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Mario Bonilla
A todas las personas que me han servido de inspiración.
Mario Bonilla
2
He aquí una recopilación de palabras que no siempre riman, ni tampoco logran siempre
expresar lo que siento, pero que de alguna manera representan el final de una búsqueda.
La búsqueda continúa.
3
En orden de aparición
VERSOS
Haiku Röntgen
Plagio
Nuestras Vidas
Simple
No me olvides
Recuerdo aquellos días
Debo ocultarme
Todavía
Qué fácil sería mentirte
Creo que son once
Sellemos este pacto
Proyecto número uno
Hoy quiero cantar
Ha llegado la hora
Van a hacerme falta
Recuerdos
Quiero escribir un verso
Inextinguibles
Cuando estás ausente I
Cuando estás ausente II
Cuando estás ausente III
Cuando estás ausente IV
No hace falta la luna (cuando estás ausente V)
Cuando estás ausente VI
4
Cuando estás ausente VII
Me faltabas tú
Sal
Soledad
Tantas veces
El invierno fue implacable
He detectado un aumento
Las brasas de tu rastro
Los medios
A los niños
Busco una palabra
Mi última esperanza
Psicología del verso
No me Quites Tus Palabras
Haiku Secular
Haiku para un nuevo milenio
Haiku Definitivo
PROSAS
Espero con un corazón negro en el bolsillo. Dedicatoria. Días hipotéticos. La mesa del comedor.
Soy tu pierna. Mimetismo experimental. El día que me dejes (noche de jueves de agosto). En tu
cuarto hay un espejo. Se acabó el exilio. Noche de viernes. El anatomista. En tiempos de muerte.
De siglos y milenios. Caminar bajo la lluvia. Solamente pienso en ti cuando es de noche.
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Haiku Röntgen*
Berta, tu mano
vi huesuda, otoñal
y transparente.
*
El ocho de noviembre de 1895, el profesor Wilhelm Conrad Röntgen, rector de la Universidad de
Wurzburgo, hace un importante descubrimiento científico: una misteriosa emanación capaz de mostrar
las partes invisibles de la mano, como sus huesos, a la vez que no deja ver las que se observan a simple
vista, como la piel. Convencido que al revelar este fenómeno podía ser considerado como un loco,
concentró todos sus esfuerzos en confirmar la presencia de estos rayos, a los que llamó X, por su
naturaleza desconocida. No descansó hasta obtener la prueba definitiva: un registro fotográfico de la
mano de su esposa Anna Bertha.
Aunque hacer la primera radiografía jamás tomada de una persona le significó al profesor Röntgen la
evidencia de que no estaba alucinando, la visión de sus propios huesos fue para su esposa una aterradora
experiencia, casi una premonición de la muerte.
El 10 de diciembre de 1901, se organizó la primera ceremonia de entrega de los premios instituidos por el
científico y filántropo Alfred Bernhard Nobel, como reconocimiento a la «mayor contribución en
beneficio de la humanidad» en diferentes áreas. Por su descubrimiento, Wilhelm Conrad Röntgen fue
galardonado con el primer premio Nobel de Física, el cual recibió de manos del Príncipe de la Corona de
Suecia, en el Gran Salón de la Academia de Música, en Estocolmo.
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PLAGIO
Yo no sé por qué los poetas
se entusiasman
con cosas tan pequeñas
como un pétalo
o peor aún
una minúscula gota
del tamaño de una lágrima
lágrima, al fin, hecha neblina.
no sé nada de esto
no siento nada
al ver un amanecer
las sonrisas me resbalan
no me erizan las miradas
y a la luna
la prefiero nueva
nuestros labios
se pierden entre versos y canciones
y callan
cuando son necesarias las palabras
nuestras vidas
se contemplan desde lejos
y se preguntan
si podrían ser una sola.
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SIMPLE
Invencible
como un río
que se abre paso
entre las rocas.
frágil
como la espuma de las olas
que tapiza la arena
de las playas blancas
como un águila
sobre el horizonte
Inalcanzable.
Increíble
como una flor
que aún marchita
conserva su perfume.
Simple
como la mirada de un niño
como el rocío
que cubre los pétalos
como saber
que yo te quiero
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NO ME OLVIDES
Lo que no me acuerdo
es de que se habló
en esa clase.
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RECUERDO AQUELLOS DÍAS
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DEBO OCULTARME
Debo ocultarme
entre rosas y orquídeas
para conservar, aunque distantes
mis esperanzas.
Debo ocultarme
entre versos y perfumes
para mantenerme, como siempre
fuera de sitio
Me he ocultado
en la melancolía
para no perderte
para no olvidarte
para tenerte, aunque sólo en sueños,
junto a mí.
seguiré oculto
con tu recuerdo
y llevaré conmigo
tus penas, tus triunfos
y los momentos que pasamos juntos.
me hallarás oculto
en mis sentimientos
en cualquier momento
o quizás muy tarde
como el recuerdo
de aquel que te amó
y te amará siempre
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TODAVÍA
...llevo tu mirada
en mi pensamiento
guardo tu sonrisa
con mis alegrías...
todavía
te llevo conmigo
todavía
llevo en mi mente
tu recuerdo
todavía
paso las noches
soñando contigo
todavía
te quiero conmigo
todavía
y para siempre
llevaré tu corazón
al lado del mío
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QUE FÁCIL SERIA MENTIRTE
si no temiera
que tú por mí nada sientas
si no deseara
que tú también...
Si no me gustaras
qué fácil sería
decirte: «te quiero.»
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CREO QUE SON ONCE
Esa mañana
llegamos temprano al colegio
y pudimos jugar
mientras comenzaba el día.
en mi turno pregunté
cuántos años cumples mañana
dijo creo que son once
aunque sabía perfectamente
que eran menos de una docena
y uno más que yo.
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SELLEMOS ESTE PACTO
Tenemos un pacto:
seremos el mejor amigo
que tendrá cada cual
y podrás acercarte a mí
y cada día tendrás
cuanto quieras de mí
en cualquier momento
y podré acercarme a ti
y cada día debo
amarte un poco menos
y quererte mucho más
y yo haré lo mismo.
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PROYECTO NÚMERO UNO
Tenía planeadas
mil formas de decirlo
inventé las razones
sin necesitarlas
había estudiado
todas las respuestas
acumulé el valor
para soportar rechazos
Encontré el momento
- no pude hacerlo:
No existe estrategia
ni plan o proyecto
para decirte
cuánto te quiero.
