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KOGEM

Capítulo 1: La llegada

Kogem, así era llamado el popular y esperado programa televisivo que últimamente
daba mucho que hablar por toda la red. A pesar de tener similitudes en los Reality
Shows de sus antecesores, este tenía como novedad el hecho de que los concursantes
serían llevados a sufrir situaciones extremas, así siendo víctimas del objetivo que
llevaba a cabo el programa bajo el pretexto de “experimento sociológico” –Serán
testigos del más puro terror-Añadía el director Edward Kogem, productor y amateur en
el oficio.
Aún sin saber en que canal sería emitido dicho programa, una gran cola de peticiones
para entrar a concursar se iba formando. El dinero movía a la gente, muchos sabían
perfectamente que en ese tipo de concursos acababan ganando todos si conseguían la
fama a base de enemistades.
Y Allí estaba sentada Regina, observando el email de respuesta aceptando su petición
para entrar en la casa. El concurso estaba formado por parejas y aquellos que lograran
pasar todas las pruebas serían los ganadores. Su novio Ruy le informó sobre las bases y
pensándoselo mucho aceptó la petición. Siendo un concurso televisado todo estaría
perfectamente planificado para que no sucedieran imprevistos, ni ello conllevase mayor
peligro al realizar las pruebas. A pesar de todo, una cosa la inquietaba, el hecho de que
no hubiesen hecho una preselección no le parecía algo muy correcto. Igualmente sin
darle mayor importancia apagó la luz de la habitación y se metió en la cama. Abrazada
junto a su novio se imaginó con ilusión su vida bañada en billetes de 500 euros.

***

Finalmente llegó el día, un taxi vino a recogerlos y sin perder tiempo aceleraron en
dirección norte, abandonando la ciudad. Girando una curva Ruy escuchó el sonido de la
maleta volcarse en el maletero. Regina hizo un gesto de preocupación ya que allí
guardaban gran parte del equipaje más imprescindible.
-Tranquila, estaba bien cerrada-Le contestó.
Un tanto nerviosa devolvió su mirada al exterior, a pesar de saber que todo era un
simple concurso jamás había estado frente las cámaras y ello la incomodaba.
¿Y si tenía que ir al baño? Sí, le dijeron que eso no sería emitido, pero… igualmente
aquella cámara estaba conectada, y filmaba las 24 horas del día. Tenía un cierto miedo
de que algún degenerado del equipo se dedicara a espiar su intimidad. Pero… ahora por
mucho que se preocupara ya no había marcha atrás, tan solo podía rogar que la
respetaran.
-¿Qué tipo de pruebas crees que nos pueden hacer?-Le preguntó a su novio.
-Ni idea, pero será algo parecido a los otros realitys supongo, aunque un poco más
durillas ya que no dejan concursar a gente con problemas cardiacos o de respiración…
Regina hizo un gesto de confusión-¿Tan duro debe ser? Pero más bien lo anunciaban
como algo de terror…
-Yo se tanto como tú, cuando lleguemos supongo que nos guiarán un poco sobre las
reglas del concurso y todo eso.
Regina dejó caer su cabeza sobre el hombro de Ruy mientras soltaba un leve suspiro en
el aire-Estoy un poco nerviosa…-Dijo.
-Tranquila, todo irá bien.
Protegiéndola entre sus brazos el automóvil continuó avanzando silenciosamente hacia
el estrecho horizonte, donde el grisáceo cielo se unía con el oscuro asfalto, dejando tras
de sí un rutinario y persistente paisaje.

Así fue, al cabo de tres cuartos de hora aparecieron las siluetas montañosas difuminadas
en la niebla, se introdujeron en el bosque de eucaliptos, conduciendo por el dificultoso
camino, rodeando la montaña, hasta llegar a la parte trasera de esta, donde desde ella
podía contemplarse…
-¿Es eso?- Preguntó Regina asomando la cabeza por la ventanilla, al observar a lo lejos
atónita lo que parecía ser una enorme casa de color blanco aparecer intermitentemente
tras los troncos de los árboles.
Ruy se acercó junto a ella para mirar a que se refería, a la vez que el taxi giraba dando a
ver un extenso valle limitado por una verja, con la vivienda justo en el centro- Joder…
-¿Sorprendidos?-Preguntó el taxista, el cual no había abierto boca desde que subieron.
Se trataba de un hombre un poco mayor de unos cuarenta y pico años con unos rasgos
muy acentuados y unas cejas oscuras y gruesas, ocultándose los ojos bajo unas
ennegrecidas gafas de sol.
-Pero… ¿Qué es esto?
De pronto el automóvil hizo un desvío abandonando la carretera y llegando a un replan
cubierto, allí haciendo un par de maniobras aparcó junto a otros taxis vacíos. Tras
apagar el motor Regina y Ruy salieron del vehículo y apoyando la mano sobre la
tapicería observaron la grandeza de aquel paisaje. A simple vista Ruy dedujo que entre
la casa y los limites del terreno vallados habrían unos dos kilómetros más o menos, eso
sin contar lo que debería medir la casa la cual parecía constar de una sola planta. A pesar
de lo extenso que fuera todo, la enorme vivienda desentonaba muchísimo con el paisaje
ya que era totalmente blanca con un diseño futurista ahuevado.
El taxista abrió el maletero y con la ayuda de Regina sacaron las maletas. Una de ellas
se había volcado y el cierre se había abierto, por suerte no ocurrió nada más y al
momento volvió a ponerle el seguro.
Ruy agarró una de las maletas; la más pesada, en la cual llevaban las mudas y ella llevó
la que accidentalmente se había abierto arrastrándola con los ruede cines por el suelo.
Los tres avanzaron por un sendero de adoquines sobre el césped, hacia las robustas
puertas de acero. Una vez llegados mientras ambos observaban todo a su alrededor, el
taxista sustrajo lo que parecía ser un pequeño llavero rectangular de su pantalón.
Agarrándolo con firmeza con el pulgar apretó sobre el pequeño y circular interruptor
rojo que había en él. Seguidamente un sonido eléctrico se escuchó acercándose con
mayor tono hasta llegar hacia ellos y finalmente se abrieron las puertas. De pronto,
cuando avanzando sus calzados entraron dentro del recinto, un sonido musical hizo
presencia rompiendo con el rocoso sonido de las maletas. Una melodía clásica al estilo
inicial semejante a Trisch-Tratsch de J.Strauss empezó a sonar, Regina tras el sobresalto
intentó buscar su procedencia con la mirada y pudo ver con dificultad que en los cuatro
límites que hacían esquina unos pequeños altavoces estaban clavados en el terreno junto
a la verja.
-¿Qué es todo esto?-Preguntó un tanto nerviosa, ya que todo le parecía demasiado para
ser un simple concurso de convivencia.
-Es la bienvenida-Dijo el taxista caminando.
-Todo esto es demasiado exagerado…-Le susurró a su novio mientras seguían los pasos
del conductor.
Ruy sonriendo la agarró de la mano que le quedaba libre-Tu tranquila. De momento
todo tiene muy buena pinta.
Inquieta miró la emblanquecida y circular casa a la cual se acercaban.
-Ya, pero igualmente, tratándose de un concurso lo veo excesivo… además no nos han
informado apenas ¿Y donde están todos los demás?
De pronto Ruy se detuvo-¿Quieres que volvamos?- Regina frunciendo el ceño le
observó unos segundos sin saber que contestar, ya que en los últimos minutos su
corazón había adquirido mayor velocidad de pálpito a causa de los nervios y la
inseguridad. Aquel indeciso silencio difuminado con el musical se prolongó durante un
instante hasta que una voz les interrumpió.
-¿Qué hacéis ahí parados?-Preguntó el taxista una vez llegando a la puerta de entrada.
Regina agachó la cabeza negando con ella, así dejando a un lado esa opción y
retomando sus pasos.
A pesar del tamaño de la vivienda la puerta no era doble sino una más bien usual, pero
con la diferencia de que esta parecía ser de metal y no constaba de ningún pomo ni
cerradura para poder abrirla. También, ahora que se fijaba, la deslizante pared
emblanquecida y curvada que formaba la casa estaba compuesta por una sola pieza… en
ella no había ningún tipo de orificio.
-¿Dónde están las ventanas?-Preguntó extrañada.
-No hay ventanas-Dijo el taxista agachándose abriendo una pequeña caja de mandos
anclada junto a la puerta e introduciendo un código. Tras hacer esto la puerta de metal
se deslizó por el suelo abriéndose. Ruy se sorprendió ante tanta seguridad y sintiendo la
mano de Regina agarrarle con fuerza, los dos entraron en la casa. De repente la música
se detuvo a sus espaldas dejándolo todo en un desolador paisaje a la escucha del viento.
Al instante se giraron, la puerta lentamente volvió a cerrarse, observando como la
imagen de aquel hombre desaparecía frente a sus ojos, hasta que finalmente el sonido
del encaje les envolvió entre la más absoluta y desconocida oscuridad.
Capítulo 2: Presentación

Sus pupilas se dilataron intentando buscar un punto de luz mientras agarrando


fuertemente la mano de su novio sentía un nudo formarse en su garganta.
-Ruy… ¿Por qué...?
De pronto un sonido la interrumpió y sobre la puerta de salida una luz de emergencia
rojiza se encendió, iluminando el resto de la habitación en la que se encontraban.
Seguidamente gracias a ello observaron a su alrededor. Al parecer estaban en un especie
de pequeño recibidor con otra puerta tras sus espaldas, pero esta no era como la robusta
de metal sino una más bien normal con un pomo para poder abrirla. También situada en
una de las esquinas, una pequeña cámara de video digital les filmaba.
-¿Y ahora que hacemos?-Preguntó Regina.
-Supongo que tendremos que seguir adelante-Respondió él, agarrando la maleta y
subiendo unos pequeños peldaños hacia donde se refería. Girando el pomo, esta se
entornó dejando a ver un largo y oscuro pasillo que a simple vista parecía no tener fin.
-¿Por qué tiene que haber tanta poca iluminación?-Preguntó ella mientras avanzaba con
precaución tras su novio.
A ambos lados todas las puertas se encontraban cerradas y continuando por el estrecho
corredor llegaron hasta la última puerta paralela frente a ellos que finalizaba el
recorrido.
Cuando sus dedos acariciaron el pomo de repente la puerta se abrió y una chica de ojos
azules apareció frente a ellos provocando un mutuo sobresalto.
-Ho- hola…-Dijo ella intentando volver a la calma- ¿Sois los últimos?-Preguntó.
-¿Los últimos?-Siguió Ruy.
-Sí-Dijo la chica apartándose de la puerta y dejando a ver lo que contenía aquella
habitación. Los ojos de Regina se abrieron iluminados al observar asombrada lo que
parecía ser algo imposible en su realidad. En su interior, una gran habitación con una
cúpula cubierta y oscurecida simulando el anochecer formaba una playa artificial,
compuesta por mar, palmeras y arena. Dentro de ella un grupo de personas sentadas en
círculo con una fogata en el centro se incorporaban dirigiéndose hacia ellos.
-Pero ¡que pasada!-Dijo Ruy entrando e introduciendo su calzado hundiéndose en la
arena. Las paredes que formaban aquel gran y circular espejismo estaban perfectamente
decoradas, en uno de los extremos donde acababa el camino de arena un pequeño
terreno de agua cubría media sala, simulando las olas del mar. El cielo cubierto por
estrellas resplandecientes dejaba a la escucha un sonido de costa mientras una cálida
brisa mediterránea circulaba por la habitación haciendo ondear las hojas de las
palmeras.
Ruy empezó a saludar a los demás concursantes, en total eran diez personas formadas
en cinco parejas, contándose ellos mismos. La chica con la que se encontraron de
repente se llamaba Edurne y estaba casada con Abel. Él era un chico albino, alto y
robusto que tan solo verles entrar con una amplia sonrisa y simpatía les dio la
bienvenida. La siguiente pareja a la que se presentaron eran Samuel y Rose, eran de
Francia, se ve que como les ocurrió a ellos vieron el anuncio para entrar a concursar
colgado en Internet y decidieron probar. La tercera pareja estaba formada por lo que
parecían ser dos Españoles, Naiara y Javier, los cuales no paraban de hablar a unos y a
otros alzando lo voz considerablemente a causa de la emoción. Por último dos chicos se
acercaron a ellos, por un momento Ruy quedó un poco sorprendido pero sus dudas
fueron confirmadas cuando uno de ellos dijo:
-Él es Amedeo y yo Dante, llevamos dos meses casados ¿Y vosotros?-Dijo con un
acento italiano.
-¡Anda, Felicidades!-Exclamó Regina sonriente- Ruy y yo ahora estábamos viviendo
juntos, pero teníamos pensado que si lográbamos ganar nos pagaríamos la boda con el
dinero del premio y así nos iríamos de luna de miel a Kyoto.
-Hablas demasiado-Le dijo Ruy a la oreja haciendo una mueca. Regina contuvo sus
palabras ya que por un momento había olvidado que todo era un concurso y más valía
no dar mucha información personal no fuera caso que aquella fuese la pareja
equivocada con la que entablar amistad.
-¿¡Joder!? ¿Cuándo va a empezar esto? Con la tontería llevamos aquí dos horas-Dijo
Naiara dirigiéndose a los cuatro- Encima mira como tengo las maletas, repletas de
arena.
-Es que tampoco han dado mucha información, tan solo unos emails y lo de la web,
pero nada más.-Dijo Regina quejándose por lo que anteriormente había comentado
también con su novio.
-¿A vosotros también os han hecho el paripé musical ese?-Preguntó Javier agarrando a
su chica de la cintura mientras arrastraba su equipaje por el suelo ensuciándolo todo con
la húmeda tierra.
-Sí, casi salgo por patas. Es que al ver todo esto tan digamos “lujoso” he pensado:
¿Dónde me he metido?-Respondió riendo- Nada más me faltaba el concierto musical.

Todos empezaron a agruparse para hablar entre ellos, sobre su llegada y como creían
que serían las famosas pruebas del concurso. Regina y Ruy agotados por el viaje se
sentaron rodeando el fuego, el cual en primer plano descubrieron que tan solo se trataba
de un decorado que desprendía luz y calor. Al fin y al cavo de momento tan solo lo
utilizarían para eso. Pero de pronto, tras unos diez minutos una dulce voz femenina
retumbó por toda la sala.
-“Bienvenidos”-
Todos se incorporaron alzando sus cabezas hacia el estrellado cielo ficticio buscando su
procedencia.
-“Para todos aquellos que aún dudéis sobre la temática del programa…
Kogem no es un simple concurso, es un experimento sociológico conjuntamente
relacionado con las diferentes investigaciones de parapsicología en reacciones
humanas.
Ahora mismo estáis situados en el planetario o también llamado Solarium, ya que esta
sala será lo más parecido al mundo real que veréis durante estos tres meses. Me
explico, cada doce horas el estado de esta habitación cambiará, en ocasiones será de
día y en otras de noche. Sí sois inteligentes sabréis como usar esta sala”
-¡Que guapada!-Exclamó Abel totalmente sorprendido mientras cubría a Edurne con el
brazo.
-“Pero antes de nada os recordaré cuales son las reglas de este concurso. Todos seréis
sometidos a una serie de pruebas dentro de la casa, a las que nosotros no os
avisaremos y deberéis superar. Los que no logren pasarlas serán eliminados
inmediatamente. La pareja ganadora será la que logre llegar al final.”
-¿Entonces no nos diréis lo que es una prueba y lo que no?-Preguntó Javier, él novio de
Naiara-Quiero decir ¿Cómo sabremos diferenciar que es una prueba y que es un
problema real?
Tras decir esto hubo un breve silencio y cuando él se dispuso a abrir la boca para
repetirlo la voz le interrumpió.
-“Eso deberéis descubrirlo vosotros mismos”-Respondió-“En este concurso nadie os
guiará, deberéis seguir vuestro propio sentido común. Si obráis bien, ganaréis”
-¡Buah, que chungo!-Dijo Javier a la vez que recibía un codazo de su novia Naiara para
que se callase.
-“Al llegar a esta habitación habéis desbloqueado las puertas que dan acceso a los
dormitorios, aseos y cocina. Cada vez que superéis una prueba, nuevas puertas se
abrirán, para así llegar a las distintas zonas de la casa… y claro está, a la prueba
final.
Bien, ahora deberéis buscar las habitaciones y repartiros en los dormitorios.”-
-¡Ey! ¿¡Pero que clase de pruebas serán!?-Preguntó el bocazas de Javier alzando la voz
como llevaba haciendo desde que entró en la casa.
Pero nadie respondió.
-Yo me he quedado más o menos igual-Dijo Naiara agarrando una de las maletas y
dirigiéndose hacia el pasillo.
Regina ayudada por su novio, agarrando el equipaje en alto para que no se ensuciara,
siguió los pasos de los demás concursantes mientras observaba de reojo una cámara
instalada en lo alto de una palmera siguiendo todos sus movimientos.
El pasillo ahora estaba iluminado y finalmente probando con todas las puertas hallaron
con las habitaciones abiertas. Junto a la entrada estaban los dos dormitorios, uno frente
al otro separados por el corredor los cuales poseían un aseo individual con una ducha y
dos retretes. Y un poco más adelante se encontraba la cocina, la cual constaba de una
nevera, un sistema de Brito cerámica y un amplio comedor con un sofá mirando hacia
una amplia y estrecha pantalla de plasma.
Tras hacer una visita al comedor no tardaron en repartirse los dormitorios, Regina junto
a su novio compartieron habitación con dos parejas, una era Edurne y Ábel, y la otra
Amedeo y Dante. Las tres camas estaban perfectamente hechas, todo impecable, ni una
mopa de polvo circulaba por el azulado y alfombrado suelo. Eso sí, la habitación estaba
repleta de espejos empotrados en la pared, al igual que en casi toda la casa, donde
seguramente estaban ocultadas las cámaras.
-¿Y de donde sois vosotros?-Preguntó Dante, un chico de ojos verdes y cabello castaño
corto depositando la maleta sobre la cama, mientras que su novio abría un especie de
neceser que llevaba colgando del hombro.
-Nosotros somos de Andorra-Respondió Abel, el chico albino.
-¿Andorra?-Preguntó Ruy desconociendo dicho lugar mientras introducía las ropas en
los distintos cajones de la cómoda junto a la cama.
-Sí, es un pequeño país junto a España, rozando los pirineos.
-¡Me encantan los pirineos!-Exclamó Regina- El año pasado fuimos y nos pareció
precioso ¿Cómo se llamaba en la zona donde nos alojamos?-Le dijo a Ruy.
- Vall de Nuria ¿habéis estado? El lugar es muy bonito.
-Bueno, solo hace un año que nos conocemos-Añadió Edurne también sacando las cosas
de su equipaje- A los siete meses nos casamos, y no hemos viajado mucho, pero yo fui
por mi cuenta a esquiar con mis amigos.
-Si que habéis ido rápido-Dijo Dante estirado sobre su cama de matrimonio
correspondiente.
Edurne le dirigió una sonrisa y una encogida de hombros- ¿Qué quieres? Fue amor a
primera vista.
-No le hagáis caso, es un pasota cuando me pidió matrimonio lo segundo que pensé fue:
¿Cómo puedo casarme con alguien tan perro?
-Idiota-Dijo Dante con una sonrisa desafiante a la vez q le lanzaba un cojín a la cara.
Ruy observó a Regina con un cierto descanso, al verla reír ante la situación mostrando
así que toda aquella preocupación y nerviosismo en ella finalmente se había esfumado.
Pero… todo era una pura fachada para que él no se preocupase, tenía la sensación de
que algo no acababa de encajar ¿falta de información? Puede ser, pero escuchando tras
los espejos el sonido giratorio del objetivo de las cámaras enfocarla, un nudo en su
garganta se formaba.
Capítulo 3: Desconcertados

En aquella casa entraron todo tipo de personas, desde gente extrovertida hasta los más
tímidos, desde los más limpios hasta los más dejados, desde los más creyentes hasta los
ateos…
Pero… a pesar de las diferencias, ahora todos estaban agotados del viaje, algunos
incluso optaron por echarse una siesta tras colocarlo todo. Sin embargo Regina, Ruy y
Abel junto a la pareja francesa decidieron preparar la cena.
La mano de Rose agarró con firmeza el mango del frigorífico abriéndolo, pero de pronto
se quedó totalmente paralizada, al descubrir para su sorpresa qué…
-¿Dónde está la comida?
Ruy se giró hacia ella extrañado-¿Cómo?
-¡No hay nada!-Repitió.
El resto se acercaron rodeando la nevera y como su compañera había dicho previamente
ésta se encontraba totalmente vacía.
-¿Y que se supone que tenemos que hacer ahora?-Preguntó Regina.
De pronto Ruy se percató de algo que le llamó la atención. En la parte trasera inferior
derecha de la puerta del electrodoméstico parecía haber un pequeño post-it pegado.
-¡Ey! ¿Qué es eso?-Dijo señalando hacia dicho lugar.
Sara se agachó y lo desenganchó, incorporándose de nuevo y leyendo el mensaje que
había escrito en él.
-La comida está almacenada tras las cortinas del comedor…
Al instante Ruy se dirigió hacia dicho lugar atravesando la cocina, llegando a la sala de
estar y corriendo las cortinas dejando a la vista otra puerta de metal con una pequeña
cerradura bajo el pomo.
-Está cerrada-Les Dijo Ruy intentando abrirla.
-Joder ¿como vamos a comer? ¿Eh? ¿No nos dais apenas información y encima no
tenemos comida? ¿Pero que es esto? -Dijo Regina mirando hacia una de las cámaras.
Cuando Ruy se acercaba hacia ella para calmarla ya que parecía empezar a alterarse otra
vez de repente un leve grito se escuchó desde el pasillo, atravesando la robusta puerta de
madera que daba a la cocina.
-¿Qué ha sido eso?-Dijo Rose girando la cabeza aún con papel en mano.
-¡Es Edurne!-Exclamó Abel, dando media vuelta y dirigiéndose hacia el corredor.
Al asomarse al pasillo a la escucha de los gritos pudo ver lo que parecían ser las
delicadas piernas de Edurne patalear contra el suelo mientras alguien la arrastraba hacia
dentro de una de las habitaciones que estaban supuestamente cerradas.
-¡¡Edurne!!-Gritó.
Corriendo hacia ella, antes de que pudiese ver nada, la puerta se cerró frente a sus
narices impactándole, cayendo de espaldas y golpeándose la cabeza contra la pared
paralela.
-¿Qué ha pasado?-Preguntó Ruy acercándose a él preocupado.
-¡Alguien se la ha llevado!-Contestó con los nervios a flor de piel- ¡Alguien ha
secuestrado a Edurne!
Samuel junto a su esposa Rose intentaron abrir la puerta pero esta se mantenía
fuertemente cerrada- Tranquilo, puede que se trate de un engaño-Dijo él.
-¿Un engaño? ¡Estaba gritando! ¿¡Que no la estabais escuchando!?
-¿Abel? Así te llamabas ¿verdad?-Preguntó Ruy agachándose, mientras él asentía con
nerviosismo- No tienes por qué preocuparte, es un concurso, no le va a pasar nada.
-¿¡Pero que clase de concurso es este!? ¡Se la han llevado a la fuerza!-Gritó a la vez que
Regina de reojo se percataba que una de las cámaras les enfocaba. De pronto Rose se
sobresaltó cuando una de las puertas de los dormitorios se abrió.
-¿Qué son tantos gritos?-Preguntó Naiara asomándose al pasillo.
-¡Maldita sea! ¿¡Nadie piensa hacer nada!?
-Alguien se ha llevado a Edurne-Le respondió Ruy.
Abel se reincorporó y tan solo ponerse en pie empezó a golpear la puerta por la cual se
habían llevado a su esposa mientras gritaba su nombre.
-¿¡Quieres parar!?-Le gritó Naiara frunciendo el ceño y mostrando la marca de la
almohada pegada sobre su mejilla- Ya nos avisaron de que ocurrirían esta clase de
cosas, no puedes perder los nervios por una chorrada como esa, tu mujercita está
perfectamente ¿A caso piensas que por un concurso llegarían a lastimar a alguien?
-¿Cómo puedes estar tan segura? nos dejan sin comida y luego secuestran a mi esposa
¿Te parece algo muy correcto para un concurso?-Dijo Abel mostrando una expresión de
preocupación en su rostro.
-¿Qué no hay comida?-Preguntó Javier asomándose tras Naiara mientras se restregaba
el ojo derecho en sentido de sueño.
-Sí, encontramos una nota en la que decía que la comida estaba almacenada en una
habitación que da a la sala de estar, pero también se encuentra cerrada-Respondió Rose.
-Primero tenemos que encontrar a mi esposa ¡Hay que abrir esta puerta!-Insistió.
-¡Olvídate de tu novia! Lo primero que tenemos que hacer todos es encontrar la llave
para abrir ese maldito almacén, si no comemos no tendremos fuerzas para resolver las
pruebas-Añadió un tanto enfurecida.
Abel le dirigió una mirada de odio y se le acercó-Como le pase algo, será culpa tuya…
que lo sepas.
De pronto Javier apartó a Naiara y se puso frente a él mirándole directamente a los ojos
y moviéndolos inconcientemente a ambos lados-¿A si? ¿Y que vas a hacerle?
-¡Eh, Parad ya! no es hora de discutir-Intervino Ruy-Rastrearemos toda la casa en busca
de esa llave.
-Pero que dices, estamos reventados, mejor hacerlo mañana ¿no crees?-Propuso Javier.
El resto se miraron entre sí y finalmente hicieron un ademán de asentimiento.
-¿¡Que!? No me lo puede creer... ¿¡Vais a abandonarla!?
-A ver, Abel querido, estamos cansados- Respondió Naiara en un tono sarcástico-Yo
personalmente he estado metida en ese maldito taxi durante cinco horas y luego he
estado esperándoos a cada uno de vosotros para que el concurso empezara… Y encima
con tus grititos me has despertado ¿Realmente crees que tengo ganas ahora de buscar a
tu querida esposa?- Tras decir esto se dieron media vuelta y la pareja española regresó a
su habitación cerrando la puerta tras ellos con un portazo.
Regina se acercó a Abel el cual cabizbajo se había mordido la lengua con tal de no
acabar con un enfrentamiento.-Tranquilo, mañana miraremos de buscarla ¿vale? Seguro
que está bien, esto solo es una prueba-Le dijo mostrándole una sonrisa para calmarlo.
-¿Y como se supone que debemos pasarla?-Respondió él.
-Pues seguramente encontrando a Edurne… ¿no crees?
Abel asintió con resignación y se introdujo en el dormitorio con ellos, primero dando las
buenas noches a la pareja francesa que dormían en la habitación de enfrente junto a
Javier y Naiara.

***

Eran las doce pasadas y Regina aún no había conciliado el sueño, pero ella sabía
perfectamente cual era la absurda causa… se estaba orinando. Su novio ya se había
quedado dormido desde hacía un rato y ella no podía aguantar más, pero la vergüenza a
ser filmada se lo impedía. Los riñones le empezaban a doler y su cuerpo temblaba ante
la presión, así que finalmente bajo el pensamiento “Todos somos iguales” decidió ir al
baño. En el momento en que se puso las zapatillas y se incorporó la necesidad se aceleró
en contrarreloj. Ahora que lo pensaba, las posibilidades de que la vieran era más
humillante si se lo hacía encima que si era filmada mientras estaba sentada en el retrete.
Sus pies en silencio recorrieron a toda velocidad el dormitorio, entrando en el aseo.
Abrió la puerta del primer lavabo y entró encerrándose en ella con el cerrojo. Dando la
espalda al espejo se bajó la parte baja del pijama y se sentó sobre el retrete. Cuando ya
estaba en proceso sus ojos se cerraron al escuchar con gran incomodidad el sonido del
objetivo de la cámara enfocarla. No podía creerlo, alguien la estaba espiando, aunque el
enfoque fuese automático aquello le resultaba totalmente repugnante.
-¡¡Ayúdame!!
Tras unos segundos Regina sufrió un sobresalto levantándose al escuchar una voz gritar
pidiendo ayuda. Saliendo hacia los lavamanos, con la mirada siguió el recorrido por los
espejos hasta finalmente llegar a las dos duchas paralelas las cuales se mantenían con la
mampara cerrada y a simple vista parecía no haber nadie dentro. Un golpe se escuchó
no muy lejos a ella y el grito pidiendo ayuda se repitió. Entonces la reconoció, aquella
voz sin duda alguna era la de Edurne que desde algún lugar la llamaba ¿Pero donde?
Al girar la cabeza su corazón se detuvo, su bello se erizó y sus pupilas se contrajeron,
cuando… al observar paralizada con una expresión totalmente pálida pudo ver el
desvanecimiento de dos manos y un rostro desencajado aparecer desde el otro lado del
espejo rompiendo así con su reflejo.
Tras las húmedas ramas repletas de corteza helada una hoja otoñal se dejaba caer
dando giros en aire, hasta finalmente posarse sobre el banco donde Dante esperaba
sentado. A pesar del frío sus manos estaban sudadas y su cuerpo temblaba a causa de
un terror pasado que cicatrizó dejando secuelas en su corazón. Aún podía recordarlo
con claridad, aún veía aquellas siluetas amenazantes, aquel terrible engaño que le
marcó para siempre…
Pero esta vez se superaría, ahora debería enfrentarse a sus miedos, esta vez era
diferente, ahora…
-Hola tu eres Dante ¿verdad?-Preguntó una voz frente a él.
Un tanto atemorizado con su rizado y corto cabello levantó la cabeza, en aquel instante
su cuerpo se relajó al observar la cálida sonrisa de aquel chico de bufanda azul.
-Yo soy Amedeo

Capítulo 4: Y todo empieza ahora

Lentamente sus parpados se levantaron cuando un fuerte murmullo le desvelaron.


Achinando los ojos con la visión borrosa se sintió desubicado. El hecho de cortar aquel
sueño pasado en el que se había inducido con comodidad ahora le provocaba una cierta
desorientación frente a la realidad.
Estirando el brazo hacia el otro lado de la cama pudo percatarse de que su novio
Amedeo no estaba.
-¿Qué pasa?-Se preguntó a la vez que incorporaba medio cuerpo y observaba el pasillo
reflectante de una habitación iluminada.
A la escucha de las voces, descalzo cruzó la habitación, salió al corredor y finalmente
siguiendo el rastro de luz abrió la puerta entornada de la cocina. Con su rostro
completamente mustio de sueño observó que todos estaban levantados y charlando entre
ellos.
-¡Ey, buenos días!-Le saludó su novio girándose desde el sofá.
-¿Qué es todo este jaleo?-Preguntó acercándose hacia ellos.
-¡Ya lo dije! Lo que tenemos que hacer es encontrar esa llave, no debéis dejaros influir
por lo que podáis ver o escuchar, todo está preparado-Añadió Naiara de pie frente a
ellos.
-A ver Naiara lo que no podemos hacer es olvidarnos de Edurne ¿Y si la prueba
realmente fuese encontrarla a ella?-Preguntó Regina cruzada de piernas.
-¿Y pretendes rescatarla sin haber desayunado primero?¿Estás tonta? ¡Hay que abrir ese
jodido almacén como sea!
Javier se encendió un cigarrillo del cargamento de paquetes de tabaco que había traído
previamente-A ver si pensamos un poco… llevamos quien sabe cuantas horas sin probar
bocado, primero necesitaremos haber comido algo.
De pronto Regina se incorporó angustiada.
-¿Dónde vas?-Le preguntó Ruy cuando lo hizo.
-Voy a tomar el aire…
Decidió ir tras ella, desde que llegaron apenas habían hablado y ya era hora de comentar
muchas de las cosas que estaban ocurriendo, para así por lo menos hacerse una idea de
cómo podían actuar frente a lo que se les vendría encima.
Siguiéndola hasta el final del pasillo, agarrando fuertemente el mango, al entornar la
puerta el impacto de los rayos solares contrajeron sus pupilas.
Regina se quedó unos segundos observando por segunda vez sorprendida aquella gran y
circular habitación.
Ahora era de día, la cúpula se había transformado en un cielo azul que emitía una
potente luz blanca. El mar resplandeciente y cristalino dejaba a la escucha el sonido de
unas gaviotas ficticias revolotear sobre las palmeras.
Regina se quitó las zapatillas y las dejó a un lado en el pasillo. Descalza se introdujo en
la arena y avanzó unos pasos hasta situarse frente a la orilla. Allí junto a Ruy se
sentaron observando el ilusorio horizonte.
-Te preocupa algo ¿verdad?-Preguntó.
Regina bajó la mirada a sus pies mientras dejaba escapar un leve suspiro.
-No se que pensar, es todo tan complicado…
-¿Complicado en que sentido?
-No puedo confiar en nadie que no seas tú… en principio parecen todos sinceros,
pero… no me gustaría entablar una amistad y que luego me diesen una puñalada trapera
para ganar el concurso-Respondió ella observando la espumosa agua deslizarse por la
orilla.
-Es que cariño, de eso se trata, es todo estrategia, no debes sentirte mal por eso…
-¡Joder! Lo que no voy hacer es que por un montón de pasta tenga que pisar mis ideales
y joder a la gente a toda costa por un simple juego. Yo no soy así… y no pienso cambiar
por haberme metido en esta casa.
Ruy la abrazó por la espalda colocando su mano sobre su hombro derecho mientras le
acercaba sus labios al oído.
-Eso es lo que me enamoró de ti, ese espíritu tan puro con ese corazón que no te cabe en
el pecho…tranquila no tienes porqué cambiar, lo estamos haciendo muy bien, a los de
fuera les gustará que no nos metamos en ningún lío…
De pronto Regina se llevó la mano al pecho, girándose hacia él frunciendo el ceño- Ruy
ahora que me fijo… ¿Por qué ninguno de nosotros llevamos micrófonos?

De repente, tras un chasquido, el paisaje desapareció, el sonido ambiental se detuvo y


todo fue envuelto por la más absoluta oscuridad.
-¡¡Ruy!!-Gritó Regina asustada agarrándole fuertemente la mano.
Tras decir esto un zumbido se escuchó y sobre sus cabezas un cielo estrellado apareció,
una ventisca cálida recorrió la habitación, las palmeras se inclinaron a la orden del
viento y finalmente la fogata se encendió, así cambiando al estado del anochecer.
-Esta habitación no deja de sorprenderme-Dijo Ruy contemplando las constelaciones
que se iban formando en la esférica cúpula.
Regina devolvió su mirada al mar observando aquel inmenso paisaje que le hacía sentir
una cierta nostalgia en su corazón. Pero aquel pensamiento fue borrado cuando de
repente un sonido a cristal se escuchó.
-¿¡Que coño…!?
Al momento los dos se pusieron en pie y corrieron hacia el lugar. En el pasillo se
cruzaron con los demás que al parecer también lo habían oído.
-¿¡Que ha sido eso!?-Preguntó Rose alertada.
A toda prisa rastrearon las habitaciones y finalmente en el dormitorio donde Ruy dormía
la encontraron… Edurne inconsciente, tirada en el suelo del baño dejando un rastro de
sangre bajo el brazo, a su espalda dejaba a la vista un espejo completamente destrozado
el cual ocultaba la pequeña y secreta entrada a una habitación cerrada.
-¡¡Edurne!!-Gritó Abel lanzándose al suelo y agarrándola entre sus brazos con una
expresión de dolor en su rostro, mientras ella, con los ojos cerrados dejaba caer su
cabeza hacia atrás separando sus labios inconscientemente.
Rose se agachó junto a él tomándole el pulso-Está viva…
Regina avanzó por el aseo observando totalmente desconcertada aquel engañoso espejo
que ahora formaba un agujero de entrada hacia una habitación continua. Todo encajaba,
aquel rostro que vio plasmado la noche pasada en el espejo sin duda era ella, estaba
desde el otro lado pidiendo ayuda. Dolorida por no haberse percatado antes, en vez de
huir e intentar borrar esa imagen de su cabeza, miró a sus pies observando a Abel con
los ojos repletos de lágrimas abrazar a su esposa. De pronto sus pupilas fueron testigos
de algo que le llamó la atención, al ver que un pequeño cordel rojizo surgía de la mano
izquierda cerrada de Edurne.
-Regina… ¿Que haces?
Agachándose junto a ellos, con delicadeza separó sus dedos abriendo lentamente su
mano y dejando a la vista lo que esta contenía.
-Eso es…-Dijo Ruy sorprendido.
Junto al cordel enroscado entre los dedos de Edurne una pequeña llave dorada aparecía.

***

Como pensaban la llave entró en la cerradura a la primera y tras dos giros la metálica
puerta se abrió. Instantáneamente la habitación se iluminó.
-¡Es enorme!-Exclamó Javier.
El almacén repleto por hileras de estanterías llenas de cajas con comida formaba una
sala doblando el tamaño de la cocina y comedor juntos. Al instante Naiara corrió hacia
una de ellas y la abrió sacando una bolsa con cereales, de la cual empezó a comer
hambrienta.

De mientras Abel, agarrándole la mano, estaba sentado junto a su esposa, la cual dormía
placidamente sobre la cama. Rose se encargó de extraerle los cristales clavados en las
diferentes partes del cuerpo y después le desinfecto la herida vendándole el brazo con
los materiales que encontró en la caja de primeros auxilios de uno de los baños. Según
sus palabras le dijo que a causa del cansancio y dolor se había desmayado, pero en unas
horas ya despertaría.
-¡Abel! Era la llave, hemos podido abrir el almacén-Dijo Samuel, el marido de Rose,
asomándose desde el pasillo, con el que había establecido conversación tras el incidente.

Seguidamente se incorporó y junto a él abandonó el dormitorio con la intención de ir a


comer algo.
Cuando sus pasos se dejaron de escuchar, cuando finalmente su presencia desapareció,
en ese mismo instante, los ojos de Edurne se abrieron al completo, mostrando una
inexpresividad fría sobre su rostro.

-Se ha acabado...
Amedeo con cuidado tras deshacerse de los cristales que rodeaban aquel agujero
donde previamente estaba colocado el espejo, introdujo sus brazos y gracias a la ayuda
de su novio fue entrando con precaución en aquella secreta habitación.
Una vez dentro un olor a cerrado le asaltó, provocándole una leve asfixia al sentir la
falta de oxígeno. El crujir de su calzado indicó que el suelo en este lado también estaba
repleto de cristales.
-Ves con cuidado…-Le dijo Dante desde el otro lado del agujero.
Amedeo le respondió con un gesto de despreocupación y avanzando lentamente se
introdujo entre la oscuridad. De pronto, mientras rebuscaba entre el bolsillo del
pantalón el mechero que le habían prestado para iluminarse, sus pies colisionaron con
algo contundente en el suelo. Al simple tacto se imaginó que podía tratarse de un saco
o algo por el estilo. Así que activando el encendedor fue agachándose con precaución.
-¿Has visto algo?-Preguntó su pareja desde fuera.
De repente Amedeo sufrió un sobresalto cuando la luz de la llama mostró lo que
parecía ser un rostro humano con una brecha de sangre seca sobre su frente.
En aquel instante, al caer de espaldas al suelo a causa del impacto, la luz del aseo que
le permitía una leve visibilidad se apagó y una especie de alarma desde el pasillo
empezó a escucharse expandiéndose por todas las habitaciones

Capítulo 5: La sirena de la despedida

-Estos son los pasos que tenemos que seguir-Dijo Samuel apoyado en una de las
palmeras junto a su esposa Rose, ocultados entre las sombras del planetario.
-Pero estamos en desventaja, Edurne ha ganado muchos puntos en vista al público, es la
digamos “víctima” de este concurso-Dijo sentada frente a él sobre la arena.
-¿Crees que fingió todo aquello para ganarse a la gente?
-Seguramente, aquella herida era muy poco profunda para haber roto un espejo de un
solo puñetazo…-Dijo frunciendo el ceño.
-¿Todo fue puro teatro?
-Lo más probable, parece mentira que te lo preguntes. La televisión es toda pura farsa y
más en este tipo de concursos, por eso mismo lo digo. Así que lo que tenemos que hacer
es quitarnos a Edurne de encima, sea como sea…

***

Después de coger fuerzas gracias a los alimentos del almacén decidió ir a ver a su
esposa. Lo que tenía claro es que cuando ella despertara los dos abandonarían la casa,
no iba a arriesgar su vida en un concurso tan desinformado como este. Lo peor de todo
es que aún no sabía claramente lo que había ocurrido y eso le causaba una cierta
intranquilidad.
Tras cruzar el pasillo y girar hacia la habitación de pronto se sorprendió al ver a Edurne
totalmente inmóvil, de pie a espaldas a él, mirándole fijamente a través de uno de los
espejos que decoraban las paredes del dormitorio.
-Te has despertado… y por lo que veo te has cambiado de ropa-Dijo él.
Sin embargo ella no abrió boca, tan solo se limitó a observar inerte la figura reflectante
sobre el cristal.
-¿Cómo estás?-Le preguntó acercándose.
-Sí, también he hecho el equipaje-Contestó a destiempo.
Abel bajó la mirada y observó que junto a su esposa, sobre la cama, donde
recientemente dormía, ahora había una pequeña maleta repleta con toda su ropa.
-Sí, es lo mejor que podemos hacer-Siguió él- Esto me parece una locura, se supone que
es un programa de televisión, no deberían jugar con nosotros de esa manera, llegando
incluso a dañarte… Así que cuando estés lista ya podemos marcharnos.
-Quien se va soy yo-Respondió de una forma tajante.
-¿Cómo dices?...
Edurne con un movimiento de piernas se giró hacia él con una inexpresividad
escalofriante sobre su rostro.
-Yo me iré contigo-Insistió.
-No, antes de que todo acabe tengo que despedirme.
Abel frunció el ceño desconcertado ante la reacción de su esposa la cual parecía estar
totalmente cambiada. Aquel brillo azulado en sus ojos que la caracterizaba había
desaparecido y ahora una capa gris apagado cubría toda su mirada.
-Pero… ¿Que estás diciendo?
-Lo acabarás entendiendo, pero tienes que aguantar… tienes que llegar al final…
-¿Qué…? ¿¡Se puede saber que quieres decir con eso!?
- Tengo que hacer muchas cosas…-Dijo mientras le vibraba el labio inferior- Solo
espero que si logras ganar me llegues a perdonar… pero, yo ahora tengo que
marcharme.
-¿¡Marcharte!?-Le gritó- ¿¡Que es tanto secreto!?
Edurne finalmente mostrando una expresión de tristeza se llevó la mano al vientre y lo
acarició suavemente.
-Adiós…
Abel tras quedarse atónito por aquel gesto, de pronto alzó la mirada con nerviosismo,
cuando el sonido de una alarma intermitente empezó a sonar expandiéndose por toda la
casa.
-¿¡Que es eso!?
Edurne agarró su maleta y seguidamente todas las luces se apagaron. Paralizado ante la
situación sintió la presencia de su esposa correr cruzándose a su lado, dejando un rastro
de aroma a lavanda de su cabello. Entre toda aquella alarmante confusión a la escucha
de sus pasos actuó intentando seguirla.
El sonido de una puerta abriéndose al final del pasillo mostró entre sombras la pequeña
luz de emergencia que indicaba la salida. En aquel instante, la metálica puerta se deslizó
sobre el suelo, la silueta de Edurne se dibujó sobre el contraste del verdoso paisaje, así
abandonando finalmente la casa. Corriendo hacia ella, intentando detenerla, llegando al
recibidor la puerta volvió a cerrarse. En aquella última imagen, cuando observó sin
llegar a tiempo a su esposa alejarse por el inmenso valle, algo le llamó la atención. Tras
las montañas una espesa y monstruosa nube negra se alzaba cubriendo todo el cielo.

***

-¡¡Hay un tío muerto aquí dentro!!


De repente sus pupilas se abrieron induciendo su visión en un mar de oscuridad. Aquel
alarmante sonido de una sirena se filtró espiralmente por sus oídos a la vez que Amedeo
gritaba su nombre.
-¡Dante!
Al instante contestó a su llamada. Se sentía confuso, no podía ver nada a su alrededor
tan solo estaba a la escucha de aquel intermitente sonido.
-¿¡Qué está pasando!?-Dijo mientras sin mover un solo músculo se agarraba como
punto de apoyo al lavamanos situado bajo el agujero por el cual su novio había entrado
a la secreta habitación. Finalmente tras unos segundos la luz impactó sobre sus retinas y
deslumbrado retrocedió unos pasos. Cuando apartó su mano sobre sus ojos un sonido
semejante al llanto se escuchó. Dante si pensárselo dos veces abandonó el aseo y
atravesando la habitación llegó al pasillo principal. Entrando al recibidor allí le
encontró, con sus uñas arañando la puerta intentando abrirla, mientras de rodillas y
cabizbajo entre lágrimas gritaba el nombre de Edurne.

Tras aquello, la sonrisa persistente de Abel desapareció de su rostro, mientras pedía una
y otra vez a las cámaras que le dejasen salir de la casa. A pesar de sus intentos, no
obtuvo respuesta alguna, tan solo un cruel silencio que le desesperaba cada hora sin su
esposa que pasaba.
Realmente confusos empezaron a preguntarse que algo grave estaba ocurriendo, aquella
huída tan desesperada, aquel cadáver sin ser identificado situado junto al baño, y
finalmente para aumentar más su preocupación algo surrealista apareció…
-¿Que… se supone que significa esto?
La encontraron clavada sobre la arena de la playa, inerte formando una cruz blanca. A la
vista de todos, de un material semejante al mármol, una gruesa lápida había sido
instalada donde podía leerse claramente inscrita en ella:

Edurne Hernández Marín


(1980-2007)
Capítulo 6: El otro punto de vista

Cada día que llegaba, cada tiempo libre que tenía, cuando podía, frente al ordenador
se conectaba. Chateando las horas se pasaba, cada vez aumentando más aquella
obsesión en la que se había inducido cómodamente.
En aquellos últimos meses había dejado a sus amistades de lado, su rendimiento
escolar había bajado, provocando la desesperación de su madre. Pero todo ello ya no
le importaba, le tenía a él al otro lado, esperándole a cada momento en el que su
modem se activara. Desde que lo conoció en aquel chat jamás se había sentido tan
acompañado. A pesar de poseer gente a su alrededor que le querían, Mateo le
comprendía como nadie lo había hecho hasta entonces. Desde el inicio de su
adolescencia se había sentido aislado interiormente, diferente era la palabra, y al
llevarlo consigo su soledad aumentaba. Pero finalmente, en aquella ciudad sin gente,
apareció alguien como él…

Era de noche, las ramas heladas crujían solemnes en la oscuridad a la vez que el rayo
de luz iluminaba a Dante sentado en un pequeño banco de madera situado en el
parque. Mateo le dijo que sería puntual, pero ya llevaba un cuarto de hora y no
aparecía. En aquella última conversación daba la sensación de haberse arrepentido, su
forma de escribir entonces era más fría y apenas se dirigía a él con buenas palabras.
Por un momento al pensar en todo ello le provocó un debe dolor de angustia en la
garganta, al creer que por miedo se había echado atrás, pero ¿por suerte? aquel
sentimiento se borró cuando una alta silueta oscura tras unos arbustos apareció. Era
él, tal y como se lo imaginaba, de cabello corto con el flequillo en punta y con un rostro
totalmente angelical.
-Mateo-Dijo incorporándose felizmente sonriente.
Él le respondió levantando la mano y tras de si cuatro siluetas aparecieron. Dante se
detuvo extrañado. Al principio pensó que se trataban de otras personas, luego la idea
de que fueran amigos suyos se cruzó por su mente.
No tenía sentido, si habían quedado al anochecer era por miedo a que se encontraran
con alguien conocido.
Pero cuando la iluminación de la farola les mostró, haciendo relucir aquellas gruesas
cadenas que agarraban fuertemente con la manos, lo comprendió, había cometido un
grave error.

***

La alarma cesó y la luz regresó. Amedeo retrocediendo unos pasos chocó contra la
pared, presionando el interruptor con el codo. La extraña habitación se iluminó dejando
al descubierto aquel anónimo cadáver. Al instante observó a su alrededor que aquel
dormitorio individual era bastante reducido, estando formado por una cama desecha, un
escritorio repleto de papeles y una puerta de madera con una pequeña llave metida en el
cerrojo a la cual se acercó e intentó abrir. La llave al parecer se mantenía atrapada en el
cierre metálico y no había manera de sacarla, así que dando un giro hacia la izquierda el
sonido de la cerradura indicó que la puerta se había abierto. Con el frío tacto a causa del
sudor, agarró el pomo y con precaución fue entornándola lentamente.
-¡Ostias…!-Exclamó, cuando para su sorpresa descubrió que aquel dormitorio daba
directamente al pasillo principal.
De pronto tras el sonido de unos pasos acercándose Dante apareció frente a él con una
expresión de desconcierto.
-¡Joder que susto…! ¿¡De donde sales tú!?-Preguntó.
-De detrás del espejo-Dijo señalando con el dedo gordo hacia atrás.
-Pero esta puerta…
-Esa es la habitación-Interrumpió Abel acercándose hacia ellos con los ojos totalmente
irritados- …es la habitación donde encerraron a Edurne.

***

El dolor invadía todo su cuerpo y ya sin apenas fuerzas sus piernas flojearon dejándose
caer de rodillas sobre el suelo. Cabizbajo, a través de una borrosa visión observaba
con dificultad el goteo de sangre filtrarse sobre la húmeda tierra mientras una y otra
vez se repetía la misma frase ¿Por qué lo había hecho?
Sintiendo un latigazo impactar sobre su espalda, tras el desgarro de sus ropas Dante
cayó derrotado. De medio lado, escuchando aquellas amenazantes voces gritar, siendo
golpeado, finalmente sus ojos no pudieron soportar más aquella dolorosa imagen y
cerrando sus párpados deseó desconectar de aquella horrible pesadilla.
En aquellos últimos segundos de consciencia, cuando todo a su alrededor desapareció,
volvió a escuchar su voz.
-Ya ha tenido suficiente-

***

En cuclillas con una caja de madera junto a ella, tras abrir el frigorífico fue colocando
los alimentos según su criterio. Pero a medida que iba ordenando algo le llamaba la
atención, así que agarrando uno de los refrescos lo observó detenidamente mientras lo
hacía girar sobre su mano.
-¿Qué miras?-Preguntó Ruy agarrando una pesada caja de cartón que al dejarla sobre el
suelo provocó un sonido de cristal.
-Ah, nada, es que no entiendo porque no hay ninguna marca conocida-Dijo Regina
incorporándose, cerrando la nevera y mostrándole la lata en la que tan solo una pequeña
pegatina azul indicaba su contenido cubriendo una porción del grisáceo metal que
formaba la bebida.
-No se, puede que no quieran hacer publicidad.
-No es eso, normalmente el envase lleva un código de producción situado en la base y
yo aquí no veo nada.
-¿A ver?-Dijo cogiéndoselo y forzando la vista buscando algún minúsculo grabado
sobre la superficie-Bueno, puede que el concurso lo pidiera así.
-¿Qué lo pidiera así?
-Bah, no se, es igual, no le des importancia, ahora lo que tenemos que hacer es acabar
de colocar la comida que necesitaremos para este mes-Dijo Ruy agachándose con un
cuchillo de sierra en mano y deshaciéndose de la rojiza cinta adhesiva que sellaba la
caja.
-Joder… ¿Y los demás qué? ¿¡No hacen nada!?
-Regina, tranquilízate-Contestó seriamente-Javier y Naiara están haciendo una lista con
lo que hay en el almacén, Amedeo y Dante están investigando en la habitación del
espejo y Abel acaba de irse a cuidar de Edurne…
-¿Y la pareja francesa que?... Me parece a mí que podrían colaborar un poco en vez de
pasarse todo el día en el Solarium.
-¿Se puede saber que te pasa?-Preguntó deteniendo lo que estaba haciendo y mirándola
fijamente.
-¿Qué que me pasa…? ¿Te parece a caso muy normal lo que ha pasado con Edurne? Es
que os veo a todos tan indiferentes… Le he dicho a Abel que no se preocupara pero…
¡Joder, es que razón tiene! Creo que se han pasado tres pueblos y lo que más me jode es
que tú ni te inmutes…
-A ver, pero es que ya nos dijeron que pasarían esta clase de cosas, ya sabíamos que…
-Ruy en serio, eso no es una justificación. Un concurso televisado no debería permitir
que un concursante llegase a lastimarse hasta el punto de perder el conocimiento, me
parece una burrada lo que se ha hecho con ella.
-Pero es que realmente no sabemos lo que pasó, quizás sea todo un montaje.
-¿Montaje? ¡Joder, estaba sangrando por el brazo!
De pronto ante ese último grito como si de un mecanismo se tratara las luces se
apagaron y su visión quedó sumergida en la más desorientante oscuridad. Seguidamente
el ruido de unos altavoces en pleno funcionamiento emitió un sonido alarmante que
retumbó por toda la cocina.
-¿¡Qué es eso!?-Exclamó Regina alterada buscando a tientas el tacto de su novio.
Ruy agarrándola entre sus brazos, en tensión se sobresaltó a la escucha de los gritos de
Abel recorrer el pasillo llamando a su esposa.
El fuerte sonido de un golpe provocó el cierre de los ojos de Regina la cual estaba
totalmente asustada y sintiendo una cálida ventisca recorrer la cocina entre los silbidos
del viento escuchó aquella voz.

- … ¿A caso me has olvidado?...

De repente tras un portazo la alarma cesó y la luz regresó iluminando nuevamente la


cocina. Alzando la cabeza sus miradas se cruzaron en una expresión de sorpresa.
-¿Qué ha sido todo eso?-Preguntó.
Los llantos no tardaron en escucharse y seguidamente intrigados se asomaron al pasillo.
Al final de este, la puerta del recibidor estaba abierta donde se podía ver a Dante de pie
mirando hacia el suelo.
-¿Qué ha pasado?-Preguntó Ruy alzando la voz desde la otra punta del corredor. Dante
girándose, tan solo verles se dirigió hacia ellos a toda prisa. A medio trayecto de repente
una puerta supuestamente cerrada junto a los dormitorios se abrió, provocándole un
sobresalto al ver a su novio aparecer tras ella.
-¡Joder que susto…! ¿¡De donde sales tú!?
-De detrás del espejo.

Minutos después atravesando aquella robusta puerta de madera finalmente accedieron al


secreto dormitorio donde el cadáver de un hombre yacía muerto en el centro.
A pesar de Abel ser el mayor afectado en todo aquello, Dante no quedó indiferente tras
aquel suceso, sobretodo cuando sus pasos se situaron frente a aquel cuerpo sin vida
observando detenidamente aquel conocido y doloroso rostro.
-Es imposible…

Bajo el cuello de la amarillenta camisa, sobre la solapa, una pequeña tarjeta roja
enganchada con un imperdible indicaba escrito en letras oscuras su nombre:

“MATEO”
Capítulo 7: Le jardin du monde

Tras la aparición de aquella misteriosa lápida el descontrol se desató. En aquellos


segundos de oscuridad que envolvieron la casa la lápida hizo su aparición. Samuel y
Rose lo afirmaron, ellos estaban en el momento en el cual se instaló y repitieron que no
habían visto a nadie hacerlo. La desconfianza hacia ellos no tardó en hacer presencia,
Rose se sintió señalada como culpable de la situación. Así que para solucionarlo
decidieron que debían integrarse más en el grupo ¿Pero realmente eso serviría de algo?

***

“Doctora Sansouley, acuda inmediatamente a quirófano por favor, doctora


Sansouley…”

Tan solo escuchar aquella voz llamarla su mirada quedó reflejada frente al espejo que
tenía situado delante. Sus ojos continuaban irritados, las ojeras cada vez se dibujaban
más intensas, y su rostro, semejante al de un recién fallecido, marcaba fríamente sus
prominentes pómulos cubiertos bajo una fina capa de piel.
Las gotas de agua resbalaban por sus poros, seguidamente restregándose las manos
sobre la bata se incorporó firmemente e intentando mostrar una expresión indiferente
abandonó los servicios.
Nadie debía saberlo, no quería sentirse compadecida, ella era el timón que llevaba con
precisión el ritmo de su vida y así debía de ser. Sí, aquella semana ya hacía tres meses
tras el fallecimiento de su marido y a pesar del parte de defunción y todo el simbolismo
que ello conllevaba aún no lo había asimilado, ya que veintitrés años en pareja no se
olvidan fácilmente. Aún le recordaba, su voz, sus caricias, aquellos mágicos momentos
compartidos, pero ahora… cada vez aquella imagen se volvía más difusa y a medida
que ello ocurría un sentimiento de miedo al olvido la abarcaba. Decidió hacerlo, no
quería olvidarle, allí la guardaría, su fotografía en un medallón junto a su palpitante
corazón del cual jamás se separaría.
A pesar del dolor, y aunque en más de una ocasión lo hubiese mandado todo a la
mierda tenía una razón para seguir luchando, una luz de nueve años que le mostraba
una sonrisa cada día, su hijo. Lamentablemente su propio carácter tras el incidente
había sido marcado y todo aquel sufrimiento lo había reflejado en él, cosa de la cual se
arrepentía. Todo ello había provocado una fuerte cadencia interior en Héctor el cual
últimamente había intentado llamar la atención de su madre a través de mal
comportamiento, para así aliviar su soledad. Pero a pesar de intentarlo, su alma estaba
echa pedazos y le era muy difícil sonreír cuando la más necesitada era ella misma.

De pronto sus pasos se detuvieron sobre las reflectantes baldosas que cubrían la
superficie del emblanquecido suelo del hospital, agarrándolo con la mano derecha
substrajo el pequeño móvil melódico de su bolsillo. A pesar de en quirófano estar
prohibido, en horas libres ella siempre lo llevaba conectado por si alguna urgencia
referente a su hijo ocurriera.
Pero aquella vez sucedió, la parpadeante pantalla en color indicaba el número de
teléfono de Noe, la canguro.

***

Haciendo presión con el dedo pulgar reguló el interruptor situando el foco de calor bajo
el fogón de tamaño mayor. Al instante sobre la superficie un círculo rojizo apareció, y
agarrando la hoya con las dos manos la posicionó.
-¿Estos?-Preguntó Regina mostrando una bolsa repleta de pasta.
-Sí-Respondió Rose mientras picaba la cebolla sobre una superficie rectangular de
madera.
Substrayendo bajo el mármol unas tijeras del primer cajón, hizo un corte horizontal
sobre el embase.
-Tenemos que esperarnos unos minutos hasta que el agua esté en ebullición.
-Veo que te desenvuelves muy bien en la cocina-Añadió Regina.
-Bueno, es que unos macarrones los sabe hacer cualquiera.
-No creas, yo soy un desastre. En casa Ruy es el que cocina, la verdad es que se le da
muy bien, el otro día por ejemplo me preparó unas berenjenas rebozadas repletas de
carne de ternera que estaban para chuparse los dedos.
-¿Y por qué no le pides que te enseñe?-Preguntó sonriente mientras dejaba caer el
picadillo sobre una pequeña sartén hirviendo.
-Buah, es imposible, en serio, culinariamente soy un completo desastre. Si por no ir más
lejos hará cosa de dos semanas que me levanté bastante temprano y pensé en prepararle
el desayuno para así darle una sorpresa. La sorpresa se la di, sobretodo cuando casi
quemo la casa.
-¿Prendiste fuego a la cocina?
-No, pero poco me faltó, pues fui a prepararle un huevo frito y a la hora de partirlo se
me cayó la cáscara dentro de la sartén, y claro, el aceite estaba hirviendo y no había
manera de sacarlo, así que agarré la cuchara de madera hice unas maniobras, y mira…-
Dijo arremangándose la camiseta y mostrando una marca de quemadura sobre el brazo
izquierdo.
-¡Hala! Pero que burra… ¿Fuiste al hospital?
-¿Hospital? Que va, paso de ir por una chorrada como esta, es que luego se lían a hacer
que si pruebas que si esto que si lo otro… y que quieres, yo tengo que trabajar.
-¿A que te dedicas?-Preguntó.
-Bueno ahora estoy de teleoperadora mientras estudio psicología.
-¡Anda! ¿Quieres ser psicóloga?
-Sí, bueno es que no acabo de tenerlo claro pero tan solo me falta un año para acabar la
carrera. Mientras estaba en bachillerato tuve un bajón y lo dejé, hace unos años que
decidí volver a empezar y de momento todo va bien…-Dijo apoyándose de espaldas
contra el mármol- ¿Y tu? ¿Estás trabajando?
Tras esta pregunta la expresión de Rose cambió radicalmente y agachando la mirada se
llevó la mano sobre el ovalado colgante que ocultaba bajo su camiseta -No, hace tiempo
pasaron muchas cosas y bueno yo también lo dejé… pero no tengo pensado volver.

Tras estas últimas palabras Regina no dijo nada más ya que algo parecía haberla
molestado, así que inclinando la bolsa, con precaución, dejó caer los espaguetis sobre el
agua en ebullición.

