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publicae ion del grupo

plohi/tolia&
Manuel Suarez - L09O:~
editores
I.S.S.N.: 1514-0032

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a Historia y Antropologia Juridicas

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Ano V, numero 5, ·Rosario, Argentina. P.v.P.

Primavera del 2001 . $15

ploh¡,tol¡a

historia iticas de la historia

Director: Darío G. Barriera


Secretaria de Redacción: María del Rosario Baravalle

Consejo de Redacción
Darío Arnolfo - José Maria Cardesín - EEsa Caselli - Carolina Gentile - Franyois
Godicheau Rafael Guerrero Elecalde - Ignacio Martínez - Carlos Otero - Nora Peñalba
Diego Roldán - José Javier Ruiz Ibañez - Gaetano Sabatini - Silvina Ventura

Webmaster: estarl\lET - Diseño de Tapa: Alberto De Lorenzi


Descriptores y Resúmenes Técnicos: Gerardo Salta
Keywords y abstracts: Jelmifer y Lorena Díaz Green

Comité Editorial en la Argentina


Marta Bonaudo {UNR) - José Emilio Burucúa (UBA) - María Inés Carzolio (UNR­
UNLP) Manuel A. Cattaruzza (lJNR - UBA) - EIsa Caula (UNR) - Horado Crespo
(UNC) - Gabriela Dalla Corte (lJNR) - Raúl Fradkin (U Luján - UBA) - Eduardo
Hourcade (UNR) - Marta Madero (UNGS) - Susana Murphy (U.N. Luján - UBA)
Silvia Palomeque (UNC) - Griselda Tarragó (UNR)

Comité Editorial Externo


Francisco Andújar Castillo (Univ. de Almena) - Alberto Angulo Morales (UPV) -
Baliolomé Clavero (Universidad de Sevilla) - Juan Carlos Garavaglia (EHESS, París) ­
José María Imízcoz Beunza (UPV) Luis Miguel Glave (UNSM, Lima) - Claudio Sergio
Ingerflom (CNRS, París) - Jean-Frédéric Schaub (EHESS, París) - Bernard Vincent
(EHESS, París)

*
La revista no se responsabiliza de las opiniones vertidas por los autores

Copyright prohi/tofia, 200 l.

ISSN 1514-0032

Propiedad de María del Rosario Baravalle

Publicación Científica de carácter Anual

editada por el Gurpo p,ohiAo,ia

& Alal1uel Suárez - Librería Logos S.R.L. editores


Hecho el depósito que marca la ley 11723
(Núm. 1891 Expte. Núm 48680, de120-IIl-2000)
Queda prohibida toda reproducción, por cualquier medio.
Todos los derechos reservados
prohistoriClS - 2001

Índice

Editorial """"""""""",,,. ,.""" ,,,.,,., .. ,,,,.. ,,,,,,,,,, .. ,, .... ,, ........... " ..... "" ..,...,........... " .. ".. 5

La Ventana Indiscreta. La Historia y la Antropología Jurídicas

a través de la emoción de sus te>.1os ..,,,,,,,, ....... ,..... , .. ,..,,, ...... ,,.... ,.............................. 11

D ARÍo BARRIERA y GABRIELA DALLA CoR1E CABALLERO

Realismo, Antropología Jurídica y derechos,

Entrevista a Ignasi Terradas i Saborit .......................... ,.............. ', ...... ,...... " ....... " ..,.. 15

GABRIELA DALLA CoR1E CABALLERO

Enseñando al hombre blanco, abogando por la justicia india,

Un contexto antropológico y político para The Cheyenne Way .................. " .......... "... 29

JosÉ MARÍA CARDEsÍN

Los criminales ante la concesión del indulto en la España del Siglo XVIII...... .............. 55

TC»;fÁs A. MAl-'TECÓN

Cambio político, disciplina nonuativa y persistencia de la mentalidad jurídica.

Disputas y resolución de conflictos en la Cataluña Francesa "" ....... " ................... " .... ' 83

SlLVIA GÓMFZ 1MEsTRES

La represión y la guerra civil española

Memoria y tratamiento histórico .... " ........ ,... "".. " .......................... " .................... ,.... 103

FRANQoIS GODIClffiAU

Jurisdicciones en tensión. Poder patriarcal, legalidad monárquica y libertad

eclesiástica en las dispensas matrimoniales delBuenos Aires virreina1 .... " .......... " .. ,.. 123

ELSACAUlA

Itinerarios de la Ciudadanía en Buenos Aires. La ley de elecciones de 1821 ,.............. 143

ORESTE CARLOS CANSANFLLO

Los vagos de la campaña bonaerense.

La constrllcCÍónhistóriea de una figura delictiva (1730-1830) .......................... ,......... 171

FABL1.N ALONSO - MARÍAE. BARRAL- RAÚL O. FRADKL'N - GLADYS PERRI

-3­
Lajusticia civil rola campaña bonaerense:

lUla aproximación cuantitativa (1825-1834) 203

NIDIA N. ROBLES

Procesos judiciales y recorridos administrativos.


Buenos siglo XIX ,.,. .............. , .. ,. 223
MARt... V. SECREID

StJ(:j{~d:;HJ ................ ~ ....... ., ..... _............ ,......... "... ... "" ....... , ....... ", 2~)7
BERNARDC Smu

Poder y en Francia de los n1odel1103 .. " ............................... ,.. ,......... 265

l'viARÍA 1. CARZOLlO

la historia
273
DARío G. BAFJUERA y GABRIELA DALLA CORIE CABALLERO

prohistoria
Incluye los sumarios de sus ediciones,

la base de datos Latbook (libros y revistas).

Disponible en INTERNET

En la siguiente dirección:

http://www.latbook.com.ar

-4­
prohlstoriG 5 • 2001

Editorial

Un grupo de madres -primero- abuelas e hijos -después- piden, desde hace

1 _ afios, juicio y castigo a los culpables, y todos sabemos de qué hablan. Los
crlmenes con o sin sentencia, cuyo proceso judicial no ha satisfecho de todas
maneras la revelación de la verdad, son considerados impunes. En Catamarca,
Buenos Aires, Rufino o en cualquier rincón del país, pueden registrarse largas y penantes
"marchas de silencio", que claman por justicia. Los crímenes de la ley, de los policías del
"gatillo fácil", han promovido la generación de organizaciones comunitarias para un re­
clamo persistente y memorioso, que apunta contra las estructuras policiales y su vincula­
ción con actividades ilícitas: se pide justicia. Los asaltantes comunes toman rehenes:
encerrados por la policía, arguyen que sólo ante la presencia de un juez negociarán las
condiciones de su entrega. La presencia de la justicia se les representa como un garante
frente a la posibilidad más oscura de ser baleados o "reducidos" por las fuerzas policiales:
pretenden "negociar" y sólo la justicia les ofrece esa franquicia. Las oficinas de la Defensoría
del Pueblo o de las defensorías de derechos del consumidor no dan a basto: los abusos
brotan como la gramilla y, la gente, apelando al "último recurso de los indefensos", inun­
da estas oficinas con reclamos frente a lo que consideran -y con razón- excesos de empre­
sas que prestan servicios escasamente controlados y avasallamiento consiguiente de sus
derechos. Del derecho a pagar por aquello que se recibe en los términos en que se ha
pactado ... Los "piqueteros" que cortan puentes y rutas, exigen una distribución "más jus­
ta" de los recursos que el Estado debiera destinar al paliamiento de la desocupación;
algunos funcionarios del mismo Estado, nacional o provincial, denuncian la distribución
de estos planes entre clientelas políticas, cuando no, ponen en tela de juicio la naturaleza
legal de algunos ingresos "extra" que, otros funcionarios, estarían percibiendo para apro­
bar leyes sin consenso. Corrupción a escala de escándalo: debe ser examinado y puesto en
claro por la justicia, poder independiente. Justicia que, en este país, procesa a altísimos ex
funcionarios del gobierno por haber formado parte de una organización delictiva que
funcionaba desde las entrañas mismas del Estado Nacional.

2 - Se cumplieron 25 años del último "golpe de estado" y, como bien puede notarse si se
piensa un poco, el golpe fue a un orden jurídico y político existente puesto que, el Estado
gozó durante aquellos años de excelente salud, al punto tal que hasta pudo desplegar un
terrorismo propio y genocida. Durante el periodo de la supresión de las garantías consti­
tucionales y de la prohibición de las asociaciones políticas antes legalmente reconocidas,
entre 1976 y 1983, se gestó además un orden jurídico que legalizó el inicio de un vacia­
miento acelerado y progresivo de los recursos con los cuales el Estado podía, también

"EDITORIAL", prohistorie, Año V, número 5, 2001, pp 5-8.

.5.­
EDITORIAL

desde lo económico, echar mano de ardides para garantizar trabajo, salud y educación. La
transgresión del Contrato pasó por lo civil, por lo económico y por lo ético. Violó los más
fundamentales principios del derecho natural y del derecho común, del derecho de gentes.
Los transgresores y violadores, todavía entran y salen de cómodas prisiones gracias a
dispositivos que, como es lógico, se encuentran provistos por esos mismos derechos que
violaron. La restitución de las garantías constitucionales dio inicio a un largo proceso de
lucha por algunos de estos delitos, la mayor parte de ellos todavía impunes; no se pudo,
sin embargo, evitar la comisión de nuevos y mayores delitos "civiles" y "económicos",
3 - Existen en nuestro país, a ciencia cierta, grandes mojones de impunidad: las leyes de
Punto Final y Obediencia Debida' , amén de causas que naufragaron en una justicia manipu­
lada desde los otros dos poderes supuestamente independientes 2 , que afectaron lo que debió
haber sido un recorrido procesalmente correcto. Por otra parte, la exhibición en el espacio
público de casos privados (en este sentido fue paradigmático el de la violación y asesinato de
María Soledad Morales, en la Catamarca de los SaadP) provocaron esta demanda de justicia
desde la opinión pública, atendida por funcionarios y medios en el marco de la pavura provo­
cada por la posibilidad del advenimiento de una suelte de impunidad "endémica". Algunos
de esos mojones de impunidad, devenidos en obstáculos, fueron parcialmente sOlteados en
los últimos tiempos. Las causas por apropiación de menores y usurpación de identidad, no
contempladas en las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, abrieron nuevos senderos a
través de los cuales fue posible condenar a los principales responsables del mayor genocidio
de nuestra historia. En este marco y en un fallo histórico, el juez federal Gabriel Cavallo
dictó la nulidad de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida. 4 ¿Y ahora qué?

4 - Ahora, estos aparentes síntomas no deben conducir a engaño. Muchos más son los casos
que colman la sala de espera al aguardo de la "justicia" y tantos otros los que no transitan
ninguna sala, puesto que se trata de horizontes diferenciados, abarcados por una misma
palabra que designa cosas diferentes. Entre los primeros, los atentados a la Embajada de

Estas permitieron que se dieran por concluidos miles de procesos y además,


cualquier futuro juicio por las causas en ellas señaladas.
Entendemos por causas que han naufragado en lajusticia, aquellas que habiendo tenido un proceso
judicial padecieron algún de manipulaciones que a la postre condujeron al fracaso de las
investigaciones y como consecuencia directa a la absolución de los inculpados. Entre las causas más
resonantes de corrupción recordamos: los "guardapolvos" de Bauzá, las privatizaciones en general
(casi todas tuvieron en su momento procesos iniciados: ATe, E1\lTEL, SOMISA, EDENOR, EDESUR,
AFJP, etc.), el "Swiftgate", el "narcogate", el caso "IBM-Bco. Nación", el caso de la Aduana "paralela",
Edcadassa, el caso de los "diputruchos" (fórmula que tras el sufijo "dipu", de diputados, contiene la
muy local expresión de "truchas", que significa ilegal, falso, tramposo).
Familia oligárquica que controló el gobierno de esa provincia, de manera indirecta y directa,
desde la década de 1940.
No debemos olvidar la inclaudicable labor de las Madres y sobre todo, de las Abuelas de Plaza
de Mayo.

- 6·
prohistoriCII 5 - 2001

Israel y a la AMIA, por mencionar sólo los más graves. Entre los segundos, basta recorrer
un diario o algunos noticieros para relevar las voces de la calle que claman por la justicia
ciega y equilibrada que debe privar en el ancho campo de "lo social". En medio de este
juego enmaraüado y anlbivalente de condenas sin dictar y castigos sin cumplir, de senten­
cias esperadas y desesperantes, de fallos ejemplares no aplicados y de execrables fallos
negociados, la gente sib'Ue invocando a la justicia como un ente prístino e inmaculado
capaz de resolver hasta las más terribles inequidades que padece ... aunque cada vez menos.
5 -- A nivel intemacional, el cont e>.io no difi ere del nuestro. Además de los procesos inicia­
dos en el Triblmal de La Haya (por ejemplo los resonantes casos de los militares bosnios,
también la reciente detención de Slobodan Milosevic), lajusticiade distintos países (Fran­
cia, Italia, España, Suecia...) ha iniciado causas, con pedidos de extradición para los crimi­
nales responsables, por delitos cometidos contra ciudadanos de esos países fuera de sus
propios territorios nacionales -como los perpetrados por Pinochet en Chile ypor los miem­
bros de la Junta Militar en la Argentina-. Ya no sólo se presenta como de dominio público
el tema de la "justicia", sino también el de las "jurisdicciones". Se apela a la "ciudadanía"'
de las víctimas para lograr el castigo de los criminales... En muchos casos se trata de lilla
segunda ciudadanía (italiana o espaflola adoptada por argentinos) esgrimida para conseguir
en otro país ullajusticia que se presenta como inalcanzable en el propio.

6 - Un miembro de nuestra revista nos comunica su mir-ada, ciertamente preñada de


lucidez y compromiso. Nos parece couveniente compartir-la en sus términos originales:
"Quale illtellettuale europeo ha negato o negherebbe un' intervista índignata,
la partecípazione ad un sít-in di protesta, la firma ad un manifesto di denun­
cia, un intervento vibrante su un periodico o in lill programma televisivo, ad
esempio perportare la sua solidarieta alle madrí di Plaza de Mayo? Nessuno,
peccato che poi tutto finisca li, perché indignarsi ebello, ma assai piú belli
sono una sOllil01enta cattedra universitaria o il caldnccio di un posto da
giomalista. Un po' di solidarleta a buon mercato non sínega anessuno. Quanta
insopportabile ipocrisia alberga nella falsa indignazione di chí si agita nei
tranquilli salottini della cultma, lra Parigi, Milano o Francoforte, di Chilli'Úlna
disCUSSlOllÍ da accadeIT'Ja o da pro granulla radiofonico della notte, senza édcun
reale idea1e di denuncia concreta, non solo di ció che ci accade lantano, 1113
anche dí mtte le nostre complicita con ció che eaccaduto."

7 - La justicia es, en la ~A.rgel1tina de los albores del siglo XXI, el último reducto de las
esperanzas en el horizonte más amplio de las equidades. Que la justicia fiO es neutral es
algo que los estudios históricos y antropológicos, también los sociológicos, han mostrddo
cabalmente, para cualquier periodo y espacio que tenga historia. Las perspectivas por una
equidad econónúca y social en sentido amplio parecen ser fu'] reclamo de las minorías
combativas. Lamentable, pero cierto. El gmeso de la sociedad argenti..'1apresenta un estado
de desmovilización y de precaüzación de los recmsos para disputar sus posibilidades de

-7 ­
EDITORIAL

reproducción mínima que es alannante. El único reclamo que se ofrece corno transversal,
como universal en el sentido de una preocupación que trasciende las divisiones clasistas y
hasta cult:urn1es, es éste, ya banalizado, de una "justicia social" que, en el fondo, no es sino
una manifestación entre nostálgica e ingenua por la presencia de una justicia distributiva
que dé a cada quien lo que le corresponde. ¿Y qué le corresponde a cada quien? la
jnsticia distributiva una instancia, como sepretende, neutral y mágica, dispuesta a acordar
retribuciones basadas en un mérito de raíces sospechosamente modernas? ¿O, al contrario,
es el confín último de vaciamiento de sentido de reclamos que, a falta de can;elizaciones
operativas y concretas, es decir, políticas, se decanta por la declanmCÍón de un horizonte
que, a fuemt de ser declanmdo, lmalmente se purga de contenido? ¿No fueron precedidos
y presididos, los cambios jurídicos, por movimientos y cambios políticos? La preparación
de este monográfico sobre la relación entre historia, antropología y, por decirlo genérica­
mente, la "justicia" no estaba, de hecho, relacionada con estas preocupaciones ni con este
presente. Al menos no lo estaba desde el orden de lo consciente. Hoy, al momento de cerrar
la edición, se nos presenta de bruces esta suerte de ínconsciente ínstitucional, desbordando
nuestras propias intenciones e, incluso, nuestras propias posibilidades de acción en lo que
al punto se refiere. La suerte de los pueblos, desde hace tiempo, parece estar en manos de
un gmpo de mafiosos que hacen y deslmcen a su antojo, a partir de problemas de "encqje"
resultantes de un sistema socioeconómico que tiene grietas en todos sus planos. Frente a la
circunstancia, los formadores de opinión instalaron la preocupación maquiavélica de la
"conducta de los mercados", como si se tratara de un ente vivo que verdaderamente pudiera
tener 1Ul comportamiento. O, en otros casos, como si se tratara de un mecanismo casi
teológico que, de veras, regula la existencia y los destinos de la gente. A caballo de este
simulacro, se dc:ia oír por doquier el tañido percutante de la campana que grita la devalua­
ción de la política, el desprestigio de los políticos y el descreínliento consecuente que las
mayorias alimentan frente a ese ámbito. Craso error, Pompeyo. Sí en algo nos estamos
equivocando es en el vacialniento de contenido del frente más importante en donde puede
darse la batalla. Si algo, hmuildemente, pudiénunos aportar con nuestro trabajo, vaya esta
sugerencia con la cual, lústoriadores y antropólogos, proponemos repensar la fuerte di­
mensión política de los espacios de negociación en clavejurídica. Iniciativa ésta que, como
siempre, ticude a instalarpreoc"upaciones sobre el pasado en clave de ejercicios de lectura
alternativa de la realidad: pensar los víncnlos, pensar las relaciones y, sobre todo, desesti­
mar porprillcipio toda relación aséptica entre los seres hun1a11oS y las arenas en donde se
disputan socialmente los recursos necesarios para su supervivencia, sigue siendo una tarea
central para quienquiera que apueste por una ciencia social al servicio de la gente.

Dirección, Secretaría de Redacción y Cons~o de Redacción de


prohistorio
historia - políticas de la historia.
Rosario, agosto de 2001.

-8­
prohistoria 5·2001

www.latindex.unam.mx
prohistoriG es una publicación científica independiente, de ca­
rácter anual, editada por grupo prohistoria y manuel suárez
- editor. Promueve debates disciplinares e interdisciplinares y di­
funde resultados de investigación básica o estudios
historiográficos. Se distribuye por venta, canje o donación en
países de América y Europa. Publica investigaciones originales,
elaboradas fuentes de primera mano; la orientación . . ~A
. ...,U.U....

ca se publicita en su propio sitio web. Recibe, para su evaluación


por réferis, trabajos de historiadores y otros investigadores pro­
venientes de las ciencias sociales comprometidos con produc­
ción de un conocimiento científico crítico y reflexivo.

-9­
prohistoria 5 • 2001

La Ventana Indiscreta

La Historia y la Antropología Jurídicas a través

de la emoción de sus textos

DARÍo BARRIERA Y GABRlELA DALLA CoRTE


(prohistoria)

lfred Hitchcock afinnó en una oportunidad que el rectángulo de la pantalla

A debe estar cargado de emoción. También las páginas rectangulares de un libro


deben emocionamos y hacemos reflexionar sobre nuestras prácticas y nuestros
ideales, sobre las formas históricas creadas y asumidas por las sociedades hu­
manas. y es innegable que el ámbito de lo jurídico, en toda su amplitud, suele
ir cargado de "emoción", de una sensatez que casi hesitafrcnte alos scntinúentos, ya que
los temas tratados están relacionados con las ideas acerca de lo justo y de 10 injusto, de la
equidad y la arbitrariedad, de la solidaridad y del egoísmo: tanto en los estudios históricos
como en los antropológicos, nos enfrentamos al precioso desafio de anibar a la construc­
ción de otra verdad posible frente a la presencia de aquel1a elaborada en clave judicial.
En esa arena se e:-.-presan, históricamente, las claves de la convivencia. En témúnos clási­
cos, la superación del estado de guerra.
El monográfico que editamos en este quinto número de pr~historiCli es el resultado de
lm3 convocatoria realizada desde la durante el año 2000, con la intención de COll­
feccionar un dossier. La anchura de la respuesta está a la vista: las autoras y 105 autores que
publican aquí sus investigaciones, comparten la volm1Íad de intentar dirigir la mirada a
u<lvés de que muestra la tela por el revés, por el bies y por sus tillos,
y discute certidtullbres seculal1uente instaladas. Ignasi entrevistado per Dalla
Corte, reflexiona, y asigna potencia al campo que se en clave de
investigación y acción, detrás de la aparentemente acadé,:nica de la antropología
jurídica Un grupo de notablc-s antropólogos e historiadores observan y analizan distintas
facetas del mliverso de los las jl.LDsdicciones, los cambiantes perflles de delitos y
aelmCueIlles o discutiendo las vías de realización de la "ciudadanía", una cantera de fuen·
tes que, para las y rioplatense, conúenza a arrojar ya resultados
sustantivos sobre los cuales edificar nuevas versiones de sociedades que tLdllSitan, sobre
todo, la disolución del La conferencia del Dr. Bernardo SOl}, ubicada al
[mal de la de vista que vincula estas miradas y estos usos
el orden de lo político .Y lo cotidiano Cilla actualidad.

BARRIERA, Darío y DALLA Gabriela "La Ventana Indiscreta. La Historia y laA,ntropo­


logía Jurídica a través de la emoción de sus textos", prohistori.,Año V, número 2001, pp, 11-14.

- 11 ­
DARía BARRIERA Y GABRIELA DALLA "La ventana indiscreta..."

Desde las clásicas propuestas y adveltendas de Arlette Farge en La vida frágil, de


Lawrence Stone en fragmentos de su El Pasado y el Presente, del Edward Thompson de
Costumbres en Común, o de Reinhartd Koselleck en un trabajo que reseñamos al fmal del
VOlunlC11, la mirada de investigadoras e investigadores ha escarbado con mayor ahínco y
mf:jores elementos, durante los últimos veinte años, estas fuentes tan plli-üculares, tan
vívidas, que sonlas ofrecidas por los archivos judiciales: no se han descartado, de hecho,
las más clásieas utilizadas por la historia del derecho desde luego, se ha tildado como
innecesaria la relectura del universo más "oficial" y más "normativo" de las sociedades
estudiadas. Sin embargo, poco a poco, tanto la historiografía hispánica como la rioplaten­
se, han descubierto que, en realidad, aquellas voces que Lawrence Stone describía como
"coléricas" o desesperadas, de detenidos, procesados o denunciantes, no habíllil
sido suficientemente oídas. Ni sus caltas tan detenidamente leídas, ni sus gestos lo sufi­
cientemente imaginados y reconstruidos.
NuestrdS historiografías latinas -o, debiéramos decir m~ior, las lüstonadoras e histo­
riadores de habla tan sensibles a las luces de los centros franco
o angloparlantes, están sin que puede hablarse con propiedad de
enfoques cada vez más "desnacionalizados". En un sentido muy pragmático, es difícil
detectar aquí o allá una cierta y detemnnada cultura historiográfica que no sea, de hecho,
mestiza. Los resultados muestnm que son el fmto de una necesidad nacida de la provoca­
ción y la curiosidad, ora antropológica, ora histórica, que se preocupa menos por el culti­
vo de una corriente de tal o cual cuño que por la resolución de problemas concretos.
Problelnas que, por supuesto, tienen un único estatuto vinculante: la concepción del cono­
cimiento sobre las sociedades como un universo inseguro, sobre el cual deben constmirse,
cada vez, miradas altemativas que 110S muestren mucho más que una moneda de dos
caras. Así, en la utilización de metodologías y conceptos, el rigor ha reemplazado a la
rigidez, la lectura a la leyenda y capacidades interpretativas a las intempestivas
interpelaciones. Preguntamos sobre un pasado que siempre es el nuestro. Un pasado que
fue en su hora presente que, como un tiempo relativo en el que el dilema,
quizás, ha sido, es y será el mismo: ¿cómo se ha hecho para, en la lucha por la renta y la

""'J.!o;""'''JU',;) sobre la dimensión jurídica no estatal de l1Uestrds


lentanlenteha ido adquiriendo el campo de1Dere­
cho Consuetudinario y del Pluralismo no sólo en el ámbito de las fonnas indígenas
de administración de justicia, sino tanlbién en los contextos urba.'lOS, pemleados en alb'U­
nos casos por la y en otros por el aumento de la pobreza. El estudio
de aristas tan como el conflicto entre derechos individuales y colectivos aflora
en particular en el terreno de unsmCClonit:s 1I1C!i;ger13S, cuyo reconocimiento académi­
co esta a flor de mismo los intentos de transformar los
sistemas estatales de sociedades que se reconocen cada vez más como
de ver el mundo -que responden al cuestionamÍCnto de
estlg~iCl()11i:~S autocelltradas ¡UTII.SOllCCi.on estatal- están permitiendo un

-12­
prohistoria 5 • 2001
más complejo que supera íntimamente la perspectiva judicial para inmiscuirse en niveles
más amplios de la búsqueda de la justicia, justicia que puede llegar desde las diferentes
vertientes de la resolución de conflictos, y allí están como ejemplo del aserto la media­
ción, el arbitraje, la amigable composición o los acuerdos internacionales, estos últimos
generados por instancias que en ocasiones luchan contra la soberanía nacional.
La Historia y Antropología Jurídicas se están beneficiando, por ende, de las necesidades
de grupos que pueden parecer contestatarios desde una perspectiva nacional-estatal, pero
que en realidad reivindican sus ocluidas trayectorias y tradiciones, o piensan fórmulas y
estrategias para alcanzar el orden justo y equitativo. Desde una perspectiva crítica -pre­
cisamente la que los diversos trabajos aquí presentados buscan brindarnos-, temas claves
como la obtención de un orden justo en la sociedad global o transnacional (Bernardo SOlj),
o la reivindicación de la memoria histórica de tiempos de luchas y represiones (Fran<;ois
Godicheau), constituyen fértiles terrenos en los que es posible comprobar que la aplicación
de las normas no siempre es resultado del consenso, sino muchas veces consecuencia de la
imposición sobre los más vulnerables o débiles. En este sentido, es imposible soslayar que
este monográfico sale a la luz en un contexto histórico muy particular para la sociedad
argentina, con implicancias a nivel latinoamericano (piénsese en el modelo del Mercosur) y
mundial: el deterioro del Estado de bienestar y la cruda instalación de un diseño neo liberal
a ultranza que hace de los sectores más desfavorecidos una caja de resonancia de las leyes y
políticas estatales, elaboradas en general con nulo o escaso consenso, y sobreimpresas de la
mano de la protesta social. Más allá de los temas de interés puramente académico, el estu­
dio de las luchas y de los reclamos sociales -muchos de ellos llevados al terreno jurisdiccio­
nal- superar las restringidas visiones que radicaron su interés en los acuerdos intra e
interpartidarios.
Este monográfico procura contribuir a la construcción de nuevas relaciones en las que
no esté excluida la posibilidad de un orden equitativo que supere las restricciones sobre la
suerte de las urnas y que celebre los nuevos desafíos que nos depara el derecho para mos­
trarnos la capacidad de decisión sobre nuestra vida y nuestro entorno. No se nos pasa por
alto, fmalmente, que quienes aquí participan con sus reflexiones lo hacen atendiendo a la
dimensión jurídica en un sentido amplio, influenciados por intereses actuales y profesio­
nales, pensando con categorías interdisciplinarias. Si consideramos que a unos tipos de
derechos de propiedad corresponde un ideal de ciudadano, y si recordamos que la viola­
ción de aquellos u otros derechos generan otros ciertos estereotipos de delitos, de crímenes
y de delincuentes, es posible leer los textos de este monográfico con una mirada particular.
Los Cheyenne s enseñaban a los "blancos" unas formas de la política -¿de la democracia,
cabría decir?- que en su hora fonnaron parte de un debate de dimensiones notables: Occi­
dente ahogaba, entonces y ahora, las voces alternativas que provenían de sus mismas
entrañas (Cardesín Díaz). Ese camino, como el estudio de las ofensas (Sílvia Gómez i
Mestres y Tomás Mantecón), la jurisdicción eclesiástica en tensión con la civil (Elsa Caula),
los derechos (Verónica Secreto y Carlos Cansane!lo), sus cultores (Nidia Robles) y sus
transgresores (Raúl Fradkin, María Elena Barral, Fabián Alonso y Gladys Perri), son las
~ 13 ­
DARío BARRIERA y GABRIELA DALLA CORTE, "La ventana indiscreta ... "

puertas de entrada elegidas por las autoras y los autores de los trabajos aquí reunidos para
otear el horizonte de la historia y la antropología desde una perspectiva jurídica. Horizonte
que puede resumirse -si se nos pennite un reduccionismo de tipo meramente analítico-..- en
la naturaleza de unas sociedades que se debatían y debaten aún hoya la hora de resolver el
mejor modo de "ordenarse", lo cual equivale a decir "darse un orden". ¿Son estos proble­
mas antropológicamente extraños a los que vivimos en estos días 0, por el contrario, la
antropología de las sociedades en transición a la modemidad -tema sobre el que pivota
gran parte de la reflexión aquí expuesta- nos devuelve una imagen devaluada y triste del
arcaísmo de este presente que, en cierto sentido, es el futuro que supimos construir? Ahora
la consigna es válida más que nunca. Saber más de nuestro pasado (es decir, conocer este
pasado en clave de lecturas disyuntivas que bucean en fuentes documentales e informati­
vas alternativas) es un ejercicio imprescindible del tiempo que nos toca vivir. Contar para
ello con el aporte generoso de los y las analistas que aquí participan, un privilegio que los
coordinadores agradecemos.

Rosario I Barcelona, julio de 2001.

- 14 ­
prohistoriCl 5 • 2001

Realismo, Antropología Jurídica y derechos.

Entrevista a Ignasi Terradas i Saborit*

GABRIELA DALLA CORlE CABALLERO


(prohistoriCl)

gnasi Terradas i Saborit, tillO de los referentes más destacados de la Antropología

1 Juridica, se desempeña como Catedrático de Antropología en el Departamento de


Antropología Cultural e Historia de América y África de la Universidad de Bar­
celona. Es autor de nWl1erosos artí.culos especializados, así como de libros entre
los que cabe citar: Antropología del campesino catalán (Barcelona, 1973); La colonia
industrial com a particularisme historie: L :4metlla de ¡Herola (Barcelona, 1979); El
jyfón históric de les mastes: conjectures generals ¡casos particulars (Barcelona, 1984);
Ala! natural, mal social. Introducción a la teoría de las ciencias humanas (Barcelona,
198&); Revolución y religiosidad: textos para una reflexión en torno a la Revolución
francesa (Valencia, 1990); Eliza Kendall: reflexiones sobre una antibiografia (Bellaterra,
1992); Réquiem Toda: ensayo de comprensión de las costumbres históricas de los Toda
ante la muerte (Barcelor.a, 1995); Antropología Jurídica (Santiago de Compostela, 1999).

J!:.n Espalia usted es uno de los únícos antropólogos que se han interesado por el universo
jurídico como un terreno especifico y fértil para el debate. A partir de la docencia y la
illvesügaciól1 que realiza ¿cómo definiría la Antropología Jurfdica?
La defInición "Antropología Jurídica" es difícil y controvertida. Dída simplemente que es
un replanteamiento de la A11tropologia Social centrado en estudiar los fenómenos sociales
cuando están más estrechamente relacionados con problemas de justicia, obligaciones,
1.<1." ""-HU;:', sentimientos razones que en cierta manera denotan y connotan el ámbito o la
cultura de 10 jmidico. Seria una "enttar", igual que en el caso del Parentes­
co y de la EconomÍa. "entrar" pero no para "quedaITtOS" en una traducción estric­
ta de fenómenos de Derecho. En la Jurídica me parece que es la
Social en una pen;pectiva realista. Si tuviese que definirla histórica­
mente, diria que es 1a A21tropología Social realista. Hemos de entender que el Derecho es

DALLA CORTE CABALLERO, Gabrie1a "Realismo, Antropología Jurídica y derechos. Entrevista


a TelTadasI Saborit", prohistorilil,Año V, número 5, 2001,pp. 15-27.

" La confección de este monográfico así como la elaboración de esta entrevista fueron
posibles gracias a un subsidio que la Fundación Antorchas otorgara a la Dra. Gabriela Dalla
Corte.

- 15 •
GABRIELA DALLA CORTE CABALLERO "Realismo, Antropología Jurídica..."

unaparte viva de la sociedad, y que Iasociedad es viva toda ella, y debemos contextualizar
e interrelacionar.

Sin embargo, el solo hecho de aludir a la existencia de la Antropología Jurídica parece


sugerir que plantea algún tipo de especialización....
Insisto en que no hay que la Antropología Jurídica como una especialidad sino
como una nueva estrategia histórica según una perspectiva realista. Actualmente, debe­
mos a autores como Louis Assier-Andrieu el desarrollo sólido y renovado de
pectiva. Dada la propia historia de la Antropología y de las demás ciencias sociales, tiene
sentido, quizás en las últimas décadas, y a pattir de esta de crisis de la Antropolo­
del Parentesco, el que ahora hablemos de Antropología Jurí.dica. Se empieza a hablar
nuevamente de Antropología Jurídica (a pattir de los ru10s 1980) en un momento en que
se han puesto en tela de juicio las especializaciones de la Antropología, es decir, laEconó­
la del Parentesco, la de la Religión, y a pattir de las edticas de autores como Adaro
Kuper o David Schneíder. Esta crítica es casi cOlmatural a la propia Antropología, tanto
la Social como la porque algunos autores sabían que la Antropología era un
campo difícil de tipo de sociedades que estudia. Lo
cierto es que la quizá a extremos excesivos (aunque yo 110 creo que
alarmantes para el des:"ITollo de la .Antropología), y algunos antropólogos
aferraron" a estos extremos y por ejemplo, la del Parentesco di~
dendo que negaba la teoría y el propio estilo de la Antropología que ellos llamaron
"holístico" .

qué corrientes apareció este tema?


Este tema apareció en el y luego en el el postestrucruralismo
y la A.ntropología y ha habido acuerdo en que la originalidad del método y
de la teoría de la estriba en relacionar todo un ámbito de la cultura y de
eS{:lecializa<:íOll1CS propias de las ciencias sociales centradas en el
lic:::mennía, Política, etc. Digili'TIOS que ha sido una
cosa resbaladiza porque ha habido autores que, a la hora resultados, fueron
conscientes de que no debían mantener las diferencias entre las disciplinas, y que tenían
que adoptar la para relacionar todos los todas las variables, proce­
diera.n del cmnpo que es decir, de la del parentesco, etc. Precisa··
mente la originalidad era, por entender la en el campo económico
decirle a un economisto. "~ mira, si relacionas este fenómeno o:::m asrlectos
'V¡;''-V'-', morales e incluso lo entenderás la origina­
lidad de la Antropología, pero el desarrollo de especialización, al menos
nivel de método, las ciencias sociales "establecidas" en nuestra
sociedad.
prohistoriG 5 • 2001
¿De dónde cree que provino este debate entre especialización y holismo?
La crítica norteamericana y de los franceses fue muy l~ios al criticar las especializaciones
y la relación de la Antropología con las otras ciencias sociales. Esto afectó sobre todo la
Antropología económica, que ha sido la más perjudicada La Antropología del parentesco
se cuestionó mucho máspero no salió tan mal parada, quizás porque hubo más antropólogos
en el Reino Unido y Estados Unidos que fueron conscientes de que esa especialidad no
hacía dafio a nadie, sino todo 10 contrario. Por otra parte se confundieron las propias
especialidades con "cierto" marxismo, o con el funcionalismo. Yo creo que estas críticas
estuvieron motivadas por la estrechez de miras y de conocimiento de algunos antropólogos
más que por la dinámica de las especialidades de las que muchos renegaron. Con ello se
rechazó también el sentido de dialogar con las otras ciencias sociales en pie de igualdad,
con 10 cual los antropólogos volvieron al plano de "correctores" o "sabios" frente a otras
ciencias sociales, lo que me parece insolente.

¿ y qué ocurrió con la Antropologia Jurídica en el marco de esas criticas? Lo pregunto


porque es una época en que esa vertiente apenas existe...
Hay algo de Antropología Legal en autores estadounidenses que publican explícitamente
con este título, como Adamson Hoebel, Leopold Pospisil o Laura Nader, pero no entrará
en el debate de las especializaciones como ocurrió con la Antropología del Parentesco y la
Económica. Quedará al margen, pero se sobreentiende que le afectó lo mismo. En cambio,
en la Antropología británica, con la influencia de Max Gluckman, el ámbito jurídico
quedaba con mayor inclusión en la totalidad social y política.

Si tuviésemos que hacer una genealogía de su desarrollo ¿cuál sería?


Para mí lo que ocurre es que en los afios 1980 se plantean una serie de problemáticas en la
Antropología de manera necesariamente dialogante con el Derecho como son: derechos
de los pueblos indígenas, derechos consuetudinarios, fomlas de entender la justicia, con­
flictos e identidades diversas, conflictos interétnicos, los nacionalismos y las naciones,
temas en los que se ocuparon gente vinculada al Derecho. Entonces la Antropología retoma
otra vez con más "realismo" el ámbito del Derecho, ya mí me parece que siempre que la
Antropología se ha colocado en una perspectiva realista, ha atendido a este tipo deproble­
máticas.

¿En base a qué tradiciones antropológicas configuraría una nueva disciplina? Se lo


pregunto porque cuando planteó una rama disciplinaria de este tipo y cuando eligió el
nombre pensó en algo definido, hubo una voluntad. ..
En pri..'1.cipio, no enfatizaría lo de "nueva" disciplina. Yo no pensé en una rama disciplina­
ria. Elegí esto porque otros antropólogos de Fra.nCÍa e Inglaterra con quienes coincido ha.'1.
hecho esta elección. La persona que más me ha influido es Louis Assier-Andrieu. Coh,ci­
dimos cnla perspectiva de cómo enfocar problemas antropológicos como el de la identi­
dad. En torno a cuestiones de Derecho, en este sentido contc>.1.ual, la identidad tiene un
- 17­
GABRlELADALLA CORTE CABALLERO "Realismo, Antropología Jurídica..."

peso más realista. Para mí la Antropología Jmidica es, en realidad, un replanteamiento de


la Antropología Social a partir de su fundación. Juristas de gran categoría que conocen el
Derecho anti!;"Uo y comparado como Fustel de Coulanges, Bachofen, Morgan,
McLennan, hubiesen podido perfectamente desarrollar la Antropología Social en escue­
ias de Derecho cuando fundaron la disciplina en los ¡u"los 1860 y 1870, Y que luego fue
retomada por etnólogos de la generación de los Seligman y Rivers. A fines del siglo XIX
y comienzos del XX esta tradición se replantea y surge el gran carnpo del Parentesco y los
proyectos científicos más o menos "naturalistas" del estudio de la cultura, como los de
Boas hasta Malinowski, en donde se combinaba Historia y Antropología, algo "I"U',,"""
en la obm de Pauí Radin. También, la Antropología podría haber sido una rama de la
Sociología, porque hay sociológicas universalistas como las de Durkheim, que
integran tanto las sociedades "primitivas" como las que no lo son. En Estados Unidos, por
~iemplo, aparecieron grandes etllOh1fafÍas que ilustran la construcción de una ciencia so­
cial. Se aprovechó lo sembrado en el XIX Yse hicieron estudios comparados con una
gran seIlsíbilidad hacia la Historia. Evidentemente hubo errores; lmo de los autores con el
proyecto científico más decidido pero con más errores fue Rivers con su Historia de la
Sociedad A1elanésica. Pero estos errores sirvieron para ser contestados, y lo lúzo la gene­
ración de Malinowski y, un poco después, la de Firth y Goody. En ese replanteamiento
aparecieron conceptos como "jurisdicción", "conflicto'" "reciprocidad", sobre
la organización social y política, lo que en otros términos serían las preguntas que tienen
que ver con el "sentido" de la vida social. Son de este periodo los primeros análisis con
énfasis ecológico y estudios sobre los intercambios con el hábitat. Todo esto es Antropolo­
gía en que lo está allí como hilo conductor, y al que a veces llanlanlos
"Parentesco", o "Antropología Política". Me parece que la Antropología Jurídica se po­
driallamarperfectamente i\ntropologíaPolitica y que tenemos la posibilidad de hablar de
una Antropología Jurídica en la Historia de la Antropología, en la Historia del Derecho y
en general cnla Historia de las Ciencias Sociales. La tradición antropológicajuridica es
consustancial con la social. Y, en ese sentido, no hablarla de una nueva disciplina, sino de
continuar con ella.

Pero en esa línea de continuidad ha habido ciclos y diversas maneras de concebir el


Derecho de otros pueblos.
El fenómeno es comp1t:jo porque c:?.'1ste una demanda estrictamente jurídica en el sentido
más cerrado y positivista del término, en la que la Antropología Juridica continuarla
siendo lo que fue en el siglo XIX en Francia e Inglaterra, es decir, simple traductora de
prácticas y hábitos de otros (que impliquen normativas, preceptos, o un mundo de
derechos y obligaciones) para el Derecho occidental. En este esquema que ha mantenido
una larga tradición en centros de investigación, el prototipo es el jurista occidental del
período colonial en Argelia en el caso yen la India en el caso británico, interesa­
do en el Derecho nativo o indígena para garantizar al Derecho occidental una actuación
más eficaz. La Antropología Jurídica estaría aquí vinculada al Indirect Rule, al Gobierno
- 18 ­
prohistoria 5 • 2001
Indirecto del proyecto político británico de colonizar manteniendo estructuras !,rubernati­
vas y juridicas a nivel nativo, articulándolas con el Estado colonizador. Esta Antropología
Jurídica se mezcla con otra que plantea precisamente lo contrario, es decir, se interesa por
el Derecho de otros mundos para "aprender" de ellos. Yeso es la Antropología. El
antropólogo es alguien que, antes que nada, desea aprender de lo que está estudiando.
Aprender quiere decir que valora positivamente una founa de vida, una eA'Presión cultu­
ral de otra civilización. Esta Antropología Jurídica se plantea al margen de la otra Antro­
pología Juridica de la que he hablado antes.

Desde esta perspectiva ¿parecerla que hay dos maneras de percibir o concebir el Dere­
cho?
AlgllilOS antropólogos lo dicen de manera directa; Llewellynhablaba de que hay fenóme­
nos en otras sociedades que tienen" el sabor de la justicia" o "el sabor del Derecho". Lo
dice de manera muy indirecta, porque de otra manera caeríamos en la trampa de hacer
traducciones estrictas y confundir campos. Y precisamente la Antropología Jurídica des­
cubre que lo que para nosotros está instituido en el Derecho, en otra civilización afecta
otros campos, como el moral, el ritual, el político, el económico, el estético. El aprendiza~
je radica en el descubriluiento de esas interconexiones.

Si pensamos en lo variable que puede ser el ámbito de la Antropología según los pueblos
que se estudien, ¿cómo se puede definir entonces la disciplina?
No se puede hablar de "Antropología Sensible a los fenómenos con sabor a Derecho",
porque suena muy mal, pero seria lo correcto. Y aquí apareceu los problemas. Desde una
perspectiva más juridica, Norbert Rouland defiende en Francia la especialidad Antropo­
logía Juridica en términos que recuerdan más la primera tradición de la Antropología
Jurídica. Louis Assier-Andríeu, en cambio, evita hablar de Antropología Juridica para
que no suene a especialización. A mí io que me parece importante 110 son los ténninos que
se utilicen, sino el trabajo que se hace. Si alguien ntiliza el concepto de A..~tropologia
Jurídica pero no para hacer un estudio restringido a fenómenos de estricta naturaleza
jurídica, sino para temas como derechos, obligaciones, equidad, justicia, viendo todo el
universo afectado, es decir,juridico, religioso, moral, político, ritual, yo creo que el
concepto es pertinente.

Usted habló de una Antropología realista, quizás relacionada con el realismo Jurídico
de Llewe!lyn y Hoebel. ¿Cuáles serían entonces las diferencias en este nivel respecto de
la Antropologia del Parentesco?
Las etnografms no son "fa.'1tasÍas" del etnólogo, como ha..'1pretendido algunosposlllodernos.
Escribí sobre este tema para el Congreso de Antropología que se hizo en Tenerife2 • Para

Véase TERRADAS i SABORIT, Ignasi "Realismo etnográJ:lco. Una reconsideraCÍóndel programa

- 19 ­
GABR[ELA DALLA CORTE CABALLERO "Realismo, Antropología Jurídica ..."

mí el realismo es que existe un conjunto de etnografías que hablan de la realidad y dialo­


gan entre ellas con independencia del etnólogo, ya partir de ciertos datos "positivos", en
el sentido estricto de la palabra, es decir, positivamente relacionados con eA-periencias
vividas por la Esto es lo máximo de fiabilidad que tenemos. Si yo me puedo fiar
tanto de estas como me puedo fiar del registro de la propiedad para otras
cosas, en ciencias sociales no podemos pedir más. Se puede relacionar también con el
realismo en La Antropología Social durante mucho tiempo ha intentado ser
muy realista centrándose en ellengu;:'Je del Parentesco que, como escribió Malinowski,
equivale al del Derecho civil. Los antropólogos haber dicho: "- nos
centramos en el del Derecho civil", pero no, decir que se centrarían
en el del Parentesco. O podrian hab,;;r dicho, "~nos centramos el de
no, dijeron Parentesco. A nivel de la el
inteTés por la vida real, los derechos q¡:;e tiene la
por las na:¡CrlCIO,nes, por cómo plantear los conflictos. Esto estudiaba
en Parentesco Política, y ahora en Juridica. Lo que buscamos los que
hacemos Jurídica ahora pr¿tcticrunclrltelo mismo los que
co en los años 1930 o 1940.

¿Y qué buscaban?
Pues, una realista sobre la sociedad. Entender una sociedad viendo cómo se
condición de vida en el sentido de conse­
cuencias tiene para la vida material y moral de las personas. Es no interesarse por
productos estrictamente formales, estructurales, o de
pregunta..rse si la se lo pasa bien, si hay gente que utiliza a los demás o a
grupos, si hay sensación de satisfacción colectiva, qué les pasa realmente. Es
10 que tiene que ver con el mundo de las aspiraciones con la satisfacción en las
~~r.. " ..~~ con la felicidad humana en el sentido "realista" del ténnillo. Esto es lo
que ciencia social a lUla postura "realista" Muchos antronO!Oi!OS
se han acercado a otra civilización y hablado de ella, pero si se les ftrr.'{rnnt'>.
las personas, qué les ocurre en sus relaciones cómo
entienden la cómo es la situación de la
si tienen relaciones más o menos ecuánimes, quizás no sepan contestar. Si surge un con­
flicto, no por ha surgido. Y no olvidemos que si nos interesan las
ciencias sociales es por este motivo. Es difícil encontrar un que sea absoluta~
mente desinteresado vivida, esto que decimos "la vida viyida",
pero hay por estilísticos de las máscaras de un o de secuencias
rituales .Y musicales de 1m en los que no se habla de nada más.

de Bronislaw K. :M1llinowski", en BESTARD CA1vIPS, Jooo (coord.)

A10demidady posmodemidad en la Antropología actual, Actas del VI Congreso

Tenerife, 1993,pp. 117-145.

prohistoria 5·2001
Aje gustaria que me hablara de las categorías de la Antropología Jurídica, por ejemplo,
el concepto "jurisdicción ", que en una oportunidad postuló como un término clave para
esta vertiente analítica,
Tratando de hermanar 1m poco más la Antropología con el ml1lldo del Derecho, se han
buscado categorías en el propio Derecho para replantear problemas de Antropología So­
cial. Por ejemplo, al nacer la Antropología hubo categorías que fueron propias de la An­
tropología elaboradas por juristas y otras que se mantuvieron en el1enguaje del Derecho.
algunas categorias que ahora son propias de la Antropología Social como "totem" y
"tabú", "kula" y "potlatch" sacadas de las sociedades indígenas. Pero hay otras categorías
del Derecho, como la de "ficción legal", que Henry Maine, por ejemplo, consideraba
fundacional de lo que sería la Etuología o Antropología, Para Bachofen la "pateITÚdad"
como "ficción jlli-ídica" instituye el Derecho y la propia cultura, que él considera "supe­
rior". Louis Assier-And.rieu adopta la categoría "ficciónjurídica~' para hacer interpreta­
ciones que son simultáneamente de Derecho y de cultura "vivida". El concepto 'jurisdic­
ción" nos permite hablar simultáneamente de temas de política, de reparto de poder, de
política en relación a cultura, es decir, de significados culttlrales de este reparto de poder.
Ahora estamos ante múltiples jurisdicciones, nacionales, internacionales, especializadas
en economía o en fiscalidad, civiles, comerciales, penales, Tribunales de Apelación, Su­
premos, Constitucionales, que pernuten entender la sociedad a partir de cómo se ordenan
derechos y obligaciones y de cómo se hace frente a "conflictos". Malinowskí en Crimen y
Costumbre, parte de l1ll concepto básico que es el de "reciprocidad", que se podría decir
que es el básico para la Antropología Económica, para el Parentesco, para el Ritual y pard
la Jurídica. Gran parte de nuestro Derecho tiene que ver con el "contrato" y gran parte del
Derecho de otrdS sociedades tiene que ver con la "reciprocidad", aunque ésta no es tan
extraña a nuestra sociedad porque la practicamos. Si decimos que en nuestra sociedad hay
una serie de conflictos yvivcncias del orden económíoo y político, a partir del conflicto de
los conceptos "reciprocidad" y "contrato" me parece que se abre un camíno afortunado e
interesante. Todas estas categorías pueden ser más "universales", como reciprocidad ver­
sus contrato, o más "especificas" y "formales" como jurisdicción, pero todas ellas me
que estén en una linea que les de sentido histólico y social,

¿Se debe esto a laformación en Derecho de los primeros antropólogos?


La Antropología es hija, no diré del Derecho, pero sí de una culturajuríclica. Todos los
que fundan la Antropología, unos pocos, son juristas. Insisto: teorías y con­
ceptos de la Antropología provienen del Derecho, en especial del Derecho comparado y el
Derecho Y hemos de acepta.r que hubiese sido razonable que la Antropología
Social fuese una especialidad del Derecho. La Antropología del Parentesco, por ejemplo,
es completamente comprensible para unjurista especializado en temas de Derecho civil,
más que para algunos antropólogos.

- 21 .
GAB!UELA DALLA CORTE CABALLERO "Realismo, Antropología Juridica. .."

¿Podemos utilizar el concepto u conflicto" como una categoria fundamental de la Antro­


pología Jurídica, o generaría malos entendidos y reduccionismos?
Sí, pero debemos intentar que los conceptos "evoquen" suficiente información para saber
"a qué vienen" y qué cosas implican. Con la categoría "conflicto" se abusa porque es muy
general, como podría haber pasado con la categoría "reciprocidad" si no tuviésemos los
trabajos de Marcel Mauss, de Maurice Godelier, de Claude Lévi-Strauss, de Malinowski,
de Sahlins, etc. Para el concepto" conflicto" tenemos la tradición realista y los estudios de
Gluckmall. Se sabe que Assier-Andrieu nos ha recordado recientemente la obra de
Llewellyn. El conflicto nos permite hacer jugar más estrechamente el mundo de los valo­
res y de las creencias con el mundo de las prácticas y de los hábitos. Pierre Bourdieu., por
ejemplo, cuando aclara realmente bien su teoría de la práctica es cuando entra de lleno en
conflictos. Porque puede haber ideales matrimoniales, de vida familiar, pero no se sabe
hasta qué punto se viven. Es el conflicto el que relaciona el ideal con la realidad y si no
hay un conflicto no se sabe cuál es el peso del ideal.

El cO/1flicto, a pesar de que discutamos su valor como categoría, ha servido como base
metodológica, en e.special de la Antropologfa Jurfdica. De hecho el estudio de casos
como estrategia analítica se ha apoyado en esta certeza.
La técnica del conflicto como estudio de caso es importante y muy realista. La perspectiva
realista se interesa por testimonios directos de la vida y la valoración que las personas
hacen de su situación. Es una perspectiva basada en e"-"Periel1cÍas contrastadas y compara­
das, no en apriorismos. el realismo supone que existe un corpus etnográfico de
varias sociedades que decir 10 que es "común" a la humanidad. Podemos decir
que el "sentido común" de la Social es su legado etnográfico y yo me baso
en este sentido común.

¿Por qué cree que la Jurídica se hizo eco del principio metodológico judi­
cial de los casos? un método cercano y conocido, usual?
La estrategia del estudio de caso se fue desarrolla..l1do en los años 1950 y 1960 en la
Antropología Social británica en términos de representatividad. Ta.11lbién dh-ia de
significatividad por su Esta técnica es común a la A'1tropología y a otras
disciplínas, tlli.'1to el caso como estudio localizado del todo, como el estudio de "un caso",
de un problema. En Antropología Jurídica, LleweIlyn y Hoebel con su Cheyenne Way1, así
como Robert Spencery Leopold mostraron que los casos, los conflictos específi­
cos, podían dar luz, no sólo sobre los aspectos jurídicos, sino acerca de la cultura general
de una sociedad. Y viceversa: para entender estos conflictos específicos, era necesario
conocer la cultura de sociedad. Hay gente que me comenta que los casos del

3 TelTadas se refiere Karl y ADAMSON HOEBEL, E. The Cheyenne Way. Conflict


and case law in prímitive jurisprlldence, ofOklahoma Press, Nonnan, USA, 1941.

- 22 ­
prohistoriQS ·1001
Cheyenne Way son minucias y que parecen conflictos sin demasiada importancia. Yo les
digo que para entender illl caso aparentemente sutil o marginal, hace falta comprender el
contexto, la religión, la moral, el ritual, la economía, la política de los Cheyenne. Hay
quienes preteuden que el Derecho debe plantear cosas muy graves y s1 no lo hace no
tendría importancia. En la postura realista, si el Derecho plantea cosas importantes el
contexto de la sociedad es rnuy importante, y si se plantean cosas minuciosas y de detalle
de la vida entonces es que el contexto es importante. La lectura pobre y mezqui­
na es pensar sólo en la especificidad o el exotismo de los casos, sin percibir que se expli­
can por cosas más y profundas como el sentimiento de pertenencia, de identidad,
la moral, el amor o la obligación.

¿La apelación a los casos no júe una jorma que utilizaron ios antropólogos para legiti­
mar la disciplina hacia Occidente, para que Occidente pudiese "leer "o con facilidad
otras realidades?
Es cierto, pero yo diria que es efecto de un partido tomado antenonl1ente. Al tener una
perspectiva realista uno se interesa por cómo las cosas afectan la vida de las personas, y
esta postura lleva al "caso" que es, por rebote, más inteligible. Todo dependió primero de
la existencia de infoffillintes que hablaban de recuerdos vividos. Llewellyn y Hoebel con
los Cheyerules, o Spencer con los esquh'llales, partieron de esta opción, no como algunos
antropólogos actuales a los que no les interesa la tradición, ni los recuerdos de Jos abuelos,
ni la vida vivida, sino que quieren ver cómo viven ahora unos ancianos en el asilo, aunque
esos viejos vivan básicamente de los recuerdos. Los antropólogos mencionados destaca­
ron esos recuerdos y la existencia de conf'J.ctos, y, a partir de alli, pensaron que también
los Cheyennes articulaban las memorias políticas de su vida a través de conflictos, y esto
es un principio verdaderamente ill1iversaL Los Cheyennes no son una excepción. Un caso
cOlLflictivo y sonado deja una intensa huella en la vida e interpreta la vida real de las
personas, y es!a es una realidad válida desde la Psicología hasta el Derecho. Un psicólogo
hablarla de los trauma;; de los síntomas Yo no le veo mucho truco a
al caso, es normal. Puede una estrategia para legitimar, pero coincide C011 ill1
efecto normal entendida esto es, vinculado a
económico-social q'.lC afect:a a la memoria lliiOdina
que, por también existe. }Vletodológicamente ill1 caso tiene grari l..a~m'-Lu.QLu.
tica, conservar la memoria de la gClli.C.

Jurídica sus anteriores más centra­


¿es fáctible encontrar cierta ligazón?
era, en otras épocas, la Política SociaL Si
estuviera en. "Antropología Social" o de los Pueblos Primiti­
vos": si estuviera en los años 1960 en por escogerla "Antropología
Política", porque la escuela de Gluck~nan terúa un enfoque bastante realista. Actualmente,
en el "aquÍ y allOra" me p,m,ce que decir Antropología Jurídica es primero, que el
- 23 ­
GABRIELADALLA CORTE CABALLERO "Realismo, Antropología Jurídica..."

antropólogo no es alguien que sale por la tangente, sino que va directamente al orden de la
sociedad, a sus conflictos, y, segundo, que brinda un enfoque "serio" que antes garantizaba,
por ejemplo, la Antropología Económica. Ahora puede tomarse a la Antropología como
era en el siglo XIX y comienzos del XX, es decir, con respecto y consideración para con el
Derecho. En la década de 1970, en mi época formativa, la Antropología en la que yo
gravité era la Económica, y también hablábamos de Derecho, de Derecho consuetudinario,
de conflictos. Así, yo estudié las colonias industriales catalanas a través de una "ficción
legal", por cómo se aplicó una ley que servía originariamente para colonias agrlcolas.

¿Entonces cómo quedan las "especializaciones "? Volvemos al inicio de la entrevista,


pero creo que se trata de un tema que no está saldado ni mucho menos....
Yo podría haber titulado entonces lo que hacía como" Antropología Jurídica", pero en ese
tiempo era Económica, porque mirar de cara a la sociedad, su orden, sus derechos, sus
privilegios, las clases sociales, eso lo hacía la Antropología Económica Ahora se dice
Antropología Económica, y es sólo una vaga evocación de la Antropología marxista o en
relación con la Ecología. La Jurídica hace lo que en otra época hacía la Económica, en
otra época la Antropología del Parentesco, o la Política, o la Social. Es una cuestión, diría,
casi existencialista, de un resorte "del aquí y del allOra". Dentro de unos afios quizás estos
problemas sean mejor abordados por otra" Antropología", el nombre me da igual, es 10 de
menos. Yo no me siento especíalmente "atado" al Derecho, y puede ser que en un momen­
to determinado la Econonúa y la Política, la Psicología o la Medicina ¿por qué no?, sean
más sensibles a problemas como la identidad, los conflictos, etc. Lo que ocurre es que,
ciertamente, en la actualidad el Derecho está más abierto a esos problemas que la Econo­
mía. Ahora es difícil hablar con un economista de identidad. En cambio, Raymond Firth
en el London School 01 Econmnics hablaba con economistas de estos problemas, y
Malinowski publicaba en revistas de economía sobre economía primitiva y de derecho
sobre derecho primitivo, algo que los antropólogos actuales no siempre pueden hacer.

Esta toma de posición ¿es, en realidad, una critica a ciertas corrientes antropológicas?
Actualmente tenemos una lilltropología que hace exótico o pintoresco "lo de aquí" en

detalles, como la que estrenó Marc Augé con Un etnólogo en el metro, que es a veces

entretenida y a veces no lo es. Pero para dedicarte a esos caprichos no jugaría ni con mi

vida como estudiante, siempre quiero serlo todavía, ni con la de los demás estudiantes.

¿Qué piensa de la Antropología posmoderna?

En la posmodemidad se incluyen demasiadas cosas. La posmodemidad, estrictamente

hablando, es el desaliento, la decepción y crítica a las grandes teonas de la modernidad:

evolucionismo, conservadurismo, liberalismo, marxismo, funcionalismo, estructuralismo.

Esto es falso, porque muchos posmodemos son muy modernos, es decir, son liberales, al

menos en su estilo de vida económico y social, aunque ideológicamente no 10 sean tam­

bién. Utilizamos a veces coloquialmente el concepto "posmodemo" para hacer referencia

- 24­
prohistorio 5 • 1001
a una parte de antropólogos, básicamente norteamericanos, que han dudado de manera
excesiva del legado etnográfico desde el siglo XIX hasta la actnalidad. Yo creo que es por
i b'1lorancia y porque no han estudiado, o han leído sólo alh'UllaS monografías. Me refiero a
los famosos como Paul Rabinow y James Clifford, a libros como elretórico Writing Cultures
(excluyendo a Talal Asad). Me atrevería a decir que incluso alh'llllOS autores como Kuper
y Geertz sentaron mal ej emplo porque criticaron a otros autores a los que no habían leído
completamente. Si se lee toda la obra de Malinowski, por ejemplo, se aprecia la injusticia
de las críticas que le han hecho relativizando su conocimiento en función de su Diario. Es
como enjuiciar a Lévi-Strauss y al estructnralismo con la lectura de Tristes Trópicos. La
critica posmodema es infundada, es propia del sindrome "publish orperish", del "publica
operece" norteamericano, de genteprecipitada. El propio Geertz confiesa que hace "papers"
en los aviones, y no me merece mucho respeto. Son críticas superficiales a la supuesta
modernidad, hechas desde la ignorancia. Hay otros antropólogos que han publicado artí­
culos sobre Historia de la AntropoIOh'Ía, que también se consideran posmodernos y me
parecen mejores, aunque no sean tan famosos.

¿Cuál seria la critica más contundente al posmodernismo en Antropologia?


La posmodenúdad centrada en el narcisismo de apariencia literaria. Los posmodernos
dicen que, como no puedo fiarme de lo que diré sobre otros porque hablo sobre nú, pues
hablo directamente sobre mí. En Historia se hace "egohistoria", en Antropología se hace
"egoantropología", se habla sólo de experiencias propias. Si fuese buena literatura,. sería
al menos literatura,. pero no le veo mérito literario. Veo una nueva fOIDla de narcisismo
personal y nacional, en especial de los norteamericanos, que hablan de su jazz, de su cine,
de su educación, de sus valores, como si estos valores individuales o de su país fuesen
universales.

¿Aplicaría en sus estudios conceptos provenientes del iusnaturalismo como el de "equi­


dad"?
Claro, son importantes, y hay que vincularlos con el legado etnográfico universal. Lo que
pasa es que hay que ir con cuidado, porque hay un Derecho natural vinculado al Derecho
positivo, con toda una casuística de Derecho positivo que restringe esa universalidad. No
me parece pertinente la escolástica española, que postuló el Derecho Natural derivando en
positivo. Sí el uso que actualmente hace la teoriajurídica de conceptos tales como el de
°
"justicia" y "equidad", la discusión de "derechos humanos".

¿Podría enunciar una e:,pecie de 'jerarquía de categorías?


Actualmente el concepto"derecho humano" es más importante que el de "equidad" , y es
un tema para poner en pie de igualdad la Antropología y el Derecho. Y discrepo con
los fultropólogos que directamente rechazan aquel concepto por etnocéntdco. Si vemos el
legado etnográfico, el concepto "derecho hlh'P.ano" es de Derecho natural actual.

- 25 ­
GABRIELA DALLA CORTE CABALLERO "Realismo, Antropología Jurídica..."

A la hora de ana/izar problemas referentes a la Antropología Jurídica a partir de la


idea de casuística etnográfica, ¿cómo relacionarla esta metodología con el realismo
jurídico?
Lo que hace el realismo jurídico es poner sobre la realidad social general conceptos como
el de "derecho humano" sin dejarlo en las nubes ni en una mera discusión ideológica. Por
ejemplo, me parece mal planteado el tema de ciertos hábitos que nos llegan de inmigrantes
africanos, desde maltratos a mujeres a la ablación del clítoris frente al concepto de dere­
chos humanos. Aquí rechazo la prepotencia etnocéntrica,. de que sólo nosotros tenemos
un concepto de derechos humanos. En África hay pueblos que han rechazado no sólo la
ablación del clítoris sino también la circuncisión. Meyer Fortes habla de los Tallensi en
relación a esto, y de los enfrentamientos por la gente que no está de acuerdo. La lucha por
principios y cosas que nosotros entendemos como derechos humanos se hallan en África
yen ténninos africanos. también ha habido luchas por los derechos humanos, y
no debemos juzgarla situación de ese continente en las épocas de etnocidios, o de grandes
guerras civiles, porque sería corno enjuiciar a Europa sólo durante la Primera y Segunda
Guerras Mundiales. Hay que conocer más. Parece que se ataca a las sociedades sin cono­
cerlas. Cieliamente, y por los regímenes reaccionarios, el despotismo familiar
y el fascismo pesan pero hay contestación, reivindicaciones, en nuestra
sociedad y en otras. Y no hablemos sobre la legitimidad de la ablación del clítoris sin
hablar de la legitimidad de la violación y del acoso sexual en nuestra sociedad. Es el tema
famoso de lapaja en el ~jo ~jeno y la viga en el propio. Lo deshonroso es que los antropólogos
pequen de esta prepotencia occidental. Hay que viajar estudiando más. Cuando se está de
veras en otras sociedades no se las ve como se describen desde Occidente.

En todo caso, sería un de contrastación permanente....


Debemos ser conscientes de situaciones parecidas en nuestra realidad histórica. Por ejem­
plo, ver si a los espaíioles de la época fnmquista los holandeses o suizos les
atribuyeron la violencia familiar como un rasgo de cultura española, latina, o como un
producto de la dictadura. Sabemos que la violencia doméstica es tan importante en Espa­
l1.a como en el Reino Unido, y que no tiene que ver con democracia o dictadura. Pero en
una época determinada estas cosas se pueden revestir de, o presentar a de, un
reglm¡;m político. Es importante la historia en todo esto. La ablación del clítoris en mu­
chas sociedades africanas, por ejemplo, ha sido contestada. Incluso la poliginia ha sido
contestadapor las mujeres beduinas. Esto también es cultura. Así como Mary Nash acaba
de sacar un libro que se lhuna Rojas, diciendo que en España también había mujeres que
estaban en contra del fascismo y de la condición de la mujer, en África también las muje­
res han hablado. El fascismo no es un producto fatal de nuestra civilización europea,
como tampoco estas prácticas agresivas son productos fatales de la cultura africana.

La enseñanza y el aprendizaje de la Antropología están siendo muy criticados, como


todas las ciencias "humanas". ¿Qué le parece la enseiíanza de la Antropología actual?

- 26­
prohistoria 5 - 2001
En especial en España la Antropología se estudia precipitadamente y con poco tiempo, y
la fOflllilción antropológica es deficiente. Compartimos los problemas de ser "gente de
let..-as". Debemos reivindicar el derecho a poder aprender siempre, a poder legitimar nuestros
conocimientos en relación a la elevación de la condición humana y nada más.

¿Cuáles son las perspectivas para la Antropología Jurídica en el ámbito académico


español?
El problema es que la Antropología Jurídica, como todas las Antropologías, y de cara a las
otras especialidades, crece y la "sociedad de mercado" obliga a "venderse" como una
utilidad, y esto hace mucho darlo, porque confluyen la precipita.ción para vender, la escasa
formación de los antropólogos, y la mentalidad mercantil que va en contra de la razón de
ser de la Es que el antropólogo está siempre dispuesto a aprender de
otras sociedades, no a ex-perimentarcon ellas. Ahora se pide al antropólogo que solucione
problemas de sociedades en el tercer mundo, que ayude a ONGs, que salve la vida de
gente marginada., que ponga parches a la chapuza de la economia., de la guerra, de la
política. Esto es una barbaridad, propia del servilismo y una sustitución miserable de
cosas que se han criticado mucho, como la Antropología al servicio del colonialismo y de
las misiones.

Pero es imposible aislarse de la realidad que se estudia...


Yo pondría un ejemplo de cómo debería ser, y es lo que hizo Raymond Firtll con los
Tikopia, y Malil1O'1.vski 10 lllilnifieesta en sus Coral Gardens. Finh estudió a los Tikopia
porque quería aprender. Cuarldo hubo publicado tres o cuatro libros y veinte o treinta
artículos, y después de familiarizarse con ellos, se empezó a preocupar por las condicio­
nes de vida desde un interés realista. Ahí surgieron criticas al colonialismo y a la política
que peljudícaba a la gente, y esa preocupación por la condición de vida de quienes se está
estudiando es Aquí diría que el antropólogo se suma a cualquier ciudadano "sen­
sible", pero su posición frente él otras sociedades y culturas debe ser la de aprender de
y nunca alL'learse con su "inferiorización" y con la idea de que deben "dcsalToHar­
sc". Otra cosa es que se preocupe por sus condiciones de vida y que quizás tome pa."1ido
por el "desarrollo", peco su función no es "desarrollar". Su posición es defender y
mar lo que otras sociedades nos pueden enseñar.

¿A quién le interesa ía Antropología Jurídica en el &tado espaí'íol?


muy poca Hay algunos intereses en de Derecho, pero
demasiado interés centrado en utilizar al antropólogo como un asistente o mediador
social. La tiene mucho que decir en Espaüa y en otros pero debe
estudiar y demostrar lo que podemos aprender contrastando diversas realidades sociales.
Confío en que a mediano plazo el trabajo de varias personas entregadas a estas tareas dará
sus frutos.

- 27 ­
prohistoriQ 5 * 2001

Enseñando al hombre blanco,

abogando por la justicia india.

Un contexto antropológico y político para

Tite Cheyenne Way de Llewellyn y Hoebel*

JosÉ MARÍA CARDESÍN


(Universidad de A Coruña)

Resumen
Este artículo analiza, partiendo de una reciente presentación de Louis Assier-A.ndrieu, The
Cheyerme Way, la obra clásica de K. Llewel1yny A Hoebel. Aquel libro seproponíaell.'Plo­
rar los modos jUlidicos cheyennes, entre 1820 y 1880, a partir de un enfoque empúico e
interdiscip1inar entre derecho y antropología; mediante la eX1lloración de documentos per­
sonales, la memoria oral de sus descendientes que habitaban la reserva cheyenne de Tongue
River, en Montana, entre 1935-1936; y recurriendo al "trouble casemethod", metodología
basada en el estudio de situaciones de crisis, El autor se intelTOga aquí acerca del por qué no
se abordó apenas en el mencionado libro la incidencia del contacto con los blancos en los
modos jurídicos cheyennes, y pasa a continuación a estudiar dicha cuestión, y en especial la
alternativa asimilación-aniquilación de los cheyenne s en las reservas indígenas subordina­
das a la Oficinade Asuntos fudios. Finalmente sepregunta qué fue lo que impulsó a Llewellyn .
a estudiar el derecho "primitivo"cheyenne en 1935.

Palabras Clave
Cheyetmes - aspectos jutidicos- antropología cultural y social- relaciones raciales - Esta­
dos Unidos - Siglos XIX y XX

Abstrad
l1lÍs paper analizes -{)n fue basis of a recent study ofLouis Assier-Andrieu- The Cheyenne
Way, the classic workby K. LlC\vellyn andA HoebeL That bookaimed atexploring Cheyenne
law ways between 1820 and 1880, from an empitical and interdisciplillary approach, that
combined bo!h antJlfOpology and law, On the basis oI'personal documents, oral memory of
their descendants who inhabited Cheyenne reservation at Tongue River, Montana, in 1935­
1936, Introducing "trouble case method" in social science. Why the authors didnot renect
about the Íl1cidence of '''whites'' on Cheyenne histOIy and law ways, in "the old good days
before Custer", and after fue confinement on reservations under tite rule oftlle Bureau of
fudian AfTairs? Last, but not least, what led Llewellyn to study Cheyenne "primitive" law,
just in 1935'1

CARDESÍN, José María "Enseftando al hombre blanco, abogando por la justicia india", prohistGrio,
Año V, número 5,2001,pp. 29-54,

* Agradezco los comentarios de Davydd Greenwood, que ha leído una versión previa de este
articulo
JOSE M. CARDESiN "Enseñando al hombre blanco ..."

KeyWords
Cheyennes -legal questions - culturaland social antltropology - mee relatiollships - United
States - nineteenth and twentieth

'T todo aquello bajo el viento de un ciclón:


el bisonte se desvanece; inexorablemente,
el hombre blanco avanza. .-.'

Llewellyn & Hoebel, 1941.

caba de editarse la primera traducción al francés del clásico de Karl N. Lle\'Vel1yn

A & E. Adamson Hoebe1: La Voie Cheyenne. Conjlit etjurisprudence dans la


science primitive du droít. ¡ La obra está precedida de una excelente y bien
docnmentada presentación de LouÍs Assier-Andrieu, 2 responsable también de
la traducción. A esa presentación me remitiré en las primeras páginas de este
artículo, 3 para realizar una primera contextualización de la obra: publicada en 1941, mo­
delo de colaboración interdisciplillar entre jurista y antropólogo; con un tema fascinante,
los modos jurídicos de los indios cheyelmes entre 1820-1880; ejemplo de investigación
basada en documentos personales, realizada a partir de los recuerdos de infonnadores
confinados en la reserva de Tongue River, en Montana, recuerdos recogidos entre 1935­
36; Y ensayo de renovación metodológica, introduciendo el "trouble case method", el
estudio de historias de caso (en número de 53).
La referida presentación se cierra con una pregunta, que a su vez se constituye en el
centro de interés de este artículo. ¿Por qué en el análisis de los modos jurídicos cheyennes
no se aborda apenas la cuestión del contacto con los blancos? Primero, hasta 1880, en la
época de enfrentamiento con la caballería norteamericana; después, con el internamiento
en las reservas y la subordinación al Bureau ofIndian Affairs ("Oficina de Asuntos In­
dios"). El análisis de este proceso histórico, y de las circunstancias que 10 rodearon en el
mundo intelectual y en general en la política norteamericana, me llevarán a eX'P0ner mi

ILEWELLYN,KarlN. &HOEBEL,E.Adamsonla VoieCheyenne. Conjlitetjurispmdencedans


la science ptimitive du draft, Librairie Générale duDroitetde la Jurisprudence, Paris, 1999.
ASSffiR-ANDRJEU, Louis "Présentation: La genese réaliste de l' antlrropologie dudroit. Etude
sur la vote che}'fmne", & HOEBEL, E.Adamsonla Vote Cheyenne... ,
pp. VII-XXIX.
Me ha sido de gran utilidad acto d~ presentación del e1161ill!2000, en la
Facultad de Derecho de la Universidad París X-Nanterre, a cargo de LouisAssier-Andrieu; así
como a laprolongada conversación que mantuve con él a continuación.

·30·

prohistoriG 5 • 2001
propia hipótesis: que la investigación que va a dar lugar a The Cheyenne Wa.v surge en el
contexto de la Indian Reorganizatíon Act de 1934, es probablemente estimulada por el
Bureau ofIndian Affairs, y contiene de manera implícita una respuesta a la mencionada
ley. En la última parte de este artículo eA'"J)ondré brevemente las contradicciones que han
emergido de la aplicación de dicha ley al gobiemo de las reservas.

1. Una aventura interdisciplinar: entre el derecbo y la antropología


Karl N. Llewellyn (1883~1962), fue un influyente teórico del derecho en los Estados
Unidos. Un derecho que, a diferencia del de la Europa es producto de la
práctica jurisprudencia!, una práctica que se ampara en en casos similares
ya elaborados jurídicamente. Pero además este autor era un partidario ferviente de la
renovación metodológica. En tac'"1to representante de la escuela americana del realismo
jurídico, que tuvo su mayor auge entre los años 1920-40, y supuso una auténtica ruptlll'a
tanto con el formalismo juridico como con el "neopositivismo", la doctri­
na juridic~ sus reglas, no permiten prever la fonna en que se ha de resolver un caso
concreto. El derecho se actualiza en cada nueva situación de litigio.
Llewellyn busca un terreno empírico para demostrar sus hipótesis. Lo encuentra en los
"primeros americanos", en los cheyennes, un grupo con una población de unos 3.000 habi­
tantes, que aunque no tenían u.na casta de juristas si poseían, entre los indios de las prade­
ras, una reputación de tener modos de resolución de litigios elaborados. Y
emprende la tarea buscando la colaboración interdisciplinar con un antropólogo: en Co­
lu.rnbia el padre de la Blltropologia norteamericana Franz Boas impartían clase en
dicha Universidad) le pone en contacto con E. Adamson Hoebel, etnógrafo que a
diferencia de sus compañeros de especialidad académica estaba interesado en el mundo del
derecho, y había realizado ya investigaciones sobre la política y jwídica de
los Comanches. Entre los años 1935-36 Hoebel hará el trabajo de campo, 011 la reserva
Northem Cheyemte en Tongue Ríver (1vfontana) en tanto que apenas pasa diez
días en la reserva, a fmales del verano de 1935, se encargará de la elaboración teórica.
La obra, publicada en 1941, recibe una recepción entusiasta: el nO 1 del Journai of
Legal and Polítical Sociology le dedica elogiosas recensiones de como Morton
o Talcott Parsons, de juristas como Gurevitch, y de antropólogos como un jovencísimo
Claude Lévi-Strauss. Y el mismo Bronisla\v Malinowski, a dedica
al libro su último texto, que dicta desde la cama del hospital. Malinowski consideraba a
esta obra legitima heredera del proyecto de investigación que él mismo había abierto con
Crime and CustOlli in Savage Society,4 y que, basado en la idea del universalismo del
derecho, buscaba reconocer el derecho indígena en el conjunto de las socia~
les. Llewellyn, alli.. . reconociendo esa deuda, pero fiel heredero de la escuela dc1 realismo

J\tIALINOWSKI, Broníslaw C¡ime andCustom in Savage Society, Harcourt, Brace & Co., Londres,
1929.

- 31 ­
JOSÉ M. CARDESiN "Enseñando al hombre blanco..."

jurídico, se resistía a aualizar la conducta jurídica como fruto de la observaucia de reglas


preexistentes. Su aportación estribaba en poner el acento sobre las rupturas, las crisis.
Para él la sociedad estaba auimada de tensiones que es necesario mautener bajo control:
los diferentes subgrupo s vehiculac"'l pretensiones en nombre propio y de la totalidad, basa~
dos enlll1a idea de lo que es justo; la autoridad está encargada de reabsorber esas
tensiones, de canalizarlas de manera preventiva, a partir de la eX1'eriencia acumnlada.
La gran aportación de LleweUyll y Hoebel reside en su metodología basada en el "trouble
case method". La conducta que un grupo social seguirá aute un caso problemático, se
inspira en prácticas o normas aceptadas ampliamente, y sirve de base para modelar la
vida futura: "...el alcauce general de un ejemplo reside precisaulente en su no
habitual. No resulta típico en el sentido de que fuese un ejemplo característico y que fuera
posible poner en con una serie de ejemplos. Es típico en un sentido profun­
do: como ilustración viva de un tipo ideal, en el que los procesos vitales, que hacen la
historia de un caso [...] se ven iluminados; un tipo ideal en relación al que las historias de
caso y las de otras culturas adquieren un significado nuevo."5 Una
metodología la de los "trouble case studies", que tendrá unos desarrollos muy prome­
tedores en la de los a110s 1950s.-1960s., en en los estu­
dios africanos que la estela de Max Gluckman, donde derecho e
historia llegan alma sÚltesÍs feliz. 6

2. J..os efectos del contacto con los blancos en la organización


cheyennnc
The Cheyenne Way está salpicada de datos históricos: los autores intentan datar
cronológicamente las historias de caso de la manera más precisa posible, y una y otra vez
surgen en el tC::I.io referencias al contacto con los bhmcos, a las batallas, tratados e inter­
cambios comerciales. Pero la estrategia de los autores no se dirige a dotar de una dimen­
sión diacrónica al texto. De modo que, si bien encuentran un apoyo en los dos
clásicos de Goorge Bird The Fighting Cheyennesy The Their
HistOly and Way , e incluso extraen alguna de las historias de caso de dichos
tex'tos, por otro lado desde la primera página nuestros autores 110S advierten no se
pretende "volver a hacer de Grnmell: "lo que hemos pretendido hacer
un instrumento de ciencia social para recoger e interpretar el estilo jurídico de los diferen­
tes pueblos primitivOS."8

LLEWELLYN, KarlN. & HOEBEL,E.AdamsonLa voieCheyenne ... , cit.,p. 312.


Los dos sobrl!salientes son nOHANNAN, PaulJustice
Max rile Ideas in Barotse .Jurisprodence, Yale

Che;'cm/es, C. Scribner's Sons, New 1915. Del


711eirHístoryandWayofLife, Yale U.P.,NewHaven, 1923.
TTr'T"Tyrn E.Adamson La Voie Cheyenne ... , cit.,p.4.

- 32 ­
prohistorio 5 • 2001
Un "instrumento de ciencia social", donde antropología e hlstoria no aparecen ínte­
gradas... ni tendrian por qué estarlo según los cánones de la época. La antropología nor­
teamericana, desde lo que podríamos considerar su hito fundacional, el Andent Society
de Lewis Henry Morgan,9 hasta bien entrada la década de los treínta del S.X:'\:, con la
eclosión de la Seh'1lnda generación de discípulos de Franz Boas, nos aparece directamente
ligada a las ínvestigaciones sobre las tribus índias: un terreno de estudio accesible, econó­
mico y "en peligro de extinción". Y la abundancia de trab,dos era compatible con la
innovación teórica y metndológica, en concreto en el terreno del cambio cultural. 10 Pero al
núsmo tiempo la antropología norteamericana acusa la influencia del "particularismo
histórico" de su padre fundador. Franz Boas sentía lUla gran desconfianza hacia la reCons­
trucción de secuencias históricas, en parte como reacción a las especulaciones sín funda­
mento a que tan dados habían sido los evolucionistas y difusionistas del último cuarto del
siglo XIX. I 1 Hacia 1930, Boas había abandonado ya todo interés por la historia, y pasaba
a ínteresarse por el nuevo enfoque de "cultura y personalidad", por la relación entre la
psique individual y las formas de cultura, movimiento en el que se vena acompañado por
algunos de sus mejores discípulos, como Ruth Benedict, Margaret Mead O Alfred Kroeber.
En 1942, apenas 1Ul año después de la publicación de The Cheyenne rVay, Osear Lewis
edita "Los efectos del contacto con los blancos en la cultura de los Blackfoot" 12 (otra tribu
de índios de las praderas), un texto que recoge la disertación de su tesis doctoral en la
Universidad de Columbia, la misma en que trabajaban Boas y Llewellyn. Resulta signifi~
cativo el que Lewis sienta la necesidad de justificar de entrada el carácter rupturista de la
ínvestigación que va a exponer: los antropólogos norteamericanos, dice, tienen por cos­
tumbre no recurrir a documentos históricos para estudiar a los índígenas; con ello incu­
rren en el menosprecio de los procesos históricos, y prefieren reconstruir "complejos", es
decir amalgama de ínstituciones y organización social en un horizonte temporal muy
amplio, desatendiendo el impacto del contacto con los blancos.
Si Llewellyn y Hoebel, por tanto, no ínteb'fan antropología e historia, es porque tam­
poco los antropólogos de su generación 10 hacían. A 10 largo de los afíos 1940s.-1950s.,
irían mUliendo los últimos nativos americanos que habían conocido la vida anterior al
íntemamiento en las reservas. Mientras que, por razones complejas, la antropología nor­
teamericana abandonaba el interés por los índios y en general por los procesos que se

MORGA.N, Lewis Henry La sociedad primitiva, l\fadrid, Ayuso, 1975 [1877].


10 Estoypellsando en concreto en el estudio sobre los winnebago de RADIN, Paul Crashing Thunder.
rile Autobiography ofan American ¡ndian, Appleton, New York, 1926.
11 Resulta sígniticativo el que el mismo Boas, habiendo consagrado más de cien textos a los
Kwakiutl, nunca se preocupara de situar históricamente el potlatchen el contexto de los contactos
con los blancos. Esta contextualización sólo llegará de la mano de otro autor, en 1950, siete
años después de la muerte de Boas.
12 LEWIS, OSCSJ' "Los efectos del contacto con los blancos en la cultura de los BJackfoot", en
Ensayos Antropológicos, Mortiz, México, 1986 [1942J,pp.193-286.

- 33 ­
JOSÉ M. CARDESÍN "Enseñando al hombre blanco ..."

desarrollaban dentro de las fronteras de los EEUU, y se volcaba hacia el exterior. 13 Habrá
que esperar a una nueva generación de investigadores, que sí han conseguido integrar
antropología e historia, 14 para constatar hasta qué punto la misma formación de los pue­
blos de las praderas es el resultado de la interacción con los blancos, y en especial, como
ya lo viera Robert Lowie, de la inserción en las rutas mundiales de comercio de pieles.
Desde el S. XVII los asentamientos franceses e ingleses en la costa este de los futuros
EEUU compitieron por asegurarse el control de las rutas comerciales, y en la primera
mitad del S. XVIII buscaron afanosamente aliados entre los grupos indígenas que orgalli­
L.aran las redes de suministro de pieles y desalojaran a posibles competidores. Después de
la independencia de los EEUU serán las compañías comerciales norteamericanas las que
prosigan con esa estrategia de enfrentar a unos grupos indígenas con otros.
La llegada del caballo en la primera mitad del S. XVIII, originario de los enclaves
coloniales de Nueva España, y propagado a través de los intercambios entre las distintas
tribus, facilitó movilidad, transporte y eficacia en la caza; las anuas de fuego, suministradas
desde los asentamientos franceses de lllinois e ingleses del Sureste, generaron profundas
novedades en el arte de la guerra: los sioux lakotas serán los primeros en combinar ambos
items, con tal eficacia que les ganará el apelativo de piratas de las praderas, y de paso les
permitirá desalojar de sus tierras a sus vecinos... cheyennes. En la segunda mitad del S.
XVIII los indios de las praderas se especializan en abastecer a los blancos de pieles de
búfalo, y sobre todo de "pemmican", una "conserva" elaborada a base de carne de búfalo
rebanada y secada, machacada con grasa y semillas, de la que los comerciantes de pieles de
castor se alimentaban en sus desplazamientos. Y en el S. XIX, con el agoth'11iento del
castor, aumentará el interés comercial de la piel de búfalo, y los indios incrementar'dll las
veutas de pieles y de caballos a los asentamieutos comerciales. 15 A canlbio recibirán de los
blancos armas de fuego y municiones, hierro para flechas y cuchillos, cacharros de cocina y
en geueral uteusilios de metal, ropa de lana y algodón, tabaco de las plantaciones del Brasil
(con el que empezarán a llenar sus pipas desde finales del S. XVIII), y mucho alcohoL
Elemeuto central aunque involuntario de la e"lJansión europea, la propagación de agentes

13 GREENWOOD, Davydd "Posmodemismo y positivismo en el estudio de la etnicidad:


Antropólogos teorizando versus antropólogos practicando su profesión", en RUIZ, Beatriz &
CARDESIN, José M a (coord:>.) Antropología Hoy: Teorías, técnicas y tácticas. Monográfico
núm. 19 de Areas. Revista de Ciencias Soda/es, Universidad de Murcia-Caja Murcia, 1999,
pp. 193-210.
14 Para un estado de la cuestión desde el punto de vista de la etnohistoria, ver FOWLER, Loretta
"111e GreatPlains from theArrival ofthe Horse to 1885", en TIUGGER, Bruce & WASHBlJRN,
Wilcomb The Cambridge HistOly ofthe Native Peoples offlle Americas, Vol. 1: N0l1hAmerica.
Part 2, Cambridge U.P., pp. 1-55. Mucho más breve, pero de especial interés es la exposición
de WOLF, Eric "Pastores de caballos en las llanuras", en Europa y la gente sin historía, FCE,
México, 1994 [1982], pp. 218-224,
15 Especialmente en las "décadas doradas" de los afios 30 y 40 de ese
prohistoria 5 • 2001
patógenos contra los que los indígenas carecían de defensas 16 genera en la primera mitad
del S. XIX virulentas epidemias, como la de viruela, que diezman a los pueblos de las
praderas y obligan a muchas bandas a fusionarse con otras para reconstruir grupos viables.
De esta ma.nera no sólo la cultura material, sino también el conjunto de la organiza­
ción social y política se vio modificada profundamente. La propia formación de los pue­
blos de las praderas supone la convergencia de antiguos ca7..adores-recolectores a pie orga­
nizados en bandas (como los shosllones) y de horticultores marginales sedentariosorgani­
zados en tribus (como los cheyennes y sioux). Del mismo modo que los rebaños de búfalos
de los que dependía su subsistencia se dividían en invierno y se reunían en verano, tam­
bién lo harán estos grupos indígenas, que desarrollarán formas de organización social que
combinan la flexibilidad de las bandas con la centralización de las tribus. Los constantes
desplazamientos y contactos entre las distintas tribus generaron además un conte}"to favo­
rable a los intercambios de rituales.
Es este el conte},,10 en el que cristaliza la organización política cheyelUle, a cuyo estudio
Llewellynn y Hoebel dedicaron los capítulos 4 y 5 de su libro, una respuesta a la necesidad
de desarrollar instituciones que permitan una coordinación flexible y estacional: el "Con­
sejo de los Cuarenta y Cuatro", "instrumento deliberativo y ejecutivo [...cuyo fm es] la
unidad política", 17 integrado por 44 miembros que representaban a los grupos familiares
que estacionalmente se dispersaban en bandas; y las seis "Sociedades Militares" o"Socie­
dades de Soldados", asociaciones devarones adultos que podían pertenecer a cualquiera de
las bandas, y que se encargaban de tareas de coordinación y sanción de infractores cuando
la caza, la guerra o determinadas ceremonias rituales se desarrollaban a escala tribal.
En el nuevo conte},,1:o comercial y bélico aumentó la necesidad de procurarse nuevas
esposas (que elaboraban las pieles de búfalo y el "pemmican"), y de conseguir caballos
(para las e:"..pediciones guerreras y como dote para obtener esposa). Esto vino a afectar de
manera decisiva al derecho cheyenne, algo evidente cuando examinamos los tres princi­
pales capítulos en que Llewellyn y Hoebel organizan su análisis: homicidio (capítulo 6);
matrimonio y sexualidad (capítulo 7); y propiedad y herencia (capítulo 8). Vemos ahí
cómo la necesidad de procurarse caballos subyace a la mayoría de las e},,1Jedíciones gue­
rreras, y las controversias que genera la circulación de caballos en forma de redistribución
o de acceso temporal, y su uso como compensación en caso de homicidio u ofensa grave.
El papel de las mujeres en la división del trabql0 contextualiza en parte la gran cantidad
de historias sobre adulterio o fuga amorosa, sobre las divergencias entre illIa muchacha y
sus parientes en tomo a la concertación de su matrimonio, la disolución del matrimonio ...
y nuevanlente el papel de las compensaciones basadas en caballos.
La misma naturaleza de la !,'uerra cambió: 18 de ser un asunto que competía a toda la
tribu, donde lo que estaba enjuego era la defensa de los territorios de caza y la captura de

16 VerCROSBY,Alfi:edlmperialismoecológico,Crítica,Barc,elona, 1988.
17 KarlN.& E. AdamsonLa Voie Cheyenne ... , cit.,p. 125.
1s Como nos lo mostraba ya LEWIS, Osear "Los efectos del contacto con los blancos ...", cit.

- 35 ­
JOSÉ M. CARDESíN "Enseñando al hombre blanco ..."

mujeres, y .que producía pocas víctimas, la guerra pasó a ser la empresa de pequeñas
bandas armadas, conducidas por líderes que buscaban sobre todo el botin (caballos y
mujeres), y se incrementaron peligrosamente las muertes entre los varones adultos. De
ahí el peso creciente de las sociedades militares, y su papel a la hora de contener la
iniciativa de individuos o pequeñas bandas, en la caza como en la guerra, como nos lo
documentan las hlstorias de caso que nos cuentan Llewell:Y1l y Hoebe!. Un papel especial­
mente importante en la situación de guerra permanente contra la caballería norteamerica­
na, que vivieron los cheyennes desde los años 1850s., y sobre todo con motivo de la gran
oleada de blancos que sucede al fmal de la guerra civil norteamericana, en 1865.
Especialmente revelador es el caso de la sociedad de los "dog soldiers" .19 En el rulO
1838, a partir deunincidente ¡relacionado con el abuso de alcohol!, los miembros de esta
sociedad se constituyeron en banda y empezaron a ocupar un papel hegemóni­
co en la tribu, consiguiendo la lealtad e incorporación de jóvenes guerreros, hasta llegar a
detentar un 50% de lafuerza militar Lo que les llevó a asumir progresivamente
funciones políticas, rompiendo el equilibrio y separación de poderes entre las Sociedades
Militares y el Consejo de los Cuarenta y Cuatro,20 y chocando con las políticas de paz de
los líderes del Consejo, que veían en esa guerra generalizada una amenaza para los reba­
ños de caballos que poseían. 21
El acoso creciente por parte de la caballería norteamericana, que desembocó en ma­
tanzas indiscriminadas de ancianos, mujeres y niños, como las deSand Creek (1864),
Washita River (1867) o Summit Springs (1869); el hecho de que alguno de estos ataques
tuviera lugar en invierno, rompiendo la pauta de armisticio invernal y obligando a la
movilización militar permanente ... todo esto empujó a la coordinación eventual con otras
tribus antaño enemigas, como kiO\vas y comanches. En tanto la práctica de matrimonios
entre núembros de los "dog soldiers" y siouxLakotas, en los años 1860s., sentó las bases
para la triple alianza militar que se desarronará en los rulos 18705. entre sioux, cheyelmes
yarapallOes, que les pemútirá aniquilar en 1876 al Séptimo de Caballería del General
Custer, en la batalla de Little Big Horn.

3. La profunda aculturación posterior a 1880: cJ internamiento en las reservas y la


alternativa asimilación-aniquilación
La victoria fue un canto de cisne. Apenas dos años después las "guerras indias" habían
terminado. El inmenso territorio que comprendían anIbas Dakotas, Montana y Wyoming
se repartía entremos] 00.000 indios alojados enreservas, rodeados depoco más de 200.000

19 GRlMES, R. S. "Modern on the Great Plains: TIle Ascent of the Cheyenne Dog
Soldiers", en Joumal offile Indian Wars, voL 1, núm. 4.
zo Algo que intuyeron Llewellyn y como nos 10 muestran en su análisis de los casos de
homicidio. Ver La Voie Cheyenne . .. ,cit.,p. 95.
21 Idem,p.99.

- 36 ­
prohistoria 5 - 2001
blfuicos. La expansión de estos a costa de aquellos constituía un imperativo no sólo econó­
nuco, sino ligado a la construcción de una identidad nacional. Lapolítica de racionalización
pasaba por la eliminación de gran parte de las reservas para su conversión en ranchos
ganaderos, y el traslado de grupos indígenas completos al inmenso "Territorio Indio" de
OkIahoma. 22 Como parte de esta política los cheyennes recién delTotados van a ser confi­
nados en 1877 en Oklahoma (en una reserva que había sido creada para alojar a aquellas
bandas cheyennes que ya se habían rendido ocho años atrás), arrostrando durísimas con­
diciones de vida, abatidos por el hambre y por una epidemia de malaria. Pero apenas
pasado un año, y ante la impotencia de las tropas que los vigilan, trescientos de los recién
llegados deciden volver a sus ten'itoríos de origen, encabe7..ados por elUder del Consejo de
los Cuarenta y Cuatro, el "Guardián de la Medicina Dulce" Little Wolf. En Nebraska los
fugados se escinden: la mitad de ellos, guiados por el jefe Dull Knife, son pronto captura­
dos y confmados en Fort Robinson; cuando de nuevo intenten huir de allí serán masacrados
por el ejército. La otra mitad, que aún sigue a Little Wolf, emprende una larga huida:
fmalmente los supervivientes son capturados por las tropas del General Miles, y confina­
dos en 1884 en la nueva reserva "Northern Cheyenne" de TOllgue River, en Montana,
anexos a la reserva de los Crow (Ver PLANO 1); en 1890 se les reunírán aquellos de sus
compafieros que no habían perecido enFort Robinson. Terrible ironía, a pocos kilómetros
de 1anueva reserva de Tongue River, ya dentro de los límites de la vecina reserva Crow, se
sitúa el escenario de la histórica batalla de Little Big Horn. Los indios pennanecerán bajo
vigilancia de tropas de infanteria y caballería, entre otras el mismo Séptimo de Caballeria
al que habían aniquilado pocos años antes. 23 A pesar de todo, la huida de OkIahoma y el
éxito a la hora de conseguir la constitución de Wla reserva específica para ellos, convierte
por segunda vez a los cheyennes septentrionales en símbolo de la lucha para mantener la
identidad tribal aún después de la derrota. Casi nn siglo más tarde, en 1964, Jolw Ford
daría a esta odisea un tratamiento de gesta en un westem crepuscular, Cheyenne Autuml1
("El gran combate").
La esperanza de proseguir con una resistencia activa de algún tipo se encama breve­
mente en la Ghost Dance o Danza de los Espíritus, un movinTIento milenarista intertribal
que promete la vuelta de los rebaños de búfalos y la extinción del hombre blanco. Pero la
actuación decidida del ejército barre pronto estas esperanzas: tras el asesinato de algunos
de sus principales líderes, y en especial tras la matanza indiscriminada de Wounded Knee,
en la Navidad de 1890, donde son aniquilados 146 siou;\{, incluyendo mujeres, ancianos y
niños (ver FOTOGRAFIA 1), la "Ghost Dance" se desvanece.

n HOXIE, Frederick ''TIle Reservation Period, 1880-1960", en TRIGGER, Broce & WASHBURN,
Wilcomb The Cambridge History oftlle Native Peoples . .. , cit., pp. 183-258.
23 ZIMMERMAN, Larry "Effects of assimilation: The Northem Cheyenne and the Lakota",
Introduction ro American [ndian and Native Studies (disponible en http://www.
twist.lib.uiowa.eduJamerindlassim).

- 37 ­
JOSE M. CARDESiN "Enseñando al hombre blanco ..."

Las décadas que siguen se caracterizan por la pobreza y el cambio cultural. Según un
estudio realizado en 1889 en la reserva de Tongue River, el 80% de la comida provenía de
las raciones proporcionadas por el gobiemo; un 15% del trabajo asalaliado; y sólo un 5%
de la caza. Entre tanto la política gubemalnental, vehiculada a través del recién creado
Bureau of lndian .1fJairs, se rige por el concepto de asimilación, de incorporar a los
indios al "america.q way oflife" tal y como parece ilustrar irónicamente la FOTOGRA­
FIA 2. Nidos y adolescentes indios de ambos sexos son internados lejos de sus reservas,
en escuelas públicas donde lengua, vestimenta y cultura propia son erradicadas por la
fuerza: sirva como muestra que al menos 240 cheyennes fueron ingresados en la famosa
Carlisle lndian Industrial School, en los cuarenta años posteriores a la rendición. Muy
pronto dos misiones, católica una, mennomta la segunda, se establecen en la reserva de
Tongue River.
Un Seh'1llldo frente sc encarna en la Dawes (General A/lotment .!let) de 1887, que
pretendía difundir el de iniciativa h'1dividual mediante la fragmentación de las
reservas en propiedades individuales y alienables. La Ley condrúo en todo el a la
enajenación de gran parte de las reservas en manos de blancos: nueva muestra de resisten­
cia a la asimilación, la reserva "Nortllem Cheyerule" será una de las pocas que malltendrá
los territorios comunales prácticamente intactos, hasta inicios de los aftas 1930s.
Que un cambio cultural acelerado se estaba produciendo desde muy pronto es algo que
se ilustra bien en la figura de High Porehead, el principal infonnador de Llewellyn y
Hoebel, e entre los demás y que había sido ya veinte años atr'dS el
principal infonnantc de Bird Grilmel1 para sus tratados sobre la historia y cultura
High alias Wi11is Rowlallds, era en realidad un mestizo de
blanco que había residido entre los cheyennes a mediados del SXL'X), y había
servido como explorador con el grado de sargento con las tropas del General Miles que
capturaron a los cheyemles fugados de su reserva en 1879, encabezados por Little Wolf
ConfInado en Fort Keogh, Little Wolf irrumpe uua noche de bon-acho y amilldo de
un rifle, en una prutida de erutas en la que cntre otros participaba su propia h~ia, y otro
líder cheyenne que flirteaba con ésta. Little WoIf asesina al "pretendiente", es encarcela­
do, y liberado meses después, gracias a los buenos oficios de High Forehead, el c"plorador
que habia colaborado en su captura un allo y que ahora obtiene enrecom­
pensa... consentimiento para casarse CDn la hija de Little WaIf!
Nuevas formas de ocio, cambios en las pautas familiares y sexuales, consumo compul­
sivo de alcohol, violencia armada... en conjunto una atmósfera que parece más cercana a
una película del "fal' west" que al libro de Lle\vellyn y Hoebe!. Pero el caso es que medio
siglo después del confmamiellto cula reserva, la situación no había hecho sino empeorar,
En CUalldo ambos autor.::s llegan a la Northem Cheyemle Reserve, nos enconu<U110S
en el momento más duro de la Gran Depresión. También aquí la crisis 3b'TOpecuaria lleva
aparejada la pérdida de posibles ingresos salariales, mientras que la parcelación de las
tierras colectivas, impulsada por la Ley Dawes, se había disparado a principios de la
década en la reserva cheyenne. Se extiende el hambre, aumenta el alcoholismo, crece la
- 38 ­
prohistoriG 5 -2001

inestabilidad familiar, se produce un incremento exponencial de los casos de adulterio,


malos tratos, delitos contra la propiedad ...
Nada de esto mencionan explícitamente Lle\vellyn y Hoebel. Pero algo se puede infe­
rir de los recuerdos de otra antropóloga, Margaret Mead, que rememora así su estancia de
investigación en compañía de Reo Fortune en la reserva Omaba (otra tribu de indios de
las praderas) en Nebraska, en 1930:
"Fue una experiencia devastadora [...] se podían reconocer muy pocas cosas de
supasado y aún de su presente que tuvieran algún sentido estético [...] Vivían en
pequeílas casas desvenc\iadas que habían sido construidas para ellos en la época
en que cada hombre recibió 40 hectáreas para cultivarlas. Pero pocos hombres
lo hacían. Más bien vivían de rentas, andaban en viejos autos desvencijados y se
consolabanjugando a las cartas. En una épocahabíauapostado caballos o pieles
de búfalo, allOra se reducían a pocas monedas. [...] Ya conocían a los
antropólogos y los consideraban fundamentalmente como fuentes de ingresos
[...] ¿Cómo podía conseguirse algo en una cultura donde el verdadero ceremo­
nial había desaparecido y donde la gente hablaba por dinero y no por interés?
[...] También teníamos la triste sensación de que la gente misma estaba decli­
nando [...] alienados de la cultura tradicional. La ebriedad era corriente. Por
todas partes se veían hogares destruidos, niños desamparados y una desm'ga­
nización social generalizada [...] Sibien nos dábamos cuenta de que el contacto
cultural [en otra investigación posterior] en Nueva Guinea traería inevitable­
mente grnndes eambios, el temor por la suerte futura de gente que se aprende a
valorar, no es lo mismo que estar enfrentados al desastre todos los días."24

Si las reservas presentaban un estado lamentable alos ojos de los antropólogos que las
visitaban, la historia de las tribus indías en la época del enfrentamiento con los blancos
había sedimentado en el imaginario norteamericano en fonna de caricatura. En los años
80 del S.xLX Búfalo Bill contrataba a cheyennes y sioux para hacer el indio en su "Wild
West Show"; en 1939, cuando Llewellyn y Hoebel trabajaban en la redacción de su ma­
nuscrito, el cine modemo daba un paso adelante con la película de Jo1m Ford, The
stagecoach ("La díligencia"), donde los indios (y no por última vez) nos eran presentados
como una pandilla de salvajes; y en 1941, fecha de publicación de Tite Cheyenne Way, el
libro tenía que competir con la llegada a las pantallas del clásico dirigido por Raou!
Walsh, They died with their boots on ("Murieron con las botas puestas"), en que Errol
Flyn encamaba para la posteridad la heroiea figura del General Custer.
Sin embargo, y en contraposición con esas imágenes que los nuevos mass media contri­
buían a difurtdir, hay que resaltar que a lo largo de la década de los rulos 20 había comen­

24 MEAD, MargaretExperiencias persanalesycientíficas de una antropóloga, Paidos, Barcelona,


1987 [1972],pp. 179-180. El resaltado es mío.

- 39­
JOSÉ M. CARDESIN "Enseñando al hombre blanco ..."

zado a abrirse paso en la opinión pública norteamericana una corriente de preocupación


por la situación de los indios. Mientras estos habían comenzado a organizarse en movi­
mientos reivindicativos, el modelo de acción sindical, otros grupos de orientación
filantrópica como la American lndian Defense Associatiol1, comenzaban campañas de
concienciación entre la población. Estudios del Congreso o informes de organismos priva­
dos denunciaban la situación: en 1928 The Problem ofIndian Administratían, dirigído por
Lewis Meriam, documentaba entre los indios de las reservas una tasa de mortalidad infan­
til del 190 por mil (que entre los blancos se reducía al 71 por mil), y ligaba en general los
problemas a los efectos de la política de parcelaciones amparada en la General Allottment
Actde 1887. 25 El carácter reducido y fragmentado de las reservas indias no sólo destacaba
en relación con los territorios aborigenes originarios (Ver PLANO I) sino también si lo
comparásemos con la exiensión originaria de las reservas, incluso tan tarde como en 1880.
En un contexio tan controvertido en términos de realidad presente como de imagen
mediática, la elección de Llewellyn y Haebel no parece casual: pasar de puntillas sobre el
presente y sobre el medio siglo de historia de la reserva, sin maquillar lo negativo,2ó más
bien hurtando el debate. Referencias aquí y allá al descuido en que habían ido cayendo
tanto los símbolos rituales como el ceremonia~ o las dificultadespara la renovación de las
jefaturas;27 o las tensiones en la relación presente entre los indios y los servicios de asis­
tencia social de la Oficina de Asuntos Indios. 28 Parece significativo también que la única
mención amplia a una situación social contemporánea de su estancia en la reserva sea el
comentario elogioso sobre una ceremonia de "culto peyote" a la que asistieron: el culto
peyote, o la Native American Church como prefieren denominarle sus actuales seguido­
res, es un amalgama de elementos indígenas y cristianos, que cristalizó en reacción a las
consecuencias de la desintegración cultural, poniendo énfasis en el autocontrol del indivi­
duo (en particular el rechazo al consumo de alcohol), y en el cuidado de sus responsabili­
dades en el seno de la familia y la comunidad. 29
Pero es elpanorama de conjunto que nos dibujan Llewellyn y Hoebel respecto al dere­
cho cheyenne en su "época clásica", entre 1820-1880, el que parece mostramos como una

25 HOXIE, Frederlck "The Reservation Perlad, 1880-1960", ciL


26 Sin llegar a incurrir, en cualquier caso, en los ocultaTllientos que caracterizaron a algunos de los
principales clásicos de la a.11tropologíabritánica del pedodo de entreguerras. Ver LEACH, Edmund
"Tribal Etlmography: Past, Present and Future", Cambridge Anthropology, vol. 11, núm. 2,
1987,pp.1-14.
27 Precisamente en el curso de su exposición sobre el funcionamiento del Consejo de los Cuarenta
y Cuatro, aparece apuntada la historia de la peculiar relación entre High Forehead y
su suegro Little Wolf Ver LLIWELLYN, KarlN. & HOEBEL, E.AdarnsonLa Voie Cheyenne ...,
cit., pp. 82-85.
28 LLE\VELLYN, KarlN. & HOEBEL, E. AdrullsonLa V'oie Cheyenne ... , cit.~p. 190~nota58.
29 LLm-VELLYN, KarlN. & HOEBEL, E.AdamsonLa Voie Cheyenne .. ., cit., pp. 248-249. F.acía
193510s adeptosa1 culto rondaban 1/3 de la población de la Reserva de Tongue River.