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HOY QUIERO CANTAR
quiero revivir
ese momento
en que tendiste tu mano
para ser mi amiga
quiero invitarte
a soñar conmigo
caminar nuevamente
por aquellos senderos
que conocimos juntos
y saber
que cuando te vayas
me llevarás contigo
como se lleva un recuerdo
una canción
un amigo.
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HA LLEGADO LA HORA
Ha llegado la hora
predecible y temida
de dejarte.
si prefieres andar
por viejos senderos
y repetir
los mismos tropiezos
o conocer conmigo
un nuevo camino
escoger no moverte
o avanzar sin compañía.
volveré
cuando sospeche
que has elegido
la soledad.
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VAN A HACERME FALTA
llegarán momentos
de recuerdos implacables
interminables instantes
de añorar tus besos
de extrañar tus ojos
y callar angustias
En esos momentos
llenos de vacíos
voy a extrañar
acariciar tus manos con fingida indiferencia
compartir desdichas
y repartir sarcasmos.
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RECUERDOS
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QUIERO ESCRIBIR UN VERSO
y si decido en cambio
decirte cuánto te quiero
sólo soy capaz
de balbucear silencios.
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te pido entonces
que cuando escuches
mis silencios crueles
y cuando leas
mis intentos vanos
entiendas
que entre las líneas
de mis callados versos
y tras el tono
de mi insegura voz
se encuentra siempre
un franco
«te quiero tanto !»
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INEXTINGUIBLES
llegaste
tan de repente
tan a tiempo
traías contigo
las mariposas
que vuelan por dentro
anhelando conmigo
que la luz de las velas
fuera realmente
inextinguible
te fuiste
tan de repente
pero dejaste
las mariposas
que aún siento
cuando te siento
entre las velas
que enciendo
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CUANDO ESTÁS AUSENTE I
pues es ésta
y son ellas
las que me recuerdan
tu mirada
tu sonrisa
y aquellas otras noches
en que nos amamos
sentirte
al mirar la luna
y poder decirte
que me haces falta
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CUANDO ESTÁS AUSENTE II
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CUANDO ESTÁS AUSENTE III
Te aluciné olvidándome
y en mi locura por tu ausencia
justifiqué tu odio
escuché tu voz
diciendo nunca vuelvas,
ya no quiero verte.
Desperté dudando
que todo fuera un sueño.
Busqué tu cuerpo
y al no encontrarlo
confirmé llorando
que me habías dejado.
Te aluciné volviendo
y en la locura de tu ausencia
encontré tu cuerpo
lo recorrí sudando
escuché tu voz
diciendo amante,
te espero siempre.
desperté temblando
de un terrible sueño
y aunque ausente
te besé en la frente
y te seguí amando.
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CUANDO ESTÁS AUSENTE IV
lloro y me desnudo
para identificar tus partes
en mi cuerpo
y saborear tus lágrimas
en mi delirio
busco en el ambiente
los detalles para acercarte
encuentro tu retrato
una trompeta
y un violín azul celeste
miro nuevamente
la imaginación me ayuda:
que cada atardecer
carezca de color
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NO HACE FALTA LA LUNA (CUANDO ESTÁS AUSENTE V)
para pensar en ti
no hacen falta la luna
ni sus reflejos de plata
sobre las indecisas olas
del mar que nos separa
para recordarte
me sobran las estrellas
y no parecen necesarias
las largas caminatas
por inmensas playas
para amarte
no importa que el sol no caliente
ni que se acaben las playas
sólo hace falta
saber que existes
para sentirte
cuando estás ausente
no hace falta
detener el tiempo
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CUANDO ESTÁS AUSENTE VI
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CUANDO ESTAS AUSENTE VII
Porque ahora
tocar tu cuerpo
respirar tu aliento
y besar tu pecho
ya no es un sueño
porque al volver
puedo vivirte en verso
y abrazarte
sin tener que inventarte a mi lado
no volveré a dejarte.
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ME FALTABAS TU
yo que pensaba
que fácil
era palabra común
cuando de amor se hablaba
pero llegaste tú
para enseñarme
que fácil y amor
no siempre riman
pero llegaste tú
y me enseñaste
a enamorarme
y me llevaste a caminar
por donde yo soñaba
y conocimos juntos
el dolor de amar
y descubrimos juntos
que fácil puede ser
una común palabra
cuando de amor se habla
y logramos ver
cómo fácil y amor
pueden producir calor
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y que incluso a veces
al acercarse
producen intensa luz
yo que pensaba
que ya había visto
toda la luz
me faltabas tú
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SAL
Anoche soñé
que sentado en tus mejillas
contemplaba el azul
de tus ojos de cielo
Entonces creíste
que a tu vida
le doy sabor a lágrima.
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SOLEDAD
eres grande
pero cabes en mí
eres luz y penumbra
eres cálida y fría
y sin embargo
me gusta tu abrigo
tu compañía
tu forma de jugar conmigo
eres espejo
reflejo
y caleidoscopio a la vez
me transportas
como a uno de tus cristales
y me das
tus sueños sin final
para terminarlos
mientras me duermo
eres fiel
cruel
y sin embargo
eres mi amiga,
Soledad.
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TANTAS VECES
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EL INVIERNO FUE IMPLACABLE
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HE DETECTADO UN AUMENTO
He detectado un aumento
en el brillo de tus ojos
y sé que es mucho más alegre
la sonrisa que hoy llevas
He detectado un aumento
en la distancia entre los dos
pero aún siento a mi lado
el calor que ya me has dado
He detectado un aumento
en el brillo de tus ojos
pero no quiero que en estos versos
escuches tristes lamentos
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LAS BRASAS DE TU RASTRO
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LOS MEDIOS
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me he enterado por los medios
el efecto de los gritos
sobre los sordos
la reacción de los ciegos
a las ráfagas de luz
el resultado de escribirle
a los analfabetas
o el de entregarle palomas
a los buitres
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A LOS NIÑOS
A mis hijos
quisiera hablarles de gigantes
y enseñarles
a descubrir sus huellas en las rocas.
Quisiera sorprenderlos
con dinosaurios inextinguibles
y mostrarles la magia
en el vuelo de las gaviotas.
