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Peor aún ha sido la actitud de los medios. Canal 13 realizó una nota de una insipidez a
la que no nos tenía acostumbrados, mientras -para mi sorpresa- La Tercera se conformó
con publicar el comunicado del Gobierno. El resto se remitió al punto del Registro Civil
y dio por finiquitado el tema.
(Eso sí, debo destacar la actitud de Emol y TransMedia, quienes han estado siempre
ampliando la noticia. También el olfato de Mouse -mi ex casa- que fue el primero en
publicarla. ¡Kudos para ellos!).
Alguien decía por ahí: “intenté explicárselo a mis viejos… pero no hay caso”.
Así que parafraseando al astuto Joe Miller en Philadelphia, “explíquemelo como si
tuviera 6 años”. Aquí resumo las 7 razones básicas por las que este singular acuerdo
entre Microsoft y el Ministerio de Economía no es bueno para Chile:
Bueno, mientras se ponen de acuerdo, sepan que el convenio influirá sobre 7 áreas clave
de nuestro aparato estatal (capacitación, ciudadanía, municipios, educación, fomento a
empresas, cibercrimen y seguridad informática), pero aún así no hubo estudio ni
licitación alguna que avale a Microsoft como la mejor opción.
Sí. Puede que en efecto Microsoft sea la mejor alternativa pero, ¿alguien se molestó en
preguntar a Google, Yahoo, Novell, RedHat u otros si podían ofrecernos algo mejor?
Digamos que si tengo pensado gastar un monto que puede ser más de lo que ganaré en
todas mis gatunas vidas… al menos cotizaría, ¿no?
Microsoft dijo que el acuerdo no le costará un peso al Estado. Siento decirlo, pero no es
cierto.
(Por cierto, esto no lo hace sólo Microsoft, sino muchas grandes compañías).
Extendamos el cálculo ahora a los municipios o las mipymes -que por lo demás no
tienen el descuento escolar- y entenderán de qué estamos hablando. Según el senador
Navarro, en sólo 7 de nuestros 22 ministerios se gastan 14 mil millones de pesos por
concepto de licencias de software… ¡al año!
Aún más curiosamente, en al menos 8 puntos del acuerdo el Gobierno indica que
“complementará” las inversiones de Microsoft (ver a4, b3, c2, c4, d3, e3, f3 y g3),
incluso comprometiendose a “difundir” las ofertas para mipymes (ver g3), lo que
claramente no es labor del Estado.
Y un último dato friki: Microsoft anuncia que invertirá 600.000 dólares en capacitar a
30.000 profesores durante 3 años (ver f2). Esto significa una capacitación de… uh…
¿20 dólares por profesor?
Microsoft declaró que nadie está obligado a usar sus servicios. Eso no está en
discusión: cada persona es libre de aceptar una cuenta en Hotmail, de cambiar Windows
por otro sistema operativo o de acceder a Internet con el navegador que desee.
¿Qué hay de malo en ello? Que por experiencia, dichos sitios sólo pueden usarse con
Windows e Internet Explorer, es decir, software de Microsoft. Quien por razones de
economía, seguridad u opción use Linux, Firefox u otro tipo de software, quedará
marginado.
Estas cláusulas son tan lógicas como si el MOP nos dijera: “Hey, hemos logrado que
Toyota financie la construcción de una autopista paralela a la Ruta 5… pero sólo se
podrá circular con autos Toyota”.
Quizá muchos no le presten atención porque no les afecta directamente, pero este
acuerdo lesiona gravemente a nuestra naciente industria nacional de software.
Microsoft es una empresa (vaya descubrimiento, ¿eh?) y como tal se orienta al lucro,
por lo que busca maximizar sus ganancias y proteger sus intereses. Es su naturaleza.
Lo vimos en 2005 con Mi Primer PC y su negociado. Siguió el mismo plan pero para
Pymes, la idea de subsidiar la banda ancha (en vez de regular su alto costo), el
descrédito a proyectos como OLPC (por muy mal que me caiga Negroponte) y ahora, la
“concesión” de sectores como los gobiernos locales, la capacitación o el fomento a las
empresas en manos de una sola corporación.
¿Imaginan que un día el Ministerio de Educación anunciara que todos los comedores de
los jardines infantiles, escuelas y liceos serán entregados a McDonald’s?… Oops. Otra
mala idea.
Tal como este asunto no es contra Microsoft, aclaramos que tampoco es a favor del
software libre.
Estas ventajas están llevando a que cada vez más países desarrollen y adopten software
libre en sus gobiernos locales. Lo hacen naciones muy competitivas como Francia,
España, Alemania, Finlandia o Noruega, e incluso algunos vecinos como Brasil.
En Chile, instituciones como el INP, la Universidad del Bío Bío o la Biblioteca del
Congreso Nacional se están destacando por la calidad de los programas de software
libre que utilizan, y los millones que ahorran a la nación gracias a ello.
Y más: hace sólo unas semanas, un proyecto que incentiva el uso de software libre en el
Estado fue aprobado unánimemente por la Cámara de Diputados. Mientras en abril
pasado, se firmó un acuerdo entre el PNUD, la Sofofa, la Corfo y el propio Ministerio
de Economía para que -junto al gobierno de Japón- se exploren los beneficios del
software libre para las empresas.
Esperen, ¿no dijeron en todos los tonos que no se entregaría información privada?
Claro, en realidad se entregarán “sólo los datos necesarios para abrir una cuenta” (o
“cargar las cuentas”, como dice el acuerdo). ¿Qué datos son estos? ¿Sólo mi nombre, mi
RUT, mi dirección?… nadie lo sabe. El acuerdo es tan ambiguo que no se especifica.
¿Para qué?
¿Cuál es la necesidad de este servicio de “domicilio digital”? Hoy, todos los servicios
anunciados en el acuerdo pueden conseguirse de forma gratuita (de hecho, puedes
obtener tu cuenta pulsando aquí, con las mismas características (2 GB de capacidad,
soporte, tareas, blogs y demáses). Más aún, puedes elegir si lo quieres obtener con
Microsoft, con Google, con Yahoo o con quien sea.
La verdad es que la única ventaja de este servicio lo obtiene la empresa, que gana
automáticamente -sin concursos ni sorteos- 15 millones de (potenciales) usuarios. Así
los chilenos nos convertimos -por auspicio de nuestro Ministerio de Economía- en los
primeros usuarios con Windows “preinstalado” del mundo.
Ya casi estamos encima del Bicentenario. El aniversario en que Chile se alzó en armas
para declarar la independencia de nuestra patria. La libre determinación de nuestro
pueblo.
Hoy, 200 años más tarde, los ciudadanos tenemos que volver a luchar por nuestra libre
determinación. Por la libertad de expresarnos, de desarrollarnos, de elegir, aunque esta
vez sobre una nueva tierra que aún no ha sido domada.
¿Y saben? Incluso puede que perdamos esta batalla, pero ya ganamos la guerra.
Porque desde hoy en adelante, nuestro gobierno, nuestras empresas, saben que se
acabaron los tiempos en que podían negociar a nuestras espaldas.
La verdad ya nos hizo libres -como decía aquel viejo libro olvidado- y eso…
Recomiendo Leer:
Rodrigo Hollmann
Preguntas acerca del acuerdo “Microsoft - Gobierno de Chile”
Alberto Precht
Microsoft y Economía: ¿Declaración de Intenciones?