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Mi credo pedagógico
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Mi credo pedagógico

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Mi credo pedagógico es el "manifiesto" de las nuevas escuelas. Por el momento se disparó un tiro en el medio de un pantano pedagógico que no podía reconocer la centralidad del sujeto en el proceso educativo. Dewey se convirtió en el representante máximo teórico de la escuela progresista. Con la nueva educación se estaba produciendo un cambio en el núcleo en torno al cual las prácticas educativas: desde el maestro al niño.
El punto fundamental del análisis de la pedagogía de Dewey está dada por una concepción de la educación como "la participación social de la conciencia individual de la especie", es decir, en el principio de la vida democrática de su manifestación más alta y significativa. Si la sociedad democrática es el producto de la inteligencia de los hombres, a su vez, la educación de la inteligencia es un factor decisivo para la vida democrática. La vida democrática se nutre, en definitiva, a través del cultivo del intelecto. La estrecha relación entre la democracia y la educación es la base de la relación interactiva entre la escuela y la sociedad. La escuela se basa en las actividades e intereses de los alumnos, ordenados como una comunidad abierta a la realidad social, acordó no moldearlos en una forma estandarizada, sino para valorarlas en función de su potencial, que se conoce como la condición indispensable para el surgimiento de una sociedad en la que los seres humanos pueden experimentar en forma personal la democracia.
Dewey escribe, "con una tapa se oponen a la expresión de la individualidad y de la cultura, la disciplina fuera de la actividad libre, para aprender de los libros y los maestros, el aprendizaje mediante la experiencia; compra de habilidades y técnicas aisladas a través del ejercicio se opone al logro de ellos como un medio para conseguir el objetivo que satisfacer las necesidades vitales, la preparación para un futuro más o menos lejano se opone a la explotación al máximo las posibilidades de la vida presente a los propósitos y frente a los materiales estática familiarización con un mundo en movimiento ". Entre estos principios, el de aprendizaje a través de la experiencia (learning by doing) ocupa un lugar central en la reflexión del autor.
La experiencia es el punto de partida de todo conocimiento y toda la práctica educativa. La experiencia de Dewey denota todo lo que se vive, todo lo que sucede en el mundo, todo lo que intenta y que sufre, es una realidad que incluye todo: incluye lo que es racional y lógico que el que es irracional e inconsciente.
LanguageEspañol
Release dateAug 26, 2013
ISBN9788898473168
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    Mi credo pedagógico - John Dewey

    MI CREDO PEDAGÓGICO

    Artículo 1º - Lo que es la educación

    image 1

    Creo que:

    Toda educación procede por la participación del individuo en la conciencia social de la raza. Este proceso comienza inconscientemente casi desde el nacimiento, y está continuamente formando las capacidades del individuo, saturando su conciencia, formando sus hábitos, educando sus ideas y despertando sus sentimientos y emociones. Mediante esta educación inconsciente, el individuo llega gradualmente a participar en los recursos intelectuales y morales que la humanidad ha logrado acumular. Aquél se convierte así en un heredero del capital formado por la civilización. La educación más formal y técnica del mundo no puede alejarse con seguridad de este proceso natural. Únicamente puede organizarlo o diferenciarlo en alguna dirección particular.

    La única educación verdadera se realiza estimulando la capacidad del niño por las exigencias de las situaciones sociales en que se halla. Mediante estas exigencias es estimulado a actuar como miembro de una unidad, a emerger de su estrechez originaria de acción y de sentimiento y a considerarse él mismo desde el punto de vista del bienestar del grupo a que pertenece. Mediante las reacciones de los demás a sus propias actividades llega a conocer lo que éstas significan en términos sociales. El valor que ellas tienen se refleja en él. Por ejemplo, mediante las reacciones a los balbuceos instintivos del niño, éste llega a conocer lo que esos balbuceos significan; éstos se transforman en lenguaje articulado, y así el niño es introducido en la riqueza acumulada de ideas y emociones que se hallan concentradas en el lenguaje.

    Este proceso educativo tiene dos aspectos: uno psicológico y otro social, y ninguno de ellos puede subordinarse al otro o descuidarse sin producir malas consecuencias. De estos dos aspectos, el psicológico es el básico. Los instintos y capacidades del niño proporcionan el material y constituyen el punto de partida para toda educación. Excepto cuando los esfuerzos del educador se relacionan con alguna actividad que el niño realiza por propia iniciativa, independiente del educador, la educación queda reducida a una presión ejercida desde afuera. Ésta puede, ciertamente, dar algunos resultados externos, pero no puede llamarse verdaderamente educativa. Sin un conocimiento de la estructura psicológica y de las actividades del individuo, el proceso educativo será por tanto azaroso y arbitrario. Si acierta a coincidir con la actividad del niño puede llegar a un resultado; si no, se producirá una fricción, desintegración o detención de la naturaleza del niño.

    El conocimiento de las condiciones sociales, del estado actual de la civilización, es necesario para poder interpretar adecuadamente las capacidades del niño. El niño tiene sus propios instintos y tendencias; pero no sabe lo que significan hasta que podamos traducírselos en sus equivalentes sociales. Tenemos también que poderlos proyectar en el futuro para comprender su resultado y su finalidad. En el ejemplo antes usado, la capacidad para ver en los balbuceos del niño la promesa y la potencia de una futura interrelación y conversación es lo que permite tratar debidamente ese instinto.

    Los aspectos psicológico y social están relacionados orgánicamente, y la educación no puede ser considerada como un compromiso entre ambos o como una superposición del uno sobre el otro. Se nos dice que la definición psicológica de la educación es estéril y formal; que nos da solamente la idea de un desarrollo de todas las capacidades mentales sin proporcionarnos ideas del uso a que han de destinarse esas capacidades. Por otra parte, se aduce que la definición social de la educación, considerándola como la adaptación a la civilización, hace de ella un proceso forzado y externo, que tiene por resultado la subordinación de la libertad del individuo a un estado social y político preconcebido.

    Cada una de estas objeciones es verdadera cuando se presenta cada uno de los aspectos separados del otro. Para saber lo que realmente es una capacidad debemos conocer cuál es su finalidad, uso o función, y esto no podemos saberlo sino en el caso de concebir al individuo como ser activo en las relaciones sociales. Pero, por otra parte, la única adecuación posible que podemos dar al niño, en las condiciones existentes, es la que surja de ponerle en plena posesión de todas sus capacidades.

    Con el advenimiento de la democracia y de las condiciones industriales modernas es imposible predecir de un modo definitivo lo que será la civilización dentro de veinte años. Por tanto, es imposible preparar al niño para una serie precisa de condiciones. Prepararle para la vida ulterior significa prepararle de suerte que tenga el pleno y rápido uso de todas sus capacidades; que sus ojos, oídos y manos puedan

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