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CREYENTES NO PRACTICANTES.
SU MORALIDAD.
Piensan que el amor lo justifica casi todo, y no ven con malos ojos
las relaciones prematrimoniales, que muchos consideran lógicas,
normales y convenientes. Aunque una mayoría sigan siendo partidarios
del matrimonio, ya no son excepción los que no se casan. A no pocos
de los que llevan años sin acercarse a los sacramentos les parece
más coherente con su postura acudir al matrimonio civil, que ellos
consideran válido.
En ese ambiente, ¿es posible hacer ver a esas personas que necesitan
de Dios? ¿Es posible abrir sus mentes y sus corazones a una visión
más trascendente de la vida, a un acercamiento comprometido con Dios
y la religión? ¿Cómo lograrlo?
VÍAS DE SOLUCIÓN.
MADUREZ EN PLANTEAMIENTOS.
LA OBCECACIÓN DE LA AUTOSUFICIENCIA.
Otras personas a las que les cuesta ver la necesidad de Dios son los
incrédulos, cuando esa incredulidad nace de una visión positivista o
cientifista de la vida. Sin advertirlo, a veces por una complacencia
exagerada en la capacidad de la ciencia y de la técnica, reducen la
realidad a lo experimentable, sin caer en la cuenta de que las
realidades “no experimentables”, y por tanto no
susceptibles de ser
estudiadas por métodos científicos, son tan reales y no menos
abundantes que las materiales. ¿Cómo demostrar
“experimentalmente”
la existencia del amor y del odio, de la alegría y la tristeza, de
la esperanza y la desesperación, de la generosidad y el egoísmo, de
la verdad y la mentira...? La existencia de estas realidades
“espirituales”, no tangibles, no materiales, se alcanza por
otras
vías distintas a las científicas: por las mismas a través de las
cuales podemos llegar a la existencia y a la necesidad de Dios, por
la sencillez y limpieza de corazón.
EL EJEMPLO Y EL EVANGELIO.
Termino con una apuesta por la esperanza: nos dice también el Beato
Josemaría Escrivá: “no existe corazón, por metido que esté en
el
pecado -o en la indiferencia, o en la incredulidad..., podemos
añadir-, que no esconda, como el rescoldo entre las cenizas, una
lumbre de nobleza”(5), pues no en vano llevamos en nosotros la
imagen y la semejanza de Dios.
Juan Moya
Dr. en Dº Canónico y en Medicina
(1 Tim. 2,4)
(Fides et Ratio, 24)
(1 Jn. 4, 7)
(Beato Josemaría Escrivá Es Cristo que pasa, 179)
(ID, Es Cristo que pasa, 74)