***

El grisaceo calzado de Rose corría sobre el húmedo asfalto, cruzando la carretera a y


finalmente llegando al portal de entrada a su casa donde Noe, la canguro, la esperaba.
-Lo siento, no he podido llegar antes-Se disculpó jadeando.
-Menos mal, ya no sabía como calmarle-Dijo introduciéndose junto a ella en la casa-
No ha parado de gritar durante toda la tarde, yo lo siento pero ya no se que hacer, está
totalmente fuera de si.
-A ver… ¿Qué pasa? ¿Es por la gripe?-Preguntó mientras colocaba la chaqueta sobre
el perchero situado en el recibidor.
-Estaba tranquilamente en la cama, había acabado de tomarle la temperatura y se puso
a gritar
-¿¡Que!?-Exclamó totalmente sorprendida.
De pronto provinente del piso de arriba un fuerte golpe se escuchó haciendo temblar la
lámpara situada sobre el techo y provocando un parpadeo de la luz.
-Ha empezado a gritar diciéndome que bajase la persiana, le he dicho que se relajara y
me ha dicho que la llamara, que Oscar había vuelto…
-¿¡Otra vez con eso!?
-Ya sabe como es, intenta llamar su atención como sea, los niños cuando sufren algo
así suelen recurrir a la imaginación para aliviar su dolor.
-Pero esto no puede seguir así, si sigo faltando tanto al trabajo acabarán
despidiéndome…
Subiendo al piso de arriba cruzó el rellano y finalmente dando dos giros de llave la
puerta se abrió. Una corriente de aire la asaltó y sintiendo un nudo en su garganta a
primera imagen se asustó. La ventana del dormitorio se encontraba totalmente abierta,
la cajonera de madera estaba volcada sobre el suelo y a simple vista, en la habitación,
parecía no haber nadie.
-¡Héctor!-Gritó recorriendo el cuarto y asomándose por la ventana temiéndose lo peor.
Sintiendo sus pulmones llenarse del húmedo aire, a la vez que su dorado cabello
ondeaba escuchando el silbido del viento, miró aterrorizada hacia el exterior.
Observando el verdoso jardín que rodeaba la casa dejó escapar un suspiro al ver que
por suerte su hijo no se encontraba allí.
-Mamá…
De pronto Rose se giró al escuchar una voz junto a sus pies y al instante una silueta
apareció asomándose bajo la cama.
-¡Héctor! ¿¡Que haces ahí metido!?
-¡Mama, me está buscando!-Dijo Héctor echándose a sus brazos.- quiere llevarme con
él!
-Por favor Héctor… ¿Aún sigues con eso? ¿Por qué te comportas de esa manera tan
extraña últimamente? Tú sabes que puedes explicarme todo lo que te preocupe.
-¡Es Oscar! Siempre viene a buscarme, me llama desde el otro lado de la ventana-Dijo
señalando-¡Él la ha abierto!
-¡¡Maldita sea, para ya!!-Gritó aparándole violentamente-¿¡Hasta cuando piensas
seguir con esto!? ¡¡No existe ningún Oscar!!
-¡¡Si que existe!! ¡Siempre se lleva a la gente, y ahora quiere llevarme a mí, como hizo
con papá!!
A causa del impacto de aquella última palabra Rose se llevo la mano a la boca
mostrando una expresión de sufrimiento.
-Venga Héctor… vuelve a la cama, tienes que ponerte bueno- Intervino Noe
acercándose a él, agachándose y agarrándole de las manos con cariño- Querías que
viniese y ya lo ha hecho, pero ahora tienes que descansar y tienes que dejar de
preocuparla, porque sino mamá se pondrá triste ¿y tu quieres que ella esté triste?
Héctor respondió negando con la cabeza mientras lentamente sus ojos se humedecían
de lágrimas.
-Pero… ¿Por qué lloras?

***

Una vez los platos fueron servidos, cuando ya casi todos estaban reunidos, rodeando la
mesa, Ruy apareció por la puerta con un libro en mano y dirigiéndose a Rose la cual ya
se había sentado se lo mostró.
-Lo he encontrado en la habitación del espejo, estaba sobre la mesa-Dijo acercándoselo.
Rose lo agarró con las manos observando lo que parecía ser la portada de un desgastado
cuento de pocas páginas.
-He intentado traducirlo, pero viene escrito en francés y he pensado que quizás tú
podrías leerlo…
Rose le devolvió la mirada un tanto insegura y observó la portada detenidamente. Unas
palabras escritas en rojo creaban un círculo que cubrían toda la página formando el
título “Le jardin du monde” y en su interior, en el centro, un girasol aparecía dibujado.
-“El Jardín del mundo”-Dijo en alto.
Al instante todos pusieron atención a la vez que ella lo abría cuidadosamente.
-“Hace mucho, mucho tiempo, cuando todo estaba envuelto entre la oscuridad, del
corazón del mundo un jardín de girasoles surgió”.-Dijo leyendo un pequeño párrafo
sobre un fondo ennegrecido.
Regina apoyó su cabeza sobre su mano izquierda escuchando atentamente.
Rose suspiró y pasó página:
-“Aquel jardín hizo llamar a la luz para que lo iluminase con esplendor, hizo llamar al
agua para poder vivir y finalmente decidió compartir su belleza con los demás,
satisfaciéndoles de su poder.”
-¿Se puede saber que es esta mariconada?-Interrumpió Naiara despectivamente.
-Si no quieres escucharlo te largas-Le respondió Abel dirigiéndole una mirada de odio.
-¿Y me vas a echar tú?
-¡Joder, callaos! Naiara si no quieres oírlo vete a otro sitio pero yo quiero saber que
pone, quizás forme parte de una prueba-Dijo en alto Regina intentando concentrarse en
lo que Rose estaba traduciendo.
- “Pero todo aquello se cumpliría con una condición”-Dijo retomando la lectura-
“Aquel jardín mágico continuaría ofreciéndoles vida si "ellos" le seguían respetando.
Al principio fue así, todo funcionó a la perfección, pero al pasar de los años un
sentimiento de poder en todos "ellos" surgió, la necesidad egoísta de poseer todo y
cuanto a su alrededor les cegó. Dejado en el olvido del tiempo, el jardín fue siendo
destruido... Ya nadie recordaba aquella condición, todos parecían haber olvidado lo
que inicialmente se pactó.
Cuando sus corazones dejaron de sentir, cuando aquel sentimiento de poder les abarcó,
el último girasol que quedaba miró hacia el cielo y brilló. "Ellos" no supieron respetar,
así que no lo merecían disfrutar. Quizás "otros" lo sabrían hacer...

Hace mucho, mucho tiempo, en el corazón del mundo existió un jardín, que hizo llamar
a la palabra Fin para así poder sobrevivir.

***

Aquella no era la primera vez que ocurría, casi cada día una llamada referente a su
hijo recibía. Aquello debía de acabarse, Héctor tenía que aceptar su nueva vida, no
siempre podría estar a su lado y ya tenía la edad suficiente para comprenderlo. Pero a
pesar de intentarlo, cada día que pasaba su comportamiento degeneraba, así utilizando
su desbordante imaginación para llamar su atención.
-Rose-Dijo la voz de una mujer.
Al instante, girándose, observó una enfermera de quirófano vestida de blanco
acercarse a ella corriendo.
-¿Dónde te habías metido? Te están llamando por megafonía, es urgente.
-Ahora mismo voy-Dijo sintiéndolo mucho al desconectar el móvil con la llamada de su
hijo.
Sus pasos reflectantes sobre las baldosas ascendieron hasta el segundo piso,
recorriendo pasillos deslumbrantes con un foco de luz iluminando su rostro cada dos
metros, hasta finalmente llegando a una doble puerta donde otra enfermera la esperaba
con un informe entre sus manos.
-La causa ha sido un pequeño infarto por insuficiencia cardiaca-Dijo ella.
-¿Ha sido? ¿Ya lo habéis atendido?
-Sí, no ha sido nada grave, pero lo que nos preocupa no es en sí el infarto, sino su
comportamiento cardiorrespiratorio el cual es insuficiente e inestable para ser tan
joven.
-¿Que edad tiene?
De pronto, tras esta pregunta su concentración fue absorbida a la escucha de una voz
familiar llamarla. Con los ojos totalmente abiertos, girándose de medio lado, su
corazón sufrió un sobresalto al observar a Noe, la canguro de su hijo, acercarse a ella
con una expresión totalmente desencajada.
-Su nombre es Héctor Marcel Sansouley y tiene nueve años…
Capítulo 8: Las reglas

“Hace mucho, mucho tiempo, cuando todo estaba envuelto entre la oscuridad…”

Un susurro junto a su oído le hizo abrir los ojos. Sus pies se mantenían descalzos sobre
una azulada alfombra ¿donde estaba?
Una corriente de aire cálido recorrió su cuello acariciándolo y filtrándose por su cabello
a la vez que un extraño sonido de fondo se escuchaba. Regina observó sorprendida a su
alrededor cuando se percató que se encontraba sola en la habitación de aquella extraña
casa.
Desconcertada se puso en pie y descalza abandonó el dormitorio. Al asomarse al pasillo,
observó que al final de este la puerta que daba al Solarium se encontraba entornada y a
causa del viento esta era golpeada repetidamente contra el marco de madera.
Pausando su reflejo sobre el parquet del corredor, junto a la cocina, pudo observar a
simple vista que en ella no había nadie. Extrañada siguió avanzando pensando que
podían encontrarse reunidos en la playa. Pero, cuando su mano la abrió y un fuerte
destello de luz iluminó todo su rostro, pudo ver con atención que aquella circular
habitación se encontraba desolada.
-¿Dónde está todo el mundo?-Se preguntó angustiada.
Con una expresión de sueño introdujo sus pies en la arena avanzando hacia la
emblanquecida lápida que había sido instalada en el centro. Mirando a su alrededor una
sensación de angustia la poseyó, aquel ilusorio horizonte, la deslumbrante cúpula
ovalada y las gruesas paredes sin respiración, todo ello estaba encajado sin dejar a la
vista un solo orificio de libertad.
“-Regina… ¿A caso te has olvidado de mi?...”
De pronto, tras la escucha de aquella voz una ventisca la asaltó, el mar con furia se
revolvió formando pequeños remolinos dentro de si y finalmente la puerta se cerró.
Regina retrocedió asustada, a la vez que los troncos de las palmeras emitían un
endiablado sonido chirriante al balancearse de un lado al otro. La luz solar parpadeaba,
la arena impactaba sobre ella infectando sus retinas. Pero su corazón se paró por un
momento, deteniendo sus pasos y sintiendo un terrible escalofrío ascender por todo su
cuerpo. Lentamente agachó la mirada a sus pies, junto a la tumba, provocándole un
desgarrador grito de pánico al observar totalmente atónita una fría mano surgir bajo la
arena y agarrar su tobillo con fuerza.
“-Todos seréis enterrados en este jardín…”
Regina horrorizada intentó liberarse de ella pero de pronto otro brazo con un anillo de
compromiso surgió agarrándola de la otra pierna, clavándole las uñas sobre la piel y
haciéndola caer de espaldas contra el suelo.
“-Y tú serás la siguiente…”
A pesar de patalear y gritar desesperada todo fue en vano cuando Edurne lentamente fue
arrastrándola introduciéndola bajo la arena. En aquellos últimos segundos de luz,
cuando la tierra empezó a cubrir su rostro obstruyendo sus conductos de respiración,
pudo leer con horror que su nombre había sido escrito sobre la cruz.

***

La puerta se entornó lentamente mostrando con enmarque la imagen de Rose sentada


sobre la arena, mirando hacia el horizonte con una expresión nostálgica mientras
agarraba con delicadeza aquel cuento entre sus brazos.
Samuel, cerrándola tras de sí se sumergió en aquel húmedo y silencioso anochecer para
así hacerle compañía.
-Me has asustado-Dijo sentándose junto a ella-me he desperado, y al no verte en la cama
he pensado que quizás te había pasado algo ¿Se puede saber qué haces aquí sentada a
estas horas de la noche?
-No podía dormir-Contestó sin apartar la mirada del reflejo lunar sobre el ficticio mar.
-Rose… ¿Te pasa algo?
-A veces…-Dijo bajando su punto de visión hacia la portada del cuento-… hay cosas
que me hacen recordar malas épocas del pasado… por eso no puedo conciliar el sueño.
-¿Malas épocas?
-Ya lo sabes… no tengo porque repetirlo-Dijo agarrando sobre su camiseta el pequeño
bulto dorado que guardaba junto a su corazón.
-¿Es por lo de tu ex marido?-Preguntó de forma directa-La fotografía que guardas en
ese medallón; que nunca me dejas ver, es la de él ¿verdad?
Rose devolvió su mirada al mar intentando evitar la conversación.
-¿¡Hasta cuando continuarás lamentándote!?¿Pretendes casarte conmigo aún llorando
por la muerte de tu ex? ¿A caso yo no significo nada para ti?
-¡No es eso!-Gritó girándose con los ojos resplandecientes- Tu significas muchísimo
para mí, te estaré eternamente agradecida por todo lo que has hecho, pero… no puedo
olvidar tan fácilmente.
-Rose, no te estoy pidiendo que olvides, estoy pidiéndote que hagas un esfuerzo y lo
superes.
-Ya, claro… para ti es muy fácil decirlo.
-Tienes que deshacerte de ese medallón de una vez, cuando lo hagas te sentirás mucho
más aliviada-Insistió.
-¿Cómo dices?-Dijo frunciendo el ceño-¿Cómo puedes decir algo así? ¡Nunca me
separaré de él, no tienes ni idea de lo que significa para mí!
-¡Maldita sea! ¿¡No te das cuenta!? ¡Ese colgante te tiene anclada en el pasado!
-¡¡Cállate!!-Gritó poniéndose en pie-¡Te dije que no lo volvieses a mencionar! ¡Nunca,
nunca jamás me desharé de él!
-¡Rose escúchame!
De repente, interrumpiéndoles, la puerta que daba al pasillo se abrió completamente
provocando el fuerte sonido de impacto al ser golpeada contra la pared. Dos siluetas
aparecieron tras ella, una de ellas surcando la arena y abalanzándose sobre la lápida que
había sido previamente instalada.
-¡¡Regina!!-Gritó Ruy descalzo corriendo tras ella.
Desesperada, clavó sus uñas sobre la arena escarbando y buscando algo bajo esta.
-¡Ha sido una pesadilla! ¡Estabas soñando!-Insistió él agarrándola bruscamente del
brazo izquierdo e intentando detenerla.
-¡La he visto! ¡¡La han enterrado viva!!-Gritó agitándose e intentando continuar con lo
que estaba haciendo.
Rose y Samuel ante el espectáculo abandonaron la orilla y corrieron hacia ellos.
-¿Qué le pasa?-Preguntó él.
-¡¡Regina, joder!! ¡Escúchame!-Dijo intentando inmovilizarla entre sus brazos.
-¡¡Edurne está aquí enterrada!! ¡¡La han enterrado viva!!-Repitió jadeando e intentando
liberarse.
-Cariño…-Le susurro Ruy junto a la oreja-despierta de una vez… aquí no hay nadie,
todo eso que dices acabas de soñarlo. Recuerda, Edurne hace casi dos días que
abandonó el concurso.
Finalmente ante aquellas últimas palabras sus piernas dejaron de moverse relajando
completamente su cuerpo, cerrando sus ojos con angustia y finalmente echándose a
llorar sobre el torso de su novio.
De repente un temblor retumbó por todo el suelo, el sonido de unos motores iniciando
su funcionamiento hicieron que Ruy y Regina se pusieran en pie al instante. Como si de
un terremoto se tratara, tras un zumbido todo empezó a moverse de lado a lado
provocando la caída de todos ellos contra la arena. La escasa iluminación lunar
parpadeó, y simulando la pesadilla el mar revuelto creó pequeños remolinos dentro de si
esparciéndose con furia por toda la habitación. Regina intentó agarrarse a uno de los
troncos de las palmeras, pero estas se balanceaban con fuerza creando un molesto
sonido chirriante. En el intento sus dedos resbalaron sobre la corteza arañándose la
muñeca y cayendo de espaldas contra el encharcado suelo. Cansada y dolorida intentó
incorporarse, pero la mezcla de arena y agua salada la arrasaron por completo y como si
de unas arenas movedizas se trataran fueron engullendo su cuerpo rápidamente.
Sintiendo la falta de luz y oxígeno, finalmente a la escucha de la voz de Ruy llamarla
sus ojos se cerraron perdiendo el conocimiento.

***

<<-Estoy seguro de que tus sentimientos hacia mí eran sinceros… por eso, siempre me
he preguntado por qué lo hiciste->>

Este era uno de los pensamientos de Dante sentado solitariamente, en plena noche,
sobre la turquesa colcha de la cama de aquel extraño dormitorio, donde sin apartar la
mirada observaba con atención el cuerpo sin vida de Mateo.
-¿¡Por qué!?-Gritó por un instante.
Pero como suponía no contestó. Muchas preguntas hacían presencia en su mente ¿Por
qué en este lugar? ¿Desde cuando? pero la más importante… ¿Por qué lo hiciste?
Dante se llevó el dedo índice al ceño intentando calmar la angustia que estaba sufriendo.
Tenía la sensación de haber dado un paso atrás, a pesar del tiempo aún no había podido
superarlo, no había sido lo suficientemente maduro como para afrontarlo, y eso era algo
que no soportaba. No podía creer que tras tantos años aún siguiera sintiendo el mismo
dolor que aquella vez. Seguramente, fuese eso, necesitaba haber obtenido una respuesta,
un argumento por lo que hizo, pero ahora… jamás podría saberlo.
De pronto el sonido de unos pasos se escucharon, al momento pensó que podría tratarse
de Amedeo buscándole, pero a través de la puerta entornada pudo ver la silueta de
alguien correr por el pasillo y tras ella una voz gritando.
-¡Regina! ¡Ha sido una pesadilla!

Suspirando devolvió su mirada al cadáver. Físicamente continuaba siendo el mismo,


incluso en su peinado no había variado, eso sí, sus facciones parecían estar más
acentuadas. Pero... aquel angelical rostro que provocó un pinchazo como una aguja
aguardiente en su corazón no había cambiado en absoluto.
Contemplándole entre pensamientos sintió que el talón de su calzado había chocado
contra algún tipo de objeto metálico. Así que agachando su espalda e inversamente
asomando su cabeza, bajo la cama pudo contemplar lo que parecían ser unas tijeras.
Agarrándolas las observó y resplandecientes ante el reflejo de luz de la habitación se
percató que las afiladas puntas estabas ensangrentadas.
-¿Pero que ha pasado aquí?-Se preguntó.
De pronto el suelo retumbó, el sonido de unos motores se escuchó y devolviendo su
mirada a la habitación, tras el desenfoque visual a su alrededor pudo contemplar con
atención que los ojos de Mateo estaban totalmente abiertos, mirándole sin respiración.
Tras un grito de sobresalto pudo ver aquel cuerpo incorporarse y con dificultad a causa
del movimiento sísmico abandonar la habitación.
Atónito intentó seguir sus pasos pero apenas podía mantenerse en pie, así que
ayudándose de la pared llegó al corredor. Al instante dos cabezas asomaron de uno de
los dormitorios.
-¡Un terremoto!-Gritó Naiara posicionándose junto a su novio bajo el marco de la puerta
por precaución.
-¿¡Le habéis visto pasar!?-Gritó Dante desde la otra punta.
-¿¡Qué dices!?-Respondió Javier.
-¿¡Que si habéis visto a un chico correr por aquí!?
-¿Un chico? ¿¡Que hablas!? ¿¡Donde están los otros!?
-¡Creo que Ruy ha ido al Solarium! Pero...-Contestó alzando la voz para que no hiciese
interferencia.
Tras decir esto el sonido cesó y todo volvió a la normalidad. Naiara se apartó de la
puerta y a toda prisa atravesó el pasillo acercándose hacia Dante.
-Vamos-Dijo
Siguiendo sus pasos accedieron hacia la esférica habitación donde para su sorpresa
contemplaron que todo estaba completamente destrozado. El agua se había revuelto con
la arena formando un pastoso fango que había dañado las paredes, una incluso de ellas
había dejado de mostrar el ficticio paisaje de la playa.
-¡Regina!-Gritó Ruy agarrándola de los brazos e intentándola sacar inconsciente de la
arena que tenía sus piernas atrapadas. Samuel corrió a ayudarle y finalmente entre los
dos la estiraron sobre el barro.
-Tiene pulso pero no respira-Dijo Rose posicionándole la cabeza hacia atrás.
-¡Joder!-Dijo su novio angustiosamente llevándose la mano a la cabeza.
Al instante los labios de Rose se aproximaron a los de Regina y expulsando aire
repitiendo el proceso varias veces provocó su regreso a la consciencia. Agarrándola
entre sus brazos Ruy dio unos leves golpes sobre su espalda a la vez que ella expulsaba
agua gracias a la tos. Finalmente cuando su respiración se volvió a normalizar, entre
jadeos, Ruy cerró los ojos con dolor y dejó escapar una sucia lágrima de barro.
Los altavoces se activaron y tras un sonido melodioso semejante al de unos grandes
almacenes la fémina voz volvió a hacer presencia.

“-Bienvenidos y bienvenidas
Hoy cumplís cuatro días dentro de la casa… ¡felicidades!
Por causas mayores el concurso ha sufrido diversos retrasos, pero hoy puedo confirmar
que empieza el juego.
Como ya habréis deducido este no es un simple concurso de convivencia, aquí cada
fallo que cometáis os puede costar la vida.”

-¿¡Que!?-Gritó Rose totalmente alarmada.

“-Las reglas son sencillas, durante estos tres meses deberéis pasar una serie de
pruebas adjudicadas a cada unos de vosotros, los que no lo logren serán eliminados.
Cuando eso ocurra los expulsados serán avisados y deberán acceder al confesionario
para finalmente abandonar la casa.
¿El premio del ganador? El dinero ha perdido todo su valor, la pareja ganadora lo
acabará comprendiendo, así que cual mejor premio que el de conservar la vida.

Aquí las cosas no son grises, pierdes o ganas, mueres o vives, pero para ello deberéis
luchar contra vuestros miedos, contra vuestro pasado y contra vuestros pecados,
porque esto no es un simple reality show, esto es…

Bienvenidos y Bienvenidas al purgatorio en vida.”


Capítulo 9: Pulmón de Oro

De pronto Ruy se puso en pie con firmeza, dirigiendo su mirada hacia una de las
cámaras que observaban ocultas entre las palmeras.
-¿¡Bienvenidos!?-Gritó- ¿¡Os parece muy razonable lo que estáis haciendo!? ¡¡No han
parado de ocurrir incidentes sin pies ni cabeza desde que llegamos, incluso han habido
heridos!! ¿¡Y nos felicitáis por ello!? ¡Maldita sea, os podéis meter el dinero por donde
os quepa pero ya estáis abriendo la puerta de salida porque ni Regina ni yo vamos a
permanecer un minuto más en esta mierda de concurso!
Tras decir esto el silencio se apoderó de la sala y todos los presentes permanecieron a la
espera de una posible respuesta. Seguidamente, en un parpadeo, la pantalla que
mostraba el horizonte se apagó, dejando a la vista un enorme rectángulo en negro.
-¿Qué coño…?-Dijo Naiara asomada junto a la puerta desde el pasillo.
Al instante la imagen volvió a mostrarse pero esta vez era muy diferente, el rostro de un
hombre abarcó toda la pared y Dante sufrió un sobresalto al reconocer su identidad.

“¿Le recordáis? Se hace llamar el hombre del saco, cada día solía hacerse amigo de
niños difíciles e inocentes que tan solo buscaban un trato diferente…”

-¡Es el tío muerto que encontramos en la habitación cerrada!-Gritó Amedeo señalando.

“…pero una vez los confiaba, llevándoles a un oscuro y lugar apartado, allí, después,
cruelmente les retorcía el cuello introduciendo su cadáveres en su oscuro saco de piel
de cordero. Muchos fueron víctimas del dolor de sus garras y pocos fueron los que se
salvaron.
Pero ahora… él está en el interior de esta casa, esperando a que otro niño solitario se
desvíe de su camino. Pero esta vez ¿Quién será el pequeño que logre salvarse?”

-¿Qué se supone…?-Dijo Abel entre dientes.


-¿Una prueba?

De pronto, la imagen, el sol, las palmeras y todo desapareció a su alrededor,


sumergiéndoles a todos en la más espesa oscuridad.
-¿¡Que coño pasa ahora!?-Dijo Naiara alterada cuando sus pupilas se dilataron.
-¡Todos a la cocina! ¡Rápido!-Gritó Dante.
Regina buscando la mano de Ruy entre la oscuridad fue correspondida ayudándola a
incorporarse.
-Vamos-Le dijo él siguiendo las siluetas de los demás entre las sombras.
Atravesando el pasillo finalmente llegaron a la cocina donde Javier, el cual se había
adelantado, apareció desde el almacén con una linterna encendida entre sus manos.
-¿Por qué estas prisas?-Preguntó él mientras agarrando una silla y subiéndose sobre ella
dejaba colgada la linterna de la lámpara que iluminaba la mesa del comedor.
-¿No lo habéis escuchado? ¡Mateo es un asesino!
-¿Mateo?-Preguntó Abel junto a ellos.
-Sí, así se llama, llevaba una placa en la solapa con su nombre…
-¿Pero a que tememos?-Preguntó Regina-está muerto.
-¡No, no lo está! En el momento del terremoto se levantó y desapareció por el pasillo.
-¿Qué desapareció?-Siguió Javier, a la vez que cogía asiento junto a los demás siendo
iluminado por la linterna que había situado sobre sus cabezas.
-Sí, se fue… ha ocurrido hace un momento.
-¿Entonces no estaba muerto?-Preguntó Samuel girándose hacia su mujer.
-A mi no me mires, yo fui doctora pero no forense. A mi me dijeron que lo estaba… así
que ni le tomé el pulso ni nada.
-Por eso mismo…-Siguió Dante mientras cerraba la puerta que conectaba la cocina con
el pasillo y ajustaba una de las sillas contra ella para que nadie pudiese entrar- …
debemos permanecer aquí adentro mientras Mateo esté ahí fuera.
-¿¡Pero que es esto!?-Exclamó Naiara-¿Primero nos sueltan lo del purgatorio y ahora
nos dicen que el hombre del saco viene a por nosotros? ¡Es el colmo ya! ¿¡que será lo
próximo!? ¿la abuela de caperucita roja regresa de la tumba en busca de venganza?
¡Venga ya! ¿Quién se cree toda esa mierda?
-Es cierto, con Edurne pudo ocurrir algo semejante-Siguió Rose- Quizás es todo un
montaje y no hay porque temer a nada, al fin y al cabo esto es un concurso televisado…
-¿A si? ¿Y como estamos seguros que ahí fuera la gente nos está mirando a través de sus
televisores?-Añadió Amedeo- Que yo sepa en ningún momento nos dijeron en que canal
sería emitido.
-Yo apuesto por ello, me extraña mucho que algo así se les haya ido de las manos de tal
forma, además… ¿A caso no visteis las instalaciones? Es un concurso serio.
-¿Serio?-Respondió Abel frunciendo el ceño- ¿No recordáis que Edurne estaba herida?
¿Os habéis olvidado que hace un momento Regina ha dejado de respirar? ¿¡Me estáis
diciendo que todo esto está hecho a propósito!?
-Abel, tu eres todo lo contrario a mi-Añadió Naiara- mientras tu te preguntas yo
resuelvo, mientras yo actuó tu lloras ¿Por qué sabes lo que eres?
-¡Ja! Venga, sorpréndeme
-Eres un cobarde insoportable, por eso tu esposa ha sido la primera en salir de aquí.
-¡A ver parad, no os pongáis a discutir en un momento como este! –Interrumpió
Samuel- Mirad, sinceramente pienso que aunque todo se tratase de una estrategia o
realmente todo esto fuese real y nos jugásemos la vida en ello, el concurso desde el
principio nos aconsejó que usásemos el sentido común y creo que es lo que hay que
hacer. Así que lo siento por ti Naiara pero estando un supuesto asesino suelto por la casa
no podemos arriesgarnos. Desde ahora todos permaneceremos unidos y nadie saldrá de
esta habitación hasta que sepamos que hacer.
-¡Bah!… malditos imbéciles-Respondió ella girándose hacia Javier.

Así que reunidos, sentados rodeando la mesa, mientras la luz de la linterna vibraba
sobre sus cabezas, entre aperitivos intentaron buscar una solución.
-Bien ¿Y cual es el plan?-Preguntó Ruy cubriendo a Regina por la espalda con el brazo.
-Es lo que tenemos que pensar-Dijo Samuel agarrando unas patatas fritas con la mano
derecha- yo creo que deberíamos esperar a que la luz regrese.
-¿Qué vuelva la luz? ¿Y si no lo hace?-Preguntó Naiara- ¿No veis que todo esto está
hecho a propósito? Es que yo no pienso quedarme aquí como una imbécil sin hacer
nada.
-Pero si es lo que has estado haciendo desde que llegaste-Contestó Abel.
-¿¡Como dices!?
De pronto Samuel se llevó un sobresalto cuando Rose en tensión se puso en pie,
dejando caer la silla de espaldas contra el suelo.
-¿Pero que haces?-Preguntó.
-El medallón-Contestó palpando sobre su camiseta-¡Lo he perdido!
-¿Qué? ¿Y que pasa?
-¡No! ¡No lo entiendes! ¿¡Como he podido perderlo!?
-Rose tranquilízate-Siguió Regina- si eso luego cuando vuelva la luz nos ponemos a
buscarlo y…
-¡¡Cállate!! ¡No tenéis ni idea!!-Gritó - ¡¡Ya se!! ¡Seguro que se me cayó cuando intenté
reanimarte! ¡En el Solarium!
-Pero…
De pronto sin escuchar las palabras de su marido cruzó el comedor llegando a la cocina
y apartando la silla que colisionaba la puerta.
-¿¡Que haces!?-Gritó-¡¡Rose!!
Antes de que pudiese reaccionar su mujer ya había salido al pasillo dejando la puerta
abierta de par en par y poniéndoles a todos en peligro. Samuel levantándose a toda prisa
fue tras ella.
-¡¡Rose!!-Repitió.
De repente tras llamarla por segunda vez sus pasos se detuvieron al ver que se había
quedado totalmente quieta frente a la puerta que daba al oscuro planetario.
Al igual que cuando sus calzados circularon sobre los límites del terreno al entrar en la
casa, una melodía semejante a la composición orquestal “Marcha Radetzky” de Johann
Strauss empezó a sonar.
Rose sin apenas respirar, sintiendo el pálpito de su corazón hervirle la sangre, situando
su mirada en un punto en concreto en aquella ovalada habitación, observó con horror la
alta silueta de un hombre agarrando algo entre sus manos.
-Niña… ¿Te has perdido o lo has perdido?-Dijo la voz.
Al instante cuando Samuel se percató de lo que estaba ocurriendo y pudo ver a aquel
hombre abalanzarse hacia su mujer, la agarró fuertemente del brazo y se la llevó consigo
en dirección al comedor. Cruzando el pasillo a toda velocidad, sintiéndose
auditivamente aislado de la realidad y escuchando el ronco jadeo de aquel hombre
corriendo tras ellos, finalmente derrapando sobre el parquet entraron hacia la cocina y
cerraron la puerta tras ellos. Sin perder un segundo, rápidamente se agachó a recoger la
silla que previamente Rose había tirado y la colocó bajo la maneta para que así no
pudiese entrar.
-¿Qué ha pasado?-Preguntó Amedeo acercándose hacia ellos.
-¡Maldita sea, casi nos matas!-Gritó Samuel contra la puerta intentando controlar su
respiración, mientras que su esposa tirada al suelo de rodillas ocultaba su rostro bajo
una dorada cortina de cabello rubio.
-¿Lo habéis visto verdad?
-¿Entonces es cierto?-Preguntó Regina mirando a los ojos de los presentes en la mesa.
-¿Y por qué no debería serlo?-Siguió Dante.
-¿Sabéis cual es nuestro maldito problema?-Interrumpió Javier junto a Naiara-Todos
desconfiamos de todos, no somos capaces de trabajar en equipo. Desde que entramos en
esta casa hemos sido independientes en la convivencia y ese es nuestro fallo ¿Cómo
pretendéis que superemos las pruebas si no somos capaces de ponernos de acuerdo?

Dejando a un lado el diálogo los llantos de Rose sobre las baldosas empezaron a
escucharse. Samuel se agachó junto a ella intentando hacerle comprender que debía
tranquilizarse, pero era imposible, su mujer parecía estar fuera de si y entre gritos
empezó a sufrir un ataque de pánico.
Con la ayuda de Amedeo lograron estirarla sobre el sofá para que así pudiese respirar
con mayor facilidad, pero su estado empeoraba por segundos y la locura parecía
apoderarse de ella. Mientras que entre lágrimas y súplicas se retorcía sobre los cojines
con estampados de lana en color, repetía una y otra vez con horror que encontrasen el
valioso medallón.

***

El viento soplaba armoniosamente creando una fría melodía que hacía balancear
lentamente los troncos de los cipreses de lado a lado, mientras que Rose, de pie,
totalmente quieta y etiquetada de negro observaba tras sus oscuras gafas de sol el
brillante barnizado de madera del reducido ataúd.
-Hermanos y hermanas,
Nos hemos reunido hoy para dar nuestra despedida a un pequeño hijo de nuestro señor,
y amigo de todos nosotros en nuestro camino hacia las puertas de la paz interior.
Héctor Sansouley finalmente habló con el angel del señor y este le dijo- Tempus non
erit amplius- así abandonando nuestro mundo hacia la tierra de los cielos.
Hoy recordamos muchos de nosotros aquellos momentos compartidos hasta ahora
llevándonos lo mejor de cada instante y guardándolos cerrado en llave en el fondo de
nuestros corazones.
Abrámonos hacia este nuevo paso, hacia esta etapa que nos finaliza en el mismo
destino y juntos librados del dolor oremos en silencio.
Que el Señor lo acoja en el gozo del cielo. Amén.

-...Amén
Capítulo 10: El Dom del pecado

Rose ¿lo escuchas?


-¿Escuchar… el qué-?
Esa canción, la que danza oculta tras las notas.
-Sí…pero no consigo entenderla-
Claro que no, y no podrás hasta que tu misma quieras hacerlo.
-Si que quiero, pero cada vez que lo intento, mis pulmones…-
Si quieres volver a respirar tienes que mirar hacia la oscura corchea que indica el Do
menor de tu pasado, esa es la única solución a tu sordera.

El destello intermitente del rayo luz colgante sobre sus cabezas, el sonido musical de
fondo surcando las paredes y sus ojos húmedos e inyectados en sangre perdiendo el
control en el vacío enralochado de la habitación.
-¡Rose escúchame! Tienes que tranquilizarte, encontraremos ese colgante-Dijo Regina
acariciándole la sudorosa frente.
Pero sus palabras no le eran suficientes, aquel sentimiento ocultado, aquel momento
enterrado en un lugar apartado de su mente, mientras sus frágiles muñecas colgaban
temblorosas mirando hacia el suelo, parecía dolorosamente abrir el cerrojo de algo
perturbador en sus recuerdos

Los pasos de Samuel seguían el camino de ida y vuelta sobre las baldosas de la cocina
mientras que cruzado de brazos intentaba buscar una solución.
-No se que coño hacer-Dijo entre dientes- Es que no puedo soportar verla así.
-Pero… ¿Le había pasado esto alguna vez?-Preguntó Amedeo apoyado contra uno de
los armarios inferiores.
-No, tampoco ha habido ocasión, nunca se separa de él. Pero ya sabía yo que al final
acabaría ocurriendo algo así…
-¿Lo sabías?
-Sí, supongo, porque mira, desde que empezamos a salir; un año después de la muerte
de su ex, ella estaba en tratamiento y lo dejó radicalmente. Vale, me decía que ya estaba
bien, pero… yo ya sabía que no. Cada vez que le daba un bajón agarraba su medallón y
se pasaba las horas observando la fotografía que oculta en su interior y así
milagrosamente se le pasaba ¿sabes? Era como una dependencia, y en el fondo me
molestaba, porque aunque ella jamás me dejase ver la fotografía yo estoy seguro que es
la de su ex marido… Está claro que no pudo superar su muerte. Es que en el fondo es
culpa mía, soy un irresponsable ¡maldita sea!
-Que dices ¿Por qué va a ser culpa tuya?
-Porque debería haberla forzado a que siguiese asistiendo a terapia, pero no, fui un puto
egoísta-Respondió Samuel frunciendo el ceño- Para mi era más fácil ver como sustituía
la medicación por la dependencia de ese maldito medallón, quizás pensaba que era algo
más normal a la vista de los demás.
-Pero a ver…
De pronto Samuel apartó su vista hacia el azulado sofá al ver a Rose empapada de sudor
asomarse desde él y entre arcadas crear un charco de vómito sobre el suelo.
-Voy a buscar algo para limpiar eso-Dijo Abel dirigiéndose hacia el almacén con las
manos en los bolsillos del pantalón.
-Sí, anda ve-Contesto Naiara observando la incómoda escena con una expresión de
repugnancia.
Dante se dirigió hacia ellos.
-Respira con mucha dificultad y le ha subido la fiebre-Dijo sin quitarle el ojo de encima.
-Tenemos que hacer algo, quizás si logramos encontrar ese collar…-Siguió su novio- Si
eso me ofrezco voluntario para ir en su busca.
-¡Por favor!-Interrumpió Javier- ¿Realmente pensáis que esa es la causa?
-¡Joder! Tendremos que hacer algo ¿no? Quizás si lo encontramos logramos que se
tranquilice.
-¿Qué te crees? ¿Qué yo no quiero que se ponga bien?-Dijo Samuel uniendo sus cejas-
Pero no quiero que os arriesguéis, ya voy yo que al fin y al cabo es mi mujer.
-Tu deberías quedarte aquí cuidando de ella, ya nos encargaremos nosotros-Añadió
Dante mientras daba media vuelta y se dirigía hacia la mesa del comedor.
-¡Ey, que coño haces con eso!-Gritó Naiara cuando se percató que Dante agarraba la
linterna que estaba colgada de la lámpara y se la llevaba consigo.
-Vamos a salir un momento-Respondió.
-Muy bien ¿Y como narices vamos a alumbrarnos?
-Solo serán unos minutos ¿Crees que podrás soportarlo?-Contestó, dirigiéndose
seguidamente hacia su pareja.
Samuel sin tenerlas todas consigo aceptó la propuesta y cuidadosamente apartó la silla
que colisionaba la puerta de la cocina, abriéndoles así el paso.
Dante y Amedeo con linterna en mano avanzaron hacia el oscurecido corredor, mientras
Javier sonriendo y agarrando a Naiara desde la espalda encendía un mechero alzándolo
sobre su cabezas y moviéndolo de lado a lado.
-Id con cuidado por dios…-Susurró Samuel agarrado al marco de la puerta.
Amedeo respondió alzando el pulgar de su mano izquierda en sentido de
despreocupación y finalmente aún un tanto inseguro cerró la puerta de la cocina
atrapándoles en el cilíndrico y estrecho pasillo.
Tras esto la música que ambientaba melodiosamente toda la casa se detuvo, dejándoles
a la escucha de sus propios pasos sobre el parquet.
-Tenemos que darnos prisa…-Dijo Dante acelerando y dirigiéndose hacia la puerta del
final del pasillo que daba al Solarium.
De pronto el foco de luz empezó a vibrar y Amedeo linterna en mano se detuvo pasos
atrás.
-¿Que haces?-Dijo Dante en un tono casi inaudito.
-La puerta-Respondió señalando al ver que se encontraba entornada dejando a la vista
una franja oscura entre esta y el blanquinoso marco de madera-Hay alguien dentro.
-No te pongas nervioso, hace un momento hemos salido de ahí ¿recuerdas? Por eso está
abierta.
-Joder Dante, que no creo que todo esto sea un montaje. ¿Y si realmente se les ha ido de
las manos? ¿Y si esto es obra de un loco psicopata?
-¡Maldita sea, haberlo pensando antes de venirte conmigo!-Dijo acercándose hacia él y
agarrándole de la mano libre llevándoselo consigo-pero hazme caso, tu piensa que todo
esto es una prueba, es todo falso.
Ante sus palabras Amedeo parecía temperarse pero Dante en el fondo de sus
pensamientos sabía que aquel engaño no sería factible para si mismo. Aquello no era
simple casualidad, Mateo había formado parte de un punto clave en su vida, un
momento que no pudo superar en su tiempo y que al parecer ahora el concurso le daba
la oportunidad de resolver.
Tras armarse de valor Dante abrió cautelosamente la puerta de la amplia sala con la
mano derecha, pero lo único que pudo ver era el camino entre partículas de polvo del
rayo de luz que se proyectaba sobre la arena.
Induciéndose con precaución en ella y rodeados de una negra cortina de desconcierto
avanzaron buscando desesperadamente el destello dorado del colgante de Rose.
A pesar de que no hubiese luz eléctrica una leve brisa de procedencia desconocida
acariciaba como dedos fríos e invisibles sus cuellos.
-Tiene que estar por aquí-Susurró Dante agarrado de su novio.
-Esto es imposible, está todo hecho una mierda, puede estar en cualquier sitio-
Respondió mientras alumbraba el barroso suelo que a cada paso dibujaba la silueta
acolchada de su calzado.
Mientras Dante agachado bajo el foco de luz removía la tierra justamente por la zona
donde habían ayudado a Regina a reanimarse un sonido semejante al de un gemido se
escuchó a pocos metros junto al mar. Amedeo como acto reflejo desvió el enfoque de la
linterna buscando como punto de visión la procedencia del ruido.
-¿¡Que haces!?-Gritó Dante-¿No te das cuenta que no veo nada?
Pero su novio no respondió, parecía haberse paralizado y extrañamente su labio inferior
empezaba a vibrar a la vez que alzaba su mano izquierda señalando con el dedo índice
hacia un lugar en concreto. Cuando Dante apartó la mirada intentando seguir su
dirección, tras un fuerte grito de dolor su novio se desplomó contra el suelo.
-¡Amedeo!-Gritó incorporándose, acercándose hacia él y agarrando la linterna que había
caído justo a su lado. Al momento, cuando lo situó mirando hacia la cúpula estrellada de
cristal pudo percatarse por la marca rojiza sobre la sien que alguien le había golpeado.
Ante esto, en tensión, y agarrando el cilíndrico objeto entre sus manos alumbró a su
alrededor dando giros sobre si. A oscuras en la inmensidad de la espesa negrura todo
parecía ganar volumen, cada objeto era recortado por la noche, y las sombras vivas en
movimiento creaban falsos espejismos confundiendo su visión.
-¿Donde estás?-Susurró.
De pronto cuando el foco de luz se deslizó sobre la rocosa lápida de Edurne Dante al
instante retornó su posición al percatarse de algo que le llamó la atención.
Detenidamente, enfocando desde su base, alzó la iluminación y observó con horror los
resplandecientes y crueles ojos de Mateo observarle inerte tras ella.
A partir de ese instante el tiempo empezó a correr y ninguno de los dos reaccionó. Tan
solo verle en pose consciente aquella sensación angustiante que marcó su adolescencia
como un hierro ardiente sobre su piel volvió a hacer presencia.

<< ¿Sabes? Me encantas, eres un chico distinto >>

Dante sin pestañear situó un pie frente a otro avanzando en línea recta hacia su
traumático pasado.
Le torturaba, habían pasado más de 5 años y sin embargo aún no había logrado sanar las
cicatrices que al mínimo recuerdo le hacían supurar.

<<No tienes porque sentirte solo, me tiene aquí y ya sabes que puedes contar conmigo
para lo que quieras>>

Con los ojos humedecidos y acercándose hacia él, como una luciérnaga dejándose llevar
hacia la luz, una salada lágrima resbaló acariciando su piel hasta deshacerse en sus
carnosos labios.

<<Dante, cuando quedemos... ¿Podré abrazarte?>>

Finalmente sus rodillas colisionaron contra la tallada lápida de mármol blanco y


distanciando sus rostros en tan solo unos pocos centímetros pudo preguntarle:
-¿Por qué lo hiciste?
Mateo arqueó su ceja izquierda y mostró media sonrisa.
-Me hace gracia-Respondió.
-¿Gracia…? ¿El que?
-Que te lo creyeses todo-Siguió- Lo hice con muchos chicos ¿sabes? Pero ninguno cayó,
supongo que al fin y al cabo tuvo que ser el más tonto.
-¡Es mentira!-Gritó.
-Ya veo, no has cambiado en absoluto -Añadió- te recuerdo entonces y te miro ahora,
sigues igual. Acéptalo de una vez, tan solo fuiste un conejo de indias en mi experimento
de diversión, al igual que lo sois todos ahora.
-Pero tu… No me creo que todo fuese una farsa para una emboscada, tus palabras
entonces fueron sinceras… Dime ¿Qué es lo que te hizo cambiar?
-¿A mi?-Dijo a la vez que dejaba escapar unas carcajadas que retumbaron como
punzadas de dolor en el corazón de Dante-Yo soy así, no soporto… bueno, más bien
odio a las nenazas como tu ¿sabes? no deberíais existir en este mundo, sois errores de la
naturaleza por así decirlo.
-¿Que coño estás diciendo…?
-Por favor ¿Pero a que llamáis vosotros normal? Si lo hacéis como los perros ¿Cómo
pretendéis tener los mismos derechos?-Siguió riendo.
-No vas a engañarme-Respondió-Tu no eres así…
-¿Pero de que vas? ¿Crees conocerme tan solo por haber hablado conmigo a través de
una jodida pantalla? Eres tan estúpido Dante, es más…
-…
-…lo disfruté , disfruté mientras te pegaban, mientras veía como te partían el labio en
dos ¿y sabes por qué? Porque quería que te odiases a ti mismo por lo que eres y visto lo
visto lo conseguí ¿cierto?
-Te equivocas… ahora estoy con alguien, soy feliz con él y no me arrepiento de ello.
-¿A sí? Y entonces dime… ¿Por qué estoy aquí?
-¿Qué?

De pronto unos gemidos surgieron tras ellos, y Dante se giró por un instante al ver a su
novio recobrar el conocimiento.

<<Hoy, a media noche…>>

-Bien-Siguió Mateo-Y ahora como no hice en su momento, finalmente acabaré contigo


también-Dijo agarrando el oscuro saco con las dos manos y expandiendo su obertura
hasta abrirlo por completo.
Dante sobresaltado fue interrumpido cuando la luz de la linterna a causa de la falta de
batería empezó a parpadear.
-¡¡Dante!!-Gritó Amedeo al alzar la cabeza.

<<… en el parque del centro, junto a la fuente, allí, finalmente nos encontraremos>>

De repente cuando retornó su mirada Mateo se abalanzó sobre él, la linterna se apagó y
un desgarrador grito de horror se escuchó. Una brutal corriente de aire cálida arrasó la
habitación recorriendo las paredes en forma circular, haciendo balancear las palmeras y
creando el repetido endemoniado chirrido metálico que se introdujo como el
desesperante llanto de un bebé en sus oídos.
Amedeo hizo un esfuerzo por llamarle, pero su voz era insignificante ante todo aquello.
Seguidamente intentó ponerse en pie, pero al abrir los ojos entre la oscuridad la fuerte
ventisca le inyectó arena sobre sus retinas haciéndole caer nuevamente contra el suelo.
Cuando quiso volver a incorporarse de pronto sus pupilas se contrajeron. La luz resurgió
en toda la casa y tras la capa de arena en forma de ventisca desconocida pudo ver a
Dante inmovilizando a Mateo desde la espalda por el cuello.
-No sabes… no te puedes ni imaginar lo que llegué a sufrir desde aquello… por tu
culpa, mi vida…-Le dijo Dante al oído mientras apretaba fuertemente sus dientes.
-Tu vida es tan miserable como la mía, jamás deberíamos haber nacido y por eso mismo
he de acabar contigo.

<<Ya es suficiente>>

En el rechinar de sus dientes las facciones de Dante se pronunciaron enfriando su


expresión y transformando sus ojos en dos ubicuidades cadavéricas oscuras. Sus manos
temblaron mientras lo paralizaba entre sus brazos y finalmente con un angustioso y
doloroso nudo en su garganta le dijo:
-Te odio.
Amedeo malherido incorporó la pierna derecha sobre tierra y con las dos manos
apoyado sobre esta intentó ponerse en pie.
-Ahora eres tú el que mientes-Respondió él- nunca me has olvidado, pero por lo visto te
has conformado con poco ¿Miedo a quedarte solo? Eres un cobarde
-¡Cállate de una vez!-Gritó Dante- deberías saberlo…
-¿Saber… el qué?
-Que tan solo una estrecha línea es la que separa al amor del odio, y en mi caso… ¡ya ha
desaparecido!-Respondió mientras a medida que hablaba le apretaba más fuertemente
del cuello- ¡No lo intentarás! ¡Jamás! ¡Ya no volverás a hacer daño a nadie más!
-¡¡Dante no!!-Gritó su novio alzando su brazo derecho en el aire.
-¡¡Te odio!!

Fue en cuestión de segundos, en un movimiento de manos, cuando la ventisca se


detuvo, el sonido de las cervicales retorciéndose sobre su propio eje y finalmente el
articulado cuerpo cayó sin vida sobre la tumba de Edurne.
Amedeo se quedó observando la escena sin decir absolutamente nada, mientras que la
arena semejante a la ceniza tras la catástrofe de un reciente incendio se dejaba caer
melancólicamente sobre el colgante rostro de Mateo, el cual en una sonrisa de muerte
sus ojos continuaban abiertos observando con satisfacción a su asesino.

***

En un parpadeo sobre su húmedo y verdoso iris la lámpara intermitente se puso en


funcionamiento, así iluminando a todos los presentes en la habitación.
-Ha regresado-Dijo Regina sorprendida.
Inesperadamente alguien pico a la puerta de la cocina provocando un sobresalto entre
los concursantes.
-Deben ser Amedeo y Dante-Dijo Samuel acercándose hacia ella, la cual se mantenía
cerrada gracias a la silla que la colisionaba.
-¡Espera!-Gritó Ruy deteniéndole-¿Y si es el tipo ese?
-Venga ya-Interrumpió Naiara-Ha vuelto la luz, no creo que sea tan estúpido como para
atacarnos a plena luz y contra todos nosotros.
-También es verdad-Contestó Samuel mientras su mano se deslizaba sobre el respaldo.
Y así lo hizo, apartando la silla, agarrando la metálica maneta abrió la puerta.
Dos siluetas aparecieron, con los brazos paralelos al tacto pero sin rozarse, entrando
lentamente y siendo iluminados por la sala. Finalmente habían regresado.
-¿Qué ha pasado?-Preguntó Regina dirigiéndose hacia Dante.
Pero sus palabras pasaron de largo por su mente, ahora sus ojos perdidos sobre aquel
suelo de ajedrez seguían visualizando lo que hacía un momento acababa de cometer.
Tras unos segundos Amedeo con recelo y evitando el contacto visual con su novio, el
cual inconcientemente se llevaba la mano derecha a la boca mordiéndose las uñas, se
acercó hacia Samuel.
-Lo siento, no hemos podido encontrarlo-Dijo.
-Vale, pero… ¿Vosotros estáis bien¿-Preguntó angustiado- ¿Os habéis encontrado con el
tipo ese? ¿Ha pasado algo?
-Bueno, se puede decir que… ya no es una amenaza-Contestó mientras de reojo
observaba la silueta de su novio.
-¿¡Qué!?-Gritó Abel apareciendo tras la pareja española y rápidamente acercandose a
Dante-Pero ¡Dime! ¿Has podido llegar a preguntárselo?
De pronto ante tal pregunta reaccionó, alzando la cabeza con el rostro palidecido y
desencajado.
-¿Preguntárselo…? ¿De que es lo que estás hablando?
-Sí, lo sabes, respóndeme por favor ¿Has logrado saber “el por qué”?
-¿Eh…? Pero… ¿Cómo puedes saber eso?
Cuando por segunda vez iba a volver a insistir respondiendo con la misma pregunta el
familiar ruido de los altavoces en funcionamiento volvió a hacer presencia.

“Sí”-Interrumpió la fémina voz-“Lo has hecho muy bien, has logrado superar la
prueba”

De pronto Abel retrocediendo unos pasos sustrajo la mano de su bolsillo izquierdo del
pantalón y la alzó en puño cerrado frente a todas las miradas.

“Como dijimos cuando realizamos el pacto…”

Tras tragar saliva y cerrar los ojos, con una expresión de arrepentimiento, la abrió.
Seguidamente de ella un dorado objeto ovalado se dejó caer quedándose colgado a
través de la brillante cadena que se agarraba delicadamente desde su dedo anular y se
balanceaba hipnóticamente de un lado al otro.
-¡Es el medallón!-Gritó Samuel atónito.

“…ahora la puerta del confesionario queda desbloqueada para ti donde al fin tal y
como prometimos allí te espera tu mujer.
Así que ya puedes ir despidiéndote de tus compañeros”

-No me lo puedo creer-Dijo Regina totalmente sorprendida-Abel ¿Pero Por qué…?


-Lo siento-Dijo él mientras Samuel se lo arrebataba violentamente de sus manos- tenía
que hacerlo, era la única forma de volver a ver a Edurne.
-Nos has engañado a todos-Dijo frunciendo el ceño, mientras que agachado junto a su
mujer y levantando su torso en estado inconsciente del sofá, apartando su cabello de
marfil le ataba el colgante con el anclaje tras el cuello.
-Ya puedes irte-Añadió Naiara-Si antes no te soportaba, ahora mucho menos.
-Lo siento pero yo…
-¡Ni lo siento ni ostias!-Gritó Samuel poniéndose en pie y provocando una leve mueca
sonriente en ella- ¿Tu te has dado cuenta? Nos has puesto a todos en peligro, y todo por
ser un calzonazos que no aguanta ni dos días sin su mujer… Así que ya puedes irte
porque por mi parte no quiero verte más.
Abel cabizbajo asintió con la cabeza y sin decir absolutamente nada abandonó la
habitación, cruzó el ahora iluminado corredor y entró a su dormitorio.
Sustrayendo la rectangular maleta de piel bajo la cama y colocando algunos objetos
personales dentro de esta, finalmente agarrando su chaqueta situada sobre el perchero
junto a la puerta de entrada se dirigió hacia la tercera puerta situada a la izquierda del
pasillo en la cual una señalización en forma de flecha roja la daba acceso al
confesionario.
Cuando con la mano libre fue a abrir la puerta una voz llamándole le hizo detenerse.
-¡Ey, espera!-Dijo Regina acercándose hacia él.
-En serio, siento haberos engañado, en especial a ti, ya que eres de las pocas personas
con las que he podido entablar algo de amistad.
-Tranquilo, solo venía decirte que no te preocupases, esto es un concurso y cada uno
busca su estrategia para obtener lo que desea. Entiendo porque lo has hecho y no te
culpo por ello.
-Ya, pero aún y así yo no…
-No pienses en ello, ahora que puedes sal de aquí de una vez por todas, pero una cosa…
-¿El qué?
-Dale recuerdos a Edurne de mi parte-Respondió sonriendo.
-Estate segura de ello.

“Regina por favor aléjate del confesionario y regresa con tus compañeros”-Dijo la
omnipresente voz en un tono un tanto impertinente.

Y así lo hizo, tras despedirse de Abel, vigilada por las cámaras, siguió sus pasos hacia la
cocina mientras que él, aliviado, la observaba alejarse.
Finalmente llegó el momento tan esperado, tras un sonido eléctrico la puerta se deslizó
sobre el suelo mostrando una oscura habitación en la cual con precaución se introdujo
lentamente.
Una vez dentro la entrada se cerró tras él, cegándole de todo a su alrededor. Esperó unos
segundos pero estos parecían ser eternos ya que la fama del concurso hasta ahora no le
había dado mucha seguridad en ello.
De pronto un desgarrador destello le perforó las pupilas provocando la caída de la
maleta contra el suelo. Cuando finalmente pudo abrirlos, frente a él la imagen de una
rectangular y alargada habitación completamente decorada de rojo se proyectó en su
mente. El suelo estaba compuesto por una moqueta del mismo color oscuro que la
sangre coagulada y las paredes mugrientas eran formadas por unas cortinas que parecían
sacadas de una película de Lynch. Pero lo que realmente llamó su atención fue que al
final de esta, una puerta totalmente negra estaba situada, y junto a ella, cabizbaja y de
espaldas en una esquina contra la pared su querida mujer vestida de luto le esperaba.
-¡Edurne!-Gritó agarrando al instante la maleta y corriendo ilusionado hacia ella.
Pero una vez llegado sus pasos se detuvieron sobre la moqueta, al ver que impasible y
ocultando su rostro tras su dorado cabello no se giraba para saludarle.
-¿Edurne? ¿Te pasa algo?
Pero no obtuvo respuesta. Tras otros ansiosos segundos intentó insistir en captar su
atención pero sus palabras fueron interrumpidas.
-¿Ves esa puerta negra?-Preguntó ella mientras que con suavidad alzaba su mano
derecha señalando hacia esta.
-Sí-Respondió- ¿Qué es lo que pasa?
-Detrás de ella no hay nada.
-¿Eh? ¿Qué no hay nada?
-Tras ella no existe la luz, no existe el vacío, tan solo la nada.
-¿Pero que te pasa? ¿Qué estás diciendo?-Dijo agarrándola de la mano alzada – Estoy
harto de esta casa ¡Vayámonos de aquí!
-Este es el último girasol del jardín del mundo, no marches o dejarás de respirar.
-¡¡Maldita sea Edurne!!-Gritó estirándola del brazo.
Haciendo caso omiso a sus palabras y llevándosela consigo a pesar de su resistencia
finalmente sus dedos acariciaron el ennegrecido pomo reflectante de su silueta y la
puerta se abrió.
***

Regina fue la primera en llegar a la habitación, necesitaba tomar el aire tras tanta
tensión acumulada, tenía la sensación que cada día que pasaba aquellas paredes se
estrechaban, las puertas se curvaban y un sentimiento de ahogo la torturaba. Pero estaba
claro que el Solarium había sido precisamente diseñado para ello, aquellas brisas cálidas
que circulaban entre las palmeras, aquel sonido de playa que la tranquilizaba y aquella
relajante piscina de olas azuladas conseguían hacerla desconectar de todo ello. Pero, la
sensación esta vez fue muy distinta, cuando su calzado se hundió sobre la arena y alzó
su mirada, pudo observar con un angustia algo que la asustó. El cadáver de aquel
amenazador hombre colgando de espaldas boca arriba sobre la tumba de Edurne, la
observaba sin vida desde lejos. Quizás aquello no hubiese sido suficiente para hacerla
perder los nervios, si no fuese porque justo al lado como si se tratase del reflejo de un
espejo pudo presenciar con horror la aparición de una nueva lápida, en la cual inscrita
en letras góticas podía leerse:

“Abel Martínez Cillero


(1978-2007)”
Capítulo 11: Seis cerraduras

Visualizando la alborada, su pálpito muerto, vacío y sin dolor. Ahora, hombre de


hojalata, entre latidos huecos a sangre fría observa el cadáver con indiferencia.
-Pasadme el saco.
El número de participantes había sido reducido considerablemente en tan poco tiempo.
Teniendo en cuenta que el concurso finalizaba en tres meses (ahora 87 días) una
sensación de tensión continua les rodeaba.
Desde la llegada, todo parecía haber seguido un camino lleno de baches sin rumbo fijo.
Nadie esperaba ese tipo de dinámica de juego, el cual a parte de alarmante parecía ser
totalmente improvisado y sin ningún sentido. Pero aunque nadie lo sospechase,
secretamente, en estos cinco días, algunos cabos sueltos empezaban a enlazar sus
extremos.
En el Solarium, todos estaban reunidos, observando la escena tan inusual como el
escenario mismo. Amedeo se agachó para agarrar el saco que estaba apoyado junto a sus
pies.
-Gracias-Dijo Dante arrebatándoselo bruscamente de las manos. Por inercia, la obertura
del mismo se expandió mirando hacia el suelo y un objeto poligonal de tamaño medio
surgió de él clavándose sobre la arena.
-¡Ey, se ha caído algo!-Anunció Regina.
-¿Eh?-Respondió mirando a sus pies.
Seguidamente ella se agachó y lo recogió entre sus manos.
-¿Pero qué es esto?-Se preguntó
El objeto manchado de arena parecía ser un metálico cubo de color azulado, el cual en
cada una de sus seis caras aparecía el orificio de una cerradura.
-Lo siento pero no tenemos tantas llaves-Dijo Ruy arrebatándoselo.
-¡Eh! ¿Pero que haces?
-No quiero que te arriesgues a nada-Respondió pasándoselo a Naiara- No sabemos a lo
que estamos jugando ¿recuerdas?
Regina asintió resignada y Dante introdujo el cadáver de Mateo en el oscuro saco de
piel de cordero.
-Javier, voy a tirarlo-Avisó mientras hacía un nudo cerrándolo.
-Espera, espera, que te ayudo-Respondió él intentando salir del sepulcro que habían
escarbado.
Naiara observó curiosamente aquel extraño objeto cuadrado, rotándolo sobre su mano,
palpando su deslizante superficie y finalmente acercando su ojo derecho a una de las
seis cerraduras que componían el cubo. Una vez dentro, a pesar de la negrura no pudo
ver nada, aquella ubicuidad oscura parecía tan solo ser una caja vacía y cerrada sin nada
que contener. Pero a medida que su visión se acostumbraba y su pupila se dilataba la
silueta de algo diminuto, que empezaba a adquirir forma, provocaba un ascendente
escalofrío en la columna de Naiara.
-Bien ¿Preparado?-Preguntó Dante agarrando el saco por su base.
-Una…-Respondió su compañero sujetándolo desde el otro extremo-…dos…-Siguió
mientras lo balanceaba de izquierda a derecha a medida que ganaba potencia - y…
¡Tres!
El cadáver salió disparado por los aires, cayendo hacia el agujero, a la vez que Javier
separó sus labios mostrando una irónica sonrisa:
-El cazador cazado.

