lo que a su vez remitía a otros pares antagónicos, quizás más
profundos: la liberación y la dependencia, la nación y el imperio, el pueblo y la oligarquía,
los explotados y los explotadores– cuya homogeneidad apenas era puesta en duda. No
bastaba para conmover esas certezas que fuera manifiesta la presencia, en el peronismo, de
grupos sociales diversos y de corrientes políticas que ya habían dado señales de estar
dispuestas a librar una batalla interna que pronto se tornaría feroz; tampoco se registraban
las extravagantes convivencias que, desde el punto de vista ideológico, existían en uno y
otro bando.
Al mismo tiempo, curiosamente, aquella versión encerraba uno de los interrogantes
que todavía hoy parece estar en el centro de las preocupaciones historiográficas referidas
al peronismo: el complejo proceso de construcción de identidades políticas durante el
período. Más específicamente, la apuesta mayor parece ser lograr una explicación satis-
factoria de los sólidos anclajes sociales del peronismo, que lo vinculaban a los sectores
populares y obreros. La organización de una imagen de los primeros gobiernos peronistas,
que era simultáneamente una imagen del pasado reciente y poseía fuertes efectos identitarios,
parece ser otros de los frentes de investigación más inquietantes y prometedores para el
período abierto en 1955.
Desde esta perspectiva que intenta aprehender históricamente el fenómeno, entiendo
que el golpe revela también rasgos de la cultura política argentina que demuestran mucha
estabilidad, inscribiéndose en una larga tradición. Una de ellas es, a mi juicio, la inclina-
ción de los actores a plantear un combate central y exclusivo que cubre todo el escenario
político, impugnando esencialmente la legitimidad del adversario. Si en tiempos del
peronismo –y, desde ya, también con anterioridad– esa tendencia había indudablemente
funcionado, ella no se desactivó luego de 1955, sino que se exacerbó al límite; una prueba
casi innecesaria es la de los fusilamientos y la proscripción.
Otra de esas características más generales y duraderas es la que refiere a lo peculiar
de la organización de los bloques que, se supone, libran la contienda juzgada central.
Evidentemente heterogéneos en su composición social y en los impulsos ideológicos que

182
prohistoria 9 - 2005

los animan, logran sin embargo hallar unidades firmes, aún por la negativa. El conflicto
peronismo-antiperonismo, que había articulado discursivamente –y puede suponerse que
no sólo discursivamente- las disputas políticas entre 1945 y 1955, exhibe esa característica
en ambos polos. Así, hubo entre los golpistas de 1955 quienes se sintieron llamados a
participar para conseguir la restauración del orden social amenazado, creían, por el
peronismo; quienes en cambio vieron en la acción militar la oportunidad para conseguir el
respeto a las libertades civiles que entendían violadas; a su vez, hubo quienes lo hicieron,
sin más, en nombre de Cristo, impulso que hasta poco antes les había indicado otros sende-
ros. Entre los elencos derrocados la heterogeneidad era semejante y ella devenía de la
amplitud con que el peronismo había albergado a intelectuales y dirigentes cuyas trayecto-
rias previas los vinculaban a tradiciones muy diversas
El golpe de 1955, como señalaba, extremó esas tendencias de mayor duración. Los
nuevos golpes de Estado que, luego de la revolución en Cuba, se sucedieron desde 1962
permitieron luego, y casi tornaron imprescindible, la reinterpretación del ocurrido en 1955,
poniendo en crisis lo que quedaba de la imagen de unas Fuerzas Armadas “libertadoras” y
custodias de la democracia; ellas terminarían en los primeros años de la década de 1970
vistas por amplios sectores como mero aparato represivo e instrumento de los poderosos.
Una visión que, hoy en día, no me parece demasiado desacertada.
El esfuerzo de comprensión y de explicación constituye un imperativo para el histo-
riador, tal como concibo sus tareas; también lo es a mi entender la toma de posición frente
a procesos que, en última instancia, ameritan la exposición de una opinión ético-política.
Convocado entonces a ofrecer una consideración sobre el golpe de Estado de 1955, debo
señalar que creo que él constituyó no sólo una tragedia para el peronismo, se tratara de sus
dirigentes o de los sectores populares que hallaron allí su identidad política, sino también
para la democracia, precisamente el valor tras el cual algunos de quienes lo apoyaron se
habían movilizado haciendo visible, una vez más, la confusión que suele reinar en nuestras
decisiones políticas.

183
184
L a “revolución libertadora”
Una ilusión antiperonista

María Estela Spinelli


(UNCPBA - UNMDP)

E
l nombre “revolución libertadora”, con su enorme carga valorativa, sólo podía
quedar librado a la controversia. Ese nombre que el antiperonismo triunfante dio a
su llegada al poder, fue sin duda representativo del maniqueísmo vigente en 1955
y junto con él se proyectó con fuerza en la cultura política argentina de la segunda mitad
del siglo XX, como sinónimo del antiperonismo más radical.1 En realidad, este fue el
único que a la postre, siguió reivindicando la causa y la justicia de ese hecho.
En este breve ensayo partimos de la consideración de la “revolución libertadora”
como un acontecimiento rupturista y violento que marcó un antes y un después en la con-
vulsionada sociedad política dividida por el enfrentamiento peronismo antiperonismo. Sus
significados fueron diametralmente opuestos. Mientras buena parte del antiperonismo la
concibió, en su momento, como “liberación”, “república rescatada”, “hora de la libertad”
y la equiparó a “Mayo y a Caseros” en su afán de gloria2 los peronistas, desde su experien-
cia, la llamaron “libertadura”, “revolución fusiladora”, “revolución gorila”. Esto implica
una enorme dificultad para construir una interpretación equilibrada que dé cuenta de las
vivencias de los actores en pugna.
Aquí nos ocuparemos centralmente de la primera línea de esos significados, la de los
antiperonistas. Partimos de la hipótesis de que la “revolución libertadora” fue entre otras
muchas cosas, una ilusión de regeneración cultural y política.

Un breve relato de la conspiración antiperonista


La conspiración político militar antiperonista produjo su primera acción concreta el 28 de
septiembre 1951, el fallido levantamiento del general Benjamín Menéndez que tuvo por
finalidad derrocar al gobierno de Perón e impedir su reelección presidencial. La asonada

1 Los representantes más notorios de ese antiperonismo radical, fueron el Almirante Rojas, caso paradigmá-
tico dentro de las fuerzas armadas. Entre los partidos políticos, el Partido Socialista, el Partido Demócrata
Progresista, la mayor parte de las fracciones en que se dividió el Partido Demócrata Nacional. En los otros
partidos, la línea unionista de la UCR y los demócratas cristianos, hasta 1958. Estos fueron los que identi-
ficaron al peronismo con el nazifascismo y propusieron la restauración liberal democrática con la exclusión
total del peronismo. Véase SPINELLI, María Estela Los vencedores vencidos. El antiperonismo y la “revo-
lución libertadora”, Biblos, Buenos Aires, 2005, pp. 133 a 170.
2 Todos estos calificativos aparecieron en el número 237 de la revista Sur de diciembre de 1955, ejemplo
paradigmático del pensamiento antiperonista, dedicado al balance del peronismo.

SPINELLI, María Estela “La ‘revolución libertadora’. Una ilusión antiperonista”, prohistoria, año
IX, número 9, Rosario, Argentina, primavera 2005, pp. 185-189.
MARÍA ESTELA SPINELLI “La ‘revolución libertadora’...”

fue apoyada públicamente por la mayor parte de los dirigentes políticos de la oposición,
incluso de aquellos que tenían representación parlamentaria, como los radicales Arturo
Frondizi y Mauricio Yadarola.3
Pocos meses más tarde, en enero de 1952, según el relato de Isidoro Ruiz Moreno,4
se desbarató un complot organizado por el coronel José Francisco Suárez, destinado a
atacar la residencia presidencial y matar al presidente. En las redadas posteriores fue a
prisión el general Lonardi. En la cárcel intentó retomar el hilo de la conspiración –había
estado implicado con la preparación del levantamiento de Menéndez– y trabó contacto
con el general Pedro Eugenio Aramburu. Pero éste lo desalentó rotundamente, impresio-
nado por la enorme adhesión popular que seguía conservando el peronismo.5 Las conver-
saciones y contactos continuaron por esos y otros carriles. La rebelión antiperonista se
mantuvo siempre viva y latente. En este sentido las memorias y ensayos políticos de los
protagonistas son elocuentes, y la mayor parte de ellos revelan que tanto los militares
como los jefes políticos discutían asiduamente la forma de derrocar al gobierno, en su
lenguaje “hacer la revolución”.6
Hubo también otros opositores que soñaron en estos mismos años con la “revolu-
ción”, algunos sectores católicos. César Tcach sostuvo que en 1952, frente a la peronización
compulsiva impulsada desde el gobierno, comenzó “la ofensiva católica”.7 Primero crean-
do asociaciones civiles de estudiantes y profesionales, dos años después apelando a la
movilización de masas. Un testimonio tardío de uno de los militantes católicos encuadra-
dos en estas organizaciones en la Capital Federal, Florencio Arnaudo,8 narró las alternati-
vas del armado de las acciones finales entre los comandos civiles católicos desde 1954, en
todo aquello que fue la campaña de los panfletos9 y la búsqueda de visibilidad de la oposi-

3 Ambos firmaron su adhesión a la proclama del golpe junto a otros conocidos dirigentes opositores Américo
Ghioldi, Julio Noble, Reynaldo Pastor, Gregorio de Laferrere, Horacio Thedy, entre otros. Su texto aparece
reproducido en GARCÍA, Eduardo Augusto Yo fui testigo. Antes, durante y después de la segunda tiranía,
Buenos Aires, 1971.
4 RUIZ MORENO, Isidoro La Revolución del 55, Emecé, Buenos Aires, 1994, Vol. I.
5 El general Aramburu retornó a Buenos Aires en 1952 luego de una gestión en Brasil. Su llegada coincidió
con los funerales de Eva Perón que dieron lugar a una de las manifestaciones más imponentes de dolor
popular.
6 Al respecto pueden verse las memorias de Alejandro Gómez (1963) y Nicolás Babini (1984) que abundan
en detalles sobre reuniones con militares y rumores que circulaban entre la militancia radical de preparati-
vos para la “revolución”, así como del entrenamiento en el manejo de armas de “comandos civiles” de los
partidos.
7 TCACH, César Sabattinismo y peronismo. Partidos políticos en Córdoba 1943-1955, Sudamericana, Buenos
Aires, 1991, pp. 223-240.
8 ARNAUDO, Florencio El año que quemaron las iglesias, Pleamar, Buenos Aires, 1996.
9 Gran parte de los panfletos que circularon en la etapa preparatoria para crear el “clima de la revolución” en
la sociedad y llamaron a las fuerzas armadas para que entren en acción, fueron recopilados por otro dirigen-
te de las organizaciones católicas, LAFIANDRA, Félix Los panfletos. Su aporte a la Revolución Libertadora,
Buenos Aires, s/d.

