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Y Gandhi dijo una vez: ¿La civilización Occidental? Bueno, sería una
excelente idea…
EL NOMADISMO
Sobre los actores de ésta modernidad líquida Bauman dice: “son personas
que se sienten como en casa en muchos sitios, pero en ninguno en
particular. Son tan ligeras, ágiles y volátiles como el comercio y las
finanzas cada vez más globalizadas que las ayudaron a nacer y que
sostienen su existencia nómada”.
Cazadores-Recolectores
Hace mucho más de 20 000 años migrábamos para sobrevivir,
persiguiendo a las manadas de lo que podíamos matar, observando los
árboles-arbustos de vez en cuando para comernos sus frutos,
consumiendo y arrasando lo que encontrábamos a nuestro paso (más o
menos como ahora, con los supermercados y todo eso).
Desde allí hasta cerca del 1800 la cosa se agilizó un tanto, no mucho,
recordemos a los caballos y su lento desplazamiento, que daban tiempo a
pensar durante el viaje (a diferencia de los trenes “bala” en los que
supongo que lo único que se alcanza a pensar es: ‘¡¿a qué hora me bajo de
esta máquina endiablada?!). Lo que pasó durante ese periodo sabemos
como ocurrió: Los Mesopotámicos y sus leyes, el bronce y el mar Egeo, La
agricultura técnica en América, Roma y su Senado, Los “vomitoriums”, la
Dinastía Xin, el Cristo Semítico, el Imperio Romano Germánico,
Constantino poseído por la cruz, Atila el conquistador, El islam y el Yihad,
La Guerra Santa y las Cruzadas, El Oscurantismo y su Inquisición, La
Papisa, Cristóbal Colón extraviado, Las Colonias, El Renacimiento. Guerras
y Conquistas por doquier. No vale la pena decir más…
¿Nos hemos dado cuenta acaso de que le llamamos Aldea Global? No casa,
ni refugio, o firme castillo con muros de piedra, sino ¡Aldea!... Aldea con
carpas como viviendas, que podemos movilizar a donde queramos, como
Siúx’s o Cheerokes levantando las tiendas para continuar persiguiendo a
los búfalos, para continuar moviéndonos. Claro, que por acá en el ámbito
de los países llamados tercer-mundistas estamos como lejos de esos
fenómenos globales, pero ya nos están llegando, poco a poco. A través de
la Aculturación, la Transculturación, y de los desgraciados de los
economistas, que miran al mundo como un bazar árabe o peor aún como
un vulgar mercadillo.
Sentido de pertenencia
Te echo de menos.
El reciclaje de la identidad
Bauman habla de esto con mucha certeza. Por mi parte, hace unos días vi
a unos ‘gringos’ ‘youngers’ pintados y vestidos como un indígena Tsáchila
ecuatoriano, en una celebración indígena Tsáchila, con una multitud de
indígenas Tsáchilas, donde definitivamente pasaron desapercibidos… ¡ja!
¿Nadie notó que eran ‘gringos’? ¡Que va…! Bueno, ese es un mal ejemplo
para explicar como funciona la cosa. Actualmente se piensa, que la
identidad de cualquiera de los nuevos ‘individuos’ de esta generación será
como la de un Frankenstein, que toma las partes de los cuerpos de su
entorno inmediato (de las personalidades de moda o de las celebridades
del momento, de cualquier parte del mundo), y los hacen suyos.
Pero esa identidad es tan efímera, tan desechable, que realmente jamás
se alcanza una identidad: “Los objetos de consumo tienen una limitada
esperanza de vida útil y, en cuanto sobrepasan ese límite, dejan de ser
aptos para el consumo”. “A ambos extremos de la jerarquía, las personas
se ven acuciadas por el problema de la identidad”. “En la sociedad de los
consumidores, nadie puede eludir ser un objeto de consumo”, por citar
tres frases de Bauman.
Se busca identidad, o se busca algo, alguien, una causa, algo que nos
unifique: Surgen por todas partes organizaciones colectivas en torno a
diversas consignas: ecologistas, motociclistas, diabéticos, gays, alpinistas,
bailarines, intelectuales, rockeros, filósofos postmodernistas, fans,
feministas, hippies, psicoanalistas, políticos, hinchas de tal o cual equipo…
etc, cualquier cosa que nos confiera una identidad, al menos temporal.
