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AUTOR: César A. Barrantes A
RESUMEN
Se trata de un proyecto investigativo de carácter ético-estético-geopolítico, cuyo desiderato es la búsqueda
de opciones a las epistemologías que hemos venido asumiendo como base de institucionalidad del oficio que
denominamos trabajo social y/o asistencia social. Aquél se enmarca dentro de un determinado sistema
históricosocial, actualmente de carácter planetario o global, cuyas relaciones ostentan dos rasgos relevantes:
su asimetría e inequidad. Una expresión de ello es que las publicaciones científicas de los países del sur, se
ven cada vez más excluidas de los índices internacionales. Motivado por esta cuestión nos propusimos dos
objetivos que originan las dos secciones en que subdividimos el documento: Conocer 1) las representaciones
sociales que nos hemos construido en tanto y en cuanto agentes de la práctica social que denominamos
trabajo/asistencia social. 2) Las temáticas de su interés, las formas de sus abordajes, los alcances de sus
síntesis y propuestas, a la luz de la problemática históricosocial arriba mencionada y de los criterios de
publicación establecidos por las revistas académicas de ciencias sociales más importantes.
“LA CIENCIA JAMÁS ES UNA SOLA MIRADA SOBRE EL MUNDO. HAY OTRAS MUCHAS”. Werner Heisenberg, Premio
Nobel de Física, 1932. ¿CUÁL ES LA MIRADA DE LOS TRABAJADORES SOCIALES Y LAS TRABAJADORAS SOCIALES?,
PREGUNTO YO...
Conferencia inaugural del Congreso Internacional de Trabajo Social, organizado por la Escuela de
Trabajo Social de la Universidad del Zulia con el auspicio de la Asociación Venezolana de Escuelas de
Trabajo Social y la Red Latinoamericana y Caribeña de Trabajadores Sociales. Maracaibo, 24-28 de
octubre de 2000. Aquí retomamos partes sustantivas de dos trabajos anteriores (Barrantes, 2000a, y
2000b) que fueron presentados a la Conferencia Conjunta de la Asociación Canadiense de Escuelas de
Trabajo Social y la Federación Internacional de Trabajadores Sociales, celebrada en Montreal del 28 de
julio al 2 de agosto de 2000. Publicada en la Memoria del Congreso, Editorial de la Universidad del Zulia.
Ciudadano de las Américas con estudios de licenciatura, especialización, maestría y doctorado en trabajo
social, planificación social, análisis de política social, gerencia social y estudios del desarrollo. Exprofesor
asociado de la Universidad de Costa Rica. Profesor investigador de grado y posgrado de la Universidad
Central de Venezuela, profesor invitado de la Universidad del Zulia. Consultor social. Coordinador de la
Red Latinoamericana y Caribeña de Trabajadores Sociales, director de la Revista Latinoamericana de
Trabajo Social e Intervención Social. Actualmente está promoviendo la creación de la Universidad
Internacional de los Trabajadores Sociales, con sede en Caracas, Venezuela.
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1. INTRODUCCIÓN TEÓRICOPOLÍTICA
La presente comunicación forma parte de un proyecto ético-estético-geopolítico-
científico1 en marcha que, en estos tiempos de globalización y condición epocal
posmoderna, tiene varios desideratos, a saber:
1. Producir, difundir y consumir conocimientos mediante los cuales buscamos opciones a
las epistemologías que -en los pluriversos ámbitos donde se realizan las diversas
prácticas de eso que llamamos trabajo social (Barrantes, 1985; Colmán, 1998)- hemos
venido asumiendo –y algunos sufriendo no siempre acríticamente- como base de la
institucionalidad del oficio que denominamos –aún ambiguamente en diversos países
como España, Brasil, Uruguay, Paraguay, Argentina y Chile- trabajo social y/o
asistencia social2.
