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12 Y procuraban prenderle, porque entendían que decía contra ellos aquella parábola; p
ero temían a la multitud, y dejándole, se fueron.
La cuestión del tributo
(Mt. 22.15-22; Lc. 20.20-26)
13 Y le enviaron algunos de los fariseos y de los herodianos, para que le sorpre
ndiesen en alguna palabra. 14 Viniendo ellos, le dijeron: Maestro, sabemos que e
res hombre veraz, y que no te cuidas de nadie; porque no miras la apariencia de
los hombres, sino que con verdad enseñas el camino de Dios. ¿Es lícito dar tributo a Cés
ar, o no? ¿Daremos, o no daremos? 15 Mas él, percibiendo la hipocresía de ellos, les d
ijo: ¿Por qué me tentáis? Traedme la moneda para que la vea. 16 Ellos se la trajeron;
y les dijo: ¿De quién es esta imagen y la inscripción? Ellos le dijeron: De César. 17 Re
spondiendo Jesús, les dijo: Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios
. Y se maravillaron de él.
La pregunta sobre la resurrección
(Mt. 22.23-33; Lc. 20.27-40)
18 Entonces vinieron a él los saduceos, que dicen que no hay resurrección, y le preg
untaron, diciendo: 19 Maestro, Moisés nos escribió que si el hermano de alguno murie
re y dejare esposa, pero no dejare hijos, que su hermano se case con ella, y lev
ante descendencia a su hermano. 20 Hubo siete hermanos; el primero tomó esposa, y
murió sin dejar descendencia. 21 Y el segundo se casó con ella, y murió, y tampoco dejó
descendencia; y el tercero, de la misma manera. 22 Y así los siete, y no dejaron d
escendencia; y después de todos murió también la mujer. 23 En la resurrección, pues, cua
ndo resuciten, ¿de cuál de ellos será ella mujer, ya que los siete la tuvieron por muj
er?
24 Entonces respondiendo Jesús, les dijo: ¿No erráis por esto, porque ignoráis las Escri
turas, y el poder de Dios? 25 Porque cuando resuciten de los muertos, ni se casa
rán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles que están en los cielos. 26 Per
o respecto a que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés cómo le hab
ló Dios en la zarza, diciendo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Di
os de Jacob? 27 Dios no es Dios de muertos, sino Dios de vivos; así que vosotros m
ucho erráis.
El gran mandamiento
(Mt. 22.34-40)
28 Acercándose uno de los escribas, que los había oído disputar, y sabía que les había res
pondido bien, le preguntó: ¿Cuál es el primer mandamiento de todos? 29 Jesús le respondió:
El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno
es. 30 Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda
tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. 31 Y el segu
ndo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor
que éstos. 32 Entonces el escriba le dijo: Bien, Maestro, verdad has dicho, que u
no es Dios, y no hay otro fuera de él; 33 y el amarle con todo el corazón, con todo
el entendimiento, con toda el alma, y con todas las fuerzas, y amar al prójimo com
o a uno mismo, es más que todos los holocaustos y sacrificios. 34 Jesús entonces, vi
endo que había respondido sabiamente, le dijo: No estás lejos del reino de Dios. Y y
a ninguno osaba preguntarle.
¿De quién es hijo el Cristo?
(Mt. 22.41-46; Lc. 20.41-44)
35 Enseñando Jesús en el templo, decía: ¿Cómo dicen los escribas que el Cristo es hijo de
David? 36 Porque el mismo David dijo por el Espíritu Santo:
33 Cuando vino la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora
novena. 34 Y a la hora novena Jesús clamó a gran voz, diciendo: Eloi, Eloi, ¿lama saba
ctani? que traducido es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? 35 Y algunos d
e los que estaban allí decían, al oírlo: Mirad, llama a Elías. 36 Y corrió uno, y empapand
o una esponja en vinagre, y poniéndola en una caña, le dio a beber, diciendo: Dejad,
veamos si viene Elías a bajarle. 37 Mas Jesús, dando una gran voz, expiró. 38 Entonce
s el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. 39 Y el centurión que estaba
frente a él, viendo que después de clamar había expirado así, dijo: Verdaderamente este
hombre era Hijo de Dios.
40 También había algunas mujeres mirando de lejos, entre las cuales estaban María Magd
alena, María la madre de Jacobo el menor y de José, y Salomé, 41 quienes, cuando él esta
ba en Galilea, le seguían y le servían; y otras muchas que habían subido con él a Jerusa
lén.
Jesús es sepultado
(Mt. 27.57-61; Lc. 23.50-56; Jn. 19.38-42)
42 Cuando llegó la noche, porque era la preparación, es decir, la víspera del día de rep
oso, 43 José de Arimatea, miembro noble del concilio, que también esperaba el reino
de Dios, vino y entró osadamente a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús. 44 Pilato se so
rprendió de que ya hubiese muerto; y haciendo venir al centurión, le preguntó si ya es
taba muerto. 45 E informado por el centurión, dio el cuerpo a José, 46 el cual compró
una sábana, y quitándolo, lo envolvió en la sábana, y lo puso en un sepulcro que estaba
cavado en una peña, e hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro. 47 Y María Ma
gdalena y María madre de José miraban dónde lo ponían.
La resurrección
(Mt. 28.1-10; Lc. 24.1-12; Jn. 20.1-10)
MARCOS 16
1 Cuando pasó el día de reposo, María Magdalena, María la madre de Jacobo, y Salomé, compr
aron especias aromáticas para ir a ungirle. 2 Y muy de mañana, el primer día de la sem
ana, vinieron al sepulcro, ya salido el sol. 3 Pero decían entre sí: ¿Quién nos removerá l
a piedra de la entrada del sepulcro? 4 Pero cuando miraron, vieron removida la p
iedra, que era muy grande. 5 Y cuando entraron en el sepulcro, vieron a un joven
sentado al lado derecho, cubierto de una larga ropa blanca; y se espantaron. 6
Mas él les dijo: No os asustéis; buscáis a Jesús nazareno, el que fue crucificado; ha re
sucitado, no está aquí; mirad el lugar en donde le pusieron. 7 Pero id, decid a sus
discípulos, y a Pedro, que él va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis, como os
dijo. 8 Y ellas se fueron huyendo del sepulcro, porque les había tomado temblor y
espanto; ni decían nada a nadie, porque tenían miedo.
Jesús se aparece a María Magdalena
(Jn. 20.11-18)
9 Habiendo, pues, resucitado Jesús por la mañana, el primer día de la semana, apareció p
rimeramente a María Magdalena, de quien había echado siete demonios. 10 Yendo ella,
lo hizo saber a los que habían estado con él, que estaban tristes y llorando. 11 Ell
os, cuando oyeron que vivía, y que había sido visto por ella, no lo creyeron.
Jesús se aparece a dos de sus discípulos
(Lc. 24.13-35)
12 Pero después apareció en otra forma a dos de ellos que iban de camino, yendo al c
ampo. 13 Ellos fueron y lo hicieron saber a los otros; y ni aun a ellos creyeron
.
Jesús comisiona a los apóstoles
(Mt. 28.16-20; Lc. 24.36-49; Jn. 20.19-23)
14 Finalmente se apareció a los once mismos, estando ellos sentados a la mesa, y l
es reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le ha
bían visto resucitado. 15 Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio
a toda criatura. 16 El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no c
reyere, será condenado. 17 Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echa
rán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; 18 tomarán en las manos serpientes, y si
bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán
.
La ascensión
(Lc. 24.50-53)
19 Y el Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la d
iestra de Dios. 20 Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el S
eñor y confirmando la palabra con las señales que la seguían. Amén.
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