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CAPÍTULO 1
El arte y la música
Casi todos recordaremos que en el colegio nos contaban algo así como:
pero aquí pretendo ir un poco más allá de lo que sería una mera definición académica
y tratar de razonar si esto es todo lo que se puede deducir sobre la música. En
principio, esta definición no parece aclarar mucho más que esa otra que, en tono de
humor, circula por los conservatorios: “El arte de combinar los horarios para que todas
las clases sean compatibles”, y es cierto que tantas asignaturas pueden llegar a crear
muchos conflictos de horarios.
Cuando yo mismo pasé por esos bancos del conservatorio, y concretamente en
la asignatura de Historia y Estética, también se nos planteó que razonásemos una
buena definición de música o, más bien, las condiciones que debían cumplirse para
que la música existiese. Cada uno dábamos nuestras razones tales como: “que exista
un sonido”, “sucesiones de pianos y fortes”, “que haya una melodía”, “que haya una
armonía”, etc.
Uno por uno, el profesor fue desmontando todos nuestros argumentos. Por
ejemplo, en música contemporánea no tiene que haber necesariamente una melodía,
en electroacústica, compuesta muchas veces a base de efectos, tampoco aparece una
armonía definida. En una discoteca todo es un forte desde que empieza hasta que
acaba y, por si fuera poco, tampoco se necesita que haya sonido. ¿Cómo? ¿que no se
necesita sonido? ¿cómo es posible?
Es muy simple, imagine la música que escuchó ayer en la radio y ya está
dentro de su cabeza. Un compositor escucha la música primero dentro y luego la
plasma en el papel.
El caso es que, para que haya música, simplemente basta un receptor humano,
o tal vez no, que decida si hay música o no. Encienda el aspirador de su casa y párese
a escuchar el sonido del motor. Si usted decide que eso es simplemente un ruido,
entonces no hay música pero si, por el contrario, ese sonido le gusta y encuentra una
estética en ello, para usted sí la hay. Por tanto, al igual que el color, la música se
forma dentro del ser humano y el sonido no es más que un mero vehículo del que se
sirve para comunicar una experiencia entre compositor y público. La música se
convierte en una experiencia subjetiva. Inversamente, un equipo de sonido en el
desierto con una sinfonía de Mahler no produce música sino tan solo sonido físico
pues no hay nadie allí para escuchar.
Decíamos antes que es como el color. Los objetos reflejan luz (radiación
electromagnética) y lo hacen emitiendo una determinada longitud de onda. Esa
radiación es captada por nuestro ojo y dentro de nosotros se forma el color. Un cuadro
de Boticelli nos producirá una determinada sensación psicológica al contemplar su
combinación de formas y colores y en ese momento es cuando aparece ese misterioso
fenómeno que es el arte. Mencionaremos en este punto una frase del célebre filósofo
David Hume: “La belleza no es un atributo de las cosas en sí, sólo existe en la mente
que las contempla”.
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1.2 El significado del arte
Todo lo dicho se refiere a la música como un todo, pero existen otros aspectos
menos filosóficos como lo son la tonalidad y la modalidad, la percepción de la
disonancia y que, aún siendo de menor escala, es tema de controversia. En definitiva
supone decidir por qué algo “suena bien” o “suena mal”, o si gusta o no gusta. Existe
una razón (excusa diría yo más bien) tan todopoderosa como manida, que es la de
achacar todo a la educación. Ésta libera, así, de investigar otros porqués puesto que lo
explica todo: mi percepción del color rojo es así porque me han educado para que no
sea de otra manera. Un intervalo suena consonante o disonante, naturalmente, porque
cuando era niño me decían: “mira, niño, este sonido suena mal y este otro bien, y si
dices lo contrario te castigamos sin postre esta noche”. Los puñetazos duelen porque
se te ha educado para que te duelan, tenemos enfermedades por la educación. El sol
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sale todos los días, por supuesto, porque nos han educado para que no pueda ser de
otra forma. ¿Qué más hace falta decir? La explicación consistente en decir que todo
es fruto de la educación es todopoderosa, huelga cualquier otro argumento.
Desde muy antiguo se ha suscitado la polémica sobre la diferencia entre una
consonancia y una disonancia. Sobre este tema hay también cierta beligerancia, unida
a ignorar cualquier argumento científico, proponiendo cosas tales como decir que lo
que para nosotros es una consonancia, como un intervalo de octava por ejemplo, para
un balinés sería una tremenda disonancia, por supuesto achacando a la cultura, cómo
no, semejante diferencia en la percepción. Normalmente esta argumentación se suele
enunciar como: “lo que para nosotros es una consonancia, puede que para un balinés
sea horrísono”. El “puede que” denota inmediatamente que, en realidad, no se le ha
mostrado al balinés la susodicha consonancia y comprobar su reacción con lo que no
es una prueba científica sino una mera especulación. El argumento de la educación,
además de todopoderoso, elude asimismo demostración alguna, limitándose a
exponer una idea sin admitir mayor discusión. Entre estas propuestas educacionales
las hay que sostienen que una disonancia, a base de escucharla mucho tiempo, se
puede convertir en consonancia. Eso destrozaría el sistema tonal y su delicado
equilibrio entre tensión y distensión puesto que todo llagaría a ser consonante en
cuestión de tiempo. Esta tesis no explica que muchas personas lleven escuchando el
tritono una vida entera y su percepción sobre el mismo no haya variado un punto ni
una coma. Están tan acostumbradas a él como a cualquier otro intervalo. A mi, por
ejemplo, me resulta muy sencillo entonarlo y, pese a todo, me resulta siempre
disonante. Si la percepción de la disonancia llegase a ser consonancia escuchándola
durante mucho tiempo ¿cómo podríamos los compositores crear tensión en una obra
si todo nos resultase consonante?
Si la tesis de la educación fuera indiscutible, a una persona inmersa en un
determinado ambiente cultural debería gustarle todo lo propio del folclore de dicha
cultura, lo que no es cierto. Por ejemplo, a un español necesariamente deberían
gustarle los toros y el flamenco, cosa que es falsa.
Veremos que una de las teorías sobre la percepción de la disonancia se debe a
dos científicos japoneses, es decir, de otra cultura muy diferente a la nuestra. Un
japonés percibe una segunda menor tan disonante como un europeo o un ciudadano
de Illinois.
Muchas veces, al hablar de consonancia y disonancia, se emplea un lenguaje
poco adecuado, citando a la primera como algo “que suena bien” y a la segunda como
algo “que suena mal”, pues resulta demasiado ingenuo. Aparte de achacar diferencias
entre culturas, también se recurre a periodos históricos como la Edad Media,
argumentando que una tercera les sonaba mal, lo cual es igualmente falso.
Simplemente no les podía sonar ni mal ni bien por la sencilla razón de que aún no se
conocía, no que no la usaran porque les sonase mal.
Por citarme a mí mismo, como a otros muchos, la música de otras culturas nos
suena excelentemente. Hablaremos de ello y demostraremos que están sujetos a los
mismos principios científicos que la música occidental, aunque con otras premisas.
Tampoco es correcto decir que las disonancias “suenan mal”, simplemente son puntos
de tensión muy necesarios en la música confiriendo el interés y el movimiento que
esperamos de ella. No hay nada más aburrido e insípido que una música sin
disonancias, al igual que los sonidos perfectamente afinados. Sin ir más lejos, en la
pista 30 del CD he incluido un fragmento de mi sinfonía nº 9 en donde introduje la
fuerte disonancia en el coro a fin de conseguir el efecto dramático y algo sobrecogedor
del instante de la Creación.
Entonces ¿tiene o no tiene la música influencia de la cultura en la que se
desarrolla? Naturalmente que la tiene, eso es justamente lo que nos hace discernir su
origen y exclamar: ¡eso es música china!, ¡eso es música árabe!, o medieval, o música
del oeste, etc. Esta característica se debe a varios factores como pueden ser el ritmo y
la aparición de instrumentos típicos de esa cultura pero, sobre todo, a lo que llamamos
modalidad, y que será ampliamente estudiado.
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Para terminar de demostrar que cultura y disonancia no tienen nada que ver
haremos el siguiente experimento: tomemos la pista 61 del CD y escuchémosla
primeramente con auriculares. Hecho de esta manera parece que no hay nada
especial, pero si ahora se escucha mediante amplificación a través del aire
escucharemos un efecto extremadamente desagradable. Ambas pistas están
desafinadas un cuarto de tono y solamente se produce disonancia cuando dejamos
que ambas ondas interfieran en el aire. La cultura no tiene nada que ver con la
interferencia de ondas, que será objeto de estudio más adelante.
Hablemos de algo que sí es más cercano a la cultura: la modalidad. La
modalidad es como un toque personal que tiene la música de cada lugar y que la hace
inconfundible. Consiste en la elección de una escala particular acompañada por
determinadas secuencias de acordes. Veamos un símil con las razas humanas. Si su
vecino tuviese como rasgos característicos la mandíbula cuadrada y los ojos saltones,
no por ello diría que es de otra raza. Pero imagine que le invita a ir a la ciudad donde
nació y ve, con sorpresa, que allí todo el mundo tiene el mentón anguloso y los ojos
saltones igual que él. En ese momento su cerebro le dirá que está en presencia de
una raza que probablemente usted desconocía. De hecho, hay personas con las cejas
arqueadas a semejanza del señor Spock de la serie Star Trek y que no son
vulcanianos. El hecho de considerarlos una raza extraterrestre se debe a que en la
citada serie aparecen muchos de ellos con estas facciones, haciendo que nuestro
cerebro los clasifique inmediatamente como algo que merece tener ya entidad propia y
puesto aparte. No obstante, todos compartimos tener una nariz, dos ojos, una boca,
etc.
En la música pasa lo mismo. Existe lo que llamaremos la escala natural,
deducida científicamente (en oposición al argumento de la educación) y que muestra
que compartimos esa parte de la música. A partir de esta base se derivan diferentes
escalas o modos, que darán personalidad a un tipo concreto de música. De aquí
saldrán músicas como la árabe, la china, japonesa, africana, medieval, el flamenco, el
jazz, y todo lo que conocemos. Lo mismo que en el ejemplo de las razas, hay una
igualdad esencial que es factor común pero, si dentro de ese todo aparecen muchos
elementos en los que hay repetición de un determinado patrón, es puesto en un grupo
aparte. Es relativamente inmaduro decir que los pertenecientes a uno de esos grupos
percibirán como “desagradable” la característica que lo diferencie de otro. Insisto en el
hecho de que a muchas personas occidentales no les parece desagradable la música
japonesa o la balinesa. Simplemente es diferente, eso es todo.
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Hay que hacer constar que la obra de John Cage no la considero exclusivamente excéntrica. También
tenía grandes aciertos, presentando inventos como el piano preparado, por ejemplo.
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Una advertencia al lector. Esta denominación es coloquial y solamente mía. La llamada música marrón
existe y se tratará en este libro a su debido momento.
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de pronto, la cosa cambió y una de las obras me impactó tan positivamente que creo
que es una de las mejores obras actuales que he escuchado. Y para que el lector no
se quede intrigado contaré en qué consistió. Era piano solo y el intérprete había
dejado el pedal libre para que, por resonancia, todas las cuerdas del piano pudiesen
contagiarse del sonido de las pocas que tocaba. La obra era un ostinato, insistente en
la misma nota repetida muy rápidamente y cambiando de octava de vez en cuando
para poder barrer todo el espectro sonoro. De pronto, de la caja del piano comenzó a
emerger un sonido compacto, de órgano, impresionante y grandioso. Todo el piano se
había puesto en vibración. Pero el secreto, como siempre, radica en un principio
científico consistente (como veremos a lo largo del libro) del fenómeno físico armónico.
En este caso, aunque la cantidad de sonido era enorme, pues se componía de un
inmenso cluster del piano entero, se había dejado que las cuerdas seleccionasen
frecuencias armónicas de las que estaban sonando y el resultado era coherente. Bien,
la reacción del público (ése que dicen que no entiende) fue apoteósica y la obra
consiguió arrancar aplausos como ninguna otra pieza anterior había conseguido.
Finalmente aparecen unas tendencias que bien podríamos considerar como
extramusicales, pues se trata de tratamientos psicológicos que ciertas personas se
aplican a sí mismos. Quizá llevados por algún tipo de complejo proveniente de la
infancia, o por no haber recibido la debida atención, hay quienes han desarrollado un
afán de protagonismo que les empuja a provocar la polémica. En estos casos el
concierto es lo de menos, la música se lanza con el expreso deseo de producir
malestar, sin importar que no guste, pues lo realmente importante es el efecto
posterior al concierto, empezando por la reacción adversa o irritada del público, y
terminando en artículos en prensa, puesto que lo que se pretende es llamar la
atención a fin de mejorar el complejo. La parte importante es la polémica. Existe un
dicho interesante sobre esto, que es: que se hable de mí, aunque sea mal, y aún hay
quienes han hecho una modificación más aguda del dicho, enunciándolo como: que se
hable de mí, aunque sea bien, puesto que se supone que cuando se habla mal de
alguien se habla más. La cuestión ética de todo esto es: ¿hasta qué punto tiene
derecho una persona a hacerse un tratamiento con dinero público?
No nos engañemos; la música no puede dejar de tener su significado y nunca
podrá tener otra estructura, por mucho que les pese a algunos fanáticos de la
vanguardia, mientras que nuestro cerebro siga funcionando como el órgano que se
forjó por evolución en un millón de años. Tal vez cuando pase otro millón y funcione de
otra manera la música cambie, pero por ahora eso no sucederá.
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Es error frecuente llamar “banda sonora” a la música de una película. Entonces ¿qué hay de los
dialógos y de los sonidos ambientales? ¿no son sonidos?
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mínimos de coherencia que les permitan ser unidos. Otra cosa a tener en cuenta es
que cada fragmento por separado haya sido debidamente desarrollado y extraído su
máximo partido. Hay compositores que superponen temas de forma continua y sin
desarrollar ni sacarle jugo a lo que ponen, creando una especie de mosaico. Esto pasa
no sólo ahora sino también en el Barroco. El mismo Bach reconocía haber copiado
temas a otros compositores ya que, según palabras textuales, esos compositores no
se merecían haber tenido tanta inspiración pues, si se les ocurría un tema excelente,
apenas sabían qué hacer con él. Y no le faltaba razón a Bach, a veces incomoda ver
temas tan desaprovechados con los que se podría haber hecho una obra de arte.
Estos fragmentos aparecen porque no siempre se puede llevar a la práctica lo
que aparece en la cabeza. Por ejemplo, a mí me resulta fácil tumbarme, cerrar los ojos
e imaginar una orquesta. Inmediatamente brota la música y en ese momento puedo
componer mentalmente durante una hora una sinfonía entera sin interrupciones. Eso
es lo que hacía desde que contaba catorce o quince años de edad hasta que entré en
el conservatorio. Normalmente lo compaginaba con largos paseos en donde realizaba
mis composiciones mentales. Por supuesto, lo que resulta imposible es escribir a la
velocidad que la música fluye, y eso es un problema. Quizá (y yo he fantaseado con
eso) en un futuro remoto de ciencia ficción, existan aparatos capaces de leer el
pensamiento en tiempo real y convertirlo en sonido. Entonces el concierto consistiría
en que el compositor saldría a escena completamente en solitario, se colocaría unos
electrodos y la máquina y comenzaría a realizar una trascripción perfecta de los
sonidos que están brotando en la cabeza del artista (¡ojalá que se invente pronto esa
máquina!). Tampoco resulta nada fácil que te venga el mejor tema musical cuando vas
en un autobús. Afortunadamente siempre tengo a mano un resguardo de cajero
automático y escribo rápidamente lo que acabo de escuchar por dentro.
Para que se produzca el surgimiento de la música interna es necesario haber
escuchado previamente mucha con sonido real, preferentemente durante la infancia.
Pero nunca es tarde si hay el debido interés y si cumplimos la regla número dos,
aplicada esta vez a la música de otros compositores.
En resumidas cuentas, lo que se tendrá al final será mucho material aislado
que habrá que unir después en casa. También hay que hacer una llamada a la
moderación. No se deben introducir en una obra cantidades desmesuradas de temas
diversos que consigan abrumar al oyente. Esto también varía mucho según el tipo de
obra que se esté realizando. Para un movimiento de una sinfonía de música clásica
podremos poner dos o tres temas, mientras que para música ligera (pop o rock) con un
único tema bien desarrollado hay más que de sobra.
Tercera regla: Se necesita poseer la técnica adecuada para desarrollar, unir y
hacer un todo coherente del material inconexo con el que nos vemos obligados a
trabajar.
Quizá a estas alturas el alumno ya ha logrado hacer algo interesante y
coherente, pero puede sentir que las pretensiones de su música no se correspondan
con lo que realmente esta dice. Puede que diga: “de acuerdo, pero me hubiese
gustado una música más sentimental”, o tal vez “que refleje más misterio”. Ahora nos
estamos refiriendo más bien al impacto psicológico que el compositor desearía en sus
obras. Por supuesto esto quizá es lo más difícil y para ello se requiere mucha
experiencia. Para empezar, lo que la persona está requiriendo en este punto son
recursos. Aunque también pueden considerarse parte de la técnica, los recursos son
más específicos, no para unir partes inconexas y armonizarlas sino más bien para la
creación de bloques. Por ejemplo, si se requiere crear un clima de misterio, es posible
que se el compositor se incline por una composición dodecafónica. Si quiere algo muy
dramático optará por un tono menor. Cada una de estas cosas es un recurso y se irán
tratando a su debido momento.
Cuando me preguntan con quién estudié composición yo contesto sin dudar:
con Mahler, Shostakovitch, Tchaikowsky, Sibelius,… Entonces me dice que cómo es
posible haber estudiado composición con Mahler si estaba muerto y yo digo que un
gran compositor siempre será un maestro inmortal puesto que nos ha dejado el legado
de toda su obra, de sus recursos y de su técnica en sus partituras. Una buena manera
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de acceder a nuevos recursos es hacer lo mismo que yo hice en su momento: seguir
una obra partitura en mano. Busque grabaciones de su compositor favorito y sígalas
partitura en mano, ayudándose un lápiz con el que irá anotando simplemente los
pasajes que más le gusten. Después podrá repasarlos y ver cómo resolvió el
compositor cada pasaje.
También puede suceder que el compositor que quiera analizar sea actual y no
tenga acceso a sus partituras por ser éstas demasiado caras o, si es pop que
simplemente no tenga partitura esa determinada canción. Ahora no hay más remedio
que sacar de oído las melodías y armonías. Puede ser demasiado molesto tener que
andar rebobinando, ya sea una cinta o disco, pues es un proceso que se hace
bastante a ciegas y se suele retroceder demasiado o demasiado poco. Yo en estos
casos suelo recurrir a transferir la pista al ordenador para luego leerla con un editor
informático. Como suelen tener un cursor a partir del cual reproducen, lo sitúo antes
del pasaje a estudiar y puedo repetirlo siempre desde el mismo punto inmediatamente
sin más que pulsar la barra espaciadora como suele estar estandarizado. Sea como
fuere enunciamos la siguiente regla:
Cuarta regla: Podrá descubrir nuevos recursos si analiza obras de
compositores a los que admire. Anote e, incluso, trate de copiar lo que han hecho. No
se preocupe si cree que se convertirá en un mero imitador, porque si su forma de
componer es sincera, al poco tiempo integrará ese recurso “a su manera” y, aunque se
note la influencia de este compositor o aquel otro, surgirá su personalidad dándole un
toque absolutamente original.
La siguiente regla sería, desde luego, el sueño de todo compositor y es que, en
mi opinión, todas las obras compuestas deberían ser estrenadas. Una de las razones
es que nunca se sabe si esa obra en concreto puede llegar a hacer historia y en tal
caso deberá pasar el filtro de los intérpretes para que opinen sobre la ejecución de la
misma. Me refiero a que es posible haber colocado un pasaje demasiado difícil o
artificioso a un instrumento y que eso se podría resolver de manera sencilla en el
momento en que la obra es interpretada. Existe la anécdota de un concierto de
guitarra de un famoso compositor imposible de tocar y que ha debido ser retocado
para la posteridad. Si se hubiese estrenado eso no habría pasado puesto que antes
habría sido arreglado.
Otra ventaja del estreno es conocer inmediatamente la reacción del público,
aunque hoy en día hay quienes dicen no importarles tal opinión. Además, una obra
inédita sirve de ejercicio de interpretación a los directores e instrumentistas. Me refiero
a que todos sabemos cómo suena Mozart, Beethoven o Tchaikowsky, pero ¿qué hay
de un compositor desconocido? La pregunta es ¿seré capaz de entender
correctamente lo que ha querido transmitir? Precisamente la fama de los grandes
directores como Fürtwangler, Celibidache o Ansermet se produjo debido a su precisión
a la hora de esa interpretación de la partitura y fueron, precisamente los compositores
quienes lo dilucidaron. Hoy ya no está Schumann para decir si se le está interpretando
bien o no pero un compositor actual sí.
Y por último, la razón del estreno es la enorme satisfacción para el compositor
de ver su obra interpretada. Si realmente fuese invitado a dar un curso semejante
exigiría como algo no negociable, que al término del curso se dispusiera de una
orquesta o los grupos necesarios para realizar los estrenos de las obras de todos los
participantes.
Antes de pasar al siguiente capítulo, comentaré algo sobre el trabajo en casa.
A menudo me preguntan si uso el ordenador, el piano, si hago primero las partituras a
mano, etc. Sobre el trabajo del compositor en casa no hay ninguna norma y cada cual
debe encontrar su mejor manera de trabajar. Antes de que apareciesen los
ordenadores personales es evidente que yo he trabajado como cualquier otro
compositor del siglo XIX y anteriores, es decir, el piano y la partitura donde se va
escribiendo. En la actualidad suelo emplear un sistema mixto. A veces, si quiero
escribir lo más rápidamente posible debido a que las ideas fluyen con rapidez sigo el
sistema tradicional tomando rápidas notas en papel y con poca instrumentación,
simplemente melodía y armonía, anotando los instrumentos que llevan la voz cantante,
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así como unas pocas indicaciones si hay otros instrumentos que deban hacer cosas
importantes, percusión, etc. Sin embargo el ir planteando la partitura directamente en
el ordenador me evita el trabajo tedioso que supone luego una trascripción y, además
tiene la ventaja de poder escuchar el fragmento en la siguiente sesión con la
instrumentación completa, lo que sugiere una continuación lógica.
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CAPÍTULO 2
El sonido y su percepción
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Antiguamente se empleaba la unidad ciclos por segundo, modernamente sustituida por el hertzio.
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mismo sentido de movimiento. Nótese que el columpio pasa por su
punto más bajo una vez hacia delante y la siguiente hacia atrás, por lo
que eso No es un periodo sino la mitad de éste. Es menester esperar a
que regrese nuevamente hacia delante.
Hay diferentes maneras de producir sonido como bien sabe el músico. Puede
hacerse mediante la pulsación de una cuerda o frotándola (instrumentos de cuerda).
Puede hacer vibrar una lengüeta, los labios, o soplar directamente sobre un tubo
(instrumentos de viento). También puede golpear sin más, un cuerpo y forzarlo a vibrar
(instrumentos de percusión). Por último, recordando que estamos en el siglo XXI no
estará de más añadir una cuarta forma de generar sonido mediante procedimientos
electrónicos cuya fuente sonora final será la membrana de un altavoz
(electroacústica).
Cada uno de estos sistemas tiene su tratamiento peculiar e intentaremos
describirlo de la forma mejor posible y, aunque parezca un tema lateral de poca
importancia, repercute muy directamente sobre la armonía física que queremos tratar
en este libro.
La armonía occidental se sustenta en la adición de sonidos simultáneos que
denominamos acordes. No obstante, la pregunta obligada es ¿de dónde salen estos
acordes? ¿es un proceso arbitrario o se fundamenta en algún tipo de fenómeno físico?
La respuesta es que, en efecto, el fenómeno de acorde o mezcla de diferentes sonidos
se basa en la propia estructura de la vibración del objeto sonoro, lo que demuestra la
importancia de conocer la manera en que dichos cuerpos vibran.
En principio, la acción mecánica sobre un cuerpo sonoro no difiere mucho del
ejemplo del columpio dado con anterioridad. Pulsar una cuerda tensa es lo mismo que
empujar el columpio una sola vez. La cuerda se pone en movimiento con una
frecuencia propia de vibración. Todo instrumentista de cuerda sabe que, al hacer un
pizzicato, la nota emitida no depende de la fuerza ejercida sobre la cuerda, sino que
ello hará que suene más o menos fuerte. La nota emitida depende de la tensión, el
grosor y de la longitud de la misma. Eso es lo que constituye inequívocamente que
emita una nota fija y propia de esa cuerda.
Ahora aparece una diferencia notable con el columpio. Por razones físicas, una
cuerda puede ofrecer diferentes modos. Eso se ilustra en la figura 2.1. Las personas
que han jugado a saltar a la comba saben que una cuerda puede vibrar, no sólo de la
manera mostrada en la parte superior, sino también en las que están más abajo. A
esto se les llama ondas estacionarias puesto que pueden quedar vibrando así de
forma indefinida mientras se les suministre energía.
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Como su nombre indica, una onda estacionaria tiene estabilizada su oscilación
existiendo zonas en reposo permanente llamadas nodos (N), y otras constantemente
en la máxima amplitud de movimiento o vientres (V). La energía se transmite hacia los
vientres a través de los nodos por rebote de las moléculas que vienen en sentidos
opuestos. En la animación OndasEstacionarias.avi se puede ver la formación de
ondas estacionarias a partir de una
excitación primaria. En el caso de una
comba el trozo de cuerda situado en el
nodo se limita a oscilar en un sentido y
otro pero no se desplaza hacia arriba o
V hacia abajo como el resto de la cuerda.
Para mayor claridad véase la animación
N Comba.avi.
V V La diferencia con ondas no
estacionarias es evidente sin más que
compararlas con las producidas al lanzar
N N una piedra en un lago. En este último
V V V caso, se ve que las ondas avanzan en el
Fig. 2.1: Modos de vibración de una cuerda. agua y no están “congeladas”. En la
animación OndasEnLago.avi aparece
este fenómeno. Para inmovilizar las
ondas y convertirlas en estacionarias bastaría encerrarlas en una olla redonda y
golpear la pared de la misma (animacion OndasEnLagoEst.avi). La onda
estacionaria se produce porque se componen las ondas que viajan en un sentido con
las reflejadas (en la pared de la olla en este caso). Hay un ejemplo algo macabro
sobre ondas estacionarias. En el atentado de Madrid del 11 de marzo de 2004,
algunos ocupantes del tren manifestaron que habían experimentado pocas lesiones y
que, por el contrario, personas cercanas a ellos habían sido destrozadas por la
explosión. La explicación de ello es que la onda expansiva se reflejó en las paredes
del fondo de los vagones y creó ondas estacionarias. Aquellos que tuvieron la suerte
de estar en los nodos resultaron poco dañados frente a los que estaban ocupando un
vientre.
Cuando se excita una cuerda mediante un golpe (como el macillo de un piano,
por ejemplo), en principio ésta recibe un impulso caótico, pero seleccionará por
resonancia, sus modos propios de vibración y el movimiento resultante no será
aleatorio sino la superposición de dichos modos, representados en la figura 2.1.
Cuando se sopla en un tubo aparece algo semejante. En principio el soplido producirá
una serie de turbulencias también caóticas, de las cuales el tubo eliminará aquellas
que no sean frecuencias propias y dejará, también por resonancia, sus modos propios.
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completamente cerrado, en cuyo caso sus modos de vibración coincidirían
exactamente con los de la figura 2.1, o bien abierto por ambos lados, o abierto sólo por
uno. Cuando un fluido en movimiento se encuentra con una pared, lógicamente se
verá obligado a detenerse; así, cuando existe una vibración dentro de un tubo, la
velocidad de las moléculas en el extremo cerrado será cero, forzando un nodo. En el
extremo abierto, al estar a la presión atmosférica, hará que no haya sobrebresión, es
decir, forzará un nodo de presión. Por ser inversas, donde haya un nodo de presión
obligará a que la velocidad sea máxima en el extremo abierto.
En la figura 2.2 se han representado respectivamente, a la izquierda los modos
de un tubo abierto por ambos lados y a la derecha con un lado cerrado y otro abierto.
Para mayor claridad ver animaciones OndasTuboAbierto.avi y OndasTuboCerrado.avi.
Antes de nada necesitamos otra definición, que es la de longitud de onda.
Volviendo a la figura 2.1 y tomando el esquema del centro, definiremos la longitud de
onda como la longitud de los dos husos juntos. ¿Por qué no la longitud de uno solo de
ellos? Pues porque en la figura se ha representado la oscilación de forma esquemática
pero en realidad, una cuerda no es un huso sino una línea. De esta forma, la cuerda
vibra formando una figura serpenteante que estará hacia abajo en la parte izquierda y
hacia arriba en la derecha o al revés (animación comba.avi). El caso es que la
vibración en cada huso es la contraria que en el otro (véase la figura 2.4 para mayor
aclaración).
Existe una relación sencilla entre la frecuencia (n), la longitud de onda (l) y la
velocidad de propagación de la onda (c) que es: c = l⋅n. Pero nos bastará con saber
que frecuencia y longitud de onda son inversas, es decir, que a mayor frecuencia
menor será la longitud de onda. Una cuerda de contrabajo es más larga que la del
violín, luego emitirá sonidos de mayor longitud de onda o, lo que es lo mismo, de
menor frecuencia. Recordemos entonces lo siguiente:
Por ese motivo, los instrumentos graves deben ser voluminosos, precisamente porque
deben emitir sonidos de grandes longitudes de onda, que requieren tubos y cuerdas
largas.
Si retomamos la figura 2.2 vemos que las longitudes de onda de los modos de
un tubo parcialmente cerrado difieren del abierto. Tomemos primero los husos de la
parte superior (fundamental). Prolongando el huso del tubo parcialmente cerrado
(derecha) vemos que es el doble de largo que el de la izquierda recompuesto (Figura
2.3), es decir, que la frecuencia fundamental del sonido es justamente la mitad de la
de un tubo abierto, o bien una octava más baja. Si tenemos una flauta de pico estamos
en el caso de un tubo parcialmente cerrado, en cambio una kena esta abierto por
ambos lados y sus notas sonarán una octava por encima que la de la flauta de pico.