2. Constituir una nueva forma de mirar nuestros mundos de vida global, nacional y local y,
por lo tanto, contribuir a la construcción, consolidación y cotidianización de lo que,
desde hace varias décadas denominamos sin ambages, El-Trabajo-Social-Que-Está-Por-
Hacerse-En-Nuestra-América-Latinoiberoeuroindoafrocaribeña (Barrantes, 2000; Re-
latis, 2000; Uits, 2000; Relats, 1999; Barrantes, 1979)3.
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“Debemos luchar contra la disyunción y a favor de la conjunción, es decir, establecer ligazones entre
cosas que están separadas. Esto obliga a crear lo que llamo macroconceptos —conceptos ensamblados,
articulados unos con otros— que a veces provocan grandes dificultades de asimilación. Por ejemplo, para
hablar de la organización viva, utilizaría el macroconcepto auto-geno-feno-ego-eco-re-organización.
Cuando escribo esto, nueve de cada diez lectores piensan que es totalmente ridículo. No estamos
acostumbrados a hacer estas articulaciones y debemos hacer un esfuerzo para habituarnos a esos
macroconceptos” (Morin, 1995:88).
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Esta problemática no es propia de los trabajadores sociales del sur, sino también de los diversos sujetos de
conocimiento de las denominadas ciencias sociales, naturales, básicas, ingenieriles y tecnologías de la
información y comunicación. Los límites de este trabajo nos impiden desarrollar estas implicaciones, pero
remito, además de los textos citados en la nota anterior, a RNS (1995), Wallerstein (coord., 1996), Briceño
y Sonntag (1998, 1999), Sonntag (1998), Follari (1998), LMD (2000).
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Esta denominación, no pretende en este trabajo ser más que una hipercondensación de las diversas
representaciones sociales (ideológico-simbólicas) que, sobre la supuestamente única y homogénea
identidad latinoamericana, han venido construyendo tanto actores globales y locales gubernamentales y
privados como panamericanos, multilaterales y trasnacionales, desde los cuales se emiten discursos
diferenciales que procuran institucionalizar una diversidad de planes (políticas, programas, proyectos,
políticos en tanto propuestas de satisfacción de necesidades), cada uno absolutizando diferencialmente
alguna identidad particular como si fuera total, así sea iberoamericana, euroamericana, indoamericana,
caribeñolatinoamericana, latinoamericana, hispanoamericana, afroamericana... Con esta
hipercondensación no pretendemos solucionar el problema de las identidades de la América que no es el
norte geográfico pero sí es el SUR que se está construyendo epistemológicamente. Con ella damos cuenta
de la complejidad de la construcción de identidades en y de nuestras configuraciones societales
poscoloniales, algunas de cuyas características más relevantes en estos tiempos de globalización y de
condición epocal posmoderna, son el mestizaje, la multiculturalidad, la hibridación cultural, la
colonialidad del poder, la diferencia colonial y el poder colonial. Sobre estos temas –hoy geopolíticamente
problematizados desde lugares que los centros de poder pudieran juzgar como fuera de lugar- hay una
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abundante literatura en inglés, francés y castellano -muy poco conocida por los trabajadores sociales y las
trabajadoras sociales-, la cual enriquece a la ciencia social moderna centroeuropea y potencia la
producción de conocimientos alternativos a las epistemologías hegemónico-dominantes. Dados los límites
de esta comunicación, sólo me permito recomendar la lectura de Quijano y Wallerstein (1992), Quijano
(1997, 2000), Wallerstein y Balibar (1998), Klor de Alva (1992), Rivera y Barragán (1997), Lander
(2000, 1998, 1997), Mignolo (2000, 1999, 1998, 1997, 1995), Castro Gómez (1997), Dussel (1998, 1995),
Mato (1995, 1994), Jácome (coorda., 1993), Girola (2000), Guzmán G. (1998), García Canclini (coord.,
1996), Piscitelli (1998), Varios (1998), Guadarrama y Pereliguin (1998), Lanz (1997), Seoane (2000).
