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Lecciones sobre John Locke.

Felipe Giménez. Profesor de filosofía de IES.

1. Gnoseología. Límites del entendimiento humano.


Locke (1632-1704) considera que todos nuestros conocimientos provienen de la
experiencia, de ella se derivan y a ella se reducen. La filosofía de Locke se dirige contra las
ideas innatas, contra el apriorismo. Locke pretende dar razón de conceptos tales como
causa, sustancia, a partir del análisis de los sense data, un análisis psicológico. Este análisis
es el tribunal que evalúa la validez y los límites del entendimiento humano, así como la
validez y los límites de los conocimientos de los que éste dispone. El valor objetivo de los
conocimientos queda justificado desde el supuesto de la realidad de los dos polos del
conocimiento: conciencia y mundo exterior. Acepta la trascendencia del conocimiento, al
que llega a describir como la "copia (picture) que nuestras ideas deben ser respecto de sus
objetos (Essay, II, 8, 15, II, 25, 6). De los grandes maestros del empirismo es el que menos
expuesto queda a los reproches de idealismo espiritualista (G. Berkeley) o agnóstico (D.
Hume).
En general, Locke afirma que todos nuestros conocimientos están fundados en ideas y
que no pueden sobrepasarlas. Se trata de percibir cómo las últimas se concilian o se oponen
entre sí. La tesis de Locke creo que puede ser ya enunciada con toda claridad: no existen
ideas innatas en nuestra mente ni en el orden teórico ni en el práctico.

2. Las ideas.
Las ideas son los contenidos de la mente humana, cualquiera que sea el tipo de los
mismos. Dice Locke: "Lo que nombra la palabra "idea" es lo que sirve mejor "para nombrar
lo que es objeto del entendimiento cuando un hombre piensa. Lo he empleado para exponer
lo que se entiende por fantasma, noción o especie, o aquello de que se ocupa la mente
cuando piensa" Introducción al Essay.
La idea es lo que la mente contempla. Es ésta una teoría representativista del
conocimiento: la idea hace de intermediario entre la cosa y la mente. Representa a la cosa
en la mente, y por tanto, el objeto de la mente es la idea y no (directamente) la cosa.
Ya dice posteriormente Locke: "Puesto que todo hombre es consciente de sí mismo, de
que piensa; y, siendo aquello en que, al pensar, su mente se ocupa de las ideas que están
allí, no hay duda de que los hombres tienen en su mente ideas diversas, como aquellas que
se expresan por las palabras blancura, dureza, dulzura, pensar, movimiento, hombre,
elefante, ejército, embriaguez, etc. Así, pues, lo primero que hay que averiguar es cómo
llega a tenerlas".
Sea como fuere, lo que está claro es que la idea representa en la mente la existencia de
una entidad externa. La verdad es que Locke no presta atención al problema, e
inmediatamente comienza la crítica al innatismo.
Ninguna de las ideas es innata. Si existen principios innatos, han de estar en todos los
hombres y en todas las épocas de su vida. Ninguno de ambos supuestos se cumplen en los
principios especulativos, y mucho menos en los prácticos. Su no existencia en los niños, ni
en los salvajes, ni en los idiotas, ni en otra mucha gente, es la prueba de ello. ¿De dónde
proceden las ideas? Para mostrarlo, promete Locke, "invocaré la observación y la
experiencia de cada cual", Dice Locke: "Supongamos que la mente (...) sea un papel en
blanco, limpio de todo signo ("a white paper, with no character on it"). ¿Cómo llega a
tener ideas?, ¿de dónde saca todo el material de la razón y del conocimiento (...), ese
prodigioso cúmulo de variedad casi infinita, que la activa imaginación ha pintado en
ella? Contesto con una sola palabra: de la experiencia. Este es el fundamento de todo
nuestro saber, que de ella deriva en última instancia."
Esta derivación de la experiencia es posible. A ello se dedicará en su análisis
psicológico. Es en el Libro II donde realmente comienza la aportación de Locke. Su
investigación se va a centrar en las ideas en cuanto contenidos de la conciencia, de dónde
proceden, cómo opera con ellas la razón. Nuestros sentidos: "En primer lugar, nuestros
sentidos, que tienen trato con objetos sensibles particulares transmiten a la mente
"percepciones" de cosas, según los variados modos en que son afectados por los
objetos". Esta representación es lo que Locke llama "idea de sensación", fenómeno
totalmente pasivo, considerándola como la fuente donde "se origina el mayor número de las
ideas que tenemos". La reflexión, "percepción de las operaciones internas de nuestra
propia mente" es la otra gran fuente. Al igual que la sensación, es un fenómeno puramente
pasivo, entendiendo por tal que "el entendimiento es meramente pasivo y no está a su
alcance el poseer o no esos rudimentos, o, como quien dice, esos materiales de
conocimiento. Estas son las dos fuentes de conocimiento de donde parten todas las
ideas que tenemos o podemos tener de manera natural" (L.II, i, 2, 164.). El conjunto de
ambos es la experiencia, fundamento de donde se deriva nuestro conocimiento. Son todo el
material de nuestro conocimiento. El producto inmediato de estas fuentes en la mente, son
las "ideas simples", que no son, ni un principio de conocimiento o del ser (Platón) anterior a
la experiencia, ni un juicio a priori (Kant), ni una exigencia del espíritu, sino que son
individuales, representan la realidad e irreductibles al análisis. Son los materiales
elementales con los que se construye el conocimiento. Pueden proceder de un solo sentido
(luz, colores, sabor, olor, ruidos, cualidades secundarias), de diferentes sentidos (cualidades
primarias, extensión, forma, figura, reposo, movimiento, unidad y pluralidad), mediante la
reflexión (percepción, volición, recuerdo, disgusto) y de la reflexión y la sensación (placer,
dolor, poder, sucesión), siendo producidas en nosotros por las cualidades primarias o
secundarias de los cuerpos. Locke distingue entre las cualidades primarias y las
secundarias. Las primeras van inseparablemente unidas a los cuerpos aun en sus partes más
pequeñas (número, extensión, figura, movimiento o reposo, dureza); son los modelos
(patterns) de los que la percepción nos ofrece "imágenes" (resemblances). A las segundas
sólo les corresponde objetivamente la capacidad de producir en nosotros determinadas
sensaciones (color, sonido, sabor, olor), que no están en los cuerpos, aunque sí están en
ellos las causas de estas sensaciones.
Hay dos tipos de experiencia: externa e interna. Hay ideas de sensación e ideas de
reflexión. Hay ideas simples e ideas complejas. Hay tres categorías de ideas complejas:
modos (propiedades), substancias (soporte de los modos) y relaciones.

