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1. Conceptualizando al terrorismo.
Con respecto a la definición del concepto “terrorismo”, Zaccara1 comenta que “aún hoy
no se ha podido consensuar internacionalmente qué tipo de grupos o actividades pueden
ser consideradas terroristas y cuáles no”. Por eso, a menudo se alude al terrorismo
internacional en términos excesivamente vagos e imprecisos, dificultando la correcta
apreciación de su alcance, sus dimensiones, y las tendencias que puede registrar a lo
largo del tiempo. Veamos entonces las definiciones que proveen diferentes autores
relevantes en el estudio del fenómeno:
• Reinares2 concibe al terrorismo desde un punto de vista estratégico-político y
afirma que el “terrorismo internacional es, en primer lugar, el que se practica
con la deliberada intención de afectar la estructura y distribución del poder en
regiones enteras del planeta o incluso a escala misma de la sociedad mundial”. Y
con relación al acto terrorista a secas, sostiene que “un acto de violencia es
terrorista si el impacto psíoquico que provoca en una sociedad o algún segmento
de la misma, en términos de ansiedad y miedo, excede con creces sus
consecuencias materiales”.
• Deutch3 se centra en cuestiones sociológicas, definiendo al terrorismo como
“aquellos actos de violencia cometidos en contra de personas inocentes o no
combatientes que intentan alcanzar fines políticos a través del temor y de la
intimidación”.
• Cronin4 hace hincapié en la dificultad para definir el término y sostiene que “el
terrorismo puede definirse como la amenaza o el uso de la violencia al azar
contra inocentes con fines políticos por actores no estatales”.
1 ZACCARA, Luciano (2007) “Hezbollah ¿terror o política?” en Revista Ágora Internacional, Año I, N° 1.
Asociación para las Naciones Unidas en la República Argentina (ANU-AR). Buenos Aires. Página 29.
2 REINARES, Fernando (2005) “Conceptualizando el terrorismo internacional” en Real Instituto Elcano de
Estudios Internacionales y Estratégicos, Madrid. Julio 2005.
3 DEUTCH, John (1997) “Terrorism: Think Again” en Foreign Policy Magazine. Fall 1997. John Deutch es profesor
en el Instituto Tecnológico de Massachussets, director de la central de inteligencia y subsecretario de Defensa,
y miembro de la editorial de la Foreign Policy Magazine.
4 CRONIN, Audrey Kurth (2004) “Transnational Terrorism and Security”. Cap. 13 en BROWN, Michael ed. (2005)
Grave New World. Georgetown University Press. Washington D.C.
1
étnico o cultural). En la base de estas aspiraciones siempre encontramos una
determinada “percepción de justicia”. Promueven reacciones como el temor, la
repulsión, la intimidación, incluso un contraataque, o la radicalización. Si bien
pueden tener contacto con negocios internacionales ilegales, su objetivo final no es
el lucro por el lucro mismo sino obtener fondos para financiar sus actividades o
gozar de protección. Cuando realizan ataques contra la población civil, ésta no es su
verdadero blanco, sino que indirectamente apuntan a los gobernantes o públicos en
los que desean provocar una reacción.5
• Alcance de las operaciones: local, nacional, regional, global.
• Medios utilizados: son aquellos susceptibles de generar temor o intimidación, ya
sea armas de destrucción masiva, bombas convencionales, armamento no
convencional, etc. El uso de estos medios es imprevisible e indiscriminado, y esto es
lo que genera tanta incertidumbre e inseguridad.
• Consecuencias de su accionar: son interdependientes y desencadenan efectos
dominó que afectan a la totalidad de los niveles de la estructura política, económica
y social de la comunidad internacional. Los efectos intangibles (psíquicos) suelen
exceder con creces los tangibles o materiales y están dirigidos a condicionar los
comportamientos del gobierno y la sociedad. El terrorismo es, en cierta manera, un
método de control social.
Frecuentemente estos términos se confunden porque, como expresa Reinares 6, “no todo
terrorismo transnacional es terrorismo internacional, aunque cualquier terrorismo
internacional es por definición terrorismo transnacional”.
