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Gran parte del agua de nuestro planeta, alrededor del 98%, corresponde a agua
salada que se encuentra en mares y océanos, el agua dulce que poseemos en un
69% corresponde a agua atrapada en glaciares y nieves eternas, un 30% está
constituida por aguas subterráneas y una can El agua es el principal e
imprescindible componente del cuerpo humano. El ser humano no puede estar sin
beberla más de cinco o seis días sin poner en peligro su vida. El cuerpo humano
tiene un 75 % de agua al nacer y cerca del 60 % en la edad adulta.
Aproximadamente el 60 % de este agua se encuentra en el interior de las células
(agua intracelular). El resto (agua extracelular) es la que circula en la sangre y
baña los tejidos.
Muchos de nosotros pensamos que el agua siempre estará allí para nosotros
cuando nosotros lo queremos. Sin agua, los seres vivos morirían. Usted morirá
sino tiene agua más de una semana. Las plantas morirán sin agua y eso mataría
todos los animales que comen las plantas.
Cuándo los desastres suceden, la primera cosa útil que mandamos es agua.
Nosotros estamos tan acostumbrados a tener agua que nosotros no pensamos
acerca de otros países que sufren años y años de sequía; donde niños beben agua
sucia que los enferma y las personas andan
millas para obtener apenas eso.
También esta propiedad está en relación con los puentes de hidrógeno que
se forman entre las moléculas de agua. El agua puede absorber grandes
cantidades de "calor" que utiliza para romper los puentes de hidrógeno por
lo que la temperatura se eleva muy lentamente. Esto permite que el
citoplasma acuoso sirva de protección ante los cambios de temperatura. Así
se mantiene la temperatura constante.
Cuando un cuerpo, por acción del calor o del frío pasa de un estado a otro,
decimos que ha cambiado de estado. En el caso del agua: cuando hace
calor, el hielo se derrite y si calentamos agua líquida vemos que se evapora.
El resto de las sustancias también puede cambiar de estado si se modifican
las condiciones en que se encuentran. Además de la temperatura, también
la presión influye en el estado en que se encuentran las sustancias.
Si se calienta un sólido, llega un momento en que se transforma en líquido.
Este proceso recibe el nombre de fusión. El punto de fusión es la
temperatura que debe alcanzar una
sustancia sólida para fundirse. Cada sustancia posee un punto de fusión
característico. Por ejemplo, el punto de fusión del agua pura es 0 °C a la
presión atmosférica normal.
Si calentamos un líquido, se transforma en gas. Este proceso recibe el
nombre de vaporización. Cuando la vaporización tiene lugar en toda la masa
de líquido, formándose burbujas de vapor en su interior, se denomina
ebullición. También la temperatura de ebullición es característica de cada
sustancia y se denomina punto de ebullición. El punto de ebullición del agua
es 100 °C a la presión atmosférica normal.
En el agua de nuestro cuerpo tienen lugar las reacciones que nos permiten
estar vivos. Forma el medio acuoso donde se desarrollan todos los procesos
metabólicos que tienen lugar en nuestro organismo. Esto se debe a que las
enzimas (agentes proteicos que intervienen en la transformación de las
sustancias que se utilizan para la obtención de energía y síntesis de materia
propia) necesitan de un medio acuoso para que su estructura tridimensional
adopte una forma activa.
Es muy importante consumir una cantidad suficiente de agua cada día para el
correcto funcionamiento de los procesos de asimilación y, sobre todo, para los de
eliminación de residuos del metabolismo celular. Necesitamos unos tres litros de
agua al día como mínimo, de los que la mitad aproximadamente los obtenemos de
los alimentos y la otra mitad debemos conseguirlos bebiendo.
Por supuesto en las siguientes situaciones, esta cantidad debe incrementarse:
Como norma general, debemos beber en los intervalos entre comidas, entre dos
horas después de comer y media hora antes de la siguiente comida. Está
especialmente recomendado beber uno o dos vasos de agua nada más levantarse.
Así conseguimos una mejor hidratación y activamos los mecanismos de limpieza
del organismo.
El agua al caer con la lluvia por enfriamiento de las nubes arrastra impurezas del
aire. Al circular por la superficie o a nivel de capas profundas, se le añaden otros
contaminantes químicos, físicos o biológicos.
Hay pues una contaminación natural, pero al tiempo puede existir otra muy
notable de procedencia humana, por actividades agrícolas, ganaderas o
industriales, que hace sobrepasar la capacidad de autodepuración de la
naturaleza.
Pese a las características naturales de las aguas para destino a consumo humano
y dado su importante papel como mecanismo de transmisión de importantes
agentes microbianos que desencadenan enfermedades en el hombre, "en todo
caso se exige", que el agua destinada a consumo humano, antes de su
distribución, sea sometida a tratamiento de DESINFECCIÓN
No talar los bosques en las orillas de los ríos y quebradas, porque la falta
de cobertura vegetal aumenta la erosión y los sedimentos, y disminuye el
régimen de agua por menor infiltración. El agua cargada de sedimentos
requiere de instalaciones especiales y mayores costos para su purificación.
Proteger las fuentes de agua potable para que no se ensucien. Evitar que
se talen los bosques, se asienten personas en dichos lugares, y se
acerquen animales. Cerca de una fuente de agua no se debe construir
letrinas u otras instalaciones a menos de 50 metros de ella.
3. Ahorrar el agua
En lugares de escasez se deben evitar las pérdidas desde la captación
(tanques y reservorios) hasta su distribución en los hogares (cerrar bien los
caños y arreglar los defectuosos).
El agua existe en la Tierra en tres estados: sólido (hielo, nieve), líquido y gas
(vapor de agua). Océanos, ríos, nubes y lluvia están en constante cambio: el agua
de la superficie se evapora, el agua de las nubes precipita, la lluvia se filtra por la
tierra, etc. Sin embargo, la cantidad total de agua en el planeta no cambia. La
circulación y conservación de agua en la Tierra se llama ciclo hidrológico, o ciclo
del agua.
El ciclo hidrológico comienza con la evaporación del agua desde la superficie del
océano. A medida que se eleva, el aire humedecido se enfría y el vapor se
transforma en agua: es la condensación. Las gotas se juntan y forman una nube.
Luego, caen por su propio peso: es la precipitación. Si en la atmósfera hace mucho
frío, el agua cae como nieve o granizo. Si es más cálida, caerán gotas de lluvia.
Una parte del agua que llega a la tierra será aprovechada por los seres vivos; otra
escurrirá por el terreno hasta llegar a un río, un lago o el océano. A este fenómeno
se le conoce como escorrentía. Otro poco del agua se filtrará a través del suelo,
formando capas de agua subterránea. Este proceso es la percolación. Más tarde o
más temprano, toda esta agua volverá nuevamente a la atmósfera, debido
principalmente a la evaporación.
Al evaporarse, el agua deja atrás todos los elementos que la contaminan o la
hacen no apta para beber (sales minerales, químicos, desechos). Por eso el ciclo
del agua nos entrega un elemento puro. Pero hay otro proceso que también
purifica el agua, y es parte del ciclo: la transpiración de las plantas.
Las raíces de las plantas absorben el agua, la cual se desplaza hacia arriba a
través de los tallos o troncos, movilizando consigo a los elementos que necesita la
planta para nutrirse. Al llegar a las hojas y flores, se evapora hacia el aire en
forma de vapor de agua. Este fenómeno es la transpiración.