3. Relaciones entre las ideas.


Hay cuatro tipos de acuerdo o desacuerdo entre ideas. Primeramente, podemos percibir
que una idea dada es lo que es y no otra cosa. Es lo que denomina la identidad o la
diversidad. En segundo lugar, podemos percibir las implicaciones que dimanan de ciertas
ideas que son "arquetipos engendrados por el espíritu". En tercer lugar, podemos
igualmente percibir que algunas ideas van siempre acompañadas por otras ideas, siempre
las mismas, o que coexisten las unas con las otras: únicamente por la experiencia podemos
asegurarnos de esas concomitancias y de esas coexistencias, pero, como hemos visto, no
podemos saber por qué esas ideas o propiedades están siempre agrupadas. La cuarta clase
de acuerdo o desacuerdo entre ideas es lo que Locke denomina "la existencia real". Quiere
decir con ello que nuestras otras ideas se vinculan a la idea de existencia real. Piensa que
hay existencias reales que corresponden a algunas de nuestras ideas o son responsables de
las mismas.
A partir de las ideas simples, y sin que sea posible la adición de nuevo material (puesto
que no lo hay), la mente puede formar "ideas complejas", que resultan de la comparación
de las primeras.
Intuimos identidad y diversidad, coexistencias y conexiones en el contenido de distintas
ideas simples y, con ayuda de la memoria conocemos que hay aspectos en los que las
distintas ideas muestran conveniencia (agreement) o disconveniencia (disagreement). Así
se forman los "universales" que recogen semejanzas entre las cosas y no una supuesta
"esencia real universal".
La mente opera con las ideas simples. Ahora sí que es activa, produciendo las "ideas
complejas". "Pero como la mente es totalmente pasiva en la recepción de todas sus ideas
simples, ejerce, por tanto, varios actos propios por los cuales forma, a partir de las ideas
simples que utiliza como materiales y fundamento del resto, las demás". Estas ideas
complejas pueden ser: modos (combinación de ideas simples sin ninguna suposición de
existencia propia, y que pueden ser simples -docena, espacio, tiempo, lugar- y mixtos
-belleza, robo-) sustancias (combinaciones de ideas simples que se toman para representar
cosas particulares que subsisten por sí mismas) y relaciones (consideración y comparación
de una idea con otra). A través del análisis de las diferentes ideas complejas, nos va
exponiendo su filosofía natural.
La exposición de la sustancia (L.II, XXIII) representa uno de los momentos más
conflictivos del "Essay". "Sustancia es el nombre que los filósofos han asignado a nuestra
idea (compuesta) de un "soporte común" de cualidades". La sustancia como "ens",
realmente existente, o como soporte de los accidentes, "per se subsistens et substans
accidentibus", había recorrido toda la filosofía occidental desde Aristóteles. Si
exceptuamos los nominalistas, no encontramos ningún otro momento en el que tal idea
haya sido sometida a una crítica, y esto es lo que va hacer Locke. Su intención es averiguar
cómo esta idea de sustancia aparece en la mente y cuál es su relación con las dos únicas
fuentes que producen ideas simples, es decir, qué significa. En ningún caso intentará decir
nada sobre la naturaleza de lo real. Recurriendo a la experiencia personal podemos
comprobar que "encontrará que no tiene acerca de ella ninguna otra idea, sino una mera
suposición de no saber qué soporte de aquellas cualidades que sean capaces de producir
ideas simples en nosotros; cualidades que normalmente son llamadas accidentes". "Por lo
tanto, idea que tenemos y a la que damos el nombre de sustancia, como no es nada sino el
supuesto soporte, pero desconocido, de aquellas cualidades que encontramos que existen, y
de las que imaginamos que no pueden subsistir sine re substante, sin nada que las soporte,
denominamos a este soporte sustancia; la cual según el verdadero sentido de la palabra,
significa, en nuestro idioma, lo que está debajo o lo que soporta". La mente, pues, no tiene,
no recibe la información de las cualidades de los cuerpos por separado, sino que estamos
acostumbrados a recibirlas unidas y "al no imaginarnos de qué manera estas ideas simples
pueden subsistir por sí mismas, nos acostumbramos a suponer que existe algún substratum
donde subsisten y de donde resultan; al cual, por tanto, denominados sustancia"*. *[Hume,
partiendo de este razonamiento, afirmará que este hábito nos proporciona una "creencia",
de la cual no podemos derivar la existencia de la sustancia. De ahí llegará al empirismo
escéptico.]. Distingue en seguida, entre "sustancia en general" y "sustancia en particular",
siendo la primea un substratum desconocido (ens) y la segunda las cosas particulares.
Como idea compleja de la mente no presenta ningún problema, ya que no exige, aún, la
existencia de algo fuera de ella. Es al separarla, cuando aparece en nosotros la noción de
substratum independiente, que "es algo de lo que no tienen ninguna idea distinta, de
manera que están respecto a ello en una ignorancia total y en una oscuridad absoluta", es
una idea de algo que no sabemos qué es. Es algo forjado por la mente. Tal idea "no la
tenemos ni la podemos tener por sensación ni por reflexión" (I, 3, 19). A partir de esta
distinción, Locke, en manifiesto rechazo de las tesis de Descartes y de los materialistas,
afirma que "tenemos una idea tan clara de la sustancia espiritual como de la corporal".
Mantiene, pues, la cognoscibilidad de la sustancia como ens (contra escolásticos y
Descartes) sin llegar a dudar de la realidad objetiva, con lo que caería en el escepticismo
(Berkeley y Hume). Aunque lo que conocemos son las ideas -no las cosas-, Locke no duda
de que exista un mundo real. Es un realismo crítico bastante cercano al cartesianismo. Las
cosas materiales son conocidas a través de ideas. Y Locke reconoce que "tener la idea de
una cosa en nuestro espíritu no prueba su existencia". (IV, 11, 1). Por tanto, la sensación no
prueba, sin más, que exista la cosa sentida, con la certeza que dan la intuición o la
demostración. Pero sí nos da un conocimiento suficiente. Las sensaciones no son
producidas por nuestros órganos sensoriales, luego han de ser debidas a una causa exterior,
una cosa real existente. Sin embargo, aunque las sensaciones (ideas de sensación) sean
representaciones de cosas reales, no por ello pretende Locke que sean copias exactas de
esas cosas. En conclusión: la sensación da cuenta siempre de la existencia de un cuerpo
real, al cual representa en la mente. Pero no lo representa como copia exacta si la cualidad
que produce esa sensación es una cualidad secundaria. Las ideas de relación plantean toda
una serie de problemas (causa/efecto, identidad, generación, relaciones morales) cuyo
análisis abrirá el camino que recorrerá la filosofía de la Ilustración, siendo Kant quien dará
solución a muchos de los mismos.

