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EDAD MEDIA

Línea de Tiempo Edad Media


Siglos
IV
# Decadencia del comercio y las ciudades romanas

V
# Invasiones de los pueblos germánicos. Alarico saquea Roma. Caída del Imperio Romano de Occidente
Clodoveo funda el reino franco. Atila rey de los Hunos invade Europa Central.

VI

VII
# Heracilio da origen al Imperio Bizantino

VII
# Expansión del Imperio Carolingio
# Expansión y difusión del Islam. Invasión musulmana en España
# Segunda Oleada de Invasiones germánicas

IX
# Sacro Imperio Romano Germánico: Carlomagno coronado Emperador en Roma

X
# Los vikingos toman Normandía.
# Tratado de Verdún, partición del Imperio Carolingio

XI
# Resurgimiento del comercio y de las ciudades

XII
# Surgimiento de los Estados Nacionales: Francia, Inglaterra y España. Primera Cruzada para rescatar el santo
sepulcro de Jerusalén.
# Conflictos entre el Papado y el Imperio

XIII
# Carta Magna en Inglaterra. Juan Sin Tierra.

XIV
# Peste negra en 1348 gran mortandad en toda Europa
# Guerra de los Cien Años entre Francia e Inglaterra

XV
# Cisma de occidente.
# 1453 los turcos toman Constantinopla, cae el Imperio Bizantino. Isabel de Castilla y Fernando de Aragón toman
Granada. Expulsión de Moros y judíos. Descubrimiento de América. Renacimiento. Invención de la Imprenta por
Gutenberg.

Se divide en tres etapas:


Temprana Edad Media (V al VIII d.c.)
Alta Edad Media (IX al XI d.c.)
Baja Edad Media (XI al XIV d.c.)
Se extiende por un período de diez siglos.

Antecedente o desencadenante:
*decadencia del Imperio Romano
* los pueblos bárbaros (extranjeros) que se aproximaron a sus fronteras y se establecieron en ellas, presionando
en forma permanente para entrar
* pueblos bárbaros: germanos entre los cuales se encontraban los trancos, anglos, alamanes, suevos,
borgoñones, daneses, sajones, lombardos, hérulos, vándalos y visigodos, estos últimos divididos en ostrogodos, o
godos del Este; y visigodos, o godos del oeste, eslavos, tártaros o mongoles
La caída del Imperio romano
Los pueblos germánicos venían acosando las fronteras del Imperio romano desde el siglo I. Eran pueblos
nómadas o seminómadas con una sociedad estratificada: nobles, libres, libertos y esclavos. Muchos germanos se
establecieron como colonos en el territorio del Imperio.
Las grandes invasiones comenzaron en el 401 con la irrupción de los vándalos. En el 476 el Imperio romano había
sucumbido en Occidente aunque se mantendría en Oriente: con capital en Constantinopla.

LAS GRANDES INVASIONES BARBARAS

Durante decadencia del Imperio Romano, fueron muchos los pueblos bárbaros (extranjeros) que se
aproximaron a sus fronteras y se establecieron en ellas, presionando en forma permanente para
entrar. Si bien las legiones romanas contuvieron todos los intentos realizados, los bárbaros lograron
penetrar lentamente entre los siglos I y IV, y establecerse en el interior, hasta que, finalmente,
empujados por otros pueblos, lo hicieron en forma violenta.
Los primeros que penetraron fueron los mogoles, que ya eran dueños del Asia y se convirtieron en el
azote de los europeos. De costumbres primitivas, eran hábiles jinetes y temibles combatientes, sin
escrúpulos de ninguna naturaleza. Vivían prácticamente a caballo y se alimentaban casi
exclusivamente de carne.

Las Invasiones Bárbaras: Los germanos


Los germanos constituían un pueblo de raza blanca, de ojos azules y cabellos rubios, que sobresalían
por su alta estatura y su físico robusto. No vivían agrupados en ciudades, sino en chozas que se
encontraban dispersas por el campo aunque distribuidas según las tribus a que pertenecían. Sus
actividades principales eran el pastoreo y la agricultura. Elegían sus jefes entre los guerreros más
valientes y los obedecían ciegamente. Muchos germanos militaron en las legiones romanas.
En el aspecto social, cultivaban el amor a la familia y guardaban cierta consideración a las mujeres;
no tenían leyes escritas y se basaban en la tradición y las costumbres. El padre ejercía un poder
absoluto sobre la familia.
Los germanos teman arraigados los sentimientos de libertad, justicia y dignidad personal. Cuando
los hunos atravesaron los montes Urales y empujaron con su presencia a los pueblos radicados en la
zona adyacente, provocaron un desbande general de todos los pueblos situados entre los ríos Rin y
Danubio.
A partir del siglo I comenzaron a cruzar las fronteras del Imperio Romano, en busca de tierras y
botín. No perseguían con ello la destrucción del imperio, ya que consideraban al Estado romano
como una admirable organización política, en la que pretendían obtener un lugar. Antes de su caída,
el imperio fue incorporando numerosos grupos de germanos como soldados o como colonos. Ellos se
comprometían a defender las fronteras, a cultivar las tierras y a reconocer la autoridad del
emperador.
Pero en el siglo V este avance pacífico se convirtió en incontrolable para los romanos. Esta irrupción
violenta se debió, entre otras cosas, al ataque de un pueblo de Europa oriental, los hunos, que
empujó a los germanos hacia el Oeste. Las invasiones germanos al Imperio Romano fueron entonces
emigraciones en masa para huir de un terrible enemigo, pero esta vez saquearon las zonas
recorridas y respetaron solamente la autoridad de sus jefes; contribuyeron, quizá sin quererlo, al
derrumbe de la organización imperial.
Los invasores más importantes se asentaron en el antiguo territorio romano y formaron diversos
reinos. Los principales pueblos germanos que se asentaron en el imperio fueron: los ostrogodos, los
visigodos y los francos.

Las Invasiones Bárbaras: Los Ostrogodos


En el año 493, Teodorico, jefe de los ostrogodos, venció luego de encarnizados combates a las
fuerzas de Odoacro, rey de los hérulos, que había destituido al último emperador romano.
Instaló entonces en Italia un reino ostrogodo independiente, con capital en Ravena, que duró 60
años. En este período Teodorico mantuvo una política amistosa con la corte imperial de
Constantinopla.
Teodorico basó su gobierno en la idea de una convivencia pacífica entre godos y romanos, por lo que
respetó la tradición y la cultura del pueblo dominado.
Esta política favoreció un florecimiento cultural en la Italia ostrogoda.

Las Invasiones Bárbaras: Los visigodos


Los ostrogodos, sorprendidos por el ataque, no atinaron a defenderse y se sometieron,
acompañando a los hunos en su sangrienta marcha hasta el centro de Europa. En cambio, los
visigodos huyeron hacia la cuenca del Danubio, se instalaron en la Tracia y, como vimos, vencieron
al emperador Valente en la batalla de Andrinópolis (378).
Luego fueron contenidos por el emperador Teodosio. Más tarde los romanos se sublevaron, por lo
cual Alarico regresó y sometió a la ciudad a un implacable saqueo (410), durante tres días. Alarico
se dirigió luego hacia el centro de Italia, donde falleció. Su Sucesor, Ataúlfo, pactó con el emperador
y se caso con su hermana (412). De esta manera, Honorio logró desplazar a los visigodos hacia la
Galia y España, donde fundaron un reino cuya capital fue Tolosa.
Al llegar a la Galia, los visigodos se encontraron con los alanos, suevos, vándalos y burgundios, que
habían devastado las ciudades de la región. Estos pueblos se dirigieron a la península ibérica y tras
ellos fueron los visigodos, que obligaron a los suevos a dirigirse hacia el Norte y a los vándalos hacia
el Sur.
En el centro quedaron los alanos. Los vándalos se establecieron en el valle del Guadalquivir, que
recibió el nombre de Vandalucía o Andalucía, y luego se dirigieron al Norte de Africa, donde se
apoderaron de la ciudad de Hipona y de la región de Numidia, actual Argelia (429). Con ambas
regiones fundaron un reino. Por la misma época, los francos comenzaron su establecimiento en el
Norte de la Galia.

Las Invasiones Bárbaras: Los hunos


Entretanto, los hunos habían proseguido su marcha y llegado a las orillas del Danubio y del Rin,
donde a las órdenes de Atila amenazaron a los pueblos germanos. En principio Atila , aceptó
tierras y tributos de Roma, a cambio de si inercia, pero luego exigió que se le entregara la mitad del
Imperio y se k concediera por esposa a la hermana del emperador. Como tales pretensiones fueron
rechazadas, Atila invadió la Galia (451) y arrasó varias ciudades hasta llegar a París, cuyos
habitantes, aterrorizados estaban resueltos a huir, cuando una joven llamada Genoveva (más tarde
venerada por la Iglesia católica como Santa Genoveva) los convenció de que organizaran la
resistencia e hicieran penitencia y oración.
En esas circunstancias, Atila, respondiendo al llamado del rey de los alanos, se dirigió a sitiar la
ciudad de Orleáns, donde pensaba establecer su base de operaciones en la Galia. Aunque los
habitantes de Orleáns, alentados por su obispo San Aiñan, resistieron denodadamente, finalmente
fueron abatidos y se vieron obligados a entregar la plaza. Poco después llegó un ejército integrado
por visigodos, burgundios y francos, comandado por el general Aecio, prefecto de la Galia, —llamado
el ultimo de los romanos—, ante lo cual Atila abandonó la ciudad y retrocedió con sus tropas hasta
los Campos Cataláunicos, en la Champaña, donde se libró una memorable batalla en la que se
enfrentaron las fuerzas que conducía, integradas por una infinidad de pueblos de distinto origen, con
el ejercito romano de Aecio, en el que militaban entre otros, los francos, sajones, galos, visigodos,
borgoñones y alanos. El encuentro fue encarnizado y muy cruento, finalizando con el triunfo de
Aecio, quien permitió que Atila se retirara.
Este se dirigió entonces a Italia, donde sitio y arrasó la ciudad de Aquíleya. Desde allí emprendió la
marcha hacia Roma, pero la intercesión del papa San León, que tuvo la valentía de ir a su
campamento para concertar la paz, obtuvo su alejamiento a cambio de un tributo. Atila retrocedió
hasta el Danubio y al año siguiente murió repentinamente (453), con lo cual sus seguidores se
dividieron.