***
Salto a salto sobre la crujiente rama del cerezo en flor, reluciendo su anaranjado
pecho, el melodioso petirrojo descansaba a la luz del sol. Tras todo ello, la ventana de
una habitación cerrada era protegida por la translucida cortina azulada que
proyectaba la imagen de dos cuerpos desnudos acariciándose.
-Te quiero-Susurró Mateo sentado sobre la cama abrazándole desde la espalda.
-¿He de responderte a eso?-Contestó Sócrates deslizando la yema de sus dedos por el
rostro de su novio.
-No estás obligado, ya lo sabes-Siguió.
-Bueno, bueno, déjame que me lo piense…
-¿Sabes? Me encanta tu voz
-¿Mi voz?-Se giró sonriendo- ¿O lo que da a significar?
-¿Eh? ¿Y que da a significar?
-Pues que yo también te quiero idiota-Respondió besándole la mejilla
-Es irónico…
-¿El qué?-Preguntó agarrado frente a él de las manos.
-Que años atrás siempre me reía de las parejas pastelosas y ahora yo… me he
convertido en una de ellas.
-Pero eso es normal-Respondió Socrates riendo- Uno no se da cuenta, y cuando está
enamorado bien poco le importa lo que los demás piensen

<<Lo que los demás piensen>>

Extrañamente Mateo detuvo su respiración y frunció su entrecejo, cuando como si de


un deja vú se tratara aquella frase ya escuchada le provocó una dolorosa sensación de
malestar.
-Ey… ¿Qué te pasa?
De pronto el sonido de la cerradura de entrada le hizo abrir los ojos, su cuerpo en
tensión saltó de la cama y con una expresión totalmente desencajada dijo:
-¡Dios! ¡Dios!¡Me contó que estaría todo el fin de semana fuera!
-¿Quién? ¿Tu padre?
-¡Sí, corre, tienes que esconderte!
A medida que buscaban una solución el tiempo pasaba y una ronca voz desde la sala de
estar se acercaba.
-¿Pero donde?
-¡Joder, no se!-Dijo totalmente nervioso-¡En el armario!-Señaló.
Con apuradas prisas Mateo rápidamente lo introdujo en él, ocultándolo entre sus ropas
y encerrándolo.
De pronto la puerta de la habitación se abrió de par en par y apareció. Su padre, un
hombre de 39 años gordo y calvo pero con unos brazos robustos llenos de bello, los
cuales utilizaba para poner ley en la calle.
-¿Se puede saber que haces así desnudo?-Preguntó observándole de arriba a abajo con
su agresiva mirada.
Mateo no supo que responder, tan solo retrocedió unos pasos.
-Lo sabía, eres un moñas.
Volvió a intentarlo, necesitaba argumentarse, pero las palabras se habían quedado
atascadas en su garganta.
-¿Qué? ¿Sigue aquí?
-No se de que me hablas.
-¿Está ahí verdad?-Señaló acertando sorprendentemente
-¡No papá!-Dijo poniéndose en pie.
-¿No te das cuenta? ¡Yo no quiero un hijo enfermo!
-¡Por favor! -Se acercó intentando limitarle el paso- No se lo diré a nadie ¡te lo juro!
Pero sus palabras no fueron suficientes cuando aquellos fuertes brazos cubiertos de
pelo le apartaron de un solo empujón tirándole sobre la desecha cama.
Siguiendo los sentidos sus manos acariciaron los pomos del armario y apretando sus
puños en ellos lo abrió de par en par.

***

Su ritmo cardiaco había regresado a la normalidad, su respiración entonces


descontrolada, ahora seguía el compás de los pálpitos del corazón. Se sentía mareada,
tenía la sensación de haber dormido durante catorce horas seguidas y lo más extraño es
que no recordaba nada de lo ocurrido.
-¿Ya estás mejor?-Preguntó Samuel.
Rose cerró los ojos y respondió haciendo un ademán de asentimiento.
Su esposo girando la cabeza miró hacia el inutilizado televisor situado frente el sofá.
Observó su indefinido reflejo proyectado en él y tragó saliva. Al verse a si mismo su
sangre se heló, sin quererlo una espantosa imagen del pasado había hecho presencia en
su mente, y lo más extraño era que ésta le hubiese asustado.
-¿En que piensas?-Interrumpió ella.
-¿Eh? ¿Qué? No nada, estaba preguntándome tonterías.
-¿Y que clase de tonterías son esas?-Insistió mientras apoyaba su mano en el cojín sobre
su cabeza.
-No se, es extraño pero… ¿Cuántos días llevamos aquí dentro?
-No creo que sea la persona más indicada para responderte a eso pero yo diría que hoy
debe hacer casi una semana desde que entramos ¿verdad?
-¿En serio? ¿Tan poco? Es que… tengo la sensación de llevar mucho más tiempo.
-No se, es raro, quizás es porque han sido unos días demasiado intensos, pero ya te digo
que a mi no me ocurre eso-Siguió- Más bien es todo lo contrario, incluso algunas veces
cuando me despierto creo que sigo en casa.
-Ya…
-Hablando de sueños ¿Puedo contarte una cosa un poco rara?-Preguntó medio
adormilada.
-Sí, dime.
-¿Sabes que te dije que no recordaba nada cuando sufrí la crisis? pues eso no es del todo
cierto… vas a decir que estoy loca, pero fue algo bastante real.
-¿El qué?
-Recuerdo una voz-Respondió.
-¿Una voz?
-Sí como de una mujer, muy familiar, y no solo eso, también tuve un sueño, estaba en
una especie de sala, me sentía como flotando ¿sabes? Todas las paredes estaban
dibujadas con una especie de escala musical, había corcheras fluorescentes por todas
partes, pero lo más extraño no fue aquello, lo que realmente me llamó la atención es que
pude ver a alguien más.
-¿En la habitación?
-Sí, al final de ella, Amedeo como asustado me señalaba con el dedo.

***

Los rayos de luz se filtraban entre las estrechas y crujientes ramas creando tonalidades
anaranjadas. El petirrojo en busca de material para su hogar se percató de que una
pequeña rama asomaba entre los raíles de la traslúcida ventana cerrada. Mientras ella
cobijaba a las crías, el valiente pájaro inmediatamente se alzó a volar y en un segundo
aterrizó sobre el alféizar. Intentó sustraerla con el pico, probó de partirla por la mitad,
pero el pequeño trozo de madera atrancado era imposible de sacar. La mirada de
admiración de su esposa y el sentimiento de orgullo como cabeza de familia, le hicieron
armarse de valor y volver a intentarlo. De un solo salto la agarró, sus fuertes halas
empezó a mover y revoloteando, sin detenerse, por un instante unos centímetros de éste
lograron sustraerse.
El sonido de un desgarrador grito, el ardiente metálico de una bala atravesando la
ventana y finalmente la melodiosa danza de lluvia cristalizada descendiendo por la
fachada.
Bajo el desastre, visualizando la escena en picado, sobre unos arbustos estaba situado,
ahora con el pecho pincelado de carmesí, sin aliento, pero feliz y contento, cuando
ahora muerto agarraba eternamente su recompensa con el pico.

Mateo gritó, juntó sus rodillas y orinándose encima cayó inmóvil contra el suelo.
El también pincelado dedo índice de Sócrates vibró sobre el reflejo de las baldosas,
pero tras unos segundos, mientras su padre alzaba el arma con la mano culpable, dejó
caer su cabeza de medio lado y murió
-Nos vamos, ve a por las llaves del coche-Le ordenó.
Totalmente traumado y desconcertado por la situación, se levantó y corrió hacia el
pasillo. En su regreso, objeto en mano allí le encontró, a través de sus húmedas retinas
pudo ver la escabrosa imagen del cuerpo de su novio siendo introducido en un oscuro
saco negro.

Había perdido la conciencia, también la noción del tiempo, su cuerpo no respondía a


sus pensamientos, y dejándose llevar por los neumáticos del todotorreno avanzaron en
dirección norte ocultándose entre el extenso pinar a un lateral de la montaña.
Imágenes con movimiento, como crueles diapositivas almacenadas para toda la vida,
sonidos de gemidos, palabras sin sentido, no podía reaccionar, los ojos de Mateo se
perdían en un oscuro infinito.
-Girasol ardiente, detén mi corazón. Girasol ardiente calla al ruiseñor-Canturreó su
padre a la luz de la luna, rodeando una fogata mientras calentaba unos pinchitos sobre
las llamas.
-Quema-Respondió Mateo con la mirada perdida hacia el origen de la base del fuego,
mientras agarraba otro de estos con su mano derecha.

<<Lo que los demás piensen>>

Observando la desintegración del contorsionado cadáver de su novio en plena


combustión, Mateo se llevo un trozo de ternera a la boca.

***

Tras dejar caer la esponja contra el suelo, mientras pisándola aclaraba su cuerpo, Regina
abandonó la ducha y agarró el albornoz azul, colgando en una pequeña percha en forma
de estrella de mar.
Descalza sobre la moqueta, sus pasos se acercaron, sentándose cabizbaja sobre la cama
donde Ruy estirado descansaba.
-Ey Regi ¿te encuentras bien?-Preguntó boca arriba apoyando la cabeza sobre sus
manos.
-Ya sabes que no me gusta que me llames así, no se cuantas veces te lo tengo que
repetir.
-Ya veo que no…-Se respondió.
-Perdona-Dijo ella girándose de medio lado y juntando sus cejas-estoy muy nerviosa, lo
siento
-Lo sé, todos estamos jodidos.
-Sí, pero… -Siguió- no soporto la idea de que pueda pasarte algo, y lo peor de todo es
que tampoco podría hacer nada. Me siento como una marioneta dentro de esta maldita
casa.
-No te preocupes, creo que todo está siendo maximizado
-¿Maximizado? ¿En que sentido?
-Si te fijas en el fondo cabe la posibilidad de que todo sea puro teatro.
-¿Teatro?
-Sí mira ¿Quién te dice a ti que los mismos concursantes no interpreten un papel? Puede
que Amedeo jamás fuese golpeado, que en realidad un triste muñeco ocupe ese saco,
puede que excepto nosotros todos los demás sigan un guión predefinido.
-Eso es una tontería porque entonces desde el principio seriamos los ganadores, no tiene
ningún sentido.
-¿Y si el objetivo del concurso es nuestra ruptura?
-¿Cómo?
-Piensa que para ganarlo ha de haber una pareja, quizás todo sea un complot televisivo
para que nos separemos y perdamos el premio.
-No se Ruy, tu vives muy feliz pensando que todo es falso, pero yo ya he llegado a
perder el conocimiento y dudo mucho que un concurso permitiera eso.
-Ya, pero debemos tenerlo en cuenta, por eso mismo hemos de mantenernos firmes.
- Ruy, ahora eso no es lo que más me importa… Si te soy sincera no me preocupa no
ganar el premio y no casarnos por todo lo alto, lo único que quiero es salir de este
jodido concurso, volver a casa y alquilarnos una película mientras pedimos una pizza.
-La verdad es que sí…lo siento, parezco un egoísta tan solo hablando del premio. Lo
cierto es que yo tampoco estoy a gusto. Cuando leí el anuncio por Internet me
imaginaba algo más tipo pruebas de fuerza física o los típicos sustos tras los espejos,
pero esto es distinto.
-Es que no es solo eso-Siguió- ¿no lo ves? poco a poco todo está cogiendo un royo muy
raro. Incluso he llegado a pillar miedo al Solarium.
-¿Miedo?
-Sí, cada vez que veo esas lápidas clavadas sobre la arena me entran escalofríos. Lo
peor es que no entiendo porque narices están ahí.
-Pues a ver, creo que se da a entender un poco.
-¿A sí?
-Tanto Edurne como Abel abandonaron la casa, seguidamente las tumbas aparecieron en
la playa. El significado es, que cada persona que deja la casa muere para el concurso, y
por eso es representado así.
-¿Lo ves? Todo es muy escabroso, y a este paso nos volverá locos a todos.
-Ahora entiendo a los del big brother, no se como soportan todo este agobio.
-No compares Ruy, ellos no conviven con psicópatas.
-No se que decirte… pero está claro, hay que salir de aquí como sea.

***

"Octubre del 2006


Sede militar de la OTAN (Italia)"

El calzado sobre el encerado suelo hacía sonar sus zapatos Santoni de color Caoba.
Como siempre, llegaba justo a la hora, quizás muchos se hubiesen adelantado pero él
siempre seguía la misma regla- "La impuntualidad da prioridad al enemigo"- Aunque
esta vez no fuese precisamente el campo rival, debía asistir a una reunión tan
importante como altamente secreta. ¿Lo más extraño quizás? que estuvieran
interesados en un Sargento adiestrador de tropas.
Tras subir a la última planta y girar una esquina ciega, sus pasos se detuvieron frente a
una doble puerta de madera. Armándose de seguridad en si mismo hizo dos toques con
el puño y agarrando fuertemente ambos pomos la abrió.
Un ventanal en forma de cruz se alzaba en perspectiva hacia el techo e iluminaba con
saturación una alargada mesa que ocupaba toda la habitación. Pero cual fue su
sorpresa al ver que tan solo dos personas ocupaban la sala. Uno de ellos era el
respetado General Cyrano y a su lado un hombre de frac, delgado y con unas
rectangulares gafas estilizadas.
Después de las presentaciones, el General se levantó y le ofreció asiento.
-Sargento Giraudo, el Señor Cohen-Dijo.
El hombre de atuendo formal le dio la mano y volvió a sentarse.
-Mateo ¿Verdad?
-Sí-Respondió el Sargento.
-Bien, mi nombre es Uriel-Sonrió mientras agarraba algo que había situado sobre sus
piernas.
El General sin decir nada dio media vuelta y abandonó la habitación. Seguidamente el
desconocido hombre situó un maletín sobre la mesa.
-Bien Mateo, aquí dentro hay un billete-Dijo de pronto- un billete de ida, hacia el
futuro, hacia un camino indispensable en la evolución interior de cada persona, y
queremos que tu seas un pasajero. Nuestro proyecto lleva más de siete décadas en
funcionamiento, pero como todo proyecto éste está alcanzando su primordial objetivo, y
necesitamos voluntarios.
-¿Voluntarios? ¿Y por qué están interesados precisamente en mí?
Uriel esbozó una sonrisa y ambos cierres del maletín se abrieron automáticamente.
-Naciste en uno de los marginales barrios de Palermo ¿cierto?
-Sí-Respondió Mateo.
-Tu padre fue comisario ¿verdad?
-Eso recuerdo.
-¿Sabes por qué se suicidó?-Preguntó mirándole directamente a los ojos.
-¿Cómo dice?
-Si sabes cual fue la causa que lo incitó al suicidio.
Mateo agachó la mirada, frunció el ceño e hizo un ademán de asentimiento.
-Es precisamente por eso por lo que te hemos escogido, nosotros también lo sabemos-
Dijo mientras abría el maletín hacia él.
-¿Y cual es el objetivo de vuestro proyecto?
-La purificación del alma.
-¿Qué?-Alzó la voz.
-La vida es un difícil camino en el que muchas personas siguen dolidas por los
momentos negativos ¿Por qué? Sencillo, en esas malas épocas que todos sufrimos es
cuando tendemos a cometer nuestros peores errores, por eso los recordamos con mayor
facilidad. Muchos se arrepentirán, otros tanto incluso lo exteriorizarán mediante odio y
rabia, pero tan solo unos pocos se lo guardarán. Si aceptas a colaborar con nosotros te
daremos la oportunidad de empezar de nuevo, todos tus malos actos serán olvidados y
lograrás alcanzar tus deseos soñados.
Mateo sustrajo lo que la maleta contenía y un tanto desconfiado agarró un bolígrafo
con su mano derecha.
-¿Por qué se supone que debería participar en esto?-Preguntó.
-Porque la razón que te hará cambiar de idea está en la última página de ese
formulario.
Un tanto intrigado, leyéndolo por encima se dirigió al final del documento, y tan solo
ver lo que este contenía se quedó totalmente paralizado.
-Esa es la lista de los participantes, tus compañeros por así decirlo…
Los ojos de Mateo observaron una y otra vez la imagen de aquel chico de cabello
castaño y rizado situado en la segunda fila de fotografías tamaño carnet.
-… y todos ellos formarán parte en el procedimiento final.
Y no muy lejos, bajo ésta, un pequeño texto en letras oscuras aparecía impreso:

"Dante Gabbanelli"

-Para participar tan solo debes firmar aquí-Le señaló-Tu decides.


Mateo agarrando el bolígrafo con su mano derecha suspiró y se tomó unos segundos
para pensárselo.
A la espera de una respuesta, las ramas crujían a través del ventanal anunciando con
su melancólico vendaval una posible tormenta.
-¿Qué? ¿No te convence?
-Si te soy sincero, me parece una chorrada-Dijo de forma tajante- todo esto no tiene
una base sólida, realmente no se a que se orienta vuestro trabajo. Por lo tanto no me
interesa
-Bien-Siguió- ¿Si logro mostrarte uno de nuestros resultados, participarás con
nosotros?
-Puede que sí-Respondió.
De pronto Uriel agarró el documento, volvió a introducirlo en el maletín, y con él en
mano se puso en pie.
-Sígueme.

Tras media hora de viaje, el automóvil hizo un amago para girar hacia la izquierda
pero se detuvo aparcado sobre la acera. Ambos salieron del coche y observaron a su
alrededor.
Estaban en una avenida ancha, una especie de Ramblas de la ciudad. Por ella podían
verse los distintos trabajadores de camino a su empresa, como tristes marionetas
llevados por los hilos de la sociedad.
-¿Dónde vamos?-Preguntó Mateo girándose hacia él a la vez que una motocicleta a
toda potencia insonorizaba su espalda.
Uriel hizo un gesto con el índice para que se acercase y una vez juntos avanzaron por
la calle.
Caminaban en contra corriente, el viento anunciante de lluvias cercanas les hacía
ajustarse el cuello de la chaqueta, a la vez que unas espesas nubes negras arrasaban
cubriendo todo el cielo.
-Nos dirigimos a un lugar especial, uno de nuestros experimentos con mayor éxito.
-¿Qué tipo de experimento?
-Nuestra corporación sigue una filosofía propia, una filosofía que se rige en base a la
ciencia, nosotros desvelamos lo paranormal y lo utilizamos a nuestro favor.
-¿Ouijas, espíritus y cosas de estas?-Preguntó Mateo en un tono sarcástico.
-No exactamente, todo es mucho más complejo, aquí no encontrarás esa clase de
estereotipos. No se si te has dado cuenta pero nosotros nos tomamos las cosas muy en
serio.
-Ya veo…
De pronto los pasos de Uriel se detuvieron y Mateo alzó la vista hacia una alargada
callejuela ocultada entre las sombras.
-Ya hemos llegado, este es el área Olimpo-Dijo.
-¿Cómo? ¿Aquí?
-¿Ves ese callejón?
-Sí-Respondió.
-Poco más arriba hay otro igual y los dos se conectan tras este edificio-Dijo señalando
con la mirada a un descolorido hotel que a simple vista parecía constar de unos ocho
pisos.
-¿Y que es lo que pasa?
-Tú tendrás que ir por aquí y yo seguiré caminando calle arriba hasta reencontrarnos.
-¿Cómo? ¿Y que pasará?- Preguntó arqueando su ceja izquierda.
-¿Recuerdas la historia de Orfeo? El cual alumbraba hasta los mismísimos dioses con
su música y poesía
-¿Sí, pero puede saber que tiene que ver eso con todo este asunto?
-Cuando te introduzcas en el umbral debes recordar una cosa, pase lo que pase jamás
mires atrás, no cometas el mismo error o tu serás el único perjudicado.
-¿Qué no me gire? ¿Me apuñalarás?
-Escúchame, no es broma, si lo haces las consecuencias pueden ser devastadoras para
ti. Pase lo que pase no puedes caer en la trampa de Eurícide, recuerda que nadie
abandona el infierno, simplemente es imposible porque ya están muertos.
-Es demasiado-Dijo girando y cogiendo el camino indicado- Dime donde está la
cámara porque entonces no lo entiendo.
Mateo se detuvo frente la sombra que proyectaba el edificio contra el desolado
callejón, una hoja caduca revoló rodeando sus pies y girándose pudo ver a Uriel
desaparecer calle arriba tras la fachada.
Siguiendo lo que anteriormente le habían indicado, sus pasos dibujaron el camino
introduciéndose entre los dos edificios. Ahora que se fijaba, el suelo estaba repleto de
suciedad, proveniente seguramente de la calle principal; ya que lo más abundante eran
hojas de periódico entre otros residuos inorgánicos. Paralelamente, las paredes a
medida que avanzaba se ennegrecían, y un olor mugriento empapaba toda la
atmósfera.
Al final de este, una gran pared de hormigón blanco se alzaba dando a la vista la
alargada y oscura parte trasera del hotel por donde debía de pasar. Y así lo hizo, alerta
a cada paso que realizaba, algo interrumpió su molesto silencio. Alzando la cabeza
pudo ver que en esa parte del hotel también daban al exterior las ventanas de las
diferentes habitaciones que lo componían, y concretamente de una de ellas las voces de
dos personas discutiéndose a grito pelado se escuchaban.
-Eso si que es paranormal-Pensó.

-“Girasol ardiente, detén mi corazón. Girasol ardiente calla al ruiseñor”-

Centró la mirada y detuvo sus pasos en seco. El reconocimiento de aquella voz le cerró
las cuerdas bocales de golpe, paralizando completamente su cuerpo y pigmentando su
piel de blanco.

-¿¡Q-Qué coño!?-Dijo alzando la cabeza y dirigiendo su punto de visión hacia una de


las ventanas que componían la última planta. En esta misma, podían verse unas
azuladas cortinas de nylon asomarse ondeando al compás del viento y frente a ella la
presencia de un conocido individuo abierto de brazos y piernas se mantenía boca abajo
en el aire.
Mateo retrocedió unos pasos, observando la escena totalmente impactado. Le resultaba
imposible de asimilar lo que sus propios ojos estaban presenciando. Empezó a tener la
sensación de que todo aquello se trataba de un absurdo sueño, una pesadilla por así
decirlo, algo completamente irreal.
-Sócrates-Vocalizó.
De repente el sonido de un disparo rebotó metálicamente por todo el callejón, Mateo
chocó contra la pared y el cuerpo flotante rodeado por un mar de cristal descendió en
picado por la fachada finalizando su trayectoria contra el suelo.
Tras nuevamente abrir los ojos, sobre el sucio cementado, pudo ver la desconcertante
aparición de un pájaro de alas abiertas muerto boca arriba.
-¡Joder! ¿Qué…?-Antes de que pudiese acabar la frase se percató que el animal
agarraba lo que parecía ser un rojizo trozo de papel con su pico.
Sin tenerlas todas consigo se agachó, y apretándole con el pulgar e índice en las
boqueras logró arrancárselo.
Finalmente abriéndolo sobre su mano izquierda pudo leer:

“PERDÓNATE”

Suspiró intensamente, parpadeó observando la nota de nuevo, hizo un amago para


ponerse en pie y el sonido de un golpe hueco impactó sobre su sien haciéndole perder
el conocimiento.

***

Con un ágil movimiento de mano la tortilla saltó por los aires dando giros sobre si
misma y Rose rápidamente situó la sartén bajo la dirección de caída logrando así darle
la vuelta.
Se escucharon aplausos, gritos desenfrenados, sus pasos hacia la mesa eran alabados por
una lluvia de confetis multicolor.
-Gracias-Dijo Regina agarrando el último plato.
Así la hubiese gustado, quizás era uno de sus mayores defectos, su vanidad la podía y
necesitaba ser valorada positivamente por los demás.
-Se que no es mucho, pero si os fijáis el relleno está formado por un fundido de queso
mezclado con maíz y carne -dijo Rose sentada en la mesa junto a ellos a la vez que
hacía un corte en la tortilla para mostrar su interior - que untado con la salsa de salmón
marinado os dejará un regusto agridulce. Espero que os guste.
-¡Umm! ¡Está delicioso!-Añadió Regina
Rose respondió con una escalofriante sonrisa de oreja a oreja y ya dada por satisfecha
procedió a cenar.
El rechinar de los cubiertos arañando los platos fue el único sonido que se escuchó
durante unos minutos en el comedor, todos estaban exhaustos de tanta tensión y tan solo
en estos momentos de necesidad parecían estar a salvo de todo lo demás.
Realmente no todos, concretamente uno de ellos había perdido el apetito y en este
momento sus labios vacíos se acercaban con disimulo hacia la oreja de Dante.
-Hay algo de raro en ella-Susurró Amedeo.
Al instante su novio, el cual había perdido completamente aquel brillo en los ojos que lo
caracterizaba, se giró con la boca llena.
-La vi en el Solarium.
-¿Eh? ¿A Rose?
-Sí…
-¿Y que tiene de raro eso?-Preguntó mientras se limpiaba con la servilleta.
-Porque cuando la vi, ella se suponía que debía estar en otro lugar.
-¿Qué?
-¿Recuerdas cuando te ayudaba a buscar su medallón?
-Sí.
-¿Recuerdas que de pronto iluminé algo y tu te quejaste porque dejé de alumbrarte?
-Sí-Repitió Dante.
-Pues justo antes de que Mateo me golpease pude verla, asomaba medio cuerpo tras una
palmera, sus ojos eran como faros resplandecientes, los cuales quedaron fijados en mí
cuando nuestras miradas se cruzaron.
-¿Pero ella entonces donde estaba?
-En el comedor, con el ataque de ansiedad. Por eso mismo te lo comento, es totalmente
imposible, pero juro que yo la vi allí.
-Pero… ¿Estás seguro? Puede que lo imaginases.
-Entonces dime-Dijo devolviendo la mirada hacia ella- ¿Por qué su camisón está
manchado?
-¿Manchado? ¿Manchado de que?
Preguntó Dante mientras levantaba uno de los pliegues del mantel y miraba bajo la
mesa.
-De arena- Respondió a la vez que su novio abría los ojos al fijarse que en el pijama
acabado en falda una amarillenta mancha desde su base lo rodeaba.
Los dos lentamente alzaron la mirada y observaron la ahora risueña de Rose, la cual
insconciente de que la vigilaban tranquilamente conversaba con los demás. Pero aquel
rostro lleno de luz se apagó por un instante, transformando su piel en una fría capa de
escayola blanca, haciendo caer sus parpados hacia el suelo y palpando el colgante que
se balanceaba bajo el perfumado nylon.

***

Primero fue la nada, después una explosión tras su cráneo y ahora un sentimiento de
clausura le abarcaba.
Mateo allí se encontraba, como una enredadera sedienta de luz solar, la cual
retorciéndose entre las interminables paredes del laberinto buscaba una salida que le
permitiera alcanzar el oxígeno.
Todo había sido una trampa, se sentía idiota, vulnerable y engañado, como un ratón de
laboratorio al que observar a cada cambio que surgiera.
De todas formas no tenía mucho que hacer, tan solo deambular solitariamente por la
casa esperando a que algo le ofreciese un nuevo destino.
Aún y así todavía continuaba emitiendo gritos de desesperación por los pasillos,
desgarrando sus dedos en la puerta sellada que indicaba la salida y angustiado
llorando a cada esquina.
La soledad en aquel lugar infectado le enfermaba, aquellas paredes tan blancas como
curvadas le mareaban y la locura del aislamiento le devoraba.
¿Lo peor quizás? Cuando repentinamente las luces se apagaban, la sintonía de J
Strauss se activaba, y la puerta del Solarium se habría silenciosamente entre la
oscuridad. Aquello era un aviso, una alerta para que buscase lo antes posible un
escondite, pero ya lo sabía por experiencia propia, no había ninguna escapatoria. Tan
solo podía permanecer encerrado en el lavabo, dentro de la bañera y con una linterna
en la mano, esperando a que los fantasmas en su busca atravesasen las paredes y
pasasen de largo. Desgraciadamente la mayoría de veces no tenía esa suerte y cuando
habría nuevamente los ojos ahí podía verlos, grisáceos y vibrantes a través de la
mampara, mientras que canturreando todos ellos paso a paso se acercaban.

-“Girasol ardiente, detén mi corazón. Girasol ardiente, calla al ruiseñor.


Alas desplumadas, melodioso en la penumbra, con el pulgar me arrancaste una a una
el alma.
Recuerda que cuando la noche decaiga escucharás mi eterno canto junto a tu
almohada.
Recuerda que una sola lágrima no basta, tu sin preguntarme acabaste con todas ellas.
Recuerda que el perdón real no es la disculpa verbal sino el verdadero arrepentir
moral.
Recuerda que por tu culpa ahora ya no puedo volar.

Girasol ardiente, detén mi corazón. Girasol ardiente, calla al ruiseñor”


Capítulo 12: Escape

Todo en lo que he creído, mis bases del razonamiento, todo ello en un momento ha
desaparecido. Siempre he pensado que mis conocimientos llevaban hacia la verdad
absoluta, que mi propia ciencia me ofrecería la posibilidad de descubrir el
desconcertante misterio que nos rodea.
Pero no, estábamos equivocados, seguimos una plantilla errónea… y pagaremos las
consecuencias.

Las piernas de Regina corrieron tanto como pudieron, su corazón bombeó al máximo
rendimiento y sus ojos bañados en un sudor salado fueron testigos de aquello que la
perseguía. Siguiendo el mapa que sostenía tembloroso entre sus manos abrió una puerta,
y tras de sí cerró la misma, encerrándose en otra habitación y repitiendo el mismo
proceso una y otra vez.
Seguía un recorrido entre salas conectadas mientras que desesperada buscaba la ansiada
salida. Ya no era el simple hecho de abandonar el lugar sino que además el factor de
salvar la vida motivó sus ganas de libertad.
De repente, al cerrar una de ellas, su tobillo en un mal movimiento patinó sobre el suelo
y provocó el crujir de su brazo izquierdo golpeándose de medio lado al caer.
Entre gemidos de dolor intentó ponerse en pie, pero lamentablemente sus dos puntos de
apoyo-tobillo fracturado y brazo dislocado- ahora se encontraban gravemente dañados.
-¡¡Mierda!!-Gritó al alzar la cabeza sobre el reflejo de las baldosas.
Se había equivocado, el mapa estaba mal señalado, y aquel dormitorio de color rosado
no contenía ninguna puerta más por la cual avanzar. Sintiendo sus piernas temblar se
preguntó una y otra vez en lo que podía hacer.
Estaba claro que era imposible continuar, ahora no había ningún acceso más por el cual
pasar, y por si eso fuera poco en estos momentos se encontraba lesionada, tirada en el
suelo y con una amenazante presencia intentando capturarla.
Era horrible, era angustiante, era totalmente insoportable. Aquellos pasos se acercaban,
aquel salivoso jadeo la alcanzaría, otra vez la agarraría con brutalidad del pelo y
finalmente la mataría. Debía huir, debía encontrar una solución para fenecer el miedo
que la acababa de paralizar. Así que al reaccionar lo encontró, empotrado y bañado en
barniz Hempel, aquella era su única salvación.
Con dificultad logró introducirse en el armario, dejándose caer derrotada contra uno de
los laterales y observando oculta a través de las rendijas que formaban sus puertas.
-Por favor, aléjate -Suplicó.
De repente, cortando en seco su acelerada respiración, saboreando el amargo silencio a
muerte que envolvía toda la habitación, los descalzos pasos de su agresor entraron en el
dormitorio.

<<Siete horas antes>>

Las olas se curvaban, las palmeras se balanceaban y la puerta del Solarium a causa del
viento se entornaba. La presencia de un silbido, levantando una nube de polvo y
creando un pequeño remolino, bailaba entre susurros rodeando la inerte lápida de
Edurne.
Ya habían cumplido una semana exacta dentro de la casa, y a pesar de todo lo ocurrido,
aún y así por lo sufrido, en aquel preciso momento se respiraba un ambiente distendido
en el lugar: Rose preparaba la comida y Samuel la ayudaba, Amedeo escribía algo en un
folio sobre la mesa mientras Dante lo miraba, y finalmente agachado frente al televisor
Javier buscaba con tranquilidad un canal con el que sintonizar.
-Yo no lo intentaría-Dijo Naiara sentada sobre el azulado sofá e hipnotizada por aquel
cúbico objeto metálico que había caído del saco.
-No perdemos nada tampoco, además con esto por lo menos me entretengo.
-Si que pierdes algo: el tiempo, en vez de emplearlo para algo más productivo.
-¿Cómo?-Exclamó girándose hacia ella- ¿Eso quien lo dice? ¿La perra que se pasa el día
aposentada en el sofá mirando la jodida cosa esa?
-A ver, antes prefiero hacer esto que estar como una estúpida buscando durante dos
horas seguidas un canal con emisión.
-Desde luego lo de estúpida lo bordas, mira tómate tus pastillas y déjame en paz.
-¡Bah! Que te jodan subnormal.
Ante aquello, mientras echaba a cocer unas patatas, Rose sonrió y Samuel le preguntó
por su reacción.
-Por lo visto Naiara es igual con todo el mundo, incluso con su pareja.
-Sí, realmente me resultan unas personas muy tristes-Respondió él.

Enlazado a su última palabra, el sonido de la puerta de la cocina abriéndose por


completo les sobresaltó. Regina corrió cruzando el comedor, situándose junto al
televisor y alzando la mano señalando hacia el techo.
-¡Aquí Ruy, aquí hay otro!-Dijo.
Su pareja sentimental apareció tras ella y observó durante unos segundos lo indicado.
-Bien, vamos allá.
-Ey ¿qué es lo que pasa?-Preguntó Samuel desde la cocina mientras troceaba unas
verduras sobre el mármol.
Ruy regresó al corredor y sustrajo lo que parecía ser una pala manchada de tierra, la
cual estaba apoyada contra la pared. Alzándola sobre su cabeza la agarró con fuerza y
con un rápido movimiento de brazos golpeó la cámara situada sobre el marco de la
puerta, arrancándola de la pared y haciendo que esta cayese destrozada contra el suelo.
-¿¡Pero que coño hacéis!?-Gritó de nuevo.
Ruy dio media vuelta y se dirigió hacia las otras dos visibles que estaban situadas en
cada esquina.
-Los espejos-Indicó después Regina totalmente seria.
Y así lo hizo, apartando a la pareja francesa del lugar, deslizando el arma en el aire a
toda velocidad, la reflectante cristalería quedo sumida en un mar de trozos de cristal que
rebotaban acústicamente sobre el suelo. A causa de ello, y como objetivo principal, los
ocultos dispositivos de filmación que estaban camuflados sufrieron el mismo destino.
-Ruy ¿queda alguna?
-¿¡Os habéis vuelto locos!?-Gritó Amedeo.
-Creo que no, las últimas eran estas-Respondió él.
-Bien, nos vamos.
-¿¡Qué!? ¿ir donde?-Exclamó Rose-
-Baja la voz…-Alertó Regina- hemos pensado en buscar una salida alternativa, estamos
casi seguros de que existe otra en algún lugar de esta casa. -¿Por qué ahora?- Os
preguntaréis; pues porque las cosas que están empezando a suceder no son normales y
lo que no voy a hacer es jugarme la vida.
-¿De que coño hablas?-Preguntó Naiara mientras Javier seguía con lo suyo.
-Hablo, de lo que todos habéis estado notando en estos últimos días, sobretodo a raíz de
que Rose sufriese el ataque de pánico. ¿A caso no veis que algo ha cambiado? Hemos
pasado de un simple juego psicológico a un concurso en el que cada uno de nosotros
nos jugamos la vida. Tres hemos sufrido daños, dos han abandonado la casa y una
persona ha muerto ¿Hasta cuando debemos esperar?
-Vale sí, muy bien, pero… ¿y eso que tiene de extraño?-Siguió Naiara.
-Me explico. Tanto Ruy como yo no teníamos claro que todo esto fuese real y era
imposible buscar respuestas cuando la pregunta no se sabe a ciencia cierta si es la
correcta. Así que decidimos ir en busca de una base que formar: Esta madrugada,
mientras todos dormíais fuimos al Solarium y descubrimos algo que nos hizo
convencernos de lo que realmente debíamos hacer.
-¿El qué?
-Profanamos la tumba de Mateo y descubrimos que en ella no había nada. El saco
estaba completamente vacío y el cuerpo había desaparecido.
-¿¡Qué!? ¿¡Cómo!? ¿¡Pero que coño…!?-Gritó Javier alzando la cabeza hacia ellos.
-Pero lo que realmente nos dejó perplejos fue otra cosa-Siguió Ruy- Aprovechamos la
ocasión y descubrimos que bajo las lápidas de Abel y Edurne habían restos humanos.
-¿¡Entonces, eso quiere decir que…!?
-No, no podemos asegurar nada, además estoy casi segura de que ellos dos siguen
vivos- ya que al fin y al cabo abandonaron el concurso y además si realmente estuviesen
enterrados sus cuerpos aún estarían descomponiéndose.-.
-¿Y si una vez fuera de la casa les hubieran…?-Añadió Samuel por lo bajo.
-¡Es eso!-Indicó Regina asintiendo- estando aquí dentro tan solo dispondremos de dos
destinos: ganar o perder. En el caso de que sigamos ganando permaneceríamos dentro
de esta casa encerrados y siendo manipulados por el concurso, en el caso en que
perdamos cabe la posibilidad que una vez fuera muramos… ¿asesinados? Así que
ninguna de las dos opciones nos permite el regreso a nuestros hogares, cosa que ahora
mismo es lo que más ansío.
-Pero no sabemos si todo eso es cierto-Siguió Amedeo.
-Esto ya lo hemos hablado y por eso mismo no podemos quedarnos parados. El
cincuenta por ciento nos indica que corremos peligro, así que debemos actuar lo antes
posible.
-Y bueno-Dijo Samuel acercándose hacia ellos-¿Que es lo que hay que hacer?
-Vosotros nada, yo seré la que busque la salida.
-Yo aún no estoy muy de acuerdo con eso-Siguió Ruy- pero hemos pensado en usar los
conductos de ventilación, dos de ellos son bastante amplios: uno está en el Solarium y el
otro aquí-Dijo lanzando la mirada hacia donde su novia previamente había señalado-
Pero yo mismo no podría entrar con facilidad y mucho menos tú, Samuel.
-Gracias-Respondió mostrando una irónica sonrisa.
-No, no te ofendas, es que tú eres mucho más corpulento que yo, y si yo con lo delgado
que estoy ya me cuesta pues…
-Resumiendo-Siguió Regina- Voy a introducirme en los conductos y voy a buscar una
salida, cuando la encuentre regresaré para decíroslo, y a ver que podemos hacer.
-Bueno Ruy-Interrumpió Naiara-¿Y por qué no has pensado en mí para esto? Ya se que
apenas nos conocemos y que no suelo caer bien a la gente, pero no se… vivimos bajo el
mismo techo.
-Ah, perdona, no había caído en que… disculpa ¿estarías dispuesta?
-Ni de coña -Respondió sonriente- tan solo quería hacerte sentir culpable.

Una hora después, tras unas maniobras y ayudados por la fuerza bruta, la carcasa
metálica que protegía el conducto cedió, cayendo verticalmente contra el suelo y
creando un ruido ensordecedor.
Subida en una silla y sonriendo a su pareja dobló sus piernas inclinándose hacia él y le
besó en la frente con dulzura. Seguidamente, ayudada por los demás, y haciendo fuerza
con los brazos logró introducirse en él.
Una vez dentro todo pareció cambiar, quizás el hecho de estar aislada una semana en
aquel lugar la había anclado en un punto de visión limitado. Pero ahora que podía verlo
todo desde las alturas tenía la sensación de estar más cercana a la libertad.
-Por favor Regina, por lo que más quieras, ve con cuidado-Suplicó Ruy desde abajo.
Ella respondió alzando el dedo pulgar en un gesto de despreocupación, y así, subiendo
sus piernas acabo de meterse en él. Una vez dentro, pudo ver aquel metálico túnel
cúbico con mayor claridad: era de un tono grisáceo, sus paredes resplandecientes eran
un tanto ovaladas, y a pesar de la luz que entraba del comedor, el alargado cilindro se
estrechaba infinitamente hasta desaparecer en su propia oscuridad.
-Vamos allá- Pensó tragando saliva y agarrando la persistente linterna que encontraron
en el almacén. Cabizbaja, de rodillas y avanzando a paso de tortuga comenzó su viaje en
busca de libertad.
Se alejaba, sus extremidades dejaban atrás aquel sonido familiar. La voz de Ruy aún se
podía escuchar, parecía estar preocupado, seguramente sentía remordimientos por
haberla dejado ir, pero ahora ya no había marcha atrás. Fuera lo que fuere debía
encontrar un lugar por el cual al fin todos pudiesen escapar-Esa es mi misión-Pensó.
De pronto sus pasos se detuvieron cuando el conducto dio un giro de noventa grados
ciegos. Sin pensárselo decidió continuar con el recorrido dejando a la vista otro alargado
pasillo. Pero este era distinto, ya que una serie de rendijas situadas en su base a cada
tantos metros iluminaban el conducto. Cercana a una de estas comprendió el origen de
su iluminación.
-Más habitaciones están conectadas al sistema de ventilación-Dedujo mientras mirando
hacia sus rodillas pudo ver lo que parecía ser una sala alargada formada por cortinas
rojizas. -Me pregunto a que parte de la casa dará esta habitación-Dijo introduciendo sus
dedos en las rendijas. Haciendo uso de ellos intento sustraerla para así poder entrar pero
lamentablemente no lo consiguió. Resignándose de una vez, situó sus manos hacia el
frente y reanudó su gateo. En un abrir y cerrar de ojos volvía a encontrarse en la misma
situación, bajo sus pies otra habitación se mostraba, pero esta vez era muy diferente a la
anterior.
-¡¿Qué coño!?-Exclamó.
Tras las rendijas, bajo una espesa capa de niebla que cubría todo el suelo un tumulto de
animales aparecían inconcientes en el suelo. Dificultosamente y hasta donde su visión
limitada le permitía, pudo ver hasta tres tipos de especies distintas: Un caballo parecía
estar muerto de medio lado con la lengua colgando entre sus dientes, junto a él dos
vacas se encontraban en una posición parecida mientras una de ellas gemía, y
finalmente un rosado cerdito amoratado caía de morros junto a ellos, hasta segundos
después dejar de moverse.
-¿Se puede saber que es todo esto?-Se preguntó Regina- ¿Qué les ocurre a todos estos
animales?
Realmente se había quedado paralizada ante aquello, jamás hubiese imaginado que en
aquella casa hubiese instalado un zoológico particular, y mucho menos que estuviese en
aquel estado ¿Pero que narices estaba sucediendo?
Tras comprobar su imposible acceso, angustiada decidió seguir con su andada.
Estaba empezando a ponerse nerviosa, al principio no se había ni inmutado, pero
mientras se alejaba aquellos jadeos y gemidos se introducían taladrantes en su cabeza
-¿Que les ocurría a esos animales? ¿¡A caso los estaban torturando!?-Se preguntaba.
Angustiada decidió acelerar sus pasos, sus rodillas se deslizaron con mayor velocidad,
su respiración se entrecortaba en la oscuridad y finalmente apoyando su mano derecha
en una invisible placa de metal todo a su alrededor tras un crujido se derrumbó.

***
A pesar de presionar el botón la pantalla azul era persistente, al igual que su frustración.
Aún y así continuó intentándolo, tenía la sensación de estar cerca de algo importante, al
fin y al cabo aquel televisor no estaría ahí como un simple elemento de decoración-¿Y si
realmente formaba parte de alguna prueba?-Pensó.
Pero de pronto sus planteamientos fueron resueltos cuando llegado al canal “31” la
pantalla se puso en nieve mostrado una codificada silueta gris dentro de ella.

-Maldita sea, no debería haberla dejado-Dijo Ruy inquieto.


-No le des más vueltas, tenlo claro, volverá.
-¿A si? ¿Y como puedes estar tan seguro Amedeo? Joder, lleva más de tres cuartos de
hora fuera y no ha regresado ¡algo debe haberle sucedido!
-En serio, tienes que confiar en que…
De pronto Amedeo detuvo su frase y desvió su mirada hacia el televisor.
-¿Confiar en qué?-Preguntó.
Ante aquella parálisis momentánea decidió buscar la causa de ello y a través de su punto
de visión encontró la explicación.
Tras su espalda, mientras Javier aumentaba el volumen del altavoz, una imagen
codificada era representada en la pantalla de plasma.
-¿Qué coño es eso?-Preguntó Naiara dejando caer el cubo a su lado.
-¡Calla joder!-Respondió Javier intentando escuchar lo que esta transmitía.
En la pantalla del televisor se dibujaba entre interferencias lo que parecía ser el
recorrido interior de una edificación, la cual a través de un infinito corredor esta se
detenía frente a una puerta con una señalización rectangular instalada.
“-Soy el directivo …error… hala oeste de la casa… en el interior de la habitación
podéis ver… está situado en …”
-Oh, mierda-Dijo Javier al ver que perdían la comunicación
“-en grupo hasta la sala de… confiamos en que… muchísima atención con…sparkles…
-”
Tras un leve sonido la pantalla se mostró en negro y Javier cabizbajo dejó escapar un
suspiro.
-¿Qué era eso?-Preguntó Samuel.
Tras la cuestión el enfoque oscuro se movió, dejando a la vista lo que parecía ser una
imagen pixelizada la cual mientras se alejaba mostraba en sus límites una cierta
iluminación. A medida que esto ocurría los altavoces sufrieron el brutal impacto de unos
sollozos que rebotaron acústicamente por toda la sala. Al instante Javier reguló el
volumen y seguido de la imagen que cada vez se mostraba más distante a ellos,
finalmente dejó al descubierto lo que parecía ser el azulado iris de un húmedo ojo.
De repente la cámara hizo un brusco movimiento de balanceo situándose en lo que
parecían ser unas manos apoyadas sobre el regazo. El zoom hizo presencia y enfocando
la imagen con suavidad se mostró el rostro de una bella mujer.
-¡Edurne!-Exclamó Amedeo abriendo los ojos como platos.
Y así era, frente a ellos, sentada en una silla, Edurne miraba hacia la cámara mostrando
una pose de intranquilidad. Sus ojos vibraban entre lágrimas, sus piernas se cruzaban
sobre el mugriento suelo y rodeada de oscuridad, agarrada de manos, se dispuso a
hablar.
“-Ho-hola cariño, si estás viendo este video quiere decir que estoy fuera del concurso.
Supongo que debes estar confundido por todo lo que ha ocurrido, mu-muy seguro que
también enfadado conmigo…- “
Edurne se dio una pausa para tranquilizarse y a los pocos segundos dirigiéndose otra
vez hacia la cámara siguió con su discurso.
“-Siento no poder decirte mucho más, tan solo quiero que sepas que estaré bien, no te
preocupes en serio. A pesar de todo prométeme que en estos tres meses lucharás y no te
rendirás. Por eso mismo te envío este mensaje para que sepas que yo te esperaré.
Pero…-Se interrumpió tragando saliva- aunque puede que no podamos…”
Ante su pausa alzó la mirada sobre la cámara mostrando una expresión de represión y
negando con la cabeza.
“-Por favor, un minuto más-Suplicó frunciendo el ceño
-¡Ya sabes que no hay tiempo Edurne!-Gritó una voz varonil.”
De repente se puso en pie y abalanzándose hacia la cámara intentó arrebatársela de las
manos provocando así que el objetivo descontrolado enfocase hacia el suelo.
“-¡Por favor Mateo, te lo suplico, deja que me quede!
-¡Estás embarazada, no podemos hacer algo así!-Respondió él.
-¡Sabes perfectamente lo que ocurrirá si abandono el concurso, sería exactamente lo
mismo!
-Por eso mismo, no queremos que cargue en nuestras conciencias ¿lo entiendes?
-¡¡Malditos hijos de puta!! ¡Me lo prometisteis desgraciados! ¡Me lo prometisteis!”
Ante los gritos desesperantes de Edurne y los jadeos sudorosos de ambos, el televisor
mostraba vibrante por pantalla la desgastada moqueta que formaba la base de la
habitación en la cual sus sombras en una lucha continua eran proyectadas. La imagen se
desenfocó y finalmente dejando en el aire un desgarrador grito de dolor, tras un fuerte
golpe en seco la imagen se cortó.
-¿Qué…? ¿¡Que narices!?
-¿Que narices son…?-Siguió Samuel.-¿… los Sparkles?

***

Era un sonido continuo y repetitivo, como el de una hélice de submarino, la cual bajo el
agua no cesa de girar. Bueno, aquello era lo que le había venido primero en mente,
incluso por un momento creía estar bajo el mar navegando con uno de esos,
absolutamente cuando llegó aquel parpadeante sonido a sus oídos. El sonido era leve,
como un pitido, recordaba al típico aviso de alarma que emerge de un interruptor rojo
redondo y parpadeante.
-¡¡Ruy!!-Gritó alzando medio cuerpo.
No, se había confundido claramente, estaba en una habitación, más bien parecía una sala
de estudio, y sin saber como se encontraba tirada en el suelo. ¿Qué había ocurrido?
No tardó mucho tiempo en descubrirlo, alzó su mirada al techo y lo recordó. Hacía un
momento estaba siguiendo el recorrido del conducto de aire buscando una salida,
cuando de pronto este cedió-se partió en dos concretamente- y ella cayó al vacío.
-Mierda-Dijo llevándose la mano a la cabeza al sentir un intenso dolor en la nuca.
Al parecer había sufrido una mala caída, se golpeó la cabeza y perdió el conocimiento,
realmente las cosas no podían ir peor.
Mareada y ayudándose de su rodilla derecha intentó ponerse en pie. Le dolía muchísimo
la cabeza, incluso tenía la sensación de que iba a devolver, realmente sentía un gran
malestar en su interior. Entre gemidos internos logró incorporarse y apoyarse derrotada
contra la pared, alzó la cabeza y observó que a causa de la caída uno de los florescentes
se había descolocado y ahora tendía parpadeante de un solo cable. Seguidamente giró su
cabeza hacia lo que parecía ser una hilera de mesas situadas contra la pared.
-¿Qué lugar era aquel?-Se preguntó- ¿Por qué todo aquel innecesario material? ¿Qué
había tras el concurso?
Haciéndose mil y una preguntas, su mirada se deslizó sobre todas aquellas superficies,
siguiendo un recorrido horizontal, surcando las paredes, hasta descubrir para su sorpresa
que una puerta de madera se alzaba al final de esta.
Cuando tan solo le quedaban dos pasos más para agarrar la maneta y cruzarla, en un
pronto se detuvo, con la mirada fija sobre una de las mesas, observó con detenimiento lo
que parecían ser unas fotografías colgadas en una pizarra de corcho. Llamada por la
curiosidad y por no simplemente abandonar el lugar, por creer estar más cerca de la
verdad, decidió desviarse del camino y unos segundos husmear. Allí lo descubrió,
rodeado por extrañas imágenes oscuras, como un estudio del color, pudo ver realmente
sorprendida lo que parecía ser un mapa colgado.
Agarrándolo con las manos lo situó frente a su torso y lo observó detenidamente.
Realmente se trataba de eso, aquellos trazos dibujados, las distintas señalizaciones en
color amapola y la definición a escala despertaron el interés de Regina al descubrir para
su sorpresa que se trataba de un diseño esquemático de la casa.
Sin perder ni un solo minuto arrancó el mapa del tablero y apoderándose de uno de los
archivadores etiquetado como “Historial 2006” finalmente abandonó la habitación.
Como se lo imaginaba y contrastándolo con el valioso mapa la sala por la cual acababa
de salir daba a un pasillo muy semejante al que conectaban los dormitorios en los que
solían descansar. La diferencia entre ambos era que al final de este no había ninguna
puerta que conectase con el Solarium. Ahora que se fijaba la casa era mucho más
extensa de lo que se había imaginado- su forma era totalmente circular y los cuatro
corredores que la componían, daban a la paradisíaca sala central … bueno, realmente y
según las indicaciones en rojo la mayor parte de las habitaciones estaban conectadas
entre si- pero lamentablemente entre aquellas frases técnicas no constaba ningún otro
dato sobre una salida alternativa, tan solo la frustrante indicación de “EXIT” coloreaba
la metálica puerta por la cual entraron al concurso -¿Realmente aquella era la única vía
de escape disponible? ¿No debería existir una salida de emergencia contra cualquier
imprevisto?-Se preguntó Regina.
Sentía un intenso dolor de cabeza y como a cada instante parecía marease decidió que lo
mejor sería regresar, ya investigaría junto a los demás. Estaba claro que no podría
volver por el mismo lugar así que analizando el mapa con claridad encontró un
recorrido entre salas conectadas que la devolvería a los brazos de su novio.
Extendió el mapa sobre el archivador, arqueó la ceja derecha y avanzó. Según las
señalizaciones podía observar que ahora se encontraba en el otro extremo de la casa,
concretamente en el hala norte y según su criterio mediante un recorrido entre salas
conectadas podría llegar hasta su posición inicial, junto a los demás. La dificultad se
encontraba en que la meta finalizaba en una de las habitaciones cerradas que daban al
pasillo inicial como primeramente les indican. A causa de ello, sin darle mayor
importancia ya que gracias a unos cuantos gritos y patadas podría ser localizada por sus
compañeros, mapa en mano siguió con su camino.
Sus armoniosos pasos circularon sobre el resbaladizo parquet, sus angustiantes
pensamientos eran substituidos por una melodía musical, entre expiraciones escuchaba
el latir de su corazón, y folio en mano inconcientemente encontró una relación a aquella
estructura de hogar.

“Hace mucho, mucho tiempo, en el corazón del mundo existió un jardín, que hizo
llamar a la palabra Fin para así poder sobrevivir.”

-Es el girasol del jardín del mundo-Pensó al ver como la composición de este formaba
un dibujo semejante.
Dejando a un lado lo descubierto y centrándose mayormente en su escape, los tensos
brazos de Regina dejaron a su paso las distintas localizaciones de la casa,
sorprendiéndose más con cada puerta que abriese. Decenas de estas la rodeaban y pocas
de ellas le permitían el paso, pero encontrarlas valía su peso en oro. Así descubrió que
una investigación se ocultaba tras todo aquello; habitaciones informatizadas, salas de
operaciones e incluso un invernadero abandonado. Irreal era la palabra, a simple vista
nada parecía tener una lógica -¿Qué pintaba todo aquello? ¿Por qué lo habían disfrazado
como un concurso televisivo? ¿Qué deseaban obtener de ellos? – lamentablemente no
tenía tiempo para descubrirlo, necesitaba reunirse con los demás lo antes posible.
Asustada a medida que avanzaba decidió acelerar su pasos. Aquellos oscuros pasillos la
enfermaban, aquella sospechosa dejadez general la angustiaba- Algo devastador había
ocurrido en esta casa- .
De repente, cuando llegó al contiguo corredor en el hala oeste de la casa su cuerpo se
paralizó, su respiración se entrecortó y un intenso sobresalto golpeó el latir de su
corazón. Al final del pasillo, ocultado entre la desconcertante oscuridad la presencia de
alguien arrodillado de medio lado contra la pared entre gemidos parecía lamentarse.
-¡Una persona!-Pensó-¿¡Algún colaborador!?
La dulce melodía se detuvo en su interior, una espesa niebla ciega emergía de una
cercana habitación, extendiéndose escalofriantemente sobre el suelo y humedeciendo
sus piernas. Y allí estaba aquel misterioso individuo, el cual se dejaba caer contra la
pared.
-¿Hola?-Dijo acercándose con precaución.
El hombre se tambaleó y mostró su mejilla izquierda sin mayor atención. A medida que
se aproximaba se percató que aquel individuo de espaldas a ella rondaba los sesenta de
edad, destacado sin más por no poseer ni un solo cabello, dejando así al descubierto una
piel desgastada y arrugada por los años. Ahora más próxima a él se paralizó al descubrir
que éste no llevaba consigo ni una sola muda, estaba totalmente desnudo.
-¿Oiga? eh… ¿Qué le ocurre?-Preguntó.
Pero lamentablemente no obtuvo contestación alguna, tan solo un sollozo indicó que no
le mostraba atención. Antes de sacar conclusiones precipitadas decidió razonar- Quizás
el hombre a causa de sus años sufría algún tipo de sordera, o pero aún ¡quizás se
encontraba en estado de shock!-
Sin perder ni un solo segundo acercó su mano hacia él lo agarró del hombro y
entonces…
Un grito emergió del desgarrado esófago de Regina al notar unos dedos huesudos
agarrarla del pelo y brutalmente tirarla contra el suelo. No tuvo ni tiempo de pensar,
antes de que pudiese reaccionar se encontraba de cara contra el suelo cegada por la
espesa capa de niebla y sintiendo aquellos brazos poseerla. Se había subido a su espalda
y entre gemidos enfermizos parecía acabar con su ropa como si de algodón se tratara.
Intentó liberarse de él, hizo mil y un movimientos por quitárselo de encima, pero
lamentablemente este se mantenía enganchado a ella como si de una indeseable
garrapata se tratara. Sus dientes en un intento de socorro fueron golpeados contra el
encerado, sus encías en un prolongado grito de horror se bañaron de sangre y finalmente
sintiendo algo hacer ventosa sobre su sien logró liberarse de él. Aún por incorporarse se
empotró contra la pared paralela y ayudándose de sus piernas logró ponerse en pie.
-¿¡¡Que está haciendo!!?-Le gritó intensamente.
Al instante un sentimiento de nerviosismo la consumió, cuando pudo ver al anciano
estirarse sobre el suelo y ocultarse bajo la intensa capa de niebla. Súbitamente escuchó
su cuerpo arrastrarse sobre el parquet, sus jadeos cada vez más intensos dejaban al
descubierto la intención de sus acciones. Cuando sintió sus manos agarrarla del tobillo
en un movimiento de pierna le golpeó
A pesar de ello no deseaba huir, la enigmática que rodeaba aquel lugar debía ser
explicada por alguien más.
- ¿¡Est- está loco!? ¿¡Por qué está haciendo esto!?
El hombre no contestó, y mucho menos se mostró, tan solo la ventilación del lugar
dejaba a la escucha un aspa oxidada que a medida que giraba provocaba un ascendiente
escalofrío en la columna de Regina. Sus ojos inquietos vibraban sin perder detalle del
lugar, el pasillo se mantenía en perspectiva frente su mirada y usando todos sus
sentidos intentó localizar al amenazante individuo.
Sucedió en menos de una décima de segundo, cuando algo emergió desde sus pies y se
puso en pie frente a ella. Envuelta por un sentimiento a muerte pudo observar “aquello”
con pavor. Su rostro le llamó la atención, sus ojos lo más destacable de todo ya que pese
a no poseer parpado alguno y mantenerse totalmente abiertos en una expresión de
sorpresa, estos estaban exageradamente hundidos. Realmente aquello no hubiese sido
suficiente para provocar su huída, ya que el factor de ello resultó ser algo mucho más
escalofriante. Concretamente apareció cuando inconscientemente bajó la mirada y
descubrió con horror que el individuo en cuestión no poseía cadera o cintura alguna,
sino que sus estrechas piernas se unían repugnantemente bajo su tórax.

***

Aquella esférica cúpula virtual muy semejante a la de un OmnImax proyectaba unos


impecables rayos de luz que recorrían vertical y diagonalmente la habitación, hasta
finalmente proyectarse en forma de luz solar sobre la arena. El mar seguía un continuo
movimiento de vaivén deslizante en la orilla, y dejando a la vista unas acolchadas
huellas dibujadas en la tierra, siguiendo su procedencia finalmente dieron al descubierto
la presencia de Naiara que observaba paralizada junto a los demás.
Todos ellos, como si de un deprimente funeral se tratara, rodeaban las susodichas
tumbas que recientemente fueron instaladas, Ruy situado en el interior oscuro de una de
ellas parecía buscar algo. Tras unos minutos, y acompañado de las miradas expectantes
de sus compañeros, ayudado por Samuel, finalmente logró salir del agujero. Agarrando
el saco del que había desaparecido el cuerpo sin vida de Mateo, lo alzó con las dos
manos frente a él y lo posicionó boca abajo. Cuando todos aquellos huesos cayeron
contra el suelo Ruy hizo uno y mil esfuerzos por no acabar devolviendo, sin embargo
Rose como si nada se agacho junto a ellos y removiéndolos con los guantes de fregar
los platos procedió a dar una explicación sobre lo que estaba viendo.
-Este esqueleto diría que es el de un adolescente varón-Dijo observando los restos- la
masa ósea de un adulto suele ser mayor y además influye el factor del desgaste del
mismo. En este caso la masa no es suficiente y apenas hay pérdida ósea. Estoy casi
segura de ello, pero…
-¿Pero?- Preguntó Ruy insistiendo en su respuesta.
-¿Su cráneo? es extraño… es muy semejante al de un homínido, quizás sea a causa de
una malformación del mismo, pero es casi imposible, estos rasgos…-Argumentó
deteniéndose al agarrar nuevamente uno de ellos.
-¿Que? ¿¡Qué es lo que pasa!?
-Ruy-Dijo alzando la cabeza hacia él en una expresión de absoluta sorpresa-¿este hueso
de donde los has sacado?
-¿Pues de donde va a ser, de allí abajo?-Señaló.
-No puede ser cierto, es imposible que exista un fémur de este tamaño-Dijo boquiabierta
observándolo detenidamente.
Ante tanta enigmática y sin ser recompensado por ninguna respuesta se agachó frente a
ella. Sus miradas se cruzaron en un absoluto sentimiento de intriga y finalmente
frunciendo el ceño le dijo:
-Ruy, estos restos no pertenecen ni a Abel ni a Edurne porque este esqueleto… no es
humano.
Los rayos de luz solares se difuminaban en tonos de atardecer entre las nubes, el
destello amarillento proyectó su reducida silueta sobre la hierba, y sus manos se unieron
en la tierra cobijando aquella semilla de cerezo.
-¿Sabes? Acabas de proporcionar vida, tus manos ahora ya no están vacías.
-Papá, y entonces… ¿qué es lo que ocurrirá?
-De aquí surgirá un hermoso árbol, crecerá con el paso de los años, se hará alto y
robusto y algún día madurará lo suficiente como para ofrecer sus frutos, al igual que
harás tú. Pero, a pesar de su naturaleza deberás evitar que los parásitos destruyan su
corazón, tu misión será que cada año florezca de nuevo. Prométeme que así será hija.
-Te lo prometo papá.

