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‘LOS AMBIENTES NATURALES DEL TERRITORIO ARGENTINO... 93 KcS-| Lagos y lagunas /\/ Rios Clasificacion de rios a ARWN= Fig. 18. Clasificacién de los rios, segtin H. Coppi. 1 Rios de alimentacién mixta: pluvio-nival y glaciar, con dos periodos de maximos caudales. 2 Rios alimentados por el agua de fusién de los glaciares, con caudales miximos durante el verano. 3 Rios que se alimentan de las Iluvias de verano y tienen sus maximos caudales en esta ostacin. 4 Rios que se alimentan de las precipitaciones de oloiio y primavera, con maximos caudales en la misma estacion, 5 Los grandes rios complejos: Parana, Paraguay. 94 Ricarbo G. CaPITANELLI 3,80 3,40 7 = 3,00 i oT fi Alt. hidrof.: Rio Limay -Paso Linay | 60 Uuvia en|Bariloche | \ ae fies, Lluvia en mm (+) Alturas hidrométricas 1,80 l IC 20 Fig. 19 Fuento: Elaboracién propia. 2,40 Rio Mendoza 4 CacheLita 2,00 1 Fuente: Elaboracién propia. miento muy répido o se infiltran en las altiplanicics donde las aguas citculan lentamente y contri- buyen a sostener magros caudales invernales. Dentro de este régimen existen diferencias, explicables en un drea tan extensa y variada des- de el punto de vista geomorfoldgico, climatico, edafico y biolégico, que afectan al volumen total de las precipitaciones y el escurrimiento, como ocurre en Rio Segundo (Fig. 21). En parte de la regi6n climatica subtropical, que adquiere caracteres tropicales en verano, espe- cialmente en enero, ciertos rasgos diferenciales se acentiian y configuran un subtipo hidrogrifico. La causa fundamental es la mayor concentracién estacional de las precipitaciones, a la cual se agrega una mayor intensidad y menor duracion, Esto trae aparejado un mayor desnivel entre los caudales de verano ¢ invierno y crecidas mas violentas. El Bermejo, aforado en Manuel Elordi, y las lluvias registradas en Oran, constituyen un buen ejemplo (Fig. 22). LOS AMBIENTES NATURALES DEL TERRITORIO ARGENTINO... 95 m 0,90 160 i ‘Altura Hidrométrica: Rio Seghindo - $n Anfonio § |Liuvia gn: AltalGracial 1 = | 120 3 s E = saci # = e 3 0,70 < wo & 8 s 5 S60 0 8 = 5 0,50 0 E F M A Fig. 21 Fuente: Elaboracién propia. 4. Rios que se alimentan de las precipitaciones de otofio y primavera, con mdximos caudales en la misma estacion Corresponden a la parte oriental de la Hanura y se alimentan exclusivamente de las Iluvias de la primavera o el otofio, separadas por un periodo de minimas precipitaciones en invierno. El rio Uruguay, por ejemplo, presenta un minimo en sus caudales en verano (enero) y otro en julio o agosto y dos maximos: junio y septiembre-octubre (Fig. 23). La permeabilidad del suelo y la debilidad de las pendientes superficiales se traducen en un gran poder de absorcién que da lugar a un subtipo especial de escurrimiento. m 3,50 —— - 200 ~ Altur omer Rio|Bermbjo - MI. Elordi w 3,00 Lluvia en: Oran 14 150 s : ae a, 2 a Z| 10 £ 5 : 1 E g / _ 2B 200 Z «0 ® g 3 2 1,50 oo 1,00 Bs i —E F M ND Fig. 22 Fuente: Elaboracion propia. Como bien Io ha hecho notar Ceppi (CEPI, H., “Clasificacién de los rios de la Repiblica Argentina de acuerdo a su régimen hidrologico”, en Anales de la Sociedad Argentina de Estudios Geogrificos, GAEA, t. V, Buenos Aires, 1937, pp. 289 a 308), los caudales son minimos cuando las precipitaciones alcanzan al maximo. La causa es la infiltracién de las precipitaciones y el mo- vimiento lento del agua en el subsuelo, por lo cual ega el rio con retardo. 96 Ricarpo G. CAPITANELLI m 6,00, ~ T — >] 260 ms Altura, hidrompétrical Rio Uogua - Sto. Tomé! 8 5,00 Lluvia en: Palmira (R.G. do Sul Brasil) | = _| 220 o if Jy ~ E Heese ls = 6 =I RAL, = 4.00 - : 190 € = £ 8 300 —~>=}_ | () 4140 3 7 3 <4 a 7 5S 2,00 2 —|100 = F M A M J J A s O° N D Fig. 23 Fuente: Elaboracién propia. EI Salado, aforado en Barranca San Lorenzo, la curva de precipitaciones de Villa Ortizar y el nivel de la napa freatica en esta localidad y en Las Flores, constituyen un buen ejemplo sobre el subtipo en consideracion (Fig. 24). Es evidente la inversion de la marcha de la curva de caudales con respecto a las precipita- ciones. Mientras esta alcanza el maximo en otofio (marzo-abril) y primavera (septiembre a no- viembre), la primera desciende al minimo. Durante el invierno y el verano las relaciones se in- vierten. Contrariamente, las curvas de caudales y del nivel fredtico son paralelas. 5. Los grandes rios complejos: Parand y Paraguay Dada la inmensidad de la cuenca, la enorme extensi6n latitudinal, dos grandes rios retinen las aguas que aportan afluentes de regimenes diferentes: el Parana y el Paraguay. m 2,60 + 120 240 8 = 8 \ [msm 2 400.8 2,20 2,65 5 11,000 & 8 \ & > a cs < £ 80 <—]2.85 5 11,10 ° E E = s oO 3,05 ‘3 g & 6 le 05 11.20 8 3 id = z 5 40 zi 325 3 11,90 2 poe = 8 20 3456 11,400 J A Ss °o N D Fig. 24 Fuente; Elaboracién propia, El Parana, de acuerdo con los datos correspondientes a Corrientes, alcanza sus maximos caudales en el mes de octubre a causa de las crecidas del Iguazt provocadas por las Huvi: subtropicales. Luego las aguas se estacionan, pero en el mes de febrero, por las precipita 1 — . Irio Patana - Corrientes 4,00, Pos 3,00} 2,00) e Fo oM AEM ery J A Fuente: Elaboracién propia. ciones tropicales, tienen un segundo maximo que es el principal del afio. A partir de este ma- ximo las aguas descienden répidamente hasta mayo y se estacionan en junio pues la dismi- nucién debida a la falta de Iuvias tropicales es contrarrestada con cl aumento de las subtro- Picales. Finalmente, las aguas descienden hasta agosto para recomenzar el ciclo en septiembre (Fig. 25). m 5,0 4,00} — fame] 3,00) —|- = Alturas hidrométri¢as 200 Rio Paraguay - Asuncién eS Fr M A M J J A Ss Oo N D Fig. 26 Fuente: Wlaboracién propia, EI Paraguay tiene parte de su cuenca sometida a las precipitaciones tropicales y parte a las subtropicales. Entre ambas se interpone cl Gran Pantanal, un inmenso pantano que regula el escurrimiento de las aguas EI maximo de Iuvias en Corumba corresponde a enero, mientras que las alturas hidromé- fricas en Asuncién alcanzan el mas alto nivel en junio, EI rio crece lentamente entre enero y junio y luego decrece hasta septiembre, permane- tendo durante cuatro meses con las aguas bajas (Fig. 26), 98 Ricarbo G. CAPITANELLI Fitogeografia (Colaboraci6n especial del ingeniero agrénomo Fidel A. Roig) Las regiones, dominio y provincias fitogeogrdficas son manifestaciones concretas de Ja variedad de unidades fisicas Las combinaciones de los diversos factores fisicos analizados -geomorfologia, edafic climaticos ¢ hidrograficos~ han generado distintos medios cuya naturaleza se manifiesta aca- badamente en la vegetacion natural. Los diversos esquemas fitogeograficos de la Argentina, si bien adelantados gracias a nu- merosos investigadores, son solo tentativos. Falta atin precisar muchos limites que seran poco a poco modificados con nuevas contribuciones. El mapa que aqui se presenta se basa sobre todo en las investigaciones de Cabrera, ha- biéndose utilizado para algunos limites ideas de otros investigadores como Morello y Ruiz Leal. Con criterio floristico se divide el pais en regiones, dominios y provincias fitogeogrificas. I, Region neotropical A. Dominio de América Subtropical 1) Provincia subtropical oriental Ocupa Misiones y se prolonga luego en galerias por los grandes rios de la Mesopotamia, Ilegando sus tltimas comunidades hasta La Plata. Selva impenetrable, riquisima en especies, es la parte meridional de la selva austral brasi- lefia. La componen, segin Hauman, por lo menos noventa especies de treinta familias distin- tas de arboles de gran porte. Entre los gigantes de esta zona se encuentran el lapacho negro (Tabebuia ipe) y el ibira-pita (Peltophorun dubium). Hay, ademés, palmeras, helechos, algu- nos arborescentes, ariiceas, lianas diversas, orquideas y grandes gramineas, Se destaca un dis- trito de montafias bajas con Araucaria angustifolia. 2) Provincia subtropical occidental Estrecha faja de montafias que desciende desde Bolivia y penetra en el E de Jujuy, centro de Salta y Tucuman y E de Catamarea. Paisaje de selvas, bosques montafiosos y praderas Emparentada floristicamente con la provincia anterior, sin embargo, con géneros propios co- mo Tijuana, Cascaronia, Calycophilum, Myroxylon, Amburana, etcétera. La selva impenetrable es muy rica en epifitas, lianas, entre otras. Por encima del piso selvético aparecen notables bos- ques de aliso (A//aus jorullensis) y prados graminosos. Hacia cl sur se va empobreciendo gra- dualmente. B. Dominio chaquefio 3) Provincia chaqueia Abarca las provincias de Formosa, Chaco, Santiago del Estero, N de San Luis, Cordoba y Santa Fe, E de Tucumén, Catamarca, La Rioja y San Juan (valle Fértil). Hacia el E penetra en Corrientes y Entre Rios. Paisaje de bosques xerdfilos mezclado con palmeras y sabanas. En los rios principales hay galerias correspondientes al dominio subtropical. La distribucién de los quebrachos permite diferenciar un Chaco occidental con Schinopsis balansae, uno oriental con S, iorentzii y otro montano con S. marginata, El quebracho blanco (Aspidosperma quebracho-blanco) tiene una amplia distribucién en las Hanuras hasta Mercedes (San Luis). LOS AMBIENTES NATURALES DEL TERRITORIO ARGENTINO... 99: Regiones, dominios y provincias fitogeograficas 4 aARwWwn ig. 27. Bosquejo fitogeogratico ‘GION NEOTROPICAL: a. Dominio de América subtropical: 1) Provincia subtropical oriental; 2) Provincia subtropical occidental; b. Dominio chaquefio: 8) Provincia chaquefia; 4) Provincia del espinal; 5) Frovincia del monte; 6) Provincia pampeana; ¢, Dominio Andino: 7) Provincia altoanadina; 8) Provincia puneiia; 9) Provincia patagénica. #0N AUSTRAr: d. Dominio subantartico: 10) Provincia subantartica, 100 Ricarbo G. CAPITANELLI 4) Provincia del espinal Forma un arco que rodea a la provincia pampeana incluyendo el S de Corrientes, N de Entre Rios, centro de Santa Fe, gran parte de Cérdoba y San Luis, y centro-oeste de La Pampa. Rodea también a la provincia pampeana por el este en estrecha faja que se prolonga por el litoral ma- ritimo hasta Mar del Plata. + * Paisaje de bosques abiertos xerdfilos y espinosos de los géneros Prosopis y Acacia. La flora es muy pobre en endemismos y fucrtemente emparentada con elementos de la provincia chaquefia, de la cual puede considerarse su continuacién empobrecida. Se distinguen en ella los distritos del fandubay (Prosopis afinis), en Entre Rios y Corrientes; del algarrobo (Prosopis alba y P. nigra), en Cordoba y Santa Fe; del caldén (P. caldenia), en San Luis y La Pampa, y del tala (Celtis tala), en el litoral de Buenos Aires. El caven (Acacia caven) tiene muy amplia distribucién en la provincia. 