186
prohistoria 9 - 2005

ción católica, a través de las procesiones de la Inmaculada, en diciembre de 1954 y de


Corpus Christi, en junio de 1955.
A esta oposición civil católica que apostaba al derrocamiento del peronismo, se su-
maron cuadros del nacionalismo. Estos, por sus vinculaciones, se convirtieron en activos
enlaces con las fuerzas armadas.10
Las distintas líneas de la conspiración antiperonista estaban tendidas a comienzos de
1955, aunque no actuaran unificadamente. Los activistas nacionalistas y católicos fueron
los principales elementos de apoyo del sector de la Marina que se lanzó al ataque del 16 de
junio, que tenían también vínculos con dirigentes políticos, Américo Ghioldi, Miguel Án-
gel Zavala Ortiz y Adolfo Vichy. Estos aparecieron como los titulares de una hipotética
junta de gobierno revolucionaria.
El sangriento intento fracasó,11 la represalia peronista contra las iglesias, causó estu-
por en el antiperonismo, pero la suerte del gobierno peronista estaba echada. El juicio a los
responsables no hizo más que cohesionar a las fuerzas armadas y sumar nuevos jefes mili-
tares al golpe.12 Los dirigentes políticos otra vez se sumaron a las conversaciones prepara-
torias de la “revolución” que se inició el 16 y culminó el 23 de septiembre con la asunción
del flamante presidente provisorio, general Eduardo Lonardi y la imponente manifestación
del “día de la libertad”.

¿Para qué la “revolución”?


Los distintos grupos y sectores que habían contribuido a generar el consenso para la “revo-
lución libertadora” tuvieron expectativas y aspiraciones diversas con respecto a ella. Una
vez que el objetivo de derribar al enemigo, la “dictadura”, que les había dado cohesión
estaba cumplido, había que “restaurar”, “construir”, “normalizar”, o “abrir el juego políti-
co”. El único acuerdo que todos los que apoyaron la “libertadora” respetaron fue NO a
Perón.
Pero el antiperonismo de la víspera había unido circunstancialmente a viejos enemi-
gos ideológicos y políticos. Por eso la lucha entre ellos comenzó al día siguiente. La línea
divisoria básicamente pasó entre quienes buscaron la solución mediante la apelación a la

10 El caso de Mario Amadeo, por ejemplo fue típico, el había sido profesor de derecho internacional en la
Escuela Superior de Guerra y en la Escuela Naval. Véase AMADEO, Mario Ayer, hoy y mañana, Buenos
Aires, 1956.
11 Hubo alrededor de trescientos cincuenta muertos y más de setecientos heridos, la inmensa mayoría de ellos
civiles. El presidente Perón días después llamó a la conciliación.
12 Las memorias del contralmirante Jorge Perren, del almirante Rojas, de Ernesto Lonardi, del mayor Guevara
y el ensayo histórico de Bonifacio del Carril presentan abundante evidencia de esta situación. PERREN,
Jorge Puerto Belgrano y la Revolución Libertadora, Solaris, Buenos Aires, 1997; LONARDI, Ernesto
Dios es justo, Colombo, Buenos Aires, 1958; DEL CARRIL, Bonifacio Crónica interna de la Revolución
Libertadora, Buenos Aires, 1959; GONZÁLEZ CRESPO, Jorge Memorias del Almirante Rojas. Conver-
saciones con Jorge González Crespo, Planeta, Buenos Aires, 1993; GUEVARA, Juan Francisco La Argen-
tina y su sombra, Buenos Aires, 1970.

187
MARÍA ESTELA SPINELLI “La ‘revolución libertadora’...”

fórmula de “unidad nacional”13 y quienes la buscaron por la vía de la corrección del siste-
ma político al que el peronismo había vulnerado, instaurando un sistema de pluralismo
político. Estos últimos, de quienes a continuación nos ocupamos, concibieron la “revolu-
ción libertadora” como restauradora y reparadora de la tradición liberal-democrática en la
que ellos se habían formado intelectual y políticamente.

La ilusión de la regeneración cultural y política


Para aquellos que se identificaron con la resistencia antifascista, los antiperonistas de la
“primera hora”, socialistas, demócratas progresistas, demócratas conservadores y demó-
cratas cristianos, la lucha contra el peronismo se inició con el triunfo electoral de éste,
porque lo consideraron ilegítimo. La elección de 1946 fue interpretada por ellos como “la
opción de las masas por el fascismo”.14 Más aun, consideraron al peronismo como una
“mala copia del nazi fascismo” en todo aquello que tenía de resabio de caudillismo, polí-
tica criolla, pero sobre todo de “vulgaridad” –decían– de su personal político y la apela-
ción a los sectores populares en su propio lenguaje.15
Estos partidos, con excepción de los demócratas nacionales que quedaron fuera,
fueron los que más duramente sufrieron la derrota de la Unión Democrática en 1946,
porque perdieron prácticamente toda representación parlamentaria a nivel nacional.16 Sin
embargo, esto no significa que su influencia desapareciera. Sus vínculos con los sectores
más establecidos del mundo de la cultura y el medio académico fueron sólidos y perma-
nentes. Es más, estos últimos, desde su lugar, también habían sido “resistentes”. Lo había
sido el grupo de ASCUA, Asociación Cultural Argentina para la Recuperación de Mayo y
también la SADE, Sociedad Argentina de Escritores, que sugirieron al gobierno provisio-
nal que la “Revolución Libertadora” debía inscribirse en la tradición liberal-democrática
de Mayo y Caseros. Ese fue uno de los sentidos de la “restauración”, frente a lo que habían
visto como devaluación de los valores de la tradición patriótica liberal y de la cultura
nacional, por parte del peronismo.17

13 Fue la línea política promovida durante el gobierno de la “libertadora” por las revistas Qué sucedió en 7
días y Mayoría que llevó a la búsqueda del voto peronista. Exitosamente representada por sectores del
“frondizismo”.
14 Al respecto pueden verse los testimonios de REPETTO, Nicolás Mi paso por la política, Santiago Rueda,
Buenos Aires, 1957, vol. II y de GARCÍA, Eduardo Augusto Yo fui testigo…, cit. Un análisis de esta
percepción política, en SVAMPA, Maristela El dilema argentino. Civilización o barbarie. De Sarmiento al
revisionismo peronista, El Cielo por Asalto, Buenos Aires, 1993.
15 SPINELLI, María Estela “El debate sobre la desperonización. Imágenes del peronismo en los ensayos
políticos antiperonistas (1955-1958)”, en BIANCHI, Susana y SPINELLI, María Estela (compiladoras)
Actores, ideas y proyectos políticos en la Argentina Contemporánea, IEHS, Tandil, 1997.
16 GARCÍA SEBASTIANI, Marcela La oposición política al peronismo. Los partidos políticos en la Argen-
tina entre 1943 y 1951, Tesis doctoral, Universidad Complutense de Madrid, Instituto Universitario Ortega
y Gasset, Madrid, 1997.
17 Esa representación de lo que había sido el peronismo aparece nítidamente en MARTÍNEZ ESTRADA,
Ezequiel ¿Qué es esto? Catilinaria, Lautaro, Buenos Aires, 1956.

188
prohistoria 9 - 2005

La caída del peronismo significaba para ellos el fin de la censura, del aislamiento
cultural y el comienzo de una etapa creativa. En el mundo académico y cultural, para poner
un ejemplo endogámico, ese optimismo era visible en el número 237 de Sur, entre otros, en
el artículo de Tulio Halperin, “La historiografia en la hora de la libertad”, también en el
nombramiento de José Luis Romero como rector normalizador de la U.B.A, y en el
protagonismo de la FUBA en el debate sobre la normalización de la Universidad.
Para comprender el optimismo de estos sectores políticos debe tomarse en cuenta
también el diagnóstico de situación del cual partieron. La idea de que el peronismo estaba
políticamente agotado y había perdido apoyo popular y que el estallido revolucionario,
con su enorme apoyo civil era producto de su trabajo sobre las conciencias, como expresó
el socialista Américo Ghioldi en la Junta Consultiva Nacional, era una opinión generaliza-
da. Esta idea apareció también reflejada en la euforia de La Nación del 23 de septiembre
de 1955, cuando hizo mención a la “reserva democrática” que ese día colmaba la Plaza de
Mayo. Poco más tarde, estuvo presente en el reconocimiento que tributó el almirante Ro-
jas a “los diversos sectores políticos de la república, que por su historia y plataforma
prepararon el clima de resistencia a la dictadura”.18
Estos sectores políticos tuvieron una influencia importante en el armado del progra-
ma político del gobierno de la “revolución libertadora” de reforma constitucional previa al
llamado de elecciones generales. Fueron, además, los primeros en promover la
desperonización, “desmontar el aparato totalitario”, la denominaron. Cuando asumió
Aramburu y fueron excluidos sus enemigos nacionalistas, ellos aportaron las ideas centra-
les que tenían que ver con la restauración de la tradición política y el programa de reformas
que contribuyera a perfeccionarla. Esto es, corregir el sistema de representación electoral
y limitar el presidencialismo.
Una vez que se abrió la competencia electoral, en julio de 1957, fueron vencidos por
el radicalismo, ya entonces dividido en Unión Cívica Radical del Pueblo e Intransigente
que iba detrás del voto en blanco (peronista). Con esta derrota, socialistas, conservadores,
demócratas progresistas y demócratas cristianos perdieron toda esperanza en la reforma
del sistema político y terminaron solos enfrentando, al gobierno de Aramburu y a los radi-
calismos, por haber traicionado la “revolución libertadora”.

18 La Nación, 11 de noviembre de 1955, p. 1 “Fue inaugurada la Junta Consultiva Nacional”.

189
reseñas

Diego Roldán
Agustín Nieto
Andrea Torricella
Pablo Martín Pérez Branda
Juan Iván Ladeuix
Alejandra Ardanaz
Eduardo Weisz
Karina Ramacciotti
Ilustración: Marcelo Móttola
prohistoria 9 - 2005

ABOY, Rosa Viviendas para el pueblo. Espacio urbano y sociabilidad en el barrio Los
Perales. 1946-1955, Fondo de Cultura Económica–Universidad de San Andrés,
Buenos Aires, 2005, 194 pp., 18 ilust. ISBN 950-557-626-9

L
a historiografía y las ciencias sociales en Argentina se han interesado por el pasado
de la vivienda obrera y de los sectores populares. La historia social ha capitalizado
este objeto a partir de los aportes pioneros de José Panettieri y las posteriores
aproximaciones de Leandro Gutiérrez a las condiciones de vida de los sectores populares.
Los trabajos más específicos que, desde la historia sociocultural de la arquitectura, han
desplegado Jorge Francisco Liernur y sus discípulos prestaron profundidad a los abordajes
sobre una temática que cuenta con una holgada trayectoria dentro de la historia de la
arquitectura y del urbanismo. La problemática delimitada exhibe diversos accesos, aunque
puede reconocerse, en aras de simplificar, que los análisis han esbozado una doble
polaridad: los enfoques estatalistas y los que tratan de recuperar la experiencia social de
la casa auto-construida; los estudios que pretenden dar cuenta del proceso histórico general
del desarrollo de políticas ligadas a la vivienda popular y los que se concentran en algún
caso particular. De todos modos, la integridad de los abordajes argumentan que, allende
al ámbito de las ideas, la problemática material de la habitación popular sólo conoció una
intervención contundente de parte del Estado durante los gobiernos peronistas. Los alcances
de las iniciativas privadas, cooperativistas, confesionales, municipales y de la Comisión
Nacional de Casas Baratas fueron invariablemente limitados.
Si bien Rosa Aboy mantiene vínculos con estas perspectivas, su trabajo tiende a
combinar las opciones trazadas por la historiografía y a desmontar algunos supuestos ins-
talados en el campo de los estudios urbanos argentinos. Su lectura ofrece una visión más
sugerente y compleja de las políticas urbanas del peronismo orientadas a los sectores me-
nos favorecidos de la sociedad. El estudio, focalizado sobre un caso específico (barrio Los
Perales) establece relaciones con procesos y espacios más amplios. El razonamiento y la
exposición, que avanza describiendo círculos concéntricos, relaciona las experiencias de
construcción de viviendas baratas antes y durante el peronismo, al mismo tiempo que
despeja las influencias ejercidas en Argentina, desde fines del siglo XIX hasta el período
de entreguerras, por los modelos europeos y estadounidenses de construcción de viviendas
para obreros.
La primera parte del libro se consagra a precisar el recorte operado sobre el barrio.
La justificación de la elección apunta razones cuantitativas, cualitativas y simbólicas, que,
por lo demás, formarán parte de la estructura argumental de todo el texto. Las influencias
del modelo alemán de la seidlungen y del suburbio norteamericano son contrapesadas con
los proyectos de saneamiento del hábitat popular en la Argentina. Del mismo modo, se
analizan los problemas de la carestía de la vivienda a la luz de las configuraciones sociales
disimiles que recibieron a la inmigración masiva de fines del siglo XIX y la migración
interna, especialmente relevante luego de 1930. Aboy reseña las ineficaces políticas de
viviendas públicas de las primeras décadas del siglo XX, el desarrollo de oficinas burocrá-

