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“LA VIDA ES UN TESORO, UN REGALO QUE HEMOS

RECIBIDO DE DIOS”

Hay maneras muy distintas de vivir. Maneras muy distintas de ser


felices y de hacer felices a quienes nos rodean. Para los cristianos la
vida es un tesoro, un regalo que hemos recibido de Dios.
Dios ha puesto en nuestras manos la vida humana para cuidarla
y protegerla, desde el nacimiento hasta la muerte. Y la vida animal y
vegetal para que nos sirva de alimento y compañía; para que esté a
nuestro servicio y nos haga la existencia más agradable. Y para que
cuidemos la vida como un regalo muy valioso.

SANTA TERESA DE CALCUTA

Agnes Gonxha Bojaxhiu Religiosa albanesa, nacionalizada india.


Nacida EN 1910 en el seno de una familia católica albanesa, la
profunda religiosidad de su madre despertó en ella su vocación de
misionera a los doce años. Siendo aún una niña, ingresó en la
Congregación Mariana de las Hijas de María, donde inició su actividad
de asistencia a los más necesitados.

A los dieciocho años abandonó para siempre su ciudad natal y


viajó hasta Dublín para profesar en la Congregación de Nuestra
Señora de Loreto. Como quería ser misionera en la India, embarcó
hacia Bengala, donde cursó estudios de magisterio y eligió el nombre
de Teresa para profesar. Ejerció como maestra en la St. Mary's High
School de Calcuta hasta 1948, año en que obtuvo la autorización de
Roma para dedicarse al apostolado en favor de los pobres.

En 1950 la Madre Teresa de Calcuta fundó la Congregación de las


Misioneras de la Caridad, aprobada en 1965 por Pablo VI. Las
integrantes de esta congregación, que debían sumar a los votos
tradicionales el de la dedicación a los «más pobres de entre los
pobres», lograron una rápida implantación en la India y en otros casi
cien países del mundo; por su parte, la fundadora se movilizó contra
el aborto y la eutanasia, en consonancia con la doctrina pontificia de
Juan Pablo II.

En 1972 la Madre Teresa de Calcuta recibió el Premio de la Fundación


Kennedy, y en 1979, el Premio Nobel de la Paz, cuya dotación
económica donó a los pobres. En 1986 recibió la visita de Juan Pablo II
en la Nirmal Hidray o Casa del Corazón Puro, fundada por ella y más
conocida en Calcuta como la Casa del Moribundo. Tras superar
numerosos quebrantos de salud, falleció el 5 de septiembre de 1997
víctima de un paro cardíaco. Miles de personas de todo el mundo se
congregaron en la India para despedir a la Santa de las Cloacas. Fue
beatificada en 2003 por Juan Pablo II.

SANTA ISABEL DE PORTUGAL

Nació en 1270. Era hija del rey Pedro III


de Aragón, nieta del rey Jaime el
Conquistador, biznieta del emperador
Federico II de Alemania. Le pusieron este
nombre en honor de su tía abuela.

Santa Isabel tuvo la dicha que su familia


se esmerara extremadamente en formarla lo
mejor posible en su niñez. Desde muy niña
tenía una notable inclinación hacia la piedad, y un gusto especial por
imitar los buenos ejemplos que leía en las vidas de los santos o que
observaba en las vidas de las personas buenas.

En su casa le enseñaron que si quería en verdad agradar a Dios debía


unir a su oración, la mortificación de sus gustos y caprichos y
esforzarse por evitar todo aquello que la pudiera inclinar hacia el
pecado. Le repetían la frase antigua: "tanta mayor libertad de espíritu
tendrás, cuanto menos deseos de cosas inútiles o dañosas tengas".
Sus educadores le enseñaron a soportar con paciencia que no se
cumplan los propios deseos, y esmerarse cada día por no amargarle
ni complicarle la vida a los demás.

A los 15 años ya sus padres la habían casado con el rey de


Portugal, Dionisio. Este hombre admiraba las cualidades de tan buena
esposa, pero él por su parte tenía un genio violento y era bastante
infiel en su matrimonio, llevaba una vida nada santa y bastante
escandalosa, lo cual era una continua causa de sufrimientos para la
joven reina, quien soportara todo con la más exquisita bondad y
heroica paciencia.

El rey dejaba a Isabel plena libertad para dedicarse a la piedad y


a obras de caridad. Ella se levantaba de madrugada y leía cada día
seis salmos de la Santa Biblia. Luego asistía devotamente a la Santa
Misa.

Hizo construir albergues para indigentes, forasteros y peregrinos.