IMPERIO BIZANTINO

Mientras en Occidente la invasión de los bárbaros terminó con la unidad política, en Oriente, el
Imperio Romano se mantuvo intacto y sobrevivió durante mil años más. Constantinopla, su capital,
emplazada en la antigua colonia griega de Bizancio. La historia del Imperio Romano de Oriente
comenzó en el año 395, cuando Teodosio el Grande dividió el imperio entre sus dos hijos. En el siglo
VI surgió un emperador que soñó con unificar el antiguo Imperio Romano y dedicó sus esfuerzos a
lograrlo.
Justiniano: “la renovación imperial” Justiniano (527-565), que pertenecía a una dinastía de origen
macedónico, considerada a Bizancio como la única sucesora legítima de la grandeza de Roma.
Intentó recuperar la unidad romana y para ello atendió dos aspectos fundamentales: la reconquisto
de los territorios occidentales y el fortalecimiento del poder real.
En el año 533, el emperador comenzó su anhelada reconquistó de Occidente. Emprendió la
reconquistó de Italia, que duró 18 años de terribles guerras, pues los godos defendieron con energía
el territorio. Finalmente, los ostrogodos fueron derrotados y Justiniano intentó restaurar el gobierno
romano como si nada hubiera ocurrido desde el año 476. Ordenó acciones militares en la península
Ibérica. El rey visigodo reconoció la supremacía del imperio.
En cuanto a la organización interna, Justiniano dispuso una gran codificación del derecho romano. En
el año 528 ordenó elaborar un Código que recogía todos los decretos imperiales que se habían
redactado a partir del Edicto Perpetuo de Adriano. En Bizancio el poder del emperador era absoluto,
no tenía ningún límite de carácter constitucional. La Iglesia también estaba halo su autoridad, existía
el cesaropapismo. En Occidente, en cambio, la Iglesia mantuvo su independencia respecto del
Estado.
A fines del siglo VI, los lombardos invadieron Italia y los visigodos restablecieron su poderío en las
costas de España. En el siglo VII, un nuevo poder, el de los árabes y el Islam, le arrebató extensos
territorios (Egipto, Siria, Palestina y Africa). A partir del siglo IX se instalaron en los Balcanes pueblos
de origen eslavo (croatas y serbios).
El Imperio Bizantino quedó limitado al dominio del Asia Menor; su límite Norte era Tracia.
Igualmente, con períodos de esplendor y decadencia, Constantinopla fue la única gran ciudad” de la
Edad Media; heredera del esplendor y la vida animada de Roma, logró mantenerse independiente
hasta el siglo XV, cuando fue conquistada por el poder turco.

Cesaropapismo: intromisión del poder político en las cuestiones eclesiásticas, “el César es el jefe
del Estado y el jefe de la Iglesia”. Justiniano intervenía activamente en la religión: designaba a los
prelados, resolvía cuestiones de fe, componía cantos litúrgicos

Constantinopla: “un gran centro comercial’


La actividad básica de la economía bizantina fue agricultura, complementada con una importante
actividad artesanal. En las ciudades del imperio se desarrollaron las industrias textiles, la cerámica,
la orfebrería, el mosaico Constantinopla, por su privilegiada situación geográfica comerciaba con el
Norte, Oriente y Occidente. Actuaban en realidad, como intermediaria comercial, compra de
productos de Oriente. Constantinopla se convirtió de este modo en un centro comercial muy
importante.
La cultura bizantina: punto de unión entre Oriente y Occidente Podríamos definirla como una cultura
síntesis en la que confluyeron diferentes aportes: los grecorromanos, los cristianos y los orientales.
Constantinopla fue el centro de una civilización que perduró hasta el siglo XV y que actuó como
depositaria y salvadora de la tradición de la antigüedad clásica. En Bizancio se preservó gran parte
de las obras literarias de griegos y romanos. Justiniano realizó también una importante codificación
de las leyes romanas. Además del Código ya mencionado que recogía los decretos imperiales, su
labor continuó con:
El Digesto o Pandectas: reunía los textos de los juristas romanos importantes.
Las Institutos: destinadas a los estudiantes, contenían los principios básicos del derecho. Y Las
Novelas: consunto de leyes nuevas.
El Imperio Bizantino desempeñó además un papel importante en la difusión del cristianismo y la
cultura grecorromana en la zona de los Balcanes y las estepas rusas. En suma, fue “el punto de
unión” entre Oriente y Occidente.

Las artes
En ellas podemos advertir las influencias griegas (en el equilibrio y la armonía de las formas
orientales y en el predominio del gusto por la decoración) y cristianas (en la elección de temas como
la glorificación de Cristo, la Virgen y los apóstoles).
La arquitectura bizantina fue su más bella expresión. Los ejemplos más importantes son la catedral
de Santa Sofía, de Constantinopla y la iglesia de San Vital, en Ravena. Su particularidad es el uso de
la cúpula en la construcción de las iglesias.
La pintura y la escultura fueron concebidas en Bizancio como artes accesorias o complementarias de
la arquitectura. Trabajaron sobre todo los mosaicos para la decoración (paredes y bóvedas). En
cambio, se destacaron en las llamadas artes industriales’: la fabricación de joyas y toda clase de
objetos suntuarios, realizados con oro, plata y piedras preciosas; los tejidos de seda; los bordados y
las encuadernaciones, muy apreciadas en las regiones con las que comerciaban.

Para asegurar el control del Imperio Romano y hacer más eficiente su administración, Diocleciano, a
finales del siglo III, instituyó el régimen de gobierno conocido como tetrarquía, dividiendo el
imperio en dos partes, gobernadas por dos emperadores augustos, cada uno de los cuales llevaba
asociado un "vice-emperador" y futuro heredero césar). Constantino reconstruyó la ciudad de
Bizancio como nueva capital en 330. La llamó "Nueva Roma" pero se la conoció popularmente como
Constantinopla (La Ciudad de Constantino). Constantino fue también el primer emperador en
adoptar el cristianismo, religión que fue incrementando su influencia a lo largo del siglo IV y terminó
por ser proclamada por el emperador Teodosio I, a finales de dicha centuria, religión oficial del
Imperio.
A la muerte del emperador Teodosio, en 395, el Imperio se dividió definitivamente: Honorio, su hijo
mayor, heredó la mitad occidental, con capital en Roma, mientras que a su otro hijo Arcadio le
correspondió la oriental, con capital en Constantinopla. Para la mayoría de los autores, es a partir de
este momento cuando comienza propiamente la historia del Imperio Bizantino. Mientras que la
historia del Imperio Romano de Occidente concluyó en 476, cuando fue depuesto el joven Rómulo
Augústulo por el germano (del grupo hérulo) Odoacro, la historia del Imperio Bizantino se prolongará
durante aún casi un milenio.
En tanto que el Imperio de Occidente se hundía de forma definitiva, los sucesores de Teodosio
fueron capaces de conjurar las sucesivas invasiones de pueblos bárbaros que amenazaron el Imperio
de Oriente. Los pueblos germánicos, ya asentados en el desaparecido Imperio de Occidente, están
demasiado ocupados consolidando sus respectivas monarquías como para interesarse por Bizancio.
En la frontera oriental, los turcos selyúcidas, que hasta el momento habían centrado su interés en
derrotar al Egipto fatimí, empezaron a hacer incursiones en Asia Menor, de donde procedía la mayor
parte de los soldados del Imperio. Además, durante el siglo XIV el Imperio, convertido en uno más de
numerosos Estados balcánicos, debió afrontar la terrible revuelta de los almogávares catalanes y dos
devastadoras guerras civiles.
(Los otomanos —núcleo originario del futuro Imperio Otomano— procedían de uno de los sultanatos
escindidos del Estado selyúcida bajo el mando de un líder llamado Osman I Gazi, que daría el
nombre a la dinastía otomana u osmanlí).
El Imperio apeló a Occidente en busca de ayuda, pero los diferentes Estados ponían como condición
la reunificación de la iglesia católica y la ortodoxa. Algunos combatientes occidentales llegaron en
auxilio de Bizancio, pero muchos prefirieron dejar al Imperio sucumbir, y no hicieron nada cuando los
otomanos conquistaron los territorios restantes.
El jefe supremo del Imperio Bizantino era el emperador (basileus), que dirigía el ejército y la
administración. En algún momento de la historia de Bizancio (concretamente, durante el reinado de
Romano Lecapeno) llegó a ver hasta cinco césares simultáneos.
El sucesor no era necesariamente hijo del emperador. La figura del emperador estaba especialmente
relacionada con la Iglesia, que se convirtió en un factor estabilizador, y especialmente con el
Patriarca de Constantinopla. Uno de los rasgos más característicos de la civilización bizantina es la
importancia de la religión y del estamento eclesiástico en su ideología oficial. Iglesia y Estado,
emperador y patriarca, se identificaron progresivamente, hasta el punto de que el apego a la
verdadera fe (la "ortodoxia") fue un importante factor de cohesión política y social en el Imperio
Bizantino, lo que no impidió que surgieran numerosas corrientes heréticas.

