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Enrique Bunbury en Rolling Stone


Enrique Bunbury, el cantante ‘definitivo’ del rock español cierra ciclo, y no sólo musical. antes de
cruzar el charco habla con ‘rs’ de las voces que admira, su relación con la prensa y la industria, su
viaje infinito y… de las cuatro patas de su mesa.

Enrique Ortiz de Landázuri (Zaragoza, 1967), alias Bunbury, disfruta de un vino blanco y una tapa
de aceitunas en el bar de un hotel de la Gran Vía madrileña. A pesar de que, tras más de un año en
la carretera, acaba de terminar la gira correspondiente a su anterior disco –coronada hace apenas un
par de meses ante 80.000 personas en México D.F.–, esta tarde ya se estrena el videoclip de Frente
a frente, el primer single de Las consecuencias, su sexto trabajo de estudio. Bunbury está “con
ir Atras ganas de más”, y no sólo en lo que respecta a su nuevo disco; en su cabeza, ya entran planes a
mayor plazo. Y eso que en medio le espera una mudanza transatlántica a Los Ángeles.

Te hemos elegido para encabezar un número especial con las mejores voces de la música
española. Para ti, ¿cuál es la mejor?
La que más me ha marcado es la de Santiago Auserón [ver pág. 75]. Carlos Tarque es uno de los
mejores, sin duda alguna. Pero en cada uno encuentras diferentes matices. Tarque o Miguel Ríos
tienen un dominio indudable, pero también voces en teoría menos técnicas tienen algo maravilloso
y muy emocional. Me parece que Quique González está cantando maravillosamente en sus dos
últimos discos, y yo lo nombraría. Loquillo es muy importante. De alguna manera, el Loco ha
definido la actitud del cantante de rock. Y Jaime Urrutia, con una personalidad muy especial, ha
hecho un rock español que no puede ser posible en ningún otro lugar del mundo. Jaime es español,
joder. Se me llena la boca de patria hablando de Jaime.

¿Te atreverías a calificar tu voz?


A mí me gustaría pensar que tengo una voz que llora, eso sería lo mejor que me podrían decir. Es
lo que yo pretendo.

¿Es lo que has pretendido siempre?


Bueno, la voz va evolucionando porque las cuerdas vocales se van adaptando a la edad que tienes
y, por lo general, excepto los que se maltratan excesivamente, la mayoría de los cantantes cantamos
mejor con los años. Incluso Tony Bennett.

Pero Tony Bennett siempre fue mayor.


Sí, parece que nació canoso ya. Pero en los últimos años estaba cantando mejor que nunca, y eso
que era uno de los mejores.

Como pasó con Johnny Cash.


Los últimos discos de Johnny Cash. Quién puede no rendirse ante esa voz. Pero también Kris
Kristofferson, que es más compositor, está cantando ahora con una sinceridad y una honestidad…
Y el mismo Santiago Auserón. Si oyes las demos de lo que está preparando para su próximo disco,
ves que es tan bueno, tan bueno, que dan ganas de retirarse.

¿Reconoces tu influencia en algún grupo o cantante nuevo?


Quedaría muy mal que lo dijera yo, pero sí lo veo en unos cuantos. Pero eso lo tenéis que decir
vosotros. Yo prefiero vivir en la modestia.

Resulta muy difícil rastrear la influencia que hayan podido tener tanto Héroes como tú en
solitario.
Creo que es más difícil encontrar la influencia de Héroes, porque no ha habido ningún grupo de los
imitadores o seguidores de Héroes que haya funcionado. Pero sí distingo muy claramente la de mi
etapa solista, hablando de la voz. Pero no es justo que yo hable de esto.

¿Cuál ha sido el peor momento de tu voz?


Cualquier tiempo pasado siempre fue peor. Pienso que los discos en los que mejor he cantado son
Hellville de Luxe y Las consecuencias, con una diferencia abismal. Y todo lo que eches para atrás
me parece mucho peor.

Hablo de una situación en concreto. Por ejemplo, aquel concierto con el Freak Show en
Barcelona…
¡El pico de Dylan! Casi todos los cantantes saben que hay inyecciones que te salvan un concierto.
Cuando estás enfermo, acatarrado, o la voz no te sale porque estás con fiebre, pero quieres hacer el
concierto por circunstancias que se escapan a todo razonamiento, porque lo lógico es que un
enfermo no vaya al trabajo. Pero hay momentos en que la pasión por subirte a un escenario es tan
grande… Tienes que saber que no tienes concierto en los tres días siguientes, porque esa inyección
sólo sirve para una ocasión. Aparte, hay un truco que me recomendaba Bruce Dickinson, el
cantante de Iron Maiden, que consistía en mezclar mitad de coñac, mitad de oporto y dos aspirinas.
Eso es una bomba para el estómago, pero te salva un concierto. Yo no lo recomiendo a nadie.