Pero los tubos cilíndricos tienen, además otra curiosa propiedad. Volvamos a la
figura 2.2 y el tubo abierto. Vemos que el siguiente armónico (husos del centro) tiene
la mitad de longitud de onda, luego habrá un tercero que será la tercera parte de la
longitud del fundamental, y así sucesivamente, es decir, que recorre la totalidad de la
serie armónica. Por el contrario, en el tubo parcialmente cerrado, el siguiente armónico
posible no tiene la mitad de la longitud de onda del huso de arriba sino un tercio, el de
más abajo es la quinta parte, etc. Esto significa que un tubo parcialmente cerrado,
aparte de dar la octava inferior del abierto tiene la peculiaridad de carecer de
armónicos pares. Se puede decir con propiedad que es un timbre sonoro hueco pues
le faltan componentes. Este también es el caso de una cuerda pulsada en su punto
medio (animación Pizzicato.avi) y, especialmente del clarinete, cuyo timbre,
curiosamente, podríamos definirlo como un sonido “hueco” y es porque, efectivamente,
lo está.
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L
L/2
Fig. 2.3: Longitudes de onda de tubos abiertos y parcialmente cerrados.
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Ver apartado 2.6.
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todas y se suma una segunda de frecuencia doble a la anterior, otra de frecuencia
triple, cuádruple, etc., y amplitudes decrecientes. Al final se consigue reproducir una
onda de forma cualesquiera. Este desarrollo se conoce como serie de Fourier.
Aplicando al revés lo dicho antes, resulta que un cuerpo sonoro, al vibrar con
una superposición de sus modos propios está creando en realidad una serie de
Fourier.
2.4 Armónicos
Cada una de estas ondas senoidales de las que se compone un sonido recibe
el nombre de armónico. La onda senoidal sobre la que se construye el resto (la de
frecuencia más baja) se llama fundamental, y es el sonido real que el oído identifica.
Si representamos cada sonido senoidal por una nota musical tendríamos lo siguiente:
6
Aquí llamaremos C4 al Do central . No hay acuerdo en el convenio ya que otros le llaman C3. Las
frecuencias reales de las notas dependen de la escala (ver capítulo 4), las dadas aquí son orientativas.
7
En la nomenclatura normal, el término armónico incluye el fundamental como “primer armónico”.
Segundo armónico será el que tiene frecuencia doble, tercero frecuencia triple, y así sucesivamente
coincidiendo el ordinal con el factor de multiplicación.
19
armónico. Construyamos ahora un espectro. Se entiende como tal un diagrama en el
que aparecen todos y cada uno de los armónicos que componen un sonido. En la
figura 2.6 aparece una onda de determinada forma compuesta por varios armónicos, y
para trazar su espectro mediremos la amplitud de cada uno de ellos, transportándola
después a un eje en el que figura la frecuencia correspondiente.
=
+
+
f 2f 3f 4f 5f 6f
+
+ +
20
En la siguiente figura aparecen el resto de armónicos superiores que, debido a
su pequeña amplitud, su presencia en el sonido es escasa y evita la disonancia
correspondiente.
Son notas reales D5, E5, G5 y B5, el Fa# y el Sib son calantes, en parte porque ese Si
bemol es la octava del B4, y éste era calante a su vez. El La está un cuarto de tono
bajo8. A partir de este punto los armónicos se juntan cada vez más y con frecuencias
relativamente arbitrarias. Eso hace que la sonoridad correspondiente a esta sección
armónica se parezca más a un ruido que a otra cosa. En música electroacústica se
suelen añadir ruidos cuyas frecuencias están en esta zona a las notas definidas a fin
de dar algo de realismo al timbre electrónico y que se asemeje a un instrumento real.
Debemos justificar ahora una nueva etapa histórica con la llegada del cluster
contemporáneo, o racimos de notas contiguas, que supondría la definitiva integración
de este resto de la serie armónica.
En la figura 2.8 se ilustra una onda con forma arbitraria y su espectro. ëste
consiste en una serie de picos que reflejan la amplitud de cada armónico. La
frecuencia del fundamental es 66 Hz (Do1) y hay hasta 19 armónicos que, como
vemos, tienen intensidad decreciente.
8
La frecuencia del Sol# debería ser exactamente 12,5 veces la frecuencia del fundamental, y el La natural
13,5. Por tanto el armónico 13 está justo en medio de ambos, un La cuarto de tono bajo.
21
De la propia figura 2.5, se pueden deducir qué relaciones de frecuencia existen
entre los distintos intervalos sin más que dividir los números de orden de los
armónicos. Así, entre C3 (=2x) y G3 (=3x) la relación es 3/2 (quinta justa). Entre C4
(=4x) y E4 (=5x) será 5/4 (tercera mayor), y así sucesivamente para dar el siguiente
cuadro de valores:
Estas relaciones nos permiten calcular las frecuencias de todas las notas partiendo de
una sola como el A4, que se toma, por convenio, como el patrón de frecuencia de 440
Hz. Sin embargo, esto hay que hacerlo con habilidad ya que si tomásemos, por
ejemplo, un La grave y comenzásemos a subir por octavas no peinaríamos las doce
notas sino solo los “Las”. Si vamos subiendo por segundas mayores formamos la
llamada escala hexacordal, que tampoco peina el espectro completo. Tampoco lo
conseguimos subiendo por terceras mayores ni menores de forma que solamente se
puede completar la totalidad del espectro sonoro subiendo o bajando por cuartas o
quintas. También se peina subiendo en segundas menores pero, casualmente es justo
el intervalo cuya relación desconocemos ya que los armónicos Fa#, y La son
inadecuados por ser precisamente los calantes.
El sonido penetra hacia el interior del oído primeramente por el canal auditivo
externo concentrado por el pabellón (oreja). Dado que este canal tiene una longitud de
unos 2,7 cm., y que está cerrado en el otro extremo por el tímpano, constituye un tubo
cerrado como el de la figura 2.3. Eso supone que va a introducir una primera alteración
del sonido por resonancia. El tubo posee una frecuencia propia a 3.148 Hz9, haciendo
que se refuercen estas frecuencias.
El sonido incide en el tímpano, que es una membrana que vibrará a su vez. La
geometría del tímpano es tal que las frecuencias por debajo de 2.400 Hz se transmiten
bastante bien, pero a mayores frecuencias, la eficiencia disminuye. A su vez, transmite
la vibración a la cadena de huesecillos martillo, yunque y estribo, y ésta se modifica
por el principio de la palanca. El motivo de esta cadena es adecuar la vibración, ya que
el siguiente paso, que es transmitirla al oído interno, necesita aumentar la presión para
que sea eficiente. Eso se debe a que, a diferencia del oído medio donde están los
huesecillos en el aire, el oído interno está relleno de líquido (perilinfa) y, al igual que
sucede con la luz, por ser ambos ondas, aparecen reflexiones y refracciones que
hacen que se transmita una menor cantidad de energía cuando hay cambios de
medio.
La cadena de huesecillos resuelve este problema mediante la ley de la palanca
y la disminución de superficie entre sus extremos. Lo trataremos por separado. Existe
una magnitud llamada momento, que es el producto de la fuerza por la longitud del
9
Si la longitud de onda es cuatro veces la longitud del tubo cerrado, será entonces, 4×2,7=10,8 cm. Eso
corresponde a una frecuencia de: n = c/l, y si la velocidad del sonido es 340 metros por segundo,
n=340/0,108=3.148 Hz.
22
brazo de la palanca donde se aplica. Es fácil de entender. Para cascar una nuez sin
hacer esfuerzo póngala en la bisagra de una puerta y empuje ésta. La longitud del
ancho de la puerta amplifica la fuerza a costa de que usted recorra más distancia. El
propio cascanueces emplea también este principio para hacer que se rompa la
cáscara con facilidad, aplicando un gran momento sobre la nuez. Pues esto mismo
hace la cadena de huesecillos, permitiendo que la presión sobre la llamada ventana
oval sea más grande que la recibida por el tímpano. La ganancia de presión depende
de la relación de los brazos de la palanca que, en nuestro caso es de 1,3.
La segunda amplificación de presión es por la relación de superficie incidente
(del tímpano) y la final de la ventana oval. Si usted aprieta un trozo de hielo con un
cuchillo afilado logrará irlo cortando poco a poco puesto que el hielo se funde al
aumentar la presión. Cuando se aplica una fuerza con una superficie pequeña, la
presión es más grande. La relación de superficies del tímpano10 y la ventana oval es
de 13,5, que produce ese mismo incremento de presión. Uniendo esta cifra a la de 1,3
de la palanca se obtiene una amplificación de la presión de 17,5.
La ventana oval es la que conduce al oído interno, y dentro de él la cóclea se
encarga de la fase final (figura 2.9).
Debido a la resonancia del conducto auditivo externo y las del propio tímpano,
el sistema no es lineal y presentará una zona de mayor amplificación para estas
frecuencias. Dado que el tímpano deja de ser eficiente a partir de los 2.400 Hz, al
aumentar la frecuencia decae rápidamente la transmisión, hasta el punto de que las
altas frecuencias son trasmitidas más bien por el propio hueso temporal, accediendo
hasta la cóclea por sus paredes.
Más tarde hablaremos de las
repercusiones que eso tiene, y
que son fundamentales en la
percepción de la música, pero
antes terminemos de explicar la
percepción del sonido.
La cóclea (o caracol) es un
auténtico analizador de espectros,
y veremos como funciona. En su
interior posee una membrana
llamada membrana basilar, que
es la encargada de vibrar y
transmitir esta vibración al llamado
órgano de Corti, que está sobre
ella, y cuyas células sensibles a la Fig. 2.9: El interior del oído. 1: Conducto auditivo externo.
amplitud de la vibración envían 2: Tímpano. 3: Martillo. 4: Yunque. 5: Estribo. 6: Ventana
una señal hacia el cerebro. Sobre oval. 7:Ventana redonda. 8: Cóclea. 9: Nervio acústico.
este conjunto hay otra membrana
llamada de Reissner que deja una
cavidad más pequeña bajo ella.
Es interesante ver cómo funciona la membrana basilar y cómo consigue
traducir e interpretar el sonido que recibe ya que, en principio, las células del órgano
de Corti son simplemente sensibles sólo a la amplitud de la vibración. Entonces ¿cómo
puede el oído discriminar las frecuencias de los sonidos? La cóclea es semejante a un
cilindro enroscado con unas pocas vueltas, 2,5 para ser exactos. Para mantener una
sección más o menos constante, no es como un caracol plano sino más bien como los
caracoles marinos llamados conos. Es decir, que en cada vuelta asciende una
cantidad más o menos semejante al diámetro del cilindro. En la fig 2.10 se puede ver
un corte de la cóclea mostrando una división interna. El porqué es fácil de comprender.
Si dentro de la cóclea se formasen ondas estacionarias por reflexión en el fondo de la
misma, quedarían patentes nodos a lo largo de la misma con ausencia de vibración,
10
No toda la superficie del tímpano es útil, por lo que se calcula esta relación con la parte de superficie
que resulte eficaz para la transmisión.
23
dificultando y restando eficiencia al sistema. Para evitar tal reflexión, la membrana
basilar no llega hasta el fondo sino que deja un hueco llamado helicotrema por donde
se comunican las dos cavidades superior e inferior conocidas respectivamente como
rampa vestibular y rampa timpánica, que es por donde circula el sonido dejando
éste la membrana basilar en medio de ambas rampas. Primero entra por la ventana
oval, presionada por el estribo y las
ondas penetran por la rampa
órgano de Corti
vestibular de la cóclea, giran en el
rampa vestibular fondo de la misma y retroceden por
la timpánica dirigiéndose a la
ventana redonda. Esta última
rampa timpánica
descarga la vibración residual de
nuevo en el oído medio, cuya
presión está equilibrada con el
exterior mediante la trompa de
Eustaquio11. En la figura 2.11
de la ventana
oval vemos la cóclea rectificada y cómo
hacia la ventana
circularía el sonido.
redonda Pero aún hay más. La
membrana basilar no es de
Fig. 2.10: Corte de la Cóclea.
anchura constante sino que es más
estrecha en la parte cercana a la ventana redonda con lo que nos encontramos el
fenómeno de la cuerda vibrante pero en dos dimensiones. Supongamos la membrana
formada por infinidad de cuerdas, pegadas unas junto a otras y cada una con diferente
longitud. Entonces, cada cuerda tiene un modo de vibración diferente y resonará
cuando incida sobre ella un sonido de frecuencia igual a su modo propio. En la figura
2.12 se tiene un esquema de la membrana rectificada y cómo a cada sección le
corresponde una frecuencia diferente. Como se muestra en la figura, el ancho de la
membrana l1 es diferente a la entrada de la cóclea que en el fondo l2.
Esto actúa igual que un analizador de espectros puesto que cada sección de
membrana filtra su propia frecuencia. Bajo
la membrana está el órgano de Corti, rampa vestibular
formado a su vez por hileras de células
sensibles a la vibración a modo de
sensores. Cada hilera está bajo una
“cuerda” diferente de la membrana basilar
de suerte que solamente reacciona ante
la vibración de esa zona que, a su vez, ya
ha seleccionado su frecuencia propia. Las
células transforman la vibración en
impulsos nerviosos igual que un membrana basilar
micrófono transforma las oscilaciones en
corriente eléctrica. Es así como sale un rampa timpánica
haz de fibras nerviosas, cada cual con la
información sobre una frecuencia Fig. 2.11: Cóclea rectificada que muestra la
diferente, y que reunidas forman el nervio circulación del sonido.
acústico.
Existe otro fenómeno que es el de reconstrucción del sonido fundamental. Se
pone de manifiesto cuando se escucha música en un equipo de baja calidad. Se
reconocen los instrumentos graves por reconstrucción del fundamental porque la
membrana basilar vibra en la zona del fundamental aún cuando éste no esté presente
por culpa de que el equipo de música no sea capaz de reproducirlo. No obstante
realizaremos para entenderlo de manera intuitiva un experimento con el piano que
consiste en dejar pulsada una nota grave del teclado, digamos, C2, pero sin que
11
En los resfriados a veces esta trompa se obstruye, con lo que la presión no se equilibra y por eso
empeora la audición.
24
suene. Simplemente apoyar con cuidado el dedo y dejarlo ahí mientras se realiza el
resto del experimento con el fin de que la cuerda suene libremente por resonancia.
Ahora se toca con fuerza C3 y se suelta sólo esta tecla. Escucharemos
inmediatamente a C2 sonar, pero a la altura de C3 puesto que es un armónico y habrá
excitado el modo C3 de la cuerda C2. Ahora se toca G3 y C2 sonará como G3. Si
tocamos rápidamente en sucesión todas las notas que son armónicos de C2 desde C3
en adelante, al terminar escucharemos la nota C2, pero ahora sonando en su octava,
es decir, como un auténtico C2 que ha sido reconstruido a partir de sus armónicos.
Este es el fenómeno de reconstrucción del
l2
fundamental, lo mismo que sucede en la
membrana basilar. La razón física y
matemática se explica en el apéndice B-2.
Hay una pista en el disco, la 1, en la cual se
han incluido tres sonidos. El primero es una
onda completa con su fundamental, y la
segunda es la misma pero en la cual se ha
l1 extraído dicho fundamental, de forma que
Fig. 2.12: Membrana basilar rectificada. es inexistente. Se comprueba que en
ambos casos el sonido es semejante
porque ha tenido lugar la reconstrucción del fundamental a partir de sus armónicos. En
el tercer sonido se han eliminado muchos armónicos, con lo que la reconstrucción del
fundamental es deficiente.
25
La verdadera medida fisiológica es el fonio, una unidad que se deduce a partir
de las curvas grises de la figura 2.13. Estas curvas reciben el nombre de curvas
isofónicas, y corresponden
umbral de dolor
a las mismas sensaciones
intensidad (dB)
subjetivas que causarían
sonidos de diferentes
intensidades y frecuencias.
Cualquier sonido que quede
dentro de la zona gris
tendría, pues, 0 fonios
independientemente de su
P intensidad física.
En la figura hemos
E elegido un sonido de 200 Hz
um F
bra (un Sol G3) que tiene una
l de
aud
ición
intensidad algo inferior a 30
dB. El sonido se representa
20 100 1.000
2.000 10.000 20.000 en la figura por el punto E,
200
26
pasa con el violín si sobrepasa esta tesitura. Si se quiere que su melodía continúe
prevaleciendo es conveniente doblarla a la octava inferior por los violines segundos12.
Otra excepción que se desprende de la figura es que cuando los sonidos son
muy fuertes, cercanos al umbral de dolor, todos se escuchan con una intensidad
parecida, graves y agudos.
Por último, y a diferencia de la sordera, en donde el sujeto no puede percibir
sonidos que le llegan, el oído puede inventar sonidos que, en realidad, no está
recibiendo. En particular, la membrana basilar no es un conjunto independiente de
cuerdas, semejante a un clavijero de piano, sino que la vibración de una parte de ella
puede transmitirse en forma de ondas mecánicas por la superficie y aparecer otras
secciones de la membrana que entran en movimiento según sus modos propios de
oscilación.
El resultado será que las células del órgano de Corti de esas zonas comienzan
a enviar señales al cerebro de armónicos que en realidad no está recibiendo. Estos
armónicos fantasma son los que se conocen como armónicos aurales y pueden
distorsionar el timbre de los instrumentos con relación a su auténtico sonido.
0 10 20 30
distancia al estribo dentro de la cóclea (mm)
12
En la Polonesa Heroica de Federico Chopin, se viola la norma y en un momento determinado la voz
superior deja de dominar frente a otra más grave. Esto me resultó sorprendente cuando la estudiaba en el
piano, viendo claramente que la melodía que se oye no es, probablemente, la que Chopin quiso destacar,
viciado tal vez por la falsa creencia de que la voz que siempre prevalece es la más aguda.
27
Entender este concepto de banda crítica es muy importante para comprender el
fenómeno de la disonancia. Veremos que dos sonidos muy próximos crean una
frecuencia de batido y solamente se empezarán a diferenciar ambos sonidos cuando
éstos se separan por encima de la banda crítica. En el CD existen dos animaciones
para hacer el siguiente experimento:
29
muchos adolescentes que no hayan recibido educación musical adecuada no sean
capaces de procesar más que una música fácil, ya que aún no han podido desarrollar
una mente madura que los pueda involucrar en estructuras más complejas.
Por último, comentar que la versatilidad del cerebro es muy grande y que, en el
caso de la música, se adapta muy rápidamente a nuevas circunstancias desarrollando
áreas que hasta entonces habían tenido poca actividad. Por ejemplo, en intérpretes,
las zonas del cerebro reservadas a los dedos y la mano se desarrollan mucho más
que en personas normales, de ahí que sorprenda la agilidad casi sobrehumana de
algunos virtuosos intérpretes. En los violinistas el desarrollo del cerebro es asimétrico,
perfeccionándose más la parte de la mano izquierda que la de la derecha, ya que esta
última solamente maneja el arco con poca movilidad en los dedos.
Es lógico pensar que a medida que avancen las investigaciones sobre la
música y el cerebro se irán comprendiendo cada vez más el por qué la música es tan
importante y capaz de mover tanto dentro de nosotros mismos.
Desgraciadamente, el discurso musical tiene su propia lógica pero se entronca
en la misteriosa red del hemisferio derecho, que no es racional aunque no por ello
menos inteligente. Este es su gran problema, ya que al no ajustarse a ecuaciones ni
moldes racionales, sino al vilipendiado hemisferio derecho, hace que no se pueda
definir con precisión irrefutable que es “bueno” y qué “malo” como un teorema de
física. En infinidad de ocasiones se puede llegar a medrar gracias a esta ambigüedad
y simplemente surgen grandes nombres mediante habilidades dialécticas. Esto
carecería de importancia de no ser porque hay personas menos expertas en sus
tareas de convicción hacia quienes ostentan puestos de poder y se necesitan muchos
años tras su fallecimiento hasta el reconocimiento que merecían. La historia está llena
de estos casos.
30
CAPÍTULO 3
Consonancia y disonancia
1.
2.
3.
4.
D
Fig. 3.1: Composición de movimientos armónicos.
13
La demostración matemática se detalla en el apéndice A-1.
31
escucha fácilmente y puede servir como experimento para calcular la diferencia de
frecuencias entre dos sonidos. Para ello se colocan dos diapasones de frecuencias
idénticas y una pequeña pieza que puede atornillarse en la horquilla de uno de ellos a
fin de aumentar el momento de inercia del diapasón. Cuando ambos diapasones se
hacen vibrar, el sonido es puro y no hay pulsación por ser iguales las frecuencias.
Cuando se atornilla la pieza en una de las ramas de uno de los diapasones, su
frecuencia baja, lo que se pone de manifiesto por la pulsación que se escucha al hacer
sonar ambos diapasones. Se puede demostrar que la frecuencia depende del
momento de inercia de la pieza y éste, a su vez, de la altura a la cual se atornilla la
pieza. Cuanto más cerca esté del extremo libre del diapasón más grave será el sonido.
Como la pulsación del sonido depende de la semidiferencia de frecuencias, va
aumentando su velocidad a medida que las
frecuencias se distancian. Llega un momento en
el que la velocidad de la pulsación es tan alta que
rebasa la zona infrasónica y empieza a llegar a la
zona audible, detectándose entonces una diapasones
La relación 9/8 corresponde a una segunda mayor y 1/8 una nota tres octavas más
grave que la nota inferior de la tercera. El resultado de una tercera, por ejemplo C4-E4
es como si sonase un Re con la pulsación de un C1:
Esta igualdad es simbólica pues lo que quiere decir es que la onda del Re está
modulada por la envolvente de un Do1, no que una tercera mayor sea lo mismo que un
acorde C1-D4. En realidad, si nos fijamos en la parte 3 de la figura 3.1, la frecuencia de
la pulsación es el doble de lo esperado puesto que la parte negativa de la senoide
moduladora simplemente hace un cambio de fase y se escuchan dos lóbulos por cada
periodo. Por tanto, a efectos prácticos, la frecuencia de batido la tomaremos como la
diferencia, no la semidiferencia, con lo que en realidad bate con la frecuencia de C2.
En la siguiente figura se aclara debidamente como es el fenómeno físico correcto:
32
1.
2.
3.
dando como resultado que la nota media está a distancia de tercera mayor de la nota
grave de la quinta y su pulsación esta vez está solamente a una octava por debajo de
ella. La quinta tiene un sonido menos vibrante (la pulsación es lenta) que la tercera.
Ilustramos una vez más el proceso de formación de una quinta:
= E4
= C2
33
de cada lóbulo y la pulsación será muy intensa y contundente, marcando muy bien que
es una disonancia fuerte. La segunda menor tiene todavía más periodos dentro de los
lóbulos por lo que será una disonancia aún más dura.
En cuanto a la tercera menor, de relación de frecuencias 6/5, la nota media
tiene una altura calante que no
corresponde a la escala natural y su
pulsación se halla una octava y una
tercera mayor por debajo. La vemos
a representada también en la figura 3.6,
c.
índice de
intervalo relación
consonancia
octava 2 3
quinta 3/2 5
cuarta 4/3 7
tercera mayor 5/4 9
tercera menor 6/5 11
segunda mayor 9/8 17
segunda menor 16/15 31
desde luego este índice parece reflejar bastante bien el concepto de consonancia que
tienen estos intervalos. Llamaremos intervalos primarios a los que se forman con notas
en distancia inferior a la primera mitad de la octava y de orden superior a los formados
con la segunda mitad, y que pasaremos a estudiar ahora.
14
En el apéndice A-2 se habla en profundidad y con formulación matemática todas las propiedades de
este índice.
34
Para terminar nuestro razonamiento debemos deducir las formas de los
intervalos de orden superior. Por éstos entenderemos aquellos que sobrepasan la
quinta. Una de las características de estos intervalos es que no se pueden construir
con armónicos contiguos como sucedía con los de orden menor.
Estos intervalos son las sextas mayor y menor y las séptimas, también
mayores y menores. Para ver bien el cálculo hemos vuelto a reproducir la escala de
armónicos en un tamaño grande para que sea
cómodo (figura 3.7). En ella hemos eliminado las
notas calantes a fin de dejar la escala diáfana.
Añadiremos a los nuevos intervalos de orden
superior a la serie de la Tabla I:
15
El unísono sólo tiene sentido cuando se ejecuta por más de un instrumento, que tocan la misma nota.
35
En la figura 3.8 se han trazado las ondas con el mismo criterio. Se comprueba
que la más corta es la sexta mayor, seguida de la menor, la séptima mayor y la menor.
También en este caso, los cálculos matemáticos (apéndice A-2) nos permiten decir
que la longitud del periodo se obtiene sumando el numerador y el denominador de las
relaciones de la tabla III, con lo que los índices de consonancia valdrán
respectivamente: 8, 13, 23 y 14 (Tabla III). En este
mismo apéndice se demuestra que el periodo de la
onda modulada es el de una fundamental de la cual
ambos sonidos serían armónicos.
sexta mayor A modo de conclusión sobre qué es
disonancia, y viendo que tiene que ver con la
longitud del periodo resultante, diremos que cuando
se escucha un sonido, hay un determinado tiempo
para detectar la existencia de un patrón. Cuanto
mayor sea este tiempo, el cerebro interpreta que el
sexta menor sonido es más caótico. Por ejemplo, veremos que
los sonidos metálicos tienen periodos de una
enorme extensión, que supone un tiempo largo
para la detección del patrón, con la consiguiente
sensación de disonancia de gran magnitud puesto
que en esos casos resulta difícil decidir si es o no
septima mayor una determinada nota musical. El caso límite es el
ruido, constituido por ondas aperiódicas y donde
ese patrón ni siquiera existe.
36
resultado puede resolverse calculando cada caso por separado y juntándolos después.
Así, en ocasiones, un acorde de dos notas puede resultar más disonante y duro que
uno de tres en donde intervengan también pero que la mediación de una tercera nota
suavice el resultado. En tal caso, un acorde de séptima resulta más disonante que otro
en donde se añade la novena cubriendo la dureza de la séptima, sobre todo si ésta es
mayor.
Es de destacar la novena menor con un índice de consonancia muy elevado,
que lo convierte en una disonancia muy poco grata. Por ese motivo es un intervalo a
evitar, incluso en jazz, y se suele eliminar esa nota en acordes en los que debe
reposar la música.
Las décimas son relativamente consonantes (sobre todo la mayor) por tratarse
de inversiones de las terceras. En cuanto a las undécimas y decimoterceras tienen
que ver con las cuartas (11ª = 8ª + 4ª) y las sextas mayores (13ª = 8ª + 3ª), y se
forman sobre la nota Sol (sexta mayor sobre Sol).
3.5 El tritono
16
Las notas enarmónicas son las que están en el mismo sitio en un teclado de piano. Sol# es lo mismo
que Lab, Mib lo mismo que Re#, Mi# que Fa, etc.
37
Para continuar con las cosas sorprendentes sobre el tritono, hemos dibujado su
onda en la siguiente figura, y a una escala comparable, incluso un 80% más pequeña
que las de la figura 3.8.
38
especialmente si se junta con el hecho de no estar muy metido en este tipo de música,
lo mismo que pasa con la “new age”.
El tritono también se usa solo, sin más notas, y tampoco tiene por qué resolver
cuando se encuentra fuera del sistema tonal. Ciertamente este intervalo, se usa para
crear las máximas tensiones, por ejemplo en el cine, la típica escena del psicópata que
se aproxima, o el zombie con la calavera al descubierto. Mientras dure el tritono, se
garantiza que el espectador seguirá esperando a que llegue el zombie o el psicópata.
Volviendo a la Edad Media, este intervalo diabólico se tenía que tratar con
alguna suerte de exorcismo, para lo cual se colocó sobre el Si una cruz y obligarle a
resolver. Y, como bien dicen, que en el infierno está la gente interesante, el tritono fue
la piedra angular de la tonalidad, especialmente cuando se junta con otro intervalo
disonante como es la séptima menor. Ambos juntos forman un poderoso acorde con
necesidad total de resolución, inventado por Claudio Monteverdi y que se conoce
como séptima de dominante.
Pero en la escala natural física, esto es, sin Fa, este acorde no existe y ello
obliga a la inclusión de esta nota en la única combinación posible, que es sobre Sol.
En el acorde de séptima de dominante, el Fa forma la séptima menor sobre Sol y un
tritono con Si a lo que, si añadimos su condición de intruso en la escala, es el
candidato obligado a resolver. Así se enseña en armonía tradicional.
En cuestión de nomenclatura, el tritono es un intervalo que es su propia
inversión. Es decir, que si una tercera mayor se invierte en sexta menor, una cuarta en
una quinta, etc., un tritono invertido es nuevamente un tritono. No obstante, pese a
tener el mismo sonido, cambia de nombre siendo unas veces quinta disminuida y en
otras cuarta aumentada. Pensemos, por ejemplo en Do−Fa#, que es una cuarta. Al
invertirse queda Fa#−Do, que es, técnicamente, una quinta.
39
coinciden uno o varios de sus armónicos superiores. Incluiremos también el
fundamental. El problema es que la cantidad de armónicos es elevada y habrá que
poner un tope. Dado que la intensidad de éstos es decreciente según aumenta el
orden del armónico, la teoría admite la concordancia hasta el armónico octavo,
excluyendo el 7 que, como sabemos, es calante.
Estudiemos, por ejemplo, un intervalo de quinta ejecutado por instrumentos
acústicos. En la figura se han representado con cabezas en negro los armónicos de
las notas graves y en gris los armónicos de la nota aguda ajenos a los de la grave que,
normalmente, chocan como segundas. Si hay coincidencia se representan en negro:
40
Fig 3.11: Concordandias y discordancias de intervalos de orden superior.