5) Provincia del monte Se ha delimitado esta provincia segiin las contribuciones de Morello y Ruiz Leal. Se extien- de desde Salta hasta el Chubut ensanchandose hacia el sur y abarcando considerables exten- siones especialmente en San Juan, Mendoza, La Pampa y Rio Negro Fisonémicamente hay dos tipos principales de vegetacion: la estepa arbustiva y el bosque muy abierto de algarrobo. La provincia se caracteriza por el predominio en toda ella de diversas espe- cies de Larrea. Otras plantas caracteristicas son Bulnesia retama, Plectocarpa, Bougainvillea spinosa, Condalia microphyla, Zuccagnia punctata, Ademas es muy rica en cactaceas. Entre esta provincia y la punefia, Cabrera incluye la provincia prepunefia con caracteres flo- risticos propios que la separarian de ambas. 6) Provincia pampeana Comprende las Hanuras del E del pais, incluyendo casi toda la provincia de Buenos Aires, S de Cordoba, Santa Fe y Entre Rios, NO de La Pampa y una pequeiia parte de San Luis. Toda la provincia se caracteriza por el predominio de las gramineas y compuestas, por su pobreza en endemismos y por la riqueza en especies exéticas que en ella se han naturalizado. Fisonémicamente son praderas 0 estepas graminosas sin arboles autéctonos C. Dominio andino 7) Provincia altoandina Ocupa los Andes desde Bolivia hasta Tierra del fuego, en estrecha faja. Altitudinalmente comienza en el N a los 4.400 m s/nm, en el centro (Mendoza) a los 3.000; en Tierra del Fuego a los 600 m s/nm. Mientras en La Rioja, San Juan y Mendoza es una banda continua, al N de Catamarca apa- rece como un archipiélago dentro de la provincia punefia. Hacia el sur vuelve a fragmentarse en pequefias islas correspondientes a las mayores elevaciones de la cordillera. Toda la vegetacidn es arbustiva o herbdcea y no existen arboles. Es muy rica en endemis- mos de muy diversas familias, predominando los de las compuestas y leguminosas. Géneros exclusivos son Werneria, Nototriche, Barneoudia, Hexaptera, Pycnophyllum, Oxyehloe, Andesia, Malesherbia, entre otros. Las plantas més comunes son las compuestas, gramineas y leguminosas. Se distinguen tres distritos: septentrional, central y austral, cada uno con elementos carac- 8) Provincia punefia Incluye las montafias y mesetas del NO por debajo de la provincia alto andina extendién- dose al sur hasta la precordillera de Mendoza. Los AMBIENTES NATURALES DEL TERRITORIO ARGENTINO... 101 Estepas de extrema aridez, ya arbustivas, ya graminosas, muy emparentadas floristicamen- te con la provincia patagénica, pero con numerosos géneros caracteristicos como Oreocereus, Lampaya, Krameria, Chersodoma, etcétera, y especies de Artemisia, Adesmia, Baccharis, Opuntia, Ephedra, Atriplex, entre otras. El cardén, Trichocereus pasacana, es una de las mas grandes cactéceas conocidas de la Puna. 9) Provincia patagénica Aparece ya fragmentariamente en la precordillera de Mendoza, prolongandose hacia el sur, cubriendo el centro de Neuquén, occidente y centro de Rio Negro, casi todo el Chubut y Santa Cruz. Montajias, mesetas y Hanuras muy dridas cubiertas por estepas arbustivas o graminosas con numcrosos géneros y especies endémicas. Los pastizales tienden a dominar en el occidente en la aproximacion a los Andes y en las mesetas constituidas por Stipa, Fetusca y Poa, principal- mente. Las estepas arbustivas mas comunes son las de Verbana iridens, Nardophyllum, obstu- sifolium, Mulinum spinosum, Trevoa patagonica, Colliguaya intergerrima, etcétera, arbustos a los cuales siempre se asocian gramineas del género Stipa. En el mapa se ha trazado el limite norte de Ja provincia segdn las conclusiones de Ruiz Leal. I. Region austral D. Dominio subantértico 10) Provincia subantartica Abarca una estrecha faja a lo largo del limite con Chile, aproximadamente desde el vol- in Copahue hasta el extremo sur del pais, comprendiendo también las islas Malvinas, Georgias lel Sur y demas islas; estas ultimas dentro de la provincia insular de Cabrera. Se caracteriza en el continente por los bosques de Nothofagus. Esta provincia tiene cu- josas relaciones con floras muy alejadas de Nueva Zelanda y Australia, y por otro, con flo- s tropicales. En los bosques actualmente en retroceso, puede verse Nothofagus pumilio (lenga), N. be- Joides (guindo), N. antartica (fire). El bosque tiene todo su esplendor en el SO del Neuquén, del Rio Negro y NO del Chubut con bambies y lianas que desaparecen més al sur, floristi- jente mas pobre. jisajes naturales Dos grandes ambientes, seco y hiimedo, dominan el territorio argentino. La Argentina seca, la mayor parte del pais, corresponde a la extremidad meridional de la agonal drida sudamericana” de De Martonne. La integran las mesetas (punefia y patagor ), montafias jévenes y macizos antiguos, sus piedemontes y bolsones, desde los paramos de a a los bosques secos pasando por las estepas. En este extenso ambito, la “selva hidrofila, tropical de montafia”, constituye una excepcidn. La Argentina himeda es discontinua y menos extensa. La integran dos unidades que flan- an a la “diagonal drida” por el noreste y sureste. La primera es el dominio de la lanura, excepcién de la meseta volcanica misionera. La segunda es la franja estrecha de los Andes trales y la isla de Tierra del Fuego. En cada ambiente, de acuerdo con los caracteres dominantes, se perciben diversos paisa- naturales que responden a la combinacién particular de los elementos del sistema. Se des- iran solamente los mas destacados. 102 Ricarpo G, CAPITANELLI La Argentina seca 1. La Puna, un conjunto de bloques cristalinos elevados a gran altura, frios, secos y desiertos. La Puna es una inmensa cuenca de altura, a mas de 4.000 m s/nm, con un borde orien- tal cuyas altitudes oscilan entre 5.000 y 6.000 m, mientras el occidental volcdnico se eleva a 6.700 m. Montaiias orientadas longitudinalmente y montes aislados han parcelado la an- tigua penillanura en cuencas cerradas donde menudean lagos y salares. Los clevados picos voleanicos del oeste tienen casquetes de hielo por encima de los 6.000 m mientras que las cumbres del macizo del borde oriental solo concentran nieves por encima de los 5.000 m, pero el paisaje tiene caracteres glaciares. Contrariamente, las mon- tafias del interior de la cuenca carecen de hielos y de nieves. Debajo del piso de las nieves eternas sc extiende el desierto. En el fondo de las cube- tas se acumulan los escombros producidos por una intensa desagregacién mecdnica a cau- sa del clima frio y seco, barridos por el viento. Hay que agregar a este ambiente, poco aco- gedor, extensos salares. También los desmoronamientos que descienden a las “pampas” estan cubiertos de escombros. En las cuencas alargadas no faltan depésitos edlicos que forman mé- danos vivos en las laderas de sotavento, acumulaciones de cenizas, conos aluviales y cos- tas de sales de gran espesor. Hacia el occidente el ambiente se torna mas hostil. Es por esa razén que se la denomi- na puna bravia, caracterizada por un paisaje de volcanes y productos de efusiones que se levantan sobre la altiplanicie desnuda. En el borde oriental de la Puna, el vigoroso macizo ha sido disectado profundamente por los rios, algunos de los cuales se adentran al corazon mismo de la unidad, siguiendo estre- chas quebradas, como la de Humahuaca y el Toro, por nombrar solo las mas famosas. En el piedemonte del elevado borde punefio, estas quebradas se abren cn amplios valles surca- dos por rios que escurren dmbitos de excelentes condiciones para las actividades humanas; tales los de Bermejo, Grande y Juramento. Al frio, la sequedad y los fuertes vientos casi constantes, la altura agrega la “puna” o mal de “soroche”. Arreico y de suelos esqueléticos, el relieve carece de la fluidez necesaria pa- ra las comunicaciones. Entre el borde inferior de las nieves eternas y la cota de 5.000 m, salpican el suelo pe- quefias matas de un pasto duro Hamado ichu (Stipa ichu) y cojines dispersos de yareta (Azorella yareta) que a los 4.500 m se torna muy rala. Mas abajo, sobre suelos pedregosos, se encuentra la estepa de afiagua (Adesmia trijuga). Donde aflora un poco de agua por de- bajo de los campos de detritos se han instalado “vegas” de vegetacién cespitosa. Entre los 3.300 y 3.900 m, en el Ambito de la Puna propiamente dicha, los pastos mas duros se vuel- yen mas densos. Los salares estan rodeados por una franja estrecha de haléfilas. Mas lejos, ya en las ba- ses de las vertientes, con mayor humedad, aparece la tola (Eupatoium species) que puede alcanzar los dos metros de altura, alternando con cortaderas en algunos casos. Las quebradas tienen climas locales especificos al abrigo de los cuales alternan arbus- tos de la estepa con drboles propios de la formacién del monte o bosque seco. En niveles inferiores, junto al lecho de los rios, aparecen las higr6filas La uniformidad de la Puna es mas aparente que real. A la diversidad de aspectos ya se- flalados se pueden agregar las diferencias capitales entre Puna seca, Puna de transicién y Puna salada, de acuerdo con Bolsi (BOLSI, Alfredo S., “La regién de la Puna argentina”, en Nordeste, N° 10, Resistencia, Chaco, Fac, de Humanidades, 1968, pp. 11 a 14). Es Puna seca el tercio septentrional de la unidad. La caracterizan lagunas extensas ins- taladas en cuencas generalmente alargadas. Recibe un poco mas de humedad que la Puna salada, pero se vuelve més seca hacia el sur y el oeste. La red hidrografica es mas extensa LOS AMBIENTES NATURALES DEL TERRITORIO ARGENTINO... 