Jesús claramente quería fundar una Iglesia al instituir a los Doce Apóstoles y confiarles la responsabilidad de celebrar la Eucaristía, creando así una comunidad unida en la comunión con Él. Los apóstoles continuaron la misión de Jesús al preocuparse por encontrar sucesores y dejar una comunidad estructurada bajo la guía de pastores legítimos, preservando así la continuidad entre Jesús y su Iglesia.
Jesús claramente quería fundar una Iglesia al instituir a los Doce Apóstoles y confiarles la responsabilidad de celebrar la Eucaristía, creando así una comunidad unida en la comunión con Él. Los apóstoles continuaron la misión de Jesús al preocuparse por encontrar sucesores y dejar una comunidad estructurada bajo la guía de pastores legítimos, preservando así la continuidad entre Jesús y su Iglesia.
Jesús claramente quería fundar una Iglesia al instituir a los Doce Apóstoles y confiarles la responsabilidad de celebrar la Eucaristía, creando así una comunidad unida en la comunión con Él. Los apóstoles continuaron la misión de Jesús al preocuparse por encontrar sucesores y dejar una comunidad estructurada bajo la guía de pastores legítimos, preservando así la continuidad entre Jesús y su Iglesia.
La predicacin de Jess se diriga en primer lugar a Israel, como l mismo lo dijo a
quienes le seguan: "No he sido enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel" (Mt 15,24). Desde el comienzo de su actividad invitaba a todos a la conversin: "El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios est al llegar; convertos y creed en el Evangelio" (Mc 1,15). Pero esa llamada a la conversin personal no se concibe en un contexto individualista, sino que mira continuamente a reunir a la humanidad dispersada para constituir el Pueblo de Dios que haba venido a salvar. Una seal evidente de que Jess tena la intencin de reunir al pueblo de la Alianza, abierto a la humanidad entera, en cumplimiento de las promesas hechas a su pueblo, es la institucin de los doce apstoles, entre los que sita a Pedro a la cabeza: "Los nombres de los doce apstoles son stos: primero Simn, llamado Pedro, y su hermano Andrs; Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan; Felipe y Bartolom; Toms y Mateo, el publicano; Santiago el de Alfeo, y Tadeo; Simn el Cananeo y Judas Iscariote, el que le entreg" (Mt 10,1-4; cfr. Mc 3,13-16; Lc 6,1216) . El nmero doce hace referencia a las doce tribus de Israel y manifiesta el significado de esta iniciativa de congregar el pueblo santo de Dios: ellos son los cimientos de la nueva Jerusaln. Una nueva seal de esa intencin de Jess es que en la ltima cena les confi el poder de celebrar la Eucarista que instituy en aquel. De este modo, trasmiti a toda la Iglesia, en la persona de aquellos Doce que hacen cabeza en ella, la responsabilidad de ser signo e instrumento de la reunin comenzada por l y que deba darse en los ltimos tiempos. En efecto, su entrega en la cruz, anticipada sacramentalmente en esa cena, y actualizada cada vez que la Iglesia celebra la Eucarista, crea una comunidad unida en la comunin con l mismo, llamada a ser signo e instrumento de la tarea por l iniciada. La Iglesia nace, pues, de la donacin total de Cristo por nuestra salvacin, anticipada en la institucin de la Eucarista y consumada en la cruz. Los doce apstoles son el signo ms evidente de la voluntad de Jess sobre la existencia y la misin de su Iglesia, la garanta de que entre Cristo y la Iglesia no hay contraposicin: son inseparables, a pesar de los pecados de los hombres que componen la Iglesia. Los apstoles eran conscientes, porque as lo haban recibido de Jess, de que su misin habra de perpetuarse. Por eso se preocuparon de encontrar sucesores con el fin de que la misin que les haba sido confiada continuase tras su muerte, como lo testimonia el libro de los Hechos de los Apstoles. Dejaron una comunidad estructurada a travs del ministerio apostlico, bajo la gua de los pastores legtimos, que la edifican y la sostienen en la comunin con Cristo y el Espritu Santo en la que todos los hombres estn llamados a experimentar la salvacin ofrecida por el Padre. En las cartas de San Pablo se concibe, por tanto, a los miembros de la Iglesia como "conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el cimiento de los apstoles y los profetas, siendo piedra angular el mismo Cristo Jess" (Ef 2,19-20).
No es posible encontrar a Jess si se prescinde de la realidad que l cre y en la
que se comunica. Entre Jess y su Iglesia hay una continuidad profunda, inseparable y misteriosa, en virtud de la cual Cristo se hace presente hoy en su pueblo.