En la figura 3.11 se completan los intervalos de orden superior. De izquierda a
derecha están los intervalos de sexta mayor, menor, séptima mayor y menor, décima y
duodécima. Abajo están las dos novenas. Plantearemos también un cuadro en donde
se reflejen el índice de consonancia del intervalo senoidal, así como el número de
concordancias y discordancias:
índice de
intervalo concordancias discordancias
consonancia
Octava 3 7 0
Duodécima 4 5 0
Quinta 5 5 4
Cuarta 7 4 5
Décima mayor 7 3 3
Sexta mayor 8 2 6
Tercera mayor 9 3 7
Tercera menor 11 2 8
Sexta menor 13 1 6
Novena mayor 13 1 5
Séptima menor 14 1 6
Segunda mayor 17 2 9
Décima menor 17 1 4
Séptima mayor 23 0 7
Segunda menor 31 0 11
Novena menor 47 0 6
Tritono 77 0 10
3.7 Tríadas
41
construyendo la pieza musical. No obstante, nos centraremos primero en tres notas
que deben formar consonancia, y además pertenecer a la primera mitad de la escala,
es decir, que los intervalos deberán ser primarios. Esto se refiere a que si el acorde se
hace con tres sonidos, pongamos X, Y Z, entonces X con Y deberá ser consonante, Y
con Z también y X con Z. Estas tríadas se conocen como acordes perfectos.
No hay muchas posibilidades puesto que X con Z tendrá que ser forzosamente
un intervalo de quinta justa, quedando X con Y e Y con Z como terceras. En una
escala natural simplemente aparecerá una nota sí, una no, con el siguiente resultado:
El primer acorde está formado por una tercera mayor seguido de una menor.
Eso pasa también en el cuarto y el quinto y se llaman acordes mayores. Los otros
están al revés: primero una tercera menor y después una mayor denominándose
acordes menores. Observemos que sobre el Si no aparece acorde y es porque Fa−Si
forma tritono y no se cumpliría la consonancia X↔Z. Este acorde, aunque es una
tríada no se considera perfecto y se llama de quinta disminuida.
Existe el llamado cifrado, consistente en representar el acorde mediante una
serie de letras y símbolos. Aquí adoptaremos el sistema anglosajón por ser más
sencillo. Los acordes mayores se representan simplemente por la letra mayúscula de
la nota fundamental, es decir, C es Do mayor, A, la mayor, F fa mayor, etc. Los
acordes menores se representan mediante la misma letra pero añadiendo una “m”
minúscula o un signo -. El acorde de disminuida se cifra con un pequeño cero en la
parte superior, o dis (por ejemplo Bº=Si−Re−Fa).
Ahora nos quedan algunas definiciones que habrá que memorizar pues forman
parte importante de la nomenclatura musical:
42
! Estado fundamental: Coincide con la ordenación de la escala de armónicos
de forma que la nota fundamental sea la más grave. El orden del resto de las
notas por encima no tiene mayor importancia. Eso se debe a que la nota más
grave es la que tiene más armónicos que chocarán o no con las notas que
están por encima de ella, y es la que identifica el oído como la base armónica
del acorde.
! Inversiones: Cuando la nota más grave del acorde no está en el bajo se dice
que el acorde está invertido. Si en el bajo está la tercera entonces está en
primera inversión. Por ejemplo, en un acorde de Sol mayor, su primera
inversión será Si−(Sol, Re). Las notas que están entre paréntesis quiere decir
que no importa su orden. La segunda inversión posee la quinta en el bajo. Por
ejemplo Re mayor en segunda inversión será: La−(Re, Fa#).
! Grados de la escala: Dado que lo que se aplica a una escala es igualmente
aplicable a cualquier otra de otra tonalidad diferente resulta conveniente
numerar las notas para independizarlas de la tonalidad cada vez que se hable
de cualquier propiedad. Así, la tónica es el grado I, la dominante el V, la
sensible el VII y la subdominante el IV. El resto se numera correlativamente
igual a la posición que ocupe la nota en la escala.
! Grado conjunto: Es el intervalo, ya sea mayor o menor, formado por dos notas
correlativas.
A partir de este punto es donde arrancan todos los tratados de armonía de
conservatorio. Este libro no va a tratar nada de eso ya que se trata de enlazar
sucesiones de diferentes acordes de acuerdo a una serie de normas arbitrarias en
algunos casos, y más justificadas en otros. Sin ánimo de criticar metodologías de
conservatorio, creo que la asignatura de armonía debería llamarse mejor “técnicas de
enlace de acordes” ya que el noventa por ciento de lo que yo siempre he considerado
“armonía” se queda fuera del estudio.
El lector interesado en cómo se llevan a cabo estos enlaces entre acordes
debería comprarse un libro de armonía tradicional que se lo explique con todo lujo de
detalles.
La armonía tradicional plantea cuatro pentagramas con voces corales (tampoco
he llegado muy bien a comprender por qué no podían ser instrumentales) y en cada
pentagrama hay una voz con notas que dibujan diferentes líneas melódicas. Al pasar
al siguiente acorde, estas notas deben, lógicamente, cambiar y deben respetar
algunas reglas. Aunque no se tratará esto en profundidad, he aquí, no obstante,
algunas de esas normas:
43
! Resolver la séptima por movimiento descendente a la nota inferior.
44
CAPÍTULO 4
Las escalas
Lo primero que vemos es que se extiende mucho más de una octava y que los
intervalos van siendo cada vez más cortos a medida que avanzamos, dejando
espacios demasiado grandes en el comienzo. Aunque esto es muy poco práctico,
existen dos casos de instrumentos que usan esta escala. El primero es la corneta
militar que, por su condición de ser un simple tubo resonante no está capacitado más
que para emitir estas notas. En los toques de cuartel las melodías se componen
exclusivamente de notas de esta escala y la mayoría de los himnos suelen empezar o
están basados en esta escala que es, simplemente el arpegio de un acorde mayor.
El segundo caso es el canto difónico, practicado por pastores en algunas zonas
del Asia Central. Esta técnica es muy sorprendente ya que consiste en emitir una nota
muy grave, rica en armónicos y amplificar y seleccionar éstos para generar melodías.
45
Aunque se trata de canto, los armónicos suenan semejante a una flauta, sin texto, y
por eso se puede considerar un instrumento. Como las distancias primeras son
demasiado grandes, la escala del canto difónico se encuentra en la zona superior de
armónicos, a partir del G4. El inconveniente es, como ya se habrá adivinado, la
inclusión de las notas calantes Sib y Fa#, que resultan muy poco musicales cuando se
ejecutan por lo que se puede optar por suprimirlas y dejar la siguiente escala
pentatónica (de cinco sonidos)17:
Esta escala tiene la ventaja de tener sus sonidos dentro del ámbito de la octava
y que los intervalos que separan sus notas son más regulares que comenzando en el
fundamental. De hecho esta escala es considerada como una de las llamadas escalas
naturales, y físicamente sería la más acertada. El problema es que no resulta
suficientemente amplia como para el desarrollo de grandes obras musicales.
Debemos, pues tratar de crear otras escalas más ambiciosas pero que, a su vez
tengan un fundamento lógico.
Por su carácter artificial, las escalas van a producir una serie de problemas
físicos algo complicados de resolver. En este libro no se puede profundizar sobre este
tema lo suficiente, ni es su propósito, y por ese motivo nos conformaremos con dar
una visión esquemática. Para mayor información se recomienda consultar la
bibliografía.
relación con la relación con la
nota
fundamental anterior
o a
Do (I) 1
o
9/8
o a
Re (II) 9/8
o
10/9
o D
Mi (III) 5/4
o
16/15
o D
Fa (IV) 4/3
Do
9/8
o D
Sol (V) 3/2
Do
10/9
o D
La (VI) 5/3
Do
9/8
o o
Si (VII) 15/8
Do
16/15
o o
Do2 (I) 2
17
En la práctica, se usa también el Sol inferior, mientras que el Si natural agudo es difícil de conseguir.
46
es armónico, y se materializa como intervalo a distancia de cuarta de la fundamental, y
la segunda el La como sexta mayor de la fundamental en lugar de esperar al armónico
27. Nótese que si se propusiera la nota Fa a otra distancia diferente a la cuarta,
quedaría un intervalo disonante con la fundamental, y si el La se definiera como sexta
menor, quedaría otro sonido (Lab), que no es armónico. Conforme con ello queda
reflejada la escala en la tabla VI con sus correspondientes relaciones de frecuencia.
En la columna de la derecha se han representado las relaciones de cada nota
con la anterior, y que se calculan sin más que dividir las relaciones de ambas con la
fundamental, es decir, que entre Re y Mi será:
rMi − Do 5 / 4 10
rRe − Mi = = = ,
rRe − Do 9 / 8 9
y que es coincidente con la relación entre los armónicos 10 (E5) y 9 (D5). Hay que
hacer notar que ya aparece una cierta irregularidad en la relación de una nota con la
siguiente con las fracciones siguientes: 9/8, 10/9 y 16/15. El intervalo 9/8 se
corresponde con la segunda mayor dado en la tabla II, que es el intervalo Do−Re
(armónicos 8 y 9), pero entre los armónicos 10 y 9, es decir, Re−Mi, hay una distancia
diferente: 10/9. En esta escala hay tonos de diferentes tamaños. Al existente entre Do
y Re se le llama tono grande y al que está entre Re y Mi tono pequeño. El restante,
16/15, es el mismo entre Mi y Fa como entre Si y Do, y se llama semitono diatónico.
En la escala alternan el tono grande y el pequeño, con dos semitonos intercalados. La
relación entre el tono grande (9/8) y el pequeño (10/9) se denomina coma sintónico y
su valor es:
9 / 8 81
εs = =
10 / 9 80
47
Fig. 4.3: Desarrollo armónico a partir de Sib.
que tiene unos valores idénticos a los de Do mayor, como es natural (imagine el lector
esta misma tabla pero eliminando los nombres de las notas y dejando simplemente los
grados I, II, III, IV, etc.). El problema es que en esta escala el intervalo Do−Re es 10/9
(tono pequeño) y en la de Do mayor era el tono grande 9/8. El ejecutante que tenga
que interpretar una pieza moviéndose en varias escalas se vería obligado a reafinar el
constantemente el instrumento. Para los instrumentos de afinación fija sería imposible
ajustarse a este sistema y para los de afinación variable, aunque puedan hacerlo, les
resultaría muy engorroso tantos cambios de distancia entre notas que teóricamente
serían las mismas.
48
1 2 3 4 n
3 9 27 n
3
1 L
2 4 8 2n
Para la nota n-ésima se obtiene una relación de 3n/2n. Ahora bien, la secuencia de
quintas supera la octava, con lo que no es propiamente una escala tal y como la
hemos definido. Para conseguirla, habrá que rebajar las notas que excedan la octava
el número necesario de éstas para que la nota baje lo suficiente como para quedar en
la misma octava que el resto. Si el lector tiene un piano puede comprobar que hay que
bajar una octava cada dos quintas sucesivas. Procediendo de esta manera se
obtienen las siguientes relaciones de frecuencia18:
Fb Cb Gb Db Ab Eb Bb F C G D A E B F# C# G# D# A# E# B#
18
En el apéndice B1 se detalla este proceso.
49
4.4. Relaciones entre los sistemas se entonación justa y pitagórico
531.441
εp = ≈ 1,0136 .
524.288
128
εδ = ≈ 1,024 ,
125
19
La deducción de estos valores se muestran en el apéndice B-1.
50
Octava Nota valores en Hz. Nota valores en Hz. relación f#/fb
6 A 1.760,0
6 FXX 1.585,8
6 D 1.173,3
6 B# 1.057,2 C 1.043,0 1,0136
5 FX 792,9 G 782,2 1,0136
5 E# 704,8 F 695,3 1,0136
5 B# 528,6 C 521,5 1,0136
4 A# 469,9 Sib 463,5 1,0136
4 E# 352,4 F 347,7 1,0136
4 D# 313,2 Eb 309,0 1,0136
3 A# 234,9 Sib 231,8 1,0136
3 G# 208,8 Ab 206,0 1,0136
3 D# 156,6 Eb 154,5 1,0136
3 C# 139,2 Db 137,3 1,0136
2 G# 104,4 Ab 103,0 1,0136
2 F# 92,8 Gb 91,6 1,0136
2 C# 69,6 Db 68,7 1,0136
1 B 61,9 Cb 61,0 1,0136
1 F# 46,4 Gb 45,8 1,0136
1 E 41,3 Fb 40,6 1,0136
0 B 30,9 Cb 30,5 1,0136
0 A 27,5
Tabla IX. Cálculo de las frecuencias de las notas musicales por medio de quintas
ascendentes y descendentes.
51
Si queremos comprobar el fenómeno de falta de concordancia de manera
gráfica, partiremos por ejemplo de la nota La bemol 1 y vamos a ascender por dos
caminos diferentes. El primero por quintas hasta llegar a Sol#7, y el segundo por
octavas hasta Lab7, que son enarmónicas:
Zarlino
Pitagórico
+e -e +e -e
Fig. 4.6: Comparación entre la escala Zarlino yla pitagórica.
C1 C2 C3 C4 C5
Semitonos añadidos 0 12 2×12 3×12 4×12
Relación de Frecuencia 1 2 4 8 16
La fila primera es de la forma n×a, mientras que la fila inferior lo es como 2n.
Representemos estos resultados en la figura siguiente:
relación de frecuencia
octava
(tonos)
a
Fig. 4.7: Relaciones no lineales de la escala.
53
En definitiva, la falta de linealidad es la causante del problema de los
desajustes a la hora de construir una escala. Hay que tener en cuenta que, si bien el
fenómeno físico armónico es de índole natural, una escala es de hecho artificial, no
existe en la naturaleza.
Se podría optar por comprimir las quintas en la figura 4.5 el valor de la coma
pitagórica, de suerte que coincidan con las 7 octavas. Eso haría que la quinta real
fuese 1/12 de coma más pequeño que el justo. Entonces, en materia de quintas,
estaría resuelto el problema pero ¿qué hay del resto de las
Do 1,000
notas? ¿qué hacemos con la díesis enarmónica y el coma
Do# 1,059
sintónico?
Re 1,122
La no muy elegante, pero única, solución es proceder
Re# 1,189
al temperamento de la escala, consistente en dividir la octava
Mi 1,260
en intervalos regulares, y de acuerdo a una ley lineal. En la
Fa 1,335
figura 4.7 podemos apreciar esta división.
Fa# 1,414
Actualmente, el sistema más racional consiste en
Sol 1,498
dividir la octava en partes linealmente iguales como aparece
Sol# 1,587
en la figura 4.7. El sistema occidental lo divide en doce partes
La 1,682
iguales (temperamento igual), mientras que el árabe lo hace
en 17 y el indio en 22 partes llamadas srutis. Si b 1,782
El temperamento igual divide en doce partes iguales Si b 1,888
la octava. Cada división tiene una relación de frecuencia de Do 2,000
12
2 21. Ahora ya no se respetan los intervalos de la tabla I sino Tabla XI. Relaciones de
que se convierte en otros nuevos. La raíz 12ava de 2 es frecuencia en el sistema
aproximadamente 1,059, quedando ahora las relaciones temperado.
plasmadas en la Tabla XI.
21
Demostración en el apéndice B3.
54
vuelve disonante y fue conocida como quinta del lobo por asemejar un aullido.
Eso inutilizaba el sistema.
! Werckmeister y Kirnberger: Tampoco afina perfectamente las cuerdas de
cada nota. Tiene especial interés en la mejora y belleza de acordes medios.
Queda estudiar el efecto que puede tener el temperamento en las notas porque
abandonan la serie armónica y no sabemos qué consecuencias puede tener esto
aunque, por experiencia, sabemos de sobra que los acordes temperados suenan bien.
Sin embargo analicémoslo desde el frío punto de vista de la ciencia.
Estudiaremos lo que sucede si hiciésemos sonar simultáneamente dos notas
enarmónicas pero sin temperar, es decir, el acorde Lab−Sol# en la escala pitagórica. La
distancia entre ambas es de una coma, y se demuestra en el apéndice B-1 que la
relación de frecuencias es, empleando números enteros:
531.441
,
524.288
e
0.8
entender que ambas notas formarían la banda e discernimiento de
notas separadas
disonancia más formidable de todos los crítica e
e
55
Kameoka y Kuriyagowa22 (fíjense, de otra cultura), se afirma que la máxima disonancia
se produce cuando la diferencia de frecuencia entre dos sonidos es del orden de la
cuarta parte del ancho de banda crítico para la frecuencia media resultante. Como se
dijo en su momento, ambos sonidos, por estar dentro de dicha banda no se apreciarán
como dos sonidos separados sino como uno solo modulado por un batido cuya
frecuencia es la diferencia de frecuencias. En la figura 2.15 se detallaba este ancho de
banda, que es de unos 90 ó 100 Hz para frecuencias de hasta 300 Hz. La cuarta parte
de esta banda es de 20 a 25 Hz, luego si las frecuencias baten a esa razón la
disonancia será máxima. Por encima y por debajo de ese batido la sensación de
consonancia vuelve a aparecer, lo que se ha plasmado en la figura 4.8. La figura es
sencilla de comprender si vuelve a abrir las animaciones del capítulo 2
Separacion250Hz.avi y Separacion1000Hz.avi. Una de las notas es fija
mientras que otra barre un rango de frecuencias desde la misma nota que la primera
hasta sobrepasar la banda crítica. Usted notará que primero hay una pulsación que se
acelera paulatinamente. Está en la zona 0 a 0.2 de la banda crítica de la figura 4.8 y la
sensación de disonancia se acrecienta hasta alcanzar su punto máximo hacia la cuarta
parte del ancho de banda en 0.25 (en la figura 4.8 está invertido porque se ha
consignado la consonancia en lugar de la disonancia). A partir de aquí notará que el
sonido se va “arreglando” hasta que llega al borde de la banda (punto 1 de la figura) y
a partir de este momento empieza a escuchar dos notas diferenciadas.
Ahora podemos ir a la pista 4 en donde están situados secuencialmente los
siguientes sonidos:
discernimiento
ancho banda máxima
intervalo diferencia notas
crítica disonancia
separadas
100 Hz – 122 Hz 22 100 25 no
500 Hz – 522 Hz 22 no
500 Hz – 530 Hz 30 120 30 no
500 Hz – 620 Hz 120 si
1.000 Hz – 1.022 Hz 22 no
1.000 Hz – 1.040 Hz 40 160 40 no
1.000 Hz – 1.160 Hz 160 si
2.000 Hz – 2.022 Hz 22 no
2.000 Hz – 2.070 Hz 70 280 70 no
2.000 Hz – 2.280 Hz 280 si
En esta tabla se han detallado todos los sonidos de la pista. Hay cuatro grupos:
100, 500, 1.000 y 2.000 Hz. El lector verá que se ha dejado una diferencia fija de 22
Hz en todos las grupos para comparar con el caso de 100 Hz. Al escuchar el primer
sonido, se notará que hay mucha disonancia. A medida que se ensancha la banda
crítica para los sonidos siguientes, esa misma diferencia de 22 Hz, que causaba la
máxima disonancia a 100 Hz, ya no es suficiente, por lo que se ha añadido una
segunda combinación en cada grupo en la cual la diferencia de frecuencias
corresponde a la disonancia máxima, esto es, la cuarta parte del ancho crítico. La
tercera combinación consta de un intervalo cuya diferencia es justamente el ancho de
banda crítico y demuestra que en ese momento se pueden discernir dos notas
separadas.
Finalmente citaremos dos curiosidades que son una quinta oculta (que no se
oye) y una quinta justa disonante. Son el resultado de la teoría de la banda crítica. Se
ha calculado una frecuencia tal que, al unir dos tonos en un intervalo de quinta justa, la
22
Según estos últimos, la sensación de disonancia tiene una expresión matemática algo complicada que
no se verá aquí.
56
banda crítica sea tan ancha que la diferencia de frecuencias sea más pequeña que
ésta y no permita discernir dos notas como sucede siempre en la música normal. En el
apéndice B-4 se detalla cómo se ha calculado y se puede escuchar en la pista 5,
primer sonido. Aquí aparece un sonido descendente que se inicia en un punto donde
el intervalo de quinta está claro y se escuchan con claridad dos notas separadas. A
medida que el sonido desciende la evidencia de presencia de dos notas se va
haciendo más confusa hasta el grave en donde parece haber una sola nota y resulta
difícil distinguir la quinta. Esta es la quinta oculta. El segundo caso resulta también
muy curioso porque es una quinta disonante. Para calcular esto se tomaron dos
sonidos en intervalo de quinta justa 3/2, cuya diferencia de frecuencias fuese
precisamente la cuarta parte del ancho de banda crítico para esa frecuencia, que es
donde está la disonancia máxima. El resultado es el segundo sonido de la pista 5 que,
como puede comprobar el lector, es disonante. Las notas correspondientes a este
intervalo son G1−D2. Si tiene a mano un piano posiblemente disentirá de que esa
quinta sea disonante pero recuerde que la disonancia solamente sucede en los
fundamentales y los armónicos no contribuyen a la disonancia con lo que ésta será
menos patente. Para terminar, la tercera parte de la pista es una secuencia de quintas
en contrabajos. Puede escucharla primero el lector y cotejar después con los
comentarios siguientes: Las dos primeras quintas son bien sonantes, pero la tercera
parece más borrosa y fea pues está en la zona disonante, esta quinta debería evitarla
el compositor; el cuarto sonido está cerca del límite de la disonancia, resulta menos
desagradable que la anterior pero menos estética que las primeras. La última
corresponde a una quinta oculta y es poco clara. Da la sensación de haber una nota
con gran presencia que enmascara la otra, haciéndola difícil de reconocer. Si
conseguimos lo último es por la ayuda de los armónicos, que permiten la separación.
El ancho de banda hace
alusión a frecuencias muy próximas
batido de segundo orden
como dos notas enarmónicas de
sistemas no temperados. Pero luego,
en la música normal aparecen
intervalos normalmente muy
separados (los casos curiosos antes
citados corresponden a situaciones
extremas que difícilmente se producen
en una obra musical normal).
Terceras, quintas, sextas, etc., en las
tesituras ordinarias de los
instrumentos producirían índices de
consonancia también muy elevados Fig. 4.9:Batidos de segundo orden.
pero en tal caso se producen unos
batidos diferentes, también llamados de segundo orden, que no se corresponden
exactamente con la figura geométrica del grupo sino que los máximos y mínimos de la
parte superior están alternados con la inferior como se muestra en la figura 4.9. Estos
batidos son mucho menos profundos que en las notas contiguas pero se les puede
aplicar la misma teoría de la banda crítica que a los anteriores con resultados parejos.
En la figura 4.10 se ha representado, como ejemplo, una tercera mayor natural
(arriba) y el mismo intervalo temperado (abajo). Si nos fijamos, los periodos de la onda
de abajo no son idénticos como arriba sino que difieren ligeramente bien, lo que
generaría el batido de segundo orden, que se manifiesta al ampliar la onda en
pequeñas variaciones de la forma del grupo. Para construir esta figura se ha
exagerado diez veces la diferencia de frecuencia porque un temperamento real sería
inapreciable en el dibujo.
Con sonidos senoidales los batidos de segundo orden, correspondientes a
frecuencias lejanas, son casi imperceptibles y por desafinado que estén los sonidos no
suele producir una sensación desagradable. Solamente en sonidos reales los
armónicos pueden provocar choques importantes pero en una escala de
temperamento igual el grado de desafinación es muy pequeño, haciendo que las
57
distancias frecuenciales sean lo suficientemente pequeñas como para que eso no
suceda. Esto deja bien sentado que un intervalo temperado se escucha muy parecido
a uno natural, y no habrá problemas de afinación por lo que ha sido mundialmente
aceptado. No obstante, estas leves diferencias en los periodos afectan la sonoridad,
marcando una diferencia de carácter psicológico entre diferentes tipos de
temperamento.
Cuando hablamos de armónicos calantes, que son los que ocupan una
posición de número primo superior a 5, bien se podría objetar si deberían ser éstos
quienes fuesen las notas auténticas puesto que, en definitiva, son los verdaderos
armónicos. Un Si bemol en la escala temperada no es armónico real de Do, mientras
que el calante que hemos desechado sí lo es. La pregunta que nos hacemos es: ¿por
qué motivo desechamos entonces el armónico real y lo sustituimos por otro que no lo
es?
La respuesta radica en la oposición de la melodía frente a la armonía. A lo
largo de este capítulo hemos comprobado que las relaciones frecuenciales de una
escala no guardan relación sencilla con las relaciones armónicas (figura 4.7) y eso
provoca una falta de entendimiento entre armonía y melodía. Lo mismo que una serie
armónica (acorde) necesita relaciones sencillas entre las frecuencias de sus
componentes para no provocar disonancia, una melodía necesita también relaciones
simples entre las frecuencias de las notas de la escala para que ésta suene natural, lo
que se refleja tanto en las tablas VI y VII, como en la relación del temperamento. Si en
una escala introducimos las notas calantes, obtenemos unas relaciones demasiado
complicadas para que el cerebro pueda detectar una escala coherente y el resultado
58
será malo. Melodía y armonía deben llegar a una solución de compromiso integrada
en el sistema temperado. Es una suerte que las desviaciones de las frecuencias de
este sistema caigan lejos de la cuarta parte del ancho de banda crítico de la figura 4.8
porque en caso de que nuestra fisiología hubiera sido tal que las excursiones de
frecuencia del sistema temperado hubiesen caído en una zona de la banda crítica de
sensación de disonancia, muy posiblemente el hombre no habría podido desarrollar el
arte musical.
Volviendo al tema del Fa en la escala, en algunos tratados, el armónico 11, que
es un Fa sostenido calante, lo aproximan al Fa natural. La relación de frecuencia de
este Fa con el Do sería de 11/8, que se aparta del intervalo de cuarta justa 4/3 que
debería formar. Sin embrago, se podría justificar la existencia real del Fa en la escala
como el armónico 11 argumentando que el Fa del sistema temperado se aparta
igualmente de la relación 4/3. Este argumento no resulta consistente si comparamos
las cantidades que, respectivamente, se apartarían del intervalo de cuarta justa en
ambos casos. En el armónico 11, se tendría la relación:
11/ 8 33
= = 1,03125 .
4 / 3 32
Si comparamos esta relación con la del sistema temperado (tabla XI), se tiene:
1,335
= 1,00125 ,
4/3
59
4.8 Cócleas extraterrestres
60
CAPÍTULO 5
El sistema tonal
61
Con ello tenemos que, aunque el sonido sea un fenómeno físico de
características continuas, el fenómeno musical constituye un espacio matemático
cerrado (de Do a Do, de Fa a Fa o lo que sea en cada caso) y de variable discreta que
aumenta de semitono en semitono. Para Re
Mi
nosotros, en este espacio, el sostenido se Mi Re
encontrará al revés.
El origen será el Do, aunque puede ser
cualquier otro, lo que encaja con el concepto Sol Si
puntos, dando lugar a la siguiente figura Fig. 5.1: Distribución del espacio
(izquierda): musical cerrado.
Re Re
Mi Mi
Mi Re Mi Re
Fa Do Fa Do
Re Re
Fa Fa
Do Do
Sol Sol
Sol Si Sol Si
Sol La La
Sol
La Si Si
La La La
Fig. 5.2: Representación de quintas. Intervalos de terceras y segundas
La estrella une todos los puntos, razón por la cual las quintas barren todo el
espacio temperado. En cambio a la derecha tenemos una sucesión de terceras
mayores (triángulo), menores (cuadrado) y de segundas (hexágono), viendo que no se
cubren todos los puntos.
El espacio matemático así construido refleja las relaciones físicas entre
frecuencias de los distintos sonidos espaciados por un semitono. Cuando el círculo se
recorre en sentido antihorario (contrario a las manecillas del reloj) las frecuencias son
ascendentes (#), y descendentes si lo recorremos en sentido inverso (b).
Ya que las quintas constituyen un caso especial que recorre igualmente todo el
círculo, éste se podrá reordenar, creando un espacio matemático afín en donde cada
punto contiguo está separado en frecuencia por una distancia de quinta. Hay que notar
que si quisiéramos reordenar el espacio por segundas, terceras, etc., no
reconstruiríamos el espacio completo pues nos faltarían notas, tal como demuestra la
parte derecha de la figura 5.2.
Este nuevo espacio queda según la figura 5.3. La ordenación de las quintas
también se ha hecho de forma antihoraria y, a primera vista, parece que la variable
que habíamos empleado, que debería aumentar de semitono en semitono, se ha
desordenado puesto que de Do a Sol no hay un semitono, ni de Sol a Re, etc.
Sin embargo, el espacio definido funciona de forma parecida a lo que en física
se llama espectro. Por ejemplo, el espectro de una nota tocada al piano se compone,
precisamente, de sus armónicos, y que están representados en la figura 2.5.
Al espacio nuevo representado en la figura 5.3 suele llamarse Rueda o círculo
de quintas, y en él aparece un nuevo concepto que es la distancia tonal, que no
tiene nada que ver con un intervalo determinado de frecuencia. Por definición, diremos
62
que la distancia tonal entre Do y Sol es de un sostenido, de Sol a Re también hay un
sostenido de distancia tonal y, consecuentemente, cada punto que esté
inmediatamente a la izquierda de otro estará separado por un sostenido de su anterior.
Por el contrario, si adoptamos el sentido horario (matemáticamente negativo) Fa está a
un bemol de distancia tonal de Do, Sib también a un bemol de Fa y así sucesivamente.
La distancia tonal, que es el número de sostenidos o bemoles que separan a una
tonalidad dada de la de Do mayor, se denomina armadura y se coloca en el
pentagrama inmediatamente detrás de la clave.
Hemos encontrado una nueva
variable, esta vez no física sino La
Re
estrictamente musical que también Mi
# = +1; b = −1 ,
# + # = X; # + b = §; º + # = b
1 + 1 = 2; 1 − 1 = 0; − 2 + 1 = 1 (5.3)
Volviendo a la figura 5.3, aunque en ésta aparecen sobre los vértices (o puntos
del espacio cerrado) los nombres Do, Sol, Re, etc., no pueden ser notas físicas,
puesto que ya hemos dicho que entre Do y Sol no hay medio tono. Entonces ¿qué
representa Do, Sol, Fa, Mi, etc., en la rueda de quintas?
23
El doble sostenido (X) representa la acción de subir dos medios tonos (un tono completo). Lo mismo
sucede con el doble bemol (º) pero esta vez en sentido inverso. El becuadro (§) deshace la acción de
cualquier otra alteración.
63
Por definición diremos que los puntos Do, Sol, etc., no son notas sino que
representan una tonalidad. Diremos entonces “la tonalidad de Do”, “la tonalidad de Si
bemol”, etc.