A los niños
quisiera enseñarles
a encontrar las más brillantes estrellas
y contarles las leyendas
de los seres que recorren los cielos.
y contarles
de una misma pluma
que sirve al ave
para adornar su cortejo
y al guerrero
para anunciar la batalla.
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También les contaría
que no hay tristeza
en cada lágrima
y que no es alegre
cada sonrisa.
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BUSCO UNA PALABRA
Una palabra
parecida a la ternura
que tenga el color de la miel
y el mismo brillo de tus ojos
una palabra
con la que un poeta
nombraría a una estrella
una palabra tan fuerte
como un abrazo nuestro
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MI ÚLTIMA ESPERANZA
si lograra dibujar
tu sonrisa matinal
tu retrato sería
una noche estrellada
si pudiera retener
la fiebre que en tu cuerpo
con cada abrazo siento
el invierno sería
como el fresco delirio
de un suspiro tuyo
si pudiera describir
lo que al tocarte siento
mis palabras serían
una audaz sinfonía
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PSICOLOGÍA DEL VERSO
cuando me habla
su voz es un canto
ella inventa odas
y domina el haiku
pero si me llama
no sólo me conmueve
me sacude y sintetiza
sino que confirma
mi psicología del verso:
mi hija es un poema.
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No me quites tus palabras
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Haiku Secular
Viejo milenio
acábate ya.
Hoy me despierto
Haiku definitivo
y ganas de más.
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Espero con un corazón negro en el bolsillo
Hace mucho frío. Voy caminando por una calle oscura. Voy hacia la casa de un amigo. El sol se
oculta tras los rascacielos. Las palomas se van hacia sus nidos en lo alto de unos edificios. El
viento lleva consigo desde las más pequeñas partículas de contaminación hasta grandes hojas de
árboles, papeles, cáscaras y basura en general. Una pequeña hoja de papel llega hasta mis pies.
Está pintada de rojo con un corazón negro en el centro. La recojo, la doblo y la guardo en mi
bolsillo.
Cruzo a la izquierda. Al fondo del callejón está la casa de mi amigo. Paso a paso me acerco a ella
y la veo con más claridad. «Soy yo, ábreme», contesto a la pregunta de «¿Quién es?» Entro. Lo
primero que veo, justo en frente de mí, allí está, es el mismo, idéntico, sí. El mismo dibujo que el
viento trajo hasta mis pies, el mismo que ahora yace en mi bolsillo está allí, enmarcado en una
Al salir, ya es de noche. Está muy oscuro. Doy uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho,
Un hombre sale de no sé dónde, se sitúa frente a mí. Me clava un puñal. Caigo al suelo. Antes de
cerrar los ojos pienso cuán lejos están de aquí. Sí, muy lejos. Papá y mamá están muy lejos. Y
yo, aquí, mientras tanto, a quince pasos de la casa de mi amigo, esperándolos, con un corazón
negro en el bolsillo.
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Dedicatoria
esas tres cosas heterogéneas son una sola y que se llama naranja.»
Caminaba entre los pasillos de una librería, cuando me topé con una colección de ensayos que,
treinta y cinco años después de ser escritos, eran considerados como hijos ilegítimos por su
autor. Me enteré entonces que Borges llegó a negar públicamente la existencia de El Tamaño de
Como estaba frente a la sección de diccionarios, pensé en palabras con las que me gusta jugar, y
recordé noche, seda, arco, miel y piel. Tras acariciar tu pelo y recorrer mentalmente tu cara,
pensé en pétalos y perlas, y en cómo inicias incendios con tus besos y sonrisas.
mi mano diestra, pero a la vez tan grande que puedo entrar en ella. Desperté de esta divagación
definición de tu nombre.
esperanza. Estado del ánimo en el cual se nos presenta como posible lo que deseamos.
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Días Hipotéticos
«Así empezó nuestro amor. Es decir, el de ella y el mío. Empezó cuando
yo empecé a temer que no regresara al día siguiente.»
-Alfredo Bryce Echenique, en «El Hombre Que Hablaba De Octavia De Cádiz».
Siempre he querido escribir algo titulado «tardes hipotéticas sin ella.» Pero no debo decir
«siempre he querido,» pues, aunque a veces lo parece, no la conozco desde siempre, ni desde
ese entonces me hace tanta falta como para escribirle algo titulado así. Y si aquí se insinúa que
me hace «tanta falta», es porque tal vez ya no está conmigo, y, por lo tanto, esas tardes dejarían
de ser hipotéticas. Su ausencia comenzó hace tanto, que por ahora debe bastar con «su
ausencia» para entender aquello de «tanta falta» -la que me hace-.
Talvez fue desde aquel día cuando, entre inminentes bofetadas, parecía que yo nunca más la iba a
ver, o lo que es peor -pero mejor dicho-, que ella ya nunca más me iba a mirar. Aquí me refiero
al momento en que comencé a sentir ganas de escribir algo titulado «tardes hipotéticas sin ella»,
y no al momento en que comenzó su ausencia, aunque a veces me parece que esos momentos
tienden a coincidir.
Aquí debo aclarar que, hasta la fecha, no he entendido porqué, teniendo ella tantas ganas de
hacerlo, y yo mereciéndolo tanto, no pasaron de inminentes las hipotéticas bofetadas, pero baste
con saber que me sentí completamente abofeteado aquella tarde. También es prudente aclarar
que para ese entonces ya había comenzado «su ausencia» y se comenzaba a notar la ya
mencionada «tanta falta» que me hacía.
Pero ella no podía creerlo, porque yo parecía tan insensible y a veces tan desesperantemente
inmutable, que ella no podía siempre creer que realmente me hacía falta. Y yo no siempre pude
creer que ella muchas veces pareciera no sentirse tan ausente.
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En muchos otros momentos me han dado ganas de escribir acerca de hipotéticas tardes sin ella y
hasta de hipotéticas tardes y noches enteras sin ella, pero el día en que he sufrido la mayor
intensidad de ganas -usando las mismas unidades con que se miden la rabia y la tristeza- de
escribir acerca de hipótesis y ausencias fue aquella
TARDE DE LAPSUS
¿Qué la llevó a llamar «nuestro» lo más suyo y tan completamente suyo? Aquí debo aclarar que
inicialmente sonó hermoso aquel «vamos a nuestro apartamento.» Lapsus genial, reconfortante,
pegajoso y fortificador de pactos y alianzas. Pero al llegar allá, a lo que el burlón
sub-?-consciente llamó «nuestro», queriendo decir «mi» -su-, casi desde el mismo instante en
que crucé su -«¿nuestra?»- puerta, sentí que todo lo que me rodeaba era completamente suyo y
en absoluto mío. Lapsus histórico, lapsus cruel y abofeteador.
