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La Opinión.

Viernes 26 de febrero de 2010


El futuro urbanístico de A Coruña
Lo que esconde la norma de las alturas
Vecinos afectados por la ordenanza introducida en el plan general para
calcular la altura máxima de los edificios a través del ancho de las
calles relatan sus historias particulares

MARCOS OTERO
Los últimos días de exposición pública del plan general estuvieron
protagonizados por el aluvión de alegaciones que recibió el Ayuntamiento
para protestar contra la ordenanza redactada para establecer el límite de
altura de los edificios. De todos esos miles de recursos entregados a los
funcionarios municipales en la Casa del Agua y el resto de registros oficiales
donde era posible presentar las alegaciones, existen casos particulares,
casos concretos sobre los efectos que esta norma incorporada al
planeamiento para fomentar la rehabilitación de edificios ha tenido sobre los
vecinos. Casos como el de Josefina Calvo.

Esta mujer es propietaria ya no sólo de un piso en la ciudad, sino de un


edificio entero en la zona del Orzán. El hecho de que el inmueble quede
fuera de ordenación le ha llevado a recurrir la normativa, consciente también
de que esta propiedad es una fuente de ingresos estable para ella, dado que
tiene varios inquilinos residiendo en este número situado entre la calle Orzán
y la Rúa Ciega.

Nada le molesta más a Josefina Calvo que haberse enterado de la existencia


de esta normativa pasado más de un mes desde la aprobación inicial del
documento en el pleno. Tampoco comparte, por ejemplo, que se ponga en
riesgo el patrimonio de los vecinos o que se trate de "romper de golpe" con
todos los planes urbanísticos elaborados en la ciudad con anterioridad. El
Gobierno local, sin embargo, se ha esforzado durante las últimas semanas
en contrarrestar el descontento que, como Calvo, han manifestado
numerosos vecinos, alentados por el grupo municipal del Partido Popular,
según denunciaron desde los despachos del Palacio Municipal de María Pita.

Pero entre los afectados no sólo se encuentran propietarios de inmuebles ya


construidos, sino que también existen particulares que a la vez son dueños
de solares en la ciudad y a los que la ordenanza que el Ayuntamiento ya se
ha comprometido a modificar ha paralizado, por el momento, su deseo de
iniciar los trámites para urbanizar. Ese es el caso, por ejemplo, de Margarita
Bárcena. Su terreno en la calle Francisco Mariño tendrá que permanecer,
cuando menos hasta que se produzca la tan anunciada modificación de la
normativa, libre de máquinas.

Por si no fuera suficiente con esto, la polémica ordenanza de las alturas


también afecta a la vivienda en la que reside Bárcena en la calle Brasil. El
edificio, como en el caso de otros muchos vecinos, queda fuera de
ordenación. "Me parece muy bien que se quiera mantener la ciudad bonita,
pero supongo que esta norma no la podrán llevar adelante", considera
Margarita Bárcena.

La forma en que la ordenanza afecta a esta vecina es, sumada la vivienda


fuera de ordenación y los terrenos en la calle Francisco Mariño en los que
dice no poder urbanizar, doble. Y aún se convierte en triple, porque las
viviendas de sus hijos también quedan excluidas del ordenamiento tal y
como actualmente, en la versión aprobada el pasado 1 de diciembre por el
pleno, está redactado el Plan General de Ordenación Municipal (PGOM). Por
todo ello también presentó alegaciones al contenido del documento
urbanístico.

Los recursos de estas dos vecinas representan, sin embargo, una pequeña
parte del volumen recibido por el Ayuntamiento durante los dos meses de
exposición pública del ordenamiento, que suponen el máximo establecido
legalmente.

Entre los vecinos de las calles y barrios más afectados por la normativa no
escasean las voces que critican las fechas escogidas por el Ayuntamiento
para someter al examen de la ciudadanía el documento urbanístico
elaborado por el arquitecto catalán Joan Busquets.

