Editorial Andrés Bello
MiPANDORA Y LA CAJA MISTERIOSA
Prometeo era uno de los Titanes, a
quien el dios Zeus habia ensenado
astronomia, arquitectura, medicina,
‘metalurgia, navegacién y, en fin, todo
lo necesario para desarrollar la vida
humana. Prometeo, de gran inteligen-
cia y destreza en todas las artes, tras-
pas6 sus conocimientos a fos huma-
nos, que habian sido creacos por él.
No contento con todo eso, pens6 que los hombres
también debian disponer de fuego y decidié robarlo a
los dioses. Corté una larga rama seca de un arbol, subi6
rapidamente hasta el cielo para encenderla en el carro
del Sol y con aquella llama volvi6 a la Tierra,
Hasta entonces, los hombres comian carne cru-
da, no podian trabajar los ricos metales que Prometeo
les habia hecho descubrir en las entrafias de la tierra,
y debian soportar el frio y la oscuridad de la noche.
Junto al fuego, la humanidad comenz6 a desa-
rrollarse. Naci6 el lenguaje, pues al reunirse alrede-Jdor del calor y de la luz, los hombres necesitaron
Jcomunicarse. Y con sas enseanzas de Prometeo,
Japrendieron a cultivar la tierra, inventaron el alfabeto,
Jos ntimeros y empezaron a registrar el tiempo en
isticos calendarios de madera
El progreso de los hombres comenz6 a disgus-
tar profundamente a Zeus y a los demis dioses.
Los seres humanos se sentian ya tan poderosos que
olvidaban recurrir a la divinidad y presentarle ofren-
das para obtener sus favores. Alarmados, los dioses
decidieron poner atajo a la soberbia de los hom-
bres y hacer que éstos volvieran a obedecerles y a
temerles,
Entonces, para desconcertar a los mortales, for-
maron a una mujer tan bella que ninguna de las
diosas, exceptuando Ia dorada Venus, se le podia
comparar. Minerva le regalé un maravilloso vestido,
colocé un transparente velo sobre su rostro y coroné
su cabeza con una guimalda de flores. Las Gracias la
adornaron con infinitos dones: le concedieron una
‘voz armoniosa capaz de entonar las mas dulces melo-
dias y le dieron también una manera de hablar gra-
ciosa y discreta. Vulcano escullpi6 su cuerpo tan per-
fecto como el de una estatua. Mercurio, dios de la
elocuencia, del comercio y del engaho, le dio un
espiritu insinuante, pero a la vez le ensead palabras
engaitosas y de dobie significado.
Estaba dotada de tantas gracias y de tantos do-
nes que los dioses se pusieron de acuerdo para bus-
carle un nombre que reflejara tan inimaginables atri-
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butos. Decidieron que se llamaria Pandora, que quie-
re decir “dotada de todas las cualidades'
‘Antes de enviarla at mundo de los hombres, Zeus
le entreg6 una caja muy bien cerrada y le dio instruc-
ciones. Mercurio fue el encargado de conducir a Pan-
dora y presentarla a Epimeteo, que era hermano de
Prometeo, Este no se encontraba alli, pues lo que
los hombres no sabian— Zeus lo habia hecho enca-
denar a unas rocas, en el Céucaso. Sin embargo, él
habia alcanzado a aconsejar a su hermano:
—Desconfia de Zeus y de sus engafos y, sobre
todo, ten mucho cuidado con sus regalos. No aceptes
nada que venga de él
Pero Epimeteo —cuyo nombre significa “el que
reflexiona tarde’—, completamente subyugado por
la belleza y la perfeccién de Pandora, la acepté de
inmediato. Ante aquella hermosa mujer, olvidé todas
las advertencias de su hermano, y sin sentir la me-
nor desconfianza anuncié su decisién de casarse
con ella
Pandora habia entrado ya en el palacio de Epite-
meo. Entre los regalos de boda que comenzaron a
llegar, ella colocé la misteriosa caja:
—Es un regalo de Zeus —dijo a Epitemeo,
La caja estaba hecha de una hermosa madera y
su superficie era tan brillante que Pandora podia ver
su rostro reflejado en ella. Los angulos estaban escul-
pidos maravillosamente. Alrededor de la tapa habia
graciosas figuras de hombres, mujeres y nifios, entre
profusién de flores y follaje