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Themata: “Término acuñado por Gerhard Holton (1983). Como complemento del análisis contingente de
los hechos y de las teorías, Holton propone elaborar un análisis ‘thematico’ de la ciencia. Se trataría de
examinar la dimensión de los presupuestos fundamentales, las nociones, los términos, los juicios
metodológicos y las decisiones que no derivan, ni tampoco son reductibles, ya sea a la observación, ya sea
al razonamiento analítico formal. La problemática de los ‘themata’ no es privativa de la ciencia
experimental moderna. Posee antecedentes ejemplificadores en la Teogonía de Hesiodo y en el Génesis
bíblico. La continuidad que existe entre la cosmogonía y la cosmología evolucionista actual es una
continuidad ‘themática’ y no de contenido o de método. Así como existe una ruptura paradigmática entre
ambas perspectivas, existe una no menos fuerte continuidad ‘themática’. Prolongando la analogía
sostenemos que la composición/complementación entre las categorías de la modernidad/posmodernidad
es otra de estas alternancias metaepistemológicas que exhiben continuidad o ruptura según se privilegie
una lectura themática o paradigmática” (Piscitelli 1988:69, cita No. 1).
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De manera muy operacional, con este complejo terminológico, queremos representar el momento a través
del cual un actor individual y/o colectivo que es arte y parte de la trama social, pone en marcha acciones
de promoción, organización, innovación y gerencia estratégica y operativamente planificada de procesos –
llámense éstos planes de políticas, programas, proyectos u operaciones-, con el afán de facilitar la
decodificación y explicación de los mundos de vida, la traducción, comprensión y resolución de carencias
y realización de aspiraciones, así sean éstas imaginarias, simbólicas, reales o masmediáticas individuales,
grupales, colectivas y ecosistémicas. A través de estos procesos, los sujetos sociales construyen sentido, es
decir, significado, intencionalidad y direccionalidad a sus mundos de vida y, a partir de éstos, al
movimiento de la sociedad. Al mismo tiempo, resignifican y agregan valor a sus relaciones cotidianas
consigo mismos y con otros actores; con la sociedad y la naturaleza, pero, fundamentalmente, con las
diversas instancias formales e informales del estado, el sistema político, la nación, el mercado y la
sociedad civil (RELATIS, 1999).
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El concepto de colonialidad del poder fue introducido al debate internacional por Quijano (1992) y luego
por Quijano y Wallerstein (1992. Ver también Mignolo (1997), Lander (1998) y Quijano (1998). “El
colonialismo fue el escenario y el marco que permitió la constitución de la idea de raza como el
instrumento universal de clasificación social básico de toda la población del planeta. Y esa clasificación
probó ser, hasta ahora, el más eficaz mecanismo de dominación dentro del poder mundial capitalista. De
esa manera el patrón mundial de poder capitalista se constituyó en su carácter de colonial/moderno.
Cuando el colonialismo fue eliminado, la relación colonial de dominación entre razas no sólo no se
extinguió, sino que se hizo en muchos casos mucho más activa y decisiva en la configuración del poder,
desplazándose de una institucionalidad (el colonialismo) a otra (países independientes y/o estados-nación)
y en consecuencia rearticulándose a escala global. De eso da cuenta el concepto de colonialidad del poder”
(Quijano, 2000).
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2. LA ESTRATEGIA METODOLÓGICA
Motivados por las cuestiones esbozadas en el apartado anterior, nos propusimos conocer
las representaciones sociales9 que nos hemos construido -y, por lo tanto, proyectamos en
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Para ello es necesario partir -ya no de problemas ajustados a métodos apriorísticos y dogmatizantes, rele-
vantes sólo en función de la división artificial de la ciencia social en disciplinas o compartimentos
estancos- si no, de los que seamos capaces de reinventar a partir de nuestras prácticas socioprofesionales y
cuya sola problematización y sistematización nos podría colocar en condiciones de superar el déficit que
tenemos los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales, de sistemas de comunicación, información y
producción de conocimientos que nos permitan compartir y alimentar de manera pluriversa las experien-
cias que desplegamos cotidianamente en nuestras vidas profesionales. Esto tiene como exigencia pensar,
fundamentar y relanzar epistémicamente el oficio que tanto nos duele (Barrantes, 1985; 1999; 1999c; 19-
99d).