193
RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS

ticas abocadas al estudio de reformas urbanas, los argumentos sobre la vivienda popular
vertidos en el I Congreso Argentino de Urbanismo (1935) y en el Congreso Panamericano
de la Vivienda Popular (1939). Los debates entre reformadores socialistas respecto a la
vivienda colectiva y católicos sociales sobre la vivienda unifamiliar tienen especial rele-
vancia en este tramo del trabajo. El objetivo de estas primeras páginas, además de mostrar
cuáles fueron las preocupaciones sobre la política material de la ciudad, colocan el acento
en la inoperancia de estos debates para transformar la realidad y la prescindencia que
sostuvo el Estado, antes de 1946, en políticas sociales de alto impacto.
La segunda parte del libro avanza sobre las discusiones y la diversidad tipológica
encarnada por las experiencias de intervención directa del primer peronismo en el campo
de la vivienda popular. Entonces, cobran interés las controversias y las irresoluciones teó-
ricas respecto a la estructura de las viviendas populares (colectivas o unifamiliares), incer-
tidumbres que fueron despejadas bajo la guía de la pragmática frase acuñada por el
peronismo: “la mejor política es hacer obra”. Este pragmatismo configura una ecuación,
cuyos términos estaban dados por los presupuestos ideológicos sobre la vivienda obrera,
las necesidades sociales y políticas de la obra y los recursos materiales disponibles para
llevarla a cabo. Los dos últimos componentes de la fórmula tuvieron una influencia cardi-
nal en los resultados, decidiendo los problemas metodológicos y zanjando los debates
ideológicos. Así, la morfología colectiva de Los Perales fue expurgada de sus presuntas
consecuencias revolucionarias y absorbida en el marco de un discurso y una acción políti-
ca que ubicaba los sectores populares como los destinatarios de una transformación hecha
desde arriba y cuyo impulsor era el Estado peronista. En esta atmósfera, discurren los
tópicos de la propaganda política que contrastan el pasaje del conventillo a la vivienda
propia (aunque obrera), de los locatarios a propietarios (aunque en barrios populares) y en
definitiva señalan que el mejoramiento del nivel de vida de los trabajadores había sido una
obra distintiva del peronismo, frente a los tan insensibles como inútiles diseños preceden-
tes.
Al mismo tiempo, esta dotación de una nueva estructura habitacional, en el campo
discursivo, resultaba decisiva para transformar los hábitos de los sectores populares en pos
del desarrollo industrial. El entorno, en este caso la vivienda, poseía cualidades capaces de
transformar la subjetividad de sus habitantes. Del mismo modo, los equipamientos y áreas
colectivas, dentro del barrio Los Perales, contribuían a moldear la civilidad de sus habi-
tantes. Se trataba de espacios que diferenciaban al barrio de otros complejos habitacionales,
como 1° de Marzo y Juan Perón, construidos por el Estado peronista durante la misma
coyuntura. Los Perales eran un hito urbano, su peculiar morfología y la dotación de espa-
cios colectivos para el esparcimiento, como la gran pileta natatoria, revelaban su carácter
de incrustación en la homogénea trama urbana.
Viviendas para el pueblo… no se limita al encuadramiento histórico de la construc-
ción de viviendas populares durante el peronismo, ni se conforma con brindar al lector un
panorama complejo acerca de las elecciones tipológicas de las viviendas y las contradicto-
rias inspiraciones que dieron origen al perfil de los barrios obreros patrocinados por el

194
prohistoria 9 - 2005

primer peronismo. Aboy trata de trascender –sin desatender– el análisis de las políticas
estatales, considerando detenidamente sus parámetros ideológicos, sus préstamos cultura-
les, la formación de los cuadros burocráticos, las intervenciones técnicas, la recepción y
difusión prestada a los proyectos por la prensa periódica. La superación de este marco
analítico bastante convencional, aunque necesario, se incardina en la tercera parte del vo-
lumen, donde la autora se arriesga a explorar las prácticas, sensibilidades y representacio-
nes de los destinatarios de las viviendas públicas.
Así, el último tercio del libro, presenta un análisis cualitativo, cuyos insumos son un
conjunto de entrevistas realizadas a los primeros habitantes del barrio y una historia no
académica de Mataderos, redactada por un antiguo vecino. Inicialmente, se recuperan las
opciones que los habitantes realizaban para decidir afincarse en el barrio, se observa que
los sectores populares eran agentes bien informados y hábiles razonadores en el plano
instrumental. Del mismo modo, resultan atractivos los testimonios referidos a la construc-
ción y difusión de la denominada Leyenda Negra de Barrio Los Perales, ésta presume que
sus incultos habitantes habrían utilizado los pisos parquet como combustible para asados y
las tinas del baño como parcelas de cultivo. Actitudes políticas, divisiones sociales, rela-
ciones Interior-Buenos Aires se juegan en la construcción de estas imágenes y en la recep-
ción que le dispensan los vecinos. Instructiva resulta la voz del historiador de Mataderos,
Ofelio Vecchio, quien pese a sindicarse como peronista e hincha de Nueva Chicago se
refiere a los primeros habitantes de Los Perales como “los coyas que vinieron del norte” y
ratifica con énfasis sarmientino los argumentos de la Leyenda Negra. No obstante, cuando
Vecchio es consultado sobre la época en que se construyó Los Perales, señala que no
transitaba la zona por razones de seguridad y que, por lo tanto, no conocía el agrupamiento
en detalle. Los argumentos de este historiador de domingo denuncian cierta heterogenei-
dad dentro de las filas peronistas: el conjunto de adherentes presentan dimensiones imagi-
narias diversas entre los que pertenecían a la inmigración masiva europea, como Vecchio,
y los nuevos migrantes internos. Distinciones expresadas en el plano social, pero que ad-
quieren especial vigor en el campo cultural e incluso obligan a Vecchio a formular algunas
críticas a la naturaleza de las políticas peronistas.
El libro finaliza con consideraciones sobre la vida cotidiana de los habitantes en los
espacios públicos y privados del barrio. En el primer conjunto son analizados el deporte,
donde Nueva Chicago y su fútbol ocupan un lugar de privilegio, las fiestas populares y las
establecidas por el peronismo, y las prácticas religiosas de la población, conjunto que
contribuye al esbozo de un perfil identitario. La vida privada, íntima y doméstica, es rele-
vada a la luz del contraste que estas dimensiones ofrecen frente a la experiencia previa de
los sujetos. Aboy pretende conocer hasta qué punto los nuevos dispositivos arquitectóni-
cos fueron capaces de modificar sus pautas culturales. La autora, además, concede una
importancia cardinal al incremento del nivel de vida y al inédito confort brindado por estas
viviendas, sin descuidar la forma en que las nuevas experiencias se solaparon con la cultu-
ra de los sectores populares. Este último capítulo responde a la intención de vislumbrar
más claramente, al margen de las discusiones producidas en torno a la urbanización popu-

195
RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS

lar, las relaciones sociales que se producen en la sociabilidad cotidiana que permite el
complejo de Los Perales y la capacidad de estas redes para forjar vínculos duraderos e
identidades compartidas, tendientes a reconstruir los parámetros axiológicos de sus inte-
grantes.
Quizá el mayor mérito de este libro sea el ensayo de aproximación que realiza sobre
la experiencia y la identidad de los sectores populares a través de sus prácticas y vida
cotidiana: la sociabilidad, las formas de habitar, cocinar, divertirse y pensarse a sí mismos.
Este costado del análisis devuelve la voz a los sectores populares y complejiza la compren-
sión de las políticas del peronismo restituyendo la perspectiva de sus receptores. Además,
Viviendas para el pueblo… consigue desintegrar la imagen presuntamente monolítica del
“urbanismo peronista”, recuperando sus incertidumbres, sus debates internos y, por sobre
todo, su aptitud para captar y equilibrar herencias e innovaciones contradictorias, aunque
pragmáticamente utilizables. Estas vacilaciones no sólo comprometieron las políticas del
gobierno durante los primeros años, sino que también interesan a la hora de observar la
valoración que algunos de sus partidarios realizan, aún hoy, respecto a aquella experiencia
de urbanización orientada a subvenir las postergadas necesidades de los sectores popula-
res argentinos.
Diego Roldán
(prohistoria – UNR – CONICET)

CAMPIONE, Daniel Prolegómenos Del Peronismo. Los cambios en el Estado Nacional


1943-1946. manuel suárez – editor, Rosario, 2003, 244 pp. ISBN 987-975151-5

L
a problemática en torno al origen del peronismo es uno de los principales temas en
la trayectoria de las ciencias sociales en el país. La intención de Campione es
indagar sobre la misma, pero teniendo por puerta de acceso el Estado Nacional.
Esto marca una descentración del objeto de estudio, dejando de lado la reiterada mirada
sociológica sobre la relación entre el movimiento obrero y Perón.
Con este libro, que tiene como origen su trabajo de tesis de maestría, el historiador
pretende dar cuenta de la compleja e imbricada relación entre los cambios y las continui-
dades que signan al Estado Nacional en los tres años que transcurren entre 1943 y 1946.
Para lograr su objetivo, enmarca este proceso en un corte temporal más amplio, remontán-
dose hacia 1930 y proyectándose hasta mediados de los 1950s.
En esos 25 años Argentina cambia su régimen de acumulación. En este proceso de
cambio, si bien participan varios actores sociales, el rol del Estado es fundamental. Dentro
de este recorte, centra su atención en la trayectoria de sus agentes, logrando hacer observa-
ble el reemplazo de la vieja elite por una nueva. Esta circulación de elites pone de mani-