La cama de las Américas, destendida, lejana y por ese día convertida en la cama de la Antártida.
La lámpara de mil colores, por ese día pálidos y todos tan parecidos al gris. El escritorio gigante,
esa tarde más grande que nunca y más lleno de cajones cerrados, llenos de ella y sólo para ella.
Sus libros tan llenos de sus recuerdos. Su teléfono, distante, indiscreto y tan lleno de voces sólo
para ella; la manzana con dueño que no debía yo morder y tantas y tan crueles evidencias de
dueños mucho más dueños de todo aquello que yo, quien con mi mano completamente suya en la
suya tan completamente suya observaba, mientras tomaba en su taza de su té, y escuchaba,
mientras lloraba por dentro, lo único que parecía no serme ajeno: la lluvia que me esperaba
AFUERA.
Aquí debo aclarar que, hasta la fecha, no he entendido por qué, sin tener ella ganas de hacerlo, y
yo sin merecerlo, pasaron de inminentes las bofetadas que nunca me dió, pero baste con saber
que me sentí completamente torpe aquella tarde.
Mis días hipotéticos sin ella habían comenzado hacía tanto...
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La Mesa del Comedor
Porque esa mañana, como todas las otras mañanas, había escuchado en la radio, esa negra y
grande radio que cuando joven le había regalado su abuelo un día, sin motivo, porque hay
regalos que no necesitan de un motivo para hacerse. Ese aparato que estaba sobre su mesa de
noche, junto a la cama, y que permanecía encendido gran parte del día y de la noche dejando
escapar melodías, disparates, novelas y noticias, noticias como la que escuchó esa mañana, y
todas las otras mañanas, de gente que moría sin motivo, porque hay muertes que no necesitan de
un motivo para suceder, como la muerte de su abuelo, aquél que le regaló la radio donde escuchó
la noticia que le hizo ir a ese gran almacén a la vuelta de la calle, ese grande y nuevo almacén
donde se conseguía de todo, incluso esas armas que se ven en las películas y que usa la gente
para matarse sin motivo, un arma como la que compró esa mañana luego de oír la radio y que
Aquella grande y reluciente mesa cuyo florero central se cayó y se rompió en mil pedazos,
aquella tarde cuando jugaba con su hermano, después de oír en la radio del abuelo una de sus
favoritas novelas de aventuras, en la que el galán huye fabulosamente de las balas de sus
enemigos corriendo veloz y ágil entre los árboles del bosque, árboles que se convirtieron en las
sillas del comedor, una de cuyas raíces hizo tropezar al galán en su fantástica huída, cayendo
donde quedó marcada para siempre aquella grande y reluciente mesa de comedor en forma de
una pequeña cicatriz que ahora recibía un disparo sin motivo, porque hay disparos que no
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Soy tu pierna
-Soy la fuente de la vida-, exclamó el extremo inferior del torso, con cierto tono antipático, -
Los brazos replicaron que sin ellos no podría cargar sus ilusiones, las manos recalcaron su papel
en las caricias, los pechos resaltaron su función recreativa y nutricional, el hígado señaló su
carácter vital.
Los nervios sugirieron templanza, las tripas insinuaron prudencia, la pupila dio alguna luz al
El cráneo, con moderación, tomó la vocería del grupo, e interrogó al pedestal que los cargaba.
-Soy tu pierna. Cada parte de ti es también parte de mí. Tú me nutres, me das tu humor y tus
caricias. Me purificas, me das calor, eres mi carácter vital. Sin tu voz, me invade el tedio, sin tu
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Mimetismo experimental
Se coloca un camaleón en una caja cuyas seis paredes internas están formadas por espejos. Al
principio, el reptil no sabrá qué hacer al encontrarse sin otro patrón que sí mismo para imitar. Se
han descrito varios tipos de respuesta ante el reto de enfrentar al espejo a quien se mantiene
ocultándose:
1) Camaleón Evasivo
Opta por convertirse en tortuga. Al abrir la caja se le encontrará retraído dentro de su caparazón
2) Camaleón Invisible
Para pasar desapercibido se hace transparente. Al abrir la caja, ésta parecerá vacía. Algunos de
los más hábiles lograrán parecer parte del reflejo de la cara del investigador sorprendido,
3) Camaleón Indiferente
Se niega a resolver el misterio de verse rodeado de reflejos infinitos. Cierra los ojos y espera
pacientemente a que la caja sea abierta y a ser expuesto a un ambiente más fácil de imitar. Se le
encontrará dormido.
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4) Camaleón Evasivo Tipo II
Es aquel que no sólo cierra los ojos, sino que además aguanta la respiración. Convencido de
estarlo logrando, el animal cree ver cómo progresivamente su reflejo desaparece, sin darse
cuenta que en el intento se consume lentamente junto con él. Se le encontrará tieso pero con cara
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El día que me dejes (noche de jueves de agosto)
Creo que el día que me dejes, tú también me dirás que quieres que yo sepa que fuiste muy feliz
conmigo. Creo que ese día recordaré, sin decírtelo, que fuiste tú quien me advirtió que yo algún
día encontraría alguna razón para dejar de quererte, pero ese día serás tú la que se llena de
Me dirás también que ya encontraré a alguien especial que sabrá darme toda la felicidad que me
merezco. Pensaré entonces que yo no quiero oír esas estupideces; te diré entonces que no me
Te sentarás en el sofá y llorarás mientras yo voy al cuarto a recoger mi ropa y otras cosas.
Secarás tus lágrimas cuando yo cierre mis maletas. Entonces seré yo quien tendrá que sentarse al
borde de la cama, y taparé mi cara para intentar en vano ahogar mis sollozos.
Finalmente, ese día saldré, y al cerrar la puerta, sabré que tú también sentirás un gran alivio, y
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En tu cuarto hay un espejo
En tu cuarto hay un espejo. En él se reflejan las cosas que me gustan. El retrato de un reflejo, una
laguna que le sirve de espejo a la noche y a la luna. Debajo, un bosquejo de cuerpos danzando.