Explica lo del pico de Dylan.


El médico que estaba de guardia en urgencias y que vino a ponerme la inyección era el mismo que
se lo había hecho a Dylan cuatro meses antes. Yo quería hasta que usara la misma jeringuilla.

Pues no le das mucho descanso a tu voz. Prácticamente acabas de terminar la larguísima gira
de Hellville de Luxe y ya presentas el nuevo disco, que implicará una nueva gira.
Sí, empezamos el 15 de abril. Hacemos una gira larga en Estados Unidos por clubes, 25 shows
recorriendo el país de punta a punta. Es una oportunidad especial que nos ha salido. Vamos a tocar
en algunos estados que no son habituales en los circuitos, digamos, latinos, sitios a los que no he
ido nunca como Detroit o las dos Carolinas.
¿El disco se edita a la vez allí?
Se supone. De todas formas, ahora, a las compañías más les vale sacar los discos simultáneamente,
porque si hay algún fan en Estados Unidos, va a tener un acceso inmediato al disco a través de
Internet y le estás facilitando, casi obligando a que haga una descarga ilegal.

¿Qué medidas crees que se deberían tomar contra la piratería?


Hay dos opciones: o se le hace frente desde los gobiernos, español y europeo, o desde luego va a
haber muchas familias dentro de la industria cultural que sufran. Toda esa gente que aparece en los
créditos de las películas. En los de los discos somos más parcos, pero también hay gente que
trabaja ahí, la gente de las distribuidoras, de las ventas, de las compañías, la gente que está detrás
de una sesión de fotos de libretos… Toda esta gente vive de que se hagan discos. Y son gente que
están ahora como funambulistas, manteniendo el equilibrio como pueden. En cualquier otra
disciplina o industria, pongamos los astilleros, todos los medios de comunicación, todos los seres
humanos con alma y corazón en España entienden perfectamente que el Gobierno interceda ahí y
vea cómo recoloca a esos trabajadores, cómo se ayuda a esas familias. Todo eso siempre nos ha
parecido absolutamente normal. Por lo menos desde el pensamiento de izquierdas y desde el
pensamiento solidario.

¿Y dónde quedan los derechos que esgrimen los internautas?


Creo que ya hay muchas fórmulas para que se valoren en su medida, y no se pisoteen los derechos
obvios de libertad que ejerce Internet. Pienso en el streaming, en las responsabilidades de las
telefonías, y pienso en muchas fórmulas que tiene el Gobierno para tomar cartas en el asunto sin
que la gente se eche las manos a la cabeza.

Pero la gente se echa las manos a la cabeza.


No puedes decir que la música es cara, que los precios están desorbitados, es que tal y es que cual,
me cago en la puta. El streaming te está poniendo unas facilidades para que escuches día a día toda
la música que te dé la gana, tienes la versión Premium de Spotify, que te ahorra la publicidad,
tienes la versión en la que no pagas nada… Es ridículo este discurso. También habría que dejar que
las personas que entienden, las personas que saben y las personas cuyas vidas están involucradas
en este asunto, sean los que decidan qué es lo que hay que hacer. Ponerle un micro a cualquier
atontao que pasa por la calle es una ridiculez y una falta de respeto.

Vayamos al disco. ¿Por qué ha tardado tanto en publicarse Las consecuencias? La fecha de
lanzamiento se ha retrasado al menos dos veces.
Tiene mucho que ver con todo esto. Mi contrato es de hace cinco años, o seis. No es tan viejo en
cuanto a la edad, pero sí que es viejo porque los tiempos han cambiado muy rápido. Hemos tenido
una larga discusión, la compañía y yo, sobre si este disco debía salir con EMI o debía buscarme la
vida por otro lado. Afortunadamente, hemos llegado a una decisión muy buena que es que, para
mantener el contrato, podemos hacerlo con determinadas ayudas externas. Esas ayudas externas
son que entra Estados Unidos y entra México. Pero la realidad es que el futuro pasa por contratos
muy jodidos para los artistas, y hay algunos que están dispuestos a aceptarlos y algunos que somos
más reticentes.

¿Ha sido un problema de dinero?


