Professional Documents
Culture Documents
Es necesario saber desde dónde partimos cada uno y cada una, pero lo es
también el conocer cual es el contexto en el que nos vamos a mover. De nada
sirve saber que soy un@ hacha montando letrinas y organizando fuegos de
campamento en el campo, si eso hace años que está prohibido y lo
desconocemos. O que estaría bien hacer una gimkana corriendo por el barrio, si
en mi barrio no existen zonas peatonales. Está muy bien colaborar con
asociaciones en estos tiempos en que el asociacionismo está en sus peores
momentos, ¿pero debemos hacerlo de forma voluntaria o no?
Sobre el Tiempo Libre como tal, no encontramos una definición más que por
separado de ambas palabras pero esto no nos preocupa ahora demasiado.
Ocio, tiempo libre o tiempo no utilizado para el trabajo. Se trata de distinguir entre trabajo y ocio.
Desde el punto de vista histórico, el ocio se ha asociado con el estilo de vida de la aristocracia,
mientras que el resto de la población no podía disfrutar de él porque tenía que trabajar para subsistir.
De hecho, y según el protestantismo, el objeto de la vida es glorificar a Dios por medio del trabajo.
Paradójicamente, el crecimiento económico se ha explicado en parte como resultado de una mayor
aceptación del protestantismo, y hoy es justamente en estos países donde la gente dispone de más
tiempo libre para el ocio al ser más ricos y tener mayores ingresos.
En la realidad social, sin embargo, oportunidades de ocio y recreación han pasado a formar parte
de la vida en todas las sociedades. Han variado de acuerdo con las condiciones climáticas y la
naturaleza circundante, y han ido progresando a medida que se han producido mejoras
tecnológicas y se ha logrado un mayor control sobre el medio ambiente.
El estudio de estas diferencias, tanto en el seno de las sociedades como en las relaciones de unas
con otras, ha dado lugar a una extensa bibliografía. El ocio, según parece, no es una pérdida de
tiempo sino una actividad recreativa. De igual manera, el trabajo ya no se define tan sólo como una
actividad, sino como una modificación del mundo físico y mental a través de un esfuerzo, y sólo se
considera como trabajo si no constituye un motivo de recreación para la persona. En última
instancia, la diferencia entre trabajo y ocio radica en el significado que demos al concepto de
recreación.
La pérdida de tiempo, tal y como Marx y De Tocqueville señalaron desde puntos de vista muy
diferentes, es típicamente un fenómeno colectivo que surge como consecuencia de fallos del
mercado. Ciclos de prosperidad y recesión, o fluctuaciones de la actividad económica de veinte
años o más, pueden hundir o fomentar la prosperidad de una comunidad. La productividad está
ligada a la especialización en la división del trabajo, pero, de igual manera, expone a la zona o
región especializada a las vicisitudes de las fluctuaciones en la oferta y la demanda. Así, por
ejemplo, Europa parece estar padeciendo una alta tasa de desempleo al final del siglo XX, debido
no sólo a estos factores, sino también al desajuste entre las demandas del mercado de trabajo y
las aptitudes de los trabajadores. Como resultado, se produce una desocupación forzosa allí donde
la meta de la innovación para reducir las necesidades de trabajo ha sido ofrecer más ocio.
Ha habido también una reestructuración generalizada de la división del trabajo en las sociedades
industriales avanzadas. Las mujeres han entrado en el mercado de trabajo de forma masiva,
empleadas tanto a tiempo parcial como a tiempo completo. Hace 50 años, las mujeres con niños
pequeños estaban virtualmente confinadas en la economía doméstica. Hoy la mayoría de las
mujeres trabaja fuera de casa y, por lo tanto, su tiempo para el ocio ha disminuido. De igual
manera, los niños emplean más tiempo en el proceso educativo, permanecen en él hasta una edad
más avanzada, juegan menos y se emplean en un trabajo remunerado con menor frecuencia.