4. Grados de certeza y razones de asentimiento.


El conocimiento de la génesis de las ideas nos ilustra así sobre la última parte del
propósito lockeano, que era, recordémoslo, determinar los grados de certidumbre, evidencia
y alcance y las razones del asentimiento. P. ej.: La sustancia y la idea de las diferencias
sustanciales son supuestos legítimos, en tanto que son inferibles de la experiencia y
referibles a ésta en condiciones empíricamente determinables; pero "no tenemos una idea
de lo que es [la sustancia], sólo una idea confusa, oscura, de lo que hace" (II, 13,19).
Nada hay en la experiencia que nos permita conocer su posible "naturaleza fundamental"
por debajo de los "accidentes" (somos perfectly ignorant on it, II, 23,2), ni siquiera nada
que nos garantice su existencia.
En cuanto a la cuestión general de la "existencia real" de las cosas y el mundo, ha de
afrontarse igualmente sobre la base del agreement de nuestras ideas (IV, 1,7.) Pese al
subjetivismo de su método psicológico, Locke insiste en que nuestras representaciones no
deben tomarse como meros contenidos de conciencia: "Si el conocimiento que tenemos
de nuestras ideas acaba en ellas sin llegar más allá, cuando apuntan intencionalmente
a algo exterior, nuestros pensamientos más serios no tendrían apenas más utilidad que
los sueños de un cerebro desquiciado [...] que ve claramente cosas en el sueño" IV, 4,
2.
Y también: "Pero todo nombre que no sea simplemente un sonido huero ha de significar
algo que, o está en la cosa a la que el nombre se aplica, y entonces es algo positivo y se
considera existente en la cosa [...] o bien tiene su origen en una referencia que nuestra
mente encuentra en la cosa hacia algo distinto de ésta, pero se considera simultáneamente
con ésta, y entonces el nombre significa una relación." IV, 2.
Los grados de asentimiento son:

• Intuición, cuya fuerza es irresistible; se da sin esfuerzo y ofrece la mayor claridad y


certeza, pues en ella la mente no hace sino constatar la conveniencia o
disconveniencia entre ideas. Sólo sobre la base de ésta son posibles los restantes
grados.

• Demostración, por la que la mente conoce, también la conveniencia o


disconveniencia de dos ideas, pero no inmediatamente, sino a través de ideas
intermedias que hay que considerar sucesivamente. El conocimiento demostrativo no
es siempre claro, porque alguna de las ideas intermedias que lo hacen posible no son
fácilmente evidentes.

• Conocimiento sensitivo de seres particulares. Es todavía lícito llamarle "verdadero


saber", pero no alcanza el grado de certidumbre de los anteriores.

Afirma Locke: "Creo que el conocimiento no es sino la percepción del acuerdo y


rechazo entre cualesquiera de nuestras ideas. En esto consiste solamente" (L. IV; I,2, 785).
Estas distinciones anteriormente trazadas le permiten fijar con precisión los límites de
los conocimientos humanos. Tenemos, asevera, un conocimiento intuitivo de nuestra propia
existencia que se manifiesta en "cada uno de los actos que son la sensación, el
razonamiento o la reflexión". Nada se puede conocer con más certeza. Tenemos un
conocimiento cierto y demostrativo de la existencia de Dios. La demostración depende de
ciertos elementos del conocimiento intuitivo, tales como el de mi propia existencia y del
principio de que un ser real no puede haber sido producido por nada. Locke insiste en
probar, a partir de esto, que debe existir un "ser todopoderoso" que debe ser también un "ser
cognoscente", ya que es imposible que "cosas enteramente desprovistas de conocimiento y
que actúan ciegamente [...] puedan producir un ser cognoscente". Poseemos también un
conocimiento sensible de las cosas extrínsecas a nosotros en el momento en que las
percibimos, y la memoria nos asegura que tales cosas han existido en el pasado. Ahora
bien, si el espíritu no conoce más que la relación entre nuestras ideas, ¿en qué consiste la
realidad del conocimiento?, ¿cómo podremos afirmar su correlato óntico? Como podemos
ver, tanto los grados del conocimiento, como el conocimiento de la existencia, tienen el
límite de la experiencia (y aún no tenemos el conocimiento de toda ella), por lo que la
relación lógica se hace harto difícil. El mismo Locke nos dice que "resulta vano y estúpido
el que el hombre espere que todas las cosas tengan demostración". No conocemos la
verdadera esencia de las cosas y no sabemos, por tanto, si el alma es esencialmente una
sustancia espiritual o material. Es preciso observar que si Locke no cree, en general, que el
conocimiento pueda extenderse más allá de las ideas, no considera a estas últimas como
diques interpuestos entre el hombre y el mundo material, sino más bien como índices
reveladores de la existencia de ese mundo y de algunas de sus propiedades. Agreguemos
que, si creyó que Dios podía haber creado una materia pensante, rechazaba aquella forma
de materialismo según la cual los espíritus y los pensamientos de los hombres son el
resultado del juego ciego de fuerzas materiales.