-40­
prohistoria 5 ~ 2001
imagen im'ertida de la situaciónr~'!l de la reserva en 1935: matrimonios viables, en todo
caso con procedimientos de divorcio de comim acuerdo que gozaban de consenso
autocontrol de la sexualidad de la concepción, con castidad generalizada de las (y los)
y rech:Jzo social del aborto; fonnas de propiedad y herencia que combinaban de
manera adecuada los individual y colectivo, la apropiación de bienes y su
res:pe!cto m. ,.,v,a~'~"u,v, normas y procedimientos flexibles
la difusión del alcoholismo el trata..liiento del 'J>'JV.'''~Ha
'>ÁC,'LUUUUcon que contaba el homicida
Un rasgo este que los autores
del derecho criminal:
y

unO«l",,":)" de todo ello, el 9 que cierra el análisis del derecho


IJ,",.,,",",g.,o informales y la del individuo". ena sociedad que
distaba mucho de 31 pero dotada de capaces de generar un am­
plio consenso, y por tanto mt:eg;ra'clém social: procedimientos ,,-...··'''rc.rll''
das individuales a través del proceso ,",linlAH!\' HJJ.'5CUW conciencia

colectiva creativa a
se fueran presentando sobre la lI':lticha. "Y todo
el viento de un ciclón: el bisonte se
b1emente, el hombre blanco avanza."32
El st: cmlrCS¡:lomle

elonfo­

sobre
los proc~sos de socialización
culturas de Cal-:lcter c."J.',~H_.V
en }:>atterns

30 Ibid.
31
Toma.'1do así distancias del análisis por veces excesivamente de los trabajos de
GrirulelL Ver Karl N, & E, AdamsonLa Voie .. , cit., p.
243.
12 p.321.
33 Y así se acoge a las tesis de McLeod: la organización política no nacería de las
necesidades de la del histórico que les de su
OIfpnizaáél11 SOCiaL Karl N. & E. Adamson La Voie
Cheyenne ...,ciLpp.105-106.
34 BENEDICT, Sudamericana, Buenos Aires, 1967

- 41 .
JOSÉ M. CARDESÍN "Enseñando al hombre blanco ... "

como un pueblo dionisíaco, que tendería al exceso en el ceremonial y en la guerra, pero


que estaría dotado de procesos de socialización en principios apolíneos, capaces de indu­
cir en las personas la capacidad de autocontroU 5
No es que los ptincipios teóricos de la escuela de cultura y personalidad tengan un
peso significativo en la obra de Llewellyn y Hoebe!. Lo que estos autores toman prestado
de esta "escuela" es un principio metodológico: aprender de los modosjlLrídicos Cheyenne
para resolver los problemas que presentaba el derecho en los EEUU. En la misma línea en
que unos años antes Margaret Mead, en Coming ofAge in SamoG. A psychological stuc{v
ofprimitive youth for lVestern civilizatíon, había pretendido estudiar a las adolescentes
samoanasparaayudar a resolver los problemas de desarrollo psicológico de las adolescen­
tes norteamericanas. 36 La misma empresa que Ruth Benedictpretendió exiender enPatterns
o.fCulture al estudio de todas las culturas: que el conocimiento del amplio espectro de
posibilidades culturales existentes en el conjunto de la humanidad debería poder contri­
buir al cambio cultural en los EEUU. No resulta difícil ver las similitudes entre las nuevas
tareas que se planteaba la antropología, y" .. .10 que se consideraba el principal propósito
del estudio de la historia del pensamiento [".] suministrar al lector (por lo general, un
estudiante universitario norteamericano, quien se consideraba, por tanto, antes que nuda
futuro ciudadano) un conjunto de posibles actitudes políticas que no habría sido capaz de
generar por su cuenta [...] pero a los que sí podría responder y entre los cuales podría
elegir de forma mesurada y bien orientada."37 ¿ Qué función más digna que poner a sanloanos
o cheyennes, en tanto culturas, en un papel similar al que venían ocupando Platón o
Aristóteles en la formación humanística del ciudadano?
Se trdta ahora de trasladar esa empresa de "aprender de otras culturas para reformar la
propia", del campo de la antropología psicológica al de la antropología jurídica, Y entre
ambos campos, antropología y derecho, es del primero de donde Llewellyn extrae esa
capacidad de romper con el etnocentrismo propio de la disciplina en que se formó, de
donde obtiene esa capacidad de con los cheyennes. Cabe recordar las posiciones
ínequívocamente antirracistas de Franz Boas, que comienza su carrera enfrent<hl.dose a los
postulados de la superioridad de la raza blallca.~8 En tanto, desde el campo del derecho,
Oliver Wendell Holmes, la principal fi!:,'ura de la escuela del realismo jurídico y
la admiración explícita de Llewellyn, enunciaba en 1927, ya al final de su tr""vpl'tnri
profesional y en su calidad del Tribunal la famosa sentencia en
el caso Buck contra Bell, confirmando la constitucionalidad de la ley de esteriliz,:1.CÍón de
"débiles mentales" del estado de Virginia: "Hemos visto más de una vez que el bienestar

35
36

31 TUCK, Richard "Historia


histona, Madrid, p.247.
38 HAR..1US, Ivlarvm "El milieu Boasiano", en El desarrollo de la teona antropológica ... , cit.,pp.
252-260.

- 42 ­
prohistoriCl 5 • 2001
público puede reclamar la vida de los mejores ciudadanos. Sería extraño que no pudiera
pedirun sacdficio menor a quienes ya minan las fuerzas del Estado ... Tres generaciones
de imbéciles son suficientes. "39 Respuesta pionera a la doctrina de la eugenesia basada en
postulados racistas que tanto predicamento estaba alcanzando en Europa (y que muy pron·
to iba a tener allí consecuencias tan devastadoras), la ley se extendió a otros estados, yvino
a anlparar la oleada de esterilizaciones forzosas y abortos inducidos que cayó sobre las
mujeres pobres norteamericanas, y en concreto sobre las mujeres lndigenas, como las
SiOlL'( lakotas. Con plena coherencia, desde su realismo jurídico, Oliver Wendell
Holmes podía argumentar la constitucionalidad tanto de las políticas de eugenesia basadas
en doctrinas racistas (" La Declaración de Derechos no es lID pacto suícida" , afirmaba en la
sentencia del caso Buck contra Bell), como de las políticas de" Welfare State" impulsadas
en la primera legislatura de pasa.l1do por la defensa de la libertad de e).-presión
apoyada en una iilterpretación generosa de la Primera Enmienda: si no existía una norma
constitucional que ordenara o prohibiera al gobierno hacer algo, entonces el pueblo a
través de sus representantes podía aplicarse a actualizar el Ordenfu"lliento lega1. 40 Como
anillo al dedo vienen al caso las reflexiones criticas de Llewellyn sobre el funcionarrJento
del TribIDlal Supremo de los EEUU: cuando se lamenta de cómo el presidente de dicho
Tribtlllal goza de gr?Jl capacidad para influir en los demás miembros, distribuyendo los
casos, constituyendo una facción afín entre los jueces. "Si el estudio de la sustancia jurídi­
ca primitiva puede abrir los ojos a tales cosas ... "41 -dice Llewellyn- y por tanto contribuir
a la refonna del derecho en los EElJU, la empresa emprendida con Tite Cheyenne Way se
vería más que justificada.

4, Una cienda sodal V."''''''U," con su tiempo: en respuesta a la Indicm


J:(e~Jrganlzatwn Act de 1934
¡,n.La"'f.HV de este articulo, una última pregunta por contes­

tar: ¿qué es lo que impulsó a Llewellyn a lanzarse al estudio del derecho primitivo entre
los indios cheyennes a la altura del año 1935'1 La siguiente cita me puso sobre la pista:
"En la actualidad los Cheyennes septentrionales se movilizan en tomo a lanomi·
nación de nuevos jefes y a la formación de un nuevo Consejo [Tribal], con la
que 'traiga tiempos para la tribu'. (La convicción del Co­
misan.o [de Asuntos Indios] Collier de que un. renacimiento del sentimiento in­
dio de autocof'.Íianz.a pasapor la concesión de autonomía está e...11 camino de echar
raíces y, aquí, de hacer crecer una robusta planta). La reticencia de los hombres
influyentes a mostrarse deseosos de aceptar lajefatura porque dudan de la

J9
U"'iVJ.AJ. Stephen Jay "Epíiogo" enLafalsa medida del hombre, OIbis, Bfu"Celona, 1987 [1981],
p.355.
40
John "Justicc Faugtus. Revíew 01" Justice Oliver Wcndell Holmes: Law and the limer
Self', by G. Edward \Vhite", en Culture Wars magazine, enero, 1996.
41 LLE\VELLYN, Karl N. & HOEBEL, E. AdarnsonLa Voie Cheyenne ... , dt., pp. 65-66.
JOSÉ M. CARDEsÍN "Enseñando al hombre blanco ..."

ción de generosidad que :implica el puesto, y la falta actual de conocimiento de


las sanciones y procedimientos rituales del Consejo, constituyen otros tantos obs­
táeulos a la concretización de estas aspiraciones. Los adeptos al culto Peyote
hacen preces en sus reuniones por ser gobernados. Nosotros aventuramos la pre­
dicción de que ninguna revelación Peyotepodrá divulgar un procedimiento para
reinstalar el Consejo que se olvide de comportar las prescripciones destinadas a
proveer un sustituto a la Medicina Dulce [título que portaba el pr~'1cipal jefe
sacerdotal y líder de facto del Cons~o] y a todos los demás elementos perdidos
del ritual euyos propósitos o nombres permanecen en la memoria. [...] Conoce­
mos bastante de la habilidad Cheyenne para estar convencidos de que ninguna
medida podrá ser propuesta sin que recoja la aprobación del Pueblo. "42

La cita nos da noticia de la "fonnación de un nuevo Consejo" Tribal, dentro de un plan


de "concesión de autonomía" promovido por la Oficina de Asuntos Indios. Los autores
hacen referencia a los efectos de la Indian Reorganization Act, más conocida como Wheeler­
lIoward .lÍet, aprobada en 1934, Yparte integrante del New Deal. El acceso a la presiden­
cia de D. Roosevelt en 1932 había supuesto el ascenso apuestos de extrema importancia
de dos miembros de laAmeriean Indial1 Defel1se Association: Hareld Ickes como Secreta­
rio del Interior, y Jolm Collier como Comisario de Asuntos Indios. Su proyecto más aca­
riciado, la 111dian Reorganization Act tenía el propósito declarado de poner fin a las
usurpaciones de tierras de las reservas que se habían venido produciendo al amparo de la
General Allotment Aet de 1887, y efectivamente consiguió poner punto fmal a las
parcelaciones. Pero la ley también se proponía promover el autogobiemo indígena para
que las comunidades actuasen como cOIporadones que gestionaran las tierras comprendi­
das en esas reservas. Y aSÍ, en dos cortos párrafos al fInal del en la sección 16
(penúltima), invita a las reservas a organizarse según el modelo del ordenamiento legal de
los EEUU, con una Constitución, 1L.'1 consejo tribal y un presidente elegido por sufragio
directo. Y emite el mandato al Secretario del Interior de preparar t?Jes votaciones en todas
las reservas en el plazo de un año. Muy pronto el Comísano Collier inicia una activa
campaí'ia invitando a las reservas a acogerse a la llueva fonna de autogobierno, y condi­
cionando a esa decisión la concesión de los programas de ayuda federal, en particular los
nuevos progranlas de empleo público creados para las reservas, dentro del paquete de
medidas de urgencia del New Deal. Un total de 164 comunidades Ll1dígenas se organíza­
rán sef,>ún la nueva previo referéndum. La Northern Cheyenne Tribe lo hará en 1936,
con un Consejo Tribal por dos miembros elegidos por votación en cada uno de
los cinco distritos en que se dhide y con un presidente de elección directa, con
rnandato cuatrienal. La sede "dministrativa se [tia en Lame Deer, alli donde Boebel y
Llewell:yn habían su base de operaciones.

42 LLEVílELLYN, Karl N. J.'V'J'-"'~L, E Adarnson "Le Conseil des Quarante-Quatre", en La Voie


Cheyenne ... , 87,

- 44 ­
prohistorica 5 • 2001
Así ITÚsmo, la ley va a tener consecuencias importantes en el sistema judicial Desde
1889 se había constituido un sistema de tribunales (Courts oflndian Offonses), encuadra­
do en el Bureau ofIndian Affairs. para el cual se venían reclutando como jueces a los
líderes indígenas tradicionales. Pero una vez que las reservas se organicen según el mode­
lo de la Indian Reorganization Act. será en cada caso el presidente del nuevo Consejo
Tribal el que desi!,'Ile a los jueces directamente.'3
Parece indudable que esta renovación legislativa está tras la propia empresa de inves­
tigación que estudiamos aquí. La ley Wheeler-Howard comienza a prepararse en 1932, y
se aprueba eli8 dejunio de 1934. Llewellyn pronuncia una conferencia en Columbia ante
Boas, en junio de 1933, sobre el estudio antropológico del derecho: ese mismo mes, pro­
bablemente por sugerencia del propio Boas, envía una nota a Hoebel, proponiéndole ver­
se. 44 Y es sólo en 1935 cuando Hoebel sugiere a Llewellyn a los Cheyenne septentrionales
como tribu a estudiar. 45 El trabajo de campo comenzará ese mismo verano de 1935, en los
meses previos a que la reserva de Tongue River adopte el modelo del gobierno federal, en
1936. En 1937, lareservaNOlthern Cheyenne recibe un préstamo federalde2 millones de
dólares (casi el 40% de los fondos que se ejecutarán en el programa federal para el conjun·
to de todas las reservas), para desarrollar su rebaño de ganado: amparándose en que es
una de las pocas reservas que mantiene sus tierras en régimen comunal. 46
Es significativo que el New Deal sea el contexto en que se realicen en Estados Unidos
una oleada de proyectos de investigación de antropología aplicada: aunque son más cono­
cidos los estudios llevados a cabo en el mundo urbano,47 no es menos cierto que también
las diversas Agencias federales aportaron fondos para practicar investigación histórica y
etnográfica en las reservas, e incluso intentaron aplicar esos conocimientos a los progra­
mas de desarrollo. 48 Tampoco para Llewellyn seria la última vez en que la reflexión teóri­
ca, la renovación metodológica y la apncabilidad práctica de los resultados fueran de la
mano en su trayectoria profesional: piénsese que dedicó quince años a la elaboración de
un Código de Comercio que pudiera ser aplicado al conjunto de los Estados Unidos (como
de hecho finalmente sucedió) a partir de una investigación cuasi a..ntropológica de la prác­
tica comercial tal y como esta se desa.rrollaba en la realidad. Tampoco sería nueva esa

43 COOTER, R. & FIKENTSCHER, W. "Indian Common Law: the Role of Custom in American
Indian Tribal Courts", en American Journal ofComparative Law, IX, 1998.
44 ASSIER-ANDRIEU, Louis "Présentation...", cit., p. xvn.
45 ASSIER-ANDRIEU, Louis"Présentation...", cit.,p. xvn.
46 HOXIE, Frederick 'The ReseIVation Period, 1880-1960...", cit., p. 234.
47 1941 es por ejemplo el año de publicación de monografías tan significativas como Deep South,
de Davis, Burleigh & Gardner, o del primer volumen de la serie Yankee CUy, dirigida por W.
Lloyd Wamer.
48 MURRAY, Stephen "The Non-Eclipse of Americanist Anthropology during the 1930's and
1940's", en PHILIPS, Lisa & DARNELL, Regna (eds.) Theorizing the Americanist Tradition,
Universíty ofToronto Press, Taranta, 1999, pp. 52-74.
JOSÉ M. CARDESIN "Enseñando al hombre blanco ..."

capacidad de compromiso en proyectos refonnistas: valga el ejemplo de su participación


en la defensa de Sacco y Vanzetti, o su implicación en pro de los intereses de los indios
Pueblo de Nuevo México. 49 La propia antropología jurídica anglosqjona había nacido ya
bajo el compromiso político, desde el proyecto formulado porMalinowski: sólo que, mien­
tras este último se planteaba colaborar en la eliminación de los desajustes que presentaba
el "indirect rule" colonial británico, Llewellyn se apresta a defender el "cheyenne way"
como modelo para reformar el sístemajudicial norteanlericano en el preciso momento en
que se produce la implantación del "american way" en las reservas h'ldias.
Llewellyn era consciente de las dificultades que presentaba la tarea de recuperar los
modos jurídicos mItiguos para aplicarlos a la gestión de las reservas de su tiempo. En
primer lugar la crisis de un liderazgo que no pudiendo basarse ya en la obtención de botín a
través de operaciones guerreras, había buscado nuevas bases de legitimidad en la
redistribución de alimentos y otros bienes: "La reticencia de los hombres influyentes a
mostrarse deseosos de aceptar lajefatura porque dudan de la obligación de generosidad que
implica el puesto."50 y el propio lapso temporal de más de medio siglo que había transcurri·
do, generando "la falta actual de conocimiento de las sanciones y procedimientos rituales
del Consejo".51 L1e'wellyn reconocía además que el "cheyenne wa)''' carecía de un aparato
analítico o técnico desarrollado. Pero para él era mucho más importante el que un sistema
de derecho contara con procedimientos que le garantizaran "la aprobación del Pueblo".s2
Porque"...el arte y la manera de combinar lajusticia a largo término, el derecho existente y
la justicia del caso individual, liberándose razonablemente de las presiones deletéreas de la
política y de los deseos personales, no están necesariamente conf'madas al oficio de juez."53
La sujeción de jueces y gobernantes norteamericanos a un sistema de normas legales
no suponía necesariamente una garantía a toda prueba. El método Cheyclme " ...no era el
método Americano moderno que consiste en limitar los poderes del cargo. Consiste, por
contra, en desarrollar una maquinaria capaz de ejercer anticipadamente las presiones
adecuadas sobre el detentador del cargo. "54 El peso de la socialización y las presiones dela
opinión pública eran la mejor garantía de que las decisiones del antiguo Consejo de los
Cuarenta y Cuatro estuvieran libres de la arbitrariedad: " ...una asamblea primitiva que
pueda segregar el asentimiento general y hacerlo constar sin proceder a votación [ ...
como] la Dieta polaca, reputada politicamente ingobernable porque estaba fundada en la
exigencia de Ulllli'limídad";55 lo que le dotaba de una legitimidad superior incluso a las
normas de elección por sufragio directo de los miembros de los nuevos Consejos Tribales.

49 ASSIER-ANDRJEU, Louis"Présentation...", cito


50 Cfr. nota 42.
51 !bid.
52 !bid.
53 LLEWELLYN, Karl N. & HOEBEL, E. AdamsonLa Voie Cheyenne ..., cit., p, 317.
54 LLEWELLYN, Karl N. & HOEBEL, E. AdamsonLa Voie Cheyenne ... , cit., p. 101.
LLEWELLYN, Karl N. & HOEBEL, E. AdamsonLa Voie Cheyenne.. 318.

- 46­
prohistorica 5 • 2001
5. A modo de epílogo: Tbere's no Way of Life like American Way of Life?
Presunto corolario de esta investigación sobre los cheyennes, en 1943 Llewellynn y
Hoebel eran invitados por el nuevo Comisario de Asuntos Indios Willíam Brophy para
estudiar el sistema legal y específicamente el sistema judicial de los indios Pueblo de
Nuevo México, donde desarrollarían trabajo de campo hasta 1950.56 Nuevamente el terre­
no de estudio no era inocente. Los Pueblo, asentados enlos territorios arrebatados a Méxi­
co e incorporados en 1848 por el Tratado de Guadalupe-Hidalgo, no habían recibido del
gobierno de los EEUU la calificación como "indios": sólo la sentencia del Tribunal Supre­
mo (del que fonnaba parte Oliver \Vendell Holmes) de 1913 definiéndolos legalmente
como tales, les otorgaría por fm el instrumento jurídico para proteger sus tierras comuna­
les de las usurpaciones. También eran los Pueblo significativos en términos de historia de
la antropología, en concreto en la fonnulación del enfoque de "cultura y personalidad":
Ruth Benedict los había escogido como quintaesencia de sudefinición de" cultma apolínea",
en la que el orden social se basa en el autocontrol, por la socialización en valores comu­
nes, más que en la coerción,
Las páginas que redacta Hoebel a mediados de los años 60 rememorando esa investi­
gación,57 son e},,'Presivas de lo mucho que ha cambiado la antropología del derecho desde
los tiempos de The Cheyenne IVay, Los modelos teóricos y metodológicos se han refmado
considerablemente: se critica explicitamente el enfoque de cultura y personalidad; se in­
troduce una dimensión histórica, reconociendo que primero el poder colonial español,
después el poder federal norteamericano, han ido configurando el contexto en que los
indios Pueblo fueron organizando su sistema legal. Pero también se ha abandonado aque­
lla toma de partido entusiasta a favor de los modos jurídicos indígenas que había caracte­
rizado a las investigaciones sobre los cheyennes treinta años antes. Al contrario, Hoebel
destaca la naturaleza represiva del sistema legal Pueblo, que se apoya, dice, en unas "téc­
nicas [propias] de la Inquisición española y de la policía de estados totalitarios"58 (sic).
Por el contrario, los tribunales estatales y federales se constituyen en este artículo en
refugio donde buscan auxilio aquellos individuos más favorables a promover ilmovacio­
nes econóJIlicas o sociales, intentando sustraerse a lajurísdicción de los órganos indios.
Al menos en lo que respecta a los Pueblo, Hocbe1 ya no comparte el punto de vista que
defendiera Llewel1yn treinta años atrás, de que el sistema judicial norteamericano tiene
mucho que aprender de los indios.
Pero las cosas distan de estar claras al respecto. Existe noticia abundante de que el
nuevo ordenamiento legal "democratizante" generado a partir de la Ley de 1934 trasladó
al gobierno indígena de las reservas las formas de funcionamiento del sistema político

56 HOEBEL, E. Adamson "Keresan Pueblo Law", en NADER, Laura (oo.) Law in Culture and
Society, University ofCalifomia Press, Berke1ey, 1997 [1969], pp. 92-116.
Si HOEBEL, E. Adamson "Keresan Pueblo ...", cit.
58 HOEBEL,E.AdamsOll "KeresanPueblo ...", cit.,p. 110.

- 47 ­
JOSÉ M. CARDES iN "Enseñando al hombre blanco ..."

norteamericano, y en particular dos caracteristicas que a escala micro se convirtieron en


auténticas lacras: el faccionalismo y el clientelismo. Los años 40 vieron cómo en la Northem
Cheyenne Reserve se desarrollaban enconadas luchas por el control del nuevo Consejo
Tribal, que enfrentaron a mestizos e indios, a católicos y a seguidores del "culto peyote".
A partir de los arios 70 estas luchas han acabado por producir auténticas fracturas en el
seno de la propia tribu, y ningún presidente del Consejo Tribal se ha encontrado en coneH­
ciones de renovar su mandato cuatrienal. Un informe reciente, del año 1993, referido a la
reserva de Tongue River, suministra algunas claves que pernúten comprender esto: "El
método pro gresista de tomar decisiones, basado en la voluntad de la mayoría (de quienes
votan), es más eficaz eincluso puede producir un liderazgo 'profesional' y 'experto' [...]
pero muchos Northern Cheyennes se sienten alienados de este proceso, que siempre gene­
ra un elemento derrotado y contrariado (que de hecho puede representar a una mayoría en
el sentinúento popular)"59, y que tradicionalmente e"x1Jresa su disentinúento negándose a
participar en la toma de una decisión impopular.
Es lo que, de manera más categórica y aplicable al conjunto de los EEUU, Jerry M.ander
denomina "la creación de los gobiernos titeres": "[...] la Ley de Reorganización de los
Indios [... Jprometía ayuda federal a las [tribus] que abandonara111a estmctura de gobier­
no tradicional y la sustituyeran por consejos tribales elegidos por mayoría según el mode­
lo estadounidense [. .. ] un consejo tribal autoritario central, con poder para aplicar leyes y
f!TIllar acuerdos en nombre de toda la tribu [...] Su principal objetivo era cederlos dere­
chos tradicionales de la tribu a controlar lo que ocurre en el territorio tribal [.. .]" "Estados
Unidos tenía un gran quebradero de cabeza. Queríamos apoderamos del oro, el carbón, el
petróleo, el cobre, el estaño, los lIÚnerales y el territorio. Queríamos solventar el asunto
con los indios, pero era difícil tratar con naciones que no tenían una autoridad central,
nadie que tomara decisiones por toda la población. Era dificil averiguar dónde se reunía
la gente y mandaba. ¿Quién podría frrmar en la línea punteada?"60
En si Jerry Mander está en 10 nos encontramos con que al abrigo de la
de 1934, los flamantes Consejos Tribales elegidos y funcionando las
pautas del "amerícan way" han procedido a masivamente derechos de uso cnlas
reservas, para la construcción de presas o carreteras, la utilización de pastos, la explota­
ción forestal o minera (especialmente nociva en el caso de las núnas de uranio), i e incluso
para pruebas nucleares e instalaciones de misiles del programa MXl61. En concreto, el

59 "Northem Cheyerme", Fow1h World Bulletin, II11993


(nttp://www.carbon.cudenver.edulí\vclIssue4/coaL2.html).
60 "Elimperativo de destruir los indios tradicionales", en En ausencia
ElJi'acaso de la tecnología y la supervivencia de las naciones indias. José J. De
Palma de Mallorca, 1996 [1992], pp. 295-316.
61 "El robo de Nevada. El caso de los shoshones occidentales", en En ausencia
de lo sagrado..., cit., pp. 335-352.

- 48 ­
prohistorio 5 • 2001
infonne antecitado 62 relata precisamente los intentos del Consí'jo Tribal de la Northern
CheyetUle Reserve, en 1992, para llegar a acuerdos con la North American Coal Company,
para explotar las reservas de carbón en uno de los lugares de mayor importancia ritual de
la reserva; y de negociar con el gobierno del estado de Montana los derechos de uso de los
recursos de agua, en un sentido lesivo para los intereses de los indios. Lo que ha llevado
en estas y en otras reservas a enfrentamientos del Consejo Tribal con gran parte de la
población, agrupada en tomo a estructuras de gobierno paralelas basadas en las jefaturas
tradicionales y en las sociedades militares, que se movilizan en contra de unos proyectos
"modernizadores" que generan plusvalía para las grandes empresas, y salarios e indenuri­
zaciones en metálico no despreciables para los indios, pero que degradan el medio natu­
mI, las formas de subsistencia tradicionales, o lugares de importancia ritual. Especial­
mente revelador es el caso del programa para organizar en 1994 una escuela "india" en la
Northem Cheyenne Reserve, en el asentamiento de Busby, promovido por aquellos focos
de liderazgo informal y paralelo: una escuela pública e intertribal, con un programa aca­
démico denso, recursos tecnológicos, cursos educativos que previnieran el uso de alcohol
y drogas, y asignaturas de lengna y cultura indígenas en las que participaran los mayores
de las tribus. Apenas pasado un año el Consejo Tribal, que veía aparentemente en ese
proyecto una reivindicación inquietante de la identidad cheyenne, destituía a la dirección
de la escuela, expulsaba o promovía la marcha de parte del profesomdo, y eliminaba los
nuevos programas educativos. 63
Jt is a hard time to be Cheyenne, titula su texto F. McKenna, a principios de los años
90, cuando los 4371 habitantes de hecho de la reserva padecen una tasa de desempleo del
46%, con más del 70% de la población activa en situación de paro más de la mitad del
año, donde la principal fuente de empleo son la administración tribal y las brigadas esti­
vales de extinción de incendios forestales dependientes del gobierno fedeml.
¿Acaso nos encontramos aquí con la incompatibilidad entre la democracia occidental
-aún servida en forma de receta- y el "ethos" -10 que quiera que signifique esa palabreja­
indígena? No necesariamente. El problelna reside en la propia naturaleza de las reservas,
en el carácter contradictorio del régimen legal que se ha ido construyendo en tomo a las
naciones indias, desde que el Juez J\.1a:rshall en su famosa sentencia de 1831 en el litigio
de los Cherokees contra el estado de Georgia, defmiera a la tribu india como una "nación
doméstica dependiente", es decir como una comruúdad política dotada de su propio terri­
torio y autónoma en política local y en la jurisdicción sobre delitos no federales, pero
dependiente de los Estados Unidos en "asrultos exteriores". Como muy bien argumenta­
ron en los años 30 los líderes sioux de la reserva de Rosebud y miembros del Consejo [por
la recuperación] de las Colinas Negras, cuando se resistían a acogerse a la nueva forma de

62 "Northem Cheyenne", cit


63 Según McKENNA, Frdllcis R. "It is a hard time to be Cheyenne", !viCIES Conference, 1997
(htlp :lIwww.x.eil.uiuc.eilulEPS&1WCIES97/mckenna).

- 49 ­
JOSÉ M. CARDESÍN "Enseñando al hombre blanco ..."

auto gobierno democrático impuesto por la Indian Reorganization Act de 1934, hasta en­
tonces se consideraban como una nación soberana que negociaba con el gobierno de los
Estados Unidos sobre la base de tratados fIrmados en el pasado: la nueva ley les asimilaba
a simples minorías desfavorecidas demandantes de ayuda social federal. 64
En último término, las relaciones entre el gobierno federal y las naciones indias se
sujetan a un prejuicio muy extendido, el de la superioridad de los modos jurídicos y polí­
ticos occidentales: ese "don de la democracia" que habría sido inventado de una vez por
todas, en elParis de 1789 o en la Virginia de 1776, a partir eso sí de una serie de preceden­
tes que pueden ser ordenados en una línea de fIliación que, entendida en un sentido am­
plio, conduciría directamente a la Atenas de Perides. Pero, ¿y si las cosas no fueran tan
sencillas? Y si en vez de fIjamos en las instituciones, en las reglas, centráramos nuestra
atención en los procedimientos, en la línea propugnada por Llewellyn? Podríamos enton­
ces, tal y como nos lo sugiere de manera provocadora Marcel Detienne,65 estudiar de
manera comparada las prácticas asamblearias en tanto generadoras de un espacio político
del que puede, en circunstancias muy especiales, emerger algo así como un concepto de
sober3.1úa colectiva. Prácticas asamblearias en las Trece Colonias en el S. XVIII, entre los
Cosacos de Zaporoje en el S.xV, entre los ochono del sur de Etiopía en el S.YJX ... y,
naturalmente, en el Consejo de los Cuarenta y Cuatro de los Cheyennes. Dentro de este
nuevo proyecto de "comparar lo incomparable" podríamos encontramos con la sorpresa
de que la ex-periencia humana es tan rica como para proporcionamos diversas ex-perien­
cias de soberanía colectiva que pueden aprender unas de otras, y no un solo modelo que es
preciso m1Íversalizar a toda costa. Podríamos entonces repensar la virulenta polémica que
estalló en los EEUU a fmales de los años 1980s, en tomo a la influencia que habría podido
tener el modelo de organización de la Confederación de las seis naciones Iroquesas sobre
las ideas y proyectos de los "padres fundadores" del orden3.llliento político de las Trece
Colonias. 66 Partiendo de que la evidencia sólo permite documentar de manera clara un
conocimiento del "Iroquois way" por parte de Benjamin Fr3.11klill, que parece haber teni­
do en cuenta ese modelo para la redacción del Plan de Unión de Albany de 1754, y más
allá de esto los argumentos resultan mucho menos concluyentes; reconociendo de otro
lado que otros precedentes comúnmente alegados del orden3.lllÍento político de las Trece
Colonias, como la Ecc1esia ateniense o el senado romano, resultan aún más improba­
bIes ... 10 que me resulta llamativo es esa permeabilidad, esa "comunicación entre cultu­
ras" que parece caracterizar a la relación entre los gmpos indígenas y las colonias íngle­

64 HOXIE, Frederick "TheReservationPeriod, 1880-1960", cit.,p. 233.

65 DETIENNE, Marcel Comparer l'incomparable, Editions du Seuil, París, 2000.

66 Los argumentos a favor quedaron ya definidos en JOHANSEN, Bruce Forgotten Founders,

Ipswich, Mass, 1982. En contra, TOOKER, Elisabefu "The United States Constitution and fue
lroquois League", en Ethnohistory, núm. 35, 1988, pp. 305-336. Al conjunto del debate puede
accederse a través de intemet http://www.raticaLorg/many_worlds/6nations.

- 50 ­
prohistoriG 5 - 2001
sas de la primera mitad del S.xVIIl: un conocimiento mutuo de los modos y procedimien­
tos de organización política, basado en la "obseIVación participante", por encima de las
guerras de exterminio. Una comunicación que parece perderse en la segunda mitad del
S.}''VIII y a lo largo del S.xIX, cuando los indios dejan de ser tilla baza geoestratégica
importante, en tanto toman fuerza las teorías de la superioridad racia1. A mediados de los
años 1930s., E. Adamson Hoebel y Karl Llewellynn, herederos respectivanlente de la
antropología boasiana y del pragmatismo de William James (vía el realismo jurídico), y
en un contexto políticamente favorable como fue el de los primeros años del New Deal,
snpieronrevitalizar aquel diálogo entre culturas. Desde allí, The Cheyenne JVayaún tiene
muchas lecciones que darnos.

- 51 ­
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FUENTE: Frederick E. "'lIle ReservationPeriod, 1880-1960", Broce & WASI-illURN, Wilcomb (eds.)
The Cambridge /listory ofthe ofAmericas, Vol 1: NorthAmenca. I'art 2, University Press, 1996,p.250.
Entierro de los indios muertos en la masacre WOUluled Knee, Dakota del Sur, 3 enero (le 1891.

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...
JOSÉ M. CARDEsÍN "Enseñando al hombre blanco ... "

- 54 ­
prohiltorica 5 • 2001

Los criminales ante la concesión del indulto


en la España del Siglo XVIII *

TO~1Ás A. MANIECÓN
(Universidad de Cantabria)

Resumen
Este artículo analiza la t'orma en que los criminales afrontaban su condena y solicitaban
indulto en España, durante el siglo XVIll. E>"'P0ne la relación entre climen y castigo y la
manera en que la Monarquía trataba con climen, criminales, castigos e indultos. Estudia
311 cartas de remisión de condena, referidas a todo el territorio espailol excepto Cataluña,
las que componen una colección de cartas de suplica de indulto enviadas ala COlte Real del
Consejo de Castilla entre 1760 y 1788. Considera esta periodización como crucial en la
evaluación de la orientación de la justicia del rey, dado la presencia de cuestionamientos a
rasgos característicos de los sistemas penales europeos. Se interroga sobre quienes eran los
solicitantes de indulto y cual era la distlibución geográfica de estos criminales en el mapa
peninsular. E>,,-polle la relación presu,'llible entre numero de criminales que solicitaban in­
dulto, estadísticas criminales y factores de Ll1dole económico. Concluye en la excepcionalidad
de la pena de muerte durante el siglo XVIII. Adsclibe a los suplicantes de perdón a gente
corriente de clases populares, no concerniendo generalmente a miembros de la nobleza. El
indulto de las penas por castigos más livianos contrasta con los análisis de Foucault en la
caracterización de la jus+Jcia del An+Jguo Régimen. Enfatiza la vigencia de un proceso de
civilización del castigo judicial, circUllsclipto al ámbito privado.

Palabras Clave
delincuentes sentencias indulto -monarquía - justicia penal- España - siglo XVIII

Abstract
This artiele analyses fue way in which fue criminals faced fueir sentences and asked t'or
forgiveness to Spain during 1:.c'ie 18th century. It shows fue relationship bel:\veen crime and
punishment and the way the CrO"''ll treated erime, crimínals, pnnishment and forgiveness.
It studies 3311etters ofremission ol'sentences in a11 fue Spanish territory except forCatalnnia
These compase a coHecHon 01' letters pleading for absolution sent to the Royal Court of

MANfECON, Tomás A. "Los criminales ante la concesión del indulto en la España del Siglo
xvrrr', prohlstort.,Año V,número 5,2001,pp 55-82.
Una versión anterior de este artículo fue publicada en inglés en Cahiers de ['Institut
d'Anthropologie Juridique, núm. 3, 1999, pp. 477-506. El te},.1:o aparece por plimera vez en
lengua espa.'iola en Prohistoria, traducido, revisado y ampliado por el autor a partir de la
versión inglesa.

- 55­
TOMÁS A. MANTECÓN, "Los criminales..."

Castilla between 1760 and 1788. It considers this period of time as clucial in the evaluation
01' the orientation 01' tIle king' s justice due to the presence 01' inquiries as characteristic
features 01' the European law systems. It questionswho asked forremission and the geographic
location ofthese criminals in theterritory. It shows the relationship between the number 01'
criminal s to be forgiven, criminal statistics and economic factors. It concludes the exceptional
use ofthe deathpenalty ia the 18th cenlury. It states thatthe criminals asking to be forgiven
were generalIy members 01' the common people, not ofthe nobility. The forgiveness oí'
sentences oflightplll1ishlllt-'Iltcontra.;,iswith Foucault' s anaIysis ofjustice in fue Old Regimen.
It emphasises the process 01' civilisation ofú'le judicial punishment in Ltte prívate matter.

KeyWords
offenders - judgements-pardon - monarchy - critninaljustice - Spain -eighteenth century

na escenografía públicamente representada y el suftimiento físico eran dos ele­

U mentos inherentes a los castigos que recogían las leyes penales para los críme­
nes más graves en la Europa Moderna. Las mutilaciones en público, la tortura y
las ejecuciones daban a los monarcas europeos oportunidades para hacer visible
su poder y autoridad en la época medieval y posterionnente. Sin embargo, estos rasgos no
fueron estáticos al0 largo del tiempo. Lajusticia ofrecía rostros díferentes y cambíantes a
lo largo de los siglos de la Edad Moderna, época en que se estaba asistiendo en Europa a
un proceso de construcción de los Estados. Los monarcas aún encontraban, en este proce­
so, fuerzas latentes dentro de sus reinos, que ralentizaban las tendencias concenmstas del
poder e impedían que el príncipe asumiera el monopolio de la violencia. A pesar de ello,
la ley penal avanzaba dentro de esos estados en proceso de fomlacÍÓn. Ante el avance de
la legislación penal y de la adnúnistraciónjudicíal, iban retrocediendo prácticas como las
guerras privadas o vendetlas entre facciones sociales, así como las fanTIaS consuetudina­
rias de arbitraje extrajudicial de las disputas. El primer peldaño en esa evolución fue la
superposición de unajusticia administrativa y pública a lli'1ajusticia retributiva y privada.
Ese fenómeno estuvo ligado al proceso de construcción de los es decir, de entida­
des políticas que englobaban a las familias, parentelas, facciones sociales y bandos, cor­
poraciones, ciudades y incluso reinos. Cuanto más clarantente los monarcas iban
asumiendo la exclusividad de esas funciones judiciales y la tutela sobre la paz social
menos necesario les era mostrar la aspereza con que podía e:\'Presarse su autoridad contra
los criminales.
Aunque Foucault subrayó la violencia con que se aplicó el castigo corporal como uno
de los rasgos más sobresaHentes de la justicia del Antiguo las investigaciones
que en día disponemos demuestran que alrededor de 1600 las mutilaciones públicas
fueron paulatinamente decreciendo en import~ncia en a la YCZ que avanzaban
otras formas de punición del criminal en que el castigo corporal en público
protagonismo. Según los esquemas foucaultianos en el Régimen y, particular­
mente en la transición del XVIII al XIX, se habría dado un paso decisivo en .m

- 56 *
prohistorica 5 • 2001
proceso de privatización de la represión de comportanúentos criminales que, además,
cada vez eran mejor defmidos. 1 Obviamente, en España, ib'1lal que en la mayoría de los
demás paises europeos, ejecuciones públicas aún fueron practicadas en el siglo XIX. In­
cluso en ellG"C es posible encontrar en la Europa Occidental ejecuciones que tuvieron un
enonne impacto eula sociedad y en la reflexión sobre los limites dentro de los que deben
moverse los sistemas penales. 2 A pesar de todo, lo cierto es que el gran debate sobre las
ej ecuciones ritual izadas y con escenografías en público tuvo lugar en la segunda mitad del
siglo XVIII. Este debate favorecía un proceso de privatización del castigo, 3 en virtud del
cual, progresivamente, la punición del criminal fue perdiendo teatralidad y auditorio des­
de mediados del siglo XVII, retirándose, poco a poco, de las públicas a espacios,
reservados dentro o fuera de las cárceles y penitenciarías, específicamente dispuestos para
tal misión. Varios factores, entre ellos los citados procesos de concentración de la autori­
dad, fonnaCÍón de los Estados y judicialización de los conillctos que antes adoptaban
fomlas de venga.'1za privada, facilitaron esa evolución. En el siglo XVIII ya la resolución
de los asuntos criminales quedaba generalmente ligada a la intervención de la adminislra~
ciónjudicial. Por entonces el gran debate sobre el tormento público sensibilizaba particu­
lannente a las autoridades contra los castigos en público. El rey no sólo castigaba al
criminal, sino que también tenía la úitinla palabra para perdonar el castigo, alterando las
sentencias dadas por jueces que actuaban en su nombre. Esa era una potestad exclusiva
del monarca y, de este modo, la gracia también se convertía en un instrumento político.
Las 311 cartas de remisión de condena que estudio aqní fonnan una buena colección de

FOUCAULT, Michel Vigilary castigar, Siglo XXI, Madrid, 1984 [¡a ed. 1975].
La ejecución de disminuidos psíquicos, por ejemplo, fue entonces una materia controvertida.
La demencia contaba como atenuante del delito en la legislación castellana de la Edad Moderna.
Aún hoy esta materia es muy polémica incluso en países que mantienen vigente la pena de
muerte en sus sistemas Algunas de las últimas ejecuciones de disminuidos psíquicos
en Europa Occidental estuvieron rodeadas de gran controversia. Un excelente ejemplo lo ofrece
el hecho de que aunque la legislación británica desde 1957 incluye la consideración de
responsabilidad disminuida atribuible a la incapacidad psíquica, siempre hubo excepciones a
la hora de aplicar incluso los castigos más duros. Así, por citarun par de conocidos y controvertidos
ejemplos británicos, Gunther Podola, que mató a un policía, fue apresado y maltratado en la
cárcel hasta perder la total consciencia de sí mismo y de lo que había hecho, acabó en la horca
en 1959 porque la justicia británica consideró que padecía una "amnesia no genuina". Tres
años más tarde la justicia británica también ejecutaba a un asesino y violador llamado James
Hanratty. Se trataba de un delincuente habitual a quien diez años atrás se había declarado
disminuido mental. Ejemplos de esta naturaleza no son extraños en diferentes épocas y países,
incluso muy abundantes si se tiene en cuenta que la enajenación podía ser no pennanente, como
cn los ejemplos citados, sino transitoria e incluso inducida por el alcohol y drogas de distinta
naturaleza.
SPIERENBURG, Petrus Tlle spectacle ofsuJJering. Executions and the evolutioll ofrepressioll
from a preindustrial metropolis to the European experience, Cambridge, 1984, pp. 202-204.

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TOMÁS A. MANTECÓN, "Los criminales ... "

documentos para explicar cómo los criminales afrontab,m su condena y solicitaban indul­
to en la España del siglo XVIII, pero del análisis de esta documentación se desprende una
reflexión más genérica sobre la difícil relación entre crimen y castigo, así como sobre la
forma en que la monarquía lidiaba con el crimen y los criminales. Estos documentos se
refieren a todo el territorio peninsular de España, excepto Cataluña; componen Ulla colec­
ción de cartas de súplica de indulto que fueron enviadas a la corte real del Consejo de
Castilla entre 1760 y 1788, siendo este periodo crucial para evaluar la dirección en que
marchaba la justicia del rey, justo cuando se estaban comenzando a cuestionar algunos de
los rasgos que habían caracterizado a los sistemas penales europeos.

1. Las sentencias de pena de muerte


En la España del siglo XVIII, las sentencias de pena de muerte pretendían lograr
ejemplaridad. Este rasgo era un punto sensible en una sociedad donde el honor también
era un valor muy vigoroso. El castigo públicamente ejercido no sólo damnificaba el cuer­
po y la vida del criminal, sino también su honra y el honor de su familia. Cada
conoCÍa todo esto y lo tenia muy presente en el momento en que tenía que dictar una
sentencia. Igualmente, conocía si el criminal se había fugado y la causa se estaba feneciendo
conIa e:\:presa rebeldía del acusado. Si éste había huido era dificil que se pudiera ejecutar
de forma inminente la sentencia. Así, el juez sabía muy bien que había un intervalo de
tiempo entre la sentencia dictada y su posible ejecución. Por todas estas razones, lo que
pretendía la sentencia era mostrar que ninf,'Ún criminal quedaba sin castigo. La sentencia,
al ser dictada y leida en audiencia pública con todo su dramatismo, restauraba un orden
ético y satisfacía la querella de la parte ofendida, así como la vindicta publica. Ese mo­
mento era una excelente oportunidad para mostrar el de la justicia del rey. Sin
embargo, eso no quiere decir que todas las sentencias fueran ejecutadas tal como se pro­
nunciaban. El criminal podía lograr o no posterionncnte el indulto, no obstatltc, el sólo
hecho de la proclamación de la sentencia ya tenía unos efectos desde el punto de vista de
la iPJlibición de los criminales y favorecía la prevención del delito.
Los nobles, cualquiera que fuera su rango, estaban excluidos de algunos tipos de cas­
tigo corporal que eran considerados infamantes, por atentar contra la estima y honor de la
nobleza. Los nobles no podían ser ahorcados. En caso de merecer pena de muerte debían
ser degollados o decapitados. También había muchas restricciones sobre el tormento y
castigo corporal que podía recibir un noble. 4 Antes de mediados del siglo XVIII al menos,
la muerte en la horca no era un castigo suficiente para los criminales plebeyos que eran
condenados a pena capital. El ajusticiamiento debía rodearse de una eSCenOh'Tafía que
implicara la tortura y ridículo público del delincuente. Normalmente, éste era conducido
desde la prisión al cadalso, cmzando las calles principales de la ciudad o villa, atado de
pies y manos, a lomos de un bu..-ro o mulo, "como un fardo". Una cuerda de espmto

TOMÁS Y VALIENTE, Francisco La tortura en España, Barcelona,1973, pp. 103 Yss.

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húmeda y tensa debía rodear el cuello del condenado y su torso iba, nomlalmente, en
cueros. La conducción del reo de esta guisa hasta el cadalso se acompañaba de un prego­
nero que abría el paso al reo mientras vociferaba sobre las barbaIidades y crimenes que se
le atribuían y le llevaban a la ejecución. De esta manera el reo, sus guardas y el pregonero
atravesaban las calles de la villa o ciudad hasta la plaza mayor, donde el
"hasta morir naturalmente". El cuerpo de pemlanecía
!"-VJCl".<I'u.v, hasta que eljuez diera licencia para removerlo del c1.dalso.

Sancionando a los criminales de este modo, la Corona queda que el castigo fuera
",r,~'N""'", conduda a los jueces a redactar sus seiltencias condel1ato~
rías en términos como los descritos. Al proclamar ese tipo de castigo en la audiencia
"".,vu-,,,u ya se ciertos efectos disuasivos de posibles futuros crímenes. No era
que cada una de esas sentencias fuera realmente para
__ ~_.jj ~_,.~.del rey. Algunas que la
se con gran aspereza; sin embargo, el rey también podia
mostrarse clemente. A través del o la la Corona hacía visible que Sllm3ll0
rectora era de fonna pa1ieIlIla11st;a, como la del de famllia dentro de la casa.
La finalidad de sus "'U'HV>""" era garfu"1tizar el orden público. El contraste entre dos
sentencias de tos xvn y XVIII pennite observar matices en los términos en que
éstas eran redactadas.
A principios de junio de 1608 en la villa de mora (GraIlada)un pequeño grupo de
ca2<1dores disparó contra un hruarda llaInado Pedro Román., porque éste pretendía incau­
tarles los anímales que habüm abatido. Esto ocurría en una reserva de caza en tierras de
señorlo. Pedro Román estaba protegiendo la propiedad de su sellor contra los caz.adores
furtivos. El tuvo como d.esenlace que el hruarda perdió su vida sin tener la opor·
tullidad de recibir de un sacerdot.e ia absolución de sus pecados. Este factor fue considera­
do del que los criminales carecían de la mínima con:ipa­
sÍón hacia su víctima. Los tres furtivos fueron condenados a la horca en términos sirnjla­
de muerte, cuando los cuerpos de los fueran
a cortarlos en piezas y, cada una de ellas,
alrededor de la reserva en su crimen.
Servían pm'a marcar el territorio donde había sido cometido el delito, al que para
recordar que se aplicaba con rigor contra los delincuentes. 5
Este caso ilustra lo que eljuez pensaba sobre la justicia que estaba aplicando cada vez
que dictaba sentencia. Contea los criminales más destacados lajusticia debía lllaIlifestarse

Estos criminales fueron, sin embargo, afortunados, porque lograron eludir el castigo. Justo
después de cometido el ellos huyeron de la justicia, procediéndose judicialmente contra
ellos en rebeldía. En 1616 los bienes de estos criminales fueron embargados y vendidos para
pagar las costas judiciales y la compensación económica a la viuda de la Vícti...'1l8. C.C.
lego 1669, doc. 18, sin fol.

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TOMÁS A. MANTECÓN, "Los criminales ..."

como tonnento, vergüenza pública y deshonra. En este ejemplo los criminales eran gente
corriente, de las clases más bajas, pero cuando el convicto era un noble lo dispuesto en la
sentencia no em tan diferente. En casos de honúcidio alevoso el criminal era empujado a
través de las calles hasta la plaza donde debía practicarse la ~ecución separándole la
cabeza del cueIpo con lLl1a espada Además, ellos perdían sus bienes, que pasaban la
mitad a la C.Amara de Castilla y la otra mitad para los herederos de la víctima, aplicándose
un principio retributivo o remunerativo para con la parte ofendida, por un lado, y con la
vindicta publica, por otro.
El criminal convicto ya no em nada cuando se1e conducía al cadalso, había perdido su
condición humana a los ojos de lajusticia. Por eso se le paseaba como un fardo sobre una
bestia. El delincuente había sufrido una muerte social previa a su ejecución en público.
Por eso se le trataba como si fuera un mero objeto, no una persona sino un bulto. Lo
horrible del crimen que había co metido cosificaba y desalmaba al criminaL Este di scurso,
implícito en las sentencias, no varió demasiado desde el siglo XVII al XVIII. El "'~b"-'''HC'''
ejemplo permite comprobarlo. Se trata de un fragmento de una sentencia redactada en la
corte de Valladolid contra un campesino de Cantabria. Fue emitida cien años más tarde
del caso de GnuJ.ada ya comentado. En la aldea de Quijas (Cantabria) en 1708,
Gutiérrez mató a su suegra y acuchilló a su propia esposa hasta casi matarla. El juez le
condenó a pena capital y redactó una sentencia en los si!,'Uientes ténninos:
"En caso de que la sentencia sea ejecutada, el convicto será sacado de la
cárcel pública y colocado sobre una mula, aparejada con ropas de luto. En~
tonces, cmzará las calles públicas de la villa detrás de un pregonero que
proclame su culpa. ASÍ, será conducido hasta el lugar que se considere indí··
cado para la ejecución (porque al presente no hay lugar a propósito en este
valle). En ese lugar se habrá construido un cadalso. Entonces, el verdugo
cortará la cabeza del convicto, la que se expondrá sobre un poste en Quijas
(donde el criminal hizo su delito) en la torre de la iglesia o en otro lugar
apropiado ... "6

Lo que expresaba esta sentencia era la voluntad de imponer al criminal un castigo


similar al que se había indicado tiempo atrás contra los cazadores furtivos de Granada.
Estos dos son buenos ejemplos de castigos que actuaban contra el cueIpo y la honra del
delincuente, además, contra el honor de los parientes. Ambos ejemplos dan idea de las
dimensiones sociales que tenía el castigo al criminal. Si1l embargo, ninguna de estas dos
sentencias fue ejecutada. En la del }""'lIl los criminales estaban fugitivos, mientras el
juicio estaba teniendo lugar y la sentencia era proclamada. Solicitaron el indulto varÍos
años después y lo obtuvieron. En el ejemplo del siglo XVIII eljuez no fue capaz de señalar
un lugar para que se construyera el cadalso, consecuentemente, la sentencia no fue ejecu~

AHPC,Reocin, lego 126, doc. 19, fI 41-42.

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tada. Las dos sentencias fueron proclamadas en público. Esto también era muy importan­
te, pues mostraba toda la aspereza y contundencia con que podía llegar a e:\."Presarse la
justicia del rey. Igualmente, mostraba que había escapatorias a la aplicación de los casti­
gos. Alguna posibilidad de eludir un duro castigo se asentaba en el propio funcionamiento
de la administración de justicia y la aplicación de una racionalidad judicial, no estricta­
mente legal. Así 10 muestra lo escrito por el juez que decidíó sobre el caso de siglo XVIII
citado. En alh'Unas regiones, como era el caso de Cantabria, existían métodos para arbitrar
y negociar los conflictos, incluso criminales, que estaban profundamente arraigados en
valores tradicionales. A esas formas de arbitraje consuetudinario se apelaba confrecuen­
da yeso hacia que muchos procesos fenecieran antes de llegar a sentencia. En estos casos
las partes enlitigío habífuJ. llegado a un acuerdo negociado y el juez detelúa los autos
judiciales. 7 Además, aunque el proceso hubiera llegado a sentencia y ésta fuera tan con­
tundente como las ya citadas, no era una extrañeza que el rey indultara al delincuente
varios años después de que cometiera el crimen. La clemencia del monarca era a menudo
la mejor opción para que el criminal eludiera visitar el cadalso.

2. El perdón del Rey. La conmutación de sentencias


La concesión del indulto era l.ID acto de suprema jurisdicción. En 1796 el monarca, por
voz del presidente del Consejo de Castilla explicaba el significado del indulto en la Espa­
ña del siglo XVIII. Se refeda al Indulto General de 1795, pero sus comentarios son exten­
sibles a otros conteA1.os del mismo siglo:
"...en este caso, mi gracia real no es aplicable a aquellos casos donde el
castigo, dado de acuerdo collla prudencia deljuez en lugar de con el rigor de
la justicia, no es un castigo estrictamente judicial sino una corrección pater­
nal que pretende la refomla de las costumbres para lograr ciudadanos útiles
a su país, sus familias y ellos mismos, en lugar de una venganza contra la
ruptura de la ley. [...] nada es más conveniente que fijar qué opinión es la
mejor sobre un punto tan sensible. [... Jlas costumbres de los súbditos son el
asunto más relevante para el rey, porque la ley y autoridad no significan
nada cuando no tienen en cuenta las costumbres [ ... ]. Los mejores filósofos

Eso ocurría con gran frecuencia en la región septentrional de Cantabria. Véase MANTECÓN,
TomásA. Conflictividadydisciplinamiellto social en la Cantabria n/rol del Antiguo Régimen,
Universidad de Cantabria, Fundación Marcelino Botín, Santander, 1997. También en
MANTECÓN, Tomás A. "Mearung and social context of crime in preindustrial times: rural
society ofthe North ofSpai.n, 17th and 18th centuries", en Crime, History and Societies, vol. 2,
núm. 1, pp. 49-73. Rasgos que seguramente son extensibles al conjunto de la Comisa Cantábrica,
si se tienen en cuenta las características con que se manifestaba la justicia del rey en la sociedad
gallega de la época. REY, Oíelia "La justicia del rey en la Galicia del Antiguo Régimen", en VII
Semana Galega de Historia. ¿Quen manda aqui? O poder na historia de GaUcia, Asociación
Galega de Historiadores, Santiago, 1999, pp. 167-191.

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ToMÁsA. MANTECÓN, "Los criminales ..."

han hablado sobre la actitud de los más sabios legisladores que no tuvieron
en cuenta lo que pasaba en cada casa, ni las costumbres que allí eran mante­
nidas [ ... ] un observador inteligente ve fácilmente las costumbres de la fa­
milia para tener una idea del gobierno y constitución política del reino... "8

Estas palabras asentaban en la jurisdicción la base del bien común bajo el cetro real.
La autoridad del rey debía tener en cuenta las vidas de sus súbditos, sus costumbres y
modos de relación y autoridad. Además, la paternal disciplina e:iercida por el rey debía
preservar las buenas costumbres y evitar las demás. Disciplina significaba educación,
corrección, instrucción y, caso de ser necesario, castigo. Desde este punto de vista, la
jurisdicción era el mejor ámbito para desarrollar muchos de los proyectos políticos de los
gobernantes. Cada sentenciajudicial era un ejemplo práctico de la autoridad y disciplina
ejercida por el rey en un ámbito que le era exclusivo: el ejercicio de la justicia. Otra
potestad que ejemplificaba la exclusividad del soberano en ámbitos jurisdiccionales era el
uso de la gracia o clemencia; instrumento que los monarcas accionaban al decidir sobre
las solicitudes de indulto. Por medio de estas herramientas, tanto cuando castigaba como
cuando se mostraba clemente, el soberano proyectaba una imagen patemalista, como si se
trdtara de un padre que educara a sus hijos. Sus correcciones paternales, los castigos e
indultos debían tener el efecto de suprimir o inhibir que se manifestaran las malas cos­
tumbres. Sin embargo, el monarca había de ser consciente de las costumbres de sus súbdi­
tos. Éstos contaban con instrumentos tradicionales para instruir a sus semejantes e, igual­
mente, a la administración y gobernantes en todo cuanto constituía su patrimonio consue­
tudinario, que incluía principios e instrumentos tradicionales para ejercer correcciones y
castigos en cada uno de los distintos ámbitos de sociabilidad. Así, pues, la disciplina,
entendida en los términos e"-plicados, se manifestaba en dos direcciones: desde arriba
hacia el conjunto de la sociedad y, viceversa, desde abajo hasta las más altas instituciones
de la monarquía. 9
Algunos historiadores han considerado que el ejercicio de la gracia por parte del rey
era" contrapmlto de una legislación imperfecta". la clemencia real seria en realidad
una necesidad política de los soberanos. Al conmutar la pena capital por castigos menos
ásperos, los monarcas podían lograr hombres, bien para aplicar en servicios militares
incluso en los más distantes territorios del reino o bien para servir en galeras. 10 Existen
documentos sobre los que puede asentarse ese tipo de explicación. Sin embargo, algunos
juristas españoles del siglo XVIII también mostraban puntos de vista mucho más matiza­
dos. Don Manuel Lardizábal y Uribe, por ~jernplo, tras una larga c"-periencía como juez

AGS, Gracia y Justicia, lego 875, sinfoL


AGS, Gracia y Justicia, lego 875, sin 1'01.
lO 1RINIDAD, Pedro "Penalidad y gobierno de la pobreza en el Antiguo Régimen", enEstudios
de Historia Social, núms. 48-49, 1989. HERAS, J. L. de las "Los galeotes de los Austrias: la
penalidad al servicio de la Armada", en Historia Social, núm. 6, 1990.

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en Granada, en 1782, escribió uno de los mejores tratados sobre la justicia penal de la
época. En esa obra, Lardízábal, mostraba puntos de vista divergentes con los que arriba
cité. Para Lardizábal, precisamente era la severidad en la práctica judicial la que podía ser
vestigio de una autoridad y de una justicia manifiestamente imperfecta, medieval o propia
de gobiernos bárbaros. Al contrario, la que se apoyaba en la clemencia, la gracia y el
perdón mostraba civilidad. 11 Los ark,'Umentos de Lardizábal coincidían con cuanto expli­
caba el texto e:h'Pedido por el Consejo de Castilla en 1796 ya señalado.
En el siglo XVIII el Cons~io de Castilla se convirtió en uno de los más básicos instru­
mentos para desarrollar gobierno y justicia Desde 1707 este Cons~jo había asumido com­
petencias que el extinto Consejo de Aragón tuvo antes de que se derogaran los fueros
aragoneses. Cambios de este tipo fonnaban el sustrato de las tensiones entre los distintos
Const(jos de la Corona. En el siglo XVIII la monarquía española vivía un periodo de
redefmición de su naturaleza, funciones y relaciones con los remos que la componían.
Estos cambios provocaron una "transformación de la Monarquía Hispánica en Remo de
Espaíla"', una nueva constitución de España como reino. Esto e:h'Plica, por ~.iemplo, los
proyectos y procesos de penetración del derecho castellano en las diversas instituciones y
reinos bajo el cetro de la monarquía,12 pero también afectaba decisivanlente a la concesión
de los Indultos Generaies de 1719, 1720, 1724, 1760, 1775, 1783, 1789y 1795. En cada
uno de estos casos estallaban las tensiones entre los Consejos de Castilla, Guerra, Hacien­
da, Indias y Órdenes. El de Castilla administraba la concesión de indultos; sin embargo,
los otros Cons~ios intentaban lograr el reconocimiento de sus infonnes y veredictos sobre
los casos que remitian al de Castilla.!3
En 1720 el Consejo de Indias manifestaba su interpretación sobre el problema. El Con­
s~o pretendía tener "supremajurisdicción", de modo que "no reconocería la superioridad
del Consejo de Castilla, a menos que el rey diera instrucciones precisas". Ese año, sin
embargo, el Consejo de Castilla se encargó de la administración y gestión delIndulto Gene­
ral, ofreciendo lUla opornmidad para que se e:h-presaran nuevas discrepancias sobre qué
institución debía canalizar la concesión de los indultos. En 1760 el presidente del Consejo
de Castilla explicaba que esas fu..'1ciones siempre habían con-espondido al Consejo que él

11 LARDIZÁBAL YURlBE, Manuel Discurso sobre las penas, contrahído a las leyes criminales
de España para facilitar su reforma, por don Manuel Lardizábal y Uribe, del Consejo de Su
Magestad, su alcalde del crimen y de hijosdalgo de la Real Chancillería de Granada, Madrid,
1782, pp. 7-18.
12 FERNÁNDEZ ALBALADEJO, Pablo "La monarquía", en Actas del Congreso Internacional
sobre Carlos JI! y la Ilustración. I. El Rey y la A4onarquia, Madrid, 1989, pp. 24-26.
13 También hubo Indultos Generales en 1707 y 1715, pero focalizados en ex-pedientes tramitados
desde Valencia y Barcelona por los rivales de 10sBOJ.bones en la Guerra de Sucesión. Lamayoria
de los problemas y tensiones entre Consejos, en cualquier caso, se arraigaban en una cierta
indefinición sobre las instituciones que debían encargarse de la tramitación y resolución de los
ex-pedientes de indulto.

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ToMÁs A. MANTECÓN, "Los criminales..."

presidía. En 1724 y 1783 la tensión entre los Consejos se manifestó también. En 1724 el
Conse;jo de Castilla consideraba que la actitud de los otros Conse;jos "limita la autoridad
real", puesto que ésta había sido ya expresada en favor del propio Consejo de Castilla. De
hecho eran los miembros de este último Consejo los que estaban encargados de visitar las
cárceles reales e inspeccionar la condición y estado de los presos. En 1783 se llegó a un
acuerdo. El Cons~io de Castilla se encargaba de la administración del indulto mientras que
jueces especializados en cada uno de los otros Consejos colaboraban seleccionando aquellos
ex})edientes y solicitudes de indulto que debían ser tramitadas. El mismo esquema funcionó
en los Indultos Generales de 1816 y posteriores. En cada caso, la Cámara de Castilla recibía
las solicitudes de indulto de criminales que habían sido juzgados y condenados (general­
mente por homicidio alevoso o no) en los tribunales de justicia de Granada, Valladolid, La
Coruña, Sevilla, Oviedo, el País Vasco, Valencia, Aragón, Mallorca y Navarra.

3. Los criminales, solicitantes de perdón


Los más duros castigos eran dispuestos contra los criminales más crueles y contuma­
ces. Algunos de éstos, luego, solicitaban el indulto. Su solicitud de gracia era formulada
incluso antes de que la sentencia fuera proclamada contra ellos. Esos criminales, normal­
mente enjuiciados en rebeldía, es decir, fugitivos, iniciaban la tramitación del indulto
desde el mismo momento en que protagonizaban su huida o algún tiempo después. 14 A
pesar de que los homicidas eran el tipo de criminal que más frecuentemente solicitaba el
indulto, otros delincuentes también utilizaron esta vía para tratar de escapar del rigor de
las sentencias. Los solicitantes de indulto incluían falsificadores de moneda, reos acusa­
dos por desacato y usurpación de autoridad o por provocar daños contra la propiedad de
sus prójimos o del común. La mayoría de los delincuentes que solicitaban el perdón del
rey habían cometido homicidio en que pesaban circtmstancias bien agravantes o atenuan­
tes. Algunos homicidios tenían una motivación de tipo sexual, bien amancebamiento,
adulterio, violación o Lrlcesto. Otros eran el resultado de simples trifulcas en las tabernas,
a menudo entre bebedores, jugadores de naipes o dados. A veces el contexto social y
cultural en que se producía el homicidio refería escenas de la vida cotidiana y momentos
de sociabilidad ampliamente compartidos por las clases populares. el homicidio pOw
día aparecer bien dentro de la escena doméstica o dentro de un grupo de trabajadores, en
fiestas y reuniones o en descampados y caminos, en bodas y banquetes, incluso en celebra­
ciones religiosas con bailes al aire libre. El homicidio ocurrido dentro de una gresca
contaba con el atenuante de "sangre caliente" y, obteniéndose el perdón de la parte ofen­
dida, la circunstancia atenuante indicada, facilitaba que el criminal lograra el indulto Y

14 M.ás del 70% de los criminales indultados en el siglo XVII huían en lugar de esperar que se
dictase sentencia. Algunos años después solicitaban el perdón del rey. HERAS, J. L. de las
"Indultos concedidos por la Cámara de Castilla en tiempos de los Austrias", enStudia Histórica.
Historia Moderna, vol. 1, núm. 3, 1983, p. 125.
15 Desde tlnes del siglo XIX hasta el temprano siglo XIX todos los homicidios eran considerados

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Tabla 1: Condición social de los suplicantes de indulto: porcentajes.

Jornaleros 8.36
Criados y dependientes 10.29
Pastores 5.79
• Muleteros y carreteros 2.57
(tn::lrna" de campo 2.57
Campesmos 12.86
Molineros, taberneros y posaderos 2.57
Artesanos 14.80
Camoneros 1.29
Soldados 2.57
Estudiantes 0.64
[ -
Burócratas y notarios 161
Mercaderes 0.32
Otros 2.25
Sin información 31.51
Total 100.00
Cifras absolutas 311.00
Fuente: AGS, Gracia y Justicia, 874. Estas cifras incluyen súplicas de indulto que llegaban
desde diversos tribtmalespara lograr el perdón de Viernes Santo, pero principalmente se refieren a
los indultos Generales de 1760, 1765, 1771, 1775, 1780 Y 1783. "Otros" son una viuda y tma
prostituta (las únicas dos mujeres), un teólogo, tm torero, un cantante de salmos, un vendedor de
paja y un sastre.

Al estudiar quiénes eran los solicitantes de indulto, llama la atención que no hubiera
entre ellos miembros de la aristocracia. Este grupo podía lograr la conmutación de las
sentencias y el indulto por otros medios basados en las relaciones personales y en la inter­
vención de aquellas instituciones en que ellos mismos podian prestar servicios a la Corona,
o a las que e&tabanligadospor su noble condición y privilegio. Retomando a las solicitudes
de indulto estudiadas y hablando sobre la condición social de los solicitantes, 10 que se
muestra es que entre 1760 y 1788 alrededor del 35% de cuantos pedían indulto eran bien

"muerte segura" y esa consideración debía ser impedimento para lograr indulto, excepto cuando
podía comprobarse que el homicidio tuvo lugar en medio de una trifulca. Novísima Recopilación,
ley 1, tit. 42, libro 12.
TOMÁsA. MANTECÓN, "Los criminales.. "

campesinos o gente vinculada al mundo rural .Y un 15% más eran artesanos. A pesar de
carecer de información sobre la condición social de un 30% de los solicitantes, parece claro
que la solicitud de indulto fue un instrumento en manos de los criminales de las clases
populares para lograr 10 que crin;jnales procedentes de las élites conseguían por otros me­
dios. 16 El criminal que solicitaba indulto en el periodo estudiado, por lo tanto, procedía de
las clases populares entendiendo bajo esta noción un amplio margen de situaciones concre­
tas pero, ¿cuál era la distribución geográfica de estos criminales en el mapa peninsular?
En generaL las solicitudes de indulto procedían más de la costa que del interior de
Castilla y más frecuentes eran las que llegaban de las áreas más UIbanizadas que de las
más rurales. La Corte, Sevilla, Granada, Málaga y el Reino de Valencia se encontraban.
entre las áreas que solicitudes de indulto aportaban. Había otros argumentos más
para explicar las altas cifras de Galicia y Navarra. Era diferente también el "'1""cuV<'..'
de Palencia. Las cartas de remisión de condena no informan demasiado sobre esa des~
igual dish-ibución telTÍton.al. Sin es posible obtener información
de las solicitudes de indulto en el
con la procedencia de las solicitudes de ti"'UUlU.

lUIJ'Vl_.:>l" de que cmmto mayor fuera la densidad de pobla ción y uibani­

zaClOn eran las condiciones para cometer el crimen y mayor fue el número de
solicitudes de indulto que se tramitaron. Galicia y Navarra se presmtan como Ulla anoma­
lía a esta regla en el mapa.
Galicia y Navarra, como Asturias, el País Vasco y Cantabria, tuvieron en la época una
densidad de población ligeramente más alta que Castilla, contaron con menos centros
urbanos propiamente pero existiannúcleos urbanos menores bien conectados entre
sí que dotaban al área de cierto dinamismo. 17 Sólo e18% de la población de estas regiones
septentrionales vivía en centros con más de 5.000 habitantes (que eran 13 en
1787 y sobre un5% enpuntos conrnás de 10.000 habitantes (5 centros urballos).lS Rasgos

16 Comparando estas estadísticas con las explicaciones de lrvíng Thompson sobre los condenados
remitidos a en 1586-1589, en el contexto de constitución y derrota de La Invencible, la
conclusión es que en ambos casos las de las clases populares fueron las más afectadas.
En el estudio de Thompson el grupo que destacaba sobre los demás era el de los artesanos más
pobres (43%), manteniendo proporciones menores las de campo (28%). rumvlPSON,
Irving "A map of crÍlne in sixieenth-century Spain", en War alld saciety in Habsburg Spaín,
Hampshire, 1992, la ed. 1979, p. 265.
11 Había sido distinto en 108 siglos XVI y XVII. FERNÁNDEZDEPJNEDO, Emiliano "CoyuntUr'd
y política económica", en Historia de núm. 7. Centralismo, ilustración y del
Antiguo Régimen (1715-1833), Barcelona, 1981 [la ed. 1980], pp. 27-29.
18 Las cifras 110 fueron muy distiill:as en etapas anteriores: 9% y 6 en centros de 5.000 y 10.000
habitantes respectivamente en 1530 y 1591. Datos extraídos de PÉREZ MOREDA, Vicente y
''''',J..u~J.'-, David "La población urbana española entre los XVI y XVIII. Una perspectiva
demográfica", en FORIEA PÉREZ, José Ignacio (ed.) Imágenes de la diversidad. El mundo
urbano en la Corona de Castilla, Santander, 1997, p. 136.

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opuestos ofrecía por entonces AndaluCÍa, donde el 54% de la población vivia en núcleos
por encima de los 5.000 habitantes y 34% en centros por encima de los 10.000 poblado­
ros. 19 A pesar de todo, en la Comisa Cantábrica, los núcleos de población en tomo a los
2.000 habitantes y más ya mantenían características umanas, constituyendo centros reli­
giosos, administrativos y judiciales. Era allí donde se localizaban los mercados comarca­
les y de más amplio ámbito, las escuelas y los conventos. 2ü Del mismo modo,
U",,u\HVF,"'CU! Lv'","" estos núcleos c:\.presaban, tanto por medio de sus peculiares, más apre­

uldas y elevadas como por la existencia de murallas y torres, su especifici­


dad respecto a los entomos mrales. Teniendo en cuenta esa magnitud para considerar el
fenómeno urbano, las cifras de población urbana cambian un poco: sobre un 20% de las
gentes entonces, la población umana de la Comisa Cantábrica. En el País
Vasco incluso la proporción se elevaría hasta el2 8% y, sin embargo, las cifras de Cantabria
(1 y Galicia serían inferiores a la medía. En estas regiones, las villas de
alrededor de 2.000 habitantes también eontaban con mayor número de tabernas, tiendas,
posadas... cometer crimen y pasar inadvertido que las que existífu'l en
los núcleos mrales. Sin esas expectativas no erall compmables a las que ofrecía
la Plaza Mayor de de Valenda o determinados barrios de Sevilla.
En Galicia, además, la población urbana pasó de IDl promedio de en tomo all1 % en el
siglo XVI a un 5% eula primera mitad del XVIII, incrementándose ligeramente después
de los rulos centrales del XVIII. Estas cifras podrían estar indicando cierto empobre­
cimiento de la población urbana en este área, que habría sido 1m contexto de creci­
miento) un factor favorable al incremento de la criminalidad. Todo esto introduce un
lluevo elemento que ser considerado: la distribución social de la propiedad. La
mejor documentación para obtener una idea global sobre este factor es el Catastro de
Ensenada, un censo fiscal confeccionado vecino por vecino y formado por las declaracio­
nes de cada cabeza familiar sobre propiedades y rentas de cada comunidad así
como por las correcciones realizadas por los peritos de la Real Hacienda en cada caso.
Teniendo en cuenta la infonnación contenida en estos documentos fiscales y contabilizan­
do los de solenmidad", "jomaleros" y "viudas pobres", como indicador de fragili­
dad económica, así como compardlldo las áreas donde esa pobreza era más intensa con las
de mayor número de cdminales solicitando indulto, puede obtenerse una idea general
sobre la posiblerelacióll entre debilidad económica o pobreza y delincuencia. Aparte de
Murcia y el área de Sevilla-Extremudura o La Mancha, Galicia y Palencia fueron las
regiones donde la fragilidad económica era mayor atendiendo a ese indicador.

19 En Andalucía e142% Ye13 8% de la población vivía, respectivamente, en núcleos por encima de


5.000 y 10.000 habitantes en 1530. La proporción era, también de fonna respectiva, de 53% y
31% en159L PÉREZ, Vicente y REHER, David "La población...", cit., p. 136.
20 LANZA, Ramón "Ciudades y villas de la Cornisa Cantábrica en la Edad Modema", enFORTEA
PÉREZ, José Ignacio ed.lmágenes..., cit., pp. 165-200.

- 67 ­
TOMÁsA. MANTECÓN, "Los criminales..."

Los factores demobrráficos y económicos tanto como las tasas de urbanización permi­
ten e),.'plicar mejor las razones de la distribución territorial de las solicitudes de indulto
elevadas al rey. Estos argumentos hacen presumible la existencia de una relación entre el
número de criminales que pedían indulto, las estadísticas criminales y otros factores de
tipo económico. Hasta ahora he hablado sobre los criminales que pedían indulto y sobre
los factores económicos, pero no he comentado hasta qué punto las estadísticas que pue­
den confeccionarse con las cartas de remisión de condena son representativas del impacto
del crimen. También, al abordar el factor económico, he tenido en cuenta la propiedad de
la tierra, puesto que resultaba el indicador que permitía trazar un mapa ubicando la distri­
bución de la gente considerada pobre a efectos Además, el Catastro de Ensenada
desaforumadamente no ofrece infonnación sobre la Corona de Aragón, Navarra, el País
Vasco y Granada. Todas estas cuestiones e¡,:plicaci6n adicional, pero empe­
zaré por aclarar albruIlos puntos sobre la calidad de las estadísticas de suplicantes de
indulto como indicador de tasas de criminalidad.
Basta una rápida mirada a la Tabla 1 para observar que la condición social de los
suplicantes de indulto no estaba equilibrada. Menos de un l3% eran campesinos. Tam­
bién algunos de los demás del mundo sin los campesinos eran
buena representación de la del mismo modo que a..'i.esanos, soldados, estu­
ruantes, burócratas y todos ellos más de120%, mejor el compo­
nente urbano. Fue ese componente urbano el que más clara huella dejó en este tipo de
documentaci6n. Todo esto podria bien había más crimen en las ciudades
que en el mundo mral o bien que los tribunales urbanos eran más activos que los mrales.
Cada uno de estos dos puntos darrespuesta a todo esto, sin embargo, la
mayor presencia de formas de arbitr¡lje de los conflictos informales o semiformales, con­
suetudinarias, en el mundo rural es lo que está detrás de estas diferencias observadas.
Obviamente, quienes solicitaban el indulto erdll criminales juzgados y merecedores de los
más duros castigos y las modalidades de crimen más frecuentes, más cotidianas, eran
menos graves y merecían contundentes. Por esa razón son casi inexistentes
al estudiar la criminalidad desde la informadón que ofrecen los suplicatorios de indulto.
Consecuentemente, las cartas de remisión de condena o solicitudes de indulto muestran
infonnaci6n sólo sobre los más graves delitos y, más sobre el mundo urbano que sobre el
rural. No obstante, la distribución territorial de los solicitantes de indulto, al menos, per­
miten indicar en que áreas de la península las gentes tenían más posibilidades de ser
víctima de los más graves tipos de crimen, particularmente de honúcidio.
Estos comentarios evalúan la calidad de los documentos consultados par-a estudiar el
impacto del crimen. Queda por e:\-plicar si había o no coincidencias geográficas entre las
áreas con las más altas tasas de solicitudes de indulto y las áreas de la Península Ibérica
con mayor proporción de desposeídos y pobres y, caso de ser si esas coincidencias
indican cierta relación entre mayor pobreza y mayor impacto del crimen. Este asunto
necesita más profundas y abundarltes no obstante, las cifras que arrojarl
Palencia y Galicia, por ejemplo, apuntan ciertas conexiones en áreas, como las citadas

- 68 ­
prohistori" 5 - 2001
donde, además, se daban los rasgos demográficos y de urbanización ya indicados. Hay
alf,'Ún otro tipo de indicador que pennite dotar de más consistencia a este comentario. En
la Espafia del siglo XVIII se practicaron varias levas que aplicaron a miles de jóvenes a
servicios en la annada. La más importante de esas levas tuvo lugar en 1764, cuando más
de 8.000 hombres fueron conducidos a un destino militartemporal. z1 Los afectados fueron
varones con capacidad para trabajarpero que malgastaban su tiempo en tabemas, bebedo­
res frecuentes, jugadores, inclinados a acompafiarse de prostitutas, mendigos, rateros ...
en general, gente de malas costumbres, incluso muchachos que mantenían uniones extra~
matrimoniales que escandalizaban a sus vecinos o a sus párrocos, o que desobedeCÍan y
daban maltrato a sus padres, o no contribuían a la economía doméstica. No eran crimina­
les como eran los solicitantes de indulto, no habían protagonizado los más graves delitos,
pero algunos de los afectados por la leva habían tenido contacto con los bajos fondos de la
sociedad y con algunas modalidades de crimen no demasiado grave, lo que los burócratas
frecuentemente llamaba..'111/alas costumbres: sexualidad e:x.iramatrimonial (68%), ratería
contumaz (26%) o tenacidad en el hábito de embriagarse, jugar y frecuentar tabemas
(alrededor de un 6%).
Hay algunos rasgos de la documentación e infonnación que ofrece la leva de 1764 que
me gustaría comentar antes de continuar. Ante todo, la leva afectó sólo a varones, en su
mayor parte solteros (56%), pero en todo caso jóvenes, capaces de desarrollar el servicio
militar para el que se les requeria. Esos hombres no eran criminales sino desviados socia­
les. Otro aspecto que es preciso subrayar ellla infonnación que muestra la leva de 1764 es
que 110 ofrece datos sobre Galicia, Asturias, Cantabria, el País Vasco y Cataluña. A pesar
de todo, incluyó información sobre la Corona de Aragón y, al igual que ocurre con las
súplicas de remisión de condena, la leva de 1764 dejó más profundo impacto en el mundo
urbano que en el rural. En general, la leva de 1764 pennite obtener una geografía penin­
sular, una distribución ibérica de los desviados sociales y, en ese sentido, es una infonna­
ción complementaria a la de los expedientes de indulto estudiados.
Hay varias coincidencias entre la distribución territorial que ofrecen la leva y los
suplicatorios. Las más grandes ciudades, las áreas y regiones más urbanizadas, las más
densamente pobladas son aquellas que ambos documentos señalan con mayor claridad.
Sevilla, Granada, Málaga, Madrid, el Reino de Valencia, Aragón, Murcia, E:x.1remadura y
algunos puntos del Norte de Castilla, principalmente Burgos, fueron las áreas donde la leva
de 1764 tuvo mayor impacto. De alguna manera, no hay grandes discrepancias con las
regiones en que mayor peso tuvieron los suplicatorios de indulto, lo que parece dar mayor
credibilidad a la fuente utilizada para observar el inlpacto territorial de los crímenes más
graves y, quizá, de la criminalidad en general. Por supuesto, algunos de los aspectos que

21 El impacto de las demás levas puede conocerse gracias a los estudios de Rosa M. Pérez Estévez.
PÉREZ ES1ÉVEZ, Rosa Maria El problema de los vagos en la Espaila del siglo XVIII,
Conferencia Española de Cajas de Ahorro, Madrid, 1976.

- 69 ­
TOMÁS A. :MANTECÓN, "Los criminales... "

aquí se han indicado requieren más intensiva investigación, particularmente se requieren


investigaciones específicas sobre las más relevantes ciudades. Sin embargo, las cartas de
remisión de condena me habilitan para hablar no sólo sobre penas e indulto, sino también
sobre los argumentos esgrimidos por los criminales para obtenerlo y sobre las circunstan­
cias del crimen que facilitaban 0, por el contrario, dificultaban la obtención del indulto.

4. Los argumentos para lograr el perdón


Aun dentro de las clases populares, cuanto más baj a era la categoría social y renta del
criminal, más dificil tenía lograr el indulto. En todo caso, la tramitación y obtención de un
indulto tenía mucho de negociación y en ésta jugaban otros factores, además de la condi­
ción social y posición económica del delincuente. Intercambios de favores entre el criminal
o sus representantes y burócratas de los tribunales en que su e:x:pediente judicial había sido
conocido, o del propio Consejo de Castilla, jugaban un papel muy importante a la hora de
lograrinfomles que se sumaran a la petición de indulto e inclinaran lavoluntad real él favor
de la concesión. Un que era necesario para lograr la remisión de la sentencia
era el perdón de ofendida. Una vez remunerada la pa.."te de la todo podia
quedar en manos de la Corona. Muchos de estos documentos podían ser comprados. El
perdón de la parte de la víctima, la viuda, los hijos, los progenitores ... era más fácil de
conseguir cuanto más baja fuera su condición social y más frágil la situación en que queda­
ron después de que el crimen se hubiera producido; por el contrario, cuando la víctima o
sus parientes eran gentes acomodadas, el criminal tenía menos posibilidades de lograr el
perdón de la parte ofendida y, así, el indulto, a no ser que la parte ofendida ni siquiera se
hubiera querellado anteriormente y la causa que se hubiese seguido contra el criminal
hubiera sido de oficio. Por estas rdzones, cada caso requería un minucioso análisis.
Los crinúnales debían evaluar sus posibilidades para eludir el rigor de la justicia te­
niendo en cuenta su posición social y económica, la ayuda que podían obtener de su
familia y amigos, su honor, prestigio y, en general, la red social en que se inte.!,lTaban y que
podían movilizar para lograr el indulto. Todos esos factores también habrían actuado a lo
largo del proceso. El de indulto, finalmente, permitía comprobar su verdadera
eficacia. Al el indulto, el criminal conocía que había varias posibilidades y que,
aun logrando el indulto, los efectos que producía el perdón podían ser diversos pero, en
cualquier caso, el castigo sería menos contundente que el proclanlado en la sentencia
condenatoria. Dos de los mejores ejemplos de la colección de suplicatorios estudiada ofre­
cen una realista idea de la clase de argumentos esgrinlidos por los criminales para lograr
conmutar las sentencias contra ellos dictadas. El primero de los casos es la petición de un
soldado de Madrid en 1771 Y el segundo comprende el suplicatorio de un supervisor de
Rentas Reales en Tafalla en 1775.
Ei30 de de un hombre llamado Pedro lturralde fue encontrado muerto
en la Calle Embajadores de Madrid. Se trataba de un paje del Marqués de Castelar. El
cuerpo de Pedro Itunalde mostraba vmias heridas en su espalda y otras en el frente, al
parecer causadas cuando se desplomó en el suelo. La localización, dirección y forma de

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prohistoria Si - 2001
las heridas permitía comprobar que la muerte de la víctima había sido provocada por el
agresor con total intención de poner fm a la vida de su presa. Iturralde había sido un
cliente habitual de un burdel de la CaUe de la Espada, donde solía encontrarse con dos
soldados llamados José Balboa y Francisco Gómez de Noguera. Los tres jóvenes eran
amigos y acostumbraban divertirse juntos por las noches. Noguera, que en ese tiempo
compartía habitación con Balboa, eX'Plicó al juez que la noche del 30 de septiembre de
1757 Balboa no fue a donnir, ni volvió tiempo después. El tribunal (Sala de íos Alcaldes
de Casa y Corte de A1adria) inició una causa crinúnal contra Balboa, pero el acusado
había desaparecido y nadie pudo encontrarle ni en la Corte ni en Lorca, donde había
nacido. La causa criminal siguió su curso sin la presencia del acusado, en rebeldia, y ellO
de julio de 1758 José Balboa fue sentenciado a pena de muerte. En el caso concurrían
varias circunstancias a!)Tavantes del crimen que eljuez tuvo en cuenta: fue alevoso, ejecu­
tado con nocturnidad y, además, el criminal había huido de la justicia. Balboa debía ser
ahorcado; sin embargo, (a pesar de que no logró indulto) la sentencia de pena capital no
pudo ser ejecutada.
En febrero de 1771 el padre de José Balboa, en nombre de su hijo, escribió un suplica­
torio formal de indulto. E""Plicó en él que !iuhijo había sido considerado culpabie sin que
hubiera pruebas ciertas e irrevocables contra él, sólo con indicios de culpa. Además, desde
entonces, su hijo había servido casi quince años como soldado en elRemo de Nápoles y él
ya no era un hombre joven, sino un anciano que necesitaba la cercana compañía y auxilio
de su hijo. Además, subrayaba que nadie se había querellado nunca contra José Balboa
por la muerte de Pedro Iturralde, pues la causa formada y sentenciada contra Balboa había
sido de oficio. A pesar de todos estos argumentos, el Consejo de Castilla desestimó el
suplicatorio de indulto el 20 de marLO de ese año. José Balboa, entonces, buscó nuevos
informes en su favor que pudieran dar más fuerza a su súplica. E16 de Mayo, directamen­
te, Balboa ponía en conocimiento del Conscjo su brillante historial militar en Nápoles
donde llegó como voluntario en 1757 y aún se mantcnía al servicio de Su Majestad. Un
día después, desde Messilla, el propio Marqués de Squilacce envió una carta personal a
don Manuel Roda, presidente del Consejo de Castilla, en la que anotaba: "todo está en sus
manos y autoridad, porque la gracia del reyes grande; espero que le presente este caso con
su energía habituar'. En la carta y para facilitar la concesión del indulto, el marqués
también enfatizaba la vieja mutua buena relación que les había mudo: "¿pochia darme
esta vez 10 que mi amistad y favor espera recibir de vuestra gratitud?". La amistad de
Squilacce ya no tenía el mismo valor que pudo haber tenido rulos atrás. José Balboa tam­
poco fue indultado ese año y su petición no llegó al Consejo de Castilla en los años si­
b'Uientes. 22
La fortuna de Pedro Arbizu fue totalmente diferente en 1775: logró el indulto. Arbizu
era supervisor de la renta de tabaco en TafaIla (Reino de Navarra). Tuvo una bronca con

22 AGS, Gracia y Justicia, lego 874, sin foL

- 71 ­
TOMÁS Á. MANTECÓN, "Los criminales... "

su compañero de trabajo José Vital sobre quién de los dos era más homado. Arbizu golpeó
a Vital, que cayó al suelo, donde recibió, de su agresor, varios golpes de cuchillo en la
cabeza, hasta morir. Esta fue la razón para que el 13 de febrero de 1773 se dictara senten­
cia contra Pedro Arbizu: seria colgado de una soga por el cuello hasta morir. En 1775 el
suplicatorio de Arbizu subrayaba algunos aspectos que podrlan servir para redncir la nI­
deza con que aparentemente se manifestaba el crimen. Indicaba que nadie salvo él y su
vÍCtima conocían realmente todos los detalles de lo ocurrido. Sin embargo, trató de redu­
cir la gravedad del crimen y evitar la consideración del mismo como alevoso, señalando
que después de que él golpeara a Vital y antes de acuchillarle, cuando estaba encima de
"Vital había agarrado sus testículos tan fuertemente que le dejó fuera de sí."
A pesar de ese argumento, la petición de indulto de Arbizu fue rechazada en marLO de
1775. Después, el mismo mes, la viuda de Vital le perdonó. Ella, que se había casado de
nuevo, daba a Atbizu una oportunidad para lograr el indulto y éste no quería desperdiciarla.
Su madre, su herrnana y hermanos escribieron al presidente del Consejo de Castilla so1i­
citándole su "paternal patronazgo". DeCÍan que el caso judicial de Pedro A.rbizu no había
llegado al rey y, por lo tanto, se desconocían los detalles y círcunstancias en que el crimen
había ocurrido. Listaban seis buenas razones para conmutar a Pedro Arbizu la pena capi­
tal por otra condena menos severa. En primer lugar, Arbizu ya disponía del perdón de la
viuda. En segundo lugar, Arbizu había luchado porque Vital le había retado con sus pala­
bras. En tercer lugar, Arbizu era noble que había servido al rey, como sus antepasados y su
hernIano mayor. Además, todo el proceso y la sentencia contra Pedro Arbizu tendría un
efecto negativo sobre el honor de la familia. Incluso sor Antonia de Santa Teresa, una
monja, y su hermano fray Bernardo de San Benito, hermanos de Pedro de Arbizu, se
verían infamados por la ejecución de éste. En adición a estos argumentos, la carta enviada
al Consejo de Castilla por la familia del acusado indicaba que existian muchos preceden­
tes de conmutación de condenas de pena capital por scrvicios vitalicios en la armada.
Estos argumentos debieron ser convincentes, puesto que el Consejo de Castilla conmutó
la pena capital por servicio militar en Puerto Rico, "de porvida". Aunque no queda cons­
tancia de que lo hiciera, Atbizu tuvo, luego, una oportunidad para reducir el exilio cn
Puerto Rico, puesto que en 1798 una disposición general reducía un tercio los periodos
que debían cumplir los condenados a servicios militares en América.
Estos dos casos muestran que el Consejo de Castilla ofrecía soluciones desiguales a las
solicitudes de indlllto elevadas por criminales sentenciados por el mismo tipo de delito.
En la decisión del Consejo no sólo pesaba la naturaleza del crimen, sino también las
circunstancias en que había sido consumado y el sentido y argumentos expresados en la
documentación incluida en ]a solicitud de indulto. Las circunstancias del crimen permi­
tian comprender cómo se había producido y evaluar el daño causado a la víctima y a la
vindicta publica, por esa razón eran tenidas en cuenta, sobre todo, durante el proceso y a
la hora de dictarse sentencia. Eso no quiere decir que no pesaran tanlbién después, en el
propio expediente de indulto. En los dos casos estudiados tuvieron cierta relevancia. En
ambos, las principales circunstéUlcias agravantes del delito eran la alevosía y nocturnidad.
- 72 ­
prohistoria 5 - 2001
Además, ambos criminales habían escapado de la justicia. Sin embargo, la gran diferen­
cia entre un caso y otro eran los atenuantes, la calidad social del delincuente y de quienes
se sumaban a su suplicatorio de indulto, así como las consecuencias que tuvieron los
respectivos honúcidios que esos criminales habían cometido.
Contra José Balboa el propio juez informaba sobre la falta de pruebas irrefutables. A
eso se añadía que el crimen se había producido en una bronca con la víctima, a "sangre
caliente". Ese mismo factor atenuante actuaba también en el caso que inculpaba a Pedro
Arbízu, quien había matado a su víctima en medio de una trifulca entre ambos. En el caso
de Arbízu incluso la forula en que se produjo la pelea con su víctima actuaba como ate­
nuante, esgrimiendo él que había perdido el control de sí mismo cuando acuchilló a su
compañero José Vital. En este caso el asunto pasaba de ser una mera bronca, la sangre se
había calentado demasiado y, ya metidos en la lucha, el líquido y bermellón elemento
hervía cada vez más hasta el fatal desenlace. Desde fmes del siglo XIV cada homicidio
merecia la consideración de voluntario a menos que el agresor pudiera demostrar que la
muerte habia ocurrido en medio de una gresca entre agresor y ·víctima. Este argumento
ayudó a Pedro Arbizu a lograr el indulto que solicitó, pero el mismo razonamiento no
logró igual efecto en Balboa. Había otras circunstancias del crimen que marcaban diferen­
cias entre ambos casos.

Tabla TI: Circunstancias atenuantes del crimen


CRIMEN C011ETIDO (SENTENCIADO A PENA CAPITAL)
Homicidio Homicidio Otro Total
Involuntario Voluntario Crimen
CIRCUNSTANCIAS EN QUE
EL CRIMEN FUE C011ETIDO
Bebiendo y jugando 33.34 20.68 6.67 30.28
Defensa propia (bronca, pelea ..) 19.80 10.34 6.67 17.93
Juventud 11.59 3.45 6.67 10.36 !

Demencia 0.48 3.45 6.67 1.20


"Buen trabajador", "pacífico" 0.48 3.45 13.33 1.59 !
Ancianidad 0.97 3.45 20.00 2.39
Adulterio de la pareja ...-..... 6.90 13.33 1.591
Perdonado por la parte ofendida 33.34 48.28 26.66 34.661
I Total(%) 100.00 100.00 100.00 100.00 I
• Número de suplicatorios 207 29 15 251 .
I % del total de suplicatorios 82.47 11.55 5.98 100.00 I

Fuente: AGS, Gracia y Justicia, leg. 874.251 casos en que se hicieron explícitas las circunstan­
cias del crimen (suponen un 81 % del total de los estudiados).

- 73 ­
TOMÁS A. MANTECÓN, "Los criminales..."
Los efectos causados por el crimen tanto a la parte del criminal como ala delavíctima
también fueron tenidos en cuenta para lograr o no el indulto. Esto ayuda a entender por
qué, después de recibir la carta de la madre y hermanos de Arbizu, el Consejo de Castilla
cambió su decisión sobre el ex-pediente de indulto que le afectaba. El honor de la familia
de Pedro Arbizu seria infamado por el castigo que se disponía contra el criminal, tanto
por la fornla del castigo como por su carácter de ejecución en público. Eso pesó a su favor
más que en el de Balboa la presencia de un brillante historial militar en Nápoles. Había
otros factores importantes para lograr la clemencia del rey. Eran muy importantes los
informes de cuantos se smnaran al suplicatorio y que podían llegar de la fanlilia del
criminal o, incluso, de la de su víctima (la víuda o viudo, los hijos o progenitores en la
propia escritura de apartamiento de la querella o de perdón), además de cortesanos seña­
lados y burócratas. Todos esos informes no sólo reflejan la naturaleza de la solidaridad
familiar, sino también la intensidad de los lazos de patronazgo o de otro tipo que se tejían
en torno al criminal. El m~.ior valedor que pudo conseguir Balboa fue Squilacce. La opi­
nión de éste podía haber sido clave en 1766 o antes, pero no después. Balboa, como
Squilacce, representaba a los perdedores en esta sociedad de más allá de mediados del
siglo XVIII. Balboa había obtenido el mejor iufoffi1e, pero de la persona equivocada y,
además, no había logrado el perdón de la parte ofendida. Por su parte, Pedro Arbizu había
logrado el perdón de la parte de víctima, que se sumó a su solicitud de indulto.
Los suplicatorios de Balboa y Arbizu muestran lo que era importante, y lo que no lo
era, para que un honúclda de ese tiempo lograra el indulto. No obstante, repasar los otros
suplicatorios relnitidos al Consejo permiten dotar de más generalidad a las conclusiones y
observar que había más factores que podían inclinar de un lado o de otro la balanza de la
justicia. Podían ser factores generales como el privilegio, la posición social, el nivel eco~
nónúco, el clientelismo-patronazgo ... los que ayudaran al reo convicto a lograr el indulto,
o bien cualidades personales como lajuventud o ancianidad, el buen o mal temperamento,
la demencia... incluso hábitos individuales como el alcoholismo o la propensi6n ajugar y
apostar en las tabernas. Todo esto podía tener consecuencias positivas o negativas de cara
a lograr eludir los castigos más duros por medio del indulto.
La solicitud de indulto requería una estrategia bien defmida del suplicante para, por
un lado, eludir la ~jecución de la sentencia y los efectos que causaba eljuicio en los bienes
y personas de la pa..'ie del agresor (caso de que éste estuviera en rebeldía) y, por otro lado,
para cambiar la decisión del juez y lograr el indulto cuando todo parecía ya perdido. La
mayor parte de los solicitantes habían sido responsabilizados por homicidio involuntario
(82%) o voluntario (12%) en que las circunstancias atenuantes más frecuentemente esgri­
midas por los suplicantes de indulto se referían a situaciones en que el criminal había
perdido el control de sí mismo, particulannentc en broncas tabernarias y trifulcas por el
estilo. Lajuventud fue a menudo considerada una etapa de la vida en que la persona es
aún inex-pcrta y en que las pasiones afloran con más en ese sentido se tomaba
para considerarlo como factor atenuante del delito. Todas estas eventualidades que podían
concurrir en el crimen completaban alrededor de un 60% de las que se recogían en los
- 74­
prohistoriCl 5 - 200 i
SUI)1lC:at()D()S enviados por homicidas al Consejo de Castilla. Otra clase de argumentos
afloraban en caso de cri.rrünales de otro tipo, en los delitos '"''''''-'''U'''',

aunque t<l1ilbién y la inconsciencia o

ser <uno de los atenuantes más frecuentemente esgrimidos.

La gran. de los "UI"""""_'''''':> de indulto iOl!ralrOn que


sus condene.s cmmi".lG:\das por castigos mellOS duros. Cerca de la mitad de los
homicidas involuntarios lograron que el perdón fuera eludiendo
vieron
y, en este último caso, la razón fue que, de

se trataba de hon~icidio invQ~

de alternativas no era la más frecuente y sólo se en


la celteza de que debía suavizar
evitar males mayores. El c.aso de Pedro krbizu servir para ilustrar estas circlills­
tandas, pues lo que la conmutación pretendía no era e\,-itarle el sino eludir los
posibles efectos que el mismo pudiera ocasionar sobre la familia del homicida.
Normalmente, las circunstancias atenuantes se acumulaban, restando grados de la res­
ponsabilidad criminal de quien solicitaba indulto. La pena de muerte se podía conmutar
por servicios núlitares dentro de I.a Península Ibérica, en Italia, Africa o espe­
cificando un número concreto de años de servicio según fuerdJ."1 las circunstancias que
atenuaban o agravaban el delito cometido.

- 75 ­
TOMÁsA. MANTECÓN, «Los criminales ...»

Tabla TII: Crimen cometido y tipo de perdón obtenido.


CRIMEN COMETIDO (SENTENCIADO A PENA CAPITAL)
Homicidio Homicidio Otro Total
Involnntario Volnntario Crimen
TIPO DE INDULTO
CONCEDIDO
h1dU lto PIeno ::l ..) -214'"'.) 3473
- I
Destierro 21.56 46.97 -
25.40
Servicio militar "de porvida" 0.32 6.06 -
1.61
Destino en presidio africano 4.65 4.54 - 4.50
Otros servicios nrllitares 13.31 15.15 -
13.18
i
Trabajos forzados 0.33 - - 0.32
Otros
. ,
0.33
-
- 7.14 0.64
i Perdonado sm especificaclOn 6.05 1.::l2 64.29 7.72
--=-=--:----~ - i
No indultado 8.11 25.76 7.14 11.90 !

Total(%) 100.00 100.00 100.00 100.


Número de suplicatorios 231 66 14 311

Fuente: AGS, Gracia y Justicia, lego 874.

Obviamente, también podía denegarse el indulto o conmutar la sentencia por otro tipo
de pena. En los mIos estudiados sólo un 12% de los casos tuvieron un desenlace como el
de José Balboa y no fueron indultados, sobre todo, se trataba de casos de homicidio cuya
involuntariedad no quedó demostrada (alrededor del 26% de los expedientes motivados
por un caso de homicidio alevoso). Otra opción de conmutación de sentencia de pena
capital era la de destierro del distrito donde el crimen había sido cometido y, frecuente­
mente, de los territorios españoles peninsulares. Esa era la posibilidad más suave que
llegaron a lograr algunos homicidas voluntarios, puesto que ninguno de ellos logró nn
indulto plenario. Obviamente, la pena de muerte era el tipo de castigo corporal más duro,
pero la ejecución pública implicaba ignominia y vergüep.za pública no sólo para el crimi­
nal, sino también para sus parientes. El ejemplo de Arbizu vuelve a ser excelente para
comprobarlo. Por eso al indultar al criminal se buscaba una graduación de las alternativas
posibles, según fuera la gravedad del crimen cometido y los posibles efectos del castigo
que se aplicara al criminal. Cuatlto más claras fueralllas circunstancias en que el crimen
se produjo, más suave la alternativa a la pena capital contenida en la sentencia. Todas las
opciones de castigo tenían uua vertiente corporal y otra espiritual. La peor combinación
de ambas era la ~jecución en público, pero las otras opciones, el destielTo, servicios mili­
tares perpetuos en lugares distantes ... tanlbién contenían proporciones de castigo corporal

- 76 ­
prohistoria 5 ~ 2001
y espiritual pero en un grado más leve que la pena capital.
El destierro podía adoptar la forma del castigo corporal más leve, pero llevaba apare­
jada una dimensión espiritual o moral equivalente a otras alternativas, puesto que impli­
caba desarraigo del desterrado y, además, lil significación del destierro se aproximaba a la
idea de muerte social, aunque no implicara la espectacularidad que llevaban aparejadas
las ejecuciones públicas. Por esa razón, el destierro era menos lesivo para el honor de la
familia del delincuente; castigaba la mente y el cuerpo del criminal, pero no era tan severo
en el plano corporal. Indulto pleno o comnutación de la pena por alguna modalidad de
destierro fueron las decisiones más frecuentemente adoptadas por el Consejo de Castilla
ante los suplicatorios. La información que ofrecen estos documentos muestran un rostro
de la justicia del Antiguo Régimen totalmente distinto a aquél con que Foucault la retrató.
En el siglo XVllI el Consejo de Castilla y la Corona fueron sensibles a los grados de culpa
que podían deducirse de la consideración del crimen y la sentencia pero también de todo
el entomo en que se había desarrollado el crimen y el proceso contra el delincuente. Eso
hacía que, desde la práctica, cobraran gran relevancia las circunstancias agravantes y
atenuantes del delito. Por esa razón la ejecución pública y la tortura del delincuente no
fueron un frecuente desenlace que pusiera fm a las causas criminales.
Retomando las dos sentencias con que se iniciaba este artículo y a la vista del análisis
realizado es posible deducir que no debieron producirse demasiados cambios en la forma
en que la Corona se manejó con los peores criminales del reino en los siglos XVII y
XVIII. Sin embargo, podriamos obtener también una imagen distorsionada sobre cómo se
había comportado la Corona ante esta problemática en tiempos pretéritos. En el siglo
XVlllla pena capital parece haber sido reservada en España a casos reahnente excepcio­
nales. Además, incluso cuando alguien era sentenciado a pena de horca, había posibilida­
des de eludir que la sentencia se La segunda conclusión es que elperdón real en
los témunos eX]Jlicados no concernía generalmente a los miembros de la nobleza. Los
suplicantes eran habitualmente gente corriente, de las clases populares. Por supuesto,
algunos miembros del estamento nobiliario también solicitaron y obtuvieron la conmuta­
ción de sentencias dictadas contra ellos, no obstante, los senderos que solían frecuentar
para obtener ese resultado solÍa..'l ser diferentes a los aquí explicados. No es necesario
indicar que el privilegio tenía un gran impacto dentro del funcionamiento de la maquina­
ria administrativa. La gente noble, por lo tanto, podía tramitar su asuntos en tribunales y
Consejos especializados, generalmente Órdenes y Guerra. Esta situación, junto a otros
problemas, subyacía a las largas disputas entre los Consejos y contra el de Castilla a 10
largo del siglo XVIII. Eventualmente, el Consejo de Castilla asumió el principal papel en
la administración de la clemencia del rey por la vía de la concesión de indultos.
Mi tercera conclusión es concerniente a lo que significaba conmutar, por'lÍa de indul­
to, las penas contenidas en las sentencias por castigos más livianos, que afectaran más
ligeramente al delincuente tanto en el plano corporal como en el espiritual. La mayor
parte de los suplicantes de logró un indulto plenario del castigo, aunque el proceso
ya había consumido para entonces parte de los bienes del criminal. En caso de aplicar
TOMÁsA. MANTECÓN, "Los criminales ..."

algún tipo de castigo como alternativa a la pena capital, el más frecuentemente dispuesto
en los e""pedientes de indulto fue el de destierro, que era la versión más leve de castigo
corporal para los peores criminales. En este caso el indulto pretendía reducir la aspereza
de la justicia y los efectos morales que el castigo en público traía sobre el criminal y sus
allegados, pero sin obviar que el delincuente recibiera un castigo directo sobre su persona
y ajustado a la culpa que se le estinlara por el Consejo de Castilla. Esta forma de proceder
en justicia contrasta con el ejemplo que servía a Foucault para caracterizar lajusticia del
Antiguo Régimen en que un extraordinario castigo (descuartizamiento vivo) era dispues­
to para un excepcional tipo de crimen (alta traición) y de criminal (Darniens, que aspiraba
a regicida). Ante casos menos extraordinarios que el que estudió Foueault las respuestas
podían ser y eran de otro tipo. Por medio de la administración del indulto y con el trata­
lniento fInalmente dispuesto contra el criminal., el rey mostraba que su autoridad era
eficaz para reparar algo que había sido roto o dañado por el delito: el ideal de convivencia
y orden a que aspiraban sus gobernados y que él garantizaba. Cada suplicante de indulto
que era perdonado ofrecia un ej emplo concreto de que la clemencia del rey era real. Ade­
más, el perdón real daba al monarca la posibilidad de proyectarse como un gobemarlte
patemalista, imagen que eran sistemáticamente reiterada por los tratadistas políticos de
la época y aconsejado en las propias leyes penales y reales instrucciones.
El castigo corporal era una de las opciones que inlplicaba la administración de justicia,
pero estaba lúnitado sólo a aquellos casos en que era imprescindible que se aplicara porque
de no hacerlo así el daño resultante se consideraba lnayor. Eso ocurría, por ~ enlplo, cuando
el criminal no quería o no se le perrnitía solicitar indulto. Aunque era posible reclamar
indulto incluso cuando no se disponía delperdón de la parte ofendida, no era factible cuando
las circunstancias agravantes del crimen eran tan e:>.tremadamente claras y ásperas que lo
impedían, o cuando la h'lcjecudón de la sentencia provocara una mayor conmoción sodal
que la ejecución misma. La sinlple sospecha o indicios de alevosía bastaban, a veces, para
excluirun suplicatorio del indulto. Sin embargo, cada caso era diferente a todos los demás y
una buena prueba de ello es la elevada proporción de hOlnicidas alevosos que fneron indulta­
dos (75%), cuando sólo un 48% de ellos obtuvieron elperdón de la parte de la víctima Otros
tipos de delito eran más fácilmente perdonados. El perdón de la parte de la víctima era
esencial, pero, en la práctica, no era imprescindible para lograr el indulto.
Todos estos comentarios indican, primero, la obvia necesidad de más investigación en
la historia de los castigos y condenas en la España Medieval y Moderna; segundo, enfatizan
la realista idea de la vigencia de un proceso de civilización del castigo judicial, que rompe
con la imagen trazada por Foucault sobre los sistemas penales del Antiguo Régimen;
tercero, los suplicatorios de indulto de la del siglo XVIII muestran que los cam­
bios civilizatorios se estaban opera.'ldo en el campo de laprivatizacíól1, individualización
y espiritualización de los castigos, es decir, cada vez más circunscritos en la persona del
delincuente, ejecutados en espacios más privados y lejanos de la escenOt,rrJiía y publicidad
festiva, descrita en las primeras páginas de este estudio y, fmalmente, más al~iados del
castigo corporal y las mutilaciones y más orientados a la refonna moral y espiritual del
- 78 ­
prohistoriQ 5 -1001
criminal. Eso no quiere decir que al fInal del Antiguo Régimen no se hicieran públicos
anuncios de contundentes sentencias dictadas contra los peores criminales, que muchas
veces estaban fugados de la justicia y fueron juzgados en rebeldia. Reducir y prevenir el
crimen no hacía ya precisa la mdeza con que se había aplicado la justicia en tiempos
pretéritos. Desde el plIDto de vista del control social el indulto podía ser lID instrumento
tan efectivo como el castigo, incluso alites de que se popularizaran las ideas de Beccaria y
se redactaran los códigos penales liberales. Los monarcas españoles del siglo XVIII tuvie­
ron que lidiar con crimen, criminales, castigos e indultos. Los suplicantes que lograban el
indulto confirmaban con su actitud que, en la lidia, hasta el rabo todo es toro.