Los objetivos panislámicos del actual terrorismo internacional, la extensión de las redes
que sustentan los procesos de movilización relacionados con esa violencia, el hecho de
que los atentados cometidos por grupos u organizaciones pertenecientes a las mismas se
hayan producido en lugares muy diferenets, así como la capacidad que su núcleo
fundacional ha demostrado para planear y ejecutar con éxito actos de megaterrorismo
permiten que Reinares7 afirme que el actual terrorismo internacional es además global.
2
Por otra parte, el terrorismo transnacional es aquel que atraviesa fronteras estatales,
involucrando a más de un país y con frecuencia a individuos de varias nacionalidades.
Quienes lo ejecutan mantienen estructuras organizativas o desarrollan actividades
violentas en más de un país, incluyendo por lo común territorios sobre los cuales no
tienen jurisdicción alguna las autoridades a que dirigen en última instancia sus
demandas. En el mundo globalizado, prácticamente no hay organizaciones terroristas
que no hayan “transnacionalizado” sus operaciones. Un ejemplo de este tipo de
terrorismo sería el que desarrollan ciertas organizaciones radicales palestinas.
Deutch divide a los actos terroristas en categorías para poder entender su verdadera
naturaleza:
• El tmás peligroso sería el auspiciado por el Estado, como por ejemplo Cuba, Irán,
Irak, Libia, Corea del Norte, Sudán y Siria, Afganistán (en el caso del terrorismo de
orientación islamista encabezado por Osama bin Laden), e Irán (que apoya al
terrorismo shií de Hezbollah en el Líbano contra Israel).
• Otra categoría sería el terrorismo llevado a cabo por grupos que intentan derrocar
sus propios gobiernos o alcanzar la independencia, como el movimiento
separatista Tamil (LTTE) en Sri Lanka, el IRA en Irlanda del Norte, el Grupo
Islámico Armado en Argelia, el Ejército de Liberación Nacional (ELN) en Colombia,
el Movimiento Revolucionario Tupac Amarú (MRTA) en Perú. Esta categoría está
muy ligada a insurgencias internas de cada Estado.
• Finalmente existiría el terrorismo desarrollado por grupos islamistas que operan
mayormente en Medio Oriente, y buscan presentarse como alternativas viables al
sistema establecido (lo tildan de corrompido e ineficiente). Algunos ejemplos
serían Hamas y la Jihad Islámica Palestina, dedicadas a la desintegración del
Estado de Israel y al establecimiento del Estado Islámico Palestino. Esta modalidad
constituye una amenaza peligrosa para USA, por su involucramiento en la región
alineado a los regímenes de Israel, Egipto y Arabia Saudí.
8 DEUTCH, John (1997) Op. Cit. También en CARTER, Ashton, DEUTCH, John y ZELIKOW, Philip (1998)
“Catastrophic Terrorism: tackling the new danger” en Foreign Affairs Nov/Dec, Vol 77, Nº 6.
9 SPRINZAK, Ehud (1998) “The Great Superterrorism Scare” en Foreign Policy, Fall, pp 110-124. También en
(2001) “Revisiting the Superterrorism Debate” en Foreign Policy.
3
• Se han vuelto más extremistas, dispuestos a utilizar armas de destrucción masiva
nucleares, químicas y biológicas (las dos últimas son de fácil manufactura y
adquisición y tienen horrorosas consecuencias para la población civil).
• El “ciberterror”, el aspecto más novedoso, que amenaza penetrando fácilmente a
través de las comunicaciones y de las computadoras de naciones y organizaciones
privadas, intentando tomar control sobre ellas.
Deutch sostiene que el terrorismo aterroriza tanto a líderes como a ciudadanos y que
controlarlo requiere nuevos mecanismos de cooperación -nacionales e internacionales-
entre inteligencia, defensa y las agencias de cumplimiento de la ley (trabajando en forma
integrada). La acción efectiva debe ser simultáneamente defensiva y ofensiva,
comprometiendo en cierta medida las libertades civiles.
El suicidio como arma terroristas es una táctica altamente eficiente en la relación costo-
beneficio. Si bien a simple vista se suele creer que se trata de un fenómeno
exclusivamente religioso o islámico, un análisis más profundo nos revela la falsedad de
esta concepción La justificación suicida es diversa; el Islam condena el suicidio pero no la
muerte en la guerra santa, por eso los los terroristas que se inmolan son considerados
mártires en justificaciones expost que las organizaciones terroristas realizan para dar
significado al acto, mantener el apoyo de las poblaciones locales y reclutar voluntarios.
