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Libertad 103
de felicidad infinita.
Siendo sus nietos no precisamente
los ms calmados de los nios, llegbamos
a enfadarla con nuestros gritos y travesuras;
ella calmada y tranquilamente, se deshaca
de nosotros con una frase llena de sencillez
y que no aceptaba objecin; squense a
descular hormigas!
Y le hacamos caso. Odedecamos de
inmediato, ya que la calle de las orillas de
la poblacin, estaba plena de hormigueros
y haba material para la obediencia de esa
orden.
Su eterno par de trenzas, enmarcaban
un rostro con las huellas de los aos y de la
dura brega diaria, con la mirada decidida
y fuerte, dispuesta a darse completa a su
familia. Jams le escuch queja alguna de sus
dolores fsicos; quiz la fuerza de su amor
era ms fuerte que su dolor. Nosotros slo
recibamos el tipo de amor que solamente las
abuelas son capaces de dar.
Seguramente muchas personas
habrn tenido una abuela as o parecida a
quien describo. Con sus diferentes formas
de ser, todas las abuelas son iguales. Son el
cono de la bondad y al mismo tiempo de la
reciedumbre para guiar un hogar. Las abuelas
son y seguirn siendo una bendicin y un
refugio solapador ante las injustas regaadas
de los padres. Un asilo seguro para el alma
contrita de un nio regaado que encuentra
un ngel y bajo sus alas se dispone a cumplir
su misin de infante: ser feliz.
Sea este un homenaje para todos los
abuelos y abuelas del mundo. Desde luego
recuerdo a mi abuela Mara: la mam de mi
pap. Ese es otro captulo.
Esa propiedad que an ostenta en su
exterior el nmero 103 es un misterio de sus
condiciones actuales. En se entonces de la
niez, era una de las pocas casas de la orilla
de tan sonriente poblacin altea, rodeada del
campo y al olor ranchero de vacas, gallinas,
zenzontles cantadores y otros animales.
Solamente la casa de mi ta Luz era un poco
ms alejada.Era la ltima casa de una polvosa
calle donde se iniciaba el camino para ir
caminando al cerrito de Cristo rey.
Ahora la mancha urbana ha engullido
ese pequeo trozo de tierra y el pavimento
supli esos empedrados polvosos pero
romnticos caminos. Pero ni el progreso,
ni los aos, ni las altas construcciones que
le rodean, han tapado eso tan hermoso que
nos di y permanece entre nosotros: el amor
familiar para abuelos, padres, tos, primos y
sobrinos.
Ahora muchos de los entonces nios,
ya somos tambin abuelos. Pero crame,
al recordar a nuestros abuelos y abuelas,
seguimos siendo nios.