Mapa 1: Distribución de los afectados por la leva de 1764

]-20

21-40 •
41-60 •
61-80 ..
81-100

101-'150

151-200
201-250 ••
251-300
301-400 ••
401-500

501-'600 •
e
Fuente: AGS, GuerraModema.leg. 5111

- 79 ­
ToMÁsA. MANTECÓN, "Los criminales... "

Mapa ll: Jornaleros y viudas pobres en 1752

. . . Más de 70% ¡;;;j 10-19 %

1.1150-69 % E3 1-9 %

~30-49 % CJ sin informaeión

~20-29 %

Fuente: AGS, DGT, Primera Remesa, 2006.

- 80­
prohistoriG 5 - 2001

Mapa ID: Pobres de solemnidad en 1752

. . Más del 10 % ~ 1-3 %

I§§ 6-9 % c::J sin información

El 4-5 %

Fuente: AGS, DGT, Primera Remesa, 2006.

- 81 ­
TOMÁsA. MANTECÓN, "Los criminales..."

Mapa IV: Suplicatodos de indulto en 1760-1788

. . 51-60 ~1l-20

11141-50 ~ 6-10

$§331-40 ES 1-5

ffi3!l21-30 c::J Sin información

Fuente: AGS, Gracia y Justicia, legs. 874-875

-82­
prohistoria S • 2001

Cambio político, disciplina normativa

y persistencia de mentalidad jurídica

Disputas y conflictos en la Cataluña Francesa'

SILVIA GóMEZ I MESTRES


(Universitat de Barcelona)

Resumen
Este trabajo analiza los cont1ictos que se producen entre la concepción local en los PÍlineos
Orientales y las nuevas disposicio!les de resolución legal que compás del proceso
de codificación francesa (1791 y 1810) respecto a las prácticas judiciales. Demuestro que la
tarea legisladora de principios del siglo XIX fue <marbolada como referente equitativo y
utilitario, y que ocupó el espacio doctrinal que en la anterior centuria había monopolizado
la valoración social del daño infligido por causa de ultrajes, injurias verbales y no verbales
(es decir, de hecho, como las gestuales). El proceso de codificación, que modificó la propor­
ción acordada a delitos y penas, redefmió a su vez los vínculos de relación tejidos entre las
partes en disputa, y en base a los nuevos preceptos republicanos cuya finalidad era recrear
el orden social.

Palabras Clave
codificación - ofensas - conflicto social- conflicto legal

Abstract
TIlÍs papel' analyses the conflicts which are produced between the local conception at the
Oriental Pyrenees and the new legal resolution arranges wruch springs up in time to the
process offrench codification (1791-1810) in relation to the judicial pl'actices. 1prove that
the legislatLl1g task: of fue ear1y nineteenth centu.ry was hung up as equalitarian and utilitafian.
Tlús legislating task \vill take up the doctrinal space that the social valuatioIl ofthe damage
inflicted due to verbal insults andno verbal (i.e., offact, such as the gestual ones)
had mOllopolizeddurillg the 1ast century .TIle processof coditication v.lillmodify h1.e acconled
proportion to oftimce and at the sarue time t11at it will redefine the relation ties
tissued between the parties in dispute on the base al' new republican injunctions whos
fL.'1ality is recreating the social arder.

GO~1EZ 1 MESTRE, Silvia, "Cambio político, disciplina nonnativa y pe¡·slsten.c.18 de la mentali­


dad jurídica. Disputas y resolución de conÍ1ictos en la Catalmla Francesa", prohistoric, Año V,
número 5,2001,pp. 83-102.
Este trabajo fonna parte de mi tesis doctoral sobre las transfonllaciones jurídicas en la zona
ü'onteriza catalano-francesa durante el siglo dirigida por el Dr. Ignasi Tenadas i Saborit.
Agrade-¿co los comentarios de Darlo BalTiera y Gabriela Dalla Corte a una versión anterior,
como así tambíénlas recomendaciones y sugerencias del referato de esta revista.

- 83 ­
SILVIA Gó~EZ ¡ MESTRES, "Cambio político, ... "

Key Words:

codificatíon ~ otTences - social conilict ~ legal conflict

Introducción: El Derecho Penal francés ante los proyectos de reforma

1 -
En este trabajo analizo los conflictos que se producen, respecto a las prácti­
cas judiciales, entre la concepción local en los Pirineos Orientales y las nuevas
disposiciones de resolución legal que surgen al compás del proceso de codifica­
ción francesa (1791 y 1810). Demuestro que la tarea de principios del siglo
XIX fue enarbolada como referente equitativo y utilitario, que ocupó el espacio docL.-i­
nal que en la anterior centuria habia la valoración social del daño infligido
por causa de ultr<\.íes, injurias verbales yno verbales de hecho, como las gcstuales).
El proceso de codificación, que modificó y penas, redefinió
a su vez los vínculos de relación entre las en en base a los nuevos
preceptos republicanos cuya fmalidad era recrear el orden social. Para ello, he consultado
diversos casos de procesos criminales del archivo del Francés de los Piri­
neos Orientales (en adelante ADPO) que se encuentran en Perpiñán, tanto del tribunal
criminal (que figuran en los Archivos Departamentales con la sigla 2 U) como del correc­
cional (los cuales aparecen con la sigla 3 U). Esta doenmentación corresponde a los años
1789 a 1810, periodo de interés por la impronta dejada por la Revolución Francesa en el
seno de las prácticas jurídicas pirenaicas. En este trabajo, entonces, me propongo exarru­
nar el impacto que produjo la intervención codificada del Derecho Penal sobre algunos
aspectos de resolución de conflictos que habían intervenido hasta ahora en la definición y
conceptualización del orden social. La documentación mencionada constituye una exce­
1cntepuerta de entrada para percibir las diferentes representaciones jurídicas del uuiverso
social, así como el potencial enfrentamiento entre la ley y la práctica judicial, este último
manifestado en litigios tan particulares como las injurias y los ultrajes.
Partiendo de este contexto metodológico y analítico, mi hipótesis apunta a la sospecha
que produce la urgencia de una e2l.J)licitación fOlIDal de la delinútaCÍón de las fronteras
entre la autoridad y el sujeto sancionado, las necesariamente, debían redefinir el
orden social. La traducción más inmediata de esta situación toma fonna ""HjJU~""<L
del sistema de procedimiento penal al poner de manifiesto los elementos legales que
implotan en los tribunales. En el trallscurso de su realización se pone en ev¡denda la
contradicción de la prommciación judicial de sentencias con las forrnas de comprensión
local de la resolución penal entre las partes produciendo, por ello, una situación de super­
posición entre la cOllcepciónjurídica de Antiguo Régimen, las nuevas disposiciones de la
ley y las distintas formas de represión jurisdiccional. La tendencia apunta a sobrepasar las
representaciones locales de lo social.Y producir un efecto de racionalización latente en
todos los ámbitos de la definición jurídica.
A través de la progresh'a descualificaCÍón de los valores sociales de estimación de los
derechos al interior de la comunidad, se procederá a sujudicialización y regularización de

- 84 ­
prohistoriCII S . 2001

acuerdo a las disposiciones de la ley. Se apreciará, por otra parte, un cambio en el sistema
del procedimiento que afectará, consecuentemente, a la acción punitiva. El indivi­
duo resulta despojado de los principios jurídicos que regulaban su relación con los demás
de derecho (que se traducían en los tribunales de Antiguo Régimen mediante la
creación de obligaciones culos procesos de correspondencias entre el delito y la pena), y,
de alguna manera, pierde su identificación como individuo social en el marco del nuevo
régimen político. El hecho de afrontar un conflicto entre dos partes establecerá nuevas
estJrat~~g¡¡lS de penalización, así como la defInición de entidades civiles acordes a la nueva
realidad política republicllila, Y ello porque la sujeción a un sistema político transfIere
principios de identificación legal y/o social que imponen calificativos a los sujetos de
derecho (ciudadano, criminal, etc.) así como representaciones culturales vinculadas al
dolo o la culpa (culpable, responsable, etc.). Aquellos principios se mantienen, se ganan °
se pierden en función de un proceso de clasificación proporcionado por las leyes yactiva­
do en el seno de los tribunales.
En este sentido, un cambio (aunque sólo se manilleste en la vohmtad de codificar y
legislar lo que hasta ahora se presuponía en la existencia de las prácticas jurídicas) supo­
ne también una transfonnación, no tanto en el Derecho en sino en las representaciones
sociales que se desprenden de la nueva configuración política del orden social. Por otro
lado, los principios ideales de equidad y utilidad que se manifestaron al compás de la
Revolución desatada en 1789, dominarán todos los ámbitos jurídicos, redefmirán las rela­
ciones sociales para con el Derecho, y se convertirán en mediadores legales entre los
individuos, y, lo que es más importante, entre estos últimos y el Estado.
El Derecho Penal frdIlcés se codillcó por vez primera en 1791 como parte de las refor­
mas liberalizadoras y democratizadoras del periodo revolucionario. Durante el i\ntiguo
Régimen, había conocido un proceso de foanalización del procedimiento penal con la
ordenanza de agosto de 1670 que respondía, en cierta manera, a una intención
modernizadora que se manifestaba en una voluntad política de orden, autoridad y unifor­
midad.! La aportación más clara del nuevo proceso de codificación penal de fines del siglo
XVIII consistió en la necesidad de cubrir las lagunas y contradicciones entre la legisla­
Clon y procurando unas reglas precisas y completas sobre el fundamen­
to de la pena, la responsabilidad penal, la medida, la modalidad de las sanciones, y los
pr',ncipios de legalidad de las infracciones y las penas. Se buscaba evitar la posible a,...-"bi­
trariedad en las decisiones sobre los actos obj eto de incriminación y los procesos de reso~
lución penal. El manuscrito sobre decisiones civiles y crillÚllales del COllseil Souverain

Sobre la rdación, que se inicia a mediados del siglo }"'VITI, erru'e las fonnas del Derecho ' h ""em",,"
o consuetudinario, las prácticas jurídicas, y Sl! sometimiento a los procesos de unificación y
centralización de Iajusticia, sugiero consultar las ya conocidas obras de CASTAN,NicoleJustice
et répression ell Languedoc: a l'époque des lumiel'es, Flammarion, Paris, 1 y CASTAN,
YvesHoillléteté et relations sociaies en Languedoc (1715-1780), Plan, París, 1974.

- 85 ­
SILVIA GóMEZ 1 MESTRES, "Cambio político, ..."

du Roussillon, escrito por Vilar Reynalt, demuestre!. como lUl ejemplo de muchos, cómo la
recepción del sistema de pruebas (propio de la tradiciónjuridica catalana) podía llegar a
defonnar las características del procedimiento criminal francés sin por ello dejar de ob­
servar estrictamente las disposiciones de la Ordenanza de 1670.2
Es, por lo tanto, un problema de procedimiento el que se pone en cuestión con la
Revolución de 1789, y no del Derecho en si. Podemos afirmar que la transfonnaCÍón
jurídica se hizo eco de los cambios sociales. Poco antes de la convocatoria de los Estados
Generales (1789), Louis XVI dio la primera manifestación de refonna mediante la publi­
cación de un edicto (del año 1788) que rindió homenaje a la ordenanza de 1670. Más
tarde, este proceso de modificación cobra especial significación a raíz del Código de
Brumario año IV, con la introducción de ciertos call1bios en las leyes criminales y, en
particular, en el Código de Instrucción Criminal que tomará fonna defmitiva en 1790.3 Si
en una primera época se otorgó un espacio importante al homicidio y los delitos por
"golpes y heridas", la tendencia es a simplificar este tipo de infracciones y sintetizarlas
con la fijación de figuras más generales, como acontece en el Código Penal de 1810.4
Durante el siglo XIX se da fonna deflnitiva al proyecto i.niciado a fmales de la centuria
anterior: la unifonnización nacional del Derecho francés, aunque continúan reproducién­
dose hábitos jurídicos del Antiguo Régimen. La adopción del sistema de procedimiento
por jurado y, fmalmente, la introducción de nuevos principios en el terreno de la prueba,
acompañarán este proceso. De acuerdo a Lascoumes, Pierrette y Leonel, el principal obje­
tivo del nuevo Derecho Penal no pretendió sancionar las disposiciones civiles ni partici­
par en la defensa de los bienes y de las personas, sino más bien proteger las instituciones
y valores republicanos. Es decid, se trataba de defrnir qué castigar y con qué fmalidad, con
la intención de proveer de legitimidad al Derecho Penal en base a un orden social y
político, refoffimlando así las fhtnras delimitaciones y fronteras de la transgresión penal,
los comportalllientos sancionables y sus fonnas de suplicio.
Con este objetivo, la defmición de la incriminación se contemplaba de acuerdo a un
conjunto de infracciones que reposaban sobre la moral iusnaturalista confonne a una natu­
raleza del hombre y no de las cosas, como el que funda el Derecho natural clásico; una
moral racional individual del hombre cuya misión consistía en la preservación de su patri-

Cfr. ASTAING, Antoine "La procédure cnminelle dans le recueil de Decisiones de MIchel de
Vilar Reynalt, avocat général au conseil souverain de Roussillon (fIn XVII-début XVllI)", en
Revue historique du droítfiunfaise et étranger, 77 (3)juilL-sep., 1999, pp. 333-349.
Cfr. ESMEIN,A. Hisfoire de la procédure en France et spécialementde la procédure inquisitoire
depuis le XIII si¿cle jusqu 'el nos jours, L. Larose et Forcel, Paris, 1882. Sobre la prueba en la
historia yen sus distintas docüÍ1las jurídicas, políticas y sociales, véase "La Preuve", enRecuil
de la Société Jean Bodín pour la histoire des institutions, Bruselas, 1965.
LASCOUMES, Pícrrc et alAu nom de l'ordre. Une histoire politique du code pénal, Hachette,
Pans, 1989.

- 86 ­
prohistoriC'l 5 • 200 1
momo natural (este último sostenido en tres dimensiones: cuerpo, bienes y honor), clasifi­
cando las infracciones en función de los atentados corporales y a la propiedad privada.
En tomo a este marco jurídico, se perseguía la construcción de una sociedad ideal
basada en el texto legal que haria desaparecer la arbitrariedad judicial imperante, con una
tendencia a diferenciar y precisar más los delitos, U11a lógica que exigió la multiplicación
de códigos y la creación de novedosas jUL-1sdicciones y competencias especificadas por la
"naturaleza" de cada delito, pero que no pudo excluir las manifestaciones locales que
conservaron los resabios del derecho consuetudinario. Algunos estudios sobre el cambio y
la persistencia de esos hábitos en diferentes zonas de Francia han dado como resultado
empírico la manipulación concreta que se haCÍa de la justicia a nivel local por parte de los
habitantes, y en función de perspectivas fundadas en el derecho consuetudinario. Así,
mientras Marie-Renée Santucci demuestra la negativa de la sociedad de l'Hérault
(Nlontpellier) a solucionar sus diferencias a través de los tribunales impulsados por el
nuevo régimen, Claverie describe cómo las comunidades de Lozeme resuelven sus con­
flictos entre familias haciendo uso habitual de los nuevos procedimientos judiciales. 5
La permeabilidad de la referencia histórica conceptual en el derecho de las obligacio­
nes muestra su adaptabilidad a referentes contextuales más amplios fundados en la letra
del código, en su espíritu y en la aplicación de la que es objeto, ámbitos marcados por una
relación de intercamblo largamente tributaria a constrerumientos econólnicos y sociales.
La obligación (vinculum iuris) contraída por las partes se convierte, por 10 tanto, en la
principal expresión de la defmición de la naturaleza de las ofensas y de su dinlensión
social, Se<l ésta tributari.3 del Estado, de la corrmnidad o del individuo. En este sentido, la
situación de periodo intermedio que caracteriza a la primera mitad del siglo XIX (en
plena fase de transformación tanto de los postulados jurídicos que determinarán el siste­
ma de compromiso legal entre las partes vinculadas por la querella, como de sus defmi­
ciones sociales) toma forma de procesos judiciales en los que se debate cL.qramente entre la
valoraciónjuridica local y la aplicación del derecho universal.
Estos elementos, al tiempo que distinguen eljuicio social del juicio legal, se superpo­
nen produciendo COll10 resultado sentencias que en su "espíritu" contienen los valores
mordles de la comunidad los cuales muestran el persistente ¡llTaigo de los usos y de
las costumbres. En esta la relación entre las partes en asume la nece­
sidad y la voluntad de las partes parece
a que La continuidad en
social sobre la culpa (o sobre lo que es moral e inmoral)
m.antencr en el sistema de obligaciones a pesar de las nuevas concep­
ciones que definen la letra de la ley.

CLAVERlE, ElisabeíhL 'impossible maniage: violen ce etparenté en GévaudanXVIle, A'VlIle,


et XLJ(e sUdes, Hachetie, Paris, 1982; también MARIE, S. Delínquence et répressioll au XL'<
siecle, Económica, París, 1986.

- 87 ­
SILVIA GóMEZ 1 MESTRES, «Cambio político,...»

2. El proceso de normati"ización: la transfonnaciónjurídica y la revolución


Por sus características "no legalistas", la injuria se ha relacionado con los principios
fundacionales del derecho criminal que tendría sus orígenes en una fase preliminar de
constitución organizativa de la sociedad civil, cuya localización y función al interior de la
sociedad podría ser homologada, siguiendo a Montesquieu, con leyes que se asentarían
antes de su proyección positivista. 6 La injuria se concibe como "1'acte commis sans droit". 7
En S11 acepción más general, responde a una usurpación a los derechos civiles y su regula­
ción sigue una línea peculiar de devolución regida por reglas del reconocimiento de la
responsabilidad seguidas de una acción civil ordinaria.
Ahora bien: aunque la definición de la injuria no ha variado a lo largo del su
interpretación ha sido fruto de una larga evolución detemunada específica.rnente por la
tr'dllsfonnaCÍón teórica del Derecho ligada a una relación conteh1ual que asienta sus bases
en el orden político, económico y cultural. Los pensadores de fmales del XVIII y
principios del XIX utilizaron la de la injuria para demostrar la necesidad de la
tarea compíladora del proceso legislativo (y la consecuente humanización del sistema
penal que fonnó parte necesaria de la refonnajuridica en diferentes países de Europa).
Esos intelectuales pretendían manifestar la necesidad de su fijación jurídica a las disposi­
ciones de la ley para conseguir la relativización de su gravedad, así como difuminar su
valor social con el fin de atenuar la restitución de la infracción que respondía a una
relación de equivalencias muy alejada del ideario jurídico posrevolucionario. Desde esta
perspectiva, el delito por injuría se regía por la ley del honor, de la opinión pública y de la
sanción popular, y un lector contemporáneo puede percibirlo como un tipo legalrecubier­
to de un código que tiene su fundamento en las bases e;;.1rajudlciales que garantizan los
vínculos comunitarios, es decir, como una estrategia cultural que llena los vacíos creados
por la insuficiencia de derechos y soportes legales que debían garantizar la existencia
civil del ciudadano. El código del honor actúa como sistema de autorregulaciónjuridica
cuya tarea consiste en la estimación del delito en base a la percepción moral. En relación
a este tipo de delitos, Beccaria nos infonna:
"Este honor es una condición que muchísimos hombres sitúan por encima de
la propia existencia. Nacido después de la formación de la sociedad, no pudo
ser aportado al acervo común, antes bien, es como un instantáneo retorno al
estado natural, y una sustracción momentánea de la propia persona a aque-

MAINE, Henri Sumner Anden! La11', Its connectioll with lhe Early History ofSodety, and its
Re/ation to Mudem Ideas, of Arízona Tucson, 1986, con introducción de
Lawrence Rosen, p. [prhnera edición Holt, New York, 1864]. MONTESQUIEU, Charles
de Secondat. baron de Del espíritu de las leyes, Porrúa, México, 1997, p. 4, fprinlera edición
Ginebra, 17481.
GAZZANIGA, lean Louís Introduction historique au droí! des oblígations, PUF, París, 1992,
p.214.

- 88 ­
prohistoriA 5 • 2001
!las le.ves que en determinados casos no defienden suficientemente a un ciu­
dadano."8

La defmición del delito por injuria viene marcada por la ambigüedad inherente a su
existellcia como derecho (vinculado a los principios morales de la sociedad civil de Anti­
""V,5U1,''"'''.;, Y por su posición oscilante en la extr.1juricidad de la resolución de los
La diversIdad de situaciones concretas justificaba la necesidad de un cambio en la
observar la proporción pernlada por el sistema punitivo de la
ción y su adaptación a los preceptos del honor. Se buscaba la utilidad como fm esencial
para re situar la en los marcos que definen el Derecho fonnal y de
cualquier tipo de resolución o que escapase a la ley buscando las aguas
de la arbitrariedad. Bentham se preguntará, por ejemplo, si realmente el sistema del ho­
nor por el prh'1cipio de utilidad o, por el contrario, es el ciego instinto el que
sujeta al individuo a una sucesión desencadenada de intercambio de sentimientos entre
los hombres cuyas consemcncias son más graves que la propia injuria al honor; y se
decantará por la primera opción. 9
Por otra pa,rte, como veremos, la a las leyes del soberano depende de la deli­
mitación de la propia tipicidad legal, y a ello se abocó el nuevo régimen. En los hechos, es
decir, en los propios procesos judiciales consultados, es posible verillcar, sin embargo,
que tanto las partes en litigio como los magistrados se apoyan sólo débilmente en
legales plenamente construidos y delimitados.
Ante un caso de "vlas de hecho" (de violencia) en el cuallL.'1a de las prutes acusa a la
otra de divulgar una mentira que toma fomla de "injuria verbal", por ejemplo, se pone en
tela de juicio la imprecisión de los ténmnos que definen una calumnia y que la distinguen
de la El procurador imperial, después de haberresunüdo los hechos por los cuales
desecha la posibilidad de proclamar como calumnia la injuria HA...iVI'-lcl.
ptelle2iIlte debido ala imprecisión del contenido y significado de su ténnino. Con­
tales como "pudor" o "acción deshonesta" conservan su significación original en el
seno de la comunidad a pesar del esfuerzo estatal por designar bajo el &"l1paro los
diferentes hechos intennedios o menores de delitos se2l..'1131es -hasta entonces ignorados­
que, Vigarello, ocupó buena parte de las e2l..'Pectativas jurídicas del siglo XlXlO. Los
nuevos ideológicos pretenden laicizar los atentados morales que profesan los
delitos sexuales y contra la honestidad y el y poner de relieve otras de
contenido más sodal. En efecto, de acuerdo al articulo 367 y 375 del nuevo Código de

Dr.,-,v,,,,,,,,.l.fi, Cesare De los delitos y de las penas, Madrid, 1982, p. 151; el énfasis es
mío.
Jerenny The Themy ofLegíslalían, Fred B. Rothman & Co Littleton, Colorado,
1987.
10 VIGARELLO, GeorgesHistoria de la violación siglosXVI-){X, Cátedra, Valencia, 1999.

- 89 ­
SILVIA GóMEZ 1 "Cambio político, ... "

Instrucción Criminal, la pena correccional se pronuncia contra aquellos que habrían profe­
rido Íl~jurias y reuniones públicas, pero el vocabulario utilizado por el inculpado
(coquín, granuja), que da motivo a la querella analizada en este párrafo, no np"nitp 1~rf',...i
sar nin¡:,'Ún hecho en no contiene vicios determinados, no precisa el delito. IJ
En el terreno de la injuria, el cambio revolucionarlo consistió en la modificación de la
forma de calificar a la víctima y de calcular la pena, produciendo un cfecto de sensibiliza­
Clon que se sobre el daño producido y t:v:nbién sobre la persona receptora de ese
núsmo dallo. La tarca de fue ocupar espacios de evaluación sobre los hechos
que hasta entonces habían ocupado los "valores morales y sociales en el seno de la comuni­
dad del De acuerdo al Recui! de Jurisprudence du XIX siecle de
Lafabregue, injuria se regulará en función de la disposición de la
ley (la cual determÍlla los actos lícitos e ilícitos), &'lulándose la reputación o el honor como
máxima la valoración del daño sufrido en la persona que i"'t" ...... ',,'"',""
Por otro eliminada la resolución privada entre las partes a las que se les
intervención en la determinación de la competencia jurisdiccional, se establect~ la compe­
tencia del tribunal de con carencia de potestad para regular las re¡:HlnlC1{)·
nes públicas, y se convielte en denuncia que debe ante los
tribunales como instruIda legítima y legitimadora: "Les propos, meme qui no
tendent point a attaquer la probité, l'honneur, la reputation de quelqu'un, ou a porter
atteinte a la consideratíon dont iljouit, en sontpoint des injures dans les sens de la loí; les
tribunau.\: de policen'enpeuvent connaitre" (Arret du 8 septembre 1809, num 156)".12
La reducción de la competencia Jurisdiccional de las injurias linúta el espacio de ac~
tuación de las partes implicadas en el proceso, restringiéndose a una simple contraven­
ción de leyes de policía. Pero lo más importante es que se ~jerce la responsabilidad civil y
la punición sobre el delito a parJr de la exégesis de la misma letra de la ley que pasa así a
sustituir a la valoración social. Este proceso es consecuencia directa de la supresión de la
diferencia entre juicios civiles y crÍl1lÍllales en el telTeno de la injuria. Como sabemos, en
el primer caso, esto es, en el contexto civil, se exigía la reparación de daños e ;n+",,.,,,·c,,',,:,
núentr'ds que la vía criminal buscaba la vindicta publica en caso de duelo, delitos de lesa
majestad, vagabundaje o sacrilegios, cuya mayorrepresión interesaba a la salvaguarda de
la integridad del soberano.!:;

11 ADPO, 3U 1009 - año 1813.

12 ADPO, Recuil de Jurispmdence duXLr siecle.

13 "La partie devoit étre am:té dans la poursuite du crime, il de¡:lcmjoít

civile de remetreau climíne1la peine Ínfamantqu'ilmeritoit; ou celle-hlexcederoít


pusiqu'elle no remdre que son ínteret civile qui est l'unique chose quí la conceme et sur
laquelle elle a pu valablemcnt transiger", enADPO, Manuscrito N° 21, NOGUER (conseiller)
Traité des crimes, suivant la jurispmdence du CarIsea Souverain du Roussillon, exlibris de J.
Jaume, siglo XVllr.

~ 90 ~
prohistorica 5 • 2001
En líneas generales, y en particular al hablar de vindicta pública, el Derecho se vacía
de contenido moral metafísico para velar por la defensa de la sociedad, comportando una
garantía de seguddad contra los atentados a las personas y las propiedades, así como la
defensa de la moralidad cívica. Ello se 10!:,'Ta a través de la proliferación de condenas
contra hechos de violencia, reales e injurias verbales. Es decir, la percepción del
delito se centraliza hacia su resultado material distinguiendo la sanción por gravedad
moral de la que surge por su gravedad social, y esta última acabará desplazalldo a la
primera en el marco del nuevo régimen.
Podríamos, desde ahora, preguntarnos por qué ocurrió este desplazamiento. El hecho
de desprenderse de los aspectos morales fue una estrategia para evitar arbitrariedades a su
vez ligadas a privilegios sociales o largos litigios difíciles de ser sustentados por el común
de la población, y es que una de las mayores objeciones que hacen los le.gisladores
posrevolucionarios es que las disputas en los tribunales del Rosellón se habían sostenido
hasta entonces en la excesiva prolongación en el tiempo procedimental.
A partir de 1789, son constantes las apelaciones que las víctimas con el
ánimo de reivindicar una reparación más adeC't.lada al daño así como el derecho a
penalizar por la vía pública a sus agresores con el fin de satisfacer la herida moral que se
les ha abierto, y que es valorada en sede judicial en térnli.llos sociales y no meramente
individuales. Un caso llevado ante los tribunales correccionales de Perpiñán, el 3
Vendimiario año XIII, nos muestra que la injuria en ténninos del honor individual queda
deslucida en función del orden soci~l. El enfrentanuento de Fran9Qise Montés con ~farianne
FOUl1üol acaba en un proceso que se instruye en el tribunal criminal del Departamento de
los Pirineos Orientales (aunque tiene su procedencia en el tribunal civil de Perpiñan), en
el que los magistrados declaran que ambas partes se injuriaron mutuamente, y que la
justicia no puede pronunciarse por una de ellas. En cambio, sí se observa la punición
(mediante la aplicación de una multa) por el mero hecho de atentar contra la tranquilidad
pública, es decir, el orden social:
"Aucune d' elle ne peut par consequent reclamer justice contre l' autre, puisqu' il
est d'un príllcipe constant que la compensation est ad...'1li.se lorsqu'il
d'injtLries reciproques de la part de deux individus. Considerant que
quoiqu' il doive étre prolloncé un hors de cours du procés, entre Montés et la
femme Fric a raiscn de leurs interets respectifs, ceux-ci doivent néamoins etre
punis pour s' etre livrés a des injuries quí ont donné lieu a un attroupement et
parcours et que ont alteré la tranquilité publique" .14

Como contrapartida, las vÍCtimas no sólo reivindican la justa proporción de la repara­


ción por la que merecen ser compensadas, sino que, además, transfieren al Procurador la
decisión de tOlnar su reclamo como vindicta pública. Marianne Fric, por ~.iemplo, reivin­

14 ADPO,2U 175 - año 1806.

- 91 ­
SILVIA GóMEZI MESTRES, "Cambio político, ..."

dica mayor indemnización por la gravedad de las injurias recibidas, y alega que un tal
señor Motés la trataba de ''j...p .... ", 1111 código de la época que no he podido descifrar
pero que, intuyo, está relacionado COll el calificativo de "puta" o de "hija de puta". Frente
a estas iPJurias, la mujer respondió con los térnunos coquin y polisson. 15 Desde la pers­
pectiva de género, un tema en el que no profundizaré aquí, es llamativo encontrar la
diferencia sexual inherente a las injurias: las mujeres siempre son calificadas de prostitu­
tas y los varones de golfos. El documento afiade que en "langue vulgaire" (lengua vulgar)
el acusado, juzgado en un tribunal gritó en castellano: la mataré. El señor Motés
se queja de la anulación de cuatro testimonios por él presentados que telúan la fInalidad
de demostrar el carácter provocador de la mujer, habituada a injuriar, y reclama no dar
por acabada la disputa y, por lo mantener eljuicio como competencia del tribunal
criminal, cosa que no ocurrió.
Otra eX',Plicación merece el que se produce en el papel de los testigos.
Debido de la valoración testimonial, los propios testigos ya
no son decisivos en la resolución de la justicia del siglo XIX. La disposiciónj erárquica y
la clasificación de de equivalencia con la verdad responden al
cálculo del método probatorio propio del derecho moderno, permiten mantener las estruc­
turas jurídicas de la era anterior revestidas de una nueva mosoría penal. A través de la
pronunciación del procurador --del rey o y de las deliberaciones deljurado, la
mentalidad jurídica de los paisanos se adapta a los preceptos que disponen las nuevas
leyes. Como consecuencia de este procedimiento, los testimonios perderán capacidad de
valoración sobre el culpable y el daiio producido con el fin de calibrar la sentencia, aun­
que sin que por ello se un cese en el sistema de validación, clasificación y
adnúnistración de pruebas testimoniales cuyos principios se mantendrán de acuerdo con
el antihJUo sistema francés. En este sistema de testifIcación, son frecuentes las acusaciones
de falsedad o la denuncia de la voluntad de los testigos de ajustar "viejas cuentas" contraí­
das con la parte denunciante o Existen datos de un caso que ternulló con la
separación de una comunidad en dos bandos por la intervención de los testigos en una
querella entre dos mujeres por el uso del agua de una fuente. La inculpada pretendió
demostrar la falsedad de un testigo alegando que había mantenido un conflicto previo con
él por haberse negado a su pedido de matrÍlllonio. "La prévenu reproche la témoin Jean
Soubirainepourporterde l'animosité contre safamille soit pour l'avoir quitté de sa qualité
de chirurgien soit pour ne pas elle déposant avoir voulu se marié avec le dite témoin".
Las pruebas testimoniales de domésticos, amigos o enemistades suelen ser
admitidas, siempre y cuando las e indicios (en el mejor sentido dado por
Ginzburg) sean corroboradas por otras pruebas materiales. Mediante el sistema ro:mano~
canónico del "Testis unus, testis nu11us", la sola disposición de un testimonio no constitui­
rá plena prueba si aquél no se corresponde con la revelación de otros indicios:

15 AIJI>O, 2U 175 .. all0 J 806. Los télminos slgJllllICan "granuja", "pillo", "truhán" y "pícaro".
prohistoria 5 - 2001
"La procedure par devant le tribunal corrcctionncl a pour base les regles
ordinaires établies dans les [ois anciennes. I1 faut dans cette hipotheze des
adminiscules, des índices des presumptions qui aident la dépositiol1 isolée.
Un seul témoin ne fourrut preuve, la regle que la déposition d'un témoin re­
proché est valable c' est quelle est conforme a celles autres témoins en sauroit
etre appliqué" .16

El factor de la amistad parece influir sobre las posibilidades de pronunciación de la


verdad. La aceptación de las declaraciones por amistad obliga a deflnir este vínculo, así
como a establecer los grados del parentesco a partir de los cuales el testigo es aceptado con
legitimidad. La delimitación de los diferentes grados de estrechez y proximidad que defl­
nen tanto al amigo como al pariente contribuye al cómputo de equivalencias de las revela­
ciones testimoniales de acuerdo al sistema de cálculos que caracterizaba el método legal. 11
La validez de la alegación de la amistad entra en contradicción con los lazos sentimenta­
les que pueden unir al testigo con una de las partes en litigío. 1S
Por lo que respecta a la testiflcación de parientes, se establece una distinción por el
grado de parentesco. La alegación de parentesco es el motivo por el cual1a parte que abre
pleito se pronuncia en contra de un testimonio para la descarga de la acusación. "Puisque
d' abord le quatrieme témoin etanl responsable soit par apport a son degré de parenté, soit
parce qu' elle a tenu aux fonts baptismaux un enfant desplaignants, ce qu' ellene desavouna
pas, sa déposition doit etre rejetté",19 O como en cierto caso, en el que los inculpados
tachan a una testigo arguyendo que ''C.ecile Colomer, fernme viguier, 19 ans de Perpignan,
que nourrit un enfant de la plaignante"2o,
Estas limitaciones en cuanto al parentesco no se detienen en los vínculos de san!,'fe.
"En matiere correctionelle et d'apres l'article 156 du Code d'Instruction criminelle, les

16 ADPO, 3U 999 - año XI.


El sistema de pruebas legales se calculaba a través de una relación aritmética entre las
testificaciones,presunciones e indicios produciendo como resultado la semi-pmeba, mediaprueba
y prueba completa, en Recueil de la société Jean Bodin.... cit, Bruselas, 1965.
18 "Que la seule réunion en société ne sauroitprouver íntimité cntre les membres qui la component,
que méme le prévenu dans l'artic1e onze, exposent uniquement qu' ils se trataient intúnament en
societé,mais setraiterll'estpasclleíIct etreintime oulié d'amitié. COllsiderant quel'amitié seul
ne suffit pas pour faire rejettcr la déposition de l' ami qui dépouse íl faut une tres grande amitié;
il faut avoir un méme cour, un méme senti,..neut et une seule volonté, ut inter eod sil IInUI11 ve/le
vel nolle, mais une simple mnitié !le destruit poillt la deposition, 111aiS l' affaiblit ainsi si deux
témoÍllS suftissent pour prouver un fait, la dépositiOll de 1rois anlÍ font pleine preuve, si ad
probandum aliquid du testo sujficerent etproducte essent tres amici, probarent. mascarr:lu de
probationibus conclusione octogisima sexta, numero de cinco ", cita textual de ADPO, 2U 140 ­
año IX, el énfasis es mío. El artículo número 11 es eA'Puesto por el denunciante en su defensa.
19 ADPO,3U 1005 - año 1809,
20 ADPO, 2U 154 - año XI.

- 93 ­
SILVIA GóMEZ 1 "Cambio político,.,."

seules parens, alliés ou conjol..,ts dont le témoignage est exclu, sont les ascendants ou
descendants de la persone prévenu, son frere et son soeur ou alliés en pareil degré, la
femme ou son man". 21 La querella que se produce entre dos individuos en el can1ino que
se dirige a Ceret (llamado lo camí dos) sólo cuenta con el testimonio del doméstico del
inculpado y el de la mujer de la víctima. En este último caso, las disposiciones legales
frenan la posibilidad de aceptar su declaración, pero el tribunal opta por aceptarla por la
ausencia oficial del vínculo. "Considerant que la dite Mane Pous n' est pas la fernme de
Joseph Mr.rill... sur ces rnotifs, le tribunal ordonne que la dite Mane Pons sera incontinent
entendue comme témoin". 22
También los parientes "ficticios", aquellos cuya relación se establece a través de lazos
espirituales o ocupan un espacio importante en la testificación de los proce­
sos e incluso establecen una más estrecha filiación de parentesco. Es la fuerza de la vincu­
ladón la que define una relación de pro~imidad u otra entre dos individuos, la cual se
sustrae de la veracidad imparcial sobre la representación de los hechos que se someten a
juicio, 10 que su retracción defmitiva como propiedad para validar la testifica­
ción en cuestión.

3. Concepciones sociales y conceptos legales: culpabilidad, responsabilidad y legíti­


ma defensa
Una de las principales reformas a las que se someten los códigos penales por lo que
respecta a las disputas hace referencia a la cuestión de la equivalencia entre el dafio pro­
ducido y su restitución. Por su capacidad para crcar obligaciones, esta delimitación fue
pieza fundamental en la construcción del orden jurídico en base a las nociones de culpa­
bílidady responsabilidad. El objetivo es solucionar aquello que las leyes por sí mismas no
garantizan, y establecer un sistema legal de proporción entre el daño infligido y su pena­
lización y satisfacción, que toma forma juúdica en la resolución en los tribunales. Este
paradójico proceso se revela cuando comprobamos, a través de diversas apelaciones que
interponen las partes comparecientes a juicio, cómo sus reivindicaciones van dirigidas,
por una parte, a la proporcionalidad entre el delito y la pena, y, por la otra, al derecho a
corresponder de acuerdo con la obligación que se contrae entre el culpable y la víctima.
Este hecho pone en entredicho, según mi parecer, la eficacia y racionalización de
penas que niegan estos derechos a la persona inculpada a ~jercer sus obligaciones civiles
en tanto que deudor y responsable del acto cometido. La resolución por acuerdo entre las
partes es otra de las consecuencias derivadas de. la confnsión de delitos que hasta entonces
habían pemlanecido desapercibidos por cuanto no se observaba la gravedad social de su
práctica en el universo jurídico ni se percibía drul0 alguno a la persona física que los
recibía. La resolución infoilllal, suele ser común entre los delitos por violación como una
estrat1egia p;ara evitar la persecución judicial y relativizar la importancia social de este tipo

21 ADPO, 3D 1009 - año 1813.


21 ADPO, 3U 1009 año 1813.

- 94­
prohistorie. 5 • 2001

de violencias que, durante el Antiguo Régimen, tanto habían afectado a la reputación de


las mujeres descuidando la lesión física real y la coacción moral que sobre ella recaía. 23 A
principios del siglo XIX, este tipo de prácticas aún persisten, aunque coexistiendo con la
posibilidad de su resolución por la vía judicial, cuestión que, por otra parte, ma..'ltiene a la
víctima bajo el refugio de la ley sin temer por los prejuicios sociales que supone el cargar
con una ofensa de esta índole. Recurrir a la justicia aparece como una opción a veces
disputada ante otras opciones que comportan beneficios p ecuniarios o donaciones. Este es
el caso de Mane Campilla, de 15 años, quien perdió la virginidad al ser violada por un
chico de 17 afios, Mathias Bigos, cuya familia pidió llegar a un acuerdo matrimonial que
esposaría a la víctima con su ofensor. Marie Campilla, molesta con la proposición, mani­
festó su repulsa ante esta unión. Dada la situación, la madre de Mathias Bigos, su padras­
tro, sus hemlanas y su tío, se presentaron ante el Juez de paz de la comuna de Thuir con
la intención de hacer abortar el curso de la justicia, y el juez respondió que él no tenía
poder para intermmpirla. Finalmente, ante la insistencia y la presión que por otros me­
dios -a través del círculo de amistades y vecinal- ejercieron la fanillia del agresor, la
viuda Marie Campilla y madre de la afectad~ el juez asintió acordar una donación de
bienes por el consentimiento de su hija a la propuesta por ellos realizada, resolución a la
que no quisieron aco gerse la farnilia de Mathias Bigos por lo que supondría la división del
patrimonio familiar.
" .... Qui proposaient a Marie Campilla veuve d' accomoder cet afaire au moyen
du mmiage de sa filie avec leprevenu des avantages qu'on leurfairoit, que la
fille etoit -apusé sur une chaise pleurallttoujours qui en voulait point entendre
aucun arrangement, moins encore se marier avec celui qui l'avoit outragé. [... ]
La plaignante lui avoit faít proposer que s 'il voulait faire une donation de ses
biens a sa fille, elle tacheroit d'obtenir le consentement qu' il avoit demandé, a
qui le paratre repondit que tant la mere du dit Bigot que lui meme, n' ayant que
ce gar~on a qui tous leurs biens devoient appartenir, il etoít inutil de proceder
a des donations, ou ventes prematures, puisqu'elle pouvoit etre sure que tous
1ui seroit dOMé apres leur mori" .24

El proceso de acoplamiento que se produce entre la perspectiva legal, la social y la


cultural produce resultados adecuados a los aspectos formales del derecho del siglo XIX,
y se inclina muchas veces hacia la resolución alegando la legitima defensa. De esta fomta,
a raíz de una ofensa al pudor se puede excusar un acto que se entiende que reaccionó
contra esa misma ofensa de acuerdo a los principios morales que rigen la sociedad. 25 La
colisión entre las expectativas de las partes y las disposiciones de la ley produce una
readaptación conceptual de nociones juridicas como son la responsab i lidad o la culpab i-·

23 VIGARELLO, GeorgesHistoria... , cit.


24 ADPO,2U 148 - año X.
25 ADPO, 3U 999 - año XI.

-95­
SILVIA GóMEZ 1 MESTRES, "Cambio político, ..."

¡¡dad, las cuales conservan su significación tradicional aunque tomando prute legal a
través de la aplicación del Código Penal.
A pesar de la voluntad del siglo XIX de evitar la judicialización de aquellos actos
vinculados, por decirlo así, a los sentimientos, 10 que acabará defmiendo al individuo
como tnmsgresor en relación a la ley será su deseo inmoral de cometer el acto, es decir, la
intención. La intención es 10 que resulta de llevar a término la voluntad, ésta defmida
según la buena o mala fe. En el caso de las violencias ejercidas por"golpes y heridas", y
que derivabrul en la muerte, sólo se toma en cuenta la voluntad aunque no laintencionalidad
para que se configure el homicidio. 26 Es una forma de descategorizar lo que hasta enton­
ces había motivado las mayores contiendas que, por el alcance moral que conllevaba entre
las comunidades del Rosellón, habían podido negar a producir graves repercusiones en
temas de venganza o de reacciones violentas. 27
Si bien la percepción social de la calificación de los agentes inculpados persistia
traduciéndose en la dirección que tomará la sentencia, esta última tendrá que acogerse a
los principios que regirán la nueva conceptualización de la culpabilidad expresada a trd­
vés de la intencionalidad. Esta h'ltencionalidad se corresponde con las preguntas siguien~
tes: ¿el hecho delaacusaGÍón es constante?, ¿el acusado es el autor?, ¿sella cometido con
unaintenCÍón criminal? La respuesta a estas cuestiones tendrá que determinar la morali­
dad del hecho y su materialidad. Es decir, el hecho criminal calificado por la y la
intención culpable, que designa a aquello que determina a que se cometa. 28
Otro de los objetivos de la intencionalidad, aparte de determinar la culpabilidad, con­
siste en buscar las circunstancias que han precedido o acompañado la acción. El fm es
precisar la calificación que merece el acto de acuerdo a 1m criterio clasificatorio de menor
a mayor gravedad. En este sentido, la valoración de la intención muchas veces suele
reconocerse pero no formalizarse en el sentido legal. Simplemente, o se ignora, o se reco­
noce a la vez que se excusa en la aplicación de la sentencia.
La legítima defensa, por su parte, no sólo se expresa por la manifestación de una
provocación directa, sino que en a1 gunos casos responde a provocaciones trrulsferidas por
otras vías que quedan fuera del alcance jurídico. En los procesos por crimenes y delitos
producidos por causa de una provocación de este tipo, el homicida y/o agresor suele huir
u optar por el silencio, por lo que sólo conocemos el relato a través de los testigos y
deducimos la opinión popular sobre éste en la resolución de la sentencia. Uno de los casos
más evidentes es el proceso abierto contra Joseph Coste, originario de Baget (Catalmla), y

2. ADPO, 3U 999 - año XI.


27 La mayoría de decisiones que regulan homicidios y asesinatos en el siglo xvrn, tienen su
ftmdamento en los casos provocados por vías de hecho e injurias diversas. ADPO, Manusclito
N° 21: NOGUER( conseille.r) Traité des crimes, suivant la jurisprudence du Canseil Souverain
du Roussillon, exlibris de J. Jaume, siglo XVIlI.
28 ADPO, 1J715/2, LAFABREGUE, "Comentarios sobre la noción de culpabilidad ", en Remilde
Jurisprudence du XLY siecle ..., cit.

- 96·
prohistorio 5 - 2001
domiciliado en Costoja (Francia). Coste cruzó con un grupo de vilatanos franceses los 50
km. que separan las poblaciones de Costoja y Rocabruna para ejecutar a Theresa PauIy,
acusada de bruja y de provocar la enfermedad que estaba acabando con la vida del padre
de Coste. Estas son las declaraciones del hijo de la víctima:
"A lui demander de nous ex-pliquer le sujet de la rixe a repondu que le dít
Joseph Coste s'etoÍt fourré a 1'idee que la dite sa mere (Therese PauIy) etoit
sorcelle; qu'en consequence elle faisait souffrir depuis longtemps son pere
qu' a l' occasion de cela le dit Coste avoit insulté la dite sa mere [...] que le dit
Coste lui avoit declaré qu 'ils voulaíentvenir avec quatre o cinq hommes annés
qu 'il prendoit a la dite commune de Costoja et de le gorger si elle ne guarisoit
pas son pere."29

En sede judicial, el inculpado negó absolutamente todo y no dio más detalles que su
propio desconocimiento de los hechos. La resolución del tribunal reconoció su culpabili­
dad en el homicidio pero calificó a este último como "no premeditado", 10 cual suponía
una condena de 20 años de trabajo forzado en los ferrocarriles de acuerdo al artículo 8 del
titulo 2 del Código Penal de 1791.
La cuestión de la legítima defensa fue una de las más discutidas en la formulación de
los crímenes contra las personas y contra las propiedades. En los debates que se produje­
ron en Francia después de 1789, Duport defmió la figura como un acto "indlspensablement
commandé par lanécessité actuelle de la lé,gitime défense de soi-meme ou autri" ,30 y que
recoge los casos de "defensa natural" que se incorporan en el "derecho social". El recurso
a la conscíencia y a la voluntad individual, reformulará la perspectiva de evaluación
sobre la legitimidad que merecen los hechos. 3l Entender como legítima la reacción vio­
lenta que responde a la simple provocación implica reconocer la regulaciónjuridica de la
satisfacción anímica así como desinhibir al individuo de la responsabilidad sobre los ac­
tos ~jercidos bajo estos efectos. La Plmición de los delitos y crímenes logra desprenderse
de cualquier principio irracional exculpatorio vinculado a los sentimientos individuales.
Si bien las sentencias se pronuncian respetando el aspecto objetivo del delito y evitando
considerarlos efectos subjetivos, el grado de la pena variará según la valoración social del
hecho. De esta forma, el hecho no merece más atención que por la simple transgresión
legal, manteniéndose apegado a su autor. De acuerdo a la jurisprudencia recogida por el
abogado Lafabregue, no sólo autor de Recuil de Jurisprudence du ..YLYsiecle sino también
Juez del Tribunal Civil de Perpiñán en 1867: "Le crime de tentative de meurtre no peut
etre excusé par le seul motif que le prevenu a ete excité a cette action par des violences

29 ADPO" 2U 135 - año VID, el énfasis es núo.


30 LASCOUMES, Pierre et al. Au nom..., cit., p 138.
JI ADPO,3UIOOl-añoXIII.

- 97 ­
SILVIA GóMEZ 1 :MESTRES, "Cambio político,..."

graves precedentes; un tel motu laissant ignorer si ce sont des personnes qui ont exercé
l' objet des violen ces exercées". 32

4. Reflexiones finales: del "Código del Honor" a la infamia novecentista


A pesar de las estrategias juridicas de categorizar y jerarquizar de forma más depurada
los delitos y ,dolencias criminales con el fm de precisar la dimensión real de la transgre­
sión, la aplicación de lajusticia a partir del movimiento político e ideológico iniciado con
la toma de la Bastillano estará libre de ambivalencias propias del sistema Seusa el honor
para poner en entredicho los sistemas represivos del Antiguo Régimen, sujetos a la desva­
lorización del individuo como tal, y se reclama la dulcificación y humanización del trato
mediante la utilización de menos aterradores visualmente, como el presidio. La
nueva doctrina penal del como bien ha demostrado una densa literatura en la
que sobresalen los textos de Michel FOl1cault, justifica la utilidad del ertcierro como medio
más eficaz para detener contrarios a la filosofía penal revolucionaria.
Otra cosa es 10 que ocurre a nivel local y en relación a ¡as ex-pectativas de la
En una querella entre Padai1le, procedente de la comuna de Argeles, y Juste
Moreto por motivo de uso de violencia, el Comisario de Gobíemo apela a la justicia
quejándose de las resoluciones del Tribunal Civil de Ceret, localidad del Departamento de
los Pirineos Orientales, alegando la inadecuación de la pena aplicada al acusado.
El caso se había originado por una bofetada que Joseph Padaillé había dado a Juste
Moreto por sentirse provocado por las injurias de esta última. La mujer había gritado al
inculpado "qu'ils mangent tout, pleunt (preguen) a dieu qu'ils en pussent le digerer, que
o mengin to1, et que no poguin o pahir". 33 Habia tratado a Padaillé de Bavard y de canail/e
(charlatán y canalla), y le había dado un empujón, por lo cual el afectado le habia propi­
nado golpes.
El hecho, sin embargo, no mereció más castigo que el de reparar el daño mediante el
pago de una multa "a favor de la República". Pese a los testigos, y pese a la oposición del
Comisario, la sentencia no impuso la pena de prisión como fijaba la ley sino que se mostró
indulgente con la acusada, Moreto. La supuesta provocación fue considerada motivo sufi­
ciente para disminuir la gravedad del delito, 10 que supuso una inmediata rebaja de la
pena que imponía, para estos casos, la ley. Así lo habían confinuado sucesivamente los
testigos de descarga:
"Les témoins a decharge s'accordent a dire que le prevenu fot provoqué non
seulement par a injurie verbale, mais encore par de menaces et par de deffis.
Ainsi la gravité de la injurie disparoit príse de la circonstance de la personne

n ADPO, 1J715/l, A11'et du 7 fevrier 1812, n 22; Código Penal, artículos 321 y 326, "Table
Alphabétique par ordre des matieres de tous les arrets rapportés dalls la partíe criminelle",
Bulletin Officiel de la Cour de Cassatiol1, en Recuil de Jurisprudence du XIX siecle.
B ADro,2U 148 - año X. Hasta la segunda coma esta escrito en francés, el resto en catalán.

- 98 ~
prohistori. 5 . 1001
quí 1'a re<;u, du líeu et de lapanie du corps on le coup a été dOlmé. Sur ce
motifs le tribunal declare Joseph Padaille cultivateur domicilié a la communa
d' Argeles duement atteinf et cOl1vainclt d'avoirle 23 prairal demiervers le 8
heures du soir a la ditte commune frappé hors le cas de legitme deffense et
sans excuse suffisante~ Juste Hiacs epouse de Pierro Moreta d' Argeles" [...]
Condanme le dit Padaillé a une amende de 50 francs en faveur de la republique
et an.'\: depends du proces liquidés sauf erreur a la somme de cent neuf franes
un centime a ce non compris l' e:\-pedition du present. "34

La apelación contra esta sentencia no se hizo esperar, y se fundamentó en el insufi­


ciente castigo que había merecido la parte inculpada. El Comisario reivindica en su dis­
curso la democratización del procedimiento y el tratamiento igualitario de las personas en
función de las virtudes, sin distinción de privilegios, de género, ni de clase. Esto no quiere
decir que se reduzca la importancia del agravio ni, por el contrario, que se recurra a
puniciones arbitrarias, inhumanas e injustas. La bofetada no esta exenta de su gravedad y
conviene que sea reprimida duramente y de la forma más eficaz de acuerdo a la observan~
da e imparcial" que parece proporcionar la ley. A continuación, y debido a su
Hl..lU';¡iA inforillativa, el documento completo de la apelación:
"Au tribunal Criminel du dept des P-O. Le commissaire du gouvemement
pres le tribunal civil de premier instan ce du deuxieme arrondissement du dit
departement expose que le dixhuit du courant il a été rendu un jugement dans
l' affaire relative a Juste Moreto d' Argeles qui Condamne Joseph Padallé a
l' amende de 50 franes envers la republique et aux depens. Le jugement est en
pleine eontradiction avec l'art 14e du dit tit 20n de la 10í du 22 julliet 1791 sur
lequel íl est fondé; et l' est pour cette raison que le soissigné en inteIjette appel.
En effet d' apres cet article quíconque a ete convaincu d' avoir blessé ou meme
frappé une fenune on des vieillards de soixante dix ans et au dessus, ou des
enfans doit etre condamné a une amende que en peut exceder núlle franes et
une anée d'emprisonement. Dans l'hipotize Padaillé afrappé une fernme en
luí dormant un souflet dont elle a été renversé aterre et a demeuré evanonie,
lesjuges declarentqu'iln'y a pas d' excuse suffisante, que l'etathors de ceu de
legitime deffcnse et ils n'ontpas appliqué le maximum de la peineprevue par
l' art 19 de la loí previtée, ils se sont contentes d'ordonner une amende de 50 f,
sans emprisonnement. Cependant soit qu'on considere la qualité de l'injure
qui a étéfaite a Juste Moreto cnlafrappant d'un souffiet, soit qu'on aitegard
a la force avee la a été applique; on no pouvoit condaluner a une peine

34 ADPO, 2U 148 - año X. Comprobamos que, pese a reconocer que la bofetada fue provocada, el
fonnulario obliga a referirse a estos casos de golpes por tuera de la de legítima
defensa y sin excusa suficiente.

- 99 ­
SILVIA GóMEZ 1 MESTRES, "Cambio político, ..."

moindre de que celle qui avoit été reprise par la partie publique. Les anciens
criminalistes avoient toujours pewut que le soufflet etoit l'injure la plus grave
qu'on put faire a une homme, ils en dOlment plusieurs motifs, de sorte que
grotium luí meme liv 20n chap ler #10 es ím ler qu'il en repagne pas a la
justice explicite de tué l'aggreseur que a donne un soufflet. Sans doute cette
doctrine est erronée, elle fasoít le malheur de la societe, mais pour y oboier i1
faut que le magistrat chargé de reprimer les delites impose une forte amende
et des peines tres rigoureuses, a ceux quí osent faire quelqu'une de les injuries
aux quelles on attache une b>rdnde ignonimie dans le pays on l' on vit. Les
nouvelles lois bien loin de diminuer la qualité de l'injurie qui resulte d'un
soufflet, l'out de beaucoup augmenté;jamais l'honmle u'avoit eu plus de dignité
eu France, que depuis qu'il n'a d'autre souverain que la loi, que ete(il) legal
de tous les autres on no peut ni s' engnerir de son origine ui de ses richeses,
mais seulement de ses vertus. Sur ces motifs conclud le soussigné a la
reformatiou du jugement dont est appel avec la present et a ce que Joseph
Padaille so11 condanmé aux peines portés par l'art 12 de la loi precitée avec
dépens."35

Un caso contrario es el expresado por la apelación de Fnu}9oise Carriere quien, vícti­


ma de una agresión, reivindica el derecho a la reparación proporcional al daño infligido
por parte de sus agresores (el matrimonio Ducop). Carriere exige el pago de una multa y
elude recurrir a la pena de prisión, ya que su interés no está centrado en la privación de
libertad de sus victimarios, sino en la eAl'ectativa de que estos últimos logren reparar el
acto reconociendo su responsabilidad. La sentencia concluye que "l'inde11l11ité doit etre
proportionee aux donmlages soit torts". 36 En este sentido, la demanda de Fran'tQise Carriere
redefme, a mi parecer, la noción de Derecho que los legalistas del siglo XIX habían
interpretado para el siglo anterior, valorado en función a las medidas de represión. Pero el
Derecho (de acuerdo al sentido que toman las reivindicaciones que surgen de las apelacio­
nes) responde a la correspondencia entre las partes en litigio, ya que es por medio de estas
estrategias como se canaliza..'l las ex-pectativas humanas. Según Hegel, esta relación de
equivalencias actúa como medio de calibración de la justa medida entre la ofensa y el
ofendido, pernlitieudo el reconocimiento de la voluntad del transgresor, y se valora de
acuerdo a la dimensión cuantitativa y cualitativa del acto producido, esto es, sobre la
naturaleza del crimen y sobre sus consecuencias.
A partir de aquí, la compensación o satisfacción determinada en tomo a la infracción
se resuelve para damnificar el daño, pero la originalidad es que sustituye las propiedades
cuantitativas por las cualitativas, siempre partiendo de la base de que cuando se conculcan

35 ADPO,2U 148 - afio X.


36 ADPO, 2U 154 - año XI.

- 100 ­
prohistori&'l 5 • 2001
derechos, éstos deben ser "recompuestos" en el sentido de composición. Sólo cuando esta
relación recíproca qUe se establece entre el delito y la pena no es equitativa, se niega la
voluntad del individuo, es decir, su reconocimiento en tanto que confIriéndole
entonces a una situación de inferioridad civil y de deshonra: "La peine est considérée
comme le droit propre au climinel, en le punissant, on honore le criminel comme un étre
raisonnable",37 seria uno de los lemas de la Revolución.
En este proceso de transformación jurídica, se de los pri..n­
cipios sensibles a tener en cuenta como atenuante hnmanizador de los suplicios de f\nti­
guo Régimen. Uno de los principios fundamentales que el sistema de proporciona­
lidad entre la pena y el delito en los procesos hace necesario que el motivo
..",nr""C'i"" sea mucho más fuerte que la ofensa. ASÍ, el deshonor y de reconoci~
miento de derechos civiles, se DOllvierten en ingredientes de la más efica­
ces, hablando en términos de Benthanl,38 y recrean la infamia. Con ello quiero decir que
se produce un desplazamiento de la noción de sujeto, que parte de una nueva concepción
política del individuo social y moral que afecta tanto a su relación con el Derecho como a
la representación que se deriva de aquena relación.
En síntesis, de lo expuesto hasta aquí quisiera enfatizar en el hecho de que, como parte
del proceso de reforma que impulsa la Revolución Francesa, el Derecho Penal actuó como
plataforma de construcción del nuevo orden social fijando los cambios jurídicos, llenando
los vacíos legales y regulando las prácticas jurisdiccionales. El proceso de codificación se
convirtió en una de las principales prioridades de las reformas cuya fmalidad fue desechar
ciertos principios que habían caracterizado al Derecho Penal del XVIII. Lo hizo
tomando la ley como máxima racional y objetiva. Con este objetivo ocupó los espacios que
hasta ahora habían monopolizado valores morales y sociales, suministró defmiciones, e
ideó un universo cultural sobre las relaciones juridicas con la intención de construir el
nuevo orden legal y delimitar espacios de actuación para las autoridades de la
situación revolucionaria.
Ante este proceso, los casos examinados penniten intuir cómo se articulan ",LQH,,,.,,
tendencias ideológicas con las representaciones y percepciones en espe­
cial en cuanto al gran proceso de la reformulación jurídica. La de la justi­
re}:lre:,entacIon social de las categorías jurídicas que defme el su valoración
moral y y la concepción del Derecho, demuestran el desfase ex;stente entre el
cambio de los soportes legales y doctrinales y el mundo de las formas de
vida y convicciones sociales, en particular en el terreno de la compensación y de la com­
posición.

37 HEGEL, Georg Wilhelm Príncipes de la philosophie du droit Oll droít naturel et science de
rEtat en Abrege, Líbrame Philosophic 1. Vrin, Paris, 1989.
38 BENTHAM, Jeremy The Theory... , cit.

- 101 •
SILVIA GóMEZ [MESTRES, "Cambio político, ..."

Podemos deducir que durante al menos la primera mitad del siglo XDC (y debido al
estado de coexistencia, contradicción y diferenciación persistente entre los procesos so­
ciales, de una parte, y los procesos legales, de otra) los vacíos legales siguieron mante­
niéndose por 10 que respecta a su aplicación. Los pocos cambios sustanciales que la codi­
ficación produce en el terreno de la incorporación del jurado o la cámara de jueces en el
caso de los tribunales con-eccionales, así como el mantenimiento del antiguo sistema de
pruebas, puede que fuesen los mayores responsables de la persistencia de las prácticas
jurídicas de Antiguo Régimen. Al mismo tiempo, se producen h'fandes cambios en tomo
a las refornmlaciones de los principios ideológicos que sustentarían las nuevas disposicio­
nes penales orientadas a legitimar los valores republicanos, aunque las mentalidades si­
guen teniendo como referente los antiguos valores sociales. Así, pues, mientras los resor­
tes de las fonnulacionesjuridieas el curso de lajusticia se orientan hacia
la consolidación del nuevo marco juridico que establecerá la "naturaleza" del ciudadano
nacional francés, el reconocimiento del individuo como de las comunidades
sociales que conforman la demarcación de la del Rosellón se expresa mediante
el arraigo a los valores sociales y culturales que hasta entonces habían las relacio­
nes judiciales.
La interacción de las dos dimensiones pone de manifiesto la identificación local de los
habitantes, 10 cual cobra realismo a través de la reivindicación de los preceptos consuetu­
dinarios que regulaban las relaciones sociales frente al nuevo modelo y
clasificación de los tipos legales. Como consecuencia de pem1aIlecen ciertas
concepciones sobre el sujeto de derecho, la culpabilidad, la moral o la inmoralidad. Se
anteponen (a la vez que forman parte de la mísma práctica legal) valorativas
distintas de las lógicas ju.rídicas fonuales. Estas observaciones penniten suponer la exis~
tencla de diferentes modelos de comprensión del derecho y la justicia, que sitúan en pla­
nos distintos a la sociedad y a la ley.

-102~
prohistoria 5 • 2001

La represión y la guerra civil española.

Memoria y tratamiento histórico'

FRANQOIS GODICHEAU
(Miembro de la Casa de Velazquez, Madrid)

Resumen
Análisis de lo que se ha dado cnllamar "historia dc la represión" de la guerra civil española:
se repasa la constitución de esta historia como un género en sí, con sus polémicas cenadas y
sus reglas; un género bastante impermeable a las problemáticas comunmente utilizadas en el
estudio de la violencia política sobre otros períodos o en otros países. Para entender las
limitaciones de esta historia, hay que analizar el impacto que tuvieron y siguen teniendo los
imperativos de "la memoria y el olvido" de la guen-a civil. Cuarenta años después de su final,
el pacto de olvido que se fraguó, fijó como cuadro interpretativo del conflicto la idea de la
gucna fratricida, locura y tragedia colectiva, con una puesta en paralelo de los hechos violen­
tos de cada lado del frente. A partir de un libro-balance sobre la "historia de la represión de
la guerra", vemos como éste impone un enfoque que impide conectarla con cuestiones socia­
les y políticas exteriores al campo de la guerra civil. Resuelta la cuestión de las reivindica­
ciones justicieras por el pacto de olvido operativo desde la Transición, asoma cada vez más la
reivindicación de la "memoria de los vencidos" contra el olvido de lo que fue el régimen de
Franco. Proponemos, saliendo de un género que encuentra su plUlto [mal con ese libro, tillas
líneas de reflexión sobre represión política durante este conflicto, que nos acerquen a un
estudio y lUla m~ior comprensión de las sociedades y de los regímenes enfrentados.

Palabras Clave
Guena civil española - represión - memoria y olvido - violencia política - historiografía­
reconciliación - dictadura - justicia

Abstract
This paper analyses what has been called "history of represion" during the spanish civil
\Var: the paper makes a repOlt ofthe constitutioll o1't11is history as a genre in itself, with its

GODICHEAU, Franc;ois "La represión y la guerra civil española. Memoria y tratamiento históri­
co", prohisto,I.,Año V,número 5, 2001,pp. 103-122.

* Este trabajo tbnna parte de mi investigación doctora!, ditigida por el Dr. Bemard Vincent,
titulada Repression et mise en ordre politique: les anarchistes et la constmction de ['ordre
public dan:; la Catalo&me en Gl/erre civile (1937-1938), tesis que será presentada en la Ecole
des Hautes Eludes en Sciences Sociales (EHESS), París. Agradezco los referatos anónimos de
la revista Prohistoria, los comentarios de mi director, y también a C'¡abriela Dalla Corte por su
lectura atenta, sus criticas, c01l'ecciones y sugerencias.

- 103 ­
FRANCO!S GomCHEAU, "La represión..."
c10sed controversies and it" rules; a genre quite imperviousto the problems usually raised in
the studies about political violence in otherperiods andcountries. To understand the linlits of
this hlstory, \Ve mUSí focus on the ímpact ofthe "reminding and forgetting" requirements of
the civil \Var. Forty years after its elld, the forgetting pact which was made, [lXed the
interpretative frame of the conf1ict in the idea of fratricidal war, madness and collective
tragedy, with the idea ofthe parallelism ofviolence in each side ofthe front. By the study 01'
a balance book about "history of civíl war represion", we can see how the focus this history
imposes makes diticult the connectioll with social and political questions alíen to the civíl
war. Afier the problem of justice demands had beell resolved by the forgetting paet useful
n'om the Trallsicióll, \Ve can see appea.ring more andmore the demand forthe mCillory ofthe
defeated against the forgetting ofwhat was Franco's policialregi...'1le. Letting a genre that has
fOILTld its conc1usion with that book, we propose some directions of work about political
represion duting this coni1ict, so \Ve can better study and understand the societies aud regimes
which faced each other.

Keywords
spanish civilwar - represion - reminding and forgetting -política] violence- historiography
- reconciliatioll - dictature - justice

ise preglmta sobre su lema de investigación a 1.Ul estudioso, docente o estudiante

S de 1.Ul departamento de Historia Contemporánea de ima Universidad española, y


si se recibe la respuesta de que es "sobre la represión", debemos damos por
enterados. Si se quieren más precisiones, podremos saber si se trata de la repre­
sión franquista de postguerra o de la represión ejercida durante la guerra civil de 1936 a
1939, o de las tres "represiones" a la vez. En la historiografía del nazismo, del fascismo,
del periodo de la ocupación alemana en Francia, los estudios sobre violencia, represión,
orden, justicia, no sólo están muy desarrollados y planteando en cada país cuestiones
memoriales distintas, sino que, sobre todo, no se ven reagrupados bajo un vocablo tan
genérico y opaco como el de "represión". Esta falsa evidencia del término es 1.Ula particu­
laridad espal101a: cada uno sabe de qué se trata porque el tema de la represión ha sido
consagrado desde hace unos veinte años como uno de los posibles objetos de interés de la
historia contemporánea del país. Sin embargo, la e:\:plicación radica más en el terreno de
la memoria que en el de la historiografía: lajustifícación que se da comúnmente para
estos estudios habla de la necesidad de recuperar la memoria de las víctimas de la guerra,
la memoria de la violencia ejercida durante el conflicto o después. El objetivo sería dejar
aquellos hechos bien situados en el pasado y, al mismo tiempo, poner p1.Ulto 1mal a las
polémicas con unas cifras precisas, rigurosamente establecidas y defInitivas, para favore­
cer el trabajo del olvido.
La represión es primordial en la memoria de 1.Ul conflicto bélico visto como la explo­
sión asombrosa de una violencia inaudita, traumática, que se ha tratado de olvidar para
poder superar la transición de la dictadura a la democracia. Los imperativos contradicto­

~ 104 ~
prohistoric 5·2001
nos de la del olvido han afectado particulannente este tema, que no ha estado
muy cnla producción a veces muy caudalosa de la bibliografía sobre la guerra
civil. Es una cuestión tan difícil de abordar, tan dolorosa y azarosa, cuando no se dispone
de fuentes o cuando alguien escribe sus memorias, tan filtrada por el dolor, la emoción y
la ideología, que finalmente, pocos autores la enfrentaron e hicieron de ella un tema
central, a pesar de que los miles de muertos, con o sin cifras, bailasen en muchos escritos.
Cuando fue abordado el tema en los años de la Transición, se produjo en un clima
polémico: se trataba de invalidar o de defender las cifras establecidas por el único que
había tenido acceso a los archivos militares y muchas facilidades para su trabajo, el mili­
tarfranquista Jesús Salas Larrazábal. También eran fantaseados en polémicas
políticas ciertos hechos luctuosos, de un lado u otto del frente, después de haber sido
objetos del forcejeo propaga.'ldístico de la dictadura. Si bien después de varios años de
polémica, aparecieron libros con listas de víctimas rigurosamente establecidas, trabajos
regionales o provinciales basados en una metodología honesta, como por ejemplo los
trabajos de Solé i Sabaté y ViUan'oya para Cataluña, por tanto no se apagaron todas las
polémicas. Faltaba sin duda una síntesis sobre el tema.
Recientemente, se ha publicado un libro colectivo titulado Víctimas de la Guerra Ci­
vil l cuyo mérito principal es pacificar el terreno y d~jar sentado que las cifras de Salas,
rebatidas desde veinte años, han de ser olvidadas. Al núsmo tiempo, proporciona a los
españoles unos relatos seguros de 10 que pasó en cada campo y en la post.!:,'Uerra. Sin
embargo, este libro, por definitivo que sea en tanto que síntesis, no deja de plantear pro­
blemas en la medida en que se inscribe en la continuidad de la "historia de la represión",
lo que llamarla yo un subgénero dentro del género "histona de la guerra civil". Es decir,
adolece de los defectos propios de este subgénero al mismo tiempo que, dando el asunto
por zanjado, deja pensar que el terreno de la violencia y de las represiones durante la
guerra no ofrece ya más interés para el :historiador, aparte de completar las cifras que
faltan.
Ahora bien, ¿qué es lo que se pretende aquí? No se pretende combatir el olvido. Ya no
hay reivindicación de justicia, y no es aquí donde vamos a debatir sobre si podría (o
deberia) haber o no. Durante la Transición se produjo en España una de "pacto de
olvido" y la de la legitinúdad política y de la práctica democrática del último
cuarto de reposa sobre ese pacto. No se enjuició a los criminales, y los juicios del
régimen y de 1".5 violencias ocurridas en el campo republicano quedaron para
polémicas y opciones minorita.rias que rechazaban la Transición tal como
tenia lugar. A esto cabe señalar que ellústoriador no es quien pueda inventar reivindi­
caciones justicieras en una sociedad pacificada. En cambio, puede ver cómo aparece tar­
dia y tímidamente una reivindicación de una memoria de los vencidos, en ya no

JULIÁ, Santos (coord.) Víctimas de la guerra civil, Temas de Hoy, Madrid, 1999.

- 105­
FRANI;OIS GoDICHEAU, "La represión..."

del olvido de los crimenes pasados, sino del olvido, con ellos, de una parte importante de
la memoria democrática del país. Lo que empieza a notarse, es que los hechos violentos,
más allá de su impacto moral, tienen un amplio sentido político que precisamente tiende
a desaparecer si se linrlta el estudio de las cifras. El reproche que encontramos en las
reivindicaciones actuales de la memoria de los vencidos es que el olvido de los crimenes
de la guerra, que pernrlte el olvido de la guerra, acarrea también el olvido de la dictadura
de cuarenta años que siguió a dicha guerra. Se trata aquí de analizar cómo se ha hecho la
"historia de la represión", para indicar los nuevos caminos emprendidos por los investi­
gadores sugiriendo, al mismo tiempo, alternativas a dichas visiones.

Las manipulaciones franquistas y su difícil im¡lUgnación desde fuera de España


Ya se sabe que la propaganda franquista no esperó el fInal de la guerra civil para
manipular la opinión pública de la zona que controlaba, exagerando así las dimensiones
de lo que pasaba en la zona republicana y hablando de un millón de muertos. La denuncia
de los incendios de así como los asesinatos de párrocos y "gente de orden", era
importantisima para el llUevO poder franquista ya que venía como una justificación de la
sublevación que debía salvar a España de los "rojos". Cuantas más fechorías se denuncia­
ban, más se sustentaba la famosa "cruzada". La recuperación de los archivos, especial­
mente de la documentación judicial, fue una preocupación inmediata del nuevo poder
núeniras entraba en una ciudad que había sido republicana durante la !,'Uerra. Se trataba
de instruir el proceso de la República y de establecer un martirologio ofIcial para apunta­
lar la ideología de los vencedores. Esta instrucción, llamada Causa General. La domina­
ción roja en }.. .spaña. Avance de la información instruida por el ministerio público, 2 no
llegó a ser, sin embargo, un gran éxito propagandístico: sólo se publicó en 1961, a pesar
de que el trabajo de los jueces había terminado antes del fmal de la segunda guerra
mundial. La Causa General presentaba un resultado muy inferior a lo anunciado durante
la contienda: 85.940 muertos por la "represión republicana". Para acrecentar la repul­
sión y el horror de los lectores, contenía retratos de las víctimas de los "paseos" encontra­
das en la calle o exhumadas bastantes meses después de los hechos. La historia de la
repreSlOn no todavía, no era materialmente posible: sólo existía la propaganda
sobre la guerra. Pero tampoco la propaganda del régimen estaba perfectamente ordenada
en cuanto a las si bien todos apuntaban a la represión republicana, dejando de lado
las actuaciones nacionalistas que se conceptuaban como mero "restablecimiento delor­
den", la pluralidad de iniciativas llevaba a las más diversas valoraciones del "terror
r~io" se!,yún los autores del martirologio: la cifra dada en el santuario nacional de Valla­
dolid era de 54.594 muertos.

Causa General. La dominación roja en España. Avance de la injomtación instntida por el


ministerio público, Ministerio de Justicia, Madrid, 1961.

- 106 ­
prohistoria 5 • 2010 1
Mientras tanto, los vencidos, reducidos al silencio, sin recursos desde el exterior para
hacer el recuento de las víctimas de la barbarie nacionalista y del nuevo régimen, estaban
condenados a contentarse con denunCÍas y pocas y azarosas aproximaciones. Fuera de
L,,~}aU", en la emigración, prevalecía el análisis político y las disputas acerca de las res­
ponsabilidades de la pérdida de la !,'1lerrd. En síntesis, sólo la memoria de los muertos del
bando vencedor se celebraba, discursos y con el1evantamiento de monumentos
como el Valle de los caídos. La publicación de los vastos estudios sintéticos sobre el
conflicto que conocemos como clásicos de la bibliografía-enparticular los libros de Hugh
111Omas' y de Gabriel Jacksonc supuso, en las mismas fechas que se publicaba el resu­
men de la Causa General, una primem respuesta a la propaganda del régimen, sólo que
las cuentas que hacían eran demasiado imprecisas para zanjar las polémicas. :Mientras
Thomas proponía la cifra de 40.000 ejecuciones nacionalistas, luego ascendida a
75.000 en una edición posterior, Gabriel Jackson hablaba de 200.000 víctimas. Para el
bando republicano, la evaluación del primero era de 55.000 muertos, la mitad para el
sef,'Ulldo. Pero Hugh Thomas no explicitaba el método empleado en la contabilidad,
avalando la idea de que su estimación se debía más a la voluntad de encontrar un témúno
medio entre las exageraciones de unos y otros que a una contabilidad propia. Enlareedicíón
de su libro en 1977, TIlomas llegó a subrayar la dificultad a la hora de arriesgarse a dar
cifras: "raros son los autores que quisieron tomar posición". 5

El reto de las cifras: los libros de Jesús Salas y su crítica


En el mismo año de la tercera edición ínglesa de su libro, Hugh 1110mas iba a encon­
tn¡r un desmentido todos Jos historiadores demócratas, un desafio) con la publicación
del libro del militar Jesús Salas Larrazábal, Pérdidas de guerra. ~ Por primera Yez, se daba
una contabilidad bastante precisa, basada en los registros civiles, en los datos del Instituto
Nacional de Estadísticas y en un acceso exclusivo a los archivos militares. Frente a sus
irunediatos contradictores que pusieron en tela de juicio la validez de sus cálculos, Salas
Larrazábal mostró la "cientificidad" de su método, ya que más que largos discursos, apor­
taba datos, hechos y cifras.
Fue precisamente sobre la cuestión del método donde recibió la respuesta más contml­
dente en los años 1979 y 1986 por parte de Alberto Reig Tapia, quien demostró que la

mOMAS, Hugh Tlle Spanish Civil War, Eyre and SpottiS\voode, Londres, 1961.

JACKSON, Gabriel The Spanish Republic and the Civil TifIar, Princetoll University Press,

Princeton, 1965.

1HOMAS, Hugh The Spanish Civil T1"ar... , cít., nota 28, capítulo 16 de la edición de 1977 [1'.

Ed. en español 1983].

SALAS LARRAZÁBAL, Jesús Pérdidas de Guen-a, Planeta, Barcelona, 1977; este libro fue

rematado tres años después por un texto del mismo autor titulado Los datos exactos de la

guerra civil, Rioducro, Madrid, 1980. Las cifras de ejecuciones dadas en este último libro son

de 72.500 asesinados por parte de los republicanos y 35.500 por el bando de los nacionales.

- 107 ­
FRAN<;:QlS GomCHEAU, "La represión..."

supuesta cientificidad de su trabajo no era sino Ulla uueva cara de la manipulación al


servicio de los vencedores y de su memoria. Para Reig Tapia, los libros de Salas venian a
prevenir una posible ofensiva en dirección a la recuperación de la memoria de los venci­
dos y represaliados, ahora que la transición a la democracia iba a permitir un acceso, al
principio relativo, a las fuentes documentales. Sus conclusiones encajaban con la idea de
una contienda fratricida, productora de demasiadas bajas: si bien el número de muertos
republicanos era inferior al del béllido nacionalista, eran casi equivalentes. Desde su posÍ­
ción privilegiada para llevar adelante su investigación, Salas Lan-azábal se adelantaba a
las voces que hubieran podido reclamar la memoria de la represión franquista. Pretendía
así cerrar el asunto de los números de las víctimas de la guerra, frente a las necesidades de
la reconciliación y del olvido.
Además de desmontar la tramposa metodología de Salas Larrazábal, Alberto Reig
Tapia reivindicaba el derecho y la necesidad de escribir sobre la represión de
establecer los datos, no C01110 contraofensiva frente al séquito de manipulaciones desde la
misma Causa general, sino sencillamentepam que dejara de imperar el silencio sobre los
sufrimientos de media Espafta:
"La aceptación de la mayoría, resignada de unos y tranquilizadora para otros,
de silenciar, ocultar parte de nuestra memoria histórica, parece evidente. Los
beneficios políticos e incluso sociales que de ello habrían de derivarse no aca­
ban de estar muy claros, a pesar de que tal parece que ha sido la fmalidad de
ese consenso implícitamente acordado. Realmenteparece excesivo que
hecho de esto una razón de Estado hasta el punto de dificultar la investigación
histórica" .8

Finali?.adala transición, incluso reconociendo los beneficios de cierto olvido y discre­


ción sobre el tema de la guerra, Alberto Tapia apuntaba que precisamente la violen­
cia franquista había sido el tema más el que más convenientemente se
tratado de olvidar. Pasados los momentos de tensión e incertidumbre en cuanto a la tran~
a la democracia, le parecía esencial rescatar la memoria de esta violencia. Consta­
tando la deficiencia del tratamiento del tenIa de la represión, encontraba para ello tres
razones principales. La primera, la razón política debida a una especie de silen­
cio doblando el de la Moncloa; la segunda la exagerada y casi exclusiva atención
......""t·,rl" al enfoque cuantitativo, tomando la estadística por la ciencia y olvidándose de
distinguir problemas y seguir un método ri/,,'Ufoso. La tercera y última era de orden

REIG TAPIA, Alberto "Collsideraciol1esmetodológicas para el estudio de larepresióll franquista


en la guerra civil", en Sistema, núm. 1979, pp. 79-128; también del mismo autor Ideología
e historia: sobre la represión franquista y la guerra civil, Prólogo de Manuel Tuñón de Lara,
Akal, Madrid, 1986.
REJG TAPIA, Alberto Ideologia e historia ... , cit., p. 25.

- 108 ­
prohistoria 5 - IDO 1
sociológico: el hecho de que en períodos de crisis económica aumentase la indiferencia
social por todo lo que no toca directamente el destino individual y concreto de las perso­
nas. Finalmente, denunciaba la tendencia a poner en paralelo los dos terrores, argumen­
tando que en un caso, el franquista, se había tratado de una forma de acción política
progranlada y claramente asumida desde el poder, cualesquiera que fuesen sus fonnas, y
ejecutada desde los centros operacionales. Añadía que los responsables de este bando
sabían lo que hacían y podían haber tennmado pronto con ello; incluso admitía que en un
principio había habido brotes de violencia vengativa más o menos espontánea. En cam­
bio, en el campo republicano, el derrumbanriento del poder estatal y el surginriento de
múltiples poderes en forma de comités, habían impedido dur.mte mucho tiempo al gobier­
no legítimo controlar y detener la violencia y los asesinatos, "explosión rudimentaria de
pasiones de clases soterradas, no programada como armapolítica".9

La constitución de una historiografía de la represión )lUra una "guerra fratricida"


Desde estas fechas enlas que Alberto Reig Tapia impugnaba los escritos de Jesús Salas
Larrazábal, hanido apareciendo numerosos estudios sobre lo que es conveniente llatilar "la
represión" o, algunas veces, "las represiones". La importancia de corregir las cifras dadas
por el militar-historiador se hlzo sentir en diversos autores, desembocando en una contra­
dicción rotunda de sus cálculos. La obra modélica de este "contar muertos" fue la de Josep
María Solé i Sabaté y Joan Villarroya i Font, resultado de diez años de investigación con­
junta sobre la represión en la retaguardia catalana. 10 El primer volumen de la obra propone
una descripción general de los acontecimientos represivos y los cuadros legales en Catalu­
ña, haciendo U1la recopilación de datos a los que añadían los ~emplos cosechados en los
pueblos. Las últimas páginas están consagradas a los cuadros y las curvas derivadas de su
estudio cuantitativo. Un segundo volumen ofrece la lista de los 8.360 muertos (frente a los
14.486 que sumaba Jesús Salas Larrazábal en su libro de 1989)Y
Los años 19805. y 1990s. vieron florecer bastantes estudios regionales sobre el conflic­
to, apuntando todos a con-ecciones semejantes respecto a las cifras establecidas a.'ltaño
porJesús Salas. 12 La última etapa llegó con la publicación, en 1999, de1libro colectivo

TIJÑÓNDE LARA, Manuel "Prólogo" en REIG TAPIA, Alberto Ideología e historia: sobre la
represión franquista y la guenu civil, Akal, Madrid, 1986.
10 SOLÉ 1 SABATÉ, Josep María y VILLARROYA 1 FONT, JoanLa repressió a la guerra ya la
postguerra a la comarca del A4aresme (1936-1945), Biblioteca Serra d' Or, Barcelona, 1983, 2
volúmenes.
II SALAS LARRAZÁBAL, Jesús La repressió a fa reraguarda de Catalunya (1936-1939),
Publicacions de l'Abadia de Montserrat, Barcelona, 1989.

12 En particular, véase GABARDA CEBELLÁN, Vicente E/s af.Jsellaments al Pais Valenciá (1938­
1956), Altons el Magnánim, Valencia, 1993; GABARDA CEBELIJÁN, Vicente La represión
en la retaguardia republicana. País Valenciano (1936-1939), AlfollselMagnánim, Valencia,
1996; HERNÁNDEZ GARCÍA, Antonio La represión en La Rioja durante la guerm civil,

- 109 ­
FR-\N<;:oIS UCiDlC;HE.Au,"La represión..."

Víctimas de la Guerra Civil, que realiza 1illa síntesis de todos estos trabajos en forma de
IDl relatode las represiones al que sigue un anexo dedicado a las eifras.1>
En la mayoría de estos escritos yen la producción global sobre el tema de la represión,
está presente una tensión creada por las implicaciones memoriales de la cuestión. El
consenso político, durante los rulos de la transición para acallar las posibles resurgenCÍas
de los problemas de la gucrra civiL consenso que generó una especie de "deber de olvido",

Hemández 1984; HERRERO BALSA, Gregario y HERNÁNDEZ GARCÍA,


Antonio La Represión en Soria d¡¡¡w¡fe Ía gtlen'a civil, Hernández Garcí8;, 1992; CHAVES
ru.,.M.'~J}'h5. Julián La represión en la provincia de Cáceres durante la Guerra Civil (1936­
1939), Universidad de EXÍl:\,"llladura, Cáceres, 1995; BARNlAL VEGA,

1I11/1_n.n m,(J1'p i936), Ateneo Obrero de

¡justicia revolucionaria. El
1995; CASANOVA, JUliáJl et al.
violencia en (1936-1939), Siglo XXI, l\ladrid, 1992; CENARRO Ángela
El fin de la esperallza:fascismo y guerra civil en la provincia de Ten/el (1936-1939), Diputación
Provincial, 1996;r'\LL<\ Ev'.JRANDA, Francisco In gueml civil en Ir, reú'1f'1.lian1lC1.
y revolución en la provincia de Ciudad real, Diputación de Ciudad
ORS MONTENEGRO, l'vtiguelLa represión de guefTa y posguerra en
(1936-1945), Institut de Cultura Juan Gil Albert, Valencia, 1995;
MUÑOZ, Rafael Política y Guerra Civil eH Almería,
."'.L;'-.tU''''~.I.''"L, J\llarÍa Elena La represión en A..sturias. en la cárcel del
1994; GARCÍA PIÑEIRO, Ramón Los mineros aSTUrianos bajo
el/hmquismo (1937--1962), Fundación Prh-uero de J\1<1yo, 1990; MORENO GÓJ\1EZ,
FrallciscoLa guerra civil en Córdoba (1936-1939), Alpuerto,Madrid, 1985; GIL BRACERO,
Rafael Granada: jaque a la República, Caja general de Ahonus de ('n'anada, 1998;
ESPINOSA MAESTRE, Francisco La guerra civil en fIuelva, Diputación proVlllcial de Huelva,
Huelv8;, 1996; CIFUENTES CHUECA, Julia y MALUENDA PONS, Pilar El asalto a la
República. Los delfranquismo en Zaragoza (1936-1939), Institución Femando el
Católico, 1995; NADAL, Antonio Guerra civil en Málaga, Arguval, Málaga, 1984;
Navarra 1936. De la esperanza al terror, Altaffaylla Kultur TaÍaIl8;, 1986; ORTIZ
llJ'Jcu.'U'~'. Juan Sevilla: del golpe militar a la gt/enr.z civil, Imprenta Vístalegre, Córdob8;,
1998; SALAS, NicolásSevillafi/!! la ciave: república, alzamiento, gt/erra civil (1931-1939),
Castillejo, Sevi1l8;, 1992; GARCÍA LUIS, Ricardo La justicia de los rebeldes: los fusilados en
Santa Cnlz de Tenerije (1936-1940), Tegueste, Santa Cruz de Tenerife, 1994; SABÍN
RODRÍGUEZ, José MariaPrisión ymuerte en la E5paña de postguerra, Anaya-Mario Muclmik,
Madrid, 1990; GALLARDO MORENO, Jacinta La guen'a civil en La Serena, Diputación
Provincial, Badajoz, 1994; RllliIÓ DÍAZ, Manuel y GÓMEZ ZAFRA, SilvestreAlmendralejo
(1930-1941), Los Santos de Maimona, Bad¡tioz, 1987; COBO ROMERO, Francisco LagUe17r.z
civil y la represión franquista en la provincia de Jaén (1936-1950), Diputación Provincial de
Jaén, Jaén, 1993; NÚÑEZ, Mercedes Cárcel de Ventas, Librairie du Glabe, París, 1967;
GONZÁLEZ MARTÍNEZ, Cannen Guerra civil en A4urcia. Un análisis sobre le poder y los
comportamientos colectivos, Universidad de Mureia, Murcia, 1999.
13 JULIA, Santos (coord.) Víctimas de la guerm civil, cit. La primera parte sobre las represiones

- 110­
prohistoria 5 • 2001
frustró la memoria de los vencidos y principales damnificados por el franquismo. La
forma de llegar a un acuerdo tácito sobre 10 que había sido la guerra civil pasó por el tema
de la guerra entre hennanos: hermanos habían matado a hennanos, los españoles habían
sido víctimas de un ataque colectivo de locura mortífera y había que impedir cualquier
rebrote de enfrentamiento fratricida. Este miedo y la actitud consistente en silenciar o
evitar los conflictos propiciaron una transición pacífica y el nacer de un espíritu negocia­
dor y de consenso. Una de las razones del éxito de esta ideología fue que emanaba tanto
del bando antifranquista (ver en particular la política de reconciliación y olvido
promocionada por el Partido Comunista de Espafia, PCE, a partir del abandono de la
lucha arrnada a finales de los 1940) como del franquista; otra razón, y no la menor, era la
profundidad de los desgarros producidos por el conflicto, y la necesidad, a la escala de la
familia y del pueblo, de callar y olvidar ciertas cosas para reconstruir una convivencia y
continuarvivíendo: el traspaso de esta actitud a la escala de la política y del estado resultó
obvio para muchos españoles. Así, mientras los historiadores peninsulares empezaban a
reapropiarse la historia de la guerra civil mediante numerosos estudios, libros, a.-rtículos,
encuentros y tesis doctorales, quedó consensuado entre los mass media y, por ende, entre
el gran público, que la guerra había sido aquel conflicto fratricida que durante la transi­
ción sinrió como tema a unos y otros para pregonar su voluntad de diálogo y su disponibi­
lidad para un proceso pacífico. 14
En este doble y contradictorio movimiento entre la búsqueda de un mejor conocimien­
to del conflicto y la necesidad del olvido (sentida por casi todos), el tema de la represión,
al igual que otros problemas, sufrió una deformación en su interpretación global. Esta
defonnación permitía encajar esta cuestión tan delicada con la necesidad de pacíficaci6n

republicanas y nacionalistas hasta mayo de 1937 cayó a cargo de Julián Casanova, la segunda,
que corre hasta el final de la guerra, fue a cargo de JoSt.j) Maria Solé i Sabaté y de Joan Villaroya
i Font, y la tercera, dedicada a la represión de postguerra franquista (hasta 1949) la escribió
Francisco Moreno. Sobre la contabilidad de las víctimas mortales de las represiones, los autores,
basándose en los estudios regionales aludidos llegan, para la represión franquista, a tUl total de
72.527 ejecuciones en las 24 provincias (la suma de muertos a partir de los datos de Salas llega
a 34.250, o sea, menos de la mitad). Estiman que habría que doblar esta citra para llegar al total
de la represión franquista en toda España. Para el campo republicano, la evalúan a 37.843
víctimas en vez de 60.628 entre las 22 provincias estudiadas, 10 que llevaría a lIDa represión
republicana de 50.000 muertos en vez de los 70.000 atnbuidos por los historiadoresdelrégímen.
14 Este seria para mí el principal de esos mitos que, según Alberto Reig Tapia, las investigaciones
no logran trastornar, por una parte porque muchos se inscriben en esta visión de las cosas y por
otra porque es el punto de vista que se ha beneticiado del rnayor apoyo político y mediático a la
horade consensuare! olvido, que, repito, la mayoria de los españoles sintieron como necesario.
Paloma Aguilarnos recuerda en su libro A4emona y olvido de la guenu civil (Alianza Editorial,
Madrid, 1996) que hubo un momento en que unos y otros podían lanzarse a la cabeza el insulto
"revanchista" (si bien su uso surgió primero entre los franquistas), quedando claro para todos
que había un tipo de actitud que no terúa derecho de ciudad.

• 111 ­
FRAN<;Ols GoDlCHEAU, "La represión..."

del discurso acerca de la guerra. Otros temas y acontecimientos fueron y siguen


distorsionados en el "conocimiento" básico y común de la guerra, componiendo una sarta
de "mitos" que el trabajo constante de los historiadores para arrojar luces nuevas sobre los
problemas no logra vencer. 15 Estas defonnaciones son fruto de manipulaciones políticas
intervenidas no sólo durante toda la dictadura por medio de la propaganda sino también
durante la misma Transición. La propia evolución de la propaganda franquista desde los
temas de la "cruzada" y del aplastamiento necesario de la "antiespaña" hasta los de la
necesidad de reconciliación, de la guerra infeliz entre hermanos, de la gran tragedia,
diseñó la manera particular de considerar ciertas cuestiones, entre ellas, la de la repre­
sión. El resultado de aquello fue la puesta en paralelo, ya señalada, de las dos represiones,
en los libros de Jesús Salas Larrazábal, que recibió la respuesta que hemos visto. 16 Al
mismo tiempo, la acumulación de nuevos datos y el ansia de reconocimiento de los sufri­
mientos de las víctimas del franquismo progresaban en oposición a los imperativos de
olvido, tendiendo a contradecir la ideología del "ni vencedores, ni vencidos".

Una síntesis reciente se ofrece como balance


El estado actual de la cuestión, tal y como se nos presenta con el volumen Víctimas de
la Guerra Civil refleja el peso de los problemas memoriales y las tensiones que siguen
existiendo alrededor del recuerdo de la guerra. La tesis de Tmlón de Lara y Alberto Reig
Tapia sobre la diferencia de esencia entre las dos represiones, imperante durante unos
diez años, se ha visto contestada por autores de monografías locales como Miguel Ors

15 REIG TAPIA, Alberto AJemoria de la Guerra Civil. Los mitos de la fribu, Alianza, Madrid,
1999; entre estos "rnitos", destacan el de la inevitabilidad de la guerra, el de la resistencia
rebelde en el Alcázar de Toledo, el de Madrid, "capital de la Gloria y del Dolor", el del papel de
los intelectuales y muchos más.
16 Fundo estas líneas sobre los trabajos de AGUILAR Paloma Alemoria y olvido... cit.; de la
autora, "Collective Memory ofthe Spanish Civil War: the case ofthe Polítical Anmesty in fue
Spanish Transition to Dernocracy ", WorfdngPaper, InstiMo Juan March, Madrid, 1996. También
pelmiten aclarar la génesis de estas distorsiones y la cuestión del olvido los
títulos MICHAEL, Richards Un tiempo de silencio. La guerra civil y la cultuIV de
la represión en la España de Franco (1936-1945), Critica, Barcelona, 1999; ALVARES OSÉS,
José Antonio; Ignacio; lIARO SABAlER, Juan; GONZÁLEZ MUÑoz, María
del CarmenLa guerra que aprendieron los espmloles. República y Guerra Civil en los textos de
bachillerato (1938-1983), Los libros de la Catarata, Madrid, 2000; ARÓSlEGUI SÁNCHEZ,
Julio "Lamemoria de la gucrra civil en la sociedad española de la trdIlSición", en BERNECKER,
Walthcr' (comp.) De la Guerra Civil a la Transición.lv/emaria histórica, cambio de valores y
conciencia colectiva, N\c'ueFolge, mUTI. 9, Augsbtrrg, 1998, pp. 38-69. Puede Imber discrepancias
acerca del origen de la propaganda sobre la guerra fratricida, la gran tragedia y la necesidad de
olvido. Si bien Paloma Aguilar deja bastante claro que eso tue una estrategia a la vez del
réginlen y de que veían en ello un buen camino hacia una transición pacífica y una
tabla de salvación, Santos Jllliá, en el prólogo a Víctimas de la guen'a civil, recuerda que antes
prohistoria 5 2001a

Montenegro, que la califica nada menos que de romántica. 17 Para él, no se puede oponer
una organizada por un lado a una represión incontrolada por otro: los partidos
y las organizaciones dominantes en el campo republicano tienen una responsabilidad
aplastante en la represión, tan grande como la de las autoridades franquistas en su propio
campo.
En la primera parte del libro Víctimas de la Guerra Civil, Julián Casanova parece
adherirse a este planteamiento, ya que pone especial empello en tratar paralelamente las
dos represiones: el primer capítulo trat'l de las matanzas iniciales en los dos campos; el
segundo de la "violencia al servicio del orden" (franquista) y el tercero de "la violencia
desde abajo" en el territorio leal. Este último capítulo se interesa por la evolución de un
"terror caliente" frente a un "terror frío" en los dos campos, empezando por plantear el
paralelismo de esta manera:
"La concentración del poder no resultó fácil, ni siquiera en el bando insurgen­
te donde todo parecía destinado al mando supremo del general Franco y cuya
autoridad, sin embargo, fue bastante menos omnipotente de lo que se pinta.
Pero había indicios de cambio y, para lo que aquí interesa, pruebas claras de
que el terror se estaba controlando en los dos bandos desde arriba: las sacas y
paseos cayeron en picado; los asesinatos decrecieron considerablemente. El
terror, como la atmósfera, se enfrió, inaugurando una fase de violencia legal,
pasada por los tribunales". 18

Entendemos que unos aportes recientes de la investigación penniten romper con la


oposición entre un terror controlado franquista y un terror incontrolado del otro lado.
Puede haber un debate sobre las condiciones del paso del terror caliente al terror frío en el
territorio republicano (me parece que tienen más que ver con la evolución de la luchas
internas por el poder que con una decisión controlada de enfríar la represión), puede
haber nuevas aportaciones sobre los fenómenos de la violencia y la política, de la violen­
cia y el poder; lo cierto es que la cuestión permanece abierta. Pero de ahí a establecer un
paralelismo tan riguroso, me parece que hay más un paso. Es como si el autor -que ha

de todo, fueron los opositores, comunistas y no comunistas, a partir de los años cincuenta,
quienes empezaron a hablar de guerra fratricida y de reconciliación: "no a los años de la transición,
sino a ellos, a los que, aun habiéndolo sufrido, recitaron ese pasado como guerra fratricida, es a
quienes debemos en su origen la decisión de olvidar". Sobre esto se puede aducir que, aun
teniendo los opositores la iniciativa de este discurso, mucho antes de los detensores del régimen,
fue su utilización por las elites vinculadas a éste la que contó más, desde el punto de vista de la
capacidadmediática. Fuesen o no empujados a este cambio de posiciones por la oposición, las
elites del franquismo asunúeron perü~ctamellte este discurso hastaesgl'imirlo en todas ocasiones
y descalificar al adversario tachándolo de "revanchista", lo que en la escala de valores
pacificadores que se estaba fOljando venia a ser la actitud más negativa posible.
17 ORS MONTEl\TEGRO, ~figuelLa represión de guerra... , dt..

lS JUUÁ, Santos Violencia política en la EspaPía del siglo XX, Taurus, Madrid, 2000, p. 160.

- 113 ~
\JODIC1-IEAU, "La represión..."
demostrado en más de un libro que no es participe de la ideolo!:,>1a de la guerra fratricida y
que ha contribuido en gran manera a renovar los estudios en este canlpo- estuviera, sin
embargo, influenciado por la manera tradicional de plantear la cuestión de la represión;
es como si en un libro sobre las víctimas de la h'Uerra, el paralelismo se impusiera a pesar
del autor, como un rasgo obligatorio del subgénero "historia de la represión de la Guerra
civil". El paralelismo se encuentra también, de manera más clara aún, bajo la pluma de
Josep Maria Solé i Sabaté, en otro volumen colectivo de reciente publicación. 19 Parajus­
tificar el empleo del plural para el título del capítulo "las represiones", Solé i Sabaté nos
explica:

"Existió una gran multiplicidad de modelos represivos. En efecto, podemos


hablar de pluralidad espacial (represión en la zona sublevada yen la republi­
cana, en las zonas rurales yen las urbanas, en los frentes y en las retaguar­
dias); pluralidad temporal (durante la guerra ya lo largo de la interminable
posguerra, o posguerra civil, como la han definido algunos autores), plurali­
dad de represores y de víctimas (obreros, campesinos, religiosos, profesionales
del ejército, sindicalistas, militantes de partidos politicos, intelectuales y per­
sonalidades del mundo de la cultura, propietarios, industriales, delincuentes
comunes, etc.), pluralidad de causas (militares, políticas y sociales, religio­
sas ... envidias y odios personales ...), pluralidad de formas (asesinatos, ~jecu­
dones, violencias de todo tipo, desde las agresiones físicas hasta la violación
del ser más intimo de una persona, robos, desapariciones, exilio, prisión, des­
tierro, opresión linguistica y cultural, e:X1Jlotación salarial y en las condiciones
de trabajo, concesión de privilegios a los vencedores, depuraciones vengativas
y arbitrarias, necesidad dlscliminatorla de salvoconductos y avales, campos de
concentración, batallones de trabajo forzados, familias separadas ... ) y muchos
años de miedo, hambre, miseria y desesperanza. "20

Esta enunleración que mezcla las 'Víctimas con los verdugos, parte de la ideología de la
guerra fratricida, como d~ja ver el párrafo si.!,'Uiente: "son muchos los conceptos y las mo­
dalidades de la violencia originada por un golpe de Estado fracasado que dio lugar a una
guerra civil en la que la palabra represión no representa sino la punta del iceberg en el que
miles de personas vieron truncadas para siempre sns vidas." 21 Sin embargo, en este mismo
escrito como en el libro Víctimas de la Guerra Civil, se puede constatar que durante los
veinte y pocos años que han pasado desde la Transición, la ideología de la guerra fratricida

19 1 SABATÉ, JosepMaría "Las represiones", enPAYNE, Stanleyy TUSELL, Javier (eds.)


La guerra civil. Una nueva visión del conflicto que dividió Espaila, Temas de Hoy, Madrid,
1996, pp. 585-607.
20 SOLÉ! SABATÉ, Josep Maria ,cit., pp. 585-586.
21 SOLÉ 1 SABATÉ, Josep Maria "Las , cit.

- 114­
prohistoria 5 • 2001
ha tenido que hacer un lugar a la reivindicación de la memoria de los vencidos y
represaliados por el franquismo. Así, mientras que en 1986, en un mismo encargo sobre la
represión, Josep ~1arla Solé i Sabaté y Joan Villarroya sólo escribian sobre las dos represio­
nes intervenidas entre 1936 y 1939, diez años después, en la contribución titulada "Las
represiones", Solé i Sabaté incluye naturalmente la represión franquista de postguerra. 22
En diez años, además, varios autores, entre los que cabe citar Julián Casanova Ruiz,
Ángela Cenarro Lagunas, Francisco Cobo Romero y Miguel Ors Montenegro, escribieron
mlOS volúmenes donde cabía el estudio de la violencia desatada con la guerra y durante
varios atlOS después de ella, tal y como los dos historiadores catalatleS 10 habían hecho ya
en 1983 con la comarca del Maresme. 23 En Victimas de la Guerra Civil, de las tres partes,
la que cuenta la represión de postguerra es la más importante en número de páginas. En
ella, Francisco Moreno se exiiende a veces con bastante precisión y un tono que es el de la
recuperación de la memoria de las víctimas del franquismo, sobre las diferentes formas de
la represión ejercida porla dictadura hasta 1949. De hecho, no puede haber, en ellibro en
conjunto, un paralelismo entre la violencia ejercida por los dos batIdos; cuanto mucho,
éste se ve torcido por la inclusión de la represión franquista de postguerra. Como "'Hl""'.»,
el libro cumple con su cometido de tenninar con las polémicas y pacificar el tema. Es
portador, en parte por esta tensión que acabatnos de subrayar, de futuras criticas y discu­
siones sobre lo que se debe incluir en la represión y cómo conceptualizar la violencia de
aquella época. El titulo mismo ret1eja la evolución que ha conocido el tema: a pesar de ser
la conclusión y remate de la historia de la represión, prefiere el término de "víctimas"
como si declarara posible el final de la denmlcia y el principio del apaciguamiento de la
memoria. 24

Historia de la guerra civil c historia de la reprcsión como género y subgénero


Existe una "historia de la represión" , como" existe" también una "historia de la guerra
civil". Esta última es casi un género aparte de la historia contemporánea, con sus méto­
dos, sus clásicos, sus debates y problemáticas "tradicionales". Aquélla se ha constituido
como un subgénero. La constitución de tales género y subgénero, como terreno extranjero
al resto de los objetos de los que se ocupa la historia contemporánea, viene de11astre

22 El encargo de 1986 era para la serie dedicada por Hist01ia 16 a la Guerra Civil.
23 SOLÉ 1SABATÉ, Josep Maria y VILLARROYA 1FONT, JoanLa repressió a la guerra...cit.
Debemos citar también ulllibro UllpoCO posterior de los mi&lliOS autores: La repressiófiunquista
a Catalunya (1938-1953),62, Barcelona, 1985.
24 No deja parella de plantear un serio problema este titulo. En efecto, al incluir los represaliados
por el franqulsmo hasta 1949 en las "víctimas de la guerra civil", el hbro parece realizar Ulla
separación en el franquismo. ¿Aquellos represaliados de 1939 a 1949 acaso serian más víctimas
de la guerra civil que del franquismo? La fórnmlano deja de ser problemática en cuanto pemúte
interpretaciones que sin duela los autores no compartirían. La techa misma de 1949 no es la que
se practica en otros libros con semejante tema y deja también lugar a discusiones.