FILOSOFÍA POLÍTICA.
1. Introducción.
Es el padre del individualismo liberal. Su principal obra es el segundo "Tratado sobre el
gobierno civil" (1690), que pasa por ser la obra en la que Locke condensó lo esencial de su
pensamiento político. La obra de Locke aparece en el momento más oportuno y refleja la
opinión de la ascendente clase burguesa. Locke expresa el ideal de la burguesía.

2. Filosofía política.
El hombre es un ser razonable y la libertad es inseparable de la felicidad. El fin de la
política es la búsqueda de la felicidad que reside en la paz, la armonía y la seguridad. Así,
no hay felicidad sin garantías políticas y no hay política que no deba tender a extender una
felicidad razonable.
Desarrolla una teoría política del contrato.
Hay un primer estado inicial de naturaleza. Tal estado de naturaleza es un estado "de
perfecta libertad para ordenar sus actos y disponer de sus propiedades y de las personas que
creen conveniente dentro de los límites de la ley natural, sin pedir permiso ni depender de
la voluntad de ningún otro hombre" (II, 2, 4).En el estado de naturaleza los seres creados
por Dios son libres: libres las tierras, animales, libres los hombres...Para los hombres,
creados de forma que son capaces de conocer, de expresar su pensamiento y de trabajar,
esta libertad asienta como un derecho natural (u originario), la posibilidad de disponer de su
vida y sus palabras como les convenga, cazar a los animales, ocupando un territorio que
trabajarán para sobrevivir. Pero el derecho implica deber; el estado de naturaleza tiene su
ley que a todos obliga: nadie ha de atentar contra la vida, la salud, la libertad ni las
posesiones de otro. Son iguales los unos a los otros en la medida en que no existe entre
ellos ninguna diferencia natural que autorice a éste a limitar la libertad de aquél Así forman
familias y proceden, según su conveniencia, a los intercambios que juzgan provechosos. En
este estado, se hacen mutuas promesas a fin de regular su vida, que están obligados
naturalmente a respetar, puesto que, sin ese respeto, el uso de la palabra pierde todo su
significado. Deciden también crear unos signos -la moneda- gracias a los cuales los
intercambios de bienes se ven facilitados. Desde ahora, ya no se contentan, sobre todo
respecto a la ocupación del territorio, con los pocos acres necesarios para la supervivencia
de una familia. La sociedad humana se hace más compleja y aparecen en ella riesgos cada
vez más numerosos de conflicto.