Por otro lado, muchos de los atentados suicidas son cometidos por grupos de izquierda
(Al Fatah) y laicos (TTLE).
Sprinzak reproduce las declaraciones del Dr. Ramadan Shalah, Secretario General de la
Jihad Islámica Palestina, resumiendo la escalofriante lógica de esta táctica terrorista:
"Nuestro enemigo posee las armas más sofisticadas en el mundo y su ejército está
altamente entrenado (…) No tenemos nada más que el martirio como arma contra esto.
Es fácil y nos cuesta solo nuestras vidas (...) las bombas humanas no pueden ser
derrotadas, ni siquiera con bombas nucleares".
Este terrorismo no puede combatirse a nivel individual, ya que el terrorista que se inmola
es el último eslabón de una cadena organizada que involucra numerosos actores e
implica actividades racionales como:
• Elección del blanco
• Inteligencia
10 REINARES, Fernando (2003) Op. Cit. SPRINZAK, Ehud (2000) “Rational Fanatics” en Foreign Policy, Sep/Oct.
NEUMANN, Peter (2007) “Negociar con terroristas” en Foreign Affairs en español, Abr-Jun.
4
• Reclutamiento
• Entrenamiento físico y espiritual
• Preparación de los explosivos
• Transporte del ejecutor al área del objetivo.
Estas tácticas ponen en jaque a los expertos, puesto este nuevo terrorismo desafía la
misma vida de los perpetradores, apareciendo como un fenómeno novedoso, casi
sobrenatural, que aparentemente anularía la disuasión y la negociación. No obstante,
Sprinzak destaca el elemento racional de las organizaciones que lo promueven y propone
acciones políticas para trabajar sobre estas organizaciones y las comunidades en las
cuales se realiza el reclutamiento. Neumann destaca la importancia de distinguir, entre
organizaciones terroristas y dentro de las mismas, quiénes serían los actores nihilistas o
con aspiraciones absolutas y quiénes los tradicionales con aspiraciones instrumentales o
políticas, para dirigir la negociación hacia estos últimos. Otro elemento a tener en cuenta
es la disposición de la organización terrorista a usar la violencia (¿cuándo comenzaron?
¿estarían dispuestos a dejarla a cambio de alguna ganancia política? ¿qué tipo de
violencia toleran?).
5
3.3. Terrorismo complejo11.
Thomas Homer-Dixon considera que, después de los ataques del 9/11, las sociedades
occidentales modernas y avanzadas se convirtieron en amplios blancos para los
terroristas, a la luz de dos tendencias:
• El crecimiento de la capacidad tecnológica-destructiva de pequeños grupos e
individuos que atentan contra elementos e individuos de la sociedad civil.
• La creciente vulnerabilidad de nuestras economías y sistemas tecnológicos ante
ataques cuidadosamente dirigidos. Esta vulnerabilidad es producto del desarrollo
social y tecnológico: la creciente complejidad e interconexión de las sociedades
modernas y la creciente concentración geográfica de salud, capital humano,
conocimiento y redes de comunicación.
Ambas tendencias juntas, facilitan una forma nueva y siniestra de violencia masiva: el
terrorismo complejo. Las sociedades occidentales desarrolladas, al depender de
complejas redes y concentrar posesiones vitales en pequeñas locaciones geográficas,
permiten a los terroristas aumentar el potencial destructivo de sus ataques, así como el
daño psicológico y financiero que pueden infligir. La concentración y las redes permiten
ganancias a las sociedades en términos de eficiencia y sinergia, constituyendo una
importante fuente de riqueza. Pero a la vez, transforman a las principales metrópolis en
blancos atractivos para los terroristas, que adquieren la capacidad de causar enormes
daños en un solo golpe. Este tipo de terrorismo actúa como las artes marciales, ya que
redirecciona las energías de nuestras complejas sociedades en nuestra contra.