De cualquier manera, la tendencia actual apuesta por menos trabajo y más ocio o tiempo libre. Las
horas de trabajo, diarias, semanales, anuales, así como vitales (a lo largo de toda la vida), se han
visto paulatinamente reducidas, en especial para los hombres y, en particular, para los menos
cualificados. La edad tradicional de jubilación de 65 años se anticipa e iguala con frecuencia entre
los sexos, mientras que la esperanza de vida es mayor por lo que el mundo del ocio nos atrae cada
vez más. Como consecuencia, surgen multitud de programas de construcción de estadios,
complejos deportivos, centros de ocio y ciudades universitarias; el ocio se ha convertido en una
industria gigantesca que, paradójicamente, ocupa a un número creciente de personal laboral. La
televisión se acerca a niveles de saturación y el turismo o los viajes al extranjero se han
generalizado. Distinciones tradicionales de sexo y edad pierden progresivamente su sentido en
este contexto. La gente puede divertirse en oficinas y fábricas, del mismo modo que con el trabajo
realizado desde su propia vivienda.
La subcultura es un concepto aplicable a grupos reducidos, como las minorías étnicas, los
consumidores de drogas o incluso a grupos religiosos o comunidades homosexuales. Se ha
afirmado que la subcultura que crean dichos grupos sirve para compensar a sus miembros del
hecho de ser considerados elementos marginales por la sociedad dominante (véase Marginación
social). Según esto, un consumidor de drogas con un nivel social bajo dentro de una comunidad
convencional podría lograr un gran respeto por parte de otros consumidores según los valores y
parámetros que rigen dentro de su grupo. Los lazos entre los integrantes de una subcultura se ven
reforzados por el hecho de hallarse enfrentados a los valores y comportamientos de la sociedad
dominante. Las subculturas hacen hincapié en ciertas características como la forma del lenguaje o
de la indumentaria para crear y mantener una diferencia frente a la cultura dominante. Esta
diferencia es al mismo tiempo una reafirmación de orgullo individual y de pertenencia a un grupo.
Aunque las subculturas se dan en grupos minoritarios, también dentro de esos mismos grupos
pueden darse otras subculturas, como es el caso de los grupos punks dentro de la juventud o de
las feministas separatistas dentro del feminismo.
Orígenes
Las categorías denominadas como ‘derechos fundamentales’ y ‘libertades públicas’ no son por
completo coincidentes; responden a orígenes diversos y se imbrican en tradiciones culturales
diferentes, por mucho que en los últimos decenios tiendan a equipararse y confundirse.
El concepto ‘derechos fundamentales’ apareció en Francia hacia 1770, en el seno del movimiento
político y cultural que condujo a la Declaración de los Derechos del hombre y del ciudadano de
1789, y más tarde alcanzó especial relieve en países como Alemania donde, bajo el manto de los
Grundrechte, se articuló el sistema de relaciones que median entre el individuo y el Estado.
El concepto ‘libertad pública’ aparece también (y en singular), en Francia, siendo utilizado de forma
expresa en las constituciones de 1793 y 1814. La primera vez que se utiliza en plural —‘libertades
públicas’— en un texto constitucional es en la Constitución del II Imperio Francés, de 1852, y
alcanzó desde entonces carta de naturaleza en la tradición científica y política de esa nación,
donde incluso son objeto de enseñanza autónoma desde 1945. Las libertades públicas, en su
formulación clásica, son de ámbito más restringido que los derechos fundamentales, con los cuales
estarían en una relación de género y especie, si quisiera hablarse —como se ha hecho— de
‘derechos de libertad’. Las libertades públicas presuponen que el Estado reconoce a los individuos
el derecho de ejercer (al abrigo de toda presión exterior) cierto número de actividades
determinadas. Son libertades porque permiten actuar sin coacción; son libertades públicas porque
corresponde a los órganos del Estado —titular de la soberanía— respetarlas y garantizarlas.
Libertades que suponen una mayor autonomía para los ciudadanos, y al tiempo conllevan
obligaciones del Estado; se definen las obligaciones negativas en cuanto que implican por lo
común un cierto deber de abstención, si bien en algunas ocasiones comportan obligaciones
secundarias positivas.