- 11 5­
FRANCOIS GoDlCHEAU,

emocional y memorial que pesa sobre los aIlos 1936 a 1939. Y ello no sólo por el impera­
tivo de olvido dado durante la Transición y mantenido después, sino también porque este
imperativo tiene su oligen, su punto de partida, en varios decenios de propaganda fran­
quista, de recuerdo obligatorio de cierta historia. La forma en la que se hizo la historia de
la guerra civil, durante muchos mIos desde el exterior (y sin o con muy poca documenta­
ción arclúvística), se entremezcló con los debates que agitaban las diferentes fracciones
de los vencidos. T,mlbién con la apropiación de la historia de la guerra desde España en
los momentos de la recuperación, que coincidió con centenares de memorias y monografías
testimoniales. Todo esto ha pesado en la manera de abordar la guerra por parte de los
historiadores profesionales. De hecho, parece como si este objeto de memorias y olvidos
actuara como un polo de con los investigadores que bUSCaIl hacer una historia
acorde con metodológicas y problemáticas del momento actual. Cuan­
to más polémica es la temática elegida dentro de la historia del conflicto, más parece que
no habria nada que o que más vale no hacerlo.
La represión funciona como un subgénero, no sólo porque se sabe de inmediato de qué
se trata cuando uno el sino también porque esta historia se ha elaborado
en medio de una tensión memoria-olvido bien particular, y bajo lh'13S formas bastante
predeternulladas. Una de las características principales de los libros o capítulos que tratan
de la represión es el de un relato más o menos corto (desde un volumen
entero en Solé y Villarroya hasta quince páginas en Gabarda Cebellán) a una contabilidad
o mlaS listas de muertos. Pocas veces el térnlino represión, aplicado a la guerra civil, da
lugar a otro tipo de historia. 25 Pocas veces, un autor adjetiva la represión y anlplia el
concepto hasta tratar de otra represión que no fuera asesinatos y matanzas. 26 Ángela Ce­
narro Lagunas resume los defectos de esta reciente historiografía de la represión:
"La llegada del nuevo de libertades ofreció la ocasión a todos los que
habían tenido que callar durante cuarenta aftoso Su afán de reivindicar las muer­
tes silenciadas ha tenido como resultado la denuncia de la violencia ejercida por
el ejército sublevado y la publicación de monografías locales oreh>lOnales que se
han centrado en el recuento detallado de las víctimas de la represión y de un
sinfínde sucesos más o menos escabrosos: desenterrar cuanto más muertos m~ior
era una buena forma de demostrdr lo cruenta que fue la pasada dictadura. Estos

25 Como ~iemplos de est,,;;; excepciones, citemos en particular el trabajo deCENARRO LAGUNAS,


Ángela El fin de la . FERNÁNDEZ PRIETO, Luis "Represión franquista y
desarticulación social en ('18] icia. La destl1lcción de la organización societaria campesina (1936­
1942)", Historia núm. 15, 1993,p. 49-65.
26 Un buen ejemplo es Glicerio La República contra los rebeldes y los
desafectos. La represión económica durante la guerra civil, Universidad de Alicante, Alicante,
1991. Hay que este autor no es propiamente dicho un estudioso de "la represión"
tal como se suele Su tema de investigación principal, además de éste, ha
sido la historia de la justicia republicana durante la guerra.

" 116­
prohistoria 5 2001a

afanes iban teñidos de una tenue y pretendida objetividad, presidida por el lema
de que los hechos no mienten, o bien de una visión maniquea que repetía el
esquema de la historio grafía más ideologizada Se ruladia además el interés por
aprender de la historia (pues para el grueso de la población depoco sirve si no es
para extraer conclusiones que permitrul mejorar el futuro), exhibiendo una serie
de barbaridades que los españoles no deberian repetir jamás". 27

Además de la morbosidad presente en muchos escritos, se puede notar la falta de


reflexión de conjunto sobre la palabra represión: parece que, fuera de la distinción de un
campo republicano y de otro rebelde, no cupieran más disquisiciones y que todo lo que
tenga que ver con asesinatos o hechos violentos tuviera que entrar bajo la categoria de
represión. Esto plantea un problema, particularmente cuando en casi todas las obras que
tratan de lo que ocurrió en Cataluña se mezcla la represión sufrida por la extrema izquier­
da después de los hechos de mayo de 1937 en Barcelona28 y la represión contra la gente de
derechas, el personal religioso y los militares sublevados. Si todo es represión, ¿qué con­
tenido tiene por fm este concepto? Todavía más: ¿se hacen prebJUntas para saber si es un
concepto o no y cuáles son sus límites?
La existencia del debate sobre la crueldad y la violencia de guerra de cada bando y la
aceptación porparte del historiador de este cuadro comparativo fijado por la memoria, hace
dífícilla deconstrucción de conceptos, necesaria para ir más allá del relato de malas accio­
nes. Situarse en la "historia de la represión" en vez de una historia de la violencia política
aplicada a la guerra (a la que convendría llrunar de algún modo) hace que el enfoque de las
responsabilidades de unos y de otros, de fulano, de mengano, de este factor o de aquél, se
imponga a expensas de cualquier otro. De este modo, el estudio de los procesos de toma de
decisión se convierte en mera repartición de las responsabilidades, sea equilibrándolas en­
tre todos los escalones, sea privilegiando los más bajos o los más altos.

Hacia la normalización de la guerra civil como terreno de investigación


El libro Víctimas de la Guerra Civil, como hemos dicho, integra algunas cuestiones
como la distinción conceptual entre dos terrores; pero la inclusión de la represión econó­
mica, de la marginación social, etc., sólo se hace en la tercera parte de la obra, que descri­
be la represión de postguerra, y que no puede ignorar estos temas y estas distinciones

27 CENARRO LAGUNAS, ÁllgelaElfin de la esperanza... cit.,p. 11.


28 Los primeros días de mayo de 1937 vieron enfrentarse en Barcelona las fuerzas anarquistas y del
Partido Obrero de UnitlcaciónMarxista (POUM), partido comunista antiestalinista, a las tuerLas
de la policía apoyadas por el partido republicano Esquerra Republicana de Catalunya (ERe) y el
Partido Socialista Unificado de Catalrnla (PSUC), que em el Partido comunista en esta región.
Resultaron muertos varios centenares de combatientes, y los hechos desencadenaron la
recuperación detlnitiva por parte del Estado, del monopolio de la violencia pública, recuperación
que fue acompañada de una represión contra los perdedores, anarquistas y poumistas.

- 117 ­
FRANi;OlS GoDlCHEAU, "Larepresíón..."

tratándose del franquismo. Ahora bien, el libro se sitúa en la línea de las historias de la
represión, está dirigido al gran público, yal contrario de lo que anuncia la contraportada,
apOlia, para las dos primeras partes en particular, muy pocas novedades. Si bien no es un
libro que aborde la contabilidad (sólo el anexo toca el tema del balance cifrado), se limita
a ser una descripción y no propone al lector unas líneas de problematización de la cues­
tión: menos que un fenómeno histórico cuya singularidad y excepcional violencia tendría
que ocasionar muchas preguntas, siendo un séquito de hechos horrorosos, a veces
clasificados por categoria, a veces por provincias, del que se nos propone un recordatorio.
Sin embargo, el hecho deponerpunto final a la "lústoria de la represión" tal y como la
hemos conocido (lo que este libro hace muy bien) me parece indispensable para poder
emprender otro tipo de historia, para, como mínimo, poder aplicar al período 1936-1939
las herramientas conceptuales que se han forjado sobre otros períodos o en otros países.
Cerrado el debate y terminada la historia específica de la represión, la guerra civil puede
venir a ser un terreno de investigación "normal", es decir, dejar de ser un coto reservado
para polémicas de especialistas del conflicto, y reintegrarse al siglo veinte español y euro­
peo, y a las problemMicas que ahí se El mismo Julián Casanova liam3 a abrir el
tema mediante una perspectiva con la Europa de los años 1930, única fom13
de renovar un marco interpretativo global sobre la guerra, que a causa de las implicaciones
memoriales del conflicto ha permanecido intocado desde hace decenios. 29
Alberto Reig Tapia, reconociendo que este libro es "una exigencia historiográfica in­
eludible para acallar las reiteradas manipulaciones que sobre la lacerante cuestión de la
represión nunca han dejado de hacerse desde tribunas y platafomlas mediáticas ajenas a
la historiografia", llama, no obstante, a una continuación del trabajo: "los autores, basán­
dose en los estudios sectoriales ya intentan una síntesis y una visión general
sobre la que, no obstante, habrá que seguir insistiendo con mayor reposo", porque, a partir
de ahí, "todo abunda en la constatación de la normalización de la Guerra Civil y del
franquismo como exclusivo objeto de estudio y no como mera arma ideológica partidista
en querellas de índole estrictamente políticas".3°
En efecto, el tema de la represión es particularmente interesante como punto de obser·
vación para constatar la transfonnaCÍón o no de la guerra civil en objeto de estudio nor­
malizado, es decir, para ver si nuevos estudios ayudan a asmnirplenamente el conflicto y
a la inversa, si un real olvido a base de un conocimiento desmitificado, puede devolver
estos tres rulos a unos estudios históricos algo más liberados del lastre de memoria que
siguen arrastrando. No sólo hay que "seguir rescatando la memoria de la guerra, la me­
moria democrática, de la angosta morada donde quedó relegada durante tantos años por
la prepotencia y el cainismo de los eternamente vencedores, primero, y cierto y discutible

2 9 CASANOVA, Julián "Guena civil, ¿lucha de cla'leS?: el difícil ejercicio de reconstmirel pa'lado",
Historia social, núm. 20, otoño 1994, pp. 135-150.
30 REIG TAPlA., Alberto A1en/aria de la Guerra Civil..., cit.,p. 327, el énfasis es mío.

- 118 ­
prohistoria 5 - 2001
pragmatismo de no pocos demócratas, después", sino también" desmitificar algunos suce­
sos y devolverles su primera esencia para que queden más acordes la historia y la memoria
sin más aspiraciones que contribuir a que las nieblas y las ausencias del olvido ganen
transparencia y fijen el recuerdo. Para que seamos más libres para el olvido, y para el
recuerdo".'1
Poco se ha aprovechado el tema de la violencia represiva para hacer tUl estudio de los
poderes en los tiempos de guerra, un examen de lo que puede encubrir todo el discurso
sobre el control y el descontrol, sobre las dificultades del poder y las luchas internas, no
sólo entre fracciones sino también entre diversos grupos sociales. Asimismo, la insisten­
cia, a la hora de estudiar los discursos, sobre las justificaciones cínicas de unos y condenas
poco cAitosas de otros, ha ocultado otras vías de investigación que podrían ser, por qiem­
plo, comparaciones diacrónicas para cada bando entre los discursos del orden antes y
después del estallido de la guerra. Pa..ra el campo republicano, íos pocos estudios sobre
justicia que existen están desvinculados de la cuestión de la violencia política, cuando
podrían ser aprovechados para investigar acerca de la construcción de un nuevo orden
juridico-policial en un contexto de fuerte militarización y ensañadas luchas políticasY
Pard el campo rebelde, el estudio de lajustitlcación legal y, en general, de las relaciones
entre imposición de la fuerza bruta y fonllalización legal, se debería acompañar del aná­
lisis de las actitudes en el ámbito de lo jurídico. Otras vías de investigación pueden ser
destacadas, como lo ha enseñado ConxÍta Mir para la postguerra, con estudios a la escala
de los pueblos sobre las redes y estrategias locales y familiares en tomo a la violencia
represivaY
La simplicidad metodológica del tratanúento de este tema para la guerra civil aparece
cada vez más porque contrasta conIa complejidad y la calidad de las reflexiones que sobre
la represión}' la violencia se están dando en las universidades esparlo1as. Si durante un
tiempo el difícil acceso a los archivos ha podido eAlllicar cierto retraso metodológico de
los estudios sobre la guerra, sería exagerado acudir a este argumento en la actualidad,
sobre todo a la vista de 10 realizado sobre el periodo más cercailO y complicado desde el
punto de vista documental: el franquismo. Síguiendo los avances de la reflexión histórica
sobre el nazismo y el fascismo y los fenómenos de violencia a ellos ligados, un buen
número de investigadores están produciendo, acerca de este periodo, una historia muy

31 REIGTAPIA,Alberto Memoria de la Guerra Civil... , cit., citas depp. 14-15.

32 SÁNClffiZ RECIO, Glicerio Justicia y Guerra en EspaFía. Los tribunales populares (1936­
1939), Alicante, 1991; tmnbién del autor, La República contra los rebeldes ... , cit.; BARRULL,
Jaume Violencia popular ijustícia revolucion¿uia. El Tribunal P opufar de Lleida (1936- 1937) ,
Pages, Lleida, 1995. Estos libros sólo son una minima parte de lo que pemúte la documentación
judicial republicana. 111 investigación personal intenta aprovechar esta documentación y realizar
la propuesta aquí presentada.
n IvlIR CURCO, Conxita Vivir es sobrevivir. Justicia, orden y marginación en la Cataluña mm!
de postguerra, Milenio, Lleida, 2000.

- 119 ­
FRAN<;OJS 'UVU1C-nCfU'> "La represión..."

que se esfuerza porvmcular la cuestión de la represión ejercida por el régimen


con su contexto social y político. Esto significa tomar la cuestión de la violencia como una
problemática central, no por razones de memoria, sino sencillamente para entender el
funcionamiento de un régimen, la construcción y el desarrollo de una nueva sociedad, un
nuevo Estado y un entramado particular de relaciones sociales.
Las apasionantes discusiones que sobre la cuestión de la represión en la edad contem­
poránea, antes y después del conflicto, se han empezado a dar desde hace unos años en
España,34 han abordado tangencialmente la guerra civil, que sigue siendo básicamente
objeto de relatos y de la contabilidad. Más allá de la distinción entre el "terror caliente"
del verano y otoño de 1936 y el "terror frío" que siguió, distinción que schace en Vfctimas
de la Guerra Civil, los mecanismos y significados de las diferentes fonl1as de r"""'"c' I"\'"
(tanto para los grupos sociales y las sociabilidades como para las instituciones y las rela­
ciones instituciones-sociedad e abren otras cuestiones como la dis­
tinción entre verdugos y víctimas, los problemas derivados del estudio de las "''''.'IA'''''''''',
enfoques que sirven para estudiar el franquismo, y que se dejan en el zaguán cuando se
entra en el tema de la represión de guerra
La historia de la represión se ha constituido en medio de las consecuencias dramáticas
de la guerra, dictadura y exilio. Ha sido al mismo tiempo un tema doloroso de
polémica y un tema de investigación por parte de generaciones de historiadores en busca
de la recuperación de los hechos. La bat:'llla se ha situado en el terreno de los hechos
brutos, de las cifras, de lo que requeria menos interpretación y parecía hablar de por sí,
esto es, los muertos y la metodología de su contabilidad. Pero el trauma de una guerra y

34 En el número e~pecial de Ayer consag11ldo a este tema en 1994 (Violencia y política en España,
Madrid, Marcial Pons), el coordinador, Julio Aróstegui, subrayaba esta falta en las historias de
la violencia: "Los trabajos que se van produciendo, cada día con mayor asiduidad, sobre episodios
concretos de la política represiva en territorios particulares del país, de manera especial en ese
central del siglo que abarca desde 1931 hasta 1963, y que en la jerga habitual conocemos
como guerra civil y primer franquismo, una alanllante carencia de ideas y de
conceptuaciones orientativas de la lo que amenaza seriamente con convertir un
tema de trascendental importancia para el entendimiento de nuestra historia reciente en tma
mera descripción de crueldades o en un 'contar muertos', cuyos nefastos efectos no
destacar. Nuestro intento de que algún destacado especialista se encargara de este t11lta1nÍento
no ha tenido éxito", el énfasis en el de pp. 15-16. Entre los estudios reCIentes,
destacaremos los trabajos de GONZft.LEZ CALLEJA, Eduardo La razón de lafi.¡erza. Orden
público, sllbve;:~ión y violencia política en la Espaí'ía de la Restauración (1875-1917),
Madrid, 1998; y El A1ausery el sufragio. Orden público, subversión y violencia política en la
crisis de la Restauración (1917-1931), CSIC, Madrid, 1999. También ROMERO MAURA,
Joaquín La Romana del diablo. Ensayos sobre la violencia política en Espaiia, Marcial Pons,
Madrid, 2000; y JULIÁ, Santos Violencia política en la Espaí'ía del siglo XY, Madrid,
2000.

- 120­
prohistoria 5 • IDO 1

una larga dictadura modeló también los cuadros de interpretación de los hechos violentos
en aquel periodo; varias razones convergieron hacia una presentación en paralelo, todavía
imperante, de 10 que se sigue llamando con el mismo nombre, "las represiones", ocurridas
en cada bando. La dificultad de salir del marco de la guerra fratricida ha pesado sobre la
escritura de los historiadores de una manera especialmente fuerte en este tema, tema
aparte de una historia aparte, la de la bruerra civil.
Es en otro campo, el de la historia del franquísmo, donde el estudio de la represión, de
la violencia política, ha innovado recientemente: alú, al analizar el franquismo como una
realidad total, con su funcionamiento propio, sus reglas, sus actores y dinámicas internas
(roces y conflictos entre sus componentes, evoluciones y continuidades), los historiadores
han reinteh'rado la represión en un verdadero sistema, la han vuelto inteligible y sih'Ilifica­
tiva. 35 Hay que notar a este respecto el provecho que puede traer el cambio de escala, el
análisis micro de u,'larealidad (pueblo o barrio) que el investigador intenta conocer lo más
completamente posible: a la escala de un pueblo, la represión no puede ser solamente una
lista de muertos, contiene mucho, mucho más. La recuperación de los detalles precisos, de
la fuerza que tienen los testimonios, de] dolor, tan difícil de transmitir, puede hacerse
mediante este cambio de escala. Pero si se sigue esta vía, habrá que especificar en los
objetivos de la investigación la construcción conceptual de las nociones de represión y
terror, quizás empezando por diferenciar estos dos ténninos y aplicarlos a los dos fenóme­
nos no tan simétricos ocurridos de cada lado del frente. 36 Aquí surge una pregunta: ¿vale
la pena promover esta diferenciación conceptual? En realidad, tendría que formularse así:
¿qué es 10 que pretende el historiador al poner en tela de juicio la visión paralela de la
represión de guerra?
No se pretende hacer justicia del pasado. Durante estos últimos años, en Francia, se ha
debatido sobre el papel del historiador en los procesos de enjuicianriento de los criminales
de bruerra y se ha tenido que admitir que este papel era en realidad muy limitado. La
intervención real de historiadores como "peritos" en eljuicío de Maurice Papan ha sido
rechazada por varios investigadores y profesores. 37 Se acordó que 10 único que podían

35 Hay que citar aquí dos estudios entre los más interesantes para entender la violencia política
como componente principal de un sistema total y aplastante: CENARRO LAGUNAS, Ángela
Cruzados y camisas azules. Los orígenes del fascismo en Aragón (1936-1945), Prensas
Universitarias de Zaragoza, Zaragoza, 1997; MIR CURCO, COILxita Vivir es sobrevivir... , cit
36 En la contribución de Francisco Moreno al libro Víctimas de la guen'a civil, citado más arriba,
se puede obselvru' cómo, gracias ala enumeración de vruias iomtas y telTCUOS donde se verifica
el tema de la violencia, y también debido a la inserción de muchos más detalles, la in1agen de la
represión se vuelve más completa y compleja.
37 Antiguo secretario de la administración estat'11 en la ciudad de Burdeos, que participó en la
deportación de niños judíos alos campos de concentración durante la ocupación nazi en Frd11cia,
durante la segunda guerra mundial.

- 121 ­
FRAN<;:OIS GoDICHEAU, "La represión ..."

hacer era informar a la sociedad, sin más legitimidad para intervenir en un proceso judi­
cial, limitando a este papel de información su intervención en la sociedad.3g
Lo que se puede hacer, al contrario, es aportar análisis sobre regímenes y fenómenos
políticos, a partir del estudio de los hechos violentos, separar el enfoque moral que lleva a
la opinión personal sobre si el pacto de olvido es o no benéfico, del trabajo histórico sobre
el sentido político complejo y plural) de las violencias consideradas,
reintegrándolas en el sistema que las producía. Esto significa prestar atención y comparar
los discursos (político, policial, judicial, militar) sobre la represión y las prácticas de las
instituciones, trabajar sobre la coherencia intema o las contradicciones de los movimien­
tos represivos, para ver si los fenómenos estudiados hacen sistema o no, y y hasta
cuándo funciona. si se pregunta a qué orden público apuntan los fenómenos
represivos, se añade a la dimensiónjurldico-policíaca, las dimensiones sociales y políti­
cas, en la medida en que un estudio del orden engloba el orden político y el social.
De esta manera, salir del coto reservado de una historia-género literario y utili­
zar el terreno de la guerra civil para echar luz sobre su antes y sobre todo su después; en
vez de informar que el olvido tiende a hacer el
debate no habido y venir, sobre la República y la Dictadura. Si hay una
exigencia de la memoria de los vencidos, es que este debate pueda existir.

33 Para un balance sobre estas polémicas, véase CONAN, Erie y ROUSSO, Henry Vichy, un passé
qui /le passe pas, 1996, [2a. ed.]. También ROUSSO, Henry La hantise du
passé, TeA'tUel, Paris, 1998 y "'Dle Historian, a Site ofMemory", en FISHMAN, Sarah et aL
(directores) France at War. Vichycmd the Historians, Berg,NewYork, 2000.

- 122 ­
prohistorie 5 • 2001

Jurisdicciones en Tensión

Poder patriarcal, legalidad monárquica y libertad eclesiástica en las

dispensas matrimoniales del Buenos Aires virreinal*

ELSACAULA
(UNR)

Resumen
La reacción del padre, en tanto autoridad de la fmniiia, contra la libertad de elección de los
primos hennanos que habían concertado esponsales secretos, desencadenó el juicio de disen­
so matrimonial que seestudía. Demoró tres años para resolverse: entre 1802 y 18051as cortes
civiles y eclesiásticas de la ciudad de Buenos Aires y la sede arzobispal de Charcas se ocupa­
ron del pleito sin alcanzar sentencia definitiva. Se analizan las tensiones entre autori­
dad patema, legalidad monárquica y polifonía de la Iglesia americana, en el proceso de
profesionalizaci6n de la justicia letrada.

Palabras Clave
jurisdicciones - pleito fmniliar - disenso - autoridad

Abstract
The reactioll of the father, as authority of the family, against the fre..."dom of electioll of two
cousins fuat had swom secret wedding VO\VS produced the realisation ofthe trial that is being
studied. 1t took three years fol' the case to be resolved: between 1802 and 1805 the civil and
clerical courts ofthe city ofBuenos Aires and the archbishop of Charcas took parí in the trial
without reaching any detmite sentence. 111e tension between the parental authority, the
mOllarchicallegality, thepolyphony oftheAmerican Chmchand theproticiency ofthe justice
is being analysed in this article.
KCyWords
juxísdictions - fmniliar argument - disense - authority

CAULA, EIsa "Jurisdicciones en tensión. Poder patriarcal, legalidad monárquica y libertad ecle­
siástica en las dispensas matrimoniales del Buenos Aires virreina!", prohlstorta, Año V, número 5,
2001,pp 123-142.

* Este trabajo fonna parte de mi Tesis de Maestría titulada "La sociedad y el poder desde el
enfoque de Género". Agradezco amis directores Ricardo Cícerchia y Maria Inés Carzolio, así
como a mis colegas y amigos Gtiselda Tarragó, CJabliela Dalla Corte, Darío Brn.riera y a los
réferis de esta publicación por sus yaliosos comentarios a versiones previas.

- 123 ­
ELSA CAULA, "Juridicciones en tensión ... "

"Describir... es probar nuestros conocimientos retóricos ... es un 'descri­


bir para', una práctica textual a la vez codificada y fmalizada que desem­
boca en prácticas concretas o bien se trata de trabajar en lo verificable."
Philippe Hammon,
Introducción al análisis de lo descriptivo,
Edical, Buenos Aires, 1991, p. 24.

ntroducción: un relato sobre el conflicto

I A finales de la colonia, la ciudad de Buenos Aires fue escenario de un pleito


familiar que tuvo repercusiones en otrds ciudades americanas e involucró a las
máximas autoridades judiciales estatales y eclesiásticas, tanto locales como me­
tropolitanas. El pleito se C01pOriZÓ en un proceso judicial que tomó la forma de "disenso
matrimonial" y que se extendió desde 1802 hasta comienzos del año 1805. 1 El proceso
comprendió dos instancias jurisdiccionales: la fue sustanciada ante la Real Au­
diencia de Buenos Aires por Vicente Anastasio de Echevarrla para verificar, según dere­
cho, el casamiento con su prometida María Antonina y obtener el permiso supletorio del
Juez Real, solicitud que fue resuelta. en menos de doce días y que rechazó la legitimidad de
la negativa del padre de la joven, motivo por el cual Echevarrla había presentado su
pedido. La segunda instancia se verificó en la sede del Obispado de Buenos Aires y se
prolongó en el tiempo: allí debió resolverse la prohibición del grado de consan­
guinidad, ya que a la negativa del padre de Maria Antonina se sumaba el hecho de que
ella y su enanlOrado Vicente eran primos hermanos. La apelación del caso fue realizada
ante la Real Audiencia porteña y ante el Arzobispado de alarcaS, y terminó siendo re­
suelta a través de una gracia especial del Papa. Podemos conocer este complejo caso -que
supone el juego de la multiplicidad jurisdiccional en el ámbito de las dispensas matrimo­
niales- gracias a la conservación de los expedientes de los tribunales civiles por parte del
Archivo General de la Nación y del Archivo Provincial de La Plata, ambos en la provincia
de Buenos Aires, así como al hallazgo del archivo privado de los Echevarría en el Museo
Histórico "Dr Julio Marc" en Rosano, provincia de el aún hoy la
correspondencia epistolar de Vicente Anastasio Echevarrla. 2 Estos reservorios testim.o­
nian las líneas de razonamiento de los tres protagonistas principales de esta historia, a
saber, Maria Antonina, su padre, que se opuso al matrimonio, y el propio Vicente. Se
suman a estos testimonios las voces de otras personas vinculadas estrechamente a la famí­
lía, las cuales participaron a lo largo del proceso judicial.

Sobre disensos CICERCHIA, Ricardo La ·Vida maridable: Ordinary families, Buenos Aires,

1776-1850, Tesis doctoralNY, Columbia University, ] 995, Clmpter IVy V.

Archivo General de la Nación (en adelante AGN) Tribunales Civiles, Legajo E, n Q 1, años

1800-1804, C.11, Al'. 18,07/01/1803. Archivo Privado de Vicente Anastasio Echevania (en

adelante APVAE). Archivo Provincial de La Plata ( en adelante ALP).

- 124 ­
prohistorifj 5 • 2001
Comencemos por el relato de los hechos que desembocaron en el conflicto civil y ecle­
siástico. El padre de Ma.ría Antonina, don José de Echevarría y Madina, se desempefiaba
como Escribano de la Real Casa de la Moneda de Buenos Aires. Al tomar conocimiento de
que su hija de tan sólo diecisiete filOS había celebrado esponsales secretos con su primo
hermano Vicente, no sólo negó el permiso aludiendo a que su hija había consentido por
estar "seducida y engafiada, al mismo tiempo que halagada por un primo que habitaba
dentro de nuestra propia casa", sino que desencadenó un verdadero escándalo social al
expulsar de la vivienda familiar al sobrino y al obligar a su hija a pennanecer "recogida" en
la residencia de Cristóbal de AguilTe, pariente, paisano y amigo de confianza Para el jefe
de familia, la casa de A,guirre, tul prestigioso comerciante de Buenos Aires -cuya esposa era
prima hermana de la madre de Maria Antonina- era "rula casa 10 mismo que la núa, llena
de celo por la honra Dios ... en que hoy no viendo ni oyendo, ni practicando sino
labores honestas y muchos exercicios de piedad y devoción". } Como es sabido, el depósito
en un lugar distante del podía tener diversas intenciones. En ocasiones, em la esh<l­
utilizada por eclesiásticos para proteger a los novios afectados. En nuestro
caso, lamtenóón de José fue sólo una: tJrzar a su hija a cambiar de alejándola de
la posible influencia de "Tiempo tiene para que se le e:\.tinga la inclinación
que mi sobri.no a hecho que le , afirmó en una oportunídad. 4 Al privarla de
comunicación que motivaba su pretensión esperdha persuadirla y apartarla de la decisión
tomada. s El recogimiento, la garantía de una reclusión más controlada que la ofreci­
da por los conventos, supuso la reclusión de Maria A.ntonina por el lapso de tres afios hasta
que se dictó la sentencia defini.tiva, reclusión que significó, por otra parte, la exposición
pública del conflicto fan1iliary la incomunicación para los contrayentes. La disputa quedó
c1aranlente planteada entre dos premisas irreconciliables: la preeminencia del consenti­
miento de los contrayentes, o la hegemonía del consentimiento paterno.
La relación entre Vicente y María Antonina era conocida para todos los que frecuenta­
ban el círculo intimo de la familia Echeva.'TÍa. Desde el momento en que Vicente llegó a
la ciudad, fue evidente que mantenía con su prima hermana un trato calificado de
"familiarisimo". La intima c.omUllÍcacíón que conservaban hada sospechar algo más que
una simple y buena relación entre primos. Pero el temperamento del jefe de fan1Ília inspi­
raba tanto respeto y temor que los jóvenes habían acordado "a!,'Uardar las circoostancias
más propicias en que lo contemplen realmente a este designio" para anunciarle que ha­
bían celebrado" esponsales secretos aunque con la mano en reserva" porq ue aún no tenían
su consentimiento. La posibilidad de ooa negociación del conflicto al interior del espacio
doméstico sólo hubiese sido posible si una de las partes hubiese estado dispuesta a dec1i­

APVAE, doc. n° folíos6yll.

APVAE, doc. n° 34, folio 7.

MARTÍNEZ, Manuel Lib¡-ería de jueces JI, Madrid, 1774, citado en PORRO, Nelly

"Extrañamientos y depósitos en losjuicios de disenso", en Revista Histórica del Derecho, núm.

7, L.'1stituto de Investigaciones de Historia del Derecho, Buenos Aires, 1980, pp. 123-149.

- 125­
ELSA CAULA, "Juridiccionesen tensión..."

nar su decisión. Mada Antonina supuso ingenuamente que su padre entendería su resolu­
ción pero no fue así, y la altemativa abierta fue acudir directamente a la corte civil. Ella
misma relataría tiempo después que sabía que la decisión de celebrar esponsales secretos
con su primo ocasionaría la enconada oposición de su padre. A pesar de este conocimien~
to, la joven sostuvo con firmeza su resolución de "enfrentar por todos los carninas" la
actitud refractaria de su padre. En carta a su padrino, Ignacio Picazarri, por entonces
Deán Provisor del Obispado de Buenos Aires, sostuvo que el matrimonio con su primo
hermano era su ú11ÍCa salvación. Buscando su apoyo como padrino y como máxima auto­
ridad eclesiástica de la ciudad, puntualizó:
"Me arrojo junto a las piedades y altas facultades de V.S. para que se digne
dispensarme impedimento (del segundo grado de consanb'Uinidad), a la urgen­
te conmiseración de que conceptúo que esta es la única unión que fabricará mi
salvación, sCb'lÍn así me lo ha asegurado tanlbién mi espiritual Director. v.s.
como Pastor en el día de este Pueblo y especial mío, por la calidad de mi
Padrino, no escaseará esta gracia."6

La oposición patema, como vemos, tenía varíos motivos. En prim;;r lugar, José de
Echevama y W.adh'la ya había concertado a espaldas de su hija su unión "con un L/a.t;:)CUIlV

amigo, hombre de bien y de bienes". En segundo lugar -y dado que profesaba enonne
fidelidad a los preceptos de la católica, apostólica y romana-, consideraba que el
casamiento entre Mac"Ía .A.utonina y Vicente debía ser considerado una gran falta y prohibi­
do en virtud del impedimento de segundo grado de consanguinidad. La decisión del Escri­
bano de la Real Casa de la Moneda de Buenos Aires puede parecer paradójica si pensamos
que Vicente em para él un sobrino yerdaderamente especial. En efecto, Vicente había que­
dado huérfano a los doce rulos y fue precisamente el hermano de su padre, don José, quien
lo adoptó. El niño dejó Rosario de los Au1:'oyos, su tierra natal, y se fue a vivir a la casa de su
tío en Buenos Aires, cuando aún su prLrna Mada Antonina era una niña pequeña.
Como padre adoptivo, y en su calidad de autoridad máxima de la familia, José decidió
que su sobrino fuese "un buen sacerdote". Con esta fmalidad, el joven fue enviado a
estudiar al Real Colegio Carolino. Allí accedió al título de bachilier, pasando luego a la
Universidad Mayor Real y Pontificia de San Francisco Javier de Chuquisaca donde se
en Leyes y Sagrados Cánones. Sin embargo, el joven tomó un camino diferente al
trazado por su tío: no se ordenó sacerdote, sino que prefrrió la carrera del foro, primero
participando como practicante en la Real Academia, y luego como abogado en la Audien­
cia de Charcas y "Opositor a las Cátednts de Instituta y de la de Vísperas de Cánones de la
Real Universidad", decisión que su tío nunca entendió y que desembocó en un largo dis­
tanciamiento con Vicente. 7 En 1802, luego de quince años de ausencia de Buenos Aires,

APVAE, doc. nO 27,folio 1


APVAE, doc. n° 38, Cart..'Lde don José de Echevania a su amigo Echepare, 07/02/1803. Sobre la
oposición a ambas cátedras, carta de Vicente A de Echevarrla. Acevedo y Madina al Sr.

- 126­
prohistoric. 5 2001
M

Vicente regresó a la ciudad. Fue recibido en la casa de su tío, que cumplía las veces de
"casa paterna", e ingresó directamente como abogado en la Real Audiencia de Buenos
Aires. Fue precisamente durante ese año cuando, enamorado de su prima hermana Maria
Antonina, celebré esponsales secretos con ella a espaldas de su tio y tutor, quien consideró
la unión lisa y llanamente como imperdonable traición. El juicio de disenso matrimonial
sustanciado en este contexto, así como su resolución en el marco de las creencias religio­
sas y culturdles sobre la familia y el matrimonio, constituyen el objeto de estudio de este
articulo, cuyo propósito es mostrar las maneras de hacer justicia y las implicaciones de la
organizaciónjurisdicciollal en la sociedad hispano-colonia1. 8
Siguiendo el encadenamiento particular deljuicío de disenso matrimonial, mostraré el
ejercicio del control regio sobre el comportamiento del clero. Asimismo, y con la fmali­
dad de comprender la tensión manifestada en el seno de las jurisdicciones porteñas, ana­
lizaré las actividades del clero en función del orden familiar así como las lealtades y
alianzas entre los actores que participaron en el pleito. Tres jurisdicciones -patriarcal,
monárquica y eclesiástica- se disputaron el saber para alcanzar la "verdad juridica", plan­
teando contradicciones legales y superposiciones de poder que coinciden con el proceso
de formación de la sociedad disciplinaria En este contexto, la constitución de nuevos
dispositivos de saber con su correlato práctico, supone un conjunto de tácticas y estrate­
gias de poder que podríamos vincular, en este momento, con el avance del proceso de
secularización y con el consiguiente fortalecimiento del Estado Absolutista. 9 . Por esta
razón, el objetivo es mostrar la tensión entre la autoridad paterna -opuesta a otorgar la
venia para el matrimonio-, el Magistrado real local -que declara la irracionalidad del
disenso patemo- y la polifonía de la Iglesia americana -la cual emitió dos fallos diferen­
tes a 10 largo de los años en que se dirimió el conflicto. Dicha tensión debe entenderse
asinúsmo en el contexto histórico de su aparición, esto es, el proceso de profesionalización
de lajusticia letrada en el marco de las instituciones estatales. 10

Vicerrector Dr. Don Juan José de Segovia, La Plata. Noviembre 25 de 1794, en CORREA
LUNA, Carlos "Un casamiento en 1805", el.1Revista de k, Universidad de Buenos Aires, Tomo
43, Buenos Aires, 1920,p. 24.
Para lUl estudio sobre el ejercicio del derecho y el significado de la justicia desde la percepción
de lUlactor social de la colonia rioplatense Cfr. DALLA CORTE, Gabriela "Cuando los empeños
personales son la Regla judicial: Percepciones subjetivas y valoraciones de lajusticia colonial
rioplatense", enBoletínAmericGnista, núm. 49, Publicacions Universitatde Barcelona, Barcelona
1999. También Vida i mortd'ww aventura al Riu de la Plata,JaimeAlsina j Verjés, 1770-1836,
Publicaciolls de l'Abadía de Montserrat, Biblioteca Serra D' Or, Barcelona, 2000.
FOUCAULT, MÍchelLa verdady lasformasjuridicas, Gedísa, Barcelona, 1992.
10 HERZOG, Tamar"¿Letrado o teólogo? Sobree1 olido de lajusticiaa principio del siglo XVllr',
en SCHOLZ, Johannes-MÍchaelFallsludien ztlr ~panischen undportugiesischen Justiz 15.bis20.
jahrhundert, Víttorio Klostennaun, Frankfurt, 1994.

- 127 ­
EI.SA CAULA, "Juridicciones en tensión..."

Luchas entre l}oderes: Estado, iglesia y familia


Intentar estudiar las históricas del principio de la libertad de elección nla·
XIX supone hacer la histotia de una racionalidad, entendida
""H"¡."c~'¡V proceso de construcción de dispositivos que encuentnm. su
paJradlg.!1llátlca en las políticas familiares. En este pe..'iodo, dichas fJV.UUó..a;,
parecen mucho más importante que las inclinaciones y deseos perso­
nales. Claro está que el conflicto planteado a vista tanto la naturaleza de la
elección del cónyuge y del "pater familiae"
relaciones sociales familiares en. la sociedad el matrimo­
nio de los "h~ios de familia" los territorios de aparece como
contrato privado entre dos perso.nas que se eligen mutuamentr::\ sino más bien como lU1<',
alian7;;1 de gmpos en función de la transferencia Detrás delfrecuenie control
se hallaba ta..llto 12 .~f""'V."!":l.~H'

la institución fami­
liar como medi.o de socia1izad6n moral y pallUca que debía ordenarse a través de
restrictivas. Por esta f32ón cabe recGrdar que la definitiva de la institución

la vohmtad de les

monio. A'lte la negativa de]

sumario ante la justicia real la cual concedía un "'''',.,..,",,'r.

Un juicio de disenso se iniciaba cuando un de familia", al ",r,,.,,,,.,,,j·>,..


contraer matrimonio, consentimiento paterno le era denegado por considerar

Los textos españoles y latinos del Concilío de Trento se encuentran en LÓPEZ DE


El sacrosanto y ecuménico concilio de Th:mto, de Repulles,
también consultar l'vlANS, Jaime Legislación, jurisprudencia y formularios sobre matrimonio
canónico, Bosch, Barc.elona 1951; RIPODAS El matrimonio en Indias:
realidad social yjwidica, Buenos Aires 1977. "Pragmática sanción para evitar el abuso
de contraer matrimonios VID, El Prado, 23/03/1776), en KOl\i'ETZKE, Richard
Colección de documentos para la historia de laformación social de Hispanoamérica. 1493­
1810,3 tomos, CSIC, Madrid documento en Tomo 3,ppA06-413.

- 128 ­
"0historia 5 • 2001
que la unión podía afectar el honor familiar y perjudicar el orden social 12 Nelly Porro
propone distinguir dos maneras de promover el recurso: la manera" directa", que comien­
zan los novios en calidad de hUo, futuro yerno, hija o futura nuerd, hermano o nieto del
dispensante y la manera "indirecta", que se produce cuando quien tomala iniciativa es el
padre, la madre o ambos, el padrastro o los parientes cercanos como hermanos, hennanas,
cuñados, tíos y tías, abuelos de los novios, etc. 13
Según la Rea! Pragmática, el disenso paterno sólo podía ser aceptado en caso de ser
racional, es decir, de tener 'justificada causa". El recurso legal sirvió para litnitar efecti­
vamente la arbitrariedad paterna. A partir del 7 de abril de 1778 -año en que la legisla­
ción fue extendida a las posesiones españolas en América- dos modificaciones de trascen­
dencia se introdujeron en las disputas pre-nupciales: el requisito ineludible del consenti­
miento paterno para contraer matrimonio, hasta entonces nunca exigido por las leyes
canónicas; y la presentación ante 1ma corte civil en caso de disenso, destituyéndose por
ende las cortes eclesiásticas. La pena estáblecida para los infractores y sus descendientes
era la pérdida de la calidad de herederos forzosos. La resolución del 3 de julio de 1788
1 tit. 2°, Lib. X Novísima Recopiiación) en la que Carlos nI había ordenado "no se
deben admitir en los Triblmales eclesiásticos demandas de esponsales celebrados sin el
consentimiento paterno, de suerte que la oposición de los padres -presumida envista de la
falta de consentimiento- reputada en la época como un impedimento impediente, se con~
vierte en impedimento dirimente de los esponsales, por considerarse que no hay obliga­
ción de contraer un matrimonio ilícito."14 La normativa de Carlos m, por otra parte,
contenía referencias explícitas sobre los esponsales de los hijos de familia menores de
veintidós años en el caso de las mujeres y menores de veintitrés en el caso de los varones.
El haber celebrado esponsales sin consentimiento o tener esponsales pendientes merecían
penalización, pero dichas penas sólo podían ser impuestas en aquellas circunstancias en
que el convenio hubiese sido realizado entre los contrayentes. Debemos tener en cuenta.
también que en 1787 una nueva cédula real se había sumado al rigor de la Real Pragmá­
tica y prohibía a los sacerdotes celebrar matrimonios sin la previa aprobación de los
padres, clara manifestación de la política refonmsta de los Borbones, es decir el regalismo,
doctrina que defendía prerrogativas de la monarquía frente a la IglesiaY

l2 "Pragmática sanción para evitar el abuso...", documento citado.


13 PORRO, Nelly "Los Juicios de disenso en el Río de la Plata. Nuevos aportes sobre la aplicación
de la Pragmática de hijos de familia", cnAnuario Histórico Jurídico Ecuatoriano, CEP, Quito­
Guayaquil, 1980,pp. 201-203.
14 RIPODAS ARDANAZ, Daisy "Los hijos de familia y el COllsenti.'11Íento patcmo", en El
matrimonio en Indias, Cít. Referencias !lJlteriores del mismo orden habían sido establecidas en
Reales Cédulas del l O1/021l785 Y 08/03/1787, en Cedulario de la Real Audiencia
de Buenos Aires, Tomo 1,pp.158-160.
)5 CHIARAMONTE, José Carlos La ilustración en el Río de la Plata. Cultura elcesiástica y
cultura laica durante el Virreinato, Puntosur, Buenos 1989, p. 24.

- 129 ­
ELSA C.A.ULA, "Juridiccionesen tensión..."

Para constatar cómo fueron aplicadas dichas normativas, en gran parte contrapuestas,
contamos con algunos estudios que, tomando como base los juicios de disenso presenta­
dos ante la Real Audiencia de Buenos muestran cómo se hacíajusticia entre fmes
del siglo XVIII y principios del XIX. tú En esta dirección los aportes realizados por Nelly
Porro son de gran utilidad en tanto dibujan el panorama juridico de la aplicación de la
Pragmática. '7 La autora analiza medio centenar de sentencias que evidencian la tenden­
cia a favorecer las demandas de los jóvenes contrayentes así como una limitada acepta­
ción social de los postulados de la Real Pragmática. lE Dicho proceso fortaleció los postu­
lados tridentinos, defensores de la libre elección de los contrayentes, en tanto el derecho
canónico romano consideraba que el matrimonio sólo podía tener entre dos perso­
nas que por propia dicho sacramento. 19 Haciendo referen­
cia a dos ciudades del Río de la es decir, Córdoba y Buenos Aires, Susan Socolow
estudia de disenso así como las ap,ela,Cl()lli~S
BJlte la Real Audiencia. En relación al número de m,¡tnm()mos, smm~me
finalm,~nte acepimc'an
suscitarse \"'-"'LUí'-","", se resolvían en el ámbito dmuéstico, Al los motivos de
autora confirma que, si bien. la raza,
moralidad erUl."llas razones más diferen~

Beatriz y
n.~'U"""jlVHde la legislación sobre matrimonio de de familia en el
documental, , en Actas y estudios del JI! Congreso del
Instituto internacional de Historia del Derecho Indiano, Madrid, 1973, pp. 779-799;
PUEYRREDON, Alfredo "Aporte documental al estudio del en el Río de la Plata",
en Revista de la Universidad Nacional de Córdoba, Córdoba, 1985, pp. 239-283;
Ricardo Historia del Derecho Argentino, Tomo ll, Buenos Aires, 1946, pp, 272-281;
DELLEPIAt-.'E, Antonio "Una patricia de Antaño: María Sánchez de Mendeville", en Das
patricias ilustres. 1923; CORREA LUNA, Carlos "Un casamiento en 1805", en
Revista de la Universidad de Buenos Aires, ciL Con respecto de Améríca, Cfr,
SEED, Patricia Amar, lwnrar y obedecer en ell'vléxico coloniaL tomo a la e lección
matrimonial,1574-1821, 199 1; NlZZA DA
casamento do Brasil colonial, Sao 1984;
Cuba colonial, AliaIl.za América, Madrid, 1992.
Nelly "Conflictos sociales y tensiones familiares en la sociedad virreina! rioplatense
a Imvés de los juicios de disenso", en Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana
Dl:Emilio Ravignani, núm. 26, 2a serie, Buenos Aires, 1980, pp. 361-392.
18 Las sentencias en primera instancia arrojan los siguientes resultados: 20 de disenso irracionaL
9 de disenso 16 sin resolucí Óll, 1 otorgamiento de permiso por el padre, 4 desistimiento
de los hijos y 1 avenimiento (no se casan), datos en PORRO, Nelly "Los Juicios de disenso ..".
cit
19 CICERCHIA, Ricardo "Vida familiar y prácticas conyugales. Clases populares en una ciudad
colonial, Buenos Aires, 1800-1810", en Boletin del JnstitutodeHistoriaArgentina y Americana
Dr. E. Ravignani, núm, 2, 38 serie, Litadar, Buenos Aires, 1990, p. 96.

- 130 ­
prohistoriG 5 - 2001
cias en el peso relativo de las mismas. Por ejemplo, la cuestión de la desigualdad econó­
mica se destaca en la ciudad de Buenos Aires como la causa de mayor importancia mien­
tras que, en Córdoba, las consideraciones raciales teman más trascendencia social. Asi­
mismo, al observar la actitud tomada por las familias que pertenecían a la élite local y
quienes formaban parte de los sectores medios y populares frente a las elecciones de los
hijos, señala diferencias notables entre ellas, 10 cual impide formular generalizaciones
rotundas. Socolow sostiene la eficacia relativa de la Real Pragmática, al constatar que los
comerciantes lograron imponer sus decisiones en todos los casos; los almaceneros y buró­
cratas en la mitad de sus causas; los artesanos, peones y pequeños terratenientes en una
tercera parte, y los militares en sólo una cuarta parte.20
Vicente de Echevarria inició las acciones judiciales a través del recurso directo con el
objeto de demostrar la irracionalidad de la oposición del padre de Maria Antonina y
obtener el consentimiento judicial supletorio. Ambos conjuntos normativos -cánones
doctrinales del Concilio de Trento de 1563 y de la Rea! Pragmática de 177611778- cons­
tituyeron los instrumentos juridicos consultados y utilizados minuciosamente por los
pleiteantes, clérigos y juristas que actuaron en el juicio de disenso que se estudia, para
justificar y defender sus posturas, siempre en la búsqueda de "sentencia justa". Esta sen­
tencia justa dependía de la defmición de detenninadas pautas éticas y del régimen de
castas, con la fuerte estratificación cromática del uso, 10 cual conduce a comprender la
"justa causa" introducida por la Real Pragmática al considerar, básicamente, el criterio
de igualdad entre los contrayentes con el fm de evitar matrimonios asimétricos. La estra~
tegia de especificar "justa causa" era común en la época y se consideraba una táctica
utilizada con la fmalidad de evitar discusiones al recortar las posibilidades de argumentar
contra la deliberación, que era la fuente de decisiónjudicialY Dicho de otra manera, a
diferencia de la justicia moderna que solicita pruebas y razones, la de Antiguo Régimen
requería la llamada "justa causa". Su contribución a la agilización del trámite en instan­
cia judicial fue notoria. Los plazos que los tribunales civiles teman para fallar eran varia­
bles. En algunos pleitos no se concedía plazo, mientras que en otros se otorgaban hasta
casi treinta días. 22 El caso analizado alcanzó sentencia en el término de doce días al no
existir "desigualdad" alguna entre los contrayentes, de manera que la justicia civil no
dudó al promulgar sentencia y derivar el caso de manera inmediata al ámbito eclesiástico.
La demora en esta instancia, por el contrario, sugiere el lento declinar del poder y de la
ideología de la "vieja sociedad corporativa".
Intelpretar las causas justas y racionales, como reclamaba la Pragmática, no fue tarea
fácil para los letrados y jueces, porque mucho de ellos estaban unidos por diversos vínculos

20 SOCOLOW, Susan "Cónyuges aceptables: la elección del consorte en la Argentilla colonial,


1778-1810", en LAVFJN, Asunción (coord.) Sexualidadymatrimonio en la América hispánica.
Siglos XH-ÁvIlI, Grijalbo, México, 1989, pp. 229-270.
21 HERZOG, Tamar"¿Letrado o teólogo? ..", cit,p.700.
22 Cfr. PORRO, Nel1y "Los juicios de disenso ...", cit., pp. 207-208.

- 131 ­
ELSA CAULA, "Juridicciones en tensión ..."

a los dos pleitea'1tes, es decir, formaban parte de la red sociaL El ejemplo más paradigmá­
tico lo constituye el De'dn del Obispado de Buenos 18Jres, don Pedro Picazani, quíen estaba
unido a la familia Echevarría por lazos de runistad, paisanaje y pacL'inazgo. El "círculo
privado" de la fatnilia nuclear, como señalanlos anteriormente, estaba inmerso en una red
de relaciones familiares queponía en relación a una multitud de hombres y mujeres, parien­
agregados y esclavos que quedaban automáticamente involucrados en caso de conflicto,
al mismo tiempo que obligados a tomar posición a favor o en contra de lUla de las

La instancia. civil
En este conte:xio desafortunado, ¿cuáles fueron los pasos dados por los novios para
obtener la dispensa civil y posteriormente la dispensa eelesiástica? La presentación en la
corte civil fue realizada por Vicente (que se desempeñaba como Oidor de la Real Audiencia)
en su l10mbre yen el María Antonina, e17 de enero de 1803. El joven argumentó que su
prometida había solicitado la "venia" a su padre, y que éste se Jahabía negado "r~'f'hl",Anrlr'_
la en forma de depósito", por lo cual se veía incapacitada para "gestionar en el asunto". El
la presentación realizada por Vicente y nombró
voto Antonio Garda López, que tenia funciones judiciales, para que procediese
a las Reales órdenes. EiS de enero de 1803, el alcalde dio comienzo a la primera instancia
interrogando a María Antonina en su de depósito, en casa de Cristóbal de y,
atendiendo al pedido realizado por Vicente, decidió remitirla a casa de la família Ugalde­
Monasterio, que se comprometió a no penuitir las visitas de su padre ni de Vicente. Maria
Antonina, mientras tanto, concedió un poder especial al Procurador Juan de la Rosa Alba
para ser representada en "diligencia y acto judicial o extrajudiciales convenga que sean de
mi favor y defensa; suplique, apele, siga las apelaciones y suplique recurso."23
El alcalde también pidió e:-''Plicaciones a José Echevarria, quien respondió airado, des­
autorizando a Vicente a sustanciar el juicio en lugar de su hija además de cuestionar su
papel como Oidor. Alegó que la Real Cédula de 1788 sólo autorizabaalos hijos a reclamar
judicialmente y acusó a su sobrino de fomentar discordias y de aprovecl1arse de su confian­
za. Seguidamente, enumeró los motivos de su disenso, centrándose en el vínculo de paren­
tesco, en particular "el obstáculo que concurre para la verificación del enlace conyugal, no
es tanto el defecto de mi consentimiento quanto los impedimentos canónicos del parentes­
co y esponsales antecedentes que cOlTeSpol1den a distintas jurisdicciones y distintos juicios
en que no soy parte. "24 José desacreditó a su sobrino Vicente por haberlo interpelado como
"padre" y también, a la Real Audiencia por creer en su Oidor. Lo que empezó como una
23 AGN, C.1 J, Ar. N°!!s, folio 2. Segím el altículo vrr de la Real Cédula, la primera instancia
estaría en manos del juez designado por la Audiencia en su distrito, y la segunda asumida por
la propia Audiencia, en PORRO, Nelly "Los juicios de disenso ... ", cit., pp. 203-204.
24 AGN, C.11. Ar. nO 18, folios 1, 3 Y8. AGN, IX 24-8-5. Reales Cédulas, 1783-1788, folio 383
a 386. La utilización del conectivo "no es tanto" parece tener la intención de la
tuerza del primer juicio porque el uso retólico no oculta el peso que la primera proposición
tenía en el testimonio.

- 132­
prohistoria 5·2001
tibia denuncia sobre el conocimiento que debía tener un abogado del t."ibunal Regio, como
Vicente, continuó con una discusión general en tomo al permiso para contraer matrimonio
y acabó siendo un alegato sobre la falta de idoneidad del superior tribunal civil a quien don
José solicitó su retractación y, "reponer por contrario imperio el referido e.xordio". Alegó
también la falta de veracidad en la exposición judicial de su sobrino y expresó tres aspectos
a tener en cuenta para la argumentación de este artículo:
"No basta que mi hija en la declaración que se le ha tOlnado haya expuesto
haberme pedido el y que yo se lo neb'Ué, para que su pretendiente
promueva justicia [... J a más que la licencia que me pidió aquella para casarse
fue sin expresarme con quién y mal podía yo concederla sin esta circunstan­
cia... mucho más que con mi consentimiento y de su libre elección y espontá­
nea y plena voluntad se hallaba y halla contraído con otro sujeto de las mayo·
res ventajas quién tenía dada su palabra de antelnano y esperándose el
mes de octubre o noviembre para cumplir lo estipulado. "25

Paradójicamente, José no aludió a la minoria de edad de su hija sino al hecho de que


había cometido una falta al concertar cotnpromiso de esponsales sin su c.onsentimiento.
Hizo referencia a la primera promesa vertida por él, la cual suponía el compromiso previo
como esponsal antecedente, un motivo clave para sustentar el disenso en términos
discursivos. Otro gesto significativo que no eseapó a la atención del procurador ·..institu­
ción clave en elfuncionanúento judicial- fue la locución "en que no soy parte" . En ella, el
padre supOlúa que la única autoridad capacitada para reso lver el conflicto, en caso de no
ser él, era la institución eclesiástica, dando más importancia ala cuestión del impedimen­
to canónico del parentesco ya que coincidía con la opinión paterna.
Teniendo a la vista ambos exordios, el de Vicente y el de su tío José, el Alcalde de
primer voto resolvió pronunciarse a favor de la irracionalidad del disenso paterno, al
observar que en el testimonio del padre,
"sólo registro en él contrarias proposiciones y efugios que siendo distintos a
los conocinüentos de este juicio y en el que el mismo don José confiesa no ser
parte legítima parece que suspende prestar su consentimiento hasta que se
allanen los impedimentos canónicos y el de los figurados esponsales con otro
sujeto de conocidas mayores ventajas acaso que los bienes de fortuna que los
distingue de Vicente celebrados entre el padre y el oculto Esposo con ex­
presa y declarada denegación de María ,.c\ntonina a quien nunca fue capaz de
significársele el interesado en la negociación."26

José no apeló al dictamen de la justicia civil, a pesar de que la Reai Pragmática le


daba espacio para hacer uso de su poder paterno. Pero debemos rastrear sus propias raza­

25 AGN, C.1l. Ar. n° 18, folios 4 y 5.


26 AGN,C.l1.Ar.no18,folios9y!D.

- 133­
ELSA CAULA, "Juridicciones en tensión ... "

nes, fundadas en la convicción de que su poder era indiscutible: "si yo no apelé de ella, fue
porque bien mirada ninguna trascendencia podía tener hacia la potestad espiritual que es
la que únicamente toca el conocer y el decidir, si nú disenso es bastante motivo o no, por
sí solo, para negar la dispensa". En efecto, José rechazó el dictamen emitido por los jueces
letrados de la instancia civil y reconoció la necesidad de tener un conocinliento peculiar
para actu?..r dejuez. Por consiguiente, se sentía en condiciones de desafiar al propio Sumo
Pontífice aunque atemperó la fuerza de su argumento al declarar: "nadie se escandalice
pues voy a e:\.'}Jlicarme inmediatamente cuanto he dicho, mi intención no es pasar ante el
mismo soberano pontífice, no pretendo rebajar (ni tal cosa me permita Dios) sino recono­
cermás y más la plenitud de potestad del vicario de Jesucristo lo que parece
más no lo es."27 Las previsiones de José, sin embargo, no se cumplieron. El LH<',,-"'U
Real otorgó venia para el disenso y éste pasó a los tribunales eclesiásticos para que se
resolviese el impedimento canónico.

La instancia eclCSI:!lstJ!ca
Paralelamente al juicio civil y de la mano del judicial supletorio, los novios
acudieron al Obispado de Buenos r'\ires y presentaron lill breve y e:\.llresivo escrito. Allí
volvieron a encontrar al Deán Picazarri; solicitaron se admitiera una "Información de
calidad" finnada por seis testigos de mérito en calidad de prueba, pero la solicitud de
dispensa canónica fue rotundamente negada en tres oportunidades en el mes de enero de
1802. Las pruebas ante la corte eclesiástica fueron tanto de tipo instrumental
como testimonial. Dentro de las primeras y con la intención de exaltar la buena conducta
de los contrayentes, se incorporaron las lla¡11adas pruebas de prestigio, es decir, partidas
de bautismo, información de méritos y servicios, limpieza de sangre y "trato familiar con
la prima". Las instrumentales acompañaron la Información de méritos del día 24
de enero de 1803 y estuvieron firmadas por seis testigos, es decir, personas de condición
distinguida por su cargo y posición en la sociedad cuya función era corroborar las 'L.U"HU'''­

dones presentadas. Sin embargo, José realizó inmediatamente la recusación de los testi­
gos aduciendo carencia de prestigio y "tachas personales y procesales", con la intención
de desu'Uir el mérito de dicha información y para desacreditar a su sobrino. Especialmen­
te contradictoria fue la recusación realizada a Francisco de Arce, primer
había vivido en casa de don José durante varios así como de Francisco Gutiérrez de
Villegas, cuya noble71l era notoria por el parentesco con el Exmo. Sr. don Pedro Cevallos,
que a su vez era pariente muy cercano por a:fllÚdad de don José. 28
Ante la teruúmmte negativa de la curia porteila, los novios enviaron poderes a Char­
cas en busca de la clemencia del Arzobispo Fray Antonio de San Alberto y denunciaron la

27 APVAE, doc. n° 34, folios 4 y 8.


28 APVAE, doc. n° 29, folio 7. "MemorialalArzobispo de Charcas", 2811211803. CORREA LUNA,
Carlos "Un casmníento en 1805", en Revista de la Universidad de Buenos Aires, Año XVI,
Tomo 43, Buenos Aires 1980,pp. 51-52. PORRO, Nelly "Los juicios ... ", cit., pp. 204-207.

- 134­
prohistoriQ 5 - 2001

conducta del Deán Provisor PicazarrL La respuesta desde Charcas no sehízo esperar: dos
despachos exhortativos fueron enviados, sin demora, por Monseñor San Alberto como
réplica, ordenando al Deán Provisor la concesión de la dispensa "si no mediaban causas
graves". El Deán, sin embargo, no obedeció la orden enviada desde Charcas, de modo que
no sólo procedió de un modo contrario a la orden, sino que aceptó y agregó al c,,--pediente,
fuera de término, otros escritos del padre de Maria Antonina y los dictámenes de los
clérigos franciscanos Barrientos y Monteros, amigos de José EchevarrÍa. Las fuentesnor­
mativas que hacían de sustento teórico a los postulados puestos en discusión, habían sido
incorporadas al ex-pediente por José, quien apoyándose en las epístolas pontificias29 anun­
ciaba que las autoridades eclesiásticas locales no debían obedecernecesariamente a las de
Chareas:
"No es universal y sh"1 excepción alguna la obediencia que los
sufragancos deben a los Metropolitanos, que tampoco absoluta, universal:y sIn
excepción la potestad de estos para admitir apelaciones, o las extraordinarias
contra las sentencias, o procedimientos de aquellos que tanto los lillOS, como
los otros puedan en ciertos casos, el cumplimiento de la bulas de los
Soberanos Pontífices, estas tres proposiciones, digo, no hay Canonista que las
ignore, aunque no se haya versado más que en el primer Libro de los
Decretales. "30

Simultáneamente, los jóvenes se dirigieron al nuevo sufragante de la Diócesis porte­


ña, Benito de Lué y Riega, personaje más conocido por su actitud refractaria y conserva~
dora a la fonnación de la Junta Provisional de gobierno de mayo de 1810. El nuevo
Obispo llegó a Buenos Aires a comienzos del año 1803 y encontró que debía resolver,
entre otros asuntos, el pleito en cuestión y adoptar una postura a favor o en contra de la
dispensa matrimonial. Los novios pensaron que Lué continuarla la política delineada por
su antecesor, el obispo Manuel AzanlOr, quien había participado activamente en la discu­
sión de la Pragmática del año 1776. En sus escritos, Azamor había defendido la liber..ad

29 Diccionario Enciclopédico HispanoamelicGno de literatura, Ciencias, Artes, etc, Tomo IX,


Montaner y Sociedad Internacional, Barcelona, Buenos Aires. Santiago, Montevideo,
La Habana, México, Lima 1912, p. 167. Las decretales de los romanos Pontífices afectaron al
bien público de la cristiandad. Como leyes tienen fuerza obligatoria sobre todo los
fieles sin excepción como emanadas de la suprema autoridad de la Iglesia. Las cinco
primeras fueron publicada;; por el Pontífice Clfegorio IX, cuyo nombre llevan aconsecuencia de
lo variada y confusa que era la legislación precedente. El sexto de las decretales y en
edíciones el libro de las mismas fueron compilado porPedro 1vfuteo . El octavo publicado
por Clemente VIII La Nueva fue publicada en el año 1234 con el título de
Decretaliul1I GregmioiX compilatio,pp.167-169, Simón- Sociedad Internacional,Barcelona,
Santiago, La Habana, Lima, 1912,pp. 308-309.
JO

. 135·
ELSA "Juridiccionesen tensión..."

de elección de la pareja.porparte de los jóvenes, y se había mostrado categórico en rela­


ción a la reivindicación del amor en la confonnación de matrimonios sólidos:
"El matrimonio empieza por amor, por amor continúa y por amor acaba. Todos
los bienes vienen por amor, o son frutos del amor. Este placuit es la raíz de la
vida COnyllgal y quien sostiene la mutua sociedad de los consortes y afianza su
duración entre tanta variedad de acontecimientos y entre tantas ocasiones de
disensión y desvío. Este p lacuit hace sufrir con alegria la pobreza, con resigna­
ción los desdenes de los parientes ricos; con paz la 1;,'l1erra de los malos conten­
tos; con aliento y esperanza, el disgusto e indi,gnaciónlos padres, hemumos y
parentela. Este placuit es el mejor principio para criar y educar en amor y
urJón a los hijos; es el único asilo de los extravíos y mala conducta del consorte
y fmalmente, la memoria de los sentimientos y pesares que ocasiona al consor­
te o la pobreza o cualquier adversidad que venga en el matrimonio. "31

Este alegato a favor del amor y la libre elección de los contrayentes era compartido por
otros juristas y funcionarios 32 pero no por el Deán Picazarri ni por el recién designado
al igual que aquél, negó rotundamente la concesión de la dando
como motivo la especificidad del privilegio episcopal, que era lo lnismo que alegar la falta
de competencia para pronunciarse, porque se trataba de concesiones reservadas a la Silla
Apostólica. De modo que una vez más se desoían las órdenes que simultáneamente
ban desde Charcas. El Prelado Diocesal Lué, influenciado por el Deán, rehusó nrf',n...r{'!{,~
nar el penniso solicitado luego de tomar en consideraCÍónlos dictámenes pn:seI1Úl(ios
los dos clérigos de la Orden de San Francisco estrechamente vinculados a don José y al
presbítero Picazam. Las Letras Exhortatorias habían sido enviadas por el Arzobispo de
Charcas, Monseñor San Alberto, quien no dudó en presionar al obispo de Buenos Aires
para que otorgara la dispensa, luego de instruirse de las jnstas causas que tenian los
contrayentes para solicitarla. San Afuerto
".. .las declaró graves y suficiente para la dispensa, librando sus letras
al Provisor para que la concediese y, aunque presentadas
no le quedaba más que cUlllplirlas, el Obispado de Bueuos Aires, lejos de darse

31 Entre los comentaristas se encuentran: Joaquín de Amorós, Francisco Antonio de Elizondo,


José de Covarrubías, J. Ugartiria, José Lebrón y Cuervo, Pedro Vicente Cañete y Domínguez,
Victorián de Villava, un Anónimo Oriental y Manuel de Azamor. Fueron escritas entre 1777 y
1795, en RIPODAS ARDANAZ, Daisy El matrimonio en Indias ... , cit., p. 280. Véase también
el Apéndice documental en SAENZ QUESADA, María Alariquita Sánchez, Vida política y
sentimental, Sudamericana, Buenos Aires, 1995, p. 34.
32 Era la postura del progresista 'c:scal de la Audiencia de Charcas Victolián de en
1792 señalaba que la oposición de los padres respondía al capricho o a la deleznables
conveniencias económicas o sociales, en RIPODAS ARDANAZ, Daisy El matrimonio en
Indias...• cit., p. 284.

- 136­
prohistorie. 5 - 2001
el debido cumplimiento sojuzgó el procedimiento del Arzobispo y entrome­
tiéndose mandó para el efecto dar traslado e información a Don José, que no
era ni podía ser parte legítima en el asunto, en lugar de esclarecer la legitimi­
dad de las causas en que se fundó la resolución del superior metropolitano"33.

Con lo cual queda a la vista el poder que el padre tenía en el ámbito eclesiástico. De
allí que Vicente denunciara ante la Real Audiencia que "se había hecho ley de honor en la
curia porteña fmstrar su matrimonio". Consideraba que había sido agraviado por Picazarri,
al no apartarse de la causa ya que el parentesco ritual que 10 unía a María Antonina 10
obligaba a ello. En consecuencia, interpuso "recurso de fuerza" con la intención de limi­
tar la arbitrariedad del funcionario eclesiástico a la que Picazarri respondió "con otra
resolución no menos arbitrari~ violenta y aj ena al modo juridico de proceder en casos de
recusación al ordinario eclesiástico", desconociendo que dicho recurso se fundaba en la
"conocida imagen del rey como padre de sus súbditos, el guardián de lajustici~ a quien
todos podían apelar para que les restituyera sus derechos y para que los protegiera contra
cualquier daño."34 La Real Audiencia solicitó entonces, aljuez eclesiástico, el envío de
los documentos y ordenó al mismo tiempo la suspensión del procedimiento?5
Entretanto y a pesar de que la nueva Pragmática impedía dar copia simple o certifica­
ción de los procesos con la fmalidad de impedir que se divulgasen secretos familiares y se
produjesen escándalos,36 cabe señalar que en la ciudad de Buenos Aires todos los allega­
dos al círculo de la casa y no sólo José Echevarria, tomaban conocimiento de los autos, ya
que la información procesal circulaba casi a la par del rumor común y cotidiano. Sin
embargo, Vicente se quejaba de que recibía los informes con una demora que lo peljudi­
caba. Esto, por otra parte, no era sorprendente, ya que Vicente carecía de los vinculo s
personales de los que gozaba su tío, en la curia porteña. De hecho, Vicente supo muy
tarde que las autoridades habían incorporado al e:\.-pediente los informes de los clérigos
franciscanos, cuyo criterio temia: "al saberlas me hubiera arrojado a los pies de V.S.I.
suplicándole no se aconsejase de algtmos de los que pensaban, pues le había inteligenciado
de todos los traidores y de aquellos de pluma viciosa. Recibido así el daño sin haberlo
podido remediar antes, por la ignorancia de esos pasos y el horrendo vapuleo que me han
dado".3i Así lo denunciaba, entre acongojado y furioso: "entre tanto caminaban estos mis
clamores, se considere mi necesidad espiritual y aguardaba su resultado, se le hacía saber
a don José, el seg¡.mdo despacho enviado desde Charcas y viéndose presionado y haciendo

33 ALP, Tlibunales, Real Audiencia 7-5-11-2, folio 3.


34 FARRISS, Nancy M. La corona y el clero en el A4éxico colonial. 1579-1821. La crisis del
privilegio eclesiástico, FCE, México, 1995, p. 73.
35 APVAE, doc. n° 30, folio 3. ALP, Tribunales, Real Audiencia 7.5.11.2, folio 5. Cfi:. CORREA
LUNA, Carlos "Un casamiento ...", cit, p. 52.
36 PORRO, Nelly "Los juicios de disenso...", cit., p. 211.
J7 APVAE, doc. n° 37, folio 5.

- 137 ­
ELSA "Juridiccionesen tensión... "

uso de todo lo que la curia le franqueaba, solicitó la opinión de otros religiosos de las
órdenes de éste pueblo, sobre si había causas para las dispensas."38
La noción de falta o delito como incumplimiento de la ley natural, moral O religiosa
es~~rnmdlapor José, sumó argumentos en contra de su sobrino y de sus aliados. Buscaron
desacreditar a Vicente como funcionario de la Real Audiencia de Buenos Aires y a Mon­
señor San Alberto por haber extendido las Letras Comendaticias a Picazarn. El nudo del
conflicto de lasjurisdicciones descansaba sobre dos presupuestos básicos: la naturaleza de
las delegaciones pontificias establecidas desde el Concilio de Trento y la autoridad de los
Obispos dentro de sus diócesis en materia de dispensas a los hnpedimentos matrimonia­
les. Existía una abundante bibliografía sobre este tema escrita desde el ecuménico Conci­
lio de Trento. El Breve de Gregorio XIII, del año 1578, al igual que las reflexiones de
Valenzuela, Fraso y otros canonistas39, sostenían que sólo el Papa podía conceder la dis­
pensa a través de una gracia especial. Por consiguiente, si los Obispos obraban en los
casos de gracia como delegados del Papa, sus resoluciones no debían ser apeladas ante el
superior arzobispal. En este sentido, el objetor del matrimonio de su hija manifestaba que:
"Hay casos en que no digo suspender, sino que no deben absolutamente atem­
perar los sufraganeos a los mandatos de los respectivos Metropolitanos, aun­
que quieran hacerlo, como lo son todas aquellas en que se trata de concesiones
reservadas a la Silla Apostólica, o en que los sufraganeos procedan nuevamen­
te como Delegados de la misma Santa Sede, de modo que tal delito había sido
el apelar al Arzobispo, por carecer de autoridad superior. "40

Vicente no coincidía con estos criterios. Para él, existía una densa legislación canÓni·
ca que cuestionaba los postulados defendidos por su tío, y daba legitimidad a la postura
defendida por el Superior Metropolitano de Charcas. La Bula de Benedicto XIV del año
1741, así como los Breves de Clemente XIV y de Pío VI, por t:iemplo, concedían a los
arzobispos y obispos de Indias facultades para dispensar por los de parentesco
además, de que la Real Cédula delll de marzo de 1781 eximía de la concurrencia perso­
nal a Roma, a los pretendientes.
Al promediar el año 1803, el desacuerdo familiar continuaba sin dictamen. Al status
de Maria Antonina se sumaban "mayores escándalos por el comprometimiento público
del honor y viviendo fuera de su casa". La preocupación por la situación moral de su

38 Thidem,folio 6.
19 Cuando hablamos de canonistas nos referimos a los especialistas que estudian y comentan los
textos de los cánones y reglas que la Iglesia establecía para dírigír las acciones de los feligreses.
El derecho canónico, también llamado derecho divino porque los preceptos que contiene están
tomados de las Sagradas Escüturas, comprendía tanto el derecho antiguo como el Decreto de
Graciano y las colecciones de decretales de Gregorio IX, en CORREA LUNA, Carlos 'Un
casamiento ... ", cit., pp. 55-57.
40 APVAE, doc. n° 34, folio 8.

- 138·
prohistoriCl 5 • 2001
prometida inquietaba a Vicente, quien llegó a decir a su hermano José Lino que "yo me
voy llenando de canas a toda prisa, al pensar en Maria Antonina, quien tiene que conciliar
todos los días su elección, su libertad, su honor, y los respetos de su Padre, que diariamen­
te la visita y la ataca pesadamente para el desistimiento. "41 Los novios decidieron enton­
ces alcanzar la dispensa papal. En febrero de 1804 iniciaron las diligencias y acreditaron
un apoderado en r-.1adrid para que los representara ante el Consejo de Indias, paso impres­
cindíble para acudir a la Santa Sede. La persona elegida fue el Procurador Baltasar Sánchez
~donado, quien inmediatanlente presentó el recurso ante el Fiscal del organismo. Para­
lelam.ente, continuaron sus tratativas ante la Real Audiencia de Charcas, donde también
José EchevarrÍa designó un apoderado para "librar recursos contra todo el género huma­
no, más que costase mucho dinero."42 La muerte del An:obispo Fray Antonio de San Al·
berto fue una dura prueba para los jóvenes. Su sucesor, el Dr. Orihuela, quizás presiouado
por el apoderado de José Echevarría, decidió declararse incompetente.43
Entre tanto, José tanlbién comenzó a rcalizar gestiones en España para designar quien
lo representase ante el Consejo de Indias y en la sede papal. Su intimo amigo Carlos José
Montero, maestro de escuela de la Catedral de Buenos Aires, le recomendó los servicios
del Dr. Roque de Torrejón. José EchevarrÍa le envió un poder con las siguientes i.'lstruc­
ciones: "vea si le puede repudiar, me parece que usted me puede servir de mucho y si en
caso inopinado le faltare plata, hágame también el favor de suplicarle, pues aunque yo me
muera no la perderá con su correspondientes primas."44
En setiembre de 1804, el Fiscal del Consejo de Indias analizó el expediente y realizó
un eA'tenso informe, sosteniendo que el caso no pertenecía al fuero contencioso sino al
voluntarioso. Respecto a las acusaciones realizadas por José a su sobrino, determinó que
carecían de formalidad. Analizó los cargos detenidamente, tanto el de seducción de la hija
del "bienhechor" como el de ingratitud, y realizó algunos comentarios:
"Aunque la calidad de Pariente tan inmediato, y el estado y circunstancias
aminoren de algún modo el cargo que resulta, Vicente Echevarría no puede o
no debe iguorar que ha recibido del Dr. Joseph unos beneficios tan considera­
bles, debiendo a su amor y generosidad con crecidos costos la honrosa Carrera
que goza, estaba obligado a reconocer estos favores, venerar la voluntad de su
benéfico Tío y abstenerse de ofenderlo en un punto tan grave y delicado como
el del Matrimonio."45

El Fiscal del Consejo de Indias, sin embargo, decidió pronunciarse a favor de la licen­
cia solicitada por Vicente y Maria Antonina para acudir a Roma. Aconsejó otorgarles la

41 CORREA LUNA, Carlos "Un casamiento ...", cit.,p. 55.


4Z APVAE, carta de Don José de Echevama a su corresponsal en Charcas, 27/05IJ 804.
43 CORREA LUNA, Carios "Un casamiento...", cit., p. 56
44 APVAE, doc. n° 40, Carta manusclit.9. pClteneciente a Don José de Echevarría.
45 APVAE, doc. n° 47, Inf<llme del Fiscal del Consejo de Indias, Madlid, 24/09/1804

- 139 ­
ELSA CAULA, "Juridicciones en tensión ... "

absolución, tanto a los novios como a los funcionarios eclesiásticos que habían participa­
do con sus recomendaciones sin poder resolver el caso y, decidió dejar a un lado eljuicio
de competencia jurisdiccional, referido al tema de la delegación de las facultades
episcopales. Examinó únicamente la discusión del mérito de las causas que se alegaban
para solicitar la dispensa. EnRoma, el 20 de diciembre de 1804 el Papa Pío VI emitió el
Breve que, fmalmente concedió la esperada dispensa:
"De conformidad, queriendo distinguir con una gracia especial a los mismos
expositores y a sus ministros, los absolvemos y reputamos absueltos de toda
sentencia de excomunión y entredicho y de cualquiera censura y pena eclesiás­
tica.y con tal que no se haya cometido con la mujer el delito de rapto, quere­
mos que los recurrentes puedan contraer matrimonio público y solenmemente,
según la forma del Concilio de Trento y luego permanecer unidos y libres y
lícitamente, no obstante el impedimento de segundo grado de consanguinidad
o afInidad, ni las costumbres y órdenes apostólicas, ni cualquieraresolución."46

A continuación, el breve papal tuvo que realizar el "pase regio" antes de llegar a
destino. La certificación de los escribanos del Cons~.ío de Indias fue enviada e16 de marzo
de 1805. 47 Mientras esto ocurría en territorio europeo, en la ciudad de Buenos Aires, luego
de una corta enfermedad, el14 de febrero de 1805 José de Echevarríamoria en brazos de
su h~ja, tal vez ya notillcado por los apoderados de la dispensa papal que autorizaba a la
joven a unirse en matrimonio con su primo hermano. Recién un mes más tarde, Maria
Antonina y Vicente, renovaron sus votos ante el obispo Lué. La celebración del matrimo­
nio se realizó e14 dejunio de 1805:

46 APVAE, doc. nOS. "Breve de S.S.Pío Vil concediendo la dispensa para casarse a Doña Maria
Antonina y a Don Vicente Anastasia de Echevarría, In Nomine Domini Amen (en Nombre del
Señor Amen)".
47 APVAE, doc. n o 5: "Certifico yo, Don Leandro Femández de Moratín del Consejo de Su Maj estad,
su Secretario y de la interpretación de Lenguas que este trasunto de un Breve de dispensa
matrimonial, expedido por su santidad a favor de Vicente Anasta"io de Echevarria y María
Antonina también de Echevarría, de la ciudad o Diócesis de Buenos Aires, en las India,>, es en
todo confom1e a su original, del cual se ha hecho la traducción en esta secretaría de mi cargo,
con fecha de hoy.- Madrid, primero de febrero de mil ochocientos cinco". "DonVicente Joaquín
de Matnrana, caballero de la orden de Santiago, del consejo de su majestad, su Secretario y
oficial mayor de la secretaria del supremo consejo y cámara de Indias, por lo tocante al Perú y
lo Indiferente: certifico que habiéndose presentado este Breve, pidiendo su Pa<;e, visto en el
consejo con lo expuesto por el señor fiscal, ha venido en concedérsele en la forma ordinaria por
su acuerdo de este día, sin perjuicio de los derechos, que competen a don José de EchevalTía,
con arreglo a las Reales Pragrliáticas, y soberanas resoluciones de la materia de casanlÍento, de
que deberá usm·donde conesponck'l y como le convenga y con este íln doy la presente certiíicación,
que tinno en Madrid a cinco de marzo de mil ochocientos y cinco". Cabe agregar que los
Escribanos fumantes fueron Domingo Rodríguez, Marcial Nazar y Angel García Xin1enez.

- 140 ­
prohistoriG 5 • !lOO 1
"Habiéndose hecho en tres días festivos, que fueron .el21 y 28 de Abril y ello
de Mayo al tiempo del ofertorio de la Misa conventual las tres conciliares
proclamas sobre el matrimonio y no habiendo resultado impedimento alguno
canónico, fuera del parentesco en segundo grado de consanguinidad por línea
transversal, que les está dispensado por El Ilustrísimo Sr. D. Benito de Lué y
Riega dignísimo Obispo de esta Diócesis, como consta del Despacho respecti­
vo execute en virtud de las más bastante y necesaria comisión y en seguida
estando hábiles en la Doctrína Christíana y sacramentaLmente confesados, los
desposé por palabras de presente y según fomla de Nuestra Madre la Iglesia
habiendo oído, advertido y entendido sus mutuos consentimientos."48

En la curia porte.lla, la apertura del caso fue acompañada por otro ex-pediente deno­
minado "Información Producida", en el que vecinos prestigiosos como Antonio García
López, Nicolás Suárez, Manuel Obligado y el propio Cristóbal de Aguirre argumentaron
razones a favor del casamiento. El informe fue redactado por éste último, en calidad de
albacea testamentario de los bienes de José de Echevama y como curador y tutor de Maria
Antonia de Echevarría:
"Por disposición del fmado su padre ha estado Da. Maria Antonina en casa del
que declara todo el tiempo de la discordia hasta que por agravarse la enfenne­
dad de su padre, fue a su casa donde estuvo asistiéndole. En el tiempo que
pennaneció ella en la casa del declarante, el padre en diferentes ocasiones le
hizo las instrucciones más eficaces a f111 de separarla del intento de casarse con
su primo; pero ella siempre estuvo constante. Después, con motivo de haberle
instituido su albacea, determinó hacer reconocimiento fonual de todos los pa­
peles e intereses de la casa mortuoria y los halló en un total desgreño, tanto los
de don José como los de la testanle.lltana de su difunta suegra que murió en
1795, dejando un poder para testar que otorgó de albacea a su hija Doña M.
Francisca Ramos, mujer de dicho Echevarría y esta no otorgó testamento ni
fIrmó inventario, nada más hizo en substa\1Cia que enterrar a su madre. Y, en
este estado presentan ambas testamentarias una confusión dificil de esclare­
cer; por tanto y porque todos los intereses de don José están en dependencias
muchas trabajosas, considero conveniente a la heredera que se case con un
hombre de qualídades y que libre de esos cuidados, atienda los intereses que le
pertenecen además de otras resultas fatales que pudieran experimentarse si
dicha doña Maria Antonina no lograse casarse con su primo de quien es públi­
co y notorio la pasión que la domina."49

4& APVAE, doc. nO 6, Paltida de casamiento. Archivo de la Iglesia de la Merced, Folio 454 vuelto
del Libro 6 de Matrimonio, años 1760 a 1808. El resaltado me pertenece.
49 APVAE, "Información Producida", folio 4. El resaltado me pertenece.

- 141 ­
ELSA CAULA, "Juridicciones en tensión..."

Reflexiones finales
El acercamiento a las prácticas sociales como elementos fundamentales de los imagi­
narios familiares nos ha permitido reconocer la variedad de discursos sobre el matrimonio
y la familia de las elites porteñas del final de la colonia El pleito allalizado muestra el
peso de la cultura eclesiástica frente al avance de la cultura laica materializada en la
promulgación de la Real Pragmática sobre matrimonio que otorgaba poder y fuerza a la
decisión paterna.. La tensión entre las jurisdicciones en disputa se resuelve con la inter­
vención de la máxima autoridad de la Iglesia, institución que puso fIn al conflicto al
conservar el derecho de concesión de la "gracia especial". Por lo tanto, el espíritu de la
nueva legislación que instituía los tribunales civiles como árbitro de los conflictos y
timaba como fundamental el poder del conse..ltimíento patemo para contraer maúimonio,
se desvanece en el desenvolvimiento mismo de la aplicación del derecho. En este sentido,
advertimos que el aspecto juridico de los hechos no es un conjunto limitado de normas,
reglas, principios o valores, a partir de los cuales pueden plantearse respuestas legales,
sino más bien una manera determinada de imaginar lo real. 50
Desde la perspectiva de las sentencias, se observan otras dimensiones del incumpli~
miento de la escrita. La justicia civil ordinaria -creadora de derecho desde 1778 en
América- si bien resolvió rápidamente yen doce días declaró la irracionalidad del disen­
so, al pronunciarse a favor de los jóvenes, no logró extender y hacer valer su resolución al
ámbito eclesiástico. Asimismo no debemos dejar de sefialar que en su actuación relativizó
aspectos de la nueva legislación que nutrían su flamante poder, a saber, la obligatoriedad
de contar con el consentimiento paterno para contraer matrimonio a los hijos menores de
edad. En otro sentido cabe remarcar la eficiencia y rapidez en la "acción de decir dere­
cho" de los tribunales civiles, aún cuestionando al "pater familiae" con las dilatadas y
compl~.ias contradicciones que se plantearon en el seno de la Iglesia cuando les tocó pro­
nunciarse sobre el impedimento canónico del segundo grado de parentesco. En conse­
cuencia, la Iglesia no se nos presenta como una Íllstitución monolítica, sino como lila
polifonía de voces. Su representantes dialogan sÍnlograrponerse de acuerdo y sumaron la
disputa de competencias jurisdiccionales d~iando a la vista la imposibilidad de unos
pocos de tomar distancia de la autoridad del "pater familiae". De esta manera, se pone de
manifiesto la dificultad de separar la cuestión del impedimento del parentesco próximo
para contraer matrimonio de las relaciones sociales familiares, el código de honor y la
patria potestad porque a la cuestión de los grados prolúbidos relativos al matrimonio
entre parientes, nudo central del conflicto de competencia eclesiástica se agregaba la
oposición del padre que, en tanto autoridad de la familia conservaba un poder que sólo
podía quebrarse ante el supremo de la Iglesia.

50 GEERTZ, Clífford Conocimiento local. Ensayos sobre la interpretación de las culturas, Paidós,
Barcelona, 1994, p. 202.

- 142­
prohistorica 5 • 2001

Itinerarios de la Ciudadanía en Buenos Aires

La ley de elecciones de 1821 *

ORES1E CARLOS CANSANELLO


(UNLu - UBA- INSTITUTO RAVIGNANI)

Resumen
La Revolución de Mayo produjo trn corte con el orden antiguo, pero no tenninó con los
estatutos diferenciados en ese único movimiento. Por su parte, las refonnas iniciadas en
1821, sirvieron para fundar la Provincia de Buenos Aires y proftrndizaron el proceso republi­
cano, au,'lque no todas las medidas tomadas durante la Feliz Experiencia pueden interpretarse
con un único perfil ideológico; tomamos porcaso 1aLey de Elecciones, que no fonnó parte de
un proyecto de relonnas liberales y que no fue pergeñada para extender otra ciudadanía que
la del sufragio, porque era indispensable para consolidar las instituciones inauguradas con la
autonomía. La extensión de derechos políticos por la ley de Elecciones de 1821 en Buenos
Aires, sirvió para avanzar en la eliminación de rémoras estamentales, pero que con ser
desusadamente amplia no se tradujo en resultados totalmente favorables al proceso de indi­
viduación, porque dirigida a obtener resultados electorales inmediatos, eligió sostener la
legitimidad sobre trn orden social no demasiado diferente del heredado.

Palabras Clave
Ciudadanía - vecindad -libertad - estatidad - igualdad

Abstract
The RevolutionofMay caused a breakdown \vith the oldregime (AncienRegimen); however,
this sole movement did not Iinish with the system 01' differentiated orders. The retonns that
began in 1821 were useful to set the foundation of the province 01' Buenos Aires and to
deepen the republic8n process; however, not all the measures taken during the (so-called)
"Feliz Experiencia" can be lmderstood as having a uníque ideological proftle. We cantake as
an example the Electoml Law whicl~ 'lince itwas designed as a tool necessary to consolidate
fue institutions inaugurated with the autonomy, it was neither a pmt of any project ofliberal
retornls nor it was intended to broaden any other citizenship but mere1y fue suffrage's one.
The extensioll ofpoliticallights promoted by the 1821 Electoral Lawwas useful, in Buenos
Aires, to put fonvard the elinrination of tile strata remainders; nevertheless, even though its
was unusually wide, it did result in no entirely favourable results regarding the process 01'

CANSA.1>ffiLLO, Oreste C. "Itinerarios de la Ciudadanía en Buenos Aires. La ley de elecciones de


1821", prohistorla,Año V, número 5,2001,pp. 143-169.

* Agradezco las lecturas y las sugerencias para distintas versiones de este trabajo, de Daniel
Vázquez y de Sergio Cercós.

- 143 ­
ORESTE C. CANSANELLO, "Itinerarios de la Ciudadanía... "

individualisation; because, and since it was designed to pro vide ínn11ediate electoral results,
the law sustained the legitimacy of a social order which was not entirely different from the
olle inherited.

KeyWords
citizenship - vecindad 1 - freedom - estatidad - equality.

a asociación voluntaria de ciudadanos que sustentó la autoridad pública y la

L soberanía del pacto politico, fueron innovaciones que se universalizaron en el


siglo XIX con dos atributos salientes, el de elección de las autoridades en
fonna periódica y el de la igualdad frente a la ley.
La ciudadanía burguesa es una de las más relevantes construcciones de la moderni­
dad, desde que las revoluciones republicanas reemplazaron la soberanía del rey por la de
un colectivo formado por ciudadanos. La voz ciudadano, remite a la libertad para elegir y
a la soberanía popular, porque uno de sus contenidos es el de la representación, mientras
que la soberanía se encarna en los habitantes con derechos politicos constituidos en elec­
tores. He aquí una tran1pa que acecha a toda investigación, porque para que el sufragio
pueda ser universal debe estar suficientemente extendida la igualdad ante la ley; ambos
son derechos políticos, pero mientras la igualdad pennanece en segundo plano el sufragio
es la punta del iceberg de los derechos personales. 2
Desde la antigüedad clásica, el voto de los ciudadanos se mantuvo unido a la autoridad
pública de la ciudad; otros derechos, privados y sociales, estuvieron ligados históricanlen­
te a distintos estatutos también urbanos: de comerciante o de vecindad, que no requerian
necesariamente de la ciudadatúa.
Tradicionalmente, el individuo libre mayor de edad con residencia conocida, pudo
contraer deudas, adquirir bienes y enajenar propiedades, con la protección de la autoridad
pública; gozó de derechos privados con el respaldo de tribunales y de consulados. Durante
la Revolución, los derechos privados se conocían bajo el nombre de garantías individua­
les, que incluían los derechos que hoy se denominan civiles y los de familia. El llamado
derecho de resistencia a la opresión se encontraba también dentro de las garantías indivi­
duales, en el mismo nivel que el derecho de petición; anlbos derechos políticos, eran parte

Conditioll or Status ofNeighbour - Estatidad: Attributes of a State.


Ciudadano y ciudadanía son voces centrales del vocabulario político contemporáneo, sus usos y
hasta su problemática puede ser rastreada con abundante matelial hasta Aristóteles. Se transitan
para su estudio alglmos itinel-"rios bastante conocidos, con líneas que no revisten demasiadas
sorpresas, dado q uc la vía de la sangre -derecho del padre- y la vecindad se encuentran siempre
presentes. No obstante, la era contemporánea ha renovado tanto la noción de ciudadano, que
seda imposible tma explicación sólida del Estado-Nación sin otra equivalente de la ciudadanía.

- 144­
prohistorica 5·2001
de la se!,'llridad individual que la autoridad pública debía brindarle a los vecinos urbanos
y a los rurales.
Eu un trascendente libro de principios del siglo XIX, podemos leer:
"Por derechos privados o individuales entendemos aquí la seguridad de las
personas, y de las propiedades, la libertad de la industria, la de las opiniones,
y por consiguiente la de las conciencias. Somos de opinión que la declaración
de estos derechos debe ser común a todos los estados unidos; pero que convie­
ne no mezclar en ella nada que sea relativo al ~jercicio de los derechos de
ciudadano, o a la facultad de elegir, de ser elegido, y de tomar parte en las
deliberaciones públicas; porque todos estos actos suponen condiciones, yad­
miten límites, que solo podrían ser exactamente reconocidos en el interior de
cada Estado. "3

No casualmente, el discurso sobre las naciones hispanoamericanas ha servido para


sostener un poderoso paradigma interpretativo, basado en un supuesto de libertades ex­
tendidas de manera universal, que habrían sido consagradas por las revoluciones de inde­
pendencia. No fue ajeno a ello, el imaginario político occidental sobre las revoluciones
burguesas, que habrían hecho tabla rasa con el pasado creando·sociedades igualitarias.
El supuesto igualitario constmido en el XIX sobre la base consagrada de la libertad
política, fue también útil para plantar en el imaginario social de la Argentina, una confusa
representación de las libertades; se supuso una temprana igualdad en la posesión de dere­
chos que fue imposible luego mostrar. No se ocultó a la inteligencia de los historiadores
del derecho que, en derecho civil y de familia no se había producido revolución alguna,
aunque no se pregu.ntaron cuánto había entorpecido la característica señalada la construc­
ción de un sujeto único de derechos. 4
La Revolución de Mayo produjo un corte con el orden antiguo, pero no terrninó con los
estatutos diferenciados en ese único movimiento. Por su parte, las reformas iniciadas en
1821, sirvieron para fundar la Provincia de Buenos Aires y profundizaron el proceso repu­
blicano, pero no todas las medidas tomadas durante la Feliz Experiencia pueden
interpretarse con un único perfil ideológico, tensando la enerda entre borbónicos y libera­
les. Nuestra. hipótesis es, que la Ley de Elecciones no formó parte de un proyecto de refor­
mas liberales, que no fue pergeñada para extender otra ciudadanía que la del sufragio,
porque era indispensable para consolidar las instituciones inauguradas con la autonomía. 5

DAUNOU, Pedro sobre las garantias individuales (1818), traducción del francés con
notas explicativas y aclaratorias por e! Dr. D. Gregorio Funes (1822). Prólogo de Enrique Martínez
paz (h), Imprenta de la Universidad, Buenos Aires, 1941, p. 153.
Entre otros, BUNGE, Carlos Octavio Historia del Derecho Argentino, 2 Volúmenes, Buenos
rac.ult1ll,de Derecho y Ciencias Sociales, 1912-1913,pp. XXVI-XXVll. CABRAL JEXO
Historia del Código Civil Argentino, Jesús Menéndez, Buenos Aires, 1920.
TrabrJos de reciente aparición exponen con autoridad posibles interpretaciones, véase GALLO,

- 145 ­
ORESTE C. CANSANELLO, "Itinerarios de la Ciudadanía..."

Nos ocuparemos entonces, de la extensión de derechos políticos por la ley de Eleecio­


nes de 1821 en Buenos Aires, que sirvió para avanzar en la eliminación de rémoras
estamentales, pero que con ser desusadamente amplía no se tradujo en resultados total­
mente favorables al proceso de individuación, porque dirigida a obtener resultados electo­
rdles inmediatos, eligió sostener la legitimidad sobre un orden social no demasiado dife­
rente del heredado.
El interés por las libertades iudividuales que en la actualidad preocupa a nuestra cul­
tura, ha conducido a l1..11a renovación de la historia política. La otrora desprestigiada rama
de la disciplina revisa hoy sus ideas sobre las libertades y entre ellas, la imagen universal
de la ciudadanía como resultado inevitable de las revoluciones. 6
Es necesario que precisemos a continuación, el uso que haremos de los conceptos de
libertad e igualdad. Pensamos a la libertad política, en el sentido de una cualidad o pro­
piedad individual que el poder público acepta o concede. En el caso particular que nos
ocupa, se ajusta estrictamente a la capacidad de actuar en política, de la que habrían
gozado todos los individuos varones mayores de de la sanción de la Ley de
Elecciones.
Ahora bien, la libertad política implantada en a los individuos del
conjunto y como la igualdad es una relación, los individuos que cumplían con las condi­
ciones de la ley habrían gozado de iguales derechos políticos junto con la habilitación
para ocupar cargos públicos, el sufmgio y los derechos de resistencia y de petición. Estos
dos últimos, S011 tan importantes, que desde Hobbes a la Revolución aseh'1lran la
libertad frente al Estado, por ello se dice que es una libertad protectora o negativaJ
Denomi.namos derechos privados, a los que se reconocen como propiamente civiles y
a los de familia; civiles son: de justicia, de libertad de la persona, de e:-.-presión, de credo,
de propiedad privada, de contratar. No asimilamos el derecho dejusticia aldel'csistenda,
porque son diferentes, aooque el último incluya necesariamente al primero y no al revés.

Klaus "¿Reformismo radical o liberal? La política rivadaviana en una era de conservadorismo

europeo, 1815-1830", en Investigacionesy Ensayos, núm. 49, AcademiaNacional de la Historia,

Buenos Aires, 1999; MYERS, Jorge Orden y Viltud. El discurso republicano en el régimen

rosista, Universidad de Quilmes, Buenos Aires, 1995.

El canllnO que mejor ha transitado la historiograí1a más reciente ha sido el de las elecciones. La

historia electoral en América Latina ha enriquecido los conocimientos al punto que permiten

tomar distancia crítica del discurso ideológico nacionalist..'1 de la parte del siglo XIX,

véanse entre otros: SABA TO, Hilda (coord.) Ciudadanía política yfom¡aciól1 de las naciones.

Perspectivas históricas de América Latina, F.C.E., México, 1997 y ANNINO, Antonio (comp.)

Historia de las elecciones en Iberoamérica, siglo XIX, F.C.E., Montevideo, 1995.

Sólo los ciudadanos o los vecinos, en cuestiones locales, gozaron de esos derechos; pueden

mstrearse sus raíces en Roma y su desarrollo posterior en la Edad Media, véase ULLMANN,

Walter Historia del pensamiento politico en la Edad iVledia, Ariel, 1997, pp. 194­
232 Y SARTORI, Giovanni TeOlia de la democracia. 2. Los problemas clásicos, Buenos

Aires, 1990, pp. 370-371.

-146­
prohistorio 5 • 2001
Un ejemplo claro es el de los esclavos, que llegaban de mallera directa a la justicia, a
diferencia de los itinerantes o transeúntes qne lo hacían como reos, aunque nÍllguno tenía
derecho de resistencia. 8
Derechos sociales, tomamos fundamentalmente el derecho a compartir el patrimonío
de la comunidad, acceso a bosques, espejos de agua, pasturas, puertos y circulación; el
derecho a que la autoridad pública vele por preservarles de peligros sobre su bienestar y
sobre sus negocios o trabajos; todos están cunlplidamente incluidos en los artículos 14 a
20 de la Constitución de 1853.

El tránsito revolucionario
En un trabajo bastante reciente se afIrma, que mientras los derechos civiles se exten~
dieron a todos los naturales, por obra de la Constitución de Cáliz, la ciudadanía se man­
tuvo restringida a un grupo muy pequeño. El artículo c!rcuuscribe la ciudadanía al dere­
cho de elegir y de ser elegido, pero en él se hacen algunas reflexiones sobre los exchúdos,
que se corresponden con los que lo fueron en Buenos Aires; exclusión de las mujeres, de
los menores y de los domésticos y criados, aunque también aparece en notas, la existencia
de una prohibición de votar para los peones de estancia.9
La presencia del supuesto igualitario que se impuso con las revoluciones burguesas,
obliga a pensar que la igualdad social se alcanzó a partir de ellas y que el paso siguiente
fue la lenta marcha hacia el sufragio universal. Todavía espoco aceptado, que la construc­
ción de un sujeto único de derechos fue el resultado de un proceso totalizador, en el que
los derechos políticos no corrieron por una vía diferente de los otros derechos, sociales y
privados y, si los tiempos en que se desplegaron unos y otros muchas veces no fueron
iguales, las diferencias no se encuentran en el largo plazo, salvo en el ámbito de los
discursos o en el de las disposiciones no cumplimentadas.
El corte con el orden colonial no fue igualmente abmpto en todos los niveles, en
algunos casos, los cambios se operaron de manera progresiva y sobre construcciones so-

Hemos hecho una composición entre la tipología expuesta enM4RSHAIL, T. H., "Ciudadanía
y clase social", enMARSHALL,T. H. y BOTfOMORE, TomCiudadanía yelase socia~Alíal1za,
Madrid, 1998, Ylos usos de la época: derecho privado por civil, que era la denominación que se
aplicaba al derecho de una nación, del curso dictado por Rafael Casagemas en la Universidad
de Buenos Aires, 1832-1833, en LEIVA, Alberto David "Las lecciones de derecho civil del
profesor Rafael Casagemas", Revísta de Historia del Derecho, núm. 17, lIID, Buenos Airt.'S,
1989 Ydel Proyecto de Código Civil de Ugarte, en ZORRAQUIN BECU, Ricardo lvmrcelino
Ugarle 1822-1872. Un jurista en la época de la organización nacional, Colección de estudios
para la Historia del Derecho Argentino, Buenos Aires, 1954, p. 76.
Véase GUERRA, Frfuiyois-Xavier "El soberano y su reino", en SABATO, Hilda (cood.)
Ciudadanía política ... ,. Cit., nota 5; lamencióll a la exclusión de peones en la p. 28 del mismo
artículo.

-141 ­
ORESTE C. CANSANELLO, "Itinerarios de la Ciudadanía..."

ciales muy antif,'1las. Una construcción muy conocida es la del ciudadano, que durante la
colonia era el vecino que gozaba del estado de ciudad.
"El vecino de una Ciudad, que goza de sus privilegios, y está obligado a sus
cargas, no relevándole de ellas alguna particular exención."

También y muy significativa, esta otra definición:


"[...] aquel por el cual los hombres son, o ciudadanos naturales, ó peregrinos y
extranj eros". lO

El nuevo significado de la ciudadanía, h..troducido por las leyes constitucionales mo­


fue el de todo hombre libre integrado a la sociedad. El estatuto legal modemo
diferenció a la ciudadanía de la vecindad, pero tal distinción no amerita considerar una
separación muy temprana para el caso de Buenos Aires, donde la ciudadanía continuó
pegada a la vecindad durante muchos allos.
Es necesario tener en cuenta las dos vías por las cuales se accedía a la ciudadanía, la
del derecho paternal, inscripto en la tradición romana y sostenida fm1lemente en el occi­
dente europeo a través de la nobleza de sangre, del origen, del prestigio y, la vía de habi­
litación urbana, a través de la vecindad, del derecho de las ciudades. La ruptura fue provo
cada por la irrupción del Estado moderno, que concentró la capacidad de habilitación, que
absorbió las dos vías y las monopolizó. La ciudadanía pasó a ser, desde entonces, un lugar
social con estatuto político concedido por el Estado.
De todas maneras, el acceso a los derechos sociales y/o no escapa nunca a la
calidad de vecino, heredada o adquirida. Por ello es que el tema de la ciudadanía y el de la
vecindad son de tal comph:jidad que requieren explicaciones adicionales. La primera ad­
vertencia es, que no se pueden atender por separado, porque si una nota saliente de la
modernidad es la emergencia del ciudadano, el lugar social y político que le asignó duran­
te los primeros a.tlos la Revolución, no anuló totalmente los atributos de la vecindad colo­
nial; por el contrario, el desarrollo posterior de la ciudadanía se sostuvo en la expansión y
determinación de esta última.!!

[O La primera detinición es del Diccionario de Autoridades, Tomo 1, Gredas, Madrid, 1990; la


segunda de, ALVAREZ, José María Instituciones de Derecho Real de Espaiia, adicionado con
las leyes promulgada"! en Buenos Aires desde 1810 Ynotas por Dalmacio Velez, Imprenta del
Estado, Buenos Aires, 1834, p. 20.
11 En ediciones contemporáneas del diccionario de la Real Academia, se lee: "Ciudadano. Natural
o vecino de Ulla ciudad. Perteneciente a la ciudad o a los ciudadanos. E1habitante de las ciudades
antiguas o de Estados modemos como Sl~ cío de derechos políticos y que interviene, ejercit'Ílldolos,
en el gobierno del país. El que en el pueblo de su domicilio tenía un estado medio entre el de
caballero y el de oficial mecá¡úco." REAl, ACADEMIA ESPAÑOLA Diccionario de la lengua
española, 19' ed., Madrid, 1970.