Estos medios fueron utilizados por los terroristas del World Trade Center, quienes
accedieron con detalle a sus planos y diseños característicos, informándose luego como
los expertos en demoliciones destruyen enormes edificios. El 9/11, una compleja
construcción que tardó siete años en erigirse colapsó en noventa minutos, arrasando con
10 M de pies cuadrados que habían costado más de U$D 30 M. Irónicamente, incluso una
oficina secreta de la CIA fue destruida en el ataque, trastornando operaciones de
inteligencia. A pesar del horrible daño causado en la infraestructura de esta área de la
ciudad de Nueva York, el ataque no causó fallas catastróficas en las redes financieras,
económicas y de comunicaciones de EE.UU. Resultó que el World Trade Center no era un
nodo crítico, al menos como la población mundial y los terroristas pensaron.
Al ver los hechos en perspectiva, debemos reconocer el efecto nocivo de este ataque
sobre las redes psicológicas de nuestras sociedades. Al minuto del primer ataque, su
cobertura televisiva recorría el mundo. Las personas permanecieron frente a sus
televisores durante horas, viendo y reviendo los horrorosos acontecimientos mientras
intentaban comunicarse con amigos y familiares, enviaban millones de e-mails y
trastornaban el funcionamiento de Internet durante bastantes días. El mayor impacto de
estos ataques no fue el trastorno financiero, económico, de las comunicaciones o del
transporte, sino que fue psicológico: afectó directamente la psicología colectiva y la
11 HOMER-DIXON, Thomas (2002) “The Rise of Complex Terrorism” en Foreign Policy. January/February 2002.
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subjetividad de los sentimientos de seguridad del mundo entero, acarreando impensables
consecuencias.
12 CRONIN, Audrey Kurth (2004) “Transnational Terrorism and Security”. Cap. 13 en BROWN, Michael ed.
(2005) Grave New World. Georgetown University Press. Washington D.C.
13 Ibíd. También ver HOBSBAWM, Eric (2007) “Guerra y Paz en el siglo XXI”. Barcelona: Memoria Crítica. Cap.
8.
14 REINARES, Fernando (2005) Op. Cit.
7
En las últimas décadas asistimos a un incremento general del nivel de violencia –real y
mediática- que las sociedades han llegado a tolerar. Esta creciente violencia política está
asociada a una violencia social paralela. Los frenos consuetudinarios a la conducta y las
reglas establecidas se están descomponiendo, tanto en sociedades occidentales
avanzadas como en países en desarrollo.15
Analicemos en detalle el caso de Al Qaeda (la Base). La organización nace entre las
décadas del ’70 y ’80 con la unión de varios grupos que buscan expulsar a los soviéticos
de Afganistán. Se consolidó durante la primera mitad de los noventa en Sudán, antes de
asentarse nuevamente en el Afganistán de los talibanes. Osama Bin Laden es su mentor.
En febrero de 1998 auspició la constitución del llamado “Frente Mundial para la Guerra
Santa contra Judíos y Cruzados”, que prefigura la urdimbre del terrorismo internacional –
multinacional y multiétnico- en torno al cambio de siglo.16
Su cometido principal consiste en destruir a USA por medio de guerras sangrientas que
conducirán a destruir a los “enemigos cercanos” (Israel, los shiítas y los regímenes
“corruptos” de Egipto, Pakistán y Arabia Saudita). Se le estima un presupuesto anual de
unos U$D 50 M, en gran parte aportados por Bin Laden, así como también de múltiples
donaciones recibidas de las diásporas en los Estados de Arabia Saudita, Afganistán,
Pakistán o Emiratos Árabes Unidos.
Entre los incidentes más conocidos se le atribuyen los atentados de agosto de 1998 en
Nairobi (Kenya) y Dar es Salaam (Tanzania), de septiembre de 2001 en Nueva York y
Washington, de octubre de 2002 en Bali, de mayo de 2003 en Casablanca y RIAD, de
marzo de 2004 en Madrid y numerosos atentados en Argelia (en parte, uno de los
8
motivos que llevó a mudar el Rally Paris-Dakar a Sudamérica) 18. Este record de atentados
sustenta la afirmación de que, desde los ‘90, el terrorismo internacional se ha expandido
más allá de Occidente, principal blanco histórico, afectando a blancos de otros ámbitos
civilizatorios y poblaciones locales en países del mundo árabe e islámico.