103 y los rios de mayor caudal son tributarios del drenaje Atlantico, por medio del rio San Juan principalmente. La erosién fluvial, por otra parte, es mas efectiva por lo mismo que el ni- vel de base esté mas bajo. La Puna de transicién comparte caracteristicas de la seca y de la salada. Por un lado, el relieve formado por cuencas alargadas de direccién predominante norte-sur. Las precipi- taciones alcanzan a los 200 mm anuales aproximadamente y la red hidrografica esta regu- larmente desarrollada. Se asemeja a la salada por la proliferacion de salares, el arreismo y las formas volcanicas. La Puna salada se distingue por la gran extension que alcanzan los salares. Su parte oc- cidental se caracteriza por el predominio de formas volcanicas. En el resto, la orientacion de los relieves es la misma que en la Puna seca. En cuencas largas y cerradas se alojan sa- lares, algunos de gran extensién (Arizaro, 4.500 km’), Menos accesible a las masas de aire hiimedo, es la parte seca de la Puna en general. Las redes hidrograficas endorreicas tienen un desarrollo muy pobre. En suma, un medio inconfortable en el cual el hombre soporta grandes penurias para po- der vivir. Los Andes secos, desierto de piedras, escasamente modelados por los hielos, con paramos de altura. Con el nombre de Andes secos se agrupan aqui los paisajes de tres grupos de monta- fias cuyo rasgo dominante es la sequedad. Sc trata de la cordillera principal o cordillera del limite (argentino-chilena), la cordillera frontal y la precordillera. La primera ingresa, des- de el oeste, al sur de la provincia de San Juan y mantiene su aridez en toda la provincia de Mendoza. La segunda y tercera nacen en el borde de la Puna y terminan en el rio Diamante y Mendoza, respectivamente. Es un conjunto grandioso de montafias desérticas en las cua- Tes se yerguen las cumbres mas empinadas de los Andes. Tales las del Aconcagua (6.959 ‘m), Tupungato (6.600 m), Mercedario (6.700 m), entre otras. Las estructuras de las cadenas se ponen de manifiesto en sus caracteres geomorfoldgi- ‘cos. La cordillera frontal y precordillera son macizos antiguos con todas las formas propias de una montaiia de bloques cortada en sedimentos paleozoicos de plegamiento hercinico. La cordillera principal es un plegamiento joven del borde continental del geosinclinal an- ‘dino. La principal y la frontal llevan la impronta de actividades volcanicas que construye- n los inmensos volcanes andinos. En las dos cadenas perduran formas simples, suaves, mo- tonas, pero la occidental es més Aspera. Los picos empinados y las crestas rocosas rresponden a las grandes cumbres, especialmente las labradas en las masas eruptivas. Los alles principales, longitudinales, se orientan de acuerdo con los ejes orograficos. Los trans- ersales descienden de los flancos orientales de la cordillera principal, no disectada, razon jor la cual los pasos andinos se encuentran a niveles superiores a los 3.500 m s/nm. En mbio, la cordillera frontal esta profundamente disectada por valles transversales estre- 10s de paredes abruptas, rocas desnudas de variados colores, que dan imponencia y belle- al paisaje. El desierto de piedra guarda testimonios de los hielos del pasado, parcialmente desdi- ijados por la deteriorante accién del frio seco actual. Los cuerpos de hielo que brillan al |, colgados por encima de los 6.000 metros en las vertientes que miran al norte y a los 4. 000 s que miran al sur, son escasos, pero muchos estén ocultos bajo espesas cubiertas de es- mbros (glaciares rocosos). Las nieves, también insuficientes, son efimeras. Puede ocu- ir que no Ilueva una sola vez durante todo el periodo de actividad vegetativa. En ciertos lugares (Puente del Inca), las temperaturas son tan bajas como en Tierra del go, y en otros (Cristo Redentor) los son mucho mas (Tabla 1). 104 RICARDO G. CAPITANELLI Tapia N° 1 ‘Temperatura (C*) | Localidad Latitud | Altitual | | (m) | Media | Min: Media |Méx.| HR | Hel | Precip. | | mensual | abs. | mensual_| | | | | co ones its a | | Puente delInca| 32°49°| 2700/78 |-19,1 |-0,2 14,2 [20,8] 43 | 154 263 Cristo Redentor| 32°50°| 3.832| 1,7 |-30,8 |-6,9 4,1 [20,2] 57 319 = Ushuaia | pa 49" 21] 5.6 |-196 | 20 92 |26,5| 72 117 Sin embargo, el balance hidrico es francamente deficitario a causa de la escasez. de precipita- ciones y la intensidad de los vientos; pero ademis existe la sequedad fisiolégica causada por el congelamiento. Basta recordar, sobre este aspecto, que en el Puente del Inca hiela 154 dias en el afio y enel Cristo Redentor, 319. La manifestacién mas evidente de este clima seco y frio es Ia desnu- dez del paisaje. Escasea la cubierta vegetal a causa principalmente de la falta de suelos. En la extremidad sur de estos Andes secos, a la latitud del valle del rio Atuel, parte austral de la provincia de Mendoza, la vegetacién se distribuye en tres pisos fundamentales, Hasta los 1.600 m s/nm penetra la provincia fitogeografica patagénica, Desde este nivel, hasta los 3.000 m, se entremezclan (ccotono) las provincias patagénica y altoandina. En este piso la cubierta ve- getal es muy abierta, es arbustiva en las laderas y mezclada con coirones en las planicies, De 3,000 a 3.500 m se desarrolla una vegetacién tipicamente nival, baja, herbacea, de tallos car- nosos y flores vistosas. Por encima de los 3.500 m se ensefiorea el paramo andino, totalmente desprovisto de vegetacién, Esta vision macrosc6pica esconde la existencia de numerosos eco- tones a los cuales corresponde una riquisima variedad de plantas de singular belleza que solo suelen captar los muy advertidos (CAPITANELLI, Ricardo G., “Climatologia de Mendoza” ~Tesis de Doctorado-, en Boletin de Estudios Geograficos, vol. XIV, N°S $4 a 57, Mendoza, Instituto de Geografia, 1967, pp. 1 a 441). Hauman la ha descrito muy bien, pero aqui se to- maran las especies mas conspicuas. Alo largo de los rios existe una cinta angosta de vegetacion hidrofila bastante alta, con gramineas, Cardamine nivalis (berro), Mimulus luteus, cteétera. Existe un poco de limo pros- pera, Juncus lesueurii, y en otros lugares, altas y poderosas matas de Calamagrostis eminens, Deschampsia cordillerarum y otras, En los escasos lugares pantanosos de los valles y alrede- dor de las vertientes, sobre las pendientes, aparecen diminutas praderas de una vegetacién den- sa, pero muy baja (menos de cinco centimetros de altura). Arriba de los 3,000 m, en las na- cientes de los valles, al pie de las morenas, donde surgen las aguas frias de los ventisqueros préximos, se forman pequeiias vegas, verdaderos oasis en el desierto de piedra. Hay que agre- gar aqui juncdceas Oxychloe (Patosia) clandestina y Andesia bisexualis, formando grandes co- jines convexos; Plantago barbata var. caespitosa y Acaena caespitosa, formando matas den- sas hemisféricas; Senencio chamaecephalus, cuyos gruesos capitulos amarillos estan sentados en medio de una roseta foliar, y la calicerécea, Boopis aglomerata, cuyas inflorescencias blan- cas forman como una flor chata y rodeada de hojas depositada sobre él suelo. Los elementos caracteristicos de los valles y pie de las pendientes son algunos arbustos como la Adesmia pinifolia, la lefia amarilla (2.200 a 3.000 m), acompaiiada por Ephedra ame- ricana var. Andina (hasta 2.800 m), entre otros. Y como herbaceas Bromus macranthus, Astragalus cruckshankii de flores azules, varios Senecio subarbustivos o herbaceos en lugares abrigados del viento. Rastreras como Tropaeolum ployphyllum y Mutisia taraxacifolia son ver- daderas bellezas florales de la regién. El clemento predominante en las pendientes es la Adesmia trijuga, subarbusto que forma matas redondas y grisiiceas (hasta 3.300 m) acompafiado por algunas gramineas (Stipa specio- sa, Poa chilensis, Hordeum cosmosum), la hermosa Loasacea urticanie de grandes flores blan- cas, Cajophora coronata y otras, LOS AMBIENTES NATURALES DEL TERRITORIO ARGENTINO... 105 Entre los 3.000 y 4.000 m, sobre las cumbres, en las nieves y en los hielos perpetuos, exis- ten las especies andinas més caracteristicas. En primer lugar, subarbustos enanos, formando cojines o alfombras, Adesmia hemisphaerica, A. subterrdnea (cuerno de cabra), Oxalis bryoides » Verbena uniflora, formando un césped muscoide sobre el cual nacen las flores, respectivamen- te amarillas y azules. Entre las herbaceas merece especial mencién la crucifera Heraptera cu- neata (2.000 a 4.200 m) en el limite superior de la vegetacién, varias Calandrinia, portulacd- ceas de flores fragiles y vistosas; Astragalus oreophilus, varias plantas en roseta, las extrafias randnculiceas, Barneoudia chilensis y B. major, cuyas flores azuladas o amarillas atraviesan la nieve a punto de derretirse. Pero es en las inmensas acumulaciones de rocas de los rodados y morenas movedizas donde viven las especies mas extrafias. Los tallos delgados, ocultos en- tre las rocas, se alargan hasta evar luz a sus hojas, a menudo arrosetadas, y a sus flores: Calandrina picta, Chaestanthera acerosa, Nassauvia lagascae, etcétera. La precordillera, entre la cordillera frontal y las sierras pampeanas, la cual es generalmente separada de una y de otra por bolsones, aleanza alturas de 4.000 m. Posee escasas cumbres, predo- minan las cimas redondeadas, los domos anchos de gran abovedamiento propios de la antigua pe- nillanura, Bajo un clima muy drido, faltan las nieves y los hielos. El escurrimiento es pobre pero con torrentes de fuertes crecidas en ocasién de intensas lluvias de verano, Las aguas se pierden en las pendientes dridas o se insumen en las playas de los bolsones luego de atravesar los glacis. Carece de una formacién vegetal que le dé un cardcter paisajistico propio, Esta invadida desde el norte y sur por las estepas punefias y patagOnicas, respectivamente; desde el este en- tra el monte serrano, La estepa arbustiva alcanza su mayor desarrollo en los piedemontes, va- Hes y quebradas donde se encuentran hasta bosquecillos de arbustos altos y Arboles espinosos. 