Por simple sentido común se deducirá que los puntos contiguos darán
tonalidades contiguas o cercanas y los opuestos tonalidades opuestas o lejanas. Así
pues, observando la figura 5.3 se ve que la tonalidad más alejada de Do es Fa# o Solb,
la de La será Mib o Re#, y sus distancias tonales serán, indistintamente, de seis
sostenidos o bemoles (coinciden). La rueda de quintas será particularmente útil al
hablar de la música de cine y secuencias tonales inéditas.
Es, por definición, la formada por los sonidos, convertidos en nota real, de
cualquier mitad de la rueda de quintas.
Estamos haciendo la salvedad de cualquier mitad porque en la figura 5.3 el
hecho de haber empezado en Do no tiene ninguna justificación especial salvo que es
la costumbre usar el Do como el comienzo. De hecho, el ser una circunferencia, le
confiere la misma propiedad que a la Tabla Redonda del rey Arturo y podemos tomar
como punto de inicio cualquiera de ellos. En dicha figura, la nota Fa es la única que
está por debajo por su carácter de “nota negativa” que se comentó en su momento.
Girando la rueda 30 grados se obtiene:
Re
La Sol
Mi Do
Si Fa
Fa Si
Sol La
Re Mi
Do Re
La
Sol
Fig. 5.4: Rueda de quintas iniciada en Fa.
Con ello se puede definir cómodamente una escala natural como aquella cuyas notas
están comprendidas en la mitad superior de la rueda, esto es: Fa, Do, Sol, Re, La, Mi,
Si, que ordenados en frecuencias ascendentes queda por fin la escala que todos
estábamos esperando. Do Re Mi Fa Sol La Si. Pero no es la única ordenación posible
puesto que los sonidos del círculo de quintas no especifican la octava en la que se
hallan. Así pues, también se pueden ordenar como:
Re Mi Fa Sol La Si Do
Mi Fa Sol La Si Do Re
Fa Sol La Si DO Re Mi
Sol La Si Do Re Mi Fa
La Si Do Re Mi Fa Sol
Si DO Re Mi Fa Sol La
64
que, unidas a la tradicional, nos definen siete escalas naturales diferentes. Como su
nombre bien indica, el modo en que se ordenan estos sonidos nos determina la
llamada modalidad24.
Cada uno de estos modos tiene una denominación ya que surgieron
históricamente en Grecia y luego fueron muy usados durante la Edad Media en el
canto gregoriano. Sus nombres son:
ordenación nombre del modo
Do Re Mi Fa Sol La Si Jónico o mayor
Re Mi Fa Sol La Si Do Dórico
Mi Fa Sol La Si Do Re Frigio
Fa Sol La Si Do Re Mi Lidio
Sol La Si Do Re Mi Fa Mixolidio
La Si Do Re Mi Fa Sol Eolio o menor
Si Do Re Mi Fa Sol La Hipofrigio o Locrio
Tabla XIII. Los modos naturales.
Pero si se toma la rueda de quintas original no son menos escalas naturales las
obtenidas tomando Do Sol Re La Mi Si Fa#, y la nueva mitad del círculo queda girada
30º a la izquierda.
d
# Re mxb
m
La Sol
# b
# b
M
f
Mi Do
dórico
menor mixolidio
## b frigio mayor
hf
Si Fa
# bb
L
Fa Si hipofrigio lidio
Sol La
# ## b
# b bb
Re Mi
Do Re
La
b
Sol
# ## b bbb
# #
# ## # b b b
# # bbb
Las distancias son idénticas que las anteriores y se obtienen los mismos
modos jónico, dórico, frigio, Lidio, etc., que en el caso anterior. Si se gira una vez más
obtenemos Sol Re La Mi Si Fa# Do#, con las que se pueden construir igualmente otra
serie de escalas naturales que, por simetría de la rueda, tienen idéntica interválica.
Según vamos girando la rueda en sentido antihorario (positivo), van apareciendo
tonalidades nuevas con el orden de sostenidos Fa, Do, Sol, Re, La, Mi, Si, es decir, el
orden de las quintas pitagóricas, y si lo hacemos en sentido horario (negativo) el orden
es el inverso: Si, Mi, La, Re, Sol, Do, Fa, añadiendo esta vez bemoles a la armadura y
confirmando una vez más el carácter negativo del bemol. Como se puede ver, hay que
empezar o terminar siempre en Fa, debido a su condición de nota también negativa, lo
que equivaldría en matemáticas a contar de la forma: -1, 0, 1, 2, 3, etc. Quedan, pues,
24
No hay que confundir el modo de una tonalidad con los modos propios de resonancia de un
cuerpo, aunque se llamen igual por falta de imaginación del ser humano.
65
establecidas las diferentes tonalidades con escalas mayores de acuerdo a esta
secuencia, es decir:
b # # ## # ## # ## # ## #
armadura
# # # # # # #
Tabla XIV: Armaduras de las tonalidades mayores.
Mi Do
# Si Fa
bb papel en donde se haya puesto la rueda de
quintas e ir viendo rápidamente cada tonalidad y
Fa
Sol
Si
La modalidad. Se ha hecho un pequeño cambio en
# ## b
d
66
Si se tiene el acetato móvil basta con señalar Lab con el vértice frigio y ver las
alteraciones que marca la flecha. El figura 5.6 se ve inmediatamente que tiene 4
sostenidos (en realidad sería enarmonizado Sol# frigio).
Aparte de estas escalas naturales, que podríamos llamar completas, existen
otras en las que no están todas las quintas, sino que faltan dos. Esto lo representamos
en la figura 5.7 en donde ahora el polígono representa una escala natural incompleta
en donde faltan el Fa y el Si. Esta escala de tan sólo
cinco notas se llama escala pentatónica. y también
puede tener sus modos correspondientes, aunque d
ahora no puede haber lidio ni hipofrigio por no haber #
m Re m xb
Si ni Fa. La Sol
# b
Por último representaremos un ejemplo más # b
M
f
Mi Do
de escalas pentatónicas, que será un modo dórico
de Sib en escala pentatónica. En la figura no tenemos ## b
Si Fa
# bb
que hacer nada más que hacer coincidir con Sib el
vértice “d” del polígono correspondiente a escalas Fa Si
La figura 5.7 representa la escala pentatónica más comúnmente usada, pero existen
más, derivadas también de la natural. Todo consiste en ir combinando qué dos notas
deberán ser eliminadas en lugar de Si y Fa. La teoría combinatoria dice que hay 21 en
total (combinaciones de 7 elementos tomados de 5 en 5). Además, si a ello sumamos
que cada escala puede ordenarse de cinco modos diferentes (dórico, jónico, frigio,
etc.), nos da un total de 105 escalas para una sola posición del polígono en la rueda.
Según vamos girando éste, nos dará a su vez 12 tonalidades para cada escala que
hemos creado, en total ¡1.260 escalas pentatónicas!
Pese a esta aparente riqueza, que sin
# b
La
Re
Sol
duda hará frotarse las manos al compositor, por
# b
desgracia una gran cantidad de estas escalas
# b pentatónicas son impracticables como tonalidad
f
Mi Do
Si
# bb
posee la nota Do y empieza en ella como tónica
Fa
de la escala, pero carece de las notas Mi y Sol
con lo que no existe el acorde de Do mayor en
Si
Sol La
# ## bb
d
# bb
Re
Do
Mi
Re
donde debería reposar por excelencia. En lugar
de ello tendrá que hacerlo sobre otras
La
mx
b
Sol
# ## M
b bbb
# #
# ## # b b b combinaciones como Fa mayor o la disonancia
# # bb
b Do-Re-Fa. Aunque estamos en el siglo XXI y las
Fig. 5.8: Escala pentatónica de Sib dórico. disonancias no sean ya motivo de temor, el
compositor debería crear arte y cuidar que la
escala pentatónica elegida sea interesante y diga algo al espectador, no presentarlo
simplemente como un experimento. Por el contrario, las escalas pentatónicas sí
pueden ser de gran utilidad a la hora del diseño de melodías con tintes exóticos y
acompañadas de manera más libre sin tener que estar supeditado a huecos armónicos
en los acordes.
En la lámina 2 se detallan las 21 escalas básicas pentatónicas. Para simplificar,
se han formado con notas sin alteraciones, en el modo que les corresponda. Así
resulta más sencillo de tocar en el piano para alguien que no sea pianista. Se han
incluido igualmente en el CD, pista 6. Se adjuntan también los esquemas gráficos en
donde se ha eliminado el resto de la rueda por claridad.
67
Para terminar esta sección comentaremos tres escalas más que se deducen
matemáticamente de la rueda de quintas y que permiten relacionar tonalidades no
cercanas. Para generar estas escalas se toma una regla matemática simple tal como ir
de dos en dos, de tres en tres o cuatro en cuatro. Esto se puede hacer porque 12 es
un múltiplo de 2, 3 y 4 y cierra un polígono. Las figuras geométricas son las mismas
que las representadas en la figura 5.2 (derecha) y las escalas son igualmente, una
sucesión de terceras mayores (triángulo), correspondientes a un acorde de
aumentada, sucesión de terceras menores (cuadrado), correspondiente a un acorde
de séptima disminuida, y por último de segundas (hexágono), que es la escala
hexacordal mencionada en 2.5. Si se hace de 5 en 5 el polígono resultante es una
estrella semejante a la parte izquierda de la misma figura, salvo que ahora sería una
escala cromática.
Como curiosidad matemática podemos ver una interesante simetría entre el
diagrama por segundas (figura 5.1) y el de quintas (figura 5.3) pues se comportan
como complementarias. En el siguiente cuadro se detallan estas figuras:
68
Fig. 5.9: Escalas especiales
25
El cromatismo se define en música como notas que se salen fuera de la escala natural en forma de
semitonos y que suelen usarse como nota de paso entre dos o más notas reales de la escala.
69
Fig. 5.11: Armónicos invertidos
Ahora vemos que se forma un acorde de Do menor, pero insistimos una vez más en
que es una extrapolación sin sentido físico alguno. Si volvemos a la figura 2.7, vemos
que, en la zona superior se ha formado un acorde menor de notas correctas. Es un
acorde de Mi menor, que no es el acorde de La menor que el músico esperaría, sino
que correspondería al modo de Mi frigio. También es cierto que, según aumenta el
número de orden del armónico su intensidad es cada vez menor y es de esperar que
al tocar un instrumento un Do ese acorde de Mi menor sea poco audible.
Existe una justificación mucho más física para el acorde menor, pero se trata
de un cuerpo sonoro que no es un tubo ni una cuerda, sino una campana. La
distribución sonora de la campana es complicada y no responde a la serie de Fourier.
Estos cuerpos sonoros poseen armónicos que no son múltiplos enteros de la
frecuencia del fundamental y esa es la característica fundamental de los sonidos
metálicos. Si se desea crear un timbre metálico para una obra de electroacústica
bastará con hacer que sus armónicos no sigan múltiplos enteros.
En realidad en casi toda la percusión sucede algo parecido. Ni la membrana de
un timbal ni el sonido del bombo ni de un tam-tam siguen las leyes tradicionales de la
acústica de tubos y cuerdas. Por ese motivo no se considera que dan notas sino
efectos de ruido. También hablaremos más adelante del ruido y cómo componer con
él.
También estudiaremos estos cuerpos sonoros y su acústica. De momento nos
centraremos en el tema que hemos iniciado sobre la armonía tradicional.
70
europea26. Evitar esta segunda aumentada es sencillo si se aumenta el sexto grado
también un semitono. Cuando esta escala se interpreta no resulta de buen efecto la
bajada porque la sensible tiende a subir hacia la tónica y resulta forzado escucharla
bajar hacia el VI grado. Entonces se decidió optar por subir de una forma y descender
de manera diferente, generando una escala asimétrica llamada escala menor
melódica, indicada en la figura 5.12. También se conserva la escala eolia original,
subiendo y bajando igual, y que se conoció después como escala menor armónica, por
conservar la armonía original del modo menor (eolio).
Cuando se trata de armonizar una escala menor melódica, hay que alterar los
acordes originales, haciendo que en modo menor existan más posibilidades que en el
mayor. En la parte inferior de la misma figura se han añadido estos acordes que
acompañarían a la escala.
72
CAPÍTULO 6
La ampliación de la tonalidad
6.1 Inversiones
Las flechas señalan los acordes en primera inversión. Ahora una pregunta: ¿cree el
lector que el fragmento que ha escuchado tiene carácter conclusivo? ¿Podría acabar
ahí la obra? Parece muy evidente que eso no es así. Hemos deducido una nueva
propiedad de las inversiones. Aunque el final del fragmento de la figura 6.2 es una
resolución de séptima de dominante (lea de abajo hacia arriba:
73
Fa−Re−Sol−Si > Mi−Do−Sol−Do) el acabar en un acorde invertido es débil y no tiene
la rotundidad de un final. Naturalmente, no es que sea un defecto, simplemente la obra
debería continuar. Un final conclusivo necesita obligatoriamente un acorde en estado
fundamental y así acaban todas las sinfonías de este mundo.
Ahora pasamos a la segunda inversión. Nuevamente la figura 6.3 ilustra la
disposición de los armónicos. Sin embargo, como antes, es más sencillo analizar el
acorde por el principio de superposición. Ahora es el Sol (V grado) el que está en el
bajo a modo de pseudo-fundamental. Los intervalos que se forman son de cuarta (con
el Do) y de sexta mayor (con Mi). El acorde aparenta menor
disonancia que la primera inversión por estar estos
intervalos más arriba en la tabla, de hecho en la figura 6.3
se ven más coincidencias con la nota del bajo. Pero en esta
ocasión aparece otro fenómeno: la inestabilidad del
intervalo de cuarta. Sabemos que este intervalo no aparece
de forma natural en el fenómeno armónico (sobre una
fundamental Do no aparece el Fa). Por idénticas razones
Fig. 6.3: Armónicos sobre una fundamental en Sol no aparece Do como
de la segunda inversión. armónico, provocando la paradoja de que, siendo un
intervalo muy consonante, posea una nota extraña a la
tonalidad. Esto se traduce en una inestabilidad que necesita resolver. Además, el
oyente creerá oír un Sol mayor por desarrollo de los armónicos del Sol grave, que es
el acorde de la dominante, pero el real es Do mayor, lo que provoca una especie de
“esquizofrenia” acústica. En este caso el acorde en segunda inversión es como si
arrastrase literalmente a la conversión en Sol y, dado que se había oído ya Do mayor,
cadenciar inmediatamente después hacia la tónica.
Es una resolución muy típica, para dar precisamente una sensación de final,
poner primero este acorde, después el de dominante y, por último, una cadencia
perfecta a la tónica. Vea el efecto en la pista 9. Para que el lector se vaya
acostumbrando a otras tonalidades, hemos puesto una tonalidad de Re mayor con lo
que queda:
! Tónica: Re (mayor)
! Dominante: La mayor
! Bajo del acorde en segunda inversión: La.
Juzgue ahora si hay sensación de final. Con estas pequeñas partituras quiero que el
lector se vaya animando para lo que en un futuro podría ser el análisis de la partitura
74
de algún gran maestro. Posiblemente le intimide la idea de analizar una obra como la
sinfonía patética de Tchaikowsky, pero el sistema es esencialmente el mismo.
También he incluido fragmentos de orquesta ya que en los conservatorios, al parecer,
sólo existen los coros.
El cifrado de las inversiones se realiza poniendo la letra de la fundamental del
acorde del cual procede y luego una barra inclinada tras la cual se especifica qué nota
hay en el bajo. Por ejemplo, el segundo acorde de la figura 6.2 se escribiría como G/B,
y el acorde del cuarto compás de la figura 6.4 D/A.
Dado que esta inversión produce los intervalos de cuarta y de sexta se le suele
conocer muy comúnmente por este mismo nombre: una cuarta y sexta.
Para dilucidar rápidamente los grados, tónica, dominante, etc., de las diferentes
tonalidades, podemos recurrir al círculo de quintas con los papeles transparentes que
antes decíamos. De esa manera podemos trabajar con varias tonalidades:
III grado
te
Tónica
an
II grado
te
VI g
min
an
# b
te
rad
min
# b # b
do
an
Re
o
Sub
VI
Se
Re Re
Do
min
g
nsib
rad
Do
le
o
o
# ica # # II g
rad
b
# Tón b # b # b
II I g
rad Mi Do b rad
o
Mi Do b Mi Do
o II g
Dominante
##
Subdominante
## ## Fa
# Si Fa
# Si Fa # Si
VI grado
Sensible
Fa
Tón
Fa Si Fa Si Si ica
Sol La
# ## b
Sol La Sol La
# ## b # ## do b b bb
# b bb # III gra b bb #
Re Mi
Re Mi Re Mi Do Re
Su
Do Re Do Re
La
bd
La La
b
Sol
# ##
om
Sol Sol
# ## b # ## b b bbb
b b bb b bbb
le
ina
# #
nsib
# # # # # ## # b b
nte
# ## # b b # ## # b b
Se
# # bb b # # bb b # # bb b
b b b
75
Fig. 6.6:Pieza en escala pentatónica de Do mayor al estilo oriental.
76
acorde anterior y resolverla cuando el acorde ya ha cambiado produciendo una
disonancia que acaba resolviendo. El efecto es algo parecido a lo que consigue hacer
el tritono, enriqueciendo la música. En la figura 6.4, justo al pasar de la inversión de
cuarta y sexta a la dominante La, el oboe realiza un retardo Fa−Mi. Cuando se hacen
retardos es muy importante que la nota retardada no se encuentre duplicada por
encima del retardo porque el efecto es muy pobre. La razón es que el retardo plantea
el vacío sonoro de una nota (la que es retardada) que luego aparecerá. Ahí radica
precisamente el interés del retardo. Si la nota ya está presente y se oye perfectamente
por estar en registro más agudo, se pierde el retardo y se convierte en una disonancia
sin justificación alguna.
Las notas de adorno son notas muy rápidas que suelen preceder a la nota
definitiva y que, como su nombre indica, adornan y enriquecen un sonido. Fueron muy
abundantes en el Barroco y en la actualidad su uso está más restringido por ser un
recurso que ya se ha escuchado mucho.
# b
Este acorde se representa como un triángulo #
Mi
b Do
27
Por poner un símil químico, este acorde sería como el manganeso que, unas veces tiene propiedades
de metal y otras veces de no metal formando ácidos como el permangánico.
77
contemporánea. El cifrado de este acorde se expresa con la letra de la fundamental a
la que se añade el signo +. El acorde de la figura 6.7 se pondría C+.
6.5 La modulación
Por extensión matemática de las tríadas aparecen los acordes con cuatro
notas, que son las séptimas o cuatríadas. En la figura siguiente se pueden ver los
acordes de séptima correspondientes a Do mayor:
78
Fig. 6.10: Acordes de séptima.
En los acordes mayores, la séptima está justificada por el armónico 15 aunque,
al ser una séptima mayor, sabemos que produce una disonancia importante. El V
grado es una excepción porque la séptima que forma es menor y, consecuentemente,
se trata del acorde de séptima de dominante que ya conocemos. En cuanto a los
acordes menores sobre los grados II, III y VI forman séptimas menores y serán menos
disonantes que las generadas sobre I y IV. La notación sajona para la séptima mayor
es XMaj7 y simplemente X7 para los menores. En la figura 6.10 se han puesto los
cifrados bajo cada acorde.
Como no existe tritono salvo en el grado V, los acordes serán estables e,
incluso, se podrá reposar en ellos o acabar una pieza, siempre que se produzca una
cadencia perfecta. En jazz es normal acabar así pero si lo hacemos en una obra
clásica, acabar en una séptima le dará un interesante toque de modernidad. La
séptima sobre tónica suele ser bastante disonante y yo suelo recurrir al recurso de
“cubrir” la séptima. Eso consiste en añadir una nota del acorde por encima de la
séptima (un Mi o Sol en el caso de Do mayor), lo que suaviza el sonido.
El último acorde es especial porque está construido sobre una tríada
disminuida (Si−Re−Fa), y el tritono obligará a resolver igual que en el caso de tres
notas, continuando este acorde con su función de dominante.
Antiguamente las séptimas se utilizaban con precaución, restringiéndose su
uso a la llamada serie de séptimas, que se estudiará más tarde. En la actualidad, y
esta vez sí que hay que admitir el factor educacional, las séptimas no constituyen
material heterodoxo y se pueden usar sin restricción, sobre todo en música modal. El
jazz, y muchos aspectos del pop por extensión, son también un buen ejemplo de la
proliferación de estos acordes y los que se verán más adelante.
Sobre el modo menor existen estos mismos acordes de la figura 6.10 más unos
nuevos, producidos por la escala melódica que, al ascender, forma nuevas séptimas
con los grados alterados. En la figura 6.11 se pueden ver estos acordes.
El primer acorde forma séptima mayor con la fundamental La, y resulta mucho más
disonante y desgarrado que el sexto acorde de la figura 6.10. Muy útil cuando se
requiere conferir efectos de drama o desesperación con la música. Con carga
emocional parecida es el tercer acorde en donde la séptima se construye sobre un
acorde de aumentada del que se habló en el anterior capítulo. El quinto es,
exactamente, una séptima de dominante, y era el efecto que se quería conseguir
cuando se alteraron los grados de la escala menor para crear la melódica. En este
caso el Sol# es la sensible. Finalmente, resulta especialmente interesante el último
acorde. Es muy usado y se denomina séptima disminuida, en notación sajona Xº7. Si
nos fijamos está construido con dos tritonos, Sol#−Re y Si−Fa, por lo que necesita una
doble resolución. Tiene una gran tensión y está incorporado en muchas obras del
clasicismo. Por ejemplo, Beethoven lo usa en su sonata Claro de Luna durante varios
compases con el fin de crear un clima expectante. En el cine también se usa con el
mismo motivo. En la pista 13 se puede escuchar el efecto que causa. Este acorde se
representa en el círculo de quintas mediante un cuadrado (parte derecha de la figura
79
5.2). En dicha figura vemos que sobrepasa el semicírculo que encierra la tonalidad con
lo que se deduce que este acorde es intertonal y, de hecho, se utiliza para modular a
tonalidades lejanas. De la figura también se desprendía que solamente se pueden
trazar tres cuadrados, es decir, que únicamente existen tres acordes de séptima
disminuida.
Para modular a una tonalidad lejana se emplea una propiedad del tritono, que
consiste en poder resolver en cualquier sentido puesto que si se invierte resulta un
intervalo idéntico, esto es, otro tritono. En un contexto tonal de Do mayor, por ejemplo,
el tritono Si−Fa resolverá normalmente como:
y vemos que puede resolver, tanto “hacia dentro” en una tercera como “hacia fuera” en
una sexta. Con esta propiedad, los tritonos de la séptima disminuida pueden cambiar
de dirección en un momento dado y enviar la música hacia una tonalidad lejana.
En la figura 6.13 (pista 14) se puede ver una modulación desde La menor (sin
armadura) a Fa# menor (tres sostenidos) por medio de una bisagra que es la séptima
disminuida G#º7.
Cuando un acorde de cuatro notas construido sobre acorde menor se invierte,
recibe el nombre de acorde de sexta (por ejemplo, Do-Mi-Sol-La), que es un recurso
bastante empleado.
80
Do mayor, indicando la resolución del tritono (fijémonos que Db7 es dominante real de
Solb y sustituta de Do):
Vemos que la resolución del tritono es igual en ambos casos enarmonizando Si a Dob.
La resolución natural de Db7 sobre Gb está forzada a C y se indica mediante un
corchete discontinuo. De forma parecida a lo que sucedía en la séptima disminuida, la
dominante sustituta se puede emplear para modular a un tono diametralmente opuesto
en el círculo de quintas. Como los puntos son diametralmente opuestos hay simetría y
se puede oscilar de una tonalidad a otra mediante las dominantes sustitutas tal como
se muestra en la figura 6.15:
Ambas figuras 6.14 y 6.15 pueden escucharse en la pista 15. En el apartado 5.6
(intercambio modal) se habló de una cadencia rota inversa que consistía en la
resolución de la dominante del modo menor en la tónica del mayor. Si se recurre a la
dominante sustituta se puede ver que el tritono resuelve bien, solamente que en
sentido contrario al habitual (figura 6.16), igual que este tipo de dominantes:
Las notas fuertes de la escala son las propias de la escala diafónica, figura 4.2.
En ella no aparecen ni el La ni el Fa. El primero debido a que es un armónico muy
tardío y el Fa porque ni siquiera lo es. Aprovechando la debilidad de estos grados de la
81
escala, que en modo mayor son VI y IV, se pueden alterar a guisa de adorno,
haciendo que formen tritonos con funciones de dominante secundaria, y permitir que
desemboquen en acordes del modo en el que se está componiendo. Generalmente se
recurre, no a séptimas de dominante sino a acordes disminuidos con séptima
(séptimas de sensible) que resultan más suaves y originales. En estos acordes, la
fundamental se encuentra a distancia de tritono de la quinta, que es disminuida, y se
anota en el cifrado como b5 (bemol 5). Aparte de la séptima de sensible, propia de la
tonalidad en cuestión, existen dos acordes que son de uso frecuente, ubicados sobre
los grados II y IV# de la escala y en los cuales se han alterado los grados débiles de
los que hablábamos antes, VI y VI (La y Fa en Do mayor). El primero de ellos tiene un
tinte soñador, muy usado en música americana y también por compositores como
Sibelius. Su resolución natural es sobre la dominante o la tónica, mientras que el
segundo, sobre el IV grado alterado lo hará en general solamente sobre la dominante.
Es un acorde muy típico del jazz usado por compositores como Scott Joplin. Citamos a
continuación ambos ejemplos en Do mayor, que están en la pista 16:
Por extensión matemática de las tríadas aparecen los acordes con cinco notas,
también conocidos como acordes de novena. En el desarrollo armónico vimos que la
novena es el armónico 9 y que el intervalo no era especialmente disonante siempre y
cuando fuese una novena mayor. Por el contrario, la novena menor es un intervalo
muy disonante y no es conveniente usarlo en piezas tradicionales. Su uso
contemporáneo no se justifica científicamente y constituye una licencia del compositor,
que deberá juzgar cómo y cuando usarlo según su criterio. En la siguiente figura se
detallan las novenas diatónicas sobre cada grado de la escala, indicando con la nota
pequeña aquellas novenas que son menores. En este tratado las evitaremos, por lo
que diremos que sobre los grados III y VII no hay acorde de novena. Especialmente en
el VII es de muy mal efecto porque, teniendo una función de dominante, se suma el
hecho de que la resolución de la sensible, que es la nota que está abajo, tiene sobre
ella la tónica, o nota retardada, y ya hemos comentado los problemas que eso
conlleva.
82
Fig. 6.18:Acordes de novena.
En estos acordes se pueden eliminar las séptimas mayores, que son más
disonantes con lo que se obtendrán acordes de sonoridad más suave. Un acorde
especial es el de novena de dominante, consistente en una séptima de dominante a
la que se añade una novena. Este es el único caso en el que se puede emplear una
novena menor, pues la dominante tiene tanta tensión que será de buen efecto hacerlo.
El cifrado es básicamente igual que la séptima a la que se añade un (9) a la derecha.
Por ejemplo, CMaj7(9) es la novena correspondiente al acorde de séptima mayor
sobre Do y también se indica como C9.
83
Fig. 6.19: Acordes de undécima y decimotercera.
6.11 Progresiones
Vamos a realizar una sucesión de quintas pitagóricas, sólo que esta vez se
harán con un instrumento natural, un piano por ejemplo. Ya sabemos que en cada
nota habrá un contenido armónico y se escuchará algo semejante a la figura 6.20:
84
armónicos y con intensidad decreciente. En la pista 17 se puede apreciar esta escala y
comprobamos que es muy consonante debido a la posición coincidente de las notas.
Podemos hacer que sea menos consonante pero, no por ello disgustará al oído, si
alteramos la posición de las notas tal como en la figura 6.21:
Esta ordenación de los sonidos se conoce como serie de séptimas, y puede
escucharse en la segunda parte de la pista 17. Esta serie, que podíamos llamar
pitagórica, emplea los sonidos coincidentes de los armónicos y vemos que siempre se
construyen sobre el acorde mayor correspondiente. Recordemos que, si comenzamos
en la nota Do, los acordes de Re mayor, Sol mayor, La mayor, etc., no pertenecen a la
tonalidad de Do mayor, lo que sitúa a esta serie dentro de un marco intertonal.
Por extensión matemática podemos dar un paso más y eliminar todas las
alteraciones para que la serie de séptimas quede inmersa en la tonalidad de Do
mayor, con el resultado de la figura 6.22. Hay que notar que, al convertir la serie en
diatónica, es decir, dentro de una tonalidad concreta, algunas séptimas no se
construyen ya sobre acordes mayores sino menores, que podrían ser más disonantes
por su condición de acorde menor, pero eso no sucede porque la séptima de estos
acordes resulta ser menor, que es menos disonante que la mayor.
Cuando una serie de séptimas se mueve dentro de un marco tonal diatónico
hay que tener en cuenta que la séptima sobre el grado V es realmente una séptima de
dominante y tenderá a resolver sobre la tónica o el VI grado. En el caso de la figura
6.21, esta séptima realiza lo que se conoce con el nombre de resolución
excepcional, movida por la fuerza de la serie. Para resolver el tritono, y sabiendo que
la nota sensible tiene una gran tendencia a ir a la tónica, se procede a mover la
primera (Si en este caso) hacia el Do, que es la séptima del siguiente acorde, y el Fa
queda tenido para construir Re−Fa−La−Do con lo que el tritono se resuelve de una
manera más o menos airosa (pista 17, tercera parte).
85
cuando se emplean series de séptimas y de novenas porque en algún momento puede
producirse un intervalo de tritono, que da un efecto bastante pobre y poco brillante.
86
Resulta de una gran fuerza, por el contrario, mantener las distancias de quintas
y cuartas justas, aunque eso significará que la progresión modulará a otras
tonalidades. Véase la figura 6.25 y la correspondiente pista 18 (2ª parte).