3. Una doctrina de la propiedad y de la libertad.


Contrariamente a Hobbes, Locke estima que el estado de naturaleza es un estado
pacífico, o al menos relativamente pacífico. La naturaleza no es para él ni feroz, como para
Hobbes, ni perfecta, como para Rousseau. El estado de naturaleza es un estado de hecho,
una situación perfectible.
Contrariamente a Hobbes también, Locke estima que la propiedad privada existe en el
estado de naturaleza, que es anterior a la sociedad civil. Esta teoría de la propiedad ocupa
en Locke un destacado lugar: atestigua los orígenes burgueses de su pensamiento y
contribuye a aclarar su éxito. La propiedad privada no sólo beneficia al propietario
privadamente, sino a todos los hombres.
Según Locke, es el hombre "industrioso y razonable" -y no la naturaleza- quien está en
el origen de casi todo lo que tiene valor. Por consiguiente, la propiedad es natural y
bienhechora, no solo para el propietario, sino para el conjunto de la humanidad: "El que se
apropia de una tierra mediante su trabajo no disminuye sino que aumenta los recursos
comunes del género humano". La propiedad confiere la felicidad y la mayor felicidad
coincide con el mayor poder: "La mayor felicidad no consiste en gozar de los mayores
placeres, sino en poseer las cosas que producen los mayores placeres". De esta forma queda
definido un "hedonismo capitalista".
Un individuo tiene derecho la propiedad privada de tanta tierra cuanta pueda labrar,
sembrar y cultivar para aprovechar sus productos.
La propiedad privada es un derecho natural tan primitivo como el derecho a la vida, a la
libertad, a la salud y a la integridad.
Para garantizar la propiedad, los hombres salen del estado de naturaleza y constituyen
una sociedad civil "cuyo fin principal es la conservación de la propiedad". "El gobierno
-escribe también Locke- no tiene más fin que la conservación de la propiedad." "Para que
se prohíba a todos los hombres invadir los derechos de otros y "para que sea
observada la ley natural" que aspira a la paz y a la defensa de todo el género humano.
La ejecución de esta ley, en el estado de naturaleza, se ha dejado en manos de todos los
hombres [y] todo el mundo tiene derecho a castigar a los transgresores en grado
suficiente para prevenir su violación"
Hay que observar que aquí Locke emplea más o menos indiferentemente -según parece-
las expresiones "sociedad civil" y "gobierno". Para Locke la función del gobierno consiste
menos en gobernar que en administrar y legislar.
Poder político es: "el derecho a dictar leyes, incluida la pena de muerte y, en
consecuencia, todas las inferiores, para la regulación y salvaguarda de la propiedad, y a
emplear la fuerza de la comunidad en la ejecución de todas las leyes y en la defensa del
Estado contra agresiones del exterior, y todo ello únicamente en pro del bien público." (II
Tratado, 1, 3)
Se trata de tener el poder de ejecutar la ley para que la ley sea eficaz. Hay que proteger
al inocente y reprimir a los delincuentes.
La constitución de un gobierno político, civil no quita a los hombres los derechos de que
disfrutaban, salvo el de hacerse justicia a sí mismos.
Leyes, jueces y una policía: esto es lo que hace falta a los hombres en el estado de
naturaleza y lo que les proporciona el gobierno civil. Por consiguiente, el poder político es
una especie de depósito confiado por propietarios a propietarios ("political trusteeship"). La
libertad del hombre en el estado civil consiste en: "no estar sometido a más poder
legislativo que el establecido de común acuerdo, ni al dominio de otra voluntad ni a la
limitación de más ley que la que este poder legislativo establezca de acuerdo con la
confianza depositada en él" (II, 4, 22).
Los gobernantes son administradores al servicio de la comunidad; su misión consiste en
asegurar el bienestar y la prosperidad.
Locke justifica sin embargo, la esclavitud, cuando alguien que puede ser reo de muerte,
en vez de ejecutado es utilizado en su servicio por el ofendido, sin que por ello cometa éste
delito alguno; pues, en todo caso, siempre queda al esclavo obtener la muerte al resistirse a
la voluntad de su amo si considera que las penalidades de su esclavitud superan el valor de
la vida.