196
prohistoria 9 - 2005

fiesto como los sectores periféricos dentro del aparato estatal pasan a posiciones de privi-
legio.
A lo largo de todo el relato está presente la definición de Estado que el autor explicita
en el prólogo. El esfuerzo está puesto en delimitar en forma precisa el objeto de estudio en
el que centra su análisis. Si bien la mirada se dirige principalmente a los organismos de-
pendientes del Poder Ejecutivo Nacional, éstos se conciben como el “cuerpo” en el cual se
“encarnan” las interrelaciones que mantiene la sociedad política con la sociedad civil. El
autor caracteriza el aparato del estado como un espacio atravesado por procesos sociales,
pero con autonomía para accionar sobre la sociedad.
Otro de los conceptos utilizados para dotar de significado al proceso es el de “revo-
lución pasiva” tomado de Antonio Gramsci. Esta conceptualización se va delineando a
través del análisis de los sucesos estudiados; pero es en la conclusión donde el autor la
explicita, entendiendo como tal el proceso de transformación social y política realizado
desde el Estado, a partir de 1930. El objetivo de dicha revolución es el mantenimiento de
las relaciones sociales de dominación a través de la “modificación molecular” de las mis-
mas.
En la introducción busca acercarnos al tema con una ubicación y caracterización
general del gobierno militar de 1943, teniendo en cuenta sus antecedentes y desarrollo.
Esto tiene por fin situarnos en el sentido y orientación de las grandes transformaciones que
se desarrollan en el período estudiado. Según el autor, ya en los primeros años de la década
del cuarenta, encontramos desarrollado un “clima de ideas” favorable a la redefinición de
los roles a cumplir por el Estado, especialmente en lo tocante a la política económica. Con
el gobierno militar del ’43 el proyecto de “modernización sin apertura política” es reem-
plazado por uno que combina modernización y apertura política.
El relato se centra en los cambios producidos en el aparato estatal. Por un lado,
indaga sobre su personal en un momento de transformaciones del Estado. Por otro lado,
analiza las modificaciones en su estructura y sus organismos. Por último, describe las
reacciones producidas por estos cambios en la esfera de la sociedad civil.
En el capítulo uno, el discurso se orienta a la caracterización del proceso de génesis,
desarrollo y consolidación de una nueva elite y un nueva burocracia estatal. A través de un
minucioso trabajo prosopográfico, el autor reconstruye la trayectoria de diversas personas
que terminan ocupando posiciones de jerarquía en el aparato del Estado, sin descuidar las
rupturas y continuidades en sus modos de actuar, concluyendo en que la discontinuidad
dista de ser total. Uno de los rasgos del período es la gradual, pero definitiva
profesionalización en el conjunto de las funciones de conducción económica. De este gru-
po, se destacan aquellos que provienen de sectores periféricos dentro del Estado y compar-
ten el hecho de asumir por vez primera funciones de nivel jerárquico. Otra característica es
la presencia de conservadores en los elencos del gobierno militar desde el mismo año ’43.
También desde el comienzo se observan vinculaciones entre el gobierno de facto y miem-
bros de la UCR (pp. 69 a 71). Este primer capítulo trae un anexo con la trayectoria de los
ministros, secretarios y subsecretarios de Estado entre el 4 de junio de 1943 y el 4 de junio

197
RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS

de 1946. Éste tiene como propósito brindar elementos empíricos que evidencian los ele-
mentos de continuidad entre el periodo anterior (1930-1943) y el revolucionario (1943-
1946) señalados por el autor.
El capítulo dos se ocupa de las modificaciones desarrolladas en el aparato estatal
propiamente dicho, atendiendo en primer lugar a las transformaciones en el plano econó-
mico-social. La tendencia predominante es la creación de nuevos organismos. El gobierno
de 1943-1946 corrige y amplia los mecanismos de intervención estatal en la esfera econó-
mica y en la vida social construidos a lo largo de la década del treinta. Prevalece en aquel
un fuerte criterio de desarrollo organizacional en ciertas áreas, fortaleciendo algunas com-
petencias. Lo antedicho es reelaborado bajo la hipótesis de que las transformaciones no
son parejas, además de no afectar a todas las áreas por igual (p. 112).
El capítulo tres profundiza el análisis desarrollado en el apartado precedente incor-
porando una descripción detallada, área por área, de los cambios acaecidos. Siguiendo la
reforma del Estado, organismo por organismo, el análisis logra elementos de síntesis acer-
ca de la misma que no hubieran sido observables ante una visión más general. La Presiden-
cia de la Nación, Agricultura, Industria y Comercio, Trabajo y Previsión, Hacienda, Obras
Públicas, Interior, Consejos Nacionales, Sistema Bancario Oficial, Instituto Argentina de
Promoción del Intercambio, Estadísticas y Registros, son las áreas abordadas para estable-
cer el grado en que el Estado se propone encarar un proyecto de reorientación del proceso
de acumulación, redistribución de la riqueza e integración social, política y cultural de
sectores postergados, todo esto en forma consciente y racional a partir de junio de 1943 (p.
154).
En el capítulo cuatro indaga las reacciones de la Unión Industrial Argentina y la
sociedad Rural Argentina ante las transformaciones operadas en el aparato del Estado y
sus relaciones. Indaga este tema en el afán por comprender, de una forma aproximada, las
reacciones existentes entre la sociedad civil y el aparato estatal. Las actitudes de las centra-
les empresarias respecto al gobierno emanado del golpe del 4 de Junio van de un apoyo
inicial a una “guerra total”, pasando por un progresivo distanciamiento de las iniciativas
propugnadas por el mismo. Este conflicto también es analizado hacia el interior de las
organizaciones empresariales, en particular de la UIA, donde los enfrentamientos y las
escisiones terminan con su intervención gubernamental. (p. 212).
El capítulo quinto es una conclusión presentada en forma de sucinto balance de los
cambios, su sentido y orientación, operados en el transcurso de los tres años del gobierno
militar. Según Campione esta etapa de la historia del Estado argentino es de transición, los
cambios no estaban consolidados, el Estado se adjudica amplios poderes a fines de preser-
var un orden y una paz social puesta en riesgo potencial por la ceguera de los gobiernos
conservadores. El nuevo modelo estatal debía resolver los conflictos, controlar la lucha de
clases para librarla de sus aspectos destructivos y transformarla en colaboración activa de
todas las clases, manteniendo en alto el estandarte de la “unidad nacional”, valor funda-
mental que se había intentado construir en los años anteriores, y que debía seguir su desa-
rrollo de 1946 en adelante (p. 232).

198
prohistoria 9 - 2005

Los prolegómenos... señalan que, en cierta forma y desde la perspectiva del Estado,
el peronismo vino a realizar de manera efectiva proyectos preexistentes. En medio de tanta
ruptura el autor nos muestra los elementos de continuidad que están presentes a lo largo de
todo el período que abarca desde 1930 a 1955. Usando documentos oficiales, diarios de la
época, publicaciones periódicas, testimonios y entrevistas realizadas por él, logra recons-
truir minuciosamente el clima de ideas, las prácticas de las elites, los modos de operar de
las distintas burocracias y en particular, los proyectos implementados por parte del gobier-
no de facto. Esto sin perder de vista que no eran los únicos proyectos existentes y que en
determinado momento entraron en contradicción con los intereses de algunas organizacio-
nes de la sociedad civil, como por ejemplo la UIA. En junio de 1946, con una nueva
legitimidad, con una estructura organizacional más compleja y con una perspectiva tempo-
ral prolongada, el Estado debía probarse en la consolidación de una nueva fórmula política
y social que reemplazase de forma duradera el Estado “neo-oligárquico” precedente.
Agustín Nieto
(UNMdP)

GIRBAL-BLACHA, Noemí Mitos, paradojas y realidades en la Argentina peronista


(1946-1955). Una interpretación histórica de sus decisiones político económicas,
Universidad Nacional de Quilmes, Buenos Aires, 2003, 275 pp. ISBN: 987-558-017

L
a lectura de este libro ofrece un doble interés. En una primera aproximación, se
puede valorar su provisión de valiosa y abundante información sobre el crédito
otorgado a la producción por la banca nacional durante el peronismo. A través de
un trabajo archivístico de gran alcance sobre documentación bancaria (Banco de Crédito
Industrial Argentino, Banco de la Nación Argentina, Banco de la Provincia de Buenos
Aires y el Banco Hipotecario Nacional), la autora traza un panorama de las políticas
crediticias seguidas por el gobierno nacionalista, popular y dirigista del General Perón
entre 1946 y 1955. Analiza las apuestas financieras oficiales apuntadas a las industrias
dinámicas que marcaron el perfil de la “nueva Argentina” en comparación a las que
recibieron el agro, las industrias tradicionales, el cooperativismo agrario y algunas empresas
de la cultura popular (editoriales, productoras cinematográficas y televisión). Meritorio
trabajo que deja disponible una masa de datos que dan cuenta de las cantidades y
condiciones de préstamo, el destino de los mismos y los sectores que fueron privilegiados
o postergados.
Pero creemos que la estructuración argumental, esto es, los problemas, las preguntas
y las hipótesis que plantea la autora son el atractivo central de Mitos, paradojas y realida-
des.... La reconocida historiadora cuestiona el carácter monolítico y de quiebre respecto
de la Argentina de principios de siglo, que tanto el discurso peronista como la historiografía

199
RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS

“tradicional” le han dado al período 1946-1955. En esta tarea de confrontar discursos con
prácticas, en materia de políticas crediticias, enfatiza el carácter heterogéneo y contradic-
torio (paradójico) de la Argentina peronista.
¿Qué hechos o conceptos guarda la memoria colectiva y cuáles se han sumido en el
olvido para la sociedad argentina? ¿Cuáles son las huellas y los borrones en la memoria de
los argentinos? Con estas preguntas Girbal-Blacha introduce su reflexión sobre este perío-
do de la historia argentina tan prolífico en mitologías, pero sobre un campo en el que no
suele hablarse en estos términos: el de las políticas económicas. Desde que Perón ganó las
elecciones en febrero de 1946, las premisas de “justicia social, independencia económica
y soberanía política”, combinadas con la nacionalización de los servicios públicos y la
repatriación de la deuda, inauguran una visión homogénea sobre el peronismo. En este
marco y con relación al crédito otorgado a la producción, N. Girbal-Blacha intenta diluci-
dar ¿cuánto hay de mítico y cuánto de realidad en estas imágenes?
La reforma financiera de 1946 que estatiza el Banco Central, nacionaliza la banca y
los depósitos fue un instrumento clave con el que contó el gobierno peronista para la
distribución del crédito a la producción. Con respecto a los sectores productivos más diná-
micos, los principales beneficiarios fueron las fábricas textiles, el ramo de las metalúrgicas
y las del sector alimenticio. Discriminando por sectores y ramas productivas, la autora
analiza la concesión de crédito oficial a diferentes empresas y las deudas que las mismas
mantuvieron con la banca nacional. Los resultados: el crédito estatal asume un rol funda-
mental para la consolidación de ciertas empresas, ya sean nacionales o multinacionales.
Un ejemplo de la pluralidad de casos estudiados es el de la multinacional automotriz Kai-
ser.
La evaluación de las deudas que estas empresas mantienen, tributa a una de las tesis
centrales del libro: “el Estado vuelve a pagar los costos de un accionar financiero que
elude el contralor del dinero prestado y que termina por perjudicar al Tesoro Nacional” (p.
72). Teniendo en cuenta el destino otorgado a los empréstitos y el deficiente control esta-
tal, la autora concluye que, a través del crédito oficial, la burguesía industrial financia las
mejoras sociales otorgadas por el gobierno y refinancia sus deudas postergando la moder-
nización de las plantas fabriles.
El lugar que ocupó la Argentina “tradicional” en la agenda crediticia peronista es
desarrollado en un capítulo aparte que comprende un minucioso estudio de casos del sec-
tor agro-ganadero e industrias tradicionales. Girbal muestra de qué manera el discurso
amenazante hacia los actores sociales identificados con estos últimos rubros se contrade-
cía con algunas decisiones y prácticas. El agro y la producción agraria fueron soportes
estratégicos para llevar a cabo el Primer Plan Quinquenal. A pesar de que la estrategia del
IAPI fuese monopolizar el comercio exterior y retener parte de la renta agraria para
redistribuir el ingreso, los sectores productivos de la Argentina tradicional nunca se vieron
privados de crédito oficial. En definitiva, en materia crediticia, la política industrial de
Perón no desestimaba ni desalentaba la actividad agropecuaria ni a las agroindustrias. Otra

