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La actual situación que vive el mundo nos es presentada por los medios de
comunicación masiva como una crisis en toda la extensión de la palabra; lo digo de
este modo pues sí de algo se ha encargado el ojo virtual y omnipresente de los medios
o mass media es en banalizar el lenguaje, entre este fenómeno de la modernidad tardía
nos topamos con la parcialización y el preocupante asunto de la magnitud de las
cosas. En un afán por crear expectativas, especular y obtener ratings, que se traduce
en ganancias capitales para los grandes emporios noticiosos y periodísticos de toda
índole. El sensacionalismo, el sobre dimensionamiento y la alarma son los recursos
habituales con los que trabajan los medios en general, desde los más independientes y
undergrownd, hasta los más prestigiosos y masivos. Victima de ello es el lenguaje y
su completa ambigüedad y contingencia, capacidad insuficiente para designar y
explicar las cosas. Claro, no todo ello es culpa de los medios, la modernidad tardía, así
como el dinamismo de la vida y el capital aceleran de manera extraordinaria todos los
procesos y relaciones que tenemos los mortales que habitamos este mundo.
Pocas cosas son enteramente creíbles, sin duda ese halo de inseguridad e incredulidad
se ha ido ampliando con el paso del tiempo y el sensacionalismo de la cultura de
consumo. Consumimos, pues, información, grandes atracones de información
noticiosa, mucha de ella irresponsable y otra tanta absurda y un tanto banal.
Disfrutamos esas grandes bocanadas de información. Lo que en los últimos meses
hemos comido a diario es el tema de la crisis financiera. Es el pan de cada día, es un
descalabro del capitalismo, pero no es un golpe fuerte, el capitalismo, continua seguro
y en reproducción, simplemente atraviesa una época de reacomodo.
Pero afortunadamente la esperanza y los temas divinos nunca nos han abandonado,
para fortuna de nuestras subjetividades los Estados Unidos estaban en comicios
electorales. De entre las sombras y la oscuridad se erguiría la esperanza de America,
un hombre nuevo, una ruptura con la historia, su nombre Barak Obama, éste sujeto es
el encargado de devolverle el brillo a America, la hegemonía que parece han perdió.
Muchos lo ven con buenos ojos, particularmente los países latinos, mi opinión no es
negativa, siempre es grato ver algo distinto, sólo que no sabemos realmente qué
esperar, en lo particular no espero mucho, el hombre de color tiene que ver por los
suyos y aunque somos Americanos también, no somos de su crew. No pertenecemos a
su barrio y no veo por qué tengamos que esperar que compartan las ganancias con
nosotros.
Todos aquellos tecnócratas, aquellos fanáticos del libre mercado que tan mal veían a
los Estados Nacionales, ahora piden con gran devoción una limosna para su
corporativo que se encuentra en mal estado y a punto de despedir a varios miles de
empleados, pero lo más importante es que necesitan dinero publico para cubrir a sus
inversionistas, es decir lo publico no es para el publico, sino para los privados. Aun
así muchos devotos ortodoxos neoclásicos acusan al Estado como un destructor de la
familia y las buenas costumbres liberales. Pero necesitan de él para continuar con su
life style.
Entre todo este cochinero se perfilan a emerger los nuevos ricos, los oportunitas y los
fanáticos religiosos. Las nuevas esperanzas y el deseo de salir de la miseria y el dolor,
los grandes monstruos de la modernidad, nos conducirán a tomar malas decisiones y a
repetir matanzas e ideologías que nos dividirán de nuevo.
Iniciamos el año con esperanza, parece que un hombre de color puede cambiar al
mundo y es muy probable que no lo haga; parecía que los que habían sufrido el
exterminio racial serian mejores políticos pero no, exterminan a sus vecinos
musulmanes. Parecía que America Latina tendría democracias, pero no, sólo tenemos
demo-democracias, una versión de prueba para ver si nos agrada la sensación de
libertad, soberanía y justicia.
A todo esto sólo le veo cara de violencia. Pero como es de esperarse continuaremos
sedándonos con declaraciones de personalidades, las cuales nos dirán que nuestros
intereses estarán a salvo, siempre y cuando los que estén a salvo sean los que están
perdiendo su gran capital.
Inken Dean.