3, Las sierras pampeanas, macizos antiguos y bolsones, boscosos unos y esteparios otros. Las sierras pampeanas son, geomorfolégicamente, macizos antiguos, montaiias de bloques como la cordillera frontal y la precordillera, tan nuevas como la cordillera principal, no obs- tante la antigiicdad de los materiales que la componen. La ubicacién de las montafias dentro de una categoria geomorfoldgicamente conocida (ma- cizos antiguos) y la denominacién de bolsones para los espacios intermedios, también incor- porada al vocabulario geomorfoldgico especifico, eximen de consideraciones esenciales rela- tivas al tipo y la morfogénesis. En suma, se trata de un conjunto de bolsones ¢ islas cristalinas cuyas penillanuras se cle- van a diversas alturas y sobre las cuales suelen erguirse cumbres. Estas montafias se vinculan a las llanuras por glacis, Hacia los bolsones lo hacen en la misma forma, a través de “bajadas” que enlazan las montajias con las “playas” sobre las cuales se han formado lagos o pantanos, ge- neralmente salares (“chotts”), rodeados de médanos. Estas formas constituyen una manifesta- cin clara de aridez a la cual responde una red hidrografica densa pero pobre en aguas. Los cauces son anchos, pedregosos, ordinariamente estin sccos o se insumen rapidamente a la sa- lida de la montafia que los nutre. Son verdaderos torrentes durante las Iluvias estivales ocasio- nando grandes crecidas. De todos modos, existen cursos de jerarquia, colectores que tienen ni- veles de base interiores, aunque también algunos Hevan sus aguas al mar. Dispersas en un espacio muy amplio (provincias de Tucumdn, Santiago del Estero, Catamarea, La Rioja, Cordoba, San Luis, San Juan), presentan caracteristicas muy variadas, Las alturas van desde pocos metros sobre el nivel del mar a 6.200 m (Nevado de Famatina), en la extremidad septentrional de la unidad donde, como dice Frenguelli, las “moles grandiosas y gri- ses de los bloques, de lineas simples y macizas, de vez en cuando interrumpidas por los perfi- les abruptos de batolitos y ap6fisis graniticos, contrastan con la carga sedimentaria plegada en sus quebradas y vertientes, roja o policromo, de rasgos sumamente complicados y esbeltos; y con estos, cl fondo de los bolsones tendidos hacia el sur cada vez més amplios, crispados de are- nales o igualados por la desolacion de las salinas” (FRENGUELLLI, J., ob. cit, p. 61). De acuer- 106 RICARDO G. CAPITANELLI do con la altura, exposicién y formas de las montajias, varian los suelos (arenosos, rocosos, li- mosos, salinos, arcillosos, cenagosos, etcétera) y también se multiplican, en intima relacién, los climas locales y hasta los microclimas. En cortas distancias varian mucho la humedad, pre- cipitaciones y temperatura. De aqui la existencia de una “flora muy rica y variada, con ele- mentos venidos de regiones mas calidas o mas frias, mas secas 0 mas hamedas”. Tendremos, mientras no aumente mucho la altitud, asociaciones de cardcter subtropical, unas casi mesofi- - eticas, otras intensamente xeroformas, y asociaciones de cardcter templado o templado frio en las partes mas clevadas. Desde el punto de vista de la vegetacidn, las sierras pampeanas correspondientes a la provincia chaquefia y la provincia del monte, son muy complejas. Las combinaciones geo- morfoldgicas, edafoldgicas y climatoldgicas, explican la variedad de especies y la distribu- cién de numerosos cuadros fitogeograficos. En primer lugar, es necesario distinguir los am- bientes de los bolsones de los de las sierras. Los primeros se diferencian por el cardcter xerdfilo de la vegetacién rala que cubre parcialmente los suelos arenosos y guijarrosos Individualizan al monte, formacion muy extensa y variada, el chafar, la jarilla, la brea, la tus- ca, el espinillo, mientras que el bosque chaquefio tiene como representantes mas tipicos al quebracho colorado santiaguefio, el quebracho blanco, el guayacan, el palo borracho, ade- mas de grandes cactaceas. Las gramineas reverdecen y empinan sus penachos blancos en los ambientes hitmedos a lo largo de algunos cursos de agua. En los suelos salinos sola- mente hay vegetacién hal6fila representada por el jume y cactéceas (cereus), y en los cam- pos arenosos de psaméfilas. En los salares mismos la vegetacién desaparece. El monte pe- netra en la montafia como bosque serrano. En las laderas, con variantes segin exposicién al este u oeste, crecen los algarrobos, molles, mistoles, tala y piquillin; también los cardo- nes gigantes. “El bosque serrano adquiere particular exuberancia en las quebradas hiime- das, recorridas por cursos de agua, formando verdaderos bosques galerias, de tipo casi sub- tropical, compuestos por el manzano de campo (Ruprechtia coryfolia), tala, molle, algarrobo y el coco (Fagara coco). En algunos sitios, por la humedad de los Arboles, crece una vege- taci6n casi higr6fila, compuesta de musgos, bromeliaceas, hierbas tiernas (Oxalis, Bowlesia, Parietaria, etcétera) y helechos delicados como los culantrillos (Aplenium cuneatum, A. chi- lense, Blechnum hastatus, Woodsia, Cystopteris y musgos). Entre las rocas puede encon- trarse la bromelidcea Puya spatahcea. El manto de vegetacién dibuja, entre los trapecios del frente de la montafia, la cuenca de recepcién y el canal de descarga de los torrentes, pe- ro se detiene, después del piso del tabaquillo, para ceder paso a las Stipas, en el sector de sur- gencias y de las penillanuras. “Algo mas alla de las quebradas, existen espacios fértiles con prados de altas gramineas alternando con molles aislados y un sinnimero de arbustos y herbaceas de flores vistosas, en- tre las cuales cabe sefialar la peperina (Bistropo-gon Mollis). "Entre las or6filas fijadas a las rocas en paredes verticales pueden mencionarse los clave- les del aire (Thillandsias div. esp.), de los cuales algunas especies son indiferentemente saxi- colas 0 epifitas. "Sobre los conos de deyeccién pleistocénicos los arboles mas comunes son la tusca (Acacia, lutea, Mill), el peje (Jodina rhombifolia, Hoock et. arn.), la brea (Cercidium australe, Johnst.), el retamo (Bullnesia retamo, Gris) y el manzano del campo. Ademés alternan algunos ejem- plares del bosque serrano. En ciertos lugares la nota més caracteristica la ponen las palmeras ca- randay (Trithrinas campestres).” El distrito chaquefio-serrano se ensefiorea, en condiciones favorables, en las penillanuras. Arriba, a los 1.500 a 2.000 m, por lo comin hay estepas graminosas con especies herbaceas exclusivamente. En suma, una extensa unidad de variadas formas fisicas y biolgicas que condicionan una multiplicidad de ambientes donde predomina la aridez y una multitud de oasis de piedemonte, muy humildes, que se alternan con quebradas y valles de singular belleza con cierta opulencia turistica (CAPITANELLI, R. G., y ZAMORANO, M., “Geografia general de la provincia de LOS AMBIENTES NATURALES DEL TERRITORIO ARGEN 107 INO, San Luis”, en Boletin de Estudios Geograficos, vol. XIX, N°S 74 a 77, Mendoza, Instituto de Geografia, 1972, pp.5 a 320) 4. Las mesetas, templadas a frias, ventosas y esteparias disectadas por rios aléctonos y valles secos. Patagonia, la “tierra maldita” para el inglés Darwin, es un mundo complejo, apetecido por muchos, que atrae, fascina y retiene. A causa de las “tremendas larguedades”, como dice Cuevas Acevedo para poner de mani- fiesto de alguna forma breve pero expresiva la inmensidad de los espacios, la Patagonia de las mesetas, reino de los vientos, termina por parecer mondtona. Sin embargo, el paisaje “se ve interrumpido con frecuencia por una variable suerte de accidentes: meseta y chimeneas ba- salticas, serranias, cafiadones, ollas de depresi6n tecténica o grandes bajos, gigantescos lechos fluviales, irrupciones porfiricas mas 0 menos desnudas y afloramientos del basalto. Fitogeograficamente corresponde al monte hacia el norte y a la estepa por el sudeste” (CUEVAS ACEVEDO, H., Patagonia. Panorama dinémico de la geografia regional, Buenos Aires, Sociedad Argentina de Estudios Geograficos, GAEA, 1981, p. 22). El paisaje, desolado, esté dominado por las mesetas sobre las cuales se levantan algunas montafias de escasa altura (patagénides) y alternan bajos (depresiones), cubetas cerradas, me- sas basilticas y valles fluviales profundos, muchas veces secos Las mesetas son planicies de diversas altitudes que descienden en escalones desde el piedemon- te de la cordillera (2,000 a 1.500 m s/nm) hasta el Atlantico. Terminan generalmente en acantil: dos a veces de 100 m de altura, recortados en golfos de erosién y en salientes o puntas debidas a niicleos de rocas antiguas. Constituyen un paisaje tabular, reforzado por los grandes mantos ba- silticos sobrepuestos a superficies planas dando verdaderas mesas, disectado por los cursos de agua. Una gran extensién lleva encima una cubierta de glacis retransportada compuesta de rodados, gra- vas, arenas libres 0 cementadas, conocidas como rodados patagénicos 0 rodados tehuelches. Los patagénides, mezcla de montafias plegadas en sedimentos mesozoicos y planicies en bloques antiguos, constituyen un hecho singular en el ambito de las mesetas cuya monotonia quiebran. Son de modestas alturas (1.000 a 1.600 m). Las depresiones (bajos) y las cubetas cerradas parecen de origen tecténico luego relle- nado por material acarreado por las aguas y finalmente despojado de los elementos finos por el viento, acentuando la depresién. Las cubetas cerradas pueden tener un origen seme- jante, de formas y dimensiones variadas, poca profundidad, pendientes suaves 0 escarpa- das, de las mesetas. Las aguas se acumulan en estas formando lagunas que en verano se trans- forman en salares y hasta pueden ser ocupadas por verdaderos lagos, como el Colhué Huapi y el Musters. Las costas, maduras, adaptadas a la accién del mar, presentan trazados regulares en arcos céncavos y convexos, extensos acantilados o sucesién de ellos separados por valles fluviales, a veces secos, coronados por médanos y vegetacién pobre. Los acantilados, desmoronados por el mar, forman mantos de rodados, gravas y arenas, Entre los accidentes menores, proliferan senos, bahias, caletas, estuarios, playas, etcétera. Las grandes mareas constituyen un inconve- niente para la instalacién de puertos. Domina el aire heterogéneo del Pacifico, sensiblemente modificado por la montajia. Es frio y seco'en general, y no existe el verano térmico. El porcentaje de nubes es bajo, los ciclos claros y el “fochn” de altura es frecuente. En el centro de las mesetas, Colonia Sarmiento es un buen ejemplo del clima. La temperatura media es solo de 11°; la maxima absoluta, de 38°, y la minima absoluta, de -20°. Las precipitaciones son muy escasas en todos los meses del afio y el maximo corresponde al invierno (mayo-agosto). El total es de 142 mm. Los vientos del O son casi permanentes (450%). Bajo tales condiciones climaticas no se forman cursos de agua, pero cruzan las mese- tas rios aléctonos que por sus dimensiones, volumen de agua que arrastran y belleza, cons- 108 Ricarvo G. CAPITANELLI tituyen motivo de asombro. Se alimentan en las cuencas montafosas y estén regulados por lagos de diversos tamafios, algunos de los cuales son realmente enormes. Sortean dificilmen- te el relieve de piedemonte, luego atraviesan las anchas mesetas sin recibir casi aportes flu- viales. Sus valles anchos y profundos estan parcialmente ocupados por lechos ordinarios estrechos, por los cuales fluyen aguas claras decantadas en