200
prohistoria 9 - 2005

paradoja: el Gobierno Nacional se envolvía en confrontaciones públicas y, a la vez, tendía


acuerdos privados.
Destaca un capítulo dedicado a la relación entre el Estado peronista y el cooperati-
vismo agrario. También aquí la autora realiza un exhaustivo estudio de casos que refuerzan
la hipótesis de que, a pesar de los cambios en la “nueva” Argentina, las continuidades están
siempre presentes. Antes que emprender un cambio en el modelo de desarrollo vigente, se
habría tendido a reforzar el perfil agropecuario del país.
Una crítica que se reitera a lo largo de Mitos, paradojas y realidades... se refiere al
papel del Estado (tanto como supervisor y empresario). Los beneficios de un crédito ven-
tajoso para los empresarios no se tradujeron en una mejora técnica ni productiva del sector
industrial. El destino de los mismos fue la compra de materias primas y la financiación de
las mejoras sociales que promovía el gobierno populista. La autora le atribuye la responsa-
bilidad de haber desperdiciado la “gran oportunidad” tanto a la escasa decisión del Estado
para orientar y controlar el destino de los préstamos, como a la falta de decisión de la
burguesía industrial para asumir el riesgo empresario.
Tal vez la pregunta referida a por qué la memoria colectiva atesora unos aconteci-
mientos y deja de lado otros, no encuentre una única explicación en la confrontación de los
mitos con las decisiones político económicas concretas. Muchos autores han profundizado
en el estudio de los mitos peronistas, pero, a nuestro parecer, siempre se ha priorizado los
centros de producción de esa mitología. Las vivencias y las elecciones de las personas
hasta ahora no han sido estudiadas.
Otra mirada al problema que plantea Girbal-Blacha sería un trabajo sobre las per-
cepciones de los sujetos que han adherido o despreciado al Peronismo. La conceptualiza-
ción del peronismo como un gobierno populista en clave germaniana, cuyo rasgo principal
es la manipulación de amplios sectores populares, recorta un fenómeno complejo como el
de la memoria colectiva. En vez de plantear los intentos del gobierno por “adoctrinar” a la
población termina por afirmar que la manipulación realmente se dio.
A pesar de este último desencuentro interpretativo, el atractivo de Mitos, paradojas
y realidades... es múltiple. Su riqueza documental lo transforma en una lectura estratégica
para el estudio del período. La autora propone una nueva mirada a los estudios sobre las
políticas económicas: trabajar estos discursos como promotores de mitologías. Sus críti-
cos interrogantes, no sólo a las políticas económicas, sino también a la memoria colectiva
lo sitúan como un libro de actualidad: una reflexión con un fuerte cuestionamiento político
a un período que marcó el último medio siglo de historia nacional.
Andrea Torricella
(UNMdP)

201
RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS

SPINELLI, María Estela Los vencedores vencidos. El antiperonismo y la “revolución


libertadora”, Editorial Biblos, Buenos Aires, 2005, 345 pp. ISBN 950-786-494-6

L
a literatura referida a la experiencia antiperonista durante la Revolución Libertadora
es a la vez amplia y parcial. Amplia porque la problemática ha sido abordada
desde múltiples enfoques, fundamentalmente desde las historias partidarias y desde
los relatos individuales de algunos de sus muchos protagonistas, ya sean civiles o militares,
ya estén a favor o en contra de la coalición golpista. A la vez parcial, porque la mayoría de
los estudios académicos indagan sólo sobre algunas de las fracciones o actores que se
constituyen dentro del bloque antiperonista.
María Estela Spinelli analiza en este libro la experiencia política de los dirigentes,
partidos y gobiernos antiperonistas durante la “revolución libertadora”, explorando para
ello en sus ideales, expectativas y proyectos, como también en sus fracasos, prejuicios y
frustraciones, a partir de un registro temporal deliberadamente estrecho (1955-58) aunque
remontándose hacia el período previo. Cruzando transversalmente el recorrido histórico,
plantea también el debate sobre las dos nociones de democracia que serán esgrimidas
como posibles salidas de cara al futuro durante aquellos años.
El sugerente título Los vencedores vencidos... abona inmediatamente el diálogo crí-
tico que sostiene la autora: “Bien pronto militares y políticos antiperonistas entablaron una
confrontación para adueñarse de espacios, recursos y electorado, que a la postre condujo
al desprestigio y la frustración del gobierno y de la revolución misma.” (p. 11)
El libro se divide en tres partes: En la primera, denominada “La revolución libertadora:
expectativas y fracasos”, relata los entretelones de la sublevación antiperonista reconstru-
yendo las alternativas de lucha previas al golpe cívico-militar entre peronistas y
antiperonistas, desde la conformación de la Unión Democrática. También repasa en el
primer apartado los diferentes grupos de opinión, intelectuales y dirigentes que en el trans-
curso de los gobiernos peronistas comienzan a sumarse a la oposición siendo luego parte
de la conspiración golpista.
Spinelli indaga sobre los grupos ligados a la iglesia católica, fuertemente reactivos al
gobierno peronista. Estas fracciones aparecen como un foco aglutinante entre los
antiperonistas durante la antesala de la revolución libertadora. La revolución se caracteri-
zó así por haber tenido “un largo y accidentado período gestación.” De tal modo, la pre-
gunta sobre cuándo y bajo qué condiciones el antiperonismo estuvo maduro para triunfar,
se transforma en una de las claves del libro.
Las dos experiencias ejecutivas que componen la etapa de transición revolucionaria
aparecen analizadas en el libro con detalle.
La gestión de Eduardo Lonardi, la primera de la transición revolucionaria, ocupará
un lugar singular el la evaluación de Spinelli por tratarse de un intento conciliador inte-
rrumpido. Algunos actores políticos de la época consideraron a Lonardi “el impulsor de un
proyecto nacionalista que pretendió crear un peronismo sin Perón”. Sostiene la autora que
la política de Lonardi se caracterizaba por el intento de llevar adelante el lema “pacifica-

202
prohistoria 9 - 2005

ción-desperonización” a partir de la pretendida colocación de su gobierno por encima de


los bandos en conflicto.
La desperonización en tanto, es leit-motiv de buena parte del amplio espectro que
formaba la coalición triunfante en función, para algunos, de construir una nueva “repúbli-
ca restrictiva”.
Spinelli muestra que el fracaso del gobierno de Lonardi radicó “en la imposibilidad
de compatibilizar el objetivo de pacificación con las ambiciones desperonizadoras de im-
portantes sectores civiles y militares” (p. 63)
La gestión Aramburu-Rojas es contemplada por la autora como el momento de agu-
dización en el conflicto peronismo-antiperonismo “El plan de acción del gobierno en esta
nueva etapa se funda en una noción mucho más homogénea de lo que había sido el peronismo
en la historia política Argentina, la manifestación vernácula del nazi-fascismo.” (p. 74).
Pone el acento en el interrogante que para los actores epocales significará la subleva-
ción peronista abortada, y el castigo ejemplificador que suponen los deleznables fusila-
mientos posteriores.
Durante la segunda gestión revolucionaria quedó claramente expuesta la intención
de reconstruir un nuevo orden político sin el peronismo. La autora remarca el protagonismo
que pretenden adquirir los partidos en esta etapa, además de los posicionamientos frente a
este nuevo gobierno de transición, y la necesidad de una salida en el marco de las institu-
ciones.
La segunda parte del libro, “Los partidos antiperonistas”, describe las tres diferentes
fracciones del arco político de la coalición triunfante en 1955.
La primera vertiente, el “antiperonismo radicalizado” descrito como “liberal y
revanchista” según la visión recogida de sus críticos contemporáneos; está constituido por
socialistas, demócratas progresistas, demócratas cristianos y algunos conservadores. Este
grupo fue denominado al calor de los acontecimientos como “la revancha de las clases
ilustradas sobre la plebe peronista”.
El revanchismo estuvo hegemonizado en el terreno de las ideas por las posiciones
reformistas socialista y demócrata progresista. Su ideario tenía el objetivo de constituir
“un reaseguro contra la dictadura de las mayorías” centrando su acción propagandística en
su actuación en la Junta Consultiva Nacional. Desde el papel que los antiperonistas
radicalizados desempeñaron dentro de este órgano, Spinelli seguirá gran parte de la tra-
yectoria e ideas de la fracción política en cuestión.
El segundo grupo es identificado por Spinelli como “antiperonismo optimista”, allí
describe a su principal componente, la UCR del Pueblo, que ofició de aliada y colaborado-
ra del gobierno del general Aramburu.
Los optimistas serán los impulsores de la reforma constitucional de 1957 poniendo
límites, rastreados por la autora, a las aspiraciones del antiperonismo radicalizado. Esta
fracción aparece como creyente de la justicia social en democracia; es decir, abonan la
teoría del engaño considerando que desaparecido el peronismo el electorado podría ser
captado por los partidos verdaderamente democráticos.

203
RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS

Los “antiperonistas tolerantes” forman la tercera de las fracciones. Entendidos por


Spinelli como los que construyeron una alternativa política al segundo gobierno de la
revolución libertadora, el rasgo base de los tolerantes será aceptar la legitimidad y existen-
cia de la identidad peronista. En este frente se ubicaron radicales intransigentes, comunis-
tas y también partidos nacionalistas (Unión Federal, Azul y Blanco) que aceptaron en dar
curso a la candidatura de Arturo Frondizi y Alejandro Gómez a las elecciones presidencia-
les de 1958.
La autora analiza las ideas y proyectos del grupo frondizista en el marco de la Con-
vención Constituyente de 1957, sin perder de vista los importantes intelectuales que acom-
pañaron y fundamentaron estas propuestas. El frente nacional, como también ha sido con-
siderado, desnudó la temprana vocación de los intransigentes por constituirse en opción
electoral, acompañados de las particulares tomas de posición de sus compañeros de ruta,
los comunistas.
La última parte, “Por qué los vencedores fueron vencidos”, focaliza en la búsqueda
de respuestas al interrogante que titula el apartado, y constituye el principal problema de la
pesquisa.
La autora analiza las propuestas antagónicas y las coincidencias que existen entre las
tres tendencias antiperonistas descritas durante en la segunda parte del libro, y que abarca
temporalmente el último tramo del segundo gobierno provisional.
Las disputas respecto al nuevo orden político que debía instituirse, así como las
diferentes imágenes que se construyeron del fenómeno peronista, ganaron la escena en el
tiempo transcurrido entre la elección de constituyentes y las elecciones de 1958 que consa-
gró la fórmula de la UCR intransigente.
Spinelli encuentra las claves del fracaso de la revolución libertadora, en los antago-
nismos ideológicos y los posicionamientos coyunturales que se dan entre los diferentes
grupos políticos antiperonistas. El rasgo unitario que encuentra desde el comienzo de la
revolución, es que a partir de diferentes proyectos todo el antiperonismo pretendía una
salida democrática.
La fuerza electoral del proscrito se entendió tempranamente por algunos como un
problema de difícil solución; extirpar bajo atisbos de legalidad y dosis coercitivas casi una
década de historia social y política Argentina se presentaría casi como un camino sin retor-
no en las décadas subsiguientes.
Pablo Martín Pérez Branda
(UNMdP)

204
prohistoria 9 - 2005

JAMES, Daniel Doña María: historia de vida, memoria e identidad política, Manantial,
Buenos Aires, 2004 [Doña María’s Story, Life, History, Memory, and Political Identity,
(2000), traducción de Horacio Pons], 291 pp. ISBN 987-500-085-X