Capítulo 13: Corazón infectado (Parte uno)

La pantalla se mantenía distante a ellos, el crepitar del fuego se reflejaba intensamente


en ella, y Naiara en una pose de absoluta concentración agarraba aquel cuenco de
cristal tembloroso entre sus manos. Ya era casi la hora, debía de conseguirlo,
necesitaba tranquilizarse para poder lograrlo, aquel era ahora su objetivo.
-¡Ya!-Gritó.
Seguidamente toda la familia la acompañó y llevándose una uva tras otra a la boca
siguieron el compás de las agitadas campanadas. Llegó a la doceava, la masticó con
rapidez, la ingirió casi atragantándose, y acompañada de un festín de fuegos
artificiales multicolor de su asiento se levantó.
Seguidamente toda la familia se puso en pie y felizmente se abrazaron entre ellos
mientras la imagen del reloj de la Puerta del Sol se retransmitía por televisión.
-¡Feliz año dos mil cuatro abuela!-Felicitó Naiara sonriente besando sus mejillas.
-Para ti y para tu hermana hija mía-
-Bueno, bueno, habrá que recoger todo esto ¿no?-Dijo su madre emocionada
señalando hacia la mesa repleta de cubertería usada recientemente en la cena-
¡Tendremos que sacar el turrón y celebrarlo!
-¡Y que no falte un buen brindis!-Sugirió el abuelo provocando carcajadas a su
alrededor.
-Yo te ayudo-Se ofreció Naiara mostrando una sonrisa de oreja a oreja.
Pero lamentablemente cuando sus delgadas manos acariciaron aquel plato de
estampados, el teléfono interrumpió sus acciones. Mirando hacia él observó que el
rojizo led de la centralita parpadeaba incesantemente- quizás se trataba de algún
familiar felicitándoles las fiestas- así que acompañada de un-Ya lo cojo yo- dejó los
cubiertos sobre la mesa y se dirigió hacia él.
-¿Diga?-Descolgó.
-Buenas noches ¿es ud. La madre de Amalia?-Preguntó la voz de una mujer.
-No, yo soy su hermana-Respondió.
-¿Podría pasarme con Carmen Lozano por favor?
-Pues a ver… espere un momento.
Seguidamente colgó el auricular y el sonido de algo de cristal cayendo contra el suelo
y rompiéndose en mil pedazos hizo presencia. Intentó llamar a su madre pero la
escuchó maldecir al diablo.
-Pues, ahora mismo está ocupada ¿podría llamar más tarde?
-Lo siento, las líneas están saturadas y ya nos ha costado horrores ponernos en
contacto.
-Bueno, pero… ¿quiénes son uds.?

Tras formular aquella pregunta un incómodo silencio se prolongó durante unos


interminables segundos y seguidamente los ojos de Naiara se abrieron al completo a la
escucha de una frase que la marcaría para siempre. La madera que contenía la
chimenea crujió y provocó que unas cenizas cayeran ardientes sobre la alfombra, al
instante el abuelo sentado en una butaca individual cercana situó la leña más al fondo
para así prevenir contra cualquier incendio.
Los pasos de su nieta dieron un giro de ciento ochenta grados, el auricular resbaló de
su mano, y tras el impacto, una de las pilas rodó unos centímetros hasta colisionar
contra una de las cuatro patas de la mesa.
-¿Naiara?-
Escuchó las voces de su familia llamándola por su nombre, podía sentir la frecuencia
del televisor envolver herméticamente toda la habitación, pero antes de que pudiese
decir una sola palabra todo su cuerpo cayó desplomado contra el suelo.

***

-…este esqueleto no es humano.-


Al instante el resto de concursantes dieron un paso atrás. Sus sombras se alargaron al
completo proyectándose en movimiento contra las paredes y el eclipse lunar oscureció
todo el Solarium-El anochecer -.
Acompañado de un rostro desencajado Ruy se dispuso a cuestionar la alarmante
respuesta:
-¿Como? Entonces estás diciendo que… ¿se trata de algún animal?
-Eso creía, a simple vista pensé que se trataba de una manipulación; o bien habían
mezclado huesos entre seres vivos- ya que este fémur mismo es semejante el de una cría
de jirafa-, o sino puede que hubiesen sido creados artificialmente.
-¿Entonces?-Insistió.
-¿Ves esto?-Se lo mostró- está dañado por donde se sitúa el cartílago. Si te fijas incluso
se puede ver el tejido canceloso.
-¿El que? ¿Esto que parece un panal de abejas?
-Sí. Pues este tipo de tejido suele estar situado en las extremidades de los huesos y dudo
mucho que alguien se diese tantas molestias como para recrearlo tan minuciosamente.
Descartando esta posibilidad tan solo nos queda la teoría de que formase parte de otro
ser vivo. Pero por mucho que el fémur se semeje en tamaño al de una cría de jirafa
ambos son distintos, tanto en la forma como en su masa.
-A ver-Interrumpió Samuel de pie-¿Estás queriendo decir que estos restos son de origen
extraterrestre o algo así?
-No, simplemente desconozco a un ser vivo existente con semejantes características.
Eso no quiere decir que estemos hablando de alienígenas ni nada por el estilo.
-Menos mal-rió Naiara mirando a su pareja- porque menuda gilipollez.
Rose suspiró y se llevó la mano a la cabeza.
-Aún y así-siguió- lo más extraño de todo no es el fémur en sí.
-Tú dirás.
-Lo que realmente me inquieta es que a este esqueleto le falte la pelvis.

“Te equivocas Rose”-Respondió la omnipresente y afeminada voz que provocaba el


temblor a su alrededor-“está completo”

Ante aquella respuesta la tensión hizo presencia, todos se pusieron en pie y esperaron
atentamente.
-¿¡Hasta cuando pensáis retenernos aquí dentro!? -Interrumpió Ruy- ¡No se por qué
narices nos hacéis todo esto! ¡Ni por qué cojones no os paran los pies ante la salvajada
que estáis emitiendo! ¡Pero tened en cuenta que cuando salgamos de aquí me las
pagaréis todas juntas!
Como era normal en este tipo de conversaciones, se produjo un leve silencio y tras unos
interminables segundos la dulce voz resurgió:

“-Bien, espero que en esta sosegada semana hayáis tenido tiempo para conoceros entre
vosotros, de estrechar vuestras amistades, e incluso llegar a confiar plenamente en una
pareja rival.”

-¿Sosegada semana?-Repitió Amedeo irónicamente.

-“Exacto, porque no tenéis ni idea de lo que os espera. Si queréis ganar deberéis


esforzaros de verdad, y para ello están las pruebas.”

-¿Y si simplemente queremos abandonar el concurso?-Preguntó Ruy reteniéndose


palabras soeces.

-“¡Sigamos con la misma dinámica y divirtámonos con un emocionante juego!”-


Exclamó haciendo caso omiso-.” ¡Que levante la mano el que sepa jugar al Policía y
Asesino!”-

Al instante Samuel y Rose lo hicieron mientras que los otros perdían el tiempo
mirándose extrañados entre ellos.

-“Bien, muy estúpida la persona que haya respondido a mi pregunta, ya que una pareja
de inconscientes se deshizo de las cámaras presentes. ¡Pero! Aún y así ¿realmente
pasabais que tan solo sois vigilados por las visibles? debéis estar contentos porque el
concurso continúa en funcionamiento- Recordad que la puerta de salida no se abrirá
hasta que no cumpláis tres meses en la casa- así que por vuestro bien… no me hagáis
enfadar.”-Finalizó en tenor.

-Pero… ¿Si no hay cámaras, que público nos va a ver?-Preguntó Samuel.

-“Los extraterrestres ¿verdad Rose? En fin… ahora a cada uno de vosotros le será
adjudicado un papel; ya sea de aldeano, policía o asesino. Para ello deberéis entrar
individualmente en el confesionario y una vez fuera de la habitación jamás deberéis
revelar vuestra identidad. El juego consiste en que el asesino en un plazo de tres días
mate a uno de sus compañeros.”-

-¿¡Qué!?-Exclamaron.

-“El psicópata en cuestión deberá dejar tres dificultosas pistas que den a conocer su
identidad, una por día, las cuales serán analizadas por el resto de concursantes y claro
está por el policía. Entonces aquí tenemos dos posibles finales: el bueno o el malo. En
caso de que el anónimo policía gracias a las pistas lograse desenmascarar al asesino,
deberá ir al confesionario y decir su nombre. Si lo acierta el juego se acabará, si no lo
hace deberá seguir con su investigación- en caso de error tan solo tendrá oportunidad
de decir un nombre por día-. El final malo en este caso sería que el concursante
Asesino lograse su objetivo. Eso sería triste para todos ¿verdad? ¡Pues a ponerse las
pilas! Y cuidado policía porque tú también puedes ser víctima.”

-¿Realmente crees que vamos a participar en semejante salvajada?-Desafió Ruy.


-“¡Y tanto!”-rió la voz-“¿Recordáis aquel cubo de seis cerraduras que apareció del
saco de Mateo y que actualmente pasea Naiara de un lado a otro de la casa? Pues se
trata de un explosivo, una bomba por así decirlo. En caso de que uno de los
concursantes infrinja una de las reglas; ya sea por dar a conocer su identidad en el
juego o porque el mismo asesino no llegue a cumplir su objetivo en su plazo de días,
entonces el objeto en sí emitiría un fuerte ¡PUM! Y fácilmente todo acabará.”-

-Hija de puta-Susurró Amedeo mirando hacia el suelo con recelo.

***

“-Aún recuerdo el sabor amargo que sentí cuando escuché aquella terrible noticia: mi
hermana había sido asesinada. En un principio no pude creerlo, me era imposible
asimilar algo así, incluso pensé que podría tratarse de una broma de mal gusto, me
hubiese gustado que así fuera pero la realidad estaba ahí presente. Tiempo después,
harta de tanto esperar decidí tomarme la ley por mi propia mano y fue entonces cuando
mi vida cambió radicalmente.-”

Era un día nublado, el tren de cercanías circulaba muy próximo, tanto que incluso
podía escucharse el rechinar de los raíles al deslizarse sobre la humedad. La
temperatura era muy baja, por no decir casi invernal, y aquellas chicas en minifalda
acechaban a los chicos con sus insinuantes miradas.
-Apestosas furcias-Pensó Naiara observando sus ridículos estampados a topos rosas.
Realmente odiaba totalmente ese mundo, lleno según ella de lagartas calienta
braguetas y chicos unineuronales. Si pudiese vomitar no le faltarían ganas e incluso lo
haría sobre el engominado pelo de una de ellas, pero debía mantenerse firme, había
avanzado mucho desde entonces, y no podía cagarla. Intentó parecer lo más estúpida y
atontada posible, logrando así introducirse en el grupo de su hermana y formar parte
como uno de ellos. Estaba segura, la noche antes de año nocultado entre la maleza de
en un descampado. Sin duda alguna el asesino fue uno de ellos, o quizás alguien muy
cercano al grupo. Lo más extraño de todo es que jamás hablaran del tema, evitaran
cualquier conversación cercana a Amalia y además actuaran como si ella jamás
hubiese existido.

-Joder loca como tarda esto ¿y si nos chutamos un peta?-Sugirió “La Jessy” mientras
esperaba en la interminable cola de aquella discoteca de pueblo.
-No se, por aquí yo veo mucho madero, mejor que lo hagamos dentro ¿no?-Añadió “El
Riki ” con una voz semejante a la de un retrasado.
-Tu lo que eres es un cagado ¡maricón! Ya verás como “Naia”- refiriéndose a Naiara-
me acompaña.
-¡Que no tía! Que paso ahora de colocarme, que luego me encuentro con “Cholo” y
con lo bueno que está acabo metiéndole más mano de la que se merece.
-Pero tía-Dijo entre carcajadas- hay que disfrutar de la vida, haz lo que te pide el
cuerpo.

<<-Lo que me pide el cuerpo es patearte la cara ahora mismo->>

-Que no tía, en serio, prefiero primero bailar y luego subidón ¿sabes lo que te digo?-
-Vaaale loca, vaale…
En ocasiones se hacía cruces y le costaba asimilar que su hermana Amalia hubiese
llegado a ser tan estúpida como para juntarse con ese tipo de personas. Pero según sus
recuerdos, había una razón de peso en ello. Una tarde, poco después de acabar las
clases se sentaron sobre la cama y su hermana le explicó sobre un chico que le
gustaba- por no decir que estaba totalmente colgada-. Sin duda alguna, y por las fotos
que quedaron como anticuario en su dormitorio” El Riki” era el afortunado. Lo cierto
es que su físico era espectacular, muy fuera de lo común en su edad: era alto y fibroso,
con un cabello lacio y castaño a mechas caoba, que se dejaba caer a escala. Pero
aún y así y por lo que había percibido desde que se infiltró en el grupo; se trataba de
una persona totalmente despreciable, un yonquie calculador, que usaba a las chicas
como trapos sucios y las tiraba cuando ya no las necesitaba. Escoria era la palabra.

***

Según el dictamen de los relojes y el vientre de los presentes, en la “noche”, la hora de


la cena era el único momento del día en el que todos se ponían de acuerdo para hacer
algo juntos. Comer en este caso. ¿Por qué no al mediodía? la mayoría no tenían apetito
al despertarse tan tarde, desayunar muy fuerte y no moverse. Así es como Rose se
proclamó la chef oficial de la última comida- al menos que hubiese alguna decente-
pensaba mientras se reunían.
Pero lamentablemente, aquella octava cena dentro de la casa no fue completa, uno de
ellos estaba demasiado ocupado pensando en su pareja como para probar bocado.
-Ruy-Dijo Rose sirviendo uno de los platos- ¿estás seguro que no quieres nada?
-Ya te dije que no tenía apetito-Dijo con voz trémula, sentado con la cabeza inclinada
sobre el sofá.
-Ya pero… no es bueno que lleves todo el día sin comer nada.
-En serio Rose, no insistas, tengo el estómago cerrado. No puedo quedarme como si
nada mientras Regina está desaparecida.
Tras esta frase Naiara apareció desde el pasillo, cruzó la cocina diciendo- Otro Abel en
la casa- y llegó al comedor. Ruy por no perder los nervios hizo caso omiso a sus
palabras y siguió pensando en una posible solución.
-Anímate hombre, seguro que se encuentra perfectamente.
-En serio Amedeo, como se nota que el que lleva más de seis horas sin dar señales de
vida no es tu novio, si no ya me dirías.
Amedeo frunció el ceño y sin decir nada más dio un sorbo a su sopa. Sin embargo
Naiara aún no se había puesto manos a la obra y preocupada daba paseos de un lado al
otro de la casa. Javier la observó de reojo moverse inquieta y acercándose a él le susurró
al oído:
-Oye ¿has visto mis pastillas?
-Las has vuelto a perder ¿verdad?
-En serio, no estoy para sermones ¿las has visto o no? Es que juraría haberlas dejado
sobre la mesita de noche.
-Me tienes harto Naiara, siempre igual de desordenada, a ver si aprendes de una vez por
todas a dejar las cosas en su sitio.
-¡Joder Javier! ¿Quieres contestarme de una vez? ¿Las has visto o no?
-¡Que no, coño! ¡Y ponte a cenar, que se te va a enfriar!
-Paso-Dijo haciendo un amago con la intención de volver al pasillo, pero antes de que
pudiese avanzar un solo paso Javier la agarró del brazo y la estiró hacia él.
-¿¡Que haces!? -Le gritó, mientras el resto de sus compañeros agachaban la cabeza
como si nada estuviese ocurriendo.
-Eres una maleducada, encima que Rose se mata para hacernos algo decente tu vas y lo
desprecias.
-¡No me toques!-Dijo liberándose de él con un rápido movimiento- ¿¡Es que eres
estúpido!? ¡Acaban de ofrecernos un papel a cada uno y te recuerdo que entre nosotros
hay un asesino! Así que ya me dirás si te fías de los potingues que prepare esta mujer,
porque yo no.
-¿Y entonces?-Siguió Javier utilizando un tono sarcástico- ¿No piensas probar bocado
hasta que finalice la prueba?
-¡Claro que sí! Pero comeré cosas que me prepare yo misma.
-Está claro que serán “cosas” entonces-
-Bah, déjame en paz-dio media vuelta y malhumorada abandonó la habitación.

Tras el portazo el silencio se apoderó de la mesa, nadie dijo palabra pero la mayoría
continuaron abriendo boca mientras se alimentaban, sin embargo aquel argumento de
Naiara provocó que el rechinar de los cubiertos tras unos segundos cesara. Rose alzó la
cabeza alertada y su expresión quedó desencajada al escuchar a su alrededor:
-La verdad es que… no tenemos mucha gana.-

***

Los rayos de luz multicolor perforaban la oscuridad, estampaban sus ropas teñidas a
copos oscilantes, y la acústica que envolvía el lugar provocaba un leve temblor bajo
sus pies.
Alzó sus delicadas manos en el aire, sintió sus distintas pulseras resbalar por los
brazos, pudo sentir el ritmo del baile. Como pez fuera de agua abría la boca entre
destellos musicales, sus pupilas dilatantes se contraían a cada foco de luz, e iluminada
por un azul neón sintió la necesidad de buscar un lugar en el que poder respirar.

-¡Eh tía! ¿Dónde vas?-Preguntó “El Cholo” agarrándola de la mano.


-Al lavabo, ahora vuelvo-Respondió soltándose de él.

<<-Realmente me resulta insoportable ir acompañada de esta gentuza, harta de no


encontrar respuestas y de no sacar nada claro. Pero no me rendiré por nada del
mundo, llegaré al final de este asunto y haré pagar al responsable que acabó con la
vida de mi hermana>>

Esquivó los sofocantes cuerpos bailantes sobre la pista, escuchó la voz de aquel
insistente chico llamarla, pero haciendo caso omiso a sus palabras logró llegar a la
zona de barra.
Ocurrió en aquel instante, cuando al girar la esquina ciega que llevaba a los lavabos
un chico salió disparado de ella y colisionó bruscamente contra su hombro izquierdo.
Cuando Naiara le fue a dirigir un grotesco insulto de pronto se detuvo al percatarse
que aquel anónimo individuo era sin duda Riki.
-¿Qué narices?-Dijo observándolo alejarse entre la gente. A simple vista y por la
velocidad en que caminaba parecía estar furioso, como si algo malo le hubiese
ocurrido. Definitivamente lo estaba, pudo asegurarlo al ver como eliminaba a una
chica de su trayectoria con un solo empujón.
Sin darle mayor importancia decidió seguir con lo suyo, y apartándose el pelo de la
cara entró finalmente en los baños. Una vez en el interior se aproximó a los lavamanos
y se refrescó la cara. Alzó la cabeza y observó su reflejo en el espejo. A pesar del tonel
de maquillaje que se había puesto las ojeras se le pronunciaban bajo los ojos, y lo más
asqueroso de todo es que el rímel mismo se había corrido a causa del sudor, creando
así una masa amorfa y grisácea sobre su cara- una auténtica belleza-pensaba.
Cuando pliego de papel en mano situó su dedo índice bajo su párpado algo llamó su
atención. Girándose hacia la hilera de retretes cerrados pudo escuchar la voz de una
chica sollozando. En un principio pensó que mejor seguir con su tarea, que
seguramente se trataba de una desgraciada de esas que se vienen a bajo al descubrir
que están saliendo con un gigoló. Pero lamentablemente aquella vez se trataba de
alguien más cercano, concretamente aquellos eran los gemidos de “Jessy”.
Instantáneamente abrió la puerta de par en par, en su interior su compañera se
sobresaltó, y llorando se acurrucó junto al sucio excusado.
-¡Jessica!-Exclamó-¿Q- qué te pasa?
A pesar de aquella pregunta por obligación – ya que necesitaba seguir conservando su
papel de amiga en el grupo- realmente, cualquier cosa que sucediera era de gran
importancia. Lo sabía y estaba segura de ello, tarde o temprano algo la llevaría a
descubrir al asesino, quizás pasarían meses hasta que eso ocurriera -incluso años se
planteó desde un principio- Pero a pesar del tiempo, desde el instante en que perdió a
su querida hermana su corazón quedó marchitado y su alma gritó incesantemente el
himno de la venganza.
La agarró de la muñeca, la zarandeó llamándola por su nombre, pero aquellos labios
carmesíes impregnados de desesperación se perdían en un angustiante vacío.
-¡Maldita sea!-Gritó agachada junto a ella-¡dime! ¡Explícame porque lloras de esta
manera!
-¡No puedo!-Le contestó en el mismo tono- no-no podrías ayudarme.
-Quizás si me lo explicases yo…
-¡Naia! No te esfuerces… no hay nada que podamos hacer-Interrumpió dejando caer la
cabeza contra la pared y ocultándose tras su cabello.
-¡Joder tía! Si realmente crees que no tiene solución ¿entonces por qué te niegas a
contármelo?
-¡Por qué si él se enterase estaría perdida!
De pronto los ojos de Naiara se abrieron y el cuerpo de Jessica tembló por completo al
percatarse de su error.
-¿Quién es él?-Añadió seriamente.
-Por favor... te lo suplico, no digas nada.
-¡Dímelo de una vez o me veré obligada a buscarlo yo misma!
Tras esta frase hubo un breve silencio, su compañera parecía necesitar unos segundos
para tranquilizarse así que no le insistió, al menos hasta que reaccionase.
Finalmente en el intervalo de un minuto separó sus labios, tragó saliva y con voz
temblorosa dijo suavemente:
-Es Riki.-
Seguidamente alzo su cabeza, incorporó medio cuerpo y colocándoselo tras la oreja
apartó su pelo. El impacto de aquella brutal imagen la paralizó totalmente al descubrir
el alarmante estado en que se encontraba su ojo izquierdo.
-Y esto es solo el principio.-

<<Día uno>>

Aquella mañana fue muy distinta a las anteriores: madrugaron tanto como pudieron,
cada uno se preparó su propio desayuno extrayendo los alimentos directamente del
almacén, y finalmente sin decir palabra hambrientos devoraron la comida. Rose se
sentía un tanto ofendida, sabía perfectamente que aquellas ansias eran a causa de no
cenar la noche anterior. El hecho de recordarlo la ofuscaba, así que ella tampoco diría
nada. Aún y así Samuel insistía en animarla, deseaba romper ese frío silencio que ahora
les rodeaba, pero tan solo la respuesta de la soledad le indicaba que se callara. Al igual
que Ruy, que al llegar a la cocina, dirigió un apagado saludo de buenos días, abrió la
nevera, bebió un vaso de zumo y se dirigió solitariamente al solárium.
Por otro lado teníamos a Amedeo y Dante cuya relación parecía haber sufrido un
desequilibrio tras el incidente de Mateo. Dante por su parte después de lo ocurrido no
volvió a decir palabra, se pasaba las horas siguiendo la lectura del un libro que parecía
haber traído de casa, y si te fijabas lo suficiente podías percatarte que aquellos ojos
relucientes de entonces habían perdido todo su brillo. Sin embargo Amedeo seguía
conservando su actitud hacia todos sus compañeros, menos hacia a su novio. Su punto
de vista hacia él había cambiado, desconocía las causas que le incitaron a ello pero
tampoco le importaba lo suficiente como para preguntarlo, realmente había perdido el
interés y se había quedado con la cruel imagen de su novio retorciendo el pescuezo de
Mateo.
Por último, en los dormitorios, la pareja española…

-¡MALDITA SEA!-

Unido a su grito un sonido a cristal impactó acústicamente sobre el suelo, el agua se


accionó a toda potencia y resbalando se dejó caer derrotada contra el suelo.
Javier se incorporó de su cama, se posicionó las zapatillas y a su ritmo finalmente llegó
al baño contiguo. La encontró sentada bajo el lavamanos tapándose la cara con ellas y
sorprendentemente gimoteando. Frente a ella un mar de cristales relucían sobre las
baldosas, menos uno de ellos que estaba clavado en el gemelo de Naiara.
-Javier-Sollozó ella- las he buscado por todas partes, pero no las encuentro… no se qué
hacer. Por favor, ayúdame a encontrarlas.
-Esto tenía que pasar algún día-Respondió provocando un doloroso silencio en su
pareja- eres una irresponsable.
-Por favor, te suplico que me ayudes a buscarlas, si no puedo tomarlas yo…
-Esas pastillas son cosa tuya, se consecuente con lo que haces.
-¡Javier!-Gritó girándose hacia él con el ceño fruncido- me salto más dosis… ¿sabes lo
que me puede llegar a ocurrir?
Haciendo caso omiso a sus palabras, Javier le dirigió una mirada de decepción y
abandonó la habitación. Naiara alzó su cabeza cerrando los ojos con dolor, sintiendo el
vibrar de su labio inferior, y finalmente, dejando escapar un doloroso gemido de
desesperación el lavamanos rebosó.

<<A pesar de su naturaleza deberás evitar que los parásitos destruyan su corazón>>
Pasaron meses, años e incluso décadas. Tras la muerte de mi padre mis piernas se
alargaron, mis caderas se ensancharon y un sentimiento de liberación me cautivó. Un
día, no recuerdo exactamente cuándo, tan solo en mi memoria quedó el abandono de
aquel bello lugar: el árbol que creció junto a mí y, que a cada año maduró de nuevo
lleno de ilusión.- Fue entonces cuando ocurrió, cuando substituí la frescura de la
naturaleza por el atractivo consumismo tecnológico y cuando subida en un coche gris
dejé atrás aquel recuerdo que prometí. Jamás supe de él, quizás ya no pudo lograr
florecer.

Capítulo 13: Corazón infectado (Parte dos)

<<-He de descubrirlo en un plazo de tres días, sino todos moriremos->>


-Naiara… ¿qué no recuerdas lo que ocurrió la última vez que quisiste jugar a ser
policía?-
<<-Sí, pero dime ¿qué otra alternativa tengo? No encuentro otra solución->>
-¿Crees que ha sido simple casualidad que te tocase justo ese papel?-
<<-Ni idea, paro parece ser que esta vida me ha encasillado como perro guardián>>
-Entonces… si realmente crees que ese es tu destino, adelante, hemos de encontrar al
asesino.

Alzó la cabeza hacia el cielo y suspirando pudo observar aquella cúpula estrellada. El
sonido del oleaje se ocultaba tras el rechinar de las palmeras, las cuales tétricamente se
balanceaban. Podía verla dibujada en las constelaciones, Regina le mostraba una amplia
sonrisa y gesticulando con sus labios le prometía que pronto estarían juntos. A pesar de
eso, sabía distinguir lo que realmente formaba parte de su imaginación, ella no había
vuelto y él no podía hacer nada para remediarlo.
-¿¡Por qué accedí a su propuesta!?- Se arrepintió estirado sobre la arena mientras se
llevaba las furiosas manos a la cabeza. -¿¡Por qué la dejé alejarse de mi lado!? ¿¡por
qué!? ¿¡por qué!? ¡maldita sea, quiero verte de nuevo!
A pesar de los años, asumiendo su madurez, Ruy no pudo contenerse las lágrimas y
desesperado lloró como un bebé. Había intentado retener los nervios para no pagarlo
con los demás, incluso se había mordido la lengua en ocasiones por no acabar en una
discusión fatal, pero la sensación de impotencia le devoraba a cada día que pasaba.
A pesar de eso, su sollozante reacción tuvo recompensa, al observar que sobre la falsa
fogata la difuminada imagen de una nota clavada en una palmera era iluminada.

***

Revoleteaba, aquella indecisa polilla colisionaba contra la farola atraída por su


esplendor, pero lamentablemente la luz se apagaba y engañada buscaba otro foco de
luz. A pesar del distanciamiento la iluminación regresó y la olvidadiza mariposa lo
intentó de nuevo.
Parpadeaba, aquella farola mal conectada creaba destellos perforando la oscuridad,
iluminando una reducida parcela de la vivienda, alumbrando débilmente la carretera.
Allí estaba Naiara, frente al porche de la casa, acompañada de su actualmente
compañera Jessy.
-Pero dime ¿Qué es lo que pretendes hacer?-Le preguntó alzando una llave en su mano
derecha.
-Me dijiste que si yo te ayudaba tu lo harías por mí, quid pro quo guapa-Respondió
arrebatándosela.
-Ya, pero tía… me he arriesgado muchísimo para robársela, me gustaría saber al
menos para que necesitas entrar en su casa.
Frente a su insistencia Naiara frunció el ceño e hizo un recordatorio de lo ocurrido
hasta entonces: Desde que entró en aquel grupo de heroinómanos discotequeros su
vida dio un giro de ciento ochenta grados, perdió a sus amistades de instituto, dejó a la
familia de lado, e incluso cortó con su novio. Meses después, llevados por la confianza
hacia ella, logró conocerlos a fondo. Así es como descubrió al verdadero ser que se
ocultaba tras la máscara de Ricardo, así es como pudo ser espectadora de lo que
realmente estaba ocurriendo dentro del grupo, así es como las pistas frente al asesinato
de su hermana comenzaron a salir a la superficie. Uno de ellos había acabado con su
vida, y estaba totalmente segura de quien era, pero tan solo le faltaban las pruebas que
lo incriminaran.

-No puedo decirte nada hasta estar completamente segura-Le respondió mirando hacia
la entrada de aquella casa particular rodeada por un verdoso jardín-pero te prometo
que las dos saldremos recompensadas de esto.
Tras esta frase, Jessica mostró una satisfactoria sonrisa, la llave dio dos giros sordos
en el interior de la cerradura y tras un olor a chamusquina la intrépida polilla cayó
muerta contra el asfalto.

Al abrirla, frente a ellas se mostró un ordenado recibidor, con un paragüero


posicionado justo al lado y con dos peldaños que llevaban a un estrecho pasillo. Tan
solo entrar la primera impresión que recibió fue la de estar en la típica casa japonesa,
ya que justo al lado del paragüero un mueble para supuestamente colocar los distintos
zapatos estaba situado. Realmente no le extrañaba, Riki a pesar de ser un desquiciante
obseso del tunning y de la moda, también lo era de la cultura asiática –Un chaval muy
variado- comentaban algunos- Y un asesino calculador- pensaba fríamente Naiara.
-Su cuarto está en el piso de arriba-Señaló su compañera.
-Bien, pero antes prefiero dar un rodeo por aquí-Añadió quitándose los zapatos para no
dejar huella sobre el parquet.
-Naia, tenemos que darnos prisa, no estoy segura de a qué hora puede regresar.
-¿Pero no me dijiste que hoy se iría a la fiesta esa de las cuarenta y ocho horas?
-¡Sí tía! Pero tú ya sabes que algunas veces se raya por cualquier cosa y se vuelve a
casa.
-Vaya por dios, pues menudo camello de mierda.
-¡Joder en serio! ¡Si nos pilla nos matará!
Ante esta frase Naiara mostró una irónica sonrisa, bajó la mirada a sus pies y
arqueando su ceja izquierda dijo:
-Recuerda que nosotras tenemos su llave, si regresara debería dormir en la calle.
-Igualmente no me siento cómoda estando aquí dentro-Repitió.
-Bueno, pues vamos manos a la obra.

Sin perder más tiempo, con sigilo y acompañadas de la oscuridad, rastrearon el primer
piso. Para ser un chico independiente que no se hablaba con sus padres vivía en una
vivienda de lujo, con una panorámica pantalla de alta definición directamente
conectada a un home cinema y un salón tan amplio como la misma pista de la discoteca
a la que solían frecuentar. –Sin duda la droga se vendía cara- pensaba Naiara mientras
abría los cajones del distinto mobiliario. Pero nada fuera de lo común, todo lo que
habían visto podría haber sido sacado de una revista de decora lo peor posible tu
hogar. Aún y así todavía les quedaba lo mejor de todo:
- El piso de arriba-Propuso finalmente.
Al mismo ajetreado ritmo subieron corriendo los peldaños de la escalera, una vez en el
rellano Jessica señaló a una de las puertas y sin perder ni un solo segundo entraron.
Era un dormitorio repleto de póster y fotografías; grupos, chicas y coches, sin duda
alguna era el cuarto de Riki. Seguidamente Naiara se abalanzó ansiosa sobre el
escritorio y empezó a rebuscar entre los cajones.
-¡Mierda joder!-Murmuró mientras husmeaba- ¡Droga, jeringas y más droga! ¡jodido
enfermo!
Una vez ya acabado se dispuso a pensar unos segundos, y acompañada de una
exclamación de satisfacción encendió el ordenador.
-Loca ¿se puede saber qué buscas ahí?-Preguntó Jessica mientras de perfil se asomaba
al marco de la ventana y observaba la desoladora carretera de enfrente.
-Ya te he dicho que hasta que no esté segura no voy a decirte nada-Respondió
tajantemente mientras expectante abría los ojos hacia la pantalla. Con mouse en mano
aceleró el puntero y a doble clic navegó por las carpetas.
-¡Hijo de puta!-Gritó tras un minuto-¡ha borrado todos los logs! ¡La carpeta de
conversaciones de Messenger está vacía y el historial de internet ha sido eliminado!
Maldita sea ¡no hay nada!-Se enfureció poniéndose en pie.
-Tía, que no grites-Susurró vigilando por la ventana- ¿No puedes darle a la mierda esa
de buscar o algo?
-Sí ¿Y que pongo, eh? ¡Joder, que asco!
-Oye… ¿y si nos piramos?
-¿¡Qué!? ¿estás tonta o qué?-Respondió gravemente- no me estoy jugando la piel para
salir de aquí sin pruebas.
-¿Pruebas? ¿Qué pruebas?
-¡Mira, no te lo voy a repetir más veces! ¡Vete si quieres, pero yo me quedó aquí!
-Vale tía, tranquilita ¿eh? Que si estoy aquí es por ti.
-No, si al final voy a tener que darte las gracias y todo ¡no te jode!-Respondió
provocando una expresión seria en el rostro de su compañera.
-¿Sabes qué? De paso me divertiré yo un rato-Añadió Jessica abriendo uno de los
cajones y sustrayendo de ellos una jeringa supuestamente limpia.
Sin responder a eso Naiara se situó en el centro de la habitación y observó
minuciosamente a su alrededor. Al entrar tan rápidamente no había tenido ni tiempo de
fijarse en todo lo demás. La habitación estaba compuesta por una cama individual con
una colcha a-odiosos topos de colores-, junto a ella una mesita de noche en forma de
figura hindú que hacía de superficie para un despertador hawaiano horrible- de esos
que cuando te despiertas se ponen a bailar- y finalmente en la pared paralela había
una enorme estantería de color blanco.
Al instante, mientras su compañera se sentaba sobre ella para inyectarse heroína,
Naiara se arrodilló sobre el suelo y miró bajo el colchón. En un principio no se veía
absolutamente nada, así que ayudada del móvil alumbró bajo éste. Clinex, decenas de
clinex se acumulaban bajo la cama y algún que otro preservativo usado aparecía
solitario entre ellos. Acompañada de arcadas al instante se puso en pie y mirando a sus
pies pudo percatarse que la habitación estaba hecha una completa pocilga.
-Esto sí que es vida-Dijo Jessica en un tono placentero.
Asqueada, se dirigió directa hacia la estantería y a tientas con las manos, tras apartar
algunas revistas, finalmente sintió el frío tacto de un marco de pino. Agarrándolo lo
iluminó con el teléfono, y abriendo los ojos al completo exclamó:
-¡Amalia!
Era un cuadro de tamaño medio con una fotografía en su interior, en ella se podía ver a
su hermana junto a Ricardo, sacando la lengua y casi tocándose entre ellas.
Ante aquella última exclamación Jessica se puso en pie con los ojos completamente
abiertos.
-¿¡Como dices!?
Naiara sobresaltada, como si de un acto reflejo se tratara, dejó escapar aquel marco de
sus manos. Sintió la superficie de cristal resbalar de sus dedos, pudo apreciar con
lentitud su descenso en el aire, y finalmente, sintiendo el latir de su corazón, el cuadro
impactó contra el suelo desmontándose al completo. Había chocado con uno de los
laterales, la lámina de cristal se había descolocado y deslizante se desintegró sobre el
suelo. Por otro lado, el dorso que contenía la fotografía quedó boca abajo.
-¿¡Que has hecho!?-Gritó Jessica aterrorizada-¿¡Como vamos a recoger todo esto!?
A pesar de sus palabras, aunque le ordenase que no tocase nada, sintió la necesidad de
volver a ver aquella imagen capturada por el tiempo, aquellos pigmentos que formaban
su nostálgico rostro, aquellos ojos que se cerraron para siempre.
Fue entonces cuando lo descubrió, ocultado tras la fotografía lo encontró, aquel
pendiente en forma de luna creciente que la noche antes de su muerte le prestó, aquel
pendiente izquierdo que en su cadáver faltó.

***

Miradas, todos las usaban para buscar al papel culpable, necesitaban hacerlo si no
querían acabar en un final fatal. Estaba claro que la identidad de los concursantes tenía
que ser totalmente anónima, ese era el primer paso para sobrevivir, pero aún y así
estaban atados de pies y manos. Por una parte meditaron sobre el perfil del asesino,
debía ser una persona atenta hacia los demás, observadora y minuciosa en todos sus
detalles, ya que al fin y al cabo debía desenmascarar a su enemigo directo antes de que
él lo hiciese: el policía. Hablando de este, estaba claro que asumía un papel muy
importante en la prueba, pero lamentablemente su perfil podía ser confundido con el del
asesino ya que por norma sería una persona igual de atenta y observadora que su rival;
al fin y al cabo su misión era pararle los pies. Como diferencia, este debería recoger las
tres pistas que el asesino dejase, y usando su capacidad dar a descubrir su identidad. Lo
más arriesgado de todo era sin duda el hecho de entrar en el confesionario sin ser visto,
ya que seguramente el asesino estaría al acecho para identificarlo y así eliminarlo. Por
último los aldeanos: las pobres víctimas del juego con su papel no menos importante,
ellos deberían evitar su propia muerte y también tendrían que localizar al supuesto
policía para así ayudarle indirectamente recopilando las pistas, el error en este caso sería
confundir los anteriormente semejantes perfiles. Lo ideal en la prueba sería que el
asesino diese unas pistas los suficientemente sencillas como para ser descubierto y que
así todo se solucionase sin heridos, pero lamentablemente… ¿Quién será la persona que
arriesgue su puntuación en el concurso por salvar a los demás?

Fue entonces cuando todas aquellas intranquilas miradas se unieron sobre uno de ellos,
al ver a Ruy entrar por la puerta de la cocina agarrando un papel amarillo en su mano
derecha.
-Atención-Gritó acercándose -He encontrado esto pegado en una de las palmeras.
Con un rápido movimiento golpeó la palma de la mano sobre la mesita frente al
televisor y enganchó el rectangular post-it en su superficie.
-¿Qué es esto?-Preguntó Rose cubierta por los brazos de Samuel.
-Léelo y lo sabrás-
Al instante, apartándose de su marido, lo recogió y achinando los ojos leyó:
“Siendo macho o hembra aplico esta frase: soy un cordero con piel de tigre, todos me
temen por su presencia a rayas rojas y blancas, pero realmente soy yo quien maneja sus
movimientos.”

-¿Qué significa esto? ¿Es una pista?


-Yo creo que sí-Respondió Ruy.
-Con esto se sobreentiende que el asesino es un hombre ¿no?-Añadió Amedeo.
-Creo que te equivocas, la frase se inicia en: “Siendo macho o hembra…” creo que está
escrita apropósito para desmentirlo..
-Es cierto, pero otra cosa… ¿desde cuándo los tigres son a rayas rojas y blancas?
-Qué extraño-Interrumpió Rose- ¿y no has visto a nadie más entrar en el Solarium?
-A parte de yo… pues no, y eso que llevo desde primera hora de la mañana ahí dentro.
-Entonces-Siguió, dirigiendo una mirada de desconfianza hacia los demás- eso quiere
decir que la has podido poner tu mismo.
-¿¡Que!? ¡Pero qué dices! ¿¡Estás loca!? ¡Claro que no!
-Ruy, cualquiera de nosotros podría ser el asesino, no te pongas tan nervioso porque
parece como si…
-¿¡Y tú qué!? Tanto interrogatorio, quizás seas el policía ¿no?
De repente la respiración de Rose se detuvo al percatarse que aquella acusación podría
costarle la vida. Sin insistir más se acurrucó asustada junto a su pareja y frunciendo el
ceño dijo mirando a todos ellos:
-Os juro por dios que no soy el poli, os lo juro.

Naiara sin embargo no soltó palabra y asumiendo así su papel decidió cual sería el
nombre que diría aquel primer día.
Lo hizo cuando todos se fueron a dormir, bueno, realmente varias horas después.
Asegurándose de no hacer ruido para no desvelar a Javier, descalza avanzó hacia el
corredor. A no muchos pasos, situada en la pared izquierda ahí estaba la puerta con una
enorme flecha dibujada en ella. Con sigilo se acercó y un sonido eléctrico indicó que se
había abierto. Mirando a ambos lados se aseguró de que no hubiese nadie cerca y tras el
tacto con sus dedos la entrada se deslizó sobre el suelo.

***

El día treinta y uno de Diciembre del año dos mil tres, Amalia, la hermana pequeña de
Naiara, sufrió un infarto a causa de una sobredosis. En lugar de haber sido ayudada,
sus amigos la dejaron tirada entre la maleza de un desolador descampado, donde poco
después falleció.
Muchos dijeron que cuando eso ocurrió ella entonces ya había abandonado la
discoteca y que no supieron nada más, pero sin embargo algunos de ellos aseguraron
que en su salida iba con alguien más. -Ese ALGUIEN fue el responsable de su muerte,
ese ALGUIEN fue quien la dejó morir cruelmente, ese ALGUIEN será el que pague
por ello.-
En la angustiante época que se infiltró en el grupo, aparte de descubrir que su propia
conciencia sería su mejor conversadora, también pudo darse cuenta que alguien más
estaba sufriendo. Jessica su actual compañera de fatigas sufría el acoso de Ricardo:
era insultada, maltratada y humillada. ¿Por qué? Simplemente por ser su pareja, al
igual que otros muchos hombres en España siguen haciendo. Fue entonces, en una
noche de luna llena, cuando ambas, impulsadas por objetivos distintos, decidieron
unirse.
Un destello anunciante de tormenta iluminó durante un instante la habitación, y el
pendiente en forma de luna creciente brilló a tonos celestes
-Jessica, se puede decir -Dijo aún mirando hacia la estantería- que Riki acaba de
firmar su propia senten…
Tras el sonido de unos extraños pasos corriendo hacia ella, se llevó la mirada hacia el
pecho extrañada. Nada anormal bajo su camiseta ¿por qué entonces aquel intenso
dolor?-se preguntó cuando sus manos comenzaron a temblar-.

-Eres tú la que ha sido condenada-

Miró hacia la pared frontal y tras un repentino relámpago, las alargadas sombras de
ambas se proyectaron oscuras sobre el gotéele. Pudo sentir uno de sus brazos
agarrarla de la cintura mientras con su otra mano le inyectaba lentamente algo por la
espalda. De repente cuando hubo un segundo impacto, sus piernas cedieron y todo su
cuerpo cayó contra la estantería. Una vez en el suelo pudo verlo con horror, observó
aquella jeringa que Jennifer en mano culpable agarraba.
¿Qué había ocurrido? ¿Por qué aquella aguja oxidada estaba teñida de rojo? ¿Por qué
aquellos ojos bajo un ceño fruncido la mataban con la mirada?
Se lo preguntó, entre gemidos de dolor le insistió preguntando por su reacción, pero
ella simplemente sonrío. -¿¡Por qué ayudas a Ricardo!?-Repitió. Fue entonces cuando
finalmente habló, cuando la conciencia de Naiara perdió su control, y cuando
arrebatándole aquella valiosa prueba de la mano finalmente le dijo al oído:
-Realmente os parecéis, eres tan entrometida como tu hermana.
-Co…-Intentó preguntar- ¿Cómo puedes saberlo?
-Deberías haber sida más cuidadosa al enseñar tu dni en la discoteca ¿no crees?
-¿Por… ¡Por qué le ayudas!?
Un trueno hizo retumbar toda la casa, las paredes crujieron, las persianas vibraron y
Naiara pudo sentir el movimiento tirada en el suelo.
-Somos pareja, querida, y nos lo contamos todo.
-¿¡Entonces!?-Gimió mientras su tenso brazo resbalaba sobre las sucias racholas- Me
habéis tendido una trampa.
-Bueno, él ha estado muy al margen de esto, yo simplemente le alerté sobre un topo en
el grupo y le pedí permiso para poner manos en el asunto. Y como comprenderás,
siendo uno de los camellos más conocidos de esta comarca no se va a arriesgar a que
una estúpida niñata acabe con su vida.
-Vosotros no tenéis futuro, desgraciados.
Tras formular esta frase Jessica sonrío y apoyó la suela de su calzado sobre la cabeza
de Naiara.
-Recuerda esto, a partir de hoy tu tampoco lograrás llegar muy lejos
-¿¡Por qué la abandonasteis!?-Gritó dejando escapar un hilo de saliva por la comisura
de sus labios-¿¡Por qué lo hicisteis!?
-Tu hermana fue tan hija de puta como tú. Bien, ella entonces estaba colgada de Riki,
lo sé porque me lo contaba todo- Es lo que tengo, que todo el mundo confía en mí-Pero
un día, al igual que ocurre con muchas otras chicas, Riki decidió dejarla. Fue entonces
cuando se reveló, cuando llevada a la furia por ser “La Otra” intentó vengarse de él.
La muy cerda no podía aceptarlo ¡que estúpida! Así que una noche, después de tener
una fuerte discusión con él, este la pegó y ella decidió ir en busca de la policía. El
error fue que lo planeó y encima me lo contó durante la fiesta. Así que cuando perdió
de vista el cubata decidí drogarla.
-¡¡Por dios!!-Gritó Naiara-¡Él también te pegaba a ti! ¿¡Como puedes…!?
-¡Cállate imbécil! ¿¡Tan idiota eres que no puedes diferenciarlo!? Aquella vez, cuando
me encontraste llorando, todo fue puro teatro.
-¡Eso es mentira! Tu ojo izquierdo estaba…
- Vale sí, me pegó, pero yo se lo pedí ¿Tan difícil es de entender? Joder tía, ni drogas ni
hostias, tus neuronas son limitadas de nacimiento.
-Entonces…-Dijo bajando la voz-tú la mataste.
-Eres lista y todo, lo cierto es que me ha costado lo mío deshacerme de todas las
pruebas. Y mira que a Riki le pedí lo mismo-Gesticuló con las manos- pero el muy
imbécil va y lo esconde aquí, demasiada Agatha Christie ha leído.
-¡Hija de…! ¿¡Como pudiste hacerle eso!? ¡era tu amiga!
-Pues haciéndolo. Sé que no me estás grabando así que te lo explicaré con todo lujo de
detalles. Después de tomar aquel cubata empezó a encontrarse mal, mareos, nauseas y
cosas por el estilo, así que decidí acompañarla a su casa. Intenté no llamar la atención
de la gente, pero después me pregunté- ¿Qué más da?-Todos mis conocidos saben
perfectamente quien es mi chico, así que nadie se arriesgará a declarar. Entonces
mientras caminábamos, le comenté sobre aquello que iba a hacer, sobre esa tontería de
llamar a la policía ¿sabes de lo que hablo? Bueno, entonces, una vez llegamos al
descampado le sugerí que lo hiciera, que fuese a comisaría y nos delatara, pero
debería ir por su cuenta, que conmigo no contara. Así que me fui y la dejé ahí ¡No fue
culpa mía! ¡Fue culpa de la idiota de tu hermana por no saber beber!

<<Día dos>>

La imagen de las baldosas se distorsionaba, hasta el punto de mezclarse entre ellas,


recrear amorfas siluetas, y ser recipiente para sus lágrimas.
-¿Por qué?-Se preguntaba- ¿Por qué he sido castigada?
Se incorporó previamente sentada en el retrete, abrió la puerta de enfrente, avanzó por el
reflectante baño y llegó al dormitorio. Tan solo ellos dos ocupaban ahora aquella
habitación, Samuel y Rose intentaban estar lo menos posible, al igual que el resto de sus
compañeros. ¿A caso la odiaban? -se preguntaba.
Fue entonces cuando lo percibió, Javier sentado en la cama la observaba. En aquel
instante envuelta por un nostálgico sentimiento de soledad sintió una intensa necesidad
de ser comprendida por los demás, sabía perfectamente que aunque en ocasiones
pelearan él podía llegar a comprenderla de verdad. También sabía que su carácter era el
causante de todo mal y realmente deseaba cambiar.
Sin hablar se sentó junto a él, agarró fuertemente la mano libre situada sobre la
estampada colcha, y apoyando la cabeza sobre su hombro finalmente dijo:
-Perdóname por favor.
Él no respondió
-No te mereces todo esto, siempre me has apoyado, me has hecho compañía en mis
peores momentos y has soportado mi horrible carácter, sin embargo yo…-Se
interrumpió apretando los dientes e inclinando la cabeza con angustia.-No he sabido
corresponderte. Por favor Javier ¿Crees que podrás perdonarme?
-Tranquilízate-Dijo pausadamente mirando hacia el frente- y tómate esto.
De pronto los húmedos ojos de Naiara se abrieron completamente al observar aquella
colorida pastilla sostenida entre los dedos de su pareja.
-¡Las has encontrado!-Exclamó ilusionada.
-¿Quieres que te traiga un vaso de agua?-Preguntó.
-No, gracias, así me basta-Dijo agarrándola con ansias y echándosela a la boca.
-¿Sabes? Realmente lamento lo que estás pasando.
Intentando ingerirla se dispuso unos segundos antes de responder, pero entonces, aún
con pestañas mojadas, escuchó una extraña voz hablarla. Aquella vez no se trató de su
charlatana conciencia, aquella voz era de alguien distinto a ella.

-Rápido, dime el color Naiara, debes recordar el color de tus pastillas.-

-Perdóname tu a mi, lamento decirte esto, pero…-Siguió Javier.

Totalmente atónita de repente se incorporó de la cama y mirando a su pareja en una


expresión de absoluta sorpresa se llevó la mano al estómago. Algo no iba bien, quizás
fuese su propio malestar, pero aquel dolor era demasiado descomunal.

<<¿desde cuándo los tigres son a rayas rojas y blancas?>>

-Pero por prioridad eres la única persona que tiene motivos para ser eliminada de este
concurso.-

<<soy un cordero con piel de tigre, todos me temen por su presencia a rayas rojas y
blancas, pero realmente soy yo quien maneja sus movimientos>>

-He de ser justo Naiara, tienes el sida y aunque ganásemos aquel remedio no
funcionaría.
-¿¡Tú…!?-Exclamó con una expresión desencajada.
-Tienes que entenderlo, por mucho que tomes esas pastillas tu enfermedad sigue ahí, no
existe ningún tratamiento milagroso para…
Sin escuchar nada más Naiara retrocedió unos pasos y con dificultad se agarró
fuertemente al marco de la puerta que conectaba con el pasillo. Se introdujo los dedos
en la garganta, intentó devolver aquel veneno que corroía sus entrañas, pero
lamentablemente el malestar por si misma era de tal magnitud que no lo lograba. Paso a
paso tambaleante avanzó por el corredor, mirando hacia el techo los florescente a cada
tantos metros la iluminaban, uno tras otro, foco tras foco, sus pupilas en una danza de
dilatación se contraían al ritmo de los destellos. Como aquella vez, al pasar junto a la
cocina escuchó las distintas voces llamarla por su nombre- ¿a caso se habían percatado
de lo que estaba sucediendo? ¿realmente les importaba si algo me ocurriese?- Todo el
mundo la detestaba, se encontraba sola por su propia culpa, por lo visto nadie le iba a
echar en falta-

<<Naiara>>

Abriendo la última puerta sus descalzos pies se introdujeron en la arena, y desorientada


avanzó por la playa. Como si de un mecanismo automático se tratara, tan solo entrar el
anochecer desapareció y el amanecer resurgió, aquellos rayos de luz solares dieron la
bienvenida a su adiós.

<<Deja de sufrir de una vez>>


Sus pies se detuvieron junto a las lápidas, las palmeras en un continuo movimiento
giraron a su alrededor, el suelo se inclinó en diagonal y finalmente Naiara cabizbaja
cayó de rodillas sobre él.

<<Cierra los ojos y olvídalo todo>>

Estirada sobre el suelo, con dificultad se retorció mirando hacia el techo, observando
aquella cúpula iluminada que imitaba al cielo, un cielo azul y despejado, un cielo de
supuesto tacto al terciopelo, abierto para todos aquellos que logren llegar hasta él. A
veces, cuando sufrimos malas épocas, no recordamos que sigue existiendo, que más allá
de nuestros pasos la inmensidad nos rodea, una inmensidad que deseamos infinita, una
inmensidad que nos hace sentir libres.
Ente gemidos internos su cuerpo temblaba sobre la arena, su mirada perdida en el vacío
era testigo de toda su vida. Pudo volver a reencontrarse con aquellos seres queridos que
dejó de lado, disfrutar de los momentos antes de que su vida se curvara, aquellos bellos
tiempos de entonces cuando su corazón palpitaba lo suficiente como para compartir su
amor por los demás. No pudo reprimir sus lágrimas, las sintió resbalar sobre su piel,
eran cálidas , al igual que cuando abrazaba a su pareja, al igual que cuando se reunía
con su familia, al igual que cuando su hermana le sonreía.

-Lo siento papá-Dijo sin apenas fuerza.

Una corriente de aire resopló, surcó las paredes, hizo balancear las palmeras y
suavemente susurró junto a su oído:

<<Te equivocas hija mía, has logrado acabar con los parásitos que invadían tu
corazón>>

Sus carnosos labios carmesíes se separaron en una sonrisa de paz, mostrando


delicadamente sus blanquinosos incisivos.
Acompañada de una expresión de liberación, antes de que su visión se desvaneciera en
el tiempo, algo completamente milagroso ocurrió. Como si de una ilusión se tratara,
pudo ver como lentamente de cada uno de sus poros empezaron a brotar verdosos
sépalos, los cuales mientras daban giros sobre su propio eje comenzaron a abrirse.
En sus últimas fuerzas alzó la mano hacia el cielo y separando sus dedos observó
aquellas hermosas flores de cerezo que invadían su cuerpo.
Finalmente sonriendo, dejando escapar un último suspiro, dijo suavemente:

-Hermana, Papá… he conseguido florecer-

Lamentablemente ninguno de ellos pudo llegarlo a ver, la muerte de Naiara fue el único
ser vivo que echó raíces en aquella circular habitación.
La sociedad, un modo de vida tan tentativo como cruel, un lugar en el que el amor se
enmascara con lo superficial, en el que la velocidad importa más que la seguridad y en
el que lo material muchas veces se implanta como prioridad. Muchos lo definirían así y
de algunas otras formas, pero en lo que todos concuerdan es que la sociedad es como el
mundo animal, tan solo sobrevivirán los que logren adaptarse.
Naiara Cillero no fue una de esas personas, desde su infancia estuvo protegida en una
urna de cristal, la rodeaba una familia ejemplar, un instituto magistral y una pareja ideal.
Cuando se dio de morros contra la realidad su corazón se oxidó, no pudo soportar el
dolor y asfixiada por capas de protección su persona murió. Aún y así, en aquellas
últimas cenizas de vida que se mezclaron con la amarillenta arena, Naiara logró
perdonarse a si misma y pudo conseguir la paz eterna.

-Cosa que en esta sociedad poca gente llega a alcanzar.-

Capítulo 14: Ex Solem in Umbra

Antes de que sucediese Ruy estaba reunido en el sofá junto a dos amistosas parejas:
Samuel, Rose, Amedeo y Dante. La conversación surgió cuando se dispusieron a
analizar la supuesta bomba en forma de cubo metálico. Lo cierto es que lo más
complicado fue acercarse a ella por miedo a que la misma se accionase. Pero tras
pensarlo con detenimiento, acompañados de un sentimiento de valentía finalmente la
apartaron del sofá.
Rose insistía en deshacerse de ella de alguna manera, Amedeo añadía que quizás fuese
una falsedad, sin embargo Samuel y Dante en una actitud de pasividad observaban a los
demás. Fue en esa actitud gracias a la cual Ruy por un momento se desconcertó, y
acompañado de una mirada achinada observó el escote de Rose. Intentó hacerlo con
discreción, nada más faltaría que con Regina desaparecida Rose se percatara de ello y
pensara lo peor. Así que enfocando rápidamente su visión lo descubrió: un enorme
moretón se ocultaba bajo su camisón. De pronto todo ocurrió, escucharon los gemidos
de Naiara desde el corredor, asomados pudieron ver su rostro desencajado avanzar por
el pasillo, y finalmente, tras unos minutos, fueron testigos del crudo desenlace: había
sido víctima del concurso.

-Ruy-Le llamó una voz a sus espaldas mientras él observaba la escena desde la puerta
que daba al Solarium.

Al instante, aludido por su nombre, se giró hacia el alargado corredor que finalizaba en
un solitario recibidor. Allí realmente pudo verla, una puerta supuestamente cerrada
ahora estaba abierta, y junto a ella …

-¡¡Regina!!-Gritó girando también su cuerpo. Consecuentemente hizo un amago para


correr, pero sin embargo detuvo sus pies sobre el parquet.
Tan solo gritar su nombre su entonces desaparecida pareja se echó hacia un lado, y
dejando paso, una desconocida chica de cabello oscuro y corto apareció cabizbaja tras la
puerta. Cuando dio a descubrir su rostro pudo ver sus ojos, eran azules, un azul celeste,
un azul reluciente, jamás había apreciado algo semejante.

-Y ella es Evangeline.
***

<<Dos días antes>>

-Si no recuerdo mal, en la desesperación de buscar una salida para huir de este
insufrible concurso quedé atrapada en las distintas zonas que componían la casa. Intenté
buscar una vía que me devolviese a los brazos de mi novio, incluso planeé un recorrido
gracias a un detallado mapa que encontré en el interior de una de las habitaciones. Pero
lamentablemente un obstáculo surgió en mi camino: Tenía los ojos hundidos y su
aspecto era semejante al de anciano de setenta años, aquello no hubiese sido problema si
no fuese porque tan solo verme intentó atacarme. Corrí y corrí, intente desviarlo de mi
vista, hice mil y un esfuerzos por desorientarlo, pero el muy audaz parecía seguir
perfectamente mi rastro. Así que finalmente, tras un accidente, me escondí en un
acogedor armario. Esperé unos minutos hasta que pude escucharle entrar en el
dormitorio, contuve la respiración, y cuando finalmente sus pasos se acercaron yo-

Las puertas del armario se abrieron, Regina sobresaltada se ocultó entre las ropas, y una
misteriosa chica de ojos azules y facciones suaves la agarró fuertemente del brazo. Se la
llevó consigo, la sacó por obligación, y ambas incorporadas en el centro del dormitorio
observaron al anciano piernas largas intentando ponerse en pie.

-Tenemos que irnos, antes de que lleguen los demás.


-¿¡Los demás!?
-Sí ¡corre, ayúdame a empujar esto!- Dijo situándose en el lado derecho del armario y
apoyando ambas manos sobre el barniz.
-Pero… ¿quién eres? ¿Se puede saber por qué…?
-¡Rápido!

Haciendo un ademán de nerviosismo, sin insistir más, se acercó junto a ella y uniendo
sus fuerzas el mueble comenzó a arrastrarse sobre el suelo. En ese mismo instante,
mientras lo desplazaban, dejando a la vista una puerta secreta, el amenazante individuo
se incorporó.

-¡Dios mío!-Exclamó Regina al observar aquella extraña anatomía posicionarse hacia


ellas.

