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La doble dignidad

Capítulo: 1 Capítulo 1 de 3

Todos venimos de lo material a lo espiritual. Todos nacimos de nuestros padres y la


paga del pecado es muerte, pero cuando nacemos de nuevo, empezamos a hacer un
traslado de lo material a lo espiritual. La fe es igual, se traslada de tenerla en las cosas
materiales a las cosas espirituales. En Lucas 11:13: “Pues si vosotros, siendo malos,
sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro padre celestial dará el
Espíritu Santo a los que se lo pidan?”

Diga: "El Padre me dará el Espíritu Santo si se lo pido, porque si yo siendo malo, puedo
dar buenas cosas, cuánto más mi padre celestial.”

Nosotros hemos venido a ser gente responsable con nuestra familia para poderles
proveer, pero se nos olvida a los padres de familia que también podemos pedir. Nos
preocupamos tanto por lo que tenemos y lo que no tenemos, y se nos ha olvidado que
somos personas que también podemos recibir.

Todo padre de familia diga: “Aunque soy padre, no se me olvidará que soy tu hijo y te
voy a pedir, Señor”.

Mateo 7:11. “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros
hijos, ¿cuánto más vuestro padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le
pidan?

Cosas y Espíritu Santo, el Padre me quiere dar ambas. Si nosotros ejercemos nuestra fe
para poder llegar a tener todas las cosas que necesitamos, entonces estamos ejerciendo
la fe todos los días. Tú necesitas ejercer la fe para vestir, tener un techo y comida. Así tu
fe se mantiene activa.

¿Pero qué pasa con aquellos que desprecian los retos económicos y creen que no es
digno de meterle esa fe? Eliminamos la fe de eso, entonces cuando llegan esos
momentos delicados, lo que está activo es tu "yo", tu ego, y eso no funciona en el
mundo de la fe, porque la fe es la certeza de lo que espero y la convicción de lo que no
veo para los míos. Entonces, todo lo que yo hago lo hago por fe.

Cada cosa que hacemos aquí es para bendecir a alguien. Algún día, las empresas se van
a dirigir como se administran las iglesias. La gente piensa que lo que aquí se hace es
mercadear la fe, pero no es así. Se bendice a la gente.

El Señor quiere que tengas fe en lo material y lo espiritual. Lucas 7:1-10. Primera cosa,
versículo 3. "Cuando oyó hablar de Jesús..." Usted se preguntará cuándo va a ocurrir, yo
sé cuando. Cuando verdaderamente oigas, cuando verdaderamente tus oídos escuchen
y se pongan atentos; cuando digas "esto me va a pasar a mí". Esta promesa es para mí y
para los míos. Cuando tú tengas la fe para poseer lo que la Palabra dice, tendrás lo que
dice que vas a tener.

La fe viene por el oír y el oír por la Palabra. Di: “El oír por fe”. Yo sé que mucha gente te
ha hablado del Señor y de las sagradas Escrituras, y no has creído con fe, escuchas con
prejuicios. Pero cuando tú abras tus oídos y escuches con fe, entonces ese día van a
ocurrir esas cosas.

No funciona la Palabra sin creerla. Estaba Jesús, el centurión, el sirviente, los ancianos y
los amigos, cada uno juega un papel importante. Tú juegas un papel importante, las
autoridades juegan un papel importante.

Si las autoridades interceden por su país, y si la gente tiene amigos que intercedan por
ellos, entonces vamos a ver un cambio.
Lucas 7:4-5 en la Biblia Al Día: “Los ancianos fueron a Jesús y le suplicaron
encarecidamente que accediera a la solicitud del oficial. "Ese hombre es una persona
maravillosa," decían. "Si alguien merece que lo ayude, es él, porque ama tanto a los
judíos que costeó personalmente la construcción de una sinagoga”.

Los ancianos le dicen: "El es merecedor que le hagas el milagro". Si un romano lo creyó,
¿cómo no lo va a creer usted? ¿Qué llevó al centurión romano delante del Señor? ¿El
cuello que tenía o la construcción de la sinagoga?

La Biblia dice, no yo, que las dádivas te llevan delante de los grandes, no los sobornos,
ni los robos.

Los ancianos llegaron a pedirle a Jesús por el centurión romano, por las dádivas. ¿El
centurión romano tuvo fe primero para construir la sinagoga o para sanar a su siervo?
Para la construcción, porque luego le fue más fácil pedir la sanidad del siervo. La fe que
utilizas para hacer todas las cosas, te servirá para ejercerla para obtener tu sanidad en
algún momento.

Primero, era digno de recibir el milagro; segundo, no se creía digno de que entrara a su
casa, y tercero, no se creyó digno de hablar con El, sino que envió a sus amigos.

Los ancianos llegaron con Jesús y le dijeron que él era digno de que le concediera un
milagro. Pero los amigos le dijeron que él no era digno ni siquiera entrar ahí; unos
intercedieron y otros lo acusaron. Hay varios tipos de dignidad. ¿Cómo puede ser este
hombre digno de un milagro, pero no digno de una relación? El sí era digno de un
milagro, porque la Biblia dice que Jesús fue inmediatamente. Era digno porque él creía la
Palabra, pero no era digno de que entrara bajo su techo, por su comportamiento.

Y eso pasa también con algunas personas en nuestro país, porque hacen negocios, y
mandan correos para que Dios sane sus negocios, pero no son dignos de entrar en su
techo por ser corruptos.

Diga: “doble dignidad”. La palabra "dignidad" primero quiere decir que es merecedor de
una recompensa. Hay gente que siembra y cosecha, pero su conducta no es digna bajo
el techo donde vive.

Por eso, él decía: "di la Palabra y El sanará, pero yo no puedo pedírtelo". Tienes cáncer,
mujer, y no te crees digna de poder pedirle que te sane porque has tenido varios abortos,
pero hoy te digo que te olvides de eso porque hoy serás sana y el Señor te perdonará.

Jesucristo no sólo va a sanar de tumores tu cuerpo, sino que sanará tu alma y te dará su
presencia.

¿Cuánta gente siente la culpa porque creó un negocio y lo administró mal? Debes hacer
todo eso a un lado, porque Jesús no sólo va a restaurar tu empresa, sino que también te
va a prosperar.

No soy digno de entrar en tu techo. La palabra "icanos" en griego quiere decir: "no soy
suficiente, no doy la talla, no soy nadie, no soy nada”. Si tú hoy tienes un "icanos", el
Señor te va hacer libre, porque El ve que sí eres suficiente, que sí das la talla y sí eres
alguien y mucho.

Y la última Palabra: “no me tuve por digno”. No es cuestión de que tú te tengas; es la


Palabra que te justifica en Cristo Jesús.

¿Quién te justificará si Jesús ya te justificó? Tú no tienes que volver de donde te sacó, El


ya lo pagó.

No sé qué te está pasando en la vida. Tú eres digno de recibir los milagros. Cuando
crees a Dios la Palabra, eres digno de tener una relación con Cristo cuando te dejas lavar
en su sangre. Las dos cosas las promete en la misma Palabra.
Otros tienen una conducta bastante digna, nunca ha salido una mala palabra de su boca
desde que recibieron a Jesús y creen que por su actitud merecen recibir las cosas. Pero
por la fe en la Palabra, es que puedes recibir lo que quieres.

La dignidad que trae la sangre y la dignidad que trae la fe son por la palabra. ¡Tenga una
relación y obtenga sus promesas!

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