A las quejas hay que contraponer las opiniones de aquellos que consideran
que los efectos de la ordenanza sobre los vecinos se han magnificado en
exceso. Este punto de vista abunda en el barrio de Os Castros, uno de los
más afectados por la aplicación de la ordenanza y por consiguiente donde
más edificios quedarían fuera de ordenación con la aprobación final del
planeamiento tal y como ahora está diseñado.

En la calle de la Merced, por ejemplo, a muchos vecinos les llegaron a sus


buzones cartas con información sobre la normativa. Procedían de
formaciones políticas y en algunos casos de los despachos profesionales
encargados de la administración de las fincas. Pese a la posibilidad de que la
ordenanza perjudique a sus propiedades, tal y como han sostenido
insistentemente representantes políticos y empresariales, los vecinos
consultados en esta zona de la ciudad mantienen la calma y consideran que
el Ayuntamiento cumplirá finalmente con lo prometido y corregirá este punto
del planeamiento.

Esto no llegará cuando menos hasta el verano, fecha en la que el Gobierno


local desea aprobar provisionalmente el plan. Hasta entonces, o hasta que el
Ayuntamiento explique cómo corregirá la norma, continuarán las críticas de
algunos sectores.

Afectado de la calle Alcalde Lens


Jesús Varela: ´Nadie va a comprar un
piso fuera de ordenación´
Tenía apalabrada la venta de su vivienda, pero la ordenanza echó atrás
al comprador

M. OTERO
Hace apenas un mes, Jesús Varela tenía apalabrada la venta del piso en el
que reside con su madre y su hermana en la calle Alcalde Lens. El papeleo
estaba hecho y prácticamente tan sólo faltaba la firma del comprador. Tan
avanzada estaba la operación, que Jesús y su familia ya habían comenzado
a preparar la mudanza. Entonces, el comprador se echó atrás.

Todo se torció a raíz de la ordenanza introducida en el plan general para


calcular el límite de altura de los edificios. El cliente ya no estaba interesado
en adquirir una vivienda que, según el planeamiento, quedaba en situación
de fuera de ordenación parcial, como la mayoría de las que existen en esta
calle del Agra do Orzán. Por eso decidió aparcar la adquisición de la
vivienda. "Nadie va a comprar un piso fuera de ordenación", lamenta
Jesús Varela.

Este vecino del barrio del Agra todavía recuerda con cierta resignación cómo
antes de que explotara la polémica en torno a la normativa de las alturas
recibía "cada dos o tres días" llamadas de inmobiliarias y particulares que se
interesaban por su inmueble. Después el teléfono dejó de sonar y las
ofertas por su vivienda se esfumaron. Con su caso ha ocurrido algo similar a
lo que denunció hace unos días el gerente de la Asociación de Promotores
Inmobiliarios de A Coruña (Aproinco), Juan José Yáñez, quien apuntó que
muchas personas que habían adelantado la entrada de una vivienda estaban
exigiendo ahora a las promotoras que les devolvieran el dinero debido a
que los inmuebles recién adquiridos quedaban fuera de ordenación en el
nuevo plan.

Jesús Varela se agarra ahora a una promesa doble: la de la persona a la que


estuvo a punto de vender su piso y la del Ayuntamiento. El Gobierno local,
por medio del alcalde y la concejal de Urbanismo, garantizó a los vecinos
afectados que ninguna vivienda quedaría fuera de ordenación, pero al mismo
tiempo insistió en que la norma se modificaría de manera que no ofreciera
ninguna duda a los ciudadanos. Varela confía en la palabra dada por el
Ayuntamiento, pero por si acaso ha presentado alegaciones contra este
punto del planeamiento urbanístico. Lo ha hecho como otros miles de
coruñeses afectados por la ordenanza.

La otra promesa, la del comprador, no se materializará hasta que el Gobierno


local cumpla la suya. Y es que el cliente que a punto estuvo de adquirir su
piso no se volverá a interesar por él hasta que el Ayuntamiento modifique la
ordenanza que tantos quebraderos de cabeza le ha causado a Jesús y
su familia.

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