Los derechos fundamentales son algo más. Su construcción teórica tiene mucho que ver con
Jellinek y su famosa ‘teoría de los estados y los derechos públicos subjetivos’. Esta doctrina puede
resumirse de este modo: por razón de su pertenencia al Estado el individuo se encuentra inmerso
en una pluralidad de estados que pueden ser los siguientes: como consecuencia de su
subordinación al Estado, el ciudadano se encuentra en el ‘estado pasivo’ o status subiectionis, que
conlleva para este último una serie de deberes. A todo miembro del Estado pertenece —por otra
parte— un rango en el cual es señor absoluto, una esfera libre del Estado, una esfera que excluye
el imperium: el estado negativo también llamado status libertatis. A mayor abundamiento y en
cuanto el Estado, en el cumplimiento de sus deberes, reconoce al ciudadano la posibilidad de
aspirar a que el poder estatal sea ejercitado en su favor, en cuanto le concede la facultad de
beneficiarse de las instituciones estatales, le está reconociendo el ‘estado positivo’ o status
civitatis, que se presenta como el fundamento del conjunto de las prestaciones estatales hechas en
interés del individuo. La actividad del Estado, por tanto, sólo es posible mediante la acción
individual. En cuanto reconoce al individuo la capacidad de obrar por cuenta del Estado, lo
promueve a una condición más elevada y cualificada, a la ciudadanía activa. Esta se corresponde
con el ‘estado activo’, el status activae civitatis, por el que el individuo está autorizado para ejercer
los llamados derechos políticos en su más estricto significado.
Se concreta así la teoría de los estados de Jellinek, de la cual surgen derechos subjetivos que, por
corresponder al ciudadano respecto al Estado, se califican de públicos, de fundamentales y se
dividen según la tradición del modo siguiente: derechos civiles —de ámbito personal, de la esfera
privada—, derechos políticos y económicos, sociales y culturales. Sabido lo anterior, decir que las
libertades públicas (entendidas como libertades con autonomía) sólo tendrían acomodo dentro de
la primera categoría citada ya de derechos fundamentales. Lo que sucede es que, ampliando el
contenido pretendido para las libertades, viene hablándose de libertades que implican
participación, que podrían equipararse con los derechos políticos, e incluso llegan a utilizarse de
forma indistinta las categorías antedichas, en contra de la tradición histórica ya citada y con la
dificultad de encuadrar, dentro de las libertades, los derechos económicos, sociales y culturales.
Derechos y libertades
Se han calificado como derechos y libertades propiamente dichos los siguientes: vida, integridad
física y moral; libertad ideológica, religiosa y de culto; libertad y seguridad; igualdad y no
discriminación; honor, intimidad personal y familiar, propia imagen; inviolabilidad del domicilio y
secreto de las comunicaciones; libertad de residencia y movimientos; libertad de expresión, libertad
de producción y creación literaria, artística, científica y técnica, libertad de cátedra, libertad de
información; derecho de reunión; derecho de asociación; derecho a participar en los asuntos
públicos y a acceder, en condiciones de igualdad, a funciones y cargos públicos; derecho a la
tutela efectiva de jueces y tribunales; derecho al juez ordinario predeterminado por la ley, a la
defensa y a la asistencia de letrado, derecho del acusado a que se le informe de las imputaciones
formuladas en su contra, derecho a un proceso público sin dilaciones indebidas y realizado con
todas las garantías, a utilizar los medios de prueba pertinentes para su defensa, a no declarar
contra sí mismo, a no confesarse culpable y a la presunción de inocencia; derecho a la educación,
libertad de enseñanza; libertad sindical, derecho de huelga; derecho de petición.
Dentro de los derechos de los ciudadanos consagrados en las constituciones cabe citar, asimismo,
los siguientes: derecho a contraer matrimonio; derecho a la propiedad privada y a la herencia;
derecho de fundación; derecho a la negociación colectiva laboral entre los representantes de los
trabajadores y empresarios. Los textos constitucionales hacen referencia también, en
ocasiones, a derechos económicos y sociales. En este campo, cabe hablar de las siguientes
cuestiones: protección de la familia, los hijos y las madres; distribución equitativa de la renta;
régimen público de Seguridad Social; derecho a la protección de la salud; derecho a la cultura;
derecho a un medio ambiente adecuado; derecho a disfrutar de una vivienda digna.