-148­
prohistorio S • IDO 1

Allilqueparezca contrndictorio, de allí lo confuso del proceso, ciudadanos fueron todos


los naturales que debieron ser afectados a la h'Uerra de la Independencia. pero el camino
seguido para la integración a la sociedad en igualdad de derechos es otrn cuestión. 12
En otros trabajos, nos hemos ocupado de la vecindad durante la postindependencia,
aunque vale recordar que los gobiernos revolucionarios no modificaron las leyes indianas
sobre esta cuestión, no corrió igual suerte el estatuto de privilegio que habían tenido los
vecinos, que sí fue afectado por la ampliación de la ciudadanía revolucionaria. 13
La vecindad se extendió también a la campaña inmediata y a los pueblos en la frontera
con el indio; diferenciada de la urbana, pero siempre con un estatuto privilegiado en
relación con el de los otros estamentos. Es por todos conocido el estatuto de privilegio que
tuvieron los vecinos durante la colonia. aunque la ciudadatúa, como corolario de estos
privilegios, fue otorgada solamente a los vecinos urbanos (Ley 1, tít.23, PrutA)
En el Buenos Aires del siglo XVIII, no fueron vecinos como se sabe los l.'lferiores:
miembros de las esclavos, los menores y las mujeres casadas; las exclusiones al­
canzaron desde a los pereb'TÍllos o transeúntes y a los extranjeros; en la última
etapa colonial la vecindad se hizo más inclusiva, incorporó algunos attesanos y mantuvo
dentro de ella a los domiciliados sin recursos pero con arraigo. De todas maneras se
mantuvo la división de más vecinos y de simples vecinos; los primeros gozaban de todos
los derechos y de algtmas excepciones, mientrns que los segundos C1lll1plíatl con todas las
cargas pero no tenían excepciones especiales.
Señalado lo anterior, el supuesto que negamos es el de la igualdad de derechos sociales
que habrían resultados de los atlaS revolucionarios, ya que más allá de las muy trascen­
dentes disposiciones emanadas de la Asamblea de 1813, la sociedad de estamentos y
castas no fue arrasada de un solo golpe por la Revolución.
E:\.-pondremos un caso bastante conocido, el decreto del 9 de agosto de 1813, en el que
la amenaza que se blande sobre los aprehendidos en situación de vagatlcia, es la de quedar
incluidos en la clase de sirvientes; entiéndase bien, no ya de siervos, sino de sirvientes
(documento 1).14

12 Uninteresanteabordajedelasditlcultadespostrevolucionariasparaordenaralasociedadfrancesa
en ROSANVALLON, PielTe Le sacre du citoyen. liistoire du suffrage universel en Franee,
C:mllimard, Paris, 1992, pp. 45-10l.
B En nuestro "De súbditos a ciudadanos, los pobladores rurales bonaerenses entre el Antiguo
Régimen y la modemidad", en Boletín del Instítuto de Historia Argentina y Americana Dr. E.
Ravignani, nlun.l1, UBA,BuenosAires, 1995.
14 En DE ANGELIS, Pedro Recopilación de las Leyes y Decretos Promulgados en Buenos Aires
desde el 25 de mayo de 1810 hasta fin de diciembre de 1835,2 Tomos, Imprenta del Estado,
Buenos Aires, 1836, T 1", pp. 58-60. Muchos elementos de análisis se encuentran en esta
norma, que porotr'd parte se repite ",n los años 1821, 1822 Y1823 endiferenlcs decretos; véase
DIAZ, Benito Juzgados de paz de campaila de la Provincia de Buenos Aires, Universidad
Nacional de La Plata, La Plata, 1959.

- 149·

ORESTE C. CANSANELLO, "Itinerarios de la Ciudadanía... "

Se advertirá, que peones y sirvientes 15 se tratan como equivalentes y que lo mismo se


hace con los vagos y los transeúntes, mientras que los vecinos mantienen su jerarquía y
estatuto superior.
Poco tiempo después y luego de extenderse la ciudadanía amplia a los naturales, por
causa de la Guerra de Independencia (en 1814 y 1815), se notifica a la población sobre las
posibilidades de perder tan grata concesión; entre las causas por las que se suspendía la
ciudadanía en el Estatuto de 1815 se encontraban las siguientes:
"[... ) ser deudor a la Hacienda del Estado, estando executado; por ser acusado
de delito siempre que este tenga cuerpo justificado y por su naturaleza merezca
pena corporal, aflictiva o infamante; por ser doméstico asalariado; por no tener
propiedad u oficio lucrativo y útil al país; por el estado de furor o demencia" 16

Hemos escrito en un trabajo anterior, que la comisión constituyente de 1819 no con­


templó el tema de la ciudadanía que aquí nos preocupa. l ?

La Ley de Elecciones de 1821


No ha sido casual que la historiografía argentina no haya puesto atención especial en
la llamada Ley del sufragio universal. El muy conocido trabajo de Bushnell se mantuvo en
soledad entre muchos otros, que hicieron detallado análisis de las refonnas piloteadas por
Rivadavia pero que no se ocuparon de la reforma electoral. Sabido es, que tan trascenden­
te temática ha sido abordada en los últimos años con publicaciones que mucho han ayuda­
do a conocer los primeros pasos de la Provincia autónoma. 18

15 De siervos y de sirvientes: Siervo (Dellat. servus, del m. otigen que selvare; v . SERVAR.).
Esclavo. En particular, de los que, antiguamente, pertenecí3l1 al señor de las tierras en que
vivían. Como se ve el estado de servidumbre es propio de la condición de los esclavos; es
diferente la de sirviente, porque éste es servidor, persona que sirve a otra, particularmente
criado: persona adscrita al servicio doméstico, en MOLINER, WJ.aliaDiccionario, Novell, 1996.
Doméstico. El criado que sirve en una casa. Los derechos y deberes de un doméstico dependen
absolutamente de la convención que hubiere hecho con su anlO. La acción que tiene 1m doméstico
para cobrar el salario de sus selvicios queda cortada por la prescripción de tres años que se
empiezan a contar desde el día en que hubiere sido despedido por su amo; pero para impedir
esta prescripción basta cualquiera petición de la deuda, aunque sea extrajudicial. [...] El doméstico
tiene tacha legal para ser testigo en pleitos de su amo, .." L. 13, tít.l6, p. 3// los derechos
pmticulares del ciudadano se suspenden por el estado de sirviente doméstico. L.1, constituc.
Art.1 0, véase ESCRICHE, Joaquín Diccionario razonado de Legislación Civil, Penal, Comercial
yForense, (eel. facsimilar 1833), UNAM, México, 1993, p. 709.
16 El Estatuto de 1815, en SILVA, Carlos Alberto El Poder Legislativo de la Nación Argentina,
Tomo 1, 1" parte, Cllinara de Diputados de la Nación, Buenos Aires, 1937, pp. 130-151.
1J Véase nuestro "Ciudadanos y vecinos. De la igualdad como identidad a la igualdad como justicia",
en Entrepasados, nÚln.14, Buenos Aires, 1998.
18 Véase BUSHNELL, David "El sufragio en la Argentina y Colombia hasta 1853", en Revista del
Instituto de Historia del Derecho Ricardo Levene, núm. 19, FDySC UBA, Buenos Aires, 1968,

- 150 ­
prohistoria S • 2001
La Ley de Elecciones de 1821, enuncia con toda claridad en los dos primeros artículos:
1, Será directa la elección de los representantes, que deben completar la Representa­
ción Extraordinaria y Constituyente,
2, Todo hombre libre, natural del país, o avecindado en él, desde la edad de 20 años,
o antes si fuere emancipado, será hábil para elegir, í9

No existen agregados aclaratorios ni explícitas exclusiones; no hay por ello lugarpara


dudas sobre los alcances de la ley que promovió una ampliación del derecho a sufragar,
que a partir de entonces pudo ser ejercido por habitantes que antes no 10 tenían: libertos,
artesanos, peones y domésticos, habrían podido votar libremente,
Véase el contraste con las elecciones que se realizaron durante el año veinte, en la que
los alcaldes y tenientes de barrio debían verificar, la calidad de vecinos-ciudadanos, de
cada uno de los sufragantes,
"[".] corran la noticia entre todos sus vecinos el día que deba votar su cuartel,
a fIn de que nadie deje de sufragar por ignorar la convocatoria. Que cada
ciudadano entregue su voto por tres individuos cerrado, y 10 fIrme en la cubier­
ta delante de dichos comisionados, y el alcalde o tellÍente del respectivo cuar­
tel que deberá testifIcar si es persona que rcuna las calidades de ciudadano y
esté expedita para votar. "20

El derecho conferido, nodo de la ciudadanía, apuntó a impulsar un proceso de indivi­


duación, que se juzgó imprescindible para la reorganización integral del ámbito público.
Importantes historiadores, que desde Mitre han exaltado las bondades de las reformas,
destacaron el carácter liberal de las mismas y en general, ha habido coincidencias sobre
las influencias benthamianas en la raíz de los cambios. Aunque es fácil llegar a un acuer­
do sobre la modernidad de las medidas, parece más difícil coincidir en la fIliación de las
fuentes, dado que la presencia de la Ilustración borbóllÍca se encuentra siempre demasia­
do cerca, como por otra parte ha sido reiteradas veces sefialado,2l

pp. 11·29; entre las obras recientes TERNAVASI O, Marce1a, "Nuevo régimenrepresentativo y
expansión de la frontera política, Las elecciones en el Estado de Buenos Aires: 1820-1840", en
ANNINO, Antonio Historia de las elecciones... , cit., nota 5, p. 68.; también "Las refonnas
rivadavianas en Buenos Aires y el Congreso ('Jeneral Constituyente (1820-1827)", en
GOLDMAN, Noemí Nueva Historia Ar-gentina, Tomo ID, Sudamericana, BuenosAires, 1998.
19 La Ley de Elecciones dell1 de 1821, en SILVA, Carlo s Alberto El Poder Legislativo... ,
cit., nota 15, pp. 472·473.
20 Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires, Acuerdos de la Honorable Junta de
RepresentantesdelaProvindadeBuenosAires (1820-1821), Tomo V, vol. 1, La Plata, 1932,p,26.
21 A modo de ejemplo remitimos a CHfARAMONTE, José Carlos La critica ilustrada de la realidad
Economía y sociedad en el pensamiento argentino e iberoamericano del siglo XVIII, CEAL,
Buenos Aires, 1983; no desconoce esa cercanía BAGÚ, Sergio El plan económico del gntpO
rivadaviano (1811-1827), Universidad Nacional del Litoral, Rosario, 1966.

- 151 ­
ORESTE C. CANSANELLO, "Itinerarios de la Ciudadanía..."

Eludiremos aquí esa discusión, no sin antes hacer notar que el propósito de los
refonlladores no pudo ser otro que el de monopolizar el poder público. Participaban de
una idea imperativa del derecho, que reservaba la producción de las leyes al ámbito legis­
lativo y a la capacidad nonnativa del ~jecutivo, para tenninar con el derecho judicial
fundado en la costumbre. Intentaron reducir al mínimo la capacidad de crear derecho que
tenían los jueces, en especial los alcaldes de hennandad; la tarea de los jueces debía
consistir en aplicar la ley, de allí la implantación de los tribunales de primera instancia y
el reemplazo de los alcaldes de hennandad por jueces de paz y por comisarios; con una
concepción estatista del derecho, donde la producción juridica seria facultad del legisla­
dor y el poder de policía se concentraría en el gobierno. 22
Hay dos percepciones muy claras para el grupo dirigente que acompañaba a Martín
Rodríguez. Una muy fuerte, del aparato burocrático, que debía ser ajustado o creado se­
gún las necesidades de la provincia que nacía autónoma y que se enunciaba soberana.
Otra menos imensa, de la que no había podido prescindir de las diferencias
sociales heredadas del antiguo diferencias que, como los fueros, privilegios y car-
gas, constituían una traba para la formación del nuevo Estado.
Para afrontar el primerproblcma se plantearon las reformas: la eclesiástica,
de muerte al más fuerte de los estamentos; la militar, porque el Ejército seria ahora pro~
vindal, con nuevas metas y diferentes fronteras; la de justicia, sobre la que hemos hecho
arriba una breve referencia, y la financiera que, entre otras, son las que aquí nos interesa
destacar. 23
Aunque ceñido a la creación del aparato estatal de Buenos Aires, se planteó de manera
precisa la concentración del poder, de los cueIpos al cuerpo del Estado; de igual manera se
percibió la cuestión de la soberanía y de las representaciones, no serian ahora los cabildos
los conductores, no había corona ní gobierno revolucionario con los cuales mediar, no
cabía que siguieran conduciendo desde las ciudades, administrando justicia, gobierno y
milicias, porque había un mundo rural para incoIporar que crecía con una dinámica sor­
prendente. Los cabildos, fueron reemplazados por la Sala de Representantes, pero la nue­

22 Sobre costumbre véase TAU ANZOATEGUI, Víctor "La coshm1bre en el derecho argentino del
siglo XIX. De la Revolución al Código Civil", en Revista de Historia del Derecho, núm. 4,
Buenos Aires, 1976; para una lectura general sobre la Justicia: ffiA..""lEZ FROCHAM, Manuel
La. organización judicial argentina, La Facultad, La Plata, 1938.
23 Sobre el carácter borbónico de la Refonna Católica, en CALVO, Nancy Iglesia, Estado y sociedad
en tiempos de Rivadavia. Dilemas del reformismo católico; tesis de maestría FLACSO, junio
de 2000. Para larefonna financiera S011 de ineludible lectura los trabaj os deAMARAL, Samuel
"La reforma tinanciera de 1821 y el establecimiento del crédito público en Buenos Aires", en
Cuademosde Numismática,l111m. Tomo lX,BuenosAires, 1982 y "El empréstito de Lonures
de 1824", cnDesarrollo núm. Buenos 1984. Sobre la refonna
nuestro "La..<;milicia..<;rurales bonaerenses entre 1820 y 1830", en Cuadernos de HístoriaRegional.
UNLu, núm. 19, Luján-PBA, 1998.

- 152­
prohistoriClS ·2001

va institución que reunió diputados de los pueblos de la provincia, demandó bases de


legitimidad muy sólidas para hacerse creíble, para concentrar poder de conducción. 24
En un área esencial, la de recursos para fmanciar la construcción de la administración
pública, también las refonnas fueron radicales. Fiscalidad y emisión, se orientarona desa­
rrollar el mercado, de tal fonna que permitiera extraer recursos para aplicar al gasto
público, con la pretensión de liberen- a las rentas públicas de las obligaciones sine die con
los comerciantes.
Todas las medidas, desde el ajuste arancelario hasta la Contribución Directa, reque­
rian de una sociedad compuesta por contribuyentes identificados e identificables, la crea­
ción del Registro Cívico, de las comisarias, hasta de la mismísima Inspección General de
Guerra, junto a todas las numerosas normas sobre papeletas plLra circular, contratos de
trabajo, trab~jo de menores, contrata de peones, obligaciones de los aprendices, entre
otrdS, redundaron necesariamente en la aceleración del proceso de individuación.
Desde esta lectura, el Gobierno y la Sala se reservaron la capacidad para dictar las
nonnas y se convirtieron en las más altas instancias de autorización; tal apreciación, no
hace más que convalidar los argumentos y las demostraciones de la historiografía hasta la
fecha, sobre el propósito utilitarista de los refonnadores.
Nadie puede a estas alturas considerar accidental el interés puesto en tenuinar con las
rémoras del orden colonial. La percepción de una sociedad desigual, que obstaculizaba
toda transformación con sus cargas y privilegios heredados de los estamentos, no fue por
ello una cuestión extraordinaria. Poco antes de constituirse en el principal impulsor de
leyes reformadoras del Estado y de la sociedad, escribía Rivadavia:
"Yo me lisonjeo de que V.E. hará sentir al soberano Congreso la grande utili­
dad, o más propiamente la necesidad que impone en el día ser en todo lo
posible liberales y generosos con lo que tenga relación a promover y llamar
hacia ese país la emigración de Europa. El aumento de población no sólo es a
ese Estado su primera y más urgente necesidad, después de la libertad, sino el
medio más eficaz, y acaso único, de destruir las degradantes habitudes espa­
Piolas y la fatal graduación de castas; y de crear una población homogénea,
industriosa y moral, única base sólida de la Igualdad, de la libe11ad, y
consiguientemente de la prosperidad de una nación. "25

24 No puede soslayarse, que la creación de la Sala, acompaña el nacÍllÚento de l.U1a Provincia


nueva, surgida del desmembramiento de la Intendencia de Buenos Aires, que incorpora
detinitivamente el norte hasta el An'oyo del Medio y que se expande al surmás allá del Salado.
25 Fragmento de una carta del 9-9-1818, enviada por Rivadavia a Juan Martín de Pueyrredón,
Director Supremo de las Provincias Unidas de Sud América, en la que explora la posibilidad de
traer inmigrantes europeos; puede apreciarse que Rivadavia no desconoce la sociedad a la que
poco después pretenderá modificar desde el gobiemo, e.'1 BAGÚ, Sergio El plan económico ....
cit., nota 19. pp. 129-130.

- 153­
ORESTE C. CANSANELLO, "Itinerarios de la Ciudadanía..."

Con un ojo puesto en la gobernabilidad


En vistas a la señalada urgencia por dotar de legitimidad a la Sala de Representantes,
la Ley de Elecciones pudo deber a la coyuntura su particular concisa redacción, con la
característica saliente de su asombrosa universalidad, que permitió extender las bases
sociales del nuevo poder público sobre los hombres adultos del cuarto estado y supo incor­
porar al mundo rural.
La Ley, promulgada a los fmes de establecer una nonna legal para elegir a los miem­
bros de la Sala de Representantes, fue elaborada por una comisión que debía redactar una
Constitución pero que se apresuró a expedir la nonna, para dotar de poder legítimo a la
institución colegiada que había nacido débil y a los únicos efectos de elegir gobemador;
más tarde, la Sala sustituyó a los cabildos y tuvo que afrontar intraIlsferibles responsabi­
lidades en la organización pública y política de la Provincia.
En ningún escrito ligado a la sanción de la Ley de Elecciones se percibe, que se pensa­
ra debiera perdurar, ni en los foodamentos, ni en ediciones corrientes o especiales de la
Gaceta o el Argos; no hubo tampoco, e>-1:ensas ni cortas consideraciones sobre sus bonda­
des, nada parecido a la reforma fmanciera o a las que se hicieron en la administración
pública o en el ejército. La Ley, parece haber sido recibida como un mero ajuste del siste­
ma electoral; no obstante, se mantuvo vigente por años y sobre su práctica se sostuvo el
sistema rosista. 26
Existe una correlación ineludible entre el voto restringido a los vecinos urbanos y la
calidad de institución representativa de la ciudad que tuvo el Cabildo desde la Colonia; la
relación directa con el monarca, la generación de normas locales, la administración de
Justicia y el mando sobre las milicias cívicas, fueron los resortes que dieron poder al
Cabildo y que cimentaron el prestigio de los vecinos que lo sostenían. En fuerte contraste,
la Ley, habría venido a igualar las posibilidades de la vecindad nlral con la urbana; hacen­
dados, labradores, pulperos y otros vecinos eligieron representantes, pero aun más que
eso: domésticos, libertos, peones y empleados públicos, se incorporaron al voto activo
aunque no así al pasivo.
Recientes publicaciones han roto la imagen tradicional sobre los procesos de legitimi­
dad en la Provincia lnientras duró la situación de autonollÚa; la introducción del tema
eleccionario incorporó matices y perspectivas, que ayudan a percibir mejor la profundidad
de algunos canlbios y el éxito logrado por el Partido del Orden en la ampliación de las
bases sociales de su poder.
Asimismo, fueron subrayadas las diferencias establecidas a partir de la concesión del
voto, con un mayor peso de la ciudad que elegía 12 diputados, frente a los 11 que se
asih'11arOn al campo; además, los sufragantes urbanos obtuvieron una representación más
directa que la del medio ruralY

26 Véase ECHEVERRIA, EstebanDogma socialista. Edición crítica y documentada; con prólogo


y notas de Alberto Palcos, UN1.P,La Plata, 1940,pp. 93-95.
27 Véase TERNAVASIO Marcela "Nuevo régimen ..." y "Las reformas rivac1avianas...", ciL

- 154 ­
prohistorio 5·2001
Con no menos fundamentos ha sido explicado el interés por implantar una forma de
gobiemo mixta, con fuerte presencia senatorial, por parte de influyentes personajes in­
cluidos dos de los redactores de la Ley, por el caso Juan J. Paso y Manuel A. De Castro. Es
para resaltar, la rapidez con que un profesional de gran trayectoria como Paso logró cam­
biar de opinión, desde que integrara la comisión constitucional que redactó la Constitu­
ción de 1819, y no lo es menos el parecer sobre el asunto de Manuel A. De Castro, quien
en 1826 manifestaba una vez más su ya conocida y autorizada opinión.
"Tan difícil me parece organizar una sociedad sin clasificar los individuos que
han de ejercer los derechos, o los poderes políticos, como sería imposible orga­
nizar un ejército sin clasificaciones militares; [...] es imposible que puedan
obrar las masas sino dividiéndose. En el género de gobierno representativo
que reconoce por base [...11a soberanía origina..ria del pueblo, [...] pero por
democrático que sea el gobierno republicano, nunca puede comprender a to­
dos. Es indispensable excluir a todos aquenos que no tienen todavía una vo­
ImItad bastantemente ilustrada por la razón, o que tienen una voluntad some­
tida a la voluntad de otros. AsE se excluyen generalmente los infantes, los
menores, los sirvientes, las mujeres, etc."28

Tulio Halperin, el sufragio universal no sólo no representaba un para


los grupos que habían arribado al poder, sino que sirvió para consolidar el nuevo orden.
También corrobora, que los votantes siempre habían mostrado escaso interés por las e]ec­
pero que la h'TIplantación del nuevo sistema transfonnó los usos y, en
V,",''''"\JU'-':>, sirvió de cauce a la social. Sospecha, sin embargo, que el aumento de
la masa electoral que en un a[10 saltó de 300 a 2300, fue generosamente alimentada por el
de los empleados del gobierno, que incluía a oficiales y tropa.
"[... ]basta que el gobierno quiera volcar su peso en la elección para que ésta
tenga desenlace favorable al poder, que puede exhlbirmayorías abrumadoras."29

Inclusión política y exclusión civil


La intención que nos demora en este punto, es la de no escapar al clima de la cultura
política local, para no caer en apresuradas conclusiones. La ley existió y fue aplicada COn
tal vigor que produjo marcadas transformaciones en la forma de hacer política y oel:mJIlO
la expresión de algunos grupos tradicionalmente postergados y/o marginales de la plebe
urbana; una referencia concreta a modo de ejemplo, puede hacerse a los artesanos, a los
libertos y a los dependientes asalariados.

28 Elq)Qsición de Manuel Antonio de Castro, en SILVA, Carlos Antonio El Poder Legislativo... ,


cit., pp. 801-802.
29 HALPERlN DONGRl, Tulio Revolución y guerra. FOl1nación de una élite dirigente en la
argentina cliolla, Siglo XXI, Buenos Aires, 1999 W. Ed., 1972], pp. 367-368.

- 155­
ORES TE C. CANSANELLO, "Itinerarios de la Ciudadanía..."

Veamos quiénes quedaron afuera de las elecciones. No podían votar los esclavos, las
mujeres y los menores; ahora bien, aunque es imposible precisar todas las estima­
ciones de los especialistas coinciden en que el porcentaje de esclavos negros era mayor al
5% de la población y en algunos lugares alcanzaba casi al 9%; si consideramos además
que las mujeres podían tranquilamente representar a la mitad de la población, sólo nos
resta estimar cuan amplia era la franja de la sociedad representada por los menores. Una
muy reciente publicación de un reconocido especialista, estima que los menores de 14
años representaban un 40% del total de la población, de manera constante hasta 1860. Si
le agregamos al conjunto, los menores entre 15 y 19 años, los extranjeros y los transeú,,'1­
inferimos que apenas un quinto de la población estaba en condiciones de votar, pero
que ese cOl~junto era también desigual, dado que unos pocos -los propietarios- gozaban
del derecho en plenitud, ya que poseían el voto pasivo. 30
No obstante, queda en pie nuestra af1IIIlación anterior, la Ley concedió el sufragio a
franjas de la sociedad que hasta entonces no lo tenían, una particular concesión de la
ciudadanía política, que tal como lo explicáramos configuró una extensión de fragmentos
de libertad negativa a los artesanos, a los dependientes, a los peones y a los empleados del
gobierno, que induyó también a los libertos ya los menores de 25 años aunque mayores
de 20.
Veamos el caso de los artesanos. Se ocupaban de las producciones manuales, de los
oficios llamados mecánicos que la cultura de antiguo orden tenía por oficios viles, que no
permitían adquirir prestigio. No obstante, a fmes del siglo XVIII fueron cambia...'ldo las
concepciones, que se proyectaron sobre las revoluciones hispanoamericanas, así es que
leemos en el diccionario de Escriche:
"Artesanos. Está declarado por la ley que son honestos y honrados los oficios
de curtidor, herrero, sastre, zapatero, carpintero y otros a este modo; y que el
uso de ellos no envilece la familia ni persona del que los ui la inhabilita
para los empleos municipales de la República... "31

Es conocido por los historiadores, que los artesa..nos eran movilizados desde los tiem­
pos coloniales para diversas actividades, en especial para recoger las cosechas o a causa

30 Sobre menores de 14 años véase MORENO, José Luis "La infancia en Río de la Plata: ciudad y
campaña deBuenos Aires 1780-1860", en euademos de Histolia Regional, núm. 20-21, UNLu,
2000; cifi:as de esclavos, en GOLDBERG, Marta YI\1ALLO, Silvia "Lapoblación aílicana
en Buenos Aires y Formas de vída y subsistencia 1750-1850", en Temas de Africa
núm. 2, Fac. deFil y BuenosAíres, 1993; también en GOLDBERG, rvfarta
"La pobtacióllllegra y mulata de la ciudad de Buenos Aires, 1810-1840", en Desarrollo
Económico, núm. 61, Bueno:,; 1976. Para un análisis de la población entre 1815 y 1830
GARCIA BELSUNCE, César Buenos Aires. Su gente 1800-1830, Tomo 1, Emecé, Bueno s Aires ,
1976.
31 ESCRICHE, Joaquín Diccionario... , cit.

. 156 ­
prohistoria S ·2001
de calamidades diversas. Después de 1810 fueron incorporados a las milicias cívicas y
bajo el mando del Cabildo se mantuvieron al servicio y proteccíón de la ciudad; por con­
sih'lliente, continuaron levantando cosechas y cumpliendo con los servicios milicianos; la
decisión de no movilizarlos recién se produjo en 1826, en ocasión de la Guerra con el
Brasil.
Se otorgó a los artesanos el voto activo en 1821, pero no parece que la práctica política
les concediera de inmediato el pasivo, porque esa franja de habilitaciones es una zona gris
oscurecida por la propia transición. Dos episodios ilustran los límites sociales que se
interponían a la ciudadanía plena de estos menestrales, cumplían obligaciones de servi­
cios militares de las que habían sido excluidos por la ley Militar de 1822105 comerciantes,
véase el reclamo de Viamonte (documento 1), y no integraban las listas de candidatos
para los cargos electivos. Se muestra excepcional la presencia del artesano Mariano Víctor
Martínez, elegido diputado en las elecciones de 1823, que como aprecia Tulio Halperin,
"[... J es juzgada homenaj e suficiente a su honrada clase. "32
La resistencia social a a los artesanos, tal vez pueda deberse a que muchos de
ellos eran esclavos o lo habían y muy seguramente al estatuto inferior heredado de la
Españamedieval. En un diccionario de la lengua española, hasta hace poco, así se definia
a los ciudadanos (naturales o vecinos):
"El que en el pueblo de su domicilio tenia un estado medio entre el de caballe­
ro y el de oficial mecánico. "33

De los peones pennanentes, de los estantes y de los domésticos, yanos hemos ocupado
en otros trabajos;34 aquí reafirmamos que poco se sabe del lugar que tuvieron en la socie­
dad postindependiente y que se sigue trabajando con un supuesto falso, el de la igualdad
civil de todos los habitantes, a pesar que sobre los peones pennanentes, estantes y domés­
ticos, pesaba tilla disnúnuCÍón de estatuto personal; se operaba una capitis deminutio, por
su condición de dependientes que moraban en la casa de sus patrones. La situación de
dependencia les quitaba uno de los derechos políticos fundamentales, el de presentarse
por sí ante la justicia (documento 2).
Por otra parte, ]a minusvalía en relación con la ciudadanía se extendía según la tradi­
ción a los empleados de la administración pública; es en ese aspecto que la de Elec­
ciones vino a cambiar la costumbre de raíz, aunque poco después, dnrante las sesiones del
congreso de 1824, la sociedad expresó a través de sus representantes, el malestar ocasio­
nado portan arriesgadas concesiones (documento 3).35

32 En HALPERIN DONGHI, Tulío Revoiución y guerra.... cit., p. 367, n. 45.

3; REAL ACADEMIA ESPAÑOLADiccionario de la lengua española, 193 ed, Madrid, 1970.

34 Véase nuestro, "Ciudadanos y vecinos ... ", cít

35 Véase arriba el texto de l\1anuel A. de Castro citado en nota 26; la di::.mÍllucíón de cabeza era

usual en las repúblicas latinoamericanas, véase ESCRICHE, Joaquin Diccionario... , y


GUERR.4, Franyois-Xavier "El soberano ... ", cito

- 157 ­
ORESTE C. CANSANELLO, "Itinerarios de la Ciudadanía..."

Fueron los libertos también subalternizados, porque si bien adquirieron el voto activo,
siguieron dependiendo civilmente de un tutor o curador, que en prineipio debía ser su
anterior amo o en algunos casos y más grave aun, el anlO de su madre, cuando se pasaban
por alto las disposiciones del año XIII y se encuadraban los casos en las leyes antiguas. 36
Llamó poderosamente nuestra atención una frase, aparentemente sacada de contex10,
que se atrIbuye al Padre Castañeda y que consta en actas de la Sala de Representantes,
como respuesta a un pedido de ésta al religioso rebelde.
"...que el pueblo no tiene garantías mientras no se establezca el juicio de jura~
dos: que en los solteros no hay soberanía. .. "37

No es menos sugerente este otro texto aparecido en la Gaceta, en el que la Justicia


ex-presa su impotencia para hacer cumplir sus exhortos:
"El tribunal considera necesario saber la edad de un reo de muerte, que en su
confesión dijo ser menor de 25 años: exigió la partida de bautismo del párroco
por medio del juez del partidO... "38

Es que el tema de los menores es de una enorme complejidad, eran hábiles para traba­
jar a partir de los 14 años, pero seguían bajo la dependencia de sus padres hasta la mayo~
ría de edad a los 25 años. Por ello denuncia Alberdi, que llli mayor de 20 años que era
considerado ciudadano en Buenos Aires, seria capaz de decidir con su voto en negocios de
la República pero no lo seria igualmente para actuar en materia civil; un carrero, un
labrador o un fabricante menor de 25 años, podía adquirir fortuna con su trabajo pero no
era dueño de administrarla (documentos 4 y 4.1); en este último punto hace hincapié
Somellera al proponer bajar de 25 a 2l1a edad tope, tomando el ejemplo de Inglaterra; la
habilitación serviría doblemente a la sociedad, para aumentar el número de actores civiles
y para ejercer un mejor control sobre los mismos en aras de la seguridad.:l9

36 En SOMELLERA, Pedro Principios de Derecho Civil, Curso dictado en la Universidad de


Buenos Aires en elaí'ío 1824, FDySC, Buenos Aires, 1939,p. 51. Véase también GOLDBERG,
Marta "Los negros de Buenos Aires", en MAR'TINEZ MONTIEL (coord.), Presencia africana
en Sudamérica, Dirección de Culturas populares, México, 1995, capítulo IX, pp. 529-608 Y
CRESPI, Liliana "Negros apresados en operaciones de corso durante la Guerra con el Brasil",
en Temas de Africa y Asia, núm. 2, Filosofía y Letras -UBA, Buenos Aires, 1993.
37 Acta dell5 de septiembre de 1821, en LEVENE, Ricardo (dir) Acuerdos de la H ollorable Junta
de Representantes de la Provincia de Buenos Aires (1820-1821), vol.II, 1821, AHPBA, La
Plata, 1933.
38 La Gaceta, N°70, 29 de agosto de 1821, JUNTA DE HISTORIA Y J'..'UMISMATICA
AMERICANA, Gaceta de BlIenosAires (1810-1821), Tomo VI, Cía. Sudamericana de Billetes
de Banco, Buenos Aires, 1915.
39 SOWiliLLERA, Pedro Plincipios ... , cit., pp. 51-52; véase: LEVAGGI, Abelardo "EIIIC5Ull<;1l
civil del menor en la historia dd Derecho Argentino", en Revista del Instituto de Historia del

- 158·
prohistoria 5 • 2001
Hemos tratado en extenso el caso de los transeúntes en anteriores publicaciones,40 por
ello y en beneficio de la economía de recursos no lo haremos nuevamente; más, la diferen­
cia entre domiciliados y transeúntes continúa ocupando un lugar central en todas nuestras
e}¡:plicaciones sobre la fonnación de la sociedad bonaerense. No se podrá obviar, que la
situación planteada por la autonomía a la organización de la Provincia, convirtió a los no
naturales, a los no avecindados y en especial a los hombres solos en objetos de la acción
policial. En esto reside la diferencia que mantenemos con otras interpretaciones, afirma­
mos que, todos los transeúntes sin empleo reconocido, sin pasaporte o sin mercancías
legales en tránsito, eran considerados extranj eros a los que no les cabía la protección de la
autoridad pública. Se entiende, que todos los habitantes que 110 eran transeúntes estaban
1tcluídos en el Registro Cívico y tenían papeleta de identidad, de acuerdo con los diferen­
tes estatutos que se reconocían en la Provincia de Buenos Aires en 1831 y aún en 1857 41
(documentos 5 y 5.1).
El gobiemo de la Feliz particularmente rígido, con la e"''Pedición de
documentos que permitían transitar, salir de la ciudad o trasladarse de un lugar a otro del
territorio provincial, porque hacía a la seguridad tenitorial42 y era, como se ha e"''Plicado,
un asunto delicado en el que estaba enjuego el derecho de las personas (documento 3).
"34. Por estado entendemos una calidad o circunstancia, por razón de la cual
los hombres usan de distinto derecho; porque de un derecho usa el hombre
libre, de otro el siervo, de uno el ciudadano y de otro el peregrino (Ley I,
tít.23 PartA); de alú nace que la libertad y la ciudad se llamall estados. Tanlbien
se llama el estado en derecho con el nombre de cabeza, y por esta razon se dice
que el siervo no la tiene, y que se le ha disminuido ó quitado al que perdió el
estado de libertad, de ciudad ó de familia (Ley 3 tít 23).
"35. El estado es de dos maneras: natural o civil. Estado natural es aquel que
dimana de la mísma naturaleza, V.gr., que unos sean nacidos, otros por nacer,
unos varones, y otros hembras; rulOS mayores de veinte y cinco años y otros
menores. Civil es el que trae su origen del derecho civil, v.gr., la diferencia

Derecho, núm. 23, Imprenta de la Universidad, Buenos Aires, 1972; SEOANE, Maria Isabel
"Instituciones protectoras del menor en el Derecho Argentino Precodificado (1800-1870)", en
Revista de Historia del Derecho, núm. 7, Instituto de Investigaciones de Historia del Derecho,
Buenos Aires, 1980; también CASSINARI, Mfllia La situación jurídica del mellor 1810-1870,
Ms. Instituto Ravignani, 2001.
40 Nuestros "Domiciliados y transeúntes en el proceso de fonnación estatal bonaerense (1820­
1832)", ellEntrepasados, núm. 6, Buenos Aires, 1994 y "De súbditos ...", cit.
41 Véa'!e, Constitución de la Provincia de Buenos Aires de 1854, sección8a , declaraciones generales,
articulo s 145 y 146, yel ya citado Proyecto de Código Civil de Marcelino Ugarte en nota 7.
42 Una noticia periodística infomla sobre el descubrimiento de tm falsificador de "Licencias para
viajar al interior o fuera de la Provincia con frutos ... ", que con la fmua de Rivadavia y del
alcalde de barrio se extendían en papel sellado; el operativo, realizado por el jefe de policía
había sido ordenado por djuez de paz del cuartel 18, enEl Argos, 20-2-1822, p. 40.

- 159­
ORESTE C. CANSANELLO, "Itinerarios de la Ciudadanía..."

entre hombres libres y siervos, entre ciudadanos y peregrinos, entre padres e


hijos de familia. Es, pues, de tres maneras el estado civil: de libertad, segun el
cual unos son libres y otros sieIVos; de ciudad, segun el cual unos son ciudada­
nos y otros peregrinos y finalmente de familia, según el cual unos son padres y
otros hijos de familia (Ley 1, tit. 23 Part 4)."43

En nuestras anteriores publicaciones hemos pasado por alto la gravedad del aS1L.'lto
señalado, sobre el estado de las personas, porque, ennuestro afán por remarcar
da entre domiciliados y transeúntes/peregrinos, no ponderamos adecuadamente la situa­
ción de la minoridad en relación con los edictos sobre vagancia; los menores fuera de la
tutela de sus padres, tampoco podían circular sin papeleta de conchabo o en su defecto el
nasatlorte o permiso para transitar. Por ello, creemos que hubo dos tipos bien defmidos de
vagos en que se en todos los hombres solos: los transeúntes y los
menores.

El orden positivo y la sociedad tradicional


Indudablemente, el éxito con el que la dirigencia reformadora vio coronados sus es­
fuerzos para concentrar estatalmente el no nos pelmiten at1nnar la total efic..1cia
del ímpetu positivo-utilitlLrista en el sentido de una transfoIn1ación radical de la sociedad.
~~''''1--' es innegable la ampliación de derechos políticos hacia sectores que hasta enton­
ces no estaban incluidos y, más allá de las intenciones atribuidas o reales, cuajaron todos
aquellos cambios que la sociedad permitió, mientras transitaba apegada a un orden que se
mostraba reacio a desaparecer.
La an1plia del sufragio a la población mayor-masculina, revolucionó las
nr,u'1"/""" """eHU."",. incrementó la participación y pennitió alca.tlzar un notable é:dto al
dotar de legitimidad a Sala de La de Elecciones, sirvió V.Hí<Vl~U
avanzar en la elimL'1ación de rémoras de la sociedad estamental, que muy lentamente se
vu,J..... '~u,<V desde la Revolución; pero con ser muy amplia, su no
totalmente proceso de porque a igualar derechos
rales con un fin determinado, que no a establecer una igualdad civil.
Deberá que en nuestra la ciudadanía se sostiene t1mbién en el
derecho de resistencia y el derecho que exige poder present'1rse por
sí a..c"lte la que consagró la modernidad. El
asunto es que para llegar a obtener tales debíart cumplirse otros ""\.l\.U.,U\.J:>

agregado 44 para la de vecino, ser habilitado para trasla­

43 Del derecho de las personas, llbro I, título 3, enALVAREZ, Jua.'llnstituciones... , cit., pp. 20­
21.
44 Arrimados: " ...que algunos hombres, que el pretexto de pobladores o labradores, y sin
tener acaso más fortuna que una pennanecen en algunos terrenos baldíos[ ...] bajo la

- 160 ­
prohistoriG 5 • 2001
darse de un lugar a otro, que no se daba a los transeúntes ni a los menores no emancipa·
.dos, acceso libre a la propiedad y al ejercicio honesto de una actividad industrial, capaci­
dad para vender bienes y para endeudarse, entre otras.
Al mismo tiempo, los derechos sociales, se mantuvieron estrechamente unidos a la
vecindad y al proceso de expansión de las fronteras; se consolidaron con la ampliación del
sistema político, pero también ayndaron a sostener un orden social de corte tradicional.
Se nos ocurre, finalmente, volver sobre la libertad política y los contenidos modemos que
el concepto encierra, podríamos establecer una relación entre propiedad y libertad, que
giraría en tomo a la capacidad para poseer. Las llamadas ciases propietarias, fueron reco­
nocidas con la ciudadanía plena, salvado queda el caso de los artesanos que ya hemos
ex-plicado; con el resto, la libertad negativa fundada exclusivanlente en la concesión del
sufragio, fue de la mano con la habilitación controlada para enaj enar la fuerza de trabajo,
porque se reglamentó férreamente toda actividad industriosa y se penalizó el ocio. 45
"Por el derecho local de Buenos Aires, todo el trabajo está dividido en gre­
mios o colporaciones inaccesibles (algunos de ellos bajo penas de ser desti­
nados al ejército de línea) a todo trabajador que no hibiese obtenido de la
policía política su inscripción en la matricula correspondiente al ramo en que
quire trabajar. [...] Las puertas de esos trabajos y ~.iercicios están cerradas
para todo el que no ha cuidado deproveerse de papeletas y salvoconductos de
manos de la policía política... "46.

denominación de arrimados...", en Gobierno de Buenos Aires, Adanual para los jueces de paz
de Campaña, 1825, p. 23. Agregados: " ..gentes con hogar, y con ocupacióllaparente que viven
realmente en el ocio, que viven del robo y que no son perseguidos por la ley. Estas son las
tamilias que con el nombre de arrendatarios o agregados se sitúan al abrigo de las haciendas del
campo, que levantan una choza, y siembran una fanega de trigo, pero no se conchaban, no se
ocupan de otra cosa, no pueden mantenerse y se sostienen del robo de los ganados de las haciendas
vecinas", Buenos Aires, 1825, Cámara de Justicia, citado por LEVAGGI, Abelardo "Buenos
Aires 1800, El delito de abigeato en los siglos X'VIl, xvm y XIX", en Revista de Historia del
Derecho, Vol.xxrv, Buenos Aires, 1978,p.119.
45 MARILUZ URQUIJO, José "La mallO de obra en la industria porteña. 1810-1835", en Boletín
de la Academia Nacional de la Historia, Vol. Xxxm,28 secc, Bueno s Aires, 1962, pp. 583-622
Y"La regulación del aprendizaje industrial en Buenos Aires (181 0-1835)", enRevista del Instituto
de Historia del Derecho Ricatdo Levene, núm, 14, Imprenta de la Universidad, Buenos Aires,
1963, pp. 59-85.
46 ALBEROI, Juan Bautista Sistema Económico y Rentístico de la Confederación Argentina. Según
su Constitución de 1853, Raigal, Buenos Aires, 1954.

- 161 ­
ORESTE C. CANSANELLO, "Itinerarios de la Ciudadanía..."

APÉNDICE DOCUMENTAL

Documento 1 - Decreto del 9 de agosto de 1813.


"l. Todo individuo en la campafia que no tenga propiedad legitima de que subsistir
y que haga constar ante el juez territorial de su partido, será reputado de la clase de
sirviente y el que quedase quejoso de la resolución del Alcalde en este punto nom­
brará por suparte un vecino honrado y el Alcalde por la suya otro, y de la resolución
de los tres juntos no habrá apelación.
2. Todo sirviente de la clase que fuera deberá tener una papeleta de su patrón 'visada
por el Juez del partido sin cuya precisa calidad será inválida.
3. Las papeletas de estos peones deben renovarse cada tres meses, teniendo cuidado
los vecinos propietarios que sostienen esta clase de hombres de remitirlas hechas al
Juez del partido para que ponga su visto bueno.
4. Todo individuo de la clase de peón que no conserve este documento será reputado
por vago.
5. Todo individuo, aunque tenga la papeleta, que transite la campaña sin licencia del
Juez territorial o refrendada por él siendo de otra parte será reputado por vago.
6. Los vagos serán remitidos a esta capital y se destinarán al servicio de las armas
por cinco años en la primera vez en los cuerpos veteranos.
7. Los que no sirvieren para este destino se les obligará a reconocer un patrón a
quien servirá forzosamente dos años en la primera vez por su justo salario y en la
segunda por diez mlos.
8. Todo individuo que transita por la campaña aunque sea en servicio del Estado,
debe llevar su pase del Juez competente y en caso contrario será reputado por vago,
y se le dará el destino que a éstos.
9. Para que esta providencia tenga su debido cumplimiento se faculta a cualesquiera
vecino de la campaña para que pueda tomar conocimiento de los individuos que
transitan por su territorio, y en el caso de faltarle los requisitos mencionados en los
artículos anteriores remitirlo al Juez territorial para que infonnado del hecho tome
las medidas consiguientes."47

Documento 2 - Una comunicación del jefe de un regimiento de artesanos.


De Inspección General al Gobernador, 21 de octubre de 1823.
"El Inspector General eleva al conocimiento de V.E. la adjlUlta nota que le ha pasa­
do el gefe de la Legión Patricia referente a que al tiempo de poner en planta el titulo
20 de la Ley Militar del 10 de julio del mio pasado se ha hecho recaer el nombra­
miento de que trata su articulo 15 en muchos individuos de la Legión, y que con este

47 En DE ANGELIS, Pedro Recopilación de las Leyes y Decretos Promulgados en Buenos Aires


desde el25 de mayo de 1810 hasta fin de diciembre de 1835,2 Tomos, Buenos Aires, Imprenta
del Estado, 1836, Tomo 1°, pp. 58-60,

- 162­
prohistoriG 5·2001
motivo son innumerables los reclamos de las familias que considerándolos fundados
los ha dirigido al Sr. Gobemador. Que de éstas resultan se han ocultado muchos
artesanos y algunos de los acuartelados y que aquella Inspección cree de conformi­
dad con el gefe de la Legión, que un artesano honrado y de un pequeño crédito, se
halla en el caso que la ley designa en el artículo 21 0, pues que con su trabajo es
dueño de un rédito seguramente mayor que el que puede reportar el comerciante
dueño de fábrica o establecimiento rural cuyo valor llegue a mil pesos que además el
arbitrio que propone aquel cree es el más a propósito para conseguir el comple­
tar el déficit militar con hombres que con por poco ocupados son los que deben ser
alistados. Que hasta ahora por los medios puestos en práctica para cumplimiento de
la ley, solo se ha aumentado el qj ército con 11 hombres. Firma: Juan José Viamonte"48

Documento 3 - Un tratado elemental de los procedimientos civiles en Buenos Aires.


Capítulo 1, jurisdicción puramente civil, I.
"Jueces de paz: 34. Las atribuciones de los jueces de paz son, las de conocer en las
demandas puramente verbales, de acuerdo con el decreto 24-ruc-1821. Estas son las
que se versen sobre asuntos que no excedan de trescientos pesos. Los de ciudad se
hallan. reducidos a esto solo, aparte de algunas otras funciones de que son comisio­
nados por e!
[...] Los de campaña han de participar al PE por el Ministerio de Gobiemo, al Gefe
de Policía y a uno de los jueces de primera Insta.,cia, ei fallecimiento de cualquier
vecino, testamento, deberán fonnar los inventarios y tasaciones; cuando hay meno­
res interesados en los bienes.
Presiden eljuri en casos de diferencias en el impuesto sobre ganados, y eljuri en los
casos de dificultades en la tasación de los terrenos en enfiteusis. (decreto de 1826)
Los de campaña también son hábiles para entender en el arreglo de las testamenta­
rias de su distrito, cuyo valor no exceda de veinte mil pesos. Si hay menores debe dar
intervención al Ministerio de menores. Resumen también la calidad de Comisarios
de Policía, y por consiguiente dependen del Jefe de Policía en esa parte. Cita decre­
tos: de derogación 28-7-1824; velos a encomendar 17-2-1831 y cire. de 6-10-1836.
Del actor directamente presentado por si mismo
10 ser vecino del lugar en que se entable el juicio
2° persona sui juris, mayor de edad o con venia o habilitación de ella
3° con sano juicio o libre de administración
4° la mujer con permiso del marido o con la venia supletoria deljuez
[...) debemos entender por vecino ademas de los naturales, todo el que resida en el
país por espacio de cuatro años con ánimo de fijar su domicilio, manifestado, bien
por la adquisición de un capital de cuatro mil pesos, o por el ejercicio de arte o
industria útil al país.

48 Archivo General de la Nación, Buenos Aíres, Sala X, lego 13.3.4

- 163 ­
ORESTE C. CANSANELLO, "Itinerarios de la Ciudadanía..."

Así pues, como el actor por el cuasi contrato conocido en derecho de la litis-contes­
tación, contrae obligaciones y responsabilidades para con el demandado: nada más
natural que no haya una absoluta libertad, por regla general, de que quien quiera
que sea tenga facultad para molestar con demandas a otro individuo (pp.93-94).
En nota al pié se lee:
(a) En el Auto acord.22 tít.4 lib.6 Rec.C, hallamos la prolija enumeración de la
mayor parte de casos que constituyen vecindad; la cual equipara por consiguiente
los vecinos á los naturales, para sujet:'U'los á todas las cargas impuestas á estos, y que
además los exceptuaba deljuez especial de extranjeros, que por aquella disposición
había establecido.- Dice así: Debe considerarse vecino en primer lugar cualquier
extrangero que obtiene privilegio de naturaleza: el que nace en estos reynos: el que
en ellos se convierte a nuestra Santa Fe Católica: el que viviendo sobre sí, establece
su domicilio: el que pide y obtiene vecindad en algull pueblo: el que se casa con
muger natural, y habita domiciliado en ellos; y si no es la muger por el
mismo hecho se hace delfuero, y domicilio de su marido: el que se arraiga compran­
do, y adquiriendo bienes raíces y posesiones: el que siendo oficial viene á morar y
ejerce oficios mecánicos, o tiene tienda en que vender por menor: el que tiene oficios
de Consejos, públicos, honoríficos ó cargos de cualquier género, que solo pueden
usar los naturales: el que goza de los pastos, y comodidades que son propias de los
vecinos: el que mora diez años. (aclara: hoy son cuatro por nuestra ley patria).
Con easa poblada en estos Reynos, [...] distinh'lliéndose los transeuntes en la exone­
ración de oficios concejiles, depositarias, receptorias, tutelas, curadurias, custodia
de panes, viñas, montes, huéspedes, leva de milicias y otras de igual calidad.
(sobre el mismo tema) ítem 210: El segundo requisito
Persona sui juris, mayor de edad, o con venia ó habilitación de ella. Con la simple
enumeración de estas calidades ya se comprenden bien. Por persona suijuris enten­
demos, como todos, ser aquellos que no están sujetos á potestad paterna, ni en
servidumbre; y por mayor de edad, al que ha cumplido 25 años: que es la época en
que la ley admite como legítima la personería. Asi es que el hijo de familias no
puede presentarse demandando por sí, ni lo puede el siervo. En la palabra hijo de
familias, se incluye tanto á los de consanguinidad, como a los civiles, es decir, los
prohijados: asi como el estado de servidumbre incluye la ley en casos seí1a!ados á
los meros sirvientes asalariados."49 (p. 96)

Documento 4 - El derecllo al voto. Fragmentos del debate constitucional en 1826.


Discusión de la sexta y séptima parte del artículo 6° del proyecto de constitución:
"l...] se suspenden los derechos de ciudadanía por el (estado) de doméstico á sueldo,

49 ES1EVES SAGUI, Miguel Tratado elemental de losprocedimient.os civiles en elforo de Buenos


Aires, ImprentaAmericana, Buenos Aires, 1850; resaltados nuestros.

~ 164 ­
prohistoriG 5 • 2001
jomalero, soldado, notoriamente vago, ó legalmente procesado en causa criminal,
en que pueda resultar pena aflictiva o infamante.
-El señor Galisteo. Yo creo que este artículo, en cuanto á la parte que se contrae á los
jomaleros, no les hace justicia; pues siendo verdad que eljomalero, y el doméstico
no están libre de deberes respecto á la república, tampoco debe privárseles de los
goces, mucho mas cuando la expetiencia nos enseña que de estos jomaleros general­
mente es de los ptimeros de que se hecha mano para la guerra: estando por consi­
h'Uiente obligados al mayor de los sacrificios, que es el de la vida, deben tener el
derecho de sufragar como los demas ciudadanos ...
-El señor Castro. Es preciso hacerse cargo que lo que importa en el artículo, es el
buscar en los individuos que han de ~jercer los derechos de ciudadano, y muy espe­
cialmente el principal y de mas inlportancia, cual es el sufragio activo, que tengan
voluntad propia, para que, al expresar su sufragio, se verifique que ex-presan su
opinión, y que de él resulte la expresión de la voluntad general; y no tal vez, la de un
pequeño número de hombres, proUllciada por un gran número de bocas.
Considerado con detención lo que es un doméstico a sueldo, no debe presUlllÍrse que
tiene voluntad propia, por la gran influencia del patrón sobre él; pues de él depende
su subsistencia y hasta el pan que come.
Sobre esto, Señores, se ha clamoreado tanto, siendo un vicio que sentinlOs en las
mas de las elecciones, en las que es preciso que los individuos tengan en primer
lugar independencia, y en el segundo lugar capacidad para eAJ)resar su opinión.
Estos son los dos puntos principales; aunque no se puede prohlbir, ui se debe, el
in...flujo y consejo de persuasión, porque esto no quita la libertad; pero si la influencia
que trae una coacciono ¿Cómo se resistirá de la insinuacion de un patrón un domés­
tico que vive de su pan y de su sueldo, y no debe desconocer el Sr. Diputado el
petjuicio que resulta de este no libre ejercicio de ese derecho...
[...] -El señor Dorrego. [...] Los domésticos á sueldo reciben un estipendio por su
trabajo, y lo pueden ganar en otra parte, y no es una coaccion estar dependiente,
para sujetarse en estos casos á su patron; al contrario, de esta resoludon (si se toma)
lo que resultará es una aristocracia terrible y un barrenamiento al sistema represen­
tativo, que fija sus bases en la igualdad de derechos...
[...] -El sellar Castro. [...] Explicaré el sentido del articulo ó lo que importa el que
quiso darle la comisiono Se ha dicho que cualquier mozo dependiente será excluido
por el mero hecho de estar á sueldo. La constitución habla de la persona que vive á
sueldo y bajo de dependencia inmediata; no basta que viva á sueldo, es necesario que
sea doméstico, que viva en casa de un patrón, de su pan, y bajo de su techo, que es lo
que tigurosamente constituye dependencia. Se ha dicho tambien que porque no se
excluyen á los empleados que perciben sueldo? Y que en este caso vendría á ~j ercer
el sufragio la vigésima parte de la población, porque sería solo la clase comerciante
la que haría la votación. Esta es una inexactitud, y grande exageración.
[...] Se dice que no quedan mas que comerciantes: pero ¿y los artesanos, los oficiales
- 165 ­
ORESTE C. ""'-"1C'0""nC.LV, ''Itinerarios de la Ciudadanía..."

de estos y los labradores? donde está la exagerada proporcion de quedar la vigésima


parte con el derecho de sufragio?...
[...] -El señor Cavia. (por Corrientes) Solamente pido la palabra para indicar que yo
me oponía á que se comprendiese al jornalero, por que creo que respecto de él no
obran tantas razones como las que militan respecto al doméstico á sueldo; por que
por jornalero entiendo yo un maestro albañil por ejemplo, que gana su salario. (Se le
previno por la comisión que á esos no se les consideraba como jornaleros) pero los
carretilleros, los que se emplean en el cabotaje, estos sacan unjornal, yno tienen la
dependencia que un doméstico á sueldo: á estos debe suponerseles opinion propia, y
á estos es que quería yo eximir del artÍCulo: ...
[...] -El Sr. Campana. Me parece muy generalla e::\.'jJresiónjornalero: seria mas clara
la de peon; porque jornalero tambien lo es el oficial artesano que gana unjornal.
- El Sr. Somellera. La primer parte habla dejornaleros, en la segunda se dice domés­
tico á sueldo, que son los qué se reputan como criados; y esto y peones es todo uno;
y yo no sé cual sea la diferencia que haya que designar: pues el hombre de
sujornal no puede decirse que le debe á este ú el otro su sbsistencia, por que un día
sirve á uno Y otro á otro, y en mi concepto es una misma cosa peones y domésticos á
sueldo."Síl

Documento 5 - Las formas de anular la constitución de 1853. 51


"La propiedad, como garantía de la Constitución, tiene su grande y extensa organi­
zación en el derecho civil, que casi tiene por único objeto reglar la adquisición,
conservación y transmisión de la propiedad o, como en él se dice, de las cosas o
bienes.
Como derecho orgánico de la Constitución, el derecho civil debe ser estrictamente
ajustado a las núras de la Constitución en la parte económica, que es la que
ocupa. De otro modo el derecho civil puede ser un medio de alterar el derecho
constitucional en sus garantías protectoras de la riqueza. Le bastará para esto con­
servar su contextura.feudal y monárquista sobre la organización civil de la familia,
sobre el modo de adquirir y transmitir el dominio y de obligar el trabajo o los
bienes por contratos." p.40
"En este sentido, las actuales leyes orgánicas de la República Argentina, las leyes en
que vive hoy su organización práctica, las que reglan la propiedad y todos los dere­
chos e intereses civiles y comerciales de sus habitantes, las que rigen sus herencias
y contratos .Y sirven a los tribunales para fundar sus decisiones, son las conte­
nidas en los si!:,'Uientes códigos:

5(j RAVIGNANl, Emilio Asambif"as Constituyentes .1rgentiIlGs, Tomo ID, instituto


tillA, Buenos Aires, pp. 733-757.
fiLDLl'UJ'.l, Juun Bautista Sistema Económico y Rentístico de la Coriféderación

su Constitución de 1853, Raigal, Buenos ] 954.

- 166 ­
prohistori" 5 • 2001
Fuero Fuero Real, Leyes del Estilo, Siete Partidas, Ordenamiento de Alcalá,
Ordenamiento Real, Nueva Recopilación, Recopilación de Indias, Reales Cédulas,
Ordenanza de J\.1Jnas, Ordenanzas de Bilbao, Ordenanza de Intendentes, Leyes na­
cionales o patrias." (p. 84)

Documento 5. 1 -Reformas económicas del derecho civil con respecto a las personas.
Desde la sanción de la Constitución, ya no se diferencian las personas en cuanto al
goce de los derechos como antes sucedía, en libres, ingenuos y libertinos; en
ciudadanos y peregrinos; en padres e hijos de familia, para los fines de adquirir.
Todas nuestras civiles sobre servidumbre o vasallaje, sobre ingenuos, sobre
potestad dominica, sobre libertinos y sobre extranjeros, están derogadas por los artl~
culos 15, 16 Y20. El arto 15 suprime la esclavitud; el art 16 iguala a todo el mundo
ante la ley, y el 20 concede al ex1ranjero todos los derechos civiles del ciudadano.
La patria potestad, que establecía nuestro derecho civil español de origen romano­
feudal, recibe de nuestra Constitución moderna cambios de hTdllde influjo en la eco­
nouúa política. La moderna ciudadanía impone deberes incompatibles con la antigua
dependencia doméstica. Un ciudadano menor de veinticinco aFíos, que puede ser
elector pollüco, es decir, que puede pactary contratar en los más arduos negocios de
la República sería incapaz de comprar y vender eficazmente en materia civil?
[...] En virtud de la potestad útil, el padre tiene derecho de vender o de empeñar a
sus hijos, en casos de miseria, según las leyes 8 y 9, título 17, parte cuarta. ¿Este
dominio inmoral subsistiría en presencia de la Constitución. que ha dicho (art.15):
Todo contrato de compra-venta de personas es un crimen?
[...} Son adventicios los bienes que el hijo adquiere por su industria, o por herencia
de su madre o parientes. Como el derecho civil rige también en materia de comercio,
de agricultura y de industria fabril, se de ese principio que un negociante, DIl
labrador, o un fabricante menor de veinticinco años bien podxá adqtúrir la fortuna
de [...], no por eso sería dueño de administrarla por si, ... [...] El nuevo derecho
constitucional no admite la pérdida del estado civil (capitis diminutio) que nuestro
derecho espaFiol lomó del romano. No hay crimen que desnude al habitante de la
República Argentina del derecho civil en su propiedad, estando el Art. 17 de la
Constitución que ha dicho: 'La confiscación de bienes queda borrada para siempre
del Código Penal argentino' ."52

Documento 6 - Ciudadanos y Transeúntes.


Honorable Junta de Representantes de la Provincia de Buenos lilies. Sesión secreta,
enero 28 de 1831.

52 ALBERDI, Juan Bautista Sistema Económico y Rentístico de la COl1foderadónArgentina. Según


su Constitución de 1853, Raigal, Buenos Aires, 1954, pp. 56-58.

- 167 ­
ORESTEC. 0rU'CLL'J, "Itinerarios de la Ciudadanía ..."

"En ,,,;,!",u,c,,a el Señor Presidente llJ!unció en discucion el articulo 8, del tratado cele­
brado en 4, del corriente por los Diputados de los Gobiernos de las Provincias litora­
les. Dicho articulo había sido modificado por la comisión de negocios constitucio­
nales, aparese del proyecto que acompañó á su dictful1en.
El Señor Ministro de Gobiemo con el obj eto de probar que la voz habitantes que usaba
el tratado, era mas acomodable al caso, que la de ciudadanos, aconsejada por la comi­
sión, espuso, que eran tres las clases de personas que recidian en un Estado, á
ciudadanos habitantes, y residentes ó tranceuntes. Que los considerados en esta ulti­
ma clasificacion no pertenecían propiamente al país de su recidencia, ni de
ser subditos de sus respectivos Gobiernos. Que los segundos pertenecían á la sociedad
en que estaban arraigados y establecidos; eran subditos del Gobierno, y áun que no
gozaban de ni de las prerrogativas del ciudadano, entraban sin emlO3JrgO
en el ro11 de estos en muchos casos y participaban de las cargas y de los gozes
del estando solo exentos de las cargas y los gozes politicos, los cuales eran
reservados á los primeros, que disfrutaban indistintamente de todos los derechos. Que
establecida esta diferencia, se deducía, que hallandose repartido el comercio entre bs
ciudadanos, y habitantes, favorecer solo á los primeros, otorgando les la libertad de
navegadon, seria reducir de tal modo esta misma libertad, que ni se habia J.VIU¡;;1,ltdl.JV,
ni dado esa franquicia al comercio en general, lo cual era el objeto del articulo.
sin de esto, como la tendencia del tratado era á pernritiJ la navegacion en los
dos de los ciudadanos ó habitantes de las PrOvincias, no por él se hallaban
irJuvidos los Gobiernos de conceder ó restringir esa libertad á los habitantes de s,us
respectivas el articulo solo érarelativo á no prohibir la á
los habitantes de las otras Provincias, ...
[ ... ] Por de la comision se dijo: que no era exacta la diferencia que se habia
establecido entre habitantes, ciudadanos y meros rccidentes ó transeuntes, pues se­
gún todos los publicistas la voz generica de habitantes comprendía dos clases
tas, á una que tenía opcion á todos los derechos, y otra que no. Que á la
primera correspondian los ciudadanos, fuesen naturales ó legales, y á la segunda los
que no eran ciudadanos. Que la calidad de habitantes no ponia á los hombres en la
clase de subditos del Gobierno, en cuyo país vivían, ... Que la comisÍon habia que~
!ido poner á cubierto los derechos que en todas partes estan reservados a la ciudada­
nía como que son propiamente inherentes a ella.
Sobre se versó el debate, hasta que declarado el asunto suficientemente
a 'l/otar, si se aprobaba ó no el articulo 8 del tratado, y resulto
la afmnativa .. ,"53

53 Archivo Histórico de la Provincia de BuellosAires, Libro de sesiones reservadas de la Hollorable


Junta Representativa de la Provincia de Buenos Aires, 1822-[833, Documentos, Tomo VII, La
Plata, 1936,pp. 100-101.

- 168 ­
prohistoria 5 - 2001
Documento 6. 1 - Reclamo de Sarmiento sohre Transeúntes. Acta de la 4ta. Sesión
ordinalia celebrada por el Concejo Municipal el 14 de abril de 1856.
"En seguida el señor Sarmiento hizo moción para que la nota que se
acababa de leer relativa al censo, se considerase sobre tablas, porque creía que debía
evit~se viese la luz púb1ica un do cumento en el cua11a oficina estadisti ca \.VJei'''5Ll'''­
ba una colocando a10s nacidos en demás provin~
cías entre los disminuyendo así el número de ciudadanos que tal clasi~
ficación em ilegal y arbitraria desde que violaba algunos articulo s de la Constitu­
ciónque citó y que creía por esto, deber aconsejar un procedimiento inmediato sobre
este asunto por considerarlo de grave trascendencia,"54

S4 EllActas del Consejo Alunicfpal de la Ciudad de Buenos Aires, 1856. Publicación ordenada por
el Presidente del Honorable Consejo Deliberante Dr. Carlos CoIl, Talleres Gráficos Optimus,
Buenos Aires, 1910.

- 169­
prohistoriG 5 • 2001

Los vagos de la campaña bonaerense

La construcción histórica de una figura delictiva (1730-1830)*

FABIÁN ALONSO(AGN-UNLu) - MARÍA E. BARRAL (UNLu)

RAÚL O. FRADK~ (UNLu-UBA) GLADYS PERRI (CONTCEn

Resumen
En este 8ltículo nos circunscribimos a trazar un cuadro del proceso de construcción de una
delictiva: los vagos y malentretenidos en Buenos Aires entre 1730 y 1830, para ello
"''''''i5p.Hev" las que se fOljaron en tomo a ésta y las nociones y valores que se
fuemn asociando a la vagancia. a un análisis sistemático y a una relectura de la
nonnativa dictada en esa centuria; por lo tanto, la novedad del presente artículo no reside
tanto en las fuentes utilizadas sino en el tratruniento que de ellas hicimos.
A 10 181'go del siglo, pudimos observar la ampliación de las prácticas sociales que pasaron a
ser repudiadas las asimilarse a la vagancia en la medida que se les
"soluciones" similares. La .t1gura delictiva temIÍnará por ser definida por un mecanismo pre­
ciso: no ya por la carencia de f81llÍlia, de bienes o de dOlllÍcilio sino de papeleta de conchabo,
dc alistamiento, de pasaporte () de liccncia de mendicidad. La construcción histórica de la
figura del vago deviene, entonces, de una compleja y densa filiación en1a que intervinieron
no sólo los textos y las detlniciones de los juristas sino también los mecanismos empleados
para llevar adelante la represión.

Palabras Clave
delitos - justicia - vagos - malentretenidos - ocio - trabajo

Abstract
In this artic1ewe trace fue process ofconstTuction ofa crimonious figure, t!le vagabonds and
fue ones who do not make good use of therr tiee time; in Buenos Aires betwccll the years
1730 and 1830. For tilat purpos<.:, we invetigate on the concepts constituted in view ofthis
artel other notions and values that have been asociated with fue concept of"vagabons". We
inquire a sistematic analisis a rereading ofthe nonns establishedin that century. 'Therefore,
the present artic1e' s innovation es not based on fue sources used but on the treatement that we

ALONSO, Fabián, BARRAL, María E., FRADKIN, Raúi O. y PERRI, Gladys "Los vagos de la
campaña bonaerense. La construcción histórica de una figura delictiva (1730-1830", prohlstorlc¡,
Año V, número 5, 2001, pp. 171-202.
* Este trabajo se inscribe en el Proyecto de Investigación "La expelicncia de la justicia. Poder y
sociedad e111a campaña bonaerense (1730-1830)" que desarrollamos en el D<''Partamento de
Ciencias Sociales de la Universidad de Ll~án.

• 171 •
F. ALONSO, M. E. BARRAL, R. O. FRADKIN, G. "Los vagos de la campatla..."

have done to them. Along the century we colod obselve the social practices' expansioll \vhich
came lo be repudiated, and which Catl be assimilated to the vagabonds in tl1e Satne measure
tl1at similar "solutions" were imposed the crimonious tigure wil! end up being defined by a
precise mechunism: no! by t11e lack of tiunily, goods or dwelling bUl by fue "papeleta de
conchabo" by of certificates of enrolling, ofpassport and of begging licence fue bistorical
construction ofthe vagabolld' s figure comes from a complex and dense illiation, in which not
OlUy te:xLs and judiciary defillitions intervened; but also the mechatlÍsms applied to carry on
the represíon.

Key Words
crimes - justice 10att.'TS malentretenidos - iclleness - work

a figllfa delictiva de la ser vista como una suerte de hilo c.Qn-

L ductor que recorre la


figura puede reconocerse desde las

consideración puede contribuir a


a través de varios siglos. Esta
de Toro hasta los actuales edictos
policiales, que tan difícil y conflictivo parece ser erradicar en nuestros días. Su
una refommlación de los enfoques habituales
de la historia del derecho l y orientar el desarrollo de una verdadera historia social de la
justicia. Tan vasto tema no puede ser tratado en un solo articulo. En esta oportunidad nos
circunscribiremos a trazar un cuadro del proceso de construcción de esta figura delictiva
en Buenos Aires entre 1730 y 1830 tratando de indagar las concepciones que se fmjaron
en tomo a ella y las nociones y valores con los que estuvo asociada. Para ello hemos
apelado a un a1k11isis sistemático y a una relectura de la nonnaliva dictada durante esa
centuria; por lo tanto, la novedad del trabajo no reside tanto en las fuentes como en el
tratanúento que se ha hecho de eHas. Los estudios disponibles2 han apelado a este corpus
pero lo han hecho de un modo poco sistemático y por ello no han podido registrar los
cambios -a veces leves, a veces marcados- de sus enunciados o se han circunscripto a las
nOml<lS de represión de la vagancia sin considerar otras prácticas sociales con las que
tenninará por estar íntimamente asociada. En este sentido, partimos de considerar a la
normativa represiva como un tipo de representación social que no resulta un mero reflejo
de las condiciones sociales imperantes sino que suministra orientaciones y prescripciones

Acerca de la delimitación de este catnpo de "~'UU.¡.V,, .1-"ru..,1~ Gabriela "La historia del

derecho en Argentina o la Historia Jurídica como ",,.,,,,,.~,,'

1999,pp.133-158.

GÓNC-DRA, Mario "Vagabondage et societé pai;tOl'ale L·Ull"'lH..jll" Latine (spécialement au

Chíli Central)", enAnnales, J:',.s.c., 21.1, Emilio El gaucho, Solar/

Hachette, Bs. As., 1969; C'rtlstón: ~,~,""'uo. Aporte al tema hemu/ldiullo,

Roclolfo Alonso Editor, Bs. As., MOLAS, Ricardo Historia social del

gaucho, MUtel, 13s. As., 1968.

- 172 ­
prohistoriCII 5 • 2001

para la acción social y que, por lo tanto, constituye un componente esencial de las relacio­
nes sociales al tiempo que crean condiciones de legitimación de esas relaciones. 3

1. El marco normativo colonial


Pese a que es suficientemente conocido el corpus documental indiano de represión y
persecución de la vagancia conviene destacar algunas de sus formulaciones principales
pues puede permitiridentificar los momentos de condensación de ideas y de cristalización
de imágenes.
La figura del vago tiene una antigua y arraigada presencia en la tradición jurídica
española, proviene de la Baja Edad Media y se resigl1ifica en América. Ya en la 32 de
Toro de 1369, se buscó reprinür a los "vagamundos y holgazanes" incluyendo en esta
a "no quisieran trabajar por sus manos, ni vivir con SeñoL..", una fórmula
que tendrá larga No d~ia de ser destacable que esta primera defmición fuera
aplicable tanto a hombres como a mujeres y que se establecieran fu'1 conjunto de penas que
también habriaIl de tener una prolongada historia: el trabajo los azotes y des­
tierro. Para una idea de esta larga perduración cabe advertir que esta
misma disposición será incluida como Ley 1, Título Libro XII, de la Novísima
Recopilaciónde 1805. 4
Durante el siglo XVI la fue ampliando sus contenidos y se aplicó tanto a
"egipcianos y caldereros extranjeros", como a "los pobres mendigantes sanos que y
andan vagamundos" y a los gitanos. 5 Se configuró así un esquema mental que habría de
servir para tratar de encuadrar las nuevas realidades sociales y en América no tardó en
emplearse para juzgar indígena. Los ejemplos seriall interminables pero dos
pueden darnos una un infOl1lle del cabildo de Córdoba de 1609 describía a la
"gente bestial" de Santiago del Estero "como gente sin policía ninglma andan desp¿lmi«
mados y vagamundos de una parte a otra";6 pocos años antes, Reginaldo de Liz.."lrrdga
había descripto que los indios de Santiago del Estero como "muy holgazanes", "borrachos
como los demás", "fáciles a tomar las aanas" y "grdIldes ladrones". 7 La cita es sugerente

GODELIER, Maurice Lo ideal y lo material, Taums, Madrid, 1989, pp. 8-9.

Novísima Recopilación de las Leyes de España. En Los Códigos Espaj'ioles-concordados y

anotados, Madrid, Imprenta de la Publicidad, 1850. Tomos 7 al O.

ROMAY, Francisco Historia de la Policía FedeTtllArgentina, Biblioteca Policial, Tomo 1: 1580­


1820, Bs. As., 1963, p. 44.
FAIlliER11AN, J udith "Encomenderos, indígenas y estado colonial. La Visita de Luján de Vargas
a Santiago del Estero (1693)", mimeo, 2000.
SALA,S, Albclio y VÁZQUEZ, Andrés (selección y notas) Relación varia de hechos, hombres
y cosas de estas indias meridionales. Textos del siglo XVI, Losada, Es. As., 1963, p. 171. En
ténnillos de Santamaría, los españoles "Ven lo que quieren ver y lo que el propio trasfondo de
su culturainduce a ver" y la bestialidad del indio ocupa un lugar central en esta visión asociada
a otras ideas y que destacan su "animal libertad" SANTAMARÍA, Daniel Del tabaco al incien­

- 173­
F. ALONSO, M. E. BARRAL, RO. FRADKIN, G. PERRI, "Los vagos de la campaña ..."

pues muestra como ya estaban asociadas íntimamente las nociones de vago, borracho,
violento y ladrón que más tarde impregnará toda la normativa sobre la vagancia.
Un esquema mental que proviene de la eh'Periencia medieval europea se aplica a los
indios y luego se desplaza hacia otros sujetos y otras prácticas. En este sentido, laRecopi­
lación de 1680 puede ser vista como una combinación de tradición y eA'Periencia;s en ella
la persecución se aplicaba todavía con un criterio preferente a "Los españoles, mestizos,
mulatos y zambaigos vagabundos no casados que viven entre los indios". Es decir, que se
había fOljado una visión de los vagabundos concentrada en los solteros que violaran el
esquema de separación y segregación de las dos Repúblicas. Por eso, la Ley 4, Libro VII,
Título IV, defInía una política también perdurable, la idea de sujetar a los vagos mediante
diversos mecanismos: "formar Pueblos", "dar tutores" a los hijos de españoles y
mestizos, y "á los varones, que edad suficiente pongan á ofIcios, ó con runos, ó a
cultivar la tierra" y "que las mugeres sean puestas en casas virtuosas, donde sirvan". 9
Esta presentación ver algunos rasgos de lo que puede considerarse la mat.nz
inicial. La ociosidad era considerada como la causa de los males; su corrección debía
resultar de una verdadera pedagogía social que si no surtía efecto tenía como solución
última la c:\'Pulsión del pueblo. Estas disposiciones surgieron para mantener la separación
entre las dos repúblicas y por lo tanto, el vago o el ocioso eran vistos como que
atentaban contra el orden moral de la sociedad por el "estrago que hacen en las almas".
Destaquemos, por el momento, dos aspectos. Por un lado, la figum está íntimanlente
relacionada con el hecho de ser soltero. Por otro, el predominio del término "vagamundo"
hace referencia a esta preocupación de las autoridades por la movilidad, en especial de
mulatos y negros libres. Por ejemplo, la Ley I1I, del Título V del Libro VII, se preocnpa
por los negros y mulatos libres
"por ser gente que no ticuen asiento, ni lugar cierto, y para esto conviene
obligarlos á que vivan con amos conocidos, y no los puedan dexar ni pasarse á
otros sin licencia de la Justicia ordinaria, y que en cada distrito haya padrón de
todos, con expresion de sus nombres, y personas con quien viven... "10

Es decir, que ya entonces aparecieron nociones que habrían de perdurar largo tiempo:
sujeción al trabajo, limitación de la movilidad laboral, permiso legal de movimiento y
empadronanuento general como métodos de control social. Por entonces, también, ya

so. Reducción y conversión en las l'vfisiones jesuitas de las selvas sudamericanas, siglosXVJly

XVIll, CElC, Jujuy, 1994, pp. 65-67.

Un planteamiento de las dificultades de intcrpretación de este corpus documental en TAU

ANZÓA TEGUI, Víctor La en América Hispana. Del Descublimiento a la Emancipación,

Acadcrnia Nacional de la Bs. As., 1992, pp, 173-248.

Recopilación de de los Reinos de Gráficas Ultra, Madrid, 1943, Tomo JI, p.

359.
10 Recopilación de Leyes... , cit., p. 361.

- 174­
prohistorio S • 1.001
estaba delineado un arsenal de penas que iban desde los azotes y el confmamiento en las
galeras hasta el trabajo compulsivo en las minas ll y el servicio de annas. En este sentido,
la ley XXV estableció que:
"Que ningún español, ni mulato, mestizo, negro, ni zambaygo esté sin amo á .
quien sirva en la Provincia de Tierrafmne, y los que vivieran sin ocupación
sirvan en la guerra ó sean castigados."12

Las mismas leyes asociaban eljuego con el ocio y las malas costumbres; en este senti-
do es sihrnificativo transcribir la Ley II
"JÚlltase á jugar en tablages públicos mucha gente ociosa de vida inquieta, y
depravadas costumbres, de que han resultado muy grandes inconvenientes, y
delitos atroces en ofensa de Dios nuestro Señor, con juramentos, blasfemias,
muertes, y pérdidas de hacienda, que de semejantes distraimientos se siguen,
demás de los desasosiegos, é inquietudes, que se han causado, perturbando la
paz, y unión de la república, por intereses de baratos, y naypes." 13

De este modo, esta construcción se apoyaba en una noción que la fundamenta: se trata
de "delitos atroces en ofensa de Dios", Ulla concepción que retoma y anIplifica la defmi­
ción de los "malos hechos" que se encontraba en las Partidas y que refiere a la difusa
distinción que por entonces podía hacerse entre delitos y pecados. Así como de la tradi­
ción castellana proviencnla figura delictiva y las penas, ella también proveyó la institu­
ción principal destinada a perseh.'1lírla: los Alcaldes de Hermandad. Así, en la Recopila­
ción de 1680 ya se establece que su función prioritaria era "refrenar los excesos cometi­
dos en lugares yermos y despoblados, por la mucha gente ociosa, vagabunda y perdida,
que vive en ellas."14
Estos datos indican que la figura delictiva y la constmcción del estereotipo social fue
previa a la difusión efectiva del delito y que la gravedad de las penas aparece independien­
te de la gravedad de la infracción. De este modo, se construye una suerte de molde donde
se irán introduciendo las conductas condenables. Ello es central pues ya puede delinearse
un ideal defmido: los indeseables son e:\.'pulsados de la ciudad o lajurlsdicción, viven en
despoblado (inciviliz.:'ldos, con indios) y por ello, la pena es el confmamiento al margen de
la comunidad CÍ"vilizada. El vago es visto como un germen ajeno a la ciudad que la pone
en peligro...

ti Recopilación de Leyes... , cit., p. 361.


12 Recopilación de Leyes... , cit, pp. 368-369.
13 Recopilación de Leyes... , cit., p. 352.
14 STOfu'lI, Carlos Investigaciones sobre historia del derecho rural argentino. EspCl/lo1es, criollos,
indios y gauderios en la llanura pampeana, Instituto de Investigaciones de l-listoria del Derecho,
Bs. 1997, p. 84.

- 175­
F. ALONSO, M. E. BARRAL, R. O. FRADKIN, G. "Los vagos de la "
Cmmdo este andamiaje jurídico mtente ponerse en pleno funcionamiento durante el
siglo XVIII serán necesarias nuevas fonnulaciones; sobre todo, cuando el foco de la aten­
ción se vaya desplazando al mundo rural. En este sentido, aparecen dos momentos decisi­
vos. En la Real Orden del 30 de Abril de 1745 se precisa WI criterio básico para defmir a
los vagos:
"... los que sin oficio ni beneficio, hacienda y renta vive, sin saberse de que
venga la subsistencia por medíos lícitos u honestos. El que teniendo algún
patrimonio no se le conoce otro empleo que el de casas de juego, compañías
mal opinadas, frecuencia de parajes sospechosos."!5

dos tipos básicos los desposeído s de bienes que 110


"ocupación lícita" y los que teniéndolos lleven una vida de
doble definición --que también tendrá le siguen un """,in-.,i""
dones: se persigue lo que se considera como mendicidad
siendo Sfu"10S y soldados i.nyálidos
viven fuera del control de o los
de al oficio no 10 ejerce lo mas del año" o a
que no En otros ténninos, la persecución de
aparece como una campaña de erradiC:1CÍón de conductas sociales indeseables sin que la
figura juridica una connotación social o étnica restringida y "H.-~U'''''''
Un Seb'1ludo momento decisivo parece darse hacia 1775 cuando se retoman y petfec~
cionan disposiciones contra con fines miHtares. La Real Ordenanza del 7 de
mayo ordenó en España levas de vagos y ociosos a los que defmió como aquellos que
"vivían ociosos sin destinarse a la labranza, a los oficios, careciendo de rentas
de que vivir" ya aquellos ... ] "mal entretenidos tabernas y pa­
seos, sin conocércesles aplicación o quienes habiéndola la ha··
bían aban.donado totalmente dedicándose a la vida ociosa".

Es una misma pena y un mismo tratamiento unificaba dos modos de vida dife­
rentes: el de los "ociosos" de rentas y propiedades que no se sujetan al
el de los "mal entretenidos" y alternadores tabernas).
dncen así dos asociaciones: ocioso/vago, mal entretenido/vago; se defIne un criterio preci­
so: que sea ullmodo de vida h..abitual; y uno de prueba: la reincidencia. Sin embargo,
conviene retener que todavía este arsenal nOffimtivo sobre todo a una
primordialmente urbana.!6

15 Real Orden citada en la Ley VII, l1tulo XXXI, Libro Xll de la j\¡'ovisima Recopilación...• cit.,
p.2.
1(, En el mismo sentido en 1778 se extendió a sin pasaporte; en 1783 alos curaIlderos
y amaestradores de animales y a los que, con de ser estudiantes, se dedicaban a
vagablmdear por el Reino, y en 1788 a los artesanos y menestrales.

- 176 ­
prohistorio 5 • 2001
La figura fue ex"tendiendo su sentido, incluyendo un conjunto diverso de prácticas
sociales repudiadas y que eran asimilables a la vagancia en la medida que se les impuso
un mismo tratanliento. La vagancia, por 10 tanto, no tuvo un cuerpo legal propio, exclusi~
vo y específico. Por el contrario, su persecución se inscribió en un marco normativo difu~
so, a medio camino entre lo que el derecho moderno habrá de distinguir como delitos y
faltas o contravenciones y atravesado por las tensiones que podían plantearse entre la
norma escrita y las "costumbres del pays". Pese a que no podía haber una distinción
precisa entre falta y delito, ni en sus fundamentos ni en las penas impuestas, cabe advertir
que la diferencia se hacía evidente en los procedimientos judiciales implementados pues
la persecución de la vagancia solia obviar los trámites más elementales de las causas pe­
nales ordinarias Y De esta forma, las defmiciones de la figura fueron variando seh'Ún el
contexto histórico, la influencia de tradiciones juridicas y culturales y la eX'Periencia his­
tórica realizada, con la particularidad propia del derecho cuyas definiciones perduran
más allá de las condiciones que originariamente hicieron necesaria su formulación. 18
Tanto las primeras fonnulaciones del siglo XIV como las de su cristalización en el
XVI se realizaron en una fase histórica de configuración de un nuevo derecho por parte de
un nuevo tipo de estado. En térnlinos de Foucault,19 desde el siglo XII venía configurán­
dose en Europa occidental "una noción absolutamente nueva: la infracción" que sustiÚlye
a otra más antigua: el daño. Esta metamorfosis supone que allOra se trata de una ofensa al
propio estado y sustenta la confiscación por éste de la función judiciaL Para llevar adelan­
te esta operación se adoptó un modelo de indagación, el inquisitivo, que provenía de la
práctica i.nstitucional eclesiástica y administrativa y que habría de impreguar todo elor­
den jurídico de categorías religiosas generando "una curiosa conjunción" entre infracción
legal y falta religiosa, entre delito y pecado, uno de cuyos resultados fue transfornwa la
confesión en la "prueba de verificación", o como sostiene Tomás y Valiente, la idea latente
de considerar al delincuente como pecador transformará a la confesión en "la reina de las
pruebas".20 SCt,'1Í.'lFoucault este modelo habría perdurado hasta que a fmes del siglo XVIII
y principios del XIX, cuando se operó una sustancial mutación de las nociones y concep­
ciones: la falta pasará entonces a ser estrictamente una infracción de la ley civil, la ley
penal pasará a fundamentarse en la utilidad social, el crimen a ser considerado como daño
social y el criminal como 1m enemigo social.

17 LEVAGGI, Abelardo "Buenos Aires 1800, El delito de abigeato en los siglos xvn, XVIII y
XIX", en Revista del Instituto de Historia del Derecho Ricardo Levene, Vol. XXIV, 1978,pAO.
18 VILAR, Piare "Historia del derecho, historia total", en Ecollomia, derecho, historia. Conceptos
y realidades, Arie!, Barcelona, 1983, pp. 106-137.
19 FOUCAULT, MichelLa verdady lasfonnasjuridicas, Gedisa, Barcelona, 2000.
20 TOMÁS Y VALIENTE, Francisco La tortura judicial en España, Crítica, Barcelona, 2000, p.
156. Del mismo autor ver El derecho penal de la monarquía absoluta (siglos XVI, XVII Y
XVIII), Tt~cnos, Madrid, 1992.

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F. ALONSO, M. E. BARRAL, R. O. G. PERRI, "Los vagos de la campaña..."

La lucidez con que Foucault presenta los trazos b'IUesos del cambio de concepciones
no debe excluir la consideración de pat1icularidades y avatat·es propios del proceso histó­
rico en contextos defmidos. término, porque la influencia de las nuevas con­
cepciones (Beccaria fundaIUentalmente) fue más tardía y limitada en España que en otras
naciones occidentales, donde siguió imperando un tratanúento de los delitos sin tipificación
y que habilitaba una "interpretación extensiva por analogía", dentro de un esquema bási­
camente casuístico Y Por ello mismo, la antigua defuúción contenida en las Partidas de
"los malos hechos" como realizados" contra los mandanúentos de Dios y contra las bue­
nas costumbres y contra lo establecido por las leyes y los fueros y derechos"22 habrá de
continuar en vigencia. En segundo término, porque la misma naturaleza de la vagancia
como figura delictiva la hacía especialmente penneable para mi-xturar nociones de natu­
raleza y filiación diferente. Es que en el ámbito pueden encontrase tras
pnmeros esbozos de tip11lc:aCJIOn
.,_••_•.,_ OlDcr::lba sobre un fondo tradicional muy escasamente alterado una continuidad
jurídica sustarltiv3. Por fue claramente considerada como un "daño
social", un atentado contra la utilidad social y pero esta fOn1mlación no d<;jaba
de e-vocar connotaciones religiosas en tomo a la ociosidad. A su vez, e11ugar de la prisión
como espacio y método de pena habrá de esperar: el destino privilegiado fue el servicio de
armas, retomando y generalizando una fOTIna de condena que formulada en el siglo XVI,
se aplicó ocasionalmente en el XVII, se amplió en el XVIII y se generalizó en el XIX.

20 Las nonnus de IJCrsc:cucí6n a la "'6'''-U'~'U en Bucnos ~A..ires (1730-1830)23


de la evidencia aO(;UIJaelital conveniente diferenciar tres momentos
en las disposiciones dictadas y las penas que se preveían. En un primer momento, entre
las décadas de 1730 y 1780, a tono con las disposiciones y orientaciones metropolitanas
los bandos establecían que los vagos abandonasen la ciudad y se penalizaba también a
aquellos que los tolerab«..ll. En un se¡;,rundo momento, entre las décadas de 1780 y 1790,
comienza a operarse un cambio sustancial con relación a los vagos: se los comenzó a
compeler al trabajo, Desde comienzos del siglo :XiX puede reconocerse un tercer momen­
to que no parece más que una sustancial profundización del anterior: aquella exigencia se
formaliza apelando a un mecanismo ya instrumentado en Córdoba y el Tucumán con
anterioridad (la papeleta de conchabo) y se comenzará a agregar como condena preferente
el servicio de armas. Considerando que, además, las exigencias de servicio militar sobre
la población rural se incrementan de manera sustancial y que abarcan a muchos grupos

21 TOMÁS YVAUENIE, Francisco La tortura...,cit.,pp. 166-174.

22 LEVAGGI,Abelardo "Buenos Aires 1800 ... ", cit.,p. 37.

23 Las fuentes utilizadas para annlizar las nonnas sobre la persecución de la vagancia fueron los

Bandos de Gobernadores y Vüreyes del Río de la Plata, los Acuerdos del Extinguido Cabildo de
Buenos Aires (AECBA), el Registro Oficial de la Provincia de Buenos Aires (ROPBA) y el
Registro Oficial de la República Argentina (RORA).

- 178­
prohistoria S - 2001
sociales que no eran inicialmente asimilables a la fif,rura del vago se terminará por operar
una notoria ampliación de las prácticas sociales que podían inc1uírse dentro de la figura
jurídica de la vagancia. Veamos este proceso con mayor detalle.
En etapa, como ya se anunció, las disposiciones se dirigían principalmente a
ordenar que losvagos abandonen la ciudad y sujurisdicción. Esta situación la encontrdrnos en
cinco ocasiones (1745, 1746,1748 -enero y diciembre-y 1769).24 Sin embargo, no siempre
estas disposiciones tienen las mismas fomlulaciones: en 1745, no se especifica la condición
étnica de los que deben sere>"'Pulsados y se hacereferencia a los "vagamundos y holgazanes";
en 1746 se dispone echar a los vaganlUl1dos, ya sean esparloles o indios, negros y mulatos que
no tengan oficio o no estén conchabados 25 En 1748 ya no se mencionan a los españoles, se
hace mención alos vagos y a los ex1ranjeros soIteras y en diciembre de ese mismo arlo junto a
los vagabundos se a los polizones que estaban arribando a las costas. En 1769, se
eArpulsaba a los vagfu"11lmdos y a las personas que no viven de su trabajo, ni tienen oficio, ni
sel'íores, lUla fonnulación queno era más que la aplicación te>..1:ual de las nonnas metropolita­
nas. 26 Todavía, también, la soltería era un rasgo relevante en la defInición.
Estas disposiciones perseguían a la vagartcia durante todo el afio. Sin embargo, había
un momento clave en que las autoridades se preocupaban especiahnente: la cosecha del
trigo. De esta forma, en los bandos que convocaban a la población de la ciudad para la
siega, que ordenaban que se cerraran obrajes y hornos de ladrillos e intentaban regular el
trabajo y eljomal de quienes trabajaban en la cosecha aparecen menciones a los vagos. 27
En fecha tan temprana como 1743 ante la falta de peones para la siega, a pesar de aber en
esta ciudad gente vagamunda como ser negros y mulatos libres indios y mestizos que
pueden servir,28 se los convocaba para conchabarse en las chacras. En 1750 y 1753 se
acusaba de los problemas para levantar las cosechas a la gran cantidad de ociosos y haraga­
nes que estaban en condiciones de conchabarse y se ordenaba el cierre de las canchas donde
comunmente se mantienenjugando;29 esta disposición se reiteró en 1764, 1774 Y 1777. 30
Paralelamente, en este tipo de bandos se fue introduciendo un nuevo punto destinado,
ahora sí a la aprehensión de los vagos, al menos en 18 oportunidades31 entre 1760 y 1787.
Por ejemplo, en enero de 1760 se ordenaba que:

24 Archivo General de la Nación (en adelanteAGN), IX, 8-10-1, f. 80-97-153-223 Y 8-10-3, f.


176v respectivrunente.
~5 AGN,IX,8-1O-1,f.96v.
26 AGN,IX,8-IO-3,f.176v.
27 Un análisis más runplio sobre este tema en: PERro, Gladys "El trabajo libre en la sociedad JUral
colonial. El caso de la 'chacarita de los colegiales' (1798-1806)" en Quinto Sol. Revista de
Historia Regional, núm. 2, Universidad Nacional de La Pampa, 1998, pp. 83-109.
28 AGN,IX, 8-10-1,1'.18.
29 AGN, IX, 8-10-1, f. 310 Y375 respectivamente.
30 AGN, IX, 8-10-3, f. 41,60 Y8-10-4, f. 25v respectivamente.
JI Los años en que se dictaron estas disposiciones en enero y diciembre de 1760, 1762, 1766,

- 179­
F. ALONSO, M. E. BARRAL, R. O. G. "Los vagos de la campaña..."

"las patrullas que handan de día y de noche p.r las calles aprehendiendo a los
peones que se encontrasen en las obras, y a los oficiales de sastres y sapateros
y demas gente baganlllnda que se juntan en las canchas trayéndolos presos a la
real carzeY'.32

Once años después se estableCÍa que los cabos núlitares y los jueces de la campaña
"...obliguen a todos los gauderios y bagamundos y gente ociosa a que se conchaben para
segar...")
La década de 1780 puede considerarse como de tránsito hacia un segundo momento.
Con la frontera indígena más segura y ordenada,34 1as autoridades coloniales se dispusie­
ron a aumentar su capacidad de control de la población rural y ello se evidenció a través
del aumento en la cantidad de Alcaldes de la Hermandad designados por el Cabildo de
Buenos Aires35 y en la cantidad de parroquias y viceparroquias rnrales. 36 En los bandos,
a partir de 1785 se incluyó nuevamente la convocatoria para que los vagos se conchaben
obligatOliamente para la Pero, además, la de la campaña que poseía la elite
urbana se tomaba cada vez más siniestra: en ella, la vagancia ocupaba illllugar relevante.
En 1789 los regidores del Cabildo de Buenos Aires consideraban que en la campaña
imperaba un desorden quejamás se ha visto. Las autoridades del Cabildo asimilaban ya
plenamente la figura del agregado a la del vago y a ambos con criminales37 y planteaban

1769,1771,1773,1775,1776, enero y diciembre de 1779, 1780,1781, enero y diciembre de


1784, enero y diciembre de 1786 y 1787. En los últimos cuatro años además se vuelve a convocar
a los vagos para la siega. Estos bandos enAGN, IX, 8-10-2,[. 204v, 298; 8-10-3 f. 109v, 193v,
223v, 398 y 442; 8-10-4 f. 80v, 136v, 169, 193 Y 8-10-5 f. 14-15, 43v, 55v, 67v, 87v,
respectivamente.
32 AGN, IX, 8-10-2, f. 204v.
3l AGN, IX, 8-10-3, f. 223v.
34 MAYO, Carlos y LAlROUBESSE, Amalia Ten-atenientes, soldados y cautivos: la frontera
(1736-1815), UNMDP-Colegio Nacional Dr. Arturo TIlia- Grupo Sociedad y Estado, Mar del
Plata, 1993.
3S La cantidad de alcaldías de hennandad pasa de 2 en 1730 a 8 en 1778 y ya en 1787 hubo 17
designaciones de alcaldes de la hemlandad para la campaña de Buenos Aires.
!6 La cantidad de panoquias paso de 6 en 1730 a 15 en 1780, y ya en 18061a cantidad ascendía a
18 pan'oquias y J vkepmToquia. BARRAL, Maria Elella Sociedad, iglesia y religión en el
mundo rllra! bonaerense, 1770-1810. Tesis Doctoral leída en la Universidad Pablo de Olavide,
Sevill~ España, marzo de 2001.
37 Esta asociación ya fue señalada por muchos autores: LEVAGGI, Abelardo "El delito ..", cit.;
MAYO, Carlos Los betlemitas en Buenos aires: convento, economía y sociedad (1748-1822),
Publicaciones de la Excma. DipataciónProvincial de Sevilla, Sevilla, 1991 y Estancia y sociedad
en la pampa, [740-1820, Biblos, 1995; HORLENT, Laura "Cuatrerismo y justicia
colonial. San Miguel de Tucumán, 1750-18lO", enlvfcmoria Arnericana, núm. 6, 1997, pp.
17J ­J 92; MARTÍNEZ DOUG'NAC, ('.rttbrjela "Justicia colonial, orden social y peonaje

- 180­
prohistori. 5 • 2001
que tales excesos se debían a la ignorancia que los habitantes de la campaña tenían sobre
la doctrina cristiana. Pam remediar esta situación propoman el establecimiento de escue·
las en cada parroquia donde se debía enseñar a leer, escribir y los rudimentos de la reli­
católica. Por otra parte, obligaban a los hombres que estaban casados a que vivml con
sus mujeres como una fonna de evitar la vagancia.
El diagnóstico del cabildo porteño es claro: la criminalidad de la vagancia estaba fuera
de toda duda:
"La multitud de bagamundos, forajidos, gentes ociosas, y araganas de que
tanto abundan en la Campaña son el origen de muchas muertes, robos, y des­
ordenes que se experimentan en ella, que se haga inevitable con sus muchos
vicios y excesos, y frequentes homicidios que los hacendados no vivan con
seguridad, que sus haciendas no logren los multiplicos, y aumentos que
conseguirllll si de esta peste de Malechores y Ladrones estuvieran libres todas
las Estancias y Chacras, á cuyo abrigo se recojen para executar mas a su salbo
sus depravados designios."

Una de las soluciones propuestas ilustra los propósitos:


"...foffilalldo una exacta matrícula de todas las personas, que cada uno
en su respectivo partido, ó Parroquia, con noticia de su Estado origen, y el
motivo con que bino, y se estableció, no solo se benga en conocimiento de
quien es, la vida que lleva, en que se entretiene, y quales son los fundamentos
para su subsistencia, sino que siendo sospechoso, y del numero de los Bagos, y
ociosos, se le compela á que viva ba"\':o de Cruz y Clllllpana en la población de
su Vecindario ó Parroquia y si fuere posible en alguna de las de las fronteras,
liberando de este modo la misma Campaña de una gente tan peljudicial, que
causa la mayor ruina."

El cabildo pretende una verdadera limpieza social de la población rural y construírun


auténtico cerco conotms jurisdicciones. No sólo eso: la idea matriz de esta concepción es
montar un mecanismo de control y clasificación social que sólo podrá sustentarse si se
procede a una suerte de reducción general a vivir en pueblos; la figura, como puede verse
no sólo es presentada como netamente criminal sino que esta criminalidad se define por el
modo de vida "peIjudicial", antes que en cualquier hecho cometido. A su vez, se exigía
una mayor vigilancia y rigor de las autoridades pero tanlbiéll que:
"... se deverá apercivir con alguna multa, ó la pena que dispusiere S.E. al Es­
tanciero, Hacendado 6 Chacarero q.e. abrigase, o se encontrase alguno de es­
tos agregados en sus haciendas; como también el que se privará de sus em­

obligatorio", en VVAA Poder ten-ateniente, relaciones de producción y orden coloníal, Fernando


García Cambeiro, Bs.As., 1996, pp.185-225.

- 181 ­
F. M. E. BARRAL, R. O. FlL>\Dl;.IN, G. PERRI, "Los vagos de la '-,(1.1Jl1.,"l1n..

y se les quitará las Comisiones que tuvieren, á los Cabos, y Jefes del
si abrigazen y disimulasen á estos Vagos tan peJjudiciales, con el
'-'<>JlHIJ''-',

pretexto de que les han servido, o les sirven."

Con todo, deja muy en claro otra cuestión decisiva: la generalizada tolerancia depropie~
tarios y autoridades rurales. Ello creaba una situación "intolerable" que se manifestaba en
" .. .10 insolentes y necesarios que se hacen los Peones, no obstante el crecido
y abundancia cou que se les trata: la facilidad con que al menor descui­
do sea en la sazón de la Comida, sea en el Servicio de un mate, Ó sea porque el
triste aburrido de lo poco y mal que travaja, les exorta a su
lo abandonan y se van, de.iandole muchas veces en la situación mas críti~
ca, en que pierde su cosecha, conducía a aquel estado con mucho sudor de su
y que la causa de todo esto es la multitud de araganes, ociosos y
vagos que hay en la Canlpaña empleados enjugar, robar y hacer muchos exce~
SOS, por el que hallan en cualquier parte, donde no se les un un
de Came y no les falta un caballo en quevagar."38

Las citas S011 suficientemente claras del cambio producido: a


nonnativa y de 13 experiencia que ya se ha realizado en
eapitulares de Bucnos Aires interpretan los problemas de la campaña y aventuran duras
soluciones. La se ha convertido en la causa de todos los males de la cautlpalfia.
A partir de este momento comienzan a cambiar las penas establecidas: los vagos ya no son
condenados a abandonar el territorio sino que se los compele al trabajo. En marzo de
1790, en Bando de buen gobierno, se dispone:
conduciendo a la seguridad, buen orden y felicidad pública se destierre
sin iutennisión y castiguen con prontitud
enltrel:enlác1s, cuyas méUlOS deben ocuparse en utilidad propia y del comun,
mando que nadie tolere en su casa personas arrimadas sin licito destino cono­
ni ad!nitan o abri b'11cn a hijos de familia ni esclavos huidos... y que
todas las personas que no tienen oficio o destino, de cuya ocupacioll se roan·
licitamente la tomen en el termino de un mes; y de lo si
pasado este plazo subsistiesen en el ocio o mendigando, sean aprehendidas ... "39

Esta pretensión no se restringe a una época específica del año -para la sino de
modo permanente. A su vez, se intenta terminar con la mendicidad como una forrna
alternativa de conseguir sustento. 40 ¿ Signo de modernización? Conviene no exagerar: las
38
Serie
rtLA..-!.Jn.. Tomo VilI, Libro XLIX, pp. 671-673 Y685.
8-10-5, f. 5.
40
de Córdoba establecía que "ni se pida limosna sin licencia
del gobiemo ". GÓNZÁLEZ de I'v1ARTÍNEZ, Marcela Control social..., p. 37 Y 39 .

. 182­
prohistoria 5 -IDO 1
distinciones por &'I11pO étnico o estado civil no han desaparecido: se establecía "que todo
indio, mulato conocido, o moreno libre que no se halle poblado" debía presentarse ante al
Alcalde y, en pillticular a los solteros, los obligaba a vivir conchabados. 41
A partir de diciembre de 1791 en el tradicional bando que se publicaba con motivo de la
cosecha, aparece un nuevo elemento en la ampliación de la persecución de la vagancia.
En el artículo 2 se establece:
"Que a todo peon q.e se encontrase vagueando por la campaña, induciendo a
fuegos, ebrios, o con daga o cuchillo, aunque no haya ofendido a nadie, o lleve
consigo baraja o dados, sca aprehendido y remitido a disposición de esta supe­
rioridad, .. "42

De este modo, puede verse como distintas prácticas sociales se fueron conjugando en
tomo a una sola figura delictiva. La asociación vago = bebedor jugador"" portador de
armas ya no habrá de desaparecer y este artículo se repite en seis bandos posteriores hasta
1805 43 y reaparecerá transformado posteriormente.
Por entonces, puede reconocerse una tercera etapa. Por un lado, un paso decísivo fue la
instauración de las papeletas de conchabo y de alistmruento, En 1804, el Virrey Sobremollte,
establece:
", .. conviniendo al buen orden por todos tenrunos desterrar la olgazaneria en
que viven muchos que devian estar ocupados en oficio, ó labranza ó de peones
de campo; ordeno que todos los que deven vivir asalariados por falta de oficio,
ó bienes propios, se conchaben en el tennino de un mes, y tomen papel de L.\mO
conocido que bajo su fIrma acredite estar asu servicio, cuydando de renovarselo
cada dos meses, yen esta inteligencia las Patrullas, Partídas y Rondas no nece­
sitaran otra prueba para aprehenderlos por vagos, que la falta de este papel,
6 la cert!ficaciol1 o papeleta de fuero y alistamiento ... "44

41 AGN, IX, 8-10-5, f. 133-134, a diferencia de lo que sucedía en Tucumándesde 1758.


42 AGN, IX, 8-10-5, 1'. 254. La papeleta de conchabo no era algo nuevo en el interior, ya en 1785
Sobl'emonte la había instaurado argumentando: Que ningun vagante viva sin ocupación
procurando que precisamente se cOllchave, ya sea natural ó forastero, con aquellas personas
que efectivamente los pueden malltenerpara el cuidado de sus hacíendasJomento de sus labores
y demás tareas que exerciten, mandandoseles de papel de conchal'o para que le consten no
vivan ociosos y mal entretenidos; y a los que no se sugetasen y conviniesen los extraiiara del
lugarpersiguiend%s hasta que verifiquen ausencia sifitesen mozos sueltos sin embargo estén
domiciliados esto es, que sean nalUrales del partido; y si casados con aquel tiempo de prisión
y cepo que baste a conseguír obedescan lo que se les manda. GONZÁLEZ de MARTÍNEZ,
Marcela Control social en Córdoba, La papeleta de Conchabo, 1772-1892 (Documentos para
su estudio), Centro de Estudios Históricos, Córdoba, 1994, pp, 13-14.
43 Los años en que se repite esta medida cautelar son: 1799, 1800, 1801, 1803, 1804 Y 1805. Todos
enAGN, IX, 8-10-8, f. 26, 57, 76, 160,226 Y 253, respectivamente.
44 AGN, IX, 8-10-8, f. 190v-191, el subrayado es nuestro,

-183­
F. "'-'-'Jl''''J, M. E. BARRAL, R. O. FRADKIN, G. de la campaña..."

Queda en claro que, de ahora en adelante, quien no posea dichas papeletas era conside~
rado vago. No es el {mico cambio: los que se cncuentrenjugando y no tengan el papel de
conchabo serdll puesto presos. En esta misma dirección vuelve a prohibir el pedir limosna:
"Observando que contribuye a la olgazaneria la libertad de pedir limosna mu­
chos que pueden dedicarse al trabajo, secan tambien presos como vagos los
que no hallandose ciegos, muy ancianos, o impedidos, la piden peJjudicando a
los verdaderos pobres ... "45

De este modo, el criterio de definición se ha ido modificando: del modo de vida habi~
tual basado en la opinión se ha pasado a un requisito fonnal exigido por el estado. 46 Sin
embargo, no iba a ser senciilo defmir a la papeleta como único requisito: así, por
las instrucciones para los Alcaldes de Hermandad de 1813 establecieron que serian excep­
tuados aquellos que gozaran de fama de "honrados". 47
Por otro un nuevo y decisivo cambio se habrá de opentr a partir de 1810 cuando
emU12:aCllon de la vagancia esté destinada a engrosar las filas de los ejércitos; cambio
más que en la norma en las condiciones en que ella debe cumplirse y en la
en aplicarla. los sucesivos gobiernos profundizaron las disposiciones coloniales y
aplicaron nuevas medidas y penas. Mientras continuó la tendencia de compeler al trabajo
mediante la papeleta de conchabo, desde julio de 1810 se restringió la movilidad de la
población poniendo limitaciones para salir de la jurísdicción. 48 La obligatoriedad de po­
seer papeleta de trabajo o pase para poder transitar por la provincia se reiteró en los afios
de 18 1815 Y 1818. 49 Por su parte, el Bando de Policía rural de 1815 establecía un
criterio preciso:
"Todo individuo de la campaña que no tenga propiedad legítima de que sub·
y que haga constar ante el Juez territorial de su partido, será reputado de
clase sirviente [... ] "Todo sirviente de la clase que fuere, deberá tener una
papeleta de su patrón, visada por el Juez del partido, sin cuya precisa calidad
invalida [...] Todo individuo de la clase de peón que no conserve este
documento será reputado por vago [...] Todo individuo, aunque tenga la pape­
que transite la campaila sin licencia del Juez territorial, ó refrendada por

45 Ibídem.
46 Tanto en diciembre de 1808 como en setiembre de 1809 se acuerda que las partidas volantes
para aprehender a todos los "vagos y maJentretellidos"los identifiquen por no poseer la papeleta
de conchabo: AECBA, S. IV, T.lli,p. 386 YAGN, 2-10-5 f. 5.
4, "Será /lombrado COI/lO vago toda persona que no tenga un papel que justifique su ocupación,
no entendiéndose éste con las personas conocidamente honradas por los Alcaldesy vecindario ":
Francisco Historia de la Policía .... cit, p. 236.
48 AGN, 2-10-5,1: 55-5I.
49 CANSANELLO, Carlos "Ciudadano,; y vecinos. De1, igualdad como identidad a la igualdad como
,enE'ntrepasados. núm. 14, 19-20;AGN,X,2-1O-6, f. 61.