ISLAM
La historia del Islam comienza en la Arabia en el siglo VII con la predicación del profeta Mahoma. El
territorio arábico estaba habitado por pequeñas tribus nómadas de raza semítica, que reciben el
nombre de árabes beduinos.
Un siglo después de su muerte, el estado islámico se extendía desde el océano Atlántico hasta el
oeste del Asia Central. En la historia del Islam existen diversas dinastías que se disputaron los
califatos o el liderazgo del Islam y muchos estados islámicos que ofrecían una mínima o ninguna
obediencia al califa.
No obstante, el imperio de los Califato Abasida califas abbasíes y el turco de Seijuk eran unos de los
más poderosos de su época. Después de la desastrosa derrota de los Bizantinos en la batalla de
Manzikert en 1071, la Europa cristiana llevó a cabo diversas Cruzadas. Tras la Primera Cruzada, los
occidentales, por algún tiempo, lograron capturar y gobernar Jerusalén. Saladino, sin embargo,
restableció la unidad islámica y derrotó a los chiíes Fatimíes.
En el sigo XVIII, hubo tres grandes imperios musulmanes: El otomano en Turquía, el Medio Oriente y
el Mediterráneo; el safaví en Irán y el mogol en Asia Central y parte de India. En el siglo XIX, estos
imperios habían caído bajo la dominación del poder político y económico de Europa. Después de la
Primera Guerra mundial, el remanente del imperio otomano fue dividido en protectorados o esferas
de influencia europeas. El Islam y el poder político del Islam han revivido en el siglo XX. Sin
embargo, las relaciones entre Occidente y cierto número de Estados de mayoría musulmana
permanecen precarias.

CARLOS MAGNO
Los francos, pueblo germano de la zona del Rin que se estableció en la Galia en el siglo V, estuvieron
gobernados por reyezuelos durante años hasta la unificación que hizo Clodoveo, nieto de Meroveo y
fundador de la dinastía Merovingia. Bajo su mando extendió el reino por toda Francia y expulsó del
reino de Tolosa a los visigodos.
Los sucesores de Clodoveo fueron llamados reyes holgazanes, puesto que se despreocuparon de los
temas de gobierno y los dejaron en manos de mayordomos de palacio, que asumieron los poderes
administrativo y militar, constituyéndose en una dinastía paralela a la que reinaba. En 732, el
mayordomo Carlos Martel ("El martillo") frenó la invasión musulmana a Occidente en la batalla de
Poitiers. Su hijo Pipino el Breve se proclamó rey de los francos, iniciando la dinastía carolingia.
Además, se enfrentó a los lombardos, que invadieron Italia en torno al año 750, y conquistó unas
tierras que entregó al papa y que desde entonces constituyen los Estados Pontificios, teniendo así la
bendición de la Iglesia para su Imperio.
Carlos ya era conocido por sus condiciones personales como El Grande (Magno), por lo cual fue
llamado Carlomagno. Una vez en ejercicio del poder, Carlomagno se dirigió a combatir a los
lombardos en Italia, para proteger al papa Adriano IV. En el año 774 venció al rey de los lombardos,
y dos años después deshizo por completo su reino. Desde entonces Italia quedó repartida, entre tres
soberanos: el papa, Carlomagno y el emperador bizantino.
Carlomagno se proclamó rey de los longobardos y ciñó la corona de hierro, así llamada porque su
aro interior había sido hecho con un clavo utilizado en la crucifixión de Jesucristo.
Poco tiempo más tarde, fue llamado a España (778) por un jefe árabe sublevado contra el emir de
Córdoba. En consecuencia, atravesó los Pirineos y venció a los moros, obligándolos a retroceder en
el territorio conquistado hasta la línea del río Ebro. A su regreso la retaguardia de su ejército fue
sorprendida por los vascos o gascones y derrotada en el paso de Roncesvalles, donde murió su
sobrino Rolando o Roldán, episodio que dio lugar a una famosa composición en verso.
Con posterioridad, los francos organizaron seis expediciones, con resultado de las cuales
Carlomagno fundó dos marcas o provincias fronterizas, la de Barcelona y la de Gascuna.
Carlomagno culminó luego una larga guerra (772-785) contra los sajones, eficazmente conducidos
por Widukindo, los que, a pesar de una enconada resistencia, fueron finalmente vencidos y
sometidos, convirtiéndose al cristianismo.
Estos triunfos le permitieron extender sus dominios hasta el río Oder. Los bávaros fueron también
vencidos y la misma suerte corrieron los ávaros, descendiente de los hunos (788-796), establecidos
sobre las costas del Danubio. Finalizada esta campaña, Carlomagno creó la marca del Este
(Ostereich), que más tarde constituyó el reino de Austria.

EL IMPERIO
Una vez finalizadas estas campañas, las posesiones de Carlomagno comprendían la Galia, Italia,
Germania y una parte de España, con lo cual quedó restablecido el antiguo Imperio romano de
Occidente.
Fue en estas circunstancias que el 25 de diciembre del año 800, mientras Carlomagno oraba en la
basílica de los apóstoles San Pedro y San Pablo, en Roma, el papa León III ciñó su cabeza con la
corona imperial, a semejanza de lo que ocurría con los emperadores de Bizancio. De esta manera se
consolidó la unión de la Iglesia y el estado.
Para mejorar la administración de su vasto imperio, Carlomagno acrecentó el número de duques y
condes, cuyos subalternos fueron los vicarios y los centenarios.
Carlomagno prestó principal atención a la organización militar. El ejército se componía de hombres
libres, que debían aportar sus elementos de combate, cuya cantidad y calidad variaba de acuerdo
con el patrimonio de cada combatiente. También tuvo especial preocupación por la organización
eclesiástica, de la cual se sentía responsable. Con tal objeto creó nuevos obispados y obligó al pago
del diezmo, que consistía en el aporte de la décima parte de las cosechas, para el mantenimiento de
la Iglesia. Durante el reinado de Carlomagno se llevaron a cabo numerosas obras públicas, entre las
que sobresalieron los puentes de madera levantados sobre el Rin y el Danubio; el comienzo de la
construcción de un canal entre ambos ríos y la edificación de palacios.

El Renacimiento Carolingio
Fundó escuelas y se rodeó de sabios. Carlomagno asistió a la escuela que funcionó en su propio
palacio, que mas bien tenía el carácter de una academia, donde se trataban y discutían temas de
carácter científico y literario, basados en el estudio de las denominadas artes liberales, que
comprendían el trivium (gramática, retórica y dialéctica) y el quadriuium (geometría, aritmética,
astrología y música), según el método de lectura y comentario de textos. Este resurgimiento cultural
ha sido llamado el renacimiento carolingio.
El Imperio Carolingio marcó el inicio de muchas cosas en Europa, y entre ellas, el de una nueva
concepción de las relaciones entre Iglesia y Estado. Carlomagno se veía a sí mismo como un
defensor del cristianismo en general, y de la Iglesia Católica en particular. El aliado de Carlomagno
en estos menesteres fue un monje llamado Alcuino de York, quien no por casualidad, era anglosajón.
Alcuino y Carlomagno se encontraron en 781, y al año siguiente, Carlomagno lo llamó para que le
ayudara en su reforma. Las escuelas episcopales fueron los grandes centros educativos de la época
(grandes en Europa, porque eran harto rudimentarias en comparación a las universidades
contemporáneas musulmanas en El Cairo y Córdoba). En Aquisgrán, la capital del Imperio Carolingio,
fue creada la Escuela Palatina, cuyas funciones podían asimilarse a lo que actualmente es una
universidad.
También esta injerencia de la Iglesia en la labor educativa, promovida y alentada por Carlomagno,
produjo como resultado que la principal manifestación cultural del Renacimiento Carolingio fuera la
Teología. Carlomagno tenía sumo interés en definir de común acuerdo con la Iglesia lo que era
dogma de fe, a fin de convertir a la religión en un instrumento político de unidad imperial. Todo lo
anterior significa que el Renacimiento Carolingio, a diferencia del Renacimiento italiano propiamente
tal, no es humanista ni antropocéntrico, sino que está centrado en aspectos teológicos y católicos.
Sin embargo, es un renacimiento porque por primera vez desde la caída del Imperio Romano se
difundió en el continente europeo, a escala masiva, la fenecida cultura latina.
Sin embargo, el Renacimiento carolingio dejó una profunda huella en la cultura de la Europa cristiana
medieval.
De este modo, el verdadero inicio de la tradición escolástica medieval, por no hablar del primer
acercamiento cultural de Occidente a la cultura latina, se debe al Renacimiento Carolingio.

División del imperio


Rodeado del cariño de su pueblo y de la admiración de los extranjeros, Carlomagno falleció en su
palacio, el 28 de enero de 814. A su muerte, los pueblos sometidos trataron de recobrar su
independencia y la estructura del imperio se resquebrajó hasta partirse.
Su hijo Luis el Benigno o Ludovico Pío, que le sucedió en el trono, dividió el imperio en el año 817
entre sus tres hijos: Lotario, Pipino y Luis. Disconforme con este reparto, su sobrino Bernardo, que
era el rey de Italia, se sublevó, pero fue vencido.
Posteriormente, Ludovico se casó en segundas nupcias con una hija del rey de Baviera (819) con la
que tuvo otro hijo, Carlos, a quien quiso hacer partícipe del reparto y entregarle un reino, pero sus
otros hijos se sublevaron y Ludovico fue depuesto, aunque más tarde fue restablecido en el trono
por la asamblea de Nimega (830).
Esta resolución dio lugar a que sus hijos se sublevaran nuevamente en el año 833. Abandonado por
su ejército, fue degradado públicamente, pero poco después fue restaurado por segunda vez en el
trono (834).
Tiempo más tarde, su hijo menor, Luis el Germánico, quitó sus dominios a los hijos de Pipino, rey de
Aquitania, que murió en el año 838 y además, convenció a su hermano Lotario que le cediera sus
posesiones; con lo cual unificó las fuerzas para luchar contra su padre, que falleció en 840, cuando
se dirigía a enfrentar al vástago rebelde.
Con la muerte de Ludovico Pío, sus dos hijos menores, Luis y Carlos, se unieron contra Lotario, que
reclamé la sucesión de su padre y el título de emperador. El entredicho derivé en un enfrentamiento
militar, que tuvo lugar en Fontenoy, el 25 de junio de 841. La batalla se prolongó durante todo un
día, hasta que el ejército de Lotario se retiro del campo, sin estar definitivamente derrotado.
En esas circunstancias, Luis y Carlos ratificaron su unión con el famoso juramento de Estrasburgo
prestado en presencia de los dos ejércitos (842).