Hacia el porqué
Bueno pero hasta aquí no hemos llegado al meollo del asunto, me he
distraído un poco con eso de la identidad, más no en vano, puesto que nos
acerca a lo que estoy tratando de hipotetizar ¿Qué es lo que motiva al
hombre hacia el movimiento? No parece ser la identidad, ya que lo que la
falta de identidad nos anuncia, es la falta de “Referentes Identitarios” en la
cultura; sí, pero es la consecuencia de algo más, no es la causa. Bueno,
dejemos eso ahí y sigamos con lo del movimiento, pues al fin de cuentas y
a mi entender, existimos por el otro, y nuestros semejantes y nosotros
mismos nos seguimos moviendo, a la sazón no debería faltar relación
especular. Entonces: ¿qué es para el hombre el movimiento? ¿Qué es esa
palabra “movimiento”? (tenemos que ir a la palabra, para variar).
Eso da pie a la sospecha de que hay algo que nos impele a movernos, que
nos impulsa a sobrevivir, que nos lleva en la búsqueda de la causa de
nuestro deseo (y, voy a decirlo desde ahora, que en el trasfondo nos lleva
a morir, aunque suene contradictorio). El segundo punto de vista.
LO SEXUAL
Bien podríamos desear quedarnos en la paz de la nada, en la no-
existencia, en el no-ser. Pero nuestra naturaleza sexuada nos lleva hacia la
reproducción para perpetuar la especie. Para seguir moviéndonos. Dicho
de esa forma, esto me recuerda el caso de los niños, seres entendidos en
verdad (y que no necesitan de la razón), a los que se les pide desde muy
pequeños, ya que suelen andar siempre en constante movimiento, que se
queden quietos. Pero ellos sabiamente no lo hacen, se mueven. Entonces
les llamamos hiperactivos o algo así de trágico.
La sociedad de la vergüenza
Estar ‘in’ o ser ‘chic’, para no ser excluido, es la norma. Del libro
textualmente: “Para librarnos del bochorno de quedarnos rezagados, de
cargar con algo con lo que nadie más querría verse, de que nos
sorprendan desprevenidos, de perder el tren del progreso en lugar de
subirnos a él, debemos recordar que la naturaleza de las cosas nos pide
vigilancia, no lealtad”…: “¿se avergüenza de su móvil? ¿Tiene un teléfono
tan antiguo que le incomoda responder una llamada en público?
¡Actualícese con uno del que pueda presumir!”
“En esa sociedad (la del consumo), nada puede declararse exento de la
norma universal de la <desechabilidad> y nada puede permitirse perdurar
más de lo debido”. Esa necesidad de movimiento apremiante nos genera
angustia y estrés. No es gratuito. En esto que dice Bauman, las empresas
tienen el papel preponderante. Qué se les oye decir a los grandes
empresarios y a sus equipos de asesores, motivadores y psicólogos
industriales: “¡Hay que cambiar!” “¡El cambio es lo único permanente!”,
“¡Empresa que no innova, quiebra, muere!”. “¡Debes renovarte para ser
competente!”, ¿quien se ha llevado mi queso?... ¿la culpa es de la vaca?...
Cualquier payaso con corbata vende “ideas innovadoras”, ideas de
consumo.
En este esquema del “Consumo”, es cuando más toca estar atentos y
escuchar lo que la Sociedad tiene que decir. Escuchar-leer su discurso, un
discurso que poco a poco ha ido cambiando. Un eminente discurso social
que ya lleva algún tiempo entre nosotros, que ya no se trata del Discurso
Capitalista (que todavía es poderoso), y su esclavitud latente. Se trata de
una nueva forma totalitaria que ha recibido la posta del Capitalismo: El
discurso de los Mercados.
Este Discurso de los Mercados que se nos presenta como ley, una ley por
la que no hemos votado, una que tampoco es ley natural. Es una ley
creada a partir de nosotros sin darnos cuenta y ante la que permanecemos
pasivos pues sentimos que nada podemos hacer. En esta ley el ‘agente
Principal’ no es un empresario, como en el capitalismo, al que podemos
reclamar o hacerle huelga, el agente no es el Estado, o el presidente de
cualquier país, que solo es un romántico recuerdo del modelo anterior, así
como lo es la reina Isabel de Inglaterra, del discurso del Amo Feudal.
Bueno sobre ésto último, se debe decir que la Universidad colabora con lo
suyo: Títulos de tercer nivel. Diplomados. Diplomados más grandes (estos
cuestan más por supuesto). Maestrías al cantar el gallo, dependiendo de
cuánto grano le tires.... cuarto nivel: Doctorados, pequeños y grandes.