- 184 ­
prohistorie 5 - 2001
él siendo de otra parte, será reputado por vago [...]Todo individuo que transite
por la campaña aunque sea en servicio del estado debe llevar su pase del Juez
competente, en caso contrario será reputado porvago."50

Papeleta de conchabo con visado oficial y pasaporte se combinaron así para defmír la
obj eto de persecución. Las situaciones contempladas eran por cierto diferentes pero
las unificaba la figura legal dentro de la cual se las encuadró y la peualizacióll establecida:
los infractores serian destinados al servicio de armas por 5 años la vez y, si no
fueran aptos, " ...se los obligará a reconocer un patrón, á quien servirán forzosamente dos
años en la primera vez por su justo salario y en la segunda por diez años."
La exigencia de contrata escrita de trabajo se reiteró enjulio y septiembre de 1823, en
abril de 1824 se extendió a los trabajadores extranjeros y nuevamente se impuso en sep­
tiembre de 1824.51 Tanlbién se intensificaron las medidas que restringían la movilidad:
en diciembre de 1821 se ordenó que la Policía lleve un registro diario de todas las perso­
nas que entraban y salían de la capital;52 enjunio de 1822 la obligatoriedad de poseer
pasaporte para poder transitar porla campaña; en noviembre de 1823 este pasaporte sólo
era requisito para los peones y debía estar fIrmado por su patrón; en 1825 nuevamente se
establecía que para salir de la provincia se necesitaba un permiso escrito autorizado por la
autoridad del pago; 53 Yen 183 Ose obligaba a todos los habitantes de la campaiía, excepto
a los propietarios y domiciliados, a poseer dicho pasaporte para poder transitar libremen­
te. 54 Queda claro que quienes no poseyerdIl estos pasaportes se los trataba como vagos,
aumentando decididamente las posibilidades de la población rural de verse incluida en
esta fI!,'Ufa.
En este contexto deben inscribirse las disposiciones mediante las que se convocaba
para la confonnación de las milicias y ejércitos, las cuales tuvieron un notable incremento
entre 1810 y 1830. A los cuatro días de instaurada la Junta de Gobierno en 1810 se
establecía que los vagos y personas sin ocupación entre los 18 y 40 años sean destinadas al
servicio de anuas. 55 En el llÚsmo año se ordena un reclutamiento en la camparla destiua­

~o CANSANELLO, Carlos "Ciudadanos ...", cit.,pp. 254-255.


51 DÍAZ, Benito "Organización de la justicia de campaña en la Provincia de Buenos Aires (1821­
24)" en Trabajos y comunicaciones, núm. 4, La Plata, 1954, pp. 39-54. BAGÚ, Sergio, Elplan
económico del gnlpO rivadaviano ...• cit pp. 203-204,211,251-252.
52 ROMAY, Francisco Historia de laPolicia ..., núm. 2, cit., p. 85.
53 ROMAY, Francisco Historia de la Policía..., cit,pp. 161; 191-197; yDÍAZ, Benito "Organiza­
ción de la justicia de campaíia...", cit.
54 ROMAY, Francisco Historia de In Policia...,cit.; y CANSANELLO, Carlos "Ciudadanos y ve­
cinos..." cit., p. 20.
55 GARAVAGLIA, Juan Carlos "La justicia mral en Buenos Aires durante la primem mitad del
siglo XIX (estructuras, funciones y poderes locales)", en GARAVAGLIA, Juan Carlos Poder,
conflicto y relaciones sociales. El Río de la Plata, XVIII-XIX, Homo Sapiens, Rosario, 1999.
STORNI, Carlos Investigaciones sobre ... , cit.

-185­
F. ALONSO, M. E. BARRAL, R. O. G. "Los vagos de la campaI1a... "

do a enganchar a los "verdaderos con Í1lfonnación. de la justicia. 56 Dos años más


tarde se establecen las formas para la incOll'oración forzada en los ejércitos: la leva y la
condena 57 En febrero de 1816 se confonna una partida celadora para perseguir a quienes
no están alistados y se dispone que serán detenidos quienes no posean la papeieta de
trabaj o, de enro1amiento o el pase para transitar por la campaña. Vagos y desertores pasan
a ser perse!,'Uidos por las mismas 1lllidades represivas. 58
En la década de 1820 la Policía quedará encargada de la persecución de los vagos para
los servicios militares en base a simples infonnes de Jueces de Paz o Alcaldes de Barrio. 59
La primacía de la penalización militar se va defIniendo como la más deseable y conve­
niente, en palabras de Rivadavia:
"Extrañar de la prov.a.losvagos, de 1lllmodo qe. no puedan voIvera enano se
concilian ciertam.te. con la necesidad qe. tenemos de la población y de su
aumento. Transplantarlos de un á otro dentro de la Provincia no es cor­
tar el mal, sino hacerlo mudar de localidad. "60

La solución prefetida será la ley militar de 1823 que estableció la pena de selVicio para
"Todos los ociosos sin en la labranza ú otro ~jercicio útil [... ] Los
U",",U'~H",a. se encuentren en casas de juego, taber~
clase [...] hUosdefamilia
de la obediencia de Los que por uso de I.-U',H>JliU,
heridas leves, son destinados por la ley á "61

De esta forma, se regresa a un modo de presentación de las diversas prácticas conde­


nadas -y que retoman las de:fmiciones coloniales más arraigadas- y a un modo unificado
de tratamiento: es, entonces, la fonna de penalización (el servicio de armas) la que tenru­
na por delinear el perfIl social de la figura.

56 STORNI, Carlos: "Acerca de la 'papeleta' y los Juzgados de paz de la campaña bonaerense", en


Revista delInstitutodel Derecho, núm. 20, Bs. As., 1969, pp. 153-171,p. 154.
51 RORA, 1, p. 129.
ss AECBA, S IV, TVII, p. 36; RORA, 1, p. 809, 368-369 YROMAY, Francisco Ifistoria de la
Policía... I,. cit., p. 258.
59 ROMAY, Francisco Historia de la Policía ... JI, cit., pp. 117-118 Y 209; DÍAZ, Benito

"Organización de lajusticia de campaña... ", cito y BAGÚ, El plan económico del gmpo
rivadaviano... , cit., pp. 160,239.
60 DÍAZ, Benito "Organización de la justicia de campaña ...", cit. p. 209.
61 ROMAY, Francisco: Historia de ¡aPolida... ll, p. DÍAZ, Benito "Organización de la
justicia de campaña... ", cito pp. 202-203 Y BAGÚ, Sergío El plan económico del gmpo
livadaviallo... , cit.,p. 239.

- 186 ­
prohistoriCl5 ·2001
Cuadro 1. Disposiciones de enrolamiento para milicias y ejército en Bucnos Aires:
población convocada y número de convocatorias (1806-1829).

Década Sector de la población convocado Cantidad de veces

1800-1809 Todala población 7


Esclavos 3
r
Vagos O
Extranjeros. O
Subtotal 10 !

1810-1819 Toda la población 7


Esclavos 7
Vagos 8

_ .. __ .....
E}"TIanjeros. 4
Subtotal 26
1820-1829 Todala población 20 i
!
Esclavos 3
Vagos 12
Extranjeros. 4

Subtotal I 39
I
Total 75
Hemos podido encontrar al menos 75 disposiciones de enrolamiento producidas entre
1806 y 1829.62 Como puede verse durante las invasiones inglesas, la nota dominante fue
convocar al conjunto de la población y sólo para los esclavos hubo convocatorias diferen­
ciadas. En la década de 1810, ello se mantuvo pero ya puede observarse la presencia de un
nuevo sector de la población que se convoca: los vagos. En la década de 1820, paralela­
mente a que se incrementan las convocatorias para toda la población, los vagos comíen-
71.Ul a primar como grupo diferenciado en el conjunto de estas disposiciones.

6l Sobre la militarización cf. HALPERIN DONGHI, TullO ".MilitarizacióllIevolucionaria en Buenos


Aires, 1806-1815", en HALPERlN DONGID, Tulio (comp.) El ocaso del orden colonial en
Hispanoamérica, Sudamericana, Bs.As., 1978, pp. 121-157. CANSANtLLO, Oreste C. "Las
milicias lUrales bonaerenses entre 1820 y 1830", en Cuademos de Historia Regional, núm.19,
UNLu., Luján, 1998, pp. 7-51.

- 187·

F. ALONSO, M. E. BARRAL, R. O. G. PERRI, "Los vagos de la campaña..."

A partir de las penas que se establecieron podemos observar que el básico de


estas disposiciones era el de reclutar hombres para los ej ércitos. Pero también otro cambio
significativo: el modo casuístico de enunciación intentaba ser sustituido por la definición
aparentemente clara y de un tipo penal que habrá de incluir las más diversas
prácticas sociales.

Cuadro 2. Penas por a~<un..J,a en Buenos Aires (1745-1824)

Etapa Año Azotes Destierro Obras I Servicio de Otras

públicas armas

~
1 17451 6 años a razón y

sin sueldo

1746 Presidio de 6 años a razón y

Montevideo sin sueldo

1748 200 Presidio de Monte­


video hasta embar­
carlos pi F"nl'lñl'l

11760

I
Presos en la
I I
Real Cárcel63

1766 10064
I
1767 100 I
1769 100 4 años en Malvinas Vergüenza
pública
II 1789 Vivir en
pueblos
1790 25a50 Sin plazo Casas de
determinado residencia o
expósitos
III 1804 2 a4 meses Cárcel65
! 1 6 meses 4 años
! 18 Sin plazo
I determinado

63 Esta pena se aplica a peones y vagos que se ellcuentrenjugando en las canchas.


64 Esta pena se aplica a negros, mulatos y vagos que se encllentrcnjugando t-'lllas canchas.
Lo mismo sucede en 1767 y 1769.
65 Esta pena esta destinada a no tienen papel de conchabo, que son considerados como
vagos.

- 188­
prohistoria 5·2001

¡Etapa Año! Azotes • Destierro Obras Servicio de I Otras


públicas armas
III 1812 .Sin plazo •

(coní.) detenninado i
.1813 5 años 2 años con
patrón con
-_. I
salario
1815 •5 años 2 años con
patrón con
• salario
1816 Sin plazo
I determinado
1822 2566 De 1 año a8 4 años
•con salario
1823 ¡ 1 mes IDe2a4años

I~~e=dol
1824
I
El cuadro resume y esquematiza la evolución de la penalización de la vagancia en
Buenos Aires. En la primera etapa las penas combinan azotes, destierro (a Montevideo o
Malvinas) y trabajos públicos. En la segunda, el destierro desaparece como forma de
pena, mientras se mantienen las otras dos formas. En la tercera, se generaliza una nueva
forma de penalización, el servicio de armas que pasa a ser la forma excluyente ya que
quedan algunos casos residuales de utilización de azotes (e:\.l'resión todavía de la perdura­
ción de criterios étnicos diferenciales) o el trabajo en obras públicas para los que no resul­
tan aptos para el servicio. El servicio de armas, en consecuencia, resulta una adaptación
para nuevos fines de la forma más antigua de penalización: el trabajo compulsivo en
presidio a ración y sin sueldo. Dicho en otros términos, el servicio es la nueva forma del
destierro y el presidio. Además, puede verse cómo las mismas penas son aplicadas a
vagos,jugadores, ebrios y mendigos.
En la década de 1820 el calamitoso diagnóstico de fmes de la década de 1780 no sólo
se mantiene sino que se profundiza y el lugar de los vagos en él se acrecienta. De esta
fomla, una circular del Jefe de Policía de 1821 defmió a los vagos y mal entretenidos
como"esa plaga desoladora de nuestro país". 67 Un decreto de abril de 1822 identificaba a
la vagancia como el principal obstáculo al "adelantamiento del país":

66 Esta pena se aplica a los negros y mulatos a quienes se encuentren ebrios y que son considerados
como vagos.
67 AGN, Policía, 1821-1822, X- 32-10-1.

- 189­
F. ALONSO, M. E. BARRAL, R. O. FRADKIN, G. PERRI, "Los vagos de la campaña ..."

"La clase de vagabundos que, por desh'Tacia, no es en el país de las inferiores en


número, es tan perjudicial para sí como 10 es para la misma sociedad a cuyas
e:\.'pensas vive; ella es, a la vez, una clase improductiva, gravosa, nociva a la
moral pública e inductora de inquietudes en el orden social. Bajo de este aspec­
to verdadero, los vagabundos vienen a ser un obstáculo real a los adelantamien­
tos del país y una causa más que impida o retarde el complemento de la reforma
general que se ha iniciado y cuyos bienes empiezan a hacerse sensibles". 68

De este modo, dentro de una extrema continuidad se van introduciendo nuevas nocio­
nes: los vagos no sólo son una "clase improductiva", "gravosa" y "nociva" (aunque ahora
ya no para el Rey o la religión sino para la "moralidad pública") sino que se han conver­
tido en una auténtica amenaza al orden social y en un obstáculo de la "reforma general".
Esta concepción, inscribe a la vagancia en el conjunto de prácticas sociales que deben ser
erradicadas para abrir una nueva era. 69
La continuidad se e:\.'presa en el mantenimiento de antiguas formas represivas. De esta
fomla, todavía enjunio de 1822 un decreto seguía manteniendo una clara distinción entre
práctica y condición social:
"Todo el que aparezca en público entregado a una embriaguez habitual, si no
tiene propiedad u ocupación que sufrague a su subsistencia, quedará incluído
en la declaración del 19 de abril sobre vagos" [... ] 'fEI que adolezca del mismo
vicio y tenga propiedad u ocupación, siempre que se presente en parajes públi­
cos, será llevado al cuartel de policía y retenido por veinticuatro horas". 70

3. La penalización de las prácticas sociales y la ampliación de la figura del yago


En nuestra opinión, la aplicación de las mismas penas y procedimientos para perse­
guir prácticas diferentes termina por otorgar nuevos sentidos y significados a la misma
figura delictiva mediante una serie de asociaciones de sentido. Para analizar con mayor
profundidad este proceso, hemos examinado las formas de penalización con el fm de
identificar los "nuevos delitos" así como de comparar las penas que se fijaban para los
mismos. Los datos sugieren que el dispositivo que se puso en marcha en la década de 1740
-y que preveía el destierro como penapara los vagos que no se fueran de la ciudad- en sus
inicios estaba más asociado al mantenimiento del orden social que a la transformación del
vago en un "trabajador útil". En forma paralela, en la misma década se impuso la pena de
destierro para quienes vendieran vino y aguardiente a los indios71 y a los peones que

68 AGN, Policía, X-32-1O-2; BAGÚ, Sergio El plan económico del gntpO rivadaviano... , cit., p.
160.
69 FRADKIN, Raúl "Entre la ley y la práctica: la costLm1bre en la campaña bonaerense durante la
primera mitad del siglo XIX", cnAnuario delIEHS, núm. 12, 1997, pp. 141-156.
70 BAGÚ, Sergio El plan económico del gntpO rivadaviano ... , cit., p. 16l.
71 AGN,IX-8-10-1,f 80.

- 190 ­
prohistoria 5 • 2001
jugardll en chacras, Además los pulperos que favorecían el juego y la ebriedad perdían sus
bienes y recibían multas, 72
El aumento significativo de las penas por reincidencia, nos permiten ver que se quería
evitar que la vagancia, o la ebriedad se convirtieran en "una forma de vida habi­
tual". Por ejemplo a por segunda vez se los encontrara penl1itiendo el juego de
naipes y dados les COlTcspondían penas mucho más graves, como el destierro por un año
al presidio de Montevideo para trabajar a ración y sin sueldo en las obras del rey. 73 Como
en el caso de los vagos que no se fueran de la ciudad, el tipo de pena que se imponía a
quienes jugaban en las chacras en 1745 era el destierro. Pero mientras los vagos enm
destinados al presidio de Montevideo para en las obras públicas durante seis
años,74 Jos jugadores eran desterrado a en las obras del por un rulo. 75
Para la misma década el control sobre el juego siendo uno de los principales
objetivos de las autoridades. En 1 multas pard permiten los juegos, pero
para los dueños de chacra son mucho más altas -'-1-00 pesos- que para los dueños de tienda
o de 25 aSO pesos. 76 Al año se contemplan multas más alias para los
que en can'eras los días de -100 pesos y de caballos- que
Jos pulperos que pernútenjugar, de 10 a 20 pesos. íi
Una década más en 1766 se penalizaba con 100 azotes a '_ilUICm."
c111as chacras. Es interesante observar en esta enumeración quiénes eran
de esta pena: negros, mulatos yvagos. 78 Además se los destiena -como a los vagos
en 1769 por no irse de la ciudad79 y mientras a estos últimos también se les somete a la
vergüenza pública para los jugadores se establece la pena de los azotes.
A lo largo de la década de 1770 continúa penalizándose tanto a los quejuegan como a
los que pem1iten Un hecho destacable es que a partir de este momento se profun­
dizrul las medidas dirigidas a controlar el juego en las chacras durante el tiempo de la
cosecha, En 1773, 1775, 1776 Y 1779 se establecen multas de 25 pesos para los
dueños de canchas o chacras donde se juegue y a los indios, negros y mulatos que jueguen
100 azotes. 80 Ellla década de 1780 conti¡J.úan las mismas penas, para los dueños de cau­
chas o chacras que los juegos y para los pulperos que vendan en
chacras en enero y diciembre. 81 A lo de toda la década de 1790 la nonnatíva sobre
juegos fue abundante: eljuego de pato fue sístemáticamentereprimido con seis meses de
n AGN, lX-8-1O-1,f. 8L
73 AGN, lX-S-IO-l,f. 9I.
74 AGN, lX-8-l0-1, f. 80.
75 AGN,lX-8-10-1,f. 8I.
;6 AGN, lX-1O-8-2,f 120.
77 AGN,IX-IO-8-2,fs.133y151.
7S AGN, IX-lO-8-3, [s. 109 y 141.
19 AGN, IX-8-1 0-3, f 176.
80 AGN, lX-S-lO-3, 1'8. 223,397 Y441; AGN, IX-8-10-4, fs. 25 V., 80 Y 136.
8¡ AGN,IX-8-10-4, 1's.136, 191 y210;AGN,lX-8-10-5,fs. 14.

• 191 ­
F. ALONSO, J\,1. E. R"RRAL, R. O. FRADKIN, G. PERRI, "Los vagos de la campail.a..."

!.}H';:'''.HV además de la pena así como el juego de naipes y dados,83 el de


canchas y bochas,84 y los peones que en los de los ríos al mediodía
durante la siega85 Para los mismos atlas, el presidio y la reclusión en Residencia o en
casas de expósitos les a quienes nos estuvieran conchabados;86 a los que
al los o morenos libres que jueguen dados o fandangos a
deshoras de la noche -además de 100 y los que mendigaran, estando en condi­
ciones de trabajar. 88
A su vez, se el cierre de tiendas y tendejones durante la sema.'13 se
prohibía a los duei'ios de canchas de bolos y otros juegos abrir sus los días de
:fiestas90 o se los obligaba a mantener cerradas sus canchas hasta la fmalización de la misa
mayor. 91 De ma.'lera m911daban a los pulperos que no permitieran la reunión de
que se propasase en la bebida antes de la celebración de la misa mayor. 92
A principios del XIX surgían dos f,'Tandes novedades destinadas a perdurar: la exigen­
cia de lapapeleta de conchabo y el alistamiento. En este sentido observamos como
de este momento de manera más se buscaba compeler
la población mral hacia el "asalariado". Esta coerción ahora no limitaba sólo a
la época de la sino se extendía dura,'1te todo el afio como una forma de terrninar
aI9".H',.u.. A esto se SUE1:1 el intento de desterrar un tipo de actitud al
que tanto alarmaba a las autoridades. Este miedo hizo que se condene la poten~
cialidad de realizar alguna actividad que se 'vincule la vagaIlcia. de esta sÍtua··
ción es el aumento de las razones para la detención de peones y remisión a la autolidad:
que induzcan al juego o o dados, quejueguen en las de los ríos al
mediodía durante la o que se embriaguen. Confluye con estas medidas, la condena a
los mendigos que estuvieV'...1l en condiciones de trabajar, a quienes se los ponía presos
como vagos. 93
En las décadas de 1810 y de 1820, aparece, como ya vimos, la combinación de las
necesidades laboTIlles; de esta sobre 105 "vagos" se rlP"'f''l''UQ
miento pero además la deserción y amplía cada vez más esta figura. Para las

82 AGN,IX-S-1O-5,f212,IX-1O-8-7.

83 AGN,IX-8-10-S, f.254 y AGN,IX-8-1O-7,f. 26.

84 AGN, IX-S-IO-5,f. 254 y AGN, IX-IO-8-7,f. 26.

85 Sobre los juego s, ver MAYO, Carlos (Director) Juego, sociedad y estado en Buenos Aires 1730­
1830, Editorial de la Universidad Nacional de La Plata, La Plata, 1998.
86 AGN,IX-8-10-8,[. 122,
87 AGN, IX-8-lO-S, [ 134.
88 AGN, IX-8-IO-5,f. 122.
89 AÜl."J, IX-S-10-1.
90 AGN,IX-8-10-2.
91 AGN,IX-S-IO-5.
92 AGN,IX-8-10-5.
93 AGN, IX-8-20-S, f. ¡ 91 YAGN, X-2-IO-S, f. 5.

- 192­
prohistoriCl 5 ~ 2001
mismas décadas podemos observar que la normativa establece la pena del servicio en el
a los ociosos que se encontraran en casas de juegos, tabernas o carreras en días de
y a quienes no tuvieran ocupación elllabranza u otro oficio útil. Para aquellos
que no fueran considerados aptos para el servicio en el ejército, se establecía los trabajos
I.JtIlLJlLl.AJ<:> o que "tomen papel de amo conocido".

Hacía 1822 el gobierno otorgaba a los comisarios un papel central en el control de la


fJV'~'U''''J.v.u.la persecución de los vagos y de los que usan armas. El sentido y la orientación
el tipo de penas que se establecían, la de la autonomía de la
mral que estas situaciones generaban y su mayor para el orden
durante las décadas de 1810 Y 1820, acercaban a estas dos delictivas.
La vagancia, por lo tanto, se configuró como una figura jurídica muy laxa y a..'l1bibrua
en la que se sumarOllUH COf'JrultO creciente de personas y de sociales: personas
ni domicilio Desertores, ocupantes sin titulo s, atTendatarios sin
contrata peones sin pasaporte o contrata escrita, ebrios, o jugadores de
juegos prohibidos.

4. Un cambio decisivo
Una asociación terminará porresult:1r decisiva: la de vago y ladrón y, en especial, la de
vago y cuatrero. Ella tenía una larga historia y no se remitía sólo a los de las
zonas de frontera sino, cada vez más, a los pequeños productores que se U.",,,HJllll(!Udll
Ya en 1755, el gobernador Andonaegui pidió que se nombrara un Preboste Gene­
ral para reprimir el robo de ganado adjudicado a los vagabundos. Por su en 1759 el
Cabildo propuso que a los ladrones de ganado se los marcase a fuego en la espalda luego de
aplicarles el correspondiente castigo, por la segunda vez luego de aplicarles el castigo acos~
tumbrado realizarles ou.a. ir.arca en la e:."Palda o en la mano y por la tercera vez propone la
pena de muerte en la horca Esta propuesta quería reemplazar al acostumbrado"
que la c:-"'Posición del reo por las calles con las muestras de sus robos y su
nn·,tpr·,,,r remisión para trabajar en las obras públicas. 96 En 1766 se dio un paso decisivo:
por Real Cédula se estableció que quien "hurtase triplicadas reses de las que la
sca con la pena de muerte, aunque este haya sido su único
decretó la pena capital para quienes por tercera vez incurrieran en este aunque en
cada robo lmr+..ado sólo una cabeza; para quienes robasen menos por la vez
sufrirían el destierro a las obras reales, previa marca a en la mano derecha con la
señal de ladrón cuatrero: "LQ". Si reincidiera y la cantidad sif,'1le siendo menor, se estable­
ció que se duplique el tiempo del destierro y la marca a fuego, esta vez en el carrillo. 97

94 RO:MAY, FnmcÍsco Ifistoria de la Policía... , cit., p. 185; DÍAZ, Benito "Organización de la


justicia... ", cit., pp. 202-203 Y BAGÚ, Sergio, El plan económico... , cit., p. 239.
95 DÍAZ, Benito "Organización de la justicia ... ", cit., p. 209.
96 AECBA, S. ID, T. 2,p. 396-399.
~ AGrl,IX-24-7-13,núrn.306.

- 193 ­
F. ALONSO, M. E. BARRAL, R. O. FR-.\DKIN, G. PERRI, "Los vagos de la campaña..."

Simultáneamente, a comienzos de la década de 1790 comenzó a penalizarse una figu­


ra que hasta el momento no había sido contemplada con centralidad en la nOilllativa: el
agregado, una condición que llevaba impli cita la de potencial cuatrero. D e esta forma, por
admitir y tolerar agregados -enumerados junto a los malhechores y ladrones- los estan­
cieros, hacendados o chacarero s debían pagar 12 pesos de mu1ta/8 un monto cercano de la
multa establecida para los pulperos que permitieran la embriaguez en días de fiesta antes
de la misa 99 o para los que promovieran el juego del pato .100 En 1808, el Alcalde de la
Hermandad de Chascomús decía:
"que estando llenas aquellas campañas de vagos y otros individuos que a la
sombra de tener una manada de yeguas y diez o doce caballos con marca ya se
computan como hacendados siendo así que no puede haber hacendado al!,JUno
sin que posea o tenga una suerte de estancia."101

De modo análogo, en el cabildo porteño se dirá en 1810:


" ... hai muchos que se titulan Criadores y apenas tienen un corto número de
crías, los quales hacen unas faenas o matanzas considerables como si tubiesen
un crecido número de Ganado, a costa del que les roban a los verdaderos Es­
tancieros [... ] porque todos los Vagos, y aun los mismos peones de las Estan­
cias, matan muchos animales robados, y venden aquellos frutos a poco pre­
ciO... "102

De este modo, en abril de 1811 se establecerá la muerte en la horca por robo calificado
y 10 mIos de presidio por un robo simple,103 una rigurosidad que se reiterará a través de
diversas comisiones e~iraordinarias en esa década. En un contexto de graves preocupa­
ciones por los robos y salteamientos, la asociación de las figuras de vago, agregado y
cuatrero será cada vez más intensa.
La criminalización decidida de la vagancia y su asociación con el cuatrerismo susten­
tan1a penalización a través del servicio de armas y la difusión de un estereotipo social que
por momentos, en el lenguaje policial y judicial, adquiere rango de figura penal: la cam­
paña estaría amenazada por una multitud de "malhechores", "salteadores", "malévolos" y
"facinerosos" que recibirán el mismo tratamiento y la misma penalización que los vagos,

98 AGN,IX-8-10-5,f133.

99 AGN,IX-8-10-5,f135.

100 AGN, IX-8-1O-5,f. 135.

101 Documentos para la Historia Argentina, T. IV, Compañía Sudamericana de Billetes de Banco,

Bs. As., 1914,p. 193.


102 AGN, IX, Criminales, Leg. 59, E:\.'P. 20.
103 AGN,X-2-1O-5.

- 194 ­
prohistorio 5·2001
al punto de que se hacen difícilmente diferenciables. 104 Por ejemplo, en diciembre de
1826, eljefe de Policía propuso reencargar a los comisarios y sus auxiliares lapersecución
de los "vagos y mal entretenidos" y hacerlos responsables por todo "hombre ocioso, sin
ocupación conocida o de costumbres escandalosas", 105 tilla clara perduraCión de las con­
cepciones más antiguas aplicadas en nuevos contextos.
Será durante esta déeada que se producirá la cristalización de una nueva concepción
aunque puede rastrearse que se venía amasando al menos desde flnes del XVIII smo
antes. Junto a los agregados las normas y el accionar de las autoridades comienzan a iden­
tiflcar cada vez como "vagos" "perjudiciales" y "criminales" no ya a los hombres "solos",
"sueltos" y "sin bienes de subsistencia" smo también a los hogares campesinos que poseen
algunos bienes. Ellos a ser denunciados como la causa de todos los males que
asuelan a la campaña. En 1796, el Síndico del Consulado las foealiza en un lugar preciso:
"... hallándose en tan dispersas habitaciones están expuestas, o a las violencias
de los malévolos, ;) a sufrir que sus ranchos o tugurios de paja y un cuero por
puerta (que son sus comunes casas) sirvan de albergue y refugio a muchos
individuos viciosos y mal entretenidos, que vLniendo de otras se
quedan en esta, y a varios criminales prófugos de las cárceles y perseguidos de
lajusticia, y aun a los núsmos esclavos que se sustraen del poder y el servicio
de sus amo, cuyo pernicioso ejemplary contmuo influjo, acaba de corromper
las costumbres de la juventud; formándose a las veces en tales casuchas retira­
das al abrigo de la distancia, de los jueces, de los párrocos y vecinos honrados
que pueden notar sus operaciones, ciertas cuadrillas de hombres estragados a
quienes, fuera de la enajenación de los cueros que reclaman los hacendados,
son familiares entre otros excesos [...] las citadas gentes perjudiciales, ".",."",t""
entre las estancias, no matan en esta banda ganados ajenos tan sólo por el
mterés del cuero, en porciones (como sucede en la Banda Oriental y campos
realengos de aquel distrito donde sin hacer caso de carne alguna de los anima­
les que matan, sólo cuidan de C:l..1:raer las pieles para venderlas), sino princi~
palmente para subvenir a la necesidad de mantenerse con sus carnes, sin hacer
abandono de estas sino en raro caso; de forma que la e:l..1:racción y beneflcio
que hacen dichos de los cueros, es por consecuencia del que
han causado en la matanza de animales para saciar el hambre, y que aún sm
tener esperanza de beneflciar los cueros no dejarían de causar, impeli­
dos de la necesidad de alimentarse."106

104 FRADKIN,Raul O. "¿'Facinerosos' contra 'cajetillas'? La conflictividad social rural en Buenos


Aires durante la década de 1820 y las montoneras federales", en llles i Imperis, núm. 4, Barcelona,
en prensa.
105 ROMAY, Francisco Historia de la Policía..., II, cit., pp. 243-244.
106 AZCUY AMEGI-ITNO, Eduardo Ellattlitndio y la gran propiedad colonial rioplatense~ Fer­
nando GarcíaCambeiro, BsAs., 1995,pp. 195-196.

-195­
F. fiL'JN»U, M. E. BARRAL, R. O. FRADKIN, G. PERRI, de la campaña ..."

Esta concepción se irá profundizado al punto que en 1821, Pedro A. García sostiene que:
"La ri&'Urosa policía que se establezca en todos los puntos de la campaña, hará
que desaparezcan de ella, hombres y aun familias tan inmorales y vagas."I07

Un sentido semejante, se expresa en un proyecto de ley criminal elaborado por el Tribu­


nal Supremo de Justicia en 1825 que no sólo definía a la ociosidad como un crimen sino
que consideraba que había
sin hogar ni domicilio y de osiosos sin exercicio honesto; pero hay
con hogar y con ocupación aparente, que viven reahnente en el ocio,
que viven del robo y que no son perseguidos pro la ley; estas son las farnílias
que con el nombre de arrenderos o agregados se sihtan al abrigo de las hacien­
das de campo, qe. levantan una choza y siembran una fanega de trigo, p.o. no
se no se ocupan de otra cosa, no pueden mantenerse y se mantie~
nen del robo de los ganados de las haciendas veci:aas... "I08

De modo aún más preciso en noviembre de 1827 el Juez de Paz de la Matanza decía:
"Desde los suburbios de la Ciudad hasta lo mas remoto de la Campaña hai
infmitos Ranchos cuyas familias numerosas subsisten y se alimentan con lo
qe. se roba en la Provincia y quiza con lo qe. se trae de otras partes del mismo
modo; porqe. los ladrones queriendo tener una salba ¡,'Uardia y vigía prodigan
quanto tienen pa. asegurar sus personas y perpetuar sus crimenes. Así es qe.
con este aliciente ilIfanle vemos prostituirse y abandonarse porcion de fami­
lias, qc. podrian ser utilisimas al Pais. Los unos con la capa de Labradores,
otros con la de cuidadores de Bueyes, otros de Puesteros y por fm con la de
vecinos son unos completos araganes, qe. solo causan la destrucción del País,
y de varios infelices qe pierden de una hora pa. otra el fruto de los trabajos de
una porción de años, y quiza la vida. Puedo asegurar a V.S. qe. no habrá un
solo Juez de Campaña qe. no esté convencido de estas verdades, y qe. no pueda
se.ií.alar uno a uno los Ranchos de esta qe. por mla imprudente prédi­
ca los toleran y consienten. Estos Ranchos son la fuente feetmda de los desór­
de ellos es de donde nacen los males qe. extenruendose por todas pac'ics
como mla impetuosa avenida fluyen y hasta haberse establecido el
SISl¡errla de callar á todo lo que se sabe por no descubrir la complicidad en los
hechos y romper las relaciones de amistad y parentesco qe. tienen los buenos y

107 GELJvfAN, Jorge UnfimCÍonario en busca del Estado. Pedro Andrés Garcia y la cuestión agraria
bonaerense, 1810-1822, Presentación y selección de documentos de J. Gelman, Universidad
Nacional de Quilmes, Berllal, 1997,p. 177.
108 InfoTIlles del Tribunal de Justicia al Gobiemo, 1822-1842, AGN, Biblioteca Nacional, Leg.
387, W6609, f. 29v-41 .

. 196 ­
prohistoriG 5 • 2001

laboriosos con los malos y araganes, siendo también estos Ranchos la princi­
pal causa de falta de brazos y de la mucha deserción en las tropas ..." 109

Tms estas consideraciones el Juez proponía una suerte de corolario del bando de Oliden
de 1815: si éste había defInído como sirviente a "Todo individuo de la campafta que no tenga
propiedad legítima de que subsistir" el Juez agrega que "tenga o no tenga rancho". Así, de
las "casuchas" de los alrededores de la ciudad en 1796 hemos pasado a los "ranchos" de la
entera campaña en 1827. Un nuevo y preciso enemigo se delinea y se defme con mayor
precisión. La novedad reside en la claridad del diagnóstico: mientras haya ranchos campesi­
nos autónomos habrá insolencia y retracción al trabajo supeditado. Será justamente sobre
esos ranchos diseminados por toda la campaña y los arrabales de la ciudad y los pueblos
donde recaiga el peso terrible de la presión el1roladora del estado, el verdadero motor de
propagación de la figura de la vagancia por vía de la migración, la evasión del servicio o de
la deserción. La idea, sin embargo, ya estaba en germen en las normas tucumanas muy
anteriores que calificaban como vagos a "toda la jente Pobre y libre de baja esfera", sin
distinción de estado civil, calificación étnica o sexo, o las alusiones a la '1 ente plebe" .110
Esta transformación nos permite pensar en otro problema: la estrecha relación que
puede reconocerse en los cambios operados en las concepciones de la vagancia y las de la
pobreza. Así como en el siglo XVI se defmió una verdadera concepción de la vagancia, en
la mayoria de los estados europeos occidentales se habían transformado las concepciones
medievales de la pobreza imponiéndose llll mayor control a los marginados a quienes se
pretendía inculcar la virtud por el trabajo y erradicar el vicio de la holgazanería. La
pobreza era una virtud en la medida que se manifestara obediente, sumisa y pasible de
acción caritativa; la ociosidad, en cambio, la causa de todos los males en la medida que
supone libertad y propensión al pecado y al delito. En este sentido,]a ilustración
no borrará esta distinción sino que vendrá a reforzarla por medio de la criminalización de
la "falsa pobreza" y de la mendicidad. En Esp~ al parecer, el ritmo fue más lento y por
lo general se mantuvieron en vigencia las corrientes ideológicas del cristianismo medie­
val. El pobre se defmía a su vez bajo muy diversifIcados tipos de carencia de bienes
importantes para la vida individual y social. Estos podían ser económicos, de salud, de
influencia o poder social, de saber o de honor y se expresaban en situaciones de depellden~
da, debilidad y humillación. lll En esta ideología, el pobre resignado y sumiso era una

IQ9 AGN,X-14-5-ó,Policía, 1827.


HO LÓPEZ deiI,.LBORNOZ, Cristina "Control social y economía colonial tucumana. Las 'ordena7..as
de buen gobiemo' y el conchabo obligatorio a tilles del siglo XVilf', en Travesía. Revista de
historia económica y social, núm. 1, Tucumán, 1998, p. 86.
III MARAVALL, José Antonio La literatura picaresca desde la historia social (siglosXVI-XYIJ),
Madrid, Taurus, 1986 y GEREMEK, BIOnislaw La estirpe de Caín. La imagen de los vagabun­
dos y de los pobres en las literaturas europeas de los siglos XV al XVII, Mondadori, Madrid,
1991.

- 197 ­
F. ALONSO, M. E. R.O. G. PERRI, "Los vagos de la campaña ..."

figura importante y necesaria ea la sociedad medieval, ej emplo de grandes virtudes cris­


tianas y ocasión de que los pudientes cumplan las suyas. 1 12
Es decir, que a partir del siglo XVI se desalTolla, en toda Europa, la doctrina a favor de
la discriminación de los pobres. Por entonces, se puede reconocer una pobreza socialmen­
te aceptada, derivada de los factores de pauperización concebida como "verdadera pobre­
za". Pero se registra paralelamente otro tipo de pobreza, la "falsa pobreza", socialmente
despreciable, que puede favorecer el surgimiento de una "cultura de la pobreza", que
genera grupos marginales y motiva la reacción de los poderes públicos. Esta reacción
adversa hacia un tipo de pobreza que puede transformarse en una forma de vida, produce
una legislación para reprimirla y combatirla. Esta normativa se didgía tanto a
aquellos grupos humanos que hacían de este tipo de pobreza su particular oficio como los
pordioseros, vagos y malentretenido s, así como los grupos de desarraigados .Y faltos de
encuadramiento como los vagabundos.
De esta manera, desde el siglo XVII y luego con los reformistas ilustrados, se
elaboraron que se planteaban la tareas de convertir en súbditos útiles, a a<I'J."1clVi:>
que vivían "sin . La otra cara del wismo proceso fue la represión a los "".'V.o,,;:>,
vagos y malentretenidos y la organización de la asistencia a los "pobres verdaderos" .ID
Más lo que en el último cuarto del siglo XVIII, se denominó policía de
pobres, respondía a una voluntad de racionalizar la idea de pobreza. Así, se orclQucen
algunas novedades institucionales en este campo que complementa el endurecimiento de
la legislación existente para la represión -que se sustancia en la Real Ordenanza de Vagos
de 1775- con el fomento de asilos para el socorro y la cOlTecCÍón de las distintas catego­
rías de pobres. La política de pobres apuntaba a eliminar el fenómeno de la mendicidad
incontrolada, de la del vagabundaje y hacer de todos los súbditos, hombres y
mujeres "útiles" a la república, debidamente ocupados y sólidamente encuadrados y con­
trolados. no se proponía la eliminación de la pobreza, concebida
del orden natural de toda sociedad, sino sus efectos más perversos. En este contexto sur­
gen las instituciones de caridad y beneficencia, entre las cuales se destacaron las "Socie*
dades de Amigos del País" que llevaban a cabo acciones asistenciales En este
contexto el trabajo será considerado como la principal medicina social y como una políti­
ca tendente a afianzar el orden social en su conjunto. 114
De este modo, tanto en Buenos Aires como en la Banda Oriental surgieron institucio­
nes benéficas como las Hennandades de la Caridad, el Hospital para pobres o la de

112 BARRÁN, José Pedro La espiritualización de la riqueza. Catolicismo y economía en el


(1730-1900), EBO,Montevideo, 1998.
113 LÓPEZALONSO, Calmen "La Pobreza en el pensamiento político. España, del
siglo XIX", en Historia Social, núm. 13, Primavera-Verano, 1992, pp. 139-156.
114 DÍEZ, Femando "Estructura social y sistema benéfico-asistencial en la ciudad lW;;U1U""lU'U
en Historia 5'ocial, núm. 13, PrÍmavera-Verfu'10, 1992, pp. 101-121.

- 198 ­
prohistoria 5 - IDO 1
NUlas Huérfanas. lI5 Pero también la preocupación para circunscribir la amplitud social e
identificar con precisión a los "verdaderos pobres". La persecución de los mendigos no
habrá de detenerse y su asociación con la fih'llIa de la vagancia de ulcrementarse y los
"falsos mendigos" recibirán el mismo trato que los "vagos y mal entretenidos". Si cn
Córdoba esta concepción ya pucde registrarse hacia 1792 116 en Bucnos Aires en 1809, en
las instrucciones que el Virrey envia a los Alcaldes de Barrio se sostiene:
"La mdigencia suele ser otra de las causas que impulsan a delmqnir, y sm
embargo de la feracidad y abundancia de esta ciudad no dalllugar a una verda­
dera a lo menos aquella que constituye los mendigos públicos, a que
se dedican algunos mas por holgazanería que por necesidad". 117

La asociación entre mendicidad y vagancia es clara en el Reglamento de de


1812:
"Los verdaderos pobres, naturales y recibirán de este magistrado
el mayor cuidado y atención á efecto de que no seari defraudados por los ocio­
sos y mal entretenidos del socorro de sus semejantes" [ .. y que el intendente
deberá formar un Hospicio ...] "para la reclusión, con provecho conocido de la
sociedad, de los vagos y mal entretenidos."

Pero, probablemente, las nuevas concepciones quedan eA1'resadas con mayor claridad
en el decreto del 29 de febrero de 1823:
"En un país que ostenta la smgular ventaja de grande abundancia y baratez en
los almlentos, y hoy hasta en el vestuario y que el trabajo más tenue y material
es pagado a alto precio, la mendicidad es necesariamente un fraude y, frecuen­
temente' un crimen. En todo tiempo habría sido un deber el desposeer a la
dilapidación, al ocio y a la relajación de este recurso que las hace impunes, que
las perpetúa y generaliza; mas en el día las providencias libradas en virtud de
la ley de refonna agregan a este deber la oportunidad y exigencia."

La mendicidad ba pasado a ser, como tantas otras prácticas sociales, un crimen: a los
mendigos se les exigirá no sólo una licencia policial smo una clara "señal visible" que los
identifique y distitlga. 118 No se trata de un cambio menor: se mtenta que la condición
social deje de defmirse por la "opinión" social y pase a discriminarse por la acción buro­

115 Se puede ver para este tema: BARRÁN, José Pedro La espiritualización .... , cit. y MORENO,
José Luís (comp.) La politica social antes de la política social, Trama Editorial-Prometeo,
Buenos Aires, 2000.
116 GONZÁLEZ de MARTÍNEZ, M. Control sociaL, cit., p. 31.
lli ROMAY,FranciscoHistoriadelaPolicfa,uj cit~p.187.
l!S Un ejemplo de esta señal de identificación puede verse en PARISI"L WoodbilleBuenos Aires y
las Provincias del Río de la Plata, Hachette, Bs.As., 1958, p. 186.

-199­
F. ALONSO, M. E. R. O. FR.A.DKIN, G. PERRI. «Los vagos de la carnpama.

crática del estado. Las penas, con todo, no tienen nada de nuevo: un mes de trabajos

públicos la primera vez, dos meses la segunda y expulsión de la ciudad a la a la

tercera. Un nuevo tipo penal queda así fonnulado: el ,. delincuente doloso de mendicicL.qd":

"Toda persona que, por su estado físico, pueda trabajar en de

industria que le rinda el valor de su mantenimiento" [... y...] persona

que, aunque por el estado de sulud no pueda ganar su sustento, goce de propie-

PCl1S1()ll o protección de familia o amigos que le de lo suficiente para


él..."1I9

La clave de todas las asociaciones de sentido que la fi&'Ura de la


parece estar en una más básica y fundamental: pobre, ocioso y criminaL En tomo a ellas
es que se articula toda la tradicíónjuridica desde el medioevo y es que recorre toda las
transfonnaciones culturales.

5. Conclusiones
Tres ciclos parecen así completarse a lo largo de un de a evasores
del servicio y de hombres sueltos a familias que crian y vagos; de
mendigos merecedores de caridad a ociosos criminales. Se sintetiza toda una evolución de
la vagancia: y perseguida inicialmente para asegurar el orden urbano tcmrina­
rá por impreh'11ar todo el accionar estatal sobre el mundo rural. De medidas aleccionadoras
para el reo y la sociedad (como los azotes), se pasó a una concepción del trabajo como
reeducación galeras) y, posterionnente, en trabajo en obras públicas y el servicio de
armas.
Más que la defInición precisa de un tipo penal, la figura tenninará por ser defrnida por
un no ya por la carencia de familia, de bienes o de domicilio sino de
papeleta de de alistamiento de pasaporte o de licencia de La cons­
trucción histórica de la fIgura del vago deviene, entonces, de una densa frlia~
cnla que intervinieron no sólo los tC,,"1:os y las definiciones de sino tam­
bién los mecanismos para llevar adelante la re¡:¡re!;ÍÓJ1.
cabe advertir alas disposiciones de las más altas autoridades de la
Monarquía ocuparon un destacado las que emanaron de autoridades pero
también consideramos altamente probable que haya habido una suerte de doble movi~
miento de del dispositivo nonuativo: primero, desde el Tucum¿ll
hacia el a Buenos Aires, en particular, durante el XVIII; y, luego,
desde Buenos Aires al interior, a partir de la década de 1810. Ello no es casual si se
considera que para las autoridades coloniales la extensÍón y la represión del vagabundaje
era un fenómeno que excedía el ámbito de unajurisdicción. Pero, además, una compara­
ción de las disposiciones adoptadas para el Tucumán y Córdoba con las dictadas en Bue­

Jl9 BAGÚ, Elplan económico ... , cit., p. 185-186.

-200·

prohistorio 5 • 2001
nos Aires: sugiere que el despliegue del arsenal nonnativo de represión fue desarrollado
con mayor rigor en aquellas jurisdicciones; posteriormente, la adaptación y reformulación
en el ámbito porteño replicó sobre el conjunto de las jurisdicciones administrativas.
En el camino también la figura ha ido desdibujando la marcada connotación étnica
que tenía en sus odgenes y adquiriendo una connotación cada vez más clasista en la
medida que se vincula directanlente a las necesidades laborales y militares: sin embargo,
la impronta étnica no desaparece por completo y se mantiene en la práctica judicial y
policial.
La transformación del sujeto pasible de persecución implicó también un cambio en las
metáforas: si a mediados del XVIII se los definía como "una Bandada de Palomas que se
espanama por el campo" 120 en el XIX se hablará de la "polilla de la campaña". Este
decurso haber tenido dos etapas: una, en el último tercio del cuando se
apunta a relocalizar familias y reunirlas en puntos deternlÍnados tomo a los fortines
de y otra, en la década de 1820, cuando se las concibe como verdaderas familias
de delincuentes. Sin la transformación termina por ser contradictoria con el
estereotipo inicialmente definido, donde la ausencia de familia se suponía que era un
atributo de la Esta tra.nsfornlación de la figura y del suj eto se vincula a otro proble­
ma: estas familias crian y protegen a bandoleros, una idea que ya aparece en 1780 121 y que
será mucho más desa...'Tollada en los años 20. Se completa así un desarrollo que al menos
desde mediados del XVIII fue vinculando de vago y a la del ladrón de ganado y,
aunque nunca a ser completamente idénticas y existirá una muy lábil frontera
entre ambas, se completa con la condena sistemática de los agregados y arrimados, prime­
ro y, después, de los labradores intinerantes, ocupantes de hecho, agregados o arrendata­
rios, identificados como potenciales ladrones de ganado. 122
Al considerar las nOfll.k1S de persecución de la vagancia en el contexto del corJunto de
la nonnativa orientada al control de las personas pudimos advertir dos procesos conver-
La vagancia cada vez con más fuerza mientras se buscaba evitar que se
consolidara como una fonna de vida. A lo largo del período hemos visto que estas solucio­
nes plantearon tanto el destierro y el trabajo en las obras públicas, como la incorporación
de los a las tareas rumIes o al ejército. En fonna correlativa un conjunto de
prácticas sociales asociadas principalmente aljuego y la mendicidad se penalizaron pro­
gresivamente ampliru'l.do los contenídos de la figura de la vagancia
Si1l embargo, los intentos de reh>ular el ocio y las diversiones no eran nuevos y estaban
contemplados en las antiguas leyes españolas. En las disposiciones metropolitanas del

120 COl\lJ,EmilioElgaucho...• cit.,p.69-70.


121 CONI, Emilio El gaucho .... cit., pp. 75-76.
122 FRADKlN, RaúlO. "'Labradores del instante' , 'arrendatarios eventuales'. Elamendo rumien
Buenos Aires a [mes del siglo XVIII", en BJERG, Maria M. y REGUERA, Andrea (comps.)
Problemas de la historia agraria. Nuevos debatesy perspectivas de investigacián, IEHS, Tal1dil,
1995, pp. 47-78.

~ 201 ­
F. ALONSO, M. E. BARRAL, R. O. FRADKIN, G. "Los vagos de la campaña ..."

último tercio del siglo XVIII puede observarse como el ocio, eljuego y la vagancia apare­
cen como un conjunto de ideas cada vez más imbricadas y esto se refleja cnla nonnativa
vinculada a cada uno de estos "problemas", que tanlbién va trazando líneas que a lo largo
del período irán convergiendo hacia una creciente represión.
De manera tal que, la dirección que siguieron estas disposiciones ampliaba esta figu­
ra, en la medida que se le iban adosando otra gama de conductas que pasaron a ser pena­
lizadas. Además, el conjunto de prácticas sociales que pasaron a ser repudiadas, pueden
asimilarse a la vagancia en la medida que se les imponia "soluciones" similares. La am­
plitud creciente de los contenidos de la figura delictiva y, sobre todo, la variedad de prác­
ticas y sujetos sobre las que termina aplicándose invitan a ver en la presión enroladora del
estado la causa central del aumento de la vagancia de modo que la figura penal de
verdadera coartada del estado y argumento de legitimación.
¿Aumenta la vagancia o aumentan las prácticas sociales y los sujetos que se incluyen
en esta figura? ¿Hasta qué punto este "hambre" de brazos del estado debe sustituir la
de la vagancia como
a\.U"'AVHat construida para compeler al
trabajo dependiente? Todadafalta un estudio empirico sistemático quepemnta medir con
precisión la ex1:enSÍón efectiva del fenómeno de la vagancía y de su persecución. 123 Sin
embargo, no cabe duda de que el conjunto de nomlas y penas trasluce el creciente interés
por parte de las autoridades para el ordenamiento de la campaña y en particular para
garantizar los brazos necesarios en las tareas mrales, en especial para la cosecha. Pero,
como ya ha sido demostrado 124 esta cuestión no podía ser resuelta de este modo, al menos
mientras perduraran las condiciones de amplia autonomía que podían todavía manejar los
hogares campesinos. Tanto es así que ella estaba en la misma base de los fracasos reitera­
dos en implementar un régimen de trabajo compulsivo. 125

123 Entre los Íntcntos más destacados: GARCÍABELSUNCE, César (clircctor) BlIenosAires, 1800­
1830, JI: saludy delito, Emecé, Bs.As., VIGUERA,Anibal y FANELLI, Jorge "Aproxi­
mación a los vagos y malen1retcnidos en la campaña rioplatense a tllles del siglo XVill", ponen­
cia a las Primeras .lomadas de Historia Argentina y Americana, Tandir, 1983; MAYO, Carlos
"Entre el trabajo yel 'ocio': vagabundos de la llanura pampeana (1750-1810)" enHISLA,XIll­
XIV, Lima, 1989,pp. 67-76; I\Il;\RTÍNEZ DOUGNAC, C;abriela "Justiciacolollíal...", cit.
114 ce Especialmente GARAVAGLlA, Juan Carlos Pastores y labradores de Bue/Jos Aires. Una
historia agraria de la camparía bonaerense, 1700-1830, Ediciones de la Flor-IEHS-Universi­
dad Pablo de Olavide, Bs.As., 1999; GELMAN, Jorge Campesinos y estancieros. Una región
del Río de la Plata afines de la época colonial, Los Libros del Riel, Bs.As., 1998.
l2S GELMAN, Jorge "El íracaso de los sistemas coactivos de trabajo rural en Buenos Aires bajo el
rosismo. Algunas e"'plicaciones preliminares", en Revista de Indias, LIX, núm. 215, 1999, pp.
123-141.

- 202­
prohistorica 5 • 2001

La justicia civil en la campaña bonaerense:


una aproximación cuantitativa (1825-1834)*
NIDIA N. ROBLES
(UNIVERSIDAD NACIONAL DE LUJÁN)

Resumen
Este trabajo describe y estudia el modelo de organización y administración de justicia im­
plantado en la provincia de Buenos Aires en el periodo 1825-1834. Presenta dos niveles
claramente diferenciados: juzgados de primera instancia y juzgados de paz. Analiza
cuantitativamente 2678 e;-,:pedientes judiciales del fondo documental Tribunal Civil del Ar­
chivo General de laNación, con el fin de evaluar lamagnitlld del fenómeno de conflictividad
social en la caw.paña bonaerense. Clasifica las fuentes por año de inicio de la causa en el
triblmal civil y por lugar de origen del conflicto, por el tipo de conílicto que originó eljuicio
y por localizacióngeográíica. Concluye que los datos cuantitativos proporcionados enfatizan
la integración de ciudad y hinterland concentrando la mayor parte de las causas, con el con­
secuente predominio de la justicia civil letrada en el ámbito urbano y su escasa incidencia en
la vida mral. En la camp6.ña, se realza la importancia de los juzgados de paz como única
instancia de acceso a la justicia. La dispersión temporal y espacial de las causas permiten
inferir un clima de inquietud social de magnitud a 10 largo de la campaña así como un escaso
control ejercido por las instancias superiores de la justicia letrada, residentes en la ciudad,
sobre las zonas mas alejadas del tenitorio.

Palabras Clave
justicia - sistema judicial- tribunales civiles - cont1icto social- Buenos Aires - Siglo XIX

Abstrad
TIris work describes and studies the model oforganisation and administration ofjustice used
in fueprovince ofBuenos Aires between 1825 and 1834. Itpresents two very different levels:
First Instance Cornts and Peace Cornts. It allalyses in depth 2678 judicial fIles from the
G..>rlera! Files oftIle National Civil Court in arder to evaluate fue ex:tent ofthe social conflict
in the tenitory ofBuenosAires. Itc1assifies fue sources according to the year ofthe beginning
ofthe cause in tlJ.e civil courtand to theplaceof origmoffueconflict; accordlllg to thetypeof

ROBLES, Nidia N. ''La justicia civil en la campaña bonaerense: una aproximación cuantitativa",
prohlstorl.,Año V, número 5, 200l,pp. 203-22l.
* Una primera versión de este trabajo fue presentada en la Red de Estudios Rurales, Instituto de
Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani, Facultad de Filosot1a y Letras-UBA en
ablil de 2000. Asimismo, este trabajo forma parte del proyecto de investigación "La experiencia
de lajusticia. Poder y sociedad en la campaña bonaerense (1730-1830)", dirigido por el Profesor
Raúl O. Fradkin, Universidad Nacional de Luján.

- 203­
NIDIA N. ROBLES, "La justicia civiL."

confli.ct that give Origlll to the trial and to the geographic location. It concludes that the
figures obtallled emphasise the integration ofthe city and lilllterland concentratillg fue majority
of causes, predominating, therefore, the intellectual civil justice in the urban area and its
scanty effects in the rurallife. Tnere predominates the importance ol' the Peace Courts o f
Justice as the only way of access to justice. Through the temporal and spatial scattering of
causes it can be inferred that there was not only a general feeling of social unrest but aIso a
loose control by the local comis ofjustice over isolated areas ofthe territory.

KeyWords
justice - judicial system - courts - social cont1ict - Buenos Aires - llineteenth century

modo de introducción

A La renovación historiográfica de los últimos años en el área de los estudios


rurales centrados en el análisis de la campatla bonaerense ha demostrado que,
en este ámbito, la primera mitad del siglo XIX se caracterizó por un continuo
crecimiento demográfico, por cambios en la OlientaeÍón productiva yen el régimen de
propiedad de la tierra, a la vez que por los cambios en la organización político insthucio­
nal.! Así, en el contexio de una carr.paña caracterizada por su complejidad y hcterogenei­
dad, el estudio de los procesos mediante los cuales se llevó a cabo la construcción del
poder en el mundo rural cobra nueva significación. Puesto que dichos procesos tuvieron
lugar en el marco de la fonnación de un estado provincial que buscaba alcanzar consenso
y legitimidad entre la población rural, condición ineludible para lograr una duradera
imposición del orden en una canlpaña signada por lila conflictividad social y política
creciente. 2
Este trabajo" busca aportar algunos datos que, a partir de una perspectiva cuantitativa,
nos permitan percibir estimativamente, a través de las fuentes judiciales, el grado de
conflictividad social que caracterizó a la campaña de Buenos Aires entre 1825 y 1834,
periodo por demás convulsionado de la historia bonaerense en el que los pobladores rora­
les vieron turbada su vida cotidiana por las acciones de grupos de diferente filiación y
color político.

Al respecto ver FRADK1N, Raúl (comp.) La historia agraria del Río de la Plata. Los estable­
cimientos productivos, 2 vols., CEAL, Buenos Aires, 1993; GARAVAGLIA, Juan Carlos "Las
chacras y las quintas de Buenos Aires. Ejido y campaña, 1750-1815", enMANDRlNI, Raúl y
REGUERA, Andrea (comps.) Huellas en la tierra. Indios, Agricultores y hacendados en la
pampa bonaerense,IEHS, Tandil, 1993,pp. 121-146.
Ver CANSANELLO, Oreste C. "De súbditos a ciudadanos. Los pobladores rurales bonaerenses
entre el Antiguo Régimen y la Modernidad", en Boletín del Instituto de Historia Argentina y
Americana Dr. Emilio Ravignani, núm. 11, Buenos Aires, 1995,pp. 113-139.

- 204 ­
prohistorica 5·2001
Si bien la utilización de este tipo de fuentes no agota las posibilidades de estudiar la
conflictividad social, dichas estimaciones cuantitativas resultan útiles a la hora evaluar la
mab'Ilitud de estos fenómenos como base para posteriores estudios cualitativos. Por otra
parte, cabe señalar que los trabajos tradicionales4 sobre este periodo y esta problemática
sólo se hanbasado en el estudio de las disposiciones legales vigentes para tratar de contro­
lar a la población rural, sin realizar ninguna medición que permitiera vislumbrar en qué
medida la convulsión socio-política recorría la campaña bonaerense.
El marco temporal de este trabajo abarca el periodo que va desde 1825 hasta 1834.
Este período fue seleccionado teniendo en cuenta dos aspectos. Por un lado, 1825 señala
el año a partir del cual las reformas introducidas en la organización y administración de
justicia, uno de cuyos artífices fue Rivadavia, comienzan a adquirir un carácter más esta­
ble en relación con los años anteriores. Por el otro, tanlbién la coyuntura politica experi­
menta un importante vuelco hacia 1825. En ese año, las tensiones políticas entre los
miembros del partido que gobierna la provincia desde la crisis de 1820 se hacen evidentes
dentro y fuera del que sesiona en Buenos Aires. Tensiones que se agudizan ante
el acicate permanente que representa para el recién instalado ejecutivo nacional la guerra
con Brasil y cuyas repercusiones entre una población mral que será objeto de una crecien­
te presión reclutadora ante las exigencias del frente oriental, no se harán esperar. 5 Como
es sabido, de ahí en más las tensiones irán en aumento hasta alcanzar su punto culminante
con la revolución de diciembre de 1828, cuyas consecuencias se hacen sentir fuertemente
en la campaña bonaerense teniendo como epílogo el alzamiento rural y luego la elección
de Rosas como gobernador de la provincia de Buenos Aires en 1829.
El año de 1834 señala el momento en que Buenos Aires ha logrado salir airosa de los
diversos enfrentamientos que han sacudido a las provincias en su conjunto en los años
inmediatamente anteriores y ha puesto las bases para la reconstrucción de una hegemoIÚa
porteña que, un año más tarde, encontrará a Rosas nuevamente como titular del ejecutivo
provincial por un largo periodo, durante el cual perfeccionará el aparato judicial, político
y administrativo puesto en marcha en la década anterior.

Las Fuentes
Como hemos señalado en el apartado anterior, este trabajo se centra en el análisis de
fuentes judiciales. Se trata de un total de 2678 e:\l'edientes correspondientes al fondo

El presente es una primera presentación de una investigación en curso que se completa con el

análisis cualitativo de los expedientes judiciales del tribunal civil.

Véase por ejemplo: LEVAGGI, Abelardo "La seguridad en la campaña bonaerense entre los

años 1821 y 1826. Establecimiento, supresión y restablecimiento de las comisarias de carnpa­

ña", en Investigaciones y ensayos, núm. 20, Buenos Aires, 1976, pp. 377-410; DÍAZ, Benito

Losjuzgados de paz de campaña en la provincia de Buenos Aires (1821-1854), La Plata, 1959.

Al respecto Ver HALPERIN DONGHI, Tulio Argentina. De la revolución de independencia a

la Confederación rosista, Paídos, Buenos Aires, 1989, pp. 199-274.

- 205­
NIDIA N. ROBLES, civil..."

documental Tribunal Civil del Archivo General de la Nación (en adelante, Te


que abarcan el período 1825-1834.
El trabajo con este corpus documental requitió una primera clasificación utilizando
un doble criterio: el afio en que seiniciala causa ante el tribunal civil y ellugar (ciudad de
Buenos Aires o pago donde tuvo origen el conflicto. En segunda i.nstancia, realiz.a­
mos una clasificación de los expedientes a la clliüpaña de Buenos Aires
de acuerdo al de causas que originaron el conflicto judídal Es preciso aclax3f que
esta clasificación se realizó sobre la base de la ÍnfOn11aCÍón extraída de las carátulas de los
eJl..'pedientes ya que, por las características del no poseíamos información
pormenorizada para la totalidad de los expedientes a la Esta
debilidad en cuanto a la calidad de la lnfonnación sobre las causas
nos impuso una Puesto que la tipología utilizada para clasificar
expedientes debió basarse en categorías necesariamente laxas, que abarcaron una consi~
derable variedad de casos SuscqJtibles de ser rz;clasificados en lila instancia "",,1',0'...,11.,­
utilizando con un mayor grado de y desagregación.
Sin duda, objetar que, ante estas sería conveniente
clasificación de los las categoriasvigcntes en la época estudiada.
una vez consultados más destacados del observamos que las r<l,pur,_
rías utilizadas se centraban en los procedimientos a seguir en el juicio. 7 Por esta razón,
hemos considerado más adecuado utilizarun3 tipología centrada en los tipos de conflictos
que ongman en vez de hacerlo en los procedimientos, ya que 110S reporta tma
mayor utilidad a la hora de estudiar la conflictividad social que recorría a la sociedad
mral bonaerense en el período estudiado.
La tipología utilizada reconoce seis categorías:
1. Conflictos familiares: incluimos todos losjuicios cuya causa originaria está villen~
lada a conflictos producidos en el seno familiar (divorcios, alimentos y litis e::\'pell~
sas, reconocimiento de menores, tenencia de menores, emancipación, venia de
edad, tutela o curatela, dote). 8

El relevamiento ponnenorizado de las causas sólo se realizó para los ehpedientes correspon­

dientes a San Isidro y Quilmes que serán objeto de un análisis cualitativo en la investigación de

la cual este trabajo es palte.

Ver CASTRO, Mauuel A. delvklllual de práctica forense, Imprenta de la Independencia, Bue­

nos Aires, 1834; ESTEVES SEGUÍ, 1vliguel Tratado elemental de los procedimientos civiles el!

eí Foro de Buenos Imprenta América, Buenos 1850. Estos autores describen los

procedimientos a en diú:rentes tipos de juicios; por ejemplo, juicios ejecutivos, juicios

sobre posesión y división dc bienes, juicios por disposiciones testamentarias, etc.

Véase por ejemplo AGN -TC: A-18, leg.7 (1825): Anzoategui, Josefa vs. Rivas, Benito sobre

alimentos que el marido no quiere pagar por ser su mujer adúltera.

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prohistoria S • 2001
2. Deudas: incluimos todos los expedientes en los que se eA'Íge el pago de una obliga­
ciónde tipo monet.:'lrio (préstamos de dinero, conflictos de sociedades comerciales,
habilitación, arrendamientos de casa-pulperías, cobro de salarios adeudados).9
3. Control de las tierras: comprende todos aquellos conflictos cuya causa principal
sea la propiedad, la posesión y 1o el usufructo de la tierra (propiedad y posesión,
arrendamientos y desalojos). 10
4. Control de los recursos: comprende los conflictos relativos al control de los recur­
sos naturales (propiedad del ganado, marcas y guías, compra-venta de ganados,
compañías ganaderas, embargo de ganado, daños provocados por el ganado, admi­
nistrd.ción de estancias, sustracción de y I o cueros).ll
5. Propiedades urbanas: cabe aclarar que en esta categoría se incluyen los casos de
conflictos porpropiedades en los pueblos de can1paña solamente, ya que el univer­
so de análisis no incluye la ciudad propiamente dicha (compra-venta, alquileres
adeudados).lZ
6. Otros: comprende expedientes motivados por rifas ylo carreras, rendición de cuen­
tas, administración de bienes, despojos, inventarios, etc. u

Por último, procedimos a subdividir la campaña de Buenos Aires en cinco regiones14


a fin de poder identificar variaciones en la cantidad y tipos de conflictos en áreas más

Véase por ejemplo AGN - TC: A-19, lego 9 (1825): Arana, Diego vs. Barreiro, Domingo sobre
cobro de $416 y 3 cuartillos que el demandado debe desde 1809.
10 En realidad, se trata de tres subcategorias que incluyen una mayor variedad de causas: Propie­
dad y posesión (deslinde, mensura y amojonamiento; títulos; venta y / opennutadetierras y I o
establecimiento productivo; hipotecas sobre tierras, disposición de tierra" enhercnCÍa); Arren­
damientos (establecimientos productivos, cobro de arrendamientos a subarrendatarios; cobro
de arrendamiento de la tierra; incumplimiento de contrato de arrendamiento); desalojo (inclui­
mos los casos en que le desalojo no se presenta como una consecuencia de la deuda de arrenda­
mientos).
Véase por ejemplo AGN-TC: C-25, lego 11 (1826): Claveroll, Francisco y otros n. MuImos,
Tomás sobre arrendamientos. G-21, lego 11 (1830): Josefa vs. Olivera, Petrona sobre
reclamo de títulos de una chacra. 8-17, lego 9 (1830): Santucho, Esteban vs. Corvem, Manuel
sobre desalojo de unos terrenos.
¡¡ Véase por ejemplo AGN -TC: B-l7, leg. 8 (1832): Ballesteros, Martín vs. Barrancos, Felípe
sobre devolución de ovejas.
12 Véase por ejemplo AGN - TC: A-29, lego 3 Acevedo, Francisco vs. Núñez, José sobre
m~jor derecho a la compra de lUla casa y cobro de cu~'".u'-" ...".
n Véase por AGN-TC: L- 14, leg, 7 (1831): Luisa sobre administración interina
de sus bienes.
14 Se utilizó el criterio de regionalización desarrollado en: MORENO, José Luis y MATEO, José
"El redescubrillÚento de la demogratia histórica en lahistolia económica y social", en Anuario
IEHS,núm. Tandil, 1997,pp. 35-56.

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NIDIA N. ROBLES, "La justicia civiL.."

acotadas que el conjunto de la provincia a lo largo de todo el decenio. Las cinco regiones
son: campaña cercana (Las Conchas, Matanza, Morón, Pilar, Quilmes, San Fernando,
Tigre, San Isidro y Flores); región norte (Arrecifes, Baradero, Fortín de Areco, Capilla
del Señor, Pergamino, Rojas, Salto, San Antonio de Areco, San Nicolás de los Arroyos,
San Pedro y Zárate); región oeste (Guardia de Luján, Lobos, Los Toldos, Villa de Luján,
Navarro y San Andrés de Giles); región sur (Cañuelas, Chascomús, Ensenada, Magdale­
na, Monte, Ranchos y San Vicente) y región nuevo sur (Dolores, Tandil, Monsalvo y
Bragado).

La organización del sistemajudidal


A partir de 1810, las nuevas autoridades revolucionarias introdujeron una serie de
modificaciones en la orgaru7.aciónjudicial y en la administración de justicia que, en gran
medida, continuaron con la tendencia iniciada en los últimos tiempos del dominio colo­
nial en el sentido de perfeccionar los instrumentos de control sobre una población rural en
crecimiento, cuya movilidad y participación en la escena política se harian cada vez más
marcadas.
En este sentido, si bien se mantuvo la administración de justicia por parte los
cabildos de Buenos Aires y de Luj¿n, las nuevas autoridades tomaron una serie de medi­
das que buscaron reorganizar el aparato judicial. Sin embargo, la inestabilidad política
que caracterizó a 1a década de 1810 hizo que muchas de las nuevas normas así como las
instituciones por ellas creadas tuvieran corta vigencia. 15 En este conte:..io, la justicia rural
también se vio afectada por una serie de cambios que terminaron por reforzar las atribu­
ciones de los alcaldes de Hermandad ante las crecientes dificultades para imponerse sobre
llila población, cuya politización y militarización iban en aumento por obra de la pol1tica
revolucionaria. 16
Sin embargo, todos estos intentos mostrarán sus debilidades y contradicciones en 1820.
Así, en 1821, se decretó la supresión de los cabildos de Buenos Aires y de Luján. La
supresión de los cabildos supuso el:fm de los conflictos existentes entre éstos y las nuevas
autoridades debidos no sólo a la superposición de jurisdicciones, sino a su distinta natura­
leza histórica, ya que los cabildos eran la e:..-presión del status propio de la ciudad en tanto

15 Una excepción al respecto la constituye el Reglamento de 1817 que continuó vigente en Buenos
en muchas de las provincias aun después de la calda del poder central y hasta el estable­
cimiento de un nuevo ordenamiento constitucional, tanto a nivel provincial corno nacional.
16 Ver HALPE~TNDONGHI, Tulio"MilitarizaciónrevolucionariaenBuenosAires, 1806~1815",
en HALPERIN DONGHI, Tulio (comp.) El ocaso del orden colonial en Hispanoamérica, Sud­
americana, Buenos Aires, 1973; CANSANELLO, Oreste C. "Las milícias rurales bonaerenses
entre 1820 y 1830", en Cuademos de Historia Regional, núm. 19, UNLu, 1998, pp. 7-51;
GARAVAGLIA, Juan Carlos Poder, conflicto y relaciones sociales en el Río de la Plata, s.
XVIII-XIX, Editorial Horno Sapiens, Rosario, 1999.

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prohistoria 5 • 2001
que el gobernador y la Sala de Representantes e:~:presaban a esa llueva entidad política
denominada provincia. 11 De este modo, la supresión de los cabildos implicó el reconoci­
miento de las transfonnaciones operadas en la década de 1810 y la integración de la
campafia al sistema politico, puesto que se deja a un lado la tradición española que conce­
bía a la ciudad como un estado en sí misma, para ser reemplazada por otra que considera­
ba que las decisiones debían tomarse en y para el cOl1iunto de la provincia. 18
La supresión de los cabildos conllevó a la reorganización del aparato judicial y poli­

cial de la provincia. Esta nueva organización, vigente entre 1821 y 1824, establecía que la

justicia ordinaria estaría en manos de cinco jueces letrados de primera instancia del fuero

civil y criminal, dos por la tres por la canlpaña (estos últimos tendrían asiento en

la cabecera de cada uno de los tres departamentos judiciales de campaí'ia creados al efecto

en diciembre de 1821). A su vez, se establecía el funcionanúento de los jueces de paz en

las parroquias urbanas y en los partidos rurales. ¡9

Sin embargo, esta nueva orgaítÍzaciónjudicial tuvo corta duración porque en 1824108
juzgados de primera instancia se redujeron a cuatro, dos civiles y dos criminales, pero
todos ellos localizados en la ciudad. De este modo, se puso en evidencia el fracaso del
intento de crear una justicia letrada en la campaña.
Este fracaso aceleró el proceso de concentración de las funciones judiciales y policiales
en la figura deljuez de paz. Este proceso iniciado en 1825 conla, por elmomentn,provisoria
. asunción de las funciones antes atribuidas a los comisarios de campaña por los jueces de
paz, no se detuvo, puesto que, a fines de 1829, éstos ya habían asumido la función de
conservación del orden dentro de sus partidos. Si.!,ruiendo esta línea, durante el régimen
rosista, los jueces de paz sumaron a sus funciones judiciales y policiales (atribuidas en
forma permanente a de 1836), otras de carácter econónúco (levantamiento de pa­
drones de propietarios y comerciantes del partido, regulación y recaudación de la contri­
bución directa, etc.) y de carácter político (ejecutar instrucciones para las elecciones de
Representantes, enviar infoffi1es y filiaciones de los unitarios del partido, etc.).20
De este modo, podemos decir que el nuevo diseño institucional que, en medio de
lnarchas y contramarchas, se implanta a partir de las reformas del gobierno de Martín
Rodríguez, se caracterizaba por establecer dos niveles claramente diferenciados en la or-

li CHIARAMONIE, José Carlos "El federalismo argentino", en CARMAGNANI, Marcelo (comp.)


Federalismos latinoamericanos: Aléxico, Brasil, Argentina, FCE, México, 1993, pp. 114-116.
1& CANSAi\'ELLO, Oreste "Domicilíados y transeúntes en el proceso de fonnación estatal bonae­
rense (1820-1832)", en Entrepasados. Revista de Historia, Año IV, núm. 6, Buenos Aires,
1994,pp.7-22.
19 DÍAZ, Benito Losjuzgados... , cit., pp. 56-58.
20 DÍAZ, Benito Losjuzgados... , . LEVAGG1, Abelardo "La seguridad en la campaña bonae­
rense entre los años 1821 y 1826. Establecimiento, supresión y restablecimiento de las comisa­
rias de , en Investigaciones y ensayos, núm. 20, Buenos Aires, 1976, pp. 377-410.

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NIDlA N. ROBLES, "La justicia civil. .. "

ganizaciónjudicial. Así, mientras que los juzgados de primera instancia eran institucio­
nes predominantementejudiciales a cargo de letrados que percibían un salario del Estado,
los juzgados de paz reunían atribuciones judiciales, policiales, políticas y administrativas
a nive110cal y estaban a cargo de vecinos legos cuyas decisiones eran adoptadas las más de
las veces sobre la base de la costumbre2! en lugar de recurrir a la leyes y decretos oficiales
emanados de las autoridades provinciales. Además, debemos considerar que el carácter
local de la esfera de acción de la justicia de paz estaba acentuado por el hecho de que sólo
aquellas causas cuyo monto superase los $300 podían acceder a la instancia de lajusticia
letrada urbana.

LQs alcances de la justicia civil en la campaña bonaerense


Los habitantes de la campaña bonaerense durante la primera mitad del
siglo XIX, al proceso de construcción de un nuevo orden jurídico. Este proceso se acelera
durante la década de 1820 con las rcfonnas por RivadavÍa (primero como
ministro de Martín Rodríguez y en su corto e en el
utilitarismo liberal de Bentham. Estas nuevas nomlatÍvas entrdblli1. en contradiccióu con
la legislación de origen basadas en el a las costrunbres y que estaba
ampliamente difundida entre la población ruralP En los años inmediatamente postelio­
res, el régimen rosista -lejos de plantear una ruptura con respecto al orden jurídico
instaurado durante la década anterlor- no sólo lo mantuvo sino que lo para
convertirlo en un eficaz instrumento de control sobre una población rural heterogénea y
movilizada. Sin embargo, cabe aclarar que el consenso social con que contaba Rosas
como gobernador de laprovincia de Buenos Aires23 le permitirá alcanzar un mayor éxito
que sus predecesores en esta empresa.
La implantación de este nuevo sistema de organización y administración de justicia se
produjo en el marco de fllertes agitaciones políticas que se en el periodo que va
de 1825 a 1834, límites temporales de este trabajo.
El objetivo de este articulo es observar hasta qué punto esta singular conjunción de
factores se tradujo en una creciente conflictividad sodal entre la población que se
e;.,:presa a través de las posibilidades que el propio sistema legal vigente ofrece y que, de
este modo, se constituye en una de las fonnas de resistencia frente a los cambios impues­
tos desde el centro del poder provincial.

21 FRADKIN, Raúl La expen'encia de la justicia: estado, propietan'osy arrendatarios en la cam­


paña bonaerense (1810-1830), mimeo, pp. 6-10; FRADKIN, Raúl, CANEDO, l'vIariana y
~1ATEO, José (comps.) Tierra, población y relaciones sociales en la campalia bonaerense
(siglos 1..11111 y XIX), Universidad Nacional de Mar del Plata, 1999.
22 FRADKIN, Raúl La experiellcia.... cit, pp. 1-5; FRADKIN, Raúl "Según la costumbre del
pays: costumbre y arriendo en Buenos Aires dura.rlte el XVIll", en Boletín de Historia
Argentina y Amen'cana Dr. Emilio Ravignani, núm. 11, 1995, pp. 39-64.
23 Véase HALPERIN DONGHI, Tullo Argentina. De la revolución .... cit., p. 301.

- 210­
prohistoric5 ·2001
La utilización de los datos cuantitativos que proporcionalllos expedientes de las cau­
sas que se presentan ante la justicia civil nos pennitirá observar la extensión y dispersión
espacial de los conflictos judiciales, a la vez que podremos analizar qué cambios :>'" .l"'~''''­
trdll en los años signados por la crisis politica y cuál es el alcance efectivo del sistema
judicial eula campaña bonaerense.
Sin embargo, debemos tener en cuenta que el número de conflictos registrados no
representa a la totalidad de los conflictos que surgieron entre la población rural y que se
resolvieron en una instancia judicial; ya que, como hemos señalado en otro apartado, 110
todos los pleitos podían acceder a la instancia de la justicia letrada que representaban los
tribunales civiles. Así, los sectores sociales de menores recursos debían dirimir sus con­
flictos (en los casos que dichos conflictos al ámbito de la justicia) sólo dentro de
la esfera local que los de paz. Lo mismo sucedía con aquellos
conflictos menores que no superaban el monto de trescientos pesos.
acercamiento a las fuentes nos pennite observar un dato por demás revela­
dor: del total de 2678 relevados, 1926 corresponden a pleitos entablados en la
ciudad de Buenos Aires y sólo 752 corresponden a los diversos pagos que componen la
campaña bonaerense (ver Anexo, Cuadro I). Es decir, que el 71,91% de los ex-pcdientes
corresponden a la ciudad mientras que a la campaña le cOlTesponden sólo e128,09% del
total de expedientes. Estos datos parecen no dejar dudas sobre el hecho de que la justicia
civil letrada es una justicia eminentemente urbana, cuyos alcances sobre el resto del terri­
torio provincial se ven muy limitados en la práctica contrariando lo establecido por las
disposiciones vigentes. Resulta válido afirmar entonces que la justicia de primera instan­
cía civil tiene escasa incidencia en la vida rural, acentuándose la distancia que separa a la
norma de la práctica judicia1.
Ahora bien, ¿qué sucede cuando procedemos a desagregar los datos disponibles para
la campaña en su conjunto? Al divi.dir la campaña en cinco regiones (campaña cercana,
región norte, región oeste, región sur y región nuevo sur) podemos observar que la mayor
cantidad de expedientes, 301 sobre un 1ota1752, corresponden a los partidos que compo­
nen la campaña cercana, es decir, los que integran el más inmediato hinterland porteño
(ver Anexo, cuadro II). Le siguen, en orden decreciente, la región Norte y ]a región Sur
con 158 y 154 e:\-pedientes respectivamente.
El peso relativo de las causas correspondientes a la campaña cercana sobre el conjunto
de causas del espacio rural es de gran importancia, ya que representa el 40% de las mismas.
Estos datos no deberían sorprendemos si tenemos en cuenta que entre los partidos que
integran esta región se encuentran muchos de los de más antigua ocupación y poblamiento.
De este modo, en el marco de la dinámica del proceso de crecimiento demográfico y de
expansión de la producción que se sobre todo a partir de 1820, las áreas
rurales que constituyen el más inmediato hinterland porteño muestran una integración
cada vez mayor con la ciudad. Es decir que, aunque la cercana se diferencia
tanto desde el punto de vista espacial como socio-productivo de la ciudad, la línea diviso­
ria entre ambas es imprecisa y, por momentos, cambiante.
- 211 ­
NIDIA N. ROBLES, civiL."

Así también entenderlo las autoridades provinciales encargadas de llevar


adelante la nueva organización judicial en 1821, ya que al establecer las jurisdicciones de
los tres departanlentos judiciales de la campaña los pagos de Flores, San Isidro, San
Fernando y Las Conchas no se incluían ennmgu.1lo de ellos, sino que
a la ciudad. Lo mismo ocurriría poco después con l'v'Iatanza y
división no sobrevivió más allá de 1824 los datos que 110S ,~n",n{'r,~",n
nuestras fuentes muestran una integración entre la ciudad y ese mundo rural
",,.,,,,,,m,, constituido los que la circundan. Estos datos nos
esbozada sobre los alcances de lajusticia CÍvilletrada.
la campaña cercana en relación
limitaciones que encuentra
para extenderse
cada vez más extensión de la misma, por 10 menos, en lo
letrada refiere.
fpr'mi;"o'n de corroborar la escasa incidencia que
letrada en la vida rural y la mt,eg:¡'ac'lón entre la ciudad y la C3Il1paña cerca.'lll,
si los que corresponden a estas "",,,,,a.,, rCI)rese¡.1ta el
83,1% del total.
¿Qué sucede cuando analizamos el compOltamiento de cada
permue obser¡'ar que el número de causas que
tnr,,.,rt<:>l1,t,,,, fluctuaciones en los años en que la crisis

el descenso en el número de causas que


sintomático: sólo se 51 causas para el total de la
pora el &"1.0 anterior. Como es sabido, en 1829
",,'-'''.u'GUa. como consecuencia de la revoh¡ción ,",~.~.""h ..;

hechos qLle fueron por los


b"JlL'-"a.'uL..U\,W deIs poblaciónfuTalY Los

24 El 7/2/1822 20 /8/18241os partidos de Quilmes y de Morón se anexa..l1 de


l¡¡ciudad, Ver Benito Losjuzgados..., cit.,pp. 55-58.
2S En el verano de 1828-] 829 las poblaciones de la 1rontera N.O. y S. se ven afectadas por los
ataques de los malones. Entre 13/12/1828 y 7/21l829partidasfonnadasporlos sobrevivien­
tes en su marcha hacia el Sur. En marzo de ] 829, bandas ruma­
das que actúan en la (le; Monte y Lobos, triunfim sobre las fuerzas del coronel Rauch.
Desde el triunfo de las Vízcacheras hasta julio de 1829, proliferan pequeílas bandas dedicadas
al saqueo. Extraído de: GONZÁLEZ BERNALDO, Pilar "El levantamiento de 1829: el
nario social y sus implicancias políticas en un cont1icto rural", enAnuano dell.E.H.S., núm. 2,
Tandil, 1987,pp. 135-176.

- 212 ­
prohistoria 5 ~ 2001
en medio de un clima de agitación generalizada se manifiesta en una reducción .delnúmero
de causas que llegan a esa instancia letrada que, en algunos casos, supera el 50% (región
Norte, 11 c,,:peruelltes en 1829frentea23 en 1828; región Sur, 10 expedielltesen 1829 frente
a26 en 1828; región nuevo Sur, O expedientes en 1829 frente a 8 expedientes en 1828).
Un comporta.l11iento similar se observa a partir de 1831. Aquí otra vez nos encontra­
mos con un importante descenso en el de expedientes que, de 81 para toda la
campafía en 1830, se reducen a 57 en 1831. En este rulo vuelve a agitarse el fantasma de
la guerra civil: los dos bloques en que se divide el país, el Litoral federal y el Interior
unitario, se encruninan hacia un nuevo enfrentlli,uento. 26 A su vez, en 1831 dentro de la
provincia de Buenos Aires, la agudización de los conflictos en el seno del partido feder,,]
porteño trasciende el ámbito de los debates en de Representantes a través de la agita~
ción callejera y llega a exte:nderse a la Uno de los puntos culminantes de esta
agitación se alcanza en 1833 con la Revolución de los Restauradores, durante la cual los
fallidos intentos del gobierno de Balcarce por encontrar apoyos en de las gualni~
ciones rurales termina con la desobediencia generalizada de la campaña,27 que agudiza el
proceso de disolución de la autoridad.
Por otra pa.4:e, cabe recordar que a la movilización de hombres que había implicado la
participación porteña en la campaña contra la Liga del Interior, se suma la requerida por
la campaña contra los indígenas que encabeza Rosas al terminar su primer mandato. 28

26 Las primeras acciones principian a comienzos de 1831 con la movilización de las fuerzas fede­
rales de López y los avances de Quiroga en Córdoba, San Luis y Mendoza. En mayo, Rosas
moviliza a los tres mil hombres acantonados en San Nicolás. A pesar de la captura del Gral.
Paz, que desarticula a la Liga Unitaria, las hostilidades continúan hasta la derrota de Lamadrid
a manos de Quiroga, en la Ciudadela de Tucumán (4 de noviembre de 1831). Ver HALPERIN
DONGHI, Tulio Argentina. De la revolución .... cit., pp. 330·331; BARBA, Enrique Unitarismo,
federalismo. rosismo, CEAL, Buenos Aires, 1982, pp. 98-104.
27 La disidencia entre federales doctrinarios y rosistas, en la que los primeros se erigen en defen­
sores de la libertad il1dividual y de la división de poderes frente a los seg1111dos, partidarios de
1111as facultades e>..iraordinarias sin límite temporal y acérrimos defensores de la imposición de
1111 estado de excepcionalidad, tendrá como corolario la unanimidad que caracterizó al régimen
a partir de 1835. Los aftas previos a este desenlace, se caracterizaron por 1111a movilización
popular convenientemente encauzada por Rosas a su favor. Ver HALPERIN DONGHI, Tullo
Argentina. De la revolución..., cit., pp. 301-331; BARBA, Enrique Unitarismo.[ederalismo ...
cit., pp. 98-104; TER,."IAVASIO, Marce1a ''Nuevo régimen representativo y e>..-pansión de la
frontera política. Las elecciones en el estado de Buenos Aires: 1820-1840", enANNINO, Anto­
nio (comp.) Historia de las elecciones en Íbero América, siglo XIX, F.C.E., Buenos Aires,
1995, pp. 65-105.
28 "A fines de mano de 1832 el gigantesco convoy partía de la estancia de Rosas en los Cerrillos:
mil quinientos hombres, treinta carretas, seis mil caballos y algunos millares de vacas ..."
HALPERlN DONGHI, Tulio Argentina. De la revolución..., cit., p. 318.

- 213­
NIDIA N . .l'-'""J:>L.,,,o,"La justicia civil..."

En este contexto, la merma más considerable de causas iniciadas ante la justicia civil
lo experimenta, en 1831, la región Sur que sólo 8 ex-pedientes frente a los 22 del
año anterior; en tanto que en la Norte y en la región Oeste la disminución vuelve a
alcanzar el 50% (11 Y3 ex-pcdientes frente a los 22 y 6 expedientes registrados para 1830,
respectivamente). La excepción más notable frente a esta situación la constituye la cam­
paña cercana que registra lill aumento en el número de ex-pedientes que llegan él.llte el
tribunal civil: 33 en total; una cifra similar no se alcanzaba desde 1827 y recién se supe­
raría en 1834.
Los años de 1832 y 1833, no exentos de crisis políticas, registran una leve recupera­
ción en la cantidad de lrdnütados (64 Y 62, respectivamente). Sin embargo,
aún se encuentra lejos del promedio (86,3 eA-pedientes) de los años con mayor actividad de
lajusticia letrada.
Un párrafo aparte merece el comportamiento observado durante los 1825 a 1828. Es·,
tos sin duda, no la agitación y al todo el decenio
estudiado; en si tenemos en cuenta los efectos que la presión reclutadora y la
creciente militarización, de la guerra con Brasil, así como la turbulenta expe­
riencia de la presidencia de Rivadavia, contribuyeron a aumentar las tensiones conflic­
tos entre ruraP9 Sin embargo, en estos años las fluctuaciones en el número
de causas del total de la campaña no presenta descensos tllil bmscos como en los años
posteriores; ya que, si bien en 1826 y 1827 disminuye la cantidad de expedientes
dos. esta disminución no alcanza la magnitud de la de 1829 o de la de 1831.
Los principales problemas se presentan cuando pasamos al análisis de los datos por
regiones porque las fluctuaciones en el número de e-''Pcdientes no se ajustan a patrones dc
comportamientos claros. no todas las regiones responden por igual a los vaivenes de
la crisis política del periodo, Hecho que sin duda tiene que ver no sólo con la intensidad
que alcanza la crisis en los diferentes momentos, sino con la forma en que ésta
en las relaciones entre los diversos actores sociales y en regiones con diferentes estructu­
ras socio-productivas.
de
neno·ao. SI podemos observar que 1829 marca 1111
como señalamos el descenso en
ro de causas es casi 5,"J,J;"·LOHlcau.U Oeste).
Sin embargo, un hecho que salta ti
cercana para todo el período estudiado en relación las otras que, aunen
los acilos en que se obselVan fuertes descensos en el número de expedientes, LiH'5U'HGotra
región logra superarla en cuanto a la cantidad de e:\:pedientes registrados.
A partir de estos datos, podríamos aventurar 1illa primera reflexión. Por un lado, di­
chos datos nos permiten corroborar que toda la campaña se ve por un clima de

29 Idem, pp. 223-240.

-214 ­
prohistorio 5 - 2001
inquietu.d generalizada que se manifiesta no sólo en la cantidad de causas judiciales sino
también en su dispersión espacial. Por otro lado, también podemos observar que en los
afios en que la crisis política alcanza su clímax, la magnitud de la agitación social que
vive el muudo rural y el escaso control que sobre éste ejercen las instancias superiores de
la justicia letrada para quienes residen en los pagos más alejados de la ciudad.
Cuando pasamos a analizar los datos obtenidos en función de la clasificación por tipo
de causas, predominan las correspondientes a la categoría DEUDAS que representan el
40,5% del total (ver Anexo, cuadro IV); en segundo lugar aparece la categoría TIERRAS
que representa 29,3% del total; seguida por las categorías CONTROL DE LOS RECUR­
SOS YCONFLICTOS FAMILIARES representando el 10,3% y e18,9%, respectivamente.
Las dos Últinlas categorías (propiedades urbanas y OU'os) reúnen al 10% de los expedien­
tes restantes.
Como hemos señalado en otro apartado, en este trabajo nos preguntamos hasta qué
punto el sistema legal vigente sirve de caja de resonancia para expresar la creciente
conflictividad social que recorre la campm.la bonaerense en un marco de profundas trans­
formaciones. Por esta razón, nuestro análisis se centrará eulos conflictos suscitados en
tomo a la propiedad, la posesión y el USuflUcto de la tierra y al control de los recursos
naturales, como fomlas de resistencia de la población mral frente a los importantes ca11l~
bios de la estructura productiva.
Una atención especial merecen los datos correspondientes a la categoría TIERRAS
dada la importancia que, desde comienzos del siglo XIX y sobre todo a partir de la década
de 1820, cobra el proceso de apropiación legal de la tierra, transformándose en el marco
para el desarrollo de múltiples conflictos entre propietarios y ocupantes sin titulos. 30
En las diferentes regiones el número de expedientes correspondientes a conflictos
sobre tierras oscila entre el 32,8 y e121,1% del total de la campafia. 31 Así, si bien pode­
mos observar que la presión sobre la tierra se extiende a 10 largo de toda la catnpaña, su
intensidad y modalidad varia de uua región a otra.
Desde mediados de la década de 1810, se registra uucambio considerable en cuanto ala
importancia de la producción ganadera que se uaduce en uua expansión sobre las "tierras
nuevas" al extenderse la frontera al sur del río Salado. 32 En este contexto, en los partidos
que integran la región del Sur y del nuevo Sur (estas dos regiones agrupan 25,7% del total

30 Ver FRADKIN, Raúl "Entre la ley y la práctica: la costumbre en la campaña bonaerense de la


primera mitad del siglo XDC, en GARAVAGLIA, Juan Carlos; GELIvIAN, Jorge y FRADKIN,
Raúl (coord.) Anuario IEHS, Tandil, 1997, pp. 141-156; FRADKIN, Raúl "Según la costmnbre
del pays... ", cit., pp. 39-64.
31 Campat1.a cercana: 32,8 región Nuevo Sur: 31,4 región Sur: 29,8 %, región Norte: 27,2
%, región Oeste: 21, i %.
J2 FRADKIN, Raúl "Représentations de lajustice dans la campagne de Buenos AiJ:es (1800­
1830)", en Études Rurales, núm. 149/150, Laboratoired' Anthropologie Socíale, CNRS, EHESS,
París,janvier-juin., 1999, pp. 125-146.

- 215­
NIDIA N. ROBLES, civiL."

de expedientes a la categoría TIERRAS) la conflictividad social se ve


acentuada por las denuncias de tierras públicas que, en virtud de la de
contribuyen al desarrollo de conflictos entre nuevos propietarios y ocupantes sin títulos.
En las zonas de viejo los conflictos en tomo a las tienas l.aH'U'~.H
seb'lÍn nuestras un importante peso destacándose en este sentido los
componen la cercana. Esta región agrupa el 44,7% del total de "A~)"U.l"!'l"o,
correspondientes a la categoría TIERRA..S. En estos pagos, los conflictos no surgen por la
apropiación legal sobre tierras nuevas como en el sur, sino por la necesidad de extender
los límites de las en el marco de la creciente importtUlcia que aUlcltn"""
desarrollo de la el abasto de Buenos Aires, en áreas donde la
legal es de vi~ja data y donde prácticamente se ha alcanzado el límite de la Tr"",,,,,...,
agricola. 34
Por otra parte, las variaciones regionales en el número de ICAif.l"'..uIC111'''' CI:lrreSt)oIJldüen­
tes a la categoria CONTROL DE LOS RECURSOS evidencian también diferen­
ciado que la actividad tiene en las diversas regiones. Como es de esperarse,
atendiendo a las características de la estructura socio-productiva de los con~
flietos sobre un mayor porcentaje del total en los pagos de
Oeste, Sur y nuevo Sur de la campaí'ía. Además, es justamente en estas
labradores-pastores activamente del proceso de expansión gaIlaaera
rras nuevas, que el peso de los e:\..pedientes sobre ganado es mayor..
Sin embargo, el número de expedientes relevados en esta última es mucho
menor de lo esperado, en especial, si lo compararnos con las categorías más numerosas
(ver Anexo, cuadro IV). Puesto que la importancia de la actividad ganadera en el conjunto
de la economía bonaerense del período nos haria suponer una mayor conflictividad en
tomo al control de estos recursos. Podríamos aventurar algunas hipótesis que
baja de este tipo de COlLflictos sobre el total. Por un lado,
que muchas de estas causas de escaso monto se tramiten a nivel en
paz. Por otro cabe considerar que muchos de los casos de robe de
subproductos a la esfera de accb'.'l[¡ de la justicia criminal. De este se
podría tentativamente el subregistro en esta r"llj''''o-nr,

1820 las nuevas autoridades

económícodelgmpo rivadaviano. 181[-1827. Su contra-


".o. sus enernigos, UNL, Rosario, 1966.
n1Y}VPfY·,nJlI' • .},/<.-"...
34 las pue11as de la cluclad: an~e¡¡,am(Jn
"Id; GARAVAGLL4., Juan Carlos "Los labradores de
Sélll Isidro , en Desarrollo económico, vol. 32, núm. 128,1993;
Daniel Propiedad y producción en tiempos de Rosas. QlIilmes, 1837, mimeo, s/d.

- 216 ­
prohistoria S • 2001
ción dejusticia, que se adecue mejor que el sistema de raigambre colonial a las caracterÍs­
ticas de esa nueva entidad política denominada provincia. Sin embargo, la coyuntura
política que se abre sobre todo a partir de 1825 no resulta la más adecuada para alcanzar
el éxito de los objetivos planteados.
La imagen de conjunto que surge al considerar los datos proporcionados por nuestras
fuentes y las características del contexto político es sumamente rica. Por un lado, nos
muestra claramente los linútes que encontró el intento de establecer una justicia letrada
que, al menos en la instancia de apelación, tuviera un alcance efectivo sobre el conjunto
del espacio provincial. Las eifras que arroja el relevai11iento de las causas que acceden a
esta instancia en un lapso de diez años (1825-1834) pone en evidencia que la justicia
letrada es eminentemente una justicia urbana que resuelve con.f1ictos predominantemente
urbanos (estos últimos representan el 71,9% del total. Ver Anexo, cuadro 1).
En este sentido, el peso que tienen sobre el total de los expedientes de la campaña los
correspondientes a la campaña cercana muestran la creciente integración y dependencia
recíproca entre la ciudad y su hinterland más próxinlo. Los datos reflejan esta realidad.
No sólo esta última región representa el 40% del total de expedientes correspondientes a
la campat'ía; sino que ciudad y cercana concentran el 83,1% del total de los
expedientes. Esta integración también resulta reconocida por la nueva organización judi­
cial porque, como dijimos anteriormente, a los efectos de la administración de la justicia
de primera instancia, la casi totalidad de los partidos que integran la campaña cercana
aparecen agregados a la ciudad.
Cuando agregamos a estos datos los de las variaciones regionales del periodo, pudi­
mos observar que en los años en que los conflictos políticos se agudizan, se reduce
significativamente el número de e:\.-pedientes correspondientes a los pagos más distantes
de la ciudad. A la vez, esta limitación en el acceso a la instancia letrada para los habitan­
tes de las zonas más lejanas de la campaña acentúa la importancia del rol a desempeñar
por los juzgados de paz; ya que en muchos casos se convertirán en la única instancia
judicial a la que se puede acceder para la resolución de los conflictos. Estos datos reflejan
una sociedad en la que predominan los conflictos por bajos montos y en la que, por lo
tanto, la justicia de paz tiene un alcance efectivo mayor que el fijado por la normativa. En
este contexto, el papel de los jueces de paz como mediadores entre la heterogénea socie­
dad rural y las autoridades provinciales es, a todas luces, central. 35
Por otro lado, la dispersión espacial y temporal de las causas resulta un buen indicador
de la fuerte conflictividad social que caracteriza la vida cotidiana de los habitantes de la

35 GELMAN, Jorge "Crisis y reconstrucción del orden en la campaña de Buenos Arres. Estado y
sociedad en la mitad del XL,,\:", en Boletín del h1StitUto de Historia Argentina y
AmericuflG Dr. Emilio Ravignani, núm. 21, 2000,pp. GARAVAGLIA, Juan
Carlos "La justicia rural en Buenos Aires durante la prÍlllera mitad del siglo A'IX (estructuras,
ftmciollcs y poderes locales)", en GAFAVAGUA, Juan Carlos Poder, conflicto y relaciones.",
cit., pp. 89-122.

- 217 ­
NIDIA N. ROBLES, "La justicia civiL."

campaña en un período por demás convulsionado de la historia bonaerense. La actividad


de la justicia civil es intensa aunque presente fuertes oscilaciones (el promedio anual de
causas tramitadas para toda la provincia es de 267,8. Para la camparla el promedio anual
es de 75,2 causas). A su vez, es esta misma dispersión la que nos plantea serias dificulta­
des para tratar de establecer un patrón de comportamiento común para el conjunto de la
campaña en el período en cuestión.
Por último, el trabajo cuantitativo sobre los datos del tribunal civil nos permite obser­
var cómo el clima de inquietud que recorre toda la campaña encuentra una de sus formas
de e)\.'presión a través de las posibilidades que ofrece el mismo sistema jurídico-político
legal vigente. De este modo, el accionar ante la justicia será uno de los mecanismos de
resistencia de la población rural frente a una nueva concepción del derecho a la propiedad
y al usufructo de los recursos, basada en una ideología utilitarista de las relaciones socia­
les que dicha población rechaza. Sin embargo, esta imagen sobre los modos de accionar
de la población rural sólo puede ser confmnada con un trabajo cualitativo sobre las dife­
rentes causas y que constituye una segunda etapa del presente trabajo.

ANEXO

Cuadro 1: total de expedientes por partidos (1825-1834)


Fuente: AGN - Tnounal Civil (letras A - Z, años 1825 a 1834)

de campaña

1926 71,91
1926 71,91
19 0,70 2,52
8 0,29 1,06
0,13
49 1,82 6,51
6 0,22 0,79
24

- 218 ­
prohistoria 5 - 2001

Partidos Cantidad Porcentaje j Porcentaje


sobre total
de campaña
--
Giles
f--=::--
7 0,26 0,93
Guardia de Luján 30 1,12 3,98

Las Conchas 9 0,33 1,12

Los Toldos 1 i 0,03 0,13

Lobos 18 i 0,67 2,39

: M~(Yn;:¡1fm;:¡ 30 1,12 3,98


M:;¡t:mz:;¡ 18 0,67 2,39
I Monte 13 0,48 1,72
Monsalvo 20 0,74 2,65
Morón 38 1,41 5,05
Navarro 13 0,48 1,72
....,
r \015<l1l11UU 13 0,48 1,72
Pilar 27 1,00 3,59

~ullme, 81 3,02 10,77

Ranchos 4 i 0,14 0,53


Rojas ._-~!~_. 1 0,03 0,13
• Salto 11 0,41 1,46
tsan Fernando i 18 0,67 2,39
• San Isidro I 63 2,35 8,37
[ San Antonio de Areco I 27 1,00 3,59
i San Nicolás
I 21 0,78 2,79
I SanPedro 21 0,78 2,79 i

San Vicente I 43 1,60 5,71


i
I Tandil 1 0,03 i 0,13 i

Villa de Luján 35 1,30 I 4,65


I
• Zárate 3 0,11 0,39
Subtotal campaña 752 28,09 I 100

i
Total 2678 100 ­

- 219­
NIDIA N. ROBLES, "La justicia civiL."

Cuadro II: Total de expedientes por regiones (1825-1834)


Fuente: AGN - Tribunal Civil (lelrdsA - Z, años 1825 a 1834)
- - - - _.... _ ­

I REGION INTEGRADA POR TOTAL


EXPEDIENTES I

Campafia Cercana Las Conchas


301

Matanza
(40% del total

Morón
de la campaña)

Pilar

Quilmes

San Femando

San Isidro

S.J. de Flores
i

Norte Arrecifes
158 i
Baradero
(21 % del total
F.deAreco
de la campaña)
Capilla del Señor

Pergamino

Rojas

Salto

S. A. de Areco

San Nicolás

San Pedro

Zárate

Oeste Guardia de Luján 104

Lobos (13% deltotal

Los Toldos de la campaña)

VIlla de Luján
Navarro
S. Andrés de Giles
Sur Cañuelas
154

Chascomús
(20,4 % del total

Ensenada
de la campaña)

Magdalena

Monte

Ranchos

San Vicente

Nuevo Sur Dolores


35
Tandil
(4,6%deltotal
Monsalvo
de la campaña)
!
Bragado

- 2~O-
prohistoria 5 • 2001
Cuadro ITI: Total de expedientes por región y por años

Elaboración propia sobre datos de AGN Tribtmal Civil A Z, 1825-1834.

Cuadril rv: Total de por y de causas


Elaboración propia sobre datos de AGN Tlibunal Civil A - Z, 1825 1834.

I-------~e-rc-a-n-a-N-'-"" I ~:~' I N~:;ó;UrThtal i po""";;1


~eudaS ~,44 ___+-' _1_",~_~1_3_0_5-+-1_-' _4_0_,5_,o/._0---j

l:0:1
I recursos
de los :::~ !
1: 2:: I
I
:::::

I Conflictos 25 14 11 11 6 67 I ,
89%
, familiares
I
I
Propiedades 11 7 6 4 - 28 3,7%
urbanas
¡

I Otros 18 14 8 12 1 I 53 7%

Total 301 158 104 154 35 752 100%


I I

- 221 .

prohistori. 5 • 2001

Procesos judiciales y recorridos administrativos.

La conflictiva propiedad de los Díaz V élez, Buenos Aires, siglo XIX*

MARÍA VERÓÑ1CA SECRETO


(IElUnicamp, Brasil)

Resumen
La constitución de la propiedad privada en laArgentina no fue un proceso simple, ni carente
de conflictos. En este attículo reconstruimos a través de procesos adtninistrativos y judiciales
entre particulares y el Estado, lo cotidiano de esos conflictos. La frontera que la
legislación sobre tierra'l se avanzaba sobre el ten·itorio. Sin embar­
go, esa abundancia relativa de tienas no constituyó una válvula de escape, por el contrario,
las condiciones de la legislación llevaron a la especulación. Partimos del de Carla
GUlZburg según el cual, la guíapara el laberinto de los archivos y la historia es lo que distin­
gue a un individuo de otro en cualquier sociedad: el nombre, en este caso el de Díaz Vélez.

Palabras clave
tierra -legislación - propiedad rural-procesos judiciales - mediciones -sudeste bonaerense

Abstract
TIle establishment 01' fue prívate property in Argentina wm; a complex process wifu some
dit'ticulties and contlicts. Rere we try to reconstmct tIle constitution ofthese cont1icts among
persons and persons and fue state wifu adtninistratíve and jmidical process. TIle advance of
the frontier, or fue availability oflands, allowed fue renewal ofland legislationin proporuon
as fueir advance. But, the relative abundance oflands was not a safety valve for contlicts. On
the contrary, land lcgislation stimulates the speculation. Carlo Guinzburg' s fuesis ahout fue

SECRETO, Maria Verónica "Procesos judiciales y recorridos adtninistrativos. La conflictiva pro­


piedad de los Díaz Vélez, Buenos Aires, siglo XIX", prohlstorla, Año V, número 5, 2001, pp 223­
249.

* Este trabajo fonna parte de mi tesis de doctorado que compara la frontera del sudeste bonaerense
(Argentina) y del oeste paulista (Brasil) entre 1850 y 1900, desalTollada en el Instituto de
EconomíadclaUnivers'Í.dadEstadualdeCampina'l,Brasil. Una versión preliminar fue presentada
smlPCtSlO "Estrategias productivas y transfonnación del espacio en el mundo rural, u J.l'¡:' u,,, y
Brasil y Argentina. SiglosXIX y iI..'X",Seg'lmdasJomadas de Histotia Económica, Montevideo,
21·23 de julio de 1999. Agradezco los comentarios que en aquella oportunidad realizaron la.,
Dras. Noemí Girbal de Blacha y Ligia Osario Silva. Agradezco también los referatos anónimos
de la revista prehistoria.

- 223 ­
MARiA V. SECRETO, "Procesos judiciales... "

name and the possibilities 01' fo 110w the name, as a guide in archives and in History "vill be
ourHypothesis in this case. We choose one name: Díaz Velez ID follow him fr>,rough the maze
ofthearchives.

KeyWords
land - legislation - rural property - juridical process measurements ­
Buenos Aires southeast.

"Los conflictos de tielTd son también, e>"J)lídtamentc, dispu­


tas sobre el sentido de la historia, porque oponen interpreta­
ciones divergentes con respecto al origen de los derechos de
propiedad"
James Holston.