En otras épocas sólo los más nobles disfrutaban de un tiempo de ocio, propiciado
por los artistas, bufones, etc.. contratados para ese fin.
Sin embargo la figura del monitor@ de tiempo libre y asociada más tarde la de
Director@ de Tiempo Libre (que más delante se cambiaría por la de
Coordinador@, año 90) como tal no surge hasta este siglo, y hasta hace muy
poquito. A principios de los 70 algunas personas se dedican de forma voluntaria
a organizar el ocio de l@s estudiantes de algunos colegios, o de algunas
parroquias. Su labor no sólo persigue un objetivo lúdico, sino que aspira a
conseguir otros de índole educativa. Aparece la figura del monitor@ de tiempo
libre, relacionada con un nuevo movimiento de “educación fuera de la escuela”:
el tiempo de ocio sirve para educar a niñ@s y adult@s en aspectos que en la
escuela no se tratan de igual modo.
Con el paso del tiempo esta forma de vivir el tiempo libre organizadamente y con
un objetivo educativo se generaliza a otros ámbitos y, paralelamente, surgen las
figuras del monitor@ y coordinador@ de tiempo libre profesional: un@ perfect@
organizador@ y animador@ de actividades de ocio, que pueden ser más o
Es como se ha dicho antes, hasta hace muy poco tiempo cuando la figura del
animador@ sociocultural entra en escena, concretamente al finalizar la Segunda
Guerra Mundial.
El pais impulsor será Francia que a través de una persona (Andaré Malraux),
reivindicará el derecho de tod@s l@s ciudadan@s a un acceso a la cultura y a
una red estructurada de bienes culturales. Su objetivo no era otro que “estimular
los ingredientes culturales que conforman la vida de los pueblos ya que estos
pueden convertirse en mecanismo óptimo de capitalización de los recursos
humanos.
La animación sociocultural fue el instrumento técnico modelado
expresamente para este objetivo.
Sus fundamentos teóricos se le pidieron prestados a la sociología, a la
antropología, a la etnología, a la psicología social...
Se instauró una nueva profesión básicamente hecha de una aplicación a
nuevos cometidos de los viejos componentes de profesiones ya consolidados:
enseñantes, sociólog@s, artistas, folklóristas, clérigos, ex-militantes de
proyectos revolucionarios...
Se diseñó un modelo de formación técnica adecuada, y se crearon escuelas.
En nuestro hemisferio, y a los efectos que aquí nos interesan, nos estamos
encontrando con dos perspectivas generalizadas
Quienes ponen
el cartón en el contenedor de plástico
y el vidrio lo mezclan con la basura orgánica
sencillamente son incapaces de poner el corazón en el viaje
la verdad en la calle
la mano en la caricia.
Jorge Riechmann.
Dentro del Ocio y el Tiempo Libre, los cambios producidos en estas últimas
décadas se han hecho notar de forma muy variada como podemos observar en
el cuadro de la página siguiente. Desde un trabajo de barrio y de grupos
parroquiales y scouts, hemos pasado a una competencia feroz por las personas
que ya no se consideran participantes sino clientes de las actividades que
organizamos. El papel de l@s destinatari@s ha perdido su faceta humana, al
igual que la profesionalización (que es necesaria para formar a la gente que va a
trabajar con personas) se ha extendido como principal punto de todo lo
relacionado con el Tiempo Libre, dejando en un rincón a todo tipo de iniciativas
sociales y/o vecinales en detrimento de grandes empresas que sólo buscan un
beneficio a corto plazo, sin entrar a trabajar otros conceptos y cambios de
actitudes con las personas que atienden.
Es un fiel reflejo de nuestra cultura actual del usar y tirar; nadie quiere que le
digan que hace mal si tira un papel al suelo, o que le recuerden que el mundo en
el que vivimos depende bastante de la posición que tome como ciudadan@, ante
lo cual la proliferación de empresas que ofrecen bienes de consumo inmediato,
sin meterse a ofrecer otra cosa que diversión, cada vez es más aceptada y
demandada por una población que no quiere oír problemas en los que sabe que
puede tomar parte.