E
l presente trabajo de Daniel James posee una serie de aportes que llevan a que el
mismo se transforme en mucho más que un libro sobre un relato de vida. De he-
cho la reflexión que despierta en el autor el testimonio de María Roldán constituye
un claro de ejemplo de cómo la problematización histórica depende, en mayor grado, del
talento intelectual del historiador más que de la propia fuente histórica.
El relato de doña María, grabado entre 1987 y 1988, marcado por su experiencia
como obrera de la industria de la carne en Berisso, su militancia sindical y su identidad
peronista, sirve para que James realice una profunda revisión del alcance de las fuentes
orales en la práctica histórica. De tal forma este trabajo posee una calidad triangular: por
un lado como narración de la experiencia –tanto de clase como de genero– de doña María,
por otro como un trabajo histórico y etnográfico de Berisso y por último como una acaba-
da problematización teórica.
De hecho, la estructura del texto deja entrever esta calidad. El libro está conformado
por cuatro partes en las cuales los tres niveles de análisis se entretejen para dar una forma
acabada al trabajo.
El prólogo en realidad edifica una reconstrucción histórica, a partir del análisis de
los monumentos del Centro Cívico de Berisso, del proceso de formación de las principales
identidades colectivas de la ciudad: la inmigración, el trabajo en los frigoríficos y el
peronismo. A su vez, a través del análisis de estos “paisajes de la memoria” (p. 18) el autor
logra no sólo la reconstrucción de la memoria colectiva, sino también entrever los conflic-
tos latentes en la misma y su carácter paradójico como celebración de un pasado idealiza-
do frente a la decadencia del presente. Este ejercicio da forma a una contextualización
sociohistórica que, a diferencia de la mayoría de la literatura testimonial en la Argentina,
nos permite anclar el testimonio de doña María, cuya trascripción constituye la segunda
parte del libro.
Si bien no pretendemos menoscabar el valor del relato de doña María –su importan-
cia como militante sindical, su participación en el 17 de Octubre y su papel en la formación
del laborismo y del peronismo en Berisso– lo cierto es que las reflexiones y la lectura de
este “constructo cultural” (p. 128) realizada por James a lo largo de los distintos capítulos
de la tercera parte del libro son las que otorgan una mayor significación al relato.
Atento a los problemas de la historia oral, James evidencia, especialmente en el
capítulo “Escuchar en medio del frío”, sus propios problemas frente a la construcción del
relato de doña María; los riesgos y los aciertos de la empatía entre el historiador y el
entrevistado, el peligro de la representación prosopopeica y la incapacidad del entrevista-
dor para lograr una apertura ante su interlocutor. A su vez, James destaca cómo el testimo-
nio oral –si bien posee un valor específico– ha sido utilizado erróneamente en los estudios
sobre la memoria. Crítica que el autor vuelve contundente realizando un análisis sobre la

205
RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS

memoria de los obreros del frigorífico Armour, a partir de un breve estudio de las ceremo-
nias conmemorativas realizadas en la década de 1980 (pp. 146-159).
En cuanto al relato particular de doña María, el autor parte de la concepción del
testimonio oral como una narración que establece el “patrón clave de la estructura narrati-
va” del mismo, marcado por una pretensión de ascenso social a partir de un rechazo de la
injusticia social y del consecuente compromiso social y político (p. 164). James rastrea los
distintos modelos narrativos que el testimonio asume, teniendo en cuenta las huellas del
contexto cultural, ideológico y moral que la realidad de Berisso le imprimió. De esta ma-
nera el relato de doña María se construye a través de tres modelos narrativos principales: el
épico, evidente en la reconstrucción del 17 de Octubre, las elecciones de 1946 y en las
reformas sociales del peronismo; el del romance, a través del cual doña María establece su
papel individual dentro de la epopeya épica; y por último un modelo narrativo mucho más
complejo y oscuro, que se hace patente en ciertas codas del relato que reflejan fuertes
tensiones en la propia experiencia de María Roldán.
El estudio específico de este modelo narrativo, el cual aparece en sucesivas ocasio-
nes durante el relato, permite a James desplegar, de una forma práctica, las posibilidades
de un complejo y refinado corpus teórico. El análisis de una serie de anécdotas
circunstanciales a lo largo del relato permitió al autor describir una serie de tensiones
internas que reflejan hechos de la vida de doña María que de cierta forma han resultado
traumáticos para ella. El sufrimiento de la represión, las desavenencias con la estructura
del peronismo y la suerte corrida por el Partido Laborista, son los hitos recurrentes de este
modelo, el cual el autor identifica como la “ironía trágica” del testimonio (p. 208).
En tal sentido la utilización de herramientas analíticas de una variada gama de co-
rrientes le permite a James sonsacar, especialmente en el capítulo tres, el más oscuro de los
problemas que presenta el relato de doña María: el género. Si bien no es una de las claves
de autorrepresentación predilectas en este testimonio (en el cual aparece gracias a la insis-
tencia del autor), la relectura propuesta demuestra las crecientes tensiones existentes entre
el discurso ideológico formal con respecto al papel de la mujer, al cual adhiere doña María
(aquel que le atribuyó el peronismo a la mujer), y los elementos de un emergente
contradiscurso surgido de su experiencia de genero en el contexto fabril de los años 1940s.
No obstante queda claro, más allá de los elementos contradiscursivos –la representación
de Evita como una luchadora, en contra de la imagen de la “señora de Perón”– elaborados
por doña María, que su adopción de la ideología dominante en cuanto al problema de
género tiene un peso relevante.
El análisis de un poema escrito por doña María a una compañera que murió a causa
de una tuberculosis en 1947, lleva al autor a completar este trabajo con un estudio sobre
los consumos culturales propios de doña María y de gran parte de los obreros de Berisso.
James vislumbra una emergente tensión en el poema. Si bien podría enmarcarse en el
modelo del melodrama, común a la cultura popular argentina del período, la contradicción
entre un discurso conmemorativo de la mujer obrera frente al modelo impuesto por la

206
prohistoria 9 - 2005

ideología dominante, formaría parte de una “estructura de sentimiento emergente” crítica


de las concepciones dominantes sobre la mujer.
A pesar de la agudeza en su análisis, un lector desprevenido o cargado de prejuicios
podría creer que el esfuerzo de Daniel James redunda en una mera conmemoración de la
vida de doña María Roldán o de la memoria colectiva de los trabajadores de Berisso. Y por
extensión del propio peronismo. No obstante, el epílogo demuestra el profesionalismo del
autor. La paradoja de un peronismo entregado a la lógica de un capitalismo globalizado,
que llevó adelante la destrucción del mundo del trabajo, tendrá consecuencias irremedia-
bles en la identidad política de Berisso. La memoria colectiva de un Berisso peronista no
podrá, según James, sobrevivir a la desaparición de las fábricas. Más allá de la empatía del
autor.
En síntesis, este trabajo tiene la validez de aquellos textos que permiten su abordaje
desde distintos niveles de lectura. Ya sea como un simple relato de vida, como una etno-
grafía de la comunidad de Berisso o inclusive como un manual de historia oral, Doña
María se encuentra en consonancia con el importante aporte que James ha realizado a los
estudios sobre el peronismo.
Juan Iván Ladeuix
(UNMdP)

MACOR, Darío y TCACH, César (eds.) La invención del peronismo en el Interior del
país, Ediciones UNL, Santa Fe, 2003, 480 pp. ISBN 987-508-211-2

ucho se ha escrito ya acerca de los orígenes del peronismo. Desde mediados de

M la década de 1950, literatos e historiadores se han propuesto develar los miste-


rios del “enigma peronista”. Estos esfuerzos, sin embargo, no han podido esca-
par a ciertas generalizaciones impuestas por la mitología fundacional del movimiento, la
cual extiende a todo el país fenómenos que fueron, más bien, reducidos a ciertas zonas. El
libro de Darío Macor y César Tcach intenta superar estas macrointerpretaciones incorpo-
rando nuevos espacios y líneas interpretativas que rescatan las especificidades provincia-
les y que permitirían echar algo de luz en lo que respecta al proceso de construcción de los
peronismos periféricos.
En el artículo que sirve de introducción al libro, los editores realizan una revisión
general de los principales estudios que se han ocupado del fenómeno peronista, y propo-
nen una clasificación que los agrupa en tres grandes tendencias: las interpretaciones orto-
doxas, surgidas a partir de mediados de la década de 1950 de la mano de Gino Germani,
las interpretaciones heterodoxas, desarrolladas desde la década de 1970 como revisión de
las precedentes –uno de cuyos más conocidos exponentes es el estudio de Murmis y
Portantiero–, y finalmente, las interpretaciones extracéntricas, que surgen a mediados de

207
RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS

la década de 1980. La particularidad de esta última línea interpretativa, en la que se inscri-


be este trabajo, es que busca realizar una “reconstrucción genética del peronismo en las
provincias argentinas” (p. 8). Esta propuesta le impone, necesariamente, alejarse de los
tradicionales estudios provenientes del campo sociológico, centrados en Buenos Aires y
en los efectos del proceso previo de industrialización como ejes analíticos.
En los once artículos restantes que componen esta compilación se analizan diversas
experiencias provinciales, a través de las cuales se busca comprender cuáles fueron las
características que permitieron al peronismo originario ser viable en el interior del país, es
decir, en contextos poco o nada industrializados. Según Macor y Tcach, el surgimiento y la
consolidación del peronismo habría asumido, en los casos provinciales, una doble diversi-
dad: por un lado, un proceso y modalidad de construcción diferente al presente en zonas de
mayor desarrollo obrero-industrial, y por otro, características locales específicas en lo que
concierne a las formas de procesar y resolver los conflictos sociales y políticos.
Los trabajos están organizados en cuatro núcleos espaciales: 1) Córdoba y Santa Fe;
2) provincias cuya estructura productiva se organiza alrededor de la actividad azucarera
(Jujuy, Salta y Tucumán); 3) Mendoza; y 4) los territorios patagónicos. El objetivo de esta
zonificación es localizar elementos comunes en los diversos conjuntos provinciales que
permitan diseñar un mapa explicativo más general. Si bien en cada zona se presentan
características locales no trasladables a otras regiones, los diferentes casos guardan entre
sí dos elementos en común: por un lado la fuerte presencia de sectores tradicionales con
una estructura de dominación social y política consolidada a través del tiempo, y por otro
–excepto en el caso de Tucumán– una clase obrera relativamente débil y en vías de organi-
zación sin presencia de elementos inmigratorios. El peso relativo de ambos factores en
cada contexto local es el eje que permite a los diferentes autores explicar las características
específicas que tomó la construcción de los peronismos provinciales.
El primer grupo considerado presenta notables características: presencia de sectores
tradicionales altamente consolidados, tanto en las estructuras partidarias provinciales como
en las instancias extra-partidarias de dominación, sobre los que el peronismo tendió a
implementar mecanismos más caracterizados por la agregación y burocratización que por
la sustitución. En Córdoba, la fuerte presencia del conservadurismo, el nacionalismo y el
catolicismo brindó al proceso de constitución peronista un escenario sobre el que asentar-
se a partir de la negociación con las más altas esferas del poder provincial. El Partido
Laborista cordobés, en este contexto, tenía pocas posibilidades de surgir como ala repre-
sentativa dentro del nuevo movimiento. Los artículos de César Tcach y Marta Philp confir-
man, de esta manera, el alto componente tradicionalista que caracterizó al peronismo cor-
dobés en sus primeros años. En el caso santafesino, analizado por Darío Macor y Natacha
Bacolla, el peronismo también surgió como una “tradición de mezcla” resultado del pro-
yecto de reconciliación y mediación con las tendencias políticas preexistentes: el naciona-
lismo, el catolicismo y ciertos sectores del yrigoyenismo. Estas tradiciones constituyeron
un punto de partida que proveía no sólo una estructura institucional y partidaria ya conso-
lidada, sino también lazos y vías de acceso alternativas de probada efectividad hacia las

