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Se dej caer
entregado a la cada
sus ojos eran ciegos
sus ojos se cerraron
un recuerdo
evaporado en sueo.
Bajo el brazo
tu sueo que se aleja,
se va de ti.
Y no te quedas.
No queda
ms que levedad,
destello que alguna vez
fue cuerpo.
Cuerpo que anduvo
cerros y laderas
y alguna vez
trep la enredadera para saltar un muro
y una piedra.
Alguna vez fue sombra tras la puerta.
Sombra perdida
en el correr del da.
Y t no quedas.
No queda sed
ni hambre
ni materia;
queda el agua y la tierra,
queda rodando el mismo laberinto
y el rubicundo rostro del fruto
que alguna vez trajiste al mundo.
CERDO, POEMA DEL LIBRO INDITO LOS ESTMAGOS | LUNA MIGUEL
Me pregunto cmo ha llegado esta cabeza de conejo hasta mis manos.
Cmo ha rodado, escalera arriba, hasta el corazn del Raval,
arrastrndose, escalera arriba,
girando, escalera arriba hasta mis manos.
Me pregunto quin mutil al animal. Me pregunto cuntos estmagos
hacen falta para vencer el hambre.
Me pregunto: hay cuartos oscuros
y humedades en venta,
hay insectos de alquiler y trasteros que huelen a ceniza.
Todos los das una mariposa muere encerrada entre los calefactores.
Pero no hay peligro porque el invierno ya se acaba,
y con l los poetas que hablan del fro
y con l los suicidios y las mariposas
y con l los conejos domsticos,
comestibles.
Me pregunto cmo ha llegado mi lengua hasta el techo de los muertos.
Con la ciudad encendida.
Con su cabeza bien sujeta entre los dedos.
IMAGEN AL AMANECER | CORAL BRACHO
El agua del aspersor cubra la escena
como una niebla,
como una flama blanqusima, duea
de s misma, de su brotar cambiante, de su pulso
ritual
y cadencioso.
Un poco ms all y ms all hasta
tocar las rocas. Lienzos de sol
entre la cauda humeante; lluvia de cuarzo; interno
oleaje
silencioso. Un mismo
denso
movimiento lo centra; lo ahonda
en su asombrado corazn. Profundo, colmado
vrtice.
Renace, tenue, su palpitar. Marmreo y lento
borbolln luminoso.
Un poco ms all, ms all, su tacto lmpido
se estremece. Son remanso
las rocas
a su enjambre estelar, a su incesante,
encendida nieve. Por un momento se cubre
con su seda el jardn. Suavemente
los troncos ceden
y van tendindose sobre el pasto;
largas sendas oscuras bajo el tamiz
que inunda el amanecer. Cuando su lluvia
se ha expandido hacia el este