Sin perder ya más tiempo, dirigida por su compañera se introdujeron en la continua


habitación, cerraron la puerta y ajustaron el seguro para bloquearla. Una vez ya a salvo
miró a su alrededor: se encontraban en un aseo individual, mucho más pequeño que los
adjudicados inicialmente para ellos. Nada fuera de lo normal en aquel lugar, pero lo que
realmente la inquietaba era la magnitud de la casa y que esta constara de más
dormitorios que concursantes habitando en ella, no había lógica en algo así.
Dejándose una pausa para respirar lo segundo que miró fue aquella anónima chica que
la acababa de secuestrar: como inicialmente pudo ver el potente colorido de sus iris
resaltaba sobre la belleza de su rostro; su peinado era totalmente oscuro, lacio y corto
que unía caprichosamente sus puntas en las comisuras de sus labios. Ya un tanto
descarada bajó la mirada y observó el resto del cuerpo: era de constitución delgada, con
una vestimenta muy adecuada a lo que parecía ser su edad- ¿veintidós años quizás?-
pantalones tejanos cortos y ajustados conjuntos a una camiseta de tirantes tan blanca
como usual.
-¿Y bien…?-Dijo de repente la chica entre jadeos- ¿… quien eres tú?
-¿Qué? ¡Eso digo yo!-Se interrumpió un segundo para tragar saliva- ¿Qué haces aquí?
¿¡Se puede saber de donde narices has salido!?
-Ey, ey… no hace falta que me grites, te acabo de salvar la vida.
-Pe ¡Pero! Lo siento pero ¿que le pasaba a ese hombre? ¿Por qué ha intentado…?
-¿Hombre? Pero dios ¿tu le has visto? ¿a caso te parece algo muy humano?
-¿Qué? Joder pero… A ver, primero ¿Cómo te llamas?
-Evangeline-Respondió con la misma mirada de desconcierto.
-Vale, sí Evangeline ¿y que haces aquí?
-¿Aquí donde?
-Joder, pues en esta casa. Que yo sepa no estabas entre los concursantes.
-¿Concursantes? Explícate un poco por favor porque no se de que me estás hablando.
-Vale, a ver como te lo digo: Mi nombre es Regina y he entrado en esta casa con mi
novio Ruy para concursar en lo que iba a ser un reality show.

-¡Pero que dices!-Dijo llevándose la mano izquierda al pecho y dejando escapar una
carcajada irónica..
-¿Qué? ¿Tú no estás aquí por eso?
-Claro que no, es que dios mío me parece una pasada esto, estoy flipando tía.
-¿Tía?
-Así que estamos en un concurso ¿no?-Preguntó parpadeando en una expresión de
confusión.
-Sí.
-¿Y el hospital?
-¿Hospital? ¿De que me hablas ahora?
-Que fuerte, pero a ver-Se interrumpió Evangeline para pensar- ¿Esta casa es una casa,
casa? ¿Quiero decir que está a las afueras de una ciudad o algo…?
-Más o menos, según leí en el prospecto que nos enviaron el concurso estaba situado a
las afueras de Bödmeren, uno de los parques naturales más extensos de Suiza.
-O sea que estamos en Suiza ¿No?.
-Pues sí, aunque cada vez me lo haces poner más en duda.
-No se que decirte la verdad, estoy alucinada.
-Mira, lo primero que deberías aclararme de una vez por todas es por qué y como has
llegado aquí.
-Bueno, no se como empezar porque ya no se ni lo que creer, pero según lo que
recuerdo sufrí un accidente de moto al toparme con una malformación en el asfalto, un
agujero de la hostia… mira-Dijo señalando hacia sus piernas-me dejé las rodillas.

Regina miró hacia lo que su índice indicaba y pudo observar un tanto impresionada que
la capa de piel que cubría las rótulas estaba arrugada y de un color más rosado que el
resto de su cuerpo.

-El caso es que al día siguiente me desperté en el hospital de la ciudad, por suerte no
fue nada grabe, más que nada fue el susto. Ese mismo día Dylan vino a verme ya que…
-¿Dylan?-Interrumpió Regina.
-Sí, mi novio. Bueno, pues el caso es que tras muchas visitas, pruebas, y demás, acabé
agotada- Aún con palabra en boca Evangeline detuvo la respiración y frunciendo el ceño
mostró una expresión de preocupación-Cuando desperté ya no estaba en el hospital, me
encontraba en esta maldita casa.
Regina la observó unos segundos y pudo apreciar como ocultaba medio rostro mirando
con recelo hacia el suelo. Parecía afectada, sus labios temblaban como si intentase
retener el dolor, al igual que sus expresivas pupilas, las cuales sobre su propio fondo
azul vibraban al visualizar lo que supuestamente serían aquellos desconcertantes
recuerdos.

-Pero… ¿desde cuando llevas aquí dentro?


-Regina-Siguió- No lo sé, he perdido la noción del tiempo, y mira-Dijo alzando su
muñeca- encima se me ha parado el reloj.
-Pues ya somos dos, al poco de entrar en la casa a mi también se me paró-Le añadió
mostrando también el suyo- aunque… que causalidad ¿no? Tanto el tuyo como el mío se
detuvieron en la misma hora: 01:16 am.

De repente el suelo tembló y Evangeline sobresaltada se puso en pie. Ambas se


distanciaron de la puerta al percatarse de que alguien la golpeaba desde el otro lado. Los
impactos hacían vibrar el cierre metálico, el cual en un clic incesante parecía que de un
momento a otro fuese a salir disparado

-¿¡Son ellos!?-Preguntó alterada.


-Sí, tenemos que irnos.
-¿Ir? ¿dónde?-Dijo echando un vistazo a su alrededor- ¡Es un maldito lavabo cerrado!
-No lo es-Respondió acercándose a uno de los lavamanos-Si algo he aprendido al estar
encerrada durante todo este tiempo es que esta casa miente por si sola.
-¿Qué miente?.

Acompañada de un ademán de asentimiento Evangeline flexionó sus piernas hasta


ponerse de cuclillas y detenidamente inspeccionó el suelo del cuarto de baño. Regina
por un momento quiso preguntar por lo que estaba haciendo pero retuvo sus palabras al
observar como su compañera sin mayor dificultad substraía una de las baldosas y la
dejaba caer a su lado. Seguidamente introdujo la mano en el poligonal hueco y estirando
las piernas, de pronto, el suelo se posicionó en vertical frente a ella..
Asombrada pudo ver lo que parecía ser una trampilla camuflada. Al momento se asomó
y con los ojos en una expresión de sorpresa visualizó unas escaleras descender hacia la
oscuridad.

-Regina una vez abajo…-Se interrumpió seriamente-… intenta no perder los nervios.
-¿Qué? ¿por qué habría de perderlos?
-Porqué yo en su momento no pude evitarlo.

Acompañada de una mirada de desconfianza frunció el entrecejo y observó atemorizada


aquel oscuro pasaje que desaparecía en su propia tenebrosidad. Tras el aviso su cuerpo
se enderezó e inconcientemente retrocedió unos pasos. Estaba asustada, el olor a cerrado
que emergía de aquel lugar se diluía mediante humedad entre sus ropas, acariciando su
garganta e introduciéndose con angustia por su esófago. Lamentablemente, por mucho
que deseara evitarlo, no tenía otra opción, aquel era ahora su único camino.
Capítulo 15: Ex Umbra in Solem

<<16 de Febrero del 2003>>

Era de un azul celeste, muy semejante al de su dormitorio. Aunque ahora no pudiese


verlo sabía que detrás de aquellas espesas nubes negras se ocultaba, estaba seguro de
ello porque el cielo era algo permanente, algo eterno en su realidad, una realidad de
once años que comenzaba a plantear preguntas complejas sobre lo que le rodeaba.
Sentado en aquel prado florecido, rodeado por los alpes suizos, como si de la misma
novela de Johanna Spyri se tratara, estirado sobre la hierva mirando hacia las nubes
filosofaba: ¿Qué existirá más allá del cielo?-se preguntaba- El universo - respondía-

-Y más allá?-
Oscuridad
-¿Y más allá de la oscuridad?-
Más oscuridad
-¿Entonces? ¿El universo está vacío?-
No, está lleno de planetas y estrellas brillantes.
-Ya… pero por lo visto no las suficientes como para iluminar el vacío, eliminar esa
oscuridad permanente que lo forma, hacer visible lo que este mismo oculta.-
¿Entonces… que es lo que oculta el universo?

Fue tras plantearse esta pregunta, cuando en un suspiro interior el cielo comenzó a
temblar sobre su cabeza. Sus ojos se abrieron, sus pupilas se contrajeron y un ruido
semejante al de un avión rompiendo la barrera del sonido atravesó sus oídos.
Se incorporó sobre el terreno, alzó su perpleja mirada hacia la cúpula atmosférica, y
de repente… cuando la electricidad de un relámpago iluminó la capa nubosa, un
desconocido objeto ovalado atravesó la tormenta. Era de color negro, un negro
absoluto, el cual, descendiendo a una gran velocidad dejaba a su paso un rastro
grisáceo de humedad. Como si de acuarelas se tratara se diluyó en el cielo,
desapareciendo así tras las montañas.

***

Regina estaba estupefacta, a pesar de sentir en carne propia las distintas lesiones que
había sufrido en su huída, tenía la fuerza suficiente como para poder estar en pie y aún
más soportar el dolor que palpitaba por su cuerpo. Lo cierto es que tampoco tenía
oportunidad de pensar en ello ya que el factor de miedo abarcaba todos sus sentidos.
Tras aquella frase de aviso notó su cuerpo detenerse, sabía perfectamente que una vez
bajase aquellas escaleras algo horrible la iba a hacer perder los nervios. Bueno, eso era
lo que le había advertido Evangeline, aquella chica singular que la acababa de salvar y
cuya historia flojeaba por todos los costados. Eso era, su actual terror no era tan solo a
causa de lo que se iba a encontrar, sino de no tener alguien en quien confiar.

-Bueno ¿vienes o qué?-Le dijo con medio cuerpo bajo el suelo, sosteniendo la trampilla
con su mano derecha.

Lo cierto es que sentía la necesidad de llorar, de patalear como un bebé y gritar que
quería a su mamá, pero Regina era una persona adulta y debía comportarse como tal. Lo
asumió cuando un día de invierno, no muy lejano a su cumpleaños, Ruy le pidió que
viviese con ella, fue entonces cuando bajo los copos de nieve descubrió que su vida
acababa de alcanzar un nivel más. Era irónico recordar algo así en una situación de
tensión como esta, pero una vez lo imaginó su pálpito se normalizó. Durante unos
segundos viajó, se teletransportó a un pasado que jamás podría olvidar, instantes de su
vida que permanecerían imborrables en su corazón.

Los golpes regresaron tras la puerta del baño , ahora eran más, acabarían tirándola
abajo.

Regina haciendo un ademán de asentimiento aceptó que no había otra alternativa, si


realmente deseaba volver a su lado debía hacer algo, en este caso ser valiente y avanzar.
Y así lo hizo, ayudada por su compañera sus pasos descendieron por los peldaños, su
castaño cabello osciló en picado y tiñéndose de azabache la trampilla se cerró sobre su
cabeza.

-¿Evangeline…?-

Fue de su agrado al descubrirlo, cuando sus ojos se acostumbraron y pudo ver que todo
no era de una absoluta oscuridad. Frente a ellas un curvado pasillo se mostraba, en su
giro una tenue luz rojiza iluminaba las paredes.

-¿S-se puede saber donde vamos?-Preguntó Regina mientras echaba un vistazo a su


alrededor
-A la cocina, mi hogar temporal.
-¿Tu hogar?-Volvió a preguntar extrañada.
-Sí, se que parece raro, pero no tengo otro lugar, el hala norte y oeste de la casa están
completamente aislada de las otras dos.
-¿Y eso por qué?
-Regina ¿si supiera todo eso crees que estaría aquí metida?
-Quizás.

De pronto, ante tal respuesta, Evangeline se detuvo en el pasillo y se giró frunciendo el


entrecejo.

-¿Qué quieres decir con eso?-Preguntó ahora ella.


-No se ¿tu que crees? Apareces milagrosamente y me salvas de aquel monstruo, luego
me explicas una historia sobre tu inocencia y se supone que he de creerte a la primera.
-¿Qué? Sabes que no estás obligada a hacerlo, yo solo te he contado la verdad, cree lo
que quieras luego.
- Ya, bueno, pero visto lo visto he de andar con cuidado, en esta casa no hay nada que
no sea peligroso.
-¿Entonces qué? ¿Qué quieres que te diga? Si no confías en mi lo siento, pero… ¿Qué
vas a hacer? ¿Volver atrás?
-Claro que no, pero si es cierto lo que me has contado tanto tú como yo deseamos salir
de aquí, y si quieres que yo te ayude a lograrlo antes deberás darme una razón por la
cual yo deba confiar en ti.

Evangeline achinó su encantadora mirada y le dirigió una irónica sonrisa.


-¿Qué es lo que te hace tanta gracia?
-Nada, que yo también podría pensar lo mismo de ti, sin embargo prefiero confiar.
-Bueno, cada uno es como es.
En aquel instante, cuando miro hacia el suelo, los repetidos sonidos que partían tras la
puerta del baño cesaron. Seguidamente, sin decir nada más, ambas avanzaron por aquel
oscuro pasillo, curvaron su esquina y llegaron a la enigmática luz rojiza. Antes de eso,
en su transcurso Regina agudizó su capacidad auditiva, en aquellas profundidades algo
indescriptible se escuchaba, era como el sonido de un motor, quizás el ruido de una
inmensa caldera, lo cierto es que aquel lugar era el más caluroso de toda la casa.
Se detuvieron frente a una puerta de metal, robusta como todas, pero a diferencia de las
demás sobre esta había un cartel en el que ponía: Salida de emergencia.

-Bueno, ya hemos llegado-Se detuvo Evangeline apoyando sus manos sobre la


horizontal palanca de obertura- por mucho que desconfíes, te aseguro que yo no he
tenido nada que ver con esto.

Extrañada a medida que vocalizaba aquella frase, Regina pudo apreciar como mientras
tanto la puerta abría. Un destello de luz se filtró por la rendija, pudo sentir el impacto en
sus retinas, y consecuentemente, llevándose la mano al pecho, unas ascendentes
escaleras se mostraron. Las alcanzó paso a paso, ascendió por ellas peldaño a peldaño y
así dejó atrás aquel oscuro subterráneo.
De ese modo se encontró con lo que parecía ser una amplia cocina: la misma estaba
formada por una gran mesa de metal sobre la cual varios utensilios estaban
posicionados, algunos de ellos parecían contener algún tipo de alimento realmente
pasado, no por suponerlo sino por el putrefacto olor que envolvía toda la habitación.
También, no muy lejos de la mesa, otra puerta de metal se encontraba cerrada y
enganchado a ella un cartel con las palabras “Cámara de congelación” era realzado
sobre un fondo amarillento. No muy lejos de la cámara varios percheros estaban
situados en la pared, pero tan solo uno de ellos llevaba colgando algún tipo de atavío.
Aún y así lo más importante de todo se encontraba a unos pocos pasos frente a ellas,
tras un arco que formaba parte de la edificación, un marco que daba acceso a lo que
parecía ser otra habitación.

-¿Pero qué es esta peste?-Preguntó Regina mostrando una expresión de repugnancia.

No tuvo que esperar demasiado para obtener su respuesta, la descubrió al llegar a la


consiguiente habitación. Era un gran comedor, como aquellos típicos de colegio, con
mesas alargadas y niños haciendo cola frente a la barra para llenar su bandeja de
comida. A diferencia de los demás este estaba repleto de salpicaduras de sangre por
todos lados que lo hacían completamente original.

-¿¡Joder, que narices…!?-Gritó llevándose ambas manos a la boca.

Aún intentando borrar aquello de su mente los restregones de sangre aparecían tiñendo
las cuatro paredes, eran manchas de manos, rojizas huellas que se desgastaron al
desplazar sus extremidades sobre ellas. Al mirar al suelo se encontró con lo mismo,
todo, absolutamente todo estaba impregnado.

-¿¡Es sangre!?-Preguntó aún sin creerlo


-Sí, yo misma tuve que deshacerme de los cuerpos.
-¿¡Cuerpos, que cuerpos!?

Evangeline mostrando una expresión de seriedad se giró hacia ella y dijo:


-Cuando llegué esto era una masacre, habían una docena de cuerpos degollados,
mutilados e incluso con señales de haber sido disparados-Señaló alzando la mano hacia
la pared junto al arco- ¿ves esos agujeritos? Son las balas que impactaron contra la
pared.
-¿Y los cuerpos? ¿Qué hiciste con ellos!?-Preguntó alzando la voz.
-Están en la cámara de congelación.
-¿¡Qué!? ¿¡estás loca!?
-Dime ¿qué otra cosa podía hacer? ¿ponerme a comer con ellos?

Tras esta frase Regina retrocedió unos pasos, se distanció de su compañera y mirando
desconcertada a su alrededor soltó una carcajada.

-Me estás tomando el pelo ¿verdad?.


-¿Qué?
-Ruy tenía razón, la tenía ¡todo esto es mentira!
-¿Mentira? ¿Qué dices?
-¡Sí!-Gritó señalándola-¡no te hagas la tonta! Tú formas parte del concurso ¿verdad? Es
todo puro teatro para que acabemos abandonando. Sí. es un complot ¡un maldito
complot televisivo!
-Pero que coño dices ¿estás ciega o qué? ¿no has visto lo que nos perseguía?

Sin decir nada más Regina dio media vuelta, cruzó el arco, y entró nuevamente en la
cocina. Escuchó la voz de Evangeline llamarla, preguntar a donde se dirigía, pero
haciendo caso omiso a sus palabras agarró el mango del enorme frigorífico. Se deshizo
del metal de bloqueo que aseguraba el cierre de la puerta, estiro con fuerza y finalmente
la puerta se abrió. Quizás no debería haberlo hecho -pensó en el último instante- desde
luego que no- se arrepintió. Regina-como si de una descarga eléctrica se tratara- cayó de
espaldas hacia atrás, retrocedió arrastrándose por el suelo, y acompañada de una
desgarradora expresión de pánico alzó su mirada hacia Evangeline.

-Te lo dije, doce cadáveres.

***

Su corazón aún latía ¿quién lo hubiese imaginado? Su respiración sin embargo era
mucho más problemática, extrañamente sus pulmones habían dejado de funcionar,
podía sentir el ahogo, notaba su garganta estrechar y su lengua retroceder hacia la
tráquea.
Aún y así, estaba tranquila en ese aspecto, conocía perfectamente la causa de ello. Pero
lo que realmente la enloquecía se encontraba a pocos metros frente a ella, en el interior
de una habitación metalizada: Los cuerpos estaban unos encima de otros,
completamente congelados, y con manchas de sangre por todas partes. Justo al lado, un
cubo azul estaba situado, conteniendo algunas de las extremidades que a otros les
faltaba. Para Regina aquella imagen parecía sacada de una vomitiva película gore, de
algún enfermizo autor que estuviese lo suficientemente enfermo como para relatarla.

Ayudada de su compañera- tras cerrar aquella puerta que conducía directamente al


infierno- avanzaron por la cocina, junto a la alargada mesa de metal, la cual
sorprendentemente no contenía ningún alimento podrido. Ahora sabía que aquel
insoportable olor proveía del comedor, era una peste a muerte, la cual se había pegado a
los muebles.
Aún sintiéndose completamente destrozada pudo percatarse que Evangeline se detenía,
seguidamente se dirigía hacia la nevera y agarraba algo apoyado a su lado. Era un
colchón, uno de acomodación individual, de color blanco y con unas texturas lineales a
ambos lados. Lo agarró con dificultad y lo apoyó sobre el sobresaliente de la mesa,
dejándolo en posición horizontal. Aún sin tiempo de preguntarle sobre lo que estaba
haciendo, se dirigió hacia los percheros y agarró la única pieza de ropa que había en uno
de ellos. A simple vista no cayó en lo que podría tratarse, pero una vez la situó sobre el
colchón lo dedujo enseguida.
Ya puesta la funda Evangeline desapareció cuando bajó las escaleras que llevaban al
subterráneo. Pocos segundos después volvía a estar en el campo de visión de Regina, la
cual desconcertada la ayudo a bajarlo como pudo, ya que su brazo izquierdo estaba
totalmente fracturado. No les costó demasiado hacerlo pasar por la puerta que su
compañera acababa de abrir, lo agarraron en horizontal, sosteniéndolo de medio lado, y
finalmente lo dejaron caer sobre el suelo del oscuro pasillo. En su proceso Regina
observo algo que la inquietó, intentó no darle mayor importancia pero por algún motivo
aquella imagen se quedó permanente en su mente; junto a las escaleras de descenso, no
muy lejos del lavamanos, un especie de termómetro estaba pegado a la pared, bajó él
una etiqueta rojiza indicaba en letras negras: “Lumitamina”
Eran ya las demasiadas cosas que no comprendía, se sentía absolutamente desubicada,
perdida era la palabra. Nada parecía tener un sentido, intentaba buscar una coherencia,
un razón que lo justificase todo, pero lamentablemente la única respuesta que encajaba
era aquella que se obtiene cuando se concilia el sueño. -Es una pesadilla- se repetía una
y otra vez.

-Aquí he estado durmiendo todo este tiempo-Dijo Evangeline.


-Pero ¿esto estaba aquí cuando llegaste?
-¿Te refieres al colchón?

Regina asintió.

-No, lo saqué de la habitación en la que te encontré. Puedes dormir en él, al menos hasta
q se te pase lo del brazo, luego ya haremos turnos.
-Ya bueno, pero… yo no te vi cuando entré en el dormitorio, y no había ninguna puerta
más.
-Bueno, es que estuve siguiéndote desde tiempo antes.
-¿Qué?
-Yo al igual que tu he estado buscando una salida, así que me las apañé como pude, de
ahí que el conducto se viniese abajo. Quiero decir, perdona es que no suelo explicarme
muy bien, a ver…, pocas habitaciones a las que tengo acceso poseen un sistema de
ventilación alcanzable. Por ejemplo, el del comedor está demasiado alto y tanto el
invernadero como el resto de las habitaciones lo tienen anclado a la pared. Sin embargo
el que cruza la sala experimental es idóneo, ya que subiéndome a la mesa podía llegar
perfectamente hasta él
-¿La sala experimental?-Preguntó.
-Sí, fue por donde caíste, bueno… yo la llamo así, pero lo que quiero decirte es que el
conducto se vino abajo por mi culpa, durante muchos días he estado intentando
deshacerme de los tornillos que lo sujetaban al techo, es lo malo de no llevar un
destornillador a mano. Cuando llegaste yo estaba en la misma habitación, pude
escucharte caminar por dentro de él, así que lo primero que hice fue alejarme tan rápido
como pude, no fuera caso que se tratase de uno de ellos y…
-Joder, podrías haberme ayudado ¿no? -Interrumpió seriamente- a parte de casi matarme
estaba muerta de miedo.
-¡Eso es Regina! ¿por qué crees que confío en ti? Pues porque he visto lo que has estado
haciendo sin saber que yo te vigilaba y has demostrado que estás tan desorientada como
yo.
-Entonces… ¿ahora estoy aquí por tu culpa?
-Ehm, sí-Contestó Evangeline guardando distancias ante una posible reacción negativa.
Pero Regina sin embargo bajó la mirada al suelo y dejó escapar una sonrisa de alivio.

-Pues me alegro, porque gracias a ti ahora podremos volver.

***

Pasaron unos días hasta que logró recuperar las fuerzas ya que la misma noche que se
conocieron su cuerpo respondió a todo aquello mediante un elevado aumento de
temperatura. Jamás había sufrido una fiebre igual, pudo sentir su cuerpo arder, sus poros
no cesaron de sudar, y sus irritados ojos se decantaron hacia lo irreal. Aún y así, aún
sentir su alma descender por aquel pozo de delirio, en ningún momento dejó de pensar
en Ruy, el cual juró esperarla hasta el final. Evangeline se encargó de que así fuera,
durante 43 horas sin pausa estuvo a su lado, atendiendo todos sus males al igual que
todas sus necesidades. Gracias a ello- o mejor dicho a ella- pudo lograr volverse a
levantar, y gracias a ello, Regina logró regresar.
Kogem

Fue como melancólica brizna de aire, un preludio de tormenta, como si aquel


sentimiento fuese corrompido por el escalofriante desafinar de un violín. Lo cierto es
que fue una sensación extraña, demasiado para ella quizás, ya que era una situación que
había afrontado con anterioridad. Para Rose la muerte de su hijo Héctor fue el peor
castigo que pudo recibir, sobretodo poco después - concretamente cuatro meses- del
inesperado accidente que llevó a su marido al abismo. Sin embargo, Naiara no le
significaba nada, era una completa desconocida, una chica a la defensiva continua que
creaba una barrera para que nadie pudiese llegar a ella. Quizás eso fue lo que la hizo
recordar, lo que hizo situar la perspectiva desde una posición externa, tratando la
situación con objetividad y sin que ningunos otros factores interfirieran.
-Naiara no merecía ese destino, a pesar de todo nadie tiene derecho a acabar con la vida
de otro ser humano. Existían otras soluciones antes de recurrir al cruel “Jaque mate” del
juego.-

Así pues, lo que acabó con el inesperado adiós de una de las concursantes, tan solo fue
el comienzo de otra, sobre todo cuando la hasta entonces desaparecida Regina se asomó
tras todos ellos uniéndose a sus desencajados rostros.

-¡Regina!-Exclamó Rose al presenciar su regreso- ¿¡Cómo!? ¿Cuándo volviste?

Sin alusión alguna hizo caso omiso a sus palabras, ya que la terrible imagen que
presenciaba la insonorizaba frente a todo lo demás.

-Que… ¿Que ha pasado?-Preguntó atravesando el dintel de la puerta e introduciendo su


calzado en la arena.
-El concurso nos impuso una prueba-Respondió Amedeo unos segundos después.
-¿Prueba? ¿¡que clase de prueba!?
-Cada uno de nosotros interpretaría un papel- Explicó- entre ellos el policía y asesino.
En un plazo de tres días el asesino debería acabar con alguno de nosotros, si no lo hacía
todos moriríamos. Para que eso no ocurriera el concursante con el papel de policía debía
descubrir al asesino mediante las tres pistas que dejaría… pero por lo visto no tuvimos
tiempo ni para leer una segunda de ellas.

Al decir esto desplazó una mirada de desdén hacia Javier.

-¿¡Fuiste tú!?-Preguntó Regina totalmente consternada- ¡Dios mío!


-¿Qué queríais que hiciese? Naiara estaba infectada por el sida, por eso entramos en este
concurso, por un falso remedio que según decían existía, pero claro, a un precio muy
elevado. Ella era la persona con menos esperanza de vida, era lógico que…
-¡Maldita sea Javier!-Exclamó Amedeo furioso-¡era tu esposa, joder! ¿Sabes lo que has
hecho?
-¡Soy consciente! Pero descubrí que ella era el policía, era temporal que…
-¿Consciente?-Interrumpió él otra vez-¡No me jodas! En ese caso ¿por qué no le hiciste
saber de algún modo que eras el asesino?, ¿por qué no le dejaste al menos un día más
para que te descubriese?
-El concurso ya nos avisó que si hacíamos esa clase de trampas acabaríamos todos
muertos, si le daba más pistas de las permitidas quizás…
-¿Quizás qué?-Se unió Regina a la conversación- ¿Quizás hubiese logrado hacer
correctamente su papel de policía?, ¿quizás así todo hubiese acabado sin muertos por
delante?
-No lo entendéis, no podéis poneros en mi lugar, no tenéis ni idea de lo que estáis
diciendo.
-¡Cállate!-Gritó ella de nuevo- No he estado aquí para verlo, pero por lo visto… ¡dios
mío!, ¡has matado a tu pareja! Te la has cargado, en tu situación ninguno de nosotros
hubiésemos podido llegar a realizar semejante atrocidad. Javier… se suponía que la
querías.
-Pero Regina ¡escúchame!-Intentó justificarse mientras se aproximaba alzando ambas
manos- tan solo una pareja logrará salir de esta casa ¿es que aún no te has dado cuenta?
¡El resto seremos eliminados! ¡No podemos perder pruebas, no podemos perder más
puntos!, ¡esas lápidas que se alzan junto a las palmeras son nuestras tumbas!, ¡tenemos
que ganar o este será nuestro cementerio!
-¿¡Y qué!? ¡Eso no es una excusa para cargarte a tu esposa!

En el instante en que pudo ver la cara de espanto de su querida, cuando se percató de


que aquellas manos asesinas se aproximaban hacia su indefensa silueta, en el mismo
momento en el que Ruy se interpuso, aquello que tanto temían apareció de nuevo:

Los altavoces se encendieron y sus corazones se encogieron en un sobrecogedor


silencio.

Capítulo 16: Post Mortem

Sus tímpanos sufrieron un irritante pitido, el cual se prolongó acústicamente por todo el
Solarium. La distorsionada voz metálica acarició la arena hasta transformarse en la
dulce voz femenina que todos por desgracia conocían.

“Estamos aquí reunidos para dar nuestro adiós a una víctima arrepentida por un turbio
pasado, una chica cuyo corazón deseaba volver a latir, una inquieta alma herida por
los constantes golpes de la vida que se ocultaba tras ofensivas capas de prepotencia…”

-¿Qué es esto? ¿Un funeral?-Dijo Rose.

“Afortunadamente alguien acabó con su sufrimiento, decidió por ella, e hizo traición
de su amor. ¿Realmente no había otra solución? ¿Realmente creísteis lo de la
explosión? ¿O simplemente aprovechasteis la oportunidad que tanto ansiabais?”

-¿¡Qué!?-Exclamó Javier avanzando un paso y mirando hacia la cúpula soleada.

“Fuera lo fuere su cuerpo ahora yace en este jardín eterno, y tarde o temprano
descubriréis que su inquieta alma también lo hace. Quien no tenga nada que ocultar no
se tendrá que preocupar, pero… quien lo haga deberá asumir las consecuencias que le
llevarán a la verdadera respuesta. Una respuesta que está directamente relacionada
con una próxima pregunta, dos conceptos que llevan hacia los actos que ocultamos,
sucesos que deseamos haber enterrado. Pero lamentablemente si algo hemos aprendido
en este concurso es que todo acaba saliendo a flote, y por mucho que huyamos los
problemas pasados regresan ansiosos de ser solucionados.”

-¿Se puede saber que narices nos quieres decir con toda esta habladuría sin sentido?-
Preguntó Samuel.
Pasaron unos segundos, y antes de que su pregunta fuese formulada de nuevo, de
repente, como si de un mecanismo se tratara, una nueva lápida se alzó en la arena
creando una difuminada nube de polvo a su alrededor. Pudieron presenciar cómo esta
misma apareció bajo el suelo, atravesó el terreno y finalmente se mostró frente a ellos.
Fue una sorpresa descubrirlo, ya que desde un buen comienzo la inquietud frente a
quien era el responsable de que apareciesen no había recibido respuesta alguna.

“Así deberéis hacer, buscar respuestas, desvelar los secretos que oculta esta casa y
encontrar las seis llaves escondidas que os llevarán hacia la salida, y por supuesto, a
la prueba final.”

-Las seis llaves…- Se dijo Rose a sí misma al recordar que aquella supuesta bomba
metálica estaba compuesta por el mismo número de cerraduras.

“Como podéis deducir aquel cubo no se trataba de ningún explosivo, tan solo fue la
excusa que necesitabais para acabar con ella y eliminarla del concurso.”

-¡¡No!!-Exclamó Regina gesticulando con las manos-¡Maldita sea! ¡Ninguno de


nosotros quería esto!
-¿Ninguno?-Respondió Amedeo mirando hacia Javier- A mi me parece que te
equivocas.

“Así que ahora vuestro objetivo será encontrarlas para así poder abrir lo que oculta en
su interior. Tened en cuenta que la posesión de las llaves tan solo es válida por parte de
una pareja o persona del mismo equipo . Tan solo los que logren abrirla serán los que
puedan salir de esta casa.”

-¿Entonces…?- Añadió Javier- Yo estoy en desventaja.

“Sin embargo, el resto de concursantes deberán pasar aquí el resto de sus días, hasta
finalmente descansar bajo la arena, junto a sus compañeros… donde según dicen es
posible desentrañar el lenguaje del mar.”

***

Tras la predicación de las reglas finales se dispusieron a ocultar bajo tierra el cuerpo de
Naiara, el cual para sorpresa de todos mostraba una expresión de desosiego. Así lo
hicieron, junto a la lápida correspondiente en la que indicaba su periodo de vida la
enterraron, la cubrieron con la amarillenta arena y finalmente, rodeándola, mantuvieron
un minuto de silencio. Aún y así uno de ellos faltó, la persona con más relación
abandonó la sala y se encerró en el dormitorio.
Sería hipócrita llorar en esta ocasión, así que nadie interpretó un papel en aquel
momento de seriedad, simplemente mostraron el respeto que se merecía y callados
esperaron que los segundos pasasen de largo.

Pocas horas después muchos aún se mantenían solitarios asumiendo lo que había
ocurrido, sin embargo otros tanto decidieron aprovechar el presente y, tras un tiempo
distanciados, al fin poder acabar con aquel cruel desapego.
En el principal corredor uno de los dormitorios se mantenía cerrado y, en su puerta
había un post-it pegado, indicando a los presentes que antes de entrar picasen con la
mano. A pesar de todo ninguno perturbó aquellos intensos momentos, en el que ambos
cuerpos, Ruy y Regina, pecho sobre pecho, beso y cuello, decidieron hacer eterno aquel
reencuentro. Pero aún cuando la pasión finalmente se calmó, acurrucados entre las
sábanas, sus manos continuaron agarradas.

-Ruy-Dijo en un tono desahogado- ¿Cómo crees que acabará todo esto?


-¿Acabar?
-Ruy-Repitió agarrándose a él- no quiero perderte.
-Mírame- Le pidió- escucha, te prometo que nada acabará aquí dentro.

Regina dejó caer sus párpados y frunció el entrecejo en una expresión de preocupación.

-Dime, ¿Cómo puedes estar tan seguro?


-¿Qué cómo puedo estarlo?-Sonrió al cuestionarlo- Porque hicimos una promesa, y
hasta ahora ningún obstáculo nos ha separado. Recuerda Regina, recuerda como nos
enamoramos y entonces sabrás porque no estoy preocupado.
-Ya, pero aquella vez al igual que ahora…

Antes de que pudiese acabar la frase alguien picó dos veces a la puerta y rápidamente,
tras colocarse la ropa interior, Ruy le indicó que entrase. Abandonando el pasillo Rose
apareció con un vaso de agua y lo que parecía ser una pastilla en su mano izquierda.
Acompañada de Ruy se aproximó hacia Regina, la cual esperaba estirada en la cama.

-¿Estás mejor?-Le preguntó sonriente.


-Pues sí la verdad, el brazo lo tengo como nuevo, sin embargo del tobillo… no se puede
decir lo mismo.
-Ya bueno, es que tienes una pequeña contractura, lo mejor es que no lo muevas mucho
y hagas reposo.
-Ya, pero no sé, me sabe mal que te encargues de todo y yo aquí sin hacer nada.
-Tranquila mujer, tu descansa, ya tendrás tiempo para ayudarme. ¡Además, menudo
novio que tienes! Con él no necesito a nadie más ¡Está hecho todo un manitas en la
cocina!

Tras esto Ruy se pasó el brazo por la espalda ruborizándose y soltó con modestia:
-Que va, que va, ya me gustaría a mí.

-Bueno, pues ya sabes, tu aquí quietecita y en dos días estás como nueva-Dijo
inclinándose hacia ella y depositando el vaso sobre la mesita de noche.

-Que otro remedio, a ver si tienes razón y me recupero pronto porque necesitaremos
fuerzas para…

En ese instante los ojos de Regina se abrieron al ver algo que le llamó la atención, pero
ante una situación delicada no soltó palabra. Sin embargo Rose se percató y se ajustó
correctamente el camisón. Sin decir nada más -ya sin aquella sonrisa con la que había
entrado- abandonó el dormitorio.

-¿Lo has visto?-Preguntó poco segundos después nada más irse.


-¿El qué?
-El morado, cuando se ha agachado he visto que tenía moratones.
-Ah, yo también me fijé el otro día.
-¿Qué te fijaste?
-Sí, bueno, es que lo llevaba un poco descolocado y lo vi sin querer.
-¿Y no te parece raro?
-Bueno, no sé, todos nos hemos dado algún que otro golpe.
-Por supuesto, pero su reacción ha sido muy extraña, quiero decir que… ¿has visto la
cara que ha puesto?
-Sí, parecía asustada.
-No solo asustada, intentaba ocultarlo que es peor.
-Bueno pero-Dijo Ruy mostrando media sonrisa-quizás se ha sorprendido que le mirases
el canalillo y por eso se ha tapado.
-¡Anda ya! Eso solo lo hacéis los tíos.
-¿Eh? ¿Qué hacemos qué?
-Sí, sí, cuando uno sin querer pasa la vista por los bajos fondos ya estáis que no sabéis
donde esconderos.
-Demasiado feminismo hay entre tus amigas-Respondió en el mismo tono de burla.
-Bueno, en serio, ¿y si le pasa algo?
-A ver Regina, no creo que sea nada así que no te obsesiones, tu haz por curarte tus
propios moratones y luego ya te podrás preocupar por los del resto.
-Ya sé que puede que no sea nada, pero quizás...
-A mi lo único que me preocupa es que aún no me has explicado lo que te ha ocurrido
durante estos tres días desaparecida… y creo que ya va siendo hora.

Regina miró hacia el techo y cerró los ojos con angustia; por un segundo pudo ver
aquella deforme silueta, aquella habitación teñida de sangre y todos esos cuerpos
apilados en el congelador. Volvió a abrirlos, dejó escapar un suspiro y giró la cabeza
hacia él.

-Antes que nada, déjame decirte que no me he vuelto loca.

***

Los ojos según dicen es el reflejo del alma, el reflejo según cuentan es la desnudez de la
sinceridad, sin embargo cuando una persona es incapaz de mirarse en un espejo muy
seguro que no es de fiar.
En aquel instante, en aquellos indeterminados segundos, el foco de luz se deslumbraba
sobre la pantalla de plasma apagada, bajo el cual todos reunidos esperaban que sus
argumentos la presentaran. Evangeline desde luego era una chica “físicamente” singular,
con una “mirada” tan azulada como hermosa, de esas personas que tan solo verlas ya
“reflejan” una cierta tranquilidad.

-Y así es como llegué aquí-Explicó- Se que es difícil de creer pero tanto Regina como
yo hemos sido testigos, y os puedo asegurar que era de lo más real.
-Pero dios mío ¿Cómo pretendes que nos traguemos algo así?-Añadió Amedeo- Está
claro que una cosa como esa no puede existir.
-A ver, lo hemos visto, no estamos locas.
-¿Y seguro que no llevaban una cremallera en la espalda?
-Mira… ríete lo que quieras, pero esas cosas están también metidas en esta casa, y os
aseguro que no son para nada amistosas. Tan solo es tiempo hasta que den con nosotros.
-¿¡Que!? ¿¡Que den con nosotros!?-Exclamó Rose alertada.
-Sí, según he podido experimentar son torpes y lentos, pero también bastante fuertes, y a
mi parecer inteligentes.
-¿En serio? no me digas más, seguro que también poseen unos ojos enormes y negros, y
mientras te señalan con el dedo dicen: “terrícola venimos a destruir la tierra”- Finalizó
intentando simular una voz distorsionada
-En serio Amedeo ¿por qué te cuesta tanto aceptar esto? Rose ya ha explicado lo que
encontrasteis en el Solarium, aquellos huesos no eran humanos.
-¿Y que? Cada día me doy más cuenta que todo esto es una farsa.
-Como quieras, en fin no puedo obligarte a creer, pero para los que os pique la
curiosidad aquí he traído unas cosas-Dijo Evangeline recogiendo algo que había
depositado en el suelo, junto a su asiento.
-¿Un mapa?-Preguntó Rose agarrándolo y estirándolo sobre la mesa para que todos lo
vieran.
-Sí, lo llevaba Regina encima, junto a esto.

De pronto Evangeline dejó caer un enorme archivador, el cual emitió un sonido hueco.
En uno de sus laterales podía leerse claramente: “Historial 2006”

-Mientras estuvo sudando la fiebre yo me dediqué a echarle una hojeada de vez en


cuando, y la verdad es que encontré cosas bastante interesantes-Siguió explicando
mientras lo abría.

Tras la portada un folio en blanco con un pequeño texto se mostraba:

“Proyecto Kogem: Unificado con SETI desde 1981”

Y un poco más abajo en letras grandes.

“Historial 2006”

-El archivador está clasificado por categorías-Siguió explicando mientras se lo mostraba


a los demás- “Areas de proceso”, “Reacciones y “Teorías”
-¿Eh? ¿Y que significa eso?-Preguntó Rose intrigada.
-Bueno, por lo que he podido leer, las Areas de Proceso son los lugares donde ponían en
práctica sus experimentos.
-Pero ¿experimentos sobre qué?
-No se, es que no he podido leerlo a fondo, pero todo gira en torno a una molécula de la
oscuridad o algo así- Gesticuló con las manos.
-¿Qué? ¿Una molécula de la oscuridad?
-Bueno, no estoy segura, es que tampoco… espera que busco por aquí a ver.
-¿Entonces? ¿Esta casa antes de convertirse en un concurso era un centro de
investigación?
-No se Rose, supongo, si no ya me dirás que pinta todo esto aquí-Dijo sin apartar la de
las páginas.
-¿Pero que podrían estar investigando?-Preguntó también Samuel sentado junto a ellos
en el comedor.

-Lo inexplicable-

Ante tal respuesta pronunciada por el hasta entonces cohibido Dante, todos clavaron su
mirada en él.
-¿Cómo dices?-Preguntó Rose mientras Evangeline continuaba hojeando.
-Hasta donde yo conozco Seti es una corporación en busca de vida extraterrestre, yo
mismo he colaborado con ellos.
-¿¡Eh!?-Exclamó Amedeo haciendo una mueca desagradable- ¿Y eso desde cuándo?
-Pues hará cosa de seis años estaba muy de moda entre los universitarios. La cosa
consistía en que cada uno instalábamos el programa Seti@home en nuestro ordenador,
entonces, cuando nuestro salvapantallas saltara el programa se pondría a funcionar.
-¿Pero eso que tiene que ver con…?-Interrumpió Rose impaciente.
-A eso voy. El proyecto Seti@home consistía en enviar señales de radio al espacio, lo
suficiente potentes como para que si existía civilización tecnológica en otros planetas
estos mismos recibieran nuestros mensajes. Lamentablemente para eso se necesita un
super procesador, y es demasiado costoso para la subvención que recibían. Así que
gracias todos nuestros ordenadores, y a cada uno de los procesadores que trabajasen con
el programa se podía crear un mega ordenador mundial que ayudase a enviar todas esas
señales
-Pero ¿Se puede saber de dónde has sacado toda esa información?
-Pues de Internet, de donde bajé el programa-Respondió bajando la mirada.

En aquel instante, en el que Dante disminuyó su tono de voz, Rose pudo apreciar algo
con atención. Cualquiera no le hubiese dado importancia, al fin y al cabo no les conocía
lo suficiente como para juzgar la situación, sin embargo la reacción de Amedeo ante
aquella última frase la extrañó. Por un segundo su rostro se enfrió y apartó tajantemente
su brazo del tacto de su pareja.

“Alas desplumadas, melodioso en la penumbra, con el pulgar me arrancaste una a una


el alma”

-¡Un momento!-Exclamó de repente Samuel inclinándose hacia delante y señalando


hacia una de las páginas.
-¿Eh? ¿Qué pasa?-Preguntó Evangeline desconcertada.
-¡Joder! ¡Mirad esto! ¿Este tío no es…?

Dante siguió con la mirada la dirección que indicaba el dedo, hasta dar con lo que
parecía ser una fotografía impresa sobre la página, en esta misma podía verse la imagen
de un oscuro callejón, y dentro de él un chico con uniforme militar.

-Mateo-Dijo tan solo verlo.

De pronto hubo un breve silencio y Evangeline extrañada esperó algún argumento.

-Cuando entramos en la casa, este tío estaba aquí metido, era un psicópata-Explicó
Samuel- Intentó matar a mi esposa.
-¿Cómo? ¿Psicópata? ¿Pero que hacía ese chico metido aquí?
-Pues se supone que formaba parte de algún tipo de prueba. Pero realmente ninguno de
nosotros sabe nada de él.

Amedeo sin decir palabra miró hacia el techo sonriendo irónicamente.

-Bueno aquí quizás digan algo sobre eso, leo un poco a ver:

Area de Proceso: Olimpo


C.I: B4 87720
Fecha de realización: 23 de Octubre del 2006
A. de supervisión: Uriel Cohen

Según las observaciones psicológicas que se realizaron, el sujeto Mateo Nicolini sufría
un trastorno nervioso a causa de su traumática adolescencia en Palermo. Su padre
Piero Nicolini comisario de profesión en la jefatura de la ciudad disparó q la pareja
sentimental de su hijo la tarde del 23 de Octubre de 1995. Socrates Molinare fue dado
por desaparecido hasta el día 12 de Marzo de 1996 cuando Mateo confesó todo lo
sucedido. El mismo día Piero Nicolini se suicidó lanzándose al vacío desde el
dormitorio de su hijo.

-Dios mío- Dijo Rose llevándose la mano al pecho- es terrible.

Durante la fase de experimentación en el área Olimpo el sujeto tan solo tardó 24


segundos exactos en reaccionar ante el cúmulo de Lumitamina situado en la parte
posterior del edificio. Como en las anteriores ocasiones el efecto fue semejante al de un
alucinógeno, pero a diferencia del resto mediante la grabación de presión pudimos dar
con diversos focos de calor. Uno de ellos poseía morfología humana, el cual adquirió
movilidad al instante. En las grabaciones psicofónicas obtenidas durante el proceso los
resultados fueron mucho mayores: La nitidez de los sonidos fue tan sorprendente como
reveladora.
Gracias a ello hemos podido confirmar que la Lumitamina únicamente se materializa
en la oscuridad -“Leer Teoría sobre la Oscuridad ilusoria” (Pag. 5462)- ya que al
mínimo contacto con partículas de fotón tan solo se hace visible por el sujeto en
cuestión.
Según los estudios del profesor Kogem existe la posibilidad de que la Lumitamina sea
compatible con el sistema nervioso humano. Como pudimos apreciar los “Sparkles”
estaban perfectamente adaptados a ella, ya que su cuerpo se movía principalmente por
impulsos eléctricos. De aquí podemos deducir que la Lumitamina se conecta con la
sinapsis eléctrica neuronal, y que esta misma puede adquirir una intensidad variable
según el estado nervioso de su sujeto (en este caso Mateo Nicolini)

-Evangeline-Dijo Amedeo interrumpiendo la lectura.


-¿Qué?
-Déjalo, porque no entendemos ni papa.
-Ah… bueno, pues nada, me lo leeré un poco por mi cuenta y ya os contaré.
-Sí, será lo mejor, pero… una cosa ¿Los Sparkles? ¿eso no lo hemos escuchado antes?
-Sí-Afirmó Samuel- ¿No te acuerdas?, fue por televisión. El otro día Javier estaba
buscando una canal con el que sintonizar, encontramos uno que nos alertaban de que
algo pasaba en algún lugar de la casa y que tuviésemos cuidado con los Sparkles.
-Los Sparkles eh…-Añadió Evangeline- Si se refieren a esas cosas que vimos no creo
que sea un nombre muy apropiado para ellos.
-Hablando de monstruos-Dijo Rose- Yo no pienso dormir en la misma habitación que
ese asesino.

Samuel se giró hacia ella mostrando una expresión seria y asintió con la cabeza.

-Ni yo tampoco-

***
Con CD de Mozart en mano se acercó al tocadiscos que había en el mueble situado bajo
el televisor, y finalmente lo puso en marcha.

-¡¡Dejadme salir cabrones!!

Ajustó el volumen lo suficiente para que sus gritos tras la puerta del almacén no se
escuchasen. Y finalmente ambos, sentados sobre el sofá, tomaron una copa de cava.

Las causas que llevaron a dicha situación fueron mucho más simples de lo que nadie
hubiese imaginado. Hacía cosa de media hora que Rose y Samuel se dispusieron a
conversar con Javier sobre por qué debía ir a dormir a otro lugar. Sin embargo él se
reveló, dijo que iba a hacer lo que quisiese, que no se sentía culpable de ninguno de sus
actos, y que si lo del explosivo hubiese sido cierto gracias a él aún ahora todos seguirían
con vida. Esto ocurrió justo antes de la cena, pero poco después Rose con amabilidad y
buenas palabras se disculpó, justificó la discusión anterior con los nervios que llevaba
acumulando desde que entró, y una vez perdonados finalmente le pidió el favor que le
trajera unas botellas de aceite del almacén. Javier llevado por la falta de afecto por parte
de los demás y la necesidad de encontrar un punto de apoyo para su propia
supervivencia aceptó gustosamente. Lamentablemente cometió el error de confiar y una
vez dentro la gruesa puerta de metal se cerró a sus espaldas.

Las copas de cristal resonaron melódicamente en su brindis mientras la cuarta sinfonía


les acompasaba. Aún y así los gritos no tardaron en ser escuchados por los demás y
alertados se acercaron hacia ellos en busca de una explicación.

-¿Pero qué? ¿¡Se puede saber…!?-Dijo Ruy intentando hacer resaltar su voz, pero
lamentablemente no lo consiguió así que consecuentemente se dirigió al tocadiscos y lo
apagó.
-¿Se puede saber que está pasando aquí?-Preguntó girándose hacia Rose y Samuel
mientras los gritos de Javier se escuchaban tras la puerta.
Ambos, sentados sobre el sofá, se miraron entre si mostrando una expresión de
incomodidad, pero tras unos segundos se dispusieron a explicarse:

-Se ha negado a dormir en otro lugar, le hemos insistido en que la habitación Mateo
estaba libre, pero no ha querido razonar, así que no hemos tenido más remedio que
encerrarlo.
-¡Pero dio mío! ¿Habéis perdido la cabeza? ¡No se puede hacer eso con una persona!
-¿A caso estamos locos por no querer compartir habitación con un asesino?-Dijo Rose
poniéndose en pie- Lo que no se puede hacer con una persona es matarla de esa forma,
teniendo en cuenta que era su pareja ¡Dios mío Ruy, yo no se que serie de valores tenéis
vosotros!
-Oye, oye Rose, tranquilízate que yo simplemente estoy diciendo que esa no me parece
una forma de arreglar las cosas.
-¿¡Que me tranquilice!? Un compañero nuestro ha matado a su pareja ¿y tú te dedicas a
juzgarme a mí por intentar ponerme a salvo? Si algo nos han enseñado los
mandamientos es que no se puede ir matando a diestro y siniestro.
-A ver un momento, estás sacando esto de contexto y no creo que ese sea un tono muy
adecuado con el que hablarme. Quizás debería existir un mandamiento más con “No
encerrarás a la gente en el almacén” para que lo entiendas.

Rose dejó escapar una irónica sonrisa y finalmente dijo:


-Pues te aconsejo que te lo aprendas, porque por lo visto te hacen falta más a ti que a mi

Tras esto, antes de que Ruy dijese algo más, tajantemente dio por finalizada la
conversación al darse media vuelta y abandonar el comedor. Aún y así no logró zanjar
sus nervios ahí, ya que al introducirse en uno de los baños Regina apareció tras ella con
cara de preocupación.

-Que quieres-Dijo Rose mirándose al espejo después de haberse aclarado la cara.

Regina seguidamente se situó tras ella y la miró a través del reflejo con una expresión
seria.
-Quería hablar contigo.
-¿Sobre qué?-Preguntó encogiéndose de hombros aún un tanto malhumorada.
-Lo siento, he estado pensando y creo que lo mejor es que te lo diga sin reparos.-

Rose extrañada esperó a que siguiese con sus palabras.

-¿Qué son esos morados que tienes?


-¿Qué?-Dijo girándose hacia ella con una mano apoyada sobre el lavamanos.
-¿Cómo te los hiciste?
- ¿Te refieres a esto? –Dijo deslizando su mano sobre el camisón- No se, no lo recuerdo,
debió ser cuando Mateo.
-No-Negó con rapidez- dijiste que ni llegó a tocarte.
-Regina en serio, no sé cómo me los hice ¿Pero qué importa eso?
-Esos moratones no son para olvidar, los he visto y no son nada superficiales- Insistió
acercándose hacia ella y mirándola fijamente- Por favor Rose, si necesitas hablar, sobre
algo, lo que sea, ya sabes que puedes contar conmigo, será completamente entre
nosotras.
-Gracias, pero no hay nada de lo que hablar.

Al decir esto, tal y como hizo con Ruy, la dejó con palabra en boca y abandonó la
habitación. Esta vez se dirigiría al Solarium, ya que parecía ser el único lugar de la casa
en el que nadie la molestaría.

***

Aquella tarde siguió con un ambiente de tensión haciendo presencia en toda ocasión. No
podían olvidar lo recientemente ocurrido, no lograban hacer caso omiso a los gritos del
ahora prisionero. Todos los concursantes discutieron sobre lo que debían hacer frente a
aquel nuevo problema; A pesar de sus diferencias, en lo que todos estaban de acuerdo
era que si lo dejaban salir las consecuencias podrían ser mucho peores.
-Si fue capaz de matar a su propia pareja a saber lo que de lo que sería capaz ahora-
Pensaron la mayoría. Finalmente decidieron una solución a corto plazo: lo dejarían allí
un día más, al menos hasta que se tranquilizase, al fin y al cabo allí de comida no le
faltaría.

Sus metabolismos les anunciaron que la noche había llegado, así que una vez ya todos
recostados intentaron dar un tiempo al descanso.
Lamentablemente Regina no lograba conciliar el sueño, eran demasiadas las cosas que
había vivido en pocos días, eran demasiados los nervios acumulados. Así que sin hacer
demasiado ruido decidió ir a tomar un vaso de agua. Al incorporar medio cuerpo pudo
ver el bulto que ocupaba Evangeline en una cama cercana- concretamente la que había
sido de Abel antes de abandonar la casa- y no podía comprender como lograba dormir
tan plácidamente, ya que había estado viviendo entre cadáveres, en aquel lugar infernal
de la casa.
Silenciosamente, y procurando no despertar a Ruy, llegó al pasillo principal. Avanzó por
él lentamente y, acompañada de la oscuridad, cruzó el marco que daba acceso a la
cocina.
Una vez se sirvió dejó caer el vaso dentro del fregadero -donde los platos de la cena aún
estaban esperando a ser limpiados-. Por un momento pensó en ponerse en ello pero
rápidamente se quitó la idea de la cabeza, ya que si lo hacía quizás Javier la escucharía y
volvería a montar un escándalo al aporrear la puerta.
Con sigilo de nuevo cruzó la cocina sin apartar la vista de la puerta del almacén, una vez
fuera, con rapidez, regresó por aquel estrecho corredor. Pero de pronto, algo hizo
detener sus pasos frente al dormitorio opuesto.

Acercó su rostro a la puerta y pegó su oreja en ella al creer haber escuchado algo:

-Por favor, deja de hacerme daño, me prometiste que no volverías a hacerlo.


-Maldita basura ¿no ves que nos pueden escuchar? una palabra más y te muelo la cara
a ostias.
-Samuel, te lo suplico, no puedo más con esto, yo…
-¡Que te calles!

Como si de un latigazo se tratase Regina se apartó con la cara totalmente desencajada.


Atónita se quedó durante unos segundos frente a la habitación, esperando a que su
subconsciente le indicase que hacer. Estaba sucediendo, tal y como lo había imaginado,
Rose estaba en apuros y debía de hacer algo cuanto antes para solucionarlo.
Capítulo 17: Causa y consecuencia

Sus pies dieron un giro de ciento ochenta grados, consecuentemente su cuerpo también
lo hizo, y su cabello finalmente se abrió como un abanico en el aire. De un solo salto
abandonó el pasillo y una vez en el dormitorio se abalanzó hacia su pareja. Encendió la
lámpara de noche situada sobre la mesita, se agachó junto a la cama, y con ambas
manos zarandeó el hombro de Ruy. Tras su insistencia sus ojos se entreabrieron
dificultosamente mientras dejaba escapar algún que otro gruñido.

-¡Despierta!-Le gritó.
-Regina… pero ¿Qué hora es?-Preguntó pocos segundos después mientras alcanzaba el
circular despertador.
-Acabo de escuchar algo que te va a dejar de piedra.
-¿Eh? ¿Q- Qué pasa?
-Pues mira, venía de la cocina porque he ido a tomar un vaso de agua, y cuando he
pasado junto al cuarto de Rose y Samuel les he escuchado hablar.
-Oh no, dios mío ¿y para eso me despiertas?-Refunfuñó.
-En serio Ruy ¿tú sabes lo que estaban diciendo? Es que me he quedado fría- Siguió-
Según he podido oír Rose ha dicho que estaba cansada de que le hiciese daño, que
quería acabar con esto o no sé qué, y él, adivina lo que ha soltado él ¡que le iba a moler
la cara a ostias! Dios mío me he quedado tan flipada Ruy, pero tanto, es que es
alucinante.
-En serio Regina, deberías dejarlos en paz-Dijo restregándose los ojos- no puedes ir por
ahí husmeando en los problemas de los demás.
-Joder Ruy ¿esa es tu solución? ¿mirar a otro lado?-Dijo incorporándose al momento.
-A ver Regina, lo que no es normal es que vengas a despertarme a las cinco de la
mañana por una paranoia que te has montado en la cabeza.

Ante esta última frase su rostro adquirió una expresión de absoluto enfado y en un tono
tajante le dijo:

-¿Lo dices en serio? No me esperaba que pensases así Ruy.


-Mira Regina, estoy cansado, no solo físicamente, y después de todo lo que ha ocurrido
no quiero pensar en más problemas. Por favor, déjame dormir tranquilo o tendré que
irme a otro sitio a hacerlo.
-Ah bien, perfecto Ruy, perfecto, desde luego que yo no pienso dormir con alguien que
cree que todo son tonterías que me monto en mi cabeza.
-A ver Regina, yo no quería decir…
-¡No, no! Tranquilo que no te voy a molestar más, ya me las apaño mejor sola, tú
quédate aquí durmiendo porque la que se va a descansar a otro sitio soy yo.
-Como quieras-Respondió cerrando los ojos, echándose de nuevo sobre la cama y
cubriéndose con las sábanas- Buenas noches.

***
La lluvia caía sin cesar, crepitaba con delicadeza sobre el alfeizar. El vidrio, tan frío
como el hielo jamás deshecho, se empañaba desde sus márgenes, absorbiendo su
reflejo hacia el centro, donde allí su cálido aliento impedía el proceso.
La relajaba observar la tormenta, cual más intensa fuese mayor sería su grado de
bienestar. Aquella extraña felicidad tenía una explicación tan simple como triste: su
vida era pura rutina, se sentía encerrada en una urna de cristal, cuya llama que
mantenía viva la relación se apagaba por falta de oxígeno. Lo sentía, la angustiaba, su
alma se ahogaba.
Tantos negocios, tantas horas de trabajo, demasiados viajes, su amor por él se había
desvanecido en un tiempo desaprovechado. ¿Para qué continuar? –Cualquiera hubiese
preguntado- pero había una más contundente respuesta para ello, una calidez que nada
lograría apagar, una persona a la cual nunca dejaría de querer, un hijo de siete años
del cual jamás se podría separar.

-Rose ¿estás lista?-Preguntó su marido asomándose al dormitorio.

Sentada sobre la cama, hipnotizada apartó su mirada de la ventana, y asintió con la


cabeza.

Una vez situados en el jardín que rodeaba la casa, esperaron que el taxi aparcara. De
mientras, Rose conversaba con la niñera, indicándole algunas de las pautas que debía
seguir con Héctor en su ausencia. Así lo hicieron, segundos después se despidieron de
su barrio residencial, dejando un húmedo rastro de neumáticos en el barro tras de sí.

Aquella noche tenían una nueva cena por intereses laborales, concretamente en “Le
Bosquet” uno de los restaurantes mejor valorados de todo París. Como Rose
imaginaba la cena comenzaría con un turno de preguntas un tanto superficiales y
principalmente formuladas por educación, el transcurso del tema se decantaría hacia
el grupo empresa, con algún que otro chiste para animar la deprimente reunión a la
que había sido invitada.
Aquella era su vida en el matrimonio, jamás hubiese pensado que todo cambiaría de
aquel modo al casarse. Mientras duró el noviazgo todo fue como un profundo y tierno
sueño del que no deseaba despertar, pero lamentablemente acabó por hacerlo. Se
sentía impotente, encerrada en una vida que no deseaba, necesitaba que su corazón
latiese de nuevo, quería huir de aquella jaula de formalidad que detestaba. Pero
aunque ella lo desconocía totalmente, aquella noche sería muy distinta a las demás.

Cuidadosamente abandonó el vehículo, su vestido blanco con olor a jazmín osciló


sobre el suelo, y antes de que su piel se erizase de nuevo entraron rápidamente en el
establecimiento. Un fular color coral cubría sus hombros y delicadamente se dejaba
caer sobre sus senos, pero nada más cruzar la entrada se deshizo de él agarrándolo
con las manos. El camarero al instante les indicó cual era su mesa, y siguiéndole
finalmente pudieron dar con los compañeros que les esperaban.
Fue entonces cuando algo cambió, fue entonces cuando su respiración se entrecorto,
aquel chico llamado Samuel provocó un latir en su corazón.