Cuando se quiera hacer una serie, ya sea de séptimas o de novenas
diatónicas, es decir, dentro de la misma tonalidad sin modulación, hay que calcular el
no interceptar ningún tritono. Generalmente dará bastante juego la serie si se inicia en
una séptima o novena sobre tónica; sobre el grado IV dará el máximo de peldaños,
que son seis sin contar el primer acorde. En la figura 6.26 se ilustra una serie de
novenas diatónicas, que se puede escuchar en la pista 18 (3ª parte).
con la mini serie de séptimas Em7 A7, y su cifrado relativo será: I, II7/II, V7/II, II. Ahora
II7/II significa una séptima aplicada sobre el II grado de Do mayor, pero dicha séptima
es del segundo grado del segundo grado, es decir, Mi menor. El siguiente es V7/II, o
sea, quinto grado de dominante aplicado sobre el segundo (Re menor), que es A7 y
finalmente II (que no hace falta indicar como I/II).
A partir de este punto se puede complicar tomando una dominante de la
dominante. En nuestro ejemplo sería la dominante de A7, que también es Mi pero
mayor, y así irán resolviendo secuencialmente (flechas):
C, E7 A7 Dm.
C, F# 7 E7, Em7 A7 Dm
donde las flechas indican la resolución de dominante y de las séptimas. De igual forma
se puede continuar ampliando indefinidamente estas cadenas haciendo series de
séptimas, combinadas ya sea como diatónicas o de dominante, dentro de la misma
tonalidad (figura 6.27).
II7 V7
II7 V7
II7 V7
Nos podemos preguntar por qué hemos espaciado con quintas los
fundamentales de los acordes. Naturalmente, en una serie pueden estar separados
por otros intervalos diferentes a la quinta. La razón científica también estriba en el
fenómeno armónico porque la distribución de sonidos a lo largo del tiempo guarda
relación con los emitidos simultáneamente si observamos la figura 3.10. En su
momento se habló de las concordancias armónicas y están reflejadas en la tabla V.
Cuando se escuchan sucesiones de acordes, aquellos separados por quintas o
cuartas se sentirán más emparentadas que por intervalos con menos notas comunes,
de ahí que tengan más fuerza. No obstante, las sucesiones espaciadas por terceras
también dan buen juego, y menos los de segundas.
88
Las progresiones por quintas van modulando por todas las diferentes
tonalidades recorriendo la rueda por puntos contiguos. Si la serie se recorre 12 veces,
por enarmonización se llegará al punto de partida. Por lo general las progresiones
tienen mucha fuerza y guardan algún tipo de relación con los caleidoscopios en donde
un modelo geométrico simple, al repetirse por simetría, genera una figura de gran
belleza. En el caso de la música, la simetría no puede ser espacial sino temporal
haciendo simplemente que cada célula de la progresión guarde las mismas distancias
entre intervalos sucesivos. El cerebro percibe este patrón que se repite y genera esa
sensación tan grata.
Pese a su belleza, las progresiones resultan cansadas si la célula se repite
La excesivamente. Bach jamás abusaba de un
Mi Re número excesivo de células y cortaba la
progresión muy pronto, evitando el cansancio
Si
del espectador. Otro caso muy diferente es
Sol
Vivaldi, cuyas progresiones resultan
interminables. En los tiempos en los que
Fa
dirigía una orquesta de cámara siempre me
Do
Sol veía obligado a marcar con el dedo
disimuladamente la parte de la partitura en
que se hallaba la música para evitar perderme
Re Fa
Do Mi en aquellas progresiones tan largas.
No es conveniente hacer progresiones
La Si
de quintas con doce celdas a no ser que el
Sol
Mi
La efecto buscado sea, precisamente, el de echar
Re
al público de la sala. En ese caso es mejor
Fig. 6.28: Progresiones cerradas.
recurrir a particiones del círculo de quintas que
requieran pocos pasos para cerrar el espacio
tonal. Ya hemos visto en otras ocasiones que eso se consigue mediante terceras
mayores (triángulo), menores (cuadrado) o segundas (hexágono), como los acordes
de aumentada, disminuida, y escala hexacordal (ver figura 6.28). Incluso se pueden
hacer progresiones con acordes situados a distancia de tritono, tal como ya se
comentó en 6.7 acerca de las dominantes sustitutas, con lo que oscilaría simplemente
entre dos acordes diametralmente opuestos y su figura geométrica se representaría
por diámetros del círculo de quintas.
89
ocupe una sola nota, sino que puede extenderse por espacio de un compás entero o
varios compases. Dentro de cada célula hay total libertad de emplear varios acordes
dentro de esa tonalidad antes de proceder a usar un acorde de dominante y modular
hacia la siguiente celda. En la figura 6.29 (pista 19) se ha construido una progresión a
distancia de terceras mayores y si nos fijamos en el cifrado, se pasa de Do mayor a Mi
mayor (modulando con el acorde de séptima de dominante B7). Cada celda ocupa un
compás, y del segundo en Mi mayor se modula a Sol# mayor (enarmonizado a la
bemol) y nuevamente a Do.
Debido a que la progresión es modulante, la música estabiliza una tonalidad
durante un cierto espacio de tiempo y luego en otra diferente. En la figura 6.29 se
comprueba que se puede repetir indefinidamente entre las dos barras de repetición
puesto que encaja perfectamente, y finalmente no se sabría a ciencia cierta cual es la
tonalidad “auténtica” de la pieza puesto que estaría oscilando entre tres distintas. En
esta figura, dado que se han colocado dobles barra por comodidad para la explicación,
cuando se regresa a Do mayor lo hace sobre el mismo compás, pero en una obra
musical se puede construir sobre celdas diferentes, digamos: C1, E1 Ab1 C2, E2, Ab2,
etc. Llamaremos celdas homólogas a aquéllas que tienen la misma tonalidad tras
regresar de un ciclo completo (en nuestro caso C1 C2, C3 … serían las celdas
homólogas).
Cuando las celdas son pequeñas, este recurso no se debería utilizar puesto
que generaría una monotonía extrema, pero si las celdas son largas y al regresar a la
tonalidad correspondiente se traza un modelo melódico diferente, estaríamos en
presencia de una progresión armónica, es decir, que solamente se respeta la
verticalidad (armonía) de las celdas. Esto se conoce como un sistema multitónica.
Para añadir riqueza se pueden variar también las armonías dentro de las celdas
homólogas antes de modular.
El recurso es muy usado en el cine, especialmente los sistemas multitónica
modales, de los que hablaremos en el siguiente capítulo (Más allá de la tonalidad).
También se pueden poner progresiones de séptimas y novenas diatónicas,
esto es, no modulantes sino dentro de la misma tonalidad, pero espaciadas por
terceras sin que la progresión pierda por ello carácter expresivo. En la figura 6.30 se
ha trazado una progresión de séptimas espaciadas a distancia de terceras. Este tipo
de progresiones no son, naturalmente, multitónicas. Como se mueven dentro de una
tonalidad concreta, hay que evitar séptimas de dominante que tiendan a desviar la
progresión por resolución de su tritono.
una secuencia al estilo de “El señor de los anillos” (figura 6.33) y que podemos
escuchar en la pista 21, (2ª parte). En este caso se han empleado secuencias con
separaciones de tercera menor y cuarta, modelo caleidoscópico que se repite hasta
91
una cadencia final de modo mixolidio con enlace II-I. Hay que comprender que en este
tipo de progresiones, al ser las variaciones tan rápidas e intertonales, no es posible
detectar una determinada modalidad para cada célula. Nada más el remate de la
misma es la que determina, al menos, el modo final en el que la progresión va a
descansar.
Unamos la última pieza, que procede del sistema de multitónica, y que consiste
en crear dos divisiones diferentes de la octava y ensamblar progresiones de la manera
siguiente: Dividamos la rueda de quintas en tres y en cuatro (figura 6.34). La primera
serie se construye con una multitónica a distancias de tercera mayor (triángulo) con lo
que recorre las tonalidades a e i a. Una vez retorna a la tonalidad base a, se
desplaza según la segunda división en cuatro partes (cuadrado) hacia la tonalidad d,
que sirve como nuevo centro para apoyar otro triángulo girado 90º de multitónica que
recorre d h l d. Al cerrar una vez más en d, sufre un nuevo giro según el cuadrado y
recorre ahora g k c g., y así sucesivamente hasta llegar al inicio en la tonalidad a,
punto a partir del cual volvería a repetirse el ciclo. Es como tener dos multitónicas
anidadas en donde hay una superestructura que sería la multitónica del cuadrado
dentro de la cual se mueve, a su vez, la segunda multitónica triangular.
Esta técnica soportaría un nivel indefinido de anidamiento haciendo que, por
ejemplo, sobre cada vértice de la multitónica triangular se apoyase otra nueva basada
en una división diferente de la octava, en dos, por ejemplo, a distancias de tritono
(recordar lo dicho en 6.13) conformando una estructura muy semejante a un fractal.
e d e d
c c
f b f b
g a g a
h l h l
i j k i j k
e d e d
c c
f b f b
g a g a
h l h l
i j k i j k
Fig. 6.34: Progresiones multitónica anidadas.
92
CAPÍTULO 7
La modalidad
93
típicas crearemos un primer acorde en el que intervenga el Si natural y a continuación
Re menor (tónica de Re dórico). Otro ejemplo es Sol mixolidio, relativo de Do mayor.
El acorde de la tónica mixolidia es Sol mayor, de donde su equivalente tonal será Sol
mayor con un sostenido en la armadura (Fa). La nota característica será, pues, Fa
natural, y sobre tal nota construiremos los acordes de las cadencias mixolidias. De
todos los modos, el hipofrigio, o locrio, es el más débil pues se apoya en el Si28 que,
aparte de ser sensible de Do y resultar muy difícil de estabilizarlo como tónica, su
acorde característico es disminuido y, por tal razón se considera este modo
impracticable incluso en técnicas tan complejas y liberales como el jazz. Sin embargo,
sus variantes pentatónicas son mucho más estables y entre ellas se encuentra la
escala japonesa Hira-joshi, que son practicables por haber eliminado notas que lo
apartan de la tonalidad tradicional. Las escalas japonesas tienen un interés especial
por tener la sensible invertida, es decir, que funciona bajando un semitono hacia la
tónica en lugar de subir como en los modos tonales occidentales.
En el modo frigio la tónica es un acorde menor y su nota característica es el
segundo grado (ejemplo: en Mi frigio será Fa natural), que, encontrándose a distancia
de semitono constituye también una sensible superior. En el lidio, de tónica mayor, la
nota será el IV grado (en Fa lidio es Si natural). En estas dos escalas hay que hacer
un par de salvedades. La última (modo lidio) tiene su IV grado (y nota característica) a
distancia de tritono de la tónica, lo que hace que la cadencia no suene conclusiva y
que produzca la sensación de que la música debería continuar. Tampoco permite una
sólida construcción sobre la subdominante ya que es un acorde disminuido. Por estos
motivos es el modo más débil de todos después del locrio. Los más consistentes son
dórico y mixolidio, seguido del frigio. Sobre
este último hay que decir algo importante.
Dado que la tónica está sobre modo menor,
y por la interválica de su escala, el modo
resulta algo más débil que el dórico y
mixolidio. No obstante, se hace más
consistente si la tónica fuese un acorde
mayor, lo que hace que el tercer grado se Fig. 7.2:Cadencia andaluza.
altere. Es algo parecido a lo que sucedía
cuando hablábamos del modo menor, que se modificaba al ejecutar una escala
ascendente. En este caso, sólo al cadenciar, la tónica reposa en un acorde mayor con
su tercera alterada, permaneciendo sin alteración en el resto de los casos. Esto se
conoce con el nombre de modo frigio mayor, sobre el cual está construido el
flamenco. La música española emplea de forma ya manida y abundantemente esta
cadencia que, arrancando desde el III grado, llega por grados conjuntos hasta la tónica
alterada, y que se denomina cadencia andaluza. (figura 7.2). Aprovechamos para
indicar un nuevo cifrado, que es el de acordes con alteraciones, y que se indican
simplemente con la alteración correspondiente seguida por el intervalo alterado, el 3º
28
Se refiere el ejemplo a Si locrio como es relativo de Do mayor.
94
pueden escuchar estas cadencias en la pista 23, que están dispuestas en el mismo
orden (ocho cadencias) y termina con la cadencia andaluza.
Los acordes que intervienen en las cadencias como previos a la tónica, y que
poseen la nota característica, se denominan acordes cadenciales, o cadentes. Por
ejemplo, Re dórico tiene como acordes cadentes Mi menor y Sol mayor. Existe, en
música modal, el llamado acorde a evitar, que es el que se construye con un acorde
disminuido que contiene un tritono que, por su tendencia a resolver, nos hará
desembocar en música tonal.
95
Fig. 7.5: Progresión dórica usando el II grado como acorde cadente.
Finalmente pondremos otro ejemplo de progresión en modo mixolidio, que se
puede escuchar también en la pista 24 a continuación de las dos anteriores (figura
7.6). En el caso mixolidio no aparece el problema del caso dórico ya que ninguno de
los acordes cadentes es dominante del relativo mayor o menor al que se desea
modular.
Igual que se habló en el apartado 6.11 sobre progresiones tonales que cierran
figuras en el círculo de quintas, se puede hacer exactamente igual con otros modos.
En ese caso, la diferencia con lo anterior es que se salta a tonalidades que no son
vecinas. La figura 6.28 nos indica las tonalidades a las cuales ir saltando lo mismo que
cuando se usaban modos mayores o menores. Por ejemplo, y basándonos en la
misma figura, se puede hacer un ciclo saltando de Re a Si, Lab y Fa, todos ellos en
modo frigio, dórico o cualquier otro. El proceso de modulación se hará mediante los
acordes cadentes correspondientes.
El resultado se puede ver en la figura 7.7, que ha empleado una secuencia
semejante a la de la figura 7.6, excepto el cadente que se ha puesto el VII grado del
siguiente tono. La progresión se encuentra en la pista 25.
96
Fig. 7.7: Progresión multitónica mixolidia en terceras menores.
El sistema que se obtuvo con la tonalidad resultó ser muy sólido y permitió una
enorme evolución de la música que en otras culturas no sucedió. Incluso en algunas
de ellas, como la árabe o la india, no llegaron a desarrollar polifonía, es decir, la
emisión simultánea de sonidos formando acordes, centrándose mucho más en el ritmo
con el acompañamiento de instrumentos de percusión. Fue en la cultura europea
donde nacieron las grandes obras sinfónicas y corales, con complejísimos tejidos
armónicos y contrapuntísticos y que, pasado el tiempo, acabó influyendo también a
otras culturas. Hoy en día es normal encontrar, por ejemplo, compositores japoneses y
africanos cuya música en poco se diferencia de los compositores europeos. En la
música pop de todo el mundo aparece un fuerte sustrato tonal y de acompañamiento
en forma de acordes europeos teñidos con elementos tradicionales de esa cultura
concreta.
La sensible, con su tendencia a desembocar en la tónica, y el tritono fueron dos
de los elementos más robustos de la música occidental. En el momento en el cual el
modo menor consiguió sensibilizar el VII grado optó a poder mezclarse con su relativo
mayor, confiriendo un gran interés y riqueza a las obras. Este intercambio basado en
compartir algún elemento ha dado lugar a otras herramientas que están a disposición
del compositor, aprovechando esos puntos en común entre dos elementos para que
actúen como una bisagra y poder pasar así de uno a otro. Un buen ejemplo de ello era
el tritono que podía resolver, bien hacia dentro, bien hacia fuera, sin más que
intercambiar los papeles de la séptima y de la sensible (dominantes sustitutas). Con
este mismo criterio se pueden incorporar los intercambios tonales y modales.
El primero consiste en cambiar de tonalidad conservando como elemento
común la armadura, es decir, flexiones a los modos relativos, usando para ello el
recurso de la cadencia rota. Históricamente esta cadencia hace que la dominante del
modo mayor resuelva de forma sorpresiva en el relativo menor dando un giro
inesperado a la pieza. Derivar al modo menor sigue siendo lo más habitual, pero
puede hacerse también a cualquiera de otros relativos, permitiendo que el tritono
resuelva de manera diferente según sea el caso. Incluso se puede proceder a la
inversa, aunque es menos usual, resolviendo el V grado del modo menor en el relativo
mayor. La razón es que la resolución del tritono del V grado del modo menor no es tan
buena como al revés, debiendo resolver en sentido contrario como una dominante
97
sustituta y sin sensible. El tritono puede, no obstante, resolver de forma normal cuando
deriva al VI grado, igual que la cadencia rota en modo mayor. En este caso, no
obstante, se mueve la tonalidad hacia el tono vecino VI mayor. Si estamos en La
menor, desembocaríamos en Fa mayor. Sin embrago, esta flexión no es estable y el
discurso natural de la música tiende normalmente a regresar a La menor.
Dependiendo de ello las clasificaremos en resolución tonal, o resolución
modal. Entenderemos por resolución tonal del tritono aquella que lo hace por
movimiento contrario de ambas notas. La resolución tonal es más contundente y
arrastrará inevitablemente la música hacia un sistema tonal.
La resolución modal es más libre y lo hace por movimiento oblicuo de las
voces29. La resolución es válida pero más débil que la tonal. Cuando un tritono realiza
una resolución modal puede hacer cadencias rotas a todos los modos relativos con los
movimientos que se detallan en la tabla XVII. Aunque la sensible no tiene oficio de tal,
por ser un concepto plenamente integrado dentro del sistema tonal, se ha mantenido
la nomenclatura por sencillez para el lector. En modo mayor las notas serían: Fa
(séptima) y Si (sensible). También se han explicitado estas cadencias en la figura 7.8.
Nótese que la cadencia rota al relativo mixolidio es impracticable porque el acorde de
dominante del modo mayor (Sol) es la propia tónica mixolidia. En cuanto a la cadencia
rota al relativo lidio, suele combinarse a continuación con una plagal desde IV a I, cosa
muy frecuente en música pop.
Estas cadencias se pueden escuchar en la pista 26. No hay que olvidar que la
resolución de un tritono es un elemento también del sistema tonal y que estas
cadencias pueden inducir al espectador a pensar que se ha cadenciado, o flexionado,
a los tonos mayores o menores correspondientes, en lugar de dóricos, frigios, etc. Por
ejemplo, y regresando a la figura 7.8, en los compases 3 al 6 se pueden interpretar las
flexiones a Fa mayor (no al relativo lidio), Re menor (en lugar de Re dórico), o Mi
menor (en lugar de Mi frigio). Esta ambigüedad puede, no obstante, ser usada con
habilidad por el compositor para jugar con el paso precisamente a esas otras
tonalidades, lo que tampoco resulta abrupto por tratarse de tonos vecinos.
Por último, y antes de pasar al siguiente tema, hay que recordar que este
tritono se ha puesto aislado con plena intención, ya que puede pertenecer tanto a
acordes de dominantes normales como de sustitutas y disminuidas con o sin séptima,
abriendo una enorme abanico de posibilidades. Para más detalle consulte un tratado
de armonía moderna.
29
En música se entiende por movimiento oblicuo aquel en el que una de las voces permanece quieta
mientras se mueve la otra.
98
Por otro lado está el intercambio modal, que es aquel que cambia de modo
conservando la tonalidad. Como ejemplo podemos poner un fragmento en Do mayor
que flexiona a Do menor, dórico, frigio, etc. Se pueden usar, sin mayor preámbulo,
acordes propios de estos modos, teniendo la precaución de no poner séptimas de
dominante que arrastren nuevamente a la música hacia un carácter decididamente
tonal. Se puede hacer esto con plena libertad siempre y cuando el compositor controle
en cada momento las sonoridades y efectos psicológicos, evitando que tanta libertad
se le vaya de las manos y produzca piezas incomprensibles. Cuando se trata de jazz,
resulta muy flexible, pues en este estilo se permiten muchas licencias, manteniendo en
infinidad de ocasiones un carácter de la pieza marcadamente ambiguo que es,
justamente, lo que se pretende. Desde luego serán necesarias más precauciones en el
caso del pop o de la clásica, en donde el público puede quedar desconcertado si el
compositor no centra lo suficientemente bien los cambios modales y tonales que
pretende hacer.
La materia del intercambio modal es extensa y no es nuestro propósito el
detallarla pues está contenida en los tratados de armonía moderna. Como siempre, el
objetivo de este libro es buscar el porqué de las cosas y entroncarlas con un
fundamento científico, encauzándolas desde un argumento lógico. Por ello, diremos
que los intercambios modales más interesantes son aquellos que emplean acordes de
IV grado del modo menor. Valga una vez más como ejemplo Do mayor y hagamos un
intercambio modal con Do menor usando el IV grado, esto es Fa menor. Este acorde
tiene la ventaja de usar el grado VI alterado como bemol y entronca con la familia de
acordes tratados en el apartado 6.8 referente a otros usos del tritono, concretamente
con el acorde IIm7(b5) del que ya se habló allí. Un ejemplo más sería bVIIm7, acorde
propio del Do frigio, que también posee el VI grado de Do mayor alterado.
Hay un intercambio modal de mayor a mixolidio muy frecuente. Este uso
procede de reforzar el acorde del VII grado que, por ser disminuido, resulta débil. Si en
lugar de usar este acorde disminuido, bajamos la sensible un semitono, obtenemos el
acorde mayor bVII, que lo convierte en un intercambio modal mixolidio. Es muy usado
en el pop y el rock, pero también en el cine, y su uso sinfónico es interesante. Yo lo
uso frecuentemente, y el lector puede escuchar esta cadencia en la pista 27.
Existen unos acordes especiales que han sido y continúan siéndolo, de uso
muy frecuente y emparentados con el intercambio modal. El primero de ellos, llamado
sexta napolitana, aparece como la primera inversión del acorde bII propio de un
intercambio modal con el frigio correspondiente. Desemboca en la dominante tonal o
en la propia tónica aunque, en este caso, hay que tener en cuenta que puede dar
sonoridad de música española y a lo mejor no es eso lo que se pretende. Los otros
son acordes llamados de sexta aumentada, ya que en ellos aparece este intervalo por
usarse normalmente también en primera inversión. Se conocen tres de ellos con los
nombres de sexta francesa, italiana y alemana. Todos ellos comparten una vez más
tener alterado el VI grado como bemol.
La sexta francesa es la primera inversión del acorde II7(b5). Este grado,
normalmente menor en el modo mayor de la tónica (Re menor en Do mayor), es ahora
mayor y puede considerarse como la dominante de la dominante, y en ella desemboca
habitualmente. Las sextas italiana y alemana son en realidad acordes sobre el grado
VI bemol que funcionan como dominantes sustitutas haciendo una cadencia rota lidia
(ver figura 7.8 y tabla XVII).
100
que necesita resolver por lo que el siguiente acorde está obligado y, volviendo a ser
una dominante, resolverá una y otra vez.
La novena menor y el tritono se evitarían alterando la undécima medio tono
ascendente (Fa pasará a Fa# en el ejemplo) con lo que la parte superior quedaría
definitivamente estabilizada en Sol mayor, sin disonancia agresiva ni necesidad de
resolver. Este fenómeno se denomina politonalidad, y permite que una parte de la
obra se mueva en la parte superior en una tonalidad mientras que la de abajo lo haga
en otra. Al no haber obligación de resolver, el discurso melódico y armónico queda
libre, a condición de formar acordes de novena y dejar la undécima para resolución de
dominante simultánea para ambas tonalidades. Cuando se respeta esta norma, la
politonalidad genera piezas agradables, pues sus disonancias están construidas de
acuerdo a una tonalidad extendida. En el periodo de rotura de reglas del siglo XX, la
politonalidad no sigue ninguna regla, pero si está sabiamente conducida, puede
generar efectos interesantes. No siempre es así y en ocasiones la música resulta
demasiado difícil.
Hasta ahora, al plantear una progresión, ya sea tonal o modal, se suponía que
entre celdas existía un determinado acorde que conectaba ambas. En el caso de
progresiones tonales, dicho acorde es la séptima de dominante de la siguiente
tonalidad, y en las modales esta misión se reserva al acorde cadencial
correspondiente al modo sobre el cual se va a caer. Reduciendo al caso más simple,
cada celda de una progresión puede estar ocupada simplemente por un solo acorde,
que quedaría relegado a uno de séptima o de novena como si se tratase de una
modulación permanente sin quedar fija en una determinada tonalidad (figuras 6.30 y
6.31), lo que dio pie al sistema multitónica. Sin embargo, en la figura 6.33 también se
102
propuso una progresión en la cual, aprovechando la fuerza de la misma, no existen
acordes bisagra y aparece simplemente un modelo que se repite.
Uniendo ambas filosofías, es decir, la de carecer de enlace entre tonalidades y
la de reducir a un solo acorde la célula de la progresión, se obtiene una progresión por
células modales simples, y que queda constituida mediante simples acordes
mayores o menores ya que hemos eliminado la necesidad de modular y tener, por
consiguiente, que ser forzosamente séptimas o novenas. Aplicando sobre estas
progresiones el concepto de la multitónica obtendríamos progresiones cíclicas
multitónica de células modales simples, un nombre bastante largo que podemos
resumir en progresiones modales simples, y que constituyen un potente recurso que
ha sido y sigue siendo una de las herramientas más empleadas en música de cine.
Re
La Sol
Mi Do
Si Fa
Fa Si
Sol La
Re Mi
Do Re
La
Sol
103
por lo que se emplea fundamentalmente en temática fantástica, ciencia ficción y
catástrofes.
Re
La Sol
Mi Do
Si Fa
Fa Si
Sol La
Re Mi
Do Re
La
Sol
En las figuras 7.13 a y b vemos dos ejemplos (pista 32) de estas progresiones.
En la a las células se componen de acordes mayores espaciados como aparece en el
círculo de quintas, a distancia de tercera mayor. En la b las células son de acordes
menores y están espaciadas por terceras menores. También se pueden distanciar
segundas mayores y menores, así como tritonos, quedando reducidas a dos células
en este último caso.
Con estos conceptos podemos abordar el floreo armónico. En música se
entiende por floreo una flexión corta a otra nota y regresar acto seguido a la primera
como si fuera un balanceo. Aplicando esto mismo a la armonía, un floreo armónico
es igualmente un balanceo entre dos acordes. El floreo puede ser tonal o modal. Los
floreos tonales se producen empleando acordes de la tonalidad donde nos
encontramos. Por ejemplo, podría ser C – F – C, que se emplea en el Aleluya de
Händel. Como floreos modales son de uso común las cadencias mixolidias como
podrían ser C – Bb – C, ó C – Gm – C, muy usada esta última en el impresionismo.
Naturalmente también se pueden usar los floreos con células modales simples, y
fueron los precursores de las progresiones, siendo un ejemplo significativo Neptuno,
de la suite Los Planetas de Gustav Holst. Hay floreos a distancia de semitono en la
banda musical de la película Species, de Christopher Young. Yo he empleado este
recurso numerosas veces, por ejemplo en la pista 33 aparece un floreo de acordes
mayores a distancia de tritono en mi 9ª sinfonía.
Ninguno de los recursos de los que hemos hablado es rígido y, lo mismo que
Bach cortaba una progresión antes de resultar reiterativo, no hace falta que en una
progresión se completen todos los escalones. Pueden mezclarse células menores con
104
mayores y viceversa. Incluso es posible hacer un único escalón en un momento
determinado, lo que resulta a veces muy efectista. Por ejemplo, John Williams realiza
un giro con acorde menor a distancia de tritono en la película Harry Potter en el vuelo
del dragón sobre el lago. En mi 8ª sinfonía (pista 34) aparece una progresión simple
mixta, con acordes mayores y menores. Con estos elementos ha quedado completada
la paleta de recursos que el compositor posee en la actualidad en lo que a tonalidad y
modalidad se refiere. En el capítulo 10 hablaremos del último recurso, que es el
atonalismo y sus formas análogas.
105
CAPÍTULO 8
El arte y la información
6
20 20
5
15 15 4
3
10 10
2
5 5
1
0 0 0
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
a b c
106
obra en función del número de respuestas obtenido para esa determinada calificación,
con lo que se consigue algo semejante a la figura 8.1.
El aspecto del dibujo nos da mucha información sobre la obra, si ha sido
exitosa o un fracaso y el grado de los mismos, si levanta o no polémica o si no existe
ninguna norma aparente. Por ejemplo, la parte a de la figura corresponde a una obra
básicamente mala (dispersión moderada con aglomeración de votos en torno a una
calificación baja). Aún puede acentuarse este efecto si, en lugar de varias barras, se
hubiese obtenido una sola, sin votación en el resto de las calificaciones. En tal caso la
decisión toma la denominación de indiscutible, puesto que todo el mundo está de
acuerdo. En b se tiene una obra polémica que ha dividido al público entre quienes
opinan que es buena (derecha) y otros que creen que es mala (izquierda), aunque
mayoritariamente se concluye que no ha gustado puesto que predomina la parte
izquierda. En este caso la encuesta se podría complementar con otros datos, tales
como conocimientos musicales o costumbre de escuchar conciertos, etc., que arroje
luz sobre el por qué ha gustado a un grupo reducido. El caso c es mucho más
ambiguo, pues resulta imposible saber una ley clara, ya que la dispersión es excesiva
y no permite establecer norma alguna sobre la calidad de la obra.
108
interferencia entre dos señales, siendo el ruido en este caso una señal parásita que
contamina la principal, que es la que interesa. En el mundo técnico se sabe que
cualquier muestra natural contiene dos componentes: la señal y el ruido, aunque por lo
general, el ruido suele presentar una intensidad menor que la señal. La mayor parte de
las veces, para un ingeniero, la señal es lo importante y debe filtrar el ruido, que es lo
que molesta, pero en otras el ruido también tiene información, diferente a la de la
señal, y guarda relación con las causas que crean la distorsión de ésta. Puede que, si
bien el ruido sea una señal diferente, se halle relacionada con la principal y entonces
lo que hace es complementarla. El ruido será tanto más perturbador cuanta menos
relación guarde con la señal principal.
En la manifestación artística puede, y en ocasiones debe, existir una cierta
cantidad de ruido para que añada interés; de hecho, el propio flujo de datos puede
considerarse como un ruido frente a la portadora. Atendiendo a la definición de esta
última, su perfecta predictibilidad está reñida con el propio concepto de arte, en donde
la creatividad de la persona es la que añade el factor de sorpresa imprescindible que
lo caracteriza.
Si bien en el mundo tecnológico el concepto de portadora y de señal es algo
muy bien definido, en terrenos como el arte, éste resulta mucho más difuso, relativo y
no tan sujeto a una norma matemática indiscutible. Por ejemplo, en el caso de la
música, o del sonido en general, el primer ejemplo de portadora que se nos vendría a
la cabeza sería el de una onda senoidal de frecuencia constante y extensión infinita.
