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Amalia Bevia Narrativa / Destino inesperado © Amalia Bevia Corbalan, ISBN: 978-84-9948-676-5 Depésito legal: A 322-2012 Edita: Editorial Club Universitario Telf.: 96 567 61 33 C/ Decano, n.° + - 03690 San Vicente (Alicante) wwwecu. fm e-mail: ecu@ecu.fm Printed in Spain Imprime: Imprenta Gamma Telf.: 96 567 19 87 C/ Cottolengo, n.° 25 - 03690 San Vicente (Alicante) wwwgammafim gamma@gamma.fm Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de este libro puede reproducirse 0 tansmitirse por ningiin procedimiento electrénico ico, incnyendo fotocopia, grabacién magnétien o cualquier ale macenamiento de informacién o sistema de reproduccion, sin petmiso previo y por escrito de los titulazes del Copyright. PROLOGO Sharon es una muchacha de buena educacion, criada con todas las comodidades que sus padres han podido darle a ella y asu hermano Linton; con una madre intransigente, dominante y especialmente creyente, con la que Sharon no sera capaz de encontrar didlogo y mucho menos compartir dudas y senti- mientos ocultos. Unicamente su amiga Lyli sera capaz de ayu darla a comprenderse a si misma. El apoyo de su hermano y la comprension de su padre no podran evitar la huida de Sharon hacia un destino inesperado buscando su propia vida, fuera del control de su madre, la cual, increiblemente y ante el asombro de todos, cambiara totalmente de ser y pensar, aunque ya sera demasiado tarde para ayudar a su propia hija. La vida es como una ola gigante que te envuelve, y tienes que luchar para salir a flote intentando que no te arrastre y se- guir viviendo. Sharon se vera envuelta en esa ola, impulsada a tomar decisiones importantes asumiendo tiesgos inesperados. No importa lo que diga tu familia, no importa lo que di- gan tus amigos y no importa lo que digan aquellos que no te conocen de nada, lo unico que importa en verdad es que tus sentimientos vayan al unisono con tu mente, con tu espiritu y con el sentir de tu corazon. Sharon buscara respuestas a sus dudas lejos de las personas que quiere. El azar hara que su vida se cruce traumaticamente con la de Johanna, la cual, por su parte, ha tenido una infancia dificil al motir sus padres cuando era pequefia. \hora, gracias a su caracter enérgico y su gran esfuerzo, ha conseguido estar en un puesto de responsabilidad que hasta ahora solo parecia estar reservado para hombres, ganandose asi el respeto de s IS on compafieros y sus ¢superiores? El encuentro con Sharon des- pertara en ella su lado humano y sensible que habia olvidado tener, debido quizas a la lucha para hacerse respetar entre los hombtes, que siempre buscan en ella su parte sexual mas que la intelectual, adquiriendo asi fama entre sus colegas de mujer dura y tenaz. Las trayectorias de estas dos vidas paralelas Hegaran a un punto de encuentro en el que se juntaran la compasion con la desesperacion por sobrevivir, y junto a ello nacera el amor que acabara en un destino inesperado. 6 PRIMERA PARTE Margaret y John Lindsey eran un matrimonio religioso y de una economia saneada, vivian en la ciudad de Liverpool, en una zona residencial. Con ellos vivian sus dos hijos, Linton, de vein- ticinco afios, y Sharon, de veinticuatro. La casa donde residian era bastante grande, cuatro habitaciones y dos cuartos de batio en la parte superior; en la planta baja, un gran salon comedor, con una bonita chimenea en el centro de la pared y una her- mosa biblioteca, pues tanto a John como a su hija Sharon les encantaba la lectura; esta misma planta contaba con un aseo y junto a este se encontraba la cocina, donde a Margaret le gus- taba preparat exquisitos