Para mí, hay una cosa que es muy importante: un nivel básico de calidad de grabación que deben
tener mis discos. Puede venir otro y decir “no, pero si ahora un disco lo puedes grabar en un
ordenador”. Sí, por supuesto que sí, y también puedes hacer música con un piano de juguete. Pero
dependiendo de qué tipo de artista y qué tipo de música haces, necesitas una serie de condiciones
de grabación, y la mía, la que me autoimpongo, es que mis discos tienen que sonar bien y tienen
que estar grabados en un estudio de grabación. Hay una condición sine qua non en mi contrato y es
que mis discos no son baratos. Pero no porque yo quiera invitar a todos a cocaína, sino porque me
quiero gastar dinero y me lo gasto en que mi disco tenga una calidad sonora a la altura. Me niego a
que los discos extranjeros suenen bien y que los españoles parezcan películas de Ozores.

Entiendo que la discusión con la compañía, entonces, era previa a la grabación del disco.
No. Porque yo pagué el disco. Pero bueno, es una discusión en la que el dinero, obviamente, es
importante. Pero esto, si no me equivoco, y no quiero dar nombres, le está pasando a muchos
artistas que llevan tiempo en discográficas multinacionales. Yo me imagino que, en los próximos
años, todos más o menos encontraremos un equilibrio. O al final, supongo que me tendré que
pagar yo mis discos y en lugar de que me pague el dinero que cuesta mi disco EMI, a lo mejor
tengo que hablar con el Banco de Sabadell.

¿Te planteaste alguna alternativa semejante?


Sí, imagínate, ¡Banco Sabadell Records! [Se ríe]. Hay muchas opciones que ya se barajarán en el
futuro cuando se tengan que barajar. Yo estoy muy a gusto con mi compañía, ten en cuenta que
llevo 23 ó 24 años en ella. Ésta es una discusión que se ha planteado ahora, pero ha habido otras
muchas de diferente índole, y también me han echado la bronca a mí muchas veces. Es como una
relación marital. Hay pros y contras, pero tenemos muchos hijos juntos y siempre pensamos en su
bien.

Tras la polémica alrededor de tu disco anterior, ¿te cuesta afrontar la promoción?


Llevo desde 2005, desde que tuve que interrumpir la gira de El viaje a ninguna parte abruptamente
y se publicaron tantas cosas feas…

Cuando abandonaste el escenario y la gira en Zuera.


Sí. Lo de Zuera. A partir de ahí empecé a hacer muy pocas entrevistas. Cada vez le encuentras
menos sentido. Y eso creo que me hubiera pasado igual aunque hubiera tenido la suerte de que la
prensa, unánimemente, hubiera hablado maravillas de mí. Creo que, al final, he tenido la fortuna de
que ha habido gente que ha hablado mal y bien de mí a lo largo de toda mi carrera. De alguna
forma, eso me ha hecho tener los pies en el suelo y concentrarme en lo que me tengo que
concentrar, que es en hacer canciones y hacer giras. Estoy convencido de que es lo único que
importa. La parte de la promoción es la más falsa y mentirosa de todo este negocio, porque es la
parte que te hace pensar en la dirección equivocada, que es celebridad, éxito, promoción, fama. Yo
estoy hablando de emociones en mis canciones. Ojalá haya alguien ahí que reciba parte de todo
eso. Todo lo demás es vanidad.

¿Temes que, con este disco, reaparezcan las mismas polémicas que con el anterior?
Estoy seguro de que hay gente que tiene ganas de mirar la paja en el ojo ajeno. No sé por qué pero
en este país hay determinada gente de la prensa que me tiene un poco de manía. Sinceramente, no
entiendo por qué, porque no hay nada más fácil que no escuchar al músico que no te gusta. Pero
que cada uno haga lo que quiera. Yo me siento muy tranquilo al saber que estoy haciendo algo que
alegra la vida a algunas personas, y que les hace sentir bien y que les hace ir a conciertos y pasar
una buena tarde.

Te lo digo porque quien quiera buscar, encontrará en Las consecuencias alguna frase
entresacada de algún que otro libro.
Creo que ya dije todo lo que tenía que decir al respecto y puse un ejemplo muy claro en el que
imagino que nadie ha querido ahondar. Hay un libro maravilloso, y me parece raro que no lo haya
comprado ningún periodista, sobre las letras de Dylan. Ese libro habla de todos los lugares de
donde ha sacado frases Dylan, las películas, poemas de Walt Whitman hasta la Biblia. ¿Le quita eso
valor a Bob Dylan? A lo mejor alguno piensa que sí. Pero no quitemos el valor del compositor de
una canción. Es ridículo.