los lagos. Terminan finalmente en estuarios afectados diariamente por las mareas que alcanzan alturas considerables. No todos se vuelcan hacia el Atlantico, algunos lo hacen en el Pacifico A los cambios geomorfolégicos y climaticos van unidos los edaficos y fitogeograficos. Las plantas se encuentran adaptadas a condiciones muy severas, Son arbustos cnanos con aparatos subterraneos, ramas cortas y apretadas, afilas con hojas pequefias, coriaceas 0 es- pinosas, casi siempre revestidas de resina o pelos lanosos. En conjunto forman homogéne- as mas o menos densas que alcanzan, segtin las especies, alturas de 2 a 3 cm hasta cerca de un metro, Es el dominio de la estepa Las asociaciones vegetales mas conocidas, vinculadas a los suelos y la topografia, son las_arbustivas, asociadas a suclos pedregosos y arenosos. En las cimas y crestas de los co rros la vegetacién herbacea es rala (estepa semidesértica); en los barrancos (cafiadones) se- cos, mejor defendidos del viento y con mas humedad, las hierbas se entremezclan con arbus- tos, presentando un aspecto semejante al monte. Los valles, donde pequefios cursos de agua forman pantanos, estan cubiertos por densas praderas de gramineas y ciperaceas (vegas) 0 poligonaceas (lengua de vaca, Rumex crispus). A veces existen charcos y lagunas con plan- tas acuaticas. En suclos bajos y salados crece una vegetacin haléfila, de plantas carnosas generalmente con hojas crasas o muy reducidas. La extremidad norte de la region es una mezcla de Patagonia y Pampa, estepa y mon- te, bajo el dominio del aire subtropical atlantico del NE, es decir, una unidad de transicién entre dos ambientes naturales distintos. Los procesos morfoclimaticos de la Pampa se superponen a los de la Patagonia. El pai- saje comienza a tener estilo pampeano. Pero su escasa exten: na no incide en la idea geografica de conjunto de la region Adquieren desarrollo los depésitos edlicos y se forman médanos, como no lo hacen en el resto de la regién a causa de la violencia de los vientos. Las costas también responden al cambio de estilo. Maduras, adaptadas a la accion del mar, las playas con estuarios son monétonas, bajas, bordeadas por médanos fijos o semifi- jos. Detras de estas se encuentran terrenos bajos, en parte guadalosos 0 con lagunas, este ros y arroyos, que a veces inundan los campos. Menudean las playas arenosas, a veces an- chas, otras cantiladas ¢ interrumpidas por valles fluviales. No faltan los bancos e¢ islas anegadizas rodeadas de pantanos y cangrejales, entrelazados por tortuosos canales Climaticamente pertenece al dominio del aire subtropical maritimo del NE del pais, sen- siblemente transformado por la distancia a la fuente y el centro de accién o anticiclén sub- tropical atlantico. Posee cuatro estaciones térmicas y participa de los caracteres climaticos de la mitad septentrional del pais, vientos del NO y precipitaciones de otofio y primavera o verano. Las temperaturas absolutas oscilan entre 43° y 11° bajo cero; la extremidad NO de la region es mas célida en verano y mas fria en invierno que la del este y mas seca. En el régimen de los vientos se manifiesta muy bien el cardcter transicional del clima. Predominan los del N, pero también son muy frecuentes los del S y NO. El monte primero y el espinal después, sustituyen a la estepa. El pasaje es paulatino, a través de 150 km. Se mezclan elementos de dos formaciones. La flora se empobrece notable- mente pero la vegetacién se enriquece. A causa del clima més frio y seco que en los distri- tos septentrionales del monte, carece de arboles y se mezcla con especies subandinas, La flo- ra se reduce a elementos esenciales a los cuales se suman otros mas xerdfilos y menos exigentes en calor (CAPITANELLI, R. G., “Patagonia”, en Revista Geografica, N° 95, Instituto Panamericano de Geografia e Historia, México, 1982, pp. 30 a 45) ny transformacién paulati- LOS AMBIENTES NATURALES DEL TERRITORIO ARGENTINO. 109 La Argentina htimeda 5. Meseta subtropical misionera, tierra colorada y selva verde. La meseta misionera es solo una porcién de la Mesopotamia argentina cuya unidad se la confiere el hecho de estar enmarcada por los rios mas importantes del pais (Parana, Iguazi y Uruguay). Desde el punto de vista geomorfolégico, Misiones es una meseta, segin Popolizio, de “estructura tabuliforme, subhorizontal”, en la cual alternan areniscas mesozoicas de Boticatt con basaltos de Sera Geral, correspondiente al grupo jurasico de S40 Bento (POPOLIZIO, Eliseo, “Geomorfologia del relieve de plataforma de la provincia de Misiones y zonas ale- dafias”, en Anales de la Sociedad Argentina de Estudios Geograficos, GAEA, Bucnos Aires, 1972, t. XV, pp. 18 a 84). Una especie de “trap” muy disectado por los cursos de agua que descienden de sus bordes a los rios Parand y Uruguay. Encajados en las nacientes, en las pro- ximidades de los grandes colectores, ensanchan sus valles y pierden profundidad. Los aflo- ramientos basalticos originan rupturas de pendientes con fuertes caidas de agua (saltos). En la extremidad noreste la meseta es sustituida por una altiplanicie cuya altura alcanza a los 800 m mientras que al SO es reemplazada por una peniplanicie de suaves ondulaciones y escasas altitudes. Bajo el clima subtropical calido y himedo sin estacién seca, pero con maximas en otofio y primavera, y una densa vegetacién, la alteracién de los basaltos dio lugar a la formacién, como dice Popolizio, de “alteritas” y no “lateritas”, marcadamente rojizas con una gran va- tiedad de tonalidades que van desde los rojos fuertes a los rosados suaves, segtn el estado de edafotogenética. El llamativo color de los suelos y su contraste con el verde de la selva son los rasgos que mas definen el paisaje misionero. La selva, cuya riqueza floristica es tnica en la Argentina, ocupa las cuatro quintas par- tes de la unidad natural misionera correspondientes, por otro lado, a la de mas precipita- ciones en el NE. En la porcion restante se prolonga en galeria a lo largo de rios y arroyos. En los espacios intermedios hasta el NE de la vecina provincia de Corrientes dominan las hierbas con Arboles formando sabanas 0 parques. Se distinguen cinco estratos, entretejidas por lianas y con epifitas. El superior, formado por los grandes arboles (30 m) de amplias copas de hojas menudas, como el lapacho negro timbé (Enterolobium contortissiliquum), ce- dro misionero (Cedrella fissilis), y bir4-pytd (Peltophorum dubium), entre otros. Le siguen por debajo arboles de talla menor (10 a 20 m) en formacién cerrada de tallos delgados pe- ro erectos, como el petiribi (Cordia trichotoma), la palmera pind, etcétera, entretejidos or enredaderas. Mas abajo esta ubicado el piso de los arboles cuyas alturas oscilan entre 3 y 10 m, tales la yerba mate o palo yerba (Iles paraguariensis), a veces helechos arbores- entes como cl chachi. En el nivel inferior crece un estrato arbustivo, con ortigas gigantes caiiaverales, algunos de gran altura, con bambusaceas, tacuaremb6 o tacuara mansa, tacua- é, yeterd, etcétera, y una gramindcea gigante, tacuaruzi, que suele alcanzar hasta 30 m de Jtura. En ultimo término, en ambientes umbrios, a ras del suelo, el estrato herbaceo de he- chos begonias. No faltan los hongos, musgos y liquenes. AdemAs, proliferan trepadoras ic flores multicolores, epifitas tales como el caraguata, guembé, clavel del aire y las orqui- leas. Pero la selva, desde hace mas de un siglo, va siendo objeto de la accién del hombre, a sea por la madera, como por la necesidad de abrir claros para practicar otras activida- s, comenzando con la agricultura. La reposicién de arboles con especies maderables no lo- ‘a cubrir los claros (CAMMARATA, Emilce, “Misiones”, en Adlas total, Buenos Aires, entro Editor de América Latina, 1981, N°S 5 y 6, pp. 80 a 83). Toda la historia de Misiones esta signada por la selva. 110 Ricarvo G. CaPITANELLI 6. Los esteros correntinos. El resto de la Mesopotamia no es una Ilanura aluvional como la clasica, sino una altipla- nicie arenosa, de escasa elevacién reciente. En ella se ha impreso, como consecuencia espe- cial del clima, una red muy densa de rios, arroyos, lagunas y esteros, Si bien las pendientes son escasas, frecuentes afloramientos de rocas duras (meléfiros) dan lugar a rupturas del perfil de equi- z librio en los cursos de agua, que originan torbellinos, “correderas” y cataratas, algunas de eran magnitud y extraordinaria belleza, como las del Iguazit. Los bosques en galeria, de rios y arro- yos, contribuyen a realzar el paisaje, De norte a sur, se distinguen tres paisajes singulares: los esteros correntinos, la planicie entrerriana de suaves lomadas y el delta del Parana. Los esteros constituyen el rasgo dominante de la provincia de Corrientes. Se trata de una planicie baja y de escasa pendiente, anegadiza, sembrada de esteros (pan- tanos) y lagunas, orientadas de NE a SO, entre lomas de arena, bajas pero de hasta 100 km de largo. Las cuencas fueron excavadas por las lagunas en una altiplanicie arenosa levantada por movimiento epirogénico. Hoy estan colmadas por las precipitaciones que oscilan entre 1,100 y 1.600 mm anuales. Elementos esenciales del paisaje, los esteros suclen tener a veces grandes extensiones co- mo el Ibera, de 20.000 km*. Son mas profundos, pero menos numerosos en las estaciones Ilu- viosas, por cuanto entran por derrame en coalescencia mas de uno de ellos. “Las aguas pro- fundas, que llegan hasta cuatro y cinco metros, se muestran como érbitas despejadas (canchas), algunas de las cuales tienen fondos arenosos libres; pero en general habita en ellas una vege- tacion sumergida solo visible en épocas de bajante. Extensas colonias de camalotes flotan en las aguas con profundidad de dos a tres metros y no es raro encontrar en cllas enormes y her- mosas hojas de Victoria regia. Frecuentemente las plantas acuaticas entrelazan raices y tallos n grandes extensiones que parecen praderas flotantes (embalsados) y retienen los detritos are. nosos ¢ incrementan por floculacién su masa compacta junto con el depésito de las partes muer- tas de las plantas, En la mayoria de los esteros, con menos de dos metros de profundidad, se desarrollan pajonales donde se apretujan totoras (Cyprus giganteus). “En las lagunas y esteros penetran lenguas de tierra no inundables pero de poca altura sobre Jas aguas (rincones) y originadas por antiguos bancos de arena consolidados por la vegetacién her- bacea, de tal manera que permiten la instalaci6n de arboles. También son numerosas las islas dis- persas que levantan su relieve semejante a un lomo levemente emergido, alrededor de un metro, sobre la superficie palustre. Ombites, ceibos y talas dominan en su centro, tacuarales en sus alre- dedores y cortaderas en las proximidades de las playas. Los juncales se afirman en los cienos pe- tiféricos y sdlidos embalsados, debajo de los cuales circulan las aguas, que permiten caminar so- bre ellos en los bordes de la tierra firme” (DIFRIERI, Horacio A., “Las regiones naturales”, en La Argentina, Suma de geografia, Buenos Aires, Peuser, 1958, t. I, cap. [V, p. 394). 