Carlomagno dividió el territorio en marcas y condados:


Marcas: territorios defensivos localizados en las fronteras del Imperio. Estaban gobernadas por
duques o marqueses, que tenían el mando de un ejército. Las marcas eran la Marca Hispánica, la
Marca Sajona, la Marca Bretona, la Marca Lombarda y la Marca Ávara.
Condados: zonas gobernadas por condes, que nombraba el rey y les otorgaba poder militar,
administrativo y judicial. Todo lo que no eran marcas eran condados, correspondiendo a toda la zona
no fronteriza del imperio.
El máximo poder del Imperio residía en el emperador, que tenía poder para convocar las armas,
administrar justicia y designar a los nobles que gobernaban los territorios.
Los inspectores de palacio o missi dominici eran los encargados de que los marqueses y los condes
gobernaran según las directrices del Emperador. Para ello acudían en parejas a los territorios a
comprobar el cumplimiento de las leyes. El palacio o corte era el núcleo de la Administración y
estaba dirigido por un chambelán, sucesor del cargo de mayordomo de palacio. A su cargo estaban
el copero, responsable de la bodega; el mariscal, responsable de la caballería y el establo; y el
senescal, responsable de los asuntos de la corte. Las otras instituciones de la Administración eran la
cancillería, que dirigía los asuntos civiles y eclesiásticos, así como el tribunal palatino, que aplicaba
las leyes a los habitantes del Imperio

Tratado de Verdún
Tratado celebrado entre Lotario I del Sacro Imperio Romano Germánico, Carlos el Calvo y Luis el Germánico, hijos
de Ludovico Pío y nietos de Carlomagno. Por este tratado, los tres hermanos pusieron fin a años de hostilidades
en que se enzarzaron debido a su ambición de controlar la totalidad del Imperio Carolingio, lo que fue permitido
por la debilidad de su padre.
Por el Tratado de Verdún (843), los tres nietos de Carlomagno desintegraron el Imperio. Carlos se llevó las
regiones occidentales del Imperio. Luis tomó para sí las regiones orientales. Lotario, por su parte, guiado por su
ambición, consiguió hacerse de las dos capitales imperiales: Roma y Aquisgrán, enclavadas en una estrecha
franja de terreno entre los dominios de sus dos hermanos, que iba desde Italia hasta el Mar del Norte.
El Tratado tuvo consecuencias políticas incalculables. Aparte de sepultar para siempre el sueño de una
resurrección del Imperio Romano en Europa Occidental (que sería infructuosamente buscado por el Sacro Imperio
Romano Germánico), creó la semilla de lo que después serían las naciones de Francia al oeste (el territorio de
Carlos, que por primera vez recibe esa denominación en vez del tradicional nombre de Galia) y Alemania al este
(los dominios de Luis). En cuanto al territorio de Lotario, éste se desintegró bastante rápido,
Las invasiones de los siglos IX y X (las segundas invasiones bárbaras)
En los siglos IX y X Europa occidental se vio asolada por una nueva ola de invasiones de distintos pueblos no
cristianos: un viejo ene migo (los musulmanes) y dos nuevos pueblos (los vikingos y los magiares). Aunque
golpeada por estas embestidas, la Europa cristiana se mantuvo y terminó por asimilar a los otros dos pueblos
dentro de la civilización europea cristiana, excepto a los musulmanes.
Por mucho, los ataques más devastadores y de mayor alcance de época fueron los perpetrados por los hombres
del norte, también conocidos por otros como vikingos. Eran un pueblo germano con base en Escandinavia y
constituyen, en cierto sentido, la ola final de la emigración humana. La razón de su desplazamiento no es muy
clara para los historiadores. Una explicación común es la sobrepoblación, pero las investigaciones recientes
señalan que esto sería válido sólo para el occidente de Noruega. Otras razones incluirían el gran amor de los
vikingos por la aventura y la búsqueda de botín y nuevas rutas comerciales. Las incursiones y los asentamientos
vikingos también tuvieron significativas repercusiones políticas. La incapacidad de las autoridades reales para
proteger a sus pueblos en contra de estas expediciones provocó que las poblaciones locales acudieran entonces a
losa aristócratas locales para que les brindaran seguridad. En este proceso la aristocracia terrateniente no solo
incrementó su fuerza y su prestigio, sino que asumió mas funciones de gobierno local que previamente había
pertenecido al rey, con el tiempo estos procesos provocaron un nuevo orden político y económico, conocido por
feudalismo.

FEUDALISMO

Fue un sistema contractual de relaciones políticas y militares entre los miembros de la nobleza de
Europa occidental durante la alta edad media. El feudalismo se caracterizó por la concesión de
feudos (casi siempre en forma de tierras y trabajo) a cambio de una prestación política y militar,
contrato sellado por un juramento de homenaje y fidelidad. Pero tanto el señor como el vasallo eran
hombres libres, por lo que no debe ser confundido con el régimen señorial, sistema contemporáneo
de aquél, que regulaba las relaciones entre los señores y sus campesinos. El feudalismo unía la
prestación política y militar a la posesión de tierras con el propósito de preservar a la Europa
medieval de su desintegración en innumerables señoríos independientes tras el hundimiento del
Imperio Carolingio.

ORÍGENES
Cuando los pueblos germanos conquistaron en el siglo V el Imperio romano de Occidente pusieron
también fin al ejército profesional romano y lo sustituyeron por los suyos propios. Vivían de la tierra
y combatían a pie, no necesitaban emplear la caballería. Pero cuando los musulmanes, vikingos y
magiares invadieron Europa en los siglos VIII, IX y X, los germanos se vieron incapaces de
enfrentarse con unos ejércitos que se desplazaban con suma rapidez. Primero, Carlos Martel en la
Galia, después el rey Alfredo el Grande en Inglaterra y por último Enrique el Pajarero de Germania,
cedieron caballos a algunos de sus soldados para repeler las incursiones sobre sus tierras. Con total
seguridad esto ocurrió en el siglo XI.
Origen del sistema: Los caballos de guerra eran costosos y su adiestramiento para emplearlos
militarmente exigía años de práctica. Carlos Martel, con el fin de ayudar a su tropa de caballería, le
otorgó fincas (explotadas por braceros) que tomó de las posesiones de la Iglesia. Estas tierras,
denominadas 'beneficios', eran cedidas mientras durara la prestación de los soldados. Éstos, a su
vez, fueron llamados 'vasallos' (término derivado de una palabra gaélica que significaba sirviente).
Sin embargo, los vasallos, soldados selectos de los que los gobernantes Carolingios se rodeaban, se
convirtieron en modelos para aquellos nobles que seguían a la corte. Con la desintegración del
Imperio Carolingio en el siglo IX muchos personajes poderosos se esforzaron por constituir sus
propios grupos de vasallos dotados de montura. Algunos de los hacendados más pobres se vieron
obligados a aceptar el vasallaje y ceder sus tierras al señorío de los más poderosos, recibiendo a
cambio los beneficios feudales. Se esperaba que los grandes señores protegieran a los vasallos de la
misma forma que se esperaba que los vasallos sirvieran a sus señores.
Feudalismo clásico Esta relación de carácter militar que se estableció en los siglos VIII y IX a veces
es denominada feudalismo Carolingio. El vasallo no sólo prestaba el obligado juramento de fidelidad
a su señor, sino también un juramento especial de homenaje al señor feudal, el cual, a su vez, le
investía con un feudo. De este modo, el feudalismo se convirtió en una institución tanto política
como militar, basada en una relación contractual entre dos personas individuales, las cuales
mantenían sus respectivos derechos sobre el feudo.
Causas de la aparición del sistema feudal: La guerra fue endémica durante toda la época feudal,
pero el feudalismo no provocó esta situación; al contrario, la guerra originó el feudalismo. Tampoco
el feudalismo fue responsable del colapso del Imperio Carolingio, más bien el fracaso de éste hizo
necesaria la existencia del régimen feudal. La desaparición del Imperio amenazó con sumir a Europa
en una situación de anarquía: cientos de señores individuales gobernaban a sus pueblos con
completa independencia respecto de cualquier autoridad soberana. Los vínculos feudales
devolvieron cierta unidad, dentro de la cual los señores renunciaban a parte de su libertad, lo que
era necesario para lograr una cooperación eficaz. Bajo la dirección de sus señores feudales, los
vasallos pudieron defenderse de sus enemigos, y más tarde crear principados feudales de cierta
importancia y complejidad. Los llamados feudalismos del antiguo Egipto y de Persia, o de China y
Japón, no guardan relación alguna con el feudalismo europeo, y sólo son superficialmente similares.
Quizá fueran los samurais japoneses los que más se asemejaron a los caballeros medievales, en
particular los sogunes de la familia Ashikaga; pero las relaciones entre señores y vasallos en Japón
eran diferentes a las del feudalismo de Europa occidental.
Características En su forma más clásica, el feudalismo occidental asumía que casi toda la tierra
pertenecía al príncipe soberano -bien el rey, el duque, el marqués o el conde- que la recibía "de
nadie sino de Dios". Los nobles podían ceder parte de sus feudos a caballeros que le rindieran, a su
vez, homenaje y fidelidad y les sirvieran de acuerdo a la extensión de las tierras concedidas. De este
modo si un monarca otorgaba un feudo de doce señoríos a un noble y a cambio exigía el servicio de
diez caballeros, el noble podía ceder a su vez diez de los señoríos recibidos a otros tantos caballeros,
con lo que podía cumplir la prestación requerida por el rey. Los problemas surgían cuando un
caballero aceptaba feudos de más de un señor, para lo cual se creó la institución del homenaje
feudatario, que permitía al caballero proclamar a uno de sus señores como su señor feudal, al que
serviría personalmente, en tanto que enviaría a sus vasallos a servir a sus otros señores. Esto
quedaba reflejado en la máxima francesa de que "el señor de mi señor no es mi señor" de ahí que no
se considerara rebelde al subvasallo que combatía contra el señor de su señor.
Obligaciones del vasallo La prestación militar era fundamental en el feudalismo. El señor también
esperaba de sus vasallos que le atendieran en su corte. Si el señor necesitaba dinero, podía esperar
que sus vasallos le ofrecieran ayuda financiera.
Herencia y tutela Otro aspecto del feudalismo que requirió una regulación fue la sucesión de los
feudos. Cuando éstos se hicieron hereditarios, el señor estableció un impuesto de herencia llamado
'socorro'. La Carta Magna estableció el socorro en 100 libras por barón y 5 libras por caballero; en
todo caso, la tasa varió según el feudo. Si un vasallo moría y dejaba a un heredero mayor de edad y
buen caballero, el señor no tenía por qué objetar su sucesión. Sin embargo, si el hijo era menor de
edad o si el heredero era mujer, el señor podía asumir el control del feudo hasta que el heredero
alcanzara la mayoría de edad o la heredera se casara con un hombre que tuviera su aprobación. Si
los herederos no eran aceptados por el señor, la propiedad del feudo revertía en éste, que así
recuperaba el pleno control sobre el feudo; entonces podía quedárselo para su dominio directo o
cederlo a cualquier caballero en un nuevo vasallaje.
Autoridad real Los monarcas, durante toda la época feudal, tenían otras fuentes de autoridad
además de su señorío feudal. El renacimiento del saber clásico supuso el resurgimiento del Derecho
romano, con su tradición de poderosos gobernantes y de la administración territorial. Con los
impuestos que obtuvieron de las ciudades, los príncipes pudieron contratar sirvientes civiles y
soldados profesionales. De este modo pudieron imponer su voluntad sobre el feudo y hacerse más
independientes del servicio de sus vasallos.
Decadencia: El feudalismo alcanzó el punto culminante de su desarrollo en el siglo XIII; a partir de
entonces inició su decadencia. Los vasallos prefirieron realizar pagos en metálico (scutagium, 'tasas
por escudo') a cambio de la ayuda militar debida a sus señores; a su vez éstos tendieron a preferir el
dinero, que les permitía contratar tropas profesionales que en muchas ocasiones estaban mejor
entrenadas y eran más disciplinadas que los vasallos.