Cerremos capítulo. El título de tu nuevo disco es Las consecuencias. ¿Las consecuencias de qué
?
Me gustaba el título porque me parece que estoy en un cierre de ciclo. Y me parece que llegar a
estas consecuencias sonoras que es este álbum no nace de la nada, viene de todo lo hecho
anteriormente. Quizá lo considero como una conclusión de mi último ciclo, el de El tiempo de las
cerezas, Hellville de Luxe y éste. El cierre de una etapa que espero que sirva para abrir un nuevo
mundo musical con algo que no haya hecho hasta ahora. Me gustaría que el próximo álbum fuera
sorprendente al menos para mí. Y renovador. Las consecuencias es un disco muy importante para
mí que quizá debería haber hecho antes, pero creo que no hubiera sido capaz si no paso antes por
todos los pasos anteriores.

Dice Nacho Vegas en la hoja promocional que este disco es tu Blood On The Tracks. ¿Estás de
acuerdo?
Sí. No por la categoría musical, evidentemente, no me voy a comparar con Bob Dylan. Pero sí creo
que es un disco en el que hay sangre en las pistas.
Pero en el caso de Dylan reflejaban una sangre real anterior. ¿Es también tu caso?
Pienso que, siendo el disco más duro que he grabado, es quizá el menos confesional y el menos
autobiográfico. Pero no por eso hay menos de mi sangre. Creo que hay un equilibrio bastante
interesante entre lo personal y lo ficticio.

Con Frente a frente, es la primera vez que lanzas una versión como single.
Me gustaría, en un momento, cercano, hacer un disco de versiones. Hay un pulso en mí por
sentirme simplemente intérprete, sin componer. Creo que puedo ser mucho mejor cantante de lo
que he podido expresar hasta ahora.

¿Por qué elegiste esa canción?


Me encanta. Me encanta Manuel Alejandro y me encanta Jeanette, sobre todo los discos de los 70,
la primera época con Picnic. Me gusta mucho su forma de cantar. Son canciones que transmiten
una tristeza infinita, y me parecía que dentro del álbum funcionaba bien, parecía que pertenecía a
ese grupo de canciones.

Y ¿por qué elegiste a Miren Iza, de Tulsa, para cantarla contigo?


Leyendo la letra de Frente a frente me pareció obvio que era un dueto, y nadie la había hecho así.
Siempre me gustó la idea de contraponer mi voz con una de estas voces tan dulces, hermosas y
frágiles. Miren tiene una voz maravillosa, y creo que tiene un gran talento como escritora de
canciones, y eso se va a ir viendo.

En el disco hay una canción, Es hora de hablar…


Joder.

¿Joder qué?
Es muy especial para mí. Es una de esas canciones sin estribillo, con texto muy largo, en la que
realmente lo único que importa son las palabras y el trasfondo musical, que te lleva con la emoción
de la letra. Creo que tiene una de las frases más importantes del disco: “Quiero hacer muchas cosas
por ti, las más posibles”. En un disco oscuro, en el que me adentro en mis mundos abisales, de
repente encuentro algo a lo que siempre me puedo agarrar, en lo que puedo confiar, que me puede
hacer levantarme con alegría, y es que hay una persona por la que quiero hacer muchas cosas.
Encuentro que quizá son los demás, las personas más cercanas, las más queridas, las que me dan la
fuerza, que no la tengo que buscar en mí, que la puedo buscar en ellos.

¿Hablas de alguien en concreto? ¿De tu pareja?


Claro que sí. Las más querida, la más amada.

Imagino que Es hora de hablar es de las canciones confesionales del disco.


Habla de muchas cosas. Es una de esas canciones en las que parece que hablas de una relación y al
final estás hablando de todo lo que piensas respecto a casi todo en la vida. Y en esta canción hay
muchas frases que se alejan totalmente de lo personal para hablar de lo social. Incluso hay una
reflexión sobre la fama y el éxito. Es una canción amplia, como Anidando liendres, que empieza
hablando de una cosa y acabo hablando de Bush.

Son de esas canciones de autoafirmación, de una manera de estar en el mundo, como en


Hellville de Luxe era Hay muy poca gente o en El viaje a ninguna parte era El aragonés
errante.
El aragonés errante es una canción que quiero recuperar, la he dejado aparcada demasiado tiempo.
A mí me gusta mucho ese tipo de canción en las que hablo de muchas cosas que tienen algo de
filosofía mundana, en el que es tan importante un plato de comida como lo que puedas decir con
respecto a tu visión de la sociedad en ese momento. No sé cómo se debería llamar ese tipo de
canción, quizá verborreica.