platos, pues después de ayudar en la iglesia anglicana, a la que pertenecia su familia y donde pasaba gran parte de su tiempo, su aficion era la cocina y la reposteria. La casa estaba rodeada de un hermoso jardin, con abundante césped que Linton se encargaba de cortar en sus ratos libres. John, con cincuenta y ocho afios, era director de un banco londinense que hacia treinta afios que llevaba abierto y en el que él empezé como simple cajero; ahora le faltaba poco mas de un mes para cumplir veinticinco afios en el mismo banco. Era un hombre amable, muy comprensivo con sus hijos, no le gustaban las imposiciones, sino mas bien el didlogo y el razo- namiento, sin embargo, su mujer era autoritaria, es decir, man- dona, en casa se hacia lo que ella queria; tenia dos afios menos que él. Quizas el ser tinica hija, y criada solo por su padre, pues su madre murié al nacer ella, la llevé a tener una infancia dura, heredando la disciplina y el fanatismo religioso de este. Margaret siempre habia querido que sus hijos fueran tan creyentes como ella, pero Linton y Sharon no estaban por la labor de setlo, incluso cada vex eran mas escépticos en cuanto a este tema; sin embargo, si eran buenos estudiantes. Sharon estaba en el pentiltimo afto de carrera de Bellas Artes, siempre le habia fascinado la pintura, en el salon de su casa colgaban varios cuadros pintados por ella. Fisicamente era una chica dul- ce, se parecia mucho a la actriz Meg Ryan, el pelo rubio con el mismo corte despuntado hacia fuera y ojos azules, delgada como su padre. A su madre le agradaba que su hija tuviera una buena educacion y estudiara en la universidad, sobre todo para que estuviera a la misma altura que Thomas, un amigo de Sharon que estudiaba Telecomunicaciones Internacionales en la misma universidad que ella. Era un chico muy atractivo, dos afios mayor que ella, de familia adinerada, con el que Margaret tenia intencion de que su hija se casara, a pesar de que ella nun- ca habia pensado ni hablado de semejante cosa. Linton empezé a estudiar Empresariales por la insistencia de su madre, pero a él nunca le habia gustado esa carrera, real- mente queria ser inspector de policia, y, a pesar de ir por el quinto y ultimo afio, ya no lo aguantaba mas, aunque le diera un disgusto a su madre. Era la hora de la cena, Linton acababa de legar, primero queria hablar con su padre aprovechando que Margaret estaba acabando de hacer la cena, se sent6 con él en el sal6n. —Papa, tengo que decirte algo. {Tt diras, hijo! —He dejado la carrera. —John se qued6 unos minut saber qué decir. — Por qué? jSabes que tu madre se va a llevar un gran disgusto! —Lo sé, papa, pero si empecé esta carrera fue porque ella se empen, y tu sabes que siempre se sale con la suya. He pen- sado mucho antes de tomar esta decision. No hay vuelta atras, es mi vida, debo ser yo quien tome las riendas y no mama. —Esté bien, hijo, ti sabes que siempre os he apoyado a tiy a tu hermana, aunque creo que tendrias que acabar este tiltimo curso. :Hay algo que te gustaria hacer? —pregunto John. —Si, mi ilusion siempre ha sido ser policia. Me gustaria es- tudiar para inspector en la academia que hay en Birmingham, y pasados los seis meses de preparacion, ingresar en el cuerpo de Scotland Yard en Londres. —Si terminas la carrera, te sera mas facil entrar de inspector. Al set una carrera universitaria de cinco afios, quizas no tengas que esperar seis meses para subir de rango. —No lo sé, tendré que informarme. Margaret, que venta de la cocina, dijo: — Qué esperais para poner la mesa, la cena esta listal En ese momento, tanto John como su hijo y Sharon, que lo habian oido