Professional Documents
Culture Documents
NARRADOR:
Generalísimo Emilio Aguinaldo. El decía: "La verdad está siempre encima de toda la
decepción y la falsedad de este mundo."
Pero Aguinaldo, hombre humilde, hombre religioso, rehusaba confrontarse ante estos
críticos porque sabía que un día, la historia, la historia verídica y objetiva, le
vindicaría.
Escena 1.
Continua leyendo otros nombres. Mientras tanto, los espectadores y los actores en
el auditorio empiezan a gritar "MABUHAY SI HENERAL AGUINALDO!
MABUHAY ANG KALAYAAN FILIPINAS! VIVA AGUINALDO! VIVA
FILIPINAS!"El himno nacional filipino se toca y todos cantan:
Tu pabellon que en las lides/ la victoria ilumino/ no vera nunca apagados sus
estrellas ni su sol.Tierra de dichas, de sol y amores/ en tu regazo dulce es vivir/es
una gloria para tus hijos/ cuando te ofenden por ti morir!”
Aguinaldo ahora se levanta solo en el balcón, las luces del auditorio y la música
empiezan a disminuir junto con el festejo. Cuando todo es silencio, solo a Aguinaldo
se enfoca en el centro del balcón. Los otros actores hacen MUTIS. Los
espectadores y actores en el auditorio toman sus asientos. Cuando todos están
sentados y las luces en el auditorio se apagan, Aguinaldo, solo, con un foco especial
iluminando su presencia, dirige las siguientes palabras, con su normal
modestia, tono tranquilo, pero con mucha deliberación:
Escena 2.
AGUINALDO:
Pero ya era demasiado tarde cuando nos dimos cuenta que nos manipulaban. Hoy
día, los extranjeros nos siguen manipulando con su propaganda de la democracia y la
libertad. Sí, compatriotas filipinos, la democracia y la libertad. Pero no para
nosotros. Para ellos. La democracia y la libertad para ellos, los blancos,y no para
nosotros, los indios. Cuando los blancos hablan de la 'libertad de los pueblos del
mundo', quieren decir la libertad suya, la
libertad blanca, la democracia de los blancos del mundo.
Yo era joven, demasiado joven. Éramos en aquel tiempo los idealistas, los jóvenes
idealistas. Agoncillo, Basa, Tolentino, Ferrer, Canon.
Creíamos sinceramente al cabrón viejo Dewey cuando nos dijo: "Los Estados Unidos
hemos llegado a Filipinas para proteger a los nativos y
soltarles del yugo de Espana!"
Escena 3.
DEWEY: Tenemos que hacer algo urgente sobre ese asunto. Lo que voy a hacer para
Vd. es enviar un barco en seguida a Hong Kong para sacar esas armas.
Mientras tanto, utilicen las armas confiscadas de los barcos de guerra de los
españoles, y los 62 fusiles y municiones traidos por el Petrel de
Corregidor.
DEWEY: (riendo con urbanidad) Me alegro que es Vd. franco y abierto conmigo.
Yo creo que los filipinos y los nortemericanos debieran actuar como amigos y
aliados, ¿no cree Vd.? Debemos quitar todo obstáculo en este camino hacia una
alianza mutua, es decir, toda duda y todas las dificultades. Le aseguro a Vd. que los
Estados Unidos reconocerán la Independencia del pueblo filipino, garantizado por la
palabra de honor de los nortemericanos que vale mucho más que cualquier acuerdo
escrito por los españoles, como lo que pasó hace poco en el pacto de Biak na Bato.
Ademas, yo creo que sería menester que la bandera filipina se alzara a la vez que la
de los Estados Unidos para ganar el respeto y la estima de las otras naciones.
Escena 4.
Apunta a otra parte del escenario donde se ilumina una escena que toma lugar en
una casa en Hong Kong. Los exilios están discutiendo planes para la
Independencia Filipina. La fecha: 4 de mayo 1898.
Escena 5.
AGUINALDO:
AGONCILLO:
Estoy de acuerdo. Creo que los Estados Unidos reconocerán nuestra independencia.
En Cuba, ¿acaso no declararon la guerra contra España para liberar al pueblo
cubano? No veo cómo actuarían de otra manera en nuestro caso.
SANDIKO:
Tienes razón. Si el gobierno norteamericano propone a llevar a cabo los principios
fundamentales de su constitución, es muy improbable que colonizarán o anexarán las
islas.
Yo creo que reconocerán nuestra independencia.