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Consideramos este punto realmente crucial. Realizar su crítica y develar sus mecanismos nos podríamos
colocar en posición de poder llegar a influir en la organización misma de las conferencias y congresos de
la Asociación Internacional de Escuelas de Trabajo Social, la Asociación Internacional de Escuelas de
Trabajo Social y de la Federación Internacional de Trabajadores Sociales. Sólo así podríamos dejar de
seguir admitiendo –no sin resistencias sintomáticas- que tales eventos sigan siendo los lugares en los que
los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales del norte –al igual que sucede en las ciencias sociales
(Sonntag, 1998)- continúen celebrándose a sí mismos.
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Si bien este concepto tiene su uso genérico en algunas disciplinas como la sociología y el trabajo social al
menos en Costa Rica de cuya Universidad de Costa Rica fui docente hasta 1989. En Venezuela, a partir de
1993 realizamos diversas discusiones docente-estudiantiles y realizamos algunas sistematizaciones de
experiencias de diversos centros de práctica profesional integradas, basadas en las representaciones
sociales de los sectores populares. Entendemos por éstas las ideas, pensamientos, imágenes, concepciones,
visiones y nociones de los agentes-actores-sujetos sociales acerca de sus relaciones consigo mismos, los
otros y la realidad socialmente construida. Con Mato (2000), quien desde hace muchos años también lo
utiliza de manera genérica aunque referido a ámbitos muy distintos a los nuestros, decimos que la “idea ha
sido objeto de variados tratamientos y formulaciones por diversos autores, en cualquier caso es
conveniente señalar que tres hitos bibliográficos salientes en su genealogía han sido la formulación de
Durkheim sobre la idea de representaciones colectivas (1968 [1912]), la de Althusser (1967 [1965]), y la
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esta práctica producir, consumir y/o difundir conocimientos, informaciones y/o simples da-
tos?, ¿cuáles son los indicadores que nos permiten pensar que efectivamente los trabajado-
res sociales y las trabajadoras sociales producimos, consumimos y/o difundimos
conocimientos, informaciones o simples datos?.
Seguidamente, adelantamos unas inconclusiones problemáticas que -lejos de clausurar la
discusión- abren sin ambages, la polémica en torno a la tensa relación existente entre las
representaciones sociales, la productividad real y los retos societales a que se enfrentan los
trabajadores sociales y las trabajadoras sociales, en estos tiempos de globalización y
condición epocal posmoderna.
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De los cuarenta cooperantes, diez personas (25%) definitivamente no hacen docencia. Los treinta
restantes (75%) la realiza a tiempo parcial (60%) y a tiempo completo (40%), con el siguiente escalafón:
instructor 10%, asistente 20%, agregado 20%, asociado 20%, titular o catedrático 30%. Lo anterior
contrasta con la información aportada por García (1999:13) para quien sólo el 6.35% de los colegas de
Aragón, Extremadura y Galicia de España habitualmente dan “clases o cursos en actividades docentes”.
Del total de docentes, de los cuales seis (20%) no respondieron, hacen investigación sólo ocho (26.66%).
De éstos, a tiempo parcial cuatro (50%), a tiempo completo dos (25%) y a dedicación exclusiva dos
(25%).Las respuestas obtenidas indican que de los docentes, quince (50%) son, además, empleados esta-
tales, nueve (30%) trabajan en organizaciones civiles de desarrollo social universitarias y privadas, y seis
(20%) trabajan por cuenta propia. De las diez (25%) personas que no hacen docencia, tres (30%) están
desempleadas.
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ser graduados en trabajo social: “soy licenciada en trabajo social”, “De trabajo social
tengo sólo el título, pero marco pautas en trabajo social”.
