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Universidad de Flores

Facultad de Actividad Física y Deporte


Materia: Metodología de la Investigación II

Apunte sobre Antonio Gramsci


Elaborado por Prof. Natalia Fiori
Marzo 2006

Antes de comenzar a contarles acerca del pensamiento de Antonio Gramsci, me parece


muy importante, dar algunos “consejitos” que puedan ayudar a entender cómo pensaba Gramsci y
porque pensaba lo que pensaba. Lo fundamental para comprender el pensamiento de cualquier
autor, sea quien sea, es poder contextualizarlo socio-históricamente. Esto quiere decir,
comprender en que momento y bajo que circunstancias se produjo (y fundamentalmente, cuando
se trata de pensadores de las ciencias sociales, para que tipo de sociedad escribían).
Aunque algunas corrientes filosóficas sostienen que existen ideas eternas por fuera de la
realidad social, lo cierto es que no hay producciones intelectuales que no estén vinculadas al
contexto socio-histórico donde surgieron (Lo que queremos significar es que “cada autor es hijo de
su tiempo”).
No existen producciones teóricas “metafísicas”, descontextualizadas, desligadas de un
contexto concreto, sino que las mismas surgen y se constituyen a partir de condiciones sociales,
económicas y políticas concretas, en medio de un conjunto de relaciones sociales dadas.
Tomar en cuenta este hecho es de suma importancia para lograr comprender globalmente
un pensamiento (y no sólo repetir las ideas básicas de memoria). Es necesario saber que era lo
que pasaba en el mundo a nivel social, económico y político, para lograr comprender la ideología
de un autor.
Además, otro punto muy importante es que, en los últimos años, se viene produciendo un
fenónemo bastante “peligroso” que consiste en la banalización y domesticación de diversos
autores que pertenecen a la vanguardia revolucionaria del pensamiento social (Marx, Lenin,
Gramsci, Vigotsky, Freire, etc). Este intento por apropiarse “acríticamente” del pensamiento
“crítico”, no es más ni menos que, una sutil estrategia para canalizar la construcción de una
verdadera contra-hegemonía frente al pensamiento único (y hegemónico claro). Si bien, que se
lean y se discutan diversos autores pertenecientes a las corrientes más críticas y contestatarias es
todo un avance, no podemos jamás desligar la producción teórica (intelectual) de dichos autores
de sus prácticas militantes (en especial cuando se tratan de revolucionarias). En el caso particular
de Gramsci, no podemos jamás dejar de tomar en cuenta que toda su producción intelectual
acerca de la cultura y la sociedad está guiada por su práctica militante política (y partidaria).
Gramsci escribía pensando en una sociedad socialista, y elaboró toda su teoría a partir de las
influencias del marxismo. Por lo general, sólo se estudian los conceptos aislados (como por
ejemplo; el concepto de hegemonía, la filosofía de la praxis, el “sentido común”, etc) perdiendo
riqueza y desvirtuando lo que Gramsci quería decir en verdad.

Una posible solución que propongo frente a este problema es hacer el esfuerzo de
comprender los fenónemos en su totalidad, recontextualizar adecuadamente el pensamiento de
cada autor, situándolo en el preciso momento donde produjo su obra, analizando en que
condiciones produjo sus obras y especialmente reflexionando para que tipo de sociedad la
produjo.
Pero entonces… ¿Quién fue Antonio Gramsci?
Antonio Gramsci (que nació en 1891 y murió en 1937) ha sido uno de los pensadores
políticos (y militantes) más importantes dentro de la corriente de pensamiento social socialista.
Gramsci nació en Cerdeña (al sur de Italia) en el seno de una familia muy humilde. Desde muy
pequeño tuvo que enfrentarse con graves problemas económicos y de salud. Sin embargo, y a
pesar de las condiciones sociales precarias, logró acceder a sus estudios superiores en la
Universidad de Turín en 1911, pero se vio obligado a abandonarla años después debido a un
problema crónico de salud. Sin embargo, su experiencia universitaria le permitió entrar en
contacto con el pensamiento de K. Marx, el de Benedetto Crocce (un importante filósofo italiano
muy en boga por aquel momento) y otros pensadores socialistas.
En 1913, se afilia al Partido socialista Italiano. Y desde entonces, comenzó a trabajar como
periodista en “Avanti!” (¡Adelante!), el periódico del partido. No olvidemos que por ese momento,
se desarrollaba la primera guerra mundial, y acontecía la revolución rusa de 1917, lo cual
impactará muy profundamente en todas las organizaciones socialistas y proletarias. Las lecturas
que realizó acerca de Marx, Engels y Lenin lo impulsaron a rechazar el idealismo filosófico de B.
Crocce. En 1919 fundó el periódico “Ordine Nuevo” (Nuevo orden), dirigido al proletariado italiano
en colaboración con Palmiro Togliatti (un compañero de militancia de muchos años) junto a otros
compañeros socialistas.
Durante esos años, Gramsci tomo parte en el movimiento de Consejos de Fábricas
(similares a los soviets de Rusia) que intentó sin éxito desafiar a la empresa de automóviles Fiat y
otras compañías capitalistas de Turín. El fracaso de este movimiento, motivó a Gramsci a
replantear la estrategia política de todo el movimiento obrero italiano y mundial.