todo, guardaron silencio clavando la mirada en Mar- garet, la cual se sorprendid. —jQué ocurre aqui! John contesté al momento: —Margaret, siéntate un segun- do, Linton tiene que decirte algo. —Bueno, ¢quieres soltarlo de una vez? ¢Qué pasa? —pre- gunto esta deseando saber. —Voy a decirte algo que te va a disgustar, pero quiero que sepas que mi decisién es firme... He dejado la carrera Margaret qued6 atnita, como sile hubieran echado un jarro de agua fria. Ella, que estaba tan orgullosa de sus hijos, ¢como podia encajar este golpe? —Hijo, no puedes dejar la carrera, solo te falta este afio que acabas de comenzar. Debes reflexionar —Mama, me ha costado mucho tomar la decisi6n porque sabia que te ibas a disgustar. Pero debo pensar en mi y en lo que realmente me gusta hacer. —Y se puede saber qué es lo que quieres hacer? —pregunt6 Margaret en tono irénico. —Siempre he querido ser policia. Mi idea es estudiar para inspector en la academia de Birmingham. —Sabes lo que significa ser policia? ladrones, as ener que tratar con ‘SiNOs, putas, maricones, etc. Se Ilaman prostitutas y homosexuales. Y , sé lo que es el trabajo de polict: , Y me gusta mucho mas que Empresarial siempre me he sentido atraido por esa profesion, y a pesar de 9 todo has conseguido que haga lo que tt quieres. Ahora tengo veinticinco afios, ya es hora de que yo elija. éNo crees? —jSi tomas esa decisi6n no volveré a hablarte, y supongo que si prescindes de mis opiniones, también lo haras de la asig- nacion semanal!, no? Linton, a pesar de tener un nudo en la garganta, consiguid decir: —Lo siento, mama, pero lo que tu haces no es darme opi- niones, sino 6rdenes. No te preocupes por la asignacion, bus- caré trabajo. Estoy esperando contestacién a mi solicitud para ptesentarme a la oposicion; si aprucbo, iré a la academia —dijo tajantemente—. No me espertis para cenar, no tengo hambre. —Y se marcho dolido a su habitacion. John, que habia permanecido callado, intervino. —Margaret, siempre has educado a los chicos como tt has creido mejor; pero ahora son mayores y deben ser ellos quie- nes escojan su camino, no puedes obligarles a hacer lo que ti quieras. — A mi no me dejo elegir mi padre, sino que me dio la edu- cacion que pudo. Me ensefid a ser buena cristiana y que tenia que casarme y tener una familia. No tuve la suerte que han te- nido nuestros hijos, que les hemos dado estudios, viven en una estupenda casa, tienen una pequefia asignacion semanal para sus cosas; en una palabra, no les ha faltado de nada. —jPor Dios santo, Margaret! —contesté John algo crispa- do—. Tu tienes dos afios menos que yo, estamos en el dos mil tres, y tu padre, ademas de ser de otra época, era muy chapado a la antigua. Eres atin joven, tienes que evolucionar y abierta de mente. Deja que tus hijos tengan la libertad de es- coger sus vidas. Tloy dia se vive de otra manera, la juventud tiene que seguir su camino y nosotros el nuestro. Tenemos que aconsejatles, peto no obligarles ni hacerles chantaj emocionales para que hagan lo que nosotros queremos. Eso ‘er mi S apoyarl pertenecia a otra época en la que nuestros padres eran ordeno y mando. Y para terminar esta discusién, yo estoy de acuerdo con él. 10 A Sharon, que escuchaba atentamente, le parecié que era el momento de retirarse. —No tengo ganas de cenar, buenas noches. —Buenas noches, hija —contestd John—, creo que yo también voy a desaparecer, buenas noches, Margaret. —Y bid a su habitacion. Margaret se qued6 sola en el saln con Ia cena puesta. In- tentaba analizar qué es lo que habia pasado. No tenia ni idea de por qué Linton habia tomado esa decision tan rapida y sin decirle nada a ella. De sus