DESPABÍLATE AMOR.
despabílate amor
que el horror amanece
Mario Benedetti
Parecen malos tiempos para la acción social, y para ponerse a formar asociaciones, y sin
embargo qué mejor momento para empezar a crear de nuevo el Asociacionismo de una
maenar diferete al que hemos vivido. Sabemos cuales han sido los fallos de las
asociaciones actuales: ante realidades muy complejas han planteado soluciones sencillas; y
la realidad es compleja y por ello necesita de soluciones complejas. Las asociaciones no
han sabido construir ámbitos de actuación coordinados y han puesto toda su ilusión y
esfuerzo en luchar contra esta realidad en la que vivían ellos y sus chavales, produciendose
un desgaste enorme por parte de los monitor@s ya que es muy difícil obtener grandes
resultados cuando el enemigo es tan grande.
Vivimos en una sociedad donde l@ más desfavorecid@s son considerad@s una molestia
para el avance del país, y donde el tiempo libre y la formación cultural de estas personas
importa lo que un cero a la izquierda, por eso nuestro trabajo debe fundamentarse en la
búsqueda de causas a ese descontento social y en la consolidación de un compromiso
progresivo con aquell@s que lo necesiten, deberemos atender nuestras necesidades
primarias en primer lugar, pero no desatender las de l@s demás.
Hay que trabajar en alternativas y ofrecer nuestro apoyo a proyectos de carácter ciudadano
y participativo. En España el asociacionismo está en sus peores momentos, ya que en los
últimos 10 años se nos ha vendido a las asociaciones el futuro de la profesionalización y las
perspectivas de vivir economicamente de esto. Una vez pasados a este milenio, nos
encontramos con que el tejido social está destruido ya que la gente que tiraba de las
asociaciones se ha profesionalizado y no vuelve al voluntariado, habiendo abandonado el
tejido social que construían para sumarse a una forma de ganar dinero fácilmente ( y muy
digna en buena parte de los casos). El último Informe de Juventud del año 2000, no
muestra datos de la situación asociativa de manera global por no dar alarmismo y constatar
lo que ya se rumorea por los pasillos, que las asociaciones de toda la vida se mueren.
respuestas globales a través de un trabajo conjunto; los grupos ciudadanos que están
participando en el Movimiento Antiglobalización y que en un número cercano a los 80.000
se acercarón a las manifestaciones de Barcelona y Sevilla en el primer semestre del 2.002,
etc.). Cambian las formas pero la gente joven participa, no se asocia, porque no han
conocido qué significa estar en una asociación, o ven un mundo demasiado burocratizado
en ellas, pero tienden a agruparse siendo casi siempre más de tres, con un objetivo común
organizado de manera democrática e independiente y crítico en su pensamiento. Casi igual
que en una asociación, pero sin presentar un trámite administrativo, que realmente les es
indiferente en su actuación.
¿Y por qué hemos llegado a qué la gente no quiera asociarse como lo hacía toda la vida?
Desde Europa y las administraciones se fomentó el trabajo con asociaciones para
formarlas, dotarlas de recursos y que funcionarán mejor, pero se enfocó todo de una forma
mercantil y vinculada al ayuntamiento de turno, que nos ha dejado ahora que ya podemos
evaluar los resultados de estas intervenciones, un panorama desolador, donde si una
persona trabaja de forma voluntaria es considerada un bicho raro o un@ inútil por no saber
sacar dinero donde podría hacerlo, y por otro lado ha provocado que a cambios de gobierno
electoral se hayan visto “asociaciones afines”·a los ojos de las antiguas administraciones a
las que se les ha hecho la vida imposible o se las ha dejado aparte. Un nuevo cambio
electoral y vuelve a ocurrir lo mismo con las nuevas asociaciones, pero además las antiguas
ya no se recuperan pues, como decíamos, la gente se profesionalizó o se marcho a otras.