Ante la disyuntiva planteada por el curso que tomaba la Revolución rusa, Gramsci optó por
adherirse a la línea comunista y se escindió del Partido Socialista. Siendo uno de los fundadores
del Partido Comunista Italiano (PCI), formado en enero de 1921 en el Congreso de Livorno.
Integró el Comité Central del PCI, al que también representó en Moscú en el seno de la
“Komintern” (la III Internacional comunista en Moscú y Viena) en el año 1922.
La III Internacional fue lideraba por V. Lenin, hasta su muerte. Una vez que Stalin toma el
poder (como su sucesor), disuelve la “Komintern” y comienza con el proceso de burocratización de
la URSS y el abandono a la lucha por el socialismo internacional.

Gramsci regresa a Italia en 1924 para unirse a la oposición parlamentaria enfrentada a la


posición del fascismo encabezada por Benito Mussolini. Cuando en 1925 Mussolini anunció su
propia dictadura, Gramsci debió pasar a la clandestinidad en medio de un opresivo clima de
intimidación creado por los fascistas. Al convertirse en un abierto opositor del régimen fascista,
finalmente, es arrestado en 1926 y encarcelado en 1928 por el gobierno de Mussolini. Tuvo que
padecer once años de malos tratos y confinamiento, durante los cuales no volvió a ver a su
esposa ni a sus hijos.
Poco tiempo antes de su muerte, los fascistas deciden dejarlo en libertad (y de este modo,
tratan de evitar que se convirtiera en “mártir” de los revolucionarios). Una vez liberado, falleció el
27 de abril de 1937 en Roma, a consecuencia de su deteriorado estado de salud.

Durante el tiempo en que permaneció encarcelado, en las condiciones más duras, es que
Gramsci fue capaz de producir una gran obra escrita (y sin dudas la más brillante de toda su
trayectoria). Se trata de los 34 “Cuadernos de la cárcel”, que contienen una revisión historicista del
pensamiento de Marx, con el objetivo de modernizar el legado del pensamiento comunista y
adaptarlo a las condiciones de Italia y Europa del siglo XX. Los cuadernos, son una suma de
relatos fragmentarios y sumamente complejos de comprender pero que explican toda su teoría en
relación al estado, la cultura, los intelectuales, el movimiento obrero y la transformación de la
sociedad.
Estos cuadernos, fueron publicados por primera vez entre 1948 y 1951, muchos años
después de su muerte, permitiendo que su influencia como intelectual pudiera extenderse hasta la
actualidad.
La influencia del pensamiento de Gramsci ha continuado fundamentalmente por sus obras
que tratan el análisis de las sociedades, en las que la clase dominante ejerce no sólo el poder
político-militar sino también la hegemonía intelectual y cultural, lo que atrajo la atención de
muchos pensadores más contemporáneos (como por ejemplo: Jean Paul Sartre, Louis Althusser y
otros pensadores marxistas, algunos de los cuales criticaron su actitud militante y rechazaron la
perspectiva revolucionaria implícita en toda su obra).
Sus aportes como teórico influyeron poderosamente en la adaptación democrática del
comunismo occidental que se produjo en los años sesenta y setenta.
En la actualidad, la concepción gramsciana de hegemonía permite articular el combate
contra las ideologías burguesas modernas con la práctica marxista entre las clases populares.
Dentro del campo educativo en particular, el mismo concepto de hegemonía permite comprender
como la escuela cumple una función social de sostener la hegemonía de la clase dominante (por
medio de la construcción del consenso social). Además, Gramsci le otorga una función muy
importante a la escuela dentro de la sociedad, ya que es la que permite crear a los intelectuales.
Crítica la escuela burguesa porque argumenta que la misma ha sido creada con el propósito de
eternizar las desigualdades socioeconómicas. (Idea que luego es retomada por algunos
estructuralistas) Y sostiene, adelantándose a muchos pensadores posteriores (por ej: Bourdieu),
que existe una escuela “clásica” para que las clases dominantes produzcan sus propias dirigentes
y una escuela “técnica” para reproducir mano de obra barata proveniente de las clases populares.
Como defensor de la escuela socialista, Gramsci sostiene que es necesario crear una
nueva escuela unitaria basada en la centralización democrática, una escuela tanto creativa como
profesional, una escuela de cultura general, humanista y formativa que equilibre el desarrollo del
trabajo manual con el desarrollo del trabajo intelectual.

