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Autobiografías e identidades
Profesora
Ángela Inés Robledo
Mujer en parís siglo XIX: Una mujer del siglo XIX herida que me duele con
el cambio de luna y el
en el asilo de Salpetriere, cuyo único refugio era
frío del amanecer
la creencia, se le diagnóstica manía religiosa, (Iriarte, 2000)
una mujer que padecía histeria, ella bajo un
Mi abuela es una santa,
estado alterado de conciencia (propiciado por vuela por el aire arriba
sus doctores) postrada en la cama, tenia de mi terraza, pero no
quiero que se vaya.
conversaciones intimas con su amado, que para
ojos de otros era invisible, hablaba con su ¡ABUELITA NO TE VAYAS
DEL MUNDO¡
amado, para los espectadores solo miraba hacia
Desmayos sin
arriba, sonreía, tenia episodios donde en la cama
razón
denotaba estar teniendo un acto sexual, y luego
(Era muy chiquita yo, ella
presentaba poses de crucifixión y manifestaba se cayó al suelo, y yo lo
único que hice fue llorar)
sentir clavos dolorosos en sus manos.
Una muchacha muy bonita tan linda como las rosas: santa Rosa
de Lima, también en la época colonial en Perú, decide
martirizarse con cilicios, y corona de espinas para no ser tan
bella, se convierte en dominica y se vuelve famosa por curar
enfermos indígenas, frecuentemente tenia visiones con Cristo, el
cual entraba a su cuarto, y se iluminaba como si entrara el sol,
hablaba con él, y a la hora de su muerte, sentía que un casco de
fuego en su cabeza le quemaba las sienes, hasta que los ángeles
llegaron a su cuarto y se la llevaron o sea murió.
Esa niña, ella debía hablar, era ella la que se convertía en puerta,
la que veía en sueños a la abuelita volando, la que creía en
fantasmas, la que lloraba a toda hora, bien llorona que era, a la
que había callado, a la que habían llevado, traído y puesto tenía
mucho que decir, más allá de mi cabeza, yo sentía con todo el
cuerpo, mis recuerdos salen cada vez que muevo una parte de él,
al bailar, cuando me acuesto, me levanto, corro, salto, me
enrosco, sale una imagen de algún lugar donde estuve, y le digo
adiós, pasa dentro de mí.
Y entonces fui aquella niña que tuvo niñez, que quiso morir, a la
que la muerte le causa curiosidad, la Ofelia que sueña con
lanzarse al agua y morir como si fuera lo mejor de la vida. Claro
me vi en ese espejito cuando era niña con este vestidito rojo y
blanco y me abrace por haberla dejado tan sola, pero me digo, le
digo:
Regresábamos de un largo Me digo a mi misma como se decía Elena
viaje por terrenos pedregosos Iriarte, ¿recuerdas Mónica?
llenos
Dolores de cabeza para partirla en dos de
De alimañas y de espinos,
un tajo
que mis pies sangraban y (1949, Ella tenía quince años, estaba de espaldas con su pelo
largo, con un vestidito y estaba descalza, comenzó a llover y
temblaban mis músculos corrió de la casa hasta el patio para recoger la ropa seca que
estaba colgada, ella estaba acalorada por estar planchando
porque te había traído en los
con esas planchas de carbón, había planchado toda la
zol.
No recuerda nada)
(La gente le dijo que la vieron corriendo por el monte como loca del dolor de cabeza)
BIBLIOGRAFIA