7. Lomadas entrerrianas. La meseta correntina se levanta al sur de los esteros. Se trata de una formacién dura de me- lafiros y sedimentos del cretacico superior y del terciario con cerros de areniscas resistentes ais- lados. Con pendientes al este, oeste y sur, se prolonga en este sentido por Entre Rios y se bifur- caen lomas (cuchillas) separadas por valles que llevan una frondosa red hidrografica, Se levantan, a veces, 100 metros sobre el nivel del mar, con solo una altura relativa de diez metros, Un perfil transversal en el sentido de los paralelos pone de relieve una provincia de on- dulaciones suayes (lomas chatas y valles anchos) cuyas grandes lineas fueron dadas por movimientos tecténicos. Pero el modelado actual del paisaje es obra principalmente de las aguas. Bajo un régimen de precipitaciones que desde el paralelo 31° al sur es de 900 mm anuales, con un clima templado (18° a 20°) y muy hiimedo, de suclos muy variados, pero LOS AMBIENTES NATURALES DEL TERRITORIO ARGENTINO... M1 en general espesos y negros. “El paisaje contiene un monte de algarrobos, fiandubay, talas (Celtis tala), Acacia (cavenia), etcétera, que alcanzan entre cinco y seis metros de altura y abundantes enredaderas abrazadas a los troncos como en la llamada selva de Montiel. Grupos casi puros de yalay (Cocos yatay) se disponen hacia la galeria uruguaya, como en el her- moso palmar de Colén y palmeras caranday se acumulan a lo largo del Parana” (DIFRIE- RI, Horacio A., ob. cit., p. 394). 8. Delta del Parana, EI delta interno ha sido construido por el rio homonimo en la porcién libre de mareas, en- tre bordes abarrancados que coinciden con fallas geoldgicas. Las islas, separadas por numero- sos rios y canales, tienen sus bordes levantados (“albardones”) por limos depositados por las aguas en momentos de crecientes, junto con troncos, ramas y camalotes que contribuyen a la cons- truccin de islas. Convertidas en palanganas por los procesos sefialados, se inundan periédica- mente y el desagiie por canales artificiales es dificil. En su interior se ensefiorea el pajonal. Con un clima mas calido que el correspondiente a su latitud, a causa de las tibias aguas que le aporta el Parana, cada “isla comprende una corona arbérea de cultivo (sauces llorones, frutales y alamos de Italia) en cuya masa, ubicada sobre los albardones, se destacan pocos om- bites (Phytolacca dioca) y ceibos (Eritrina christagalla) como testigos del monte preexisten- te”. Cada isla, en parte, es un “cuenco repleto de lodo donde medran juncos y carrizos por los bordes, seguidos por los tallos erectos de las achiras y, hacia el centro, por bancos de habitan- tes acudticos inmovilizados en los fangos putrefactos de la maciega. Extensas espadaiias y pa- Jonales bordean las costas y compactas espesuras de juncos se afirman en los bajos fondos”. 9. El Chaco, Manura cdlida y boscosa muy modificada Por Ia actividad humana. EI Chaco es una enorme llanura boscosa, con una notable nivelacién general ligeramente inclinada al sudeste. Planicie casi perfecta solo alterada por domos y depresiones, altos y ba- Jos, sus desniveles se miden en decimetros mas que en metros. La escasez de pendiente, unida a suelos poco permeables, la falta de una red de drenaje bien jerarquizada, no obstante Ia exis- tencia de rios como el Parana y la vegetacién que sirve de contencién al escurrimiento, expli- can la existencia de aguas estancadas en los sectores mas Iluviosos del este. La zona mas be- neficiada por las precipitaciones es la proxima al Parana, donde Iueve mas de 1.000 mm al aio mientras que en el extremo occidental, ya en la provincia de Salta, por ejemplo, no se re- gistran més de 500 mm, El Chaco es caluroso, los veranos son francamente térridos y las tem- peraturas, como las Iluvias, disminuyen de norte a sur. En la extremidad austral se registran valores medios anuales de 26 y 18° respectivamente. No obstante, en el invierno penetran en la regién los empujes del frente polar, sometiéndola a heladas, Es la region de los suclos sedimentarios palustres (de color gris) y también fluviales mezcla- dos con edlicos. Se trata de arcillas plasticas, arcillas arenosas, arenas arcillosas y también puras. No faltan los médanos, especialmente a lo largo del rio Parana, ocupando amplios espacios y adop- tando formas muy particulares. Estos suelos sostienen formaciones vegetales que van de las saba- nas inundables y pantanos salitrosos al sur y este, a los bosques orientales y estepas occidentales, En el norte, hasta el rio Bermejo, el bosque, 0 selva formosefia como se acostumbra a Ila- marla, siempre verde, es denso, enmarafiado, variado, con hierbas, malezas y trepadoras. No tie- ne la exuberancia del misionero y presenta claros en los suelos salinos 0 anegadizos. Se desta- can como mas conspicuos el timbé, la tipa colorada, el viraré colorado, el palo blanco, el laurel, cebil, lapacho y quebracho colorado, Ademés, palmeras yatay, pindd y la palma blanca (Copernicia australis) Al sur del Bermejo, en tierras menos himedas, reina el bosque chaquefio, mas xer6filo. La disminucién de especies revela la existencia de condiciones climaticas menos favorables, 112 Ricarpo G. CapPiTANELLI Falta la maraiia propia del bosque himedo. Su limite sur esta dado aproximadamente por el paralelo 30° y cl meridiano 64°. Tal cual lo ha descrito Daus, se trata de una formacién arbé- rea de talla media (12 a 15m) con claros denominados “abras”. Cuando estos claros no co- rresponden a esteros poscen una vegetacion herbacea propia de la estepa arbolada. Se empo- brece, junto con las precipitaciones, de NE a SO y en algunos sectores de su extremidad austral predomina la estepa y el bosque forma isletas, configurando el parque natural. Con la seque- dad se incorporan al parque cactaceas de gran tamaiio. Entre los arboles se destacan los que- brachos colorados, chaquefio y santiaguefio, palo santo, guayacan, timbé blanco, laurel amari- lo, viraré, palo borracho, etcétera. En la zona mas seca prosperan el algarrobo, tala, fiandubay y el itin o jacaranda y, entre las cactaceas de gran corpulencia, ucle y quimili. En los espacios abiertos sc encuentran matorrales formados por el chaguar o caraguati y palmeras. Finalmente, el parque santafesino, compuesto por isletas (manojos de arboles de reducida extensi6n en medio de la planicie herbacea). Se componen principalmente de chafiares, arbus- tos xer6filos y palmeras caranday. Entre los 30 y 32° de latitud sur, el Chaco cede lugar a la Pampa, aunque los caracteres esen- ciales de uno y otro se entrecruzan en esa ancha franja, a ambos lados del rio Salado. 10. La Pampa, Uanura sin arboles, muy modificada por Ja actividad humana. Con la misma asombrosa uniformidad topografica que el Chaco, rasgo esencial de la lla~ nura argentina, la Pampa se distingue de él por la falta de arboles. De acuerdo con Parodi, “es una dilatada llanura herbosa, originalmente sin arboles, en cier- tos lugares perfectamente horizontal, en otros suavemente ondulada, apenas quebrada en las cercanias de los pocos arroyos que la cruzan y excepcionalmente accidentada en la region de las sierras bonariensis. El suelo esta casi a nivel del mar; su altura fluctia entre algunos me- tros en la zona litoral y entre cien a pocos més metros en la regién occidental y en los valles serranos”. “Ocupa una superficie de 430.000 km? y comprende casi totalmente la provincia de Buenos Aires, el sur de Santa Fe, el sur y este de Cordoba, una estrecha zona oriental de San Luis y el noroeste de la gobernacién de La Pampa” (PARODI, Lorenzo R., “La estepa pampeana”, en Geografia de la Repiiblica Argentina, t. VI, Buenos Aires, Sociedad Argentina de Estudios Geograficos, GABA, 1947, pp. 143 a 207). Si bien el autor se reficre solo al ambito de la es- tepa pampeana, esta coincide bastante bien con la Pampa. Muchos autores la prolongan més hacia el oeste, pero en verdad, la extienden a dependencias de los piedemontes de macizos antiguos. Como bien lo ha hecho notar Enjalbert: “Se trata de un pais de limos y de loes pero ex- tendido en una inmensa planicie cuyo trazo original, desde el punto de vista del modelado, es la ausencia del drenaje, no obstante la abundancia de precipitaciones todo el afio, aunque al sudoeste el clima se degrada y las Iluvias escasean.” En suma, con palabras de Enjalbert, la Pampa argentina es un “pais de arreismo hamedo”, sin cursos de agua, sobre todo a partir de la deposicin del loes mas reciente (periodo seco de pleistoceno). No existe, no obstante su contraste con los rios Parana y Plata, una red hidrografica bien jerarquizada, con lechos: fluviales bien disefiados. De alli que el hombre ha incorporado a su paisaje canales de drena~ je artificiales. A las contradicciones de humedad y arreismo, carencia de canales naturales y presencia de canales artificiales, hay que agregar los contrastes frecuentes de pantanos y pra- deras inundadas en sectores himedos con campos de dunas, verdaderos chotis. (ENJALBERT, Henri, “Les formes du terrain dans la zone tempérée”, en Géographie générale, Encyclopédie de la Pléiade, Bélgique, Gallimard, 1966, pp. 365 a 506). No obstante la uniformidad topogrifica y herbacea, y la escasez de energia de los proce~ sos morfogénicos por la falta de pendientes, existe en la Pampa una gran variedad de ambien- tes fisicos cuyos caracteres esenciales fueron sefialados en una lisia muy prolija hecha por LOs AMBIENTES NATURALES DEL TERRITORIO ARGENTINO... 