ALEJANDRINO:
No lo sé. Soy un poco sospechoso. Es un riesgo, creo yo. Un gran riesgo confiar
totalmente en los norteamericanos. Un peligroso riesgo, creo yo, aceptar su
invitación en lo que llaman una 'lucha común' contra los españoles. Pero
parece que no tenemos otro remedio. No tenemos armas; no perdemos nada.
Ademas, son los únicos dispuestos a vendernos armas y municiones, y la
ayuda de algunas tropas.
AGUINALDO:
Dewey quiere que volvamos a Filipinas para urgir a los filipinos levantarse contra
los espanoles. Nos aseguró su cooperación en cuanto a las armas y municiones que
necesitamos. Me dijo que aunque él no tenía la autorización, sin embargo y sin duda
me aseguró que nuestra libertad está garantizada como la de Cuba, con la única
condicion que cooperemos con ellos.
Escena 6.
NARRADOR:
Los cubanos. Y mira lo que paso a Cuba. Comunista y anti-americano. Otra vez,
otra perfidia norteamericana contra los cubanos. Otra vez, la cuestion del
expansionismo, el expansionismo norteamericano. El chauvinismo blanco, la
arrogancia intelectual, la intimidacion de los fuertes contra los debiles--estos son los
instrumentos de los yanquis en los paises del tercer mundo.
Volviendo ahora a la escena filipina. Pues, como se esperaba, los Estados Unidos dio
la espalda a Filipinas. Su moto, "Libertad a Cuba", no se aplicó en Filipinas. El
presidente McKinley no supo lo que sucedio despues porque murió durante su
presidencia en manos de un asesino. Filipinas fue víctima de lo que se llamó
”Manifest Destiny" que algunos de sus consejeros como Teodoro Roosevelt y Russell
Alger inventaron para justificar el abandono de la politica extranjera estadounidense
de "no intervencion" en los asuntos de otras naciones.
He aqui algunos comentarios de unos "distinguidos" norteamericanos sobre su
politica de expansion, o mejor dicho, en términos más bien eufemísticos,
"la politica del destino americano". Primero, el Capitan Mahan:
Los actores estan situados en diferentes partes del auditorio. Foco especial a cada
uno cuando llega su turno de hablar.
Escena 6.
MAHAN:
NARRADOR:
HAY:
Ningún hombre, ningún partido político podría luchar con éxito contra una tendencia
cosmica.
NARRADOR:
Otro expansionista yanqui, Chauncey Dephew, dijo con certeza lo que era el destino
norteamericano.
DEPHEW:
Está en nuestra sangre ansiar posesiones coloniales; ningún poder mundial puede
impedirlo.
NARRADOR:
NARRADOR:
ALGER:
NARRADOR:
Pero ¡qué gran broma porque todo el mundo sabía que la flota española en el Pacífico
no valia para nada! Eran unos tres o cuatro barquitos de guerra que no podía ni
viajar entre isla a isla en Filipinas. ¿Cómo entonces podia viajar esta flota
hasta la costa pacífica de los Estados Unidos y más aún atacarla? Mucho antes de la
guerra Hispano-Norteamericana, los expertos navales de Asia ya habían dicho que la
flota española en Manila era deplorable y que estuvo compuesta de viejos y
decrépitos barcos de guerra incapaces de cruzar el Pacifico. La flota no ejercía
ninguna amenaza a la costa norteamericana. La victoria de Dewey contra Montojo
ya fue concluido mucho antes de la actual batalla en la Bahia de Manila.
El profesor George Taylor en su libro America en el Nuevo Pacifico tiene este que
decir.
China y Japón tenían que entrar el mercado mundial para nuestro beneficio.
NARRADOR:
Asomamos hacia un estado más sublime que lo del progreso nacional--la expansion
de nuestras riquezas y el agrandecimiento rápido de nuestros territorios. El comercio
internacional ha traído a nosotros los antiguos continentes, y han creado necesidades
para nuevos puestos y conexiones. Quizas, colonias alla! (apuntando al horizonte)
NARRADOR:
Ademas, cuando consideramos el hecho de que la historia filipina fue escrita por los
historiadores filipinos educados en los Estados Unidos, uno se da más cuenta del por
qué los americanos siempre han sido los "buenachones" en las historias escritas sobre
Filipinas, y los españoles, siempre los malvados.
27 de mayo de 1898.