La sociedad feudal
La nobleza
La nobleza forma la cima de la sociedad feudal. La cúspide la ocupa el rey, el único legitimado para hacer leyes.
El clero
El clero es una institución plenamente feudalizada. Las órdenes religiosas son terratenientes y aumentan sus
posesiones gracias a donaciones. Son auténticos señores feudales con idéntico papel económico y político que la
nobleza. La Iglesia, como institución, pagaba tributos al rey.
El estado llano
El estado llano lo formaban los que trabajaban y pagaban los impuestos, y estaban sometidos al derecho común,
que no será el derecho romano hasta la recepción, después del año 1000. Algunos de los campesinos libres tenía
derecho a elegir señor: será la behetría. La vinculación a la tierra generalizó los malos usos feudales, que el señor
imponía a los campesinos en virtud de sus derechos de posesión. La burguesía alcanza gran poder en las
ciudades y aspira a su gobierno.

SACRO IMPERIO ROMANO GERMÁNICO

El Sacro Imperio Romano Germánico fue la unión política de un conglomerado de estados de


Europa Central, que se mantuvo desde la Edad Media hasta inicios de la Edad Contemporánea.
Formado en 962 de la parte oriental de las tres en que se repartió el reino franco de Carlomagno en
843 mediante el Tratado de Verdún, el sacro imperio fue la entidad predominante de Europa central
durante casi un milenio, hasta su disolución en 1806 por Napoleón I. En el siglo XVIII, comprendía la
mayor parte de las actuales Alemania, República Checa, Austria, Liechtenstein, Eslovenia, Bélgica y
Luxemburgo, así como grandes áreas de la actual Polonia y una porción de los Países Bajos. Con
anterioridad, habían formado parte del mismo los Países Bajos y Suiza, así como zonas de Francia e
Italia.
El Sacro Imperio es una institución única en la historia mundial y es por ello que la forma más
sencilla de entenderlo sea quizás definirlo por sus diferencias respecto a otras entidades más
comunes:
Nunca tuvo vocación de convertirse en estado nación, a pesar del carácter germánico de la mayor
parte de sus gobernantes y habitantes. Desde sus inicios, el Sacro Imperio estuvo constituido por
diversos pueblos, y una parte sustancial de su nobleza y cargos electos procedía de fuera de la
comunidad germano-hablante. En su apogeo, el imperio englobaba la mayor parte de las actuales
Alemania, Austria, Suiza, Liechtenstein, Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo, República Checa y
Eslovenia, así como el este de Francia, norte de Italia y oeste de Polonia. Y con ellos sus idiomas, que
comprendían multitud de dialectos y variantes de lo que formarían el alemán, el italiano y el francés,
además de las lenguas eslavas. Por otro lado, su división en numerosos territorios gobernados por
príncipes seculares y eclesiásticos, obispos, condes, caballeros imperiales y ciudades libres hacían
de él, al menos en la época moderna, un territorio mucho menos cohesionado que los emergentes
estados modernos que tenía a su alrededor.
A diferencia de las confederaciones, el concepto de imperio no sólo implicaba el gobierno de un
territorio específico, sino que tenía fuertes connotaciones religiosas (de ahí el prefijo sacro), y
durante mucho tiempo mantuvo un fuerte ascendente sobre otros gobernantes del orbe cristiano.
Hasta 1508, los reyes alemanes no eran considerados como emperadores hasta que el Papa, vicario
de Cristo en la tierra, los hubiese coronado formalmente como tales.
El imperio, por tanto, podría describirse como una conjunción entre un estado y una confederación
de carácter religioso. Desde la Alta Edad Media, el Sacro Imperio se caracterizó por una peculiar
coexistencia entre emperador y poderes locales. A diferencia de los gobernantes de la Francia
Occidentalis, que más tarde se convertiría en Francia, el emperador nunca obtuvo el control directo
sobre los estados que oficialmente regentaba. De hecho, desde sus inicios se vio obligado a ceder
más y más poderes a los duques y sus territorios. Dicho proceso empezaría en el siglo XII,
concluyendo en gran medida con la paz de Westfalia (1648).
Oficialmente, el imperio o Reich se componía del rey, que había de ser coronado emperador por el
Papa (hasta 1508), y los Reichsstände (Estados imperiales).

Rey de Alemania
Corona del Sacro Imperio (2ª mitad del siglo X), conservada actualmente en la Schatzkammer de
Viena.
La coronación papal de Carlomagno como emperador de los romanos en 800 constituyó el ejemplo
que siguieron los posteriores reyes; y fue la actuación de Carlomagno defendiendo al papa frente a
la rebelión de los habitantes de Roma, lo que inició la noción del emperador como protector de la
iglesia.
Convertirse en emperador requería acceder previamente al título de rey de los alemanes. Desde
tiempos inmemoriales, los reyes alemanes habían sido designados por elección. En el siglo IX era
elegido entre los líderes de las cinco tribus más importantes (francos, sajones, bávaros, suabos y
turingios), posteriormente entre los duques laicos y religiosos del reino, reduciéndose finalmente a
los llamados Kurfürsten (príncipes electores). Finalmente, el colegio de electores quedó establecido
mediante la Bula de Oro (1356). Inicialmente había siete electores, pero su número fue variando
ligeramente a través de los siglos (véase príncipes electores para más detalles).
Hasta 1508, los recién elegidos reyes debían trasladarse a Roma para ser coronados emperadores
por el Papa. No obstante, habitualmente el proceso se demoraba hasta la resolución de algunos
conflictos "crónicos": imponerse en el inestable norte de Italia, resolver disputas pendientes con el
patriarca romano, etc.

Estados Imperiales
Una entidad era considerada como un Reichsstand (estado imperial) si, conforme a las leyes
feudales, no tenía más autoridad por encima que la del emperador del Sacro Imperio. Entre dichos
estados se contaban:
Territorios gobernados por un príncipe o duque, y en algunos casos reyes. A los gobernadores del
Sacro Imperio, no se les permitía ser reyes de territorios dentro del imperio, pero algunos
gobernaron reinos fuera del mismo, como ocurrió durante algún tiempo, con el reino de la Gran
Bretaña.
Territorios eclesiásticos dirigidos por un obispo o príncipe-obispo. En el primer caso, el territorio era
con frecuencia idéntico al de la diócesis, recayendo en el obispo tanto los poderes mundanos como
los eclesiásticos. Por su parte, un príncipe-obispo de notable importancia en el Sacro Imperio fue el
obispo de Maguncia, cuya sede episcopal se encontraba en la catedral de esa ciudad.
La implosión del imperio
Tras la muerte de Carlos VI (1711-1740) el imperio se vio sacudido por una serie de crisis que
pusieron en evidencia su decadencia final. El surgimiento de Prusia bajo el reinado de Federico II el
Grande y las sucesivas guerras: Sucesión Austriaca y de los Siete Años, serían las más importantes.
Finalmente, el 6 de agosto de 1806 el Imperio desaparecería formalmente cuando su último
emperador Francisco II (desde 1804, emperador Francisco I de Austria) renunciaba, tras la derrota
militar a manos del ejército francés de Napoleón. Los sucesores de Francisco II continuaron
titulándose emperadores de Austria hasta 1918.