Una lámpara de tenue luz amarilla los ilumina, les agrega movimiento en forma de sombras. Una
ventana, una puerta, una terraza en donde se respira aire fresco -mas no puro-, renovado por
vientos metropolitanos.
En tu cuarto hay un espejo. En él se reflejan las cosas que me fascinan. Tu sonrisa, la ropa en el
piso, la taza de café aún caliente. Un tríptico de cuerpos violentos y ensangrentados, una cama de
pino crujiente, en donde los cuerpos respiran húmedos y renovados, bajo la mirada cómplice de
Frida.
En tu cuarto hay un espejo. En él se reflejan las cosas que detesto. La cama arreglada, vacía de ti.
Mis ojos melancólicos, reflejo de viejos temores. Mi falta de visión. En el reflejo de un cuarto sin
En tu cuarto hay un espejo, roto en una esquina. En él los reflejos se hacen dobles. El reflejo
fracturado de Frida, casi cubista, me hace un guiño. Allí sólo se duplican las cosas que me gustan
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Se acabó el exilio
-Mañana regresamos-, dijo con lágrimas a su amada. -Vamos de nuevo a la patria, a la tierra que
nos vio nacer. Se acabó el exilio. Esta noche nos quedamos en el puerto, y te enseño todas las
La última noche en esa tierra extraña estuvo despejada y sin luna. El mar era un ondulante
reflejo índigo profundo, salpicado de las estrellas que quiso enseñarle, como si alguna vez fuera
a Pegaso y a Cassiopea. Le narró la historia de la hermosa princesa etíope cuya vanidad fue
castigada por los dioses al obligarla a sentarse eternamente en una incómoda silla. También le
mostró el dragón celeste que amenazaba con devorar a la bella Andrómeda, y le contó acerca de
Con una botella de vino acompañó el mitológico recorrido de las distantes luciérnagas
zodiacales. Inventó constelaciones y le describió a los más valientes aventureros, sus luchas
contra descomunales monstruos y malévolos gigantes. Le dijo que la brisa arrastraría sus
palabras hacia el mar, que las olas se llevarían esas historias sobre sus espumeantes crestas.
-Tendríamos que ir a la playa en nuestro país, quizás volvamos a encontrar estas historias que
hoy te invento. Con tu ayuda podría incluso escribirlas, ¿no crees? Alzó la botella y tomó
una gran bocanada de vino. Dejó parte del trago en su boca, y saboreó su sutil amargura
Aquella noche septentrional nunca llegó a ser negra. El inquieto espejo azul profundo se
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transformó lentamente en púrpura, y el cielo poco a poco adquirió la claridad suficiente para
opacar las estrellas en su luz naranja. El último destello visible antes de la aparición del sol
fue el de la diosa Venus, ese lucero que con su brillo anunciaba la infalible llegada del
cochero en llamas que cada día cruzaba el firmamento. Ahora el cielo parecía el reflejo del mar,
y las nubes simulaban olas juguetonas que avanzaban hacia el nuevo día, quizás trayendo
Muy cerca del puerto donde se encontraban, descubrió una gaviota monópoda descansando sobre
un poste enterrado en la arena, rodeado de mar. En ese momento abrió los ojos y apoyó
dudosa su otra pata. Cuando la última ola rompía en la base del poste, dio un pequeño salto
que la dejó flotando en el vacío, como una enorme pluma a merced del viento. Emitió un
chillido con el que confirmó el inicio de un nuevo día. El poste quedó rodeado sólo de playa, las
líquido oscuro le recordó la sangre en la que recientemente se había bañado. Con los dientes
arrancó el corcho y lo escupió en su mano. Tomó el último trago y de rodillas se inclinó hacia su
amada. Le llenó su boca con un beso frío y salino, observó cómo un delgado hilo de vino
cara y colocó la botella vacía a su lado. Se inclinó de nuevo y le besó los ojos y la frente. La
primera gaviota emitió un segundo chillido, que fue seguido de los graznidos de la segunda,
tercera y demás gaviotas, luego opacados por los bramidos de los buques. El cielo dejó atrás su
oscuridad y se llenó de blancas pinceladas de algodón, que todavía le recordaban las eternas
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olas marinas.
Dos corpulentos marineros de brazos tatuados alzaron su equipaje, con la misma facilidad
con que vio flotar a las aves. Al llegar a bordo, divisó a otra gaviota en el mismo poste,
ahora abandonado por la marea. En su bolsillo, apretó el corcho cuando ésta dio un
último salto al vacío. Desde los hombros de los cargueros, el ataúd flotó hasta cubierta.
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Noche de viernes
Quiero intentar contar una historia que podría pertenecer a alguna revista de historias
la siento:
Hace algunos años, conocí a una mujer cuyas extraordinarias cualidades no reconocí en ese
momento. Sin embargo, sí noté algo que me gustó mucho, que fue su sentido del humor. En ese
momento tampoco noté que llevaba la noche por cabello, en la forma de un brillante velo de
terciopelo negro, ni me di cuenta que sus manos eran grandes, ni mucho menos me imaginé que
algún día iba a amarla. Por intermedio de alguna amiga común, logramos intercambiar algunas
frases; un día le ayudé con una traducción aburridísima, otro día le dije que le prestaría una
Casi dos años después, le presté ese libro y otros más. El día que volví a verla me dio mucho
gusto encontrármela, pero tampoco sospeché nada esa vez. Ella acababa de llegar de vacaciones
de España, y yo de un viaje de estudios al que terminé llamando mi «exilio», por la soledad que
Con la fortuna de trabajar a sólo un piso de distancia, pude compartir con ella las frustraciones de
regresar de un largo viaje con la sensación de haber perdido el tiempo. A ella le causaban gracia
mis exageraciones; no podía aguantar la risa al ver no se qué gesto que, según ella, yo hacía
cuando hablaba.
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Más libros fueron intercambiados, le presenté algunos de mis intentos por escribir -bajo
seudónimo-, supe que le gustaba alguna de la misma música que a mí, y comencé a notar más y
más detalles pequeños, como los lunares que contabilicé en su cara y en su cuello. Mientras la
observando sus largos dedos, noté que su pelo era muy brillante. Mis visitas a su oficina se
hacían más y más frecuentes. Me gustaba ir a hablar con ella, escucharla reír, oír de su
optimismo, tomar de su café. Mientras bebía, miraba su cara, sabiendo que a cada sorbo ella
haría una mueca con su nariz que a mí me agradaba. En esos días, sólo a mí no me parecía obvio
cuánto me gustaba.
