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virgen, que tan generosamente nos regala en sus ltimos minutos en la cruz. Mara ya no
solo le pertenece al hermano Dios, sino que nos pertenece a todos. Un gran desafi que
tengo en la vida, no es parecerme a Dios que nunca lo lograr, sino que seguir a Jess
como mara vivi las enseanzas del resucitado.
Que la virgen sea la cera que aviva la llama de mi corazn, que sea mi ejemplo de entrega
y de bsqueda de Jess en los mas necesitados.
Madre, que siempre vean en el que sufre, el rostro de tu hijo, que se hace hombre, se
hace uno mas, en medio nuestro y nos invita a seguirlo para que no compartamos con el
en esta vida, sino que compartamos su banquete eterno en la gloria eterna.
Carlos Espinoza D.