LAS CRUZADAS
El siglo XI fue el apogeo de la fe cristiana, donde la ilusión de una Europa unificada bajo la autoridad
papal, parecía ser una realidad palpable.
Esta época gloriosa se empañó cuando los turcos seléucidas abrazaron el islam y se opusieron a
toda fe distinta de la suya. Con el objetivo de eliminar a sus adversarios religiosos, atacaron el
imperio de Oriente y se apoderaron del Asia menor.
Con el objetivo de erradicar a los infieles musulmanes de Tierra Santa, enarbolando una bandera que
mostraba como símbolo una cruz roja, se inició la Guerra Santa, por orden del Papa Urbano II.
Los cruzados obtenían privilegios terrenales por participar en estas campañas y sobre todo los
motivaba hallar la salvación espiritual al luchar por los ideales cristianos.
Hubo en total ocho cruzadas, entre los siglos XI y XIV.
La Primera Cruzada, desarrollada entre 1096 y 1099, estaba integrada por una parte por la llamada
Cruzada de los pobres, que reunió desorganizadamente a mucha gente humilde, dirigidas por Pedro
el Ermitaño. Este grupo fue literalmente masacrado.
Mejor suerte corrió la llamada Cruzada de los Príncipes, más organizados, con fuerzas provenientes
de Francia, Países Bajos y Sicilia, que pudieron tomar Jerusalén en 1909 y obtener cuantiosas
ganancias con las que crearon cinco estados feudales ( entre ellos, el reino de Jerusalén, el
principado de Antioquia, el condado de Odessa y el de Trípoli) y numerosos castillos. Sin embargo,
no midieron el costo de la represalia que no tardó en llegar. Los turcos se apoderaron de uno de los
cinco estados, el de Odessa.
La Segunda Cruzada fue organizada por San Bernardo, y en ella tomaron ingerencia activa los reyes
cristianos, sobre todo el de Francia, Luis VII y el emperador germano Conrado III, pero no obtuvo los
logros esperados.
Los turcos reconquistaron Jerusalén en el año 1171, gracias a la acción unificadora de los reinos
musulmanes, realizada por Saladino, sultán de Siria y Egipto, hombre de gran carácter y humanidad
que ocupó además toda la Siria musulmana y una parte de los países situados más allá del Eufrates
medio.
El fracaso de la Tercera Cruzada puede atribuirse a la enemistad entre Francia e Inglaterra y entre el
imperio de Oriente y los cristianos de Occidente. Fue convocada por el papa Gregorio VIII, con la
participación de numerosos monarcas, entre los que se destacó Ricardo Corazón de León, que logró
apoderarse de Acre el 13 de julio de 1191, y se puso al frente de la Cruzada, firmando una tregua
con Saladino, iniciándose un período de paz, a pesar de la muerte del sultán ocurrida pocos meses
después.
La Cuarta Cruzada fue contra Egipto, por ruta marítima y no incluyó monarcas, estando organizada
por el Papa Inocencio III en el año 1199. Sin embargo una confabulación entre quienes dirigían la
Cruzada dirigió el objetivo hacia Constantinopla.
Llegados a Bizancio instalaron en el mando a Alejo IV, quien fue depuesto recayendo el mando en
Alejo V; pero los Cruzados lograron imponerse y exterminaron a los cristianos ortodoxos,
determinando la extinción del imperio Bizantino, que quedó sumamente debilitado, oportunidad que
luego aprovecharían los turcos en 1453, para asestar el golpe definitivo. Fue una cruzada de
cristianos contra cristianos.
Las siguientes cruzadas recibieron el nombre de bálticas, por estar dirigidas contra los paganos de la
cuenca del báltico y fueron realizadas entre los siglos XII y XVI, por Dinamarca Alemania y Suecia.
La Quinta Cruzada fue obra de Inocencio III y se llevó a cabo en el año 1218, con la intención de
conquistar Egipto, pero fracasó.
La Sexta Cruzada se realizó sin permiso papal, en el año 1228 y fue realizada por Felipe II. Logró
reconquistar Belén, Nazareth y Jerusalén, convirtiéndose en su rey por decisión personal, aunque
Jerusalén fue nuevamente ocupada en el año 1224.
La toma de Jerusalén motivó la Séptima Cruzada, organizada por el rey Luis IX de Francia, pero fue
un fracaso rotundo, culminando con su líder prisionero.
Sin embargo, no desalentado aún, Luis IX, una vez en libertad, organizó la Octava Cruzada en el año
1269, con peor suerte aún que la anterior, ya que falleció en Túnez víctima de la peste junto a una
gran parte de su ejército en el año 1270.

HEREJÍAS
Los historiadores de las religiones analizan, en su mayoría, a las herejías como el intento de
constitución de nuevas iglesias -aunque sus dogmas pudieran ser tomados del pasado---, o como un
peligroso cuestionamiento a la fe y a la Iglesia Católica. Esta es, también, la posición de la historia
tradicional. Pero a pesar de sus mayores o menores diferencias todos coinciden en un punto: la
disensión es un problema marginal dentro del sistema de ideas imperante en la Baja Edad Media.
La herejía, entonces, queda aislada de su sostén esencial que es el individuo que rechazó lo que
estaba obligado a aceptar como verdadero y únicamente válido.
Desde el tiempo de los apóstoles abundaron las herejías: unas negaban la divinidad de Jesucristo,
otras su humanidad y otras amalgamaban la doctrina cristiana con otras religiones, etc.
Durante toda la época de las persecuciones oficiales surgieron herejías, la mayoría provenían de los
mismos cristianos descontentos y algunas de los paganos. Tampoco faltaron los defensores de la fe
verdadera y exponían, al mismo tiempo, la doctrina bíblica enseñada por la Iglesia.
Apenas terminadas las persecuciones a principios del siglo IV, la Iglesia, como institución, gozó
oficialmente de plena libertad y fue, entonces, cuando aparecieron las llamadas grandes herejías; las
llamaron grandes por la extensión que cubrieron a lo largo y ancho del imperio romano, que
paulatinamente iba cristianizándose, y también por el número de sus seguidores que se enrolaban
en sus filas, sin excluir sacerdotes y obispos

Surgimiento de las Universidades


Las universidades, tal como las conocemos con profesorado, estudiantes y grados académicos fue
un producto de la Alta Edad Media. La palabra universidad se deriva de la palabra latina universitas,
que significa corporación o gremio, y hacía referencia a un gremio de maestros o estudiantes. Las
universidades medievales eran gremios educativos o corporaciones que formaban a individuos
instruidos y capacitados.
Productos de la Alta Edad Media, las universidades proporcionaron a los estudiantes educación
artística liberal básica y la oportunidad de continuar estudiando leyes, medicina o teología. Los
cursos se enseñaban en latín, principalmente por maestros que leían de libros. No había exámenes
en los cursos individuales, pero los estudiantes tenían que pasar un examen oral completo para
obtener un grado.
La educación en la Alta Edad Media descansaba, sobre todo, en el clero, es decir, en los monjes.
Aunque las escuelas monásticas fueron centros de aprendizaje desde el siglo IX, fueron rebasadas
en el curso del siglo XI por las escuelas catedralicias, organizadas por el clero secular (monástico).
Las escuelas catedralicias se extendieron con rapidez en el siglo XI. Había veinte en el año 900, pero
para el año 1000, su número había crecido cuando menos hasta doscientas, ya que cada ciudad
catedralicia se sentía obligada a establecer una. Aunque el propósito principal de la escuela
catedralicia era educar a los sacerdotes para ser hombres de Dios más letrados, también atrajeron a
otros individuos que deseaban contar con alguna educación, pero no querían ordenarse sacerdotes.
La primera universidad europea apareció en Bolonia, Italia (a menos que uno esté de acuerdo de
conceder esta distinción a la primera escuela de medicina, establecida con anterioridad en Salerno
Italia). La fundación de la Universidad de Bolonia coincidió con la renovación del interés por el
derecho romano sobre todo por el redescubrimiento del Código de Derecho Civil de Justiniano (véase
la opción Renacimiento del derecho romano) Para protegerse, los estudiantes de Bolonia formaron
un gremio, o universitas, que el emperador Federico Barbarroja reconoció y al cual le dio una cédula
en 1158. Aunque el cuerpo docente también se organizó como grupo, la universitas de estudiantes
de Bolonia tuvo mayor influencia. Obtuvo, por parte de las autoridades locales, una promesa de
libertad para los estudiantes, regulé el precio de los libros y del hospedaje y, además, determiné los
estudios las cuotas y el profesionalismo de los maestros. Se multaba a los profesores si faltaban a
una clase o comenzaban tarde sus lecciones. La Universidad de Bolonia siguió siendo la mejor
escuela de leyes de Europa durante la Edad Media.
En el norte de Europa, la Universidad de París se convirtió en la primera universidad prestigiosa.
Varios maestros comenzaron a aceptar estudiantes extra por una paga. A finales del siglo XII estos
maestros de París formaron una universitas, o gremio de maestros. En 1200, el rey de Francia Felipe
Augusto reconoció de manera oficial la existencia de la Universidad de París. La Universidad de
Oxford, en Inglaterra, se organizó según el modelo de la de Paris, y apareció por primera vez en
1208. Una migración de académicos de Oxford, ocurrida en 1209, condujo a la fundación de la
Universidad de Cambridge. En la Alta Edad Media los reyes> papas y príncipes rivalizaron en la
fundación de nuevas universidades. A finales de la Edad Media había ochenta universidades en
Europa, la mayoría de ellas localizadas en Inglaterra, Francia, Italia y Alemania.

LITERATURA
El latín fue el lenguaje universal de la civilización medieval. El resurgimiento intelectual de la Alta
Edad Media incluyó una explosión de literatura latina. Aunque el latín seguía utilizándose para
propósitos literarios, en el siglo XII gran parte de la literatura creativa se estaba escribiendo en los
idiomas vernáculos (los idiomas locales, como el español, francés, inglés o alemán). En el transcurso
de la Edad Media existió una literatura popular vernácula, la cual se manifestó, sobre todo, en las
sagas germanas, celtas, islandesas antiguas y eslavas. Pero, en el siglo XII surgió un nuevo mercado
para la literatura vernácula cuando los laicos educados, en las cortes y en la nueva sociedad urbana,
buscaron avenidas novedosas de entretenimiento.
Tal vez la literatura vernácula más popular del siglo XII fue la poesía trovadoresca, principalmente
producto de nobles y caballeros. Esta poesía se centró en el amor cortesano, el amor que un
caballero profesaba a una dama, generalmente una dama noble casada, la cual lo inspiraba a
convertirse en un osado caballero y en un poeta aún mejor. Aunque surgió en el sur de Francia, la
poesía trovadoresca también difundió en el norte de Francia, Italia y Alemania.
Otro tipo de literatura vernácula fue la chanson de geste o épica heroica. El primero y más fino
ejemplo es la obra titulada la Chanson de Roland (El Cantar de Roldán) , que apareció alrededor del
año 1100 escrito en un dialecto del francés, lengua romance derivada del. Las chansons de geste
(cantares de gesta) se escribieron para una sociedad dominada por el varón. Los principales
acontecimientos descritos en estos poemas, como en El cantar de Roldán, son batallas y torneos
políticos. Su mundo gira alrededor de los combates en que los caballeros pelean bravamente por sus
reyes y señores. Aunque las chansons de geste seguirían produciéndose en el siglo XII, se volvió
popular un tipo distinto de poema largo, el romance cortesano. Éste se compuso en dísticos rimados
y trataba de un asunto romántico: caballeros valientes, damas virtuosas, malvados magos, palacios
encantados, hadas, animales parlantes y extraños bosques. La historia del rey Arturo, el rey
legendario de los bretones del siglo y se convirtió en un tema popular del romance corte sano.