208
prohistoria 9 - 2005

bases. La nueva elite provincial que se constituirá en este período, por lo tanto, no consti-
tuye una ruptura con las tradiciones previas, sino una reformulación al calor de la nueva
cosmogonía que acompañaba al ascenso de Perón al gobierno nacional.
En el caso de las tres provincias azucareras, las variaciones en la relación entre sec-
tores tradicionales, movimiento obrero y construcción peronista traen consecuencias bas-
tante esclarecedoras. Adriana Kindgard analiza el caso jujeño, en donde la casi inexisten-
cia de un movimiento obrero organizado y una fuerte experiencia previa de liderazgo
personalista por parte de una facción yrigoyenista (tanquismo) permitieron la consolida-
ción de un peronismo homogéneo y cohesionado desde un primer momento. De acuerdo al
estudio de Azucena del Valle Michel, Esther Torino y Rubén Correa sobre Salta, un patri-
ciado azucarero que monopoliza los resortes políticos coexiste con organizaciones obreras
que, si bien son bastante débiles, hacen oír sus reclamos. Estos sectores obreros organiza-
rán el Partido Laborista salteño, pero su inexperiencia y falta de estructura organizada
harán que el líder nacional se vuelque por otros apoyos mejor consolidados. En Tucumán,
caso estudiado por Gustavo Rubinstein, la presencia obrera es mucho más fuerte en los
orígenes del proceso. Sin embargo la organización gremial que nuclea a los trabajadores
del azúcar tucumanos (FOTIA), actor clave en la formación del Partido Laborista tucumano,
tuvo que atravesar una serie de enfrentamientos que lo fueron alejando de su lugar de
representante de las bases obreras en el nuevo partido, facilitando la consolidación de
sectores más tradicionales. El trabajo de Noemí Girbal-Blacha, si bien se ocupa de anali-
zar las relaciones entre las instituciones bancarias y los grandes ingenios tucumanos, ter-
mina corroborando este fenómeno de colaboración entre, en este caso, los empresarios
azucareros y el Estado peronista.
El proceso mendocino, analizado por Yamile Álvarez, es un claro ejemplo en el que
la constitución del peronismo aparece como una construcción pragmática: aquí el nuevo
bloque de poder quedará constituido por una alianza, digitada por Perón, entre un sector
obrero débilmente organizado, uno independiente y uno radical, en donde los dos prime-
ros estarán subordinados al tercero en razón de su mayor capacidad y experiencia
organizativa partidaria. Lo llamativo del caso de Mendoza es que el apoyo radical con el
que contará el peronismo no provendrá de las líneas del lencinismo –experiencia de go-
bierno populista y antioligárquica que tuvo lugar en las décadas previasa–, sino del
yrigoyenismo más tradicionalista.
El último núcleo territorial, el de los territorios nacionales patagónicos, es analizado
en dos trabajos: el primero, a cargo de Enrique Mases y Gabriel Rafart, se centra en las
zonas de Río Negro y Neuquén, mientras que el segundo, de Juan Vilaboa y Aixa Bona, lo
hace en Santa Cruz. Estas zonas fueron, por lo general, “descuidadas” tanto por los gobier-
nos nacionales anteriores como por los partidos tradicionales (a raíz de su baja densidad
demográfica y a sus cualidades “fronterizas”). El cuadro de situación mostraba unas elites
dirigentes y una organización obrera sumamente débiles y sin trayectoria histórica. Los
sectores populares, tanto rurales como urbanos, serán exitosamente interpelados por Perón,
el primer dirigente nacional que se constituye en un potencial interlocutor para ellos, per-

209
RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS

mitiendo la formación de un movimiento basado más en lazos personales de lealtad que en


adscripciones partidarias. En el caso de las elites dirigentes, su fuerte heterogeneidad y la
debilidad de sus relaciones con otros partidos políticos habrían permitido el rápido encua-
dramiento y la subordinación a las autoridades nacionales.
Los aportes que este libro provee son sumamente interesantes. El término “inven-
ción”, presente en el título, es sugerente en cuanto a la necesidad de revisar ciertas explica-
ciones, míticas o no, que han extendido y naturalizado una visión “espontaneísta” acerca
del período formativo del peronismo. Por otra parte, la construcción del peronismo en los
casos provinciales analizados presenta ciertas características generales que la diferencian
de los procesos, más estudiados, que tuvieron lugar en Buenos Aires y en otros grandes
centros industriales: la existencia de un movimiento obrero relativamente débil –con la
consecuente debilidad del laborismo como actor fundacional– y la omnipresencia de sec-
tores con una larga trayectoria de dominación, y por lo tanto, irreductibles en la arena
política y social. Por último, y al contrario de lo que comúnmente se supone, el apoyo del
tradicionalismo provincial al peronismo no se circunscribió a los sectores conservadores,
sino que amplias franjas de los sectores industriales, del catolicismo y de sectores de la
política –principalmente el radicalismo yrigoyenista– se nuclearon también tras las filas
peronistas. Faltaría por revisar, para lo cual el presente libro podría ser un tentador punto
de partida, la evolución que en lo sucesivo tuvieron estos casos provinciales y su relación
con el desarrollo seguido por el peronismo en la provincia de Buenos Aires.
Alejandra Ardanaz
(UNMdP)

SALAS, Ernesto Uturuncos. El origen de la guerrilla peronista, Biblos, Buenos Aires,


2003, 138 pp. ISBN 950-786-386-9

D
e reciente publicación, el trabajo de Ernesto Salas se inscribe en la copiosa
producción historiográfica sobre las décadas de 1960 y 1970 en la Argentina,
que ha visto la luz en particular desde la segunda mitad de la década de los años
1990s. En esta producción, la década de 1970 recibe la mayor atención, lo que se explica
si tenemos en cuenta que las dos organizaciones principales del período –Montoneros y
Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP)– tienen su acto fundacional en 1970: el
“Aramburazo” y el V Congreso del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) en
el que se fundó el ERP ocurrieron en mayo y en julio de ese año, respectivamente. Fue en
esta última etapa en la que los procesos políticos y sociales que se abrieron en 1955
aparecen desplegados y adquieren dimensiones masivas.
En este sentido, la obra de Salas permite enlazar el proceso abierto a partir de la
caída de Perón, la Resistencia Peronista, con los diferentes ensayos que sin solución de

210
prohistoria 9 - 2005

continuidad fueron conformando un espacio en el que se sucedieron diferentes experien-


cias hasta que a fines de los 1960s. –ante el proceso de radicalización masiva del que el
Cordobazo y otros movimientos semi-insurreccionales dan cuenta–, se convirtieron en
fuertes estructuras político-militares, con una importante llegada a sectores de masas y
capaces de jugar un rol decisivo en la política nacional.
A la luz de esta investigación, el lugar que los Uturuncos ocupan en los trabajos más
importantes sobre este período y específicamente sobre el movimiento peronista –v.g. el
trabajo de D. James y el de R. Gillespie– debe ser cuestionado. No nos parece que el
problema de la interpretación de estos trabajos sea el atribuirle a esta organización un
escaso impacto durante su corta existencia, sino el no haber entendido, desde la perspecti-
va que el tiempo otorga, en qué medida el desarrollo de la historia que llevó desde 1955
hasta 1976 tuvo en esta organización un escalón en el que pueden encontrarse tensiones
que recorren todo el período. Intentaremos desarrollar este aspecto.
La labor historiográfica de Salas, quien en 1990 había publicado un trabajo sobre la
toma del frigorífico “Lisandro de la Torre”, le permite ubicar la experiencia de Uturuncos
en el marco de ese proceso, con lo que esta organización se manifiesta como lo que el autor
señala desde el título de su libro: el origen de la guerrilla peronista.
Las características de esta organización, lo breve de su existencia, y el escenario
represivo en el que actuó, resultan en la inexistencia de fuentes escritas originales: el autor
manifiesta no haber encontrado ni documentos escritos, ni panfletos, ni proclamas que
permitan conocer las ideas políticas del grupo. El trabajo de Salas tiene entonces el mérito
de haber reconstruido vívidamente la existencia de esta organización a partir de artículos
periodísticos –algunos de ellos con relatos de los actores–, de entrevistas –unas realizadas
por el autor y otras por uno de los protagonistas de los hechos que poco después de la
apertura democrática de 1983 viajó a Tucumán a entrevistar a sus ex compañeros–, y de
cartas escritas por participantes en la experiencia, en general muy recientes. El conoci-
miento del período en el que surge esta organización, de los mecanismos objetivos y sub-
jetivos por medio de los cuales la Resistencia Peronista encontró canales de expresión y de
actividad política y sindical en el marco de la proscripción al peronismo, permiten al autor
trazar las líneas fundamentales de la historia de esta organización, aún frente a lo exiguo de
lo que de su experiencia logró pervivir. En este contexto, es destacable el rescate de los
nombres y orígenes de los participantes, de sus trayectorias hacia la organización, de sus
movimientos iniciales y, ya en el monte, de sus relaciones con los sectores que los apoya-
ron, de sus operaciones, y también de su final.
Producto de esta articulación, es posible entender y ubicar los orígenes de quienes
compusieron los Uturuncos. Salas muestra convincentemente a esta organización como un
producto del Comando 17 de Octubre. Este, operando en Tucumán y Santiago del Estero,
estaba vinculado al Comando Nacional Peronista estrechamente ligado a John W. Cooke,
y fue en este sentido uno de los exponentes de las formas de organización determinantes de
la Resistencia. También, y a través de ese Comando, la organización de los obreros de la
industria azucarera –la FOTIA–, de gran peso en esos años, estaba ligada a los orígenes de

211
RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS

Uturuncos. Queremos señalar con esto que la ubicación que Salas da a esta pequeña orga-
nización, su emergencia tanto como producto de la Resistencia como el inicio de una
táctica que de diferentes formas determinará la realidad política nacional por más de quin-
ce años, está, a nuestro entender, sólidamente fundada en la investigación.
Sin embargo, el lugar en el que la organización queda ubicada históricamente pro-
ducto del estudio de Salas, no alcanza para soslayar lo relativo de su importancia y trascen-
dencia concreta. Es decir, cuando el autor discute con la afirmación del relevante estudio
de Daniel James sobre la Resistencia Peronista, según el cual este grupo sólo tuvo escaso
impacto en la mayoría de los militantes de la Resistencia Peronista, no nos parece que
aporte suficientes datos para refutarlo. La importancia histórica de los Uturuncos parecie-
ra más dada por ser una instancia que permite reconstruir un proceso en varios sentidos
unitario, que por su importancia concreta en su época: su corta existencia se ilumina sólo a
través de la cadena de acontecimientos de la cual es un eslabón.
En el último capítulo de su libro, Salas desarrolla las conclusiones de su estudio. Allí
señala tres factores que explicarían por qué el primer foco de guerrilla rural argentina fue
rápidamente desbaratado. Estos son la delación a la policía por parte de los propios com-
pañeros o los vecinos, el hecho de que por su militancia previa los dirigentes hayan sido
conocidos por los servicios de seguridad lo que habría hecho fácil descubrir la trama, y,
por último, las divergencias entre los comandantes y la disputa por los liderazgos. Cree-
mos que en estas conclusiones se manifiesta un problema más general de la investigación,
el que remite a la relación entre historia y política. El análisis de esta organización es el
análisis de un aspecto particular de la historia reciente argentina, una historia que en mu-
chos sentidos está siendo escrita y que debe ser analizada, especialmente en tanto se rei-
vindique la validez de algunos de los objetivos más generales de las generaciones de lu-
chadores y luchadoras que en esos 30 años bregaron por una cultura alternativa y enfrenta-
ron a los sectores hegemónicos. Todo movimiento social que se proponga enfrentar la
dominación debe necesariamente abrevar en las experiencias pretéritas. Estas pueden so-
lamente actuar de insumos para nuevas generaciones en la medida en que sean cruzadas
por el arma de la crítica.
En este sentido, el trabajo de Salas nos ofrece un relato de los acontecimientos pero
carece de una mirada reflexiva que permita elevarse por sobre las vicisitudes de la vida de
esta organización para que su experiencia pueda ser más que un tramo de la historia argen-
tina reciente. En la medida en que en su breve historia los Uturuncos ponen de manifiesto
algunas de las tensiones que recorren todo el período, esta falencia resulta más acuciante.
En este sentido, los elementos señalados por Salas como causantes de la derrota de
los Uturuncos dejan de lado los profundos problemas políticos que, sin embargo, su inves-
tigación permite vislumbrar. La delación por parte de compañeros o vecinos refleja un
problema político que implica analizar las relaciones al interior del grupo y con los secto-
res periféricos. Del mismo modo, los servicios de seguridad no conocían más a estos diri-
gentes que lo que conocerían a centenares de cuadros unos años después, no pudiendo sin
embargo por ese solo motivo detenerlos. Evidentemente ha de buscarse otra explicación.