5. Panorama actual.
A 8 años de los atentados del 9/11, son muchos los interrogantes que se pueden formular
acerca de cuán efectiva ha sido la denominada Guerra contra el Terrorismo Internacional,
que planteó como epicentro para su eventual accionar la zona de Medio Oriente.
Para Paredes Rodríguez20 “la lucha contra el terrorismo internacional (...) ha inaugurado
el descenso a la cultura hobbesiana en lo ateniente a las percepciones sobre quiénes son
los enemigos, los cuales varían desde la organización neosalafista Al Qaeda -con accionar
a nivel global- a regímenes considerados hostiles en la región, como el Talibán que le
daba refugio en Afganistán, el régimen Baasista de Saddam Hussein en Irak (...), el otrora
gobierno de los Ayatollas de Teherán e integrante del “eje del mal” (...) y a grupos de
base nacional como el Hezbollah operando en el Líbano entre otros”.
Ante este escenario, se generan dos polos. Por un lado los grupos terroristas que ven a
USA como el principal enemigo y una amenaza latente a sus propios intereses, por ser la
única potencia de carácter mundial representante de la cultura occidental y con fuerte
presencia en la región. Por el otro, Occidente, encabezado por USA, embarcado en una
guerra sin límites. Bajo esta lógica de “aniquilar al enemigo”, percepción que
paradójicamente comparten ambas partes, el mundo se ha vuelto más inseguro.
La estrategia norteamericana hacia Medio Oriente, hasta finales del segundo mandato de
George W. Bush, consistió en el cambio de régimen para promover la democratización de
la región y evitar que los regímenes hostiles continúen aliándose con el terrorismo
internacional, dadas las condiciones propicias y negativas que anidan (obtención de ADM,
grupos de criminales organizados, etc).
Pero, como señala Riedel, esta estrategia no resultó ser la más efectiva. Al precipitarse
sobre Irak sin finalizar la búsqueda de Osama bin Laden y sus principales lugartenientes,
Washington propició la dispersión territorial de sus enemigos y el fortalecimiento de sus
bases sociales. En la actualidad, Al Qaeda se expande hacia Medio Oriente, el Magreb y
África Subsahariana. La organización es más difusa, sus componentes operan con mayor
independencia21, se ha extendido numéricamente y ganó influencia sobre grupos
terroristas independientes de base nacional (como el GSPC en Argelia) que consideran el
caso de Irak como causa célebre para la Jihad. En vistas de estos elementos, varios
autores coinciden con Riedel en que, más allá de las acciones militares, la lucha contra el
terrorismo exige medidas políticas, sociales y económicas de largo plazo que alteren las
condiciones locales y debiliten los vínculos entre la sociedad civil y los fundamentalistas.
9
• La Guerra de Irak se convirtió desde 2003 en una insurgencia descentralizada de
bajo nivel con varios actores subnacionales luchando entre sí, con visos de una
guerra civil confesional (shiítas vs sunitas) no declarada formalmente, a la cual se
agregan las operaciones de células de Al Qaeda. En opinión de Paredes Rodríguez,
la represión ejercida por el régimen de Saddam Hussein en Irak mantenía los
elementos disidentes a raya, controlando la crisis y manteniendo una clara
separación de la esfera religiosa y pública (régimen socialista, nacionalista y
laico).
• En Afganistán, donde los Talibanes no sólo continúan operando en el sur (frontera
con Pakistán) sino que han perfeccionado su accionar terrorista gracias al
entrenamiento recibido en los campos iraquíes y los explosivos suministrados por
Al Qaeda.
Estos casos resaltan otros riesgos: en ambos países “el enemigo” se encuentra fronteras
adentro y genera cada vez más víctimas civiles y en las tropas de ocupación. Agravando
el panorama, los efectos del caos reinante (crimen, tráfico de armas, y todo tipo de
ilícitos) amenazan con convertir a ambos Estados en fallidos.
22 Se trata de una organización libanesa, que data de los años ’80, conformada por grupos radicales shiitas,
opuestos a Occidente e Israel, y con la misión de crear un Estado Musulmán Fundamentalista a imagen de Irán.