Básicamente, se definen como trabajadores sociales y trabajadoras sociales porque
realizan actividades como las siguientes:
• Docencia, investigación, acción social o extensión en universidades.
• Consultorías y proyectos de desarrollo social.
• Coordinación de actividades sociales, sistematización de experiencias, establecimiento de redes sociales.
• Realización de diagnósticos situacionales o sociales y proyectos de formación y capacitación para el
sector publico y privado.
• Asesoramiento para planificar y desarrollar instituciones, programas y proyectos sociales.
• Intervención social. Abordaje singular de propuestas institucionales y comunitarias.
• Trabajo sobre la violencia familiar, salud reproductiva. Prevención de la salud...
“no existen funciones exclusivas de profesiones”, “no hay nada exclusivo del trabajo social”, “el trabajo
social aborda problemáticas que deben ser, dada su complejidad, compartidas con otras disciplinas”, “algunas
de sus funciones también pueden ser hechas por sociólogos, politólogos, sicólogos, economistas, etc.”.
Al contrario del anterior énfasis, sólo una colega apunta al señalamiento de alguna
especificidad identitaria de nuestra práctica profesional:
“Não as considero exclusivas do trabalhador social, mas um bom trabalhador social não deve nunca
prescindir destas funções”.
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Pareciera como si el tiempo fuera materia inerte, cuando reviso la siguiente cita de mi ¿Qué es eso que
llaman trabajo social?, escrito hace quince años: “Hasta hoy (y por algún tiempo más allá del futuro
mediato), los ts hemos venido trabajando con objetos y sujetos preconstituidos asignados por otros en
virtud de una específica división social y técnica del trabajo burocráticamente organizado. Hemos
asumido como propios nombres, definiciones, conceptos y categorías establecidas por cientistas, políticos
y organismos nacionales e internacionales sin que hayan sido procesados y sometidos a la crítica
epistemológica desde el punto de vista de la especificidad de la práctica político-científica -del TS.
Trabajamos con hechos, fenómenos, problemas o ´patologías´ sociales cuya aspiración a existir como
problemática o cuestión teórica desde nuestra perspectiva, es tanto más intensa cuanto mayor realidad
social adquiere la no-organización científico-política del conjunto atomizado de ts..., hemos
equivocadamente tomado...como marco conceptual definiciones que no son conceptualizaciones y que, en
puridad, deberían servir como simples puntos de referencia para construir nuestros propios marcos
teórico-conceptuales en y a través de los cuales adquieran significados sustantivos, específicos, las
prácticas diferenciales del TS. Lo anterior expresa la ausencia de criterios direccionales que permitan
discernir qué y cómo importamos y qué no de otras disciplinas. Dicha importación se realiza
acríticamente como una simple trasposición o trasferencia sin procesamiento o adaptación lo cual, por un
lado, produce deslizamientos que impiden centrar la construcción del(los) objeto(s) de estudio e
intervención del TS y, por otro lado, obnubila el problema de que si de lo que se trata es de instrumentar
teorías, teorizar métodos o estandarizar técnicas que enriquezcan la caja de herramientas del TS.
Asimismo, expresa la encrucijada en que se colocan los ts al aceptar ingenuamente la ubicación que
formalmente les define un espacio de actuación específica, asignada por quienes tienen el poder de
establecer la división técnica del trabajo burocráticamente organizado; dicho espacio, a la vez que media
entre la institución productora de bienes o servicios y los grupos subalterno-populares, mediatiza el
impacto de los programas denominados sociales; se constituye en una zona pletórica de indefiniciones, de
indiferencias que fácilmente hacen confundir los objetivos y funciones de la agencia contratadora con los
propios del TS...; es decir, se asumen aquéllos como propios” (Barrantes, 1985).
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“que no trabalho com a pobreza e a subalternidade, os trabalhadores sociais também acabam ficando
subalternos. Não ousan pensar programas de qualidade, alterativos e possuem muito a visão equipamentista,
que no nosso campo, considero muito obsoleta e restrita...”.