La literatura durante toda la Edad Media cumple una función didáctica muy importante. Sin
escuelas, la labor educativa sólo podía ser realizada por los clérigos (gente de cultura), que
escribirán una literatura pensada para educar. Si en el mundo antiguo el popular se inclinaba hacia
los héroes y los mitos, en la Alta Edad Media fueron los protagonistas los santos y los héroes
(predominio de la épica), sin rastros visibles del tratamiento sentimental de la emoción amorosa,
que no aparecerá hasta generarse la literatura caballeresca, ya en los umbrales de la literatura
burguesa.

Podemos encontrar influencias de las siguientes culturas:


Grecolatina: los saberes del mundo clásico estaban recogidos en multitud de libros que quedan en
los monasterios medievales.
Árabe:. Las primeras manifestaciones literarias en nuestra lengua son de origen árabe (las jarchas,
canciones populares recogidas por autores árabes cultos). También las colecciones de cuentos
árabes dejarán huella (Las mil y una noches). También influyen a través de la escuela de traductores
de Toledo, en la que participaban gentes de las tres religiones: árabe, cristiana y judía;
Hebrea: La influencia judía se dejó ver sobre todo por la labor de la Escuela de traductores de
Toledo;
Germana: El influjo germánico hay que centrarlo sobre todo en los poemas épicos y cantares de
gesta, géneros nacidos para cantar las hazañas bélicas entre los guerreros germanos;
Francesa: A través del Camino de Santiago se abre una ruta que servirá de intercambio de culturas
durante toda la Edad Media (los estilos arquitectónicos Románico y Gótico son de importación
francesa). Influirán en los distintos géneros: los cantares de gesta, el mester de Clerecía (la
cuaderna vía es una estrofa de origen francés) y la lírica (de origen provenzal). La influencia se
dejará notar también en el idioma (apócope)
En el mundo románico medieval el juglar, que sucede a los cantores de la corte de los siglos VIII y
IX, es el transmisor oral de las piezas literarias en recitado o cantado y acompañado de instrumentos
musicales. Este término data de mediados del siglo IX. El juglar de gestas tenía a su cargo la
recitación de obras muy extensas, debía tener una buena memoria y facilidad de improvisación. No
tenía que ser por fuerza un experto músico, pues la melodía de las tiradas narrativas era monótona y
bien sencilla.
Así aparecen las primeras jarchas, surge la poesía épica, el Mester de juglaría: Poema de Mío Cid
(¿1144? ¿1203?), los primeros restos de teatro: Auto de los Reyes Magos (¿1150?) y los iInicios de la
prosa didáctica: Alfonso X.
La lírica tradicional es la poesía lírica compuesta de forma anónima y transmitida oralmente con
origen en el siglo XI. Las más antiguas son las jarchas. Más tardíos (siglo XV) son los villancicos,
escritos en castellano. Se usan abundantemente los recursos de repetición (paralelismos, anáforas).
Se acude con frecuencia a simbolismos sacados de la naturaleza: lavarse la cara los amantes; la
fuente (renovación, fecundidad), nacimiento de las flores (el amor)... Estos símbolos son más claros
en los villancicos; apenas existen en las jarchas. Estas son unas estrofas breves escritas en
romance que se insertaban al final de una moaxaja árabe o hebrea.

El arte
Dos estilos artísticos se sucedieron durante la Edad Media: el románico y el gótico, éste último arte religioso por
excelencia. El románico era un estilo sobrio y austero, con paredes anchas y reducidas aberturas. El estilo se va
consolidando con lo que restaba de las grandes tradiciones romanas y las nuevas técnicas de los llamados
“bárbaros'. El período que comprende este estilo es el de los siglos XI y XIII. Es un estilo uniforme pero tiene
variaciones locales e incorporaciones de otras tradiciones como ser la visigoda o la mozárabe de España de los
siglos VII y XI. Este estilo tiene un problema técnico central que es a la vez lo más importante de su significación,
que es la bóveda curva. El románico es un estilo que tiene una nutrida serie de elementos decorativos: el
fundamental arco, el rosetón (un circulo calado y vidriado que funcionaba como ventana para la entrada de luz), el
pilar esculpido que divide en dos la puerta principal y el tímpano.
A partir del siglo XIII comienza a imponerse el gótico, llamado así por ser el arte derivado de los godos. El gótico
fue fundamentalmente un arte urbano caracterizado por la construcción de grandes catedrales que se distinguen
por su marcada verticalidad y la gran luminosidad interior debido a los grandes ventanales adornados con
hermosas cristalerías llamadas comúnmente vitraux. Este estilo surge en Francia, como son las Catedrales de
Chartres, Paris, Reims, Amiens. En Inglaterra el primer edificio del gótico inglés es la catedral de Cantebury
(1174), la Abadía de Westminster En España e Italia el gótico se latiniza. Son sus exponentes máximos las
catedrales de Toledo, Burgos, Sevilla. Este estilo se prolongó en España durante el siglo XVI cuando se edificaron
las magnificas catedrales de Salamanca, Segovia.

La filosofía
Los textos de San Agustín en el Siglo V fueron la base de todo el pensamiento medieval. Aristóteles fue
redescubierto en Occidente y Santo Tomás de Aquino trató de conciliar su pensamiento con la doctrina cristiana
aceptando la razón como forma de interpretación y un instrumento para llegar a Dios. En su obra "La Suma
Teológica" describe racionalmente los dogmas cristianos. Las graves crisis de los siglos XIV y XV (la peste, el
hambre y las guerras) provocaron un cambio en el pensamiento medieval tornándolo más terrenal. El inglés Roger
Bacon expuso una filosofía más experimental que empezaba a diferenciarse claramente del pensamiento religioso
y la teología.
Filosofía: Nombre dado por la Iglesia católica a los autores que establecieron la doctrina cristiana antes del siglo
VIII. Hay que tomar en cuenta que al principio la Iglesia no quería saber nada de la filosofía, ya que estaban bajo
la impresión de la nueva vivencia de su fe. Gracias a San Agustín, se puso un sí positivo a la filosofía.
Considerado como filósofo, señala el apogeo de la filosofía patrística, resucitando el platonismo, y,
cimentando en él la idea cristiana, da a la nueva doctrina una sólida base psicológica, presenta en la
patrística la síntesis de las grandiosas concepciones debidas a los Padres orientales y el espíritu práctico de
los occidentales. En este caso, como siempre, el Oriente antepone la ontología y el Occidente la psicología.
Durante los primeros siglos de la Edad Media, la filosofía se nutre de savia teológica. La pagana había venido a
parar a la negación. La exageración de los principios platónicos había conducido a negar el conocimiento,
sustituido por el éxtasis; el éxtasis arrastraba a la anulación de la individualidad, y la gran Unidad, Dios mismo,
venia a ser implícitamente negado: porque la unidad simplicísima excluye hasta la existencia, que es ya una
complicación. Los sistemas del lado opuesto habían engendrado el escepticismo y el materialismo. La negación
circundaba el pensamiento por todas partes. San Panteno erigió en Alejandría una escuela catequista que
consideraba a la filosofía complemento obligado de la religión, y su sucesor San Clemente es el fundador de lo
que entre los Padres orientales se llama gnosticismo. os grandes filósofos paganos prepararon a la humanidad
para el cristianismo, y sobre la ciencia, así como sobre la fe, existe, a juicio de San Clemente, un conocimiento
supremo, la gnosis, en que se contiene toda la verdad.