113 Gaiganard (Fig. 28): 1) macizos antiguos (afloramientos de zécalo); 2) Pampa ondulada (va- Honnée); 3) Pampa deprimida, con lagos y lagunas del Salado superior; 4) Pampa deprimida de las praderas inundables atlénticas; 5) depresién central de loas lagos, lagunas y pantanos; 6) Pampa encostrada intermontana; 7) Pampa meridional del litoral atl tico; 8) Pampa en- costrada (causse) de Bahia Blanca; 9) Pampa occidental de los “valles” con dunas y mesetas encostradas; 10) Pampa limosa encostrada, 11) Pampa occidental semiarida de las arenas grue- sas, con dunas vivas; 12) Pampa occidental de las arenas, del caldén y de los bloques meri- dianos; 13) Pampa con cobertura arenosa de la invernada; 14) Pampa de las expansiones flu- vioedlicas (lagunas y pantanos de las arenas) del sureste de Cordoba; 15) Pampa de las arenas y limos de Cérdoba-Santa Fe; 16) domo meridiano (bloque levantado de la Pampa); 17) dor- sal de las colonias septentrionales drenadas hacia el Salado; 18) zona de subsidencia y de ex- pansién salada de Mar Chiquita-Rio Dulce; 19) Pampa con dorsales drenadas y fondos inun- dados de norte de Santa Fe (bloques meridianos), entre el Salado y el Parana; 20) lecho mayor inundable del Parana, 21) colinas meridianas de Entre Rios drenadas hacia el sur-sur-este. (GAI- GANARD, R., “Les types de modelé de la Pampa argentine”, Institut de Géographie de la Université de Toulouse, Toulouse, Le Mirail, inédito), La estepa pampeana esta circundada, en parte, por un anillo arboreo correspondiente al bosque riberefio del Parana y del Plata y el monte de Santa Fe, Cérdoba, San Luis y La Pampa. El litoral atlintico carece de formaciones arbéreas. Las variaciones del clima, en general be- nigno, y las diferencias edafolégicas explican las variaciones espaciales de la vegetacién, es pecialmente la ausencia de rboles en el ambito de la estepa. El régimen de precipitaciones (primavera-otofio) impone a la vegelacién un resposo esti- val que se acentiia al sur y oeste debido a la mayor sequedad del clima. El descenso de tem- peratura en el invierno favorece el balance hidrico; por eso la vegetacién esta mas verde en esta estacién que en el verano. Es precisamente este reposo estival el que diferencia la estepa de la pradera verde todo el aio. En términos generales, se distingue la estepa de pastos tiernos de la estepa de pastos du- Tos, oriental la primera y occidental la segunda. La raz6n es, sin dudas, la disminucién de las precipitaciones hacia el oeste, Compuesta por gramineas en general, varia con las condiciones geomorfolégicas y las eda- folégicas. Asi, por ejemplo, en los bajos himedos se forman cafiadas con juncos y cortade- ras; en los lugares arenosos, en cambio, aparece el olivillo En realidad, la cubierta vegetal ha sido totalmente transformada. Grandes extensiones de campo estan bajo cultivo con distintos tipos de cereales y forrajeras. Ademas, millones de ar- boles han sido incorporados al ambiente pampeano, en general agrupados en bosquecillos que le confieren aspecto de parque. 11. Selva higréfila subtropical de montaiia. La regién de la selva higr6fila subtropical de montafia es una unidad natural muy com- pleja. Se trata de un conjunto de cordones montafiosos subparalelos de altura variable, sepa- tados entre si a veces por valles anchos y en otras ocasiones cortados transversalmente por yalles angostos (clusas). Solamente la extremidad austral, la mas alta, presenta continuidad. Esas montafias son productoras de Iluvias por excitacién orografica de las masas de aire ‘cilido y hamedo subtropical que desde el noreste movilizan los anticiclones subtropicales del Atlantico sur por una parte, y por las masas ecuatoriales que las embisten desde el norte cuan- do cl noroeste argentino se tropicaliza en los meses cumbres del verano, por otra. Pero las precipitaciones varian mucho con la altura, la exposicién y la disposicién de los cordones mon- fafiosos Las cadenas orientales, mas bajas que las occidentales, interceptan solo parte de la hu- edad. Las nubes que pasan por encima de ellas humedecen y precipitan sobre la vertiente riental del segundo o tercer cordén, que sigue hacia el oeste. Los valles, segiin la orienta- M4 RICARDO G. CAPITANELLI cién y la extensién, también tienen cuotas variables de precipitaciones. La distribucién de la temperatura cambia con la latitud de manera poco sensible, pese a que la regién esta montada sobre el tropico de Capricornio. Contrariamente, las variaciones térmicas son muy pronunciadas con Ia altura. En consecuencia, hay una gran diversidad de climas locales que repercute en los suelos; am- bos factores lo hacen en la vegetacién. En términos generales, el clima es caluroso y las preci- Va. Mercedes iv 3 aa REReeraee BUENOS AIRES Gral. Pico Sta. Rosa Azul (Tandil S Tres Arroyos <|Bahia Blanca) Rios at Limites provinciales Tipos de modelado 1 Bee 5 9 Ry 13 EE 2 6 410 1 14 3 if, 1 15 4 G8 SEE 12 16 BSy 21 Pig. 28. Los tipos de modelado de la Pampa, segtin R. Gaignard. LOS AMBIENTES NATURALES DEL TERRITORIO ARGENTINO... 1S Pitaciones abundantes, pero muy concentradas en el verano. Los suelos, detriticos, espesos, en su mayor parte de color rojizo como las rocas madres, de origen especialmente aluvial, cubren todos los terrenos. Surcos de erosion, conos de deyeccion y formas de acumulacién en las cuen- cas completan el cuadro geomorfolégico y edafolégico. En esos ambientes, la selva, exuberante y magnifica, intercambia especies con la vegeta- cién del bosque seco chaquefio occidental y la flora de las montafias secas, que flamean por el veste. Desde el este el bosque chaquefio se prolonga particularmente por los valles; en el oes- te desciende de las cumbres, En los valles, sobre todo los estrechos —con mayor humedad-, la vegetacién adquiere el ma- ximo desarrollo y esplendor. Se ven los grandes drboles entretejidos por lianas, enredaderas, helechos y plantas trepadoras. Desde estos sitios de singular belleza se empobrece hacia la ba- se o las cumbres de las montafias, de acuerdo con la disminucién de las precipitaciones o la tem- peratura, segiin el caso. En sentido este-oeste se distinguen tres pisos de formaciones vegetales: la del cebil, la del laurel y la del aliso. De acuerdo con los caracteres fisicos sefialados hay variedad de climas locales y, en con- secuencia, una complicada reparticion de las tres asociaciones vegetales mencionadas, Forman franjas mas o menos anchas, pudiendo faltar para una montaiia la inferior o la superior, segtin la altitud de esta. Otras veces la composici6n es la mas tipica; en ocasiones esta complicada o mezclada con especies de la zona vecina, etcétera. En suma, como dice Haumann, “la selva subtropical no es un conjunto macizo, homogé- neo, sino una franja irregular, en algunos casos ramificada, en otros discontinua. Oscila entre 30 y 80 km de ancho y alcanza los 650 km de largo” (HAUMANN, L., 1947). La zona del cebil se desarrolla en Ilanuras y valles cuya altitud no supera los 1.000 m, Las precipitaciones no alcanzan a los 1.000 mm anuales y se concentran en los calurosos veranos. La primavera es hiémeda; los inviernos suaves y muy secos, con algunas heladas. Es una zona de transicién entre la provincia fitogeogréfica chaquefia y la franja del laurel y de la tipa. La vegetacion natural ha sido muy modificada. Es probable que el aspecto de “parque” y la pra- dera sean formaciones artificiales debidas al desmonte o a la accién del ganado. El cebil (Mimosoidea piptadema) caracteriza a la franja. No faltan especies chaquefias tales como las de Ruprechtia (viraré, sachas manzana, duraznillo), urunday (Aistroniam urundeuva), etcéte- ra. Son propios de la zona algunos arbustos hermosos como la begondcea que abunda a orillas de los arroyos, el garrache (Stenolobium), varias Solanum y grandes compuestas. Aunque es- casas, no faltan las lianas. La zona del laurel y de la tipa se desarrolla en las vertientes orientales de las montafias, has- ta 1.200 m de altura en el sur y 1.500 en el norte, bajo un clima caluroso con Iluvias muy abun- dantes. Por su belleza puede competir con la selva misionera. Tiene todas las caracteristicas de las selvas tropicales, como se las describié en Misiones: complicada estratificacién de los arboles, arbustos y plantas herbaceas, lianas y plantas epifitas, Los arboles mayores, que en Taros casos pasan los 25 m de altura, son el laurel tucumano (Phoebe porphyria), la tipa (Tijuana tipu), el cedro (Cedrella lilloi), el lapacho (Tecota avellanedae), etcétera. La zona del aliso y de los prados de altura, bien descrita por Haumann, sigue a un proce- so de degradacion higrofila, la cual en su parte superior se va empobreciendo, a medida que con la altura disminuye la temperatura, mientras van apareciendo nuevos elementos. La mas no- table es la bambusicea cafia tacuara (Chasquea lorentiziana), de 4 a5 m de altitud. Pero pronto quedan atras todas las especies que requieren mayor calor y aparece el bos- que templado, menos denso y alto, con pocas epifitas, casi sin lianas y muy pobre en especies arbéreas. El elemento dominante casi tinico es el aliso (la betulacea Alnus jorullensis), un ar- bol no muy alto ni corpulento de hojas caducas que forma bosquecillos bastante espesos, los cua- es legan hasta los 2,300 a 2.500 m s/nm, en las pendientes mas abruptas y expuestas a los vien- tos. Con él conviven pocas especies arbéreas y son escasas las enredaderas, mientras cubren el suelo numerosas especies herbaceas, altas o bajas. Entre las epifitas solo abundan las Tillandsia 116 Ricarbo G, CAPITANELLI usneoides, grandes musgos y liquenes. Hacia cl limite superior aparece otro singular de la for- macidn, la rosicea quefioa (Bolylepis australis), arbol pequeiio con frecuencia torcido y acha- parrado por efecto de los vientos En cuanto a los prados, si bien alcanzan alturas mayores que los bosques (hasta 3.500 m), altenan con ellos en los pisos bajos donde no pueden prosperar los arboles por causa de los vien- tos violentos o donde los suelos no son buenos para las hierbas. Mas arriba de la zona del aliso y los prados domina el paramo o desierto de montafia (Ia Puna). En suma, una zona compleja pero de una gran belleza natural, con multiplicidad de verde sobre el rojizo de los suelos. 