“La formación de los intelectuales”


En este texto, el autor se ocupará primordialmente de explicar como surgen los
intelectuales en la sociedad, que diferencias existen entre los intelectuales orgánicos y los
intelectuales tradicionales y de que modo operan ambas categorías de intelectuales en el modo
de producción social y en la reproducción de las condiciones sociales.
Gramsci comienza el texto, diciendo que todo grupo social crea orgánicamente capas de
intelectuales que confieren homogeneidad y consciencia de su propia función (no sólo en el
campo económico sino fundamentalmente en el plano político y social).
Cada nueva clase social al constituirse en el progresivo desarrollo de la sociedad, produce
categorías de intelectuales “orgánicos”, que son justamente especializaciones de aspectos
parciales de cada nueva actividad social surgida a partir de las actividades primitivas. Lo que nos
esta diciendo Gramsci es que, los intelectuales orgánicos van apareciendo en función del
desarrollo y la diversificación de actividades sociales económicas que surgen como
especializaciones de actividades previas (más generales). Estos intelectuales orgánicos, permiten
conferirle cierto grado de homogeneidad y consciencia a la clase social a la que pertenecen.
Con respecto a la situación en el campo, Gramsci va a decir que, la masa de campesinos
no elabora sus propios intelectuales orgánicos ni tampoco asimila ningún tipo de intelectuales
“tradicionales” a pesar que los otros grupos sociales extraen mucho de sus intelectuales de las
masas campesinas y gran parte de los intelectuales tradicionales son de origen campesino.
Además, cada grupo social “esencial”, al surgir desde la estructura económica precedente,
como expresión del desarrollo de dicha estructura, encuentra categorías intelectuales
preexistentes y que además aparecen como representantes de una continuidad histórica no
interrumpida por los cambios políticos y sociales. El ejemplo más típico de esta clase de
intelectuales tradicionales son los eclesiásticos, por largo tiempo monopolizadores de los servicios
religiosos. Las categorías de intelectuales tradicionales se sienten como autónomos e
independientes del grupo social dominante. Toda la filosofía idealista se puede relacionar con esta
posición asumida por el complejo social de los intelectuales.

La categoría de “intelectual” no puede buscarse bajo una tajante distinción entre lo


intrínseco de las actividades intelectuales de las actividades físicas sino en el conjunto del sistema
de relaciones en que esas actividades se hallan (y en los grupos que las representan) en el
complejo general de las relaciones sociales. En cualquier trabajo, por más mecánico y degradado
que sea, siempre hay un mínimo de actividad técnica o creativa. Todos los hombres son
intelectuales, pero no todos los hombres cumplen dentro de la sociedad la función de
intelectuales. La distinción entre intelectuales y no intelectuales, hace referencia a la inmediata
función social de la categoría profesional de los intelectuales, tomando en cuenta el peso de la
actividad específica profesional que ocupa la elaboración intelectual o el esfuerzo nervioso-
muscular.
No hay actividad humana de la que se pueda excluir toda intervención intelectual. No se
puede separar el homo faber del homo sapiens.
El problema de la creación de un nuevo grupo intelectual consiste en elaborar críticamente
la actividad que existe en cada uno en cierto grado de desarrollo, modificando el grado de relación
con el esfuerzo nervioso – muscular en un nuevo equilibrio, y logrando que el mismo esfuerzo
nervioso – muscular llegue a ser el fundamento de una nueva e integral concepción del mundo. El
modo de ser del nuevo intelectual, debe consistir en una participación como constructor,
organizador, superior al espíritu matemático abstracto.
Se plasman históricamente ciertas categorías especializadas para el ejercicio de la función
intelectual, se forman en conexión con todos los grupos sociales, pero en especial con los más
importantes y sufren elaboraciones más extensas y complejas en conexión con el grupo social
dominante. La característica más relevante es que cada grupo social, lucha por la asimilación y la
conquista “ideológica” de los intelectuales tradicionales.