***

Giró y giró, conducido por el movimiento de sus dedos, se deslizó entre ambas manos.
Aquel enigmático cubo poligonal formado por seis cerraduras parecía pedir desde su
interior que fuese abierto. ¿Qué ocultaba? ¿Cuál era su secreto? ¿Por qué les conduciría
a la salida? ¿Quién de ellos lo conseguiría?

-Hace mucho, mucho tiempo…-

En la inmensidad de la negrura cientos de focos se encendieron, con tonalidad rojiza y


de carácter tenue fueron iluminando tétricamente lo que parecía ser un interminable
pasillo. Se escucharon crujidos, las paredes hablaban, se lamentaron, y a su vez
desprendían una sustancia tan viscosa como oscura.
No pudo asimilar ni por un instante como había acabado allí, ni se lo preguntó, tan
solo decidió vivir el presente.
Fue entonces cuando pudo ver aquella silueta andante acercarse. En un principio tan
solo se trataba de una simple sombra, a medida que sus pasos adquirieron mayor
sonoridad el contorno de su figura se definió, y una vez a pocos metros dio a conocer
su identidad.
Lo cierto es que intentó gritar su nombre al reconocerla, y aún dejándose su aliento en
ello de su boca no salió una sola palabra. Tan solo pudo observar, escuchar lo que
Edurne parecía quererle contar.

-Existió un jardín que hizo llamar a la palabra fin para así poder sobrevivir-

Tan solo decir esto alzó la mano y con el dedo índice dibujó una circunferencia
brillante en el aire. Esta misma mediante aquella mágica tinta se continuó definiendo
en si misma recreando lo que parecía ser finalmente el globo terráqueo.

-¿Quieres saber… como continua el cuento?

Ante esta pregunta que creó un eco a su alrededor Regina seguidamente asintió.
Tan solo hacerlo Edurne alzó su mano restante y situándola sobre su cabeza golpeó la
nada con el puño. De él, semejante a lo anterior, emanó una luz, más potente esta vez,
mucho más, y más, parecía adquirir potencia a cada segundo que pasase. Era una bola
de fuego, una espectacular estrella, la cual al llegar a un tamaño determinado se
comenzó a desplazar en dirección a la tierra.

-Déjate de lamentar, es imposible evitar lo que no se puede predecir-

De pronto se escucharon chillidos emerger de las paredes, alguien las golpeaba desde
su interior. La estrella se aproximaba, los gritos aumentaban, se introducían
dolorosamente en su cabeza, podía sentir la angustia, el terror, aquellas voces se
desgarraron en un prolongado grito de horror. Se llevó las manos a los oídos, intentó
calmar aquel dolor, pero no lo consiguió, cada vez era peor. Pudo ver el cometa, pudo
apreciar aquella gran bola de fuego que impactaría contra la circunferencia. Esa era la
causa, debía pararlo, debía detenerla antes de que ocurriera.

-¡¡NO!!-

Regina saltó con la mano alzada en el aire y cayó desde el sofá contra el suelo.
Totalmente desconcertada sintió el tacto de la moqueta que cubría la sala de estar en su
mejilla. Alzó unos centímetros su cabeza y lo comprendió enseguida; una-maldita-
pesadilla le había hecho perder el control de su cuerpo. Aún asimilando la realidad se
apartó el cabello de la cara y recordó por que se encontraba allí: Anteriormente se había
peleado con Ruy, habían discutido y finalmente decidió descansar en el sofá antes que
hacerlo con él. Según su último recuerdo estaba observando aquel cubo sellado con las
manos mientras hacía un pensamiento de lo hasta entonces ocurrido.

-Idiota-Dijo llevándose la mano al hasta entonces dolorido tobillo-así nunca podré


recuperarme. Tan solo me faltaba…

Antes de que pudiese acabar la frase el sobresalto de algo no esperado bloqueó sus
cuerdas bocales. Se quedó mirándole sin parpadear mientras Javier se mantenía inerte
entre la oscuridad. En ese momento no supo cómo reaccionar ante la situación, si como
víctima o como compañera concursante, pero acabó por sentirse ella misma como
amenaza cuando pudo ver a Javier huir corriendo hacia el pasillo.

-¡Ey espera!-Le gritó intentando ponerse en pie, pero lamentablemente su continuo


dolor de tobillo no le permitió seguirle con rapidez.

Mientras con dificultad intentaba incorporarse, pudo escuchar sus pasos alejarse y el
sonido de una puerta bruscamente cerrarse. Tras unos segundos, y con la respiración un
tanto acelerada, siguió sus pasos hasta el corredor. Una vez allí una rápida idea recorrió
su cabeza ¿Y si ahora furioso decidía vengarse? ¿Y si en ese instante estaba acabando
con la vida de otra persona inocente? ¿Y si estaba a punto de matar a su pareja? Fue
entonces cuando el pánico se apoderó de ella y corriendo fue directa al dormitorio
donde descansaban Dante, Amedeo, Evangeline y Ruy.
Abrió la puerta con firmeza y seguidamente presionó el interruptor para iluminar la
habitación.

-¡Javier!-Gritó aún con las pupilas en proceso de contracción.

De pronto se escucharon gemidos y gruñidos provenientes de todos aquellos a los que


acababa de despertar, pero a pesar de aquello ninguna otra persona más ocupaba el
lugar.

-¡Oh, dios! Pero… -Dijo Amedeo intentando evitar la destellante luz con el brazo- ¿Qué
pasa?
-¡Javier! ¡Javier se a escapado!
-¿¡QUE!?-Gritaron todos a la vez.

De pronto el sonido de una cisterna procedente del cuarto de baño contiguo provocó el
silencio entre todos. Se miraron mutuamente en tensión, expectantes observaron con
atención el pomo girar lentamente, la puerta entornarse, y aliviados expiraron al ver a
Evangeline salir de ella.

-¿Eh? ¿Qué pasa aquí?

***

En cada ocasión que se reunían en “Le Bosquet” Rose sin nada que hacer solía
indagar entre sus pensamientos mientras su marido conversaba con ellos. Aunque fuese
de mala educación le encantaba deslizar la yema de sus dedos sobre la copa de cristal
de bohemia, la cual emitía un agudo sonido al hacerlo, también a su vez se entretenía
doblando y recreando figuras con la servilleta, y ya cuando no tenía nada más que
hacer tan solo se limitaba a mirarles e intentar aportar algo de interés. Pero aquella
noche fue muy distinta a las anteriores, aquel día uno de los presentes revivió el interés
de Rose. Su nombre era Samuel, era el representante comercial de la multinacional que
llevaba su marido, a resumidas cuentas se encargaba de viajar a otros países y dar a
conocer el producto de la empresa. Según sus palabras al parecer actualmente había
estado en Osaka donde tenían un cliente de gran importancia interesado en ellos.
Dejando a un lado los negocios Samuel no era el prototipo de hombre físicamente
atractivo, sin embargo su mirada –sin dudarlo- era el dominante positivo en su aspecto.
Sus ojos parecían tener personalidad propia y a su vez lograban transmitirte un
sentimiento de confianza hacia él. Por otra parte su sonrisa te reconfortaba cada vez
que aparecía.
Sin embargo, lo que realmente hizo despertar aquel sentimiento en Rose no fue su
aspecto físico sino sus ansias por disfrutar de la vida.
Exacto, durante la conversación Samuel presentó su dimisión provocando el
desconcierto entre todos sus compañeros. Este mismo había logrado reunir un alto
nivel adquisitivo, cosa que le permitió comprar una casa a las afueras de la ciudad
donde allí según él se ganaría la vida de forma agrícola. Aquello último provocó
carcajadas con un cierto tono de ironía, pero él mismo impuso sus argumentos
sintiéndose capaz de todo ello, ya que al fin y al cabo de pequeño estuvo más de diez
años viviendo en el campo con su abuelo.
A diferencia de su marido él tenía ilusión por acabar con aquella rutina, ilusión por
vivir despejado de tanto bullicio, ilusión por decir adiós a aquel ritmo de vida que la
ciudad les sometía

-Yo trabajo para vivir, no vivo para trabajar.

Aquella frase fue la aguja que definitivamente hizo pinchazo en el corazón de Rose.

Cuando finalmente la madrugada llegó todos se despidieron muy cordialmente y como


de costumbre tardaron casi dos cuartos de hora en hacerlo. De mientras, Rose cansada,
bajó la mirada a sus pies donde aliviada observó que sus zapatos azulados no estaban
manchados. A diferencia de ahora de camino a la cena estaba lloviendo y con las
prisas no tuvo tiempo de mirar si el barro la había ensuciado.

-Bonitos zapatos-Dijo de pronto una voz sobre su hombro.

Rose al instante alzó la mirada y se giró un tanto sobresaltada. Al hacerlo pudo verle,
era Samuel, el cual le ofrecía una muy simpática sonrisa.

-Ah, gracias, la verdad es que pensaba que se me habían manchado con la lluvia-
-Es verdad, ya ha parado de llover-Dijo mientras extendía una mano mirando hacia el
oscuro cielo- en fin, un día un tanto gris el de hoy ¿eh?
-Pues sí la verdad-Respondió sonriendo también.
-Tranquila, a mí también me pasa, estas cenas son un poco tostonazo la verdad, por
suerte solo me queda una, la de mi despedida.
-Ah sí, que te vas de la empresa ¿no? Ya cansado de tanto trabajo supongo.
-La verdad es que sí, uno ya lleva muchos años y ya es hora de un descanso.
-Pero hombre-Dijo riendo- eso se llama jubilación.
-No creas, ya son muchos los que olvidan ese derecho y siguen trabajando hasta el fin
de sus tiempos. Que conste que a mí no me parece mal, pero si uno ya tiene reservas
suficientes prefiero gastarlas en lo que me queda a guardarlas en mi pirámide.
-Ya… pues si te soy sincera creo que haces muy bien, seguro que muchos de los que se
reían en el fondo están muertos de envidia, ya les gustaría a ellos.
-Es lo que yo digo, se acostumbran a este ritmo de vida y no piensan en que existe algo
más allá de la empresa. Pero bueno, cada uno lo suyo, yo soy de los que prefieren
aprovechar al máximo.
-Claro, además, para los niños es mucho mejor un sitio tranquilo donde puedan jugar a
sus anchas, y realmente es un descanso para los padres.
-Bueno yo no tengo hijos, pero sí, no tiene ni punto de comparación.
-Ah, perdona, pensaba que estabas casado, por lo que antes dijiste de…
-No, tranquila, tienes razón, la verdad es que si que lo estuve pero a veces por error lo
hablo en presente.
-Ah, vaya por dios ¿Es que hace poco tiempo de eso? Si no te molesta que lo pregunte.
-No, no, tranquila… después de aquello no he tenido fuerzas para empezar nada serio
con nadie, es lo que tiene que te rompan el corazón.
-Vaya, lo siento, no debería haberme metido.

Tras decir esto su marido la llamó con la mano indicándole que un taxi había
aparcado.

-En fin, me tengo que ir-Dijo finalmente ella-espero que logres hacer realidad tu sueño.
-Lo mismo digo. Encantado de conocerte.

Cuando Samuel se inclinó hacia ella con la intención de darle dos besos Rose se apartó
rápidamente y excusada por las prisas se despidió con la mano.

Subida en el taxi jamás imaginó que aquel día gris sería el último en mucho tiempo.

***

Inquietos pasos recorrían la habitación, caminaban y se detenían, algunos incluso


temblaban sobre las baldosas. Más aún cuando descubrieron lo que había ocurrido:
Javier había escapado, se había colado por el conducto de ventilación por el cual Regina
y Evangeline regresaron, situado en otro cerrado dormitorio más. Pero otro detalle más
hizo que todos se sintieran en alerta, al descubrir que consigo se había llevado aquel
cubo sellado, también junto a la dorada llave del almacén.

-¡Mierda!-Exclamó Rose gesticulando bruscamente con las manos mientras caminaba


en círculo- si logra abrir el trasto ese estamos perdidos.
-Entonces-Siguió Amedeo- si se ha llevado la llave del almacén quiere decir que…
-Pues está claro, era una de las llaves para abrir la cosa esa. Ahora tan solo le quedan
cinco más, y por lo visto no ha tardado en ir a buscarlas.
-¿Y qué creéis pasará si lo consigue?-Preguntó Ruy sentando en el sofá
-¿Tu qué piensas?-Respondió Samuel en un tono tan irónico que incluso se le escapó
una carcajada-Ya lo escuchaste, seguiremos encerrados aquí hasta que la palmemos.
-Pero… es imposible, no pueden hacer algo así-Añadió Evangeline
-¿Ah no? ¿Y no te parece ya bastante imposible lo que ha estado ocurriendo desde que
entramos?
-Pero, es que… tarde o temprano nuestras familias se preguntarán donde estamos, tarde
o temprano vendrán a buscarnos.
-¿Estás segura Evangeline?-Siguió Rose- Según nos contaste de un día para el otro tu
pasaste de estar en un hospital a encontrarte encerrada en esta casa ¿A caso en todo este
tiempo alguien ha venido a rescatarte?
-La verdad es que no-Dijo bajando su mirada -pero no hay que perder la esperanza.
-Pero tampoco hay que morir por ella, si no hacemos nada seguramente él logre ganar
este concurso, y viendo lo serias que están las cosas yo no me jugaría demasiado el
pellejo.
-¿Entonces qué? ¿Realmente crees que si perdemos dejarán que nos pudramos aquí
dentro?
-Evangeline-Dijo Rose situándose junto al televisor- te recuerdo que una compañera
nuestra acaba de morir, si esto no te sirve como argumento de peso entonces nada lo
podrá hacer. Desde luego parece mentira que hayas estado durante todo este tiempo aquí
metida.
-Joder, no es eso, simplemente me cuesta asimilar algo así.
-Pues ve haciéndolo porque tenemos que actuar ¡ya!.

Desde una perspectiva de la situación distinta Regina se mantenía de brazos cruzados


sin aportar nada más, tan solo observando el comportamiento de Rose, la cual parecía
estar más alterada que de costumbre. No pudo evitarlo, cada dos por tres sus ojos se
desviaban hacia el holgado camisón, donde tras él pudo ver aquellos horribles
moratones que ella ocultaba con un intrigante temor. Aún y así, lo más doloroso de
aquello es que Ruy no estuviese con ella, que ni tan solo lo hubiese puesto en duda,
aquella era la principal causa por la cual desgraciadamente se discutieron aquella misma
noche.

-Y yo me pregunto-Dijo Ruy echándose hacia delante- ¿Cómo logró escapar? La llave


estaba puesta desde fuera, era imposible que pudiese salir.
-¿Y si alguien le abrió?
-¿Pero quién iba a hacer algo así y con qué propósito?-Preguntó finalmente Regina.
-Ni idea, pero lo mejor es que no volvamos a las desconfianzas porque sino jamás
podremos avanzar. Necesitamos mantenernos unidos para esto.
-¿Y cuando tenéis pensado hacerlo?-Preguntó Amedeo dirigiéndose a la pareja francesa.
-Cuanto antes, así que mañana a primera hora tendremos que ponernos en camino.

***

Cual capricho del destino aquel que sin previo aviso les unió de nuevo.

Pudo sentir el transpirar de las montañas a través de aquellos inmensos bosques


perdidos en el horizonte, y en su lejanía las majestuosas grisáceas se mantenían firmes
con orgullo.
Su corazón rebosaba de felicidad a pesar de sufrir una lucha continua por sentimientos
opuestos. En su interior el amor y el desamor intentaban engañarse a si mismos,
cerrando los ojos a lo que realmente su alma estaba sintiendo, y con culpa deseando.

No debió acceder a aquella propuesta, no debió acompañar a su marido a celebrar la


despedida, ni tampoco debió maldecir su asistencia en silencio. Aún y así lo hizo,
aceptó su invitación, y pasaron el fin de semana en aquel nuevo hogar alejado de toda
civilización.
Así es como todo comenzó, dos semanas después de conocerse Samuel invitó a todos
ellos a celebrar su despedida en aquel nuevo hogar donde esperaba encontrar la
felicidad. Mediante correo ordinario envió una carta por persona cuyo aroma varió en
la dirigida a Rose: el sobre de estampados florales aguardaba en su interior una carta
escrita a mano, cuya caligrafía a trazo grácil y firme expresaba un toque de dedicación
y seriedad. Pero, para aquel que se fijase lo suficiente lo más profundo del mensaje no
se dejaba ver en las palabras, se descifraba semi-invisible en algunas de las letras que
resaltadas sutilmente de negro componían una tan directa como comprometedora
pregunta:

“¿Sientes lo mismo que yo?”

Entonces ocurrió, allí, en la lejanía rural, ocultados en la parte trasera de la casa,


oscurecidos por la sombra que proyectaba la fachada, no hicieron más esfuerzos por
evitarlo y ambos corazones se acompasaron en un profundo beso que les trasladó
millas hacia el cielo.

Día después todos ellos fueron de senderismo por aquellos parajes húmedos y
cerrados, donde la naturaleza era la que limitaba sus pasos, y no al contrario, como
desde pequeños habían sido acostumbrados. La sabiduría de todo aquello que les
rodeaba les hacía sentir un cierto respeto, evitando así perturbar aquel poderoso
paisaje.
Fue entonces cuando Rose, motivada por la armonía del lugar, se planteó la pregunta:

¿Realmente era feliz con la vida que llevaba?

Quedándose pasos atrás quiso intimidar con la soledad y así poder reflexionar durante
unos instantes. El camino por el cual ascendían bordeaba con un próximo acantilado,
cuya inclinación a medida que avanzaban resultaba más vertiginosa y por supuesto
peligrosa. Al otro lado del sendero un inmenso y frondoso bosque humedecía de verde
la montaña, ocultando sus oscuros secretos entre las ramas.

-No-

Dejándose caer sobre un tronco inclinado sentada se llevó las manos a la cara y cerró
los ojos con tristeza. Las melancólicas lágrimas rebosaron de sus pestañas y cayeron
sobre la corteza del árbol caído. Fue entonces cuando ocurrió, fue entonces cuando
sucedió, fue entonces cuando todo cambió. Durante un instante los ojos de Rose se
desplazaron sobre el tronco, observando así que el musgo que lo cubría al igual que su
vida estaba orientado hacia la dirección equivocada. No tuvo tiempo ni de preguntarse
porque este mismo había crecido erróneamente hacia el Sur, ya que tan solo intentarlo
un grito de socorro atravesó sus oídos interrumpiendo cualquier pensamiento

.
***

No hablaron en todo el día, y aún tampoco lo habían hecho durante la cena, Ruy se
mantuvo en silencio y no pronunció la disculpa que Regina esperaba, así pues hasta que
no lo hiciese ella también seguiría callada. Pero al llegar la noche su pareja se adelantó
y acaparó la cama de matrimonio, por lo tanto Regina esperaría en el Solarium durante
unos minutos hasta que se durmiera para así evitar cualquier tensión.
Una vez frente aquella pantalla que mostraba la ilusoria imagen del mar reflectante de
luz de luna pensó que quizás estaban llevándolo demasiado lejos. Haciendo una
comparación con los acontecimientos hasta ahora ocurridos aquello había sido una pelea
de niños que no llevaría a parte alguna. Aún y así le afectaba, el hecho de que su pareja
no la apoyara, o al menos lo intentara, le hacía dudar sobre qué tipo de relación llevaban

En un parpadeo las constelaciones fueron absorbidas por el destellante aparecer de los


rayos solares y el agua varió su color alquitrán de noche por el azulado cristalino del
amanecer.
Fue entonces cuando lo vio, tres tumbas habían sido instaladas en la playa, y una de
ellas ocultaba el cuerpo sin vida de una de las concursantes.

-Naiara ha muerto-Se afirmó durante un instante.

Tras planteárselo cientos de recuerdos pasados hicieron presencia en su mente, todos


ellos inolvidables, junto a Ruy, desde cuando se conocieron hasta el día antes de entrar
al concurso. Sí, realmente él era la persona que llevaría a una isla desierta. Entonces…
¿Por qué continuar con aquel comportamiento infantil? ¿Por qué no intentar hablar con
él y solucionar sus diferencias?
Sus piernas se irguieron de nuevo poniéndose en pie, girándose hacia la puerta que daba
al corredor, y así dejó atrás todo el orgullo que no le permitía razonar. Esperaría al día
siguiente, y si él no había cedido finalmente lo haría ella.
Con un paso dejó atrás el Solarium y desprendiéndose de la arenilla se colocó las
zapatillas que había dejado junto a la puerta. Con una actitud más positiva y un tanto
cansada decidió acostarse también. Dentro de las circunstancias sintió que lo estaba
llevando mejor de lo que esperaba, a pesar de haber estado en una tensión continua
desde que llegaron en ningún momento se había desmoronado, e incluso tomó la
iniciativa de buscar una salida. Al parecer Regina, dentro de la casa, se estaba
descubriendo a si misma.

-Me estás haciendo daño-

Ya casi estaba abriendo la puerta del dormitorio cuando de pronto escucho de nuevo
aquel lamento de dolor. En la habitación paralela, donde tan solo quedaba la pareja
francesa, gimoteos de impotencia parecían repetirse tras ella.

-Maldita cerda, cállate de una vez-

Al acercarse temerosamente recibió un sobresalto a escuchar el sonido de lo que parecía


ser una bofetada.

-¿Que coño te crees que haces? Voy a tenerte que enseñar a no levantarme la mano
nunca más.

Definitivamente estaba ocurriendo, sin lugar a dudas Rose estaba siendo maltratada en
silencio ¿Desde cuando aquello estaba sucediendo? ¿Desde antes de entrar a concursar
quizás? ¿Cómo conviviendo durante un mes entero había tardado tanto en descubrirlo?
¿Se había vuelto ciega quizás?

-¡Samuel! ¡Por favor! ¡Suéltame!

Un inoportuno pitido en sus oídos le indicó subconscientemente que aquello ya se había


convertido en el súmmum de la problemática que no era capaz de soportar. Así que
instantáneamente, acompañada por una atmosfera de lamentos, agarró el mango de la
puerta y lo hizo girar al completo. La puerta no llegó a entornarse ya que en un pestañeo
la abrió totalmente.

-¡Joder!

Cual palabra más adecuada para definir lo que estaba presenciando, y que con
sobresalto dejó escapar Samuel tan solo verla entrar. Regina aún sin reaccionar
contempló con horror su malentendido error: Esposas de cuero eran amanilladas de
Rose a la cama, mientras no muy lejano -con su marido desnudo muy próximo al
regazo- un estrambótico látigo rodeaba el cuello de la sumisa esposa.

-¡Mierda, lo siento!-Exclamó retrocediendo y cerrando la puerta de nuevo.

Una vez fuera el silencio se apoderó del pasillo y al parecer también de ella. Sin saber
que hacer Regina se balanceó buscando una dirección por la que huir pero al instante la
puerta paralela se abrió y Rose la detuvo en pleno amago.

-¿Se puede saber qué coño has hecho?-Le preguntó con el rostro totalmente enfurecido.
-En serio perdona, yo pensaba que…-Respondió evitando su mirada.
-¿Qué? ¡Dime! ¿Cuál es la razón para que tengas que entrar de esa manera en nuestra
habitación?
-No, nada, es que yo pensaba…
-¿Pensabas?
-Creía que Samuel te estaba pegando.

Seguidamente este mismo apareció tras Rose entornando la puerta para así el también
asomar su rostro.

-Ah, ya veo, todo esto viene por lo de los moratones ¿cierto?


-Entiéndeme Rose-Se intentó explicar gesticulando con las manos- En esta casa ninguno
de nosotros estamos a salvo, y después de lo de Naiara no podía evitar estar alerta.
Cuando vi aquellos morados yo…
-Regina, te repetí mil veces que me dejarás en paz-Interrumpió Rose- ¿No sabes que no
debes meterte en la vida de los demás?
-Está claro que no-Le respondió su marido en un tono sarcástico.
-De veras que lo siento pero tu evitabas tanto el tema que yo… no se, no entiendo
porque tienes que esconderlo, tampoco es algo de lo que avergonzarse.
-¡Una cosa! ¿Tu sabes lo que es la intimidad? Yo no tengo porque darte explicaciones
sobre mi vida privada. Además ¿Qué coño te importa a ti?
-Bueno, a ver Rose, yo no estoy tranquila en esta casa y procuro que todos…
-¿¡Tienes que discutirlo todo!? ¿¡Por qué no dejas de husmear en los problemas de los
demás y procuras solucionar los tuyos propios!? ¿A caso tu vida es tan aburrida?

Ante las dolorosas palabras de discusión que pellizcaron con intención el corazón de
Regina su hasta entonces callado novio apareció tras la puerta paralela con una
expresión de enfado.

-Si no hubieseis llevado vuestras prácticas sexuales tan siniestramente jamás hubiese
sucedido esto-Dijo Ruy alzando la voz para hacerse escuchar a medida que se acercaba
a Regina y la agarraba del hombro.
-¿Qué? ¿Pero como te atreves a hablarnos así?
-Ella a diferencia de vosotros sí que sabe concursar-Siguió- se preocupa por todos para
así evitar desgracias como la que pudimos presenciar con Naiara, es lógico que al
descubrir esos morados pensase que algo malo te estaba pasando. El único error que
cometió fue preocuparse por ti.
-Yo no le pedí que lo hiciera, más bien le dije todo lo contrario, sin embargo ella- Dijo
desplazando su mirada hacia Regina- hizo lo que le dio la gana.
-Ahora será culpa nuestra que haya entrado de ese modo en nuestra habitación-Rió
Samuel irónicamente-tendremos que darle las gracias y todo Rose.

Ruy se cruzó de brazos.

-Ahora lo entiendo, todo esto no es por ella, sino por el hecho de descubrirlo-Expresó
arqueando la ceja izquierda- para una creyente como Rose no debe ser nada bueno hacer
esta clase de prácticas por las noches. Te creía más lista ¿Piensas que por llevarlo en
secreto seguirás conservando tu pasaporte hacia el cielo?
-¡Cállate!-Exclamó Rose aumentando aún más la tensión- ¿Sabes una cosa? Quizás
tengas razón, quizás no sabemos concursar como es debido, pero te juro que a partir de
ahora se acabarán los favoritismos amistosos.
-¿Y que quieres decir con eso?-Preguntó Ruy.
-A partir de ahora os tendréis que preparar vuestra propia comida y limpiar lo que
vosotros ensuciais, porque yo no pienso volver a hacerlo.

Ruy se encogió de hombros aceptándolo sin problemas.


Rose retrocedió un paso hacia el dormitorio y acarició con la mano el marco de la
puerta.

-A partir de ahora haré todo cuanto pueda por conseguir las llaves, ganar este concurso
y perderos de vista de una vez por todas.

Consecuentemente cerró la puerta frente a sus narices provocando un fuerte sonido, el


cual tan solo duró un instante, ya que finalmente el silenció regresó al pasillo. Pero esta
vez a Regina no le importó demasiado ya que ahora podía volver a apoyarse en los
brazos de su novio.

-Gracias- Dijo tan solo.

***

Llamada por el desconcertante grito siguió aquel sendero natural que trazaba el borde
de la montaña y finalmente se detuvo ante la mirada de terror de Samuel. Este mismo
se encontraba sentado en el suelo, con ambos brazos flexionados tras su espalda, y
temblando.

-¿Qué ha pasado?-Preguntó al llegar.

Sin embargo tardó en responder, al principio tan solo tartamudeó, después intentó
expresarse con mayor claridad pero no lograba acabar ninguna de sus frases, tan solo
pudo hacerlo cuando Regina se detuvo extrañada un momento y preguntó frunciendo el
ceño:
-¿Donde está mi marido?

Una ráfaga de aire otoñal creó un remolino a sus pies, el cual se llevó consigo una hoja
de algún insólito platanero cercano, este mismo corrió unos metros y se deshizo.

-Ha caído-

Samuel alzó el brazo con dificultad y su dedo índice señaló hacia donde acababa el
grosor del camino y daba comienzo el precipicio.
El rostro de Rose se enfrió cuando asomó la cabeza al terraplén y pudo ver en la
lejanía lo que parecía ser el cuerpo sin vida de su esposo sobre un charco de líquido
carmesí.

***

Se enjuagó con tranquilidad las manos, intentó eliminar la sensación de suciedad que en
ocasiones- sin comprender por qué- sentía impregnar su cuerpo. Seguido a ello, aún con
la toalla en las manos, desde el baño se asomó al dormitorio y observó a Rose sentada
en la cama con una mirada de preocupación.

-¿Qué te pasa?-Preguntó Samuel.

La mirada de Rose perdida en el vacío fue interrumpida por sus palabras, provocando
así su regreso a la realidad.

-Estaba pensando-Respondió.
-Um… ¿Qué es? ¿Por lo de Regina?
-No, no es eso.

Samuel se apoyó contra el frío marco de la puerta preparándose pasa algo más que
simples monosílabos.

-¿Entonces? ... ¿Qué pasa?


-¿Recuerdas lo que ocurrió aquella vez?-Preguntó frunciendo el ceño.
-¿Aquella vez?

Rose agachó la cabeza e inconscientemente se llevó la mano al medallón dorado a la


vez que la imagen de unos inmensos bosques hacían presencia en su mente.

-Sí, la vez en que murió.


-Sí, claro que lo recuerdo, y no será porque no intente borrarlo de mi mente. Pero… ¿A
que viene eso ahora?
-Me gustaría saber que ocurrió exactamente.

Samuel hizo un gesto de incomodidad y se cruzó de brazos.

-¿Cuántas veces tendré que hacerlo? No me es cómodo revivirlo


-Por favor, solo una vez más, necesito saber lo que viste.
-Joder Rose, deberías olvidarlo, ya te lo expliqué todo.
- Samuel, simplemente hazlo.
Su pareja suspiró y prosiguió a hacerlo.

-Aquella vez… bueno, tu te quedaste atrás, y el resto se adelantaron demasiado. Íbamos


los dos solos hablando de nuestras cosas cuando de pronto vimos algo esconderse tras
los árboles.

Rose se posicionó sobre la cama con un gesto de absoluta atención.

-Pensamos que podía tratarse de algún forastero, así que preguntamos en alto quien era.
Pero no contestó, simplemente se quedó callado tras el árbol.
-¿Cómo sabíais que había alguien escondido? ¿Pudisteis verle a caso?
-Porque le escuchamos, y por un momento vimos una especie de sombra, por eso
sabíamos que allí había alguien ocultado-Samuel tragó saliva- Lo cierto es que no estoy
seguro de lo que vi, todo pasó demasiado rápido.
-Por favor haz un esfuerzo.
-Aquella vez algo se nos abalanzó, a mi me golpeó tirándome al suelo y a tu marido…

Rose apretó sus dientes y tragó saliva.

-Tu marido fue empujado al precipicio.


Capítulo 18: Dirección Oeste

Se podía respirar en el ambiente, aquel día sería diferente, aquella mañana todo
cambiaría, finalmente reunirían sus fuerzas y mirarían hacia una misma dirección de
meta.
La mayoría se pusieron en pie a las siete de la mañana, lamentablemente al no disponer
de despertadores suficientes -y a causa de las recientes confrontaciones- la mayor parte
tardaron en levantarse. Entre ellos Dante y Amedeo, ya que acostumbrados a la
monotonía del día a día habían corrompido su ritmo de sueño.
En la misma habitación, mientras uno de ellos aún se desvelaba, Regina agarraba una
toalla y la introducía en la mochila. De pronto se llevó el índice a la barbilla al recordar
que necesitarían algún tipo de desinfectante para el viaje. Seguido a esto se dirigió al
baño, abrió la puerta y una vez dentro se encontró a la repentina Rose. Con un cordial
“Bueno días” la saludó, y sin mala intención le preguntó que hacía en el baño del que no
era su dormitorio. Sin embargo Rose ni se dignó a contestarle, con un desvío de mirada
la ignoró y abandonó la habitación.

Paralelamente Ruy continuaba con su tarea, y neceser en mano introducía la comida que
ambos consumirían durante el día, pero en pleno proceso Regina con cara de
preocupación se acercó a él.

-Parece que la cosa va en serio con Rose- Dijo.


-¿Por qué? ¿Te han dicho algo?
-No, todo lo contrario, me ignora completamente.
-Bueno, pues entonces mejor, así no tenemos que dar explicaciones sobre nada-
Respondió él cerrando la cremallera del neceser.
-No se… no entiendo como con las cosas que han llegado a pasar pueden tomarse tan en
serio algo tan absurdo como esto.
-No se Regina, por lo visto para ellos si es importante que lo hayas descubierto, pero da
igual, cualquier persona madura no hubiese montado semejante alboroto.

Sin decir nada más, llevando consigo todo lo necesario, ambos salieron al pasillo y se
reunieron con el resto de sus compañeros hasta situarse frente a la habitación por la cual
Javier escapó.
Una vez llegaron pudieron ver a Samuel agarrando el mapa que encontraron, mientras
Evangeline, asomada sobre su hombro, parecía indicarle algo. Expectantes a algún tipo
de explicación, tras una larga espera, finalmente se dispuso a hablar.

-Bien ¿Habéis traído cada uno lo que os tocaba?-Preguntó mirando al resto.


-Sí-Respondió Regina- Aunque no he encontrado más analgésicos que los que habían en
el baño.
-Esperemos no tener que necesitarlos. En fin, parece ser que ya estamos todos, así
entonces os explicaré lo que vamos a hacer.

Ruy con una mirada suspicaz se cruzó de brazos y pensó que Samuel no era el indicado
para hacer el papel de líder.

-A ver, según lo que he podido ver en este mapa la casa está dividida en cuatro
cuadrantes, y nosotros estamos situados en la parte Sur, la única que tiene acceso al
Solarium. A mi espalda tenemos otro pasillo que conecta esta zona con la parte Oeste de
la casa. Por lo visto la puerta paralela que tenéis a vuestro lado también sería otro
pasillo con acceso a la parte Este, per como me imaginaba se encuentra cerrada. Según
me han explicado Regina y Evangeline pudieron regresar gracias al conducto de
ventilación que pasa por este pasillo, donde también encontraron otra puerta que llevaba
a la zona Oeste de la casa.

-¿Entonces?-Interrumpió Amedeo- ¿Vamos a ir recorriéndonos la casa sin más hasta


encontrarlo?
-Pues sí, eso es lo que haremos-Respondió Samuel asintiendo con la cabeza.
-Y cuando encontremos a Javier... ¿qué haremos?
-Pues intentar llegar a un acuerdo que satisfaga ambas partes
-¿Un acuerdo? Que yo sepa tan solo una pareja logrará salir de esta casa, no creo que le
haga especial ilusión quedarse a vivir aquí así entonces dudo mucho que logremos
convencerle.
-Entonces, tendremos que usar otro tipo métodos.
-Eso ha sonado muy mafioso-Susurró Regina.
-¿Sabes que?-Siguió Amedeo- A mi parecer estamos siendo unos hipócritas.
-¿Hipócritas? ¿Y eso por qué?
-Está claro que cuando encontremos las llaves tendremos que pelearnos por ellas, es
entonces cuando todo este interesado compañerismo se irá a freír espárragos.
-¿Y que quieres hacer? ¿Ir por tu cuenta a buscarlas? Ya sabes lo que nos explicaron,
hay algo peligroso en esta casa. Si nos dispersamos muy seguramente no logremos
nada.
-Mira, lo único que sé es que cuando llegué el momento nos pisotearemos mutuamente
con tal de salir de aquí.
-Yo no lo pienso así-Discutió Samuel- creo que entre todos podremos buscar alguna
solución.

Amedeo sonrió con ironía y finalmente dijo:

-Pues ve pensándola, porque esto se acaba.

***

Cuando la puerta se abrió pudieron ver aquel pasillo poco iluminado: un conducto
metálico lo atravesaba por el techo, y bajo él la rendija que lo sellaba se encontraba
tirada en el suelo. Al final de este-un poco después de la rojiza luz de emergencia
anclada en la pared-una alargada puerta estaba situada.
Una vez dentro avanzaron lentamente. A medida que lo hacían Regina explicaba a Ruy
algunos detalles más sobre su regreso, señalando así el conducto por el cual salieron. A
su vez Evangeline y Samuel conversaban sobre el trayecto que debían utilizar, mientras
Rose un tanto apartada les observaba. Finalmente Amedeo y Dante como habitualmente
hacían no soltaron palabra, tan solo siguieron el paso de los demás.
Una vez llegaron a su final Samuel se detuvo, indicó al resto de concursantes que se
pegaran a la pared, y de su bolsillo sustrajo lo que parecía ser un cuchillo de cocina.
Con precaución giró el pomo, y una vez hecho esto empujó la puerta con una eficaz
patada. Esta misma se abrió al completo, deslizándose sobre el suelo, hasta golpearse
contra la pared de otro pasillo principal. El corredor era muy semejante al que se
encontraron cuando entraron por primera vez en la casa, a diferencia de que en su final
no había puerta alguna que diese acceso al Solarium.
-Bueno ¿Y ahora donde vamos?-Preguntó Regina observando las distintas puertas que
daban a acceso a salas desconocidas aún para ellos.
-Bien, empezaremos por las de la derecha y luego por las de la izquierda, si aún y así no
le encontramos entonces cogeremos el siguiente pasillo de conexión que nos llevará a la
parte Norte.
-¿Otro pasillo?-Preguntó Rose.
-Sí, cada zona de la casa está compuesta por un pasillo principal, cuatro en total, a su
vez están los corredores como el que acabamos de cruzar que se encargan de comunicar
todas las zonas.

Tras decir esto no esperaron más y se dirigieron hacia la puerta de la derecha más
cercana, la cual se abrió con suma facilidad. Una vez dentro, la sorpresa se desató entre
todo el grupo, cuando desconcertados descubrieron algo que les dejó totalmente
boquiabiertos.

-Dios santo.-

Ruy atónito no pudo decir nada más al observar una sala repleta de pantallas
monitorizadas, en las que se mostraban las distintas localizaciones de la casa. Bajo ellas
un enorme panel electrónico parecía ser el responsable del control de las cámaras.

-Pues sí, por lo visto esta es la sala de control del concurso-Afirmó finalmente
Evangeline.
-¿Cómo es posible?-Preguntó Rose en alto mientras recorría la habitación-¿Cómo es
posible que nadie se encargue de su funcionamiento?
-Sí, es extraño, quizás sea automática-Respondió Regina.
-Dios mío, no digas tonterías ¿A caso crees que una máquina hubiese podido responder
a nuestras preguntas?
-¿Tonterías? Es decir, ves con tus propios una sala que simula a la perfección una playa,
que además cambia de estado cada doce horas, y por si no fuese poco tiene un
cementerio propio ¿Y te cuesta creer que la voz que nos hablaba fuese un ordenador?
-No, chicos-Interrumpió Evangeline mientras agarraba unas hojas que estaban situadas
junto al panel- Alguien ha estado anotando todo lo que hacíamos.

Al instante Samuel se acercó a ella y el resto también lo hicieron.

-Sí, mirad-Dijo pasando las hojas a cada uno de ellos- han estado haciendo ficheros con
análisis sicológicos de cada uno de nosotros.
-¿Qué? ¿Análisas psicológicos?-Repitió Amedeo.
-Pero ¿Por qué harían algo así?-Preguntó Rose agarrando una de ellas.
-Ni idea, mejor que cada uno le eche un vistazo.

Un mechón rubio resbaló del hombro de Rose cuando agachó la cabeza y se dispuso a
leer:

Rose Sansousley

Atormentada por su pasado evita cualquier tema que lo relacione. Teme hacer
amistades, ya que es una persona que desconfía de todo lo que desconoce. Su seguridad
y equilibrio personal está depositado en el medallón que siempre lleva. Por eso mismo
decidí que debía alejarse de él durante unas horas.
Lo más sorprendente de todo fue la reacción que se obtuvo durante el ataque de
ansiedad:
Rose es capaz de concentrar la Lumitamina y situarla en un lugar concreto. Esta vez el
cúmulo fue desplazado hacia el Solarium, lugar donde su subconsciente pensaba que
había perdido el medallón. Lo más desconcertante de todo fue que Rose hizo un
proceso muy similar al de los Sparkles: concentración, desplazamiento y,
materialización.
Según la resonancia que le efectuaron en 1982 encontraron una anomalía en el cortex
cerebral, la misma que descubrimos en cada uno de los Sparkles.
¿A caso el cortex cerebral humano posee radiación electromagnética?

-¿¡Qué significa esto!?-Se detuvo Rose en la lectura-Esta ficha no puede ser mía, hablan
de cosas que incluso desconocía.

Evangeline se situó tras ella y observó el folio que agarraba con las manos.

-Pero está escrito tu nombre, quizás son cosas que no recuerdas.


-¡No! Pero dios mío, aunque no entienda ni la mitad de lo que hay aquí escrito es
imposible que me hiciesen esa clase de pruebas. En serio Evangeline, esto es falso.

Sin insistir en ello, y a pesar de lo que Rose desmentía, decidieron descansar unos
minutos y leer lo que habían escrito sobre ellos. La mayoría apenas se dejaron
sorprender por lo que leyeron, a diferencia de Rose, la cual desconcertada mostraba una
mirada desorientada.
Pero la verdadera sorpresa llegó cuando Regina acabó su fichero y alzó la mirada al
frente.

-¡Dios mío!-Gritó saltando de la butaca.

Al instante el resto la miraron y poco después descubrieron la causa de su alteración. En


el sistema de vigilancia una de las pantallas mostraba lo que parecía ser un verdoso
invernadero, y rápidamente se percataron de que Javier también se encontraba en él,
rebuscando desesperadamente entre las plantas. Tan solo con esto ninguno de ellos
hubiese mostrado tal horror en sus rostros, si no fuese porque justo arriba otro monitor
con un enfoque distinto del mismo lugar dejaba a la vista aquel extraño ser que
caminaba sigilosamente hacia él.
Edward Kogem era ese tipo de persona que prefiere callar a hablar por hablar, según él
era mucho más inteligente razonar tus propias dudas e intentar resolverlas por uno
mismo antes que abrir la boca para pedir ayuda a los demás. Por eso mismo, aquella
madrugada, mientras se preparaba el desayuno en la tostadora, pensó de nuevo que todo
aquel trabajo por el que se desvivían día a día quizás nunca llegaría a ofrecerles
resultados. Aún y así decidió guardarse sus pensamientos, lo que ahora necesitaban era
mantener viva la llama de la esperanza y diciendo eso tan solo la apagaría.

-¡Por favor, mirad esto!

Al instante el profesor Kogem desvió su atención hacia uno de los compañeros que se
mantenían sentados frente a todos aquellos aparatos informatizados. Abandonó lo que
estaba haciendo y se situó junto a él, observando así aquella negra pantalla que contenía
cientos de caracteres numéricos.

-¿Interferencias electromagnéticas?-Preguntó.
-No, es la tercera vez en esta semana que la recibimos, y según la frecuencia está situada
a unos 1000 años luz. A esta distancia es imposible que se trate de una injerencia
terrestre.
-Entonces, eso quiere decir que…
-Eso significa que está confirmado, acabamos de recibir una señal extraterrestre.

Capítulo 19: Lo que todos vieron

Regina ferozmente señaló hacia una de las pantallas, su índice amenazante alertaba
sobre lo que la casa ocultaba en silencio: un ser casi humano, si no fuese por las
deformaciones que lo hacían diferenciarse de la especie. Cuando el resto de sus
compañeros recibieron la imagen de aquello en su cerebro el primer pensamiento fue
desmentir lo que estaban viendo. -¿Cómo algo así podía existir?- se preguntaron la
mayoría. Así pues lo más sencillo fue pensar que todo era un montaje y que tanto
Regina como Evangeline formaban parte de él.

-Los Sprakles ¿no?-Sonrió Samuel irónicamente mientras miraba al monitor.

Aunque gran parte del grupo ahora se encontraba distraído por lo que aquellas imágenes
mostraban tan solo uno de ellos no prestaba la suficiente atención a lo que estaba
sucediendo. Amedeo con el rostro palidecido leía atentamente uno de los documentos
sicológicos que habían encontrado, concretamente el de su novio Dante. A medida que
los párrafos pasaban su expresión degeneraba hasta el punto en el que incluso dejó de
parpadear.

-Es totalmente cierto ¿de qué nos sirve mentir sobre esto?-Respondió Evangeline
defendiéndose de la desconfianza de Samuel-Es mucho más serio de lo que piensas
¡Tenemos que ir a buscarle antes de que sea demasiado tarde!

Extrañamente desde que aquello ocurrió…sí, es doloroso recordarlo pero desde que le
asesinó su presencia en la casa se situó en un segundo plano sin importancia. Quizás era
eso, Dante callaba para hacer olvidar lo que sucedió, esperando que el recuerdo algún
día desapareciese, que nadie nunca jamás recordase lo que cometió, y deseando que
aquellas cámaras del Solárium no lo hubiesen grabado. Por suerte si algo bien sabía
hacer Dante era reprimir sus preocupaciones, secretos, y ocultos planes, para así hacer
más verdadero aquel deseo. Lamentablemente cuando apartó la vista, se giró hacia su
novio y pudo ver cómo le miraba supo enseguida que todos sus secretos habían sido
desvelados.

-¡Por favor! ¿¡Es que ya nadie recuerda que Naiara realmente fue asesinada!?-Gritó
Regina cortando la discusión al instante-¡Maldita sea! ¿Qué más necesitáis para creer de
una vez?
-No te pongas así, cuanto más gritas peor se te entiende-Respondió Rose-Comprende
que es de locos todo lo que está sucediendo, y si realmente fuese cierto tampoco tendría
ganas de ir a salvarle la vida.
-¿Y eso por qué?
-Porque no pienso ayudar a un maldito hijo de puta que sin más acabó con la vida de la
persona que más le quería.

Regina por un momento se cayó y pensó que aquella respuesta era de lo más acertada,
pero una vez analizó la situación contraatacó con un mejor argumento.

-Tú mismo dijiste que teníamos que permanecer unidos-Se dirigió a Samuel-que entre
todos encontraríamos el modo de salir de aquí, pero si empezamos a desconfiar unos de
otros no podremos hacer nada. Estas fueron tus palabras ¿Por qué ahora te contradices?

El silencio durante unos segundos invadió el lugar, pero una vez la pareja francesa dejó
a un lado los desdenes internos Samuel recapacitó y le dio la razón.
Así fue como decidieron ponerse en marcha hacia el invernadero, pero por lo que vieron
esta vez deberían ir con más cautela, si no querían quedarse en un triste intento.
El grupo fue dividido en dos partes, una de ellas gracias al sistema de vigilancia se
encargarían de indicarles por donde debían dirigirse, no fuese caso que se encontrasen
con más sorpresas. El resto lógicamente irían hacia el lugar donde Javier se encontraba.

***

Cuando la puerta a la habitación se cerró Regina y la pareja de chicos se dispusieron a


configurar el sistema informático. Desgraciadamente cuando intentaron dirigir una de
las cámaras del pasillo hacia los que habían salido activaron los altavoces y pusieron en
reproducción otra melodía clásica más.

-¡Mierda!-Exclamó Regina-¿Se puede saber cómo narices va esto?

Los grupos fueron divididos de la siguiente forma: lo primordial para los que se
moverían en dirección al peligro era disponer de algún médico, y Rose era la más
indicada para ello. Sin embargo ella no lo haría sin su marido al lado, fue entonces
cuando Samuel también se unió al grupo. Por otro lado Regina como siempre se ofreció
voluntaria para los peor, pero Ruy la obligó a quedarse en la sala de vigilancia
utilizando la excusa de que su fractura en el tobillo aún no estaba del todo curada. A su
vez la pareja de gays no se ofreció voluntaria, así quedándose sentados en el mismo
lugar en el que estaban. Y finalmente Evangeline también iría con Ruy, Samuel y rose,
ya que era la que más se orientaba en la casa.

-Creo que va por categorías-Dijo Dante inseguro.


-¿Por categorías?
-Sí, mira, déjame sentar un momento.
Regina le ofreció su asiento y le observó detenidamente. Dante primeramente presionó
una tecla llamada “Site”, después tecleó unos números y consecuentemente el primer
monitor mostró la imagen del pasillo que tenían justo al lado.

-Mira ¿lo ves? Primero has de escoger la situación de la casa, si te fijaste en lo que dijo
Samuel según el mapa este sitio está dividido en cuatro zonas. La tecla Sit sirve para
eso, luego hay que hacer clic en un número del 1 al 4 y finalmente hay que teclear el
número de cámara. Por pura casualidad la primera que me ha salido ha sido la que
buscábamos, y supongo que con esto…-

Seguidamente Dante situó su mano sobre una palanca rotativa junto al teclado, la cual
empujó hacia delante logrando así hacer zoom en la cámara.

-Perfecto, joder, que manitas estás hecho. Menudo partido eeeh-Dijo ella sonriente
mientras daba un sutil codazo de afecto a Amedeo.
-Sí, desde luego que no deja de sorprenderme-Respondió sarcásticamente.

A pesar de haberlo dicho sin mala intención ambos no parecían estar de muy buen
humor, así pues lo mejor sería no intentar hacer bromas al respecto.

***

De pronto todo retumbó, los distintos instrumentos se deslizaron sobre ellos,


acariciando las paredes, y dejando tras de sí una gélida melodía de invierno.

-¿Se puede saber que están haciendo?-Preguntó Rose esperando junto a los demás en el
pasillo.
-Por lo visto escuchando Vivaldi-Respondió Ruy.
-Deberíamos entrar y ayudarlos ¿no creéis?

Pero antes de que alguno de ellos hiciera un amago por volver a la habitación la cámara
situada sobre sus cabezas empezó a moverse hacia ambos lados hasta localizarlos. Tras
unos segundos los altavoces se encendieron y la voz de Regina golpeó sus tímpanos
exageradamente.

“-¿Hola? ¿Hola? Uno, dos, tres ¿Hola? ¿Me escucháis?-“

Al instante Ruy gesticuló con las manos pidiéndole que no gritase tanto.

“-Vale sí, me oís perfectamente ¿verdad?

Todos asintieron.

“-Mierda, no sé que he tocado Dante, creo que acabo de romperlo todo”


“-Sí que funciona, te lo están diciendo por pantalla, ¿no lo ves?”
“-¡Anda! es verdad, la pantalla, parezco estúpida.”

Ruy suspiró irónicamente.

“-Vale bien, os estoy viendo, ¿me escucháis?”


-¡Que sí!-Exclamó Samuel- a este paso no nos iremos nunca.

“-¡Ostia! Si puedo oírles. ¿Cómo puede ser? Pero si no llevan micrófonos.”


“-Supongo, que deben estar ocultos-”

Rose se cruzó de brazos impaciente de alguna indicación para avanzar. Por el bien de su
carácter la espera no duró demasiado y la voz de Regina les señaló por donde deberían
caminar.
Fue así como los cuatro valientes abrieron y cerraron puertas tras de sí con el objetivo
común de llegar a aquel invernadero habitado. Evangeline próxima a Samuel le relataba
lo que había estado viviendo durante todo aquel tiempo; desde que sus rodillas se
dañaron en aquel accidente en moto hasta su aparición en la casa. Todo parecían ser
incoherencias sin lógica alguna, cabos sueltos imposibles de enlazar, historias
contradictorias que no parecían conectar. Así era como lo veía Rose, desde que entraron
el surrealismo invadió sus vidas; todo había comenzado con un inocente y estúpido
concurso de convivencia que tan solo les sería beneficioso para su economía, pero desde
que Edurne abandonó la casa de tan siniestra manera nada volvió a ser igual de simple.

“-Parece no haber nadie, cuando crucéis esa puerta encontraréis otro corredor que os
llevará al sector norte de la casa-”

Pero lo que más la incomodaba no era el hecho de que se encontrasen encerrados en un


lugar desconocido, la angustia que sentía era a causa del aislamiento, una sensación que
les hacía quitarse la máscara, revivir su pasado, y en ocasiones incluso enfrentarse a él.

-¿Os habéis fijado en esto?-Dijo Samuel deteniéndose sobre la moqueta azul que
decoraba el pasillo y señalando algo que estaba anclado en la pared-parece un especie
de termómetro.

El resto se aproximaron y observaron también la etiqueta rojiza que estaba situada bajo
el indicador.

-¿Lumitamina? ¿De que me suena eso?-Preguntó Ruy.


-Estos medidores están por toda la casa, yo diría que cada una de las habitaciones
tienen instalado uno de estos-Indicó Evangeline.
-Pero… ¿para qué deben servir?

Sí, Rose temía enfrentarse a su pasado, pero aún sin recordarlo demasiado, cuando
descubrió que aquella palabra era la misma que leyó en su análisis sicológico supo de
inmediato que tarde o temprano acabaría por enfrentarse a él.

***

La enredadera ascendía dibujando un recorrido en espiral, enroscando el tronco como


una serpiente, y finalizando sus puntas sobre un cristal húmedo.

-¿A caso no lo escuchas? Es tu espíritu el que grita sin cesar, repite una y otra vez la
palabra venganza, pero(… )¿realmente deseas hacerlo?-

Las hojas se agitaron violentamente cuando la puerta del invernadero se abrió sin avisar,
creando así una fuerte corriente. Cuando los concursantes entraron en él recibieron un
golpe de calor que les hizo retroceder unos pasos, el ambiente de aquel lugar estaba tan
cargado que era casi imposible respirar, a su vez cientos de vegetales se enroscaban en
una orgía de color verde.
Samuel avanzó unos pasos mientras Evangeline lo hacía a su lado, Rose cubierta tras
ellos observaba aquella selva que les rodeaba, y Ruy anonadado por el lugar miraba
hacia la inmensa cúpula cristalizada. Mientras con preocupación lo hacían, sin olvidar el
peligro que residía, finalmente decidieron detenerse y esperar a que Regina les indicase
donde ir.

-¿Y bien?-Preguntó Evangeline cuando encontró una cámara a la cual dirigirse-¿Ahora


que tenemos que hacer?

“-Lo siento chicos pero es muy difícil”-Respondió en un suspiro-“-Las plantas han


crecido tanto que tapan muchas de las cámaras que están instaladas, y me es imposible
ver el resto-“

-Cojonudo-Siguió Samuel-¿Ahora que se supone que hay que hacer? ¿Arriesgarnos a


ser fulminados por el Sparkle o por Javier?.

“-Pues entonces quizás deberíais regresar.-”

-¡Pero qué leches dices!-Saltó Rose de nuevo-puede que tú quieras quedarte aquí, pero
yo pienso salir de este concurso con mi marido.
-Parad de una vez-Interrumpió Ruy seriamente-¿Vosotros dos realmente que queréis
hacer? Desde que hemos salido esta mañana no habéis parado de contradeciros en lo
que vosotros mismos habéis planeado, Regina no tiene culpa de que estéis en
desacuerdo.

Rose dejó escapar una sonrisa de ironía y respondió diciendo:

-Mira Ruy ¿sabes lo que quiero? Perderos de vista de una vez por todas.
-¿A caso crees que yo no? Lo que pasa es que tengo un mínimo de consideración por los
demás.

Tras esa frase las facciones de Samuel se endurecieron en un deseo por llegar a las
manos de una vez por todas, pero mientras su cerebro lo imaginaba el sonido de un leve
gemido llegó a sus oídos interrumpiendo así aquel pensamiento.

-¡Escuchad!-Exclamó haciendo un gesto con el índice para que callasen.


-¿Eh? ¿El que?-Pregunto Evangeline sosteniendo el mapa de la casa en sus manos.
-¿Lo habéis oído?-Insistió.

Ante las desafortunadas respuestas de sus compañeros, la espera por el entendimiento


dio paso a un segundo gemido. De repente, y antes de que ninguno de ellos reaccionase,
Samuel se introdujo entre la colosal maleza y desapareció en ella. Sus compañeros poco
después le siguieron, extrañados por su reacción finalmente giraron un fuste y
observaron la causa de su alteración.

-¡¡Dios mío!!-Gritó Rose llevándose las manos a la cara.


“-¡Chicos! ¿Qué ha sido ese grito? ¿Qué sucede?-“

Filtrándose por el verdoso césped el líquido rojizo lo ensuciaba todo, sobre él un cuerpo
casi sin vida temblaba ante el terrible dolor que sentía. El cuerpo de Javier yacía en el
suelo boca arriba semimuerto, pero no de una forma muy usual, como si de arenas
movedizas se tratara medio esqueleto tan solo se mostraba, su abdomen y piernas
habían sido incrustadas bajo tierra.

-¿¡Cómo es posible!?-Exclamó Samuel cayendo de rodillas junto a él.

Ruy totalmente impactado por aquella imagen no podía asimilar lo que estaba viendo:
Javier había sido tragado por un suelo sólido, y lo más desconcertante de todo era que
su figura se veía perfectamente encajada en él. Ningún removimiento de tierra, nada en
absoluto, aquel medio cuerpo se desangraba por la cintura como si hubiese sido
aplastado.

-E-ella…-Balbuceó en voz baja con los brazos estirados tocando el suelo.

Samuel se acercó a él y le agarró por la espalda

-¿Qué? ¿Quién es “ella”?


-E… ¡Ella!-Gimoteó abriendo exageradamente los ojos al intentar decirle algo.
-¡No te entiendo! ¿¡De que me hablas!?

Lamentablemente el sobreesfuerzo por hacerse entender llegó a su fin y la cabeza de


Javier se dejó caer repentinamente hacia atrás. Para ser sinceros la ansiedad que ahora
todos sentían no era a causa de su pérdida sino más bien por el hecho de no saber lo que
estaba sucediendo, pero aquella sensación no perduró demasiado cuando descubrieron
que pocos pasos a lo lejos un cubo y dos llaves estaban tiradas en el suelo.

***

El clicar del teclado sonaba sin cesar, una mano nerviosa agarraba aquel especie de
joystick, y moviendo la cámara de lado a lado intentaba localizarlos.

-¡Eh, Chicos! ¿Me escucháis? ¿Qué ha sido ese grito?-Preguntó de nuevo angustiada al
no recibir contestación.

Lo intentó, usando las teclas numérica buscó alguna otra cámara dentro del invernadero
con la esperanza de poder encontrarles, pero el resultado fue el mismo.

-¡Por favor! ¿¡Alguien me puede decir que está sucediendo!?


“-Cariño, hemos encontrado a Javier-“-dijo la voz de Ruy un tanto distorsionada.

Regina suspiró dejándose caer contra el respaldo del asiento y dio las gracias por
escuchar aquella voz de nuevo.

“-Está muerto-“

Al instante se incorporó, agarró el micro y acercó sus labios a él.

-¿Muerto? ¿Qué ha pasado?


“-Pues… la verdad es que no tengo ni idea-“
-¿Qué? Pero… ¿cómo ha muerto?
“-Desangrado, creo.-“
-Bueno, mejor me lo explicas luego, pero tenéis que volver a donde podía veros, no
estáis seguros por ahí dentro.

Sin perder tiempo, ya que era algo muy valioso en aquella etapa en la casa, Regina
tecleó la cámara a la cual debía conectarse para poder enfocarlos de nuevo, pero
desgraciadamente un erróneo movimiento de dedos mostró por pantalla otra que no
tocaba. Así pues, volvió a intentarlo, pero de repente detuvo su índice en el aire al
percatarse de algo que por pantalla le llamó la atención.

-Dios mío, eso es…-

El monitor mostraba la cámara número 8, la cual no se veía correctamente a causa de


todas aquellas plantas que ante el abandono habían crecido desmesuradamente, pero lo
que no se había fijado era que en aquella imagen había algo más, algo mucho más
pequeño pero no por ello menos significativo, para ser sinceros aquel objeto tendría el
poder de hacerles libres.

-¡Eso es…!

El destello de una llave plateada colgaba solitaria de una de las ramas.

***

Cuando la noticia llegó a los oídos de todos una luz de esperanza pareció iluminarles,
junto a las que llevó Javier consigo ahora reunirían tres llaves, tan solo les faltarían
otras tres para abrir aquel cubo metálico y salir del concurso. Así fue como
momentáneamente abatieron aquel desánimo que llevaban sufriendo, así fue como
rápidamente todos se introdujeron en el bosque, y así sería como finalmente
encontrarían la llave perdida. Pero desgraciadamente nada sería tan fácil como
desearían.

Ruy saltó uno y varios setos, con los brazos apartó la maleza que le impedía avanzar, y
siguiendo al resto logró atravesar el invernadero. Concretamente aquello ocurrió cuando
ya habían localizado la cámara 8, inconscientes de todo peligro se dirigieron hacia ella
con rapidez, apartaron un cortina de enredaderas, y al girar… se toparon con ella.

-¿¡Que narices!?

Si una vez fuera del concurso alguien recordase la gente con la que convivió sin
ninguna duda la primera persona que le vendría en mente sería la más carismática de
todas, una persona con un carácter fuerte, demasiado quizás, pero con una personalidad
que había dejado huella en la casa. Por eso mismo cuando todos vieron a Naiara de pie
entre los arbustos pensaron por un instante que su presencia en la casa jamás había
desaparecido.
Capítulo 20: El deseo vence al miedo

Muchas personas huyen por miedo a enfrentarse a sus problemas, creen que como las
palabras también se los llevará el viento, pero se equivocan. La vida-al igual que un
concurso- una y otra vez intenta ponernos a prueba, no por malicia sino para ofrecer
más oportunidades a aquellos que si deseen enfrentarse a sus problemas.

