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Estudio comparativo de ta adiecién patologica con la dependencia, ef abuso y fa compulsiin {del latin compulsio, que significa coaccién o apremie) casi como un sindnimo de obsesidn, Dentro del género de las actos compulsivos y las representaciones obsesivas se incluyen las ideas o representaciones y las tendencias o impulsos, casi siempre pola- rizados en temas de moralidad o pureza, salud o limpieza corporal y control, de los que el sujeto no puede liberarse, a pesar de vivirlos como algo no propiamente suyo ni siquiera legitimamente motivada, ¢ incluso, a veces, como un producto absurdo. La autocrities ejercida por el sujet sobre el fendmeno absesive-compulsivo, en el sentido de tratarse de algo irreal o absurdo, no resulta suficiente para liberarle de su presencia establecida al modo de un asedio o un cerco que se le impone desde fiera de si, Esta imposibilidad se debe al apoyo prestado a la compulsién por una angustia magica de fondo, en forma del presentimicnta de una gran desgracia, que padria con= sumarse en caso de excluir la exigencia compulsiva de su actividad conductual. A diferencia del fenémeno compulsivo, la adicciém aparece en el campo de Ia con- siencia como un deseo agigantado en forma sucesivamente de un apetito excesivo yoluntario o involuntaria y una pulsiém incontenible buscadora de recompensas que se vive como un fendmeno propio ¥ por tanto egosintonice, integrado en la autorre: alizacién del ser, no al mado de una compulsién como un fenémeno extraie a uno mismo. Puede haber un punto de contacto entre las experiencias del enfermo adictiva social y el fendmene compulsive tan s6lo en algin momento en que tal enfermo trata de luchar contra la apetencia o la pulsin con tanto vigor que deja de sintonizar con ella y la experimenta como un producto extraiia 0 egodisténico, Es la lucha activa de la voluntad del sujeto contra el ansia adictiva lo que puede generar su registro viven- cial momentineo en forma de un fendmeno compulsivo, tomando el perfil mixto de una pulsién adictivo-compulsiva. Existe en el ciclo adietivo de algunos individuos una secuencia proclive para que la pulsion adictiva deje de vivirsc como un fenémeno mental propio (cgosinténico} y adopte la figura de un fenomeno compulsive o extraio (egodistonico), Se trata de Ja secuencia cubierta por cl semtimiento de culpa acasionado por la entrega al dis- frute del placer adictive, en definitiva [a entrega a una evasién tan gratificance como inauténtica. Cuando tal sentimiento de culpa es suficientemente intenso y persistente, motiva al sujeto para adoptar una postura de enfrentamiento radical contra la pulsién adictiva, a la vez que se reactiva el mecanismo frenadar de la voluntad, aletargado en los enfermos adictivos comunes. De esta suerte, la pulsién adictiva comienza a vivirse coma un fenémens compulsive o impropio (egadisté- nico). En esta coyuntura, el enfermo adictiva, gracias a la reanimacién de la voluntad fre- nadora, puede contener durante cierto tiempo el apetito o la pulsién sin darle la sali- da habitual en forma de un acto impulsional. Para estas adicciones que se traducen en una conducta adictiva exteriorizada s6lo de tarde en tarde, al mediar la resistencia efectiva ejercida por el sujeto con el concurso del sentimiento de culpa 9 de otro fac- tor coactivo operante en el mismo sentido (las obligaciones del trabajo, la presencia de ciertas personas muy cespetadas, la limitacién cconémica, cte.), vege por mi parte 53 Factores de riesgo para tas adicciones sociales La importante intervencidn de los factores socioculturales en la etielogia @ dever- minacién de las adicciones sociales mérbidas o parolégicas queda debidamente con- trastada al consignarse que si bien estas adicciones no son un moderno fenémena especifica, su praliferacién si esté por completo vinculada a las sociedades occidenta- Jes modernas © postmodernas, hasta el punto de constituir una neva psicapatologia. No cabe duda, pues, de que eiertas factores propios de estas sociedades favarecen la aparicién del enganche patolégico a un objeto oa una actividad social, tales como la sobrepresién ejercida sobre el individuo, la degradacin familiar, la proliferacién de la enfermedad depresiva y la alta disponibilidad aleanzada por diversos objets ad tivos. Estas caracteristicas y oteas, que no mencionamos por razén de brevedad, inte- gran cl patrimonio de la civilizacion adictiva, EI Ficil deslizamiento contemporaneo de cualquier persona a sufrir de una adiccién auna actividad aceptada como legal y normativa, o incluso de reconocimicnto pabli« co.come es el trabajo, se debe en una amplia