4. La sociedad civil, el pacto constitutivo.


Dice Locke que Dios: "impuso al hombre obligaciones, necesidades y conveniencias lo
bastante fuertes para inclinarle a vivir en sociedad y le dotó de entendimiento y lenguaje
para gozar de ésta y perpetuarla." (II Tratado, 7, 77).
La primera sociead fue entre hombre y mujer (que implica derechos recíprocos
encaminados a la procreación y una comunidad de intereses; la siguió la de padres e hijos y,
con el tiempo, la de amos y sirvientes.
Los conflictos más notorios y perjudiciales tienen como origen los atentados contra el
derecho que tiene cada uno a disponer de su vida, de apropiarse de los bienes libres y de
exigir el respeto de los compromisos contraídos. Sin duda, aquél cuyos derechos han sido
lesionados puede castigar legítimamente al culpable, obligándole a reparar el daño. Pero,
además de que este procedimiento corre el riesgo de engendrar una secuencia indefinida de
violencias, es, empíricamente inaplicable; como apunta Locke, los ladrones y delincuentes
son, en general, más robustos y astutos que el común de los propietarios. Conviene, pues,
que aquellos que quieren la plena realización de los principios del derecho natural, es decir,
el libre desarrollo de cada uno, formen sociedad y establezcan una instancia cuyo fin sea
organizar la sociedad según reglas comunes, y utilizar los medios convenientes para
hacerlas aplicar.
Los propietarios -no siendo la propiedad de las tierras, herramientas o capital, a ojos de
Locke, más que una extensión natural de la libre disposición que el hombre tiene de su
cuerpo y de su actividad, es decir, de su trabajo- se reúnen y se entienden para definir el
poder público encargado de realizar el derecho natural. Ese poder es soberano, en tanto
que los que lo han instituido, y mientras obre según sus fines, están obligados a obedecerlo
y prestarle apoyo. Sus tareas son de tres clases: como legislador, fija las reglas de ejercicio
de la soberanía -las leyes orgánicas del Estado o su constitución- y define las leyes que
rigen el derecho público y privado, con la perspectiva de aplicar los derechos de naturaleza
a las particularidades empíricas de la sociedad, juzga y sanciona las faltas contra la ley,
esforzándose por hacer reinar el orden y la justicia derivadas de los propios derechos de
naturaleza, requiriendo la fuerza pública para que las sanciones sean efectivas y los daños
reparados; como gobernante toma las decisiones sobre la guerra y la paz, y la
administración, que exigen la salvaguardia de la colectividad, la seguridad de los
ciudadanos y la protección de sus libres actividades.
Todos los hombres son libres, iguales e independientes por naturaleza, y nadie puede ser
privado de esa condición ni sometido a un poder político sin su consentimiento. Pero
cuando un número de personas se avienen a formar una comunidad o gobierno, pasan a
constituir un cuerpo político en el que es la mayoría quien tiene derecho a actuar y decidir.
"Lo que origina y constituye de hecho una sociedad política no es sino el consentimiento
de un número de hombres libres capaces de formar una mayoría [...]. Esto y sólo esto es lo
que da o podría dar origen a cualquier gobierno legítimo".
El pacto de institución del poder público, del Estado, es bien diferente del que establecía
Hobbes. Hobbes lo concibe como un despojamiento completo que obliga a los sujetos y no
implica ninguna obligación por parte del Estado. Locke se distingue en esto, porque, según
él, la sociedad como tal -en el estado de naturaleza- posee la capacidad de organizarse
armoniosamente, sin necesidad de recurrir al orden político. Lo que obliga a instaurarlo es
la impotencia a la que se ve reducida tal sociedad cuando su orden natural es amenazado
por enemigos interiores y exteriores. Los derechos naturales se ven privados de su fuerza:
es indispensable constituir un poder que los enuncie y formalice -que les dé fuerza de ley- y
que imponga su efectividad mediante la coerción.

5. El poder y poderes en el Estado según Locke.


El principio del Estado es, pues, necesario con su aparato legislativo, judicial, policial y
militar, pero es una fórmula vacía. Los ciudadanos propietarios deciden sobre la naturaleza
del cuerpo legislativo y del gobierno, así como aquellos de entre ellos a quienes otorgan su
confianza para desempeñar tales tareas. Por lo tanto, el régimen depende de ellos, durante
tanto tiempo como el que sea capaz de servir al bien público.
