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Amador Fernández-Savater
Los seis ensayos reunidos aquí fueron escritos durante la década de los setenta
y aparecieron juntos por primera vez en 1979, dentro de un volumen publicado
por la editorial francesa 10/18, dirigida por Christian Bourgois, con el título de El
contenido del socialismo. Ese libro recuperaba fundamentalmente los textos de
la revista Socíalisme ou Barbarie (abreviado en lo sucesivo como S. ou B.)
donde Castoriadis componía con mayor nitidez una imagen de lo que podría ser
una sociedad autoorganizada ("Sobre el programa del socialismo", "Sobre el
contenido del socialismo I y II" y "Lo que significa el socialismo"), para demostrar
así, entre otras cosas, que el proyecto de autonomía no sufría teóricamente de
ninguna incoherencia interna o estructural. Todos los artículos que presentamos
ahora venían recogidos al final del libro de 10/18, excepto "Socialismo y
sociedad autónoma" que servía de introducción crítica a los viejos textos de S.
ou B. Las líneas siguientes no pretenden ser más que un recordatorio de las
fechas y los hechos que marcaron la marcha del pensamiento de Castoriadis
desde S. ou B. hasta finales de los años setenta.
Socialismo o Barbarie
La mezcla cada vez mayor de papeles y posiciones en todos los estratos medios
de la jerarquía, la confusión de dirigentes y ejecutantes, la transformación de la
jerarquía rígida y piramidal en un conjunto de pirámides entrecruzadas, la
fragmentación extrema de la clase obrera, etc., son los datos que Castoriadis
expone para argumentar la necesidad de actualizar la teoría crítica de S. ou B.
(asumida entonces como vanguardia de la expresión teórica por su éxito relativo
en Mayo 68). Son los primeros indicios de la transformación total del mundo del
trabajo que todavía se desarrolla implacablemente ante nuestros ojos(9).
Las figuras conceptuales desplegadas para captar los procesos históricos del
capitalismo y de la actividad del proletariado se revelaron de pronto insuficientes,
pesadamente dependientes de una visión del mundo solidaria de la hegemonía
de lo económico. Castoriadis abandona, después de Mayo 68, la actividad
política militante para entregarse plenamente a la tarea de repensar todo el
horizonte teórico de las categorías con las que el viejo movimiento revolucionario
había pretendido materializar en el discurso la comprensión de lo que hacía y la
representación de lo que quería. Ese horizonte estaba presidido, según
Castoriadis, por la hipercategoría de la "determinación", cuya aplastante
presencia impide aprehender la especificidad de la actividad política y de la
temporalidad que le es propia. Avanzando de espaldas a todas las modas,
Castoriadis no desecha como puros fantasmas los objetos teóricos que han
jalonado esencialmente el curso del pensamiento occidental (la historia, la
sociedad, el sujeto); más bien constata que su modo de ser pulveriza la lógica y
la ontología heredadas. Comienza así una investigación, a un tiempo audaz y
rigurosa, sobre el lenguaje, las categorías filosóficas centrales, la psique
humana, lo imaginario como base de las instituciones sociales, etc. Una
investigación que desembocó en ese libro formidable que es La institución
imaginaria de la sociedad (1975), cuya aportación a la meditación filosófica
sobre la sociedad y la historia está todavía por descubrir y (sobre todo)
conquistar.
Pues bien, los textos en los que mejor se combina la reflexión política
(prolongada por los acontecimientos del 68 en otras direcciones) y el
cuestionamiento filosófico de los modos de entender la actividad humana, son
sin duda los que escribió Castoriadis durante la década de los setenta y sus
inmediaciones. "La cuestión de la historia del movimiento obrero", por ejemplo,
escrito en 1973 como prólogo a una reedición de sus textos de S, ou B., es una
ilustración magnífica de esta plenittid recobrada del pensamiento político fundido
con la especulación filosófica: ahí se hace estallar toda una concepción de la
historia (el proceso histórico sometido a una finalidad exterior) que llevaba
inscrita una reducción del hacer político al esquema técnico de fines y medios,
se elucida la influencia desastrosa del pensamiento heredado en las corrientes
revolucionarias modernas (cómo la soberanía imputada a lo teórico, a la Razón,
generaba finalmente una separación práctica entre los dirigentes "sabios" y las
masas mudas y obedientes), se emprende una tentativa de comprensión de la
historia del movimiento obrero que no convierta el hacer (y hacerse) de este
La exigencia revolucionaria
Los seis textos que componen este libro pertenecen también a esa década de
extrema fecundidad del pensador greco-francés. Tratan, pues, de repensar por
un lado todas las categorías utilizadas habitualmente para interpretar la acción
política y, por otro, de tomarle el pulso a los acontecimientos en curso
empleando para ello precisamente esas categorías. Ese es uno de los rasgos
que quizá más se echará luego en falta en la elaboración teórica de Castoriadis:
la verificación de la pertinencia de las categorías creadas en el roce mismo con
el material vivo de la historia. En efecto, la deriva "filosófica" de Castoriadis (en
el sentido amplio que él mismo otorgaba al término) no le apartó nunca de su
apasionado interés por la política, pero quizá le alejó paulatinamente de la
viveza de los debates que emergían de la parte más sensible y crítica de la
materia social (y eso le cegó a mi juicio en varias ocasiones al devenir histórico
del proyecto de autonomía). Sin embargo, estos textos están animados
esencialmente por la pasión experimental de poner en tensión los nuevos
esquemas conceptuales y la transformación efectiva de lo real. Y esa tensión
rinde sus frutos en todos los campos: desde la elucidación de aspectos
esenciales del proyecto de autonomía generalmente olvidados (por ejemplo, la
relación indisociable de la sociedad con sus instituciones y de los individuos con
su inconsciente), hasta una nueva vuelta de tuerca en la critica de la industria
cultural.