Distinguido Generalísimo Aguinaldo. Hay que saber las verdaderas intenciones de
los norteamericanos. Ya les hemos informado que les ayudaríamos a luchar
contra los españoles con el fin de que obtengamos nuestra independencia de España.
Ahora si ganan con la ayuda nuestra, y no reconocen nuestra
independencia e insisten en esclavizarnos o vender nuestro país, entonces tenemos el
derecho de luchar contra contra ellos para el bienestar de nuestra patria. Tenemos
que enviar un representante a los Estados Unidos para verificar las verdaderas
intenciones de los norteamericanos.
Felipe Agoncillo.
Escena 8.
7 de Agosto de 1898.
Distinguido amigo, Don Felipe. Es menester que vaya Vd. a Estados Unidos lo más
pronto posible para que sepa el gobierno de McKinley la verdadera situación aquí en
Filipinas.
Dígale al presidente Mckinley que no debiera ignorar los sentimientos del pueblo
filipino.
Emilio Aguinaldo.
Escena 9.
"Oval Room" de la Casa Blanca en Washington. Octubre, 1898. Agoncillo y
Mckinley están sentados. Al lado de Mckinley, un intérprete también sentado.
Traduce al inglés simultáneamente en voz baja mientras habla Agoncillo .
AGONCILLO:
Señor Presidente. El gobierno filipino, igual que los Estados Unidos, es un gobierno
democrático. Fue sancionado por el pueblo filipino y nuestro jefe el general Emilio
Aguinaldo fue elegido por sus compatriotas, los ciudadanos
filipinos. Vengo como representante de nuestro gobierno y nuestro jefe el General
Aguinaldo para informarle otra vez a Vd. y al gobierno estadounidense del hecho de
que existimos como una república tal como la de ustedes, una república soberana e
independiente. Esperamos que esta nación norteamericana lo reconozca en su total
soberanía.
MCKINLEY:
I'll see to it that the American peace commissioners in Paris will take this matter into
serious consideration. Meantime, I suggest follow up the matter when you go to
Paris. (Dando la mano) Welcome to the United States of America!
AGONCILLO:
(Hace mutis.)
If there were more Filipinos like that chap Agoncillo, there would be
no question about their right to govern themselves.
Escena 10.
(Conferencia de la Iglesia Episcopalia, Washington, D.C. Octubre 1898.
Los delegados entran y toman sus asientos en el auditorio junto con los espectadores.
Una bandera grande lee: "AMERICAN EPISCOPAL TRIENNIAL CONVENTION”
MODERADOR:
(Aplausos)
AGONCILLO:
Gracias, Sr. Moderator, y gracias, damas y caballeros, por esta calurosa recepción.
Siento muy honrado hablar aquí sobre la situación política en Filipinas. Como sabéis
muy bien, declaramos hace cuatro meses nuestra independencia de España. Los
Estados Unidos, después de la victoria del almirante Dewey en la Bahía de Manila,
nos ayudó con otras victorias después. Antes de esta victoria, sin embargo, nuestro
Presidente, General Emilio Aguinaldo había luchado y ganado varias batallas contra
los españoles .
El gran problema que existe hoy día es que hay facciones en la política
norteamericana que no reconocen nuestra aindependencia. Ambos gobiernos los de
Norteamerica y España por medio de sus delegados están ahora en París para firmar
un tratado que se va a ratificar el diciembre de este año.
La ironía aquí es que Filipinas es una nación soberana, y no formamos parte de las
negociaciones. Es decir, no reconocen a Filipinas como una nación independiente.
Hablé hace unos días con el Presidente McKinley y me urjo ir a París y hablar con
los delegados americanos allá.
Enonces, les ruego a Vds., por parte del gobierno de la Republica de Filipinas en el
verdadero sentido del espíritu cristiano, a apoyarnos en esta lucha de reconocer la
soberanís de nuestro país. Gracias por su atención.
Un aplauso cortés del auditorio. Las luces se disminuyen en el auditorio y en el
escenario. Los delegados (en el auditorio junto con los espectadores) comentan en
voz baja. Muchos dan comentarios positivos del discurso de Agoncillo.
Escena 11.
Delegados de la conferencia en grupos de dos o tres dando la enhorabuena a
Agoncillo, otros dandole la mano. Otros tomando café y galletas. El Senador
Chandler se acerca a Agoncillo. Centro del escenario.
CHANDLER:
¸
Sr. Agoncillo, soy Senador Chandler. Eso fue un discurso muy emocionante.
