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Los pecados o vicios capitales son aquellos a los que la naturaleza humana
cada est principalmente inclinada. Es por eso muy importante para todo el
que desee avanzar en la santidad aprender a detectar estas tendencias en su
propio corazn y examinarse sobre estos pecados.
Los pecados capitales son enumerados por Santo Toms (I-II: 84:4) como
siete:
Orgullo
Avaricia
Gula
Lujuria
Pereza
Envidia
Ira.
1. SOBERBIA U ORGULLO
Consiste en una estima de s mismo, o amor propio indebido, que busca la
atencin y el honor y se pone uno en antagonismo con Dios.
Virtud a vencer: Humildad:
La virtud moral por la que el hombre reconoce que de s mismo solo tiene la
nada y el pecado. Todo es un don de Dios de quien todos dependemos y a
quien se debe toda la gloria. El hombre humilde no aspira a la grandeza
personal que el mundo admira porque ha descubierto que ser hijo de Dios es
un valor muy superior. Va tras otros tesoros. No est en competencia. Se ve a
s mismo y al prjimo ante Dios. Es as libre para estimar y dedicarse al amor
y al servicio.
La humildad no solo se opone al orgullo sino tambin al auto abyeccin (auto
humillacin) en la que se dejara de reconocer los dones de Dios y la
responsabilidad de ejercitarlos segn su voluntad.
2. LA AVARICIA
Inclinacin o deseo desordenado de placeres o de posesiones. Es uno de los
pecados capitales, est prohibido por el noveno y dcimo mandamiento.
Virtud a vencer: Generosidad
Dar con gusto de lo propio a los pobres y los que necesiten.
3. LA LUJURIA
El deseo desordenado por el placer sexual. Los deseos y actos son
desordenados cuando no se conforman al propsito divino, el cual es
propiciar el amor mutuo de entre los esposos y favorecer la procreacin.
Es un pecado contra el Sexto Mandamiento y es una ofensa contra la virtud
de la castidad.
Como vencer la lujuria: Dios bendijo al hombre y a la mujer con atraccin
mutua. Mientras ambos viven bajo el amor de Dios, sus corazones buscan el
amor divino que es ordenado hacia darse buscando ante todo el bien del otro.
El placer entonces es algo bueno pero muy inferior. En comunin con Dios se
ama verdaderamente y se respeta a la otra persona como hijo o hija de Dios y
no se le tiene como objeto de placer. En el orden de Dios se puede reconocer
la necesidad de la castidad para que el amor sea protegido. Es necesario
entonces conocer y obedecer el sentido que Dios ha dado a la sexualidad.
Pero el pecado desorden la atraccin entre hombre y mujer de manera que