Un día me regaló un papelito con una frase de Eduardo Galeano, que aún guardo en mi
Una mañana de sábado de marzo, mientras iba camino a la lavandería, me crucé con ella en la
calle. Ambos nos alegramos mucho de vernos, quizá con más emoción de la que habríamos
podido anticipar, tratándose de una simple coincidencia como ésa. Nunca antes nos habíamos
encontrado fuera del trabajo, y yo no la había visto antes sin su uniforme blanco. También era la
primera vez que la veía con su pelo suelto, y sé, aunque traté de negármelo, que me gustó mucho.
Nos despedimos con la intención de hablar en la tarde, y seguimos nuestra marcha en sentidos
opuestos. Unos minutos más tarde, me encontraba hablando con la lavandera, tratando, sin éxito,
de borrarme ese encuentro de la cabeza. De pronto, por la acera de enfrente, estaba ella otra vez,
caminando desprevenida hacia el apartamento de una amiga suya, y yo todavía quisiera creer que
ella estaba pensando en nuestro encuentro. La llamé, nos saludamos de nuevo, nos alegramos de
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nuevo, y desde entonces he jugado con la idea de que ella me perseguía. De otra manera era
imposible explicar una feliz coincidencia, tan feliz, que ocurre dos veces. Sonrojada y sonriente
después la vi asomándose por una ventana, desde el edificio que queda casi al frente de la
lavandería, en un intento por demostrarme que sí iba a casa de una amiga suya.
Cayó la tarde, despedí a mis visitantes, hablamos por teléfono, fui a verla. Una copa de vino, dos
copas de vino, algunos calamares enlatados traídos de España, salgamos a la terraza, tres copas
de vino, hace frío, entremos de nuevo, se acabó la botella, era la última. Sólo queda una de
champaña, ¿te gusta el champán?, le revelé el secreto de mi seudónimo. Una copa, dos copas.
¿Por qué le había regalado una copia de mis versos? Una pregunta, dos preguntas, un verso, un
beso, dos besos, tres besos, hace calor, desnudémonos, un abrazo, dos caricias. Cuatro besos, dos
cuerpos, una cama, tres copas, una feliz coincidencia. Una mañana de domingo de marzo, una
canciones en su risa, calmé mi sed en su pecho. Logré escribirle unas líneas a su nombre.
He escrito muchas líneas sobre el abandono. Tantas, que a veces me parece que en cualquier
momento voy a ser abandonado de nuevo. Esta sensación me invade cuando discutimos, aunque
sea por trivialidades. No sé describir el dolor que siento cuando la noto distante, pero sé que me
siento pequeño e incapaz. Una noche de jueves de agosto escribí algunas de esas líneas,
recordando la última vez que había sido abandonado. Inventé una escena en la que me deja y en
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la que concluyo que me lo merezco. Cuando me insinúa que lo nuestro no tiene futuro, me siento
como en aquella noche de agosto, como una pierna amputada, un montón de carne y huesos por
el que no vale la pena detenerse a respirar. Hace cuatro días me anunció que cuando iba al
analista, ella supo que cada vez que iniciaba una relación, inconscientemente quería terminarla.
Una noche de lunes sin ganas de dormir; desde entonces pienso que en cualquier momento
vendrá un hasta aquí llegamos de su parte, y pienso que me lo voy a merecer cuando llegue ese
momento.
Esta noche de viernes me has dejado sin decirme si vas a volver. Otra noche sin sueño, una
noche de líneas prestadas y diccionarios para decirte que en esta noche de viernes sin tí me siento
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El anatomista
analizó con la misma minuciosidad que había caracterizado su trabajo anterior como patólogo
Ensimismado en su ritual, reflexionó por un instante acerca del mejor abordaje para iniciar su
disección. Antes de cortarlo, escogió el recipiente marcado «S». Espolvoreó algunos gránulos
blancos sobre la muestra de tejido, y, con el primer corte, se inclinó levemente para percibir el
aroma del vapor exhalado por el músculo recién preparado según su preferencia -término medio-,
cuya exudación se esparció por el plato como una misteriosa mancha en la que casi podían
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En tiempos de muerte
En tiempos en que la vida era mucho más simple, se empleaban enormes esfuerzos en
embalsamado fue enviado por un viaje Nilo arriba, para permitir a todos los súbditos de su
inmenso imperio el despedirse del rey, antes de reposar en la que sería su tumba. Hay relatos de
multitudes paradas a orillas del río, meses después de su muerte, llorando y desgarrándose sus
sabían de su existencia.
Lo interesante es que miles de años después, cuando sabemos que la vida es mucho más
compleja, la muerte sigue teniendo el mismo misterio y nos sigue afectando mucho más a los
vivos que a los cadáveres. Aunque la sintamos más o menos cerca, sabemos de ella a diario, y
podemos aceptarla o no, fácil o no tan fácilmente como lo habríamos anticipado. En tiempos de
muerte hay dolor, pero también puede haber consuelo, o incluso regocijo por los buenos
No importa cómo tomemos la muerte, siempre estaremos buscando motivos para dudar acerca de
Cada reacción es solamente eso: una reacción, y depende de muchas cosas de nuestro pasado y
Cerca de cuatrocientos años antes de nuestra era, el astrónomo babilonio Metón intentó medir el
tiempo y descubrió que si utilizaba un período de diecinueve años, en el que asignaba trece
meses a siete años y doce meses a los doce años restantes, se podían usar las fases de la luna,
fácilmente visibles, como base para un calendario. Sin embargo, este calendario metónico, con
sus ciclos de diecinueve años, resultó demasiado complicado como para ser utilizado
cotidianamente.