ojos azules brotaban lagrimas de u- rabia y al mismo tiempo de pena. Esa mujer de cabellos rubios y mirada orgullosa, acostumbrada a salirse siempre con la suya, se encontraba impotente tras la decision tan inesperada de su hijo. Se hizo el proposito de no dirigirle la palabra en una larga temporada; tenia que hacerle sentir el disgusto que le habia dado. Ella no se habia dado cuenta atin de que su hijo ya habia crecido y estaba tomando su primera decisién respecto a su vida. Linton era un chico alto y delgado, bien parecido, como su padre, de caracter disciplinado y tenaz como su madre, pero a diferencia de ella, a él no le gustaba imponer sus deseos a na- die, y aunque le doliera por dentro no iba a dejarse influenciar como en ottas ocasiones. Por fin iba a hacer algo que siempre habia querido, tomar el mando de su vida y luchar por algo que verdaderamente le gustaba, aunque eso supusiera prescindir de su asignaci6n semanal y tener que ponerse a trabajar para sacar algo de dinero. Aunque tanto Linton como Sharon eran chicos que no salian mucho de marcha y ahorraban, tenian un buen pellizco en su libreta de ahorros. Pasaron los dias y las cosas seguian igual. Sharon, que esta- ba muy unida a su hermano, fue a charlar con él. Linton estaba limpiando el jardin. —Hola, hermanito..., queria decirte que has tenido muchas cision que has querido enfrentandote con mama. Yo sé que agallas para tomar la de- 11 tendré que tomar algtin dia una decisién asi, pero soy mas co- barde que ti. —A ti tampoco te gusta la carrera que estas estudiando? —pregunt6 Linton. —No, no es eso, me encanta mi carrera, se trata de algo mu- cho mas complicado. —Y continud diciendo—: Ahora que a ti no te habla, se ha volcado conmigo y no me deja en paz. Tiene la odiosa mania de que tengo que casarme con Thomas, ya sabes, ese chico compafiero de la universidad que a veces me ha acom- pafiado a casa. —Queé pasa, no te gusta? —pregunté con picardia. —Nbo es eso, es que no necesito casarme ni con él ni con na- die. No quiero que me agobien ni se meta nadie en mi vida; eso parece que mama no lo entiende. El chaval es majo y guapo, pero yo no estoy preparada para decidir mi futuro y por supuesto no estoy enamorada de él. ¢Y ti, hermanito? —Yo qué? —dijo con una media sonrisa. — Tienes algin amor oculto? —Linton se rubort . Venga, confiesa. Te has puesto colorado y eso te delata, sabes que puedes confiar en mi, Para todo lo que me cuentes seré como una tumba. ‘sta bien, te contaré mi secteto —contest6 Linton hacien- do una pausa—. 2Qué dirt: buena amiga tuya? —Yo tengo muchas compatieras en clase, pero buenas ami- gas... —se qued6 pensando Sharon unos segundos y contest6 al instante—. j|Guau, no sera mi amiga Lyli! —dijo euforica. —Pues si. Ya sabes que hace tiempo que la conozco, pero des- de el mes pasado, cuando hiciste tu fiesta de cumpleafios, no la habia tratado tan profundamente. Practicamente toda la tarde es- tuvimos charlando; claro que tu ni cuenta te diste con la cantidad de amigos y compafieros que invitaste, estuviste muy ocupada. —Fs maravilloso, hermano, no has podido hacer mejor i te dijera que estoy loco por una eleccién. —Desde aquella tarde, no he dejado de pensar en ella. Un par de veces he salido a su encuentro con alguna estipida excusa, y seguro que me habra tomado por tonto. Lo cierto es que no me la quito de la cabeza. Para Sharon, Lyli era como su hermana, le contaba todos sus problemas y sus inquietudes, solo habia algo muy importante para ella que ain no habia podido contarle, pero estaba decidida a ha- cerlo en breve, pues no estaba dispuesta a seguir sufriendo en si- lencio, de esa manera