AGONCILLO:
Gracias, Senador.
CHANDLER:
AGONCILLO:
Mañana.
CHANDLER:
AGONCILLO:
CHANDLER:
Lo que diría en la carta es que apoyo vuestra causa y que se debiera reconocer
vuestra nación como nación independiente.
AGONCILLO:
Escena 12.
MCKINLEY:( Con una gran sonrisa en su cara, sus manos señalando la ¨V¨para
¨Victoria¨. Más gritos y silbidos del auditorio.)
(Una mujer en el auditorio grita: “Te queremos, Sr. Presidente”. Más gritos y
silbidos)
Hace semanas que he debatido sobre la cuestión de Filipinas. He pedido consejos por
todos lados. Noche tras noche, caminaba en los pasillos de la Casa Blanca, y una
noche, antes de acostarme, después de tantas noches sin dormir, me arrodillé y rezaba
a Nuestro Señor Dios Todopoderoso (Se oyen unos “Amen” entre los
delegados)...Recé y le pedía que me guíara, y cuando me acosté aquella noche, tuve
un sueño. Dios me habló en ese sueño, y me dijo: "No devuelvas las Islas Filipinas a
España. Eso será cobardía y un acto deshonrado. Tampoco dársela a Francia o
Alemania--- Eso será mal negocio. No dejes que se gobiernen por sí mismos. No son
capaces de gobernarse. Habrá anarquía y caos peor que lo de España. Hay que
apoderarse de todas las islas y educar los filipinos, civilizar y cristianizarles.."
Ese fue el mensaje de Dios Todopoderosos que me habló en ese sueño. Desde
entonces, ya podía dormir bien.
Escena 13.
Se ilumina una parte del escenario. El “Oval Room” de la Casa Blanca. Mckinley
está haciendo una llamada al Senador Davis en Paris. Otra sección del
escenario.Davis en su despacho en París. Contesta el teléfono.
DAVIS:
MCKINLEY:
DAVIS:
Ah, sí, perdón, Sr. Presidente. Siento. Es que son las 4 de la tarde aquí.
MCKINLEY:
DAVIS: (riendo)
DAVIS:
Muy bien, muy bien. Los españoles necesitan dinero. Están casi desesperados. Piden
treinta millones de dólares para Cuba, Puerto Rico y Filipinas.
MCKINLEY:
DAVIS:
Comprendo, señor.
MCKINLEY:
¸
Y otra cosa. Hay un tipo que se llama Agisillo o algo por ese estilo, no sé pronunciar
su nombre. A ver si te causa problemas. Quiere formar parte del comisionado. Æ
DAVIS:
MCKINLEY:
¸
Bien. Entonces, termina todos los trámites lo más pronto posible, págales, y retírate.
DAVIS:
Comprendo, señor.
MCKINLEY:
DAVIS: (riendo)
Escena 14.
AGONCILLO:
Senador Davis, soy Felipe Agoncillo representante de Filipinas. Tengo aquí una
carta para Vd. del Senador Chandler.
DAVIS:
Ah, sí, sí. Mucho gusto, Sr. Aguisillo. El Presidente McKinley habló bien de Vd.
AGONCILLO:
¿De veras? Muy agradecido y muy amable del presidente. Señor, el Senador
Chandler me pidió que entregara esta carta a Vd. en persona. (Le entrega la carta.)
DAVIS:
AGONCILLO:
Un pequeño favor, Senador. ¿Me permite participar en las discusiones, o a lo menos,
observar las charlas?
DAVIS:
(Mutis)
Escena 15.
Bueno, señores, necesito vuestras firmas en este tratado. Pero antes, me gustaría dar
un breve resumen de los puntos claves en que nos acordamos. Primero: España cede
las islas de Filipinas, Guam y Puerto Rico a los Estados Unidos. Segundo: Los
EE.UU. pagará a España un total de $20.000000 Tercero: España cede su soberanía
sobre Cuba. Y último: El estado civil y político de los residentes de estos territorios
será determinado por el Congreso de los EE.UU.
(Davis entrega el tratado a la delegación española. Tiene una sonrisa, más bien
sardónica, en sus labios, como si fuera victorioso en una jugada de poker. Los
españoles, resignados, firman, sabiendo que no hay otra alternativa. Después de las
firmas, entra un camarero con champán, y todos hacen un brindís.)
DAVIS:
DELEGADO ESPAÑOL:
Salud y pesetas!
(Todos se ríen y beben el champán. Las luces se apagan.)
