tus labios y tus ojos me nombren, ardern los cielos. Y no sabr de m qu sea el da o la noche, cmo sea el presente zafiro y dejar de interesarme el maana diamante, el horizonte lapislzuli. Y cesar el universo en la contemplacin de tus ojos, al tacto de tu piel me tornar mrmol, morir en la eternidad como un instante congelado que pende temeroso de floreciente rama de olivo y termina cayendo al vaco, evaporndose en la brusca certidumbre de la nada y el fro. Y as pasen los siglos y una eternidad sobre otra eternidad, seguir presente de tu esencia el aroma, de tu risa la figura, de tu cuerpo el muelle tacto que araa y desgarra la memoria que an me queda. Mira que donde los ptalos de tu piel me rocen, se volver polvo el infierno. Y las llamas del Hades supurando flores y nctares inundarn el mundo con el fluir despiadado del placer y el gozo. No quieras saber de esto, que deshebra mi razn en minsculas fibras de sueo, minsculas vibraciones de cierzo. No quieras saber. No quieras saber cmo se olvida. Cmo se puede olvidar lo que no se recuerda, cmo nace el recuerdo si la memoria falla, cmo persevera la esencia cuando los sentidos mueren. No quieras saber el rencoroso placer del hielo, ni la forma avasallada en el mrmol. No quieras descubrir en la caricia furtiva y eterna, instantnea y perenne la esencia de lo que seremos, la justificacin de lo que hemos sido, y el anhelo de lo que sern nuestros cuerpos cuando al fin de los tiempos vueltos memoria y huyendo del olvido se vuelvan a encontrar. Seremos entonces lo que hemos sido y ms an: la constatacin de una eternidad que podemos vivir aqu y ahora. Que todo lo sabes lo s, que sabes cmo dar vida con una mirada, que sabes cmo quitar la vida con una sonrisa. Que todo lo sabes lo s, pero no quieras saber de la ciega circumvolucin de la sangre que hierve, de la risa que libera, de la caricia que redime. No quieras saberlo, Minerva. En ello te va la vida. En ello me va la muerte. Francisco Arriaga. Mxico, Frontera Norte. 20 de Septiembre de 2014.