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El Militante

Epílogo
autor El Militante
miércoles, 22 de enero de 2003

Queremos remarcar toda una serie de puntos planteados a lo largo del documento con el fin de clarificar al máximo la
posición de los marxistas revolucionarios acerca de la situación actual y en relación con las tesis del ideario anarquista:

a) El capitalismo ha desarrollado a lo largo de su existencia las fuerzas productivas, la tecnología y el conocimiento


humano a una escala jamás alcanzada anteriormente. Objetivamente este desarrollo permite acabar de una vez y para
siempre con todos los problemas que asolan a la mayor parte de la humanidad como son el hambre, las enfermedades,
el desempleo, etc.

b) El obstáculo para que eso sea una realidad es la naturaleza del sistema capitalista. El fin de la producción no es
satisfacer las necesidades sociales sino el afán individual de beneficios de los capitalistas. Los problemas sociales no
se derivan de la insuficiencia del desarrollo económico sino de la propiedad privada de los medios de producción.

c) La actual fase del capitalismo es de declive y decadencia. ¡Es ya incapaz de explotar a los explotados! El desempleo
masivo unido a la generalización del empleo precario y la incapacidad del sistema de garantizar el futuro a la actual
generación de jóvenes son, por sí mismos, una prueba de que el capitalismo ya no sirve, que es un sistema socialmente
caduco.

d) Existe una alternativa al capitalismo que es el socialismo, una sociedad basada en la planificación consciente y
racional de los recursos existentes en beneficio de todos. No hay ningún obstáculo objetivo para que, partiendo del
nivel de desarrollo actual, se puedan reducir progresivamente las horas de trabajo, incrementar los salarios y aumentar
sustancialmente el nivel de vida y cultural de toda la población de la Tierra.

e) Sin embargo el capitalismo no cae por sí solo dando lugar al socialismo. Sin la lucha organizada y consciente de la
clase obrera el capitalismo no desaparecerá.

f) La contradicción más importante de la situación actual es que las principales organizaciones de los trabajadores están
dominadas por el reformismo, que no tienen una alternativa al margen del sistema capitalista.

g) El hecho de que eso sea así se debe a que el proceso de formación y consolidación de las direcciones de los partidos y
sindicatos obreros no refleja automáticamente las necesidades objetivas e históricas del proletariado.

Durante todo un periodo de tiempo, tras la Segunda Guerra Mundial, el capitalismo desarrolló las fuerzas productivas de
forma espectacular en los países capitalistas avanzados, haciendo posibles toda una serie de concesiones, conseguidas
con la lucha, pero que han dado un margen importante al reformismo. La idea de que se podían conseguir mejoras sin
salirse del marco capitalista tenía una base material .

h) Esas circunstancias empezaron a cambiar a partir de la crisis capitalista de 1973. Desde entonces de forma paulatina
la burguesía ha lanzado un ataque contra todas las conquistas anteriores en el terreno de la sanidad, educación, empleo,
derechos laborales, libertades democráticas...

La crisis del capitalismo es también la crisis del reformismo, la crisis de las condiciones clásicas en las que el
reformismo tiene posibilidad de consolidarse. En la medida en que hay menos margen de concesiones, el reformismo se
transforma cada vez más, en la práctica, en contrarreformismo.

i) El hecho de que el dominio del reformismo se prolongue más tiempo de lo que sería normal se debe a que la relación
entre los procesos políticos y económicos no son automáticos. El reformismo sin reformas y los consiguientes pactos y
manejos por arriba con la burguesía puede tener un efecto desmoralizador entre los trabajadores en la medida en que no
existe una alternativa revolucionaria. La caída de participación en los sindicatos y partidos obreros actúa como un balón de
oxígeno para los dirigentes reformistas, que se ven menos presionados por la base.

Otro factor ha sido la caída de los regímenes estalinistas del Este, que ha sido presentado por la burguesía como un
“fracaso del socialismo”, deslegitimando cualquier alternativa al capitalismo. Eso ha tenido un efecto en el
movimiento obrero y ha alentado aún más a determinados dirigentes en su giro al “libre mercado”.

j) La ausencia de una alternativa revolucionaria con una influencia de masas en esas circunstancias, tiene un doble
efecto: por un lado facilita la influencia que tiene el reformismo en las organizaciones obreras y por otro lleva a un sector
de los trabajadores y de la juventud hacia posiciones ultraizquierdistas. Ambos fenómenos son dos caras de la misma
moneda y están interrelacionados.