"La importancia del derecho en la interpretación histórica de


una sociedad es que denomina, califica y jerarquiza cualquier
divorcio entre la acción del individuo y los principios funda­
mentales de esa sociedad"
Pierre Vilar.

1
ntroducción
En este trabajo proponemos describir y evaluar los efectos de las leyes de tierras
en la Argentina entre el periodo posterior a la independencia y el año 1881 en el
sudeste de la provincia de Buenos Aires. Creemos que los estudios de casos nos
pemüwdll aproxÍmalllos a diversos temas: la forma en que cristalizó la propiedad rural
en la Argentina en el de frontera; la manera en que era vívida la normativa y los
mecanismos implementados en la Consideramos que la existencia de la
frontera como proveedora de tierras una forrna de apropiación particular que ex­
mediante una serie a gran parte de la población.! Esto decir
que, si bien tomanlOS como referente a Turner, no compartimos su hipótesis acerca de la
abundancia relativa de tierras como válvula de escape. Escasas interpretaciones históricas
tuvieron el éxito que tuvo la de la frontera del historiador norteamericano J. F. Turner,
cuya obra se sitúa en el contexto particular de fmales del siglo XIX, en que los econolUÍs-

Una interesante aproximación para evaluar la concentración de la propiedad, y de la tiqueza


durante el período rosista (1829-1852) en JOHNSON, Lymall "llle 1'rontier as an Arena of
social and economic change. VIealth distríbution inníneteenth-century Buenos Aires province",
en GUY, DOlma y SHERi'DAN, ]nomas E. (Ed.) Contested ground. Comparativefrontiers on
the northem and soutl1m adges oftlze Spanish Impere, University ofArizona Press, 1998, pp.
167-181. Utilizando el coeficiente Gini, llega a comparar la provincia de Buenos Aires con los
estados norteamericanos de Texas y 'Visconsin. El coeficiente Gini se expresa en una escala

- 224­
prohistorica 5 • 2001
tas más importantes de Europa se preocuparon por el problema de la tierra y por su valor
dentro de las economías de los Estados. 2 De cierta fOrula, y tal vez de una muy simplifica­
da, la tesis de Tumer suma dos perspectivas: una forma particular de apropiación territo­
rial generó una sociedad expansionista y democrática. La originalidad de Turner radicó
en la sistematización de ideas que formaban parte del sentido común y que habían sido
recogidas, inclusive, por la literatura,3 Su teoria del avance de la frontera nortean1ericana
como e"'jJ1icación del desarrollo particular de los Estados Unidos se convirtió en la ver­
sión ortodoxa nacional, ej erciendo ¡''l"atl influencia en las historiografías nacionales de los
países con abundatlCÍa relativa de tiemls, 4 De acuerdo a Ezequiel Gallo, el caso argentino

que va de 0,0 hasta 1,0. En esta escala cero indica perfecta igualdad en la distribución de la
tierra y 1,0 la mayor desigualdad en la distribución de la tien:a. Concluye que la provincia de
Buenos Aires e2l.'}Jerimentó llll modelo de creciente concentración de la riqueza similar al que
eX'Perirnelltaron dos estados con gran índice de concentración como son los de Texas y Wisconsin.
Dice Lyrnan Johnson que la mayor parte de los estudios respetables sobre los censos de los
Estados Unidos han demostrado en las regiones de ti'ontera tm nivel alto de concentración.
Como ya lo había hecho Lenin basándose en los datos de los censos de 1900 y 1910, LENlN,
Vladimir Ilich Capitalismo e agricultura nos Estados Unidos: novos dados sobre as leis de
desenvolvimento do capitalismo na agricultura, Debates, Sao PauIo, 1980.
Pero el tema de la tiemlffrontera es percibido en toda su importancia mucho antes de [males
del siglo XIX, Cuutldo en 1893 Tumer pronunció su discurso sobre el significado de la frontera
en la historia americana, Smith, Ricardo y Marx: yahabíall destacado algunos de los elementos
que caracterizan el desarrollo de la frontera norteanlericana y Tocqueville había hablado de las
particu1ruidades de la democracia rulledcana. La primera edición de La democracia en América
es de 1835,
En su libro Facundo, civilización y barbarie, Austral, Buenos 1962, [1a. ed, 1845],
Domingo Faustino Srumiento llama la atención sobre la similitud entre el poema de Estebrul
Echeven:ía, La cautiva y las obras de F enimore Cooper El último de los A1ohicanos y La pradera,
Encuentra respuesta a esta semejanza en la hipótesis de que "los accidentes de la naturaleza
producen costumbres y usos peculiares de estos accidentes, haciendo que donde estos accidentes
se repiten, vuelvan a encontrarse los mismos medios de parar a ellos, inventados por pueblos
distintos", pp. 24-25.
4 Cfr. Bebe J.F. Tumer, CEAL, Buenos Aires, 1992, p. 22, Fue Walter Prescott
Webb rul1plió el concepto de frontera, dándole dimensión universal. En su perspectiva la
trontera es llll factor detennimmte de la moderna sociedad occidental. No fueron los Estados
Unidos la lmica nación que tuvo acceso a tierras "vacías", sino que también existió una irontera
europea que incluía aquellas tierras anlericanas. Una tI'ontera compuesta por tres continentes y
medio; \V1~BB, Walter Prescott The Great P lains, \.ll'osset and DUlllap, New York, 1931, En el
N Congreso lntemaciOllal de Historia Económica fue presentado un conjunto de trabajos, en la
sección \11I que tenía como título Ocupación del suelo, poblamiento y frontera, que trataban
de la eX'Pansióll territorial de diferentes de Amóica LatLl1.a. Los que se refirieron a
Argentinafueron: HALPERlN DONGHI, Tl.llio "La expansión de la frontera de Buenos Aires
(1810.1852)"; Ezequiel "Ocupación de tienels y colonización en Santa Fe

- 225­
MARiA V. SECRETO, "Procesos judiciales... "

es una de las mejores instancias para analizar la adecuación y fertitidad de la tesis de


Turner, así como de la del economista italiano Loria. 5 Para Gallo, es evidente que aproxi­
madamente entre 1870 y 1930 Argentina constituye el más sorprendente ejemplo de una
sociedad de frontera al estilo norteamericano. La apertura de la frontera pampeana y su
posterior cierre hablia determinado el crecimiento y declinación de la economía Argenti­
na. Pero, como dijimos, sino compartimos la hipótesis de la frontera eomo válvula de
escape, entonces tomamos de Turner? La idea de que la abundancia relativa de
tierras contribuyó para generar un tipo de sociedad, en nuestro caso no necesa­
riamente "democrática".
La frontera actuó en dos sentidos: como área de conflicto, y también como de
En la provincia de Buenos Aires, la legislación sobre tierras y fronteras co­
menzó desde muy temprmlO. El de frontera del sur de la provincia de Buenos Aires
supuso una particular actuación de la clase dominante y dirigente, que articuló la presen­
cia ineludible del 6 el cuallegítimó la apropiación por de los particulares,
generando gran cantidad de "fórmulas" Nuestra hipótesis es que la frontera móvil
puede revestir de particularidades a la sociedad que díspone de ella. La frontera detenni·
nó la posibilidad de acceder a la tielTa de manera gratuita, estableció la diversidad de
y motivó políticas especillcas sobre la ocupación del terntorio. Desde esta pers­
u",'~u'va. intentaremos analizar el criterio legislativo aplicado a la frontera, desde las pri­
meras actuaciones de los gobiernos inde"~endientes. Utilizaremos resoluciones y
leyes7 correspondientes a cada período legislativo, sosteniendo que el criterio de la abun·

(1870-1895)"; CORTÉS CONDE, Roberto "Patrones de asentamiento y eA'j)lotaciól1 agropecuaria

en los nuevos territorios argentinos (1890-1910)", en JARA, Alvaro, (comp.) Tierras Nuevas.

Expansión tem'tO/ialy oC11pación del suelo en AméJica (siglosXVI-XLr) , El Colegio de México,

México, 1969, p. IX. En Argentina, podemos considerar estos te>."Íos de la década de 1960s.

como fundacionales de la problemática de la fi'ontera, eula concepción tumellana. Cabe agregar

que en 1993 tuvo lugar en la Universidad de San Andrés un encuentro entre investigadores de

la Argentina y de los Estados Unidos intitulado Theformation ofmarkets infrontier regions.

Ezequiel Gallo adhiere a una reivindicación de Lee Benson, sobre la influencia que el econo­

mista italiano Achille LOlia habría tenido sobre a obra de Tumer. Cfr. BENSON, Lee Tumer

and Beard. American historical Wliting reconsidered, New York, 1960, p. 37. Ver GALLO,

Ezequiel ''Frontiera, stato e immigration inArgentina, 1855-1910", Altreitalie, Anuo III, núm.

6, 1991,pp. 13-21.

HALPERlN DONGIll, Tulio "Canción de otoño en primavera: previsiones sobre la crisis de la

agricultura argentina (1894-1930)", en El espejo de la histmia, Sudamericana, Buenos Aire-'l,

19&7.

En 1812 el triunvirato ordena el levantamiento de un mapa topográfico de la provincia, ya que

gran parte de su territorio aún era desconocido, con la fmalidad de distribuir tierra gratuitamente

entre los hijos del país. BAGÚ, Sergio Elplan ecol1ómicodel grupo Rivadaviano, 1811-1827,

UNL, Rosario, 1966, p. 124.

- 226­
prohistorio 5·2001
dancia relativa se mantuvo durante todo el período considerado en este estudio (de .1810 a
1880).8 En todo el proceso no estuvieron ausentes los conflictos y disputas por la tierra,
il1clusive en las lejanas tierras del sudeste bonaerense, mucho antes de la campaña militar
de 1880.
La cuestión de los limites siempre suscitó conflictos en el ámbito rural. No podía ser
de otra forma en la historia ah'Taria pampeana. Las mensuras basadas en cálculos
geométricos y astronómicos del siglo XIX, tendrían que haber salvado esas dificultades y
establecido límites ciertos e irrefutables a las propiedades, aunque no siempre fue asP Un
caso ejemplar para observar cómo funcionaron las leyes sobre tierras en la Argentina es el
del General Eustáquio Díaz V élez y su testamenteria,lO no sólo porque fue propietario de

Recordemos que es lento el proceso de constitución del estado nacional. La guerm de la


independencia fue la primera etapa de Ulllargo proceso de sustitución del orden colonial. "Por
inspiración y acción de Rosas, Buenos Aires alentó durante dos décadas esta organización
federal del sistema político-institucional, postergando la creación del estado nacional que, en
las condiciones de la época, poco hubiera beneílciado a los intereses de los sectores terratenientes
pampeanos que sostenían al régimen rosista", y que cada una de las etapas legislativas
mencionadas en este trabajo re¡,ponden a diferentes momentos en la constitución del Estado.
Luego de la caída de Ro&:'ls se realizó la prinlera tentativa de creación del estado nacional. Sin
. el apoyo de Buenos Aires, vivió sólo diez años. Entonces sobrevino el segundo intento que a
pesar de las luchas de facciones consiguió sobrevivir hasta 1880: "la consolidación defmitiva
sobrevino, precisamente, cuando el estado consiguió 'desporteñizarse' ,purificando en elfuego
de las arma,> el estigma de una tutela ya inadmisible. Por eso puede decirse que sobre las
cenizas de Puente Alsina y los Corrales el presidente Roca intentaria una 'tercera fundación del
estado "', Cfr. OSZLAK, Osear "Ret1exiones sobre la fonnaCÍón del Estado y la constitución de
la sociedad Argentina", en Desarrollo Económico, Vol. 21, núm. 82, Buenos Aires, Enero­
MalZO, 1982, pp. 547-548.
"Maldito seja aquele, disse Deus Todo-poderoso por meio de Moisés, que retira os marcos de
seu vizinho", éste era el anatema con que eran castigados los infractores de los lúnites de las
patTOquias en Inglaterra del siglo XVIII. Cfr. TI:lOMPSON, Edward Palmer "Costmne, leí e
direito commn", en Costumes em comum, Companhiadas Letras, Sao Paulo, 1998,p. 88 [existe
ediciónen castellano] . Los contlictos sobre límites no fueron los únicos de la campaña bonaerense
en el siglo XIX, ver GARAVAGUA, Juan Carlos '''Pobres y ricos': cuatro historias editlcantes
sobre el conflicto social en la campaña bonaerense (1820-1840)", en Revista Entrepasados,
núm. 15, Buenos Aires, 1998, pp. 19-40.
10 "Ejecución de lo disputado en testanlento. Juicio sucesorio en el cual existe testatnento", en

Diccionario Juridico Fonml, Bibliografía Argentina, Buenos Aires, 1948. Sobre prácticas de
herencia y tratlsmisión de la tien'a ver: ZEBERIO, Blanca "El estigma de la preselvación.
F amília y reproducción del patrimonio entre los agricultores del sur de Buenos Aires, 1880­
1930", en BJERG, Matia Mónica y REGUERA, Alldrea (comp.) Problemas de la historia
Agraria, TEHS, Tatldil" 1995, pp. 155-181. Los tra<;pasos de estancia., a que se refiere este
trabajo no exceden las 3000 Q 4000 hectáreas; el caso a que nosotros hacemos referencia supera
esta superílcie.

- 227 •
MARÍA V. SECRETO, "Procesos judiciales ... "

una de las mayores propiedades rurales durante gran parte de los XLX y dividida la
mantuvieron sus herederos en el siglo XX, sino también porque las demandas y demarca­
ciones enfitéuticas que realizó, así como las compras y transferencias de que dispuso
(unido a las mensuras ya las relaciones con sus vecinos), fueron lo suficientemente con­
flictivas como para dejarvestigios documentales. Además de conflictivas, la forma en que
se constituyó la propiedad de los Díaz Vélez, siempre utilizando los medios legales dispo­
¡tibles, nos permite analizar todas las posibilidades que ofrecía la
Como vemos, para rastrear los orígenes de la confonnación de la propiedad, así corno
los tortuosos canlinos seguidos por los propietarios para conformar su dorniItio, escogi­
mos algunos procesos judiciales y administrativos que refl~ian muy bien aquellas confor­
maciones. Para comprobar nuestra hipótesis, proponemos realizar un trabajo de historia
institucional de la propiedad rural. Recurrimos a ideas y conceptos tomados de la
microltistoria, en particular la afIrmación de Ginzburg: "El hilo de Ariadna que !,'1lÍa al
investigador en el laberinto documental es aquello que distingue un individuo de otro en
todas las sociedades conocidas: el nombre".ll En la constitución del propiet.'1fio -y no sólo
como hilo conductor- el nombre es muy importante. Aunque nos interese el sujeto/pro­
pietario, la situación que ocupa en el entramado social es determinante de sus posibilida­
des de apropiación de la tierra. Intentaremos reconstruir las relaciones posibles de los
individuos a fm de relacionarlas con la constitución de su propiedad y de su clase. 12
Sabemos que cada archivo proviene de una relación social específica, sancionada
muchas veces por una institución. Según el archivo, los individuos aparecen como naci­
dos, casados o muertos; propietarios o usufructuarios; inventariados o inventariantes. Si
el hilo de Ariadna nos conduce en este laberinto, con él también puede tejerse la red en la
cual el individuo está inserto en la sociedad. 13 Pero como la microhistoria es esencialmen­
te una práctica historiográfica, que no se ha constituido en escuela o basado en progra-

II GINZBURG, Carlo "Onome e o como. Troca desigual e mercado histotiogrático", enll/ficro-história


e outros ensaws, Dife4 Rio de Janeiro, 1989,p. 174. Sobre este artículo que apareció oliginariamente
en Quademi Starici 14, en 1979, Giovanni LEVI dice que se trataba de UIlmaniíiesto inicial que
leído hoy parece superado por lo que se produjo en el campo práctico de lamicrolústoria; del autor
''Sobre a micro-história", en BURKE, Peter A escrita da história. Navas Perspectivas, San Pablo,
Unesp, 1992,p. 160. Cabe recordar que el debate comenzó en la década de 1970 enla citada revista
italiana, cuando aún llevabaelnombrede Quademi Starid delle Abrche. Cfr. ESPADARODRICiUES
LIMA FlUIO, Henrique 1vJicrohistoria: escalas, indídos e singularidades, Tesis de doctom.do
Universidad Estadual de Campinas, Campinas, 1999.
12 Desde la per.;pectiva marxista, la clase dominante es la que detenta los medios producción. En
contra de esta concepción, los teóli.cos de la democracia liberal han negado que se pueda hacer
valer hegemónicamente n'ente al Estado, dada la cantidad de frenos y contrapesos del sistema.
Cfr. MILIBAND, Ralph El estado en la sociedad capitalista, Siglo XXI, México, 1971, p. 24.
13 Los nombres que han pennitido tejer este entramado han sido a través de diferentes
arclúvos yreservorios de Argentina: Arclúvo General de laNación (en adelanteAGN), Archivo

- 228­
prohistorica 5 - 2001
mas, nos limitaremos a esta enunciación, esperando brindar al lector el juego de escalas
entre los procesos (particulares) y la ley (general). Como dice Levi, "reducir la escala de
observación para propósitos de observación e::\"Perimentales. El principio unificador de
toda investigación microhistórica es la creencia de que la observación microscópícareve­
lará factores previamente no observados" .14 Quizás lo que justifica de forma más contun­
dente nuestra elección sea la hipótesis de estar ante lo que Ginzburg defme como" excep­
cional normal", esto es, un acontecimiento que se presenta como excepcional, probable­
mente por la existencia de un registro, pero que, debido a la frecuencia con que ocurre, es
posible caracterizarlo como nonna1. 15 La excepciollalidad del caso en estudio radica en la
propia instalación del proceso judicial en el año 1865, así como en el hecho de que el
abogado de la defensa fuese precisamente el Dr. Nicolás Avellaneda,16 presidente de la
República en 1874 y cuya tesis doctoral se convertirla en el trabajo más citado por los
historiadores para conocer la problemática referida a tierras públicas. A pesar de esta
excepcionalidad, el caso muestra las maneras en que el General Díaz Vélez constrnyó su
gran propiedad, estrategias usuales entre propietarios y pretendientes a tierras durante el
siglo XIX.

de la Provincia de Buenos Aires Dr. Ricardo Levene (en adelante AHPBA), Geodesia: Minisl.t-'rio
de Obras Públicas de la Provincia de Buenos Aires (en adelante MOP), Biblioteca Nacional de
Buenos Aires.
14 LEVI, Giovantli "Sobre a mícro-história", cit., p. 139. En 1994 fue publicado en la sección
discusiones y lecturas de los Quademi Storici, n(uu. 86, Agosto de 1994, un debate entre CarIo
Ginzburg, Edoardo Grendi y JacquesRevel sobremicrohistoria: GINZBURG, Carla "Microstoria:
due o tre cose che so di lei"; GRENDI, Edoardo ''Ripensare la microstoria?"; REVEL, Jacques
"Micmanalisie cosntruziolle del sociale". En este debate, Grendi dice "el carácter colectivo de
la propuesta historiográfica del microanálisis está más ligado que a una cuestión de estilo, la
historia como práctica, fundada sobre una fuerte concepción teórica, se vuelve sobre todo a
resultados analíticos contra la visión retórica de la profesión del historiador en un país hace
mucho tiempo dominado delídeologismo legado por herencia idealista y al radicalizado, dualismo
político con Ulla indudable tendencia a 1ahisto1'ia síntesis." Sobre la microhistoria como práctica
también ver RAC'JÜIO, Osvaldo "La storia come pratica. Omenaggio a Edoardo Grendi (1932­
1999)", Quademi Stand, núm. 100, Aprile, 1999.
15 Ésta es la primera acepción que otorga GIDzburg a "excepcional nonnal". La segunda es defInida
en los siguientes téJ.mmos: " ... si las fuentes silencian y/o distorsionan sistemáticamente la
realidad social de las clases subaltemas, un documento que sea realmente excepcional (y, por lo
tanto, estadísticamente 110 frecuente) puede ser mucho más revelador que mil documentos
estereotipados.", GINZBURG, Carlo "MicrostOlia: due ...", cit., p. 177. Lo "excepcionalnOlmal"
fue deJ:lnido por primera vez por Edoardo GRENDI en "Microanalisi e stOlia sociale", en
Quadem i Stond, núm. 7, 1972.
1(, Seguiremospara nanard "caso Díaz Vélez" el alegato de defensa de suabogado AVELLAN'EDA,
Nicolásl\4aniflesto en derecho en elpleito que sigue elfiscal del Estado contra la testamenter"Ía
del General Díaz Vélez sobre un titulo de propiedad, Del Buenos Aires, 1865.

- 229­
MA.RÍA V. SECRETO, "Procesosjudicia1es ...

Ordenamiento jurídico sobre la tierra


La forma de enajenación de las tierras dispuesta por la corona española fue el h'pnn,~I7_
míento junto CDU la Real Cédula de Gracia o A1erced. Estos fueron los títulos ordinarios
para en las Indias de la tier;,'1l, convertidos en formas concesionarias
que no el dOIninio 17 Como sabemos, Argentina llegó a su vida >,%1\"''''1-''-1'­

diente con instituciones heredadas de la época colonial y en 1810 bTdll palie de las tierras
anre,:l1eJi1g,ls Hasta entonces, se habícJl concedido extensiones bajo el sistema de
mercedes reales, 18 Poco después de la l.:Jlependencia, el país enfrentó el IJ1'JV1"'llhl
tierra a través de la de enfiteusis, El enfitéutico de Rivadavia
manifestaba tres fmalidades. fmes económicos --haciendo
,"".UV'HU>'''' el suelo para el liberando los capitales para inversiones DríJm.:CL1­
va.<;-; en fines sodales -sujetando el hombre a la tierra-; y, "'LHaH''''.'.'''.''''',
firlancieros la tierra gara..ntia del empréstito, ya que los bancos no
ba..'1 tierras como 19 Por la enfiteusis rivadavia.na quedaba prohibí·

da la enajenación de tierra pública y el gobierno podía otorgar tierras a quien las solicitase
sin que las mismas perdieran su carácter de tierras públícas. El solici.tili"lte de!:Jia pagar Ull
canon al Estado, el cual se establecerla cada diez afios mediante un cálculo sobre el valor de
la tierra ocupada,. La frontera del Rio Salado fue el límite para el cálculo del valor de la
tierra, siendo más caras las tierras localizadas al norte que las localizadas al sur. 20

lí En la época de Fernando rr 2mte lanecesidad del tesoro para enfrentar las frecuentes ycostosas
guenas se implementó la ó>ubasta de las tierras de realengo. A de 1591 predominó este
sistema, sin dejar de exi stir los otros, como repartimiento, Reales Cédulas de Gracia o Merced,
remates y composiciones, los Cllales estaban sujetos a Real COl¡jinnación, En las disposiciones
y Indias se reconoció la posesión como causa justa de prescripción para
adquirir dominio de la tierra, Tanto la Real CMula de 1591, como laRccopilación de 1680 y la
Real I¡¡stmedén de 1754 así lo sólo que esta última admitió la para
hechos ocuuidos C011 anterioridad a 1700. Figuras jurídicas, como la de "tercero
derecho", probablemente su en e,,1os derechos otorgados las L!V"C~LVU
OTS CAPDEQUI, José Maria El Estado espaiiol en las Indias, FCE, México, 1975, pp. 35-37.
18 En ese mismo afio se le ordena al Coronel García efectuar una visita a todos los fuertes de la
frontera e i.nvestigar la legitimidad con que se ocupaban los terrenos realengos. Esta eX'Pedición
tenía por objetivo que el mismo coronel arbitrase como podian darse las tierras sin las trabas
hasta entonces vigentes. GARCÍA, Pedro Andrés Diario de un viaje a Salinas Grandes, en los
campos dei Sud de Buenos Aires, Eudeba, Buenos Aires, 1974.
19 OSORlO, Ligia y SECRETO, Mana Verónica "Terras públicas, OCUpUyao privada: elementos
para la história compamda da apropriay1ío territorial na Argentina e no Brasil", en Economia e
Sociedade, núm. 12,junio, 1999,p. 119.
2Q "Del punto de vista conceptual la enfiteusis, fmUla típica de apropiación territorial en el
feudalismo europeo (derivada de la enfiteusis romana), está a medio camino entre el
arrendamiento y la propiedad plena [...] La enfiteusis argentina se diferencia del tipo feudal
porque rrllentms en esta la concesión era perpetua y efectuada entre particulares, en el caso

- 230­
prohistoriCl 5 • 2001
Una vez establecido el régimen enfitéutico, por decreto de 3 de Febrero de 1827 se
ordenó que los terrenos fuera de la línea de la frontera no podrían ser dados en enfiteusis.
Demarcándose en esa oportunidad la frontera por los siguientes puntos: de Cabo Corrien­
tes al Tandil, y desde allí a la laguna Curalafquen, Cruz Colorada, y Mar Clúquita del
Norte. El 19 de Septiembre de 1829 se acordó por decreto la donación en propiedad de
una suerte de estancia de media legua de fondo por media legua de frente para los qne
querian establecerse en la Nueva frontera, establecida en esta oportunidad en el fuerte
Federación. Las condiciones eran: transportarse al lugar y poblar con cien cabezas de
ganado vacuno o caballar, o el sembrado de producto equivalente a ese capital, levantar
rancho yabrirunpozo.2!
La falla principal que detecta Oddone en la ley de enfiteusis es que no linútaba la
superficie, dando canlpo libre a los especuladores: la gente COll mayores recursos o con
influencias en altas esferas del gobierno obtuvo fácilmente toda la tierra que quiso, dice el
autor. La ley de enfiteusis también fue desvirtuada, y el objetivo de crear una clase media
de COl0110S no fue logrado: los Anchorena encabezaron la lista de enfiteutas que obtuvie­
ron tieiTas entre 1822 y 1830 (l541eguas).22 En la década de 1830, durante el gobierno de
Juan Manuel de Rosas en la provincia de Buenos Aires, la política de premios y donaciones
apareció en escena. Aunque se puede relativizar la cantidad de tien-as que esta política
involucró,23 es transcendental desde el punto de vista institucional. Durante este periodo

argentino la tierra era una propiedad estatal y pennanecia inalienable", en OSORIO, Ligia y
SECRETO, Maria Verónica "Terras públicas ...", cit., p. 118.
21 MUZLERA, Joaquín Tierras Públicas. Recopilación de leyes, decretos y resoluciones de la
provincia de Buenos Airessobre tierras públicas desde 1810 a 1895, Isidro Solá Sans, La Plata,
1895, p. 103.
22 ODDONE, Jacinto La burguesía terrateniente argentina, Liberia, Buenos Aires, 1975, p. 69.
[la ed. 1930]. Sobre el fracaso de la ley de enfiteusis desde el punto de vista de la pérdida de su
espíritu ver CÁRCANO, :Miguel Ángel Evolución histórica del régimen de la tienu pública,
Endeba, Buenos Aires, 1972; decir "Anchorena" tiene un poder más simbólico que demostrativo;
decir Allchorena en Argentina es decir "clase dominante", Cfr. SEBRELI, Juan José Apogeo y
ocaso de los Al1chorena, Siglo XX, Buenos Aires, 1972. También LAMAS, Andrés Bemardillo
Rívadavia y la cuestión de la tierra, Biblioteca de la Liga Argentina para el impuesto único,
Buenos Aires, 1915. [1' ed. 1882J. Como parte de un plano de gobiemo, la ley de enfiteusis
estaba también vinculada a una serie de medidas que incluían políticas inmigraiorias, financieras,
y de reestlUcturación territoriaL Ver BAGÚ, Sérgio Elplan del gnJpo rivadaviallo, UNL, Rosario,
1966 y ARECES, Nidia y OSSANA, Edgardo Rivadavia y su tiempo, CEAL, Buenos Aires,
1984.
23 Acerca de la sobrestimación de las cantidades de tierras cedidas por el Estado, Intesta y Valencia
destacan en algunos trabajos el problema de las fuentes, problema metodológico que habría
llevado a muchos a confundir legislación con efectos de la legislación o con su aplicación.
Andrés Canetero, por ejemplo, tomó como fuentes las mensuras y no las tierras realmente
escrituradas. Los boletos emitidos no siempre fueron ubicados en una porción de tierra

- 231 •
MARíA V. SECRETO, "Procesos judiciales ... "

también se sa.llcionó la venta de tierras públicas, incluyendo alas previamente otorgadas


en enfiteusis. Una ley de 30 de Septiembre de 1834 autorizaba al gobierno para distribuir
en propiedad cincuenta leguas del Estado en la margen oriental del arroyo Sauce Grande
entre los coroneles efectivos y algunas otrdS personas que habían colaborado con la cam­
paña militar contra los indios "enenúgos" en el año anterior, b~io las órdenes de Juan
Manuel de Rosas. 24 Existieron durdlltc el periodo rosista diferentes tipos de donaciones:
por combate contra los indios y por fidelidad, estas últimas se inl¡1)onen después del levan­
tallÚento de los Libres del Sl!r en el 3110 1839, un movinúento de estancieros a
Rosas. Los involucrados fueron castigados con el embargo de sus bienes y el destieno;
pero los fieles fueron premiados con donaciones de tienas. 2S Dicen Infesta y Valencia que
"la distinción de tierras otorgadas en prellÚos por acciones contra los indios o por las
luchas contra adversarios políticos es necesaria porque fue a partir de esta discriminación
que ala caída de Rosas se aceptaron unas y anularon otras".26 Esto no sig¡úficó la
ecuación de reconocinúento de los títulos por acción contra los indios y el desconocinúen­
10 de los efectos de la ley de 1839.
Un decreto de 1854 liberaba a los arrendatarios del pago que hacían a los enfiteutas,
porque estos subalquilaban la tierra de la cual no estaban pagando el Ca.1l011 al Estado. Se
prolúbía también el desalojamiento de los arrendatarios que se anlparasen en este decreto
y, por lo tanto, no pagaran el arrendamiento a los enfiteutas, esto hasta que se legislase
sobre la materia. 27 Después de a1h'UIlaS tentativas legislativas para solucionar los efectos
fundiarios del periodo rosista, una ley de 21 de Octubre de 1857 autorizó al Poder Ej ecu­
tivo a arrendar tienlls públicas simplemente ocupadas o que se hallaban en enfiteusis. Los

determinada y escriturada. Aquellas autoras recuerdan cómo era el procedimiento administrativo:


primero la tierra debía ser mensurada y luego escriturada, por lo cual no toda la tierra que
pasaba pore1 primer proceso segundo. Véase INFESTA, Mrui8 y VALENCIA, Marta
"Tierras, prenüos y donaciones", en Anuario IEHS, núm. 2, Tandil, 1987; CARRETERO, Andrés
La propiedad de la tielra en la época de El Coloquio, Buenos Aires, 1972.
24 MUZLERA, Joaquín Tierras Públicas... , cit., p. 107.
25 Por decreto de 16 de setiembre de 1840 Ro&'ls establecía que se declaraban "responsables los
bienes muebles y imnuebles, acciones y derechos de cualquier clase que sean, en la ciudad yen
el campo, pertenecientes a los traidores salvajes unitarios, en la reparación de los quebrantos
causados en las fortunas de los jefes federales por las hordas del desnaturalizado traidor Juan
Lavalle, a los gastos extraordinarios a que se vio obligado el tesoro público para hacer tiente a
la barbara inva~ión de este execrable asesino, ya los premios que el Gobiemo ha acordado en
favor del ejercito de línea y milicia y demás valientes defensores de la libertad y dignidad de
nueslracol1federación y de América", en GOYENA, JuanDigesto Rural y Agrario: recopilaciór¡
de leyes, decretos, resoluciones, fallos de las cortes federal y provincial, etc., Juan Alsina,
Buenos Aires, 1892, Tomo 2,p. 23.
26 INFESTA, María Elena y VAI""EN"CIA, Marta E. ''"Tien"as, premios .. .~', cit., p. 194.
2i MUZLERA,Joaquín Tierras Públicas ... , cit., Tomo l,p. ISO.

- 232­
prohistoria 5-1001
contratos serían de ocho años y durante la vigencia de los mismos el Estado se reservaba
el derecho de enajenar las tierras, dando a los arrendatarios prioridad para la compra. El
precio del arrendamiento fue establecido entre 2.000$ m/c y 10.000$ m/c anuales por
le.gua cuadrada, condiciones para las tierras al interior de la frontera. Las tierras al exte­
rior de la misma debían ser concedidas gratuitamente. Los poseedores de tierras del Esta­
do por título de enfiteusis deberian pagar el canon vencido. Los enfiteutas de terrenos del
Estado que habían tenido embargados los bienes por decreto de 16 de septiembre de 1840
quedaban exceptuados del pago del canon atrasado hasta un rulo después del desembargo.
Esta ley trunbién establecía que los subarrendatarios de tierras públicas tenían derecho a
substituir al arrendatario principal por el Estado. 28
Una ley de 1858 pondría unpUllto [mal en la cuestión: entre el8 de díciembre de 1829 y
3 de febrero de 1852 se anularon las donaciones, pero se reconocieron los premios por com­
bate contralos indios. Losboletos de los titulares debían ser localizadosfuera de lafrontera en
el plazo de noventa días; se anularon los premios de fidelidad de 1839, pero se reconocieron
los derechos de los enfiteutas que habían comprado enel marco de la misma ley. En 1876 se
sancionó una ley de colonización e inmigración, que fue, de acuerdo a Scobie, una verdadero
ley de colonización, abriendo posibilidades para empresas privadas de colonización (aunque
de las 225 compaíuas de colonización que obtuvieron la concesión de tierras para los fmes
mencionados, sólo 14 cumplieron con el obj etivo de la subdivisióny colonización).29 En 1887
se sancionó la ley de Centros Agrícolas, por la que se autorizaba al poder ~ecutivo para
formar centros agrÍColas en la provincia. Las tierras en que se crearían estos centros eran las
que rodeaban a las estaciones del ferrocarril, pero el proyecto no fue exitoso: los centros no
fueron creados y la especulación con los créditos fue tal que quedó una deuda en el Banco
Hipotecario de la provincia por cien millones de pesos. En palabras de Francisco Se~'UÍ:

"La ley abría las puertas a las facilidades del crédito, sobre todo en el banco
Hipotecarío y la época fatal por los delirios de grandezas; el abuso hizo presa
de la ley, la crisis sobrevino y hoyes una lrunentable ruina. Desnaturalizada
por la especulación vil. Falseada por la tendencia a la conservación de las
grandes áreas [... JEn el mejor de los casos el empresario del centro agrícola se
entregó el mismo al cultivo de la totalidad de la tierra."30

28 GOYENA, JuaIlDigesto ... , cit, Tomo 2, pp. 22-27.


29 SCOBIE, James Revolución en las pampas: Historia social del trigo argentino 1860-19/0,
Solar, BuellosAires, 1968, p. 151.
30 SEGUl, Francisco Investigación parlamentaria sobre agricultura, ganadería, industrias
derivadas y colonización. Ordenada por la Cámara de Diputados del Congreso Nacional.
Anexo B Provincia de Buenos Aires, Talleres tipográficos de laPenitencialiaNacional., Buenos
Aires, 1898, pp. 8-9. Sobre los Centros Agrícolas GIRBAL DE BLACHA, NOenú Los Centros
agricolas en fa provincia de Buenos Aires, Fundación para la educación, la la cultura,
sir.

- 233 ­
MARíA V. SECRETO, "Procesos judiciales ... "

La ley de 1876 había llegado tarde para la región pampeana, sólo era aplicable en los
territorios nacionales; la normativa referida a los centros agrícolas que buscaba crear la
pequeña propiedad en el corazón de la pampa fue totalmente desvirtuada.

Confusiones y superposiciones: Díaz Vélez y los conflictos de vecindad


El General Díaz nació en Buenos Aires en 1790. Sus padres eran personas de
cierta fortuna. Se dedicó a la carrera de las annas y en 1810 participó de la Revolución y
fue al frente de la v&l1guardia del del Alto Peru. En 1813 fue nombrado goberna­
dor interino de Salta y al poco tomó posesión en Potosí. Un 3110 fue llom~
brado teniente gobernador de Santa Fe. En Julio de 1816 fue enviado a Entre Ríos por
causa de la incursión de pactando con este último. El 14 de noviembre de 1818
fue nombrado interino de Buenos Aires, cargo que ~jerció hasta ellliio 1820,
a para regresar un arlo En 1822 re¡ncor~
porado al ejército y se retiró ese mismo año.
En este periodo comienza él un rol de importancia la por las tierras
públicas. En 1819, el Capitán Bartolomé de Latorrepidió como recompensa por los servi­
cios durante las Guerras de la Independencia3 ! una extensión de tierra en la
front€~ra, al sur del río Salado, más precisamente al sudeste, en Chascomús. El Soberano
Congreso concedió a Latorre la propiedad de tres leguas de frente por cuatro de fondo
(doce lef,'U3S y el Capitán levantó "ranchos" y colocó ganado, pero un año
después de haberse establecido la región sufrió una avanzada indígena. LatOlTe fue muer­
to .Y sus cinco bijos fueron cautivos: "jamás título gratuito fue mas terriblemente oneroso",
dice Avellaneda al respecto. 32 Doña Dionisia Marin, viuda de resolvió vender
esas y fue autorizada por el Juez de Primera Instancia: las tierras fueron compra­
das en 1822 por el General Eustaquio Díaz Vélez.
En 1822, Díaz V élez compró la merced de la 'viuda de Latorre en esta de frontera.
Así se refiere Avellaneda a del Congreso que declaró la independencia, política
que favoreció a los pioneros de la frontera:

¡¡ En 1817 un decreto sobre población de la nueva línea de frontera decía que" ...existiendo un
crecido nluuero de ollciales agregados al estado mayor de plaza, a quienes no puede colocar por
ahora este Gobierno Supremo eulos regimientos de línea [... ] ni acudirles oportunamente con
los sueldos que les concspondcn por la escasez del tesoro público, siendo acn.--edores por sus
servicios a las distinciones y recompensas con que la patria honra el mérito, y deseando
proporciolwrlesmedios honestos de subsistencia, he verúdo en acordar, que losrefC1idos oficiales
que quisieren dedicarse a fOlmar establecimientos en las nueva línea de fronteras que va a
extenderse, sean con la repartición de terrenos y au.xilíados con alguna
cantidad de dinero ... ", citado en MUZLERA, Joaquín Tienns Públicas... , cit., Tomo 1, p. 11.
32 AVELLANEDA, NicolásAIanifiesto... , cit.,p. 11. Lcvantarrancho y colocar ganado cFdIllas
condiciones necesarias para las donaciones y concesiones, recordemos que éste es el relato del
abogado de la defensa, y que no consta prueba.

- 234·

prohistoriCl 5 • 2001
"Tal el espíritu alto y justo del que se encontraba compenetrado para recom­
pensar al animoso poblador del desierto, que desafiando la soledad, la miseria
y peligros inauditos, ha sido el verdadero creador de esta riqueza territorial
que hoy enciende tantas codicias [...] bajo el imperio de estas disposiciones fue
constituido el título originario [ ... ] y que es la verdadera raíz de los derechos
puestos hoy en controversia."33

Fue la frontera la que pemütió la merced de Latorre, la compra de Díaz Vélez y la


transferencia para el lejano sur al exterior de la frontera. Aunque durante el régimen
presidencial ninguna ley revocó las mercedes concedidas entre 1818 y 1822, tampoco se
realizó reconocimiento alh'1lll0. Recordemos que durante los años posteriores a la inde­
pendencia, no se innovó demasiado en la cuestión de la tierra, y formas como la merced
continuaron vigentes. Cuando en 1822 el General se presentó solicitando el reconoci­
miento de su propiedad, la petición fue rechazada: se consideraban los terrenos que Díaz
Vé1ez estimaba suyos como "tierras públicas". Entonces Díaz Vélez demandó esos telTe­
nos en enfiteusis, compitiendo con otros dos interesados. En 1826 se realizó la mensura y,
los tres dividieron el terreno demandado, a pesar de que la superficie no era suficiente
para las tres denuncias. En realidad los interesados concordaron la división sobre la base
de la mensura oficial. De esta forma, de las doce a que aspiraba, Díaz Vélez quedó con
tres leguas y ciento cincuenta milésimos.
Por decreto de 13 Septiembre de 1829, se restablecieron las antiguas mercedes. El7
de Junio de 1830, la ley reparadora, como fue conocida en la época, reconoció las merce­
des, siempre que estuvieran ocupadas. 34 En 1830 es revalidada la merced que fuera origi­
nariamente de Latorre y que Díaz Vé1ez había adquirido por compra, pero entonces
estaban en las tierras los otros dos enfiteutas y alglh'lOS "intrusos", entre ellos, y por
tnmsmisión sucesiva de derechos, Don José Vidal, el Comandante Don Francisco Aguilera
y el propio Juan Manuel de Rosas. 35 Díaz Vélez solicitó rápidamente la transferencia de
la propiedad de estas tierras (las de la merced) acrecentada de una compensación de 50%
para las que tenía en enfiteusis sobre el río Quequén Grande, al sudeste de la provincia

l3 AVELLANEDA, NicoláslHanif¡esto..., cit., p. 10. Aunque cuando Avellaneda se referia a los


ocupantes de la merced de Laton·e que compró Díaz Vélez, lo hizo en términos de "invasores".
34 Refiriéndose a esa ley de 7 de julio de 1830, Avellaneda dice que aún cuando esa ley hubiera
declarado caducas y nulas las mercedes, ellas serian válidas y la ley nula porque hay nulidad en
leyes que aruquilan derechos adquiridos, en AVELLANEDA, NicolásAianif¡esto..., cit., p. 22.
,s La presencia de ocupantes en las tierras denunciadas evidencia la no ocupación efectiva de la
merced por parte de Díaz Vélez. La prioridad dada a los ocupantes entra dentro de los usos y
costumbres de la campaña. Sobre costumbres agrarias ver TIIOMPSON, Edward Palmer
"Costume, leí e...", cit.,pp. 86-149. Sobre costumbres en la campaña bonaerense ver FRADKIN,
Raúl "Entre la ley y la práctica: la costumbre en la campaña bonaerense de la primera mitad del
XIX", en AnuarioIEHS, núm. 12, Tandil, 1997,pp.141-156.

·235 ­
MARiA V. SECRETO, "Procesos judiciales... "

de Buenos Aires. El gobierno se declaró favorable a esta pennuta, firnlando en el año


1834 un contrato que legitimaba la transferencia y que fue celebrado entre "el gobierno
de General Viamonte y el General Díaz Vélez, el vencedor de Tucumán, el amigo de
Belgrano." 36
Es importante preguntamos: ¿Cómo adquiere esa enfiteusis al sur de la provincia de
Buenos Aires, en aquellas tierras del Quequén? En 1828 fueron concedidas en enfiteusis
treinta y dos leguas cuadradas a Calixto Oyuela, Santiago Figueredo y Francisco Cabayes,
los cuales las transfIrieron, el mismo año al General Eustáquio Díaz Vélez. En 1834 la
esposa del General solicitó la compensación y el Estado concedió la propiedad de diecio­
cho leguas cuadradas (recordemos que eran las doce de la merced más el 50% por la
compensación de la distancia respecto a Buenos Aires y los peligros de la frontera) dentro
de las treinta y dos dela enfiteusis. En 1836, por ley de 10 de mayo, Díaz Vélez adquirió
en propiedad, el resto de la enfiteusis por $ 46.800. Por esta ley el gobierno puso a la venta
mil quinientas leguas cuadradas. Sobre la fonna de pago, dice Oddone que los comprado­
res tuvieron a su favor todo tipo de facilidades: contratos a largo plazo sin interés, en
muchos casos fueron eximidos de la deuda del canon y hasta permitió el pago en especies
para los que no tenian dinero efectivo.
El gobierno aceptó la pennuta propuesta por Díaz Vélez, y fue necesario mensurar los
campos del Quequén. Debía preceder, sin embargo, la liquidación del Departamento To­
pográfico, el cual realizó el cálculo basándose en la mensura de la enfiteusis de 1826, que
era la que constaba en sus archivos. La nueva propiedad debía tener 4 leguas y 735 milé­
simos. La esposa de Díaz Vélez, Carmen Guerrero, recusó esta liquidación y el gobierno
convocó nuevamente a su Asesor y al Fiscal, quien rechazó la liquidación del Departa­
mento Topográfico y aconsc:ió otra con base en la merced. La posición del Departamento
Topográfico es justificada por Avellaneda al considerar que sus miembros se mostraban
prudentes ya que la ley de esa institución les prohibía dar apreciaciones de tipo juridico.
En el duplicado de la mensura de 1834 de las tierrJs sobre el río Quequén se puede leer
que "se procedió a la mensUf"d. de las 18 leguas cuadradas ... de lo cual resulta que el
terreno de enfiteusis quedó reducido a solas 14 leguas cuadradas". Como veremos, la
enfiteusis transferida para Díaz Vélez era de 32 leguas cuadradas. También en el duplica­
do consta con fecha de 10 de Octubre de 1834 en Buenos Aires:
"Se ha tomado [rJzón] del decreto de 22 de abril de 1834 declarando propie­
dad particular del General Estaquio Díaz Vélez las 18 leguas cuadradas medi­

36 Así es presentado el General Díaz Vélez por su abogado ante el Juez: como un héroe de la
guerra de Independencia, que había combatido junto a otro gran héroe de proyección nacional
como era Belgrano. Aunque una biografía de Díaz Vélez dice que en 1816 "".deshonró su
comisión pactando con el enemigo y separando del ejército al C:reneral Belgrano", en uuAONDO,
Enrique Diccionario Biográfico Argentino, Coni, Buenos Aires, 1938.

w 236­
prohistoriG 5 - IDO 1

das en la horqueta del Quequén Grande. Esta anotación se ha hecho conse­


cuencia de una solicitud promovida por el interesado en 8de octubre de 1834. "37

Las argumentaciones del Fiscal que actuó en 1834 fueron 10 suficientemente fuertes
como para desmoronar las objeciones del Departanlento Topográfico. El gobierno aprobó
la nueva liquidacIón y la mensura, y otorgó una escritura con la que se tomó posesión de
los terrenos del Quequén. Mientras tanto, Díaz Vélez había sido elegido Juez de paz del
partido de Chascomús en 1828, aunque renunció al poco tiempo. En las elecciones de
1833 fue electo representante por los partidos de Montes y Lobos, pero talllbién en esa
oportunidad renunció. En 1837 fue llUeValllente propuesto para Juez de Paz, esta vez por
el partido de Montserrat Al proponerlo para este cargo, el comisario Laguna decía sobre
DíazVélez:
"Federal neto, natural de Buenos Ayres, residente en la eX'Presada parroquia y
hacendado en la campaña, estado casado, edad 56 mlos, capital de buena con­
sideración, conducta buena, tiene conocimiento de leer y escribir, ha prestado
servicios a la Sagrada Causa y a la Restauración de Nuestras Leyes con su
persona y bienes."

En los hechos, parece que Díaz Vélez no fue un federal neto, o por 10 menos no como
Rosas y sus partidarios esperaban, o creyó mej orrepresentados sus intereses de clase jlmto
con los otros hacendados del movimiento. Dos años despnés de esto embargaban todos
sus bienes como represalia por haber participado en la revolución de los Libres del Sud.
Pero hasta entonces, es decir, hasta el mlo 1839, se había comportado como "un federal",
y fue durante la décadarosísta (1829 a 1839) cuando concentró sus grandes propiedades
rurales. Después de permanecer detenido un breve lapso, Díaz Vélez huyó para Montevi­
deo, retomando a Argentina en 1852, poco después de la batalla de Caseros. Consiguió
rescatar todos sus bienes antes de morir en 1856: en ocasión de la muerte ab-intestato de
su mujer, Carmen Guerrero, ocurrida en 1853, el General Díaz Vélez se propone hacer el
inventario, no encuentra mayor obstáculo respecto de las propiedades urbanas, pero todo
se complica con los bienes del campo. Díaz Vélez alega que los desastres de épocas pasa­
das han dejado esas propiedades en un "completo desorden";

37 Geodesia, MOP, duplicado de la mensura de Carmen GuelTero de Díaz Vélez, Sección de Bahía
Blanca,Agrimensor Chiclana, Alio 1834. Cuando al año siguientcAndujar transfiere para Díaz
Vélez las tierras que tenía en Médano Blanco, se realiza otra mensura. En ~1e oficio se adjuntan
cuatro pedidos de arrendamiento, dos fechados en 1862 y los otros dos en 1869. Geodesia,
MOP, duplicado de la mensura de Francisco Andujar, Agrimensor Chiclana, Año 1835. Estas
tierras mensuradas son linderas de las otras 32 leguas deDíaz Vélez. Se agrega con fecha 91111
1837 que fue aprobada la mensura de las 12 leguas, y se autoriza a Andl~ar para transferir en
favor de Díaz Vélez ,por la cantidad de 37000 pesos, el terreno que le fue concedido en enfiteusis.

- 237­
MARÍA V. "Procesos judiciales... "

"Sin embargo mi deseo es proceder cuanto antes a fonnar los inventarios en


todo lo que se pueda porque quiero arreglar la testamenterÍa sin más demora
que la que han acarreado los últimos sucesos, y sobre todo pagar la deuda
sagrada que pesa sobre ella por todos los alimentos de la fa,.'1lilia desde 1840
[ ... ] En todo ese tiempo fue necesario tomar dinero a interés. "~8

Un decreto de 16 de Octubre de 1857 estableció la nueva línea de frontera con la


ftnalidad de pedir tierras dentro o fuera de esta. Se consideraba entonces como última
línea, aquel lugar hasta donde se extendían las últimas poblaciones continuas, siendo así
factibles de ser guarnecidas por las tropas. 39 Esta línea era la base para la solicitación de
tielTas. Las que estaban al eA'tenor de esta línea podrían ser solicitadas, quedando
sados los concesionarios del pago del pero con la condición de que cuando
esos terrenos en el interior de la Nueva Frontera los poseedores pagmian desde
entonces el valor del arrendamiento que se estableciera. Por decreto de 20 de se~mc:mt)f
de 1862, basándose en las concesiones hechas fuera de la frontera se consideraba:
"Que la tierra pública há a ser un objeto de especulación, siendo gene­
ralmente solicitado por personas que no tienen al solicitarla ni la intención, ni
los medios de poblarla, ni más objeto que vender la acción adquirida a térmi~
nos de que, habiendo más de 1.500 leguas concedidas al exterior de la línea de
frontera, muy pocas son las que se encuentran pobladas, que o no encuentran
terrenos baldíos, o tienen que adquirir a subidos precios el derecho a poblar­
10s."4O

Por este motivo se estableCÍan las siguientes medidas preventivas: a) las denuncias
debían presentarse directamente de la Oficina de Tierras Públicas, b) los empleados
de la Oftcina de Tierras Públicas, del Departamento Topográfico y de los ML,isterios
públicos no podrían solicitar e) las condiciones de población tendrían que cum­
plírse en el plazo de un afto. Y, sin haber cumplido esas condiciones, no se podrían hacer
transferencias. Para constatar que se había cumplido el requisito de se debía
presentar certificado del Juez de Paz.
Para garantizar el cumplimiento de las condiciones de población de las tierras al exte­
rior de la línea de frontera se decretaba en 16 de Octubre de 1863 que todo denunciante

38 AGN, Sucesiones.
39 "Siendo ésta por ahora al sud la que se extiende al intelior del Quen-quen Grande, Siena del
Tandil, y al Arroyo Tapalque,hasta encontrarse en su prolongación con el fortín esperanza hasta
el de Cruz de Guerra, y la línea de fortincsc:\ieriores que cubre el Bragado, y al Norte, desde el
fortín Ituzaingo hasta Junín, y de éste hasta la puerta del aJ.TOyO del Medio en una línea que
corre en dirección al campamento de la Loma Negra.", en MUZLERA, Joaquín Tierras
Públicas ... , cit., pp. 201·202.
40 MUZLERA, Joaquín Tierras Públicas ... , cit., pp. 34-35.

- 238­
prohistoria 5 - 2001
debía depositar en el banco de la Provincia de Buenos Aires a la orden del gobierno, la
cuantía de 10$ mJe. En el caso de hacer efectivas las condiciones de población el dinero
sería devuelto con intereses, previa exhibición del certificado. Caso contrario quedaría en
beneficio del erario público. Una ley de 14 de Agosto de 1871 reglamentaba la venta de
tierra pública al e:x.1.erior de la línea de frontera. Los concesionarios podían comprar, mas
se especificaba que tenían preferencia para la compra los arrendatarios de éstos.

El Estado y Díaz Vélez


En 1865, el fisco pretendió la restitución de gran parte de la propiedad de los Díaz
Vélez sobre las márgenes del Quequén, argumentando que, cuando Díaz Vélez se amparó
en la ley de 7 de julio de 1830 (la cual reconocía la validez de las mercedes otorgadas entre
1818 y 1822) lo había hecho basándose en la mensura de 1826, esto es, en enfiteusis. Uno
de los requisitos para realizar la revalidación era tener mensura oficial, y Díaz Vélez
solamente contaba con aquella de las tres leguas y ciento y cincuenta milésimas de la
enfiteusis. De esta forma, la tnmsferencia de 1834 no podría haber sido hecha a cambio de
una superficie mayor. De acuerdo a la argumentación del Fiscal De Pico:
"Este acto de revalidación no alteró en nada la extensión del terreno, y tanto
menos podría hacerlo, cuanto el artículo 2° de esta ley disponía eA.'presamente
que 'la extensión de cada merced se entenderá ser, la que se determine por una
mensura que no exceda los límites que marque el título'. Sólo se reconoció la
validez del titulo. La extensión del terreno estaba fijada por la mensura de
1826 y el convenío de las partes interesadas."41

Este fue el punto de la argumentación del Fiscal Pico y sobre esto Avellaneda hizo la
siguiente observación: si la merced fue rechazada, la propiedad particular no fue recono­
cida y los campos fueron declarados de propiedad pública, entonces la mensura de 1826
no tuvo por objeto la merced sino ubicar un titulo enfitéutico. Este seria el argumento más
fuerte elaborado por Avellaneda para defensa de sus clientes. La cosa juzgada, el argu­
mento más contundente de Avellaneda se apoyaba en que:
identidad en la cuestión, como en la materia sobre la que versa y es su
objeto; puesto que no se ha deducido acción alguna que tienda a illvalidar el
contrato; y sólo se trata, como se trató en l834 de rectificar la base de la
liquidación, que hoy como entonces se suponía equivocada, produciendo las
mismas consideraciones."42

Por otra parte, Avellaneda realizó la defensa de los intereses de su cliente, apoyándose
en su hipótesis, que vendría a ser tradicional en su abordaj e, de que el valor de la tierra es

41 AVELLANEDA, Nicolás Maniflesto... , cit.,p. 31.


42 AVELLANEDA, Nicolási\/lániflesto ... , cit.,p. 59.

- 239 ­
MARíA V. SECRETO, "Procesos judiciales... "

otorgado por la ocupación ypor el trabajo, considerando sagrados los derechos que defen­
día. Para justificar ésta, él contaba con treinta años de "posesión" de esas tierras por la
familia Díaz Vélez. Podemos coincidir con Avellaneda en señalar que el General Díaz
Vélez pidió la transferencia para evitar problemas al Estado en relación con aquellas
tierras tan disputadas. Pero nos inclinamos a pensar esa actitud como una estrategia de
concentración de su propiedad.
Cuando los herederos en 1865 enfrentan al Fiscal del Estado en la causa en que fueron
representados por el Dr. Avellaneda, ya habían disputado los derechos sobre parte de los
campos del Quequén con algunos de sus vecinos yvolveriml a enfrentarlos después. Mu­
chos de esos vecinos eran simples ocupantes y arrendatarios de la familia Díaz V élez y del
Estado;" como es el caso de José Maria Vásquez y Amadeo Muñoz. 44 Según Avellaneda,
el sistema de arrendamiento era la causa de los litigios, como así también el desconoci­
miento de las tierras públicas. Los solicitantes, afmna, "denuncian" los campos como si
ellos fuesen los descubridores. La denullcia iniciaba un ex-pediente que muchas veces se
convertía en litigio por la presencia de otros interesados,45 En la causa, el fiscal Pico
aparece como un celoso defensor de los intereses del Estado. Cuando en 18621lega a la
conclusión de que las concesiones hechas al exterior de la frontera habían suscitado espe­
culación, él consulta al Ministro de gobiemo relatándole que en 1860 había recibido
órdenes de no aceptar transferencias de derechos de concesiones al exterior de la frontera
sin que previamente se hubiesen completado las condiciones incluidas en el contrato de
concesión.
"Exmo. Sr.: El gobierno se halla en el caso de tomar las medidas eficaces para
evitar que se hagan concesiones de tierra fuera de la frontera, a personas que
no tienen el ánimo ni los medios de poblarlas. Estos figurados arrendatarios
estorbfu'l a los pobladores de buena fe, [... ] Pero el fiscal no cree que el prohibir
las transferencias hasta que esté poblado el terreno pueda ser una medida ca­
paz de cortar el abuso. El mismo negocio se disfrazaría de mil modos. [...] El

43 Para un pedodo anterior, pero que puede an'ojar luz sobre este ver: FRADKJN, Raúl "'Labradores
del instante', 'arrendatarios eventuales': el arriendo rural en Buenos Aires a fines de la época
colonial", en BJERG, María Mónica y REGIJERA, Andrea Problemas de la historia agmria:
nuevos debates y perspectivas de i nvestigacióll, Tandil, 1995, pp. 47-77.
44 Eulos procesos de mensura aparece protestando en representación de Andrés Egaña (miembro
de la testamentería por ser el marido de una de las hijas del GeneralDíaz Vélez). Sólo después
de testimoniar las "pretensiones" de alglffios vecinos es que solicitará las tienlls que arrendaba
a Egaña, las solicitará en arrendamiento directo al Estado.
45 A VELIANEDA, Nicolás Estudio sobre las leyes de tierras públicas, Jackson, BuellosAires, si
d.,p.125-137. Avellaneda compara esta situación con la cielos Estados Unidos dondelamellsura
era previa. Además de otras cuesÜolles como la propiedad plena, la venta directa de la tieml
con un precio ni alto la mensura previa es una de las soluciones apuntadas por el autor
para la cuestión agl1lria argentina.

·240 ­
prohistoria 5·2001
fiscal cree que serán más eficaces los medios siguientes: 1) Obligar a los con­
cesionarios a hacer la mensura del ten'eno y presentarla al Departamento To­
pográfico dentro de un corto tieu1po, 4 meses por ejemplo, 2) Obligarles a
presentar a la Oficina de Tierras Públicas dentro de un año un certificado del
Jnez de Paz del partido [...) 3) Declarar que los témlÍnos para medir y poblar
son pereutorios, que por el hecho de venderse sin haberse hecho la mensura y
certificado del Juez de paz caducará la concesión y no se concederá prorroga
de término en ningún caso y bajo ningún pretexto. 4) qne todo el que desiste
del arrendamiento concedido deberá pagar una multa ... "46

La respuesta áspera de Valentín Alsina denota que Pico (que reclamó para el Estado
una gran patte de las tierras de la testamentería de Díaz Vélez en 1864) había aprobado
?Jgunas transferencias sin que los concesionarios hubieran cumplido las obligaciones que
la concesión estipulaba 47 Parece que el celo deljefe de la Oficina de Tierras surgió repen­
tinamente en 1864 o tal vez como consecuencia de las represalias sufridas. Pero una cosa
queda clara: las tierras al exterior de la fronterd pasaron a ser una de las principales
preocupaciones del fiscal y de la Oficina de Tierras. Es difícil determinar si la presión
ejercida por los vecinos disputando y denunciando esa porción de tierras como públicas
llevaron al Fiscal a entablar en 1865 una causa judicial a los herederos del General Díaz
Vélez ya cuestionar la liquidación del Departamento Topográfico, o sí fueron los mmores
sobre la intención del Estado de reclamar esas tierras como propias lo que llevó a los
vecinos a reclamar también la tierra como pública. En todo caso, es evidente que primero
Díaz y después su testatnenteria, gozaban de alf,'1ÍIl privilegio con relación al domi­
nio sobre la tierra, codiciada por sus vecinos. También es evidente que esa acumulación
había sido permitida por las relaciones de que había gozado el General Díaz Vélez entre
1810 y 1839. Héroe de la revolución, federal en el periodo rosista -recordemos que entre

46 MUZLERA, Joaquín Tierras Públicas..., cit., Tomo 2, p.35-37.


47 "Exmo. Sr.: Si la Oficina de Tierra Pública recibió en 1860 orden verbal para no admitir
transferencia de concesiones de terrenos sitos fuera de la lÚ1ea de frontera sin que el concesiomuio
hubiese llenado las condiciones [ ...] no se concibe ni por que há concedido ulfunamente algunas,
sin aquel requisito. Ni por que duda hoy y consulta sobre las vistas que puede tener el gobiemo,
pues es sabido que toda otlcina debe seguir observando las ordenes que una vez recibidas
mientras no se reciba las contrarias [ ... ] Pero en fín; contrayéndome a lo sustancial del asunto,
y en vista de las observaciones del Sr. Fiscal, debo decir que, a mi juicio bastaría restaurar la
observancia rigurosa de esa orden de 1860, y optar como medio y pmeba lo que ella dispone, la
segunda de las medidas que el fiscal propone, aüadiendo después de la expresión "dentro de 1m
año" las de perentorio y ímprOlTOgable y baj o pena de caducidad de la concesión. Las demás no
serian mayonnente necesarias", en MUZLERA, Joaquín rien'as Públicas..., cit., Tomo 2, p.
35-37.

- 241 ­
MARiA V. "Procesos judiciales..."

1829 Y 1839 consolidó su posición como propietario mral- y finalmente, adherente del
movimiento de los Libres del Sud.
La propiedad de los Díaz V étez no fue menguada por ninguna de las reclamaciones,
aunque las expropiaciones comenzaron en 1881 a partir de una acción de los vecinos, que
pretendieron fundar un poblado cabecera del partido de Necochea creado en 1865. Los
vecinos iniciaron trámites en busca de este objetivo, trámites que terminaron con la ex­
propiación de cuatro leguas de la familia Díaz Vélez. Al abordar "el conflicto de vecin­
dad" el jurisconsulto San Tiago Dantas, dice que una cosa tiene que ser esclarecida, " ... el
problema de vecindad no se presentó en los mismos ténninos al jurisconsulto romano,
medieval o moderno; el hecho social de la vecindad se transformó, los conflictos más
frecuentes en una época, en otra se toman raros, y en su lugar surgen nuevos, a los cuales
no se adaptan las soluciones precedentes."48 Podemos decir entonces que el hecho social
de la vecindad se presentó en la campaña bonaerense del siglo XIX, como una cuestión de
limites de la propiedad y de la e).iralimitación de esos derechos. Porque hay otra caracte­
rística que es mencionada por Dantas, siguiendo a lhering, " .. .1a separación entre los
predios, aún cuando manifestada exteriormente por fosos, empalizadas, muros, etc. no
destruye su relación natural de cohesión y dependencia recíproca."49 Y esto, supoIÚendo
que existiera esa separación, que no era el caso, "la costumbre en tanto ley y práctica, se
asocia a la construcción de conceptos y categorías sociales, y en esta sociedad coexistían
muy diversas nociones acerca de la propiedad [... ] sólo conel alambrado será posible una
nueva representación de las relaciones sociales y la propiedad."50
Entre las nociones acerca de la propiedad que acudieron para generar esta serie de
conflictos debemos mencionar la categoría de "mejor derecho": si bicnhay algunos casos
en que el mejorderecho es fácil de estipular, como en el caso de la existencia de títulos, la
existencia de un derecho consuetudinario de ocupación efectiva llevó a muchos ocupantes
a reclamar en este caso tierras que efectivanlente ocupaban con ganados en la región de
Médano Blanco.
En el proceso judicial de 1865 no aparecen las otras tierras que Díaz V élez poseía, ni
se hace mención a cómo se constituyó la propiedad mediante sucesivas anexiones. Pero
sabemos que desde la merced, pasando por la enfiteusis, las transferencias y las ventas del
periodo rosista, el embargo de 1839 y la recuperación pos Caseros, se constituyó la propie­
dad de los Díaz Vélez en el sudeste bonaerense, que se mantuvo hasta el año 1881, cuando
fue fWldado el pueblo de Necochea y parte de esa gran extensión fue e.x1'ropíada, a través
de la legislación sobre fundación de poblados. Pero, estariamos muy engrulados si simplí­

48 DANTAS, SanTiago O co;iflifo de vízinhanfa e sua composi«Io, Forense, Río de Janeiro, 1972,
p.15.
49 VON IHERlNG, R. Des restrictions ímposées aux propriétaíres fonciers dans 1'íntet-et des
voisiollS, citado por DANTAS, San Tiago O cm!flito de ... , cit. p. 114.
so FRADKIN, Raúl "Entre la ley...", cit., p. 151.

- 242­
prohistorio 5 - 2001
ficáramos las disputas sobre las tierras de Díaz Vélez y de su testamentería, ala referida
de 1865: otrdS disputas, aunque no comprometiesen tanto los derechos de la testamentería,
acontecieron entre 1862 y 1878. En efecto, en 1862 Pedro Villamor envió una solicitnd a
la Oficina de Tierras Públicas con la fmalidad de arrendar tierras, al exterior de la fron­
tera, pidiendo para tal fin las ubicadas con frente a Arroyo Seco, también conocido como
Arroyo Mendoza. Tal solicitud no podía ser atendida porque la Oficina de Tierras regis­
traba otra petición anterior de Pascual Muñoz. En diciembre de 1863 Pascual Muñoz
presenta una solicitud de compra, y su abogado avala elpedido enlos siguientes tém1Í1lOs:
"Los denunciantes a quienes acabo de referirme, Exmo. Sr. han perdido su
derecho por cuanto no han practicado las diligencias establecidas dentro del
término de la ley [...] ha cesado ya la razón que cerró las puertas a mi comiten­
te. Es en virtud de ellos que me presento solicitando la referida área de canlpo
en compra."51

Al Departamento Topográfico le constaba que esas tierras debían estar en los límites
del terreno de Francisco Andujar y que en esa fecha pertenecían a los herederos del Gene­
ral Díaz Vélez. No obstante, fue autorizada la compra provisoria a Pascual MUñoz.52 Poco
después, el Juez de Paz de Loberia intimó el desalojo de MUñoz por considerar que, de
acuerdo a la testamenfería de Diaz Vélez, esas tierras pertenecían a Don Andrés Egaña
(En 1864 estas tierras pertenecían al partido de Loberia, después de 1865 pasaron a for­
marparte del de Necochea). La confusión real o aparente respecto a estas tierras incluye a
otras personas y a otras causas. En el mismo año, es decir, en 1867, Pascual Muñozpidió
ante el Juez de Paz del partido de Necochea el desalojo de un agregado, Juan Cepeda,
alegando que necesitaba de las tierras que este último ocupaba. El plazo fijado fue de tres
meses, luego de los cuales presentó la causa ante el Juez de Primera Instancia, dado que el
Juez de Paz se negaba a ~jecutar su sentencia argumentando incompetencia. El Juez de
Primera instancia solicitó al Alcalde "una vista de ojos" del establecimiento de Cepeda y
se certificó que Juan Cepeda se había trasladado a campos que arrendaba a Andrés Egaña,
y que el ganado salía en dirección opuesta a los campos de Muñoz. La "vista de ojos" era
una simple constatación in situ, absolutamente empírica, que implicaba la participación
de testigos y, como veremos, no era muy rigurosa respecto a las conclusiones.

51 AHPBA, Sección Real Audiencia y Cámara de Apelación de la provincia de Buenos Aires.


Todos los procesos administrativos citados en este trabajo fueron movidos por apoderados de
los demandantes y demandados. Para no saturare! texto con nombres hemos decidido designar
los procesos por los involucrados directos.
52 La situación era tan confusa y conílictiva que cuando el Departamento Topográfico expresó su
autorización provisoria, Muñoz pidió el desalojo de algunos "intrusos" que estarían en el terreno
solicitado. El Fiscal no hizo lugar a tal petición porque aoono se había practicado la mensura
que detenninaría la situación de las tierras y si existían terceros de mejor derecho.

- 243·

MARíA V. SECRETO, "Procesos judiciales... "

"En cumplimiento de la nota que antecede me transporté hoy día de la fecha


asociado de los pelitos nombrados Don Francisco Medina y Don Bmulio García
y testigos de actuación, ausentes las porno encontrarse actualmente en
este partido, al establecimiento de Juan Cepeda y entrando al examen objeto
de esta diligencia, se encontró que la población de Cepeda la lba] mucho en el
mes de enero al campo conocido como de don Andrés Egaña a quien le arren­
dó todo el campo que ocupa con su poblaciónjahuel y ganados siendo el des­
canso de estos en dirección completamente opuesta. al terreno de Muñoz y
distando la nueva población de Cepeda más de 12 cuadras de la antigua que
ocupaba. Con lo cual se terminó esta diligencia"

El Juez de Paz notificó entonces al Juez de Primera instancia sobre el desal~io de


Cepeda. Ante esta resolución, Amadeo MlLfíoz, en representación de su padre Pascual,
requirió la declardción de yecmos a escribió una carta preguntándoles si
Cepeda con!Ínu.:'1ba ocupando las tierras en cuestión. La pregunta fue formulada en los
siguientes términos:
"Muy Señor mio: a bien contestarme al pie de la presente si tiene Ud.
Conocimiento que Don Juan Cepeda continua ocupando con su hacienda el
campo que siempre ha ocupado con licencia de mi Sr. padre Pascual Muñoz.
Médano Blanco, 9 dejulio de 1868."

La pregunta no era muy clara, y las respuesías tampoco. Todos, inclusive el propio
alcalde, coincidieron en que Cepeda se encontraba en los núsmos campos y que solo había
cambiado el ganado de lugar. Que estas tierras que reclamaba Muñoz pertenecerían a la
testamenterÍa de Díaz Vélez, y que Egaña como parte de latestamellteria arrendaba a
terceros. Para aumentar la confusÍón, en 1867 Fermín Muñoz, herméillo de Pascual, se
presentó solicitando lm campo que ocupaba, y mencionó como siendo linderos a su her­
mano Pascual Muñoz, ZoiJo Francisco Medina y la Testamenteria de Díaz Vélez.
La respuesta que recibió fue que había otras denuncias anteriores e inclusive:
"Si la solicitud de compra entablada por Pascual Muñoz, a quien se cita como
lindero, llegara a tomar lugar ha de ocupar lma prute del terreno solicitado,
aím cuando el propio Murloz crea lo contrario, por estar situado hoy dentro de
los límites del terreno de los herederos del General Díaz Vélez, por más que se
diga que no es así. Por 10 demás el terreno es de propiedad pública y está
situado en el partido de Necochea al exterior de la línea de las fronteras."53

53 AHPBA, Sección ... cit.

- 244­
prohistoriaS ·2001
En ocasión de realizarse la mensura del terreno denunciado por Fermin MUlloz en
junio de 1868, se presentaron los linderos, como era establecido por ley, con sus títulos.
La observación del Depmtamento Topográfico fue que los linderos no eran tales, y que la
tierra correspondía a los herederos de Diaz Vélez. 54 Don José Maria Vásquez en represen­
tación de Don Andrés Egaña, se presentó días después de la mensura ante el Juez de paz
para confmnar su oposición, ya que se había negado a finnar la mensura, pero aquí no
acabó el conflicto. 55 En 1868 se presentaron dos solicitudes de las disputadas tierras, la de
Don José Maria Vásquez y la de Don Amadeo Mufíoz. El primero reclamó mejores dere­
chos que los Sres. Mufíoz al campo del pmtido de Necochea. Se trataba de tres lehruas que
decía ocupar y que pretendía comprar. El Departamento Topográfico solicitó entonces la
documentación necesaria para confinnar la ocupación. Vásquez presentó un recibo por el
valor de 10.000 pesos pagos en concepto de arrendamiento de un campo de propiedad de
Andrés Egaña en Médano Blanco.
"Como este es campo de propiedad pública al exterior de fronterdS y no que­
riendo continuar en el carácter de subarrendatario, como la ley me autoriza a
colocarme en la posición de arrendatario del gobierno, vengo, amparado por la
ley de 21 de 1857, artículo 14 a pedir a V.E. me tenga por arrendatario en la
extensión de tres legl.las que son1as que ocupo en mi establecimiento en Méda­
no Blanco: él tiene como 5.000 cabezas vacunas, muchas yeguarizas, pobla­
ciones, plantas [ ... ] La ubicación se hará en el paraje en el que el estableci­
miento está situado 10 que se designará por la mensura que desde ya ofrezco
practicar. Si alguna parte del terreno o todo él estuviese fuera del área concedi­
da a la sucesión de Díaz Vélez desde ya está, vengo denunciar y pretendo
mejor derecho al de cualquier otro que lo pretendiese [...] hago estas indicacio­
nes porque se me ha asegurado hay una concesión de los hernlanos Muñoz,
cuya concesión ya mensurada ha suscitado una protesta por parte del Sr. Egmla
sucesor en parte de la citada testamenteria."56

54 En este mismo año de 1868, Arnadeo Muñoz, hijo de Pascual, solicita un terreno que ocupaba
con población y algunas cabezas de ganado y que dice tratarse de tierra pública en el partido de
Necochea al exterior de la línea de las fronteras. Este terreno le había sido concedido y protes­
taron la mensura Francisco Medina y Andrés Egaña.
55 Geodesia, MOP. En 1865 Don Adolto Serna y Don Carlos Warnes arrendaron tres leguas de

terrenos públicos. En aquella oportunidad la IIlensuro fue practicada por Julio Díaz, cumpliendo

todas las condiciones de la concesión, según declaran, la transfIrieron para Francisco Medina y

fue escriturada por el gobiemo en marzo de 1867. La protesta es a causa de que ese terreno fue

invadido por la mensura que Malato realizara para los hennanos Muñoz. De acuerdo a las

Instrucciones a lo s Agrimensores, en &u articulo 52 se contemplaba larectificación de lamensura

concurriendo los dos agrimensores al lugar: Malato y Díaz, u otros.

56 AHPBA, Sección ..., cit.

- 245­
MARÍA V. SECRETO, "Procesos judícíales... "

La testamenterÍa respondió diciendo que no se trataba de tierras públicas, sino que


pertenecían a los herederos del General Díaz Vélez: "una parte de estos campos fue envez
pasada disputada por el FisC'al del gobierno; pero aquella cuestión concluyó y el pleno
dominio de la Testanlentería quedó reconocido". Decían también que pronto realizarían
la mensura, para la cual ya existía un despacho en el Departamento Topográfico. Supo­
nían que se encontrarían "sobrantes" dentro de los límites de la antigua mensura y recor­
daban tener derechos preferenciales para la compra.
En 1875 Anladeo Muñoz solicitó la compra de los dos terrenos que le habían sido
concedidos a él y a su heTIllano. Aunque estos fueron destinados por ley de Agosto de
1871 para ejido del poblado de Necochea, Muñoz argumentó la decisión del vecindario de
no fonnar el poblado en sus campos sino, en la boca del río Quequén, enlos CanlpOS de los
Díaz Vélez. El Departamento, como siempre hacía en estos casos, solicitó la documenta­
ción que confIrmara tratarse de un arrendatario, a lo cual el interesado dice ser simple­
mente un concesionario de algo así como 6 leguas. La respuesta del Departanlento sinte­
tiza en cierta fonna todo lo eXl'uesto hasta aquí. Ninguna de las dos mensura que conta­
ban en los archivos estaba defmitivamente aprobada y concluida, lo que producía incerti­
dumbre sobre la verdadera superficie y real situación del terreno pedido en compra.
la negativa más fuerte procedía del hecho de tratarse de terrenos reservados, lo cual exigía
su venta en remate público. Tiempo después, en 1878, CUfu"1.do una nueva ley reservó parte
de las tierras de los Díaz Vélez para la crcación del pueblo de Necochea, la compm íue
aprobada y liquidada. 51
En 1858 se habían otorgado campos a otros solicitantes, entre ellos a Ángel Ignacio
Murga, que obtuvo las tierras en concesión con las condiciones corrientes de población y
mejoras. Murga fue nombrado comandante de las Guardias Nacionales en 1874, a partir
de esto reorganizó el partido. Los estancieros 10 comisionaron para tratar con el gobierno
de la provincia la cuestión de la fundación del pueblo. Así consiguieron que en 1877 se
sancionara una ley por la cual se disponía la expropiación de cuatro leguas a la
Testamentería del General Eustaquio Díaz Vélez.
Las tierras reservadas para este fm eran las que tenía en concesión Amadeo Mui'íoz,
uno de los vecinos La ley, sancionada en 1877, fue derogada y un año después
se sancionó otra que reducía la extensión a ser expropiada a dos leguas. Se evidencia una
disputa política en la cual, por el momento, ganaban, relativamente, los herederos de Díaz
Vélez, anlÍgos del gobernador de la provincia, Carlos Tejedor. La revolución de 1880 que
depuso a Carlos T~iedor traería la posibilidad del regreso de Murga que había emigrado al
Paraf,'1lay. Murga participó de esta revolución. La elección para la presidencia de Julio

57 Esta compra no fue la solución final de los problemas de MU110z con sus vecinos. En 1883 la
Corte de la Provincia de BucnosAil'es falló en favol'de Francisco Medina, quíen había reclamado
la compra en venta privada de las tienlls que él ocupaba desde 1860 por Amadeo Muñoz.
GOYENA, JU&íDigesto ... , cit., Tomo 2, p. 198-200.

- 246­
promtorica s • 1001
Argentino Roca y la de Dardo Rocha para a gobernación de Buenos Aires, aceleraron los
retrasados trámites. Rocha ya había apoyado a Murga para la sanción de la ley de 1877. El
8 dejunio de 1881 se decretó la venta provisional de solares que constituirían el poblado
de Neoochea.
La frontera. también fue el criterio que tuvieron los vecinos de Díaz Vélez al solicitar
las tierras que todos consideraban públicas, y que por estar al exterior de la :frontera eran
gratuitas. Todas las medidas sobre las tierras de la frontera y allende ésta, evidencian la
intención de beneficiar a los pobladores. Pero también denotan la especulación que se
hacía con aquellas tierras y la preocupación del Estado respecto de lo que se le escapaba
de las manos. Por eso, la preferencia por los arrendatarios en lugar de los concesionarios.
Evidentemente, se presuponía que el arrenda.tario e:ll.-plotaba y ocupabala tierra alquilada,
mientras el beneficiario directo de la concesión, inclusive, la subalquilaba.
La posición de los Díaz Vélez respecto de la fundación del pueblo parecerla paradojal
ya que la expropiación podría ser redituable (claro que no tanto como si se hubiese hecho
la subdivisión y la venta de los terrenos del ~ido). Es dificil saber si esta situación estaba
en los de la familia. Algunos descendientes de los tres herederos originales tuvie­
ron en mente emprendimientos aunque sin éxito. Inclusive proyectaron un cen­
tro agrícola inmediatalnente después de la de Centros Agrícolas de 1887.58 Una cosa
queda la farniHaDíaz Vélez resistió todo lo posible la disminución de su propiedad
mientras sus vecinos hacían todo lo posible para limitar ésta. La racionalidad económica
de estos actores no es siempre la misma, es unaracionalidadhis1órica con fuertes compo­
nentes patrimollialistas. La clase dominante argentina fue cambiando de estrategias en el
transcurso de la Con el fm de las guerras de emancipación se redujo el significa­
do del mérito aunque surgirían otros frentes: los indios, los unitarios, etc. Ade­
lnáS, con la lenta pero creciente diferenciación social surgieron grupos como los saladeristas,
comerciantes y laIlcros cuyo económico los llevó a ~ercer influencia en la escena
política. Pero las "diversificaciones" aparecen sobre todo a fmes del siglo XIX, sin que la
clase dominante perdiera su base fundiac1"Ía. S9

~8 Geodesia, MOl>. En 1889 tiene lugar una nueva expropiación para ensanche del ej ido, de igual
fonna acontece en 1902, 1927 Y 1946. Entre los emprelldimientos urbanos familiares consta el
proyecto de Don Estaquio Díaz Vélez rlerealízación de una Villa sobre la playa y balneario de
Nctochea.
59 Cfr. SABATO, Jorge F. La clase dominante en laArgentinalvloderna:fonnación y caracterfstícas,
Cisea, Buenos Alres, 1988, p. 39.

- 241 ~
MA.RÍA V. SECRETO,

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prohistori. 5 ·1001

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prohistori. 5 . 2001

Juridicidad, política y sociedad*

BERNARDO SOR!

(Universidade Federal do Rio de Janeiro)

Resumen
El autor presenta el estado actual de la cuestión de la temática, bibliografía y conceptos
utilizados y su aplicación a Brasil y América Latina, a partir de un enfoque fragmentado y
"en elaboración". Conteil.1ualiza la crisis del modelo societario de los siglos XVI y XVII a
partir de la superposición de paradigmas societarios divergentes, constituyéndolo en un pro­
blema teórico fundamental a la vez que en unidad de análisis de la sociabilidad contemporá­
nea. Conceptualiza tres unidades de análisis actuales: juridificación de la sociedad, de tra­
dición alemana;judicialización del conflicto social, anglosajona; sociedad de derechos, fran­
cesa. Describe los usos del concepto de ciudadanía, denotando sus problenlas así como la
crisis actual de dicho concepto. Respecto a Brasil y América Latina, denota una crisis de los
paradigmas de modernización, referencia de las ciencias sociales del continente, caliticándo­
los como "ciencia social del no" y "sociología del no y del deseo". Concluye analizando la
lógica de relación entre el subsistema judiciario y el sistema social como problema sociológi­
co central para comprender la sociología juridica de América Latina.
Palabras Clave
sistemas sociales - sistemas políticos - justicia - nacionalidad - Europa - América Latina­
siglo XX

Abstract
The author presents the actual state 01' the bibliograt1cal and conceptual theme applied to
Brazil and Latín America from a partial viewpoint and "in process 01' elaboration". It
contextualizes fue social system's crisis between the 16th and 17th centuries from the
jUA1aposition ofditTerent social paradigms, consisting offundanlental theorical problem. Al
the sanle tinIe, consisting of an anaIysis 01' the actual society. It deve10pes three current
analisys' Ulúts; the sodety' sjUl'Ídifieation, of agerman' s tl'adition, lhe social conflict' s judiciary
way, anglosaxOll, right' s society, french. It describes fue usage ofthe concept 01' citizenship,
dcscribing its problems as wel1 as fue current crisis 01' the mentioned concepto As regards
Bl'azil and Latin America, it describes the crisis 01' the modemists paradigms, with reference
to fue continent' s social sciences, calit1cating lhem as "no's social sciences! andno' s sociology
and sciences for pleasure". It concludes analising lhe logic 01' lhe relationship bel:ween the
judicíary system and the social system as a central sociologist problem to ullderstand the
Latín American' s sociology.

SORJ, Bemardo "Jm'Ícídad, política y sociedad", prohistorhl, Año V, número 5, 200i, pp 251-264.
* Conlerencia ofrecida en la Universitat de Barcelona el 03-03-2000.

- 251 ­
BERNARDO SORJ, "Juridicidad, política ... "

KeyWords
political systems- social systems -justice -nationality - Europe - LatinAmerican - twentleth
ccntury

odria hacer, o bien una presentación sistemática, o bien una elaboración relati­

P vamente fragmentada Creo que esta última opción se impone pues estamos
tratando de un tema muy amplio y que es parte de un debate en elaboración. Por
lo tanto, trataré de suscitar problemas relacionados al estadio actual de la biblio­
y, en particular, de los conceptos utilizados, indicando los problemas que presen­
tan. En una segunda parte, en la medida que el tiempo 10 permita, discutiré algtL."'1os
problemas su aplicación a una realidad que conozco que es el Brasil)' la
América Latina, pero que tiene relevancia también en Europa.
Comencemos por situar el problema en su contexto histórico. En primer lugar,
que vivimos un pedodo histórico de superposición de paradigmas societarios. Vivimos en
una situación de pasaje, tenemos una cierta idea de adónde estábamos, que era un mundo
relativamente estable con dos paradigmas societarios, el del Jfleifare Stare'y los diferentes
modelos de socialismo real. Sabemos que estos dos paradigmas, por razones diferentes,
están en transformación (uno, el comunista, porque desapareció, y el otro, el capitalista de
bienestar social, porque está en profunda crisis de mutación).
Al mismo tiempo vivimos en tiempos de globalización pero también en sociedades
nacionales centradas en el poder del Estado. Estaluos, por 10 tanto, en un momento de
pasaje, esto es, que tanto el vit:.io como el nuevo (o los nuevos) paradigmas están presen­
tes. Decir que el paradigma del Estado de Bienestar acabó es, por 10 menos, una exagerd­
ClO11, porqne aún las sociedades. Al mismo tíerr.po, sabemos que ese modelo está
en crIsis porque está siendo minado a nivel supra e infranacional. Ese modelo tenía como
fundamento la idea de la soberanía nacional, de Estados capaces de proponer, a través de
acuerdos políticos y alglm tipo de equilibrio entre el capitalismo que produce
desigualdad social y la voluntad de amplios sectores de generar algún tipo de y
de solidaridad y de proponer modelos societarios. Ese modelo está en crisis por la crecien­
te intem.aciona1iü..1ción de la economía, de la cultura, de la ÍnfOffi1acÍón, y la disminución
relativa del poder de los Estados nacionales de imponer políticas económicas propias,
más allá de las imposiciones de los movimientos del capital, de los intereses económicos
que hoy funcionall a nivel global bajo el liderazgo de los Estados Unidos. Hay una crisis
de la capacidad de los Estados y las sociedades nacionales de mantener bajo el concepto
de soberanía tma propuesta societaria más o menos autónoma.
Comienza a cristalizarse la idea de que el modelo societario que comienza a desarro~
llarse a partir de los siglos XVI y XVII en Europa, y luego en el resto del mundo, estaría
llegando a su fm; un modelo en que los Estados nacionales crean consensos intemos y se
relacionan en la arena internacional en un sistema más o menos anárquico en términos de
fuerza y de poder. Este modelo está en crisis porque el sistema más o menos anárquico

- 252­
prohistoria S - 2001
(que, por otro lado, nunca fue totalmente anárquico, salvo en situaciones de guerra) está
pasando a una nueva fase en la que se genera un sistema de regulación supranacional que
es cada vez más importante y decisivo, y que limita y delinúta la capacidad de regulación
nacionaL
El modelo también está en crisis porque a nivel infranacionallos grandes sistemas de
identidad colectiva, defonnación de sujetos sociales, también sufrió una gran transforma­
ción. En cuanto los sujetos sociales fundamentales durante los dos últimos siglos estaban
asociados a la realidad nacional, a la toma de poder político a lúvel nacional, a represen­
taciones político-partidarias nacionales, hoy estaríamos pasando a identidades colectivas
y sujetos sociales, que no úenen más como proyecto central la representación política a
nivel nacional. Si hoy hablamos de ecologismo, de movimientos relacionados a la sexua­
lidad -feministas, homosexuales- de nuevas realidades étnicas, entonces el recorte no es
más la toma del poder político, ni el recorte es estrictamente nacional. Las representacio­
nes trascienden el marco nacional, sea a nivel infranacional ("yo soy de una identidad
local, a mí me interesa desarrollar mi identidad aquí, en esta pequeña localidad, o 1m
grupo específico, el resto poco me interesa") o de un grupo que tiene proyectos que sólo
son viables a nivel transnacional, como el movinúento ecologista. No hay un verdadero
proyecto ecológico que se sustente si no es a través de la identidad transnacional, porque
los problemas ecológicos son de nivel mundial, no nacional.
Vivimos en un momento de implosión en el pensamiento sobre lo que constituye y
cómo se constituye la sociedad. Esto es más grave para un sociólogo, o para un cientista
político, que para un antropólogo, porque este último está más acostumbrado a trabajar en
localidades, en casos de estudio. Para los dos primeros es más grave porque nosotros
vivíamos en una cierta tranquilidad al hablar de algo que se llamaba "la sociedad". El
problema es que no enfrentábamos claramente a qué unidad empírica nos referíamos
cuando decíamos la "sociedad". No lo decíamos, pero lo sabíamos: la sociedad era la
sociedad brasilera, la fnmcesa, la española, o una abstracción, como la "sociedad moder­
na". Pero en general, de hecho, terminaba siendo la sociedad nacional. Si uno busca en
los estudios de Bourdieu, o de Parsons, o de Giddens, por detrás del discurso de la moder­
nidad se hablaba de la e;.,:periencia de la sociedad nacional.
Si esa unidad implosiona, tenemos un problema conceptual. ¿Cuál es nuestra unidad
de análisis? Alguien podría decir: el mundo y, en parte, sería verdad, pero no es fácil
analizar el mundo, porque todavía las diversidades nacionales existen. El viejo paradig­
ma de la sociedad nacional todavía es un paradigma central para entendernos y entender
la convivencia de las personas en un marco deterl1Únado, porque todavía el Estado nacio­
nal es muy importante. AlmÍsmo tiempo, sabemos que existe algo que se llama "sociedad
global", pero es muy dificil de conceptualizar. La tendencia de ciertos científicos sociales
es olvidarse de las diferencias nacionales y hablar de una sociedad global. Es obvio que
para quienes venimos de paises periféricos sabemos que es una violencia social enorme
porque es difícil generalizar y homogeneizar experiencias. Por ejemplo en un libro actual,
Manuel Castells dice que hay un cuarto mundo formado por los pobres de las favelas de
- 253­
BERNARDO SORJ, "Juridicidad, política","

Brasil, de los de Nueva York y África, Ésta, en el mejor de los casos, es una imagen
metafórica, porque en ténninos prácticos y de sensibilidad moral es un delirio. Los pobres
de Harlem no tienen nada que ver con los pobres de África, ni estos últimos con los pobres
de las favelas de Río, Los pobres de Harlem son norteamericanos, los pobres brasileros
sonbrasileros, los pobres africanos sonafricanos, La diversidad social todavía está enraizada
en diversidades nacionales,
Es un problema teórico fundamental: tenemos que aprender a traba,jar simultánea­
mente con paradigmas que se supel]Jonen, que no generan una coherencia clara, recono­
ciendo que ambos paradigmas, el de las sociedades nacionales y el de la sociedad global,
contienen elementos fmldamentales de la sociabilidad contemporánea, Quizás podemos
justificamos con al caso de la física cuántica, por el que ciertos fenómenos
subatómicos se simultáneamente como partículas o como onda. Es difícil de
pensar cómo trabajar con fenómenos que no encajan totalmente en ningún marco explica­
tivo. A nivel epistemológico hay temas que pueden ser dichos, pero que dificilmentepue­
den ser pensados o imaginados. En eso estamos, en una fase histórica en que podemos
decir cosas pero no podemos pensarlas a nivel de cierta sensibilidad. La ciencia social está
acostumbrada a ser sensible, a pensar problemas que pueden ser imaginados, y hoy tene­
mos ese problema.
Entrando en tema, ¿cuáles son los conceptos que nuestras disciplinas -las ciencias
sociales y la ciencia política- trataron dejuntar en relación al tema deljudiciario y al tema
de la organización social en el sentido clásico de las ciencias sociales, como estructura de
poder, como estructuras de dominación, como estructuras morales? Hay tres conceptos, de
tres tradiciones diferentes: la alemana, la anglosajona y la francesa.
El primer concepto, central para el debate, tiene que ver con la juridificación de la
sociedad. Es un concepto desarrollado en particular por Jürgen Habermas, en su teoría de
la acción comunicativa y fue utilizado en la República de Weimar, en Alemania, entre las
dos Guerras, cuando el Estado comienza a regular cada vez más las relaciones entre las
clases sociales, y los tém1Ínos con los que la clase obrera se integra al sistelna politico
normativo de la sociedad capitalista. Como sabemos, los conceptos están asociados a
tradiciones de pensamiento. La tradición alemana tiene como obsesión unlllulldo pasado
donde las relaciones serían más espontáneas, el mundo de la vida, y una relación proble­
mática con la modernidad, en la medida en que esta última tira la espontaneidad, la
creatividad y las personas, y las regula a través de tecnologías y burocracias.
Aquí la idea es que la modernidad capitalista, para regular el conflicto social entre las
clases, pasa a burocratizar la vida de las personas, el Estado pasa a colonizar el mundo de
la vida, Para Habennas, el Welfare State es una solución del conflicto social que implica
la destrucción de la espontaneidad de las personas. Esto se ha acelerado de tal modo, que
si en una época se daba automáticamente el seguro de salud, hoy una persona para obtener
un seguro de desempleo tiene que presentarse una vez a la semana, debe hacerse estudios
psico-técnicos, etc. En ciertos casos, en los Estados Unidos, para recibir el seguro social
de pobreza una persona no puede tener hijos. Para integrarse en el sistema, la persona
- 254­
prohistoriCl 5 - 2001
tiene que aceptar una sobrerregulación burocrática de su vida. Se produce así la
juridificación.
La idea básica de este concepto, el de "juridificación", es que el Estado moderno, para
poder regular el conflicto social, que es antes de todo un conflicto entre clases sociales,
interviene y detennina cada vez más las condiciones de participación de los ciudadanos, en
particularde los obreros, en el sistema social. Habermas utiliza el concepto de "colonización
interna", por el cual el Estado pasa a colonizar las relaciones sociales, y regula las bases
sobre las cuales se dará el conflicto social y la integración de las personas en la sociedad en
el caso de contratos, negociaciones colectivas o desempleo. Es decir, el individuo estáregu­
lado, porque hay juridificacióll y colonización interna. Como se trata de lila sociedad capi­
talista y las relaciones de poder son antagónicas, no hay posibilidad de escape.
Me interesa este concepto, que viene de la tradición alemana, porque permite una
crítica de izquierdas al Welfare State, que en cierta forma no es tan diferente a la crítica
liberal. El liberalismo dice que el Welfare State supone una intromisión indiscriminada
en la vida de las personas, a las que hay que dar más libertad. La crítica de Habennas
converge en algún lugar con esta idea de que el Welfare State se transformó en una gran
máquina burocrática de dominación.
¿Cuál es el gran problema con el concepto de "juridificación"? Que está en crisis, no
tanto por una critica de izquierdas, sino por una crítica de derecha, pues la base de ese
Welfare State era un acuerdo político de sindicatos, la patronal y obreros, mediado por el
sistema público. y era un sistema fundado, en gran medida, en el papel central del Poder
Ejecutivo. En la actualidad está diluyéndose buena parte de las bases sociales que sostu­
vieron al Welfare State, como se ve, en particular, en la privatización de selvicios que
antes estaban en manos del Estado. Yen este pasaje el Poder Ejecutivo pierde el control
del sistema, que pasa, como veremos, al Poder Judicial. Si antes había problemas con la
salud pública, el conflicto pasaba por el Ministerio de Salud y las reivindicaciones y
luchas lo hacían por el Poder Ejecutivo. En la medida en que hoy tenemos un seguro de
salud privado, si estamos insatisfechos tenemos que recurrir a la justicia porque el Seb'UfO
de salud no me está dando algo que está escrito en el contrato. Cuestiones que antes eran
resueltas a nivel del Poder Ejecutivo y de la representación política, hoy se transformaron
en cuestiones contractuales de derecho privado.
Igualmente, en la medida en que las nuevas identidades colectivas no son más de tipo
sindical o partidaria, que se resolvían a nivel de conflicto político y en el Poder Ej ecutivo,
y pasan a ser identidades de minorías que no reivindican ya una representación política
consensual o un proyecto nacional, da lugar a un proyecto societario de minorías étnicas,
de millorias sexuales, da lugar a conflictos que son transferidos del ~iecutivo para resol­
verse en la esfera judiciaria. En lugar de ser relaciones típicas de clase, que se resolvían
pornegodaciones colectivas o por representaciones político-partidarias, tenemos reivin­
dicaciones de minorías, o de individuos, contra-poderes más o menos abstractos o reales,
que terrninan siendo conflictos que se resuelven en el ordenjudiciario, porque no tienen
una representación política nacional, ni la podrían tener.
- 255 ­
BERNARDO "Juridicidad, política ... "

El proceso de juridificación tal como lo conocemos, y tal como lo conoció Habennas,


está entrando en crisis. El modelo de Habermas, que tiene como fundamento último el
marxismo, no pudo captar este proceso nuevo de juridificación que tiene que ver con las
en particular la Ingeniería Genética, la Infonnática, y el proceso de
míorrna(~lÓl[1, de regulación de la vida a través del uso de información que es
uno de los problemas que no pudo resolver el capitalismo desde la invención del
aparato de fotos. Si yo saco una foto, ¿me pertenece a mí o a la persona a la que fotografio?
La imagen es de pero la foto es mía. El capitalismo no resolvió eso desde sus oríge­
nes, y allOra ha adquirido una escala enorrne. Si yo hoy entro en Intemet, paso informa­
ciónsobre mí al se1Vcry ¿este último la puede usar o no? En una ciudad como Nueva York
hoy podemos la vida de un individuo las 24 horas del día porque hay que
filman prácticamente todo y en todos lados. Hay un problema de uso de ÍI1foffilación que,
junto a la información nos crea problemas de potencial juridificación de la SO~
CÍedad. Pero estajuridificación no es "a la Habermas", sino que es más indivi­
duos reivindicando derechos, usos y abusos de ciertos derechos, a nivel individual o de
pequeños gmpos contra un poder más o menos indeterminado, y el conflicto pasa
ciarío.
Otro cQncepto que es importa...rlte entender y que proviene del mundo anglosajón es el
de "judicializadón" del conflicto social La categoría 'judicialización" indica que en las
sociedades de fm de el conflicto social es transferido de fonua creciente
y los métodos del judiciarío son transferidos a otros dominios de la sociedad. La idea
central es que, por varios procesos, eljudiciario pasa a tener un papel creciente ya no en
implementación de sino tanlbién en su elaboración.
Por otra el modelo an.glosajón del apanlto judicial está siendo tnmsferido a
sociedades como las nuestras, en las que prima la tradición del Código Civil. La tradición
del "commonlaw" se está expandiendo, sea a nivel del papel creciente de la Corte Cons­
titucional, sea a través del papel de los tribunales de actualizar el derecho. Cada vez más
son las Cortes Constitucionales el baluarte de la coherencia del sistema jurídico que ha
perdido esa lo que les da un papel de árbitro en el sistema de poderes públicos.
En la tr'ddiciónfrancesa, se utiliza actualmente el concepto de "sociedad de derechos"
contra la idca de "Estado de Derecho". La idea tradicional de Estado de Derecho se ftmda­
ba en que el Estado era capaz de mantener la coherencia del sistema jurídico, a partir
inclusive del propio poder del Estado. El sistema de derechos está trascendiendo los lími­
tes del Estado, y tenemos Derechos supraestatales, infraestatales y privados. Por lo tanto,
en vez de tener un sistema coherente de derechos, en la mejor tradición francesa del
Código Civil pasamos a gozar de un sistema anarquizado y de
Derecho. Cada actor social Vil tratar de ver qué porción de ese sistema le interesa usar
para promocionar sus intereses. Para la tradición frdllcesa esto representa un problema
enorme, porque rompe con el papel del Estado como responsable por asegurar la repre­
sentación del bien común y el consenso social.

- 256­
prohistoriCl 5 - 2001
El tema de la soberanía, que es la base del sistema de Derecho en Francia, entra en
crisis y genera la sensación de anarquía. La salida, para muchos pensadores franceses, es
retomar la tradición constitucionalista americana: hay que reforzar el poder de la Corte
Suprema Constitucional, que es la única que garantiza la coherencia del sistema. Si eso es
verdad o no, lo veremos en el caso latinoamericano.
Un concepto que no discutiré directamente, pero que no se puede olvidar, es el de
"ciudadanía", concepto central de la modernidad que presenta dos características: es usa­
do por todos los autores, sea como concepto descriptivo, sea como concepto normativo.
Cuando hablamos de ciudadanía, estamos hablando tanto de una positividad, algo real­
mente existente, como de Wl ideal, es decir, de "los derechos de la CÍudadatúa", que es
algo que quisiéramos que fuese, pues sabemos que, por ejemplo, en ningooa sociedad
moderna hay completa igualdad efectiva, inclusive frente a la ley. Al mismo tiempo la
igualdadjuridica, como norma ideal, define la posibilidad de luchar por una mayor igual­
dad en otras áreas. Ambos elementos, el descriptivo y el utópico, generalmente están
confusos y llevan al uso y abuso del concepto "ciudadalÚa". De todas formas, volvemos
siempre a este concepto porque no hay otra categoria de "ideal social" en el mwldo capi­
talista fuera del concepto de "ciudadalÚa". Últinwnente fue atacado por ser un concepto
maclústa, occidental, blanco, pero siempre se vuelve a él porque hasta ahora no se ha
generado otro concepto que capte la voluntad de un ideal de "ida social solidaria en con­
diciones democráticas y capitalistas.
Existe una idea de ciudadalÚa que enfatiza los derechos individuales y que viene de la
tradición anglosajona ("yo, individuo, quiero que el Estado meproteja a mí ya nú propie­
dad, y por el resto déjenme tranquilo, por favor, pues yo quiero tener la máxima libertad
posible"). La otra idea de ciudadalÚa que plantea la igualdad, la fraternidad, asociada al
ideario de la revolución francesa, es una idea Ilk1.S comunitaria. Como sociólogos sabemos
que estas dos tradiciones no están separadas, porque todo individuo vive en comunidad.
Para haber individuos con propiedad tiene que haber un marco que los organice, que les
dé un lenguaje, que les dé una regulación legal, un marco que los una y separe, y algún
tipo de solidaridad comw1itaria. La ciudadanía es, por 10 tanto, una unidad precaria entre
individualismo y comunidad.
¿Cuál es el brraIl problema del concepto de ciudadanía? Que, de alguna forma, busca
sintetizar la desi!,'Ualdad de hecho y la i,b'Ualdad de derecho. Hay una discusión en la
tradición socialista: ¿es pum misúficación la idea de igualdad de derechos contenida en el
concepto de ciudadalÚa?, y que tuvo consecuencias reales sobre las luchas políticas del
siglo XX. Sabemos que, fundados en la idca de ciudadanía, los movimientos sociales
buscaron superar las desit,'Ualdades que generaba el mercado.
Por otro lado, la unidad entre individuo y comunidad que mantuvo la ciudadanía como
identidad colectiva desde los orígenes del Estado moderno fue dada por la nación. Es
decir, yo soy un individuo y parte de una nación, y la idea básica es que la comunidad a la
que pertenezco y asegura mis derechos de ciudadanía es mi país. Actualmente esa unidad
está en crisis. Y por los factores que señalé antes: porque los partidos y los sindicatos,
- 257 ­
BERNARDO SORJ, "Juridicidad, política ... "

construidos sobre una solidaridad nacional, están en crisis; porque los intereses. de los
grupos empresariales son transnacionales, en particular el capital fmanciero que organi­
za/desorganiza la economía mundial; porque la nueva economía tiene carácter
transnacional; hoy quien crea un "site" en Internet no piensa en su país, piensa en el
mundo; las tecnologías son globales y la nueva economía tiene una lógica muy símílar a la
lógica fmanciera porque es una lógica de producción imnaterial, donde se invierte en
pensar un producto y luego en distribuirlo y no en los costos de producción, que son
ínfimos.
En otras palabras, el concepto de ciudadanía está en crisis. Habernlas habla de un
nuevo "patriotismo constitucionalista". Lo que uniría a los ciudadanos sería, no el pasado
ni una cultura nacional, sino valores comunes expresados en la Constitución. Así, hay illl
esfuerzo por reconstituir la unidad de los sistemas tradicionales de representación por el
sistema de derechos y por una identificación con el sistema constitucional.
Para finalizar esta primera parte, diria que la crisis última del sistema actual que lleva a
revalorizar al sistema de derechos tiene su base en el papel de 10 sagrado en la sociedad. La
sociedad moderna fue trdIlsfiricndo lo sagrado a diferentes niveles de la sociedad. Lo sagrJ.­
do no sólo aparece en la fOfma de Dios o la Iglesia, sino que en la sociedad moderna lo
sagrado es transferido a otros objetos, partidos, ideologías. Quizás sea ésta tilla de las razo­
nes por las cuales la depresión en lajuventud aumentó tanto, pues uno de los problemas hoy
en día es que ya no hay objetos sagrados con los cuales unjoven puede identificarse.
Tenemos dos salidas para la representación de lo social: el retomo a lo sagrado tradi­
cional, los fundanlentalismos que colocan un problema enorme a la coherencia societaria,
o la lucha por derechos expresados y representados a través del sistema judiciario. Sabe­
mos que la modernidad jurídica comienza cuando se destruyen los sistemas judiciales
alternativos, inclusive de las propias religiones, y se centraliza a nivel del Estado. El
retomo a lo sagrado como organizador de la vida pública implica la implosión del poder
último del Estado de imponer la ley ("si mi Obispo o mi rabino dice que yo tengo que
seguir tal ley, si es necesario desobedeceré al orden jurídico estatal"). No es casual que
aún hoy la gente mantenga ideales sociales y busque canalizarlos a través de ONGs que
defienden derechos, que puede ser de derechos de la naturaleza, con la consecuente santi­
ficación de la naturaleza, o de derechos humanos. Pero se transfieren al nivel de los
derechos y del judiciario esas e:\.'})ectativas.
¿Cuál es el problema central colocado por el lugar central dado al judiciario? La impo­
sibilidad del poder judicial y del sistema de derechos de resolver los conflictos sociales.
Así, lo que conseguimos es implosionar el judiciario, porque al mismo tiempo se produce
una desacralización sociológica del mismo. Esta desacra!ización se da hoya varios nive­
les. Antes la profesión deljudiciario era fundanlentalmente asociada a élites dominantes
claramente vinculadas a poderes establecidos, estaba profundamente politizada en el sen­
tido que acompañaba/obedecía al poder ejecutivo. Hoy hay una renovación social: entran
en el judicimlo personas de clase media-baj a, muchas mllieres que no se sienten pm1e del
sistema de poder dominm1te. En general, son bastante críticos. Otro fenómeno que se
- 258­
prohistoriQ S • 2001
produce es la mediatización del judiciario, esto es, el judiciario pasa a serparte del "show
business" mediático, con escándalos famosos, por ejemplo en Italia. Desde el punto de
vista de la ciencia política, lo que está en juego es cómo se establece la correlación entre
los diferentes poderes que organizan el sistema societario, y cómo esos poderes son capa­
ces o no de resolver los conflictos sociales.
Yo vengo de una tradición sociológica en la que el judiciario era un "no ente", un
concepto reducido y deducible de procesos sociales más anlplios. Pero hoy día eljudicia­
rio expresa una dimensión central de la vida social, la búsqueda de orden y de comunica­
ción, a pesar y dentro de un sistema de dominación social dado. El judiciario permite la
convivencia y el diálogo entre oponentes, a pesar de que ese diálogo pueda, en ciertos
momentos, esconder la dominación y la desigualdad social.
Finalmente, dadas las limitaciones de tiempo sólo haré algunos comentarios
metodológicos generales sobre el estudio del Brasil y de la América Latina. En primer
lugar, debemos señalar una crisis de los diversos paradigmas de modernización que fue­
ron la referencia de las ciencias sociales en el continente. Durante las últimas décadas
nuestra ciencia social fue una ciencia social del "no": se decía que en América Latina no
tenemos una burguesía nacional hegemónica, ni proletariado con suficiente conciencia de
clase, ni partidos políticos representativos, ni democracia completa, ni ciudadanía plena,
etc. Se hacían investigaciones para descubrir lo que no teníamos, en función de los mode­
los que idealizábamos: el de Albania, el de China, el de los Estados Unidos o el de Suecia.
Esa era nuestra sociología, y no estoy simplificando demasiado.
Esa sociología del "no y del deseo" (no somos pero queremos ser tal cosa), era bastante
cómoda y está también en discusión. El comunismo acabó, Europa y Estados Unidos están
canlbia.'ldo, los suecos no quieren ser más suecos y los franceses no quieren o no pueden
ser más franceses como antiguamente, de forma que no hay más un punto de llegada para
nosotros los latinoamericanos, de forma que tenemos un problema porque nos sacaron el
punto de referencia y de comparación, lo cual es una maldad terrible. Ahí descubrimos
que los conceptos clásicos de la sociología eran conceptos que refl~jaban experiencias
locales y nacionales detenninadas. La sociología de Bourdieu, muy interesante, reflej aba
la sociedad francesa con sus problelnas específicos de diferenciación estético-cultural.
Aplicada a Estados Unidos o Brasil, sus resultados son dudosos. Cielto concepto de "clase
obrera" tenía sentido en Alema¡lÍa o Inglaterra pero valor dudoso en Espaüa o Brasil. Los
grandes conceptos de la modernidad comienzan a entrar en crisis, y no sabemos para
dónde vamos. Si no lo saben los europeos, menos nosotros.
¿Hay salida a eso? En parte sí, en parte no. Yo en otra época era bastante critico
respecto a esa sociología del "no y del deseo" en un continente como el latinoamericano,
con tilla tradición calcada en la occidental europea, que no puede darse el lujo de ser
siquiera islámico porque sus habitantes son cristianos en su mayoría, con alguna influen­
cia africana aquí y que no puede hacer un retomo a un pasado idealizado; esta socio­
logía está condenada a ser un espejo quebrado del mundo occidental o de nuestra versión
del mundo occidental, porque puede ser que todos seamos esp~ios deformes frente a un
- 259 ­
BERNARDO "Juridicidad, política ... "

ideal de la modernidad que nunca existió en realidad.