Se trata, pues, ni más ni menos, de la razón de ser del trabajo social, una realidad que,
siendo producto del producto social que somos, debemos con toda responsabilidad recrear y
resignificar, lo cual se constituye en un problema epistemológico de hondas raíces
prácticas; mejor dicho, en un problema práctico de hondas raíces epistemológicas.
“Teniendo en cuenta el muy amplio espectro en el que tiene lugar la práctica profesional y las múltiples
formas posibles de ser y hacer trabajo social, una delimitación muy precisa de los problemas propios del
trabajo social sería limitadora más que posibilitadora del desarrollo profesional”.
Sin embargo, algunas respuestas señalan dos tipos de problemas prácticos que los
cooperantes -a la luz de alguna epistemología que no explicitan- consideran definitorios del
trabajo social.
El primero, relacionado, por un lado, con
“la distancia significativa existente entre los profesionales en ejercicio directo y aquellos ubicados en el
campo de la academia, entre quienes tradicionalmente se han identificado notorias diferencias de intereses”.
“sistematização deste trabalho social e os instrumentos legais definidores da ética, da profissão e da forma
de fazer”.
“estudam pouco, não se reciclam e acabam se conformando com as instituições onde desenvolvem sua
prática do que com sua profissão em si. Dificilmente suas práticas são sistematizadas, e muitos tem sérias
dificuldades para elaborar um relatório da sua ação”.
“Durante muchos años pensamos que los problemas sociales eran propiedad de los trabajadores sociales, al
igual que trabajar con las situaciones de pobreza, conflicto, etc. Creo que lamentablemente por una parte
nosotros nos tomamos ese atributo, y por otra, se nos fue asignado”.
a la que se refiere la siguiente cita, sino también en todos los ámbitos objeto de nuestras
necesidades de intervención social. Es que
“nuestra formación nos permite tener una visión más abarcativa de la realidad, por ejemplo, en el caso del
campo de salud, poder ver a la persona como un individuo inmerso en una situación dada y no como pasa en
nuestro país en muchos casos con la medicina hegemónica que sólo ven patologías”.
“en general está más destinada al CIENTÍFICO de lo social que al TÉCNICO SOCIAL (en sentido amplio y genuino de
quien OPERA sobre la realidad). Creo que es un error querer jerarquizar la profesión procurando que sea una
CIENCIA SOCIAL más (Paréntesis de la cooperante)”.
Es en este punto que adquieren pertinencia las opiniones de un grupo de colegas cuyas
ideas condensamos como sigue: para unos, el problema epistémico a que se enfrentan
trabajadores sociales y trabajadoras sociales, es la
Pero para otros, el problema no está en llegar a “saber mucho” de estas ni -mucho
menos- asumir identidades ajenas. Por el contrario, el reto está planteado en la
“construcción teórica de las categorías relacionadas con la interacción social y los procesos sociales (con
todo lo que ello implica: problemática social, actores sociales, culturales, políticas sociales, económicas,
…)”.
“La producción de saberes acerca de la constitución, la historia y la proyección del trabajo social, es decir
que la profesión misma se constituye en nuestro propio objeto de estudio”.
Sólo así parecerían poder hacerse posibles varias cuestiones prácticas que son planteadas
como problemas epistemológicos: Potenciar “La capacidad para –manteniendo las
características artesanales propias del trabajo social, superando la conciencia
premoderna– poder dar cuenta de las nuevas génesis de los problemas sociales”. Superar
“La asistematicidad de su intervención social y comenzar a producir teoría y relegitimar
un estatuto científico para el trabajo social”. Resolver “La dualidad del papel por el lugar
que generalmente tiene en las agencias de gobierno: a la vez “combate” por paliar o
modificar condiciones de las cuales de hecho forma parte”. Y, finalmente, asumir
éticogeopolíticamente las potencialidades fronéticas de “La mediación social”, lo cual
implica “resignificar a sua profissão e ter a competência técnica y tecnológica que a
sociedade globalizada e postmoderna exige”.