23 Por ejemplo, Abu Musab al-Zarqawi que fue ultimado en un ataque aéreo en Bagdad en 2006. Una intensa
labor de inteligencia (USA y Jordania) previa había conseguido los detalles de su ubicación. Zarqawi era el nexo
entre Al Qaeda y el régimen de Saddam Hussein y se lo considera responsable por los ataques suicidas de
Madrid (2004) y Amman (2005). HUDSON TESLIK, Lee (2006) “Profile: Abu Musab al-Zarqawi” en CFR
Backgrounders.
10
• La metodología y el cronograma para el retiro de tropas de la región, sin provocar
con ello un vacío de poder.
Por último, es esencial el desarrollo de nuevas ideas para lidiar con el terrorismo. Como
expresa Tony Blair “la situación que afrontamos es en efecto la guerra, pero de un tipo
completamente no convencional. No ganaremos la batalla contra el extremismo global a
menos que la ganemos en el nivel de los valores tanto como en el de la fuerza. Podemos
ganar sólo mostrando que nuestros valores son más fuertes, mejores y más justos que la
alternativa. Ello también significa mostrar al mundo que somos imparciales y justos en
nuestra aplicación de esos valores”.
6. Reflexiones finales.
El mundo se enfrenta a nuevas circunstancias para las que las medidas pasadas resultan
inadecuadas. La ventaja en esta guerra se trasladó hacia los terroristas. Nuestras
crecientes vulnerabilidades nos hacen sentir aversión hacia estos riesgos, mientras ellos
se vuelven más poderosos.
Como señala Cronin, las causas fundamentales del terrorismo actual se sitúan bajo el
paraguas del movimiento antiglobalización. Es producto de los cambios históricos en la
distribución internacional del poder en todas sus formas: político, económico, militar,
ideológico y cultural. Si la globalización continúa, sus herramientas (normas
internacionales, el poder de la ley, y el poder económico internacional) tendrán que estar
preparadas para los continuos golpes y contragolpes terroristas.
Resulta muy difícil delimitar el impacto del fenómeno terrorista. Principalmente, incide
sobre la percepción que del mismo tienen los medios de comunicación, la opinión pública,
el ámbito académico, y las elites políticas. Incluso puede afectar a la toma de decisiones
relacionadas con medidas gubernamentales específicas que se acomoden a la naturaleza
y el alcance de esa violencia, al igual que al entendimiento ampliamente compartido en
que ha de sustentarse una efectiva cooperación intergubernamental contra los riesgos y
amenazas inherentes a la misma.
Para aislar a los grupos jihadistas, USA debe considerar un enfoque multilateral que
asigne un rol a Europa, Rusia, China, India y todos los gobiernos no musulmanes, junto
con muchos musulmanes moderados (Indonesia, Malasia, los estados del Golfo Pérsico,
Egipto y Jordania) cuyo apoyo resulta fundamental para que la coalición multilateral
prevalezca sobre el terrorismo.
A largo plazo, la estrategia debe focalizarse en capturar a los líderes (inspiradores
ideológicos, autoridades morales y directores de la Jihad global) y descalificar su
ideología (símbolo de resistencia), alterarando las condiciones locales que facilitan su
permanencia y crecimiento. Evitar la financiación del terror y el suministro de armas y
materias primas también es clave. Por otra parte, la cooperación internacional debe
procurar la resolución de aquellos conflictos regionales que sirven como pretexto a los
islamistas violentos.
11
alimentarse y apoyarse las tendencias endógenas propicias a la democracia, mientras
que USA debe replantear su coherencia en la región (revisar las relaciones con los
regímenes autoritarios con los que está aliado).
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Bibliografía
BLAIR, Tony (2007) ““Las Raíces del Extremismo” en Foreign Affairs en español.
Abril/Junio 2007.
DEUTCH, John (1997) “Terrorism: Think Again” en Foreign Policy Magazine. Fall 1997.
HOBSBAWM, Eric (2007) “Guerra y Paz en el siglo XXI”. Barcelona: Memoria Crítica
KUAN YEW, Lee (2007) “Estados Unidos, Irak y la guerra contra el terrorismo” en Foreign
Affairs en español. Abril-Junio 2007.
NEUMANN, Peter R. (2007) “Negociar con terroristas” en Foreign Affairs en español. Abril-
Junio 2007
RIEDEL, Bruce (2007) “Al Qaeda Strikes Back” en Foreign Affairs. May/June 2007
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