Este caso concuerda con el concepto intuitivo de lo que es un sonido puro, pero no es
menos cierto que el ritmo constante del batido de un tambor también sería de alguna
manera una portadora, ya que es perfectamente predecible. Lo mismo sucede cuando
se tiene un caso más complejo como podría ser una serie de séptimas. Si hemos
tomado como portadora una onda senoidal infinita, es evidente que cualquier
modulación de ésta para crear música sería una señal, como el caso propuesto de la
serie de séptimas. No obstante, si la serie se prolonga, se convierte en un ente
completamente predecible y pasaría a ser una portadora aunque, eso sí, de mucha
mayor complejidad. Dicho grado de complejidad hace que en esta nueva portadora
exista algo de información y consecuentemente, despierte un interés. Es la insistencia
en una gran cantidad de celdas de cualquier progresión la que la convierte en
predecible hasta formar una nueva portadora. Ya se comentó anteriormente el
problema de la pérdida de interés por la repetición de un dato hasta llegar al fenómeno
de la redundancia. Cuando nos encontramos en el caso de una serie muy larga, lo
más práctico será añadir algo de ruido sobre ella. Este ruido consiste en no copiar
exactamente la celda siguiente como un calco transportado de la anterior, sino
introducir determinadas variaciones en las posiciones de las voces, inversiones, etc.,
que reconviertan la serie en una nueva señal, abandonando su condición de
portadora.
En las portadoras complejas aparece el fenómeno de dispersión de datos
experimentales. En la parte a de la figura 8.1, se ha representado la respuesta de un
público frente a una portadora compleja (pista 35), mientras que cuando se hizo el
experimento con una onda simple sin variación de ningún tipo (pista 36), el colectivo
reaccionó unánimemente (con una sola barra) considerando que, como obra musical,
una portadora pura carecía por completo de calidad artística.
a b
c d
30
La palabra en sí tiene sentido temporal y no tiene nada que ver con un estilo de hacer arte. Resulta
absurdo que dentro de mil años siga llamándose “música contemporánea” a la realizada diez siglos atrás.
110
materializa en forma de pinceladas. Como ya decíamos, el ruido añade una
información que no está en la señal, y en el caso de la creación artística aporta parte
del intelecto del artista, su propia visión del paisaje, lo que hace que resulte muy
interesante frente a la figura 8.4, consistente en una imagen muy desenfocada que
resulta inadmisible (izquierda), lo mismo que la parte derecha de la misma figura que
es una imagen sucia y descuidada. El ruido de la figura 8.3, aparentemente
incoherente por no guardar relación con la geometría del terreno, informa sobre su
creador y aparece como un metalenguaje31, quedándonos con la palabra
anteriormente citada de meta-ruido para el caso de la fig. 8.3, y simplemente ruido
incoherente el de la de 8.4. En música este tipo de meta-ruido es precisamente la
interpretación, consistente en la visión propia del instrumentista, o director de
orquesta, sobre una determinada obra (señal).
Cuando un ruido coherente comienza a ser muy intenso, pese a su información
adicional, entra en conflicto con la
señal básica por interferencia con
ésta y se presenta una situación
indeseable. Estamos en el caso d
de la figura 8.2, donde el ruido
consigue un efecto irreal y resta
credibilidad al paisaje.
Todo esto nos habla de la
complejidad del tratamiento del
ruido para un caso de creación
artística y hay que distinguir entre
ruido con información y ruido
simplemente de distorsión y
enmascaramiento. Como el ruido
no es otra cosa que la propia
señal ligeramente modificada,
Fig. 8.3: Visión artística del mismo paisaje. cuando se traza un fractal resulta
mucho más estético si cada
elemento del mismo no es exactamente igual a los adyacentes. De hecho, en música
electroacústica se suelen añadir pequeñas cantidades de ruido o sonidos inarmónicos
a la señal y que, combinados con éstas, añaden riqueza e interés al sonido modelado.
El otro ejemplo es el batido de un tambor, que sería la base de una música
minimalista. Sobre un determinado ritmo o modelo que se repite indefinidamente
(señal) aparecen pequeñas variaciones del mismo que hacen que se transforme de
forma continua (ruido).
Precisamente la música minimalista cobra sentido siempre que exista este
ruido, puesto que una señal, por sí misma, resultaría extremadamente monótona al
cabo de unos minutos. Un ejemplo más sería un bosque con repoblación forestal. Ésta
se suele hacer poniendo todos los pinos alineados, lo que da una sensación
totalmente artificial y poco estética. Un bosque repoblado tiene el problema de poseer
demasiada señal y poco ruido.
31
El prefijo meta suele aplicarse a aquellos entes que se encuentran fuera de los sistemas, y que a
menudo los crean. Por ejemplo, si un escritor habla del personaje de una novela en algún pasaje de la
misma, eso se entiende como una referencia a dicho personaje. En cambio, si habla de sí mismo en la
misma novela, se entiende esto como una meta-referencia.
111
Fig. 8.4: Ruido por desenfoque y suciedad.
Acabamos de ver que una adición de ruido coherente mejora una determinada
señal, pero que si el ruido es excesivo se produce una interferencia molesta en una
zona a la que llamaremos relación crítica. Un mayor aumento del ruido por encima de
esta relación puede llegar a borrar la señal original y nos encontraremos ante una
nueva, haciendo que el efecto estético sea mejor. La razón estriba en que el cerebro
tiene la propiedad de tratar de sacar información cuando aparentemente está ahí,
aunque haya dificultades para hacerlo. Veamos algunos ejemplos aclaratorios.
El primero consiste en la observación de la parte izquierda de la figura 8.4. El
primer intento del ojo será el esfuerzo en enfocar bien esa imagen. El trabajo es tanto
mayor cuanto más ligero es el desenfoque de la foto ya que, para desenfoques muy
grandes, el cerebro comprende inmediatamente que no es posible obtener la
información con la debida claridad y abandona el intento. Resulta muy malo para la
vista, por ejemplo, trabajar con monitores de ordenador sucios que no den imágenes
nítidas porque el ojo hará un gran esfuerzo, pensando que es él quien tiene adaptarse
y conseguir el enfoque correcto; con ese fin fue diseñado por la naturaleza.
El siguiente ejemplo consiste en analizar los textos siguientes:
y
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¡
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i
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e
112
En estos textos la relación señal/ruido es creciente. En el primer texto está
claro que la señal es nula pues se trata simplemente de una sopa de letras sin
significado alguno. En el segundo, inmediatamente a su derecha, se aprecia que las
letras se han ordenado pero el texto es un tecleado aleatorio en donde la señal sigue
siendo muy débil. En cambio, en el tercero la cosa cambia. Ahora el cerebro detecta la
posibilidad de existencia de una señal pero enmascarada por un ruido en forma de
idioma extraño que no conoce; se ha producido el primer esfuerzo de comprensión al
haberse hecho más clara la señal frente al ruido. Por último, el texto del final resulta el
más molesto de todos porque ahora entendemos el idioma, las letras están bien
ordenadas y las frases parecen tener sentido a primera vista. A medida que leemos
nos encontramos con un ruido que impide la coherencia de las frases, lo que se
traduce en un esfuerzo adicional del cerebro en un intento de descifrar el significado
de un texto incomprensible.
Ante los dos primeros textos será raro que una persona exclame nada, se
limitará a observarlos, y en todo caso, para ella estará muy claro que se trata de una
sopa de letras y de un tecleado aleatorio. En el tercero es posible que diga algo así
como ¿en qué idioma está escrito? o simplemente “no lo entiendo”. En cambio, en el
último caso más de uno exclamará muy sorprendido, y tras unos instantes de reflexión:
¡esto no tiene sentido!, ¡es absurdo!, etc.
Está muy claro que el último texto ha supuesto el más laborioso y el que ha
gastado más energía. Si añadimos un quinto texto con coherencia, la persona lo leerá,
comprenderá su significado y eso no habrá supuesto esfuerzo alguno.
El siguiente ejemplo consiste en un conferenciante que habla, por ejemplo,
sobre vidas de compositores a lo largo de la historia y que alguien le interrumpiese de
vez en cuando con frases cortas que hablen del momento político simultáneo a la vida
de cada compositor. En este caso la señal sería la conferencia y el ruido las
interrupciones. Éstas, pese a ser ajenas al tema principal, guardan una cierta
correlación, puesto que versan sobre las situaciones políticas en la misma fecha en la
que el tema principal se desarrolla. Nos encontramos ante un tipo de ruido coherente,
y éste puede arrojar y revelar interesantes conclusiones sobre la vida de cada
compositor, enriqueciendo notablemente la conferencia. No obstante, imaginemos que
las interrupciones se hiciesen cada vez más abundantes hasta el punto de no dejar al
conferenciante principal hilar las frases con la suficiente claridad. Ahora ya no
seríamos capaces de saber si asistimos a una conferencia sobre compositores o sobre
política, con lo que el exceso de ruido la habría arruinado. Es posible, incluso, que los
asistentes se mostrasen indignados al alcanzar el punto crítico de la relación
señal/ruido, es decir, cuando las interrupciones comenzasen a ser excesivas.
Un segundo caso consistiría en ruido incoherente. La falta de coherencia puede
ir en aumento a medida que las interrupciones de corte político informen sobre
acontecimientos en fechas que se vayan apartando paulatinamente de las del hilo
principal. Una forma de ruido totalmente incoherente sería, por ejemplo, hablar de
botánica o de fútbol, un tema que nada tiene que ver con la conferencia principal. Este
tipo de ruido se manifiesta en forma de intervenciones inoportunas que no aclaran ni
complementan nada, por lo que su presencia es siempre molesta.
Si bien en materia científica es relativamente sencillo cuantificar todos estos
conceptos, al aplicarlos a disciplinas artísticas la cosa cambia notablemente y es
menester recurrir a procedimientos estadísticos con grandes números de sujetos de
experimentación. No obstante, se puede hacer una representación gráfica teniendo en
cuenta que siempre que parezca que hay una supuesta información (señal)
enmascarada por ruido, el cerebro intentará extraerla. Si la señal es grande con
respecto al ruido podrá obtenerla con poco esfuerzo; a medida que el ruido aumenta,
dicho esfuerzo también lo hará hasta que, según el ruido va siendo mayor, el cerebro
se irá relajando hasta abandonar todo intento de obtener señal cuando ésta sea ya
demasiado débil. La curva de esfuerzo se ilustra en la figura 8.5, en donde en el eje
horizontal se han colocado los diferentes valores de la relación señal/ruido con un
ruido coherente, y en el vertical la sensación psicológica del efecto estético que causa,
relacionada con el esfuerzo realizado por el cerebro al tratar de extraer la debida
113
información. Vemos que aparece un mínimo en la relación crítica produciendo la
sensación antiestética máxima. Si añadimos más ruido, el efecto empieza a mejorar
debido a que éste puede comprenderse como una nueva señal, una vez desaparecida
la inicial.
Concluiremos que la relación señal/ruido crítica posee un efecto molesto por
ser la zona de interferencia entre dos señales. En el caso del arte, la cuantificación de
la señal, del ruido y del efecto estético resulta muy compleja y depende de un elevado
número de factores. Averiguar la
curva en cada caso corresponde 1
a un trabajo de investigación
calidad sonora
estadístico exhaustivo que no se
ha realizado hasta la fecha, pero
sería interesante tratar de
correlacionar la belleza con la
facilidad o dificultad de
extracción de información,
0
siendo máximo para una
determinada relación
∞ 1 0
señal/ruido. relación señal/ruido
Es muy posible que en la Fig. 8.5: Curva de calidad sonora.
belleza influyan otros muchos
factores pero no sería
descabellado pensar que una dificultad en la comprensión conduzca a la sensación de
fealdad. Al menos, en nuestra relación con el mundo animal, nos parecen más
estéticos los mamíferos puesto que son primos nuestros más cercanos que los
batracios, los peces y decididamente más que los insectos. Un caso especial es el
mono, que resulta mucho más feo que otros animales. Mucho más feos aún son los
homínidos, especies anteriores al hombre y que han sido reconstruidos artificialmente
en los documentales. Estos seres resultan, con mucha diferencia, los más
esperpénticos y desagradables, y eso se debe precisamente, a que su aspecto físico
está mucho más cerca de nosotros. Nuestro cerebro los interpreta realmente como
seres humanos deformes, en lugar de catalogarlos como otra especie. Es un caso
claro en donde la relación señal(humano)/ruido(diferencia con un humano) es la más
problemática y se situaría en la parte baja de la curva de la figura 8.5. En cambio,
cuanto menos recuerde a algo humano un animal, tanto menos desagradable nos
comenzará a resultar. Valga como ejemplo un caballito de mar, una anémona o un
coral.
Por el lado contrario está la señal, que es la zona más a la izquierda de la
figura 8.5. No hemos representado curva en esta zona ni en la de la derecha (ruido
puro) porque depende su efecto estético de varios factores. Al llegar a los puntos
extremos, hace falta volver a diferenciar entre señal y portadora. A medida que una
señal pierde información, nos acercamos a la portadora, una función predecible que
produce un efecto muy pobre; recordemos que la portadora no tiene información. El
efecto es de monotonía y aburrimiento. Por citar dos ejemplos, una portadora musical
sería una onda senoidal simple, en el caso de los homínidos, sería una persona
demasiado perfecta. En cierta ocasión, y viendo una secuencia de un cortometraje
relacionado con la película Matrix, aparecía una joven de aspecto oriental muy
atractiva a primera vista. No obstante, cuanto más la contemplaba, más extraño se me
hacía aquel rostro hasta que me percaté de que estaba hecha con ordenador, una
persona artificial. Estaríamos en el caso de un exceso de señal, una portadora, que
transforma un rostro en una belleza realmente inhumana, demasiado perfecta para ser
real. Sabemos que una cara no es totalmente simétrica, y es esa cierta cantidad de
ruido la que hace a la persona más interesante, situando la relación señal/ruido en una
zona mejor de la figura 8.5.
La parte derecha (ruido puro) tampoco se ha representado por la misma razón.
Hemos dicho que, al desaparecer la señal original, el ruido puede convertirse en una
nueva señal, pero si este ruido resulta demasiado uniforme, pasa a ser
114
automáticamente una segunda portadora, con los mismos problemas. Al final del
capítulo 10 se hablará de un experimento en donde se comentarán los resultados de
los efectos creados por portadoras en un grupo de personas.
115
portadora de bajo nivel
portadora de alto nivel
Una nota tenida representa la señal, y una melodía es ruido que se añade a
dicha señal. Si la melodía se repite indefinidamente formando lo que en música se
llama ostinato, vuelve a ser una señal. Indudablemente, al cabo de un cierto tiempo
cansará al espectador pero desde luego mucho después que una nota tenida.
También hay que considerar que la propia estructura cerebral de individuo decide cuál
es para él la mejor señal. Por ejemplo, hay personas que se quejan de que una
tonalidad muy férrea, como la del clasicismo (Mozart, Haydn, etc.) le resulta aburrida,
precisamente por lo predecible que es, y se decantan por las formas “más ruidosas”
del romanticismo o el modernismo. Sin embargo hay otros que se encuentran
cómodos en este periodo por considerar que esa señal es de orden suficientemente
grande para sus necesidades. En el siguiente capítulo volveremos sobre este tema de
la relación señal/ruido y ampliaremos su influencia en las formas más actuales de
composición.
Para acabar sobre el tema de qué es más grato y qué no, añadiremos un
fenómeno físico que controla la aparente estridencia de un sonido, consistente en la
mayor o menor cantidad de componentes de alta frecuencia, que son las responsables
del nivel de incomodidad que produce un ruido. Compare el ruido blanco de la anterior
animación ruidos.avi con el rosa y juzgue usted mismo cuál es más molesto.
8.7 Fuentes.
116
Otra variante que en la técnica no existe es que la propia fuente introduzca
ruido. Veamos un ejemplo que ya conocemos. Definamos una señal como el paisaje
real que aparece en la figura 8.2 c. Dicha señal llega en forma de estímulos
sensoriales al artista y éste introduce “su ruido” para impregnar al paisaje con su
propia visión. Cuando se trata de música, no hay tal fuente externa de inspiración y
todo procede del interior de la persona. En la literatura puede ser mixto, es decir, que
una novela surja de las vivencias del escritor, que sea pura fantasía o una
combinación de ambas.
117
CAPÍTULO 9
El timbre
9.1 El timbre
La pregunta obvia es ¿qué hace que un timbre resulte más estético que otro?
La respuesta es muy compleja porque son muchos los factores que intervienen en la
belleza tímbrica. Para empezar vamos a escuchar la pista 40 que contiene varios
sonidos. El primero de ellos es una onda simple con huecos armónicos, habiendo
dejado solamente aquellos cuyo número de orden son números primos. Esto se ha
hecho porque los armónicos primos no tienen relación numérica divisible con el
fundamental y son precisamente los sonidos calantes. El sonido es hueco y metálico.
El segundo sonido se ha creado justamente a la inversa, es decir, en donde se han
eliminado los armónicos primos. El resultado es más tradicional, aunque se sigue
notando la oquedad de su textura. El tercer sonido posee todos los armónicos y suena
más completo. No obstante, el lector estará de acuerdo en que resulta
extremadamente insulso y poco interesante. Este problema existe también en los
instrumentos musicales y se suele emplear la técnica del vibrato (oscilación de la
frecuencia) para dar mayor riqueza al instrumento o al canto. Los siguientes sonidos
de la pista resultan más interesantes puesto que se han añadido variaciones de las
amplitudes de los armónicos a lo largo del tiempo y también variando ligeramente la
frecuencia de los mismos, como el vibrato.
Parece que uno de los factores que resultan antiestéticos es la pobreza del
sonido, en el sentido de falta de variación. También el exceso de armónicos primos
redunda, como hemos visto, en un tinte metálico y que confiere acritud. Veremos esto
con más detalle en el apartado 9.4.
118
9.3 Movimiento de armónicos
! Flauta
! Trompa
! Violonchelo
! Guitarra
! Violas
! Coro masculino cantando “Oh”
No resulta difícil estar de acuerdo en que los sonidos que acaba de escuchar
no se parecen lo más mínimo a estos instrumentos. Es más, notará que entre ellos se
parecen mucho, es casi como si fuesen emitidos por el mismo instrumento salvo
algunos sutiles cambios. No obstante, las formas de onda de cada uno de ellos
pertenecen exactamente a los instrumentos indicados.
Se infiere, pues, que la forma de una onda resulta insuficiente para definir lo
que entendemos por timbre, de ahí la complejidad de esta materia. En la otra mitad de
la pista se han adosado estos sonidos con los auténticos para comprobar que el
sonido tiene parentesco. ¿Qué falta entonces?
Sin duda a usted le habrá sucedido en alguna ocasión que cuando está
estacionando su vehículo, algún peatón tiene la ocurrencia de pasar precisamente por
donde usted maniobra cuando, posiblemente, haya muchos más lugares para hacerlo
y mejores que el suyo. A lo mejor pensará que lo hace a propósito para molestar, pero
ni siquiera actúa de forma consciente, simplemente usted llamó su atención al
moverse. Es una característica del cerebro consistente en la detección del movimiento.
Algunos animales localizan a sus presas cuando se mueven; por eso cuando alguien
tiene pánico una defensa es quedarse inmóvil a fin de neutralizar la detección de
movimiento del depredador. Pues bien, la primera batería de sonidos de la pista 41
tiene como característica fundamental que sus armónicos no se mueven, son estáticos
y usted no los puede diferenciar bien.
En cualquier sonido natural se da el fenómeno de que sus armónicos se
mueven constantemente. Para ello abra la animación EspectroMovil.avi, en
donde verá en tiempo real el espectro de uno de los sonidos de la pista. Se puede ir
trazando el movimiento que describe la punta de cada armónico a lo largo del tiempo,
lo que da como resultado una curva que recibe el nombre de envolvente. Para los que
están familiarizados con los sintetizadores y la electroacústica entienden la envolvente
como una variación global de volumen de la onda a lo largo del tiempo. Es muy
parecido a la onda moduladora de la figura 3.1, sólo que ahora resulta que cada
armónico posee su propia envolvente independiente. El fenómeno es ciertamente
complejo, pero aquí lo único que nos interesa es el hecho de que la amplitud de cada
armónico no se mantiene fija a lo largo del tiempo permitiendo que la persona que lo
escucha pueda descubrirlos precisamente por hallarse en movimiento.
En la figura 9.1 se ha representado el mismo espectro que se puede ver en la
animación pero desarrollado a lo largo del tiempo según un eje perpendicular al dibujo,
que vendría hacia nosotros. Los picos de cada armónico se han ido uniendo para
describir su envolvente. Aparte de esta envolvente de volumen, llamada también de
amplitud, también hay que decir que la frecuencia del armónico tampoco se mantiene
119
fija sino que oscila a lo largo del tiempo describiendo, a su vez, una nueva envolvente,
esta vez de frecuencia32.
envolventes
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 .......
Fig. 9.3: Comparación de espectros del clarinete y el saxofón.
Fig. 9.4: Efectos tímbricos jugando con los armónicos de los instrumentos.
123
Lógicamente, este efecto no se puede producir con un saxofón puesto que este
instrumento tiene armónicos pares. No obstante, el ejemplo que se ha detallado es
para hacer más espectacular el resultado de la mezcla tímbrica orquestal. El lector que
quiera dedicarse a la composición podrá tener en cuenta estos conceptos y hacer sus
propias mezclas. Por ejemplo, durante el clasicismo resultaba muy usual doblar con el
oboe a la trompa, obteniendo una sonoridad característica (figura 9.5, pista 43).
Antiguamente nadie osaba doblar a la quinta o a la tercera mayor (dos octavas
por encima) porque estos sonidos a veces se desvían de la tonalidad base como se ve
en la parte derecha de la figura 9.4, pero apenas se sabía nada sobre armónicos ni
física por aquel entonces. Tampoco se usaba la politonalidad, pero hoy en día esas
cosas ya están superadas y, como bien puede comprobar el lector, la citada secuencia
suena perfectamente bien, pese a ser politonal, por tratarse de armónicos.
Exhortamos, pues, a que estos recursos se usen sin temor.
Hay otras costumbres como doblar los violonchelos y contrabajos a la octava
(figura 9.5), unísonos de los primeros y el fagot, y muchas cosas más pero, abundando
una vez más en lo de siempre, hay que decir que esto no es un libro de
instrumentación sino que sólo trata de ver el porqué de las cosas con lo que remitimos
al lector a dichos tratados si desea ampliar estos conocimientos.
124
9.6 Sonidos no emitidos por tubos ni cuerdas
125
Fig. 9.7: Espectros dinámicos de un timbal (izquierda) y un tam-tam (derecha).
126
9.7 Del espectro discreto al continuo. La transformada de Fourier
127
CAPÍTULO 10
Más allá de la tonalidad
128
La característica fundamental psicológica de estos acordes se desprende de
todo lo dicho. Por un lado son levemente disonantes y al faltarles la tercera su
modalidad es ambigua, careciendo de la contundencia de un acorde mayor o menor.
Estos acordes pueden generar sus propias modulaciones, que se producen al
realizar progresiones. Ya se ha dicho que, para completarse, necesitan tener su
fundamental cerca de la nota negativa (Fa en Do mayor) en la secuencia Fa, Do, Sol,
Re, La, Mi, Si por lo que, a medida que avanza la progresión, aumenta la probabilidad
de que su tercera nota no pueda caer dentro de la tonalidad en que se inició; con
mucha mayor razón si empleamos cuatríadas o acordes de más notas. En ese caso, la
última nota habrá que sacarla fuera del tono original y se producirá la modulación
forzosa, a no ser que se introduzca un tritono, cosa poco aconsejable si se desea
mantener la sonoridad de estos acordes. En la figura 10.2 se ven dos de estas
progresiones (pista 47). En la primera de ellas, que es de acordes por quintas
separados por terceras, el cuarto de ellos se ve obligado a modificar el Fa para evitar
el tritono. En la derecha vemos otra progresión semejante de acordes por cuartas y, en
este caso hay modulación brusca a dos bemoles.
Estos acordes no admiten inversiones excepto la suya natural que las convierte
de cuartas a quintas y viceversa. La razón es que se pierde su sonoridad
característica, a no ser que sea eso lo que se pretende. Como vemos, la inversión
produce intervalos de segunda y eso merece ser tratado aparte más adelante.
Por su ambigüedad y facilidad de paso a diferentes tonalidades son la puerta al
sistema que se verá en el apartado 10.3.
129
10.3 Sistemas atonales. Dodecafonismo
33
En música se entiende por dinámica el volumen del sonido, que va desde piano (baja intensidad) a
forte.
130
como vemos, no tiene un final convincente. En la rueda de quintas se pueden inscribir
dos hexágonos, por tanto hay sólo dos escalas hexacordales posibles.
La escala triangular formada por distancias de dos tonos es un hijo de la
hexacordal, pues es ella misma, en la cual aparece una nota sí, otra no. La cuadrada
no es otra cosa que un simple acorde de séptima disminuida, no siendo de excesivo
interés usarla en solitario puesto que, además, sus tritonos están invitando a resolver.
No resulta un recurso especialmente potente, excepto cuando se aprovecha su
carácter atonal para ser usado dentro de un marco tonal como elemento de
modulación hacia tonos lejanos. Esto es especialmente interesante si se combina con
sus escalas homólogas. En la figura 5.2 se aprecia que en el círculo se pueden
inscribir tres cuadrados, por giro de 30 grados, y eso quiere decir que solamente hay
tres escalas posibles de este tipo. Al no haber jerarquías, cada escala es atonal en sí y
la música puede moverse de una a otra sin necesidad de acordes de enlace excepto la
propia séptima disminuida que define, tal como se dijo en 6.6, cada séptima
disminuida puede derivar a una tonalidad lejana, y si se unen las escalas cuadradas es
posible usarlas como bisagra para aparecer en cualquier tonalidad. Por tanto, las
escalas cuadradas tienen la peculiaridad de ser ambivalentes, es decir, que pueden
ser tanto atonales como tonales. Existe un símil químico con los jabones. Las
moléculas pueden ser polares o no polares; en el primer caso son sales y se disuelven
bien en el agua mientras que en el segundo no se disuelven en agua pero sí lo hacen
en disolventes orgánicos. La molécula de jabón tiene una parte polar y otra no polar;
con la parte no polar atrae las grasas y las obliga a disolverse en agua a través de su
parte polar. Lo mismo pasa con las escalas disminuidas de las que hablamos.
Y nos queda finalmente una importante escala que usa intervalos de semitono,
y que recibe el nombre de escala cromática, representada en la rueda de quintas por
el dodecágono. Esta escala está formada con doce sonidos en un sistema temperado
y crea un recurso muy importante conocido como sistema dodecafónico (de
dodeca=12), que fue introducido por el compositor Arnold Schönberg a principios del
siglo XX. Este sistema usa como base la escala cromática y emplea sus doce sonidos
para las melodías y armonías. Visto así, la tonalidad y cualquier otra escala posible,
sería un caso especial del sistema dodecafónico, si no es porque éste tiene unas
normas que lo apartan de cualquier tipo de tonalidad o modalidad, encuadrándolo
inconfundiblemente dentro de un marco atonal.
La música dodecafónica ha sido injustamente vilipendiada por ser confundida
con la música a la cual yo llamo “música marrón”, consistente en una agrupación
caótica de sonido. Por el contrario, el dodecafonismo es un recurso interesante que ha
sido explotado por compositores como Béla Bártòk en obras como Música para
Cuerda Percusión y Celesta y que también se usa en el cine. Aunque la armonía es
libre, con la condición de no formar acordes tradicionales y mantener así su carácter
atonal, las líneas melódicas están extremadamente trabajadas cuando esta técnica se
une al serialismo, fundamentado en las leyes del contrapunto, y que emplea recursos
como aumentar un tema o disminuirlo, invertirlo o rescribirlo a espejo (conocido como
movimiento retrógrado). En esta técnica, existe un motivo musical central, que es el
que se denomina serie (de ahí su denominación), y se construye a partir de las doce
notas cromáticas, sin que se reconozcan escalas mayores, menores o modales. Dicha
serie se va utilizando en las diversas voces de la manera antes explicada. Para más
información se recomienda consultar libros especializados. Desde el punto de vista
psicológico es bueno para la creación de atmósferas tensas y angustiosas, películas
de terror, etc. Puede el lector escuchar la pista 49, en donde he incluido un pequeño
fragmento dedicado al dodecafonismo serial de mi suite Las Eras de la Música.
Si el dodecágono gira 30º se queda igual que estaba, por lo que sólo existe una
única escala cromática.
131
10.4 El cluster: racimos de notas
Se ha elegido una flauta para que los choques sean menores y se ha bajado su
intensidad para simular que son armónicos. La sonoridad no deja de ser dura debido a
que no son armónicos reales sino que estos sonidos instrumentales, a su vez, tienen
los suyos propios. La escala del bajo es, no obstante, perfectamente nítida. El
fragmento se podría definir como una “tonalidad áspera”.
En las escalas naturales los clusters se pueden considerar todos ellos como
acordes de decimotercera en diversas inversiones ya que éstos se componen de todas
las notas de la escala. Por el contrario, en las escalas atonales como la cromática o
hexacordal, resultaría artificioso tratar de encontrar un acorde del cual el cluster sea su
inversión. Simplemente le llamaremos cluster a secas.
Es de esperar que en la composición actual los clusters no se sitúen en la zona
armónica sino en cualquier lugar, pero, de alguna manera, y por el fenómeno de
reconstrucción del fundamental a partir de sus armónicos, el oído detecta en los
clusters un sonido muy grave que produce su efecto psicológico de oscuridad y
misterio, a no ser que su frecuencia se sitúe en el rango infrasónico. Si los clusters
están producidos por instrumentos ricos en armónicos como la trompeta, por ejemplo,
las disonancias son extremadamente duras y pueden llegar a cansar y aturdir. Aunque
puede que ciertos sectores no teman caer en ello, un compositor responsable debería
medir bien este recurso si lo que desea es convertir su estilo contemporáneo en algo
interesante y de calidad.