¿PhD’s? ¿Philosophiæ Doctor? (¿Filosofía? de seguro los libros tienen todas
las páginas en blanco). ¿Educación por créditos y competencias?, suena a
carrera de caballos y a oscuros tratos con la superintendencia de bancos o
el FMI… Ah, y los temas: Gestión empresarial, Gestión educativa; Gestión
de salud. El primer módulo es: “¡Aprenda a saludar eficazmente y
gestiónese clientes!”.
Así, utilizando una analogía deportiva: para estar en el grupo de los once
que entran a la cancha, pues hay que correr rápido y ser mejor que los
demás, luego observar cómo se mueve el otro, anticiparnos a sus jugadas,
estar en permanente movimiento, para al final del juego ser declarados los
mejores, goleadores, ‘pichichis’ o lo que sea. Para destacarnos. Lucir
nuestras crestas, como los gallos, y ser llamativos para la reproducción.
Todas las especies lo hacen, ¿qué nos hizo pensar que nosotros no? Si
bien, el hecho de que nosotros disfracemos nuestras más básicas
motivaciones con la parafernalia del juego histérico social, es apenas una
diferencia de forma. Es que somos “humanos”.
LO MORTAL
El deseo del sujeto aparece en el cuerpo y en sus relaciones a modo de
síntomas, como diciendo de costado. Pero hay algo más que mueve al
sujeto, es decir que el sujeto es movido por algo que va más allá del
deseo. Es un impulso que le lleva a la destrucción, a la crueldad consigo
mismo y con los otros, a la violencia, a la disolución de toda expectativa de
relación armónica entre los países, las ciudades, las familias y los
individuos consigo mismos. Eso, polo opuesto del deseo, que lo calla (que
no nos envidian ni ‘apenitas’ los animales): El Goce.
¡Sub-objeto!
“El sujeto aparece así despojado de la consigna que le llevaba a vivir.
Despojado de la consigna del Amo, que instauraba un orden, ese que
tradicionalmente organizó las sociedades occidentales, despojado de la
imagen del capitalista explotador al cual oponerse, en torno a luchas
emancipadoras, comunistas o socialistas, despojado de la idea de alcanzar
metas” explica Braunstein. Ese sujeto (¿objeto?), ente de todos lados y de
ninguno, ya no sabe a dónde ir.
Bauman afirma: “Les encanta crear, (-yo digo sublimación sexual-) jugar y
estar en movimiento”. “Viven en una sociedad de valores volátiles,
despreocupadas ante el futuro, egoístas y hedonistas” (…) “Su indolencia
no es, en realidad, elegida. La fluidez y la elegancia van unidas a la
libertad (para moverse, para elegir, para dejar de ser lo que uno es y para
convertirse en lo que uno no es todavía). Las víctimas de la nueva
movilidad planetaria no gozan de tal libertad”. Esto se explica por un
hecho apenas básico que debemos meditar: ¡Toda elección es forzada!
Esto nos lleva, ya saliéndonos del tema in-significante del control de la tv,
consintiendo ese ejemplo como una analogía, para remitirnos a una de las
elecciones primitivas más básicas, a saber: el dilema de vivir en sociedad
o no. La sociedad exige cada vez más renuncias, renunciar a nuestros
deseos, sobre todo con nuestros vínculos primarios, que nos sujetan a la
sociedad, y por lo tanto se genera un Mal-estar. Un malestar que sigue con
nosotros, que tiene que ver con nuestros semejantes. Que no ha cambiado
después de tantos años.
Alguien podría decir: <pero si fuese así, ¡pues hay que empezar a amar
como locos por el mundo! (este tipo sería algo así como un Bauman
Hippie)>. Pues no. Ya van más de setenta y cinco años que se nos reseñó
cómo, hace más de 24 siglos uno de los pueblos más altos, culturalmente
hablando, le dio paso sin tropiezo a la satisfacción de los impulsos
sexuales, de cualquier tipo: La vida perdió sentido, el amor perdió todo
valor, su ejercicio se volvió vacío (mas o menos como ahora), e hicieron
falta muchos años y la llegada del ascetismo cristiano para rescatarla,
para restablecer los valores afectivos indispensables.
Hasta aquí lo que puedo decir… Ah, pero me olvidaba de algo, cómo se me
iba a pasar por alto. Si bien nuestro impulso sexual parece enviarnos
‘derechito’ hacia la muerte, real o en vida, hay, en esa misma ineptitud del
impulso sexual para procurarnos una satisfacción plena tan pronto es
sometida a los primeros reclamos de la cultura, una fuente de los más
grandiosos logros culturales: La sublimación.