El poder supremo es entonces el legislativo. Lo esencial es el hacer leyes; y las leyes no
pueden ocasionar perjuicio a los propietarios. "El poder de la sociedad o el poder
legislativo no podrá nunca extenderse más allá de lo necesario para el bien común". El
poder legislativo es el más importante, pues tiene que hacer leyes a las que todos estarán
sometidos. Es el poder supremo del Estado, algo sagrado e inalterable. Deberá legislar igual
para todos. Por otra parte, para la aplicación de la justicia harán falta, además de leyes fijas
e iguales, jueces reconocidos y autorizados que den a la interpretación de la ley la
imparcialidad que no tendrían los apasionados por las disputas de intereses. El poder
legislativo tendrá pues:
* Por origen: la necesidad de conservar la libertad y la propiedad de los miembros de la
comunidad.
* Como dignidad: el poder supremo del Estado.
* Como exigencias: Legislar igual para todos, sin exención de miembro alguno de la
comunidad.
-Buscar el bien común en el respeto al derecho de todos a la vida y a la propiedad.
La prerrogativa del ejecutivo está limitada de la forma más precisa. Es un "poder
confiado al príncipe para que provea al bien público en los casos que dependen de
circunstancias imprevistas e indeterminadas y que no se pueden, por este hecho, reglar, en
forma segura, por leyes fijas e inmutables."El poder ejecutivo y el poder legislativo no
deben estar reunidos en las mismas manos, pero el poder legislativo es superior al
ejecutivo. Es "el alma que da vida, forma y unidad al Estado."
Pero el poder del legislativo no es indefinido; se encuentra limitado por los derechos
naturales. Así, todo poder, para ser político, debe ser, ante todo, justo. Para Locke, como
para Kant, el problema del poder se reduce a un problema moral.
6. Las garantías políticas de la sagrada propiedad.
Además "el poder político no puede tomar a nadie parte de su propiedad sin su
consentimiento [pues] la salvaguarda de la propiedad es el fin de un gobierno y la razón por
la cual los hombres entran en sociedad."
Tiene que haber impuestos para costear los gastos estatales: "Es cierto que los gobiernos
no pueden mantenerse sin grandes gastos y es bueno que quien se beneficia de la protección
del Estado pague la parte que le corresponda para ayudar a mantenerlo."
Por último, el poder legislativo no puede transferir la facultad de promulgar leyes pues el
pueblo le ha otorgado al legislativo el poder de hacer leyes.
Las leyes exigen una ejecución y una observancia perpetua. Es necesario que haya otro
poder que de ello se ocupe. Es el poder ejecutivo y Locke lo distingue de un tercero que se
llama federativo, encargado de representar a la comunidad frente a las demás y ante los
individuos ajenos a ella, y que es el competente para decidir las alianzas, la guerra y la paz,
y las transacciones internacionales.
Estos poderes son distintos, porque el uno comprende la ejecución de las leyes internas y
el otro se ocupa de la seguridad y de los intereses públicos en el exterior; pero casi siempre
van unidos y difícilmente se podrán separar; en consecuencia, si recayeran en personas que
pudieran actuar por separado, llevarían más pronto o más tarde al desorden y la ruina.
Naturalmente, todos los poderes dependen de la voluntad de los ciudadanos, lo mismo
que el legislativo, pues dependen de éste; y sólo aquella voluntad los justifica. Y el poder
ejecutivo debe dar cuenta de sus decisiones al legislativo: "Mientras el gobierno subsiste,
el poder supremo es el legislativo, porque quien puede imponer leyes a otro ha de ser,
por fuerza, superior."
Es así incluso donde el poder legislativo no es permanente y sí lo es la persona que
encabeza el ejecutivo, puesto que si ésta viola la ley ya no tiene ningún derecho a ser
obedecida. Esa persona es solamente el símbolo, la imagen o representante del Estado, que
actúa por voluntad de la sociedad, tal como declaran las leyes y no tiene, pues, otra
voluntad ni otro poder que los de la ley. La monarquía constitucional ha quedado definida;
lo contrario no es sino tiranía y usurpación de poder.
Si los legisladores son elegidos para un determinado período de tiempo, según Locke
estima conveniente, el poder de elección ha de ser siempre ejercido por el pueblo, sea en
épocas determinadas o cuando fuera convocado. La potestad de convocar corresponde al
ejecutivo, que lo hace a intervalos prefijados en la constitución.