-¿¡Por qué no me lo explicaste!?-Gritó Amedeo gesticulando bruscamente con las


manos-¡Dime! ¿¡Cuantos años llevamos juntos!?

Cuando empezó la discusión Regina había acabado de hablar con los del invernadero, se
levantó del asiento al sentir la necesidad de ir al baño, y de pronto se sorprendió al ver
que peleaban. Tal era su tensión por lo que pudiese pasar con los demás que ni se había
percatado de lo que en la misma sala ocurría.

-Tenía miedo, no quería perderte-Respondió Dante frunciendo el ceño.


-¿Perderme? Creo que no eres sincero conmigo.
-¿Qué? ¡joder! ¿Qué quieres que te diga entonces?
-¡La verdad!-Gritó.

Regina ante la incomodidad de la situación se agarró de las manos y acarició con el


pulgar sus nudillos. No sabía si intervenir para solucionarlo o ir al baño y evadirse del
problema, pero lamentablemente aquella sala era muy estrecha para los tres y de algún
modo acabaría metida en el problema.

-¿¡Y cuál es tu verdad!?


-¡Que conocías al tío ese que me golpeó, que estuviste ingresado durante años en un
sanatorio después de conocerle, y que a pesar de lo que te hizo sigues enamorado! ¡Por
eso lo mataste, no por vengarte, sino por acabar con ese sentimiento de una vez por
todas!

Fue entonces cuando Dante se quedó sin habla, al igual que Regina esperó con
impaciencia a que aquella discusión acabara, no quería recordarlo, ni tan solo
escucharlo, tan solo necesitaba huir de ello.

-¿Qué? ¿Te parece suficiente verdad ahora?

***

Mientras las piernas de todos corrían sobre la tierra, esquivando los obstáculos, y
derrapando en el fango, en el otro lado del invernadero un solitario termómetro
mostraba una franja rojiza, la cual-como si de un aumento de temperatura se tratara-
empezó a ascender por su conducto. A la vez que esto ocurría todos se detuvieron en el
camino, y desconcertados percibieron que una chica les vigilaba en silencio.

-¡Naiara!

Tras unos matorrales su silueta se recortaba tétricamente entre la oscuridad, tan solo era
su rostro el que se mostraba con claridad. Un rayo de luz que se filtraba entre los
árboles lo provocaba.
-¡Dios mío, está viva! ¿Cómo puede ser que…?.

Antes de que pudiese acabar la frase Naiara ya había dado media vuelta y se introducía
en la arboleda para así desaparecer de nuevo. Samuel harto de tanto misterio quiso
poner fin al desconcierto y sin pensarlo corrió tras ella. Siguió sus pasos a pocos metros,
imitó sus movimientos sobre el terreno, pero cuando ya estaba a punto de alcanzarla
algo se interpuso en su camino. Cuando su cerebro asimiló lo que estaba viendo
enseguida asumió el error que acababa de cometer. Ahora Samuel se encontraba en
medio de aquella espesa jungla, desprotegido completamente y sin nadie que pudiese
ayudarlo. Por eso mismo cuando aquel horrendo ser llamado Sparkle apareció no tuvo
más remedio que regresar por donde había venido.

-¡¡Corred!! ¡¡Corred!!-Gritó en alto antes de volver al lugar donde todos sus


compañeros le esperaban.

Una vez apartó los últimos matorrales pudo alertarles en persona, y así decirles sin
apenas aliento que un monstruo se acercaba. Para su desgracia Evangeline en aquel
instante se encontraba sobre un árbol, agarrada de una quebradiza rama, con la intención
de alcanzar la llave que colgaba al final de esta.

-¡¡Dios mío, baja de ahí!!


-¡No puedo darme más prisa!-Respondió exaltada, mientras alzaba su brazo hacia la
llave oscilante.
-¡Pues déjala, ya volveremos más tarde!
-¡No! ¡Ya estoy apunto!

A medida que su cuerpo se arrastraba dificultosamente sobre la rama otro sonido


proveniente del frondoso invernadero parecía aproximarse con mayor rapidez. Rose
atemorizada miró hacia la alameda que les rodeaba y no pudo evitar que un escalofrío
hiciese temblar sus piernas.

“-¿¡Se puede saber que está ocurriendo ahí dentro!?-“Preguntó Regina desde el
sistema de control de la casa mientras exasperada buscaba alguna cámara que les
enfocase.

Sucedió en aquel inoportuno momento, después de que su voz sonara por toda la sala.
Evangeline estaba a punto de agarrar su objetivo, tan solo le faltarían unos pocos
centímetros, cuando de pronto todas las luces parpadearon y un terremoto lo hizo
temblar todo.

***

Al poco tiempo de entrar al concurso sucedió lo mismo, concretamente dos días después
a que Edurne abandonase la casa de tan misteriosa forma. Todo tembló y las luces se
apagaron, fue como si un desastre natural lo hubiese destrozado todo. Siete semanas
después las cosas cambiaron considerablemente, sin embargo algo había perdurado y
aquel desastre regresó de nuevo.
En el instante en que sintieron vibrar el suelo, asustados imaginaron que aquella espesa
amazonia se les vendría encima, sin embargo la primera reacción de Samuel ante el
incidente fue situarse bajo la rama donde Evangeline se balanceaba peligrosamente.
Gracias a eso cuando la madera se quebró y ella cayó de cabeza hacia el suelo el cuerpo
de Samuel amortiguó la violenta caída. Lamentablemente él no tuvo la misma suerte y
su espalda sufrió las consecuencias del impacto. Ayudándose mutuamente se pusieron
en pie y avanzaron por la puerta que habían venido. Las piernas de Evangeline, a pesar
de estar cicatrizadas a causa del accidente de moto por el que fue hospitalizada, eran lo
suficientemente resistentes como para correr entre la oscuridad llevando consigo el peso
de su salvador. Rose se situó bajo el otro brazo de su marido y también le ayudó a
escapar de aquel siniestro invernadero. Por suerte el hecho de que las cámaras
poseyeran un rojizo led les sirvió como punto de referencia para abandonar el lugar.
Lamentablemente la oscuridad lo impidió, ya que mientras salían por la puerta de
entrada ninguno de ellos pudo ver que el medidor de Lumitamina se encontraba
sorprendentemente en su máxima “temperatura”.

Como en anteriores ocasiones el sonido de una inmensa caldera insonorizó los pasos de
todos ellos en sus intentos por regresar junto a los demás. Era un ruido desagradable,
profundo, demasiado quizás, se introducía con angustia en sus mentes. Retumbaba
metálicamente, rechinaba como un hierro ardiente arrastrado por una superficie de metal
¿Lo más inquietante quizás? Que aquel insoportable sonido provenía del subsuelo, o
según Rose- del mismísimo infierno-

***

Tras un largo camino finalmente lograron llegar a la sala donde Regina preocupada les
esperaba. Al instante en que deslumbró a Ruy entre la oscuridad se tiró a sus brazos sin
pensarlo, reconfortados se abrazaron y lógicamente se besaron. Por su parte, Evangeline
acompañó a Samuel al baño, donde guardaban los medicamentos apropiados para
disminuir aquel dolor que ahora invadía su espalda. Mientras tanto Rose-un tanto
abatida por el cansancio- se dejó caer en una de las sillas que estaban situadas frente al
sistema de vigilancia. A su vez, Amedeo con móvil en mano, alumbraba al mapa situado
en una de las paredes de la sala mientras pensaba cual sería el siguiente lugar al cual se
dirigirían.

-Rose una pregunta-Dijo Regina de pie junto a Ruy.

Su silueta respondió girándose. A causa de la oscuridad no pudo ver su cara pero muy
seguramente preferiría que no le dirigiese la palabra.

-¿Pudisteis conseguir la llave?-Preguntó.

Rose se cruzó de brazos y dejó escapar un leve suspiro.

-Milagrosamente sí, Evangeline logró cogerla antes de caer del árbol.


-Menos mal, pero entonces… ¿quién se quedará con ella?-Siguió preguntando.
-Es de todos, nadie se la va a quedar-Respondió Rose apartando la vista y girándose de
nuevo- cuando las recopilemos todas ya buscaremos una solución.

Un violento destello dorado contrajo sus pupilas y mientras aún se reponían el sistema
informático se inició de nuevo. La luz había regresado a la casa y aquel sonido infernal
desapareció casi al instante. Rose pudo apreciar esperanzada como las pantallas se
iniciaban en cadena, mostrando así las distintas localizaciones de la casa. En cuestión de
centésimas siguió su trayecto con la mirada, monitor tras monitor, imagen tras imagen,
hasta finalmente detenerse en algo que le llamó la atención

<<Si quieres volver a respirar tan solo debes mirar hacia la oscura corchea que indica
el Do menor en tu pasado, esa es la única solución a tu sordera>>

Desde que entraron a concursar tan solo una vez se sintió lo suficiente mal como para
perder el control de su mente, en aquella ocasión la desaparición de algo tan querido
como su medallón le provocó una angustia de tal magnitud que estuvo a punto de perder
la vida. A raíz de aquello meditó sobre lo ocurrido y descubrió que su espíritu en la casa
era mucho más frágil de lo que pensaba, que cualquier incidente que la relacionara
podría llegar a destrozarla. Con este concepto en mente ahora observaba aquella
pantalla que aún parpadeaba, en su interior una terrible imagen comenzó a aparecer, no
tardó demasiado en hacerlo, la nitidez reveló a su querido esposo Samuel besando los
labios de otra mujer.

Fue entonces cuando su mirada se apagó, cuando su respiración se paralizo, y cuando


un terrible sentimiento del pasado resurgió invadiendo su interior.

Esta vez… las cosas serían muy diferentes.


Dorado era su pelo, en tirabuzones se dejaba caer, y oscilando miraba al suelo. Pero
ahora su cabeza estaba al descubierto, pelada como un huevo, y sin nada que la
protegiera. En ese estado fue estirada sobre la camilla, y con aquel horrible aspecto
decidieron hacerle pruebas. Sus padres desde el otro lado del cristal la observaban,
movían la mano para tranquilizarla, pero aquel gesto no servía de nada, estaba
angustiada, asustada y con un aparato metálico presionando su cráneo.

-Ella es especial-Dijo la madre de la pequeña Rose- pero es doloroso que pase por esto.
-Lo sé cariño-Le susurró al oído -por eso mismo debemos ayudarla.

Capítulo 21: Roses are Red

“Ha ocurrido de nuevo, alguien ha dejado rosas en la tumba de mi marido. Intento


evitar esos pensamientos, aquellas sospechas que se manifestaron durante nuestro
matrimonio; llamadas perdidas y tarjetas escondidas. Si bien jamás llegué a
planteármelo, ahora sí lo hago, una segunda mujer se esconde tras todo esto.”

Ninguno de los concursantes jamás hubiese pensado que aquella casa a la que entraron
ocultara tales secretos que aún les era imposible comprender. La muerte de la
concursante Naiara fue el suceso que les mostró la seriedad a la que se estaban
enfrentado. Todo menos un concurso-pensaron la mayoría-¿Por qué habían sido
engañados? ¿Qué escabroso objetivo se escondía tras todo ello?

-Quítate la camiseta-

Evangeline situada en el baño se agachó junto a Samuel y con la yema de sus dedos le
esparció una crema antiinflamatoria por la espalda. A medida que lo hacía separaba sus
dedos acariciando cada uno de los doloridos músculos, moviendo sus manos con
suavidad y ascendiendo desde su cintura hasta sus fornidos hombros.

-Evangeline, gracias por ayudarme-

Sutilmente sus delicadas manos-ya sin apenas crema- ascendieron de nuevo con mayor
fricción, pero esta vez se desplazaron rodeando su cuerpo, acariciando su torso y
masajeando bajo sus pectorales de una forma un tanto atrevida.

-Para mí es un placer poder ayudarte-

Cuando las palabras comenzaron a sobrar Samuel orientado por su tacto entre la
oscuridad logró girarse y tan solo hacerlo Evangeline se abalanzó ferozmente hacia sus
labios. El secreto jamás no hubiese sido desvelado si no fuese porque tras unos
segundos de pasión la luz regresó y la cámara allí situada grabó todo lo que estaba
ocurriendo en aquella habitación. Al percatarse de ello Samuel tuvo que apartarse
violentamente ya que Evangeline parecía no importarle que los descubrieran.

-Mierda ¿crees que nos habrán visto?-Preguntó mirándola.

Lamentablemente la mala suerte parecía estar de su parte y tan solo decir esta frase la
puerta del baño se abrió mostrando tras de sí la silueta de su esposa.
-Rose ¿Qué haces aquí?-Preguntó esperanzado de que se hubiese acercado por alguna
otra razón.

Sin embargo su mujer se estuvo unos segundos antes de contestar, sus ojos en una
expresión de angustia le observaron sin parpadear, quizás esperando a que él se
excusase.

-¿Có-cómo has podido hacerme esto? -Dijo seriamente.


-Lo has visto. Por favor déjame explicarte, yo…-

Antes de que pudiese inventarse una excusa creible Rose ya había salido de su campo
de visión, había atravesado el pasillo, y sin pensarlo se dirigía hacia el sector Sur de la
casa, donde habían estado concursando desde que entraron. Samuel un tanto turbado
finalmente reaccionó y siguió los pasos de su mujer.

***

La puerta hacia la sala de control estaba entornada, en su interior se encontraban


Regina, Amedeo y Dante, los cuales miraban con atención el monitor que relataba el
incómodo suceso. Por eso mismo cuando Rose cruzó corriendo el pasillo pudieron
escuchar sus sollozos alejarse, segundos después otros pasos un tanto más bruscos
parecían ir tras ella intentando alcanzarla. Regina inquieta preguntó a sus dos
compañeros si debían inmiscuirse en el asunto y estos mismos respondieron negando
con la cabeza. Para la sorpresa de todos Evangeline un tanto cabizbaja regresó junto a
ellos, y como si nada hubiese ocurrido cogió asiento frente al sistema informático.

-Bueno, ya tenemos tres llaves-Dijo ella- ¿Tenéis pensado donde buscaremos ahora?
-¿Se puede saber que has hecho?-Preguntó Regina disgustada-Maldita sea, tenía mujer.

Evangeline apoyó una mano sobre la mesa y se giró hacia ella con una expresión de
repugnancia.

-Le estaba poniendo crema para aliviar la lesión de su espalda cuando se me tiró
encima, no tuve ni tiempo de reaccionar.

Regina arqueó su ceja izquierda sin estar aún totalmente convencida de ello.

-Por favor ¿le has visto? Podría ser mi padre-Respondió sarcásticamente y poniendo
punto final a la conversación.

***

La cámara de seguridad tenía un rojizo led que parpadeaba incesantemente, su enfoque


era automático y su objetivo emitía un sutil sonido mecánico cuando alguien era
grabado. A causa de ello cuando Samuel siguió los pasos de su mujer aquella incansable
cámara percibió al instante que su rostro no era el de un hombre arrepentido.

La puerta de acceso hacia el sector principal de la casa se abrió y una cotidiana imagen
se mostró frente los ojos de Samuel. Aquel fue el lugar donde habían estado viviendo
desde que entraron, y a causa de ello se sentía un tanto más cómodo. Pero lo que
Samuel desconocía es que algo en aquel lugar había cambiado, un ambiente muy
distinto envolvía aquellas habitaciones, un hedor a muerte impregnaba todas las
paredes.

-¿¡Que demonios!?-Exclamó asustado.

Frente a él una atroz imagen se mostraba alertando todos sus sentidos y encogiendo con
angustia su corazón. Si bien entonces todo estaba perfectamente impoluto ahora decenas
de manchas de sangre ensuciaban las paredes de aquel estrecho pasillo, siluetas rojizas
de manos impregnaban todo a su alrededor. El aspecto delirante se manifestaba hasta
finalizar en una de las habitaciones, concretamente desaparecían justo antes de su
dormitorio. Acompañado por el impetuoso pálpito de su corazón se dirigió con lentitud
hacia aquellas sobrecogedoras huellas que se desvanecían en el marco de la puerta.
Estaba claro, si las sangre no continuaba significaba que la persona responsable se
encontraba en el interior de aquella habitación. El gran pánico que sentía fue alentado
por su gran coraje, así logrando girar el pomo. Cuando lo hizo la puerta empezó a
deslizarse sobre el suelo, mostrando la moqueta de aquel dormitorio y dejando al
descubierto una estrecha franja de visión. Cuando esta misma se ensanchó logró ver
gran parte del dormitorio, concretamente detuvo el trayecto de la puerta al ver a su
mujer sentada sobre una de las camas.

-¡Rose! ¿¡De quién es esa sangre!?-Exclamó entrando en la habitación.

Sin embargo su cabello rubio y ondulado no dejó al descubierto aquel angelical rostro
que la caracterizaba, simplemente siguió como estaba, solitaria y cabizbaja observando
aquel medallón que tanto quería.

-Dios mío… dime que esa sangre no es tuya.


-No, no lo es-Respondió sin aún moverse.
-¿Entonces? ¿De quién es?

Rose soltó el medallón y este mismo descendió dando giros en el aire hasta que la
cadena se tensó deteniendo su recorrido. Seguidamente alzó la cabeza, y conservando
aquella escalofriante actitud dijo:

-Jamás pensé que me engañarías, que estúpida fui. A ti no te importó que yo estuviese
casada, faltaste el respeto a mi marido intentando robarle a su mujer, no es de extrañar
que ahora intentes hacer lo mismo conmigo.-

Tras decir esto el silencio se apoderó de la habitación. Samuel en un principio se sintió


avergonzado, quizás humillado, pero había algo a lo que se aferraba, algo que lo haría
convertirse en un auténtico mezquino.

-¿Y tú?-Preguntó sarcásticamente- Le engañaste, ni siquiera esperaste a divorciarte,


incluso me besaste bajo el mismo techo que él. En aquel entonces yo no tenía pareja y
era un hombre totalmente libre. Entonces dime ¿realmente quien le faltó al respeto?
-¿¡Como puedes decir algo así!?-Se giró mostrando sus ojos irritados por las lágrimas-
Sabes perfectamente que yo no era feliz, que ya no le quería. Tú me mostraste en
bandeja la vida que tanto deseaba, por eso me enamoré de ti, y por eso todo este tiempo
he estado callando nuestro secreto.
-¿Nuestro secreto?-Preguntó Samuel al no saber a qué se refería
-Por mucho que lo ocultes se perfectamente que tiraste a mi ex marido por aquel
precipicio, y porque te amaba jamás testifiqué contra ti.

***

La yema de sus dedos tocaban el cristal, dibujando su carnosa silueta en ellos y


acariciando la imagen de la atemorizada Rose, que se encontraba al otro lado. La
madre de la pequeña estaba preocupada, inquieta por lo que pudiese pasar, realmente
sufría por ella. Pero aquel era su único camino, la solución a lo que sucedía debía
hallarse científicamente, debían curarla antes de que ella misma se lastimara.

-Hola Rose-Dijo la voz de un vetusto doctor comunicándose a través de un micrófono.

Al instante la pequeña se inquietó. Intentó deshacerse de aquellas correas que la


amarraban, incluso se tambaleó de lado a lado con la intención de arrojar la camilla al
suelo.

-Será mucho más fácil si intentas no moverte, piensa que cuanto antes lo hagamos
antes podrás volver a casa.

Su madre se cruzó de brazos y se llevó la mano a la cara intentando atenuar la agonía


que sentía.
Aquella máquina que presionaba su cabeza le impedía la movilidad de la misma, pero a
pesar de eso pudo ver perfectamente como otro doctor se acercaba a ella con una
jeringuilla en su mano derecha. En el momento en que aproximó la puntiaguda
amenaza a su cuello su corazón se exaltó perdiendo así el control de sus nervios. Gritó
y curvó su espalda de una forma antinatural mientras aquel líquido se repartía por
todas sus venas. Cuando las manifestaciones comenzaron a surgir el anciano doctor
señaló en un monitor la parte del cerebro que en aquel momento estaba reaccionando.

-Como podéis ver la zona iluminada corresponde gran parte a la del córtex cerebral, es
ahí donde se emiten las señales electromagnéticas, y es esa la causa de lo que estáis
presenciando.

La madre de la pequeña apartó la mirada del monitor y alzó su cabeza hacia el cristal,
observando con inquietud como cientos de garabatos se recreaban escalofriantemente
en las paredes de la sala.

-¿Cómo es posible?-

***

Los zapatos azulados de Rose ahora ya no estaban manchados. Recordó el día en el que
conoció a su actual esposo Samuel, el cual elogió el buen gusto por su calzado. En aquel
entonces estaba enjaulada, arrastraba un ancla familiar que no la dejaba huir de aquella
vida que no deseaba y soñaba en secreto que sus deseos algún día se concederían.

-Te equivocas-Respondió él tajantemente.


Rose le miró con sorpresa esperando así un posible argumento.

-Lo hiciste tú-

Ante estas palabras los ojos de su esposa recibieron las duras imágenes de aquel
recuerdo, aquella mañana en la que todo sucedió, aquel día en el que apreció el
destrozado cuerpo de su marido en el fondo de un precipicio.

-¿Qué estás diciendo?-Preguntó con voz trémula.


-Lo que escuchas. Si bien muchas veces me lo has preguntado ninguna de ellas he
tenido el suficiente valor para explicarte lo que vi realmente.

Samuel se cruzó de brazos y se apoyó contra la puerta del dormitorio.

<<Hay algo de raro en ella>>

-Recuerdo que en la excursión en mi casa de campo tú durante un momento te quedaste


atrás en el camino. Tu exmarido y yo continuábamos por aquel sendero que bordeaba la
montaña hablando de cosas un tanto comunes, entre ellas la naturaleza que nos rodeaba,
pero de pronto él cambió de conversación a un tema mucho más serio, concretamente
me confesó que había descubierto nuestra relación.

<<La vi en el Solarium>>

Rose al desconocer lo que le explicaba abrió los ojos sorprendida y sin decir nada más
continuó escuchándole.

-Yo intenté hacerle entender que no era nuestra intención que lo supiera de aquella
manera, que ni mucho menos intentábamos humillarle, pero sin embargo él no parecía
razonar. Segundos después ya estábamos forcejeando, gritaba que me había reído de él y
que me iba a matar con sus propias manos, estaba totalmente descontrolado. Pero
mientras intentaba defenderme, entre toda la confusión, tú apareciste y me gritaste que
lo arrojase al vacío. Todo fue muy rápido, pensé que si lograba acabar conmigo tu serías
su siguiente víctima, realmente no sabía hasta que punto estaba dispuesto a llegar. Por
eso mismo cuando todo acabó y tú ya no estabas allí pensé que me había vuelto loco,
que mi imaginación me había jugado una mala pasada, y que debía inventarme algo
cuanto antes ya que tú jamás creerías la verdad.

<<-¿Y qué tiene de raro eso?.>>

- ¿Te ríes de mí? Sabes que eso es mentira -Le rechistó aún desconcertada- me quedé
atrás en el camino porque necesitaba descansar, pero cuando escuché el grito me
acerqué corriendo a ver lo que ocurría, cuando llegué tu ya le habías tirado. En ningún
momento te pedí algo así porque era imposible que estuviese en dos lugares a la vez.

<<-Porque cuando la vi, ella se suponía que debía estar en otro lugar.->>

-No tengo ni la menor idea de cómo lo hiciste pero estoy seguro de que me lo pediste, y
luego volviste a aparecer como si nada hubiese ocurrido.
-¡Madita sea! ¿¡Estás loco!? ¿¡Cómo puedes inventarte esa clase de fantasías!? ¡yo
jamás hubiese dicho algo así!.
- Tú siempre me repetiste que odiabas la rutina que llevabas, que gracias a mí pudiste
empezar de nuevo. Entonces… ¿me estás diciendo que realmente no deseabas
deshacerte de las personas que impedían que empezases una nueva vida?

La cara de Rose quedó completamente desencajada ante esta última frase, no podía
creer de lo que su marido la estaba acusando, le era imposible asimilar que todas
aquellas palabras surgieran de la misma persona a la que amaba.

-Ahora lo entiendo-Dijo ella-Crees que al serme infiel ahora voy a ir a la policía, por
eso intentas incriminarme a mí también, para que no pueda hacerlo. Es eso ¿verdad?
-No, lo que creo es que necesitas ayuda. Cuando empezó nuestra relación siempre supe
que algo no iba del todo bien, que tu dependencia por el medallón no era algo normal,
que algo en tu cabeza no acababa de funcionar. A pesar de todo tu problema jamás
afectó al resto de lo que hacías, por eso no le di demasiada importancia. Pero lo que
jamás soporté es que aún siguieses guardando la foto de tu exmarido en el colgante, que
a pesar de finalmente llevar la vida que deseabas siguieras anclada en el pasado. Por
eso durante todo este tiempo he estado esperando que me quisieras tanto como a él,
deseaba que algún día mi foto estuviese en el interior de tu preciado colgante.
-Pero Samuel-Dijo Rose acercando un paso hacia él mientras acariciaba el colgante con
su mano derecha-estás equivocado, la foto que hay dentro no es la de…
-Me da igual-La interrumpió-cuando entramos en esta casa ya llevaba tiempo
preguntándome si seguía queriéndote, pero finalmente me he dado cuenta, he esperado
demasiado y me he cansado, ahora soy yo el que merece ser feliz.

Sin nada más que decir abandonó la habitación y salió al ensangrentado pasillo de
nuevo. Rose le siguió y logró detenerle frente a la puerta que daba acceso al corredor de
conexión.

-¿¡Se puede saber adónde vas!?-Le preguntó angustiada- ¿Qué va a ser de nosotros
ahora?
-Lo siento Rose pero esto se ha acabado.
-¿¡Que se ha acabado!?
-Sí-Afirmó él con la mano en el pomo-He dejado de quererte, y me es imposible
continuar este concurso contigo.
-¿¡Como puedes dejarme tu a mí después de lo que me has hecho!?
-Formaré pareja con Evangeline y así podré continuar este juego, te recomiendo que tú
también hagas lo mismo.

Ante aquella frase el corazón de Rose se encogió dolorosamente, sintió como si algo
puntiagudo atacase sus entrañas y las removiese de la forma más retorcida posible. A
causa de aquella incesante congoja no pudo reprimir sus lágrimas, y estas rebosaron de
sus ojos descendiendo por sus mejillas.

-¿¡Como puedes dejarme tirada de esta manera!?-Gritó ella de una forma deliberada-
¡Somos impares! ¿¡Como pretendes que busque pareja!? ¡Sabes que ahora es imposible
que pueda salir de este concurso!

Lamentablemente Samuel asumió que aquel ya no era su problema, su única


preocupación ahora era que Evangeline aceptara tal propuesta, y que además también
accediese a unirse a él de un modo sentimental. Por eso mismo cuando observó a su
esposa caer derrotada contra el suelo no le importó, simplemente giró el pomo de
aquella puerta por la que regresaría, y con un tono de indiferencia dijo –Adiós-
Aún y así las cosas no serían tan fáciles para él ya que un inesperado obstáculo había
aparecido en su intención de volver junto a los demás. Realmente no podía creer lo que
estaba visionando, le era completamente imposible aceptar algo tan desconcertante
como aquello. Concretamente el hecho de que otra mujer idéntica a Rose se encontrase
esperándole tras la puerta fue suficiente para preguntarse si había perdido la cabeza.

***

A diferencia del sector principal donde empezaron a concursar todos los lugares de la
casa contenían un medidor muy especial, y su nombre acompañaba la enigmática
palabra “Lumitamina”. Si bien los participantes hubiesen leído aquel archivador que en
su momento Regina trajo en su intenso viaje por buscar una salida hubiesen descubierto
el significado de los desconcertantes “termómetros” que estaban instalados en casi todas
las habitaciones. Dicha definición podía encontrarse con facilidad dos páginas después
del índice, con título en negrita y con el nombre de su redactor justo debajo:

LUMITAMINA

Lumitamina es la palabra asociada a las moléculas descubiertas por el doctor


licenciado en Químicas Edward Kogem. Dichas moléculas fueron halladas durante la
estancia espacial en el año 1963 dirigida por el comandante Bykovsky. Según los
estudios realizados por el Dr. Kogem se descubrió que la Vía Láctea estaba formada
por grandes cantidades, dejando caer algunas de estas sobre la tierra. Sin embargo el
gran hallazgo radicó en su desconcertante funcionamiento; la mayoría de moléculas se
encuentran en un constante movimiento, absorben y remiten luz en rangos distintos de
energía, sin embargo la Lumitamina no posee un ese tipo de movilidad, factores
externos como el electromagnetismo provocan su desplazamiento. Otra de sus
sorprendentes características es definida por un comportamiento inverso al del resto,
concretamente su función se encarga de absorber oscuridad y emitir luz. Gracias a esto
logramos comprender porque los Sparkles eran capaces de materializar monstruosas
figuras frente a los enemigos en una situación de peligro; su còrtex cerebral a
diferencia de los humanos posee un área con carga electromagnética la cual son
capaces de controlar a conciencia, gracias a esto logran desplazar y concentrar la
suficiente Lumitamina del ambiente como para recrear cualquier forma que les sirva de
protección. A raíz de esto las similitudes del cerebro humano al de los Sprakles dieron
lugar a una sucesión rumores sobre un semejante funcionamiento en ambos. Realmente
la sorpresa se desató cuando descubrieron que algunas de las más desconcertantes
apariciones fantasmales no eran más que una ilusión colectiva a causa de una gran
concentración de Lumitamina en el lugar del suceso.
El descubrimiento de la Lumitamina ha supuesto una revolución en la ciencia científica
y paranormal, ofreciendo una sólida respuesta a muchos de los misterios inexplicables
que han estado ocurriendo desde el principio de los tiempos.
De repente los distintos focos que componían el pasillo fueron apagándose uno tras otro
hasta finalmente dejarlos completamente a oscuras. Rose pudo ver como aquella figura
idéntica a ella misma desaparecía entre la negrura, pudo observar el rostro de su marido
desencajarse frente al pánico, y también pudo escuchar el desgarrador grito que hizo
retumbar las paredes.
Inmersa en una tenebrosidad absoluta Rose movió sus manos a tientas en busca de
algún punto de apoyo al que sentirse reforzada..
-¿¡Samuel!?-Gritó.

Lamentablemente no obtuvo respuesta alguna, un sobrecogedor silencio de muerte


invadía el lugar dejando a la escucha el sonido de su propia respiración. Aterrada se
dejó caer hacia una de las paredes y acariciándola volvió a gritar su nombre.
Afortunadamente esta vez sí que logró obtener respuesta, para su desgracia su idéntica
voz sería su única contestación

-Cree en los deseos y lograremos hacerlos realidad.-

Rose sufrió un sobresalto y asustada retrocedió unos pasos, evitando que aquella
fantasmagórica representación de sí misma también la hiciese gritar a ella.

-Divididas en dos personalidades alcanzamos nuestros sueños-

Sin apenas respirar su espalda tocó el pomo de la puerta del final del pasillo,
concretamente el de la entrada del Solarium. Si no recordaba mal Regina comentó que
las cámaras allí instaladas no habían sido eliminadas a causa de su altura, eso
significaba que si lograba que la grabaran pidiendo ayuda quizás sus compañeros desde
la sala de control la verían e irían en su busca. Así pues, sin perder un solo segundo se
giró velozmente y entró en la ovalada sala, para su desgracia la negrura también estaba
presente en el lugar y era imposible hacerse ver entre la noche.

-Quisiste una nueva vida y la crueldad de tu pensamiento provocó el resto-

Esperando que la escuchasen Rose gritó una y otra vez hacia la cúpula estrellada,
recorrió dificultosamente la sala esperando que algún micrófono la captase,
lamentablemente segundos después tropezó con una de las lápidas instaladas y cayó
torpemente contra el suelo. Fue entonces cuando en una constante desorientación la luz
regresó, mostrando así la imagen de su gemela frente a ella, la cual agarraba con
firmeza su intocable colgante.

-Quiero dejar de asesinar-Le susurró tensando la cadena contra su delicado cuello-


Finalmente lo he comprendido, he matado a todas aquellas personas que he deseado
apartar de mi camino, es absurdo pero un simple deseo fue suficiente para tales
consecuencias.

<<-¡Mama, me está buscando! ¡quiere llevarme con él!>>

-No escuché el noveno mandamiento y consentí voluntariamente mis deseos más


impuros, por eso fui sentenciada, castigada con la muerte de la única persona que no
deseaba apartar de mi vida.

<<¡Es Oscar! ¡Siempre viene a buscarme, me llama desde el otro lado de la ventana!
>>

La mano de aquella segunda Rose atrapó el colgante en su puño y enfurecida dijo:

-¿¡Qué significado tiene todo esto ahora!? ¿De qué ha servido intentar cambiar mi vida
si la persona que realmente quería conservar murió en el pasado!?
Un rápido movimiento de brazo eclipsó los rayos de luz solares que encogían las
pupilas de Rose, y sin apenas tener tiempo para reaccionar el dorado collar fue
arrancado. En aquel instante, mientras observaba el ovalado objeto dar surcos en el
aire, pudo descubrir que tan solo una persona había estado ocupando el Solarium, sus
propias manos fueron las culpables de la muerte de su marido.

<< ¡Siempre se lleva a la gente, y ahora quiere llevarme a mí! Al igual que hizo con
papá.>>

Observó como su preciado tesoro ascendía hacia la cúpula, apreció como este mismo en
una lucha contra la gravedad se abría mostrando así la enigmática fotografía que
ocultaba en su interior.

-¡Héctor!-Gritó Rose mirando hacia el cielo.

Un destello solar iluminó la imagen carnet de su hijo y mientras este regresaba en su


descenso hacia el suelo no pudo evitar que sus recuerdos le mostrasen de nuevo aquel
suceso en quirófano que la marcó para siempre. A pesar de tener en sus manos el
corazón de su hijo no logró frenar aquella enfermedad que lo estaba matando, al igual
que no le había prestando la suficiente atención como para sospechar que algo serio le
estaba ocurriendo. Lamentablemente por mucho que lo pidiese aquella vez sus deseos
no fueron concedidos, simplemente el traumático sonido continuo del
electrocardiograma indicaba que aquellos parpados ya no estaban cerrados por la
anestesia.

-¡¡Héctor!!-Repitió corriendo hacia la pequeña porción de agua salada que simulaba la


playa.

El medallón cayó en picado y envuelto por un estallido de salpicaduras se sumergió en


el mar. Rose sintió como aquel pulmón dorado al cual se había aferrado
emocionalmente toda su vida ahora estaba siendo destruido por una asfixiante agonía.
Llevada por el desequilibrio que había desencadenado también se introdujo en agua, se
dejó llevar por el compas de las olas hasta que estas mismas la engulleron hacia la
profundidades. A pesar de minutos después- en un extraño sentimiento de euforia y
angustia a la vez- sintió como sus pulmones se encharcaban de agua, no llegó a sufrir
demasiado, ya que estos mismos habían dejado de respirar desde hacía unos minutos.

A pesar de durante todo aquel tiempo haber intentado controlar sus pensamientos por
miedo a enfrentarse a la dura realidad uno de ellos siempre fue imposible de reprimir, y
por ese motivo tuvo que ocultarlo físicamente en el interior de su medallón,
concretamente el persistente deseo de regresar junto a su fallecido hijo yació siempre en
su mente y para su suerte ahora finalmente aquel incesante anhelo sería concedido.
Capítulo 22: Katsuo Tsujimura

Katsuo Tsujimura, aquel era el nombre escrito en la tarjeta de identidad que reposaba
sobre su pecho. Situado en el lado opuesto al del corazón la llave había sido depositada
con deliberación. A pesar de no poder respirar imaginaron por un momento que sí sería
capaz de levantarse, afortunadamente estaba muerto y los concursantes restantes
lograron alcanzar su objetivo.

-¡Cojonudo!-Exclamó Evangeline-¡Con esta ya son cuatro!

No avisaron de su nuevo plan, ni siquiera se molestaron en saber por qué no regresaron,


lo cierto es que a la mitad de los presentes no les preocupaba el paradero de Samuel y
Rose. A pesar de todo siempre hubo una excepción, concretamente dos, desde el
principio Regina y Ruy insistieron en ir a buscarles. Lamentablemente los argumentos
de Dante resultaron ser mucho más convincentes de lo pensado: Ellos debían
preocuparse por seguir adelante, al igual que lo hacemos nosotros. Por eso mismo
decidieron continuar con la búsqueda y avanzar hacia una nueva zona de la casa donde
el desconocido sector Norte les esperaba.
La bienvenida al lugar no pudo ser más acertada, ya que el cadáver de un hombre yacía
en el suelo con una de las seis llaves sobre su pecho. Pero lo más espantoso no se
encontraba junto a su solapa, un poco más arriba un boquete se dibujaba en su cráneo
derramando sus sesos sobre el suelo.

-¡Dios mío! -Dijo Regina llevándose la mano a la boca al sentir un hedor de


putrefacción.
-¿Es un disparo?-Preguntó Dante observando el cuerpo.

Ruy se acercó al fallecido señor Tsujimura y asintió con la cabeza.

-No puedo entenderlo-Dijo él mismo-Por lo que hemos descubierto esta casa parecía ser
un especie de proyecto, sin embargo todo está abandonado.
-Quizás ocurrió algo horrible que les impidió seguir con sus investigaciones-Añadió
Amedeo.
-Eso está claro-Asintió Ruy - pero lo que me inquieta es que nadie haya vuelto para
solucionar todo este caos. ¿Qué hay de los familiares de este hombre? ¿No se
preguntarán porque no vuelve a casa? ¿No se preguntarán por qué no contesta a las
llamadas?
-Quizás no tenía familia-Respondió Evangeline arqueando su ceja izquierda.
-¿Y nosotros… a caso no la tenemos? Tú mejor que todos nosotros deberías saber que
no es normal que nadie se haya preocupado en sacarnos de aquí.
-Eso es verdad-Siguió Amedeo-una cosa es que estemos aislados del exterior y otra muy
distinta es que también lo estemos del mundo entero. Alguien debería preguntarse
porque no hay noticias sobre nosotros.

Dante se cruzó de brazos, apoyó el peso de su cuerpo en su pierna derecha y dijo con un
tono misterioso:

-¿Y si realmente estamos siendo retransmitidos por televisión?


Ruy sonrió sarcásticamente, con un –Sí, claro- infravaloró las palabras de su compañero
y continuó caminando. Sus compañeros se unieron a él y con precaución inspeccionaron
las habitaciones de alrededor. Así fue como descubrieron un gran laboratorio, algunos
dormitorios más, y un no más pequeño comedor. Regina lo reconoció casi al instante,
pudo ver de nuevo aquellos impactos de balas que marcaban las paredes, y aquel
hermético frigorífico contenedor de todos los cuerpos putrefactos.

-Este es el comedor que Evangeline me enseñó -Le dijo a Ruy con incomodidad-en la
parte trasera está la cocina y llegamos a ella a través de un pasillo subterráneo.
-¿Aquí fue donde viniste a caer cuando te colaste por el conducto de ventilación?-
Preguntó él con interés.
-No, eso fue en la parte Oeste, de donde acabamos de venir. Aquel día estaba tan
asustada que ni me percaté de que había una sala de control, tan solo quería encontrar
una maldita salida. El pasillo subterráneo estaba situado en el lavabo en el que Samuel
intentó besar a Evageline ¿recuerdas? al parecer está conectado con la parte Norte de la
casa.
-¿Y por qué no salisteis del comedor? ¿Por qué no inspeccionasteis también esta zona?-
Preguntó Amedeo añadiéndose a la conversación.
-Porqué enfermé. Me subió exageradamente la fiebre y tuvimos que descansar, pero
gracias a los cuidados de Evangeline hoy puedo estar aquí.

Cuando se percató de que la conversación se dirigía a ella con un modesto gesto le restó
importancia. Una vez más-con la intención de encontrar la quinta llave-revisaron el
lugar pero lamentablemente no hallaron nada semejante.
A pesar de sentir más de cerca la suave fragancia de la libertad Regina se impacientaba
cada vez más, creía que cuanto más prevalecieran en la casa mayor sería la probabilidad
de fracaso. Quería actuar rápido, necesitaba abandonar el concurso. Incluso en
ocasiones su imaginación le mostraba como diapositivas lo que ocurriría una vez
salieran. Pero para hacer realidad sus pensamientos deberían reunir las seis llaves, y
sería mejor encontrarlas cuanto antes.

***

Inspeccionaron minuciosamente todos los rincones del sector Norte; pudieron ver como
algunos de los dormitorios allí situados aún conservaban las prendas y objetos
personales de sus anteriores habitantes. De nuevo regresaron al laboratorio para dar un
último vistazo:
Era una sala amplia, formada por filas de mesas, la mayor parte de la habitación estaba
repleta de instrumental químico como tubos de ensayo y vasos de precipitados.

-Mejor que no toquemos nada, a saber con que estuvieron experimentando-Dijo Ruy
mientras agarraba la mano de su novia.

Regina notó como le apretaba con fuerza, pudo sentir que él también estaba asustado,
quizás temía perderla. Así pues con un dulce-Te quiero- le besó la mejilla y logró
minorar su estado de nervios.

Las rodillas dañadas de Evangeline se situaron frente a una de las mesas al percatarse de
que había un objeto sobre esta: Era un especie de minidisc, de tonalidad violeta, y
posicionado del revés para no rallarse.
-¿Un CD?-Preguntó Ruy retóricamente- hace una hora que pasamos por aquí y no creo
haber visto nada sobre esta mesa
-Es verdad-Afirmó Regina-Alguien ha debido ponerlo mientras estábamos mirando en
el comedor.
-Eso quiere decir que…-Dijo Dante mostrando una expresión de intriga-no estamos
solos.
-Claro que no lo estamos-Siguió Ruy-desde que llegamos la voz de una chica nos
estuvo instruyendo, obligando y amenazando por los altavoces.

Evangeline apartó su mirada de ellos, agarró el disco con su mano derecha y lo giró.

-“Llave”-Leyó en una etiqueta situada en su dorso.


-¿Qué? ¿Qué llave?-Preguntó Amedeo con insistencia-Eso no es una llave.
-Está claro que no, pero quizás contenga algo que nos ayude a encontrarla-Respondió
Regina gesticulando ante lo obvio.

Mientras el resto de sus compañeros comentaban entre ellos Dante, sin querer hacerse
notar, se acercó a su pareja y le susurró algo al oído. Amedeo frunció el entrecejo, y con
un movimiento de hombro se apartó de él con recelo. Sí, aún estaba dolido por lo que
aquel mismo día había descubierto; un pasado oscuro que jamás quiso explicarle, una
persona infame que le marcó en su adolescencia, pero que a pesar de todo seguía sin
olvidar. Esas fueron las causas por las que había dejado de hablarle, Amedeo no quería
escuchar una sola palabra de amor porque sabía que, a pesar de parecerlo, no serían del
todo sinceras.

-Un momento-Dijo Ruy llamando la atención de todos- creo recordar que en la sala de
control habían algunos ordenadores.
-¿Ordenadores? ¿En serio? Yo no recuerdo ninguno-Puso en duda Evangeline.
-Estoy seguro, estaban bajo la mesa y usaban todos los televisores como pantalla.
Seguramente se encarguen del sistema de vigilancia.
-¿Y crees que podría funcionar con esto?-Preguntó mientras alzaba su mano y mostraba
el CD en ella.

Ruy se cruzó de brazos, suspiró y finalmente dijo:

-No perdemos nada en intentarlo.

Pocas fueron las palabras que se intercambiaron y pocos fueron los obstáculos que les
asaltaron, ya que minutos después habían regresado sin problemas al lugar.
Dejando atrás el pasillo, abrieron la puerta y se introdujeron en la sala de control. Tan
solo entrar Regina escuchó de nuevo aquellos sonidos que caracterizaban la habitación:
era como un tic-tac, aleatorio, en cada ocasión emitía una secuencia distinta y, a medida
que lo hacía, unas lucecitas parpadeaban en el panel informático.
Sin perder más tiempo Evangeline agarró la silla y con un movimiento de muñeca la
giró para poder sentarse, con pulgar e índice aproximó el disco a la unidad
correspondiente y finalmente esperó a que el lector hiciese su trabajo.
De pronto todas las pantallas que retransmitían la captura de las cámaras se apagaron,
los concursantes se sobresaltaron, y segundos después la imagen regresó con algo
completamente distinto.

-¿Qué narices es esto?-Preguntó Evangeline desconcertada.


Parecía ser una grabación casera con una cámara convencional, la cual era utilizada con
muy poca profesionalidad; el enfoque y desenfoque se alternaban como una pelota de
Ping Pong, el encuadre era dirigido accidentalmente hacia unos cubiertos sin interés, y
el sonido emitía un ruido que impedía su correcta comprensión. Para suerte de todos
aquel desbarajuste se normalizó y la cámara enfocó lo que parecía ser un grupo de
personas reunidas en una mesa.

-¡Dios mío! ¡Ese sitio es…!-Exclamó Evangeline de nuevo.


-Es el comedor que acabamos de visitar.-Concluyó Ruy.

En la retransmisión la euforia se desató entre el grupo y acompañados por un-¡¡Feliz


Cumpleaños!!-aplaudieron a uno de los presentes en aquella mesa. El individuo en
cuestión se puso en pie e intentó agradecer aquel gesto por parte de sus compañeros.
Ruy se percató de las vestimentas blancas que llevaban, y se preguntó por un momento
si esas personas fuero trabajadores del proyecto. Lo cierto es que no tuvo que esperar
demasiado para descubrirlo ya que en el fondo de la sala apareció un rostro recién
conocido.

-¡Eh, Mirad!-Gritó Regina señalando al televisor-¿¡Eso hombre del fondo no se parece


a…!?

Intermitente a la frecuencia de la pantalla, desapercibido en el fondo de la sala, Katsuo


Tsujimura, estremecido, dirigía su mirada de terror hacia un lugar fuera del campo de
visión de la cámara.

-¡Es el hombre que hemos encontrado muerto en el pasillo!

No tuvieron tiempo ni para reaccionar, nadie jamás lo hubiese llegado a pensar, cuando
de repente Tsujimura sustrajo un arma de su bata y desató el caos en el comedor. El
primer disparo alertó a los que celebraban el aniversario y desconcertados le gritaron
por sus actos. Lamentablemente aquel desequilibrado asiático no parecía razonar y
apuntando con el arma a toda la sala amenazó con matarlos. El segundo disparo
atravesó el pecho del felicitado provocando que sus extremidades flojeasen y se
desplomase sobre la mesa como una marioneta. Algunos huyeron mientras otros
intentaron detenerle, desafortunadamente el tercer disparo impactó contra el cámara y
provocó un brusco cambio de plano a ras de suelo. En aquella últimas imágenes los
cuerpos caían sin vida sobre las baldosas, los gritos se interrumpían a causa de un
silencio impuesto con sabor a muerte, y las descontroladas balas perforaron sin cesar las
paredes.
Cuando el alboroto disminuyó los concursantes enseguida predijeron el final de la
grabación con una pantalla en negro, pero se equivocaron, ya que una nueva escena
apareció acrecentando el desconcierto. Los altavoces retumbaron y el sonido de una
animada voz comenzó a sonar:

-“En un reino muy, muy lejano, existió una cruel princesa sin corazón obsesionada por
su belleza. Asesinó a todos aquellos que pusieron en duda su hermosura, y a otros tanto
que no se la reconocieron”-Dijo la casi olvidada voz omnipresente-ofuscada por este
pensamiento se aferró a la necesidad de alcanzar la belleza eterna.

La más oscura sala se mostraba por las pantallas, con una saturación lo suficientemente
alta como para resaltar las marcas de sangre que la acompañaban. El objetivo de la
cámara se desplazaba con lentitud, capturando así una hilera de camillas quirúrgicas con
sábanas cubriendo algo voluminoso sobre ellas.

-“Tal era su deseo que viajó por todo el mundo, visitando los lugares más recónditos
que se puedan imaginar. Afortunadamente un buen día un rumor llegó a los oídos de la
princesa: según contaba la leyenda, en la más alta de las montañas vivía una bruja que
guardaba en secreto el milagro de la eternidad.”

-¿Qué se supone que es esto?-Dijo Evangeline cruzada de brazos. Al instante Regina


con el dedo índice le indicó que guardase silencio.

-“Cuando fue a visitarla la princesa le ordenó que le ofreciera el poder que aguardaba.
Pero la anciana se negó todas las veces ya que aquel deseo era demasiado valioso
como para ser negociado. Lamentablemente la paciencia de la joven llegó a un límite y
guiada por la rabia ordenó a sus hombres que la quemaran, como toda bruja se
merecía.”-

La imagen, en un continuo balaceo, se aproximó hacia una de las camillas y apartando


la sábana dejó al descubierto un cuerpo desnudo posicionado boca arriba.

-“Cuando la anciana acobardada aceptó su propuesta le regaló un objeto: una caja


encantada. Le confesó que en ella se encontraba la eternidad pero para abrirla
necesitaría la llave, la que ahora yacía en el corazón de la princesa.

Repentinamente la cámara hizo un zoom lo suficientemente cercano como para capturar


el encuadre del torso humano.

-“Desequilibrada por su propia obsesión ordenó a sus hombres que la abrieran en


canal. Pero cuando la princesa desangrada murió sin encontrar nada la bruja se le
acercó y con una desgastada voz le dijo-De donde no hay no se puede sacar-

A pesar de de haber finalizado el cuento la imagen esperó unos segundos hasta


apagarse, enfocando con insistencia aquel desagradable cuerpo sin vida, en el cual
descubrieron que una cicatriz se dibujaba sobre su pecho.

-No puede ser-Dijo Regina una vez la grabación concluyó-¿se supone que la penúltima
llave está en ese cadáver?

Evangeline sustrajo el mini disc de la unidad y frunciendo el ceño susurró:

-Parece ser que… tendremos que abrirlo para descubrirlo.


Capítulo 23: Preludio

Todo comenzó en 1948 cuando Edward Kogem fundó una corporación en busca de
respuestas sobre lo paranormal. A pesar del gran esfuerzo de sus integrantes no
lograron obtener demasiados resultados, elementos como la privacidad de información
fueron los que impidieron que crecieran y llevasen a cabo sus propósitos. Pero gracias
al carisma y al elevado nivel adquisitivo familiar del profesor Kogem en 1990 lograron
unirse a la fundación SETI(Search for ExtraTerrestrial Intelligence) con la cual se
abrieron nuevas fronteras.
A principios de 2003 el radiotelescopio de Arecibo que se encargaba –entre otras
cosas- de buscar vida en el universo recibió una señal extraterrestre que alertó a toda
la corporación. La señal “SHGb02+14a” estaba situada a unos 1000 años luz, entre
las constelaciones Piscis y Aries y su captura se repitió claramente en tres ocasiones.
Un año después se dio a conocer la siguiente noticia en la revista New Sciencist con el
titular “Señales misteriosas procedentes de 1000 años luz de distancia” Pero lo
irracional dio lugar meses después cuando, argumentándose con explicaciones
racionales, se desmintió tal descubrimiento. ¿Por qué discreparon de lo que
anteriormente apoyaron? ¿Cuál fue la causa de tan repentino silencio? ¿Qué suceso,
en aquel intervalo de tiempo, les hizo cambiar de pensamiento?

-Edward, maldita sea ¿cómo puedes decir algo así? ¡Hemos trabajado duramente en
este proyecto! ¡deberíamos ser nosotros los beneficiados!

El ordenador de aquel despacho no estaba siendo utilizado porque el profesor Kogem


había pausado su trabajo para escuchar las quejas de uno de sus empleados, a causa
de ello el salvapantallas seti@home se activó a los pocos minutos.

-Si somos conocedores de lo que va a suceder no merecemos estar dentro, sería injusto
para el resto-Respondió argumentándose y gesticulando con sus manos.
-¡Joder, si quieres suicidarte hazlo individualmente pero no arrastres a los demás!

En el instante en que Katsuo Tsujimura comenzó a gritar Edward Kogem se puso en pie
y señalando a la puerta le indicó que saliera de su despacho. Aún con movimientos
espasmódicos el enfurecido asiático le dirigió una mirada de odio y abandonó con un
fuerte portazo.
El desgastado profesor, un tanto cansado después de la discusión, volvió a paso lento a
su asiento y retomó su trabajo.

-Maldito imbécil-Dijo una chica cruzada de brazos, espectadora de todo lo acontecido-


¿Lo despides tú o lo hago yo?
-Da igual-Respondió él sin apartar la mirada del ordenador-su carrera no tiene futuro.

***

Buscaron la sala de operaciones que se les mostró por pantalla pero no correspondió a
ninguna de las zonas ya inspeccionadas, por eso mismo decidieron dirigirse al sector
Este de la casa, aquel que aún no había sido visitado. Sorprendentemente el corredor de
acceso no estaba bloqueado y sin mayor problema lograron entrar. Cuando lo hicieron
un asfixiante hedor humano les asaltó, dibujando una expresión de repugnancia en sus
rostros. Sí, aquel era el último pasillo que visitarían y, por lógica, las llaves restantes
deberían encontrarse en algunas de las habitaciones.

-Bueno, vamos allá-Dijo Evangeline acarreando con una mochila sobre su espalda,
contenedora del cubo de las seis cerraduras.

Inseguros por lo desconocido, amilanados por lo inexplicable y ofuscados por lo


acontecido avanzaron, con gran sigilo, por aquel oscuro pasillo. Mientras lo hacían
Dante vigiló a su alrededor y, con los nervios a flor de piel, se frotó las manos bañadas
en sudor. Amedeo le observó hacerlo y percibió también su estado de nervios,
lamentablemente seguía demasiado dolido como para intentar tranquilizarlo.

-¿Empezamos por aquí?-Preguntó Ruy situándose frente la primera puerta a la


izquierda.

El resto de sus compañeros ni siquiera respondieron, simplemente esperaron- con rostro


de cordero degollado- a que él tomase la decisión. Afortunadamente un sonido tosco,
proveniente de algún lugar cercano, les asustó y reaccionaron entrando en tropel.
Una vez dentro sorprendidos descubrieron que el primer lugar escogido fue el más
acertado: La retransmitida sala de operaciones apareció frente a ellos, formada por
hileras de camillas y con una escenificación idéntica a la de un quirófano de hospital.

-¿¡Que ha sido ese ruido!?-Exclamó Regina mirando a ambos lados con inquietud.
-Era como un golpe-Respondió Ruy arrugando el entrecejo.

Evangeline, con un simple gesto, les pidió silencio, y avanzando paso a paso se situó
frente a la primera camilla a la izquierda. Con una mirada observó el bulto que se
ocultaba tras la fina sábana; como esta misma se moldeaba entre las curvas de aquel
cuerpo sin vida, acariciando sus mejillas y tensándose sobre el tabique nasal. Entonces
Regina se acercó y llevándose la mano al pecho se preguntó si realmente tenían que
hacerlo.
Evangeline aproximó su mano y no dando más tiempo al mal trago decidió destaparlo.

-Dios mío-Dijeron ambas.

A pesar de haberlo visto por pantalla la imagen real resultó ser mucho más impactante,
ya que una enorme cicatriz, con forma serpenteante, se cosía sobre el pecho de aquel
muerto.

***

Cual terror más latente que aquel fantasma del pasado que regresa en busca de
venganza. Así pudo sentirlo Tsujimura cuando una mañana se despertó en la habitación
de la casa y encontró sobre su mesita de noche una nota un tanto inusual:

“Los años han pasado y ahora soy distinto. Quizás tú no me reconozcas pero yo
recuerdo perfectamente tu rostro y tarde o temprano te encontraré”
Katsuo Tsujimura era el estereotipo de asiático trabajador, fiel a su empresa y con un
gran sentido de la responsabilidad. No le importaban cuantas horas fueran si por ello
su reconocimiento y orgullo se verían recompensados. Por otro lado, físicamente sería
definido como enclenque y tampoco poseía ningún atractivo visible. Sin embargo su
inteligencia compensaba el resto de cadencias, así logrando hacerse respetar entre sus
compañeros.
Lamentablemente aquella mañana de Noviembre mostró un rasgo de su persona que
hasta entonces fue inexistente para los demás. Sus nervios se descontrolaron y con el
rostro desencajado preguntó quien había sido la persona que había escrito la nota.
Ninguno de sus compañeros se dio por aludido ni tampoco los de los distintos
departamentos. Lo cierto es que absolutamente nadie parecía haber sido responsable.
Tsujimura llevado por intereses propios no quiso dar más importancia al asunto y
pensó que lo mejor sería olvidarlo.

Después de aquello los días pasaron con una lentitud poco habitual, su mente se
sumergía en pensamientos pasados imposibles de olvidar, recuerdos que desearía
reparar. Durante un breve periodo de tiempo su trabajo en el proyecto Kogem fue en
vano, los errores hicieron hincapié en cada una de sus tareas, lo cierto es que
necesitaba un descanso, y debía ser cuanto antes.

¿Por qué no logró conservar una pareja estable? ¿Por qué desde entonces su sueño
siempre sería interrumpido por pesadillas perturbadoras? ¿Cuál era el oscuro secreto
que escondía Katsuo Tsujimura?

<< recuerdo perfectamente tu rostro y tarde o temprano te encontraré>>

***

Encontraron el bisturí sobre una pica instalada en la misma sala, pero ninguno de ellos
tuvo el suficiente valor para hacerlo. La tensión dio paso a la conversación y los cinco
decidieron enfocar tal acto como una necesidad de supervivencia. Con este concepto en
mente Ruy se acercó al cadáver destapado y sin dar tiempo al amago le apuñaló en el
tórax. Nadie pudo mirar en aquel momento, Ruy cerró sus ojos con fuerza y pensó en lo
mucho que deseaba salir con Regina del concurso, gracias a esto logró controlar sus
nervios y siguió adelante.
Era un sonido húmedo y empalagoso, como el de la pasta mojada cuando se amasa con
las manos, era el ruido de la carne desgarrada. Seccionaba su piel y entrañas, dejando
rebosar la sangre por la cintura del difunto, la cual goteando con espesura caía a topos
rojos en el suelo. El vomitivo sonido se incrementó cuando tuvo que introducir su mano
en el pecho buscando la llave oculta. Removió y removió pero nada encontró.

-¡Aquí no hay nada, joder!-Gritó apartándose del cadáver.

Seguido a esto se dirigió con rapidez al lavamanos e intentó limpiarse lo mejor que
pudo. Regina se le aproximó por la espalda y le señaló un extraño paquete de plástico
azul que yacía junto al grifo.

-Debiste haberte puesto esos guantes primero-Dijo ella acariciándole la espalda.


-Maldita sea, no he podido encontrarla. Te lo juro, ahí no había nada.
Amedeo presionando su tabique nasal con pulgar e índice dejó escapar un gruñido de
frustración y dijo:

-¿Y ahora qué? ¿No se suponía que esa mierda de video nos estaba diciendo adónde
estaba la llave?

Nadie respondió a su pregunta, y aún menos Evangeline, la cual caminaba


pausadamente frente a la hilera de camillas. De pronto un pensamiento le hizo
aproximarse a uno de los cadáveres y sin reparo alguno le sustrajo la sábana que le
ocultaba.

-¡Lo sabía!-Exclamó llamando la atención de sus compañeros-este también tiene la


cicatriz.

Y así lo hicieron, en una macabra rutina se turnaron entre ellos para abrir todos aquellos
cuerpos que poseían la marca. Con un estilo rítmico la sangre saltó a chorretones,
manchando a todo aquel que estuviese cercano.
Lo intentaron como pudieron, pero no podían mirar, ni siquiera respirar. En ocasiones la
imaginación les hacía escuchar gemidos provenientes de los cuerpos, pero
afortunadamente se trataba del ruido de las tripas removidas.
A grandes rasgos tardaron unas dos horas de reloj hasta encontrar el valioso objeto,
concretamente la hallaron en el cuarto cuerpo. Regina fue la “afortunada”, entre sus
dedos sustrajo la llave y perplejos se percataron de que unida a ella venía una nota
plastificada.

-¿Qué narices es esto?-Se preguntó sosteniéndola entre sus temblorosas manos mientras
se disponía a leerla:

“Y como la cruel princesa hizo… habéis sacrificado la vida de esta persona para
encontrar vuestra llave.”

De pronto un sobrecogedor silencio hizo presencia en la sala, sus rostros se


desencajaron en una expresión de absoluto pánico y atónitos observaron aquel último
cuerpo que habían seccionado.

-Dios mío, no estaba muerto-

***

Si algo recordaba Tsujimura era el sonido de la lluvia, la cual crepitaba contra el


metálico alfeizar de lo que fue su hogar. Aquel día ni siquiera relampagueaba,
simplemente una grisácea llovizna lo humedecía todo y se acumulaba en la fría neblina
de las montañas.

-Esfuérzate y dime … ¿qué fue lo que te hizo pensar algo así?


Estirado boca arriba sobre el sofá cerró los ojos y siguiendo el dictamen de su
psiquiatra intentó revivir aquellas sensaciones de años anteriores.

-¿Qué pensaste cuando tu pareja te dejó a cargo de su hijo mientras se iba a trabajar?