12. Los Andes hiimedos: plegamiento joven modelado por los hielos y con bosque huimedo. Los Andes hiimedos constituyen, sin lugar a dudas, la unidad paisajistica mas bella de la Argentina, Sus bosques siempre verdes encierran lagos y cubren faldas de montafias sobre las cuales sobresalen cumbres nevadas. Son més bajos que los Andes secos. El término medio altitudinal es de 2.500 m s/nm, pe- To con cumbres como las del Fitz Roy de 3.375 m, el Tronador de 3.554 m y el San Valentin de 4.058 m. Desde su extremidad norte a los 39° de latitud sur, las nieves se presentan cada vez a me- nor altura, a la vez que aumentan el niimero y extensién de los cuerpos de hiclo. Muchos la- gos se nutren de la fusién de los hielos, las nieves y de Iuvias. Abundan los rios afluentes y los emisarios que integran colectores tributarios del Atlantico o del Pacifico. Gigantescos glaciares componen el denominado campo de hielo continental patagonico, de 400 km de largo por 50 a 80 km de ancho, situado entre los paralelos 49° y 51°. Emiten len- guas de hielo que alcanzan lagos cuyas cuencas son obra de procesos glaciares, Las cuencas lacustres, alargadas, ramificadas, son muy extensas y profundas. El Nahuel Huapi, por ejem- plo, tiene mas de 500 km? y 430 m de profundidad. Lo mas singular de estas montafias, vistas desde los Andes secos o las mesetas patagni- cas, es el bosque siempre verde, en un ambiente fifo y hiimedo. Es que las precipitaciones su- peran los 2.000 mm; Ilegan hasta los 6.000 mm, con una gran frecuencia durante el afio. Por otro lado, las temperaturas son bajas: en el mes de enero oscilan entre 16° y 14° en el norte y los 12° y 10° en cl sur, y en invierno van de los 4° a los 2° como término medio; en virtud de esto, cl balance hidrico es positive gran parte del afio, con un pequefio déficit en un corto periodo calido del verano. En consecuencia, se trata de un bosque higr6filo siempre verde segin se dijo, con arboles que alcanzan los 25 m de altura en la extremidad norte de la unidad (provincia del Neuquén) y los 60 m en la del sur (provincia de Santa Cruz). Este bosque cubre las laderas de las mon- taiias casi hasta el borde inferior de las nieves permanentes, Su composicién varia con la lat tud y con la altura, Las tres partes en que lo han dividido los botanicos han sido bien descritas por Difrieri: Hasta los 43° 30° de latitud sur, en una faja de unos 40 km de ancho, con precipita- ciones de hasta 3.000 mm producidas en 200 dias, nubosa, con alta humedad relativa y fuer- tes vendavales, los arboles dominantes son el roble (No/ofagus procera) y el lingue (Persea lingue). Esta cubierta vegetal alterna con bosques puros 0 pinares de pehuén o pino del Neuquén (Araucaria araucana, Araucaria imbricata). Los alerces crecen hasta los 1.000 m. A partir de los 44°, el bosque se empobrece en especies, “son mas abundantes las turberas y numerosos glaciares de valles se abren paso a través de los bosques, cargados de more- nas laterales mezcladas con despojos de la vegetacién. Densos ¢ intrincados son los estra- tos arbustivos con abundantes turbosos que se salvan mediante caminos de troncos (‘plan- chados’) y pequefios pero numerosos torrentes (‘chorrillos’) bajo las sombras constantes se despefian bajo ttneles de plantas jugosas o se deslizan bordeados de gruesos colchones LOS AMBIENTES NATURALES DEL TERRITORIO ARGENTINO... 7 de musgos totalmente embebidos. La selva crece entre una capa de arboles derribados por los fortisimos vientos y acumulados con frecuencia en cadticas barricadas impenetrables. En esos ambientes sombrios y hiimedos se exhiben enormes helechos, prosperan hongos y liquenes, pardsitas y epifitas trepan por las arboladuras en un clima donde la vida activa de la vegetacion no se detiene, pues el régimen marino corrige las amplitudes propias de la latitud. Los arboles dominantes son el guindo Wotofagus betuloides), el canelo (Drymis winter) y la lenga (Notofagus pumilio), de hojas caducas verde azuladas que en el verano foman un color rojo. El canelo de hojas grandes y coridceas se reine en grupos salteados que se distinguen por el agradable aroma difundido entre ellos en los dias de sol” (DI- FRIERI, H., ob. cit., pp. 390-391). EI Parque Nacional Nahuel Huapi resume, en cierta medida, todos los atributos que distinguen el paisaje de los Andes himedos. Abarca “una extensa superficie y sus lagos y tls que se precipitan en cascadas, asi como las latas cadenas de montaita nevadas, los grandes bosques centenarios o la imponencia de los glaciares, en lento pero incontenible avance a través del tiempo, son partes de un especticulo de grandiosidad inusitada, [. ] un verdadero microcosmos de encantadores atractivos Sus costas, con penachos de bos- ques que llegan hasta las orillas del agua, sus peninsulas en miniatura y las bien protegi- das bahias con pequeiios y pintorescos puertos semejan, (...) el fabuloso viaje a través del Egeo mitologico. “En Nahuel Huapi, como en suma cosmolégica, esta presente la naturaleza pristina en toda su grandiosidad y esplendor. Todo el ambiente parece entretejido con sus lagos, rios, cadenas mon- {afiosas, valles, volcanes, bosques y praderas” (ZITO, C.A., y otros, Nahuel Huapi, Buenos Aires, Cuatro Rumbos, p. 2.), para provocar en el espectador una gama de profundas emociones. 13. Tierra del Fuego: Andes boscosos y planicies esteparias en la isla modelada por Ios hielos. Desde el meridiano 68° 36’ 38”, hacia el este, entre el canal de Beagle y el Atlintico sur, la isla de Tierra del Fuego es argentina. Aparte de la insularidad, sin duda, los Tasgos. cordillera de los Andes — ladas por los hielos pleistocénicos. Los Andes, de no mas de 1.500 m de altura sobre el nivel del mar, alternan con canales y lagos cuyos cauces y cuencas fueron labrados por los hiclos. Tales el canal de Beagle y el la- go Cami, siendo este el mayor de la isla. Diferentes formas de crosién y acumulacién (circos, bermas, morenas, etcétera) son testi- monios de la potente glaciacién que afect6 a la isla; solo quedan pequetios restos de hielo, es- pecialmente en la vertiente sur de la cordillera, El extenso picdemonte septentrional, cuyos de- pésitos fluvioglaciares se extienden hasta el valle del rio Grande, es una unidad complicada. Disectada por los cursos de agua, esta salpicada de colinas moreniticas entre las cuales alter- nan verdes praderas con el rojo de los turbales de spagnum Las diferencias morfolégicas de esta vertiente, respecto de la meridional, van acompafia- das de las climaticas y edafologicas y, consecuentemente fitogeograficas. El clima de los Andes es frio, especialmente en las largas noches de invieno, y hiimedo, El tiempo, dominado por las depresiones subpolares, es ventoso y variable, con nieblas, Ilo- viznas y nevadas, particularmente en los niveles superiores de la montafia. Sobre suelos dcidos, con variados indices de podzolizacion, el bosque tiene tonalidades cam- biantes segiin la estacion. Siempre de aspecto frio y solemne, en otofio “cs mas Ilamativo por el contraste que ofrece el follaje morado de las lengas 0 el amarillo dorado de los fiires, frente a las rocas oscuras y el blanco purisimo de la nieve. “EI bosque caducifolio de lengas y fires, se opone a la franja siempre verde del bosque de canelos, maitenes (Iefia dura) y cohiues del sur (0 juvido). icos de primer orden los constituyen la iqui orientada de oeste a este~ y las planicies del norte, ambas mode- 118 Ricarpo G. CapiTaNeLti En cl limite de la vegetacién (600 a 800 m) de altura, los fliretales, flexionados bajo el peso de la nieve invernal, protegen los bosques inferiores de aludes y deslizamientos. “EI calafate abunda en diversos ambientes; en los sotobosques de los lengales crecen ma- ta negra, chaura, parrilla y otras herbaceas y gramineas. En los suclos empapados y turbosos prosperan el pangue magallénico, el junco, el senecio y los cojines de musgos y helechos. *Por su parte, la tundra de altura, musgos y liquenes anuncian el desierto niveo” (IGLE- SIAS DE CUELLO, Alicia, “Territorio Nacional de la Tierra del Fuego, Antartica e Islas del Atlantico Sur’, en Atlas Total, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1981, N° Lb pp. 167 a 171). Pero el bosque languidece en parte por causas naturales y en parte por descui- do 0 mal uso, Como bien lo deseribié Difricri, “grandes extensiones estan cubiertas por los tron- Cos y ramajes pelados de los arboles muertos por causa de aludes 0 ahogados por las aguas de deshielos 0 elevaciones del nivel de agua subterranea, “Inmensas extensiones de consociaciones de fires de hojas caducas estan totalmente que- madas por el incendio de colchones de hojas secas. Los troncos chamuscados y derribados se en- {remezclan con los retofios” (DIFRIERI, Horacio, ob. cit., p. 394). A todo ello hay que agregar la explotacién de los bosques con fines de aplicacién prdctica o comercializacién de la madera. En la vertiente septentrional, al bosque siempre verde y caducifolio le siguen los arbustos (calafate). Finalmente aparecen los turbales rojizos de spagnum, alternando con las praderas. La extremidad norte es una planicie modelada por los hiclos del pleistoceno, con colinas moreniticas y depresiones que alojan numerosos lagos. En el ambiente periglaciar actual, los deshielos primaverales anegan la planicie y numerosos cauces de agua divagan entre las coli- nas, mas todavia en verano, cuando la fusién colmata lagos, que se derraman mientras el dre- naje se vuelve andrquico. Las turberas estan segadas por los depésitos edlicos en este clima frio y seco, con vegeta~ cién esteparia en campos pastosos y con arbustos. En suma, la extensa planicie del norte es ya una forma de transicién hacia la Patagonia austral, mds seca y mas ventosa. Las unidades descritas no agotan las diferencias paisajisticas naturales. Son solo las mas originales y extensas. Estan aisladas en un pais de inmensidades. Inmensa la Pampa, la Patagonia, los Andes... En consecuencia, “las tremendas larguedades”, como dijera Cuevas Acevedo, di- latan formas de transicion y diluyen los contrastes. LOS AMBIENTES NATURALES DEL TERRITORIO ARGENTINO... 119 Bibliografia BOLSI, Alfredo S., “La region de la Puna argentina”, en Nordeste, Resistencia (Chaco), Fac. de Humanidades, N° 10, 1968, pp. lla 14, BURGOS, J.J.,y VIDAL, Arturo L., “Los climas de la Republica Argentina segiin la nueva cla- sificacién de Thornthwaite”, en Meteoros, Afio I, N° 1, Buenos Aires, Servicio Meteorolégico Nacional, 1951, pp. 3a 32. CAMMARATA, Emilce, “Misiones”, en Adlas Total, Buenos Aires, N“ 5 y 6, Centro Editor de América Latina, 1981, pp. 80 a 83. CAPITANELLI, Ricardo G., “Les bases d’une classification génétique des climats de Vargentine”, en SPORCK, J. A. 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