Queda por saber en qué medida ayudan las categorías creadas por Castoriadis
a comprender y desarrollar hoy una auténtica acción política (que no es ni la
actividad de presión de un lobby cualquiera, ni la intriga palaciega típica de los
partidos políticos modernos). La función de este prólogo no consiste en anticipar
ese tipo de respuestas, pero me interesa señalar brevemente un par de cosas
laterales. En primer lugar, el empleo que hace Castoriadis de los conceptos
políticos clásicos (autonomía, democracia, libertad, igualdad) representa
inmediatamente una vigorosa rehabilitación del sentido de esas palabras. Eso
complica al menos una pizca la tarea de arruinar las significaciones del lenguaje
(para mejor falsificar las realidades correspondientes) que tienen hoy a su cargo
sobre todo los "medios de comunicación". El texto "Socialismo y sociedad
autónoma" funciona perfectamente como un martillo implacable de todos los
absurdos que se han impuesto, mediante la perversión de las palabras, como
evidencias políticas de primer orden: las falsas oposiciones libertad-igualdad o
sociedad-individuo, la distinción entre organización política y económica, la
misma definición de democracia (o de mercado), etc.
En segundo lugar, creo que hay que destacar el carácter ejemplar del análisis
político de la revolución húngara de 1956, uno de los mejores textos de toda la
obra de Castoriadis. "La fuente húngara" hace honor a su objeto: revela la
amplitud y la profundidad de aquella revolución sin atrancarse ni un solo
momento en los problemas que paralizan a los historiadores mediocres, define
sobre el terreno los rasgos específicos que diferencian la elaboración teórica
revolucionaria de la concepción dominante del "trabajo intelectual", elucida la
importancia de las formas institucionales y las exigencias más elevadas de la
población húngara insurrecta, etc. Todo esto complica igualmente la empresa
totalitaria de expropiación del tiempo y la memoria que quisiera convertir la
revolución húngara en un simple "levantamiento nacional" que pretendía
acelerar el paso para llegar cuanto antes al "final de la historia"
(parlamentarismo y mercado).
3. Así se llama el libro que publicaron Castoriadis, Claude Lefort y Edgar Morin
en el mismo 68 en la editorial Fayard. La empresa de falsificación y banalización
lanzada sobre el sentido del 68 desde todos lados y por todos los medios
posibles es brutal. El mismo Castoriadis denunció la impostura de ciertos
intelectuales franceses en este sentido (en su libro El ascenso de la
insignificancia). El día en que escribo estas líneas (1-8-2000), El País concede
una página a un escritor "demoledor e incorrecto" llamado Paul Johnson que,
amén de otras pintorescas declaraciones ("en los años ochenta entramos, por
fortuna, en el realismo de Reagan y Thatcher", "Franco fue un hombre
extraordinario (...) Uno de los hombres más inteligentes del siglo XX algún día la
población española colocará a Franco en el lugar que merece), desvela cómo
sigue las motivaciones ocultas de la revuelta parisina: "Los estudiantes querían
el poder para ejercer inmediatamente de profesores y ahorrarse así los pasos
intermedios: el estudio, el trabajo, es decir, la condición d ela vida". Lo
"demoledor e incorrecto" se reduce hoy a este tipo de bufonadas descreídas.
6. La dificultad de las tareas que plantea la liquidación del viejo sujeto histórico
es tal, que se prefiere permanecer cómodamente instalado en la ilusión de una
recomposición de la clase obrera, o bien adjudicar a cualquier otro sujeto
alternativo unos rasgos extrapolados de la esencia del viejo (capacidad de
gestionar la sociedad futura y derrumbar la presente organización de cosas,
etc.). De todas formas, los 80 y 90 no han visto en los países "desarrollados" ni
una sola respuesta práctica de la cuestión planteada más arriba: "¿cómo pueden
coordinarse en pie de igualdad esa pluralidad de sujetos en la acción de instituir
una sociedad autónomo? Los "nuevos movimientos sociales" (estudiantiles,
pacifistas, ecologistas, feministas, etc.) llegaron a abandonar en muchos casos
toda perspectiva global ante la imposibilidad de darle un contenido concreto
(más allá de la mera consigna: "Obreros y estudiantes, unidos y adelante", etc.).
Se han lanzado varias hipótesis de unificación de las luchas y los sujetos (la
crítica de la política y de la técnica, la renta básica de ciudadanía, etc.) Pero
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