Cerca de cuatro mil años atrás, los egipcios ya habían decidido escapar a las ataduras de un ciclo
mucho más predecible: el ritmo del Nilo. La puntual crecida anual de sus aguas determinaba los
momentos más propicios para la siembra y la cosecha. Muy pronto, los egipcios se dieron cuenta
que un sistema de doce meses iguales de treinta días, al que se le agregaban cinco días para
completar el año (días que después fueron llamados epagomenales, por no pertenecer a ningún
mes), constituía un método práctico para medir el tiempo, con la función primordial de un
calendario: ser capaz de unificar las actividades de una sociedad, lo que permitiría la cooperación
El planeta tierra da una vuelta alrededor de su eje cada veintitrés horas, cincuenta y seis minutos
vista no parecería capaz de afectar la vida de una persona. De hecho, el calendario egipcio fue
adoptado por los griegos, y sobrevivió muchos siglos, a pesar de su acumulada inexactitud. El
constaba de diez meses y comenzaba con el mes Martius, en honor al dios de la agricultura
(después dios de la guerra), Marte. Septiembre debía su nombre a que era el séptimo mes; sólo
después de casi 650 años, el astrónomo Sosígenes, por encargo de Julio César, se basó en el
ciclo solar, en vez del lunar, para agregar los dos primeros meses del año y crear el calendario
El cristianismo dio origen a una serie de festividades cuyas fechas debían calcularse con
precisión, para que su celebración tuviera una representación simbólica y conservara el poder de
congregación que se espera de un evento universal, como lo debe ser la celebración de la Pascua,
Una de las fechas cruciales para el cálculo del domingo de Pascua es el momento en el cual en
nuestro planeta, el día y la noche tienen exactamente la misma duración (equinoccio), fenómeno
que sucede sólo dos veces al año, marcando el inicio de la primavera y del otoño. La fecha
oficial para el comienzo de la estación que representa la abundancia, debe ocurrir siempre el día
21 de marzo. La diferencia entre los calendarios egipcio y solar implicaba una acumulación de
once minutos anuales: esto llevó a que, en el año 1582, la fecha para el equinoccio de primavera
En ese mismo año, por un decreto papal, dictado por Gregorio XIII, con el que pretendía
reajustar estas fechas, se ordenó que después del día 4 de octubre siguiera el día 15, con lo cual
se restablecería el orden, para que al año siguiente el equinoccio de primavera volviera a ocurrir
el día 21 de marzo. Para prevenir la reaparición de este error, se omitió el año bisiesto en los
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años que terminan en centenas, excepto si fuesen divisibles por 400 (es por esto que el año 2000
sí es bisiesto). Como era de esperarse, hubo reacciones diversas a este decreto papal. En el
campo laboral, muchos empleadores se negaron a pagar una quincena completa, ¡ pues el mismo
Papa había eliminado diez días de trabajo ! Dentro del cristianismo, algunos se negaron a
aceptar la reforma, por el hecho de haberse originado en Roma; las colonias americanas de la
Inglaterra protestante sólo se acogieron a estos cambios casi doscientos años después del decreto
del Papa Gregorio XIII. Por este motivo, el nacimiento de George Washington, ocurrido el 11 de
El debate secular que hoy sigue siendo materia de discusión –y que se hace más candente cada
vez que se aproxima un cambio de siglo, o en este caso, uno de milenio- se debió a un gran error
monje de baja estatura -de ahí su nombre-, a quien se le ordenó preparar una cronología para el
Papa san Juan I, decidió comenzar la cuenta de nuestra era actual con la fecha de la fundación de
Roma.
Según sus equivocados cálculos, el nacimiento de Cristo ocurrió en el año 753 A.U.C. (ab urbe
condita -desde la fundación de la ciudad [Roma]). Ocho días después del supuesto
nacimiento (¡el cual debió realmente ocurrir unos cuatro años antes de Cristo!), asignó la
celebración de la Fiesta de la Circuncisión, que desde entonces coincidiría con nuestro Año
Nuevo. Dionisio convirtió el 1º de enero del año 754 AUC en el año 1 A.D. (Anno Domini, o
Año del Señor). Suponiendo que la fecha de nacimiento fuera correcta, a diferencia del resto de
inicia cuando se cumplen diez años. Sin embargo, al omitir el primer año de vida de Jesucristo,
Dionisio nos obligó a que cada siglo, que corresponde a un período de cien años, y cada milenio,
que a su vez representa un período de mil años, cambie entre los años terminados en 00 y los
terminados en 01. A pesar de las preferencias estéticas o personales, como nunca existió un año
cero, según estos cálculos, el año 1999 no es el último del siglo. El cambio de siglo -y de
milenio- debe ocurrir cuando se completen cien y mil años respectivamente, es decir, el primer
día del año 2001. A pesar del despliegue de fenómenos que sí ocurrirán con el cambio al año
2000, como el posible desastre de la informática conocido como el efecto A2K, algunos
visionarios de la literatura y el cine prefirieron basar sus famosas obras -como 2001: Odisea del
Espacio, convertida en clásico del séptimo arte por el recién fallecido genio cinematográfico
El manejo del tiempo a lo largo de los años puede resultar tan artificial como las cábalas
relacionadas con el fin del mundo como lo conocemos, o como los anuncios fallidos de la
llegada de una era apocalíptica y definitiva para todos. Aunque siempre parezca sensato hacer
planes para una vida inmediata mejor, no es necesario invertir una gran cantidad de energía
significado universales.
Cuando dijo a mi me encanta caminar bajo la lluvia, sonó tan poética que la imaginé mojada.
Sentí las gotas frías de agua en sus labios y en los míos. La quise más, aunque ella no sabía que
la quería nada. Imaginé un paisaje verde, la llovizna ligera, la brisa acariciando su largo cabello
en sensuales ondas negras. Tal vez un claro en un bosque, algunos animalitos silvestres buscando
refugio de la lluvia, y ella llamándolos, vengan a caminar conmigo, desnuda bajo la lluvia. La
Cuando dijo me encanta sentir la lluvia en la cara dije a mi también, caminemos dando saltitos
felices en la campiña, toma mi mano, su blusa mojada, su pelo sensual, su boca sin sed.
Caminemos, no importa que llueva, el cielo ya está por caerse en gotas, mojémonos juntos, qué
alegría compartir esta humedad, qué sed de soñar contigo, caminemos desnudos bajo la lluvia,
juntos.