6. La rebelión como resistencia a la agresión del poder.


¿Y si el Estado faltase a su misión y contraviniese los derechos naturales? Si las normas
son violadas por la fuerza, el que así procede se pone en estado de guerra con el pueblo, y
éste tendrá derecho a destituirle. "En todos los estados y condiciones, el auténtico
remedio contra la fuerza ejercida sin autorización es la fuerza misma." Si bien la
fuerza sólo puede oponerse a la fuerza cuando ésta es injusta e ilegal: "Todo el que hace
uso de la fuerza sin tener derecho a ello [...] se pone en estado de guerra con aquellos
contra los cuales lo ha hecho. Una vez en este estado, todos los vínculos anteriores
desaparecen y pierde vigencia cualquier derecho que no sea el de autodefensa y el de
ofrecer resistencia al agresor." Si el poder perjudica a los derechos naturales,
especialmente a la libertad y a la propiedad, Locke reconoce a los gobernados el derecho a
sublevarse. Entonces, los ciudadanos tendrían el deber de desencadenar la "insurrección
sagrada" y dotarse de unos gobernantes decididos a hacer del Estado un poder al servicio de
las libertades inherentes a cada individuo. Pero el derecho de resistencia de Locke es muy
diferente de la teoría calvinista que descansa en la soberanía popular. No es tanto rebelión
como resistencia a la rebelión de los gobernantes frente a la ley y a la naturaleza misma de
la sociedad civil; y siempre que la sublevación sea para defender o restaurar el orden
establecido. El empleo por parte de Locke del derecho de resistencia no tiende a realizar las
aspiraciones populares, sino a defender o a restaurar el orden establecido. La teoría de
Locke es de inspiración conservadora; el reconocimiento del derecho de resistencia es un
medio para hacer reflexionar al príncipe y para hacerle respetar la legalidad. Permite alejar
el peligro de una revuelta popular, pero no constituye en absoluto una invitación a la
sublevación. En definitiva, el derecho de resistencia es para Locke un llamamiento a la
prudencia y al compromiso. Y ¿quién habra de juzgar si el monarca o el poder legislativo
actúan contrariamente a su cometido? Mi respuesta es, dice Locke, que el juez será el
pueblo.

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