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EN COLOMBIA
naturaleza son colocadas en muy alta jerarquía. Del ras generaciones de la independencia. Y muchos de
Arzobispo-Virrey Caballero y Góngora son las famo- los coetáneos de las guerras emancipadoras habían
sas advertencias: "Porque un reino lleno de produc- escuchado precisamente al Arzobispo-Virrey, o ha-
ciones que utilizar (escribía), necesita ciertamente bían leído el plan de reformas del fiscal Moreno y
más de sujetos que sepan conocer y observar la natu- Escandón, en que clamaba por la necesidad de que el
raleza, que de quienes entiendan y discutan el ente estudiante fuera conducido a la observación de la na-
de razón, la primera materia y la forma sustancial." turaleza, dejando de lado las disputas de los dialéc-
¿Quién no advierte en estas aspiraciones de carác- ticos.
ter científico, con que se buscaba reemplazar la anti- ¿Por qué Colombia proclama en la primera admi-
gua docencia de la filosofía formalista, un eco remo- nistración del general Santander, un plan de estudios
to de lo que ocurrió en Europa tres siglos antes, a base de la filosofía utilitarista de Jeremías Ben-
cuando surgía el Renacimiento? En este fenómeno tham, y del sensualismo de Esteban Bonet de Condi-
debe hallarse la explicación de por qué en alguna llac? No se trataba ciertamente de suplantar concep-
forma todos los mejores escritores de tipo humanís- tos metafísicos como los de Dios, la inmortalidad del
tico, que producirá el país en la centuria siguiente, alma, la eternidad de las leyes morales, que más que
estarán imbuidos de ciencias naturales, singularmen- con base en una metafísica, venían impuestos a las
te de la botánica. Hasta el punto de que todavía los conciencias de estos hombres por una profunda fe re-
hombres cultos de la penúltima generación que ha ligiosa. El sentido de todo esto era más propiamente
regido a Colombia, han considerado de su deber el! el de buscar los medios de afianzar en las masas la
conocimiento científico de la flora y de la fauna, con idea de la emancipación de España, que en un prin-
sus exóticos nombres latinos, que suelen enunciarse cipio fue profundamene impopular.
con el orgullo con que un alemán culto cita, en ita-
Sabido es de todos cómo nuestros libertadores tu-
liano, un terceto de la Divina Comedia.
vieron que luchar abiertamente con la inercia del
Pero también este sentimiento de la naturaleza ten- criollo ante la idea emancipadora. No eran solamente
drá mucho que ver con los movimientos políticos. Ol- los pastusos los que se mostraban renuentes a recibir
vidaban nuestros primeros gobernantes, a raíz de la la República, sino que en toda la gran masa popular
emancipación, que el fermento liberador que ella im- palpitaba un sentimiento de profunda desconfianza
plicaba había sido engendrado en la propia España ante los hombres que habían hecho la emancipación.
y que el ímpetu vital era también oriundo de menta- Por ello era necesario borrar hasta donde fuera po-
lidades españolas. La Expedición Botánica contaba sible todo rasgo que denotara en América la grandeza
todavía en el recuerdo vivo de su obra en las prime-
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de España, y cómo de muchos ingredientes nítida- Bacon que proclaman el saber como instrumento del
mente hispanos estaba compuesta nuestra realidad dominio de la naturaleza. Para nosotros la edad me-
cultural. Así, por tanto, si la Expedición Botánica dia tendría que durar unos cuantos siglos todavía,
nos había abierto los ojos a las riquezas de nuestro una vez que expiró en Europa. Pero en América, el
suelo y a las posibilidades del trópico, resultaba polí- remezón contra el concepto medieval del universo, no
ticamente peligroso seguir fiando en ella la inspira- era, ni mucho menos, algo interno, una fuerza que
ción de los estudios académicos y universitarios. Pero surgiera de nosotros mismos. Venía provocada de
el principio había que conservarlo. ¿Cómo? Recluían- fuera, y como todo lo exterior, tenía el carácter de un
do de la Europa continental lo más accesible a ese cuerpo extraño en nuestra simbiosis cultural. Hacia
sentimiento. Una filosofía sensualista sería por lo finales del siglo xviii se proclamaba, en paralelo afán
pronto, lo que a primera vista dijera más directamen- por el estudio de la naturaleza, la necesidad de disci-
te qué fundamentación habría de tener esa concep- plinas matemáticas. Pero ni por la herencia españo-
ción del mundo que se venía predicando desde la úl- la que había dejado tanto tiempo su cultivo en gran
tima etapa colonial, concepción que implicaba un estilo, ni por urgencia cultural nuestra, las matemá-
contacto directo con la naturaleza, en forma de pa- ticas podían obtener entre nosotros la resonancia que
thos de la naturaleza, de eros hacia los horizontes y ellos pedían. Mas otro de los, también a primera vis-
escenarios en que la vida del americano habría de ta, inspiradores de nuestra lucha libertaria, había
moverse. sido el pueblo sajón; los americanos del norte por
Por otra parte, el recurrir a un francés tan clásico su guerra de emancipación y su constitución política,
como Condillac para hacerlo el mentor de nuestras ampliamente estimada en los círculos criollos de las
juveniles inteligencias, no resultaba otra cosa que un colonias españolas de América, y los ingleses por su
homenaje apenas natural a la nación en quien el pró- positiva financiación y colaboración efectiva en las
cer emancipador encontraba el origen de la idea li- campañas de nuestra independencia.