Añadamos una tercera voz a los clusters de flauta recién hechos, consistente
en un oboe formando politonalidad con el bajo como voz superior a dos quintas de
distancia (Re mayor contra Do mayor en el bajo), que resulta ser el quinto armónico
con lo que se rellenan huecos sonoros y mejora aún más (figura 10.5 y segunda parte
de la pista 50).
132
Fig. 10.5: Clusters con politonalidad.
133
igualmente desligada e ilógica. Otro con escritura ligada al cien por cien creará una
música obsesiva y atenazada, sin libertad.
La música blanca presenta un aspecto caótico y la browniana reducida a meras
escalas, pero ninguna de ambas posee un valor estético aceptable. Lo mismo que en
grafología se dice que la escritura óptima tiene un cierto porcentaje de desligada
(ilógica), una melodía deberá regirse por los mismos principios, si es que nos
queremos adaptar al funcionamiento normal de un cerebro sano. En el caso que
tratamos, si sobre una música browniana practicamos de vez en cuando una serie de
saltos aleatorios, propios de la música blanca, obtendremos unas melodías mucho
más estéticas que sus extremos blanco y browniano. En la figura 10.7 se ha diseñado
una melodía aleatoria híbrida, mezclando los conceptos de música blanca (ruido) y
señal (browniana).
Los tres ejemplos, blanco, browniano e híbrido pueden escucharse en la pista 51. La
melodía híbrida propuesta, no es precisamente una obra maestra, pero tiene mucho
mayor valor estético que sus compañeros blanco y browniano.
Quizá uno de los mayores problemas de la música de nuestro tiempo radique
en su crecimiento silvestre a espaldas de todo principio científico que podría haber
arrojado luz sobre un nuevo tipo de estética y no sobre el axioma de la validez de
cualquier cosa. Existen sistemas, más o menos esotéricos, que usan unas tablas de
doble entrada, siendo una de ellas la duración (en negras, blancas, corcheas, etc.) y la
otra las alturas de una secuencia de notas obtenida aleatoriamente. Aún valorando el
esfuerzo, este sistema resulta caprichoso y no obedece a ningún fundamento científico
excepto el de la mera ocurrencia bajo un aspecto aparentemente formal, pues no se
basa en ningún fenómeno tanto físico como fisiológico o neurológico, ni tampoco se
sustenta en investigación alguna. Los conservatorios tampoco ofrecen alternativas
académicas.
Por el contrario, el principio de relación señal/ruido podría ser un buen baremo
para plantear la composición actual, pues es un campo que repercute en muchos
aspectos de la vida cotidiana, incluido el arte y el funcionamiento del cerebro.
Este principio es particularmente interesante en el campo de la electrónica, que
analizaremos después, puesto que su estética llega a apartarse notablemente de los
conceptos clásicos de la música.
En el siguiente apartado analizaremos el caso de la música blanca cuando se
armoniza de una manera semejante, obteniendo una música aleatoria tanto en lo
horizontal como en lo vertical.
134
que se halla sometido, lo que ha dado lugar a algunas terapias. El cerebro emite
cuatro tipos de ondas que son de tipo ruidoso, es decir, aperiódicas. Pese a ello, se
pueden reconocer algunas frecuencias aproximadas que, si bien no corresponden a
sonidos senoidales, pueden considerarse ligeramente marcadas. Bajo estas premisas
veamos el siguiente cuadro:
34
Deberá disponer de un equipo de sonido con una buena reproducción de graves.
135
El abuso del recurso de la música aleatoria encierra un peligro fisiológico desconocido
y que se está practicando hoy en día en numerosas salas de conciertos. El hecho se
basa en la primera propiedad del cerebro de adaptarse a determinados estímulos.
Cuando un cerebro está inmerso día y noche en música aleatoria, se vuelve ilógico, al
igual que ella y procede exactamente igual que cuando se somete a una grafoterapia.
Si bien es cierto que en muchas ocasiones un artista no necesita demasiada lógica
para salir adelante en la vida, otras personas que se hayan adaptado a este tipo de
música pueden sufrir las consecuencias de ésta en aspectos de su vida que necesiten
de la lógica. Alguien adaptado a esa música rechazará sistemáticamente cualquier
intento de razonamiento puesto que no puede seguir ningún proceso de concatenación
intelectiva, y presentará dificultades al tratar de resolver problemas matemáticos o
lógicos. Lejos de querer hacer una crítica, sino un simple descripción psicológica, hay
que decir que quienes componen habitualmente este tipo de obras poseen una mente
vaga e imprecisa en cualquier otro aspecto extramusical de su vida, e incluso su modo
de expresión se tiñe de esa misma característica.
Se dice en medicina que no existen venenos sino la proporción en la que se
toma una determinada sustancia. Por ejemplo, es posible ingerir arsénico o cianuro sin
que pase nada. Los efectos letales de estos productos se manifiestan cuando la
proporción es la inadecuada. Lo mismo sucede con la música caótica que, en sí, no es
letal para la lógica cerebral, sino la proporción en la que se usa. El uso constante de
música aleatoria pura también puede conducir hacia ciertas neurosis obsesivas contra
los acordes y la tonalidad, rechazando hacer cualquier otro tipo de música. Privado el
cerebro del arma de la lógica, se crean círculos viciosos en donde cuanto más se
escucha la música aleatoria, más ilógica se vuelve la persona y, por consiguiente, más
adicta al caos. Este recurso debería ser usado con mucha precaución y sin caer en el
fanatismo. También sería importante realizar un estudio serio psicológico sobre las
curvas de respuesta del cerebro ante diferentes relaciones señal/ruido e investigar
sobre este nuevo tipo de estética con el aplomo y el rigor científico que necesita y no
como hasta ahora, que no se le ha prestado la debida atención.
Pasando al ejemplo práctico, en la pista 53 se han incluido ejemplos de
músicas con diferentes relaciones señal/ruido. En estos casos resulta difícil de
cuantizar precisamente por la falta de investigación sobre formas contemporáneas,
pero un reducido número de personas concluyeron que existía una relación crítica
señal/ruido y que la música menos grata era instrumental, atonal, pero con pequeñas
pinceladas de señal que no acababa de definirse, con el consiguiente desconcierto de
quienes la escuchaban. Por el contrario, sonidos electrónicos decididamente ruidosos
en lo que a su espectro se refiere (no a un volumen particularmente alto) parecían
causar más aceptación. Finalmente, una música con más señal, esto es, más cercana
a las reglas del clasicismo y la física armónica era más fácil de desentrañar y obtuvo
mejor puntuación. En ésta se incluyeron elementos de música celular, de la que
hablaremos a continuación y que, al estar más emparentada con dichas reglas,
definían un mayor nivel de señal.
Este es, sin duda, un curioso tipo de música y que he escuchado en pocas
ocasiones. Básicamente consiste en un tipo de música aleatoria pero consonante. Se
fundamenta en la técnica de celdas modales simples vistas en el párrafo 7.6 pero
distribuida esta vez al azar en lugar de seguir la pauta de un polígono regular. Cada
celda se encuentra en una determinada tonalidad o modalidad, con lo que no es
especialmente disonante, a diferencia de otros tipos de música aleatoria. Baste para
ello decir que dentro de cada celda puede existir incluso, un acorde mayor o menor,
con lo que la consonancia sería total.
Vemos que es, en efecto, relativamente aleatoria puesto que no existe ninguna
relación lógica de una celda con la siguiente. Por ejemplo, podrían sucederse
armonías de Do mayor, Fa# mayor, Si bemol menor, Re mayor, La bemol menor, La
mayor, etc. No existe justificación alguna entre un acorde y el siguiente produciendo
136
una armonía consonante pero inconexa desde el punto de vista físico estudiado a lo
largo de este libro. Las células armónicas pueden ser muy cortas con lo que la melodía
se mueve de forma errática por todas las tonalidades engendrando en realidad una
escala dodecafónica atonal en el sentido de su definición, es decir, que no existe un
centro preferente donde cadenciar. El efecto psicológico que produce depende de la
duración y la habilidad del compositor a la hora de controlar el efecto final. Cuando la
obra es corta el efecto es positivo porque no castiga con la disonancia y la persona se
muestra bastante tolerante a ella. Por el contrario, si se prolonga en el tiempo, la falta
de cohesión comienza a producir una completa indiferencia, es como un cilindro
apoyado en el suelo sobre una generatriz: el objeto rueda pero siempre parece estar
en la misma postura pues todas ellas son indiscernibles. En este caso, la música
celular tiene un efecto negativo sobre el cerebro y suele terminar en el aburrimiento
por falta de estímulo ni de dirección hacia la que moverse. No hay ningún vector en la
música que trace una ruta. Ante una hipotética composición en donde se hubiera
abusado de este recurso una persona normal creería que su autor podría ser
demasiado inmaduro como para pretender transmitir algo concreto. Posiblemente
sería la piedra angular que buscaba aquel señor de los algoritmos del que hablamos
en la introducción, una música que no produciría ningún efecto al igual que el
elemento neutro de una operación matemática35.
En la pista 54 se ha detallado un fragmento celular. Se puede comprobar que el
recurso no es malo en sí, siempre que no se abuse de él o se sepa usar con destreza.
Aplicando los conceptos de la teoría de la información, un pequeño fragmento de esta
música puede contener su parte de señal y ruido pero si es largo, el exceso de
parecido hace que comience el fenómeno que se denominó redundancia, aparentando
que el autor nos repite su discurso una y otra vez.
35
En una suma el elemento neutro es el cero. Cualquier número al que se suma cero resulta inalterado.
En el producto el neutro es el uno; cualquier número multiplicado por uno es él mismo.
137
que les hace más receptivas y condescendientes con lo que el compositor ofrece. Sin
ir más lejos, el propio Mahler hizo un proceso de ensuciado en su cuarta sinfonía,
tratando de imitar un ambiente teatral sórdido en donde aparece un violinista callejero,
bohemio y completamente bebido. El solo de violín debe imitar ese efecto de
desafinado, propio de un intérprete ebrio, por lo que se procede a ensuciar la obra. En
este proceso aparece el reto de dar a entender al espectador la escena que se
describe y que sólo un artista genial, como lo fue Mahler, pudo llevar a cabo
satisfactoriamente.
Cuando el ensuciado es torpe y da lugar a equívocos, un intérprete debería
negarse a interpretarlo, pues el espectador puede confundir fácilmente una obra mal
planteada con un pésimo intérprete.
10.9 Electroacústica
141
! Sonido 10: pista 55.
Para realizar la valoración estética, cada fragmento debe ser puntuado de cero
(disgusto total) hasta 10 puntos (aceptación plena). El resultado estadístico dispuso en
forma de diagramas de barras y posteriormente se pasaron a curvas para poder
compararlos en una misma gráfica. Para poder realizar un estudio comparativo
coherente de las diferentes muestras, sería menester establecer su relación
señal/ruido y ubicar la muestra en la figura 8.5. A diferencia de lo que sucede en teoría
de la información con las secuencias de datos, asignar un valor numérico a nuestras
muestras, y en general a cualquier expresión de arte, es algo prácticamente imposible
debido a la gran cantidad de variables y parámetros en juego. Esa es una de las
razones por las cuales hay que recurrir a estadísticas y también el fenómeno de la
dispersión de datos, algo ausente en teoría de la información. La dispersión de datos
se produce, tal como se explicó en el apartado 8.1, a la falta de unanimidad de los
distintos observadores, que actúan con criterio propio característico de su condición de
persona y no de máquina. Además, como veremos, en el estudio de una serie de
muestras se superponen diferentes aspectos que analizaremos debidamente.
Daremos una aproximación de la situación de la muestra en el diagrama de la
figura 8.5 evaluando su cantidad de ruido y señal. El primer estudio ya se ha
consignado en 8.6, y se refiere a la diferencia entre una portadora de primer orden
(muestra de la pista 36) y otra de orden mayor (pista 37). Ninguna de las dos ha
obtenido buena calificación pero la portadora de primer orden ha sido la peor casi por
unanimidad. La razón es simple: un sonido puro mantenido es totalmente predecible y
la información que contiene es nula por lo que su valor musical es igualmente nulo. En
cambio, la muestra de la pista 37 tiene mayor riqueza y produce mayor dispersión en
las opiniones. Ordenemos ahora las muestras según la cantidad de señal o ruido que
contengan.
El orden es el siguiente:
pista 58 pista 59
142
similares, que son las pistas 58 y 59. El resultado estadístico fue muy similar (figura
10.8), lo que demuestra que los sujetos de experimentación supieron identificar
perfectamente dos muestras con una relación señal/ruido semejante.
Es evidente que la pista 36 es una portadora de primer orden y que deberá
ocupar la relación S/R más alta. La pista 54 ocupa el siguiente lugar puesto que tiene
un nivel tenue de ruido, consistente en desligar las relaciones armónicas entre las
diferentes celdas. Un paso más de ruido creará mayor nivel de disonancia pero
conservando estructuras rítmicas y una cierta relación secuencial entre notas, es decir,
que contiene crescendos y decrescendos, y puntos similares con la música browniana,
tal como se dijo en 10.5 (música aleatoria). Rompiendo algo más estas relaciones, las
muestras se aproximan hacia el punto problemático de la figura 8.5 y obtenemos la
primera muestra de la “música marrón”, como la he llamado (pistas 59 y 57). Nótese
que, para diferenciarlas, y dado que la densidad sonora de ambas es muy diferente,
les he añadido el calificativo de “claro” y “oscuro”. De las dos, la segunda muestra
tiene un aspecto más caótico y, por consiguiente, es más ruidosa. Tal como ya se ha
dicho en 10.9, se conserva una señal de notas discernibles debido a los instrumentos
acústicos y se sitúa en la peor relación S/R. A este aspecto se superpone otro,
referente a la predictibilidad de la señal. Ciertamente las notas se suceden en forma
azarosa pero, precisamente es ese azar el que hace que el oyente sepa con certeza
que la siguiente nota será tan arbitraria como la anterior y generará una portadora de
orden superior. El resultado es una cantidad de información deficiente, y su curva
estadística, la número 5, tiene una calificación mala.
En la figura 10.9 se pueden ver las distintas curvas y cómo un ruido creciente
hace decrecer su calidad al aproximarse a la relación crítica.
efectos
naturales
electrónica
celular
aleatoria
“marrón claro”
portadora “marrón oscuro”
6
1 3
5 7
2
4
Ahora vamos a subir el ruido aún más haciendo que los timbres sonoros de
instrumentos tradicionales no sean reconocibles como tales. Eso es fácil recurriendo a
143
la electroacústica, obteniendo la muestra de la pista 60. Una vez más se superponen
aquí conceptos diferentes. La pista 60 y la 35 son ambas electroacústicas, pero la 35
obtuvo en la figura 8.6 un mal resultado, mientras que la 60 (curva 6 de la figura 10.9)
ha sido mucho mejor aceptada ¿por qué? El propio lector podría deducirlo fácilmente:
la pista 60 es monótona, tiene muy poca información y posee características de
portadora, mientras que la 35 se presenta mucho más variada (con más ruido en
relación a la pista 60) y está más cercano al máximo de calidad de la figura 8.5.
Finalmente se ha optado por eliminar por completo las frecuencias reconocibles
como notas musicales y aparece una pista con sonidos naturales, físicamente ruido,
que obtuvo la máxima aceptación (curva 7). Además, a esto puede sumarse el efecto
relajante que este tipo de sonidos causan en los organismos vivos.
Hemos visto en todo este desarrollo lo entremezclado de los conceptos. Eso
sucede porque cada magnitud física puede generar su propia serie de relaciones
señal/ruido, es decir, la armonía, el ritmo, el timbre, etc. Como norma general se ha
visto en las estadísticas que la monotonía equivale a una portadora y que las señales
que se mueven poco tienen poca información y tienen poca aceptación.
Pero queda algo interesante, relacionado con una relación señal/ruido crítica,
normalmente producida por la interferencia de dos señales poco compatibles
(recuérdese el ejemplo del conferenciante del apartado 8.4). Se trata de una música
“sucia” que ha sido especialmente diseñada para que esté en la relación crítica. El
resultado de la estadística reveló que el público quedó desconcertado (figura 10.10)
con un resultado global negativo pero sumamente dividido entre lo malo y lo muy malo,
con una pequeña fracción que pensó que era interesante. La razón se debe a que se
está dando en esta muestra una de cal y otra de arena. Parece que la base es
coherente, se trata de música tonal que “chirría” de vez en cuando, terminando en un
acorde mayor. Los sentimientos del oyente oscilan entre la aceptación y el rechazo y
le resulta difícil evaluar qué ha pesado más, si lo positivo o lo negativo.
De la figura 10.9 parece desprenderse que la peor música es la “marrón
oscuro” (descartando, naturalmente el pitido de la pista 36, que se ha introducido nada
más que por motivos de control). Eso es completamente cierto si la tónica de la obra
es similar de principio a fin, pero no del todo cierto si es solamente un fragmento. Es
decir, que la calidad de una música depende mucho de todo lo que ocurrirá a lo largo
de un desarrollo prolongado. En nuestro experimento hemos tenido que optar por
muestras cortas para no cansar a los voluntarios pero, por ejemplo, si una música con
aceptación, como la celular, se prolongase durante mucho tiempo, acabaría por caer
música sucia en la monotonía decayendo su
calificación ostensiblemente. Si una
música como la marrón oscuro ocupase
una fracción pequeña de una obra más
larga, mejoraría su situación porque
dejaría de ser tan monótona y
predecible; añadiría información, en
otras palabras.
En el pico máximo, óptimo de la
fig. 8.5 se situaría la música clásica
tradicional, pero eso no quiere decir que
Fig. 10.10: Estadística sobre música “sucia”. una música tonal sea siempre buena ni
mucho menos. Las hay pésimas y son,
además mucho más fáciles de juzgar que las atonales. Para una composición tonal
rezan los mismos principios y, pese a cumplir normas estéticas, puede que no
transmita ninguna información, que no aporte absolutamente nada nuevo, y que esa
falta de información haga que sea poco o nada aceptada por el oyente. Lo que sucede
es que una música atonal, por su condición disonante y difícil, será mucho más
criticada si no es buena, y necesita un tratamiento mucho más cuidadoso que la tonal,
lo cual no suele suceder en muchos casos.
144
10.13 ¿Lo sublime es parametrizable?
Hemos tratado los principios físicos del sonido que hacen que un sonido sea
duro o fácil al oído, el desarrollo a lo largo del tiempo producido por resoluciones y
progresiones armónicas. Son centros de referencia donde el oído tiende a sentirse
más cómodo o entender un discurso lógico. También nos hemos adentrado en formas
más atrevidas y modernas en donde al parecer, la teoría de la información juega un
papel importante a la hora de decidir si la música transmite o no algo.
Todo esto constituye un material básico en donde asentar el arte de la música;
es lo mismo que juzgar a un buen intérprete y diferenciarlo de otro malo. Al menos
debe cumplir una serie de condiciones sin las cuales no se puede construir una obra
de arte. Un buen intérprete no debe desafinar, debe sacar un timbre hermoso a su voz
o al instrumento que toca y tiene que poseer una técnica que le impida cometer
errores, tanto rítmicos como dar notas equivocadas. Pero hay algo más, consistente
en la transmisión de algo intangible, de naturaleza si se quiere espiritual, que provoque
sentimientos profundos en el oyente. Puede que un cantante de voz privilegiada y
técnica impecable sea incapaz de transmitir eso y acabará por aburrir. Ciertamente
también se puede aplicar la teoría de la información, aunque esta vez lo que se exige
no son meros elementos sonoros originales que eviten la monotonía, sino la emisión
de otro tipo de información, mucho más sutil y difícilmente plasmable en números o
fórmulas matemáticas: es la
comunicación de una vivencia mental,
psicológica. Hay tendencias actuales
(recordemos la anécdota de los
algoritmos) que desprecian por completo
estos aspectos y los califican de
“anticuados”. En ese caso lo sublime
sería por completo parametrizable ya que
ni siquiera existirá semejante concepto
de “sublimidad”, relegándose a simples
ondas transmitiéndose por el aire sin
finalidad alguna. En ese caso no hacen
falta normas, ni siquiera público,
simplemente el autor de la obra.
Volviendo a nuestro punto de
Fig. 10.11: Fractal del conjunto de Madelbrot
vista anticuado, parece que lo sublime no
se puede reducir fácilmente a
ecuaciones. Sí es cierto que cualquier música se puede contemplar en su lado físico
como ondas más o menos complicadas y de esta manera reducir matemáticamente
hasta la obra más profunda, espiritual y grandiosa. Yo mismo tengo en varios CD ROM
las obras de pintura más excelsas de la humanidad, tomadas de los museos más
importantes del mundo, y reducidos a una secuencia de ceros y unos. La obra musical
más excelsa, interpretada por el mejor director de orquesta de todos los tiempos se
reduce igualmente a una secuencia de ceros y unos. Pero no es eso lo que significa
parametrizar lo sublime, ya que su verdadera misión no es la de digitalizar a posteriori
lo ya hecho sino crear desde cero la belleza, lo que implicaría conocer la descripción
matemática de ésta. Hay algunos estudios sobre el segmento áureo y las series de
Fibonacci, pero esto es lo mismo de lo que hablábamos antes, es un sustrato sobre el
que construir, no el reflejo de la belleza misma. Desde luego hay estudios sobre
fractales, innegablemente bellos y que parten de una función matemática muy
concreta (ver figura 10.11) pero aún no parece suficiente comparar un efecto físico
estético con la honda impresión causada por una sinfonía o una misa de requiem.
Quizá algún día pueda determinarse esto pero, hoy por hoy no existe ninguna fórmula
que, supliendo a la genialidad del artista, permita a un compositor hacer esa música
que deja huella. Si se consigue algún día no cabrá duda de que nos habremos
adentrado en uno de los misterios más profundos de la existencia: el origen y la
naturaleza misma de la consciencia, el fundamento mismo del alma humana.
145
Apendice A
1. Suma de dos ondas
ψ (t) = exp( j2πν1t) + exp( j2πν 2t) = exp( jπν1t) ⋅ exp( jπν1t) + exp( jπν 2t) ⋅ exp( jπν 2t)
Ahora vamos a hacer una operación invariante en cada sumando del segundo
miembro multiplicando y dividiendo por la misma cantidad:
ψ (t) = exp [ jπ(ν1 + ν 2 )t] exp [ jπ(ν1 − ν 2 )t] + exp [ jπ(ν 2 + ν1 )t] exp [ jπ(ν 2 − ν1 )t] =
= exp [ jπ(ν1 + ν 2 )t] exp [ jπ(ν1 − ν 2 )t] + exp [ jπ(ν1 + ν 2 )t ] exp [ − jπ(ν1 − ν 2 )t] =
= exp [ jπ(ν1 + ν 2 )t]{exp [ jπ(ν1 − ν 2 )t] + exp [ − jπ(ν1 − ν 2 )t ]}
Pero la cantidad que está entre llaves es, según la ecuación de Euler, el coseno:
y sustituyendo:
ν + ν2 ν −ν
ψ (t) = exp 2 jπ 1 t ⋅ cos 2π 1 2 t ,
2 2
ν1 +ν 2
quedando demostrado que hay una onda portadora e
2 jπ t
modulada por cos 2π
ν1 − ν 2
2
t
2
2. Índice de consonancia
146
ν1 + ν 2
σ= ,
ν
ν1 = a ⋅ ν; ν 2 = b ⋅ ν (A1)
ν1 + ν 2 aν + bν
σ= = =a+b. (A2)
ν ν
ν1 − ν 2 aν − bν ν
νm = = = (a − b) .
2 2 2
En cuanto a la portadora:
ν1 + ν 2 aν + bν a +b
νp = = =ν . (A3)
2 2 2
Ahora falta deducir cuál será el periodo de la onda modulada resultante. Para la
onda H1, que podemos representar mediante su forma de coseno: cos(2pn1t), se tiene
que su periodo termina cada vez que el argumento del coseno es múltiplo entero de
2p. Esto define unos intervalos de tiempo a partir de los cuales los valores se vuelven
a repetir cíclicamente. Es decir: 2πν1t = n1 2π → ν1t = n1 , donde n1 es un número
entero cualquiera que denota el número completo de periodos transcurridos. De esta
ecuación se deducen una serie de valores discretos del tiempo para los cuales la onda
vuelve a repetirse. Por otro lado, para la otra onda, que tiene su propio periodo,
también se podrá decir que ν 2t = n2 , siendo n2 otro número entero también, y que
definirá, a su vez, aquellos valores del tiempo para los cuales la segunda onda se
repite. Esto se expresará como:
n1
t= = n1T1
ν1
(A4)
n
t = 2 = n2T2
ν2
La onda modulada resultante deberá ser tal que haya coincidencia de los valores de
ambos periodos (figura A.1) y para el mismo valor de t, es decir, que igualando las
ecuaciones (A4) se tiene que en la onda resultante deberá verificarse que:
igual a su vez al periodo de la resultante Tr. Y teniendo en cuenta las relaciones (A1)
ν1 = a ⋅ ν; ν 2 = b ⋅ ν :
147
T2 ν aν a
n1 = n2 = n2 1 = n2 = n2
T1 ν2 bν b
que muestra el número de veces (n1) que el periodo 1 entrará en n2 periodos del 2.
Para que esta ecuación resulte compatible hay que tener en cuenta que los n deberán
ser números enteros y que a y b son indivisibles. Si fueran divisibles significaría que
habríamos tomado dos armónicos que forman
un intervalo que ya estaría en un lugar más
H1 bajo. Por ejemplo, 9/6 corresponde a la quinta
G4D5, cuando el intervalo de quinta ya está
T1
más abajo como C4G4 y con relación 3/2 que
resulta de simplificar 9/6. Por tanto, siendo a y b
H2 indivisibles, la única posibilidad es que sea
T2 n2 = b , con lo que n1 = a .
En el ejemplo de la figura A.1 sen ha
puesto dos ondas cuyas relaciones de
frecuencias son 5/2. En ese caso a = 5, b = 2,
con lo que n1 = 5, n2 = 2. Para construir el
periodo resultante hay que colocar cinco
Fig. A.1 periodos de H1 contra 2 periodos de H2, como
se muestra en la figura. En la onda resultante se ve con claridad que ambas ondas
coinciden cuando se apilan de esta forma y que ése será el periodo de la resultante.
De la ecuación (A5) sacaremos dicho periodo:
Tr = aT1 = bT2 ,
ν1 ν 2 aν bν
νr = = ; νr = = =ν, (A6)
a b a b
o bien:
Tr = T
1 1 a+b T a+b
= → = ,
Tp T 2 Tp 2
T
σ = a +b = 2 , (A7)
Tp
148
Representando el doble de la relación entre el periodo de la onda resultante y el de la
portadora. Este índice reúne dos conceptos aparentemente diferentes. El primero, que
se desprende de (A7) es el número de periodos de la portadora que entran en un
periodo de la resultante, pero visto de esta otra manera:
1
T = σTp
2
mide la longitud aparente del periodo. Si tenemos varios intervalos diferentes pero
todos ellos con la misma longitud de su portadora Tp, al ser común Tp para todos
ellos resulta que la longitud de la resultante es proporcional a s. En este caso el índice
s mide la longitud del periodo de la onda modulada resultante.
Aunque ambos conceptos son diferentes tienen la misma expresión
matemática con lo que el índice de consonancia nos sirve para los dos.
3 9 27 81 243
1, , , , , .
2 4 8 16 32
Sabiendo que el Fa es una nota “negativa”, tenemos que añadir a esta serie una
quinta descendente:
2 3 9 27 81 243
, 1, , , , , .
3 2 4 8 16 32
Ahora falta ordenar los sonidos y dejarlos todos en la misma octava. El Fa hay que
subirlo una octava, por lo que habrá que multiplicar por 2 la fracción, quedando 4/3.
Hay que bajar una octava (dividir por 2) los sonidos:
9 27 9 27
y , es decir: y ,
4 8 8 16
81 243
y .
64 128
I II III IV V VI VII
9 81 4 3 27 243
1, , , , , ,
8 64 3 2 16 128
Para ver las relaciones de frecuencia entre una nota y su anterior dividiremos ambas
fracciones (segunda partido por primera):
149
9 27 /16 9
I-II → V-VI → =
8 3/ 2 8
81/ 64 9 243/128 9
II-III → = VI-VII → =
9/8 8 27/16 8
4/3 256 2 256
III-IV → = VII-I → =
81/ 64 243 243/128 243
3/ 2 9
IV-V → =
4/3 8
150
Apendice B
1. Cálculo de diferencias frecuenciales.
a a
X ' = X; X '' = X ' ,
b b
de donde:
a2
X '' = X.
b2
Siguiendo de forma análoga construyendo las subsiguientes notas X’’’, Xiv, etc., se
tiene que para la n-ésima nota:
an
Xn = X.
bn
Cuando se traza el segundo camino con intevalos diferentes y cuya relación es,
digamos c/d, se alcanza una nota Ym de valor:
cm
Ym = X,
dm
ν 2 X n a n / bn
ε= = = . (B1)
ν1 Ym cm / dm
δ = ν 2 − ν1 = ν1ε − ν1 = ν1 ( ε − 1) (B2)
Cuando e es mayor que la unidad significa que la frecuencia de la nota final obtenida
por quintas es mayor que la obtenida por el segundo camino y el resultado d será
positivo. Si es menor que la unidad, será negativo y entonces n1 >n2. Para unificar
criterios, es costumbre dar la relación de frecuencias como la mayor partida por la
menor. Como a veces no se sabe a priori cual será mayor de las dos, si e nos diese
menor que la unidad, bastará invertirlo para obtener la relación correcta.
151
1.1 Cálculo de la diferencia entre semitono diatónico y cromático.
Vamos a calcular la distancia entre una nota X y su nota alterada sostenida X#.
El primer camino lo haremos subiendo 7 quintas por un lado y 4 octavas por el
segundo camino con lo que n=7 y m=4. La expresión correspondiente será:
37 / 27 37
εcr = = 11 ,
24 2
que es la relación buscada. Para que no resulte tan abstracto, podremos un ejemplo
con notas concretas. Partiendo de la nota Fa1, al ascender 7 quintas nos situamos
sobre la nota Fa#5. Subiendo 4 octavas a partir de Fa1 obtenemos Fa5, de lo que
resulta la relación Fa5−Fa#5. Comparemos este intervalo cromático con el semitono
diatónico, para lo cual se puede simplemente subir 5 quintas por un lado (ejemplo de
Do1 a Si3) y por el otro 3 octavas (ej. Do1 a Do4), siendo ahora n=5 y m=3. Como Do4
está por encima del Si habrá que invertir e para obtener un número mayor que la
unidad.