Hizo un esfuerzo por recordar y pudo ver de nuevo aquella ventana que, distorsionando
el exterior, dejaba resbalar la lluvia sobre el cristal. Reflejado en ella allí estaba el
pequeño, semidesnudo, con unos pantaloncitos ajustados a su delgada cintura, la cual
estrecha era suficiente como para sostenerlos. Su rostro, inocente y juvenil, no era
consciente de los peligros de la vida que le estaban por llegar. Fue aquello lo que incitó
su fijación, fue un desconocido sentimiento el que le obsesionó. Era el deseo, una
lujuria equivocada en una mente desequilibrada.
Se dijo a si mismo que no estaba bien, se gritó una y otra vez que no debía pensarlo, ni
siquiera imaginarlo, jamás debería tocarlo. Por eso mismo, tiempo después, decidió
ponerse en manos de un especialista y así curarse de aquella enfermedad que lo estaba
enloqueciendo. Fue un proceso largo y duro pero logró enfrentarse a sus demonios.

“Te haré pagar por lo que hiciste.”

Habían pasado cinco años desde aquello, sin embargo, las amenazas que ahora
anónimas estaba recibiendo le hacían pensar en alguien muy lejano.
No podía ser cierto, ahora era un hombre totalmente distinto, responsable, maduro y
con un gran proyecto en sus manos ¿por qué entonces no podía escapar del pasado?

Con tales mensajes en mano se dirigió a sus superiores; intentó convencerles de la


seriedad de aquellos escritos, incluso planteó la posibilidad de recuperar el historial de
las cámaras de seguridad, para así capturar a la persona responsable. Para su
desgracia ninguno de ellos quiso entrometerse en el asunto.
¿Por qué ni siquiera le escucharon? ¿Por qué se negaron antes de que el pudiese
explicarles? ¿Quizás ya habían sido informados?

La semana siguió su transcurso, los progresos en el proyecto parecían mejorar después


de todo, pero una tarde cualquiera se desató lo incontrolable.

-¡Petter!-Gritó Tsujimura agarrando una fotografía carnet en su mano.

Nuevamente un desconcertante mensaje había sido depositado sobre su mesita de


noche, pero esta vez fue una simple imagen la que se explicó por sí misma. Era un niño
pequeño sonriendo a la cámara, de cabello corto y castaño, el cual a pesar de su
expresión facial dejaba escapar un rasgo de tristeza en sus ojos.
De repente el sonido de su móvil procedente del interior de su bata le interrumpió, y
pronto enloqueció al descubrir que un número oculto le estaba llamando.

<<tarde o temprano te encontraré>>

Un ahogo palpitante le hizo estrellar el móvil contra el suelo, y antes de que sus
compañeros le preguntasen por su reacción ya había abandonado la habitación.
Avanzó a paso rápido por el corredor principal, dejando a un lado el Solarium y
dirigiéndose al sector Oeste de la casa a través del pasillo conexo. Su rostro, casi
irreconocible, se desencajaba por angustiantes jadeos y su cuerpo tembloroso se movía
espasmódicamente sobre el suelo. Ocurrió al llegar al lugar intermedio, cuando se
dirigía hacia el Norte con la intención de hablar nuevamente con sus supervisores. Allí
él estaba, apoyado en la pared y mirándole sin perder detalle.

-Cuantas veces he imaginado este momento-

Tsujimura horrorizado se giró hacia el chico del que una vez cuidó y también
horrorizado descubrió que se había convertido en todo un adulto.

-¡Petter! ¿¡Que haces aquí!? ¿¡Como has podido entrar!?

Sin ser consciente de ello, mientras formulaba la pregunta, uno de los termómetros de
Lumitamina situado en el mismo pasillo comenzó a ascender de forma descontrolada.

-¿Creías que no lo recordaría? ¿Creías que con los años lo olvidaría? Pues estabas
equivocado.
-¡No!-Gritó Katsuo con los nervios a flor de piel-¡Dejé a mi mujer! ¡incluso me fui de
tu casa! ¿¡a caso no fue suficiente!?

Sin ofrecer una respuesta a cambio su agresor inmediatamente avanzó corriendo hacia
él y Tsujimura asustado huyó hacia la zona Norte de la casa. Sin mirar atrás aceleró
sus pasos, hizo bombear su corazón, e intentó controlar su respiración. En su
transcurso se encontró con algunos de sus compañeros, otros tantos desconocidos, pero
todos ellos le preguntaron por sus apresuradas prisas. Finalmente llegó al lugar
deseado y sin ningún reparo golpeó al desprevenido policía que yacía vigilando. Con
revolver en mano se encaró hacia su pasado y apuntando se quiso hacer paso.
Impotente de que hacer se introdujo en las distintas habitaciones pidiendo ayuda,
lamentablemente nadie comprendía exactamente a qué se refería, nadie pudo ver aquel
supuesto hombre que le perseguía. Desesperado y angustiado finalmente llegó al
extenso comedor principal.

-¡¡Feliz Cumpleaños!!-Se escuchó de fondo.

Katsuo Tsujimura ni siquiera percibió la alegría de aquella celebración, no pudo


pensar en otra cosa que no fuese aquella maléfica presencia que deseaba su muerte, le
era imposible asimilar que la persona que le estaba persiguiendo resultaba ser aquel
niño del cual una vez…

-Del cual una vez… ¿qué? -Preguntó Petter en la misma sala-¿Qué pasó aquella vez?
-¡Si me conocieras sabrías perfectamente que intenté buscar solución! ¡Estuve durante
años en tratamiento psicológico para superarlo!

De pronto algunos de los presentes en la sala se giraron ante los gritos de su


compañero.

-No es lo mismo imaginarlo que llevarlo a cabo.-Explicó seriamente-Aquella tarde de


lluvia no te importó demasiado, ni siquiera te compadeciste de mí cuando me puse a
llorar. Me desnudaste, me acariciaste, e hiciste lo que quisiste conmigo. Dime ¿también
le explicaste esto a tu psiquiatra?

-¡N-No!¡No sabía lo que hacía! ¡No estaba bien!-Gimoteó agachando la cabeza


mientras la mucosidad chorreaba por sus labios.
-Eso no es excusa, el mal ya estaba hecho cuando quisiste poner solución. Pero por
mucho que intentes engañarlos yo se la verdad, con esa terapia tan solo intentaste ser
visto como un enfermo ante la ley, pensando de antemano que algún día podría llegar a
descubrirse.

Katsuo retrocedió unos pocos pasos más hasta situarse en el centro del salón y con el
pulso descontrolado siguió apuntando mientras su “agresor” continuaba hablando.

-Tu arrepentimiento tan solo se debe al miedo que has tenido todo este tiempo ante el
hecho de pensar que algún día crecería e iría a por ti. Ese es el mayor terror de los
Pederastas ¿sabes?
-¡No te acerques o te mataré!-Gritó de nuevo mientras acariciaba con el índice el
gatillo.
-Y has acertado, porque he vuelto para hacerte pagar por lo que me hiciste.

Un desgarrador grito retumbó por toda la sala, automáticamente las balas comenzaron
a ser disparadas, pero aquel fantasma del pasado siguió avanzando hacia él sin ser
afectado. Sus compañeros intentaron detener lo que estaba haciendo, le suplicaron que
soltase el arma de fuego, pero tan solo consiguieron el efecto contrario.
Muchos murieron y pocos huyeron, pero este reducido número de supervivientes se
vieron afectados por otros acontecimientos. La mayoría de ellos comenzaron a sufrir un
delirio colectivo: gritaban sobre seres imposibles que intentaban dañarles y sobre
miedos propios que regresaban para matarles. Envuelto entre todo este caos el asiático
homicida abandonó el comedor, regresó al pasillo y pistola en mano se apuntó a sí
mismo.

-Se acabó-Dijo.

Sí, efectivamente Katsuo Tsujimura era el estereotipo de asiático trabajador, aquel tipo
de persona que dedica su vida al sobreesfuerzo, que olvida su salud mental y física,
hasta que un buen día acaba volándose los sesos.

***

El bisturí cayó contra el suelo emitiendo un agudo sonido a metal. Regina se llevó las
manos a la cara arañándose la piel mientras que, dejando escapar un alarido de
sufrimiento, lloró ante la vida que acababa de arrebatar. Fue la primera vez en todo el
concurso que perdió completamente los nervios, fue la primera vez que lograron hacer
surgir el más intenso de sus sentimientos.
Mientras desencajaba la mandíbula en un prolongado grito de horror Ruy la agarró por
la cintura y, alzándola sobre el suelo, la sacó de la macabra sala. En el pasillo intentó
tranquilizarla, le explicó que fuese verdad o mentira no había sido culpa suya, todo
había sido hecho apropósito para provocarlos. Sin embargo Regina no parecía razonar,
sus llantos no paraban, y con un-No lo soporto más- se puso en pie y huyó hacia el
pasillo conexo.
Cierto era que el final estaba más próximo que nunca; todas las puertas parecían haber
sido desbloqueadas, tan solo una llave faltaba, y un ambiente distinto se respiraba en la
casa. Ruy pudo sentirlo en aquel momento, mientras perseguía a su prometida entre la
oscuridad, mientras gritaba su nombre sin cesar, efectivamente algo estaba cambiando.
Se preguntó si ya había llegado el momento en el que finalmente juntos abandonarían el
enfermizo concurso. Aquel deseo económico de entonces había sido suplantado por
otras necesidades primordiales que se presentaron tan solo entrar, ahora pedía ser libre
de tal prisión y juntos escoger su propio destino en el mundo exterior.
Cuando llegaron al lugar principal de la casa donde sus dormitorios les esperaban un
segundo grito se escuchó. Ruy entró al pasillo Sur inmediatamente y aturdido observó
como Regina, pegada a una de las paredes, dirigía su mirada hacia el suelo con horror.
Buscando su punto de visión se encontró con la escalofriante sorpresa: Samuel yacía
desplomado en el corredor, con su mano derecha tocando su cuello, mientras su rostro
muerto se expresaba paralizado con un grito eterno. Tan solo verlo Ruy tuvo la
sensación de que estaba vivo, pensó que por alguna razón se estaba ahogando y que
retorcido de angustia le pedía ayuda, pero claramente se lo había imaginado.
Desconcentrado por tal acontecimiento no se percató de que Regina se había marchado
hasta que escuchó la puerta cerrarse tras ella.

-¿¡Por qué me has dejado hacerlo!?-Gritó situándose en el centro de la esférica sala


mientras alzando los brazos miraba al cielo-¿¡Por qué me has dejado matarle!?

Ruy pisó la arena, se aproximó a ella por la espalda y se dispuso a tranquilizarla.


Cuando sus manos se posaron sobre sus delgados hombros Regina se dejó caer de
rodillas al suelo y sollozando se ocultó tras su cabello. Él también lo hizo y rodeándola
con los brazos la protegió.

-Por favor, no llores más-Dijo apretándola con fuerza-no puedes evitar lo que no puedes
predecir.
-Me duele tanto-Gimoteó ella-pensaba que si lograba obrar bien no me mancharía las
manos de sangre, pero ahora…

De pronto la puerta de entrada al Solarium se abrió y los concursantes restantes entraron


en la habitación. Amedeo se sintió preocupado por lo ocurrido pero más lo hizo aún
cuando se percato que dos nuevas lápidas habían sido instaladas en la playa. Dante le
siguió y con un cierto temor observaron lo que había inscritas en ellas:

“Rose Sansoulet Bourdieu 1973 – 2007” y “Samuel Rivasseau Jeunet 1970 – 2007”

Evangeline con mochila acuestas se acercó a Regina y con mucho tacto le preguntó si se
encontraba mejor, ella le respondió asintiendo con la cabeza mientras intentaba
normalizar su respiración.

-Parece mentira que todas estas personas hayan muerto-Dijo Dante con una mirada de
dolor mientras observaba las tumbas-Si te hubiese llegado a pasar algo yo… yo no sé
que habría hecho.

Amedeo se giró y con una expresión de tristeza le observó.

-Te quiero más de lo que crees-Dijo por último.

Cuando sus corazón se encogió por sus palabras, cuando el perdón estuvo prácticamente
en su boca el sonido de una cremallera les interrumpió. Girándose vieron como
Evangeline sustraía el cubo metálico e introducía las cinco llaves en sus
correspondientes cerraduras: una en el lateral izquierdo, otra en el derecho, la siguiente
en el frontal, la cuarta en el dorsal, y finalmente, la restante la hizo girar en la parte de
abajo.
-¿Qué pretendes?-Preguntó Regina poniéndose en pie con mayor optimismo.
-Intento abrirlo-Respondió.
-Eso ya lo vemos, pero falta una llave-Indicó Ruy.

Para sorpresa de todos Evangeline se llevó la mano al bolsillo de su pantalón corto y


extrajo la sexta y última llave de él.

-¿¡Qué!? ¿¡La tenías!?-Preguntó Amedeo dando un paso al frente.


-¿¡Donde la encontraste!?-Siguió Dante.

Sin responder a sus preguntas la introdujo en el último orificio y tras un tosco crujido la
tapa superior del cubo se abrió dejando al descubierto su contenido.

***

Siempre le fue mucho más agradable conducir por parajes naturales que por la
asfaltada urbe. A diferencia de la ciudad en Suiza podía abrir la ventanilla de su coche,
inspirar con fuerza y disfrutar del oxígeno más puro. Desafortunadamente la mayoría
de mañanas en las que se dirigía a trabajar el frío le impedía hacerlo, y aquella
madrugada no sería distinta a las demás.

-Voy a llegar tarde-Se dijo a si misma mirando de reojo el reloj que aparecía en la
radio.

Lo cierto es que cada lugar tiene sus pros y contras, y su automóvil sufría la mayoría
de ellos; La tapicería como de costumbre se había congelado a causa de la humedad y
el motor tardaba en arrancar. Por otro lado mientras conducía los cristales se
empañaban y le era difícil ver correctamente.

-Mierda-Maldijo cuando de nuevo se humedecieron.

A pesar de todo si en algo se caracterizaba era por ser una persona con recursos, y
agarrando un trapo de tela se dispuso a limpiarlo. Mientras sin perder la carretera de
vista lo hacía con precaución pudo ver la luz de un vehículo aproximarse con rapidez.
Al instante llevó de nuevo sus manos al volante y mirando al frente observó la moto que
se acercaba aceleradamente.
Ocurrió en centésimas de segundo, cuando un desapercibido bache hizo saltar el
vehículo de dos ruedas por los aires, arrojando a su conductor contra la carretera.

-¡Dios mío!-Gritó Edurne, la mujer de a Abel, frenando en seco.

Sin perder un solo segundo salió del coche y corriendo se aproximó al lugar del
accidente.

-¡Doctora Evangeline!-Dijo mientras la agarraba de los brazos intentando ponerla en


pie- ¿¡Se encuentra bien!?

Aturdida tardó en responder, el pantalón que cubría sus rodillas había sido desgarrado
por el terreno y a causa de ello sus piernas chorreaban de sangre.
-¡Ha ocurrido algo!-Pudo decir finalmente-¡Ha habido un escape de Lumitamina en la
casa!

Edurne sobresaltada reaccionó con rapidez y ayudándola la introdujo en su coche.


Inmediatamente dio media vuelta con el vehículo, y apretando el acelerador fue en
busca del hospital más cercano.

***

De su boca no salió ni una sola palabra que les explicase como la última llave había
llegado a su poder, simplemente introdujo su mano en el interior del cubo y lentamente
sustrajo lo que había oculto en él.
Nadie hubiese esperado algo así, ni siquiera los concursantes, cuyos pasos retrocedieron
cuando observaron a Evangeline apuntándoles con un imponente revolver.

-¡Felicidades! ¡Habéis logrado llegar a la última fase!


Kogem era el famoso concurso que circulaba por internet y que ofrecía un premio en
efectivo a todo aquel que fuese lo suficientemente valiente para enfrentarse a sus
miedos más intensos.
Regina y Ruy supieron desde el principio que no podrían acarrear con los gastos de la
boda y la luna de miel, por eso mismo decidieron entrar a concursar y esperar
ilusionados que les seleccionasen. No ocurrió lo mismo con Edurne y Abel, cuya esposa
escondía una razón verdaderamente importante para ganar, lamentablemente la
expulsaron y jamás nadie supo cual fue la causa.
No menos necesitada resultó ser Naiara, la cual arrastraba una enfermedad mortal y,
según algunas fuentes, curable a un precio muy elevado. Por eso mismo decidió
inscribirse, esperanzada de que aquel premio comprase la vacuna que la desinfectase
por dentro e hiciese resurgir la dulce chica que una vez fue. Lamentablemente su novio
Javier no miraba hacia el mismo objetivo, y se encargó de controlar su vulnerable
carácter para alcanzar su egoísmo puramente económico.
A medida que los integrantes convivían factores como el aislamiento y el desconcierto
hicieron surgir los más dolorosos recuerdos. Entre ellos Dante fue el primer afectado,
cuyo pasado resurgió con la persona que hizo pedazos su adolescencia. A pesar de todo
para otros la casa resultó ser un lugar milagroso, en el que los deseos podían hacerse
realidad, en el que los secretos más perturbadores se liberaban bajo la cúpula del
Solarium. Rose Sansoulet había rezado tanto por una vida distinta que perdió
absolutamente todo lo que tenía. Por eso mismo cuando su querido hijo falleció decidió
canalizar todo su dolor de culpa hacia el interior de un medallón. Junto su corazón
guardó durante años la fotografía del fantasma que la tenía amarrada al pasado,
deseando en secreto que algún día pudiese regresar junto a él. Afortunadamente el
destino le indicó el único camino a seguir para conseguirlo… un destino con una mirada
celestial, un destino con un nombre angelical:

-¡Evangeline!

Capítulo Final: Sunflower Valley

La cúpula esférica que formaba el Solárium cubría sus cabezas, proporcionando luz
solar y dibujando tétricamente sus sombras sobre la arena. La más escalofriante silueta
se representó alzando uno de sus brazos y con arma en mano apuntó al resto de
concursantes. De pies a cabeza la Evangeline que conocieron resultó ser un disfraz, la
máscara que cubría aquellos mentirosos labios finalmente había sido destapada y su
verdadero ser se mostró frente a ellos con una amenaza en sus manos.

-Yo he sido la responsable de daros la bienvenida y también seré la que os despida-Dijo


gravemente.

Ruy buscó a tientas la mano de Regina y una vez logró alcanzarla cruzó sus dedos con
los de ella.

-Pero para eso necesito que dos de vosotros seáis eliminados.

Dante hizo un amago para hablar pero no logró que ni una sola palabra saliese de su
boca, afortunadamente Amedeo resultó ser más valeroso y sin apenas moverse dijo:
-¿Tú has estado detrás de todo esto? ¿Tú has sido la responsable de todas las atrocidades
que han estado ocurriendo?

Evangeline arrugó sus cejas mostrando una expresión de incomodidad y acto seguido
prosiguió con una explicación.

-No del todo-Dijo- Yo tan solo me he encargado de vigilaros, analizaros y poneros a


prueba. Por eso cuando destrozasteis las cámaras accesibles perdí todo contacto y tuve
que llegar a vosotros de algún otro modo.

Ante tal confesión Regina se sorprendió y recordó el día que se encontraron. Aquella
vez el conducto de ventilación cedió y acabó cayendo en el sector Oeste de la casa
donde horas después conoció a Evangeline; una chica que, según su falsa historia, tras
ser ingresada en un hospital despertó misteriosamente en la casa. No podía creerlo,
efectivamente todo había sido calculado para que coincidiesen, para ganarse su
confianza y así poder observarles bien de cerca.

-Esa fue mi única labor aquí. Sin embargo… -Siguió explicando-los responsables de las
muertes de esta casa sois vosotros ¿verdad que sí Regina?

Al instante sus ojos se giraron hacia ella y el arma también lo hizo. Con tal amenaza
apuntándole no quiso responder, simplemente bajó la mirada a sus pies e hizo esfuerzos
para calmarse.

-Por favor no le hagas nada-Imploró Ruy aproximando su cuerpo al de su futura mujer


intentando protegerla.
-Ah, Ruy… dime ¿por qué no debería hacerlo? ¿A caso su vida es más valiosa que la de
Amedeo y Dante?
-Dispárame a mí pero a ella déjala en paz.
-Um…-Murmuró mostrando una mueca de indecisión-lo siento, pero necesito que me
des una razón lo suficiente convincente como para no hacerlo.
-¡Maldita sea! ¿¡Quien coño te crees que eres!?-Gritó el hasta entonces acobardado
Dante situado tras ellos-No sé como narices te han dejado hacer esto, pero cuando
salgamos de aquí te vas a acordar de todos nosotros.

Amedeo abrió los ojos completamente ante tal contestación y horrorizado esperó la
temible respuesta de Evangeline, la cual seguía con su mirada fija en la otra pareja
finalista.

-A que esperas Ruy-Insistió de nuevo sin hacer caso a sus palabras-dime, ¿por qué no
debería volarle la cabeza ahora mismo?
-Porqué... no tienes ni idea de lo que significa perder a alguien querido, te comportarías
de otro modo si lo supieras.

Evangeline cambió su expresión de ironía a una de total seriedad la cual asustó ante la
posibilidad de un disparo. Afortunadamente no lo hizo y llegados a este punto final
decidió desvelar todo secreto.

-Edward Kogem era un hombre como pocos he conocido, honrado, trabajador y con
buen corazón. Pero en este mundo en el que vivimos no logran sobrevivir aquellos que
se rigen por sus propios valores, en ocasiones necesitamos disfrazarnos de aquello que
odiamos para continuar subsistiendo. Lamentablemente Edward, mi padre, no pudo
hacerlo y por eso acabó muerto.

Una sutil ráfaga de viento hizo ondear las hojas bipinnadas de las palmeras con
suavidad, descendiendo hacia el suelo y barriendo la arena hasta donde Evangeline,
llevada por la nostalgia, retomaba su explicación.

-El proyecto Kogem se dedicó durante años en buscar un enlace que uniese los sucesos
inexplicables con la ciencia. Gracias a estas investigaciones en la última década
recibimos más de una docena de señales provenientes de más de 10000 años luz, con
una nitidez no escuchada hasta entonces. Al principio pensamos que eran interferencias
de la estratosfera, pero no fue así, aquellas señales eran tan reales como lo que estaba a
punto de suceder.

El revólver apuntó mirando hacia el suelo cuando Evangeline decidió descansar su


brazo izquierdo. Un pensamiento de escape surgió en Amedeo en aquel preciso
momento, sin embargo el arma de fuego fue trasladada al brazo derecho y no pudo
llegar a hacerlo.

-En el año 2003 detectamos un objeto volador no identificado atravesando la atmósfera


a más de trescientos kilómetros por hora y cayendo cerca de Bödmeren (Suiza).
-¿¡Cerca de Bödmeren!?¡Es la zona donde está situada esta casa!-Exclamó Dante
interrumpiendo su explicación.
-Así es, este lugar ha servido para investigar todo lo que encontramos aquel día.
Algunas de las mentes más prodigiosas de este mundo se internaron aquí durante años y
unieron todo su potencial para desentrañar los secretos que traían consigo los Sparkles.
Desde un principio la ciencia que utilizaban nos fascinó, pero la mayor sorpresa de
todas radicó en un simple libro.
-¿Un libro?-Preguntó de nuevo.
-“Le jardín du monde”

Tan solo escuchar el título la portada de aquel cuento resurgió en la mente de Regina. Si
no recordaba mal lo hallaron en el cuarto secreto donde Edurne fue secuestrada, situado
sobre la mesa y con un dibujo en forma de girasol plasmado en su tapa.

-Cuando lo encontramos pensamos que alguien del equipo lo había puesto allí
deliberadamente así que no le prestamos demasiada importancia. Pero nos
equivocamos.

<<“Hace mucho, mucho tiempo, cuando todo estaba envuelto por la oscuridad, del
corazón del mundo un jardín de girasoles surgió”>>

-Hace dos años atrás el sismógrafo de la universidad de Harvard detectó una anomalía
en una de las placas tectónicas y se nos informó inmediatamente de ello. Todo ha sido
llevado en secreto pero la gravedad del asunto es que un cataclismo a gran escala
amenazaba este mundo. ¿Y adivináis qué? “Le Jardin du monde” entre líneas relata
exactamente lo mismo, la extinción de una especie a causa de un desastre natural.

Evangeline pausó su explicación y observó sus rostros esperando algún tipo de reacción,
sin embargo ninguno de ellos llegó a creer semejante fantasía. Ante tal silencio Regina
quiso mitigar la tensión y preguntó, con falso interés, sobre la conversación:
-Aunque todo eso sea cierto ¿Qué tiene que ver con nosotros?.
-¡Maldita sea! ¿¡Aún no podéis entenderlo!?-Gritó agitando el arma en el aire-¡Lo único
que pretendían los Sparkles con venir aquí era avisarnos sobre lo que iba a ocurrir y ese
cuento que trajeron consigo era su modo de explicarlo!

Ante tal agresividad en su voz los concursantes decidieron no decir nada más y que
Evangeline continuase explayándose por sí sola.

-Las ayudas necesarias que se tomaron a cabo contra la catástrofe no eran suficientes y
según mi padre todos teníamos el mismo derecho a obtenerlas. Lamentablemente
muchas personas que eran conocedoras del tema no pensaban igual que él, entre ellas
Katsuo Tsujimura, el cual defendía la idea de que tan solo los del proyecto debían ser
ayudados-¡Hemos trabajado duramente en este proyecto! ¡deberíamos ser nosotros los
beneficiados!-Solía gritarle. A pesar de todas las súplicas y amenazas que recibió jamás
cambió de parecer, por eso un día decidieron matarle.

La cámara más alta era espectadora de tal historia, observando así como medio rostro de
Evangeline se recortaba entre sombras en el atardecer ficticio del Solarium. El mar con
su eterno vaivén dibujó un distorsionado reflejo de la realidad, el cual jamás se llegó a
completar ya que extrañamente las figuras de Amedeo y Dante no aparecieron en él.

-Dictaminaron su muerte como una negligencia, pero yo sabía la verdad, personas sin
escrúpulos como Tsujimura fueron los que le asesinaron. Así que un buen día acabé con
sus asquerosas vidas y les hice pagar con su misma medicina. Después de que esto
ocurriese decidí crear, en nombre de mi padre, este concurso donde la pareja con mayor
sentido común e ideales serían recompensados con lo que aquellos egoístas ansiaron.

Evangeline cerró sus parpados por un segundo y suspirando concluyó con su último
argumento:

-Lo siento pero… Dante y Amedeo estáis eliminados.

Amedeo sintió un latigazo en su corazón cuando la vio apretar el gatillo. El tiempo se


ralentizó ante su propio potencial de concentración y consecuentemente la ruleta del
revolver dio un giro de muerte. La metálica bala salió disparada del cañón, dando giros
en el aire y dirigiéndose hacia él como objetivo.
Mientras su rostro cambiaba a una expresión de absoluto horror el cuerpo de alguien
cercano le eclipsó, le empujó, y logró desviarlo del mortal punto de mira. No tuvo
tiempo ni para asimilarlo, simplemente la imagen de su novio recibiendo el impacto del
disparo fue suficiente para saber lo que había ocurrido.

-¡¡NO!!-

Dante descendió en el aire, sus parpados cayeron mirando al suelo, y su cuerpo también
lo hizo. Tendido sobre la arena sus muñecas flojearon sobre la superficie hasta que
Amedeo agarró una de ellas y se arrodilló junto a él.

-¡Dante! ¡Dante, dios mío!-Gritó de forma frenética mientras le cogía su mano derecha-
¡No te muevas! ¡no te muevas!
Lamentablemente Dante no podía escucharle correctamente, apenas podía discernir su
voz del resto de sonidos que envolvían la sala, y el único mensaje que podía recibir era
la imagen del rostro de su novio asustado.

-¡Por favor intenta no moverte!-Le dijo al observar como una mancha rojiza atravesaba
la tela de su camisa y rodeaba su solapa.

A Dante no le hizo falta mirar para adivinar en qué estado se encontraba, lo cierto es
que el dolor ahora estaba remitiendo, al igual que todos sus sentidos, los cuales se
apagaban sin apenas darse cuenta. Por eso mismo decidió interrumpirle y decirle
aquello que tanto deseaba:

-Siempre te he querido-Dijo llevando su mano izquierda sobre la que su pareja le


agarraba con firmeza-Cuando Mateo intentó matarnos tan solo tenía una persona en mi
cabeza, y ese eras tú…
-¿Qué? ¿Por qué me hablas de eso ahora?-Preguntó horrorizado.
-Quiero que sepas que cuando imaginé que podría hacerte lo que hace mucho tiempo
me hizo a mí no pude evitar asustarme. No me siento orgulloso de haberle hecho eso, de
haberlo solucionado de ese modo, pero por ti mataría sin dudarlo.

Fueron esas mismas palabras las que finalmente disiparon los malentendidos que desde
el incidente les distanciaron. Amedeo todo aquel tiempo había pensado que el corazón
de su pareja aún era preso de las garras de Mateo, sin embargo aquella impresión no
estaba ligada con la realidad; Dante simplemente quiso protegerle aunque sus actos no
fuesen del todo correctos. Amedeo por un instante se puso en su lugar y comprendió que
él también hubiese luchado por un fin que justificase todos los medios.

-Perdóname por favor… perdóname por lo que hice-Dijo interrumpiéndose a causa del
constante dolor.

Sí, ahora comprendía el porqué de su silencio, la razón por la cual su entristecida mirada
se apagó tras el incidente, y también sabía lo injusto que había sido con él todo aquel
tiempo.

-Cariño… no tienes que pedirme perdón porque yo hubiese hecho lo mismo si hubieses
estado en peligro-Respondió negando con la cabeza ante la disculpa-Pero ahora tienes
que…

Se esfumo como el viento, desapareció como el vaho en una fría mañana de invierno;
sus ojos verdosos se cerraron tras aquellas palabras, sus dedos resbalaron sobre la palma
de la mano de su pareja, y a la escucha del mar de fondo su corazón palpitó por última
vez.
Amedeo se había quedado sin aliento, observando cómo su novio, ahora recostado sobre
la arena, ya había abandonado la playa.

<<Girason ardiente detén mi corazón, girasol ardiente calla al ruiseñor>>

Primero fue el dolor y después la rabia.

-¡Mal… Maldita! ¡Maldita hija de puta!


Cerró sus puños con furia sobre sus rodillas y flexionando las mismas se puso en pie
repentinamente. No tuvo tiempo ni de escuchar el sonido de un segundo disparo, no
pudo ni siquiera maldecir con palabras a aquella asesina que acababa de matar a su
pareja a sangre fría, ya que una nueva bala atravesó su cráneo y le hizo caer desplomado
junto a Dante.

Como consecuencia Regina gritó y se acurrucó ocultando su rostro sobre el torso de


Ruy. Este mismo mientras la rodeaba con los brazos no pudo evitar pensar con temor
que ellos podrían ser los siguientes.

-Eran buenas personas, tenían las mismas posibilidades que vosotros para ganar.-Dijo
Evangeline bajando lentamente el arma.-Pero si hubiesen ganado no servirían de nada.

-¿¡Que no hubiesen servido de nada!?-Gritó Regina encarándose hacia ella de forma


inconsciente-¿¡Así valoras sus vidas!? ¿¡A caso no podrías haberlos dejado marchar
como hiciste con Edurne y Abel!?

Evangeline hizo un ademán de negación y respondió.

-¿Abel y Edurne? Bueno… ¿a caso no lo has visto? Sus lápidas están en la playa. Ellos
mismos se suicidaron al escoger abandonar esta casa cuando el concurso aún no había
finalizado.
-¿Qué?-Preguntó Ruy al no descifrar el significado de sus palabras.
-Habéis ganado y ahora sabréis de lo que estoy hablando, tan solo tenéis que cruzar la
puerta de salida para descubrirlo. Pero antes que nada recordad los errores que el mundo
entero ha estado cometiendo y no dejéis que vuelvan a suceder.

Los altavoces callados durante un largo periodo de tiempo se encendieron por última
vez con la misa de Réquiem en re menor de Mozart como despedida.

-Suerte y hasta siempre.

Los dedos cruzados de la pareja ganadora se apretaron los unos a los otros formando
una cadena inseparable con la cual sin perder un solo segundo corrieron abandonando la
ilusoria sala. Sus pasos a la escucha de los violines atravesaron aquel persistente pasillo
a toda prisa, dejando tras de sí sus pisadas de arena sobre el parquet. Evangeline pudo
ver como se alejaban, como la pareja al fin ganadora abandonaría aquel lugar para
regresar al exterior. No pudo evitar sonreír cuando pudo ver que el sueño de su padre
Edward Kogem finalmente había sido cumplido. Quizás no fue la forma más correcta
para conseguirlo, muy seguro que él no lo hubiese permitido, pero al fin y al cabo
Evangeline no era una concursante que debía ser juzgada por sus buenos actos.

La asustada pareja llegó al recibidor e impacientes observaron como la metálica puerta


de entrada comenzó a deslizarse sobre el suelo. Regina miró hacia atrás y se percató de
que al final del corredor la puerta abierta del Solarium mostraba a Evangeline de pie
mirándoles fijamente desde la playa. Con las melancólicas tumbas tras ella, mientras las
palmeras se agitaban chirriantes a causa del viento esbozó una sonrisa y alzó el arma de
nuevo. Regina se sobresaltó al predecir un nuevo disparo desde aquella distancia, sin
embargo algo completamente distinto ocurrió; la puerta del Planetarium a causa de la
corriente, retornó entornándose, Evangeline aproximó el revólver a su cabeza y una vez
el acceso se cerró un último disparó desde el interior de la sala se escuchó.
Una franja de luz se dibujó sobre el rostro de Ruy, contrayendo su pupila derecha y
dibujando una expresión de absoluta emoción, al observar como unos centímetros de
libertad se abrían paso ante él. Sin perder un solo segundo más, aún cuando la salida no
se había abierto del todo, Ruy agarró del brazo a su pareja y corriendo abandonaron la
casa. A causa de haber estado encerrados durante tres meses en aquella oscura prisión
sus ojos recibieron dolorosamente el impacto del sol. Cegados por un tiempo finalmente
ralentizaron sus pasos y, cuando su visión se recuperó, presenciaron completamente
atónitos lo que les rodeaba.

-Dios santo-Exclamaron ambos.

***

<<Quinto día en la casa>>

Cuando Edurne huyó desesperadamente su marido no pudo resistirlo y suplicó al


concurso que le dejasen salir también. La distorsionada voz de Evangeline le
prometió cumplir su deseo si a cambio robaba el colgante de Rose durante unas
horas. Para Abel sería una tarea fácil de llevar acabo y cuando la realizó fue
recompensado con su “mujer” esperándole en el confesionario.

-¿Ves esa puerta negra?-Preguntó Edurne mientras suavemente alzaba su mano


derecha señalando.
-Sí-Respondió Abel frente a la salida alternativa que proporcionaba el confesionario-
¿Qué es lo que pasa?-
-Detrás de ella no hay nada.
-¿Eh? ¿Qué no hay nada?
-Tras ella no existe la luz, no existe el vacío, tan solo la nada.
-¿Pero qué te pasa? ¿Qué estás diciendo?-Dijo agarrándola de la mano alzada – Estoy
harto de esta casa ¡Vayámonos de aquí!
-Este es el último girasol del jardín del mundo, no marches o dejarás de respirar.
-¡¡Maldita sea Edurne!!-Gritó estirándola del brazo.

Hizo caso omiso a sus advertencias, intentó burlar su resistencia, pero cuando
finalmente sus dedos hicieron girar aquel pomo azabache la puerta se abrió con
brusquedad.
Abel quedó estupefacto al cruzarla y encontrarse con una sala completamente distinta:
Estaba pintada de blanco, era ahuevada y con un diseño futurista cuyo suelo, paredes y
techo estaban cubiertos por conductos y tuberías del mismo color. Pero lo más
impactante de la habitación se mostró frente a él unos metros más adelante, donde un
enorme ventanal circular mostraba una imagen del exterior.

-Dios mío-

Aquella realidad impactó desconcertando su mente, encogiendo su corazón y helando


su sangre, al descubrir que una extrema negrura lo rodeaba absolutamente todo. Ya no
podía verse el gran valle donde la casa estuvo situada, y aún menos las majestuosas
montañas que lo rodeaban, escalofriantemente el mundo era como si hubiese
desaparecido y la casa parecía ser lo único que había prevalecido. No muy lejos de la
realidad Abel se giró con la intención de compartir tal impresionante suceso con su
esposa cuando de pronto, tras percatarse de que ella ya no estaba, su cuerpo quedó
reducido a la nada al ser expulsado brutalmente al inmenso vacío.
***

Regina y Ruy desorientados frenaron sus pasos, la brisa del viento les adelantó y se
lanzó hacia el gran valle de girasoles que se extendía kilómetros hacia el horizonte.
Sorprendentemente aquel paisaje no resultó ser el mismo que atravesaron cuando
entraron y, una vez alzaron la cabeza mirando al cielo, descubrieron que la atmósfera
que les rodeaba tampoco lo era ya que dos enormes lunas se discernían tras la capa
atmosférica.

-Ruy-Dijo Regina hipnotizada por lo que sus ojos presenciaban-¿Dónde narices


estamos?

Y así fue como la pareja ganadora fue recompensada con el premio de la supervivencia,
con la oportunidad de empezar de nuevo como Adán y Eva, y con la experiencia
suficiente para evitar los terribles errores que la humanidad ha estado cometiendo.

<<Hace mucho, mucho tiempo existió un jardín que hizo llamar a la palabra FIN para
así poder sobrevivir>>
Edurne flexionó sus piernas, agarró su maleta y las luces se apagaron. Paralizado ante
la situación sintió la presencia de su esposa correr cruzándose a su lado, dejando tras
de sí un perfumado rastro a lavanda que tanto la caracterizaba.
Entre toda aquella alarmante confusión, a la escucha de sus pasos, actuó intentando
seguirla.
El sonido de una puerta abriéndose al final del pasillo mostró entre sombras la
pequeña luz de emergencia que indicaba la salida. En aquel instante, la metálica
puerta se deslizó sobre el suelo, la silueta de Edurne se dibujó sobre el contraste del
verdoso paisaje y así finalmente abandonó la casa. Abel corrió hacia ella intentó
detenerla, pero una vez llegó al recibidor la puerta volvió a cerrarse.

En aquella última imagen, cuando observó sin llegar a tiempo a su esposa alejarse por
el inmenso valle, algo le llamó la atención; Tras las montañas una espesa y
monstruosa nube negra se alzaba cubriendo todo el cielo.

Epílogo: C’est fini

Sus desesperantes pasos pisaron la hierba de aquel gran valle verde mientras que,
recordando por qué había sido expulsada del concurso, se dirigió con prisas hacia la
verja de salida.
Lo que nadie sabía, incluso lo que su marido desconocía, era que Edurne había formado
parte en el equipo científico del proyecto Kogem. El contrato que firmó la internó
durante más de cuatro meses en el lugar de los sucesos. Pero desafortunadamente, tras
un terrible accidente, fue despedida sin explicación alguna, como al resto de su plantilla.

Impotente de que hacer no tuvo más remedio que volver a su hogar, donde semanas
después conoció a su actual marido Abel. A pesar de haber sido sobornada
económicamente por no denunciar el despido improcedente Edurne quiso sacar más y
amenazó al proyecto con romper la confidencialidad que inicialmente pactaron.
Evangeline decidió atenderle en persona y le mostró una razón lo suficientemente
reveladora como para no hacerlo; Fue informada sobre el verdadero propósito que
llevaba a cabo el proyecto, referente al cataclismo que se aproximaba, y como chantaje
se le prometió una plaza en la salvación que todos deseaban . Por esa misma razón, y
por el hijo que esperaba, decidió inscribirse en el concurso y proteger a su familia de la
catástrofe que les amenazaría. Lamentablemente una vez dentro las cosas no fueron
como prometieron, Evangeline expulsó a Edurne del área de juego bajo el mismo
argumento que siempre defendió su padre:

-Si somos conocedores de lo que va a suceder no merecemos estar dentro, sería injusto
para el resto-

Aquella fue la razón por la cual abandonó el concurso de tan desconcertante manera,
obligada a renunciar el amor de su marido y a la vida que llevaba en su vientre.

-Se ha acabado-

Mientras su respiración se hacía visible con el vaho de la mañana alzó su mirada y


observó aterrada como una colosal nube negra se esparcía por todo el cielo.
Tras una corta espera la puerta de la verja se abrió permitiéndole el paso y sin perder un
solo segundo corrió sendero abajo. Exhausta finalmente llegó a la llanura cubierta,
donde los taxis trajeron al resto de concursantes, y donde su vehículo propio permanecía
intacto. Edurne sustrajo las llaves de su bolsillo y coordinándose correctamente logró
abrir la puerta e introducir la maleta en el asiento del acompañante en menos de cinco
segundos. Finalmente dentro dio un giro a la llave de contacto y se puso en marcha.

¿Qué les esperaba?- Se preguntó de nuevo mientras bordeaba la montaña.

Con el control de vehículo entre manos Edurne recorrió unos kilómetros hasta llegar a
la ciudad de Interlaken, donde según su plan enlazaría vías hacia el aeropuerto de
Zurich.
La estación ferroviaria estaba situada junto a la montaña, su antigüedad se vislumbraba
en la dejadez de los andenes; cuyos asientos de espera estaban formados por una madera
ya desgatada por los años. Edurne decidió descansar sobre uno de ellos y esperar,
mientras vigilaba el enorme reloj que colgaba de uno de los postes, a que el próximo
tren llegara.
No esperó ni un segundo más, sustrajo el teléfono móvil de su abrigo de plumas negro y
con rapidez marcó el número de su hermana. Mientras se lo llevaba a la oreja miró
inconscientemente a su alrededor y observó como una pareja de ancianos llegaba a paso
lento a la estación.

-¿Sí, diga?-Respondió una voz tras el cuarto tono.


-Nerea, soy yo.
-Edurne… ¿Cómo te has enterado?
-¿Enterarme de qué?-Preguntó esperando algún tipo de explicación.
-Nos están desalojando a todos, dicen que van a llevarnos a Barcelona.
-¿Qué? ¿a todos? - Insistió desconcertada.
-Esta mañana han llegado más de una docena de autocares a Andorra, y ahora estamos
de camino.
-Pero… pero ¿os han dicho que es lo que pasa?
-Que va, aquí cada uno tiene un versión distinta, lo único que saben decirnos es que no
nos preocupemos ¿pero cómo no vamos a hacerlo?-Dijo mientras su voz era interferida
por el resto de personas que parecían conversar también en el autocar-intento no parecer
asustada por Iván pero cada vez me resulta más difícil.
-Escúchame, dentro de unas horas cogeré un vuelo hacia Barcelona, llámame cuando
hayáis llegado.
-¿Por qué? ¿Han dicho algo por televisión sobre lo que está ocurriendo?

El sonido del tren aproximándose alertó a Edurne, la cual, agarrando su pesada maleta
se puso en pie.

-Cuando llegue te lo explicaré, da recuerdos a Iván de mi parte-Se despidió de un modo


tajante.

Devolviendo su teléfono al bolsillo el convoy se detuvo lentamente situando una de sus


puertas frente a ella.

***

El paisaje se movía como un decorado artificial de cine antiguo, repitiendo una y otra
vez los elementos que habían en el. Los árboles parecían hechos en serie, ninguno de
ellos más estrecho que el resto. Inclinada contra el cristal Nerea observaba el exterior a
través del ventanal del autocar mientras inmersa en sus pensamientos teorizaba sobre lo
que estaba ocurriendo. Enlazado a uno de ellos se giró mirando a su hijo, mientras él,
ajeno a los acontecimientos jugaba con su consola portátil.

-Iván ¿Quieres ponerte en la ventana? El paisaje es muy bonito.


-No, no-Respondió frenéticamente-Estoy a punto de pasarme la pantalla.

Sin querer interrumpirle simplemente situó la mano sobre su frente y acarició con amor
su cabello como solo una madre sabría hacerlo.
Las horas pasaron, sus vecinos conversaron y Nerea decidió unirse a ellos. Como
explicó a su hermana cada uno parecía tener una explicación particular sobre lo
acontecido, algunos incluso predecían con imaginación el lugar al que les llevarían, pero
realmente ninguna de aquellas historias poseía una carga de evidencias que las hiciese
ciertas.
Antes de que pudiese retomar sus pensamientos el autocar abandonó la carretera y se
desvió por un camino de tierra. Desconcentrados se adentraron en un polígono industrial
y sorprendidos observaron cómo un centenar de personas entraban por la parte trasera
de una de las fábricas.
El vehículo mediante unas maniobras aparcó junto a los demás automóviles ya
estacionados. Cuando aún ni se habían abiertos las puertas traseras un hombre con
vestimenta policial subió al autocar.

-Por favor hagan una fila y bajen uno a uno-Dijo gesticulando con las manos.

A pesar de sus palabras los abucheos no tardaron en manifestarse. La gente estaba


demasiado asustada y necesitaba algún tipo de explicación oficial que los desosegase.

-Por favor señores tengan paciencia, esto lo hacemos por su seguridad, primero necesito
que bajen y después les informaremos.

Resignados aceptaron las reglas y por orden salieron al exterior. Una vez fuera Nerea
cogió a su hijo de la mano mientras que con la otra arrastraba el poco equipaje que pudo
llevarse. A su vez Iván, con su mano libre, hacía sobreesfuerzos por continuar con la
partida final.

-Maldita sea, deja de jugar-Dijo su madre ofuscada por toda aquella multitud.
-¡No!-Repitió-estoy a punto de pasarme la pantalla.

Nerea sin quererlo perdió a sus conocidos entre la gente, cuya masa se desplazaba
desorientada a causa de un terror latente. Era de esperar que sucediese, como madre
debería haberlo evitado, pero lamentablemente no logró predecirlo a tiempo; La consola
de bolsillo resbaló de la mano de su hijo, consecuentemente se soltó de su madre para
arrodillarse a cogerla, y antes de que pudiese darse cuenta Iván fue engullido por la
gente.

***

Sus palabras de desesperación la llamaron por teléfono y del mismo modo le indicó
como llegar al lugar en el que se encontraban. Edurne usó todos sus recursos hasta que
finalmente un ciudadano decidió acercarla en coche. El destino en cuestión estaba
situado a las afueras de Barcelona, concretamente en un recinto industrial abandonado.
Edurne agradeció aquel gesto por parte del conductor y con su hermana en mente corrió
hacia la fábrica habitada. Como predijo la detuvieron a medio camino y seguridad
solicitó su acreditación. Como ciudadana que era se le permitió el paso y rápidamente se
desplazó hacia la parte trasera del edificio, donde los autocares aparcaron.

-Dios mío, esto es…-

Desconcertada situó su mirada sobre portón blindado allí instalado, donde un cartel de
gran magnitud tenía grabadas las siguientes palabras:

"Refugio nuclear bacteriológico"

Se introdujo entre la multitud, se unió a los pasos que la llevaron al interior del edificio
y finalmente dentro pudo ver a Nerea esperándole con el equipo de seguridad.

-¡Edurne!-Gritó lanzándose a sus brazos hecha un mar de lágrimas-¡He perdido a Iván!


Él se ha… se ha soltado de mi mano y…¡Dios mío, no he podido encontrarlo!
-¿Qué? Pero… ¿Cómo ha podido pasar algo así?-Preguntó dirigiendo su mirada hacia
uno de los policías.
-Ha sido al salir del autocar.-Respondió él mientras Nerea se agarraba a su hermana con
dolor- hay demasiada gente y el chico se ha despistado.
-¿Qué?-Repitió Edurne-¿Y por qué es tan difícil encontrarle?
-Hacemos cuanto podemos pero hay más de doscientas personas ahí fuera que esperan a
entrar y es difícil dar con él.

Edurne contuvo sus palabras de rabia sobre el método tan desorganizado que estaban
llevando a cabo y, agarrada a su hermana, le susurró que no se preocupara. Sin nada más
que añadir se unieron a la corriente de gentío y bajaron por la escalera principal.
La supuesta fábrica resultó ser una entrada a un refugio completamente hermetizado y
diseñado especialmente contra catástrofes de carácter bacteriológico. Evangeline acertó,
sus predicciones no fueron simples conjeturas con las que le chantajeó, aquel devastador
acontecimiento parecía ser más real de lo que jamás hubiese imaginado.

-¿Dónde no estarán llevando?-Se preguntó una señora de avanzada edad mientras


agarraba una pequeña maleta con sus manos.

Pronto descubrieron que aquellos peldaños por los que bajaron finalizaban en un gran
montacargas, en el que ambas, desorientadas, subieron resignadas. Mientras descendían
a más de trescientos metros de profundidad unos megáfonos allí instalados dieron paso
a la explicación que todos replicaron.

“Por favor, presten atención”-Dijo una voz varonil-“Un seísmo de gran magnitud ha
provocado una fuga de gas subterránea”

-¿Una fuga de gas?-Repitió Edurne frunciendo el ceño mientras decenas de miradas la


acompañaban en su desconcierto.

“Desconocemos si este compuesto puede ser dañino, pero la masa subterránea a


arrollado parte de norte Ámerica y hemos perdido la comunicación. Mediante uno de
nuestros satélites hemos descubierto que la nube de gas también se esparciendo por
Europa a gran velocidad. Por eso mismo y por la seguridad de todos ustedes lo mejor
será que permanezcamos en este refugio hasta nuevo aviso. Gracias.”

Tras esta breve -pero intensa- explicación el ascensor finalizó con un tosco frenazo y
mostró frente a todos ellos un amplio pasillo de cemento con una treintena de puertas
paralelas. Una mujer mosso desquadra se situó frente al grupo y les dio la bienvenida
con una sonrisa.

-Me nombre es Cristina, como ya saben todo esto va a ser temporal y pronto podrán
volver a sus casas sin problemas, pero mientras estén aquí tienen que saber una serie de
cosas-Dijo pausadamente- los lavabos están situados entre los cuatro cuadrantes que se
dividen los dormitorios. Podéis repartiros las literas como queráis, lo importante es que
estéis cómodos. Para cualquier tipo de consulta podéis preguntar por mí o por mis
compañeros e intentaremos ayudaros.

-¿Ah sí?-Interrumpió Nerea alzando la voz-¿¡A caso habéis movido un dedo para
encontrar a mi hijo!?

Cristina cohibida por tal reacción mostró una expresión de incomodidad y respondió
con suavidad.

-He sido informada de ello, y créame que hacemos lo posible por encontrarle.
-¡Eso mismo me han dicho hace cuatro horas pero nadie me ha vuelto a informar desde
entonces! ¡Maldita sea! ¿¡Tan difícil es encontrar a un niño pequeño!?

De nuevo Edurne la sostuvo en sus brazos cuando rompió a llorar. La gente a su


alrededor comenzó a murmurar y Cristina preocupada se inclinó hacia ella.

-Escúchame, tu hijo no ha podido ir muy lejos y te prometo que no pararé hasta


encontrarle, pero necesito que regreses al dormitorio donde te instalaste e intentes
tranquilizarte.

Nerea asintió con lágrimas en los labios y Edurne respondió agradeciendo sus palabras.
Juntas y destrozadas por una misma causa caminaron por el interminable pasillo
mientras Cristina retomó su explicación con los ciudadanos. La habitación se
encontraba en la segunda puerta derecha del primer cuadrante, y una vez entraron
Edurne quedó sorprendida por sus grandes dimensiones. Su hermana se dirigió hacia
una de las literas y se dejó caer cabizbaja en el colchón.

-A Iván le hubiese gustado dormir en la de cama de arriba-Dijo Nerea mirando al suelo-


por eso he cogido la de abajo.
-Deja de hablar de él en pasado-Respondió en un tono moderado-Le van a encontrar, de
eso no te preocupes, pero has de tener un poco de paciencia.
-¿A caso no has escuchado lo que han dicho?-Siguió Nerea con un leve incremento de
agresividad en su voz.- ¡Iván está en peligro ahí fuera!

Su hermana menor, sin ya recursos para animarla, se sentó junto a ella y agarró la mano
que temblaba sobre su regazo.
-La situación es esta y no tenemos más remedio que aceptarla. Ya no lo hagas por ellos
sino por mí también, es mi sobrino y también sufro por él, pero perder los nervios ahora
no sirve de nada, lo único que podemos hacer es esperar.

Nerea asintiendo de nuevo restregó sus ojos con la mano izquierda y, con mayor
serenidad, se deshizo de las lágrimas que hasta entonces la acompañaron.

***

Una intrépida polilla brincó contra la gravedad, de foco en foco recorrió el kilómetrico
pasillo y aleteando alcanzó el gran montacargas allí estacionado. Sin necesidad de
corriente para hacerlo funcionar logró superar aquellos trescientos cincuenta metros de
altura y llegó al piso de arriba. El impacto lo recibió cuando se interpuso entre los
agentes de seguridad e irrumpió la conversación que estaban llevando a cabo.

-¿Cuando lo has recibido?-Preguntó Cristina mientras se deshacía del molesto insecto


con un simple manotazo.
-Hace unos minutos-Respondió su compañero junto al portón blindado de entrada ya
cerrado-He contestado a la radio y uno de los nuestros que estaba en el exterior me ha
respondido gritando.
-Pero… ¿Qué te ha dicho exactamente?
-No sé, la señal era muy mala. Me ha explicado que la nube había llegado y luego…
bueno, la verdad es que aún no lo tengo claro, pero hablaba sobre ceniza, polvo o no sé
qué más.
-¿Ceniza?-Repitió Cristina
-Sí, pero tampoco me hagas caso, apenas podía entenderle. Eso sí, te aseguro que
parecía asustado.
-Joder, ¿y del niño… sabemos algo?
-Tampoco-Respondió negando con la cabeza.
-¡Mierda!-Maldijo dejándose caer contra la pared-¿Cómo pretenden que calmemos a
toda esta gente si ni nosotros mismos somos informados?

Su compañero se cruzó de brazos y antes de que pudiese añadir una sola palabra el
montacargas se puso en marcha. Los dos agentes esperaron con la mirada fija en el túnel
hasta que pudieron ver la cabeza de una ciudadana aparecer a ras de suelo. Abriendo la
puerta de seguridad abandonó el ascensor y decidida avanzó hacia ellos.

-Necesito que me informéis sobre cómo van las cosas ahí fuera.
-Lo siento pero de momento la única explicación que tenemos es la que os hemos
facilitado cuando habéis llegado-Explicó Cristina llevándose las manos a los bolsillos
de pantalón.
-No me mientas, tengo todo el derecho a saberlo y en cierto modo estáis obligados a
hacerlo.
-Disculpa-Dijo el chico con una cierta prepotencia-¿Y quién eres tú para decirnos como
tenemos que trabajar?
-Mi nombre es Edurne y estuve trabajando junto a Evangeline en el projecto Kogem.
Si echásemos la mirada atrás, si nuestros ojos fuesen los de Naiara antes de que su
sangre fuese ensuciada por el virus del sida, recordaríamos la polilla que murió sobre el
asfalto y no podríamos evitar compararla con la que ahora yacía sin vida junto a los
agentes.
Si echásemos la mirada atrás, si nuestros ojos fuesen los de Rose antes de perder
completamente la razón de ser, muy seguramente veríamos algo más que un simple
insecto. La recreación de un símbolo negativo, la señal del mal augurio, el aviso de que
algo terrible estaba a punto de suceder se vería directamente relacionado con la
aparición de aquel insignificante volador.

***

El tiempo en aquel lugar se prolongaba mucho más, en ocasiones parecía inexistente,


aunque a diferencia del resto Nerea deseaba que este retrocediera y le devolviera a su
querido hijo. Lamentablemente aquellas cuarenta y tres horas se hicieron eternas para
todos, incluidos los agentes, cuyas radios dejaron de sonar al poco de entrar en el
refugio.
¿Por qué no estaban siendo informados?-Se preguntaron una y otra vez mientras
cruzados de brazos esperaban sentados.

-¿Nerea?-

Sucedió aquella misma noche, cuando una terrible pesadilla la desveló y preocupada por
su hermana echó un vistazo a la cama inferior. Asomada desde arriba se percató con
horror de que ella ya no estaba. Consecuentemente se incorporó, bajó la escalerilla y
una vez en el suelo se puso los zapatos. Lo escuchó al salir al pasillo, un grito de agonía
hizo eco desde la planta superior. Acelerando sus pasos presionó el interruptor, el
montacargas bajó y sin perder un solo segundo subió en él. A la escucha de los chillidos
alzó su mirada y observó horrorizada lo que se le avecinaba encima.

-¡Dios mío!-

Aquella nube oscura que recordaba, aquella masa colosal de la que todos hablaban se
introdujo como un gusano por el túnel dirigiéndose violentamente hacia Edurne. Antes
de que pudiese reaccionar fue arrollada por su furia, sus pies retrocedieron ciegos entre
la negrura y aquella sustancia gaseosa arañó sus pulmones sanos. Tuvo que abrir los
ojos para avanzar y, una vez arriba, observó como el cuerpo de uno de los agentes yacía
tendido en el suelo frente al portón ahora abierto. Angustiada se acercó y para su
sorpresa descubrió que se trataba de Cristina.
-¡Ha... ha sido tu hermana!-Le explicó mientras aturdida intentaba incorporarse-
Estábamos discutiendo por su hijo cuando me ha golpeado y ha abierto la entrada
Edurne no esperó ni un solo segundo, ni siquiera la ayudó a ponerse en pie, ya que
preocupada corrió y cruzó la puerta blindada. Una vez en el exterior pausó su ritmo y
aterrada observó el acontecimiento que la rodeaba: Un anochecer ficticio se
materializaba a causa de la oscura niebla que lo envolvía todo. Su visibilidad se limitaba
a unos tres metros de distancia, y el cielo se ocultaba tenebrosamente bajo la misma
sustancia. Lo más desagradable entró por sus fosas nasales, ya que un hedor humano
empapaba con humedad todo lo que pudiese alcanzar, como si una corriente lejana
proveniente de una gran masacre trajese su peste hacia aquel lugar. Desorientada avanzó
acariciando con su mano la fachada y dejándose la voz gritó el nombre de su hermana.
Desafortunadamente un silencio a muerte reinaba aquel lugar y por más que lo intentará
no la podía encontrar. Pero el terror se hizo más palpable cuando tuvo que separarse del
edificio, cuando absolutamente sola caminó por el desconcertante vacío y cuando
mirando al suelo descubrió algo completamente desconcertante. El viento traía consigo
unas leves virutas, similar a la arena pero con una tonalidad que no contrastaba con el
paisaje, su suave textura y el teñido grisáceo que dejaba cuando se restregaba era
relacionada con la ceniza, pero aquello no fue lo único que trajo la corriente,
concretamente decenas de prendas de vestir se mantenían solitarias por todo el camino.
Edurne no logró comprender el significado de aquello pero lamentablemente no tardaría
demasiado en descubrirlo.
-¿¡Nerea!?
Sucedió en el momento en que sus delgados tobillos se situaron sobre el asfalto, cuando
una vez llegando a la carretera confirmó con horror que aquella escalofriante niebla
negra se extendía kilómetros hacia el horizonte. Sin previo aviso un extraño cosquilleo
invadió su interior y sus piernas flojearon provocando su desplome contra el suelo.
Intentó moverse pero no lo consiguió, su cerebro parecía haber perdido una total
conexión con su cuerpo y tan solo su cabeza podía expresar con libertad la agonía que
estaba sufriendo. Sin lograr incorporarse descubrió como la mano que dormía sobre su
vientre variaba de tonalidad, asumiendo un color mucho más pálido. No pudo describir
con palabras lo que sucedió después, su piel semejante a la de un difunto comenzó a
desprenderse como el pegamento seco, desintegrándose en virutas y uniéndose a la
masa de “cenizas” que era arrastrada por el viento. Ahora lo comprendía, entendía el por
qué de lo que acababa de ver y asumió con valentía lo que le iba a suceder. Sin dolor
alguno observó como lentamente su cuerpo se disociaba, su carne se evaporaba y dejaba
paso al esqueleto que ocultaba. Antes de que eso ocurriera, antes de que su alma se
desvaneciera, sus ojos clavados en cielo se humedecieron por última vez. Con
impotencia lloró por la hermana a la que no pudo ayudar, por el sobrino al cual no pudo
encontrar y sobretodo se lamentó por no haber salvado al hijo que llevaba en su interior.
-Abel-
Dijo su nombre en un suspiro cuando su interior se alzó milagrosamente sobre el suelo,
cuando lo imposible se manifestó alzándose hacia el cielo, abandonando su inexistente
cuerpo y abriendo un claro entre toda aquella oscuridad. En aquel preciso instante,
mientras la inmensidad del espacio se abría frente a ella pudo ver como una luz,
semejante a una estrella, abandonaba con velocidad la tierra. Aquel hubiese sido su
destino si en la “casa” hubiese prevalecido y aquella sería la salvación junto a su marido
que tanto deseaba. Afortunadamente el viento se puso a su favor, y alzándose sobre las
temibles nubes se dirigió hacia la nave con la intención de facilitarle un último aviso.

-¿Ves esa puerta negra? Tras ella no existe la luz, no existe el vacío, tan solo la nada.
Este es el último girasol del jardín del mundo, no marches o dejarás de respirar.-

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