• “Somos de todo un poco como en botica...Una gran parte de nuestra historia ha estado cerca de la
difusión de datos”. “Uno de los déficits de nuestra profesión, es la escasa producción de conocimiento,
por lo que en la mayoría de los casos, hemos sido consumidores” y “buenos contribuyentes con el boom
editorial”.
• “...la tendencia... histórica nos ha ubicado como más orientados hacia el uso de conocimientos
producidos en otras disciplinas que a la producción y a la construcción teórica... propia y contributiva con
el avance de la ciencia social”.
• “Aplicamos conocimientos, si acaso generamos información; no creo que pueda catalogarse como
generación de conocimiento científico”.
• “Consume conceptos y teorías desarrolladas en las disciplinas que acompañan el trabajo social:
sociología, sicología, antropología, política, ética, informes de investigación, hallazgos, tanto como datos
de investigaciones, etc.” (una socióloga).
• “Somos básicamente consumidores porque investigamos poco y nuestra investigación es poco relevante
si la relacionamos con la que hacen los sociólogos, sicólogos, antropólogos, etc., Sistematizamos poco y
escribimos poco. Repetimos mucho”.
• “Indicadores de consumo de conocimientos son los cursos de promoción comunitarios, la formación de
agentes de salud, la capacitación en autodiagnóstico comunitario. El cursillismo de los trabajadores
sociales y las trabajadoras sociales (en general en manos de profesionales no trabajadores sociales”.
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“Siempre andamos a la zaga de grandes intelectuales, eurocéntricos principalmente, para ponerlos como
paradigma del el trabajo social. Hacer científico al trabajo social es leerse unos cuantos libros y adscribirse a
sus autores, a veces malamente reificados”.
Esta crítica es extendida también a los temas que hemos asumido como definitorios del
trabajo social en el trascurso de nuestra historia profesional:
Sin embargo, la crítica anterior resulta matizada de positividad para quienes piensan que
la tendencia al consumo no tiene visos de problema teórico ni práctico; esto por cuanto en
virtud de que la misión del trabajo social es –mejor dicho, en el supuesto de que en efecto
lo sea- el “desarrollo social o societal integral”, debemos
“Produzir programas, projetos, políticas sociais, institucionais, etc., indicadores sociais de avaliação, imple-
mentação, etc. Devemos consumir informações e conhecimentos do nosso campo e também de outros campos
complementares ao nosso, e difundir nossa experiência profissional, investigadora, técnica, etc.. Em quaisquer
destes tópicos a pródução de dados é inevitável e não pode ser esquecida”.
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El lector interesado en comprender a esta autora en perspectiva histórica, ver Harnecker (2000).
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“...que por nuestra historia..., el conjunto profesional viene sometido a las profesiones hegemónicas y no
puede ver su propia producción. Por otra parte el canibalismo, dispersión y aislamiento que se juega al interior
del trabajo social, hace que poco podamos ver y valorar esta producción (además de “malvenderla”)”.
• “(Ello) nos exige, sin que lo estemos asumiendo con entusiasmo, el establecimiento de relaciones de
intercambio no subalterno con las disciplinas sociales y poder llegar a montar plataformas
epistémicamente fundadas que le den un estatuto mejor y distinto a la intervención de los trabajadores
sociales y superar la simple acción social paliativa, catequizante, controladora y asistencialista”.
• “Elas me suscitaram refletir sobre o que fazer dos trabalhadores sociais, as complexidades que envolvem
nossa atuação, as imensas responsabilidades que teremos pela frente para qualificar e requalificar os
profissinais do nosso campo. Grande parte dos trabalhadores sociais sequer ousam pensar nessa
complexidade e evidenciam uma visão muito reducionista da sua ação. Considero isso um grande
paradigma”.
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