La escuela es el instrumento para formar los intelectuales de diverso grado. La complejidad


de las funciones intelectuales en los diversos estados se puede medir de acuerdo a la cantidad de
escuelas especializadas y por su jerarquización: cuanto más numerosos son los grados verticales
de la escuela, más complejo es el mundo cultural de una determinada sociedad. A la mayor
complejidad cualitativa se correlaciona un incremento cuantitativo. Cuanto más refinada es la
especialización técnico-cultural, mayor es la difusión de la instrucción primaria y mayor disposición
para favorecer con los grados intermedios a la mayor cantidad de personas.
La elaboración de los grupos intelectuales no se cumple en un terreno democrático –
abstracto sino de acuerdo con los procesos históricos tradicionales muy concretos. Se forman
grupos que tradicionalmente “producen” intelectuales y son esos mismos grupos los que con
frecuencia se especializan en la pequeña y mediana burguesía terrateniente.
La relación entre intelectuales y el mundo de la producción no es inmediata, sino “mediata”,
en grado diverso en todo el tejido social y en el complejo de las superestructuras, donde los
intelectuales son “funcionarios”. Se pueden fijar dos grandes planos “superestructurales” que se
pueden llamar de la “sociedad civil” que está formado por el conjunto de los organismos “privados”
y el de la sociedad política o “estado” que corresponde a la función de Hegemonía. Los
intelectuales son los empleados del grupo dominante para las funciones subalternas de la
hegemonía social y del gobierno político (el consenso espontáneo de las masas a la dirección de
la vida social y la coerción “legal” en los momentos de crisis donde el consenso no es
espontáneo).

Los intelectuales de tipo urbano han crecido con la industria y están ligados a su destino.
Su función es similar a la de los oficiales subalternos en el ejército: no tienen autonomía ni
iniciativa propia para construir, solo articulan la masa instrumental con el empresario (capitalista).
Los intelectuales urbanos están muy estandarizados. En cambio, los intelectuales rurales, son en
gran parte “tradicionales”, están ligados a la masa social campesina y pequeño burguesa de la
ciudad. Este intelectual pone en contacto a la masa campesina con la administración estatal.
Tienen una gran función político – social. Tienen un nivel de vida un poco más elevado que el
campesino medio por ello representa un modelo de aspiración para mejorar su condición.
El punto central de esta cuestión es la distinción entre los intelectuales como categoría
orgánica de cada grupo social fundamental y los intelectuales como categoría tradicional.
Con respecto al partido político moderno, Gramsci realiza algunas distinciones y las vincula con
las categorías de intelectuales. Para algunos grupos sociales el partido político es el modo de
articular la propia categoría de intelectuales orgánicos, directamente con el campo político -
filosófico y no con el de la actividad productiva.
El partido político es justamente el mismo mecanismo en la sociedad civil que cumple el
estado en la sociedad política, consistente en procurar la unión entre intelectuales tradicionales y
orgánicos. El partido cumple esta misión en forma dependiente de su función fundamental que es
formar sus propios componentes (es decir, sus propios cuadros militantes).

Bibliografía utilizada:
o Engels, F; Marx, K. (1886)– Ludwing Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana –
Ed. Progreso – Moscú, Rusia – Ed. 1980
o Gramsci, A. (1910-1937) en Sacristán, M. (comp.) - Antología Antonio Gramsci – Ed. Siglo
XXI – Buenos Aires, Argentina – Ed. 2004
o Gramsci, A. (1932) – Los intelectuales y la organización de la cultura – Ed. Nueva Visión
(Cap 1: La formación de los intelectuales)
o Artículos varios sobre Antonio Gramsci en www.marxists.org.ar y www.gramsci.org.ar

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