En la capital fundó un hospital para pobres, un colegio gratuito para
niñas, una casa para mujeres arrepentidas y un hospicio para niños
abandonados. Conseguía ayudas para construir puentes en sitios
peligrosos y repartía con gran generosidad toda clase de ayudas.
Visitaba enfermos, conseguía médicos para los que no tenían con qué
pagar la consulta; hacía construir conventos para religiosos, a las
muchachas muy pobres les costeaba lo necesario para que pudieran
entrar al convento, si así lo deseaban. Tenía guardada una linda
corona de oro y unos adornos muy bellos y un hermoso vestido de
bodas, que prestaba a las muchachas más pobres, para que pudieran
lucir bien hermosas el día de su matrimonio.

Tuvo dos hijos: Alfonso, que será rey de Portugal, sucesor de su


padre, y Constancia (futura reina de Castilla).
Su esposo murió muy arrepentido, y entonces Isabel dedicó el
resto de su vida a socorrer pobres, auxiliar enfermos, ayudar a
religiosos y rezar y meditar.

Pero un día supo que entre su hijo Alfonso de Portugal y su nieto, el


rey de Castilla, había estallado la guerra. Anciana y achacosa como
estaba, emprendió un larguísimo viaje con calores horrendos y
caminos peligrosos, para lograr la paz entre los dos contendores. Y
este viaje fue mortal para ella. Sintió que le llegaba la muerte y se
hizo llevar a un convento de hermanas Clarisas, y allí, invocando a la
Virgen María murió santamente el 4 de julio del año 1336.

Dios bendijo su sepulcro con varios milagros y el Sumo Pontífice la


declaró santa en 1626. Es abogada para los territorios y países donde
hay guerras civiles, guerrillas y falta de paz. Que Santa Isabel ruegue
por nuestros países y nos consiga la paz que tanto necesitamos.

SANTA ISABEL DE HUNGRIA

Isabel, a los 15 años fue dada en matrimonio


por su padre el Rey de Hungría al príncipe Luis VI
de Turingia, el matrimonio tuvo tres hijos.

Cuando apenas de veinte años y con su hijo menor


recién nacido, su esposo, un cruzado, murió en un
viaje a defender Tierra Santa. Isabel casi se
desespera al oír la noticia, pero luego se resignó y
aceptó la voluntad de Dios. Rechazó varias ofertas
de matrimonio y se decidió entonces a vivir en la
pobreza y dedicarse al servicio de los más pobres
y desamparados.

El sucesor de su marido la desterró del castillo y tuvo que huir con


sus tres hijos, desprovistos de toda ayuda material. Ella, que cada día
daba de comer a 900 pobres en el castillo, ahora no tenía quién le
diera para el desayuno. Pero confiaba totalmente en Dios y sabía que
nunca la abandonaría, ni a sus hijos. Finalmente algunos familiares la
recibieron en su casa, y más tarde el Rey de Hungría consiguió que le
devolvieran los bienes que le pertenecían como viuda, y con ellos
construyó un gran hospital para pobres, y ayudó a muchas familias
necesitadas.
Un Viernes Santo, después de las ceremonia, cuando ya habían
desvestido los altares en la iglesia, se arrodilló ante uno y delante de
varios religiosos hizo voto de renuncia de todos sus bienes y voto de
pobreza, como San Francisco de Asís, y consagró su vida al servicio
de los más pobres y desamparados. Cambió sus vestidos de princesa
por un simple hábito de hermana franciscana, de tela burda y
ordinaria, y los últimos cuatro años de su vida (de los 20 hasta los 24
años) se dedicó a atender a los pobres enfermos del hospital que
había fundado. Se propuso recorrer calles y campos pidiendo limosna
para sus pobres, y vestía como las mujeres más pobres del campo.
Vivía en una humilde choza junto al hospital. Tejía y hasta pescaba,
con tal de obtener con qué compararles medicinas a los enfermos. El
pueblo la llamaba "la mamacita buena".

Cuando apenas cumplía 24 años, el 17 de noviembre del año


1231, pasó de esta vida a la eternidad. A sus funerales asistieron el
emperador Federico II y una multitud tan grande formada por gentes
de diversos países y de todas las clases sociales, que los asistentes
decían que no se había visto ni quizá se volvería a ver en Alemania un
entierro tan concurrido y fervoroso como el de Isabel de Hungría, la
patrona de los pobres.

Dos días después de su entierro, llegó al sepulcro de la santa un


monje cisterciense el cual desde hacía varios años sufría un terrible
dolor al corazón y ningún médico había logrado aliviarle de su
dolencia. Se arrodilló por un buen rato a rezar junto a la tumba de la
santa, y de un momento a otro quedó completamente curado de su
dolor y de su enfermedad.

Estos milagros y muchos más, movieron al Sumo Pontífice a


declararla santa, cuando a penas habían pasado cuatro años de su
muerte.

Santa Isabel de Hungría es patrona de la Arquidiócesis de Bogotá.

Trabajo realizado por Cristina Coca. Colegio Ntra Sra de la Salud


(Posadas)

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