La tradición brasilera dice 10 siguiente: "en el Brasil, la ley siempre fue escrita para no
ser cumplida, y la realidad social no tiene nada que ver con la ley". Esa es la sabiduria de
base. Como dijo un presidente brasilero, "a los amigos justicia, a los enemigos la ley". En
Brasil, obviamente hay ley, se aplica en fonna desih'Ual, pero existe yen ciertas
como el Derecho Civil donde las partes son relativamente iguales, las leyes se aplican. En
Brasil, el marido que no paga pensión a su espos~ va preso. Hay áreas de defensa del
menor cuando no hay problemas de desigualdad social grande; en las relaciones de mer­
cado también. En Brasil, el problema es que la desigualdad social y la apropiación priva­
da de los instrumentos de la ley defomIan toda posible aplicación de la ley. Hay un soció­
logo de que hay super-ciudadanos y sub-ciudadanos, los ricos y los pobres, los
primeros tienen la ley a su favor y los segundos en contra, pero no es tan cierto. El 80% de
los casos de ex'1orsión de la policía es contra ricos o clases medias. Vivimos en un imperio
de la ley en ciertas áreas, y de la no-ley en otras, en las que los pobres son los que más
sufren pero no son los únicos, yeso por causa de la apropiación privada de los instmmen­
tos de la
En Brasil existe llllajudicialización creciente del conflicto social sin tener juridificación.
La Constitución de 1988 creó una cantidad enonne de instmmentos jurídicos que permi­
ten entrar con mandatos a nivel de la Corte Constitucional. Hay decenas de miles de
mandatos contra la Corte, y van a ser juzgados quienes tienen prioridad política o econó­
mica. Se abrió la Constitución de 1988 a instrumentos que pern1Íten creciente interven­
ción juridica en la sociedad. Se creó la figura del Mit1Ísterio Público, que en otras Consti­
tuciones es llamada "Defensoría del Pueblo", pero que es más amplia y es lmramo juridi­
co con la función de defender los derechos de la ciudadanía.
La consecuencia de la distancia entre lajuridificación y lajudicialización llega a su
ápice en Brasil en el "activismo judicial", es del judiciario en el papel de 'Justiciero
social" o una nueva forma de sustituelonismo societario. En la tradición lIlmxista, el
Partido Comunista sustituyó a la cIase obrera. En Brasil buscábamos siempre quién iba a
producir las transformaciones sociales y se terminaba encontrando sustitutos para
blo: los intelectuales, los guerrilleros, los planificadores, los revolucionarios, y hoyes la
gente del Ministerio Público que dice que como esta sociedad no es capaz de imponer la
ciudadanía, la imponen desde el poder judicial. Yeso implica la politización del Poder
Judicial y del Supremo Tribunal Federal.
Llegamos, por lo tanto, al límite de pensar que el Poder Judicial o unas lindas Consti­
tuciones son capaces de resolver los problemas sociales. Eso lleva a la fmstración del
pueblo con las nuevas Constituciones, nuevas crisis y tendencias a retomar a un autorita­
rismo salvaCÍOl1Ísta.
L"U.U"-"v., un problema de teoria sociológica que es central para entender la socio­

en América Latina: la lógica de relación entre el subsistema judiciario y el


resto del sistema social. Si para algunas teorías la lógica del sistema judiciario es
l-W.-"_"...'L"_, y se desarrolla por sí misma, podemos e?l.'Presaruna import¡mte verdad: las

- 260­
prohistorica 5 • 1001
nuevas constituciones presentan nna lógica interna de evolución del subsistema jurídico
bastante coherente. Pero la cuestión central es cómo este subsistema es apropiado por la
sociedad. Por ~iemplo, en el caso colombiano el gobierno puede paralizar la acción de
cualquier enemigo político usando la ley. En Brasil, la oposición trató de apropiarse de la
ley, pero 10 hizo sin éxito porque no tiene el poder político capaz de movilizar el uso de la
ley y de imponerse. Lo que tenemos es nn sistema judicial cada vez más complejo y, al
ITÚsmo tiempo, en gran medida inefectivo, pero que exige recursos económicos y huma­
nos crecientes. Y bajo nn aparente crecimiento de derechos humanos creamos nna selva
intrl..ncada en la cual sólo pueden moverse de manera eficaz quienes tienen los instrumen­
tos políticos y económicos para hacerlo.

-Debate.
Ignasi Terradas (UB): Esta conferencia nos ha intentado ordenar cuestiones de la socie­
dad y de la historia. Bernardo nos ayuda a colocarnos en el momento en que estafilloS,
aludiendo a cuestiones sociales, económicas, con lucidez teórica, que es lo que
pedimos constantemente. En Antropología estanIOs acostumbrados a relacionar estudios
localizados, concretos desde el pnnto de vista empírico, o de experiencias humanas, y
luego articularlas, lo cual es muy dificil. A veces nos parece que el ejemplo local que
tenemos coincide con la teoría general porque encaja, pero no somos concientes de que a
nivel general existen contradicciones entre las teorías. Pensamos que estamos articulando
algo muy local con todo el mnndo, y estamos articulando con una sola visión.

Santiago Llobet (UB): Se ha hablado de que existiría un gobierno dejueces o un sistema


jurídico internacional. A mí me preocupa el tema de la economía porque estamos llegan­
do a un sistema económico inte.rnacional que iguala, aplana, es nn rodillo de homogenei­
dad. Lo que se ve de cara al futuro es que la economía se apodera de todo, de las transfor­
maciones sociales, incluso del pseudo sistema internacional penal. ¿Qué papel jugaría
esta dimensión económica?

Bernardo Sorj: Es la pregunta de los veinte millones de dólares. En Europa quienes


construyeron el sistema económico fueron los mercaderes que unificaron espacios. Aun­
que nos parezca desagradable, el mercado y los intereses mercantiles fueron los impulsores
de las transformaciones sociales. Ya el Marx decía que íbamos a un mnndo global.
vamos a un mundo nuevo, unificado y global, y hay que ver si las instituciones serán
capaces de ordenar ese mundo. Hay historiadores que, a falta de otro ejemplo, utilizan
cada vez más el mundo medieval para pensar el mnndo del futuro. Se dice que vamos
hacia un mnndo de soberanías paralelas, compartidas, "regiones" o espacios sociales más
aislados o más asociados entre sí. Frente al sistema político que se formó con la paz de
Wf$Ua!1(~, que duró unos 350 y que se sustentó en Estados nacionales mCinOPOJlIZ<l­
dores de la violencia y del control estariamos pasando por procesos de disolución
de ese universo. Ese mnndo estfu-ía comenzando a desaparecer, en fui mundo
- 261 ­
BERNARDO SORJ, "Juridicidad, política ... "

diferente, nuevo, sin Estado o en el que este último ocupa un lugar secundario. Esto es
difícil de imaginar porque vivimos los últimos siglos en un sistema organizado por Esta­
dos. Sería un mlmdo que se parecería bastante a la ciencia ficción norteamericana y,
aunque no nos gusten mucho las películas de ciencia ficción norteamericanas, como los
Estados Unidos están en la frontera de ese proceso consiguen imaginarse cosas que para
nosotros son chocantes. De repente, San Francisco dominada ponUl grupo de saqueadores
con control efectivo, con una "soberanía" sobre el espacio que presupone la pérdida de
capacidad efectiva de dominación, una soberanía que niega la idea clásica del Estado
como monopolizador de la violencia. Si piensas que hoy la mayor industria norteamerica­
na o brasilera en términos de empleo no es la de micro chips ni la de coches, sino el sector
de la seguridad privada que ha reemplazado a la pública, vemos que se está dando la
privatización del mundo, con soberanías diferenciadas.
¿Qué mundo será ese? Yo no tengo dudas de que son los intereses económicos-tecno­
lógicos los que tienen mayor capacidad para transfOfilar, pero no siempre son capaces de
integrar socialmente. Al contrario, los impactos son en buena medida desintegradores. Se
integra una nueva élite, los hijos de la élite y clases medias-altas de todos los países, de
Brasil a Tailandia (podríamos decir" chicos bien del mundo, uníos"), que pasan a estudiar
en los centros universitarios americanos, y así se crea una nueva élite internacional con
una visión del mundo homogénea, que no es "mala", que puede aceptar valores humanís­
tas genéricos, pero tiene las cosas muy claras: el mercado no se toca, se hace lo que se
puede, si le puedes tirar comida a los pobres de África desde un avión, se la tiras.
Se están desintegrando sistemas de solidaridad históricamente constituidos, pero al
núsmo tiempo hay lógicas de nueva integración solidaria que son frágiles y con poder
linútado, pero que también están avanzando. De la misma fOfila que se fOfila una élite
global económica, se fOfila una élite global solidaria. A largo plazo yo tengo una visión
de cierto deternlinismo tecnológico. En cien años la biotecnología habrá cambiado tanto
la especie humana, que el mundo no va a tener nada que ver con lo que vivimos actual­
mente, vamos a una transfornlación total de la especie humana, violenta y compleja.

Gabriela Dalla Corte (UB-UNR): Llevaste tu conferencia al terreno de la globalidad y de


la intemacionalización de las prácticas jurídicas, en especial de la imitación de instituciones
judiciales y no judiciales básicamente europeas. Yo he tenido oportunidad de investigar la
institución del Ombudsman, y mi hipótesis ha sido un tanto contraria a la tuya. En España,
como en Argentina y casi toda Europa, el Ombudsman, traducido como Defensor del Pue­
blo, ha servido precisamente para desjudicializar las prácticas,juridificándolas, por supues­
to, porque hay detenninadas quejas que antes no tenían cabida y que allora pueden ser
defmidas nornlatívamente. Incluso en la Universidad de Barcelona existe la institución del
Defensor de la comunidad universitaria (Síndic de Greuges o Síndico de agravios), cuya
función es desjudicializar esos mismos agravios. Por otro lado, en el caso de los Ombudsman
de gobierno, la mayoría depende del Parlamento o Congreso y no del Poder Ejecutivo.

- 262 ­
prohistorio 5 • 2001
Bcmardo Sorj: Hoy el Ombudsman está en casi todas las empresas, y en esos casos ha
tratado de desburocratizar ciertas prácticas. Pero su poder efectivo no puede ser mistificado.
En mi Universidad no había línea telefónica, y con el Ombudsman sigue sín tenerla. El
Ombudsman es más una figura bonita, pero no veo que tenga poder real. En Argentina
pocas veces la corrupción fue tan grande como en la última década, y es cuando hay más
Ombudsman en el país. Como figura merece respeto, pero a nivel del sistema cumple una
función en cierta fonna decorativa.

María Jesus Buxo (UB): Me gustaría preguntarte qué opinión te merece el tema de la
acusación a Pinochet y la polémica en relación a la extradición a España.

Bemardo Sorj: Yo fui Ulla de las personas que más festejó el hecho de que Pinochetno
pudiese volver a Chile cuando se inició todo este proceso. Pero aparecen los problemas
desde cierta perspectiva latirlOamericana, con matices nacionalistas, pero que no es irrele­
vante. Hay miedo de que ciertas prácticas de intemacionalización del poder judicial que,
en última instancia, es dominado por los países poderosos, se apliquen a temas o generen
precedentes que no tengan que ver estríctamente con los derechos humanos. Con esa
lógica, mañana se pueden hacer cosas siInilares en el terreno de los derechos económicos,
y un latinoamericano que copió un site norteamericano mañana puede ser llevado a una
Corte Internacional de Derechos Económicos. Por lo tanto, la pérdida de la soberaI1Ía
nacional es una sensación contradictoria. En el caso de Pinochet estamos todos felices,
pero hay gente con las mejores intenciones en el terreno de los derechos humanos que
dicen que, extendidas a otras áreas, estas acciones son por lo menos problemáticas. Por
ejemplo, en Europa se dice: no aceptamos productos en los que hayan trabajado niños
menores de quince atlaS edad, y así se protegen los derechos humanos. Y nosotros sabe­
mos que en cualquier familia brasil era los niños trabajan desde muy chicos. Es un absurdo
pensar que un nifío carr;pesino no va a trabajar y ellllombre de derechos humanos mete­
mos intereses económicos. Y mañana pasa 10 mismo con los derechos humanos y la ecología,
y se dice que algo fue producido en condiciones ecológicas tales, y por lo tanto se prohíbe
su importación, es decir, el tema de derechos humanos resbala para áreas que no son tan
de derechos humanos y es lo que nos preocupa porque se manipulan intereses económi­
cos. En el sistema internacional, el uso de conceptos derechos humanos relacionados al
trabajo infantil o a cuestiones ecológicas esconde una diversidad de intereses.

José María Ortuño (UB): Lo que nos Lf1dica el ejemplo de Pinochet es la persistencia de
las soberanías de los Estados nacionales y el poder de los intereses económicos desde una
perspectiva moderna. Cuando se produj o la detención de Pinochet yo estaba precisamente
en Londres, y la discusión era quién era mejor cliente para Inglaten'a, si Chile o España.
Y Chile interesaba mucho más como cliente. Yo veo una dinámica fundada en Estados
nacionales.

- 263 ­
BERNARDO "Juridicidad, IJV'H'~'"

Bernardo Sorj: Por ahi comencé. Vivimos en el paradigma estatal, pero lentamente está
dejando de ser decisivo en la sociabilidad, en la formación de Puedes hacer
shopping por Internet y comprar en Norteamérica desde Esprula. claros indicadores
de que el sistema de estatal está cambiando por la globalización, que anlbos siste­
mas conviven. Y ese es el problema: ¿ cómo pensar anlbos modelos en forma simultánea?

- 264­
prohistoriCl 5 • 2001

Poder y género en la Francia de los siglos modernos


MARíA INÉs CARZOLIO
(UNR-UNLP)

as investigaciones de Fanny Cosandey, acerca de los poderes y funciones de la

L soberana francesa desde la Baja Edad Media hasta el siglo XVIII, han cuajado
en lllllibro -La reine de Franee. Symbole et pouvoir, Gallimard,
que no sólo armoniza el análisis del desarrollo jurídico a partir de la
institucionalización de la ley, con los estudios de la antropología simbólica acerca de la
2000­

representación de las personas sino que shilUltáneamente muestra las transforma­


ciones que se producen en las relaciones de poder y de género en el interior de la propia
familia real y en el plano de la adaptación de las estructuras políticas. Se trata de un libro
que bien puede servir de modelo a pró"imas investigaciones pues se centra en un proble~
ma hasta ahora nunca tratado por la historia de la teoria política, cual es el del rol de las
reinas francesas en la plasmaciónjuridica del absolutismo, en las prácticas ceremoniales
y en las políticas coyunturales. Se destaca por un empleo ejemplar de la
interdisciplinariedad, donde los conceptos proporcionados por la antropología simbólica,
la teoría política, la antropología del derecho y los estudios de género se funden en una
compleja y cabal demostración de las tesis propuestas. He aquí el valor del análísis de
género puesto de manifiesto en toda su magnitud..
La e"'Posición se estructura en tres partes: la primera gira en tomo a los fundamentos
jurídicos de la génesis de la ley sálica transformada en un mito histórico, que a la
reina del poder político para convertirla solanlente en la esposa del rey. Pero por las
diferencias que existen entre los miembros de la pareja, la esposa real representa una
clave esencial para la comprensión del sistema monárquico, ofreciendo una vía de aproxi­
mación de la identidad real que la sola figura del rey no autoriza. Se trata de una historia
de la dignidad de la reina, no de una historia biográfica de las reinas.
La se!,1U11da parte e::\'Plica detalladanlente el significado de las variaciones de las cere­
monias regias. En la metodología e::\'Positiva, construcción del Estado, de las personas
reales y del ceremonial, funcionan de concierto para alcanzar la fommlaCÍón de los prin­
cipios absolutistas. El estudio minucioso de las ceremonias de coronación, entradas y
funerales, ejemplifican las diferencias ya anotadas entre la naturaleza juridica del rey y de
la reina. Las fuentes utilizadas provienen en su gran mayoría de autores masculinos, pero
también se hace un sagaz recorrido de los rastros doCUt'11entales e iconográficos dejados
por las soberanas.

CARZOLIO, María I. "Poder y género en la Francia de los siglos modernos", prohistortca,Año V,


número 5,2001, pp 265-272.

- 265­
MARíA l. CARZOLIO, "Poder y género ... "

Demuestra que es difícil comprender la coronación del rey, por ejemplo, sin tener en
cuenta la existencia de la reina. Asociada al rey por el matrimonio, está comprendida en
la persona misma del sobera.no. La consagración la coloca en el subconjunto de la sobera­
nía encarnada por el rey. Puede ser incorporada a cualquier análisis sobre la persona rcal
sin ser, sin embargo, nombrada. De tal manera, donde los eruditos del Antih'UO Régimen
trataban al rey o a la reina en términos de substancia real, los historiadores acttlales no
parecen ver más que la sola presencia del rey. La reina, inexistente en la documentación
escrita, toma lugar y consistencia sólo en el paisaje simbólico e institucional de la monar­
quía de Antiguo Régimen participando de la substancia real que encama la monarquía y
asegurando su perennidad.
La consagración no hace al rey, cuya legitimidad reposa sobre su nacimiento. Es un
acto de sacralización que lo coloca en una especie de pedestal para distinguirlo del resto
de los hombres precisamente porque es distinguido por Dios. La sacralización representa
entonces la consagrdción religiosa de una función política que revela la estrategia de
integración de un soberano en la institución eclesiástica. La coronación puede ser des­
compuesta en dos fases, de las cuales la seb'Ullda, con la unción, constituye la coronación
propiamente dicha, y le pernlite ser el representante temporal de la autoridad celeste. Es
allí donde aparece como el rey designado para gobernar el reino. La persona real entra en
escena y la reina se le reúne por su pertenencia a la misma identidad. Ella no participa en
la primera parte porque a las esposas no les concierne la investidura caballeresca, pero
tiene su lugar en la segunda porque durante la misma se trata de marcar con un seno
divino a quienes están a la cabeza del reino.
El rey y la reina son doblemente tocados por esta sacralización, el primero porque es a
la vez encamación de la dignidad real y detentador de la autoridad, la se/:,'1lllda porque ella
es, a igual título que su esposo, investida de la dignidad real y, además, representativa de
la de la autoridad viva del rey por la fusión de dos seres como resultado del matrimonio
cristiano. Pero mientras el estatuto del rey no varia en el sistema monárquico, la diversi~
dad de estatutos de la reina en el curso de su vida, permiten analizar los componentes de
la persona real.
Otras ceremonias reales son analizadas simultáneamente en su contenido y evolución
en el plano de la construcción política del Estado, de la identidad de las personas reales y
del ceremonial.
Las entradas del rey y de la reina se dan en ocasiones diferentes. Las del rey sirven
para presentarlo a sus súbditos. La de la reina se da con ocasión de su llegada a Francia.
En ese caso, los agasajos se desarrollan en tomo de los temas del matrimonio, la fecundi­
dad y la paz. Se la presenta como la antítesis complementaria de su marido. Si éste es un
ser de exterior y gnelTa), la reina es de interior (farrJlia, reino). Pero de la
misma manera que el rey, ella recibe las llaves de la ciudad como símbolo de smnisÍón y
de fidelidad y también libera presos por el derecho de gracia -pero ella por intermedio de
su procurador- como es costumbre por parte del rey. Éste siempre tiene la precedencia en
las entradas, pero ella es el segundo persoll'1je del reino.
- 266­
prohistorio 5 - 2001
La costumbre de 110 poner en escena en lila misma ceremonia las dos personas reales
se modifica sin desaparecer completamente en la segunda mitad del siglo XVI. Después
de la muerte de Enrique IV y por la reunión de la pareja real, la evolución ceremonial
tiende a borrar de forma significativa a la reina.
En el siglo XVII se produce un cambio en la representación de la reina en el dominio
alegórico. Es soberana antes que madre y esposa del rey más que protectora.
Las en tradas deben verse además en dos niveles de construcción: 1) el que deriva del
control de las modalidades de representación de la dignidad soberana por el poder real y,
2) el que se desprende de la voluntad urbana, traduciendo las aspiraciones de una comu­
nidad que recibe a su señor y afirma SIl identidad. Para el soberano se trata de ofrecer
testimonio de la grandeza y el poder reales, en tanto que la temática desarrollada por la
ciudad es estrictamente identitaria. El ceremonial del Estado insiste así sobre eliazo del
rey con sureino, el ceremonial urbano sobre el de la villa con su señor. Aún o.J. el momen­
to más fuerte de la monarquización de las entradas reales en el siglo XVII, la dimensión
personal de las decoraciones urbanas penna.1'lece como el testimonio del lazo establecido
entre los contratantes, y el compromiso de la palabra dada recuerda siempre que se trata
en origen de un ritual feudal construido sobre una relación de fidelidad. Para que la
soberanía del monarca sea notoria, es necesario que esa relación directa y personal salga
del ámbito de la feudal, que la dignidad real se convierta en expresión del poder monár­
quico, y que el rey aparezca como la encamación de la corona. En la evolución de las
entradas reales se percibe así la lenta transfommCÍón del sistema monárquico, que pasa
de una estructura feudal a un modelo estatal.
Es a pa..'iir del siglo XVII cua.'1do el Estado se afirma lo suficiente para pasar a ese tipo
de relación. La entrada aparece en adelante como un instrumento de propaganda monár­
quica destinado a imponer el poder soberano al conjunto del reino. Ya no necesita la
relación de reciprocidad.
El rol destinado a la reina en esta evolución es revelador de esta progresión. Si en el
siglo XVI estaba relacionada con la temática de lafamilia, la pacificación, la intermediación,
cuando se transforma en soberana, se separa de la población y no puede ser ya protectora.
Desde comienzos del siglo XVII las festividades de María de Médicis tienen esta tenden­
cia, pero sobre todo las de Ana de Austria. Al mismo tiempo que su persona se e.:\1Í1lgue a
la sombra del rey, la soberana la substituye.
Los funerales reales también son reveladores de la relación de género traducida al len­
guaje del poder. Durante los siglos XV Y XVI, las reinas reciben el mismo tratamiento que
los reyes y aparecen también como encarnación de la soberanía. Los funerales reales feme­
ninos se hallan estrec1mmente ligados a la afim1ación de los principios sucesorios de la
monarquía. Pero las palabras pronunciadas cuando unareil1a es sepultada recuerdan que no
participa del proceso de pem1a..'lencia dinástica. Mientras al rey se lo entierrd. con la acla­
mación de "i Viva el rey!", a la reina con las de "La reina está muerta", repetida dos veces.
Por la ley sálica el rey no muere jamás, en tanto que la reina sÍ. Tal ceremonial fue organi­
zado para Ana de BretaI'ía, cuya muerte facilitó la integración de este reino a la Corona.
- 267­
MARiA L CARZOLlO, "Poder y

El ceremonial sufre una mptura con el entierro de Luis XIII, que desea morir sólo
CDmo un cristiano. Los cambios instituidos no dejan de tener consecuencias sobre la con­
sideración otorgada a las personas reales. La reina pierde la exaltación de su dignidad
real. Como clistimla se desliza a la sombra de su marido. Descartada de la consagración y
no beneficiada -salvo en contadas ocasiones y por razones estrictamente de
entradas independientes, es progresivamente desposeída de los atributos de soberanía.
En la medida en que la dignidad, sin estar totalmente ausente en las -pues
pennanece inherente a la identidad del difunto- no tiene la que tema en el
siglo XVI, la corno el rey, no es exaltada en la glolia de su soberanía. La M"t:,"«4au
real se transfonna en de su identidad. Ana de Austria no se
de las marcas de la soberanía sobre el ataúd cerrado (cetro y mano
matrimonio la inscribe en la le permite c.ompartir con su esposo una dignidad
que coloca a las personas fuera de la sociedad sobre la que reinan. Ya del
cetro y de la mano de por no ser representada en su soberanía que por la
corona y el manto la reina pronto desposeída de la gracia divina que constituía el
fundamento de su distmción. Donde se anunciaba el deceso de una reina de la
gracia de Dios, se afirma ahora el de una princesa que debe a su marido el título real. La
nobleza inicial de es en primer lugar, seguida de su calidad de esposa,
y finalmente de su carácter real
En la tercera parte de la la figura de la reina aparece desde la de los
fundamentos juridicos del absolutismo francés, que vertebrado en tomo a la sálica
entrai'íó una del rol político de la rema. Es impOliante el
reconido de las eutre la Leona juridica y las prácticas, en otros
lugares por los testimonios Aunque originada en un contexto favo­
rable a la femenina en el poder, la ley sálica tema por función esencial
proteger al rcinJ. contra una investidura extranjera. La mitificación de la ley el
recurso a la costumbre inmemori.al se sustentó en su tratamiento de conforme a las
leyes naturales, y por de esencia divina. Cada nueva crisis sucesoria actualizó
la problemática, arrastrando el debate sobre el terreno de la incapacidad femenina para
gobemar y, en sometida a la autoridad masculina. Como
corolario, la esposa Tealno rol que jugar en el plano político. con
alh'1lnas vacilaciones, afinnar a teóricos poIític.os yjuristas, la soberanía absoluta
delrcy de Francia en el siglo XVII. Sin embargo, ese discurso encontró una contradicción
flagrante en el de la por las mujeres en los illÍsmos siglos.
La ley sálica, que de la necesidad de justificar la exclusión de las
francesas y de su a los juristas a un profundo análisis de la monar­
quía hereditaria, y de los que constituyeron las "leyes fundamentales
del reino". Prcocupados estabilidad y la continuidad políticas y focalizados
sus intereses sobre la idea de la monárquica, se aplicaron a demostrar la legi­
timidad del príncipe y de sus sucesores, para confer'lflcs la autoridad necesmia para el
ejercicio de un poder estabilizador. sucesoria de la primogenitura masculina, que
- 268 ­
prohistorlca 5 • 2001
se completó conla noción de la transmisión instantánea que garantizaba el pasaje imne­
diato de la autoridad real a un sucesor designado por la ley, hacían de la corona un bien
tan indisponible como el reino, cuya inalienabilidad es proclaluada en el juramento de
Carlos V de Valois. Pero el deseo de garantizar la continuidad polítiea impulsó a fOljar
también las reglas de fmlcionamiento de un Estado privado de rey, y allí las prácticas
conducen a contradecir en los hechos la exclusión política de la reina. Se sientan allí las
bases de la estabilidad del Estado moderno. La ley sálica, la inalienabilidad del reino y la
legislación sobre la regencia redefinen el lugar del rey en el sistema monárquico presen­
tándolo, no como un señor feudal, sino como un soberano depositario de una corona de la
cual no puede disponer. Pero la ley sálica, al tener en cuenta la minoridad del rey, concier­
ne igualmente a la reina, que asumiendo la regencia asegura la conservación del reino
dUf"dllte el transcurso de aquélla, convirtiéndola en lazo de unión entre uno y otro rey. De
modo que al definirse el lugar del rey, se defme también el de la reina por su exclusión o
por su confirmación en el rol de regente.
Así los franceses se habrían conformado a la voluntad de Dios, que habría preordenado
la larga duracióu y conservación de la Monarquía francesa por ley divina, marcando su
superioridad como reino sobre los demás. También la de sus reyes: su casamiento por
procuración, su matrimonio con princesas de casas reinantes eX1ranjeras, sus iguales y
jamás súbditas -particularidad que los distinguía de su propia nobleza- su sucesión úni­
camente por línea masculina, circunscribía a los nacidos dentro de llii grupo social, el de
los soberanos, cuyas costumbres y privilegios, así como el ejercicio de unanúsma función,
la posesión y el ~iercicio del poder, creaba su especificidad y mantenía el espíritu de
exclusión.
Otras singularidades separan a la pareja real de sus súbditos. A diferencia de la cos­
tumbre de París, que exige la comunidad de bienes entre los esposos, la pareja rcalla
excluye. El rey, por sus bodas místicas con la Corona, está incorporado a ella y carece de
personalidad privada. Por tal motivo no puede ser propietario, es sólo usufructuario del
reino. La reina, en cambio, se remite al dominio de lo privado, por consiguiente tiene
diferente naturaleza juridica que su esposo y no puede tener con él comunidad de bienes:
eso la excluye del poder, pero no de la propiedad. Pero como esposa del rey adquiere la
dignidad real que la hace reina de Francia de manera defInitiva y que conserva en su
viudez.
La substancia real no se puede concebir más que a través de su relación con el poder:
simboliza ese ingrediente que permite ejercer y representar la autoridad real, que está
estrechamente ligada a la autoridad viva del rey, y emana de la sacralización del poder
que garantiza la infalibilidad reaL Es necesario comprenderla como la dimensión espiri­
tual de un ser real, una materia pfu'iícular que hace de los soberanos unos seres aparte y
que está indisociablemente ligada al poder. En el caso de la reina, la consagración ocurre
tardíamente, cuando la sobenma está ya asociada a la corona por su matrimonio y atesti­
gua el lugar acordado a la esposa real cula orgfu'1ización monárquica. Es a partir del siglo
XVI cuando se afirman las diferencias entre las dos coronaciones y entre las dos personas
- 269­
MARÍA 1. CARZOLlO, "Poder y género ... "

reales, y conduce finalmente a ver en ella la e"'''Presión de la ley sálica. La coronación se


convierte en la ocasión de asociar la reina al poder por un mecanismo de identificación
que confiere a la pareja la substancia real, con componentes idénticos (dignidad y subs­
tancia, justicia y poder) a través de la cual se e:\:presa la soberanía. Esta identidad real es
reforzada en épocas modemas por la evolución absolutista, por la afimillción de las reglas
sucesorias y por un progresivo borramiento de la reina que deja el lugar principal a su
esposo. Se refuerza también la protección de las personas reales transfoTInando el crimen
de lesa majestad en crimen de lesa majestad divina que asegura también la infalibilidad
real. Esta recuperación política de la sacralidad para implantar las tesis absolutistas con­
duce finalmente a negar a la reina toda personalidad política, haciéndola desaparecer en
la persona del rey. Absorbida por el rey, no es ya consagrada La persona de su esposo es
ya suficiente para comunicarle los componentes de la persona real.
En cuanto a la imagen de la pareja real en la teoría política, el análisis corrfmna la
coherencia de las hipótesis de F. Cosandey. Volver sobre los fundamentos de las teorías
absolutistas, reconsiderar la noción de soberanía, que pasa con Bodin de la república, al
rey con Cardin Le Bret, confrontándola con las modalidades literarias e iconográficas de
representación de las personas reales de un rey que se aproxima a la divinidad, a una reina
cuya ausencia de poder no permite tal comparación, son otras tantas operaciones
facilitadoras de la comprensión de un sistema monárquico domuilldo en el siglo XVII por
la fi.b'Ura real, que hacen posible aprehender bqjo otra fonna las bases de ese inasible
"Estado Moderno".
Personalizar la soberanía haciéndola tan propia del rey que no se podía concebir la
una sin el constituye uno de los fundamentos del absolutismo y conduce a transfor~
mar la realeza francesa en poder personal por la confusión completa del rey y del Estado.
En esta perspectiva, es menos la autoridad real que la dignidad la que atrae la atención de
los pennitiendo defmir un monarca que, siendo el Estado, es también el
cualidad intrínseca de aquél que está a la cabeza del reíno. En resumen, la cons­
trucción del absolutismo que lleva a la redefuúción del funcionamiento monárquico y del
estatuto de quienes están a la cabeza del reino, puede concebirse en dos tiempos. Al salir
de las Guerras de Religión, se trató de restaurar la autoridad real: 1) asegurando al mo­
narca un poder cuya legitimidad no puede ser discutida y 2) fundando la soberanía sobre
la noción de supremacía, los jurisconsultos llegan a asociar a la majestad ya presentar
una suerte depoderio real derivado del poderío divino. Esta construcción teórica supuso
que sólo el poder del rey justifica y ez.."Plica la soberanía: implica entonces la exclusión de
la reina. La operación intelectual llevada adelante por los juristas conduce así a borrar a la
reina de la escena política, a fin de consagrarla enteramente al rey. La esposa real pasa a
la sombra del monarca. Pero a pesar de las tentativas de los jurisconsultos, la reina no
pierde nada de su soberanía para asegurar el poder absoluto al rey. El rey, todopoderoso,
paradojalmente aparece sólo delante en la escena política cuando la reina re encuentra el
beneficio de su título. El hombre que llega a ser más que un hombre, debe tener una
compañera a la par.
·270·
prohistoriG 5 • 2001
Reconocer soberanía a la reina cuando el proceso de neutralización alcanza su apogeo
con el tratado de Cardin Le Brd, pemüte presentar la mujer y la madre del rey en toda la
gloria de una majestad que participando en la del monarca, lo favorece.
La persona real aparece en una composición compleja en la cual se mezclan la autori­
dad, la dignidad y lo que hace que ella se distinga de los súbditos, la substancia real
comprendida como una !,'l'acia particular justificando la soberanía. Integrada en la perso­
na, la dignidad que deriva de una función ejereída, se hace independiente de esta función
después de que es recibida. Así la esposa, que participa en la persona de su marido porque
ella no forma más que una sola carne con él, recibe la dignidad y la conserva en su viudez,
cuando ella no ejerce la funeíón y ésta pasa a otros. Es el caso del oficio que vendido o
transmitido, es ejercido por otro, en tanto que la viuda del oficial se beneficia siempre del
titnlo ligado a la dignidad y a los honores que le pertenecen. La dignidad no puede ser
disociada de la función.
En el siglo XVII, aparece en un contexto totalmente diferente al de la construcción
absolutista. Esta vez, la imagen del Cristo-Rey exige la de una Virgen-Reina, que se
elabora independientemente de la representación masculina. El reyes propuesto como
figura erística, en tanto que la reina, esposa y madre, debe encamar el modelo mariano.
Se hace notorio en la asociación de la reina a la Virgen, el carácter estrictamente femeni­
no de la comparación. Como en ella es inlportante su función intermediaria entre el rey y
sus súbditos. Mensajera de paz a doble titulo, por la alianza que procura y por elnaci­
miento de un delfm, conL uis XlII y Luis XIV aparece ligada al tema de la predestinación.
Se insinúa que ella lleva en sí un ser predestinado, hijo y rey desde la concepción, utili­
zando la imagen de la virgen para ilustrar el nacimiento real. En un siglo marcado por las
regencias, se convierte en un eslabón esencial entre el padre y el hijo.
El poder de la reina se hace así evidente en el siglo XVII, cuando aparece absoluta­
mente excluida de toda actividad de poder y al mismo tiempo, se instala naturahnente en
la regencia cada vez que una minoridad real requeria que se secundase al monarca. Las
mujeres fueron regentes, sin embargo, desde el siglo XV. La presencia de la reina preve­
nía usurpaciones. La designación para la regencia no se instala a partir de la sola voluntad
real sin alguna oposición de los príncipes de la sangre y del Parlement, pero el proceso se
convierte en intangible después del siglo XVI: el rey designa a la regente en cartas o en
una sesión del Parlement, que verifica y registra la voluntad real eA~resada.
Los príncipes de la sangre nunca dejaron de ser candidatos a la regencia y la reina
madre debió tenerlos en cuenta para afIrmar su autoridad, que puede ejercer sólo sí aqué­
llos renuncian a sus pretensiones. Las revueltas de esos mismos principes en los periodos
de regencia subrayan la fragilidad de esos acuerdos.
La extensión y límites del poder de las no tuvo condiciones fijas. Las regen­
cias acaban con el fm de la minoridad real. Pero las regentes podían conservar su poder
más allá de la mayoría de edad de los reyes. Luis XIII nombró jefe de su consejo a su
madre, Maria de Médicis. Las reinas se colocan en teoria bajo el poder del rey como
súbditas, aunque la práctica puede ser otra.
- 271 ­
MARíA 1. CARZOLIO, "Poder y género ... "

Se les suele reprochar una mala administración de las fmanzas, pues para asegurar su
poder deben hacer gastos para adquirir fidelidades. Su debilidad no reside en los poderes
que les son acordados, sino en el equilibrio de fuerzas que deben mantener para limitar las
controversias en un nivel que les permitan gobernar.
La teoria deja así lugar a la práctica para reforzar la posición de la reina durante la
minoridad real, ofreciendo una figura de madre adaptada a ese modo de gobernar: mater­
nal y protector. Es en ese sentido que las construcciones teóricas, especialmente las del
siglo XVII contribuyen a conferir a la regencia una dimensión profundamente femenina.
La proyección de ese modo de gobernar quedó hasta tal punto asociado a las reinas ma­
dres, que para poner fm a las regencias características de la época monárquica, la Asam­
blea nacional constituyente, en la constitución del 3 de septiembre de 1791, decidió ex­
cluir defmitivamente a las muj eres.
La regencia femenina se articula entonces en tomo a dos parejas: la primera, consti­
tuida por el rey y la reina le confiere majestad; la segunda, compuesta por la madre y el
hijo, asegura su autoridad; el primero condicionando la existencia del segundo, represen­
ta para la princesa el punto de partida de su recorrido real; el segundo, derivando del
primero, asegura a la reina la apoteosis de su carrera. La presencia de la reina madre en el
gobierno aparece entonces directamente ligada a sus adquisiciones matrimoniales y al
éxito de su misión dinástica. Se instala en la regencia como se instala en el trono, bajo los
auspicios de la paz, de la estabilidad y de la intercesión, valores que ella encarna a lo largo
de su existencia real. Lazo entre un rey y otro por su maternidad, asegura la transición de
IDI reinado a otro. Pero la transición debe hacerse sin dejar rastros. Es un agente de enla­
ce, súbdita al mismo tiempo que reina y, en definitiva, bajo la dependencia del rey.
La reÍlla puede convertirse, en defmitiva, en la perfecta encarnación de la soberanía
integrando los datos de la ley sálica, pues en la medida en que es apartada de la sucesión
real que permite solamente la transmisión plena del poder, no constitnye amenaza para la
autoridad del rey y puede ser asociada a su esposo en la representación monárquica. Es
entonces porque la ley sálica circunscribe el lugar de la esposa real, que la soberanía se
puede manifestar indistintamente bajo una fomla femenina o masculina. Es en la últilna
fase de la consagración, una vez consagrada y coronada, que ella se comporta estricta­
mente como su esposo. En los funerales, por el contrario, es tratada como soberana hasta
la tumba, y es necesario esperar su entierro, es decir, su desaparición definitiva, para que
se manifieste una divergencia ceremonial que recuerde su posición de mujer. La reina es
entronizada como esposa y la operación le permite ser soberana, es enterrada como sobe­
rana, pero se borra de la escena política como esposa. Su entrada y su salida reales están
marcadas por el sello del matrimonio, el cual instala a la reina en una posición de inferio­
ridad en relación al rey aunque ella reine junto con su esposo. Ponderar la extensa biblio­
grafía utilizada, que no registra njnh'1Ín intento de síntesis parejo al realizado por F.
Cosandey resulta obvio, como lo seria también recomendar su lectura.

- 272­
prohistort. 5 - 2001

El derecho y la justicia entre la historia y la antropología


-breviario de materiales y recursos seleccionados como introducción al tema-

DARÍo G. BARRIERA Y GABRlELA DALLA CoRiE


(prohiston.)

ara tenninar el recorrido, nuestra intención es aportar un grupo de reseñas

P breves, de carácter a la vez informativo y valorativo. Esta selección de textos


responde menos a un criterio de exégesis bibliográfica exhaustiva que a otro,
más adaptado y válido para el espacio del que disponemos. Por ello, hemos
intentado señalar, dentro de la prolífica producción que en este campo se ha dado durante
los años 19905., algunas orientaciones, algunas pistas para retomar, fortalecidos, algunas
propuestas que pueden encontrarse en el camino recorrido durante esa década por histo­
riadores y antropólogos preocupados por este tema.
Como toda seleccióll, se imputará a esta, sin duda, la omisión de tex10s importantes.
La ausencia de algunos podrá atribuirse, con seguridad, a nuestro desconocimiento. Pero
puestos a elegir, con el material sobre sendos escritorios, hemos hurgado en textos que
abordan la dÍfícil problemática de lo jurídico o que la resignan ex profeso para, entrando
desde otras puertas, reencontrarla. Hemos buscado la existencia del análisis que no dese­
cha esa "emoción", ausente con aviso en libros técnicos y normativos. Una emoción que
no obtura la reflexión sino que, por el contrario, la dota del sentido de la ex-periencia
puesta en juego, de la lústoria como fragmentos de vida que ya no enseñan, pero que
provocan.
y lo hicimos por una sencilla razón: la Antropología y la Historia Jurídicas en las que
estarnos pensalldo no son (o no debieran de ser) disciplinas basadas en ejercicios que se
satisfacen con el estudio de la normatividad en ténninos de diagnosis y prognosis. Lo
deseable es una orientación tanto hacia la critica de esa normatividad construida históri ~
ca, temporal y espacialmente, como hacia la construcción de hipótesis alternativas que no
queden atrapadas en la falsa dicotomía normativa/práctica. Orientanlos la elección hacia
textos escritos por autores que en Jugar de pensar en la ley prefieren hablar de jurisdic­
ción; y en lugar de la estructuradónjudicial como poder, se decantan -tal y como nosotros
nos proponemos hacer desde nuestra práctica- por analizar los resultados y los fmtos de
ese mismo poderincluso en el nivel de la infrajusticia y de la elaboración de estrategias
mediadoras, conciliadoras y arbitrales.

BARRIERA, Darío y DALLA CORJE, Gabriela "El derecho y la justicia entre la historia y la
antropología", prohistoria, Año V, número 5,2001, pp. 273-293.

~ 273 ~
D. BARRIERA, G. CALLA CORTE, "El derecho y la justicia... "

Los lectores y las lectoras de p;"ohistorio comprobarán entonces fácilmente la ausen­


cia de exhaustividad, sacrificada en favor de esta otra intención de "mostrar" diversas
lnaneras de ana1ízar en ténninos hermenéuticos -y por ello históricos- un omnipresente
universo jurídico frente al cual, las disciplinas referidas, han preferido 111.'mtenerse CÍerta­
mente de espaldas durante largo tiempo. Fenómeno que, entre otras razones, fue fruto de
la confusión de lo 'jurídico" con "la ley" y de la homologación del derecho a un esquema
normativo-sistemático. La consideración de ese Derecho como ente constrictivo -que Sally
Falk Moore atribuía a la ponderación de la capacidad de oblígarpor sobre todo otro refe­
rente analítico 1- ha derivado en una concepción tosca del Derecho como epifenómeno,
como una estrU.cturd que cubre de opacidad universos de actores que bullen, que (.Tean,
que sienten. Y no sólo en los márgenes: como lo muestran muchos de los trabajos que aquí
se comentan, esto también ocurre en los diversos centros desde donde opera la negocia­
ción y lo relacional como materia básica de la construcción socia1.

A LffiROS
ALONSO OLEA, Eduardo El concierto económico (1878-1937). Orígenes y forma­
ción de un derecho histórico, Instituto Vasco de Administración Pública de la Adminis­

tración de la Comunidad Autónoma de Euskadi, Colección Tesis doctorales, Oñati, 1995.

Tesis doctora1 de la Universidad del País Vasco que analiza el régimen concertado de las

. provincias vascongadas y Navarra como particularidad económico-administrativa en el

conjunto del Estado. Mediante la lectura ponllenorizada de documentación, aborda teóri­

camcnte los límites de la centralización del Estado a f11lcs del siglo XIX, la excepcionalidad

fiscal de las instituciones locales (Diputación y Ayuntan1Íento), y las ventajas e inconve­

nientes del sistema fisca1 propio.

¡\..l iguel El status del Poder Judicial en el constitucionalislllo


(1808-1936), Publicaciones de la Universitat de Barcelona, Barcelona, 1995.
En este libro se estudia el de división de desde los inicios del
XIX a través del análisis del proyecto judicial gaditano como elemento constitutivo
de la soberanía. El liberalismo gaditano recibe así atención por la estructura orgánica
judicial, y la relación de ese poder con el resto de Poderes, es el y el
~iecutivo. La Constitución española de 1837 pemrite al autor establecer las coordenadas
del modelo judicial imperante y su estancamiento, para continuar por la formación dei
poder judicial contemporáneo. Interesan sus reflexiones sobre la constitución durante el
periodo de así como las sobre justicia municipal de fin del XIX
TanÍbién las dedicadas al Poder Judicial dura..'1tc la U República. Se trata de un
estudio que h'1tenta paliar la ODacidad en que ha quedado el Poder Judicial, así como la

FALK MOORE, Sally "Inca Theory and Practice", en Power and Property in Inca P em,
ColumbiaUniversityPress,NuevaYork,l pp. 126-135.

- 274 •
prohistori. 5 ~ 2001
labor de sus miembros (jueces y magistrados), en el marco de la impla..'ltación del Estado
liberal. Libro dirigido a juristas y escrito por un constitucionalista, también interesa desde
el punto de vista hlstoriográfico para compensar las miradas sobre la constitución del
poder judicial en el Estado de Derecho, y para remscutir conceptos caros de la Antropolo­
gía Jurídica: independencia, autonomía, discrecionalidad.

ASSIER-ANDRIEU, Louís Le droit dans les sociétés humaines, Nathan, Condé-sur­


Noireau, 1996.
Inscripto en la renovadora saga iniciada con Coutume el rapports sociaux y Le Peuple et
la loi, en este libro el autor se propone mostrar la posibilidad de efectuar una lectura del
derecho como plano de las relaciones sociales. Adoptar el campo jurídico como dominio
de investigación, nos dice, significa aprobar que el derecho posee un estatuto específico
en el campo social, no reductible ni al nivel de lo político ni al de lo religioso. El derecho,
poco permisivo desde laperspectiva de sus especialistas a ser analizado desde las ciencias
de lo social, parece confinarse como una suerte de objeto exclusivo de los juristas, quienes
-en una nada baladí "querella tribal"- exigirían una especie de carta de ciudadania a
quienes desean abordarlo desde otra óptica. Assier~Andrieu sonríe frente a la pretensión y
se aboca a un recorrido creativo que, tras un introductorio y rápido détour sobre Durkheirl1,
se interna en defmiciones y lecturas construyendo una mirada antropológica
sobre fenómenos jurídicos tanto como miradas jurídicas sobre el fenómello social.

BAZÁN Iñaki Delincuencia y crirninalidad en el País Vasco en la transición


de la Edad A1edia a la moderna, prólogo de César González Mínguez, Deprutamento del
Interior del Gobierno del País Vasco, Bilbao, 1995.
Originariamente, este tc:\10 fue presentado como tesis doctoral con una propuesta de estu­
dio de Historia de las Mentalidades en el País Vasco en un arco temporal eA1enso, siglos
XV-XVI. Fue redactado Cl.l base a unan1plio recorrido por archivos especializados, yen él
son tratadas diversas temáticas relacionadas con la territorialización de la justicia, las
instancias oficiales del jurisdiccional, la construcción del delito y su signillcado
en las mentalidades de la para acabru" con una tipología de los delitos y de las penas
impuestas a los delincuentes. Una de sus originalidades radica eula presentación de espa­
cios que el autor denomina "infrajusticias" como el uso de árbitros, hombres buenos, y
jueces arbitradores -un tema escasamente transitado por la historiograIIa- a través de los
cuales las partes intentaban solucionar sus COIlflictos "privatizados" sin recurrir al ámbito
oficial, lento y burocratizado de la justicia. De esa manera, retoma un sugestivo planteo
foucaultiano sobre los cambios sobrevenidos entre la Edad Media y la modernidad en
tomo a las formas de hacer derecho y la aplicación del Derecho vindicativo.

- 275­
D.BARRIERA, G. CALLA CORTE, "El derecho y lajusticia... "

BERTRAND, Michel; ARNAULD, Charlotte; BAUDOT, Georges y LANGUE,


Frédérique Pouvoirs el déviances en Aléso-Amérique, J..rVle-XVIlJe siecles, Presses
Universitaires de Toulouse-Le Mirail, Toulouse, 1998.
Esta interesante obra colectiva incluye reflexiones sobre Mesoanlérica a partir de la mim­
en las estrategias de los radicados en las colonias y de las n.Q''-''-'l.VU'~"
de los habitantes nativos. Charlotte Arnauld analiza la instauración de la soberanía espa­
ñola en Guatemala en dos sentidos la violencia y la negociación, y estudia
diversas formas de poder con visías a un orden administrativo: las ¡y"nm-""<tt'1
nes, las reducciones, los Municipios, la Audiencia. Con unavisión más culturalista,
Baudot estudia la marginalidad y las resistencias sociales en México virreinal.
ideas fundantes -"sociabilidad" y "red social"-, Michel Bertrand defme claramente qué
entiende por redes de sociabilidad para abordar estrategias familiares y de grupo en Nue­
va España durante los siglos XVII y XVIII. Frédérique Langue, por último, parte del
concepto "estirpe" para estudiar las de la nobleza en Nueva a
través de categorías como honor, mérito y representación. Constituye una valiosa obm
sobre temas novedosos en el terreno de la historiografía.

CHAUCHADIS, Claude La loi du duel. Le code du point d'honneur dans rEspagne


des A~7e-.J(VJJe siecles, Presses Universitaires du Mirail, Universíté de Toulouse-Le Mirail,
Toulouse, 1997.
Chauchadis se basa en esta obra en los de conducta de los hombres de honor de
Espafía entre los siglos XVI y XVII, que regularon los combates tan
representados por los duelos. Entiende que la ley del duelo representaba un código de
honor, y reafirn13, a través del estudio de fuentes literarias diversas, que el honor era uno
de los principios fundamentales de la vida. La ley civil española después del Concilio de
Trento confmó el duelo a la clandestinidad, pero hasta entonces las reglas de honor per­
mitieron confonnar la mentalidad caballeresca de la época. Conforma el campo léxico del
duelo eu los conceptos de desafío, reto y duelo, y aborda el antiguo corpus jurídico caste­
llano así como las obras de exégesis escritas por Alfonso de Cartagcna y Diego de Valera
XV, del jurista Gregorio en el siglo XVI, y deljurista Alfonso de Azevedo
XVII. Estudia el modelo y postula que la íey del duelo fue la
continuación de la ley de las armas. Contrasta las novelas caballerescas con el modelo
francés en torno a la ley del duelo. En el caso español, estudiaAmadiS de
así como Tirante el Blanco, y proftmdiza el estudio con las leyes canónicas y la casuística
de la confesión que respondía a esta construcción de la mentalidad que rodeaba al duelo.
Interesa sefíalar que el autor tambj én estudia en profundidad el parecer de los juristas así
como el significado de las producidas por casos concretos. Cierra su
estudio con el significado de la ley del duelo en Cervantes, en el teatro, como símbolo de
H.""VV""L.U, y cómo se llevó a 11 través del análisis de los motivos
de los actores involucrados de los duelistas). Su conclusión es que
hacerse diversas lecturas de la ley del duelo, como ley diabólica, ley caballeresca, código

- 276­
prohistoriG 5 • 2001
de saber vivir, ley paralela a laoticial, convención literaria y teatral, condicionada por los
cambios en la Iglesia católica, corpus dependiente de los letrados y juristas, y forma de
vida noble .

CLAVERO, Bartolomé Ama Llunku, Abya Yala: Constituyencia Indígena y Código


Ladino por América, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2000.
El uso "directo ypreferente" de vocablos y frases en lengua quichua de ciertos pasajes de la
Constitución ecuatoriana de 1998, sumado a la posibilidad -abortada- de la entrega de un
premio "Tomás y Valiente por la Paz y la Tolerancia" a la contribución indígena a la
Constitución de Ecuador, sirven como disparador de este texto complejo -yen ese sentido,
concreto- que se toma "absoluta y completamente en serio" lapresencia de unos pasajes de
derecho, de ley suprema, en una lengua principal-la quichua- que desplaza y emplaza ala
picota el uso del velúculo cultural por excelencia. El autor se sumerge en los contenidos
fuertes de las palabras, "glosando" el recorrido que desde el orden normativo plantea diver­
sas vías de acceso a una cultura del derecho. O de unas culturas, sin más. La infonnación
sobre ordenamientos jurídicos -nos dice el autor- " ...es aquL igual que sobre los pasados,
medio y no fm." El tránsito está organizado en cuatro trabajos independientes que dan
cuenta fehaciente de la anunciada complejidad: la entrada" constitucionalista" -por la vía
de Cádiz, Ecuador, Napoleón o de los vascos- compete al análisis antropológico de las
culturas europeas, indígenas y ladinas.

DE BERNARDI, Cristina y DÍAZ MOLANO, Luis -compiladores- Estado, sociedad


y legalidad en la época hammurabiana, Prohistoria & Manuel Suárez Editor, Rosario,
1999.
A la de por sí osada tarea de enfrentar el desafío que implica investigar el Antiguo Oriente
desde la Argentina, los compiladores de este libro agregan un lol:,'fo que, a los efectos de
estas líneas, estimamos fundamental: los recorridos -en su mayoría originalmente pre­
sentados como ponencias en congreso s- realizan con acierto una aproximación histórica
y antropológica sobre cuestiones de derecho en diferentes dimensiones de la sociedad
estudiada. El cuadro del "sistema juridico" o el análisis de las representaciones de la
legitimidad en el Código hammurabiano, cobran mayorrelieve aún cuando, recorriendo
las páginas que un grupo de jóvenes investigadoras dedicaron a la delimitación de secto­
res productivos, la circulación de bienes o la reflexión sobre la naturaleza del matrimonio
(¿contrato o alianza?), nos Íntemamos en los niveles de funcionamiento "desde abajo". El
equipo coincide en una mirada que no reproduce la convicción del Código como "norma­
tiva efectiva" y se interna en la búsqueda de razones constructivas, entre las que destaca la
posibilidad de considerarlo como compilación de sentencias justas asentadas en el dere­
cho tradicional. El análisis de documentación inédita en español y el cuidado glosario que
acompaña a los textos completan el armado de un producto genuinamente colectivo de un
grupo que lleva más de un decenio de trabajo.

- 277 ­
D. BARRIERA, G. CALLA CORTE, "El derecho y la justicia... "

DULONG, Renaud Le témoin oculaire. Les conditiol1s sociales de 1 'attestation


personnelle, Éditions de l'École des Hautes Études en Sciences Sociales, Paris, 1998.
A un pasado donde se condenaba gente sólo con la declaración de un par de testigos, se
oponen una "modernidad" y un presente donde reina la sospecha -garantizada por estu~
dios científicos que van desde la psicología a la sociología, previo tránsito por las ciencias
médicas de la psique o las bases biológicas de la memoria-, en una suerte de triunfo sobre
10 arbitrario. El testimonio, no obstante, continúa siendo el relato de un hecho certificado
por una fe soportada en la c::\:periencia y la condición de su exposición bajo el triple peso
(jurídico, moral y relígioso) de un "juramento". Dulong se lanza a la búsqueda de la trama
social de la dimensión cognitiva de la atestación en diferentes momentos y sociedades. El
testimonio ocular muta de elemento procesual a objeto social, abriendo un espacio de
investigación que htmde sus raíces en la psicología alemana de fmales del siglo XIX. La
"psicología judicial" constituye otra de las puertas de entrada para interrogar una concep­
ción del mundo e:Xl'resada en los procesos judiciales o actas policiales bajo fórmulas que,
detrás de su aparente asepsia, nos abren todo un mundo de transacciones relacio­
nes de poder y de dispositivos de legitimación. El rol del "haber estado allí" en la "cons~
trncción de la verdad" es examinado en contrapunto con el peso de la confianza en el
marco del" contrato social". La trama de la investigación arroja una exposición que com­
prende desde incursiones historiográficas y hennenéuticas hasta un brillante capítulo so­
bre el papel del cuerpo y la distancia en el marco de una teoría del acontecimiento, resti­
tuido desde la lectura de procesos judiciales, la mosofía y la literatura.

GÓMEZ GONZÁLEZ, Inés La justicia en Almoneda: la venta de Oficios en la Chan­


cillería de Granada (1505-1834), prólogo de Antonio DOll1ínguez Ortíz, Comares, Gra­
nada, 2000.
La autora, joven discípula de Juan Luis Castellano, plantea de manera probada y contunden­
te los argumentos necesarios para demoar cierto aspecto hasta ahora sostenido como eviden~
te por la historiografía que se ocupa de los oficios venales. En la Chancillería de Gl'í:4'1ada, los
oficios son en venta. Así, ese metanivel inviolado de la administración
española de la época moderna es despojado prolijamente de su estatuto La autora,
sorprc;ndlda ante un dicta..'Ilen fiscal de mediados del XVII donde se afirmaba que "la
-rructuo~;a- de la venta de oficios (sobre todo de
subaltemos) en la chancillería evaluando las consecuencias de en el
funcionamiento del alto tribunal y en el proceso judicial mismo. LaLey, inflexible alrespec~
to, no era vulnerada sólo por flilleionarios de seh'Ulldo o tercer rango, sino que, durante los
reinados de Carlos V, el mismo poder gubernamental proceclió él la venta de oficios
de La autora no dud,] frente a evidencias transparentes -como las ventas de
till1pOCO hesita frente a la presencia de mecanismos más como
que eran, se~,'úll nos muesL.'ll, ventas encubiertas. Prudente,
y evaluando con mesura la antropología de la correspondencia a la fidelidad, lnés Gómez
trdza los caminos no recorridos por una historiografía que, hasta hace poco, pennanecía

- 278 ~
prohistoria S • 2001
convencida de que la administración dejusticia gozaba de cierta ajenidadfrente al problema
de la patrimonialización. SupWlto dev1sta apunta con fuerza hacia los subalternos, verdade­
ros ejecutores de gran parte del proceso judicial: son ellos y no sólo los jueces quienes "ha­
cen" también al ejercicio de la justicia. Desviando la luirada de los magistrados a los letrados
y oficiales intermedios, el problema de la venalidad aparece con todas sus aristas. Y abre un
camino fantástico, que apenas comienza a transitarse.

• HESPANHA, António Manuel La gracia del derecho. Economia de la Cultura en la


Edad 1vfoderna, Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1993.
La línea había sido esbozada ya durante el periodo de preparación de su tesis doctoral
(cuya versión reducida conocemos en español por Vísperas del Leviatán... , Tauros, Ma­
drid, 1990) Y sus trabaj os se encuadran perfectamente dentro de los detonantes o motivadores
del "big bang" de la historia política y jurídica. Algunos de los aportes más importantes
de estas propuestas fueron la escisión del problema del estudio del Estado como única
referencia para el estudio de la teoría del poder (Balandier, Anthropologie politique, 1969),
la provocativa declaración de la inexistencia del Estado en sociedades previas al periodo
del Constitucionalismo liberal decimonónico (Clavero) o, como en el caso del autor que
nos ocupa, la provisión de herramientas para pensar la cartografía jurídica y administra­
tiva de estas sociedades en otros térnünos. Para ello, la referencia a lajusticia (omnipre­
sente en la tratadística sobre el tema) fue resignada en favor de la puesta en primer plano
de las teorías del gobierno y de la administración. De allí al abordaje de la problemática
de la cultura jurídica y del derecho practicado enlos "niveles más b~ios, pero también más
cotidianos y eficaces ..." hubo un paso, que este libro ilustra perfectamente. Así, la vieja
idea de "un" derecho homogéneo y homogeneizador queda obliterada por la existencia de
un pluralismo 1l0nnativo y disciplinario que, según los términos de Hesprulha, no es ex­
clusivo del Antiguo Régimen, sino que puede identificarse en nuestras sociedades actua­
les. Como se desprende de varias de las recensiones mínimas que aquí presenta.'l1os, es
este rutÍl1lo uno de los puntos de convergencia a los que, por caminos diferenciados, arri~
baron durante los 1990s. &'1tropólogos,juristas e historiadores que eligieron abandonar la
comodidad de las etiquetas para, poniendo las barbas en remojo, internarse en niveles de
acción y de a cuya costa se obtuvieron los créditos más notables en lo que a la
complejización de nuestras acerca del mundo jurídico y político se refiere.

IBARS, Teresa La delinqüimcia a la Lleida del Barroc, prólogo de Ricardo García


Cárcel, Pages Lleida, 1994.
Tras el estudio p0n11cnorizado de un ejemplo de arbitrariedad judicial en Lleida durante
el siglo XVII, se estudia la noción de justicia y de delito, así como las prácticas de las
instituciones jurisdiccionales de tipo penal. Se analizan especialmente los tipos de penas
y tonnentos aplicados por la Magistratura para dar cuenta en dos densos capítulos de la
procedencia social y territorial de los ma.lhechores y de las víctimas. También se incluyen
referencias a actores sociales frecuentemente olvidados, corno las mujeres y los cliados, y
- 279 .
D. BARRIERA, G.CALI4' CORTE, "El derecho y lajusticia... "

se aplica una visión general de la ciudad y el área mral. Estos temas resultan innovadores
en los estudios sobre el Derecho y la criminalidad en que se inserta el libro.

KAGAN, Richard Pleitos y pleiteantes en Castilla, 1500-·1700, Junta de Castilla y


León, Salamanc~ 1991.
Publicada originalmente en inglés hacia 1981, esta tesis se ha constituido hoy en uno de
los referentes obligados para el estudio de la Castilla moderna. La ubicación del problema
es certera y en absoluto pleitear er~ para los castellanos de los siglos XVl y
XVII, una opción cara y complicada. De hecho, frente a la negociación extrajudicial,
constituía una segunda y poco deseable opción. Sin embargo, los tribunales castellanos,
confonnepasa el tiempo, se encuentran frente a un incremento del volumen de pleitos que
deben atender. Kagan no sólo los contabiliza y clasillcapacientemente, sino que intenta la
búsqueda de razones para el fenómeno. Para esto, analiza la composición social
de los litigantes los cuales el Rey era el más conspicuo y reiterado), duración de los
pleitos, recursos litigados y para litigar. Como Gabriel de Moneada, el toledrm.o que se
apenaba por echar ml pleito -equivalente moral de la guerra- al regimiento de su ciudad,
los castellanos no eran conscientes de que el incremento de la litigiosídad era el síntoma
del proceso de debilitamiento de los vinculos tradicionales: ni la lealtad ni la fratemidad
funcionaban ya tan holgadamente como contenedores frente a los cambios demográficos,
económicos, sociales y políticos del siglo XVI. El recon'ido se inicia en la nonnativa
(leyes y fueros), continúa con una caracterización de los pleitos y de los pleiteantes, los
objetos de la disputa, de las instartcias de ~jercicio de la justicia para internarse sobre el
flnal en las causas, la concepción de la cultura juridica y I.lll excelente análisis de caso
sobre la Chanci11cri3 de Valladolid, c:\']Joniendo el cuadro de un proceso bisecular a 10
largo del cual la se fragmenta. La ofensiva de Olivares es muy otra si se la ve
desde el punto de vista de la a la que echaron mano los oficiales excluidos,
yaliélldose del apoyo de reales y ministros no alineados a favor suyo. Esta
perspectiva es una buena deconstruir la rrútica visión de un Estado Moderno
Dn~te]llS10nles absolutistas: más (más la Castilla prc:sernaCla
desde el mundo de la no descuida la Real absoluto, pero la
incorpora en de relaciones hruto más amplio que el proporcionado por las pinto­
rescas pero caducas mirada.s que -obnubiladas por la figura del Estado- no }lUl•.u'-"LUil
las miles batallas por letrados de
pesinos 3liados sus viudas perspicaces o herederos irritados.

LARR.AZÁBAL BASÁÑEZ, Contribución a una Teoría de los Derechos


Históricos Administración de ]a Comunidad Autónoma de Euskadi, Bilbao, 1997,
prólogo de Pablo Lucas Verdú.
Esta obra, originariamente tesis doctoral por la Universidad de Deusto leída en 1996,
expone el desarrollo, muchas veces conflictivo, de los derechos históricos del Pueblo Vas­
co y de la Comunidad Foral de Navarra en el marco de la constituciónjuridica del Estado

- 280­
prohistoriCII 5 • 2001
Espaílol. El texto comienza haciendo referencia a los derechos históricos vascos recogi~
dos en la Disposición Adicional Primera de la Constitución de 1978 y en el Estatuto de
Autonomía del País Vasco del afio siguiente, para trazar en perspectiva histórica el azaro­
so camino de esos derechos. El esquema cA'Plicativo es el del pluralismo, particularmente
jurídico, que exuda esa Constitución, y aborda los parámetros normativos del auto gobierno
vasco. Va de la realidad foral a la experiencia inmediata, describiendo etapas cronológicas
intennedias. Son estudiados así los regímenes forales de Alava, Guipúzcoa y Vizcaína en
el siglo XIX, la decadencia del régimen foral durante el siglo XIX, la abolición de la
foralidad por la ConsrrtllCÍón monárquica de 1876, la autonomía vasca antes de la Guerra
Civil desatada entre 1936 y 1939, el sistema constitucional de 1978, y concluye
con una reflexión sobre la del estudio de los fundamentos del régimen foral
histórico. El material. bibliográfico es verdaderamente a!Il.plio y se trata de una obra muy
bien documentada. Las del autor coinciden con algunas de las ideas (>"-,..r"""I1·,,,
por Bartolomé Clavero en un libro reseñado pClX3 la versión electrónica de esta sección.

LLUY, MCO Eivissencs i .Formenterers als Camps Nazis, incluye "Els silencis"
de Neus Escandell Tur, y "La segona guerra muudial i els espanyols" de Daniel Arasa i
Fava, Institut d'Estudis Eivissellcs, Eivissa, 1995.
Este trabajo se inspira en la linea abierta por Montserrat Roig en E/s catalan'} als camps
nazis, y aborda la suerte de algunos pobladores de Ibiza y Fonuentera que sufrie:ron el e.xilio
al sur de Francia y su deportación a los campos de concentración alemanes durfu'lte la SCbrun­
da Guerra ffioodial, pa:rticul&ll1ente los campos de Mauthausen, en Austria, y el de Gusen.
Comienza por ra:,"irear las vicisitudes de personajes más reconocidos de la vida política y
cultural de las islas (como ser el nüsmo Angel Palerm, ~"iliado en México)
para continuar con un entristecedor relato de la vida cotidiana en campos de exterminio y de
trabqjo forzado. Como metodología hace uso de entrevistas a escasos superviyientes así como
relatos de miembros de su propia familia. Demuestra la impronta dejada por el r"o,rn,'n
franquista, su alianza con el y el significativo silencio fr'dllCés frente al destino
de una población cuyo" delito" no era poseer la nacionalidad 'Judía", sino formar parte de las
filas republicanas 00 hecho, por otro lado, representado gráficamente en térrnL."'1os
iconográficos: ya en un campo de concentración como Mauthausen los republicanos penin­
sulares eran distinguidos por ooa señal de color roja y la letra S.
Esto es desde el punto de vista juridico (tal como pudo
verificarse en la por eL\1useo de Historia de Cataluíia entre abtil
y mayo de 2000, en la que quedaron reflejadas materialmente las reglamentaciones im­
a la población española agmpada y ex.terminada en MauLl).ausen), porque refiere a
la ritualiz.ación de las taxonomías y a la nonuativizacióll interna del campo de concentra­
ción, el cual puede ser analizado como un "microcosmos" en el que confluyen y coagulan
formas de hacer derecho, formas de exclusión, formas de clasificación. En este sentido, se
sabe mucho más de las disposiciones Ilonnativas aplicadas a los judíos -los cuales fueron
obligados a al1toimponerse la imagen de la estrella de David para ser fácilmente distinguí­
- 281 ­
D. BARRIERA, G. CALLA CORTE, "El derecho y lajusticia... "

dos- pero poco se conoce del hecho de que los homosexuales eran sometidos a fu'l trato
discriminatorio desde el punto de vista nonnativo al ser forzados a llevar illl distintivo de
color rosa, al igual que los peninsulares a los que nos referimos ut supra. Desde
esta perspectiva, el uso no accidental de los colores distintivos recupera para el análisis
una de las pretensiones de la teoría de los colores de Wittgenstein: mostrar la voluntad
taxonómica humana. En este caso, tanto la ritl1alización de la inlagen como su en
el marco reglamentario nazi nos pernúten insertamos en la imagineria pseudo-religiosa y
jurídica de la Segunda Guerra Mllldial.

ROM-ÁN MARTÍN, Laura El nau esta! ondorrá. Un estudijurídic, Institut d'Esturus


Andorrans, Prólogo de Migual A. Aparicio, Andorra, 1999.
Analizar el derecho desde el punto de vista históri co es el interés de la autora de este libro,
dedicado al estudio de textos histórico-institucionales del ordenanlÍento jurídico de Ando­
rra. Las por ende, son nODnativas y en editadas, y analizar las
sentencias arbitrales del la creación del Consell de la Terra en el siglo 13
Nova Reforma del hasta llegar al proceso de refonna de las instituciones
andorranas con el Decreto de enero del mIo 1981. Se trata de un planteo doct.rinal y
critico, en que es abordado el proceso de constitución del Principado de Andorra desde el
punto de vista del concepto de "micro estado" . Se compara el texto ftmdamental con el del
Principado de Liechtenstein de 1921 y con el de Mónaco de 1962, así como con las leyes
de la República de San Marino de 1974, para elaborar un análisis de las coordenadas
constitucionales de los microestados europeos. Los anexos incluidos permiten acceder a
los documentos originales abordados por la autora.

SABÍN, José Manuel Prisión y :muerte en la ~",'/w,tu de postgüerra, & ~vIario


Much.rtik, 1996.
conocimiento que tenía
Junta de Ddensa Nacional y por el General Francisco
ciones noviaa y hacL'lamiento que sufrieron
cárceles que parece condensar
moa de cuyas formas fue
1""",(11'71"'''' UU.~\H"'-'JVH,ll arbitrario -fundado sumarÍos
nn'''F'C_yporUl1 cruento El autor introduce criterios cronológicos
p[()fesicinales para describír la evolución de la y utiliza una vmiada gama de
fuentc-s documentales, desde literatura de la O!ícmc!es pasando
mación legal. f\.l1aliza el cambio de libertad, la elimina­
ciÓll a través de Tribunales y muertes en
!-,UJ.<V'CL,

n;,¡:m;Slon que sufrieron las mujeres en Resulta sigui­


ficativa la que concede a la reaparicióll de una justicia de carácter
gremial representada por los Triblmales de Honor en el Ejército y ]a Marina.

·282·
prohistoria 5 • 2001
SANTOS, VÍCtor CelenÚll El Derecho en la literatura medieval, Bosch Casa Edito­
rial, Barcelona, 1996.
El autor brinda nn denso estudio sobre la literatura medieval española, en nn periodo
histórico previo al renacimiento cultural, y 10 hace a partir de fragmentos literarios en
lugar de utilizar corpus legales. Esta es la originalidad de una obra que no pretende ana­
lizar lo que las leyes decían acerca de cómo debía ser el Derecho, sino cómo era realmente
este último. La eA'Presión artística, señala Santos, se conjuga con la jurídica para com­
prender cómo se comportaban los jueces y cómo se averiguaba la verdad, así como para
escrutar el ambiente jurídico de la época. El autor otorga a las obras literarias una impor­
tante cualidad como documentos históricos para los Historiadores del Derecho que, como
sabemos, siempre han preferido estudiar la nornUltiva para reconstruir sistemas jurídicos
del pasado. El orden de la exposición distingue entre Derecho Penal, Civil y Procesal, y a
través de citas de obras literarias originales analiza las teorías de la pena, la justificación
del Derecho, las figuras civiles (sucesiones, derechos reales), el rol de la prueba y de la
evidencia, el papel de los "letrados" que, como bien señala Santos, es un térnlino que
mantiene con la voz "literato" un parentesco real y simbólico.

• TARIFA FERNÁNDEZ, AdelalHarginación, pobreza y mentalidad social en el Anti­


guo Régimen: los nii10s expósitos de [¡beda (1665-1778), Prólogo de León Carlos Álvarez
Santaló, Universidad de Granada y Ayunt31rJento de Úbeda, Granada, 1988.
Este interesante libro aborda nn tema caro para los estudios históricos desde la innova·
ción supuesta por Philippe Aries sobre la infancia en el Antiguo Régimen. A partir de un
concienzudo trabqjo documental en diversos Archivos (parroquiales, mmtlcipales, pro­
vinciales, históricos), la autora propone estudiar la mentalidad de la época (1665-1778)
que acompañaba el fenómeno de la exposición, es del abandono infantil. La región:
Úbeda, el sur español. Su propuesta se enmarca entonces en las eAlJlicaciones más tradi­
cionales sobre la exposición, como es la pobreza familiar, pero logra contrastar los años
de mayor práctica del abandono con los ciclos de crisis económica o de hambrnna. El
estudio parte de la organización de la cofradía de San José como núcleo de la estructuración
de la beneficencia y la caridad, para abocarse al análisis concreto de la Casa Cuna para
niños eA'Pósitos. Cuantifica los ingresos, compara la incidencia del sexo de los bebés
abandonados, y brinda certeros datos de la mOltalidad. También da nna semblanza sobre
las características de la crianza y el uso de amas de leche. Quizás lo más original del1ibro
es la referencia al destino final de los niños a través de la adopción, y el escaso papel
concedido a las señales (cédulas dej adas por los padres jnnto a los bebés) por las autorida­
des de la Casa Cnna, una hipótesis que contrasta con otros estudios en los que se pone de
manifiesto el importante rol de las señales para posibilitar la adopción plena.

- 283­
D. BARRIERA, G. CALLA CORTE, "El derecho y la justicia... "

VALVERDE LAMSFUS, Lola Entre el deshonor y la miseria. Infancia abandonada


en Guipúzcoa y Navarra siglas }(J;7II.v }ax, Servicio Editorial Universidad del País Vas­
co, Bilbao, 1994.
Importante contribución para la historia infantil entre los siglos XVIII-XIX con algunas
referencia al siglo XX. Los temas preferidos por la autora son el infanticidio, el aborto y el
abandono de niños/as, mecanismos analizados desde las tradicionales perspectivas de la
regulación demográfica en términos malthusianos y de la salvah'Uarda del honor femeni­
no. Es de destacar la inclusión de referencias a la práctica de la exposición mediante el
uso del tomo, así como un concienzudo análisis de las notas y señales que acompañaban
a los bebés al momento del depósito, un tema escasamente recorrido por la historiografía.
A través de estos ej es emergen reflexiones sobre las mentalidades, el Derecho, el rol de la
religión, y el papel que jugaron las nodrizas en la supervivencia infantil. Una "historia de
vida" incluida en los Apéndices permite percibir en ténninos diacrónicos el significado
del abandono y las posibilidades reales o ficticias de los eA'Pósitos de insertarse en la
sociedad.

B - CAPÍTULOS DE LffiROS
GEERTZ, Clifford Conocimiento local, Ensayos sobre la interpretación de las cultu­
ras. Paidós, Barcelona, 1994. [primera edición en inglés por Basic Books, lne., 1983]
Nadie puede negar que Clifford Geertz sea uno de los antropólogos más lúcidos del mo­
mento y el que más ha contribuido a la proliferación de estudios antropológicos como
actos interpretativos (Véase la selección de teA10s de Geertz y otros autores realizada por
Carlos Reynoso bajo el titulo El surgimiento de la Antropologia Posmoderna para Edito­
rial Gedisa, Barcelona, 1992). Uno de sus últimos libros traducidos al castellano, Conoci­
miento local, Ensayos sobre la interpretación de las culturas, editado por Paidós en 1994,
incluye un excelente capítulo que recomendamos leer. Se trata de "Conocimiento local:
hecho y ley en la perspectiva comparativa" (pp. 195-262). Una de las tantas propuestas
del autor es comparM casos diferentes sin renunciar a la generalidad, sino ex-plicando
grandes texturas situándolas en marcos locales de conocimiento, oscilando entre "los pe­
queños imaginarios del conocirrúento local y los grandes de todo propósito cosmopolita",
iluminando en un continuo equilibrio dialéctico lo local y lo global. Así, habla de la
necesidad de "una penetración de la sensibilidad jurídica en la antropología o de una
etnográfica en el derecho" como estrategia comprensiva; o de "establecer un ir y venir
hennenéutico entre ambos campos observando primero uno y después el otro, con el fm de
formular cuestioues morales, políticas e intelectuales".
El principio metodológico de la "descripción densa" como práctica de inteligibilidad
aparece aquí con claridad, rechazando la confih'Uración de hechos y nonnas como fenóme­
nos equivalentes (lo que en Derecho se denomina "tipos legales") para proponer el estudio
de rituales al estilo de Ue\yel1Yll. Todo su texto se funda en el binomio fOffi1ado por "en
caso de x, entonces y", y "ya que x, por 10 tanto y", una separación entre nonnas casuísticas
y apodicticas (si bien el antorno utiliza estos conceptos) que es central en la diYisi6n entre

- 284­
prohistoria 5 • 2001
la disposición general y el caso concreto. Precisamente la localización de ese caso y su
conmensurabilidad implica la idea de heterogeneidad cultural y, por ende, históriea. Frente
al funcionalismo, su modelo cultural es de sociedades atravesadas por una variada serie de
segmentos y niveles jurisdiccionales. Sugerimos, fInalmente, comparar este texto con uno
anterior, "Juego profundo: notas sobre la riña de gallos en Balí", aparecido junto a "Des­
cripción densa: hacia una teoría inte¡pretativa de la cultura" en La interpretación de {as
culturas, Gedisa, Barcelona, [lo edición Basic Books, Inc. Nueva York, 1973]. En "Juego
profundo" el autor precisamente esta idea de jurisdicción a través de los mecanis­
mos de arbitmje en la riña de gallos, y el rol de mediadores y árbitros de la propia comuni­
dad frente al poder central o incluso desobedeciendo sus

KOSELLECK, Reinhart "Histoire, droit et justice", en L 'expérience de l'histoire,


Gallimard, Paris, 1997.
Díscolo discípulo de Gadamer, Koselleck es conocido para los lectores hispanófonos so­
bre todo tras la (tardía) publicación en nuestra lengua de Futuro Pasado (paidós, 1993),
colección de textos desde donde predicaba con el ejemplo sobre las virtudes de la herme~
néutica y de una historia conceptual. En este capítulo de L el autor comiel1~
za por lli,a provoeaclOn: del historiador, no se diferencia tanto fll1almen~
te del que relliza la justicia. Los principios de ambos pertenecen al fu"1lbito del
establecimiento de la verdad. En la investigación es necesario hacer gala de
una doble justicia: 110 sólo frente al dominio, sino también frente a sus procedimientos
metodológicos. Pero lo que es diferente, en cambio, es la naturaleza de la justicia a la que
los historiadores deben hacer honor. La parábola le sirve pam plantear cinco tipos de
respuesta sobre la teoria de las condiciones de posibilidad de la historia (herodotiano,
tucidiano, agustiniano, y hegelia..'lo). Lo que éstos tienen en común es que, como
modelos interpretativos, se pla..'ltean la posibilidad de la justicia, 10 que la convierte en
condición necesaria -aunque no suficiente- para realizar la experiencia de la historia
tras un segundo dedicado a "delimitar" el {unbito de la historia del ael:ecno,
Koselleckjuega con una comparación ta..'l pueril como de cinismo: esta disciplina
es una condición necesaria aunque talllbién insuficiente de la historia general. El alegato
(nunca mejor dicho) la tesis de las" diferentes velocidades" en la duración de los
distintos fenómenos sociales. La transformación del derecho, en su lentitud, expresa tanto
la temporalidad de resolución de los "ámbitos de fricciones" como el carácter conservador
de quienes tienen a su cargo y cuidado el estudio del fenómeno. La "delimitación riguro­
sa" de 1ma historia del derecho relacionada con "fuentes jurídicas auténticas" nos condu­
ce, afim13 el autor, a el campo y a la necesaria incorporación de esta disciplu1a a
otras l'a.-nas de las ciencias históricas. La pregunta fmal es el desafío pendiente: ¿a
qué se parecería la si no se le preguntara sobre aquello que es posible sólo
en ella, en la medida en que está condicionada y estructurd.da juridicarnente? A gusto o a
dish>usto, un texto de Koselleck nos pone una vez más de bmces contra lo evidente, con la
tácita invitación a la exigencia de pensarlo.
- 285 .
D. BARRIERA, G. CALLA "El derecho y la justicia... "

PETlT, Carlos y VALLEJO, Jesús "La categoria giuridica neUa cultura europea del
Medioevo" Storia d'Europa, IJI' JI Medioevo, Einaudi, Torino, 1995.
En este artículo Carlos Petit y Jesús Vallejo analizan la categoriajuridica en Europa en la
Edad Media tomando como referentes los conceptos ius, status, consuetudo, el paso del
¡us al derectum en las fuentes medievales. También abordan la concepción del derecho a
partir de las ideas de naturaleza y justicia, y cómo se configura el Derecho natural. Des­
pués de esta semblanza conceptual, realizan un estudio más detenido de tipo histórico e
historiográfico. Concluyen señalando que en el Medievo no es cierto que las normas supe­
riores se impongan siempre sobre las inferiores, ni que la esfera jurídica de mayor ampli­
tud prevalezca sobre la menor. Otorgan mayor sentido a la pluralidad de las normas y de
J.'>U'-"''-'.lU'''.", ya que una norma consuetudinaria puede ley de acuerdo al
ámbito de aplicación personal o tenitorial en un ámbito inferior, al que una
consuetudine local o Constituye un texto interesante para redefinir el rol de
la ley en la construcción juridica del espacio europeo.

VERDO, Genevieve "El escándalo de la risa, o las paradojas de la opinión en el perio­


do de la emancipación rioplatense", en GUERRA, Franr,;ois-Xavier y LEMPÉRIERE,
Annick et al. Los espacios públicos enlberoamérica. Ambiguedades y problemas. Siglos
XVIlI-XLY; México, 1999.
El acaecimiento en público de un acto privado es, en palabras de la autora, el marco
conceptual desde donde dispara su lectura de ur! incidente oCllrrido en Mendoza dunUlte
la Semana Santa de 1812. Dos distinguidos vecinos de la ciudad, cuchichean y rien en
plena durante el "sermón patriótico" que el Padre Castillo a los fieles. El
en otro contexto dio lugar a un proceso ordenado por el gober­
nador. El relato de los cabildantes (opinión oficial) y el alegato de los acusados
negando la acusación de "burla" reivindic¡m una intención el de libertad
la forma de la sirven de hilo conductor para abordar
centrales en una n~",llizadas por los demandados
y sus detractores le CO'IlCí;;jJC:lOJaeS acerca la libertad civil
versus libertad de '-V'L""vU",;
aw,Hn~'-CL"~, los facciosos en
so desde el discurso oficial como modo de "ubicar" la
escena que es atractiva y tras un recol1ido lan como P''''Tf'j'pnid"
varios telones de fondo que a un escándalo donde el no reconoci:mieuto de la
eXl)reS1Ón individual una revelación que tili>npoco nos sorprende: no será el
ni el último caso en que una lógica revolucionaria opere con códigos conservado­
res. Con balancea y pone su justo sitio la dimensión de la en Ulla
sociedad que, todavía, pennanece muy afirmada en la lógica comunitaria y corporativa.

-286 ­
prehistoria 5 - 2001
VINCENT, Bemard '''Hacer las paces'. Les Jésuites et la violence dans l'Espagne des
XVI e et XVIIe siecles", en DUVIOLS, Jean-Paul et MOLINIÉ-BERTRAND, Annie La
violence en Espagne et en Amérique r-Xve-XIXe si¿cles) Acles du colloque international Les
Raisons des plusforts, Presses de l'Université de Paris-Sorbonne, París 1997, pp. 189-196.
Los jesuitas diferenciaron el rol jurídico del árbitro (fundado en la equidad) del que se
le atribuía al Rey o a las autoridades civiles y que Azara valoraba por su positividad y por
su concordancia con la formación del Estado centralizado y absoluto. Este papel media­
dor jugado por los jesuitas parece haber sido una constante en la historia de la Orden. A
través de la hermenéutica de unas cuarenta cartas enviadas por los jesuitas españoles a
Roma durante el año 1561, Vincent comprueba la práctica de la intercesión, la reconcilia­
ción, generalmente espectacular entre los parientes, y el rol del acto de composición como
dispositivo de prevención de conflictos sociales o familiares. Ello demuestra que una de
las áreas más importantes de actuación fue la "pacificación" (hacer las paces), la limita­
ción de los efectos de la violencia y la canalización de las pulsiones agresivas, en especial
en la esfera privada, como una especie de prolongación de la administración del sacra­
mento de penitencia. Pero también la vida pública y la sociabilidad fueron dos ámbitos de
interés de los jesuitas a través del control de la rivalidad de facciones urbanas, de los
enfrentamientos entre bandas juveniles y de los espectáculos taurinos, este último aún
presente en el consuetudo peninsular. Estas prácticas, llevadas adelante por los jesuitas y
el resto de sacerdotes, así como por familiares y notables, supusieron la creación de la
"infrajusticia" con la finalidad de avenir a las partes mediante su intervención arbitral en
calidad de "hombres buenos" o jueces arbitrales. Vincent señala que un particular sentido
de la "civilización" guiaba a la Orden, en la dirección de una moderación de la afectivi­
dad, uno de los principios básicos de construcción de la civilité de la época, como ha
demostrado Norbert Elías para quien el concepto de civilité consiguió su sentido específi­
co a finales del siglo XVI, al romperse la sociedad caballeresca y la unidad de la Iglesia
católica, y es el antepasado directo de otra categoría, la de civilización. Civilidad era la
sensibilidad en los gestos y en las maneras, un código de comportamiento alternativo y
propio de personas civilizadas en sus costumbres y pautas de conducta. En Francia, afir­
ma Elías, la intelectualidad burguesa y los grupos superiores de la clase media fueron
quienes se incorporaron al círculo de la sociedad cortesana, que es la que lideró la idea de
la civilización. "Cuando las desigualdades sociales y económicas hicieron saltar el marco
institucional del ancien régime, esto es, cuando la burguesía se convirtió en nación, el
carácter nacional se constituyó con mucho de lo que había empezado siendo específicamente
cortesano y, en cierto modo, rasgo social distintivo de la aristocracia cortesana pero que
luego, había sido patrimonio también de los grupos burgueses cortesanos". Las nuevas
formas de la sociabilidad encuadraron perfectamente en esta transformación, conducidas
por la idea de civilización (ELÍAS, Norbert El proceso de la civilización. Investigaciones
sociogenéticas y psicogenéticas, FCE, México, 10 ed. 1977).

- 287 ­
D. BARRlERA, G. CALLA CORTE, "El derecho y la justicia... "

C - RECOPILACIÓN DE DOCUMENTACIÓN Y SELECCIÓN DE FUENTES


ALAMILLO SANZ, Fernando La Administración de Justicia en los clásicos españo­
les. De los jueces, escribanos, alguaciles, cuadrilleros, corchetes, procuradores, aboga­
dos, ladrones, ícaros, presidiarios y otras gentes de mal vivir, Civitas, Madrid, 1996.
Esta obra incluye fragmentos de obras clásicas españolas que tratan, directa o indirecta­
mente, problemas vinculados con el espacio jurisdiccional. Presenta 45 textos relaciona­
dos con la administración de justicia, el personal, la vida y el significado de la prisión y la
manera de resolver pleitos, todos surgidos de la pluma de Ricardo Palma, Mateo Aleman,
Miguel de Cervantes Saavedra, Mateo Luján de Sayavedra, Francisco de Quevedo Villegas,
Tirso de Molina, Vicente Espinel, Antonio Enriquez Gómez, Diego de Torres Villarroel,
José Cadalso, Juan de Luna, Alonso Castillo Sorlozano, Ramón de Mesonero Romanos,
Alonso Femández de Avellaneda, Mariano José de Larra, Bonifacio Gómez, Juan de
Timoneda, Luís de Pinedo, Melchor de Santa Cruz, Esteban de Garibay y Zamalloa, Juan
de Arguijo, Bernardino Femández de Velasco. Frente a la dispersión de estos documen­
tos, el investigador del espacio jurisdiccional entre los siglos XVI y XIX puede obtener
una visión de conjunto crudamente negativa acerca de la tarea de los jueces, escribanos y
funcionarios vinculados a la justicia española.

DE SOLANO, Francisco -estudio preliminar y edición- Normas y leyes de la ciudad


hispanoamericana 1492-1600, C.S.Le. Biblioteca de Historia de América, Madrid, 1995.
Completa colección de la nonnativa aplicada en las urbes hispanoamericanas como dis­
positivos de control de la ocupación espacial y de "invención" de la ciudad. El estudio
preliminar explicita el rol de las ciudades en la concepción de frontera imperial, la tipología
del núcleo urbano, los procedimientos aplicados. Singular interés revisten las referencias
a los pueblos de indios. El corpus incluye 111 documentos sobre asentamientos españoles,
la fundación del Fuerte Navidad, de La Isabela; cartas; instrucciones de reparto de ejidos;
reglamentación de caminos; reparto de abrevaderos, pastos, tierras y solares; Reales cédu­
las y ordenanzas referentes al poblamiento. Las áreas referidas son Nueva España, Lima,
Guatemala, Santo Domingo.

PÉREZ-COCA SÁNCHEZ-MATAS, Cannen Derecho, vida y costumbres de Plasencia


y su diócesis en los siglos XV y XVI (Documentación sinodal de la segunda mitad del
siglo XVI), Prólogo de Federico R. Aznar Gil, Universidad de Extremadura, Cáceres,
1994, Vol. l.
En esta obra se estudia sistemáticamente el significado del Sínodo de 1532, el rol de la
administración de diversos tipos de sacramentos como son el bautismo, la penitencia, la
eucaristía, la confirmación y extremaunción, aspectos que permiten analizar la vida y
costumbres de Plasencia. Los y sus obligaciones aparecen como temas centrales
junto al patrimonio eclesiástico y el ritual sagrado de la época. El volumen 2 incluye
documentación sinodal de la segunda mitad del siglo XVI.

- 288­
prohistorift S ·2001
D-TRATADOS
LLORENTE, Juan fo..ntonio Los procesos de la Inquisición. Discursos sobre el orden
de procesar en los Tribunales de la Inquisición, Edición critica de Enrique de la Lama
Cereceda, EmIate, Pamplona, 1995.
Importante contribución sobre la obra de uno de los miembros de la Lrlquisición eS'pa.ilola,
Juan Antonio más conocido por su Hisroire critique de l'Inquisition d'E,pagne,
elaborada dos años antes de la supresión del Santo Oficio en 1820, y por su campaña
modernista y anti-inquisitorial. Los Discursos, paIte de los cuales son editados por Emi­
quede la Lama Cereceda, fueron confeccionados en 1797, veÍJ.lteaños antes de la Historia
y a pedido del arzobispo de Selimbria y Gran Inquisidor, Don Manuel Abbad y
Lasierra, bajo cuyo amparo el autorredactó el manuscrito. En este texto Uorente muestra
cierta cautela al referirse a temas claves como el rol de inquisidores y de la infonna­
Clon a la m:mera en que debía calificarse el sumario, la crítica a las forutas
asumidas por la acusación el tipo infamante a¡;Ju\..t'U<i
las estrategias para modificar a la institución a la que, por esa
considerdba de utilidad Estos Discursos son un de la exacerbada critica
que proyect1ria años después y qu e de acuerdo a los especialistas, el caldo de
cultivo de la crisis y disolución del Santo Oficio en tras más de tres siglos de
instauración como dispositivo jurisdiccional.

E - ACTAS DE CONGRESOS
• DUVIOLS, Jean~Paul; MOLl'NlÉ-BERTRAND, Almic La violence en Espagne et en
Amérique (Xve-jXre siecles) Acles du colloque internarional Les Raisol1s
Conclusiones de Ba.rtolomé Betmassar, Presses de rUl11versité de Paris-Sorbonne (Ibérica
Nouvelle série nO 9), París, 1997.
Importante contribución al estudio de la violencia desde perspectiva comparada en un
amplío arco temporaL a las Actl~S del Coloquio Intemacional "Les raisons
des forts" del que participaron pa.'iicularmente investigadores franceses. lnc:ollPOl:a
contribuciones varias sobre violencia hechos de sangre, el rol del derecho y de
la justicia, el de la Iglesia r de las corporaciones la de los
poderes y la manera en que contienen violencia en sus representaciones.
Brinda al poder}' la violencia desde amplia y

nn¡ncnnHistórica: la audiencia. de Guarema!a el

Audiencia de Guatemala durante el

rica", asi como una de lo que sÍb'11ifica en el contexto científico, Los


diversos autores reflexionan sobre las formas de conocer el la docmnenta<.::iÓn
- 289­
D. BARRTERA, G. CALLA C"')RTE, "El derecho y lajusticia... "

pertinente para abordar la materia, la situación social y económica del periodo, la pobla­
ción y el cambio demográfico, el poder político y eclesiástico, así como la situación educa­
tiva guatemalteca. Se trata de una presentación interesante que permite c131i:ficar supues­
tos sobre la sociedad y el período referido, y brinda una pintura interesante y documentada
sobre Guatemala desde el punto de vista etnohistórico.

PÉREZ SAW..PER., María Ángeles y M.I\RTÍNEZ RODRÍGUEZ, MiquelAngel "Société


etjustice auXVllIe siecle. L'auruence de Catalogne", en DESClMON, Robert; SCHAUB,
Jean-Frédéric y VINCENT, BemardLes .figures de 1Administrateur, EHESS, Pans, 1997,
pp. 221 a 234.
Aunque tardía, la edición de las actas del Coloquio Internacional de Oñati sobre Institu­
ciones, Redes y Poderes en Esp311a, Francia y Portugal durante los siglos XVI y XIX, puso
al alcance de los lectores una quincena de ponencias que abordaron las "figuras del admi­
nistrador" desde diferentes perfiles. Dentro de la sección "Un grand chatier
prosopographique", donde la impronta de la escuela pro sopo gráfica de Jean-Pierre Dedieu
es a todas luces evidente, encontramos este artículo sobre la Audiencia de Cataluña du­
rante el siglo XVIII, único que aborda elproblema de lajusticia dentro del tema convocante
de la "administración". El estudio muestra los criterios de reclutamiento de los juristas
nombrados en las audiencias aragonesas durante y hasta apenas terminada la guerra de
Sucesión, criterios que pasan por la fidelidad y eficacia de aquellos en relación a la
ción de un nuevo orden institucional. La muestra prosopográfica retoma los avances rea­
lizados por Molas Ribalta y otros autores, aport311do casos que muestran matices acerca
de las modalidades de inserción y de los "tempos" diferenciales que pueden observarse
entre distintas familias en el marco de su proceso de inscripción dentro de las estructuras
judiciales y, de modo más burocráticas del marco Como proponen los
autores, el abordaje prosopográfico del grupo letrado permite iluminar particularmente el
aspecto de una política de familias. Política de diversificación en
de los miembros de una familia dentro de las instituciones y de la manera en que estas
familias se sirven de las mismas.

TERRADAS 1 SABORIT, Ih'TIasi -coord.-AntropologíaJuridica, Actas del VIII Con­


greso de Antropología, Federación de Asociaciones de Antropología del Estado ~:>'-":U1VL.
de Santiago de Compostela, 20 3124 de
1999, 177 pp.
El encuadre de un que se abocó a reunir propuestas y discusioaes bajo el común
denominador de Jurídica respondía, su organizador, a tres razones de
orden reconocer desdp la crítica la naturaleza juridica de los y teonas
fundamentales de la Antropología Social, interesarse en modelos y descripciones
relacionales y ubicar una serie de problemas en los que Í31ltO las il1stituclolles de derecho
como la mirada jurídica están presentes.

- 290·
prohistoria 5 - 2001
Las intervenciones de los participantes van desde un ensayo sobre los aspectos funda­
mentales de la antropología jurídica (Eloy Gómez Pelón) o el concepto de propiedad
desde la antropología social (Caries Salazar) a una serie de replanteos de los usos y las
dimensiones de lo jurídico que se ponen a prueba básicamente a partir de estudios de caso
que se ocupan de espacios y periodos bien diferentes.
José Ortuño Aix discute, desde una re lectura de Gluckman, las interpretaciones de
invenciones de tradición o de rebeliones irracionales encontrando procesos de creación de
derechos legítimos entre los Tiv. El bandolerismo que sucede a la derrota carlista sirve de
guía para plantear la sutil e histórica diferencia entre la "verdad jurídica" y la "verdad
histórica", abordada en este caso por Silvia Gómez i Mestre. Beatríz Ruíz, de la mano de
los utopistas, nos propone una lectura de la justicia como "parteaguas" de opinión, resal­
tando el nivel de lo sinuoso, los aspectos de borde que presentan las representaciones de y
sobre la justicia en diferentes momentos y sociedades. Las figuras del Ombudsman, el
síndic de greuges y de los defensores del pueblo forman el punto de partida para que
Gabriela Dalla Corte someta a discusión la naturaleza estrictamente jurídica de un fenó­
meno que se plantea como tal, evidenciando, por el contrario, el juego de relaciones polí­
ticas que se extiende tras la cuestión de la ciudadanía en sociedades contemporáneas. El
tema de la identidad atraviesa, quizás sin ser el centro, los trabajos de Liliana Suárez
Navaz, Silvia Bofill Poch, Antonio Reyes Aguilar y Cristina Jular Pérez-Alfaro: quizás
más evidente en el primero y el último de los casos, el problema de las propiedades de las
aguas y de las tierras (presente en Botíll y Reyes) están relacionados íntimamente con la
cuestión identitaria tanto como en los casos de fronteras nacionales (el sur de Europa) o
jurisdiccionales-fiscales (Oña contra Frías): en estos trabajos, los sujetos se libran a mani­
festaciones casi siempre no elaboradas en donde se ponen en juego las construcciones de
esquemas referenciales básicos sobre los cuales se orienta la dinámica de lo relacional, tan
bien relevada en todos los trabajos del simposio.
Por último, José M. Cardesín, y Mruta Rico junto con Júlia Ribot, parecen preferir la
vía de la paradoja: obedecer la justicia para burlarla o pasar por el matrimonio con o sin
papeles son los caminos escogidos para plantear--como lo hacía Ortuño en su trabajo- la
creación de espacios legítimos y legitimables con el concurso del reconocimiento previo
del orden existente o la sanción de lo fáctico en sus pliegues.

F - Ediciones en soporte CD.


Colección Proyectos Históricos Tavera: Nuevas aportaciones a la Historia Jurídica de
Iberoamérica, Madrid, 2000, ISBN: 84-89763-73-9; DL: M-6752-2000, coordinado por
José Andrés Gallego. Fundación Histórica Tavera, Fundación Hernando de Larramendi y
DIGIBIS. A partir de la introducción de José Andrés Gallego, se accede a cada una de las
monografías, así como a una compilación de obras de José María Mariluz Urquijo sobre
Derecho Indiano, y a una lista bibliográfica de la Historia del Derecho Indiano que elabo­
ró Norbelto Dagrossa (Página WEB: www.digibis.com)y(pilar.ruiz@digibis.com).

- 291 ­
D. BARRIERA, G. CALLA CORTE, "El derecho y ¡ajusticia... "

La obra general (Fundación Histórica Tavera, Madrid, 2000) incluye: ANDRES-GA­


LLEGO, José Derecho y justicia en la España y la América prerrevolucionarias, y Dere­
cho y justicia en América: Propuesta metodológica y temática y presentación de los
primeros resultados; BARRIENTOS GRANDON, Javier Guia prosopográfica de lajudi­
catura letrada indiana (1503-1898); y La Real Audiencia de Santiago de Chile (1605­
1817): La institución y sus hombres; BERNARD, Carmen Negros esclavos y libres en las
ciudades americanas; DAGROSSA, Norberto Bibliografia de historia del derecho india­
no; FERNÁNDEZ DELGADO, Miguel Ángel Vasco de Quiroga, teórico y práctico del
mejor estado de la república en la Nueva España; FERRER BENIMEU, José Antonio
De la expulsión de los jesuitas a la extinción de la Compañía de Jesús; GARCIA­
AÑOVEROS, Jesús Los argumentos de la esclavitud; GONZÁLEZ FERNÁNDEZ, Enri­
que: Filosofia politica de la Corona española en Indias; GUZMÁN, Alejandro Historia
de las codificaciones en lberoamérica; HERZOG, Tamar Ritos de control, prácticas de
negociación: Pesquisas, visitas y residencias en las relaciones entre Quito y Madrid
(1650-1750); HUNOLD LARA, Silvia Legislar;ao sobre escravos africanos na América
portuguesa; Edgardo Notorios rebeldes: A expulsao da Companhia de Jesus da
America portuguesa; LUCENA, Manuel Leyes para esclavos: El ordenamiento jurídico
sobre la condición, tratamiento, defensa y represión de los esclavos en las colonias de la
América española; MAEDER, Ernesto J. La administración y el destino de las
temporalidades jesuíticas en el Río de la Plata; MARILUZ URQUIJO, José María Obra
histórico jurídica (Selección de textos); NA VAS SIERRA, Alberto Utopía y atopía de la
Hispanidad (De Londres] 820 a Guadalajara 1991); ORTIZ TREVIÑO, Rigoberto Gerardo
Nueva Gallcia y Quito: La insubordinación de dos Audiencias subordinadas (1548-] 680);
SANTAELLA STELLA, Roseli lnstituú;oes e governo espanhol no Brasil, 1580-1640;
TARDIEU, Jean-Pierre Relaciones interétnicas en América, siglos XVI-XIX; TORO
JARAMILLO, Iván Darío Pensamiento político católico en "la crisis de medio siglo" de
Colombia: 1850-1900; VAS MINGO, Marta Milagros del Los Consulados en el tráfico
indiano; VITAR, Beatriz El impacto de la expulsión de los jesuitas en la dinámicafi"on­
ter iza del Tucumán.

La misma colección anuncia la inminente edición en sopOlte digital (herramientas del


programa Acrobat Reader y con el fonnato PDF) de un conjunto de obras y materiales
básicos acerca del área de la Historia Jurídica, en especial los siguientes temas: Pueblos
indígenas de Iberoamérica; Derecho y justicia en Iberoamérica; Afroamérica, la tercera
raíz; y El impacto en Iberoamérica de la expulsión de los jesuitas.

Existe también una compilación de manuscritos espafioles que incluye importantes


textos jurídicos; se trata de ADMYTE (Archivo Digitalizado de Manuscritos y Textos
Españoles), editado en dos CD por Micronet.

- 292·
prohiltoria 5 • 2001
Se sugiere también la consulta de una de las mejores páginas web sobre Antropología
Jurídica en América Latina, que pe...'ienece a la Red Latinoamericana de Antropología
Jurídica: \yww.gcocities.com/rcla,iu (relaju@yahoo.com), la cual está sostenida porre­
presentantes en cada uno de los paises de la región. Para Argentina, María Belén Noceti
(nocetimb@impsatl.com.ar). COllsúltese también nuestro propio (y pequeI1o) sitio en
mvw.probistoriaforos.com. ar , donde puede accederse a más reseñas y a links sobre este
tema en particular.

- 293»
NORMAS DE PUBLICACIÓN

1.- El envío de trabajos con pedido de publicación debe ser remitido por vía postal a:
plohi"or¡a - Tucumán 2253, (2000) Rosario, Argentina. Se sugiere el envío de una
copia electrónica a: redaccion@prohistoria.com.ar

2.- Todos los trabajos serán considerados por dos o más integrantes del Comité Editorial
-locales o extemos- quienes podrán oficiar como evaluadores o designar a los
especialistas que consideren pertinentes para el referato.

3.- Los trabajos deben ser inéditos en español.

4.- Quienes envíen artículos para consideración de este Consejo, se abstendrán de


presentarlo para su publicación en otro organismo editorial hasta tanto les sea
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por vía postal los referatos en un plazo no mayor a los 180 días a contar desde el recibo
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preferentemente en Times New Roman; C.- una solicitud de publicación dirigida al
Comité Editorial, en hoja aparte, incluyendo datos personales; d.- los límites de
extensión para los Artículos son de 25 (veinticinco) carillas; 8 (ocho) para los avances de
estudiantes y 5 (cinco) para reseñas.

6.- Los trabajos aceptados deberán ajustar su texto a la Guía de Estilos disponible en
nuestro sitio web www.prohistoria.com.ar

Esta edición de 1000 ejemplares terminó de imprimirse en


los Talleres Gráficos de Propuesta Gráfica, Catamarca 1941 Rosario, en diciembre de
2001.

Ediciones prohi,tor¡a & ivlamtelSuárez Logos S.RL. Editores


p,ohi,to,¡a 5

-número monográfico-

Historia y Antropología Jurídicas

(coordinado por Darío Barriera y Gabriela Dalla Corte)

Escriben en este número:

Fabián Alonso - María Elena Barral - Darío G. Barriera - Oreste CarloE


Cansanello - José María Cardesín Díaz - María Inés-Carzolio - Eisa Caula .
Gabriela Dalla Corte - Raúl Fradkin - Sílvia Gómez i Mestres - Frangois
Godicheau - Tomás Mantecón Novellán - Gladys Perri Nidia Robles - María
Verónica Secreto -Bernardo Sorj - Ignasi Terradas i Saborit

Solicite los ejemplares anteriores de


prohi/toria

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Entre Ríos 789 - Tel: (0341) 4259352 - S2000CRM Rosario, Santa Fe


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