también sabria si realmente era la persona que ella creia. Lyli no era guapa, pero si muy atractiva, casi tan alta como Linton, uno setenta aproximadamente, pelo largo y rubio, de ojos color miel; sobre todo lo que mas le gustaba a Linton era su carac- ter sincero y simpatico; delgada como su hermana y con la misma edad, veinticuatro afios. —Cuando se lo vas a decir? —pregunt6 Sharon. —No lo sé, tengo miedo a que ella no sienta lo mismo por mi. Sharon le dio animos diciendo: —Yo creo que ti también le gustas, porque siempre me pre- gunta pot ti y tus conquistas. Su hermano esboz6 una sonrisa de lado a lado. — Eso seria estupendo, hermanita! No tardaré en averiguarlo; la invitaré este fin de semana a salir. /Y ti recuerda que eres una tumba! —La miro arqueando una ceja. —No te preocupes, soy toda cidos pero muda de palabra —contest6 Sharon con una sonrisa de complicidad; su hermano la miré con expresidn de satisfaccién. Cada dia que pasaba Sharon se sentia mas agobiada, pues su madre no paraba de repetirle lo buen chico que era Thomas, y lo agradable, que venia de buena familia, etc. En una palabra, un buen partido. Sharon cada vez lo soportaba menos y decidio Ia- mara Lyli. A pesar de sentir vergiienza por lo que tenia que con- tarle, sabia que si no se lo decia a alguien iba a volverse loca. Al fin yal cabo, Lyli era su mejor amiga y confiaba en su amistad, Quedaron en vers de la universidad, pues, aunque iban al mismo afio de carrera, antes de la clase de dibujo, en el jardin habia algunas clases que no les tocaban juntas. Entre la clase anterior y la de dibujo tenian tres cuartos de hora libres. Lyli salié al sitio donde habia quedado con Sharon. Llevaba pues- to el abrigo, pues en noviembre y por la majiana, hacia frio y humedad, sin embargo, Sharon solo llevaba un jersey de cue- Io yuelto, y aun asi le sudaban las manos de lo nerviosa que estaba. Sharon, ¢por qué no te has puesto el abrigo?, te vas a resfriar —le dijo Lyli nada mas verla. —No te preocupes, estoy acalorada. Dejo transcurrir unos minutos y prosiguid: —No sé como comenzar. —Pues empezando de una vez, me estoy quedando helada. iVenga, suelta ya eso que tenias que decirme tan importante que no podia esperar al fin de semana, y que te estaba agobiandol Sharon cogid aite, esperd unos instantes y... —Ti ya sabes que mi madre desde que mi hermano se ha dejado la carrera no le habla; ahora se ha volcado conmigo y no me deja en paz. A todas horas esta con el mismo rollo, insistiéndome en lo buen partido que es Thomas, lo buen chico, etc. Ya sabes lo clasica y tradicional que es. Solo le importan dos cosas: que me case con un chico de buena posicion, y que termine mis estudios. Cuando hablamos, bueno, mas bien es un mondlogo, para nada me pregunta si es eso lo que yo deseo, ni siquiera si me gusta el chico en cuesti6n. Yo me limito a escuchar, no me atrevo a decirle mis verdaderos sentimientos por cobardia. —Y aparte de que tu madre sea un plomo, cual es el pro- blema? No te gusta Thomas? —No es que no me guste Thomas, que es guapo y buen chico; ademas, le aprecio. El problema... —se detuvo un ins- tante— es que me gusta Carol, de segundo curso —Jo dejé caet como si de una bomba se tratara, pero la reaccion de Lyli fue totalmente inesperada para Sharon. —Lo siento, pero ya tiene novio —replicé encogiendo los hombros. —jVamos, Lyli, te estoy hablando muy en serio! 14 —Yo también, su novio se Hama Leonard. Fue compafieto mio el curso pasado y me la presentd. —jQué mierda! —exclamo Sharon. —2Qué mierda a que tenga novio o qué mierda a que no te lo haya dicho antes? —

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