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El patio de
M
MI CASA
CM
MY
CY
NO es particular
CMY
K
“¡Recibimos una avalancha de inmigrantes!”
“¡Aquí no hay café para todos!”
“¡Nos quitan los puestos de trabajo!”
“¡La culpa de todo la tiene la gente de fuera!”
“¡Yo no soy racista, pero…!”
“¡Llegan los últimos y les tratan mejor que a nosotros!”
Día tras día, como una fina lluvia, van calando en nuestras mentes afirmaciones,
percepciones y sentencias en relación a la llegada de personas de otros países.
Una lluvia que alimentan los medios de comunicación y los discursos
políticos.
Así se van fabricando opiniones, valoraciones, que presentan a los migrantes como
una amenaza para nuestra sociedad del bienestar. Toda esa atmósfera de recelos
que respiramos ofrece luego la legitimidad para fabricar leyes que nos hacen retro-
ceder en derechos, generando dolor y exclusión.
Apostar por la construcción de una sociedad de acogida implica, en
primer lugar, mirar la realidad de la migración con unos ojos limpios y
descontaminados.
Todo ello nos presenta una amenaza que requiere incluso la movilización del Ejército.
En definitiva se mezcla la idea de inmigración con criminalización y seguridad nacional.
Pero mientras estamos preocupados por esto, nos dejamos de preguntar cosas
como: ¿Por qué vienen? ¿Son personas peligrosas de las que debemos defen-
dernos?, ¿qué pasa con esas personas que llegan cuando dejan de ser noticia de
telediario?
Pero estas ideas fáciles nos impiden preguntarnos otras cosas como: ¿Qué pasa
con el “efecto expulsión?; ¿ qué está pasando en los países de origen de estas
personas?