No contaba con el aguacero, los zapatos convertidos en charcos portátiles que nos perseguían
salpicando cada paso. Cuidado, viene un bus, levantó una ola que nos vistió de manchas y ahogó
aguacero metropolitano, la corbata nueva, era de seda, el maletín de ejecutivo cubierto de barro
de ciudad, busquemos un refugio, la odié toda, era falso aquello de cantar bajo la lluvia, sólo a
Gene Kelly le queda bien el traje húmedo y sólo a él no se le corre el maquillaje en terribles
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Solamente pienso en ti cuando es de noche
Porque en la noche recuerdo la profunda oscuridad en la que se refleja el brillo de las estrellas, la
misma oscura profundidad que llevas por corona. Ese velo de encaje negro con que me cubres
mientras me sumerjo en ti. Esos rizos contundentes convertidos en la noche profunda que te
enmarca y te define.
cuento minutos, horas o segundos hasta que vuelvo a caer en el sueño en que te sueño febril y
acaricia. Cuando las primeras luces del día comienzan a revelarte y todavía duermes y no sabes
si sueñas o si de verdad es hora de seguir soñando o de seguir despierta. Cuando despierto y creo
Solamente pienso en ti cuando trabajo. Porque encuentro tu ausencia en los largos corredores en
los que oigo tus pasos y recuerdo tus visitas y las mías. Y revivo las largas charlas de catarsis de
las que nació nuestra amistad, nuestra mutua admiración, nuestro amor. Porque en el trabajo
recuerdo también esas veces que pudimos escapar juntos a tomar café.
Sólo pienso en ti cuando tomo café. Y no me canso de tomarlo, porque su aroma me trae tu
recuerdo. Porque tu mirada tiene su color y su tibieza. En el fondo de mi taza veo el color café
de tus ojos, veo la mirada en la que quiero ahogarme. Y quiero ahogarme cuando recuerdo que
no siempre he estado allí, para ti, por ti. Y porque tengo claro que no soy el mismo desde que te
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conocí, me dan celos de tu pasado, antes de mí, ¿por qué no estuve allí?
Solamente pienso en ti cuando miro mis manos. Porque en ellas encuentro los lunares que te
pertenecen y es con ellas con las que siento tu piel. Recorro con ellas tu suave textura y
encuentro tesoros que me obsesionan. Puedo ahuecarlas hasta conformar el tamaño exacto de tu
rostro; podría esculpirte en arcilla, moldearte, reproducir cada detalle, tu sonrisa de dientes
pequeños, la curva de tus labios, el arco de tus cejas, el largo de tu cuello, la redondez de tus
Solamente pienso en ti cuando creo que estoy soñando y sueño que estoy despierto junto a ti.
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Mario Bonilla visto por Aníbal J. Morillo, MD.
Nació en una ciudad con obelisco, algunos minutos antes de la sexta hora del día dieciocho de
septiembre de 1960. Por haber vivido muy poco tiempo en su ciudad natal, él mismo se
Desde temprana edad tuvo dificultades para comunicarse con sus semejantes, hasta el punto de
que su propia familia podía no tener indicios acerca de sus sentimientos hacia ellos, a pesar de
exageradamente adueñada de su papel como tal, y un padre médico, científico, y, en una palabra,
genial.
Comenzó escribiendo para sí mismo, luego escribió para que lo quisieran más, pasó por
momentos de inspiración en aras de la crítica, y ahora reconoce que escribe por muchos
«Los escritores dicen que escriben para que la gente les quiera más,
criticar el mundo que no gusta, para huir de sus neurosis, etc., etc.
ser yo misma.»
En muchos momentos de su vida prefirió la soledad, a la que varias veces consideró como su
amiga, y a la que llamó alguna vez su «estado natural», explicando que dicho estado es común a
todos los seres humanos que no hayan sido producto de un embarazo múltiple.
Hay quienes afirman que uno de los factores que pudo haber favorecido el desarrollo de su
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imaginación es precisamente la gran cantidad de momentos compartidos consigo mismo, en los
que descubrió su interés por toda clase de estímulos visuales. Inventaba juegos en los que la luz,
los reflejos y las sombras eran los protagonistas.1 Para algunos, no es coincidencia su afición por
imágenes diagnósticas.
En su visión del mundo, siempre debería existir una explicación para cada evento, aunque ésta
sea actualmente desconocida, o simplemente debida al azar. No hay cabida para lo que él llama
Superada –por lo menos parcialmente– su exagerada timidez juvenil, pronto descubrió que las
letras y el humor eran un canal de comunicación aceptable. Comenzó a escribir sus primeras
frases con coherencia literaria a la edad de quince años, en forma de cuentos y ensayos que
En aquella época prefería divulgar sus escritos utilizando diversos seudónimos, ya sea mediante
anagramas basados en las letras de su nombre y apellidos, o aquel ridículo nombre de B. Yutreg
Kinopl, nacido aleatoriamente entre las teclas de una vieja máquina de escribir de su padre.
1
Alejo Molleros Binatarazi: Mario Bonilla: Aproximación hacia un Voyeurismo Pragmático.
Editorial Visión. 1978.
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Aunque ha dicho que preferiría escribir en prosa, a Mario Bonilla se le conoce más por el uso de
frases cortas, de longitud variada, rima sospechosa y métrica dudosa, estilo éste que se ha
Sus principales escritos –todos inéditos hasta ahora- han sido recopilados y distribuidos
informalmente entre sus amistades bajo títulos como «Anotaciones Vitales» , «Proyecto
Número Uno y Otros Versos en Proyecto» y versiones previas de «Busco Una Palabra».
Sus anotaciones están basadas en hechos reales o ficticios, están inspirados en una o varias
personas y han sido logradas por una combinación de ingenio, palabras y suerte. En Mario
divulgadas por reconocidos escritores. Para aproximarse a Bonilla, es preciso tener en cuenta
que el autor ha eliminado el orden cronológico en sus escritos, pretendiendo aislarlos de sus
momentos de crisis vitales. La mejor manera de comprenderlo, si esto fuera uno de los objetivos
del lector, puede ser el dejar al azar el orden en que se lee a Mario Bonilla.
Mario Bonilla es el seudónimo anagramático de Aníbal Morillo: médico, radiólogo, verbófilo, soñador. Excepto
donde se anote explícitamente, cada una de las palabras aquí anotadas y la manera de combinarlas representan un
esfuerzo original del autor.
…más de Aníbal J. Morillo en: http://www.ajmorillo.blospot.com , en: http://www.palviento.blogspot.com
y en http://www.scribd.com/ajmorillo , por ahora…
2
B. Yutreg Kinopl : Mario Bonilla: Una nueva forma de poesía. Revista Ensayos y Errores.
1977.
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