212
prohistoria 9 - 2005

Tampoco las divergencias entre comandantes o la disputa por liderazgos es una caracterís-
tica exclusiva de esta organización. No parece que pueda atribuirse a estas causas el rápido
desenlace de la historia de este grupo. El análisis debería centrarse en las caracterizaciones
políticas de este grupo, sus estrategias y sus tácticas, su inserción social, sus vínculos con
otras organizaciones de masas, todos aspectos que, más allá de las dificultades específicas
ante la falta de documentación, hubieran permitido una perspectiva más rica.
Por otro lado, es en el análisis de estos aspectos que, si Uturuncos debe ser leído en
el marco de todo el período del cual es una instancia, podrían vincularse conclusiones
emanadas de su estudio con algunos problemas que se repetirán en los 1970s. Aspectos de
los que Salas da cuenta como problemas ligados a la relación entre dirigentes y base de la
organización, las relaciones, sobre todo desencuentros, entre el grupo y organizaciones
sindicales –especialmente la FOTIA–, o la preeminencia de la acción como andamiaje
organizativo, más que la comprensión común de la situación y las tareas planteadas, son
efectivas, ente problemas que se presentaron, en otra dimensión, en las organizaciones que
hegemonizaron las luchas populares desde fines de los 1960s.
El trabajo de Salas es, en síntesis, un muy valioso aporte a la comprensión de los
procesos por los cuales se fue configurando la explosiva situación que estalló especial-
mente desde fines de los años 1960s. Una mirada desde una posición más crítica, un énfa-
sis en los problemas que se insinúan en la investigación pero que cobrarán absoluta tras-
cendencia años después, hubiera permitido que su esfuerzo historiográfico se insertara en
la búsqueda de respuestas para renovados espíritus emancipadores de nuevas generacio-
nes de luchadores.
Eduardo Weisz
(UBA)

PANELLA, Claudio (comp.) El gobierno de Domingo Mercante en Buenos Aires (1946-


1952). Un caso de peronismo provincial. La Plata, Archivo Histórico de la Provincia
de Buenos Aires, La Plata, 2005, 379 pp. ISBN 987-21809-3-8

E
l peronismo ha sido uno de los acontecimientos históricos que ha marcado más
profundamente la historia argentina. La historiografía ha construido muchas y
diversas interpretaciones que no han estado exentas de las discusiones generadas
en el contexto político nacional. Así, las obras detractoras y retractoras del “peronismo”
como fenómeno político cruzaron las producciones, en especial después de 1955. Las
miradas posteriores han explorado no sólo lo institucional sino también la construcción
de una “subjetividad peronista” en los llamados sectores subalternos. La relevancia del
“peronismo” en la historia argentina no se agota por las implicancias que aún hoy presenta

213
RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS

para el país y es lo que lo hace especialmente atractivo. Cuando parece instalarse un “así
fueron las cosas” también comienzan a percibirse nuevas líneas de investigación.
Los trabajos académicos durante el decenio 1946- 1955 fueron dominados temática-
mente por el peronismo y se enfocaron en sus aspectos ideológicos fundamentalmente
centrados en definir su carácter populista. En esta conceptualización primó notablemente
la mirada de Gino Germani. Para el sociólogo las “masas disponibles” fueron fácilmente
manipuladas para ceder sus derechos políticos con el fin de adquirir los derechos sociales.1
Los estudios posteriores2 se inscribieron en esta línea retomando algunos la idea de movi-
lización,3 o intentando dar cuenta del peronismo como un caso de populismo.4
La agenda de investigaciones a partir de la primavera democrática de los años 1980s.
estuvo centrada en el estudio de los partidos políticos al tiempo que la crisis de los años
1990s. invocó los estudios relacionados con las elites políticas y su actuación en la cons-
trucción del Estado y el en diseño de las políticas públicas.
Todos estos novedosos estudios, retomando o no los planteos precedentes sobre el
peronismo, enfocan la mirada en el modo particular de organización que presentaron los
partidos y la situación de sus dirigencias con un especial acento en lo local. El trabajo de
Darío Macor y Eduardo Iglesias5 y el de Macor y Cesar Tcach,6 dan cuenta de la construc-
ción del peronismo en las provincias donde las huellas de la industrialización y del fenó-
meno migratorio no habían sido tan marcadas. Estos enfoques al evidenciar las disputas
políticas locales colaboran en el cuestionamiento a la homogeneidad pretendida para el
peronismo en cuanto a los alcances del verticalismo que su líder intentó imponer entre sus
filas y ponen en tensión la supuesta tendencia centralizante del gobierno nacional. Asimis-
mo, los nuevos enfoques han tratado de quebrar la lógica unicista con que se presentaba
“el peronismo”, la homogeneidad cosificante de un “PERONISMO” con mayúsculas.
En este contexto aparece la recuperación de una figura tan significativa como la de
Domingo Mercante. La existencia de trabajos dispersos sobre quien fuera impulsor de la
política de justicia social en la provincia de Buenos Aires no lograba presentarse como una
línea disruptiva y cuestionadora de esa Historia unificada sobre “EL PERONISMO”. Sin
duda, la obra compilada por Claudio Panella constituye un intento de cristalizar esas mira-
das y se presenta como un referente insoslayable para la investigación del peronismo mos-
trando los matices y la complejidad del proceso de construcción del peronismo.

1 GERMANI, Gino Política y Sociedad en una época de transición, Paidós, Buenos Aires, 1968.
2 Un estado del arte sobre el particular en VIGUERA, Aníbal “Populismo y neopopulismo en América Lati-
na”, en Revista Mexicana De Sociología, 3/93.
3 DI TELLA, Torcuato “Populismo y reforma en América Latina” en Desarrollo Económico, núm. 16, 1965.
4 LACLAU, Ernesto Política e ideología en la teoría marxista –Capitalismo, fascismo, populismo-. Siglo
XXI, Madrid, 1978.
5 MACOR, Darío e IGLESIAS Eduardo El peronismo antes del peronismo. Memoria e historia en los oríge-
nes del peronismo santafesino, UNL, Santa Fe, 1997.
6 MACOR Darío y TCACH, César (comps.) La invención del peronismo en el interior del país, UNL, Santa
Fe, 2003.

214
prohistoria 9 - 2005

Volviendo la mirada sobre el período comprendido entre 1946-1955 que abarca lo


que se denomina el “peronismo clásico”, los artículos que contiene este volumen aportan
una notable base empírica, abren discusiones generando preguntas y posibles respuestas
sobre las singularidades provinciales, los alcances y limitaciones de las acciones estatales,
las particularidades político partidarias provinciales y el perfil político de quien fuera lla-
mado “el corazón de Perón”.
Tres son los ejes que recorren los diferentes artículos de la compilación. En primer
lugar rastrear la relación entre Mercante y los sectores ferroviarios. Este vínculo es enten-
dido como un nexo clave para consolidar la base de poder de Perón. El segundo eje está
dado por el examen de la política cultural, económica y social. Es interesante destacar que
este tipo de estudio de la política social se realiza centrándose en la política educativa, la
sanitaria, las políticas de viviendas para los sectores obreros y las medidas implementadas
para estimular el turismo social. Esta sectorialización es sugerente ya que se permiten
matizar el carácter monolítico atribuido a la política social del período. El tercer eje pasa
por analizar algunas cuestiones políticas tales como la reforma de la Constitución de la
provincia de Buenos Aires de 1949, el rol de la oposición política, más particularmente el
radicalismo; el papel cumplido por el Partido Peronista Masculino marplatense y el análi-
sis de las luchas internas que condujeron a la expulsión de Mercante.
En conjunto, estos abordajes merecen algunos comentarios. En primer lugar, al cen-
trarse en los enunciados políticos descuidan el modo que estas normativas cambiaron o no
la vida de las mujeres y varones del espacio bonarense. Es decir, hay un centramiento
general en los discursos oficiales y no en las prácticas. En segundo lugar, en ciertas opor-
tunidades las largas citas de fuentes primarias impide visualizar con claridad la postura
del/la investigador/a sobre las temáticas abordadas. Este es un problema metodológico
que tiene que ver con la supuesta objetividad narrativa de la historia que termina
invisibilizando a los autores con sus hipótesis y perspectivas teóricas. En tercer lugar, las
descripciones de los procesos locales impiden puntualizar las diferencias y/o semejanzas
con el contexto nacional. Sería interesante articular estos aportes dentro de un proceso más
amplio con el fin de ver la singularidad del caso provincial. Esto en función de evitar
descripciones de procesos que no se distancian sustancialmente de los procesos en el ám-
bito nacional. En cuarto lugar se puede notar cierta heterogeneidad en los planteos de los
artículos que no están puestos en discusión, aunque –no obstante– esto mismo podría re-
sultar una fortaleza de la obra que no se ha cerrado a miradas críticas sobre la política
mercantiana ni ha desechado posturas teórico conceptuales disímiles.
Las anteriores observaciones no deben ocultar la importancia de esta audaz propues-
ta e indudablemente constituye un primer paso para generar un espacio de discusión sobre
un tema clave en la historia argentina como fue el caso del peronismo bonaerense bajo el
gobierno de Domingo Mercante.
Karina Ramacciotti
(UBA)

215
prohistoria 9 - 2005

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217
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i. de un libro:
SAER, Juan José El concepto de ficción, Ariel, Buenos Aires, 1997, p. 58 ó pp. 58-
123.
ii. de un artículo:
SAER, Juan José “Martín Fierro. Problemas de Género”, en El concepto de Ficción,
Ariel, Buenos Aires, 1997, p. 58.
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tar, al final de la cita, la edición original entre corchetes.
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i. Argumentos, AñoVIII, núm. 14, México, primer semestre 1998.
ii. Hispania, LX [es el tomo, no se pone otra cosa que el número en romanos], núm.
204, Madrid, 2000, pp. etc.
Si cuenta con la ciudad de edición de la revista, inclúyala antes del año [p. Ej., Historia
Mexicana, LIII, núm. 211, México, 2004, pp. 823-843.
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218
prohistoria
historia – políticas de la historia

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