La frase esa de la que hablabas sobre la fama aparecía en la gira de reunión de Héroes del
Silencio en unas pantallas mientras interpretabais La carta. ¿Por qué?
Esta canción ya estaba compuesta entonces. El técnico de luces me pidió que le pasara un texto
ajeno para que apareciera en las pantallas durante la interpretación de La carta, y le pasé la letra de
Es hora de hablar. Él seleccionó una parte, pero yo no sabía que era ésa hasta ahora, ya que yo no
lo veía.

La canción que cierra el disco, Nunca se convence del todo a nadie de nada, se la cediste a
Niños del Brasil en 2008. ¿Por qué has decidido recuperarla para ti?
Normalmente, cuando pasas una canción a alguien, siempre piensas que debería quedar tu versión
de las cosas. A mí me cuesta mucho, cuando mando una canción a alguien –que tampoco es una
cosa que haya pasado mucho–, siempre me quedo con la rabia de querer mostrar mi versión.
Pienso que el mejor intérprete de mis canciones soy yo mismo.

En De todo el mundo, la frase “Soy vagabundo, siempre de paso, de aquí y de allá, de todo el
mundo” remite al que sigue siendo tu proto-tema, el ir errando por la vida. Así es desde los
tiempos de El extranjero, todo El viaje a ninguna parte… Pero parecía que con Hellville lo
habías abandonado, que te habías asentado, y así se podía interpretar del hecho de que titularas
el disco con el nombre de tu casa.
Efectivamente. A lo mejor me paso de repetirlo. Lo que pasa es que una de las cosas que más me
apasionan de mi vida, y afortunadamente mi profesión lo favorece, es viajar y moverme. Yo soy
muy poco casero y cada poco tiempo que paso en un lugar me entra el hormigueo y me tengo que
ir. Tengo que conocer otro lugar. Siempre me preguntan: “¿Cuándo vuelves a Madrid?”. Y yo
estoy siempre yendo. Yo no vuelvo a Madrid, yo voy a Madrid. No vuelvo a España, yo voy a
España. No vuelvo a México, yo voy a México porque es una parada más dentro del viaje, que
considero un viaje constante, y en algún momento el final del viaje es un hospital con la fiebre
amarilla y la malaria en el África negra. Ése será el final de todo. Cuando me muera me moriré ahí,
con el Saracof, en medio de la selva, de fiebre amarilla.

No eres de ninguna parte, pero en algún lugar estarás empadronado.


¿Empadronado? No tengo ni puta idea.

En algún lugar estarás censado para votar.


No voto. Puede que esté todavía empadronado en Zaragoza, pero no lo sé.
Vale. Entonces ¿de qué comunidad tienes la tarjeta sanitaria?
De la andaluza.

Es algo.
Pero tengo un seguro médico de esos de cobertura mundial, para que me puedan sanar también en
un hospital del Congo.

¿Cuáles son las cosas que tú llamas tu casa?


Llevo años pensando que en mi casa del Puerto de Santa María me quiero poner en mi habitación
un mini bar, porque lo echo de menos. Echo de menos también el servicio de habitaciones. Me
gusta el mundo del hotel, y el de la pensión y el albergue. Mi casa es como dice la canción: donde
dejo mi sombrero. Me gusta esa frase –porque además me gusta llevar sombrero–, o la de “mi
patria son mis calzoncillos”. “Hoy es un buen día para morir” es otra de las que tengo en mente,
quiero estar preparado para morirme en cualquier momento e ir ligero de equipaje. Todo es parte
del mismo espíritu.

En Ella me dijo que no hablas de “cosas que hacer para vivir y no perder la cabeza”. ¿Cuándo
has estado más cerca de perder la cabeza?
Muchas veces.

¿La última?
Anteayer.

¿Por qué?
Supongo que, como la mayoría de los que nos dedicamos a la creación, por ser una persona
inestable. Al final tienes que buscar dos o tres cositas a las que asirte, mis cuatro patas de la mesa.
Cualquier cosa que te haga mantener el equilibrio y no caer.

¿Cuáles son tus cuatro patas de la mesa?


Buf…
Digámoslo de otra manera: dejas El Puerto de Santa María y te marchas a Los Ángeles.
¿Cuáles son las cosas que necesitas allí?
Me gusta el mar, tener una guitarra, un piano, y lo demás ya está. Bueno, que me acompañe la
persona adecuada, eso es quizá lo único importante, porque la guitarra y el piano te los puedes
comprar allí. La persona adecuada, sí. Eso es lo único que importa.

Por Josu Lapresa


Fuente: Rolling Stone
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