Especialmente entre la juventud eso facilita el surgimiento de pequeños grupos anarquistas o semianarquistas cuyas
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ideas se basan en la lucha contra los “partidos”, contra los “dirigentes”, en la indiferencia
entre “izquierda y derecha”, etc. Esos fenómenos no son nada nuevos. Sin embargo la existencia de
sindicatos, partidos, dirigentes, izquierda y derecha obedece a razones históricas y sociales muy profundas como para
que puedan desaparecer por muy mal que actúen sus dirigentes.

k) La construcción de un genuino partido marxista con influencia de masas, es la tarea central para garantizar el éxito de
la revolución; esto sólo puede hacerse en base a la defensa de un programa socialista consecuente junto con un método
correcto de aproximación a los trabajadores y a los jóvenes allí donde ellos se encuentren.

El reforzamiento de un movimiento revolucionario sólido no puede hacerse en base a un enfrentamiento sectario, en base
a insultos hacia las organizaciones obreras y sus dirigentes. Los efectos de esos métodos no hacen mella en la
influencia de los dirigentes reformistas y en todo caso les refuerza.

l) Un movimiento revolucionario serio sólo tiene posibilidad de disputar al reformismo su posición en el movimiento obrero y
juvenil si es capaz de demostrar que son los más consecuentes luchadores contra la burguesía y contra el sistema
capitalista. Pero eso no se consigue despreciando la lucha reivindicativa por mejoras inmediatas, sino relacionándola
con una perspectiva más amplia y con unos métodos de lucha que pongan en evidencia ante los trabajadores que los
reformistas no quieren luchar ni tienen una alternativa.

Tampoco se consigue planteando reivindicaciones que no son parte de la preocupación de la mayoría de los jóvenes y
trabajadores, aunque puedan parecer muy radicales.

m) En el futuro es inevitable que se desarrollen luchas cada vez más duras y masivas entre la burguesía y el
reformismo actual, bastante derechizado, que tendrá cada vez más dificultades para mantener su influencia y su
control sobre las organizaciones obreras. En el periodo que entramos es inevitable que haya giros a la izquierda y
desmarques por parte de determinados dirigentes respecto a la política seguida hasta el momento.

Eso tendrá enormes efectos políticos en la conciencia de los trabajadores y los jóvenes, creará muchas ilusiones y tarde
o temprano se incrementará el nivel de participación de los trabajadores y los jóvenes en la vida política. Eso se
expresará inevitablemente en las organizaciones obreras.

n) Lejos de ser un fenómeno negativo, la participación en la política por parte de la juventud es algo muy positivo y quien
mejor lo sabe —porque lo ven “muy negativo”— es la propia burguesía y aquellos dirigentes
que han dominado cómodamente esas organizaciones en el periodo anterior sin ninguna oposición.

Creer que la juventud y los trabajadores que están organizados políticamente son “borregos” sólo puede
partir de un desconocimiento profundo de cuál es la dinámica real de la lucha de clases.

ñ) Ciertamente los cambios hacia la izquierda que se puedan producir en las organizaciones no conducen
necesariamente hacia una política genuinamente revolucionaria. Por eso los marxistas revolucionarios no somos
espectadores pasivos de los procesos sino que intervenimos en ellos apoyándonos en todos los aspectos de la situación
concreta que puedan facilitar la compresión y la asunción del programa marxista por los trabajadores y la juventud.

o) La construcción de una alternativa revolucionaria no se hace de un día para otro ni en base a cuatro consignas, ni a
cuatro fetiches organizativos. Es un trabajo paciente que combina la intervención práctica con un estudio serio de todos
los procesos revolucionarios habidos a nivel internacional.

La teoría es una guía para la acción y también es una condensación de toda la experiencia previa del movimiento obrero. El
desprecio a la teoría, a la política, no puede conducir a otra cosa que a asumir inconscientemente una política y una teoría
determinada. Ningún modelo organizativo artificial, llámese horizontal o lo que sea, puede sustituir a un programa y
unos métodos revolucionarios correctos.

p) La lucha contra el burocratismo, la manipulación, las decisiones al margen de los intereses de la juventud y de los
trabajadores está completamente ligado a la defensa de un programa revolucionario alternativo.

q) El optimismo y la confianza del marxismo en el futuro se basa en que la experiencia del movimiento obrero le lleva
necesariamente a conclusiones marxistas y revolucionarias. Pero el ritmo de ese proceso no es un factor secundario, la
revolución no se produce al margen de la contrarrevolución, de ahí que el desarrollo, la difusión y la organización de un
movimiento marxista y revolucionario sea en último término una cuestión decisiva.

r) La podredumbre del sistema capitalista no garantiza automáticamente su derrocamiento y su sustitución por un


sistema más justo y más próspero para todos.

La transformación socialista de la sociedad, el triunfo de la revolución, es una tarea consciente y a ella hemos intentado
contribuir con este documento.
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