En 20 años de democracia, el panorama está servido, un par o tres cambios de gobierno
municipal y el tejido destruido. Sólo aguantan las asociaciones parroquiales y los scouts a
los que la independencia económica de la administración y el trabajo en objetivos muy
definidos han permitido su permanencia. Tanta revolución sociocultural de los 80 y 90 para
volver a recaer en los que ya estaban en los 60 y 70, más unos cuantos locos que como
Axterix defienden su reducto de los romanos que cada vez conocen mejor el brebaje que
les hace invencibles.
No olvidemos que buena parte de las asociaciones son vistas como un incordio, que sólo se
nos ve con buenos ojos y mientras no demos demasiado la lata por algunos sectores
políticos y ciudadanos. Hay que estar muy preparad@ para trabajar en el nuevo milenio que
ha comenzado, cada vez se nos exige más desde todos los ámbitos y nuestra credibilidad
va a estar paralela a lo que podamos demostrar a l@s demás que somos capaces de hacer.
No debemos descuidar por otro lado el trabajo de base que realizamos y desde el que se
basa nuestra existencia y actuación, realizando un aprendizaje continuo y participativo con
tod@s las participantes de nuestras acciones.
Desaparecen la eras
y se construyen chales adosados
desaparecen los ríos
y se construyen autopistas
desaparecen los hombres y mujeres
y da miedo mirar oler decir
lo que están construyendo.
Jorge Riechmann.
¿Existen alternativas?
EL ROTO.
Quien afirma que no hay alternativas
es el mismo
que tiene poder para destruirlas.
Por eso nuestro trabajo está en ambos frentes: es el momento de recuperar el tejido social
que es lo que hace crecer un país y una sociedad a todos los niveles, y hay que trabajar en
humanizar la profesionalización y establecer puentes entre ambos ámbitos.
Desde arriba se empiezan a dar cuenta de los errores cometidos y la posible influencia en la
desestructuración de la sociedad, pero hasta dentro de unos años no veremos ayuda
“económica” que es como se cree que se solucionan todos estos problemas.
El panorama está bastante feo, las grandes organizaciones se han aprovechado del
voluntariado para atender trabajo que requiere de profesionales y han sido apoyadas desde
arriba, mientras las asociaciones de toda la vida donde realmente se hace un trabajo
necesario por parte del voluntariado son abandonadas y puestas en tela de juicio. Parece
que por pertenecer a Intermon u otra gran organización aunque uno sea una persona sin
preparación ya va a hacer algo bien, pero si eres de la asociación SuperArco Iris seguro
que no estás formad@ y además pierdes tu tiempo por trabajar de forma gratuita y en un
proyecto sin futuro enb el barrio.
No hay que olvidar que estamos en la era del marketing y que nuestras asociaciones no
venden, ni cotizan en bolsa, ni ponen anuncios en los periódicos. Frente a esto, nos queda
el apoyo mutuo entre asociaciones, y si somos pocas y pequeñas, al menos vamos a
trabajar hacia un futuro conjunto y consensuado, donde consigamos resultados grupales y
se nos pueda ori quejarnos.
Estas tres condiciones son fundamentales para poder hacer frente a todo este nuevo
pensamiento único donde no hay más alternativas de ocio que ir al Mc Donalds, al Parque
de atracciones y ver películas americanas.
Educar significa implicarse y esto significa tomar partido, tener claro que si mi
grupo de chaval@s no tiene recursos para salir al campo o hacer un
campamento esto no es fruto de un sorteo aleatorio del destino, sino todo lo
contrario, y que las cosas responde a causas mayores.
Debemos tener claro que a partir de ahora tenemos la posibilidad de tomar dos
opciones: Buscarnos la vida a nuestro aire y dejar que los problemas nos pasen
al lado, opción ante la que viviremos muy a gusto y sin demasiadas
preocupaciones. O implicarnos en la realidad de la que formamos parte y aportar
nuestro grano de arena a hacer de este un mundo al menos un mundo con un
grano de arena más justo.
Cuadro tomado prestado de Jose Manuel Baraibar y completado por el que escribe.
Patas arriba. La escuela del Mundo al revés. Eduardo Galeano. Editorial Siglo XXI.
Madrid 1999.