23 28
εd = = ,
35 / 25 35
y comparando ambos:
37
ε 11 37 35 312
ηp = cr = 2 8 = 11 8 = 19 = ε p , (B3)
εd 2 2 2 2
35
52 / 4 2 2 ⋅ 52 52
εcr = = 2
= ,
3/ 2 3⋅ 4 3 ⋅ 23
152
16
εd 27
ηz = = 152 = 3 = ε δ , (B4)
εcr 5 5
3 ⋅ 23
coincidente con (B3) y que muestra que la diferencia entre dos notas enarmónicas en
una escala pitagórica es una coma. La diferencia de frecuencias se deduce de (B2):
δ = ν1 (ε p − 1) = 0, 0136ν1 .
coincidente con (B4) y que muestra que la diferencia entre dos notas enarmónicas en
una escala de afinación justa es una diesis enarmónica. En este caso se tiene una
diferencia de frecuencias:
δ = ν1 (ε δ − 1) = 0, 024ν1 ,
log1 = 0
log2
log4 = log(22 ) = 2log2
log8 = log(23 ) = 3log2
log16 = log(24 ) = 4log2
153
a = log2
a 1
= log2 = log(2)1/ n = log n 2 ,
n n
quedando el eje vertical dividido según n 2 , pero, a diferencia del eje horizontal, que
es lineal, esta distancia no es, en modo alguno la de cada división vertical. Veamos
qué sucede si sumamos dos divisiones horizontales en semitonos:
a a a 2
+ = 2 = 2 log n 2 = log ( 2)
n
= log n 2 ⋅ n 2 .
n n n
Por tanto, para calcular el intervalo de frecuencia entre la tónica y cualquier grado de
la escala hay que multiplicar las frecuencias del intervalo en lugar de sumarlas, como
se hacía con los semitonos. Sucesivamente, se obtienen las relaciones de intervalos
de frecuencia correspondientes a cada nota:
2 3 4 n −1
( 2) ;
n
( 2) ;
n
( 2) ;
n
L ( 2)
n
; 2
3. Tabla de frecuencias
Las frecuencias de las notas en los tres sistemas, temperado, entonación justa
y pitagórico se detallan a continuación en la siguiente tabla para la octava C4 – C5.
Para cualquier otra octava bastará con multiplicar por 2.
154
Nota Temperamento igual (Hz) Entonación justa (Hz) Pitagórico (Hz)
E 329,63 330,00 330,00
F 349,23 352,00 347,65
F#4 369,99 366,67 371,25
Gb4 369,99 380,16 366,25
G 392,00 396,00 391,11
G#4 415,30 412,50 417,66
Ab4 415,30 422,40 412,03
A 440,00 440,00 440,00
A#4 466,16 458,33 469,86
Bb4 466,16 475,20 463,54
B 493,88 495,00 495,00
C5 523,25 528,00 521,48
4. Banda crítica
∆f > ν 2 − ν1
ν2 3 3
= , de donde: ν 2 = ν1 ,
ν1 2 2
y sustituyendo:
3 ν
∆f > ν1 − ν1 = 1 ; ν1 < 2∆f ;
2 2
la frecuencia media será:
3
ν +ν
ν 2 + ν1 2 1 1 5
νm = = = ν1 ,
2 2 4
5 5
νm < 2∆f = ∆f
4 2
Juntando ambas:
2
ν1 < 2∆f , y ∆f > νm
5
155
∆f 3 ∆f ∆f
ν 2 − ν1 = ; ν1 − ν1 = ; ν1 = .
4 2 4 2
Para la banda crítica de 90 Hz, la frecuencia de la nota grave será 45 Hz, que es
donde se produce la quinta de mayor disonancia. Fijémonos en que, al ser la banda
más o menos constante a esas frecuencias, si baja de valor se obtiene una diferencia
de frecuencias inferior a la cuarta parte de la banda y será menos disonante según la
figura 4.8. La quinta disonante no se puede producir en ninguna otra zona porque, por
ejemplo para Df=160 la frecuencia media es de 1 kHz, y 160/2 es 80 con lo que ya no
puede coincidir.
5. Ejercicio
Ambas son dos segundas mayores pero situadas en diferente tesitura. Deberemos
primeramente hallar el batido de ambas. El grave está formado con un Do2 y Re2
cuyas frecuencias sacamos de la tabla del apartado 3 dividiendo por 4 las de Do4 y
Re4. Haremos lo mismo para el agudo (Do5 Re5):
1 32
Re2 − Do2 = (293, 66 − 261, 63) ≈ = 8 Hz con una frecuencia central (media) que
4 4
será la semisuma, es decir, del orden de 70 Hz.
Con ambos valores entramos en el gráfico de la figura 2.15 y vemos que para
frecuencias de 70 Hz la banda crítica corresponde a 100, lo que hace un cuarto de
banda de 25.
Para 555 el ancho es de unos 120 Hz, con un cuarto de banda de 30 Hz. Vemos que
ambos sonidos se alejan de la zona de alta disonancia (que correspondería a sonidos
desafinados desagradables), lo que dice que una segunda mayor no es una
disonancia de alta dureza. La grave está a distancia de un tercio de la zona disonante,
mientras que la aguda lo está al doble. La disonancia grave es menor que la aguda. Si
el lector lo comprueba en un piano quizá no esté de acuerdo con esto pero no
olvidemos que en un instrumento aparecen choques de los armónicos que
enmascaran la verdadera disonancia de sus fundamentales. Para completar el
ejercicio veamos en qué zona se diferencian mejor dos notas separadas. La diferencia
en la zona grave está por debajo, mientras que en la aguda lo está por encima. Hay
mejor resolución en el agudo, y puede comprobarse la sensación confusa que esta vez
sí aparece convincentemente en el piano cuando se pulsan las teclas graves.
156
Apendice C
Escalas.
157
Hipodórica cromática 1,2,b3,3,5,b6,6 Maqam Kurd 1,b2,b3,4,5,b6,b7
Hexatónica Piramidal 1,2,b3,4,b5,6 Maqam Karcigar 1,2,b3,4,b5,6,b7
Hipolidia cromática 1,b2,3,#4,5,b6,7 Maqam Nakriz 1,2,b3,#4,5,6,b7
Hipofrigia cromática 1,b3,4,b5,5,#6,7 Maqam Nahawand 1,2,b3,4,5,b6,b7,7
Hispano-árabe 1,b2,3,4,5,b6,7 Maqam Shahnaz Kurdi 1,b2,b3,4,5,b6,7
Hira-joshi 1,2,b3,5,b6 Maqam Shadd'araban 1,b2,#2,3,4,b5,6,b7
Hitzaz 1,b2,3,4,5,b6,b7 Maqam Suzdil 1,2,b3,#4,5,b6,b7
Hitzaskiar 1,b2,3,4,5,b6,7 Maqam Shawq 1,2,3,4,5,6,b7,7
Honchoshi 1,4 Marva That 1,b2,3,#4,5,6,7
Hon-kumoi-joshi 1,b2,4,5,b6 Maqam Zengule 1,b2,3,4,5,b6,7
Houzam 1,b3,3,4,5,6,7 Mela Calanata 1,#2,3,4,5,#6,7
Honchoshi Plagal 1,b2,b3,4,b5,b7 Mela Bhavapriya 1,b2,b3,#4,5,b6,b7
Húngara Mayor 2 1,b2,3,#4,5,b6,b7 Mela Carukesi 1,2,3,4,5,b6,bb7
Húngara Mayor 1 1,#2,3,#4,5,6,b7 Mela Calanata 1,#2,3,4,5,#6,7
Húngara menor 2 1,2,b3,#4,5,b6,7 Mela Citrambari 1,2,3,#4,5,#6,7
Húngara menor 1 1,2,b3,#4,5,b6,b7 Mela Chakravakam 1,b2,3,4,5,6,b7
In 1,b2,b3,4,5,b6,b7 Mela Dhatuvardhani 1,#2,3,#4,5,b6,7
Ichikosucho 1,2,3,4,b5,5,6,7 Mela Dharmavati 1,2,b3,#4,5,6,7
Ishikotsucho 1,2,3,4,b5,5,6,7 Mela Divyamani 1,b2,b3,#4,5,#6,7
Indostán 1,2,3,4,5,b6,b7 Mela Dhavalambari 1,b2,3,#4,5,b6,bb7
Israelí 2 1,b2,3,4,5,b6,b7 Mela Gangeyabhusani 1,#2,3,4,5,b6,7
Israelí 1 1,#1,#2,3,#4,#5,6,7 Mela Ganamurti 1,b2,2,4,5,b6,7
Iwato 1,b2,4,b5,b7 Mela Gayakapriya 1,b2,3,4,5,b6,bb7
Javanesa 1 1,b2,b3,4,b6 Mela Gavambodhi 1,b2,b3,#4,5,b6,bb7
Javanesa 2 1,b2,b3,4,5,6,b7 Mela Hatakambari 1,b2,3,4,5,#6,7
Javanesa 3 1,b2,b3,5,b6 Mela Harikambhoji 1,2,3,4,5,6,b7
Jin Yu 1,2,4,5,b7 Mela Salaga 1,b2,2,#4,5,b6,b7
Jazz Menor 1,2,b3,4,5,6,7 Mela Hemavati 1,2,b3,#4,5,6,b7
Jónica o Mayor natural 1,2,3,4,5,6,7 Mela Jhankaradhvani 1,2,b3,4,5,b6,bb7
Judía 1,2,3,4,#5,6,7 Mela Jhalavarali 1,b2,2,#4,5,b6,7
Kokin-joshi 1,b2,4,5,b7 Mela Kantamani 1,2,3,#4,5,b6,bb7
Jónica aumentada 1,2,3,4,#5,6,7 Mela Jyotisvarupini 1,#2,3,#4,5,b6,b7
Kung 1,2,3,b5,6 Mela Latangi 1,2,3,#4,5,b6,7
Kumoi 1,3,4,6,7 Mela Kosalam 1,#2,3,#4,5,6,7
Leading Whole Tone 1,2,3,#4,#5,#6,7 Mela Mararanjani 1,2,3,4,5,b6,bb7
Kyemyonjo 1,b3,4,5,6 Mela Manavati 1,b2,2,4,5,6,7
Lidia aumentada 1,2,3,#4,#5,6,7 Mela Namanarayani 1,b2,3,#4,5,b6,b7
Lidia 1,2,3,#4,5,6,7 Mela Naganandini 1,2,3,4,5,#6,7
Lidia cromática 1,b2,3,4,b5,6,7 Mela Navanitam 1,b2,2,#4,5,6,b7
Lidia b7 1,2,3,#4,5,6,b7 Mela Natakapriya 1,b2,b3,4,5,6,b7
Lidia hexatónica 1,2,3,5,6,7 Mela Pavani 1,b2,2,#4,5,6,7
Lidia disminuida 1,2,b3,#4,5,6,7 Mela Nitimati 1,2,b3,#4,5,#6,7
Locria Mayor 1,2,3,4,b5,b6,b7 Mela Raghupriya 1,b2,2,#4,5,#6,7
Locria 1,b2,b3,4,b5,b6,b7 Mela Ragavardhani 1,#2,3,4,5,b6,b7
Magyar 1,2,b3,#4,5,b6,7 Mela Rasikapriya 1,#2,3,#4,5,#6,7
Magen Abot 1,b2,#2,3,#4,#5,6,7 Mela Ramapriya 1,b2,3,#4,5,6,b7
Mayor Jonica 1,2,3,4,5,6,7 Mela Rupavati 1,b2,b3,4,5,#6,7
Mahometana 1,2,b3,4,5,b6,7 Mela Ratnangi 1,b2,2,4,5,b6,b7
Maqam Bayat Esfahan 1,2,b3,4,5,b6,7 Mela Salaga 1,b2,2,#4,5,b6,bb7
Mayor invertida 1,b2,b3,4,5,b6,b7 Mela Sadvidhamargini 1,b2,b3,#4,5,6,b7
Maqam Hijaz 1,b2,3,4,5,b6,b7,7 Mela Senavati 1,b2,b3,4,5,b6,bb7
Maqam Hicaz 1,b2,3,4,5,6,b7 Mela Sanmukhapriya 1,2,b3,#4,5,b6,b7
Maqam Huzzam 1,b2,b3,3,5,b6,b7 Mela Sucaritra 1,#2,3,#4,5,b6,bb7
Maqam Humayun 1,b2,3,4,5,b6,b7 Mela Shankarabharanam 1,2,3,4,5,6,7
Mela Suryakanta 1,b2,3,4,5,6,7 Pentatónica Alt.b3/b6 1,2,b3,5,b6
158
Mela Sulini 1,#2,3,4,5,6,7 Pentatónica de 1,2,3,5,b7
Dominante
Mela Syamalangi 1,2,b3,#4,5,b6,bb7 Pentatónica de 1,3,4,5,b7
Dominante 2
Mela Suvarnangi 1,b2,b3,#4,5,6,7 Pentatónica Mayor 1 1,2,3,5,6
Mela Vagadhisvari 1,#2,3,4,5,6,b7 Pentatónica Mayor 2 1,2,3,5,7
Mela Tanarupi 1,b2,2,4,5,#6,7 Pentatónica Menor 1 1,b3,4,5,b7
Mela Vanaspati 1,b2,2,4,5,6,b7 Pentatónica Menor 2 1,2,b3,5,6
Mela Vakulabharanam 1,b2,3,4,5,b6,b7 Pentatónica Menor 3 1,b3,4,b5,b7
Mela Visvambhari 1,b2,3,#4,5,#6,7 Pentatónica Menor 4 1,2,b3,5,b7
Mela Varunapriya 1,2,b3,4,5,#6,7 Pentatónica neutral 1 1,2,4,5,b7
Menor Natural Eolica 1,2,b3,4,5,b6,b7 Pentatónica neutral 2 1,b2,4,5,6
Mela Yagapriya 1,#2,3,4,5,b6,bb7 Persa 1 1,b2,3,4,b5,b6,7
Menor hexatónica 1,2,b3,4,5,b7 Persa 2 1,b2,3,4,5,b6,7
Menor Armónica 1,2,b3,4,5,b6,7 Peruana mayor 1,2,3,4,5,6,7
Menor Melódica 1,2,b3,4,5,6,7 Peruana menor 1,2,b3,4,5,b6,b7
Messiánica 1 1,b2,2,3,4,b5,5,6,b7 Peruana tritónica 1 1,3,5
Messiánica 2 1,b2,2,b3,#4,5,#5,6 Peruana tritónica 2 1,b3,5
Messiánica 3 1,b2,2,#4,5,b6 Pien Chih 1,b2,b3,4,b5,b6,b7
Messiánica 4 1,b2,2,3,#4,5,b6,b7 Prometheus 1,2,3,b5,6,b7
Messiánica 5 1,b2,2,b3,3,#4,5,#5,6,b Prometheus neopolitan 1,b2,3,b5,6,b7
7
Minyo 1,b3,4,5,b7 Pyongjo 1,2,4,5,6,b7
Mischung 1 1,2,b3,4,5,6,7 Raga Abhogi 1,2,b3,4,6
Mischung 2 1,2,3,4,5,b6,7 Raga Adana 1,2,b3,4,5,b6,b7
Mischung 3 1,2,3,4,5,6,b7 Raga Ahir Bhairav 1,b2,3,4,5,6,b7
Mischung 4 1,2,b3,4,5,b6,7 Raga Amarasenapriya 1,2,b3,#4,5,7
Mischung 5 1,2,b3,4,5,6,b7 Raga Amritavarsini 1,3,#4,5,7
Mischung 6 1,2,3,4,5,b6,b7 Raga Audav Tukhari 1,2,b3,4,#5
Mixolidia 1,2,3,4,5,6,b7 Raga Bagesri 1,2,b3,4,6,b7
Mixolidia aumentada 1,2,3,4,#5,6,b7 Raga Barbara 1,2,3,#4,6,b7
Mixolidia cromática 1,b2,2,4,b5,5,b7 Raga Bauli 1,b2,3,5,b6,7
Mixolidia hexatónica 1,2,4,5,6,b7 Raga Bhanumanjari 1,#2,3,4,5,b7
Mongólica 1,2,3,5,6 Raga Bhanumati 1,b2,2,4,5,6,b7
Napolitana 1 1,b2,3,#4,6,b7 Raga Bhatiyar 1,b2,3,4,b5,5,6,7
Napolitana 2 1,b2,b3,4,5,6,7 Raga Bhavani 1,b2,b3,b5,b6,b7
hexatónica
Napolitana 3 1,b2,b3,4,5,b6,7 Raga Bhavani tetratónica 1,2,4,6
Niagari ditónica 1,5 Raga Bhinna Pancama 1,2,4,5,b6,7
Niagari hexatónica 1,b2,4,5,b6,b7 Raga Bhinna Shadja 1,3,4,6,7
Niavent 1,2,b3,#4,5,b6,7 Raga Bhupalam 1,b2,b3,5,b6
Nohkan 1,2,4,b5,#5,6,7 Raga Bhupeshwari 1,2,3,5,b6
Nonatónica 1,2,b3,3,b5,5,#5,6,7 Raga Bilashkhani Todi 1,b2,b3,4,5,b6,b7
Octatónica 1,b2,#2,3,#4,5,6,b7 Raga Brindabani Sarang 1,2,4,5,#6,7
Oriental 1 1,b2,3,4,b5,b6,b7 Raga Caturangini 1,2,3,#4,5,7
Oriental 2 1,b2,3,4,b5,6,b7 Raga Chandrajyoti 1,b2,2,#4,5,6
Ousak 1,b2,b3,4,5,b6,b7 Raga Chandrakauns-Kafi 1,b3,4,6,b7
Overtone 1,2,3,#4,5,6,b7 Raga Chandrakauns- 1,b3,4,6,7
Moder
Peiraiotikos 1,b2,3,#4,5,6,7 Raga Chhaya Todi 1,b2,b3,b5,b6
Pelog 1,b2,b3,5,b7 Raga Chndrakauns- 1,b3,4,b6,7
Kiravani
Pentatónica Alt. b5 1,2,3,b5,6 Raga Cintamani 1,2,b3,#4,5,b6,6,b7
Pentatónica Alt.b2 1,b2,3,5,6 Raga Darbar 1,2,4,5,6,b7
Pentatónica Alt. b6 1,2,3,5,b6 Raga Desh 1,2,4,5,7
159
Raga Deshgaur 1,b2,5,b6,7 Raga Manaranjani I 1,b2,3,5,b7
Raga Devakriya 1,2,4,5,6 Raga Mamata 1,3,5,6,7
Raga Devaranji 1,4,5,b6,7 Raga Manaranjani II 1,b2,4,5,6
Raga Devranjani 1,4,5,b6,b7 Raga Manavi 1,2,b3,5,6,b7
Raga Dhavalangam 1,b2,3,#4,5,b6 Raga Mandari 1,b2,3,#4,5,7
Raga Dhavalashri 1,3,#4,5,6 Raga Manohari 1,b3,4,5,6,b7
Raga Dipak 1,2,3,4,b5,5 Raga Matha Kokila 1,2,5,6,b7
Raga Gambhiranata 1,3,4,5,7 Raga Megharanjani 1,b2,3,4,b6
Raga Ganasamavarali 1,b2,2,4,5,b6,7 Raga Megharanji 1,b2,3,4,7
Raga Gandharavam 1,b2,b3,4,5,b7 Raga Mian Ki Malhar 1,2,b3,4,5,6,b7,7
Raga Gaula 1,b2,3,4,5,7 Raga Mohanangi 1,#2,3,5,6
Raga Gauri 1,b2,4,5,7 Raga Mruganandana 1,2,3,b5,6,7
Raga Ghantana 1,2,b3,4,b6,7 Raga Mukhari 1,2,b3,4,5,b6,6,b7
Raga Girija 1,3,4,#5,7 Raga Multani 1,b3,#4,5,7
Raga Gopikavasantam 1,b3,4,5,b6,b7 Raga Nabhomani 1,b2,2,#4,5
Raga Gopriya 1,2,3,#4,#5,b7 Raga Nagagandhari 1,2,4,5,6,7
Raga Gorakh Kalyan 1,2,4,6,b7 Raga Nagasvaravali 1,3,4,5,6
Raga Gurjari Todi 1,b2,b3,b5,b6,7 Raga Nalinakanti 1,2,3,4,5,7
Raga Hamsa Vinodini 1,2,3,4,6,7 Raga Nata 1,b3,4,5,7
Raga Hamsadhvani 1,2,3,5,b7 Raga Navamanohari 1,2,4,5,b6,b7
Raga Hamsanandi 1,b2,3,b5,6,7 Raga Neroshta 1,2,3,b6,b7
Raga Hari Nata 1,3,4,5,6,7 Raga Ongkari 1,#4,5
Raga Harikauns 1,b3,b5,b6,b7 Raga Padi 1,b2,4,5,b6,7
Raga Hejjajji 1,b2,3,#4,#5,6 Raga Palasi 1,2,b3,4,5,b7
Raga Hindol 1,3,b5,6,7 Raga Paraju 1,3,4,5,b6,7
Raga Jaganmohanam 1,2,#4,5,b6,b7 Raga Patdip 1,2,b3,4,5,6,7
Raga Jayakauns 1,b3,4,b5,b7 Raga Phenadyuti 1,b2,4,5,b6,b7
Raga Jivantika 1,b2,4,5,6,7 Raga Pilu 1,2,b3,4,5,b6,6,b7,7
Raga Jivantini 1,b3,#4,5,#6,7 Raga Priyadharshini 1,2,4,b6,7
Raga Jyoti 1,3,#4,5,b6,b7 Raga Purna Pancama 1,b2,3,4,5,b6
Raga Kaikavasi 1,2,b3,#4,5,7 Raga Purnalalita 1,2,b3,4,5
Raga Kalagada 1,b2,3,5,b6,6 Raga Puruhutika 1,4,5,6,7
Raga Kalakanthi 1,b2,4,5,b6,6 Raga Rageshri 1,2,3,4,6,b7
Raga Kalavati 1,b2,3,4,5,6 Raga Ragesri 1,2,3,4,6,b7,7
Raga Kamalamanohari 1,3,4,5,b6,b7 Raga Ramdasi Malhar 1,2,b3,3,#4,#5,6,b7,7
Raga Kambhoji 1,2,3,4,5,6 Raga Ramkali 1,b2,3,4,b5,5,b6,7
Raga Kanakambari 1,b2,2,4,5,b6,bb7 Raga Ranjani 1,2,b3,b5,6,7
Raga Khamaji Durga 1,3,4,6,b7 Raga Rasamanjari 1,#2,3,#4,5,7
Raga Khamas 1,3,4,5,6,b7 Raga Rasavali 1,b2,4,5,6,b7
Raga Kiranavali 1,2,b3,4,5,b6,7 Raga Rasika Ranjani 1,b2,3,5,6
Raga Kokil Pancham 1,b3,4,5,b6 Raga Rasranjani 1,2,4,6,7
Raga Kshanika 1,b2,4,b6,7 Raga Reva 1,b2,3,5,b6
Raga Kumud 1,2,3,5,6,7 Raga Rudra Pancama 1,b2,3,4,6,b7
Raga Kumurdaki 1,2,3,b5,7 Raga Salagavarali 1,b2,b3,5,6,b7
Raga Kuntvarali 1,4,5,6,b7 Raga Salanganata 1,b2,4,5,b6
Raga Lalita 1,b2,3,4,b5,b6,7 Raga Samudhra Priya 1,b3,#4,5,b7
Raga Latika 1,2,3,5,b6,7 Raga Sarang 1,2,4,5,#6,7
Raga Lavangi 1,b2,5,b7 Raga Sarasanana 1,2,3,4,b6,7
Raga Madhukauns 1,b3,#4,5,6,b7 Raga Sarasvati 1,2,#4,5,#6,7
Raga Madhuri 1,3,4,5,6,b7,7 Raga Sarasvati 1,2,#4,5,6,b7
Raga Madhyamavati 1,2,4,5,b7 Raga Saravati 1,3,4,5,b6,bb7
Raga Mahathi 1,3,5,b7 Raga Sarvasri 1,4,5
Raga Malasri 1,3,5 Raga Saugandhini 1,b2,#4,5,b6
Raga Malayamarutam 1,b2,3,5,6,b7 Raga Saurastra 1,b2,3,4,5,b6,6,7
Raga Malkauns 1,b3,4,b6,b7 Raga Shobhavari 1,2,4,5,b6
160
Raga Shri 1,b2,3,#4,5,b6,7 Semitono-Tono 1,b2,#2,3,#4,5,6,b7
Raga Shri Kalyan 1,2,#4,5,6 Sengah 1,b3,3,4,5,b6,7
Raga Shuddh Kalyan 1,2,3,#4,5,6,7 Shang 1,2,3,5,b7
Raga Simharava 1,2,b3,#4,5,b7 Simétrica 1 1,2,#2,4,#4,#5,6,7
Raga Sindhi Bhairavi 1,b2,2,b3,3,4,5,b6,b7,7 Simétrica disminuida 1,#1,#2,3,#4,5,6,b7
Raga Sindhura Kafi 1,2,b3,4,5,7 Simétrica 3 1,#1,2,3,4,#4,5,b6,b7
,7
Raga Siva Kambhoji 1,2,3,4,5,b7 Simétrica hexatónica 1,b2,3,4,#5,6
Raga Sivaranjini 1,2,b3,5,6 Siria 1,b2,3,4,b6
Raga Sorati 1,2,4,5,6,b7,7 Skriabin 1 1,2,3,#4,6,b7
Raga Suddha Bangala 1,2,b3,4,5,6 Skriabin 2 1,b2,3,5,6
Raga Suddha Mukhari 1,b2,2,4,b6,6 Souzinak 1,2,b3,#4,5,6,b7
Raga Suddha Simantini 1,b2,b3,4,5,b6 Super dominante 1,b2,b3,3,#4,5,6,b7
Raga Suddha Todi 1,b2,b3,4,b6,b7 Super Locria 1,b2,#2,3,b5,b6,b7
Raga Sumukam 1,2,#4,7 Taishikicho 1,2,3,4,b5,5,6,b7,7
Raga Syamalam 1,2,b3,#4,5,b6 Tcherepnin 1,#1,#2,3,4,5,#5,6,7
Raga Takka 1,b3,4,5,b6,7 Tetratónica 1,4,b5,7
Raga Tilang 1,3,4,5,#6,7 Todi That 1,b2,b3,#4,5,b6,7
Raga Trimurti 1,2,b3,5,b6,b7 Tono-semitono 1,2,b3,4,b5,b6,6,7
Raga Vaijayanti 1,2,#4,5,7 Tonal o exatona 1,2,3,#4,#5,#6
Raga Valaji 1,3,5,6,b7 Tritónica 1,4,5
Raga Vasanta 1,b2,3,4,6,7 Ujo 1,2,4,5,6
Raga Vasantabhairavi 1,b2,3,4,b6,b7 Ultra Locria 1,b2,b3,3,b5,b6,6
Raga Vibhavari 1,b2,4,5,b7 Ute 1,b3,b7
Raga Vijayanagari 1,2,b3,#4,5,6 Warao ditónica 1,b7
Raga Vijayasri 1,b2,b3,#4,5,7 Warao tritónica 1,4,5
Raga Vijayavasanta 1,3,#4,5,#6,7 Warao tetratónica 1,2,b3,b7
Raga Viyogavarali 1,b2,b3,4,b6,7 Yo 1,2,4,5,b7
Raga Vutari 1,3,#4,5,6,b7 Yi Ze 1,b3,4,b6,b7
Raga Yamuna Kalyani 1,2,3,#4,5,6 Yosen 1,2,4,5,6,b7
Raga Zilaf 1,3,4,5,b6 Youlan 1,b2,2,3,4,b5,5,6,b7
Rast 1,2,3,4,5,6,b7,7 Yu pentatónica 1,b3,4,5,b7
Ritsu 1,b2,b3,4,b6,b7 Yu heptatónica 1,2,b3,4,5,6,b7
Ritusen 1,2,4,5,6 Zíngara española 1,2,b3,4,5,b6,7
Rumana 1,2,b3,#4,5,6,b7 Zhi 1,2,4,5,6
Ryosen 1,2,3,5,6 Zíngara Mayor 1 1,b2,3,4,5,b6,7
Ryukyu 1,3,4,5,7 Zíngara hexatónica 1,b2,3,4,5,b6,bb7
Sambah 1,2,b3,b4,5,b6,b7 Zíngara Menor 1,2,b3,#4,5,b6,7
Sansagari 1,4,b7 Zíngara Mayor 2 1,b2,3,#4,5,b6,b7
Semidisminuida 1,2,b3,4,b5,b6,b7 Zirafkend 1,2,b3,4,5,b6,6,7
161
Glosario de términos
Bibliografía
163
LAMINA 1
Formas de onda de los diferentes intevalos
164
octava
quinta
sexta mayor
cuarta
sexta menor
tercera mayor
tercera menor
septima mayor
segunda mayor
septima menor
segunda menor
tritono
L A M IN A 2
la s es c a la s p e n ta tó n ic a s
Re Re Re Re Re Re
La S ol La Sol La S ol La S ol La Sol La Sol
Mi Do Mi Do Mi Do Mi Do Mi Do Mi Do
Si Fa Si Fa Si Fa Si Fa Si Fa Si Fa
Tra d ic io n a l
Re Re Re Re Re
La S ol La Sol La S ol La S ol La Sol
Mi Do Mi Do Mi Do Mi Do Mi Do
Si Fa Si Fa Si Fa Si Fa Si Fa
frig io
Re Re Re Re
La S ol La Sol La S ol La S ol
Mi Do Mi Do Mi Do Mi Do
Si Fa Si Fa Si Fa Si Fa
H ira -jo s h i (h f)
Re Re Re
La S ol La Sol La S ol
Mi Do Mi Do Mi Do
Si Fa Si Fa Si Fa
P e lo g (frig io )
Re Re
La S ol La Sol
Mi Do Mi Do
Si Fa Si Fa
165
Re
La Sol
Mi Do
Si Fa