medida a la sobrepresion que ejerce sobre él la sneiedad tecnoerdtica y andmica, obligindole a definirse en el dilema planteada entre el sometimiento a la voragine de la tecnocracia y la entrega a la marginasion, o sea, en rérminas de Umberto Eco, la Integracién y cl Apocalipsis, en la catalogacién socioldgica las situadas en los peldaiios de arriba y en los peldaiios de abajo. El individua integrado actual resulta asediado dia a dia no sdlo por la necesidad de adaptarse a las sucesivas innovaciones cientificas y tecnoldgicas, que permiten defi- nir el tiempo actual como una épaca de cambios acelerados, sino por la lucha com- petitiva profesional y laboral y por las exigencias mantenidas por los grupos de poder ideolégico, «cultural (el poder noes cultura, de aqui que hayamos recurrido al entre comillado) y econdmico. Frente a esta triple acometida sobreexigente actual, el clu- dadano debilitado ademas por la pérdida de consistencia social registrada en la caida de los valoves morales, suele oprar por la docilidad de dejarse progeamar y hacer suya aquella triple sobreexigencia enteegindose a un estilo de vida impregnado de distrés o estres abrumador. El csfuerzo estresante de mantener dia a dia cl autocontrol consciente para seguir la linea programada por otros, encuentra su legitimo oasis en los momentos de rela~ jacién o evasion, La tendencia individual a evadirse y relajarse es como el fenémena de rebote suscitado por la acometida del distrés (estrés excesivo). En tal coyuntura, los instantes de relajacién aportacos por el entretenimiento proporcionado por un objeto social se viven coma una Jiberacidn, y la vivencia de liberacién posee una gran fuerza posesiva, y por tanta, adictiva, De esta suerte, ef nuevo tipo de hombre-masa se convierte en una facil presa para quedar enganchado por una aficién y transfor- maria en una necesidad absaluta, que se le impone en forma de un avasalladar deseo, incontenible para su voluntad y su capacidad de contral, y que se realiza como una pulsidn inevitable, sujeta a un ciclo de repeticiones indefinidas. La mayor parte de los que optan por escapar de la integeac apocalipticos, sujetos que se balancean entre la sobretensian del aistamiente, la con- dueta protestataria antinormativa y la flema del aburrimiento, Su inereia carece en los tres casos de wn norte orientador, En su deambular por la vida son ficilmente apre- ni social se vuelven 87 Las nuevas adicctones sados por la adiccién a cualquier objeto slel que se valgan para vivir instantes de pla cer, prevaleciende entre ellos la entrega a sustancias quimicas y a actividades sociales ilegales. El logeo de gratificaciones y placeres colma los sueitos y las ensofiaciones tanto de los integradas came de las apacaliprices. El hibito general de deleitarse con recom- pensas y realizar el correspondiente aprendizaje comportamental a su sombra, con- ducta que bordea el precipicio de la adiccién, se ha erigide en el patrdn cultural de nuestros dias, patrén que encierea en si un gran iman adictivo. Una civilizacién, que ademas de acumular los factares adictogenos antes mencionados, fomenta la apari- cidn de adicciones sociales y quimicas por este doble mecanismo: el distrés integrador y la marginalidad apacaliptica, y que facilita los instrumentos adecuados para el enganche, tiene archimerecida la denominaciGn de civilizacion adictiva. Mientras que las adicciones a actividades sociales legales forman la seric de las adicciones del lujo, la opulencia y el sistema, como si fueran la expresion de los patro- nes propias de la cultura opulenta occidental, las actos de robar, incendiar y violar cuando son incontrolables @ irrefrenables, en sus formas respectivas de la cleproma- nia, la piromania y la estupromania, no s6lo son conductas antisociales ilegales sina auténticas pautas covtraculterales. Este significado contracultural se refleja también en que tales impulsiones antisociales prenden mucho mas ensre las apocalipticas que entre los integeados, Pero aun aquellos que han quedade enganchados por los obje- tos sociales legales no son inmunes ni mucho menos 2 las pulsiones adictivas anti- normativas. Hay una corriente asociativa circulante entre unas y otras, sobre todo entre las impulsiones a comprar y hurtar, segin detallaremos en el capitule corres pondiente. Aparte de los factores gencrales presentes cn las sociedades occidentales contem- pordineas, que, segin acabamos de ver, estimulan de un mado indirecto la incidencia del género de las adicciones sociales @ compartamentales, la dispouibilidad del obje- to asume, de un modo directo, un importante papel adictogeno en casi todas las adic~ ciones sociales