Escena 16.
Esta escena se puede en una de tres maneras. O una combinación de las tres,
porque es un discurso bastante largo. Primero, Agoncillo puede leer sucarta de
protests, levantado ante un podio, como si hablara directamente a la Comisión de
delegados españoles y norteamericanos que firmaron el Tratado de Paris. O puede
estar sentado escribiendo esta carta, y suena una “voz OFF” mientras escribe. Y
tercero, puede hacer el discurso de memoria frente la Comisión (o el auditorio).
AGONCILLO:
Bajo estas circunstancias, los delegados españoles en Paris no tenían ningún derecho,
dentro de los principios de la ley de naciones, a ceder o transferir posesiones de las
cuales no se les pertenencen. España perdió su dominio y posesión de las Islas
Filipinas en la revolución entre 1896 y 1898.
Al ser derrotada, fue menester por parte del gobierno español reconocer al pueblo
filipino y por consecuencia, sus derechos de decidir su propio porvenir. En el caso de
los comisionados de los Estados Unidos, ¿qué derecho tienen de connsiderarse
árbitros en el asunto del futuro de Filipinas? Debieran actuar con honradez y de
buena fe. Si lo hiciesen, lo cual no lo hicieron, hubieran reconocido el estado
político e independiente de la República Filipina.
Lo que es de mal gusto es el hecho de que los americanos dieron al General Emilio
Aguinaldo y los otros líderes filipinos la impresión de que eran aliados en nuestra
lucha por la independencia contra España. Por ejemplo, el Capitán Wood,
comandante del USS Petrel, antes del comienzo de la guerra Hispanoamericana,
pidió la cooperación de los filipinos. Igualmente, los consules americanos, en
Singapore, el Consul Pratt, y el consul Wildman en Hong Kong, y Williams e Cavite,
ofrecieron a reconocer la independencia de la nación filipina en el momento de
triunfarse contra las fuerzas españolas.
En siete ocasiones, General Aguinaldo fue asegurado por los representantes del
pueblo estadounidense de la independencia filipina.
Séptimo, Dewey entró en relaciones con el pueblo filipino, sus generales y oficiales
nacionales de nuevo gobierno filipino, reconociendo sin cuestión de este cuerpo
incorporado y la soberanía autónoma del yugo español por medio de su propia fuerza
al derrotar el ejército español.
Es verdad que Manila cayó en manos de los norteamericanos, pero sin la ayuda y
cooperación de los filipinos, y los previos ataques de las tropas de Aguinaldo, ¿creen
Vds. que los norteamericanos hubieran tomado posesión de Intramuros con tanta
facilidad?
Pero me confunden las intenciones del Presidente McKinley: ¿Fue la verdad cuando
el Presidente McKinley declaró con toda solemnidad que no tenía ninguna intención
de la expansión territorial en lucharse la guerra contra España? ¿Fue la verdad
cuando declaró que la guerra contra España era por principios de la humanidad?
¿Fue la verdad cuando dijo que tenía la solemne obligación de liberar a los pueblos
oprimidos? Y en fin, ¿dijo la verdad cuando declaró que su deseo era proclamar los
derechos de soberanía de aquellos países liberados del yugo de España?
He dicho.
DAVIS:
MCKINLEY:
DAVIS:
MCKINLEY:
(Se disminuye el foco de McKinley y en otra parte del escenario, la luz se enfoca al
NARRADOR)
Escena 18.
NARRADOR:
Pues, ahí lo tienes, damas y caballeros. Una breve historia de la traición española y
norteamericana. ¿Y los víctimas? Aguinaldo y companía. Es decir, nosotros, los
filipinos. Las pequeñas naciones manipuladas por las grandes y ricas naciones. Y,
¿detrás de todo esto? El negocio. Los negocios multinacionales. Sí, señores y
señoras, desde que se inventó el dinero, el dinero empezó a hablar. Y habla fuerte.
En particular, el gran dinero. Y se repite el refrán otra y otra vez: los ricos se
enriquecen más y los pobres se empobrecen más aún. Los ricos explotan a los
pobres. Los pobres se cansan de la explotación y empìezan una revolución. Y si
ganan los pobres, ahora se convierten en los ricos, pero los viejos ricos son siempre
ricos porque tienen su dinero en los bancos suizos. Siempre listos para pequeñas
cosas como una revolución, o una guerra. Y nunca lo pierden porque tienen mucho
del gran Don Dinero.
FIN