GUERRA DE LOS CIEN AÑOS


Se produjo a fines de la Edad Media, entre los años 1337 y 1453, exactamente, 116 años, entre
Francia e Inglaterra.
Los normandos que se habían establecido en Inglaterra, habían coronado a su descendencia como
monarcas ingleses, quiénes poseían en Francia grandes extensiones de tierra.
Al extinguirse en Francia la dinastía de los Capetos, nombraron sucesor, al rey Felipe de Valois.
El rey Eduardo III de Inglaterra, pretendía el trono de Francia, alegando ser descendiente de los
Capeto por línea materna, ya que su madre, Isabel, sería hermana de Luis, Felipe y Carlos, hijos de
Felipe el Hermoso, y se sintió traicionado con la asunción de Felipe de Valois, quien asumió como
Felipe VI. Los franceses habían alegado la imposibilidad de coronar a Eduardo III, fundados en la ley
Sálica, que impedía la sucesión real por vía femenina.
Además Francia, pretendió adquirir bajo su dominio a la provincia de Flandes, por razones de
vasallaje.
Eduardo, como venganza, acogió en su Corte a un pariente de Felipe, Roberto de Artois, que se
había rebelado contra su autoridad. Ante esta situación Felipe invadió y se apoderó de Gascuña,
propiedad francesa.
El ejército francés estaba integrado por nobles, el inglés por todas las categorías sociales.
En la batalla naval de Sluys y en Crécy y Poitiers, los franceses sufrieron la derrota. Solamente París
resistió a los años de miseria y opresión.
El rey Juan de Francia fue hecho prisionero junto a su Corte, y esto obligó a negociar el Tratado de
Brétigny-Calais, firmado en el año 1360, por el cual Eduardo III recuperaba todas sus posesiones
originales, con excepción de Normandía. Los ingleses obtuvieron a perpetuidad Guines, Marck y
Calais.
Unos años de paz sobrevinieron al Tratado de Calais, y al reanudarse el conflicto, Francia recuperó
algunos territorios, gracias a la acción de Bertrand du Guesclin.
La batalla de Azincourt significó una nueva derrota para Francia, y expuso a ese estado a la
posibilidad de contar con un rey inglés: Enrique V.
Destacada fue la actuación de Juana de Arco, otorgando a las fuerzas francesas gran valor espiritual.
Era una joven analfabeta, convencida de que una fuerza divina la impulsaría a liberar a su país de los
ingleses. Consiguió liberar a Orleáns en 1429, obteniendo luego victorias en Troyes, Chálons y
Reims, donde logró la coronación de Enrique VII.
Luego de varias derrotas fue capturada por el duque Felipe de Borgoña, en 1430, donde fue acusada
por hechicería ante los tribunales de la Inquisición y condenada a muerte en la hoguera, en 1431.
En Francia, coexistían dos reyes: Enrique VII, que había sido coronado en Reims y Enrique VI,
impuesto por Inglaterra, y, particularmente, por Felipe de Borgoña. Por la Paz de Arrás, firmada en
1435, un año más tarde Borgoña se reconcilió con Francia.
El triunfo definitivo de Francia se produjo en el año 1453, donde recuperaron todos sus territorios,
con excepción de la ciudad de Calais.
Luego de esta guerra, Inglaterra se vio sacudida por una guerra civil, la Guerra de las Dos Rosas, por
las disputas que se originaron en torno a la sucesión al trono, que dividieron al estado en dos
facciones. Finalmente, la dinastía Tudor, representada por Enrique VII, asumió el trono.

LA ALTA EDAD MEDIA

Hacia mediados del siglo XI Europa se encontraba en un periodo de evolución desconocido hasta ese momento.
La época de las grandes invasiones había llegado a su fin y el continente europeo experimentaba el crecimiento
dinámico de una población ya asentada. Renacieron la vida urbana y el comercio regular a gran escala y se
desarrolló una sociedad y cultura que fueron complejas, dinámicas e innovadoras. Este periodo se ha convertido
en centro de atención de la moderna investigación y se le ha dado en llamar el renacimiento del siglo XII.

El poder papal
El Papado no sólo ejerció un control directo sobre el dominio de las tierras del centro y norte de Italia sino que
además lo tuvo sobre toda Europa gracias a la diplomacia y a la administración de justicia (en este caso mediante
el extenso sistema de tribunales eclesiásticos). . La espiritualidad altomedieval adoptó un carácter individual,
centrada ritualmente en el sacramento de la eucaristía y en la identificación subjetiva y emocional del creyente con
el sufrimiento humano de Cristo

Aspectos intelectuales
resurgimiento intelectual al prosperar nuevas instituciones educativas como las escuelas catedralicias y
monásticas
Se fundaron las primeras universidades.
El escolasticismo se popularizó, se estudiaron los escritos de la Iglesia, se analizaron las doctrinas teológicas y las
prácticas religiosas y se discutieron las cuestiones problemáticas de la tradición cristiana. El siglo XII, por tanto, dio
paso a una época dorada de la filosofía en Occidente.

Innovaciones artísticas
La lírica amorosa, el romance cortesano y la nueva modalidad de textos históricos expresaban la nueva
complejidad de la vida y el compromiso con el mundo secular.
En la arquitectura, el románico alcanzó su perfección con la edificación de incontables catedrales a lo largo de
rutas de peregrinación en el sur de Francia y en España.
Estilo gótico que en los siguientes siglos se convertiría en el estilo artístico predominante.

unidad europea
La Iglesia se convirtió en la gran institución europea, las relaciones comerciales integraron a Europa gracias
especialmente a las actividades de los banqueros y comerciantes italianos.
Fue el siglo de las Cruzadas; estas guerras, iniciadas a finales del siglo XI, fueron predicadas por el Papado para
liberar los Santos Lugares cristianos en el Oriente Próximo que estaban en manos de los musulmanes.
La alta edad media culminó con los grandes logros de la arquitectura gótica, los escritos filosóficos de santo
Tomás de Aquino y la visión imaginativa de la totalidad de la vida humana, recogida en la Divina Comedia de
Dante Alighieri.

LA BAJA EDAD MEDIA


La alta edad media estuvo caracterizada por la consecución de la unidad institucional y una síntesis intelectual, la
baja edad media estuvo marcada por los conflictos y la disolución de dicha unidad.
Empezó a surgir el Estado moderno (incipiente sentimiento nacional). Y la lucha por la hegemonía entre la Iglesia
y el Estado se convirtió en un rasgo permanente de la historia de Europa durante algunos siglos posteriores.

El absolutismo monárquico y los Estados nacionales

Al comienzo de la Edad Moderna se asientan en el poder los reyes absolutos, creando los Estados nacionales. El
absolutismo monárquico se impone como ideología de Estado gracias a los juristas que salen de las
universidades; principalmente las de Bolonia, Salamanca, París y Valladolid; pero también triunfa por que se
extiende la doctrina del origen divino del poder de los reyes. Esto se traduce en que el rey es el único que puede
crear leyes, a través de la pragmática.
Los reyes apoyan su poder en diversas instituciones, que afectan a todo el territorio, creando así los Estados
nacionales. La única institución cuya legislación es de aplicación en todos los reinos de una corona es la
Inquisición, de la que se valen todos los reyes para unificar las leyes de su corona.

CRISIS DEL SIGLO XIV

La monarquía como sistema político necesario:


Tres problemas se plantean a propósito de la Monarquía temporal comunmente llamada Imperio. El primero es
éste: Si la Monarquía temporal es necesaria para el bien del mundo. Esta proposión no objetada por fuerza de
razón ni de autoridad, puede ser demostrada con sólidos y clarísimos argumentos; ante todo por la autoridad del
Filósofo en su "Política". Afirma éste, con su autoridad venerable, que cuando varias cosas están ordenadas hacia
un fín, conviene que uno regule o gobierne y que las demás sean reguladas o regidas. Lo cual es creíble no sólo
por el nombre glorioso del autor, sino también por la razón inductiva. Si consideramos a un hombre, vemos que
ocurre esto con él: que como todas sus fuerzas están ordenadas hacia la felicidad, la fuerza intelectual obra como
reguladora y rectora de todas las otras, pues, no siendo así, no podría alcanzar dicha felicidad. Ahora bien; es
cierto que todo el género humano está ordenado a un fín, como ya fue demostrado; por consiguiente, conviene
que haya uno que mande o reine; y éste debe ser llamado Monarca o Emperador. Y así resulta evidente que, para
el bien del mundo es necesaria la Monarquía, o sea el Imperio.

RENACIMIENTO Y HUMANISMO

Entre 1350 y 1550 la sociedad europea occidental conoció y vivió una auténtica revolución espiritual, una crisis de
perfiles muy nítidos en todos los órdenes de la vida; una profunda transformación del conjunto de los valores
económicos, políticos, sociales, filosóficos, religiosos y estéticos que habían constituido la vieja civilización
medieval, aquella que había sido definida, con un cierto desprecio, como la edad de las tinieblas. La imagen que
historiográficamente poseemos de aquel período que denominamos Renacimiento es, por consiguiente, la de una
época cuyo común denominador fue la transformación, la renovación y la creación de nuevos códigos de
conducta. Son precisamente éstos los términos más utilizados por Burckhardt para caracterizarla: el Renacimiento
es una época de ruptura con el oscurantismo medieval, un período de renovación del arte y de las letras, de
recuperación y de acercamiento a los clásicos, de restauración de la Antigüedad, de un uso novedoso de la razón
en todos los campos del saber. Asimismo, el período se caracteriza por la aparición de un fuerte proceso de
secularización de la vida política y por la presencia de una escuela de pensamiento nueva, el Humanismo. El
Renacimiento no consistió sólo en un mero resurgir erudito de la literatura o de la filosofía grecorromana o en una
vulgar imitación de las formas artísticas de la Antigüedad. Asociado historiográficamente a ese concepto aparece
aquel otro, el Humanismo, que completa la idea inicial de que nos hallamos en una época nueva y, en
consecuencia, distinta de aquélla, la antigua, que se tomaba como modelo. Justamente, fue la renovación de la
cultura el aspecto más notoriamente destacado por sus propios protagonistas, aquellos que hablaron por primera
vez de Renacimiento. aunque el término Humanismo ha sido, empleado para denominar toda doctrina que
defienda como principio fundamental el respeto a la persona humana, la palabra tiene una significación histórica
indudable. Humanismo fue uno de los conceptos creados por los historiadores del siglo XIX para referirse a la
revalorización, la investigación y la interpretación que de los clásicos de la Antigüedad hicieron algunos escritores
desde finales del siglo XIV hasta el primer tercio del siglo XVI.
Después de grandes debates y temores, a partir del siglo XV, el movimiento humanista se vio favorecido por una
serie de factores:
-La emigración de sabios griegos: Debido a que el imperio bizantino estaba siendo asediado por los turcos,
muchos de ellos buscaron refugio en Europa Occidental, especialmente en Italia, llevando con ellos textos
desconocidos y propagando el idioma griego.
-La invención de la imprenta: Este invento de Gutemberg fue un factor fundamental para el Humanismo, pues
abarató y multiplico el libro, permitiendo la masiva difusión de las ideas humanistas y sacando el saber del ámbito
eclesiástico donde había estado recluido durante la Edad Media.
-La acción de los mecenas: Los mecenas eran personas que con su protección política o con su contribución
de materiales, facilitaron el desarrollo del Humanismo. Entre los mecenas más destacados se encontraron los
Médicis de Florencia, Julio II y León X de Roma, Cristina de Suecia.
- Las universidades y las escuelas: las universidades (como la de Alcala de Henares, Lovaina, etc.) y las
escuelas del siglo XV contribuyeron en gran parte a la expansión del Humanismo por toda Europa.

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