normativas Iegales. Abundan los tcstimonios epidemiologicos en todas ellas, y tambien por supuesto en las adicciones quimicas, acerca de como al cre~ cer la oferta se eleva asimismo el abuso del consumo ¥ por ende la incidencia de la enfermedad adictiva correspondiente, Tal influjo especifico directo toma una mayor fuera determinante en relacién con las adicciones a la compra y al juego. El ascenso en la tasa de incidencia de la adiceién al juego ya la compra registeada en las tres tilt mas décadas en Espaita se ha producide a expensas, por una parte, del sistema de ven- tas propio de las grandes superficies y, por otra, de la multiplicacién de las miquinas tragaperras y los establecimientos de juegos de azar. En el conjunto de factores eulturales respousables divectos de la ripida peopaga- cién tomada en los tiltimos tiempos por las adicciones al juega, a la compra y al tra- bajo sobresalen por orden respectivo los tres elementos siguientes: — El acoso presencial y organizativo de las distintas formas de juego de azan —El sistema de ventas de las grandes superficies, extendido desde la publicidad y la colocacion sclectiva de los objetos a distintas alturas hasta el paso final por la eaj: ss Factores de riesgo para tas adicciones sociales La baja autoestima, por lo general asociada con un comportamicnto de inseguri- dad ¢ hipersensibilidad, es una base propicia para la germinacién de las adicciones sociales, La autoestima toma sus niveles mais bajos en el caricter neurdtica. El psico~ analista disidente Alfred Adler, que no tardé en abandonar a Freud, tuvo el pleno acierto de adserihie cl desarrallo del cardcrer ncurérico a un sentimiento de inferieri- dad, complejo de inferioridad deefa él, En el marco de la personalidad neurdtica, el potencial adietivo encerrado en la baja autoestima se potencia con el alejamiento de los demas impuesta por la timidez y la tendencia a las fobias sociales: La introtersidr camstituye un rasgo adietogeno pear definido que las das anterio- res. El cje extraversién-introversién fue utilizado por el psicoanalista Carl Gustav Jung para sistematizar la tipologfa de Ia personalidad, lo que le condujo a establecer un vinculo entre la sintomatologia histérica y la extraversion, y entre los sintomas de ansicdad y la introversiOn. Por otra parte, la introversion, como tendencia de conducta, esta tan unida a la baja autoestima, que el mencionarla aqui podria significar un pleonasmo, si na fuera por el descubrimiento de la personalidad introvertida por excelencia en la forma de la personalidad alexitimica, Ha hecho ireupcién con tanta fuerza explosiva el papel de Ia alexitimia (ineapacidad de expresar las emociones propias) en la etiologia de las adicciones, que hay autores, coma Corcas y colaboradores (2009), empefiados en postular que «la alexitimia parece ser una dimensidn comin a cadas las conductas adictivas», afirmacian sin duda exagerada, La coustelacin de personalidad (asociacién de varias teazos} que abre al maxima la grieta de la vulncrabilidad individual ante la incidencia de un proceso adictiva social, esta integeada por la conjuncién de un nivel alto de impulsividad y ua indice insulicicnte de autocstima, La mentalidad organizada en torno a esta constelacion se acompaiia de un riesgo adictivo arrollador, por lo que bien merece la designacién de mentalidad preadictita, Las sitwacioues en la vida que mas favorecen el enganche adictive son las mismas que destacan por su capacidad para determinar un estado depresivo, A continuacion se expone la relacién de situaciones vitales, a la vez, mas adictégenas y depreségenas: el duelo, la sobrecarga de estrés (mejor dicho, distrés, que es como un estrés abru- mador), la soledad, la irregularidad horaria, el desempleo, la insuficiencia econémica y la inactividad fisica © mental. Casi todas la modalidades situativas mencionadas conyergen en provocar al tiem- Po una enorme penuria tanto en la claboracién de imégenes introyectadas como en las refereneias de identificaeién 0 en los medias de subsistencia. Un empobrecimiento existencial tan penoso en imagenes, referencias a disponibilidades, puede conducir al sujeto por la via directa a un estado depresivo o por la via indirecta de la busqueda de compensacidn a un enganche adictivo. El wso abssivo de cualquier abjeto social dotado de potencial adictivo puede inter- Pretarse segtin los casos como cl habito que conduce por la via mas directa a la adic~ cién o como la manifestacién externa mas evidente de la presencia de wna adiecion. Por ella, ante cualquier abuso habitual de un objcto adictivo, debe pensarse cuando 61

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