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1. Introducción
2. ¿Qué es formar vínculos?
3. ¿Qué es el apego?
4. ¿Es algo genético?
5. ¿Cómo se forma el apego, y que factores influyen?
6. ¿Cuándo es el momento de crear el apego y qué pasa si no se aprovecha el momento?
7. ¿Cómo se clasifica el apego?
8. ¿Los problemas de apego se deben siempre a abuso o maltrato?
1- Introducción
3- ¿Qué es el apego?
En el campo del desarrollo infantil el apego se refiere al vínculo emocional especial que se da
entre el niño y su cuidador primario, en general su madre, que tiene las siguientes
características:
Muchos investigadores consideran que el apego Madre-Niño crea las bases para la forma de
relacionarse con los demás y para la creación de la imagen de uno mismo, de modo que un
buen apego se asocia con una alta probabilidad de crear relaciones saludables en el futuro, en
tanto que una mala calidad de apego se asocia a problemas emocionales y conductuales más
tarde en la vida.
Para crear un apego de calidad es importante que el cuidador primario sepa captar e
interpretar las señales que envía el niño y que las utilicen para guiar su propia conducta y es
muy importante que lo haga a tiempo y en la cantidad y calidad necesaria. Ha esto se le llama
estar en sintonía. Podemos compararlo a un baile, si uno de los dos danzantes no se acopla
al otro el baile no funcionará bien, puede dejar de ser divertido y acabar incluso en una caída.
Para conseguir un buen apego ambos, el niño y la madre, han de disfrutar con la relación.
Hay una serie de factores que tenemos que tener en cuenta para entender la relación de
apego, como son:
El niño: el tipo de temperamento del niño influye en la creación del vínculo. Así, por
ejemplo, un niño irritable, difícil de calmar, o que responde poco a las acciones de la madre
hará más difícil desarrollar el apego. Los problemas de salud del niño también pueden
dificultar el desarrollo del apego porque pueden interferir con su habilidad para participar en
la interacción con el cuidador primario.
El cuidador primario: cuidadores que critican, rechazan e interfieren con el niño, o que se
aburren con él o que por alguna condición psicológica, como la depresión o el estrés, no
atiende al niño consistentemente, impiden un apego sano y seguro y desembocan en tipos de
apego disfuncionales. Obviamente, los cuidadores abusivos crean problemas graves y con
consecuencias a largo plazo.
El ambiente: un ambiente en el que reine el miedo o la incertidumbre hará difícil al niño
participar en una relación amorosa y pueden crear problemas de apego.
El acoplamiento entre los temperamentos y capacidades del niño y la madre es crucial. Como
ya hemos dicho, estar en sintonía de forma que se presta atención a las señales no verbales y
se responde de forma adecuada es vital para conseguir apegos seguros. Estar fuera de
sintonía, no estar sincronizados, es frustrante para ambos y afecta al apego.
Esto no quiere decir que vaya a ocurrir en todos los casos y que pasado el periodo crítico de
la infancia temprana no se puedan desarrollar relaciones normales. Otras personas además del
cuidador primario pueden influir (hermanos, padre, abuelos, etc.), por lo tanto se puede
hablar de una jerarquía de apego, y experiencias de vinculación posteriores pueden reparar las
capacidades de apego. Sin embargo, las experiencias clínicas y los estudios parecen mostrar
que reparar los problemas de apego es un proceso largo, difícil. La conclusión es clara: unos
meses de negligencia pueden costar años de reparar. Más vale, pues, estar atento desde el
principio a crear un buen apego, base, fundamento de un desarrollo sano.
Apego seguro Explora con la madre en el salón; alterado con la separación; la recibe con
alegría cuando regresa; busca contacto físico y consuelo al reunirse. Un patrón óptimo de
apego se debe a la sensibilidad materna, la percepción adecuada, interpretación correcta y una
respuesta contingente y apropiada a las señales del niño. El cuidador primario demuestra
cariño, protección, disponibilidad y atención a las señales del bebé, lo que fortalece las
interacciones sincrónicas y le permite al niño desarrollar un concepto de sí mismo positivo y
un sentimiento de confianza.
Las personas con estilos de apego seguro, son capaces de usar a sus cuidadores como una
base de seguridad cuando están angustiados ya que tienen confianza en que sus figuras de
apego estarán disponibles, que responderán y les ayudarán en la adversidad.
En el dominio interpersonal, tienden a ser más cálidas, estables y con relaciones íntimas
satisfactorias, y en el dominio intrapersonal, tienden a ser más positivas, integradas y con
perspectivas coherentes de sí mismo. De igual forma, muestran tener una alta accesibilidad a
esquemas y recuerdos positivos, lo que las lleva a tener expectativas positivas acerca de las
relaciones con los otros, a confiar más y a intimar más con ellos
Apego ansioso - evitante
Ignora a la madre cuando está presente; muestra poca angustia por la separación; se retira de
ella activamente al reunirse.
Una conducta de apego insegura-evitante o la presencia de fallas en el establecimiento del
vínculo materno-infantil, también se ha asociado con madres que maltratan a sus hijos, ya sea
de manera física, verbal, a través de la indiferencia o por una inhabilidad psicológica. Las
madres de niños evitantes pueden ser sobreestimulantes e intrusitas
Muestran tener una menor accesibilidad a los recuerdos positivos y mayor accesibilidad a
esquemas negativos, lo que las lleva, en el caso de las personas evasivas, a mantenerse
recelosos a la cercanía con los otros y a las personas.
Las personas con este tipo de apego rechazan la información que pudiese crear confusión,
cerrando sus esquemas a ésta, tienen estructuras de pensamiento rígidas, tienen más
propensión al enojo, se caracterizan por metas destructivas, frecuentes episodios de enojo y
otras emociones negativas.
Algunos niños sujetos a un régimen de atención materna imprevisible, parecen llegar a un
punto de desesperación en el que, en vez de desarrollar una conducta afectiva caracterizada
por la ansiedad, muestran un relativo desapego, aparentemente sin confiar en los demás ni
preocuparse por ellos. A menudo, esta conducta se caracteriza por la agresividad y la
desobediencia, y esos niños son propensos a tomar represalias.
Apego ansioso-ambivalente
Los sujetos ambivalentes son aquellos que buscan la proximidad de la figura primaria y al
mismo tiempo se resisten a ser tranquilizados por ella, mostrando agresión hacia la madre.
Responden a la separación con angustia intensa y mezclan comportamientos de apego con
expresiones de protesta, enojo y resistencia. Debido a la inconsistencia en las habilidades
emocionales de sus cuidadores, estos niños no tienen expectativas de confianza respecto al
acceso y respuesta de los primeros. Estas personas están definidas por un fuerte deseo de
intimidad, junto con una inseguridad respecto a los otros, pues desean tener la interacción e
intimidad y tienen intenso temor de que ésta se pierda. De igual forma, desean acceder a
nueva información, pero sus intensos conflictos las lleva a alejarse de ella (Gayó, 1999)
Una situación especial en la que se produce conflicto entre la conducta afectiva y la conducta
de alejamiento, es la que se produce cuando la figura de apego es también la que provoca
temor, al recurrir, quizás, a amenazas o actos de violencia. En esas condiciones, las criaturas
más pequeñas no suelen huir de la figura hostil, sino aferrarse a ella (Bowlby, 1985; 1998).
En definitiva, cuanto más estable y previsible sea el régimen en el que se cría, más firmes son
los vínculos de afecto del pequeño; cuanto más imprevisibles y sujetos a interrupciones sea
ese régimen, más caracterizado por la ansiedad será ese vínculo (Bowlby, 1985; 1998).