bertadora. Pero para un hispanoamericano, un pueblo sajón
Mas ¿por qué, se preguntará, se impuso también 1 no era otra cosa que la expresión más viva del éxito
enseñanza del utilitarismo benthamiano? La lucha de la vida, del triunfo en la lucha por la existencia.
contra la escolástica en el humanismo renacentista es- "Quién me diera ser un inglés, rico y protestante, y
taba presidida por figuras como Galileo, Copérnico no un español, católico y pobre." Un sentimiento co-
y Keplero. Fue a ellos debida la gran imagen física mo el que palpita en la famosa frase, era el imperan-
del universo, imperante hasta hace pocos decenios. te. En tales condiciones, el benthamismo, escuálida
Ellos, a su manera, inspiraron también a Descartes y filosofía de tenderos, tenía que aparecer a nuestros
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hombres de gobierno como la mejor propedéutica en
la instauración de la república. tergar la fe, sino convertirla en negocio de concien-
cia, en mera inquietud o problema personal, sin po-
He aquí, pues, cómo la política inspira en mucho
sible influjo en la vida pública, y menos en la vida
nuestra filosofía. Y así habrá de continuar. Hacia
del Estado.
1840, fuerzas espiritualistas desalojan de la enseñan-
Los católicos colombianos de ese entonces comba-
za oficial el sensualismo de Condillac y el utilitaris- ten por lo tanto la tolerancia religiosa que hace igua-
mo benthamista. Y se inicia entonces, por el lado ca- les todos los cultos, y la indiferencia que a ella con-
tólico, una corriente inspirada en el pensamiento de duce.
Balmes con atisbos, no por tímidos, menos afectivos Pero no se encontraron los pensadores católicos
a Víctor Cousin y a Maine de Birán, con un sistema filosófico como el positivismo de Au-
El movimiento espiritualista inspirado en Balmes, gusto Comte, que por entonces cobraba innúmeros
no tendrá mayor importancia, sin embargo, sino cru- prosélitos en los restantes países de América.
zando más allá de la mitad del siglo xix, esto es, por Y la explicación parece obvia: el padre del positi-
la época en que rige a Colombia la Constitución libe- vismo no sólo era un hereje para los católicos, sino
ral de 1863. Es la edad más brillante del pensamiento también para los liberales educados en los principios
católico colombiano, pero sin dejar de ser un produc- de 1863. Pero para los liberales lo era en un doble
to de oposición. Con la no extinguida influencia de sentido: ¿Cómo es que este hombre (diría uno de
José Eusebio Caro y la aún viviente dirección de Ma- nuestros radicales), tras de afirmar que las libertades
riano Ospina, florecen recios varones que conocen a de la Revolución Francesa son puros conceptos meta-
físicos, vacíos de todo contenido real y positivo, vie-
fondo la dogmática de la Iglesia de Roma, y advier-
ne a sostener que la Iglesia Católica es uno de los mo-
ten con extraordinaria lucidez el sentido de la crisis
delos en que debe inspirarse toda sociedad a causa de
porque atraviesa en Colombia la fe cristiana.
su orden jerárquico y de su constitución monárquica?
El empeño religioso en la Colombia de entonces Planteado así el sistema como lo fundamental del
no se enderezaba primordialmente a la defensa del positivismo comtiano, es apenas natural que éste no
dogma. Fincaba sus intentos, más que todo, en con-. tuviera ninguna acogida en nuestros pensadores de
tener una grande avalancha de anticlericalismo en- izquierda.
tonces dominante. Pero este sentimiento de aversión
Por eso, bien avanzada la segunda mitad del si-
al clero, denotaba, en el fondo, un odio a Roma y a
glo xix se prefiere más bien retornar a Bentham y al
la organización jerárquica católica. Nuestro liberalis- sensualismo, pero no durarán mucho. Las generacio-
mo, si se quiere, era el más consecuente liberalismo nes imperantes preferirán ya a Stuart Mill y a Spen-
de América. Hijo de la Ilustración, no pretendía pos-
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